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1 GESTOS Y RITOS EN EL RITUAL DE LOS EXORCISMOS Pietro Sorci, ofm En cualquier religión y cultura donde los hombres creen en la existencia y en la acción de poderes demoníacos y de espíritus malignos son notorias las prácticas exorcísticas, con la cuales pretenden defenderse y liberarse de estas fuerzas nocivas, y especialmente de las enfermedades físicas y psíquicas atribuidas a la invasión y a la posesión por parte de estos poderes maléficos. 1 «En todas las culturas extrabíblicas se encuentras conceptos análogos [...] al fenómeno de la posesión del hombre por parte de espíritus malos, como también conceptos relativos a los «ritos exorcísticos» utilizados para neutralizarlos. Existe, por lo tanto, un sustrato común en grado de hacer de puente entre dos lenguajes». 2 Su conocimiento permite comprender los ritos exorcísticos de las antiguas fuentes litúrgicas, y sobre todo, la evolución que han tenido en los siglos del Medioevo. 3 1. En las religiones y en el judaísmo En las religiones así llamadas «primitivas» o tradicionales la liberación de los demonios está confiada a los brujos. En la antigüedad frecuentemente las prácticas hechas para alejar los poderes maléficos eran confiados a los sacerdotes que ejercían estas actividades con oraciones, conjuros, amenazas, recitación de fórmulas y textos mágico frecuentemente incomprensibles, con ritos, chiflidos, estrépitos obtenidos por medio de instrumentos y mediante gestos, como la imposición de las manos soplar y escupir en dirección a los espíritus, con uso de la sal, aceite y otros medios a los cuales era atribuido un significado y de poder apotropaico, con la preparación de 1 R. Kaczynski, L’esorcismo, en La liturgia della Chiesa, 9: Celebrazioni sacramentali - III, Elle Di Ci, Leumann 1994, p. 395. 2 A Pistoia, Riti e preghiere di esorcismo. Problemi di traduzione , en «Ephemerides liturgicae» 114 (2000) 237. 3 Cf. A.M. Triacca, Spirito Santo ed esorcismo. In margine al recente rituale, en «Ephemerides liturgicae» 114 (2000) 254.

Gestos y Ritos en El Ritual Del Exorcismo

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GESTOS Y RITOS EN EL RITUAL DE LOS EXORCISMOSPietro Sorci, ofm

En cualquier religión y cultura donde los hombres creen en la existencia y en la acción de poderes demoníacos y de espíritus malignos son notorias las prácticas exorcísticas, con la cuales pretenden defenderse y liberarse de estas fuerzas nocivas, y especialmente de las enfermedades físicas y psíquicas atribuidas a la invasión y a la posesión por parte de estos poderes maléficos.1 «En todas las culturas extrabíblicas se encuentras conceptos análogos [...] al fenómeno de la posesión del hombre por parte de espíritus malos, como también conceptos relativos a los «ritos exorcísticos» utilizados para neutralizarlos. Existe, por lo tanto, un sustrato común en grado de hacer de puente entre dos lenguajes».2 Su conocimiento permite comprender los ritos exorcísticos de las antiguas fuentes litúrgicas, y sobre todo, la evolución que han tenido en los siglos del Medioevo.3

1. En las religiones y en el judaísmo

En las religiones así llamadas «primitivas» o tradicionales la liberación de los demonios está confiada a los brujos. En la antigüedad frecuentemente las prácticas hechas para alejar los poderes maléficos eran confiados a los sacerdotes que ejercían estas actividades con oraciones, conjuros, amenazas, recitación de fórmulas y textos mágico frecuentemente incomprensibles, con ritos, chiflidos, estrépitos obtenidos por medio de instrumentos y mediante gestos, como la imposición de las manos soplar y escupir en dirección a los espíritus, con uso de la sal, aceite y otros medios a los cuales era atribuido un significado y de poder apotropaico, con la preparación de círculos de harina, de ceniza, de fuego, de tierra, mediante la observancia de ayunos y purificaciones preliminares, el uso de hábitos específicos y de colores por parte del exorcista.4

Así en la religión asiro-babilónica exorcista combinaba ritos manuales y orales: preparar un brasero disponiendo ramitas según un orden preciso, esparcir alrededor un poco de harina de modo de delimitar un lugar separado del mundo profano circunstante, encender una antorcha de azufre del brasero, manipular un casco de dátiles, un pincel de pelos de cabra o un hilo rojo. La víctima debería de ser liberada del espíritu maligno en la forma en la cual se quitaban las capas de cebolla o venían arrancados hilos de lana o de pelo de cabra. O bien, se destruía una figurita de cera representando al adversario. Se podía combatir el mal con hierbas medicinales, fumigaciones con la intención de alejar los poderes que lo provocaban, piedras mágicas: el paciente era lavado, purificado y refrescado.5

1 R. Kaczynski, L’esorcismo, en La liturgia della Chiesa, 9: Celebrazioni sacramentali - III, Elle Di Ci, Leumann 1994, p. 395.2 A Pistoia, Riti e preghiere di esorcismo. Problemi di traduzione, en «Ephemerides liturgicae» 114 (2000) 237.3 Cf. A.M. Triacca, Spirito Santo ed esorcismo. In margine al recente rituale, en «Ephemerides liturgicae» 114 (2000) 254.4 A. Di Nola, Esorcismo, en Enciclopedia delle religioni, II, Vallecchi, Firenze 1970, p. 1243.5 H. Limet, Esorcismo, en Grande dizionario delle religioni, I, Cittadella - Piemme, Assisi - Casale M. 1988, pp. 651-652. Para una documentación sobre los ritos apotropaicos y de eliminación cf. F. Heiler, Le religioni dell’umanità. Volume di introduzione generale, Jaca Book, Milano 1985, pp. 188-195.

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También en el judaísmo se conocen exorcistas y ritos exorcísticos6, y el hecho está testimoniado por los escritos del NT, allí donde Jesús responde a la provocación de aquellos que lo acusan de expulsar a los demonios en el nombre de Beelzebú príncipe de los demonios: «¿Y sus hijos en nombre de quien los expulsan?» (Mt 19,13-14). Los Hechos (19,13-14) refieren de algunos exorcistas ambulantes, hijos del sumo sacerdote Sceva, lo cuales pretenden servirse del nombre de Jesús, considerado más eficaz que las fórmulas usadas por ellos, para llevar adelante los conjuros.La praxis exorcística judaica está confirmada por Flavio Josefa. Él nos informa que Salomón era considerado el grande exorcista de los tiempos antiguos. Según el historiador de las Antigüedades Judaicas, Dios le habría enseñado el arte de expulsar a los espíritus malvados para utilidad y salvación de los hombres7. Según cuanto él refiere, la curación acaecía del siguiente modo: el exorcista tenía bajo la nariz del endemoniado un anillo que rodeaban las raíces que Salomón había indicado, lo hacía anudar al enfermo y así el espíritu salía por su nariz. El obseso caía inmediatamente a tierra y el exorcista, pronunciando sobre él en nombre de Salomón la sentencia mágica compuesta por éste, conjuraba al espíritu de no retornar jamás en el hombre.8

El apócrifo del Génesis de Qumran, en cambio, muestra a Abraham que cura al faraón con la imposición de las manos acompañada de la invocación del nombre de Dios.9 Atanasio testifica el uso que tienen los judíos para expulsar los demonios con la lectura de la Escritura.10 Justino, en cambio, testimonia el uso de perfumes y vendas.11

2. La praxis de Jesús y en los primeros siglos de la Iglesia

Jesús no recurre jamás a gestos de carácter mágico ni a ritos de exorcismo semejantes a aquellos practicados en el ambiente judío al inicio de la era cristiana. Sin poner a discusión la concepción que atribuía al influjo demoníaco muchas enfermedades, cura a los enfermos y expulsa a los demonios con el poder de su palabra (Mc 4,25-26; Mt 4,24; 9,32-33; 12,22; 17,14-20, etc.), en virtud del Espíritu de Dios que está en él (Mt 12,22-32; Mc 3,22-30), llamado también el dedo de Dios (Lc 11,20). A la comunicación del Espíritu sanante que obra en él, parece referirse al gesto de la imposición de las manos (Mc 5,23; 6,5; 7,32; 8,23; Lc 4,40; 13,13)12. Y tal poder lo confiere también a los Doce y a sus discípulos (cf. Mt 10,7; 10,1; Mc 3,10), que no siempre logran expulsarlos (cf. Mt 17,16). Pero ellos deberán hacerlo en su nombre (cf. Mc 16,15-18): es sólo el poder de su palabra y de la fe en él como se logra

6 Cf. J. Daniélou, Exorcisme, en Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, IV, Beauschesne, Paris 1961, coll. 1995-1996.7 Antichità giudaiche, 8, 42ss.8 Ibid., 8, 45s.9 1Q Gn 20,28-29.10 Atanasio, Ep. a Marcellino, 33, PG 27, col. 44.11 Justino, Dialogus cum Tryphone Judaeo, 85, 3, PG 6, coll. 676D-677A. Otras prácticas mágicas son referidas por Flavio Josefo, De bello jud., VII, 6,3.12 Cf. R. Fabris, I miracoli di Gesù, i suoi riti di guarigione e la predicazione del regno di Dio , en A.N. Terrin (ed.), Liturgia e terapia. La sacramentalità a servizio dell’uomo nella sua interezza (= Caro salutis cardo. Contributi, 10), EMP-Abbazia S. Giustina, Padova, 1994, pp. 54-86, especialmente p. 78.

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realizarlo (Mt 17,20): sólo Dios triunfa sobre los poderes del mal.13 Tal parece ser el significado del ayuno en Mc 9,29 y Mt 17,21.14

En la Iglesia apostólica los exorcismos serán practicados en el mismo espíritu, invocando el nombre de Cristo resucitado, sólo él vencedor de Satanás (cf. Mc 16,17; Hech 19,12, etc.). Con el mandato de Jesús, también los discípulos expulsan los demonios (cf. Hech 5,16; 16,18). Aún cuando no son especificados los gestos que realizan, sobre la base de Mc 16,18 se puede suponer la imposición de las manos.15

Al expulsar los demonios en el nombre de Cristo, considerados causa de enfermedades físicas y psíquicas, es considerado por los escritores cristianos de los siglos I y II, como una manifestación del carácter divino del cristianismo.16 Justino afirma que los cristianos curan a los enfermos poseídos, que exorcistas, encantadores y magos paganos no logran curar, en el nombre de Jesucristo crucificado bajo Poncio Pilato.17 La noticia encuentra confirmación, al final del siglo, en Ireneo: «Con la invocación del nombre de Jesucristo que fue crucificado bajo Poncio Pilato, Satanás es expulsado por los hombres»18. Y en Minucia Félix, el cual refiere: «[Los demonios], conjurados en el nombre del verdadero y único Dios, su malgrado, son invadidos por el terror en sus miserables cuerpos y se alejan inmediatamente, o bien, poco a poco, desaparecen, según la intervención de la fe del paciente o actúa, en forma de inspiración la gracia de quien procede a la curación».19

Según los excerpta ex Theodoto del final del siglo II, la invocación del nombre de Cristo está acompañada por la imposición de las manos.20 El gesto está confirmado para África por Tertuliano. Él mientras nos informa que los cristianos expulsan los demonios, y esto no solamente a favor de los paganos21, sino también de los mismos cristianos que han ya recibido el bautismo22, testimonia también el gesto de la insuflación. En efecto afirma: «Al solo contacto de nuestras manos, al más leve soplo de nuestra boca [...] los demonios salen de los cuerpos de los hombres»23. Él mismo, además, nos ofrece elementos para reconstruir aquella que se supone fuese la fórmula africana del exorcismo: «Todo el imperio y el poder que tenemos sobre los

13 P. Grelot, Esorcismo, en Grande dizionario delle religioni, cit., p. 652.14 Aunque si la autenticidad del ayuno no es segura, dado que se omite por diversos códices antiguos, su presencia en muchos otros demuestra su importancia en las primeras generaciones cristianas. Escribe a propósito de Mc 9,29 R. Pesch: «En la mayor parte de los códices [...] es insertada la glosa kai nesteia, de lo que resulta que en la iglesia antigua, el ayuno era usado como preparación a prácticas exorcísticas» (R. Pesch, Il vangelo di Marco, I, [= Commentario teologico del Nuovo Testamento, II/2], Paideia, Brescia 1982, p. 139) y Gnilka a proposito de Mt 17,21: «Así que [el v. 21] sea leído en numerosos manuscritos, así como en la patrística y en el Medioevo, casi siempre ha sido considerado como parte del texto mateano, y no en armonía con el pensamiento, que claramente encuentra su conclusión en el v. 20. Su añadidura se explica con la influencia paralela de Mc 9,29» (J. Gnilka, Il vangelo di Matteo [= Commentario teologico del Nuovo Testamento, I/2], Paideia, Brescia 1990, p. 166 nota).15 R. Pesch, Il vangelo di Marco, I, (= Commentario teologico del NuovoTestamento, II/1), Paideia, Brescia 1980, p. 475.16 Cf. A. Langella, La funzione terapeutica della salvezza nell’esperienza della Chiesa: sguardo diacronico e riflessione sistematica, en A.N. Terrin (ed.), Liturgia e terapia, cit., pp. 110-114.17 Justino, Apologia II, VI, 6, PG 6, col. 455a. La formula «Crucificado bajo Poncio Pilato» se encuentra también en Dial. cum Tryphone, 30,3, 76,6; 85,2 en PG 6, coll. 540b, 653c, 676c.18 Ireneo, Adversus haereses, II, 33,2, SC 294, p. 346; Démonstration de la prédication apostolique, 97, SC 62, p. 165.19 Minucio Felix, Octavius, 27, PL 2, col. 40.20 Excerpta ex Theodoto, 84, PG 9, col. 697a.21 Tertuliano, Apologeticum 23, 4, CCL 1, p. 131.22 Ibid., 37, 9, p. 149.23 Ib., 23,16, p. 133. Encontraremos la insuflación también en el exorcismo prebautismal de la liturgia jerosolimitana, testimoniada en las catequesis de san Cirilo (Procat., 9, PG 33, coll. 348a-349a).

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demonios, derivan de la fuerza del hecho que nosotros pronunciamos y enumeramos todos los castigos que los amenazan».24

Algún decenio después, la Tradición Apostólica, tratando de los ritos prebautismales afirma: «Imponiendo las manos [el obispo] conjura al espíritu extraño, de alejarse de ellos [los catecúmenos] y de no regresar jamás. Terminado el exorcismo sopla sobre su cara, después de haber signado su frente, oídos y nariz»25. Como se ve, al inicio del siglo III tenemos ya prácticamente todos los elementos del rito de los exorcismos bautismales de la Iglesia romana hasta el momento presente: insuflación, imposición de las manos, invocación del nombre de Cristo, amenaza de los castigos eternos dirigidos a Satanás.Al final del siglo IV, Lactancio testimonia el signo de la cruz unido a la invocación del nombre de Cristo: «Cómo actúa terriblemente este signo sobre los demonios, lo saben bien aquellos que los hemos visto huir de los cuerpos invadidos, cada vez que han sigo conjurados en el nombre de Cristo»26. Además a estos gestos revestía una importancia notable el ayuno, al cual el mismo Jesús asocia el exorcismo (cf. Mt 17,20; Mc 9,28). Benoit ha demostrado que ya el judaísmo atribuía al ayuno el poder de expulsar los demonios, por lo cual el ayuno que es prescrito en los siglos I y II antes del bautismo27 se puede reconocer un elemento de exorcismo prebautismal.28

3. Los libros litúrgicos romanos

En el Sacramentario Gelasiano antiguo estos gestos los volveremos a encontrar en los exorcismos super electos y sobre todo, acompañados por el tacto de la nariz y de los oídos con la saliva y con la unción del óleo exorcizado, en el exorcismo del sábado santo que precede inmediatamente al bautismo29. Los gestos y las oraciones del Gelasiano, aplicados tanto a los adultos y a los niños, fueron dándose por todo el Medioevo y entrarán con retoques leves en el Rituale Romanum del 1614. Estos exorcismos son aplicados también a aquellos que habían recibido el bautismo y se consideraban poseídos por el demonio. Ya al inicio del siglo III con la Tradición Apostólica somos informados de la existencia de exorcista, que, según los Statuta Ecclesiae antiqua del V siglo, en el acto de la su ordenación con la entrega del libro de los exorcismos reciben del obispo el poder de imponer las manos sobre los energúmenos catecúmenos y bautizados30. Pero, a parte el gesto de la imposición de las manos, nada sabemos de las oraciones contenidas en este libro, ni tampoco de los gestos previstos.31

24 Tertuliano, Apologeticum, 23, 15, CCL 1, pp. 132-133.25 Tradition apostolique de saint Hippolyte, Essai de recostrution par B. Botte (= LWQF, 39), Aschendorf Verl., Münster Westf. 1963, n. 20, pp. 42-43. La Tradición apostólica atribuye significado apotropaico también a la unción con el óleo, «llamado óleo de exorcismo» (ibid., n. 21, pp. 46-47).26 Divinae institutiones, 4, 27, PL 19, coll. 384-386.27 Did. 7, 4; Justino, Apol. I, 67, PG 6, col. 420c.28 A. Benoit, Le baptême chrétien au second siècle, Paris 1953, p. 11.29 Sacramentarium Gelasianum Vetus (= GeV), (Ed.: L.C. Mohlberg - L. Eizenhöfer - P. Siffrin, Liber sacramentorum Aecclesiae anni circuli [Cod. Vat. Lat. 316] [= RED, Fontes, IV], Herder, Roma 19682, nn. 291-298, 419-421).30 «Exorcista cum ordinatur, accipiat de manu episcopi libellum, in quo scripti sunt exorcismi, dicente sibi episcopo: Accipe et commenda et habeto potestatem imponendi manum super energumenos sive baptizatos» (Statuta Ecclesiae antiqua, 7, en M. Andrieu [ed.], Les ordines Romani du haute Moyen Age, III [= Spicilegium sacrum Lovaniense. Etudes et Documents, 24], Louvain 1961, p. 618).31 El Pontifical Romano-Germánico (= PRG), XV, 18-19 – que depende de los Statuta Ecclesiae antiqua – cuatro siglos después, en la oración de ordenación del exorcista refiere, además de la imposición de la manos, también la insuflación, si en esto sentido es como se entiende la impositio oris: «Deum Patrem omnipotentem fratres carissimi, supplices deprecemur,

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Textos de exorcismos sobre los energúmenos se encuentran a partir de la parte franca del Sacramentario Gelasiano antiguo32 y de los Gelasianos del siglo VIII33. En estos libros el único gesto previsto parece ser la imposición de las manos. En el Pontifical Romano-Germánico se encuentran cinco formularios para el exorcismo sobre los obsesos, de los cuales el cuarto es atribuido a san Ambrosio y el quinto a san Martín. En el primero y cuarto además de las fórmulas deprecatorias e imprecatorias, están previstas acciones exorcísticas: aspersión con agua bendita, imposición de manos y signo de la cruz mientras se ordena a Satanás de salir del energúmeno y de dejar el puesto a Cristo34. En el quinto, el sacerdote signa los sentidos y los miembros del fiel con el signo de la cruz pronunciando las fórmulas, como: Accipe signum crucis in manu dextera tua; benedico oculos tuos ut videas claritatem eius; signo omnia membra tua ut ab ipsis expellatur diabolus qui laedit omnem carnem.35 Un ritual muy complejo es el que está contenido en el Codex Vindobonensis Palatinus 1888 de la Hofbibliothek de Vienna. En este se explica:«Cuando una persona vejada por el demonio se presenta, el sacerdote la signe recitando tres colectas. Le ordene de salir de la iglesia y de quitarse sus vestidos en un lugar secreto. Cante la letanía. Bendiga la sal y el agua. La vista con nuevos vestidos, rociados con agua bendita y lo conduzca después junto al altar, donde esté en ayuno hasta la hora de nona. El sacerdote cante, por el endemoniado, la misa; y él sea sujeto a penitencia por siete días y permanezca con el sacerdote hasta el día quince, comiendo solamente pan y sal, y, si el sacerdote lo permite, pescado y legumbres con la bendición de la sal y del agua… y hasta el día quince se abstenga de relaciones con la mujer, y si se trata de una mujer, de tener relaciones con el marido. Y por un año entero no coma pan hecho de domingo, ni carne de animal que haya sido matado en domingo, ni cerveza caliente hecha en domingo. Y no coma o beba nada de caliente durante los días de su vida».36

3.1. La práctica exorcística medieval

Los pontificales romanos dependientes del Pontifical Romano-Germánico no han recibido el rito de los exorcismos. Entre los rituales romanos sólo una parte reporta los formularios para los exorcismos sobre los obsesos, que todavía con el pasar de los años se amplían a

ut hos famulos suos N. benedicere dignetur in officium exorcistarum, ut sint spirituales imperatores ad abiciendos demones de corporibus obsessis cum omni nequitia eorum multiformi. [...] Domine, sancte Pater, omnipotens eterne Deus, benedicere dignare hos famulos tuos N. in officium exorcistarum, ut per impositionem manuum et oris officium, potestatem et imperium habeant spiritus immundos cohercendi et probabiles sint medici ecclesiae tuae, gratiae curationum virtute confirmati» (C. Vogel [ed.], Le Pontifical Romano-Germanique du dixième siècle, I, [Studi e Testi, 226], Biblioteca Apostolica Vaticana, Città del Vaticano 1963, p. 17).32 GeV, nn. 1705-1725.33 Sacramentario di Gellone (= GeG), (Ed.: A. Dumas - J. Deshusses, Liber sacramentorum Gellonensis [Paris, BN, lat. 12048] [= CCL, 159-159A], Brepols, Tournholti 1981, nn. 2402-2413); Sacramentarium Phillipps (= GeB), (Ed.: O. Heiming, Liber sacramentorum Augustodunensis [cod. Phillipps 1667] [= CCL, 159B], Brepols, Tournholti 1884, nn. 2033-2034); Supplemento Anianiense al Gregoriano (= GrS), (Ed.: J. Deshusses, Le sacramentaire Grégorien. Ses pincipales formes d’après les plus anciens manuscripts, Edition comparative. I: Le sacramentaire Grégorien, Le Suplément d’Aniane [= Spicilegium Friburgense, 16], Fribourg Suisse 1971, p. CXLV, nn. 1512-1515).34 PRG, CXV, 22-25, vol. II, (= Studi e Testi, 227), p. 198.35 Ibid., CXIX, 2-15, p. 219.36 A. Di Nola, Esorcismo, cit., coll. 644-645.

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desmedida37. Paralela e independientemente de la liturgia oficial, por iniciativa de demonólogos vienen elaborados y se difunden un extraordinario número de técnicas exorcísticas especializadas, que deberían de tener grande suerte para aquellos que no lograban ser curados por la intervención del clero oficial.Este desarrollo es favorecido por el clima general de miedo, en particular del demonio, que caracteriza el otoño del Medioevo.38

«Desde el final del Medioevo, las grandes epidemias (peste negra), el renacimiento de las artes e de las cartas paganas y ocultas, las grandes rupturas de la unidad cristiana y las amenazas de los infieles, tienen, en modos diversos, como consecuencias que el Occidente se vea oprimido por el diablo y de sus aliados sobre la tierra. Este ‘diabolismo’ difundido en todos los estratos sociales conoce su apogeo en la demonomanía de los siglos XVI y XVII, vale decir en una época en la cual, al menos en ambiente católico, la realidad de la posesión está admitida por el conjunto de la población. El testimonio de la Escritura, la autoridad y la praxis de la Iglesia, los innumerables casos contemporáneos hacen que si, para los católicos, la posesión forme parte de las realidades de la fe y frecuentemente también de la experiencia».39

En este clima florece la literatura demonológica que intenta diagnosticar los pactos diabólicos y los modos de acción y de cooperación de los espíritus malignos con los hombres y otorga a los fieles los medios eficaces de defensa.Es de los primeros años del siglo XV el Formicarius seu dialogus ad vitam christianam exemplo conditionum formicae imitativus del dominico Juan Nider (1380-1438) que describe en forma de diálogo la acción del demonio sobre los hombres y los pactos por brujería. En la segunda mitad del siglo, otro dominico, Jacob Sprenger inquisidor en la diócesis de Maguncia y Salzburgo bajo Sixto IV, publica en Estrasburgo el Malleus maleficarum, que se puede considerar el códice y la summa de la demonología hasta el siglo XVIII y tendrá más de treinta ediciones hasta el siglo pasado. Nicolás Remigius, juez del tribunal de Nancy desde el 1576 hasta el 1590 y procurador general de Lorena del 1591 al 1606, expone sus ideas demonológicas en el Demonolatriae libri tres, (Lyon 1595) que representan una de las posiciones de extremo rigor en la lucha contra las brujas.En contraste con el unánime consentimiento teológico en materia inquisitorial se pone el médico flamingo Johan Weyer (1505-1588) cuyos escritos De praestigiis daemonum et incantationibus ac veneficiis libri V (Basilea 1563), De lamiis (1577), Pseudomonarchia daemonum (Basilea 1580), oponiéndose a las tesis inquisitoriales formula noticias sobre las creencias populares de la época.El franciscano Jerónimo Menghi al final del siglo XVI es seguramente uno de los demonólogos más prolíficos. Publica la Fuga daemonum (Bologna 1577), el Compendio dell’arte essorcistica et possibilità delle mirabili et stupende operazioni delli demoni e de i malefici (Bologna 1582), que será puesto en el índice en 1707, el Flagellum daemonum (Bologna 1586) y Fustis daemonum (Venecia 1587).

37 Sobre estos ritos cf. el clásico A. Franz, Die kirchlichen Benedictionen im Mittelalter, Band 2, Freiburg Br. 1909 (ed. anast. Graz 1960), pp. 514-615; además: E. Bartsch, Die Sachbeschwörungen der römischen Liturgie. Eine liturgiegeschichtliche und liturgietheologische Studie (= LQF, 46), Münster 1967; para la época sucesiva a la publicación del ritual tridentino: C. Ernst, Teufelaustreibungen. Die Praxis der katholischen Kirche im 16. und 17. Jahrhundert, Bern 1972.38 Cf. J. Delumeau, La peur en Occident (sec. XIV-XVII). Une cité assiegé, Paris 1978.39 P. Dondelinger-Mandy, Le rituel des exorcismes dans le Rituel Romain de 1614, en «La Maison-Dieu» 183/184 (1990) 100.

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Es de Francisco María Guaccio (Guaccius), milanés, de la orden de san Ambrosio, el Compendium maleficarum (Milano 1608). Las Disquisitionum magicarum libri sex, del jesuita belga Martín Del Río, publicado en Lovaina en los años 1599-1600 en tres volúmenes, resumen todos los escritos precedentes y representan las tesis demonológicas en forma casuista, refiriéndose a las autoridades teológicas y a las sentencias de los jueces de la inquisición. La obra, hasta el año de 1755, tendrá veinte ediciones.Estas obras – cuyos autores frecuentemente son inquisidores o consultores de inquisidores – son solamente ejemplos relevantes de la vasta literatura demonológica cuyas fuentes además de los escritos de los teólogos son frecuentemente las tradiciones populares, el folclor y sobre todo, los procesos en los cuales son acogidos y verbalizadas las declaraciones y las confesiones de los acusados y de los condenados.40

Se colocan en este contexto los escritos que indican las prácticas exorcísticas (gestos y oraciones) con las cuales expulsar los demonios y liberar de su influencia. Nos limitamos a aquello que se puede considerar el epítome de las prácticas exorcísticas del tardo Medioevo, el Thesaurus exorcismorum atque conjurationum terribilium, potentissimorum, cum practica probatissima, quibus spiritus maligni, demones, maleficiaque omnia de corporibus humanis obsessis, tamquam flagellis fustibusque fugantur, expellentur, doctrinis refertissimus atque uberrimus, ecc., publicado en Colonia en el 1608 con Lázaro Zetzner. En 1272 páginas están reunidos: la Practica exorcistica y la Dispersio daemonum del conventual fray Valerio Polydorus de Padua, el Flagellum daemonum y Fustis daemonum ya citados del menor observante Girolamo Menghi, el Complementum artis exorcisticae de fray Zacarías Visconti, la Fuga Satanae del sacerdote Pietro Antonio Stampa. En la segunda parte de la Practica exorcistica del Polydorus encontramos una serie de recetas (applicabile) en las cuales son prescritos particulares medicamentos (hierbas, minerales, pociones, fumigaciones, clisterios, eméticos, corroborativos, cartas bendecidas) para las varias situaciones potenciales de vez en vez por la recitación de fórmulas. El Fagellum daemonum de Menghi, fundiendo práctica litúrgica con el arte de los sencillos, en el primer exorcismo ofrece una rúbrica a observar por todos los exorcistas: el sacerdote exorcista, previa la confesión sacramental, después de un ayuno de tres días, acompaña al endemoniado delante del altar y allí celebra los varios ritos, que consisten en oraciones acompañadas de signos de la cruz, colocación de la estola sobre el cuello del obseso amarrándola con tres nudos, imposición de las manos sobre la cabeza, recitación de las letanías, aspersión con agua bendita, exorcismo interrogatorio al obseso, fumigaciones, colocación de ruda (planta que en la creencia popular ha sido siempre particularmente eficaz en la expulsión de los demonios) en la nariz del obseso, improperios antidemoniacos, elaboración de imágenes del demonio pintadas sobre papel con técnica precisa, extorsión de declaraciones de obediencia hechas al demonio.«En algunos de estos escritos – escribe A. Di Nola – los límites entre doctrina exorcística de la Iglesia católica y técnicas mágico-populares y de ocultismo de medicina, llegan a ser muy inciertos, porque los autores, en la preocupación de elaborar medios terapéuticos y

40 A. Di Nola, Demonologia, cit., col. 639. Frente a esta vasta literatura, «para los estudiosos cristianos se ponen complejos problemas de hermenéutica histórica, de explicación antropológica y de interpretación doctrinal, para valorar cuanto haya de real en los hechos descritos y cuanto sea válido en las impostaciones teológicas y en la praxis eclesiástica que ha dado lugar» (L. Della Torre, Esorcismo, en Enciclopedia delle religioni, cit., col 1245.

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antidemoníacos particularmente eficaces, son recursos a las más disparatadas fuentes extrañas a la tradición patrística y medieval».41

3.2. El Ritual Romano tridentino

En el Rituale Romanum de Pablo V del 161442 el rito del exorcismo está contenido en el título XII: De exorcizandis obsessis a daemonio43. El rito se caracteriza por su sobriedad no solamente respecto a las antiguas fuentes litúrgicas sino también y sobre todo respecto a aquellas más recientes como el Liber sacerdotalis de Alberto Castellani44 y el Rituale Sacramentorum Romanum del cardenal Antonio Santori impreso entre 1584 y 1602 y jamás promulgado45, y sobre todo respecto a las prácticas exorcísticas medievales arriba citadas. El rito viene realizado por el sacerdote delegado por el obispo, previa confesión sacramental, la celebración de la misa y la oración. Después el signo de la cruz y la aspersión con agua bendita hay una larga parte introductiva: Sal 53, dos oraciones y un primer exorcismo imprecatorio; lectura de cuatro perícopas del evangelio: Jn 1,1-14 en donde viene proclamada la divinidad de Jesús; Mc 16,15-18 y Lc 10,17-20, que se refieren al poder de expulsar los demonios conferido por Jesús a los discípulos; Lc 11,14-22, en el cual Jesús después de haber liberado a un obseso se defiende de la acusación de expulsar los demonios por virtud de Beelzebul príncipe de los demonios. Sigue la parte propiamente exorcística: el sacerdote coloca la extremidad de la estola sobre el cuello del obseso y la mano sobre su cabeza y dice seguro y con grande fe (constanter e magna cum fide): Ecce crucem Domini, fugite partes adversae. Vicit leo de tribu Juda, radix David. Pronuncia después tres oraciones, provenientes de la tradición eucológica medieval, cada una de las cuales seguida por un largo exorcismo imprecatorio acompañado por numerosos signos de la cruz sobre la frente y el pecho del poseído.46

El rito, que puede ser repetido cuantas veces se considere necesario, se concluye con el Pater, Ave, Credo, el Magnificat y Benedictus, el Símbolo atanasiano y los Sal 90, 67, 69, 53, 117, 34, 30, 21, 3,10.12, que se pueden recitan todos o a elección, y finalmente la plegaria después de la liberación del maligno, tomada del cuarto formulario del Pontifical Romano-Germánico47. Los varios gestos, leídos a la luz de las fórmulas que los acompañan – aún influenciados indudablemente por la cultura franco-germana del alto Medioevo y por una visión pesimista de la realidad creada considerada bajo el poder de Satanás – se caracterizan claramente por la

41 A. Di Nola, Demonologia, cit., col. 645.42 Rituale Romanum Pauli V Pont. Max. iussu editum, Romae, Ex Typographia Reverendae Camerae Apostolicae MDCXIV.43 Sobre el rito del exorcismo en el Rituale Romanum de Pablo V y su evolución hasta la edición típica de 1952, cf. E.J Lengeling, Der Exorzismus der katholiscen Kirche. Zu einer verwunderliche Ausgabe, en «Liturgisches Jahrbuch» 33 (1982) 249-257.44 Liber sacerdotalis, Venetiis 1523, pp. 328-345.45 Rituale Sacramentorum Romanum, pp. 672-706.46 El primero y segundo exorcismo y la segunda oración se encuentran en el GeG 2403-2405; GeB 2033-2035; GreS 1512. 1513. 1514bc. La tercera oración y el tercer exorcismo derivan del cuarto formulario del PRG (CXVIII, 8.5, pp. 215-216). En cambio se ignora la fuente de la primera oración.47 PRG, CXVIII, 10, p. 216.

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referencia a la victoria de Cristo sobre el demonio y la imploración del Espíritu Santo que actúa en el presente su victoria pascual y toma el puesto dejado libre por el espíritu del mal.4. El nuevo ritual De exorcismis 48

4.1. Los Praenotanda

Las premisas explican que la historia humana está marcada por la lucha continua contra el poder de las tinieblas que, iniciada desde el origen, durará hasta el último día. Cristo Hijo de Dios, enviado por el Padre para liberar a los hombres del poder de las tinieblas y transferirlo en el reino de Dios, durante su vida terrena ha expulsado los demonios y ha liberado a aquellos que estaban bajo su dominio y con su muerte ha destruido a aquel que tenía el poder de la muerte. Ha dado a los apóstoles y a los otros discípulos el poder de expulsar los demonios, y ha prometido al Espíritu Santo que da la certeza que el príncipe de este mundo ha sido juzgado.En continuidad con su ministerio, la Iglesia desde el tiempo apostólico, ejercita el poder recibido de expulsar los demonios orando en el nombre de Cristo e imponiendo, por virtud del Espíritu Santo a los demonios, de restituir al «más fuerte» el dominio de todas las cosas y de cada uno de los hombres, cosa que hace con el exorcismo.Las premisas describen esquemáticamente el rito no faltando de indicar los gestos con su significado. Esto sustancialmente no se presenta diversamente de aquello que está presente en el ritual tridentino, sino que los varios elementos aparecen mejor ordenados, insertados en un esquema celebrativo linear y las repeticiones han quedado eliminadas.El rito inicia con la aspersión, que es memoria de la purificación recibida en el bautismo (DESQ 21). Sigue la proclamación del evangelio, signo de la presencia de Cristo que con su Palabra proclamada en la Iglesia sana las humanas enfermedades (DESQ 24). Posteriormente la imposición de las manos con lo que viene invocado el Espíritu Santo a fin de que, por su acción, el diablo deje el puesto a Cristo del cual el fiel, por el bautismo, ha llegado a ser templo. Se puede hacer también la insuflación sobre el rostro del obseso (DESQ 25), gesto claramente epiclético que remite a aquel con el cual Cristo, la tarde la resurrección, comunicó a los apóstoles al Espíritu Santo para la remisión de los pecados. También la ostensión de la cruz, fuente de toda bendición y de toda gracia y el signo de la cruz que viene realizado sobre el poseso, retoma la signación en el rito del bautismo, remitiendo al misterio pascual con el cual Cristo ha vencido al demonio y lo ha reducido a la impotencia. En esta descripción está ausente la referencia al ayuno, uno de los gestos universalmente utilizados en el exorcismo y que la tradición evangélica desde los primeros siglos tiene, por así decirlo, canonizado.

4.2. La celebración del exorcismo

Más circunstanciada es la descripción de la celebración.

48 Rituale Romanum ex decreto sacrosancti oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatum De exorcismis et supplicationibus quibusdam, Editio Typica, Typis polyglottis vaticanis, Città del Vaticano 1999 (= DESQ).

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1. El sacerdote asume las vestiduras litúrgicas de acuerdo a su ministerio: alba y estola que, tratándose de un rito penitencial, será morada. Se trata, en efecto, de una acción litúrgica en la cual el ministro actúa no en investidura privada, sino en nombre de Cristo y de la Iglesia representada por los fieles presentes.49

2. El rito inicia con el signo de la cruz, porque es del misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo en la cual están a la obra las personas de la santa Trinidad de la que la celebración es memoria (DESQ 40).3. Sigue la bendición del agua en la cual es posible infundir la sal bendita – gesto con el cual Eliseo sanó las aguas malsanas que difundían muerte y esterilidad (2Re 2,20-22) – y la aspersión, memoria del bautismo recibido, con el cual al creyente le ha sido donada la participación a la muerte y resurrección de Cristo y él se ha convertido en templo del Espíritu Santo. En verdad solamente la segunda de las dos fórmulas que acompañan la aspersión contiene una clara referencia al bautismo: Sit haec aqua suscepti baptismatis memoria, et Christum recolat qui passione et resurrectione sua nos redemit, mientras que ninguna de las dos oraciones para la bendición del agua hace referencia explícita al baño bautismal50, sino sólo al perdón de los pecados y a la defensa de las enfermedades y de las insidias del enemigo. En la primera se recoge un residuo de la antigua concepción según la cual sería el agua el instrumento del cual Dios se sirve para expulsar los demonios, alejar las enfermedades, liberar del mal, alejar de los lugares infestados y de las personas las insidias del enemigo que en ellas se esconde. Más límpido hubiera sido el significado bautismal de la aspersión si ella hubiese sido colocada después de la profesión de fe.4. Estando de rodillas, actitud de penitencia y de súplica intensa, se hace la oración litánica, en la cual junto a los santos, se hace memoria de los varios momentos del misterio pascual, de la encarnación al acontecimiento del Espíritu Santo y a la victoria de Cristo sobre el demonio (DESQ 46)51 y, por lo tanto, estando de pie se recitan o cantan, uno o más salmos, entre aquellos que celebran la victoria de Cristo sobre el maligno, seguidos de su correspondiente oración sálmica (DESQ 49-50).5. En este punto estando de pie – actitud de respeto y de escucha atenta – todos escuchan la lectura evangélica. Se lee el texto clásico del prólogo Jn 1,1-14 (El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros) que proclama la gloria del Verbo hecho carne, luz y vida, lleno de gracia y de verdad que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, que da a cuantos lo reciben el por llegar a ser hijos de Dios, y que ninguna tiniebla puede prevalecer. En alternativa a esto se puede escoger uno de los siguientes textos: Mt 4,1-11 (Vete, Satanás): la victoria de Cristo sobre la triple tentación; Mc 16,15-18 (En mi nombre expulsarán los demonios), la victoria sobre el demonio, signo del poder del evangelio anunciado por los discípulos y acogido por los hombres; Mc 1,21b-28 (Ha venido a arruinarlos): la liberación del hombre poseído por un espíritu inmundo en la jornada inaugural del ministerio de Jesús; Lc 10,17-20 (También los demonios se nos sometían): los discípulos constatan con admiración que por la invocación del nombre del Señor el espíritu del mal se retira; Lc 11,14-24 (Yo expulso los demonios con el 49 Para esto hubiera sido oportuno indicar además del lugar, la iglesia, también el espacio donde se desarrolle la celebración, a mi parecer, detrás del ambón o en el baptisterio, y al tiempo, preferiblemente, el viernes.50 Una referencia al bautismo se puede apreciar en las expresiones iniciales de la primera oración: Deus qui ad salutem humani generis maxima sacramenta in aquarum substantia condidisti (DESQ 41).51 «Es como una movilización de todas los buenos poderes, cada una de las cuales es invocada en base al rol desempeñado en el curso de la historia de la salvación y con motivo de su especificidad en la lucha contra el mal» (A. Pistoia, Riti e preghiere, cit., p. 233).

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dedo de Dios): a quien acusa a Jesús de expulsar los demonios por el poder de Belcebú, príncipe de los demonios, Jesús responde que él lo hace con el poder de Dios, o sea por el poder del Espíritu Santo, y este es un signo que demuestra la llegada del reino de Dios.6. El momento central del exorcismo está constituido por la imposición de las manos antes de la profesión de fe y de la oración del Señor y la ostensión de la cruz y por la signación con ella y la insuflación. La imposición de las manos sobre la cabeza del obseso acompaña una oración litánica constituida por una serie de versículos sálmicos alternándose con la invocación Kyrie, eleison. La ostensión de la cruz está acompañada por la fórmula: Ecce crucem Domini, fugite partes adversae; o bien: Per signum crucis de inimico liberet te Deus noster; o todavía: Crux sancta sit tibi lux et vita, que evocan el misterio pascual. Al final el sacerdote exorcista puede hacer la insuflación sobre el rostro del fiel pronunciando la fórmula epiclética: Spiritus oris tui repelle, Domine, malignos spiritus: impera eis ut recedant, quia appropinquavit regnum tuum.7. Estos gestos preparan la fórmula deprecativa y la imprecativa para las cuales no está indicado ningún gesto sino sólo el triple signo de la cruz, sobre aquel que viene exorcizado, en la conclusión trinitaria.52

5. Lenguaje no verbal

«En el rito del exorcismo, además de las fórmulas del exorcismo mismo póngase una especial atención a los gestos y a los ritos que se realizan y adquienten su significado por el hecho que han sido adoptados en el tiempo de la purificación durante el camino catecumenal. Se trata del signo de la cruz, de la imposición de las manos, de la insuflación y de la aspersión con el agua bendita».53

5.1. El signo de la cruz

La cruz es un símbolo testimoniado desde la más remota antigüedad, en Egipto, en China, en Cnosos, en Creta donde ha estado encontrada una cruz en mármol del siglo XV a.C. Junto al centro, al círculo y al cuadrado es uno de los cuatro símbolos fundamentales. Con ellos se establece una relación bien precisa: la intersección de su rectas coincidencias con el centro, que ella abre al externo; inscribiéndose en el circulo que a su vez divide en cuatro segmentos, genera el cuadrado y el triangulo cuando sus extremidades están unidas por cuatro rectas. De estas sencillas observaciones deriva una simbología extremadamente compleja, y ellas han dado origen a un lenguaje rico y universal.Como el cuadrado, la cruz representa la tierra de la cual expresa los aspectos intermedios, dinámicos y sutiles. La cruz directa hacia los cuatro puntos cardinales es la base de todos los símbolos de orientación a los diversos niveles de existencia del hombre. Tiene como consecuencia una función de síntesis y de medida, en ella se conjugan el cielo y la tierra, en

52 A lo mejor hubiera sido oportuno prever como en el ritual tridentino el gesto de la imposición de la mano o de las manos.53 «In ritu exorcismi, praeter formulis ipsis exorcismi, attentio specialis praebeatur gestibus ac ritibus illis, qui primum habent locum ac sensum ex eo quod adhibentur tempore purificationis in itinere catechumenali. Tales sunt signum crucis, manuum impositio, exsufflatio et aspersio cum aqua benedicta» (DESQ 20).

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ella se mezclan el tiempo y el espacio. Posee además el valor de símbolo ascensional54. La tradición cristiana ha enriquecido extraordinariamente el simbolismo de la cruz condensando en esta imagen la historia de la salvación y la pasión del Salvador. La iconografía cristiana se ha adueñado para significar la pasión de Cristo, su victoria sobre el pecado y la muerte, la universalidad cósmica de su redención y su gloriosa parusía.55

Ella es el árbol de la vida (Gn 2,9), símbolo de la sabiduría (Pr 3,18), el madero del arca, el bastón de Moisés que divide las aguas del Mar Rojo y hace brotar el agua de la roca, el árbol plantado a la orilla del río, el madero al cual ha estado fijada la serpiente de bronce. La cruz recapitula así la creación y es portadora de un significado cósmico.56 Por esto, ella ha tenido tanto espacio en el arte, en la cultura y en la liturgia cristiana, como imagen pintada, esculpida, con incisión, en mosaico, o como gesto realizado en la liturgia y en la plegaria cristiana, sobre sí mismo, sobre las personas y sobre las cosas, desde el ingreso en el catecumenado, donde el candidato viene marcado con ella en la frente y en los sentidos, en todas las celebraciones de los sacramentos y de los sacramentales, en las bendiciones y en las variadas circunstancias de la vida cristiana. En el exorcismo, además del misterio pascual con el cual Cristo ha vencido al príncipe de este mundo y ha obtenido la victoria sobre todo principado, poderes y dominaciones, el primado sobre todas las cosas y su reconciliación, evoca al bautismo con el cual el cristiano ha sido marcado, para significar su pertenencia irrevocable a Cristo y, por lo tanto, su protección invencible.5.2. Imposición de la mano

La mano en todas las culturas expresa la idea de la actividad como también la del poder y del dominio. En la tradición bíblica ser tomado de la mano de Dios significa recibir la manifestación de su Espíritu: cuando la mano de Dios toca al hombre, este recibe en sí la fuerza divina: cuando Yahvéh toca la boca de Jeremías, él se convierte en profeta. La mano de Dios crea y protege, destruye a quien se opone. La imposición de la mano significa transmisión de energías y de poder, realizada sobre el enfermo es gesto de ternura materna y de curación. Por esto Jesús mismo toca a los enfermos y los cura con el tacto de su mano, y asegura a los discípulos que imponiéndoles las manos, también ellos curarán (Mc 16,15). La imposición de las manos será el gesto con el cual en la iglesia serán ordenados los colaboradores de los apóstoles y sus sucesores. Pero el gesto, con el significado de imploración del Espíritu Santo, está presente prácticamente en todos los ritos sacramentales.En los ritos del catecumenado se acude con frecuencia en los exorcismos, para significar la imploración del Espíritu, dedo de la mano derecha de Dios Padre, que expulsa el espíritu del mal y toma posesión del catecúmeno como de su templo. En el exorcismo evoca la imposición de las manos del catecumenado y es la imploración del Espíritu para que renueve su acción sobre aquel que está oprimido bajo el influjo del espíritu del mal.

5.3. La insuflación54 J. Chevalier - A. Gheerbrant, Dizionario dei simboli, vol. I., Rizzoli, Milano 1986, pp. 341-343.55 H. Rahner, Il mistero della croce, en Id., Mysterion. Il mistero cristiano e i misteri pagani, Morcelliana, Brescia 1952, pp. 67-95.56 «Cristo ha sido colgado en la cruz para asumir en sí todo el universo» (Ireneo, Adversus haereses, 5, 18,3, SC 153, p. 244); «Dios ha abierto sus manos sobre la cruz para abrazar los límites el universo. Por esto el Gólgota es el centro del mundo» (Cirilo de Jerusalén, Catech., 13, 28, PG 33, col 806); «Dios en su sufrimiento abrió los brazos y abrazó la redondez de la tierra» (Lactancio, Divinae institutiones, 4, 26, 36, SC 377, p. 220).

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El gesto de la insuflación es uno de los más comunes donde se intenta expulsar al espíritu del mal. Este gesto está ligado al concepto de respiración (hebreo: nephesh; griego: psyche): soplo, viento. El soplo tiene el significado universal de principio de vida. El soplo que sale de la boca de Yahvé representa el ejercicio de su poder creador. Por medio suyo vienen reunidas las aguas. Es lo que ha creado el cielo y los astros (Sal 33,6), ha dado origen a la vida y la conserva (Sal 104,29-30). Según el relato de la creación, Yahvé insufló de su nariz un soplo de vida sobre el hombre hecho de tierra, inerte hasta ese momento (Gn 2,7) y «le inspiró un alma activa, puso en él un espíritu vital» (Sab 15,11). Donde Dios hace alcanzar su aliento de vida allí hace germinar la vida; si Dios lo retira la vida se desvanece (Sal 104,29; cf. Job 37,10; Ez 22,20). Y si el soplo de Dios llega sobre el campo de los muertos, los huesos áridos vuelven a la vida. Del mismo modo Dios infundirá su espíritu sobre el pueblo para que retorne a la vida (Ez 37,5.14). El soplo de Dios modifica no sólo espiritualmente, sino también psicológicamente: Otniel (Jue 3,10), Jefté (Jue 11,21), Gedeón (Jue 6,34), Sansón (Jue 13,25; 14,6.14). Moisés (Nm 11,17.25), Josué (Nm 27,18), los profetas (1Sam 10,9; Os 9,7), David, Elías, Eliseo, son beneficiarios del Espíritu de Dios.Jesús resucitado, enviado del Padre, continúa y lleva a cumplimiento la obra de Dios en el mundo: realiza un acto creativo que marca el inicio de una nueva realidad de vida, transmite a los discípulos el Espíritu como un soplo, comunicándoles su poder de atar y desatar (Jn 20,22)57. En fin, 2Ts 2,8s – citando a Is 11,2.4 – dice que el Señor Jesús al momento de la parusía destruirá al impío y aniquilará al enemigo con el soplo de su boca.58

De estos textos, más que de la magia popular, trae origen el gesto de la insuflación en la liturgia cristiana. Encontramos este gesto en los ritos de iniciación desde las fuentes más antiguas de la liturgia romana como la carta de Juan diácono a Senario59 y el Sacramentario Gelasiano60 hasta el rito de la iniciación cristiana de los adultos del concilio Vaticano II. El Ritual Romano de Pablo V, que permaneció en vigor hasta la reforma litúrgica, preveía el gesto en el bautismo de los niños: inmediatamente después de la interrogación inicial el sacerdote ter exsufflat leniter in faciem infantis, y decía: Exi ab eo, immunde spiritus, et da locum Spiritui Sancto Paraclito. En el bautismo de los adultos estaba previsto un doble rito. Después de la renuncia y la profesión de fe, sacerdos exsufflat ter in faciem eius, y dice: Exi ab eo, immunde spiritus, et da locum Spiritui Sancto Paraclito. Por lo que álita (halat) tres veces sobre el rostro diciendo: Accipe Spiritum Sanctum per istam insufflationem et Dei benedictionem. Pax tibi. El gesto era previsto también en la solemne bendición de la fuente bautismal en la vigilia pascual. Llegados a las palabras: Hae nobis praecepta servantibus, Deus omnipotens, clemens adesto: tu benignus aspira, el sacerdote sopla (halat) tres veces sobre el agua en forma de cruz y prosigue: Tu has simplices aquas tuo ore benedicito: ut praeter naturalem emundationem, quam lavandis possunt adhibere corporibus, sint etiam purificandis mentibus efficaces61. La insuflación está

57 E. Stauffer, Emphusao, en Grande Lessico del Nuovo Testamento, Paideia, Brescia 1967, pp. 555-558. Es propiamente este verbo que utiliza en Jn 20,22 (cf. R. Schnackenburg, Il vangelo di Giovanni [= Commentario teologico del Nuovo Testamento, IV/3], Paideia, Brescia 1981, pp. 535-536).58 La destrucción de los impíos con el soplo es elemento característico de la apocalíptica judía (cf. 4Esd 13,10).59 PL 59, coll. 399-408.60 GeV 285.61 Volvemos a encontrar la insuflación también en el rito del bautismo de la liturgia bizantina. Al inicio del rito y como conclusión del tercer exorcismo el sacerdote sopla tres veces sobre el catecúmeno (emphusao) y los signa en la frente, boca y pecho del catecúmeno diciendo: «Salga de él todo espíritu malvado e inmundo, escondido en su corazón: espíritu de

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presente también en el RICA donde se puede realizar en la admisión al catecumenado, para la renuncia a los cultos paganos y a las artes mágicas y a la evocación de los espíritus, a menos que el gesto no aparezca inconveniente en la cultura de la región. El sacerdote soplando sobre el rostro del candidato dice: Spiritu oris tui repelle, Domine, malignos spiritus: impera eis ut recedant, quia appropinquavit regnum tuum62. Este gesto evoca el gesto de Dios creador en Gen 2,7 que hace en el hombre hecho de tierra el propio aliento vital, el gesto de Elías que devuelve la vida al hijo de la viuda de Sarepta en 1Re 17,21, el gesto de Ez 37,2-14, según el cual el Espíritu de Dios sopla sobre los huesos áridos, entra en ellos y los hace revivir, el ministerio de Jesús que expulsando los demonios en virtud del Espíritu Santo, demuestra que ha llegado el reino de Dios, sobre todo el gesto creador de Cristo resucitado en Jn 20,22 y todavía la promesa del apóstol de 2Tes 2,8. Del RICA proviene el gesto y la fórmula en el rito de los exorcismos, donde quiere ser una evocación de la renuncia y de la liberación de Satanás, de todas sus obras, seducciones y provocaciones, en el bautismo.

5.4. La aspersión con el agua bendita

«Misteriosa es el agua. Sencilla, límpida, desinteresada; pronta a limpiar lo que está manchado, a refrescar a quien está sediento. Y al mismo tiempo profunda, insondable, inquieta, llena de enigmas y de fuerza. Imagen adecuada de los fecundos abismos desde donde surge la vida misma que aparece clara y misteriosa».63

Los significados simbólicos del agua se pueden reducir a tres temas fundamentales: fuente de vida, medio de purificación, centro de regeneración. En la tradición judía y cristiana es fuente de vida y de muerte, creadora y destructora, purifica, cura, rejuvenece e introduce en la eternidad (Ez 47,1-12). Es también símbolo de la sabiduría que deriva del conocimiento de Dios (Is 55,1-3; Prov 20,5), del Espíritu que Cristo comunica en virtud de misterio pascual (Jn 4,14; 7,37-39; 19,34; Ap 21,6; 22,17). De todo esto deriva el efecto del agua en el baño bautismal. Y al bautismo se refiere cualquier otro uso que del agua se hace en la liturgia cristiana. Aunque tal vez en el pasado, en la mentalidad popular y frecuentemente también en la praxis litúrgica en primer plano era puesto el significado de purificación del pecado original y personal. Los textos de la liturgia renovada ponen en relieve el significado de anámnesis del baño bautismal que ha hecho renacer al creyente como hijo de Dios colmando su sed por el Espíritu: bendición del agua lustral, aspersión dominical, dedicación de la iglesia y del altar, bendiciones varias de personas y cosas. Tal es el significado que la aspersión reviste en el rito del exorcismo. Este significado emergería ciertamente mejor si la aspersión, en lugar de realizarse al inicio, fuese colocada después de la profesión de fe.

6. Conclusión

engaño, espíritu de maldad, espíritu de idolatría y de toda malicia, espíritu de mentira y de toda impureza, que actúa según la instigación del diablo. Y hazlo oveja espiritual del santo rebaño de tu Cristo, miembro honorable de tu Iglesia, vaso santificado, hijo de la luz y heredero de tu reino». Además, después de la renuncia, el catecúmeno es invitado a soplar contra Satanás en signo de renuncia y de desprecio» (D. Como, Battesimo unzione crismale eucaristia. Tradizione liturgica e spiritualità delle Chiese bizantine, Ass. Catt. per l’Oriente cristiano, Palermo 1983, pp. 24.37.40).62 Ritus initiationis christiane adultorum (= RICA), Editio Typica, Typis polyglottis vaticanis, Città del Vaticano 1972, n. 79.63 R. Guardini, I santi segni, Morcelliana, Brescia 1960, pp. 56-57.

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A parte de la insuflación, los varios gestos: bendición del agua y aspersión, proclamación del evangelio, ostensión de la cruz, imposición de las manos que acompañan las fórmulas eucológicas, vestiduras litúrgicas, posiciones del cuerpo, derivan del ritual tridentino. Ellos configuran el exorcismo como acción litúrgica realizada por la Iglesia, anámnesis y epíclesis, memoria de la acción de Cristo que ha vencido al espíritu del mal y con el bautismo ha hecho al creyente partícipe de su victoria, y alabanza y bendición, acción de gracias por tal victoria y por nuestra participación en ella; y epíclesis, imploración porque Dios Padre con su Espíritu lleve a cumplimiento esta obra para el fiel que se considera todavía bajo el influjo de Satanás.Con el exorcismo la Iglesia continúa en el espacio y en el tiempo aquello que hizo Jesús: vencer y extirpar todos los fenómenos que la psicología y las actitudes depravadas de los hombres inventan, andando en contra de la profesión de la fe en un Dios uni-trino, y visibilizar la acción del Espíritu Santo en el mundo, que impulsa y sostiene a Cristo y a la Iglesia, haciendo voltear la espalda a todo tipo de mal y de su presencia. El Espíritu Santo es el agente, la Iglesia lo invoca y cede ante él cualquier otro espíritu.64

«En último análisis, el exorcismos es una modalidad litúrgico-eclesial de continuidad en el tiempo, en virtud del Espíritu Santo, el mysterium paschale de Cristo que ha vencido al pecado y al maligno y su consecuencia que es la muerte. Con la invocación del Espíritu Santo se implora la presencia y la acción para que, también hoy, toda renovación esté en relación con la victoria pascual de Cristo, en quien todo ha sido hecho nuevo».65

64 A.M. Triacca, L’esorcismo, en Anamnesis 7: I sacramenti e le benedizioni, Marietti, Genova 1989, p. 187.65 Ibid., p. 186. Cf. del mismo autor, Spirito Santo ed esorcismo, cit., pp. 265-269.