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Globalización, trabajo y movimiento sindical

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Globalización,trabajo ymovimiento sindical

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© Fundación Paz y Solidaridad

Realización y fotomecánica: Dinarte, S.L.

Impresión: Desk Impresores, S.L.

Depósito Legal: M-14214-2001

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Presentación 7Gracia Santos. Directora Fundación Paz y Solidaridad

Globalización, economía y trabajoReflexiones sobre las características y consecuencias del proceso de globalización 9Jorge Aragón. Director de la Fundación 1º de mayo-CC.OO.

Globalización e intervención pública 27Miren Etxezarreta. Profesora de Economía de la Universidad Autónoma de Bellaterra-Barcelona

Trabajo y globalización económica 43Carlos Prieto. Profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid

Empresas transnacionales y relaciones laborales 53Rafael Muñoz Bustillo. Profesor de Economía de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Salamanca

Globalización y empleo en Nicaragua 73Oscar René Vargas. Profesor de Economía y Sociología de la Universidad Centroamericana y de la Universidad Nacional de Nicaragua

Globalización y movimiento sindicalLa Globalización y los retos del sindicalismo 93Albert Recio. Profesor de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona

La reforma del sindicalismo mundial 105Juan Moreno. Exsecretario Confederal de Relaciones Internacionales de CC.OO.

Repensar el movimiento sindical internacional 113Kjeld Jakobsen. Miembro del Comité Ejecutivo de la CIOSL y Secretario de Relaciones Internacionales de la CUT-Brasil

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Sindicalismo y globalización:Un punto de vista del Tercer Mundo 123Mario dos Santos Barbosa. Sindicalista de la CUT-Brasil.Miembro del Comité de Empresa Mundial de Volkswagen

Políticas sindicales ante crisis globales desde el sector metalúrgico 133Tony Ferigo. Secretariado Profesional Internacional del Metal

Comités de Empresa Europeos.Experiencias y posibilidades 151Julián Iglesias. Sindicalista de CC.OO.Miembro de Comité Mundial de Danone

Sector aéreo y Comités de Empresa Europeos,nuestra experiencia en Air France 155Julio Heras. Sindicalista de CC.OO.Comité de Empresa europeo Air France

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Presentación

Acercar la realidad del Sur a los trabajadores y trabajadorasdel Norte, difundir y promover el análisis en el seno deCC.OO. de iniciativas para extender los DERECHOS LA-BORALES, son algunos de los objetivos que la FundaciónPaz y Solidaridad de CC.OO. se plantea al diseñar la cam-paña: "Globalizar los derechos laborales".

La celebración de las Jornadas "Globalización, trabajo ymovimiento sindical", realizadas en enero de 2000 en Ma-drid, fue una de las primeras actividades, en el marco de laCampaña, organizadas por nuestra Fundación Paz y Soli-daridad.

El libro que os presentamos, es una muestra del esfuerzoque hemos compartido con todas las personas que intervie-nen en él y que sin duda nos han dejado a través de estaspáginas un conjunto de reflexiones, ideas y propuestas degran interés.

Vaya de antemano nuestro más profundo agradecimiento atodos y a todas.

Su lectura nos ayudará a buscar formas de pensar y actuarante la aparente dureza y fuerza del mercado y sus agentes.Así mismo nos aportará datos sobre la imparable globaliza-ción de la economía y la generalización de las políticas neo-liberales que en todo el mundo están teniendo graves reper-cusiones al dejar sin trabajo a miles de hombres y mujeres.

En las dos últimas décadas se han consolidado políticas quehan significado un importante retroceso en los derechos la-borales reconocidos por la Declaración Universal de los

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Derechos Humanos y por los Convenios de la Organiza-ción Internacional de Trabajo. En el Norte se recortan per-manentemente derechos laborales y sociales, y en el Sur sepretende mantener una mano de obra lo más barata posi-ble para las necesidades de una producción globalizada, sinderechos y sin organizaciones sindicales que puedan defen-derlos.

Por todo ello la Fundación Paz y Solidaridad de CC.OO.seguirá, especialmente a lo largo de esta campaña, desarro-llando iniciativas que favorezcan el cumplimiento de losderechos laborales, sobretodo en las empresas transnacio-nales.

En un mundo globalizado la solidaridad como vínculo ne-cesario entre los trabajadores y trabajadoras de diferentesmundos, recobra nueva vigencia.

Gracia Santos Directora de la Fundación

Paz y Solidaridad "Serafín Aliaga"

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Reflexiones sobre las características y consecuencias del proceso de globalización

Jorge Aragón Director de la Fundación 1º de mayo de la C.S de CC.OO.

Introducción

Las transformaciones que están viviendo nuestras sociedades en esta frontera del mi-lenio en muy diversos ámbitos, como el económico, el político y el social, nos sitúan enuna encrucijada cuyo estudio es especialmente complejo, por la radicalidad de los proce-sos de cambio y por su generalización en los distintos países, hasta el punto de poderconsiderar el actual periodo –como señalaba José Luis Sampedro– como un período detransición que marca una frontera temporal entre dos etapas históricas; entre un pasadoconocido pero en profunda mutación y un futuro por construir.

Una de las principales características de la evolución de las sociedades en las últimasdécadas del siglo XX es la creciente interdependencia de las relaciones entre los distintospaíses, que viene a intensificar y a profundizar la tendencia a la internacionalización queregistró el capitalismo desde el pasado siglo, y que ha dado lugar al ambiguo y complejoconcepto de globalización de la economía. No es extraño, por ejemplo, encontrarse conuna misma marca de un refresco en gran parte de los países del mundo, independiente-mente de sus niveles industriales o de sus distintas tradiciones culturales. Tampoco sor-prende hoy ver las noticias en la televisión o en internet y observar, casi en “tiemporeal”, las imágenes de conflictos bélicos, hambrunas, pases de modelos, asistir virtual-mente a “altas reuniones políticas” o poder comunicarse a través de numerosos medios,con personas que viven al otro lado del planeta.

La globalización de las relaciones económicas, políticas y sociales está modificandoprofundamente las regulaciones que han definido a los sistemas nacionales. Su desarrollo,sin embargo, no puede analizarse como un proceso uniforme o armónico sino asociado auna notable transformación y, en cierta medida a una crisis de los procesos sociales y lasnormas que vertebraron nuestras sociedades en etapas anteriores. La globalización pre-senta así como principal reto del siglo XXI la búsqueda de nuevos mecanismos de articu-lación entre las esferas económicas y políticas –a nivel internacional, pero también nacio-nal– que permitan un crecimiento socialmente equilibrado y ambientalmente sostenible.

Las reflexiones que se aportan en este trabajo parten de la consideración de que, a pe-sar de la evidencia de los cambios que estamos viviendo, el propio concepto de “globali-

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zación” que se ha acuñado para describirlos encierra notables dosis de ambigüedad y nopocos elementos ideológicos implícitos, que merece expresar abiertamente para sabercómo se interpretan los procesos de transformación en curso –los conceptos sociales noson neutrales– y qué políticas de actuación se proponen desde las distintas ópticas deanálisis y los diferentes intereses en juego. Las relaciones de poder existen en la sociedad–aunque algunos intenten ocultarlas– y no cabe aceptar un determinismo histórico, aso-ciado a la ideología del pensamiento único, si se quiere contribuir a una dinámica de ver-tebración social especialmente necesaria en este período de frontera histórica.

Desde esta perspectiva, las reflexiones que se aportan en este trabajo parten de descri-bir los principales procesos de cambio que pueden estructurar el concepto de globaliza-ción, analizando sus diferentes características, para relacionarlas con un cambio radicalde los sistemas de regulación de la actividad económica nacional. Los efectos desestructu-radores de la globalización tienen una clara relación con la obsolescencia de las institucio-nes internacionales y la limitación del papel regulador de los estados nacionales y el ca-rácter local con el que actúan los agentes sociales. Un proceso que se manifiestadirectamente en el debate sobre la crisis del Estado de bienestar y del modelo social euro-peo. El enfoque del análisis sobre la globalización adopta una perspectiva desde el norteeconómico, en la medida en tiene como principal referencia a la Unión Europea que,junto con Estados Unidos y Japón, suponen la mitad de la producción mundial, con unporcentaje de la población notablemente menor y, por tanto, con rentas por personasmuy elevadas con relación a otras áreas de integración y otros países.

En las conclusiones finales, se defiende que es necesario reequilibrar los procesos deglobalización económica, con un reforzamiento o recreación de las instituciones inter-nacionales en los ámbitos no solo comerciales –como la Organización Mundial de Co-mercio (OMC)– sino en otros, económicos, políticos o sociales, como en los que hastaahora han intervenido el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Orga-nización Internacional del Trabajo. Una opción política que debe articularse a través deun mayor desarrollo de los procesos de cooperación entre las distintas áreas de integra-ción regional, reformulando las relaciones Norte-Sur, así como mediante una mayor in-tervención internacional en la acción de las organizaciones sociales.

Principales características de la globalización

Aumento del comercio mundial y transnacionalización de la producción

La internacionalización de las relaciones económicas tuvo uno de sus principales ejes dedesarrollo en la continua ampliación y apertura de los mercados internacionales, al calor de

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la expansión del comercio mundial. Un proceso en el que juega un papel importante elmarco económico diseñado tras la segunda guerra mundial y las orientaciones de institucio-nes como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, y que afecta tanto a lospaíses industrializados, como a los países menos desarrollados que, tras la política de susti-tución de importaciones, se incorporan a las orientaciones económicas liberalizadoras. Sinembargo, el aumento del comercio internacional no explica los elementos centrales de pro-ceso de globalización. En el transcurso de los dos últimos siglos, este comercio ha tenidoperiodos en los que tenía ya un elevado peso de la en los países más industrializados.

Junto a la expansión de los mercados internacionales, el creciente protagonismo de lagran empresa supuso no sólo un mayor desarrollo del comercio, sino una creciente interre-lación de los procesos productivos en el ámbito internacional. En una primera etapa, a tra-vés de la inversión exterior –como flujo de capital– y las denominadas empresas multina-cionales, cuya red de filiales permitía su presencia en distintos mercados locales onacionales bajo una estrategia empresarial común, a pesar de operar en mercados regula-dos nacionalmente.

Posteriormente, la creciente apertura de los mercados y la expansión de las empresasmultinacionales dio lugar, en una segunda fase, a las empresas transnacionales en las queel conjunto del proceso productivo tiene un diseño internacional, de manera que la ela-boración de un producto podía desarrollarse en fases diferenciadas en distintos países. Secomienzan a traspasar las fronteras nacionales. En unos países se realiza la investigación,el desarrollo y el diseño de los productos, en otros su fabricación y en otros su ensambla-je, a la vez que los procesos de control administrativo o financiero se desarrollan en otrospaíses diferentes.

Esta transformación en la esfera productiva está suponiendo un cambio radical en elfuncionamiento de los mercados de trabajo y de las relaciones laborales que han caracteri-zado a los países industriales desde la segunda mitad de siglo, de las relaciones capital-tra-bajo y del propio papel de la acción sindical. Se podría decir simbólicamente que los cen-tros de decisión de capital se han concentrado, pero su expresión en el poder del“empresario” para tomar decisiones se ha diluido en una compleja red de relaciones mer-cantiles que ha alterado radicalmente las relaciones productivas y laborales conocidas des-de la segunda mitad de siglo. Un hecho que ha alterado sustancialmente los mecanismosde regulación de las relaciones laborales –como los convenios colectivos o la legislación– yel propio papel de los agentes implicados en su desarrollo –como las organizaciones sindi-cales y patronales, o el propio Estado– y que tiene su expresión más directa en la perdidade protagonismo del “trabajo asalariado convencional” como referente general del estatuslaboral de los trabajadores.

Las estructuras empresariales sobre las que se ha desarrollado la acción sindical –re-presentado por el modelo fordista– han cambiado profundamente alterando el marco derelaciones laborales y el papel de las regulaciones que se establecen en los marcos de cada

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Estado. Un cambio que supone un reto importante para el movimiento sindical ya que elpoder de decisión de las grandes empresas ha aumentado significativamente –crecientecentralización del capital– mientras que la desconcentración productiva –los procesos desubcontratación y las empresas red– diluye la capacidad de negociación de las organiza-ciones sindicales. Un cambio en las relaciones de poder entre capital y trabajo que expli-ca, al menos parcialmente, la aparición de fenómenos de desempleo masivo y duraderoen el tiempo, la precarización de las condiciones de trabajo y la aparición de procesos deexclusión social, incluso en los países con mayores niveles de renta.

Creciente ampliación y autonomía de la actividad financiera

Paralelamente a la trasnacionalización de la actividad productiva, se produce un cre-ciente desarrollo de los mercados de capitales que movilizan un importante volumen derecursos financieros fuera de los países en cuya moneda se han emitido, con una enormerapidez –como se ha dicho gráficamente, en las bolsas de valores no se pone el sol– y queoperan con una considerable autonomía respecto a la esfera productiva. La llamada fi-nanciarización de la economía complementa el proceso de internacionalización, sancio-nando claramente el marco internacional en el que se va a desarrollar la acumulación decapital, y añadiendo nuevas limitaciones a los mecanismos con los que los estados nacio-nales habían regulado convencionalmente la actividad económica.

Este proceso ha estado acompañado por una creciente liberalización de los mercadosfinancieros como opción política seguida por la gran mayoría de países, relacionada con lacompetencia entre los propios estados por la captación de ahorro. Merece recordar, en estesentido, los comentarios del ex-gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, al ana-lizar el proceso de globalización de los mercados financieros: “En primer lugar, se ha regis-trado un desmantelamiento progresivo de los controles de cambios y de capitales en lospaíses industriales, al tiempo que se procedía a una reforma liberalizadora de los sistemasfinancieros nacionales. En segundo lugar los importantes avances en las técnicas de las te-lecomunicaciones y en la recogida y procesamiento de la información han reducido loscostes de las transacciones financieras, han facilitado la rapidez de los movimientos de ca-pitales. En tercer lugar, la necesidad de los gobiernos de financiar fuertes déficits públicosy desequilibrios externos... han conducido a un proceso institucionalizado de innovaciónfinanciera...Finalmente el ahorro ha tendido a institucionalizarse, pasando de manos aho-rradoras individuales a fondos mutuos, fondos de pensiones...de este modo se ha registra-do una concentración creciente del ahorro y de las decisiones relativas a su colocación.”.

Convencionalmente, el análisis económico ha considerado el dinero como una mercan-cía especial en la medida en que su papel principal es el facilitar los procesos de produccióne intercambio de bienes y servicios, mientras que su valor de uso es prácticamente nulo. Así,

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se ha considerado que el dinero tiene como principales funciones el servir de unidad decuenta, facilitar los procesos de intercambio y ser un instrumento de acumulación de rique-za. Funciones que en otras etapas históricas han podido ser realizadas por otro tipo de bien-es pero con muchas más limitaciones respecto a los objetivos antes comentados.

Desde esta consideración, los mercados financieros, cuya función es operar con lamercancía dinero, han tenido como principal justificación el movilizar recursos exceden-tes hacia nuevas actividades que requerían recursos para su realización. El dinero, portanto, y los mercados financieros que lo movilizan deberían cumplir el papel del “aceite”en el funcionamiento de los motores; no generan la fuerza impulsora que en este caso se-ría la actividad productiva, pero deberían colaborar a que ésta se lleve a cabo sin friccio-nes y de manera prolongada en el tiempo.

Así, un proyecto empresarial puede obtener recursos, bien por la petición de créditoso bien por la emisión de acciones y de otros títulos que ofrecen una amplia gama de po-sibilidades de financiación atendiendo a la rentabilidad esperada del proyecto y al mayoro menor riesgo que se asume en él. Generalmente, cuanto mayor es el riesgo que se acep-ta en la canalización del ahorro hacia un determinado proyecto de inversión, mayor debeser el nivel de retribución del capital invertido.

Desde el punto de vista del empresario, las decisiones de inversión están en relación di-recta con el tipo de interés que se debe pagar, o el tipo de rentabilidad que se debe ofreceral capital invertido y la rentabilidad esperada de la inversión. Los mercados financieros in-termediadores entre el ahorro e inversión, deberían colaborar, por tanto, a una asignacióneficiente de los recursos existentes de manera que, a través del juego de la oferta y la de-manda, se potencien la mejora de la capacidad productiva, los procesos de innovación ymejora de la productividad y el crecimiento del empleo, de los salarios y de los beneficios.

El planteamiento de la teoría neoclásica, así sintetizado, asigna a los mercados finan-cieros un papel de colaboración eficiente hacia los objetivos de mejora de la actividadeconómica. Sin embargo, la realidad muestra que la propia dinámica operativa de estosmercados plantea serios interrogantes sobre el desempeño adecuado de estas funciones de“manera automática”.

Por ello, es interesante retomar las reflexiones de Keynes, a mediados de los años 30. Suestudio de los “fallos de los mercados” y la defensa de una mayor intervención en la activi-dad económica, se manifiesta en su análisis crítico del funcionamiento de las bolsas de valo-res: “Con la separación entre la propiedad y la dirección que priva hoy, y con el desarrollode mercados de inversión organizados, ha entrado en juego un nuevo factor de gran impor-tancia, que algunas veces facilita la inversión, pero también contribuye a veces a aumentarmucho la inestabilidad del sistema. Cuando faltan los mercados de valores no tiene objetointentar revaluar con frecuencia una inversión en la cual nos hemos comprometido. Pero labolsa revalúa muchas inversiones todos los días y estas revaluaciones dan frecuentes oportu-nidades a los individuos (aunque no a la comunidad en conjunto) para revisar sus compro-

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misos. Es como si un agricultor, habiendo observado su barómetro después del desayuno,decidiera retirar su capital del negocio agrícola entre diez y once de la mañana y reconside-rar si debía volver a él posteriormente durante la semana. Pero las revaluaciones diarias de labolsa de valores, aunque se hacen con el objeto principal de facilitar traspasos entre indivi-duos de inversiones pasadas, ejercen inevitablemente influencia decisiva sobre la tasa de lasinversiones corrientes; porque no tiene sentido crear una nueva empresa incurriendo en ungasto mayor que aquel a que se puede comprar otra igual ya existente, mientras que hay unincentivo para gastar en un nuevo proyecto lo que podría parecer una suma extravagante, sipuede venderse en la bolsa de valores con una ganancia inmediata.”

La creciente autonomía de los mercados financieros respecto a la actividad productivay la creciente liberalización seguida por la gran mayoría de los países está potenciando losprocesos especulativos de los mercados financieros, frente a su papel de canalizadores deahorro hacia la inversión productiva, generando periódicamente crisis financieras queafectan negativamente no solo a la estabilidad de las relaciones económicas internaciona-les sino al propio desenvolvimiento de la actividad productiva.

Los avances tecnológicos como factor explicativo pero no determinante de la globalización

El intenso desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones sirve desoporte y telón de fondo del proceso de internacionalización que permite explicar los pro-cesos de financiarización de la economía, así como la creciente centralización de capitalque va acompañada de una cada vez mayor desconcentración de la actividad productiva.

Su difusión generalizada en nuestras sociedades está teniendo un impacto similar alque tuvieron otros procesos de innovación tecnológica como los relacionados con la má-quina de vapor, la electricidad o el motor de combustión. No es necesario recordar laprofunda transformación que su implantación progresiva está produciendo en los modosde organizar la producción y en las condiciones de trabajo de todas las áreas de actividad–no sólo en algunas como ocurrió en anteriores oleadas de innovación tecnológica– ytambién en las condiciones de vida de una gran parte de la humanidad contemporánea.No de toda, porque la difusión de las nuevas tecnologías, como de la tecnología y el des-arrollo en general, es notoriamente desigual.

Posiblemente estemos ante una nueva revolución tecnológica que hunde sus raíces endécadas anteriores, que casi podríamos calificar de lejanas si tenemos en cuenta la apari-ción de los primeros circuitos integrados en los años cincuenta o los microprocesadores,los primeros ordenadores personales para consumo masivo, o los videos en los años se-tenta, que permiten una capacidad creciente de tratamiento de la información, con costedecreciente por unidad de memoria. Un proceso que genera una relación más estrecha

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que nunca entre el desarrollo de las fuerzas productivas, el conocimiento científico, la ac-tividad económica, el mundo del trabajo y la propia cultura de las sociedades, y que per-mite un incremento exponencial de la flexibilidad de las organizaciones de producción,de las formas de consumo y de la gestión de la actividad económica y social.

El desarrollo de estas tecnologías y su creciente difusión ha sido la condición técnica,el soporte de la globalización y del comienzo de una nueva etapa histórica, todavía solointuida en el propio concepto de sociedad de la información, cuyas posibilidades de me-jorar las condiciones de trabajo y de vida de los ciudadanos son innegables, como tam-bién lo son los efectos desvertebradores de las estructuras y normas que han regido, hastamuy recientemente, nuestras sociedades.

Desde este punto de vista, el análisis de estos cambios debe tener presente no sólo losprocesos de innovación tecnológica, sino las características específicas de la estructuraeconómico-productiva, la cualificación de los trabajadores y el sistema de relaciones labo-rales en el cual se desarrollan. Los procesos de cambio tecnológico derivan de estrategiasempresariales cuyo objetivo no es sólo incorporar tecnología, sino actuar sobre el procesode trabajo y el marco de relaciones laborales, eligiendo entre las posibles opciones de or-ganización del trabajo. La flexibilidad, característica inherente a la tecnología actual, per-mite múltiples formas de organización y división del trabajo, situando al factor humanoen el centro de las estrategias del desarrollo económico y productivo.

Pero como enseña la propia experiencia histórica, el cambio tecnológico ni es neutral,ni sus consecuencias ineluctables. Sus efectos dependen del contexto histórico e institu-cional en que se desarrollan, en interacción constante con los procesos de producción, deconsumo, de gestión, y de las estructuras de poder en que se inscriben. Una reflexión deespecial interés para romper con el simplismo interesado de algunos análisis que ven en lasociedad de la información el fin del trabajo y hasta el fin de la propia historia.

Por ello, es necesario rechazar cualquier determinismo sobre el futuro del empleo en lasociedad de la información. Así, los importantes aumentos de productividad pueden derivaren la mejora de los salarios y de los beneficios y traducirse en un aumento de la demandaefectiva de la que resulte un aumento general de los niveles de ocupación, pero, paralelamen-te, el aumento de la productividad puede generar un ahorro de trabajo remunerado que nose traduzca en mayores niveles de demanda sino en el crecimiento del desempleo. No envano señalaba Manuel Castells hace algunos años que “es la organización social y no la tec-nología la que transforma horas de trabajo eliminadas en puestos de trabajo suprimidos”

En igual sentido, los frutos de la innovación no tienen por que afectar de manera ho-mogénea a los trabajadores. Los procesos de reestructuración apoyados en la innovacióntecnológica indican una significativa bipolarización de la estructura ocupacional y en laevolución de la cualificación laboral, tanto hacia el desarrollo de empleos con mayores re-querimientos profesionales, mayor autonomía y capacidad de decisión, como hacia otrosde menor cualificación, de carácter repetitivo y escasos márgenes de autonomía. Los efec-

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tos de la innovación tecnológica dependen más de las estrategias empresariales y de actua-ción de los agentes sociales que de su propio carácter. Son las políticas económicas, y nolas nuevas tecnologías, las que crean o destruyen empleo, desplazan trabajadores y modifi-can profundamente el sistema social en el que vivimos, basado en el contenido y en la re-muneración del trabajo asalariado

Otros factores

Por último, merece destacar en esta breve descripción de la globalización, dos elemen-tos que caracterizan la evolución de este proceso. Por una parte, en hundimiento de laURSS y la “caída” del muro de Berlín, como expresión simbólica de la quiebra del modelode planificación burocrática de los países del Este europeo. Un fenómeno que significauna alteración radical del panorama político internacional dibujado en la segunda guerramundial con la consolidación de dos bloques económicos y políticos y dos divisiones in-ternacionales del trabajo. La globalización se desarrolla, por tanto, en un marco de expan-sión de la economía de mercado, del capitalismo, prácticamente al conjunto del planeta.

Un segundo factor a tener en cuenta es que mientras el capital adquiere un alto nivelde movilidad internacional, no ocurre lo mismo con los trabajadores, a diferencia de loocurrido en etapas históricas anteriores. Una contraposición que contribuye significativa-mente a recrudecer los efectos desvertebradores de la globalización respecto al papel delempleo asalariado, de las condiciones laborales y de vida de los ciudadanos y de las normassociales y laborales como elementos cohesionadores de las sociedades.

La globalización en su dinámica actual significa más posibilidades para mejorar lascondiciones de trabajo y de vida, pero no igualdad de posibilidades para acceder aellas. Como señalaba recientemente el Ministro de Comercio Internacional de Canadá:“El fenómeno de la mundialización es tan complejo que aprenderlo llevará dos o tresgeneraciones. Para mí es tanto o más importante que la revolución industrial, que haestado vigente durante 200 años. Tiene un potencial inmenso de desarrollo, de creci-miento y de creación de riqueza, pero no sabemos todavía cómo asegurar que todas laspersonas participarán de ella. Cada vez es más difícil gobernar y hacer política…el rie-go de la mundialización es el de la exclusión. Durante la revolución industrial fue el dela explotación, pero la sociedad se organizó para luchar contra ella. Ahora que el capi-talismo industrial ha sido sustituido por el capitalismo financiero, que no hacen faltaya industrias con mano de obra extensiva, sino que unos jóvenes apretando una teclapueden mover miles y miles de millones de un lugar a otro, el riesgo es el de la exclu-sión. Y es un fenómeno mucho más radical que el de la explotación, porque cuando seha sido excluido no hay organización posible. Simplemente uno no es necesario, no secuenta con él.”

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La dialéctica contradictoria de la globalización

Este contexto de cambios históricos ha dado lugar a un discurso hegemónico –el pensa-miento neoliberal– que defiende el reequilibrio de las relaciones económicas en la globaliza-ción, como un proceso que debe ser dirigido por el mercado. Desde el punto de vista deeste discurso todavía dominante es necesario dejar la asignación de recursos a los agentesque intervienen en los distintos mercados, reduciendo el intervencionismo de los Estados ylimitando su capacidad de actuación, que –según esta concepción– cada vez se muestranmás “rígidos” en su adaptación al entorno de globalización de la competencia económica.

Desde este punto de vista, las funciones de las instituciones encargadas de la regula-ción de las relaciones internacionales deben mantenerse en el ámbito de la exigencia de laaplicación de políticas de “ajuste” a las situaciones señaladas por los mercados, dirigiendosu actuación al estímulo de los procesos de ajuste financiero, generalmente relacionadoscon el déficit en la balanza de pagos, déficit público o inestabilidad monetaria provocadapor la inflación. En igual sentido, se defienden las medidas para actuar contra las rigide-ces que afectan a los mercados de trabajo que –como uno de los pocos espacios en los quese considera factible una regulación nacional– pueden generar importantes obstáculos alnuevo marco de competencia.

Sin embargo, los procesos de internacionalización de los mercados, de transnacionali-zación de la producción de las empresas, y de “financiarización” de la economía, que con-figuran la globalización de las relaciones económicas mundiales, no se están produciendosin graves contradicciones como señalan las características de la larga crisis iniciada en ladécada de los 70. Por ello, el símil frecuentemente utilizado de que la globalización apro-xima a la humanidad a unas relaciones de “aldea global” tiene el peligro de ocultar las re-laciones de poder que existen entre los distintos países, simplificadoramente denomina-das relaciones Norte-Sur, o la modificación sustancial que en la articulación de losintereses entre capital y trabajo se ha producido con la desregulación y la transnacionali-zación de los procesos productivos.

El carácter recurrente de las crisis financieras

El desarrollo de crisis financieras recurrentes y periódicas como la crisis bursátil de1987, las crisis monetarias del Sistema Monetario Europeo en 1992 y 1993, la crisis meji-cana o efecto tequila en 1994, asociada al Tratado de Libre Comercio, o la crisis del sudesteasiático en 1997, que se trasladó con gran rapidez a lugares tan distantes como Rusia y Bra-sil, llevan a asociar cada vez más el papel de los mercados financieros con la especulación.Conviene tener en cuenta que aunque en su uso más cotidiano la figura del especulador tie-ne connotaciones negativas, no se trata de realizar, desde el punto de vista del análisis eco-

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nómico, una valoración moral de la actividad que realiza, sino un estudio de su función so-cial. Retomando las propias palabras de C. Marx el pasado siglo, posiblemente los especula-dores sean buenos padres de familia o amigos simpáticos y leales, lo que no implica que lafunción social que desarrollan pueda tener, más allá de sus características personales, efectosnegativos para el conjunto de la sociedad o, al menos, para una parte importante de ella.Como reconocía una persona tan significada en el mundo de la especulación como Soros:“Quizá soy un especulador, pero no un jugador... Soy alérgico al riesgo. Por ejemplo, cuan-do especulé contra la libra británica sólo corrí un pequeño riesgo”.

Por ello, vuelve a ser útil leer las reflexiones de Keynes cuando señalaba: “Si se me per-mite aplicar el término especulación a la actividad de prever la psicología del mercado, y lapalabra empresa, o espíritu de empresa, a la tarea de prever los rendimientos probables delos bienes por todo el tiempo que duren, de ninguna manera es cierto que siempre predo-mine la especulación sobre la empresa. No obstante, a medida que mejora la organizaciónde los mercados de inversión, el riesgo de predominio de la especulación aumenta.”

Estas reflexiones cobran especial actualidad hoy en el contexto analizado de la globa-lización, que ha dado un fuerte impulso a los mercados financieros y al papel de susmercados secundarios cuyo reflejo más evidente son las explosiones periódicas de las lla-madas “burbujas financieras” antes comentadas, que no son sino el reflejo de la crecien-te disociación entre su actividad y la que se lleva a cabo en la esfera productiva.

La tendencia a la especulación es intrínseca a los mercados de valores. Una tendenciaque tiene sus raíces en un desequilibrio entre la esfera financiera y la esfera productiva.Las palabras de Keynes eran especialmente duras en este aspecto: “Cuando el desarrollodel capital en un país se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino,es probable que aquél (el capital con relación a la inversión productiva) se realice mal.Una consideración que le llevaba a proponer: “La implantación de un impuesto fuertesobre todas las operaciones de compraventa podría ser la mejor reforma disponible con elobjeto de mitigar en Estados Unidos el predominio de la especulación sobre la empresa”.

La obsolescencia de las instituciones internacionales

Una segunda manifestación de las contradicciones generadas por el proceso de globali-zación es la creciente incapacidad de las instituciones y de los mecanismos económicos en-cargados de regular las relaciones económicas mundiales para llevar a cabo su cometido. Eldiseño del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial o del GATT, tras la Segun-da Guerra Mundial, se vertebró en torno a dos ejes fundamentales: la hegemonía de la eco-nomía norteamericana como elemento de referencia del resto de las economías capitalistasen un mundo dividido en dos bloques; y el establecimiento de un sistema de tipos de cam-bio fijos por el que todas las monedas debían mantener una disciplina en sus tipos de cam-

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bio. Un sistema que tenía como anclaje la estabilidad de la convertibilidad dólar-oro comoelemento de referencia. Ambas condiciones, esenciales en la regulación de las relacioneseconómicas internacionales, han sufrido modificaciones profundas en las últimas décadas.

La ruptura de la convertibilidad del dólar a principios de los años 70, dio lugar a unsistema de tipos de cambio flotantes –decididos por los mercados– en el que poco han te-nido que decir o han podido intervenir las instituciones internacionales. Paralelamente,junto a la creciente inestabilidad de la economía norteamericana –que hacía tambalearseel pilar central del sistema internacional– la progresiva liberalización de los mercados fi-nancieros y el aumento de los recursos que se movían en el ámbito del mercado de capi-tales, reducían significativamente el papel regulador que a dichas instituciones les habíasido encomendado.

La “obsolescencia” de las instituciones que debían velar por el orden internacional en elmundo capitalista –obsolescencia que parte de una determinada opción política– se ha pues-to de manifiesto en el desarrollo del proceso de transición de las economías de planificaciónestatal centralizada hacia las economías de mercado. Las esperadas ayudas para la transiciónhacia el mercado nunca llegaron, en las cuantías y formas anunciadas, con consecuenciasdramáticas en términos económicos y sociales, como también ha ocurrido en la incapacidadde controlar las crisis monetarias o desarrollar una mayor cooperación no solo en las relacio-nes entre el norte y sur económico sino entre los propios países industrializados.

La actual fase de la globalización está significando una modificación radical de lasnormas que en el pasado reciente han regulado la actividad económica, y la obsolescenciade las instituciones internacionales que, como se ha señalado no es políticamente neutral,significa, de hecho, la hegemonía de reglas puramente mercantiles en el desarrollo de laglobalización.

Los crecientes límites de la acción de los estados nacionales

Otro elemento característico del proceso de globalización, es la pérdida de capacidadde actuación de las políticas económicas nacionales y de los mecanismos de regulacióneconómica y social con los que hasta ese momento se habían vertebrado los espacios eco-nómicos, sociales y políticos en los distintos estados nacionales. Acontecimientos comolas recientes “tormentas monetarias” en la Unión Europea, ponen de manifiesto la inca-pacidad de las políticas monetarias y cambiarias para actuar –desde los ámbitos estatales–sobre la movilización casi instantánea de los ingentes volúmenes de capital que actúan enel sistema financiero y que, en no pocos casos, obtienen elevados beneficios de la propiainestabilidad de precios que generan.

Posiblemente, la muestra más clara de la pérdida de capacidad de regulación de laspolíticas nacionales se pone de manifiesto con la llamada crisis del Estado de Bienestar, y

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del pacto keynesiano o pacto social implícito con el que, desde la Segunda Guerra Mun-dial, se vertebró el desarrollo de parte de las sociedades europeas.

El modelo social europeo, asociado al Estado de Bienestar, se basaba en un intensodesarrollo industrial en el que la elevada acumulación de capital y el notable aumento dela productividad en los sectores privados, tenia un apoyo importante en la intervencióndirecta del Estado en los ámbitos mercantiles, a través de la política industrial, la actua-ción de la empresa pública o los programas de inversión pública. Paralelamente, las rela-ciones laborales basadas en la negociación colectiva y en la participación de los trabajado-res en las decisiones empresariales permitía no solo un equilibrio social en la distribucióndel excedente económico, sino el impulso de procesos de formación y cualificación, bási-cos para el aumento de la productividad. Por último, el desarrollo de mecanismos de re-distribución a través de un sistema fiscal fuertemente desarrollado permitía un elevadonivel de gasto social dirigido al creciente abastecimiento de bienes públicos que significa-ba, al mismo tiempo, la expansión de sectores como la educación o la sanidad, con unalto nivel de creación de empleo.

El Estado de Bienestar se asocia así, de manera inseparable, al pleno empleo y a laampliación de los derechos de ciudadanía desde la esfera política –el derecho a voto– a laesfera laboral –el derecho al empleo–, y a la esfera social –sistemas públicos de protecciónsocial– y su crisis tiene una dramática manifestación en la generalización del desempleomasivo y de larga duración, o en la reaparición de fenómenos de pobreza, marginación yexclusión social en los países con mayores niveles de renta del planeta.

Los efectos de esta crisis no suponen solo la ruptura de la relación salarial y el empleoestable como principal mecanismo de cohesión social, sino que implica una mayor inesta-bilidad del conjunto de la economía en la medida en que supone un creciente desequili-brio en las estructuras sociales, que afecta de manera negativa a los equilibrios entre consu-mo e inversión. Es interesante recordar, desde esta perspectiva, las reflexiones de J.K.Galbraith al analizar la crisis de 1929 sobre la que señalaba dos causas que merecen serdestacadas por su relación con la situación actual: 1) Una pésima distribución de la renta:“esta distribución de la renta tan excesivamente desigual significaba que la economía esta-ba asentada sobre un alto nivel de inversión o un alto nivel de consumo de bienes suntua-rios, o, sobre ambos a la vez. El rico no puede comprar grandes cantidades de pan. Si elconjunto de estos se decide a transferir lo que recibe habrá de ser a cambio de bienes sun-tuarios o inversiones en nuevas instalaciones o proyectos. Inevitablemente, tanto el gastosuntuario como el de inversión están sometidos a influencias y fluctuaciones mucho ma-yores que el pan y los desembolsos de un trabajador de 25 dólares semanales. Este tandemesencial –gasto e inversión– fue especialmente susceptible (podemos suponerlo) a las des-tructoras noticias procedentes del mercado de valores en octubre de 1929"; 2) La muy de-ficiente estructura de las sociedades anónimas: “Las tareas corporativas más importanteseran inherentes, por lo demás, a la enorme estructura de creciente creación de los hol-

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dings, y los trusts de inversión. Los holdings controlaban amplios sectores de las socieda-des por acciones, de ferrocarriles y esparcimiento. En estos casos, como con los trusts deinversión, siempre existía el peligro de devastación por una acción inversa de la palan-ca...Sería realmente difícil imaginar un sistema de empresas anónimas mejor dispuestopara facilitar la continuación y acentuamiento de la espiral deflacionista”

Los efectos de desestructuración de las economías nacionales tienen también un claroreflejo en las crisis de una parte importante de los países con menores niveles de renta,aun con características diferentes pero con consecuencias más dramáticas. Por ello, alanalizar el actual proceso de globalización, cabe considerar que la historia enseña que laeconomía de mercado dejada a su propia lógica genera más problemas de los que resuel-ve. Una idea que a veces se rechaza desde una perspectiva de mero corto plazo –la super-vivencia del capitalismo frente a las economías estatales centralizadas– que ignora loscambios internos en las economías de mercado y sus contradicciones.

Consideraciones finales

Las reflexiones llevadas a cabo no tratan de negar el importante papel que puedecumplir la globalización de las relaciones internacionales en su colaboración al desarrollode la actividad productiva, al aumento de la riqueza de las naciones a través del aumentode los niveles de renta y del empleo, pero sí pretenden ser consciente de los efectos nega-tivos que está produciendo en su actual implementación, marcada por la guía de las deci-siones básicamente mercantiles, en términos de generar una mayor inestabilidad econó-mica y una creciente desigualdad social.

Desarrollar una nueva regulación del capital financiero

La globalización es un proceso dinámico y abierto, que debe ser reorientado profun-damente. Una de las primeras actuaciones debe ser el desarrollo de una nueva regulaciónde la actividad financiera. Como se ha señalado anteriormente, las crisis financieras noson únicamente “correcciones de los mercados” que terminan ajustando los procesos es-peculativos a la realidad productiva, sino que afectan a ésta negativamente en la medidaen que contaminan al conjunto de los mercados de bienes y servicios –pérdida de expec-tativas para la inversión productiva– al mismo tiempo que actúan negativamente, a travésde los cambios en la distribución de la renta a favor de los beneficios y en contra de lossalarios, en el equilibrio entre los procesos de consumo e inversión.

Los procesos históricos tienen como protagonistas a las personas y a las estructurassociales, en las que toman cuerpo decisiones políticas que orientan los mecanismos de

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convivencia de las sociedades. Como se ha comentado al inicio de estas reflexiones, laglobalización económica no es un proceso que pueda ser analizado como un “determinis-mo tecnológico” por las nuevas posibilidades ofrecidas por la innovación en la esfera de lainformación y de las comunicaciones, sino que obedece a la presión de grupos económi-cos o sociales que cobran una mayor capacidad de imponer sus intereses, como ocurrecon los intermediarios financieros, y a la aplicación de políticas que han favorecido unacreciente liberalización actuando, por tanto, en favor de aquéllos. Así lo reconoce un per-sonaje tan característico de nuestra época como es G. Soros, antes mencionado, cuandoen sus reflexiones comentaba que.: “En contra del concepto generalmente aceptado deque los mercados tienden al equilibrio, yo parto de la base de que los mercados financie-ros tienden al desequilibrio debido al abismo que separa las ideas de los participantes dela situación real...Hoy, la especulación es una parte inevitable de los mercados financie-ros, y no veo nada condenable en ella mientras se ajuste a las leyes vigentes...Si alguiencomo yo puede derribar un régimen de cambios es que hay algo en el sistema que no fun-ciona. Pero siempre es más fácil echarle la culpa al especulador en lugar de analizar laspropias responsabilidades. Es tarea de los organismos reguladores proceder contra una es-peculación excesiva...Como la legislación todavía se mueve en el ámbito nacional, hayuna desigualdad entre las capacidades de los controladores y las capacidades de los merca-dos financieros...Hay algunas reglas pero...las considero insuficientes. Como el mercadoes tremendamente innovador, los gobiernos y sus leyes no pueden seguir su ritmo. Perolas nuevas leyes más estrictas tienen que aplicarse en todo el mundo, porque de los con-trario sólo se impulsa a los participantes hacia otros mercados."

La realidad económica y social en la que vivimos adquiere una creciente complejidady es obligado que las soluciones a los problemas que nos afectan sean igualmente comple-jas. Por ello, la defensa de un impuesto en los movimientos de capitales a corto plazo(tasa Tobín) u otras con el mismo propósito no pueden ser comprendidas sino como me-didas que deben insertarse en una política más amplia de regulación de los procesos deglobalización en la esfera financiera.

Construir nuevas instituciones internacionales

Desde este punto de vista, parece obligado plantearse recrear instituciones encargadasde desarrollar espacios de cooperación internacional en aspectos esenciales para el conjuntode los países; desde la regulación de los mercados financieros antes comentada, a la exten-sión de derechos laborales y sociales fundamentales o la preservación del medioambiente

La respuesta está teniendo una primera referencia con carácter de paradoja. Los deba-tes en de la Organización Mundial de Comercio –heredera del GATT– reconocen los lí-mites impuestos por un medio ambiente cada vez más deteriorado por la actuación del

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móvil del beneficio. Problemas como la capa de ozono, los alimentos transgénicos o laextinción de especies animales se reflejan, al menos formalmente, en las preocupacionesde los diseñadores del nuevo orden económico mundial. Sin embargo, los problemas quela globalización de las relaciones económicas está generando con la potenciación de pro-cesos de industrialización en países hasta ahora “periféricos”, apoyados en la reapariciónde la explotación del trabajo infantil o del trabajo esclavista –trabajo en las cárceles, polí-ticas o comunes– o la negación de los derechos a la sindicación o a la negociación colec-tiva, ocupan un papel marginal en el orden del día de las discusiones de las institucionesinternacionales.

Por eso merece especial atención el contenido de algunas propuestas, como la reivindi-cación de “cláusulas sociales” en los acuerdos comerciales a nivel internacional, reclamadaspor organizaciones internacionales sindicales que señalan la necesidad de incorporar losderechos humanos en el ámbito laboral como un elemento regulador de la globalizaciónde la actividad económica. La petición de que se incorporen derechos esenciales referidosal trabajo infantil, a la libertad de asociación y sindicación, o a la regulación de los trabajosforzosos para excluirlos de los mecanismos privados de competencia entre capitales, apun-ta la necesidad de nuevas regulaciones en el ámbito internacional que deberían dar nuevavida a instituciones que, como la OIT, han quedado obsoletas en el papel encomendadohace cuatro décadas para configurar el orden económico internacional.

El papel de las políticas de integración regional

El desarrollo de nuevas instituciones y nuevas normas reguladoras de las relacionesinternacionales no es un proceso sencillo, como no lo fue en etapas anteriores y, en la ac-tualidad, depende en gran medida no solo de la voluntad de los países como de la formaen que se desarrollan los nuevos procesos de integración regional.

Como se ha señalado anteriormente, la crisis del Estado de Bienestar es una manifes-tación directa, en el ámbito europeo, de los crecientes límites en el papel regulador de losestados nacionales. Sin embargo, los mismos países que desarrollaron el Estado de Bien-estar en su seno, participaron en el proyecto de integración europeo sobre una base decooperación económica basada en una orientación liberal-conservadora dirigida a pro-mover el libre comercio, una unión aduanera o un mercado único. Valga de ejemplo laausencia de los temas relacionados con los derechos sociales y protección social en el Tra-tado de Roma o el escaso peso del presupuesto comunitario y, por tanto, de instrumentosde intervención económica.

Este hecho puede explicar, al menos parcialmente, que a pesar de la importancia de lacooperación supranacional que da sentido a la UE, en aspectos de especial importanciaprimen los intereses “nacionales” como ocurre cuando se defienden los procesos de desfis-

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calización competitiva de las rentas de capital, con el objetivo de conseguir una mayoratracción de capital exterior o facilitar una mayor rentabilidad de éste; o se habla de la ne-cesidad de impulsar proyectos de cohesión social que garanticen el carácter armónico de lavertebración de los espacios económicos, al mismo tiempo que se niega el pan y la sal a losámbitos políticos que pueden gobernar la integración.

Algunos hechos apuntan, sin embargo, el desarrollo de nuevos ámbitos de coopera-ción en aspectos relevantes para la cohesión social. Así lo indica, la aprobación del Trata-do de Amsterdam con la inclusión de un titulo sobre el empleo y la incorporación de de-rechos sociales fundamentales, y la celebración de la cumbre extraordinaria sobre elempleo, celebrada en Luxemburgo en noviembre de 1997 en la que aprobaron directricescomunes de actuación en favor del empleo para los países de la Unión Europea, aun re-conociendo que las políticas de empleo son competencia de los estados nacionales.

La colaboración del proyecto europeo a una nueva configuración del orden económi-co internacional en el siglo XXI es importante para canalizar el potencial de los conoci-mientos tecnológicos y humanos de manera general y no excluyente, y debe expresarse enel reforzamiento de su cooperación con otros espacios de integración regional; entre otrascosas porque la defensa del Estado de Bienestar solo podrá llevarse a cabo si se desarrollaa nivel supranacional y, paralelamente, no se intenta limitar al área de los países europeos,sino que se produce en coherencia con las nuevas características de las relaciones econó-micas internacionales.

En este empeño, las organizaciones sindicales y sociales tienen un papel fundamentalen la medida en que sus acciones son esenciales para impulsar una nueva orientación enel actual proceso de globalización, tanto en sus relaciones con las empresas y los mercadoscomo en sus relaciones con los estados nacionales y los procesos de integración regional.

Los cambios históricos que caracterizan a la globalización, afectan a lo más profundode los sistemas económicos, de las estructuras sociales y de los valores culturales que lasarticulan. Por ello, el debate se plantea en un ámbito diferente al del mantenimiento deregulaciones nacionales versus competitividad, o intervención del Estado frente a la asig-nación eficiente de recursos. El debate más fértil se debe establecer en la articulación en-tre las decisiones “privadas” y las decisiones “públicas”. Es obligado, nuevamente, reto-mar la diferencia entre economía y mercado –conceptos que distan de ser sinónimos ennuestras sociedades– y entre las decisiones estatales y las decisiones públicas.

El debate que plantea la globalización, con un claro contenido político que supera laesfera del economicismo, requiere una participación social que combine su proyeccióninternacional, a través de procesos cooperativos, con formas de organización reticular yparcialmente descentralizada. Una actuación que debe partir de lo local, ámbito en el quehoy se mueve el trabajo, para proyectarse hacia lo global, en el espacio de actuación delcapital. ■

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Globalizacióne interpretación pública

Miren EtxezarretaProfesora de Economía de la Universidad Autónoma de Bellaterra-Barcelona

I. El concepto de globalización

En su acepción más frecuente globalización se refiere a la integración a nivel mun-dial de los procesos económicos y el espacio' (Mc. Michael, 1994), abarcando todo elplaneta. Asimismo, 'la globalización va integrando una complejidad de procesos me-diante los cuales liga al conjunto del planeta a fenómenos cada vez más unitarios. Conello se establecen profundos vínculos de interdependencia entre regiones, naciones,estados, corporaciones, empresas multinacionales y organismos mundiales y, por su-puesto, la sociedad misma en sus amplias manifestaciones de diversidad' (Morett,1997).

La globalización como fenómeno diferente

La globalización no puede entenderse en su esencia más que partiendo de la concep-ción marxista clásica de la internacionalización del capital, pero la globalización suponeuna profundización de aquella, que implica importantes diferencias entre ambas, princi-palmente cualitativas. Con cierta audacia, puede plantearse que la globalización constitu-ye la fase actual del capitalismo, que se construye sobre la internacionalización, pero inte-gra elementos significativos que la diferencian de aquella. Por ello requiere unadefinición, un análisis específico y, sobre todo, el diseño de estrategias adecuadas para en-frentarla.

Entre las diferencias a destacar entre ambos conceptos habría que considerar:

– La globalización supone la generalización de la transnacionalización productiva.Las poderosas empresas transnacionales constituyen sus agentes directos. Con sus in-versiones cruzadas entre sí, la expansión de sus inversiones en países de más bajos cos-tes y la concentración internacional que resulta de adquisiciones y fusiones, controlanel capital y la tecnología. Esta, además, proporciona la posibilidad de descomponer elproceso productivo en sus diversas partes componentes, y de gestionar la producciónentre grandes distancias, facilitando la conformación de un espacio de producción'global' de mercancías 'made in the world'.

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Todo ello supone importantes cambios cualitativos en la producción y la sociedad delmundo entero: cambia la organización de las empresas y los mercados, se produce lacompetencia a nivel mundial entre los trabajadores, se internacionaliza el modelo deconsumo, las empresas transnacionales inciden en la política económica de los paísesrecipientes de inversiones, etc...

– La globalización presupone el dominio del capital financiero: el capital financie-ro domina la internacionalización y conforma las estructuras de producción y el in-tercambio de los bienes y servicios. Esta globalización ha sido facilitada por la creación de nuevos productos financieros,la creciente sofisticación de las instituciones financieras, la revolución en las comuni-caciones mediante la informática y la telemática, así como por el cambio de actitudde los clientes importantes que ya no dudan en traspasar las fronteras para invertir.

– Y estos enormes flujos financieros son de naturaleza privada, lo que dificultafuertemente los esfuerzos de controlarlos por parte de las instituciones públicas.

– Desvinculación aparente de la economía real: la burbuja financiera se expande me-ramente como operaciones de cartera (incluso la compra/venta de empresas se realizapara obtener beneficios de la transacción, no de la actuación de las empresas). La bur-buja financiera tiene que obtener sus beneficios partiendo del ámbito de la economíareal: los intereses que exige, los beneficios que absorbe, son producto de los exceden-tes empresariales o de la deuda pública. Y, al mismo tiempo, la magnitud de su poderle convierte en agente privilegiado de actuación y control: no sólo controla los siste-mas financieros privados, sino que por medio del endeudamiento público y las insti-tuciones públicas internacionales, los gobiernos soberanos en el plan político son ac-tualmente colocados bajo la vigilancia detallada de los inversores institucionales.

– La globalización, supone concentración y jerarquización. Se expande el capital anivel mundial respecto a su ámbito de operaciones y de decisión pero a distintos ni-veles: busca mercados en los países centrales (concentrando en los países de la OCDEmás del 70% de los mercados, producción, inversión, consumo), y reducción de cos-tes en los países periféricos (bajos salarios, recursos naturales, generosas leyes ambien-tales); además, se da una clara concentración de la propiedad –los agentes decisoresson cada vez menos y tienen cada vez mayor poder económico– en el sentido de queson capitales cada vez mayores y en muy pocas manos. La operación del capital finan-ciero está todavía más concentrada. Muy pocos capitales y de muy pocos países domi-nan: EE UU, Japón, Alemania, y algunos paraísos financieros... Es una globalizaciónconcentrada y jerarquizada, regida por poderosísimas organizaciones empresariales

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privadas que, en un movimiento permanente, crecen acumulando cuotas crecientesde poder económico. Surge un nuevo actor, 'el capital internacionalizado', consistente en la articulación decapitales internacionales y 'nacionales', dando lugar a 'la empresa mundial' que resul-ta de una red de empresas multinacionales, nacionales, y locales, regidas por las pri-meras y articuladas en torno al objetivo de lograr el beneficio del conglomerado.

– La globalización como expansión total del capital. Aunque la globalización hacereferencia, en general, sólo a la expansión del capital productivo y financiero hastaabarcar el mundo entero, en mi interpretación, una visión adecuada de la globaliza-ción supone considerarla como la expansión del capital en todos los ámbitos de la ac-tividad humana. Globalización en profundidad, además de la globalización en exten-sión comentada hasta ahora. En su nunca acabada lucha por el beneficio y en condiciones de competencia fuerte-mente intensificada, el capital busca expandirse no solo territorialmente sino penetraren todos los aspectos de la vida que hasta ahora no habían sido sometidos o habíanlogrado eludir su dominio. El capital trata de encontrar nuevos campos de actuacióny aprovecharse de aquellos espacios que, por diversas circunstancias, habían escapadoa su control. Así se convierten cada vez más en mercancía aspectos de la vida cotidia-na (ocio, relaciones personales), la ciencia, la técnica y la cultura.Especialmente, el capital transnacionalizado va a tratar de recuperar aquellos espaciosque había ocupado la intervención pública, en particular los servicios sociales. No sepuede interpretar el discurso actual acerca de la privatización de las empresas públicasy la 'crisis del Estado del bienestar' sin percibir que en sus líneas esenciales no es másque el intento del capital privado de ocupar las parcelas que pueden ser rentables delamplio ámbito de la actuación pública. El capital privado profundiza en todos losámbitos, globaliza cada vez más su actuación, no solo en el ámbito espacial sino en sutotalidad, tendiendo a convertir lo más posible de la vida en mercancía.

– La globalización consiste en que las fuerzas económicas se rijan exclusivamentepor las fuerzas del mercado. Son precisamente las necesidades de expansión de laglobalización las que determinan la política económica que se está ejerciendo a nivelmundial y que se configura en lo que han venido a denominarse las políticas econó-micas neoliberales que, como sabemos, conducen a potenciar el papel del mercado entodos los ámbitos.Es en esta dinámica donde hay que buscar la raíz de la política económica actual: 'Amedida que las empresas consideran necesaria para su competitividad y rentabilidadla producción transnacional, ejercen presiones crecientes sobre los gobiernos para po-der operar fácilmente a nivel mundial.

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A su vez, los ingentes capitales financieros exigen la movilidad irrestricta de capitalesjunto con el férreo control de las variables monetarias (inflación y los tipos de cam-bio), lo que conduce a que el objetivo de estabilidad monetaria se convierta en elprincipal objetivo de la política económica a expensas del crecimiento y del empleo.

Una definición de la globalización

Un intento de definición precisa del termino nos lleva a entender la globalizacióncomo la expresión de la expansión de las fuerzas del mercado, espacialmente a nivel mun-dial y, en general, profundizando en el dominio de la mercancía, sin los obstáculos quesupone la intervención pública desarrollada durante este siglo.

II. Globalización, regionalización e intervención pública

Los estados en la era de la globalización

Las sociedades capitalistas organizan su economía principalmente a través de la ope-ración de los capitales privados. No obstante éstos actúan dentro del marco de unas regu-laciones y una intervención públicas, ejercida a través de las instituciones del estado. Sesupone que el estado trata de incidir en el sistema de mercados para facilitar su reproduc-ción y para que los resultados de éste permitan a la población un nivel de vida y bienestarcongruente con la riqueza del país. En un plano ideal y en términos idealizados, a travésde la intervención pública la sociedad expresa sus opciones colectivas, mientras que a tra-vés del mercado expresa sus elecciones individuales y su capacidad de ejercerlas.

El doble proceso de globalización y regionalización introduce modificaciones básicasen esta relación entre la economía y la sociedad. La globalización, con la movilidad de ca-pitales que les permite eludir la acción de los estados, pone en cuestión la propia posibili-dad de intervención. La regionalización, originariamente se apoya en los estados naciona-les para crear instancias públicas de orden superior. ¿Cuál puede ser el papel de losestados, si alguno, en esta nueva dinámica? ¿Aparecen instancias de regulación por enci-ma de los estados que sustituyen el papel de los mismos? ¿Supone la globalización la eli-minación total del ámbito de intervención pública o todavía los estados mantienen unacierta capacidad de actuación, si bien sustancialmente transformada? El debate se desarrolla en torno a dos hipótesis principales:– Se diluye el estado nacional y se va transnacionalizando el Estado.

Se puede considerar que se está produciendo una cierta 'transnacionalización' de los es-tados, y no son escasos los ejemplos de las nuevas conformaciones públicas y privadasen esta dirección, como las instituciones internacionales públicas, las reuniones de los

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G-7 y G-5, los foros mundiales (Cumbres de Rio y Copenhague), las grandes fundacio-nes internacionales (Ford, Rockefeller), etc. Gill considera que a medida que la compe-tencia internacional se intensifica, la transnacionalización actual del Estado conduce acambiar los pesos relativos de las diversas partes gubernamentales, ya que son las perso-nas clave de los ministerios económicos y de finanzas los que se vinculan a las redes deintereses y organizaciones internacionales, convirtiéndose en parte de la estructura deinfluencia internacional. De esta forma, se amplía la influencia de los ministerios eco-nómicos y de finanzas y disminuye la de los de industria, empleo y bienestar social.

– Los estados nacionales conforman su actuación a los intereses del capital inter-nacionalizado. Los Estados, no solamente no pierden su papel, sino que se convier-ten en agentes principales que preparan y mantienen sus sociedades para potenciarlos intereses de las grandes empresas internacionalizadas en su territorio.

El estado sigue siendo necesario para:

– Legitimar modelos de política económica favorables al capital internacionalizado(competitividad, programas de ajuste con modelos neoliberales, liberalización y des-regulación...), y facilitar la obtención de excedentes en el ámbito interno, como lasprivatizaciones y la absorción de las prestaciones sociales.

– Controlar la fuerza de trabajo

– Dominar las reacciones sociales a la marginación y la exclusión. La mundializaciónengendra un fraccionamiento social y territorial. Ello puede conducir a crear conflic-tos que pongan en cuestión el orden social. Es preciso que el Estado proporcione una'red de salvaguardia' (subsidios sociales mínimos que se contradicen con la austeridaden el gasto público).

– Como vehículo de las instituciones internacionales a las que legitiman. Los Estadosplantean la necesidad de estar integrados en las mismas y facilitan a éstas la direcciónde toda la política económica: FMI, OCDE, UE, etc.

– Como instrumento de defensa para las fracciones del capital en la guerra económicamundial: la UE frente a EE UU y Japón.

En resumidas cuentas el papel que cumplen los estados en la era de laglobalización/regionalización probablemente es una mezcla del 'gobierno de las empre-sas' con una incipiente transnacionalización de los estados. Los estados no desaparecen

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sino que ajustan su papel a la nueva conformacion de la economía mundial. Los Estadosactuales intervienen en forma acusadísima en sus economías respectivas apoyando la ope-ración de los capitales a nivel mundial.

El papel de la regionalización y las instituciones internacionales

La regionalización crea nuevas instancias supranacionales que van absorbiendogradualmente parte del poder de los estados que se integran. A medida que va progresan-do la regionalización se plantean cambios importantes en el poder relativo de los estadosfrente a las instituciones regionales, a favor de éstas. En este contexto, la Unión Europeacon su avance hacia la Unión Económica y Monetaria es el ejemplo más claro, donde im-portantes aspectos de la capacidad de gestionar la economía y la sociedad a nivel de esta-do (como la moneda), se ceden voluntariamente a las instancias centrales. En la actuali-dad, y en el futuro previsible, son los estados nacionales quienes hacen de intermediariosentre la gestión de las instituciones regionales y las instituciones, empresas y ciudadanosde cada estado. Por lo tanto, las instancias supranacionales establecidas y aceptadas porlos estados y ejerciendo su poder por medio de estos, no apuntan hacia la desaparición delos estados sino que se convierten en instancias de intermediación necesarias para la ope-ración de los bloques regionales.

Las instituciones públicas internacionales de índole económica, FMI, Banco Mun-dial, GATT (ahora la OMC), y, a un nivel distinto pero y también significativo laOCDE, y otras de menor entidad, ostentan un papel y un poder cada vez más amplio, encontraste con el debilitamiento del papel de las Naciones Unidas. Estas instituciones im-pulsan y fuerzan a cumplir aspectos generales favorables a la acumulación a escala mun-dial, en los que formalmente no pueden incidir directamente las ETN. Así, sus exigen-cias son determinantes para establecer los objetivos prioritarios y los modelos de políticaeconómica neoliberales, tan favorables al capital a nivel mundial.

III. Las posibilidades de intervención en un mundo globalizado

El sistema neoliberal es:

– Económicamente vulnerable. El capitalismo actual no es el modelo de estabilidad yprosperidad que, interesadamente, nos describen. Está plagado de incertidumbres ycontradicciones. Con ejemplos: ¿qué pensar de un sistema económico cuyos capitales

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pueden abandonar un país a la velocidad de la luz produciendo tremendas oscilacio-nes económicas, ante cualquier alteración de lo que considera 'su' orden social?¿Como catalogar unas monedas que están a merced de la voluntad especuladora deunos pocos o incluso un solo operador?, ¿de unas bolsas que pueden experimentar ca-ídas o alzas sustanciales y rapidísimas sin que se sepa muy bien por qué ¿Qué puedesuceder si la inmensa burbuja financiera que han formado los capitales especulativosdel mundo entero se desestabiliza?Además, los modelos basados en la competitividad externa son insostenibles a medioplazo. Aunque el comercio mundial crezca por encima de la producción y parezcaque un inmenso y creciente circuito mundial de mercancías y capitales girando per-manentemente rodea este planeta, la situación real es que todos los países no puedenexportar en términos netos (alguien tiene que importar). Los permanentes déficitscomerciales de muchos países lo atestiguan (entre ellos los de EE.UU. y España). Loque está sucediendo es que unos países se convierten en exportadores netos y otros seencuentran con dificultades crecientes.

– Socialmente insostenible. Por:• el paro. En una de las zonas más ricas del mundo, Europa, hay 18 millones de pa-

rados y se prevé que irán aumentando. No es verdad que sea un problema de ade-cuación laboral de la población, de formación profesional. Hay miles y miles deparados con alta formación profesional y, además, si todo el mundo mejora en supreparación no habría tampoco suficientes puestos para todos. Como decía Pe-rich, sólo 'tendríamos parados de más categoría'.

• la pobreza. Cada día hay más pobres. Unos 35 millones sólo en Europa, incontablesen la economía mundial. El sistema se basa de forma creciente en la dualidad social–unos pocos muy ricos y cada vez más pobres–, y, lo que es más grave, ello se recono-ce como consecuencia natural del funcionamiento del sistema. El grado de forma-ción y capacidad que el sistema exige es creciente y cada día más difícil de alcanzarpara la mayoría de la población. ¿Qué pueden hacer aquellos más débiles o sencilla-mente menos capaces según los parámetros del sistema? En otra de las zonas más ri-cas del mundo –Estados Unidos– la nueva pobreza se encuentra no sólo entre los pa-rados y marginados, sino incluso entre la gente que trabaja (particularmente enaquellos hogares donde sólo una persona percibe ingresos). Por ello no es extraño quegrandes instituciones internacionales como el Banco Mundial se planteen la necesi-dad de establecer una organización mundial que se ocupe de los asuntos sociales. Lamarginación y exclusión están alcanzando tales dimensiones que es necesario preverla gestión de esta situación para que no cause problemas de difícil contención social.

• la incertidumbre creciente. La situación del mercado de trabajo está llevando a laincertidumbre y a la angustia a amplias capas de la población. Aunque se dispon-

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ga de un empleo, el temor a perderlo y a lo que sucederá en tal contingencia man-tiene angustiada a la mayor parte de la población trabajadora en los países centra-les. En otras épocas el paro y la precariedad laboral se consideraban un riesgo parala mano de obra no cualificada o de baja cualificación, actualmente son tambiénlos cuadros medios, los ejecutivos, las clases medias, las que van sintiendo en sucarne esta angustia y precariedad, un temor soterrado ante el futuro que causauna permanente y profunda angustia.

• la mayor precariedad social: se nos repite constantemente que no hay dinero parapensiones, sanidad, educación, para atención a los enfermos, los viejos, los débi-les... El planteamiento es totalmente paradójico: los países centrales, y bastantesde los periféricos, producen cada vez más bienes, más riqueza. Resultados que sepresentan constantemente como las realizaciones positivas del sistema económicoactual. ¿Cómo es, entonces, que no hay medios para mantener siquiera los nive-les de prestaciones sociales existentes? ¿Dónde está, entonces, la riqueza produci-da? ¿Quién se la apropia? El problema es, claramente, no de insuficiencia de ri-queza sino de distribución de la misma. Se propugna que los gastos sociales secubran a través de la iniciativa privada, pero si un país no tiene recursos públicosy colectivos para cubrir sus prestaciones sociales, ¿por qué ha de tenerlos privadose individuales? Aquí todavía aparece con más claridad que el tema no es cuestiónde falta de riqueza sino de distribución. A un anciano pobre se le dice que no hayrecursos para pagarle una pensión, mientras que un anciano rico puede disfrutarde las rentas de sus fondos de inversión.

• es bien sabido que más de la mitad de la población mundial tiene hambre. ¿Es po-sible aceptar que el sistema que genera esta situación es un sistema que merecesubsistir? Y a modo de dato contundente: ¿es posible considerar aceptable un sis-tema que da a un ciudadano/a japonés una esperanza de vida de 79 años, mien-tras que para el ciudadano/a ugandés sólo es de 42?

• añadamos a todo esto que el poder económico (y político real) está cada vez másconcentrado. Cada vez son menos los conglomerados financieros e industrialesque controlan la economía mundial, y menor el número de personas que los diri-gen, que, además, están relacionadas por redes de gran complejidad. ¿Qué posibi-lidades existen de ejercer una democracia real en estas condiciones?

En resumen, su modelo no es eficiente, cerrado y compacto como pretenden y,además, perjudica seriamente a la mayoría de las poblaciones. No es de extrañar,pues, que cada vez sean más las personas que perciben la inviabilidad de este sistema. Lacreciente inestabilidad e incertidumbre del panorama mundial, a pesar de aparentes perí-odos de bonanza, está llevando a la alarma a personas e instituciones relevantes: laOCDE en alguna publicación (Bradford, 1994) hace ya referencia a la necesidad de mo-delos autocentrados, mientras economistas y políticos de muy diversas adscripciones ideo-

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lógicas plantean cada vez más abiertamente la necesidad de un cambio de modelo de po-lítica económica. Y, lo que es más importante, sectores sociales cada vez más extensos seinquietan y preocupan de las consecuencias de este modelo y de la presión que el mismoejerce prácticamente en todas las capas de la población. Es decir, este sistema no es ade-cuado para que la inmensa mayoría de la humanidad tenga derecho a una vida digna ysin permanentes sobresaltos, y existen sustanciales fuerzas sociales que perciben esta in-operancia. Por tanto, el cambio es absolutamente necesario.

Algunas ideas previas para el cambio

La alternativa no es un asunto técnico, sino político. No debemos dejarnos atra-par por la idea de la complejidad técnica y la inevitabilidad de ciertas vías. La sociedadtiene que regular su vida económica y obligar a los mercados a que operen en este marco,y no al contrario. Alternativas técnicas hay muchísimas, pero las opciones seleccionadascorresponden a los intereses de quién tiene el poder. Por lo que, sin olvidar el poder delos grandes agentes de la economía mundial, las alternativas dependen también en granparte de la composición de fuerzas políticas y sociales en cada territorio (interpretadasmás allá de los meros mecanismos de los partidos).

Tras un largo período de aceptación total de la dinámica neoliberal, comienza a ex-presarse con una cierta fuerza la opinión colectiva contraria a la misma. Sin duda ha sidomucho el terreno perdido, y la recuperación será lenta y difícil, pero la regulación socialdel quehacer colectivo (y esto incluye el económico) es imprescindible.

– De nuevo el poder del capital. La cuestión de fondo que se plantea es: si la sociedad es-tablece exigencias que limiten en parte el poder de los capitales y que éstos, además, estánintentando aumentar, ¿aceptarán los poderosos capitales operar bajo tales condiciones?.Para quienes consideran que ahora no puede haber reglamentación social alguna, esobvio que la respuesta implícita es que los capitales no aceptan condiciones. Paraellos, el capital tiene ahora más poder que nunca y la globalización les permite aban-donar los espacios más exigentes. Esta posición es bastante realista, pero no es, tampoco, la respuesta definitiva. Hayotros elementos que considerar:

– a nivel de estado, hay que intentar montar un sistema donde la dependencia de la en-trada de capitales externos se reduzca a niveles socialmente programados. Se argumentaque el capital exterior es el agente de la modernización tecnológica y de la organizaciónempresarial, pero habría que estudiar con mucho más detalle su verdadera importanciay su articulación con los capitales que operan en el país. Con las nuevas estrategias de

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organización empresarial transnacional, basadas más que en la propiedad en el estable-cimiento de redes de actuación, contratos tecnológicos, subcontrataciones, etc., mi hi-pótesis de trabajo es que su papel es bastante más reducido que el que se pretende, quese dirige más a colocaciones de índole financiera y especulativa que a la creación de ri-queza y que podría adecuarse mejor a las necesidades del país con una política econó-mica adecuada. No estoy propugnando la autarquía, en absoluto. Estoy planteando queel capital exterior que opera en un país puede y debe ser integrado en una programacióneconómica global, su necesidad limitada –por ejemplo, ¿por qué 'necesitar' del capitalextranjero para cubrir el déficit de una balanza comercial desbordada por la importa-ción de coches de lujo cuando hay excedentes en la producción interna de automóvi-les?– y su actuación orientada hacia determinadas inversiones. Es posible que vinieranmenos capitales, pero me pregunto hasta qué punto su rentabilidad social no sería ma-yor. Hay que destruir el mito de que todos los capitales que vienen del exterior son bue-nos 'para el país'. ¿En qué enriquecen a la población los capitales especulativos que de-jarán el país ante la más mínima alteración política o social?

– finalmente hay que poner en cuestión el significado de frases como 'la economía vabien'. Actualmente se sabe que el mero crecimiento no supone una mejora social, asícomo que avanzar en el ámbito socio-económico no siempre supone mejorar en lacomparación genérica con otros. Si resulta que el crecimiento del producto social–cuya medición también está puesta en cuestión– de un país requiere un deterioro enla situación de una gran parte de la población en el sentido en que nos hemos referi-do a la inviabilidad del sistema, ¿se habrá avanzado en alguna dirección significativapara la transformación social, o en dirección opuesta? Quizá haya llegado el momen-to de revisar el modelo de sociedad hacia el que queremos avanzar.

Los niveles de actuación

Es necesario plantear propuestas concretas. Para ello, dado que formamos parte de laUnión Europea, es preciso considerar los dos niveles: el de estado, y el de la Unión. El pri-mero, porque es a las instituciones estatales a las que, todavía, se asigna socialmente la res-ponsabilidad de dirigir la sociedad y conducirla hacia el bienestar de la población, y, almismo tiempo, porque el nivel estatal es el único donde las poblaciones tienen cierta capa-cidad de exigir determinadas actuaciones a sus gobernantes. Al nivel de la Unión, porqueaunque por un lado disminuye las posibilidades de políticas económicas estatales, por otrolado, tienen políticas propias para su ámbito y podrían ampliarlas y mejorarlas. Precisa-mente, uno de los problemas de la Unión es que las políticas que ella impone a nivel re-gional e impulsa a nivel estatal reflejan y refuerzan el modelo neoliberal imperante, mien-

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tras que están ausentes de sus actuaciones, políticas que conduzcan al bienestar de la po-blación. De aquí que los diseños económicos alternativos han de abordar los dos niveles.

En primer lugar han de revisarse los objetivos de la política económica. Actualmen-te, los objetivos prioritarios de la Comunidad Europea y los gobiernos de los estados quela conforman reflejan los intereses de los grandes grupos económicos transnacionales, ycon mayor fidelidad los de los grupos financieros. Por ello consisten en la total liberaliza-ción de las transacciones económicas internacionales bajo un modelo de competitividada nivel mundial y, sobre todo, el control de la inflación para que el valor de la moneda nosufra avatares de ninguna clase. Se propugna la irrestricta actuación de los mercados a to-dos los niveles y la privatización de las actividades públicas.

Los objetivos prioritarios alternativos, por el contrario, deben de orientarse hacia un sis-tema distinto de distribución de la renta, donde toda la población en su conjunto disfrutede los incrementos de riqueza de la sociedad. Hay que pasar de un sistema de competitivi-dad internacional a otro de bienestar para la población. Por eso la posibilidad de trabajar, elempleo, es el objetivo central de un modelo alternativo (completado con sistemas de distri-bución alternativa para aquellos que no pueden trabajar por sus propias limitaciones o por-que no hay trabajo para todos). Para ello es preciso un sistema mixto de organización eco-nómica, donde la sociedad pueda orientar los objetivos y la actividad productiva, con unsistema de programación social e intervención pública a distintos niveles, eficiente, contro-lada con procedimientos democráticos renovados e imaginativos, que oriente, potencie, yestimule la actuación privada. Es a través de un adecuado procedimiento de articulación dela regulación social con los capitales privados como un sistema capitalista avanzado podrá,por lo menos, eliminar las consecuencias más duras del sistema.

La UE tendría que potenciar una política propia más activa que, en cierto modo,compensase el vacío dejado a nivel estatal por la cesión de soberanía que implica la regio-nalización. Parte esencial de esta política habría de constituirla un gran programa expan-sivo de generación de empleo, orientado hacia una producción de bienes sociales y conestrictas consideraciones ecológicas, financiado por una política fiscal y monetaria expan-sivas, con un presupuesto europeo digno de ese nombre (5-7% PIB europeo). Pudiendorecurrir a múltiples formas para financiarlo (empezando de forma inmediata con la emi-sión de eurobonos, hasta nuevos impuestos como el de la emisión de CO2, sobre trans-acciones internacionales –impuesto Tobin–, y sobre rendimientos de capitales, a plazomedio). Esta política fiscal habría de completarse con una política monetaria de tipos deinterés bajos y créditos para la creación de empleo.

Es necesario un Sistema Monetario Europeo diferente, sometido a control democrático,lo que exige revisar la independencia del Banco Central Europeo (independencia que cons-tituye un absurdo al sustraer del control social una de las piezas clave de la organizacióneconómica y que sólo puede entenderse por la absoluta preponderancia actual de los gran-des intereses financieros). Incluso puede aceptarse una Moneda Única con condiciones dis-

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tintas a las actuales, que permitiese el control de los flujos de capital especulativo (controlque ya se está presentando como necesario incluso por los poderes fácticos actuales).

Un planteamiento favorable a la disminución de la jornada de trabajo. Una disminu-ción descentralizada –no necesariamente igual para todos los estados, sobre todo en unaprimera etapa, aunque gradualmente dirigido a la convergencia– pero regulada de la jor-nada, para evitar que ello suponga sólo más precariedad laboral. Con una adecuación sa-larial negociada que, por lo menos, asegure el mantenimiento de sus ingresos íntegros alos grupos de trabajadores con remuneraciones más bajas.

Una política laboral y social activa, rechazando el abandonar la política social bajo lapresión de límites presupuestarios y criterios de convergencia, sino, al contrario mante-niéndola y ampliándola para luchar contra la diferenciación y exclusión social. Con unadefensa rigurosa y enérgica del Estado del Bienestar. Buscando nuevas formas de distri-bución de los derechos a la riqueza social. Todo ello habría de corregir las perversas ten-dencias que ha experimentado la distribución de la renta durante estos últimos años.

Hay que considerar también las políticas estructurales –externa, industrial, tecnológi-ca– sobre todo desde su dimensión de creación de empleo y genuino incremento de la ri-queza social (ciertas reestructuraciones industriales y deslocalizaciones no suponen másque beneficios empresariales y el aumento de desigualdades dentro de la Unión). Tam-bién una política distinta en las relaciones con otros países, mediante las cuales se pudie-ran controlar los flujos entre los países ricos y potenciar la estabilidad monetaria por me-dios distintos a los actuales, mientras que las relaciones con los más pobres habrían deregirse mucho más por la negociación que por las reglas salvajes de un mercado desigual.

Respecto a las políticas a nivel de estado, uno de los aspectos a destacar de las es-trategias de los estados habría de ser su preocupación por establecer modelos de políticaeconómica no basados en la internacionalización competitiva –las exportaciones comomotor del desarrollo económico del país– sino en esquemas autocentrados, basados enuna distribución adecuada de la renta y con la creación de empleo como uno de los obje-tivos centrales de la economía. Esto conduce a conceder el papel preponderante comomotor del desarrollo a la demanda interna, que es la que se debería impulsar.

No se puede renunciar a la capacidad de orientar la propia economía, incluso dentrode las limitaciones impuestas por los bloques regionales, con una programación econó-mica que refleje las opciones sociales. Con una política fiscal activa, aun con controlespara el déficit, ésta puede existir si se gestiona adecuadamente la imposición. Junto conuna atención especial al estímulo y expansión de todo tipo de nuevas iniciativas econó-mico-sociales de carácter renovador que conduzcan a una participación más activa de lapoblación como agentes directos de la vida económica y social. En una palabra, la opcióny la defensa de una economía programada en sus líneas esenciales por su población, a tra-vés de una intervención pública participativa y con amplios y renovados controles demo-cráticos.

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Una economía con estas características seguiría siendo capitalista y, por tanto, la ma-yor parte de la vida económica estaría gestionada por empresas privadas. Esta políticaeconómica alternativa, no sólo lo acepta, sino que, incluso puede facilitar la actuación deestos capitales privados, pero sin olvidar que el objetivo fundamental de una sociedad noes el mayor beneficio para el capital, sino el mayor bienestar de su población.

La viabilidad del modelo alternativo

El problema de una política económica alternativa es mucho más político que técnico,y un programa económico verdaderamente alternativo solo podrá establecerse a partir deuna composición de fuerzas sociales y políticas que apoye tal opción. Con una importantepresencia de quienes pretenden una sociedad y una forma de vida diferente, no sólo mode-radas reformas en los márgenes del modelo actual. Un proyecto alternativo tiene que asu-mir su carácter de opción global, en sus dimensiones económicas, sociales y políticas: locual supone revertir las tendencias y direcciones en que camina la propuesta neoliberal.

En la sociedad actual aparentemente no hay espacio para opciones distintas a la glo-balización neoliberal. Da la impresión de que el poder de sus agentes es tan desmesuradorespecto a la de la mayoría de la población que la única estrategia adecuada es adaptarselo mejor posible a los intereses de aquella y tratar de obtener 'el máximo permitido' que,como ya hemos visto, solo puede resultar en la concentración de poder y riqueza en unospocos, la incertidumbre e inestabilidad para la mayoría, y la pobreza, marginación y ex-clusión para capas crecientes de la población.

Por otra parte, ya se ha mencionado que cada vez se perciben con más claridad las li-mitaciones de este sistema. El asunto consiste en cómo plasmar esta creciente percepcióny dinámica en fuerzas económicas y sociales capaces de organizar social y políticamenteuna alternativa. Es posible que los agentes capaces de impulsar y hacerse cargo del nuevoproyecto hayan de ser distintos y operar de formas diferentes a las instituciones y partici-pantes actuales, teniendo que abrirse paso en oposición abierta a los que ahora ocupanlos liderazgos y gestionan las diversas instancias sociales y políticas. Probablemente ellorequiere construir desde fuera del poder fuerzas totalmente renovadas capaz de disputar-lo frente a la resistencia tenaz de quienes disfrutan de la situación actual y sus privilegios.De hecho, ya se ha dicho más arriba que en nuestra sociedad aparecen de forma incipien-te múltiples manifestaciones de fuerzas sociales distintas, con nuevas percepciones delpoder y la dinámica social, con nuevas preocupaciones y formas de operar. En la medidaque las mismas contemplen la necesidad del cambio para el conjunto de la sociedad y nose dejen absorber por los poderes actuales en su inmensa capacidad de captación de cual-quier dinámica alternativa, en ellas pudiera estar el germen de estos nuevos poderes socia-les. Es trabajando por la percepción de la radical inviabilidad económica y social del mo-

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delo actual y en el debate por la búsqueda de nuevas propuestas y formas sociales organi-zativas como es posible avanzar hacia un sistema alternativo.

Respecto al marco que a nosotros más nos afecta, la Unión Europea, no hay que par-tir de que constituye un diseño acabado sino que se encuentra en medio de un intensoproceso de incertidumbre, negociación y cambios (aunque no en la dirección que aquí seperfilan). ¿Por que aceptar que las modificaciones pueden dirigirse sólo en una dirección?Un cambio sustancial en la composición de fuerzas ¿no podría plasmarse en un cambioen la estrategia económica? Evidentemente si no se contempla esta posibilidad, hablar dealternativas supone referirse al privilegio de elegir entre el fusilamiento y la horca. Acep-tar que la internacionalización actual impide todo cambio de modelo, supone renunciara cualquier posibilidad para iniciar una senda autónoma de crecimiento, resignarse a quelas cosas son como son ahora, y que nunca será posible modificarlas. Supone renunciar ala capacidad del ser humano de incidir en el destino de la humanidad.

Es utopía, y también un programa alternativo para acercarnos a ella gradualmente. Ytodavía mucho más realista que creer que con el modelo actual se va a lograr el bienestarde la mayoría de la población europea. ■

[Nota: Resumen del artículo publicado en la revista mientras tanto nº 70]

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Trabajoy globalización económica

Carlos PrietoProfesor de Sociologia. Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense

I. Las condiciones de trabajo y de vida se degradan

Desde hace ya unos veinte años las sociedades actuales viven en una, al menos apa-rente, contradicción si las comparamos con lo que fueron anteriormente (y ese anterior-mente lo situamos en los años 60 y 70).

En términos económicos las sociedades actuales son mucho más ricas que las de losaños 60/70. Por más que de haya hablado frecuentemente de crisis, su producto interiorbruto, salvo años excepcionales, no ha dejado de crecer. De modo que hoy en día esePIB, lo mismo que la renta per cápita, son muy superiores.

Y, a pesar de ello al menos una parte importante de sus poblaciones trabaja y vive enpeores condiciones que hace, pongamos, 25 años.

Recordemos algunos de los datos más relevantes a este propósito:

a) Estamos lejos del pleno empleo. La tasa media de paro de la UE se sitúa en el 10% yla de España en torno al 15%. La precariedad formal de los asalariados alcanza el 33%,pero el riesgo real de desempleo es una amenaza que pende sobre la mayor parte de lostrabajadores asalariados del sector privado. La entrada inicial en el mundo del empleo seha retrasado considerablemente y la consolidación en el mismo mucho más. El cese enla actividad laboral, en especial entre los varones, se adelanta precipitadamente. No puede decirse que sea el Estado el responsable principal y único de este procesode precarización, pero sí ha jugado un papel importante. En la medida en que el em-pleo existe siempre como norma social, no hay duda de la nueva norma práctica delempleo ha encontrado un agente eficiente en aquél en tanto que constructor y legiti-mador de normas. Si no hubiera sido por su intervención, difícilmente, por ejemplo,el contrato de trabajo a tiempo parcial hubiera podido llegar a convertirse en un con-trato normal y típico.

N. B.- Este texto es un resumen, con pequeñas modificaciones, del artículo titulado GLOBALIZACIÓNECONÓMICA, RELACIÓN DE EMPLEO Y COHESIÓN SOCIAL, publicado por el autor en la revistaPAPERS, Nº 58, 1999

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b) Las condiciones reales de trabajo y empleo no dejan de deteriorarse. El tiempode trabajo aumenta hasta en los convenios colectivos y en las estadísticas oficiales. Elritmo de trabajo se intensifica; si antes podía decirse que los trabajadores vendían sufuerza de trabajo, ahora, con las nuevas formas de organización del trabajo (por ejem-plo, el “just in time"), lo que se ven obligados a vender es su personalidad entera (del“just in time work” se ha pasado al “just in time worker” –Martin y Schumann– ).Los salarios medios reales se hallan casi congelado para la mayoría de la poblaciónasalariada; a la vez, el abanico salarial se abre. Los accidentes de trabajo aumentan;cada día hay en España tres fallecimientos por accidente laboral (y eso a pesar de lareciente Ley de Prevención de Riesgos Laborales).

c) La protección social, que, dado el retraso histórico que en este punto acumulaba lasociedad española, alcanza su máximo a mediados de los años 80, se fragiliza y nodeja de ser puesta en cuestión. El caso más patente es el de las pensiones. Reforma del85, Pacto de Toledo del 95 y el acuerdo Gobierno-Sindicatos del 97 pretenden “salva-guardar” el sistema de pensiones, pero las normas que definen los derechos son cadavez más restrictivas.

d) Formalmente el papel de los sindicatos en tanto que representantes de todos los tra-bajadores no se ha modificado: siguen negociando en su nombre tanto con las em-presas y sus organizaciones colectivas como con el Gobierno y los puntos acordadostienen el carácter de normas públicas de aplicación general. Pero con frecuencia esanegociación es una negociación de concesiones: congelación del salario a cambio deestabilidad laboral o simplemente de mantenimiento del empleo, ligera reducción deltiempo de trabajo a cambio de una profunda flexibilización del mismo,... Y, además,cada vez incide con mayor dificultad en las condiciones reales de empleo. El impera-tivo de la competitividad de las empresas obliga.

e) Con todo ello ese “gran integrador” y legitimador del orden social que era el trabajosocial y políticamente regulado (el trabajo convertido en empleo) se degrada y conél eso que muchos (OIT, por ejemplo) llaman la “cohesión social”. No se observaun rechazo firme y organizado de la dinámica social y política en que hemos entrado(aunque haya excepciones puntuales: conflictos sociales en Francia en 1995 y 97,triunfo del “no” en el referéndum danés sobre Maastricht, ciertos movimientos nacio-nalistas de extrema derecha1), pero síntomas, que se nos antojan claros, de un rechazosordo existen ya: la delincuencia y los gastos en medios físicos para detenerla no hadejado de aumentar, lo mismo que la descalificación entre la ciudadanía de todasaquellas agencias e instituciones sociales entre cuyas funciones estructurales básicas seencuentra la de construir y promover un orden social legítimo (partidos políticos, go-

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biernos, sindicatos, Unión Europea,...), muchos de los conflictos familiares parecentener una relación importante con las condiciones de empleo (o no empleo). ¿Tienen algo que ver estos cambios con el fenómeno de la llamada globalización eco-nómica? Es lo que sostienen muchos autores. Y entre ellos uno destacado: la OIT ensu Informe sobre el trabajo de 1999. ¿Qué podemos decir nosotros acerca de ello?Empecemos por explicitar, ya que no hay consenso sobre ello, qué entendemos porglobalización económica.

II. Qué es la globalización económica

Para algunos autores el concepto de globalización no hace otra cosa que expresar ter-minológicamente un hecho: el de la creciente internacionalización de la economía obser-vada en las dos o tres últimas décadas. La globalización económica sería así un fenómenoque tendría que ver sólo con lo cuantitativo.

Parece, sin embargo, que el fenómeno actual que denominamos GE es mucho más ymás relevante que una pura cuestión de números y cantidades. Es más bien un fenómenocualitativo.

La globalización supone y es, antes que nada, un cambio en las normas reguladorasde las relaciones económicas internacionales: la globalización supone que esos intercam-bios son regulados, cada vez más, por las normas del mercado y sólo por ellas. Correlati-vamente, los Estados “pierden poder político-económico”, es decir, dejan de jugar un pa-pel en su regulación o, si se quiere, como en toda regulación estrictamente mercantil,sólo ejercen su poder para hacer efectivo el funcionamiento de la institución del mercadoy sin interferir en él.

Esa definición tiene, además, una ventaja. No puede referirse más que al proceso ac-tual de internacionalización de la economía. Ya que nunca antes de ahora han sido insti-tuidas dichas reglas. Una de las últimas pruebas de ello es la sustitución del GATT por laOMC (Organización Mundial del Comercio) en 1994.

Pero para que dicha definición permita captar todo el calado del cambio que estamosexperimentando, hay que tener en cuenta otros dos hechos que nos parecen fundamenta-les. Primero, la libertad de movimiento internacional de las mercancías tiene una excep-ción de una gran entidad política: esa libertad está vetada, probablemente más que nuncaa lo largo de la historia del capitalismo (con la excepción de la Unión Europea), a la mer-cancía fuerza de trabajo2. Y segundo: la gran actualidad del fenómeno de la globalizaciónno se debe sólo, ni siquiera prioritariamente, al interés científico del tema en sí mismo,sino al debate político que esconde y del que procede y no puede eludir. Tras los análisis

Trabajo y globalización económica 45

1 Como es el caso en particular de Francia, Austria y de Estados Unidos (Ross Perot).

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“científicos” de la globalización económica se oculta el conflicto entre los partidarios deque sean las leyes anónimas del mercado las que regulen la economía y por medio de elloconfiguren el orden de las sociedades, incluso de la “sociedad” mundial, y el de aquellosque sostienen que sin un gobierno político de la economía desde el poder de los Estadosel destino de las sociedades es la desintegración y el caos. Liberales (aunque sean “neo-"),por un lado, y conservadores y “críticos"3, por otro. Como se ve, un debate tan viejocomo las sociedades modernas; pero, a la vez, profundamente actual y actualizado tras laexperiencia práctica e inmediatamente anterior del keynesianismo4.

Después de haber definido los rasgos que definen la GE, podemos plantearnos su re-lación con el primer punto, el deterioro de las condiciones de trabajo y de vida de unaparte importante de los trabajadores.

III. La GE y el deterioro de las condiciones de trabajo y de vida

Lo que podemos decir a este respecto antes que nada es que se observa una correlaciónempírica entre los dos fenómenos: las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadoresse han ido deteriorando a medida que se ha ido implantando y desarrollando la GE. Hayun autor que ha mostrado la existencia de esta relación empírica, Rodrik (1997).

Pero el que haya relación empírica, coincidencia de ambos fenómenos en el tiempo,no quiere decir exista entre ambos una relación real. Para poder sostener esta segundaidea, como yo lo hago, es necesario argumentarla.

El origen y la razón por la que la GE tiene el efecto de deteriorar las condiciones de tra-bajo y de vida procedería de la combinación en una misma realidad de los siguientes com-ponentes: la libre movilidad internacional del capital, tanto productivo como financiero, yde las mercancías, por un lado, y la necesidad que tienen de esos capitales tanto los trabaja-dores como los Estados, éstos inmóviles por naturaleza y los primeros inmovilizados por lasrestrictivas leyes migratorias y los fuertes controles fronterizos de los Estados5.

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2 El contraste entre la movilidad internacional del capital financiero y la mano de obra es extremo: el primeroviaja a la velocidad de la luz y siempre llega a su destino, la segunda lo hace en “pateras” y, con frecuencia, noencuentra otro destino que la muerte.

3 El planteamiento “conservador” es casi exclusivamente político, en el sentido de que carecen de un pensa-miento “científico-social” elaborado que ofrezca sus análisis en las plataformas literarias científicas reconoci-das como tales. Su expresión política son los recientes movimientos políticos del nacionalismo de extremaderecha, tal y como se dan, por ejemplo, en Francia, Austria y Estados Unidos. En general, son partidariosde una economía de mercado, pero dentro de los límites del Estado-nación y con un fuerte control de las re-laciones con el exterior.Por otro lado, hablamos genéricamente de “críticos” dada la gran diversidad de sus planteamientos científi-cos y la consiguiente dificultad de incluirlos en una única categoría que refleje positivamente su posición.

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La libertad de movimientos del capital tiende a ser extrema. Hasta el punto de que unmismo capital puede descomponerse diferenciando entre “lugar de inversión, lugar deproducción, lugar de declaración fiscal y lugar de residencia” (Beck, 1998: 18) y buscardestinos distintos en función de la diversa rentabilidad que le ofrezca cada uno de ellos.

En esas condiciones, con la libertad internacional de movimientos del capital la rela-ción entre dicho capital y su lógica, por un lado, y los trabajadores (y sus sindicatos) y lospropios Estados, por otro, ha cambiado radicalmente en relación con el período anterior.Si el capital puede desplazarse libremente de una país a otro, las “limitaciones” nacionalesque anteriormente lograban imponer éstos a aquél son difícilmente asumibles: siemprepodrá haber otro país en el que esas limitaciones sean menores y en el que, por consi-guiente, la rentabilidad del capital sea superior. Pero como, no por ello, pueblos, trabaja-dores y Estados dejan de necesitar mantener dentro de sus fronteras el capital ya instaladoo atraer nuevo capital, éstos se verán obligados a someterse a las nuevas normas de la com-petitividad mundial que “regulan” la actividad y la movilidad de las empresas6.

Si hay una dimensión de la mundialización económica que condiciona la políticaeconómica y social de los Estados y, más allá de ellos, a los planteamientos y a la acciónde los propios sindicatos, esa dimensión es la financiera. Así lo expresa sin el menor ru-bor Hans Tietmeyer, presidente de la Bundesbank: “Los mercados financieros jugaráncada vez más el papel de “gendarmes”... Los hombres políticos deben comprender que enadelante se hallan bajo el control de los mercados financieros y no solamente de los deba-tes nacionales” (Citado por Gorz, 1997: 36).

La peculiaridad globalizadora del capital financiero en relación con el resto del capitales triple: a) su movilidad a través de las diferentes plazas del mercado mundial financieroes instantánea: la nueva tecnología le permite desplazarse entre ellas en tiempo real; si hayun mercado verdaderamente mundial –y en puridad no puede haber un mercado quefuncione realmente como un mercado si no es mundial (Centi, 1988: 45)– ese el merca-

Trabajo y globalización económica 47

4 De ahí que, según algunos autores, el significado fundamental de la “globalización económica” sea de carác-ter político-ideológico. Beck (1998: 27) es un ejemplo de ello. “Por globalismo, escribe, entiendo la concep-ción según la cual el mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político; es decir, la ideología del do-mino del mercado mundial o la ideología del liberalismo. (...) El globalismo pretende que un edificio tancomplejo como Alemania –es decir, el Estado, la sociedad, la cultura, la política exterior– debe ser tratadocomo una empresa”.

5 La idea de que la clave del problema de la globalización económica se halla en este contraste de movilidadesla encontramos en muchos autores. Por ejemplo en Jacoby (1995: IX): “El capital –es decir, el dinero y lascorporaciones– se hace cada vez más internacional, mientras que los trabajadores permanecen enraizados enparticular en lugares llamados naciones. A diferencia del capital la fuerza de trabajo tiene escasa capacidad demovilidad”. O el estudio de la OIT sobre “El trabajo en el mundo. 1997-1998": “El capital es hoy más mó-vil, al menos en teoría, frente al inmovilismo de los Estados y de los pueblos” (OIT, 1997: 74).

6 "Hoy, más que nunca, la política nacional depende de la empresa para el desempeño de las funciones de re-activación de la economía, de creación de empleos y de mejora del nivel de vida, que antes corrían a cargodel “Estado social” en gran medida” (OIT, 1997: 3).

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do de capitales7; b) los recursos de que dispone para cualquier tipo de operación, nacio-nal o internacional, superan a los de cualquier estado (con la excepción del de EstadosUnidos)8; c) una parte significativa del mismo opera directamente con los recursos mone-tarios que los Estados requieren9.

Estas condiciones de capacidad extrema de movimientos del capital financiero y de lanecesidad cuasi-extrema que los Estados tienen del mismo (para captarlo y mantenerlo)otorgan a aquél un poder condicionador de las políticas (económicas) difícilmente ima-ginable.

Si los Estados quieren retener o captar el capital financiero necesario para sus presu-puestos o, simplemente, para las empresas de producción material que operan en sus terri-torios tendrán que respetar sus intereses y sus reglas. Al final esos intereses y esas reglas seresumen en una exigencia: la estabilidad monetaria. Y desde un punto de vista político seconcretan en el respeto de una serie de prácticas que son las la hacen posible: imposiciónfiscal mínima del capital10, bajas tasas de interés y contención y reducción del déficit pú-blico (no importa si es a costa de una disminución de los gastos sociales). Imposición fis-cal, tasas de interés y déficit público: tres instrumentos fundamentales de los que se veníansirviendo los Estados para gobernar la economía y ordenar “equitativamente” sus socieda-des se van de sus manos y pasan al poder de los mercados financieros mundiales.

Así de unas reglas de regulación de la actividad económica y de las relaciones socio-la-borales que eran la expresión de una relativo equilibrio de poder entre los Estados y laeconomía de mercado se ha pasado a otras que tienden a no otorgar voz más que a estaúltima. Como la economía de mercado tiene que ser autónoma y libre de toda presiónexterior, todas las normas que limiten esa autonomía y libertad habrán de ser reconduci-das; incluidas aquellas que tienen que ver con las condiciones de empleo y de vida de tra-bajadores/ciudadanos, con el llamado mercado de trabajo y que puedan suponer una pér-dida en la estabilidad en el empleo y una reducción en la protección social. La economíade mercado puede ser eficiente y hacer más “ricas a las naciones” y, si se quiere, hasta a los

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7 "Cabe poner en duda la envergadura efectiva de la mundialización de las actividades industriales y de los ser-vicios, pero no de los mercados de capitales” (Evans J., citado en OIT, 1997: 10).

8 "Al derrumbarse a principios del decenio de 1970 el sistema de cambios fijos establecido por los acuerdos deBreton Woods, y con la supresión progresiva de los dispositivos nacionales de control de los capitales y de lasdivisas, medraron los mercados internacionales de capitales y proliferaron nuevos instrumentos financieros.Entre 1983 y 1993 triplicó el volumen de activos de los bancos en el extranjero y el de las transacciones enlos mercados de divisas rebasa cada día los 1,2 billones de dólares” (OIT, 1997: 10).

9 Piénsese que una de las condiciones para la incorporación al euro de los países de la Unión Europea era la deno superar en deuda pública el 60% (¡) de su PIB.

10 De hecho la imposición fiscal de las rentas de capital se ha visto reducida en casi todos los países industriali-zados (OIT, 1997: 77). La necesidad en que se han visto, sin embargo, de mantener el gasto público a pesarde su contención, les ha llevado a compensar aquella reducción con incrementos en la imposición de las ren-tas del trabajo (ver Rodrik, 1997).

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propios trabajadores; no por ello éstos vivirán necesariamente mejor ni las naciones sehallarán más cohesionadas socialmente.

Pero, si se admite la argumentación que se ha desarrollado, sabríamos algo más: sabrí-amos que, según parece y se nos presenta, no puede ser de otro modo; es la gabela (losdenominados “costes sociales") que hay que pagar por la globalización de la economía (ylas expectativas de futuro que ofrece).

IV. ¿La única política posible?La GE como transferencia de poder de los estados

Cuando se nos argumenta sobre la necesaria e inevitable adaptación que debe sufrir elorden social de todos los países (y, en particular, de los industrializados) ante el hecho dela globalización económica, se nos presenta esta globalización como un dato material in-amovible que está ahí y que, podría añadirse, nadie sabe cómo ha llegado o que lo ha he-cho por una especie de evolución natural del orden económico internacional. Y, sin em-bargo, no es así.

Si mercancías y capitales, físicos y financieros, pueden moverse libremente de un paísa otro, es porque, previamente, los Estados les han concedido esa libertad. Hace treintaaños no la tenían. Ni siquiera dentro de los “mercados únicos” actualmente existentescomo la Unión Europea y la NAFTA. El cambio no ha sido repentino, sino lento –decre-to a decreto, ley a ley, acuerdo internacional tras acuerdo internacional11–, pero impara-ble (y aún inconcluso).

Pero si han sido así las cosas, no puede concluirse que la mundialización de mercadosea un hecho natural ni resultado de un proceso evolutivo ineludible. El mercado mun-dial es el efecto de decisiones políticas tomadas desde el poder político de los Estados. Alfinal del trayecto los Estados se encuentran con que el poder ha cambiado de manos yque ahora son ellos los que tienen que obedecer los dictados y las reglas del nuevo merca-do, pero son ellos lo que han transferido.

La explicación y las razones últimas de este cambio pueden ser variadas12, pero, cuales-quiera que sean éstas, algo parece claro: ha habido y hay de por medio un verdadero pro-grama político de construir el orden social sobre nuevas bases. En la actualidad, cuando elmercado mundial es ya una realidad que parece imponerse con toda su fuerza y la raciona-lidad del mercado es asumida por casi todos los actores sociales y políticos como la racio-

Trabajo y globalización económica 49

11 El final del sistema de cambios Bretton Woods es de 1971, la nueva Organización Mundial de Comercio(OMC) de 1974-75.

12 Si nos atenemos a los planteamientos de la Escuela de la regulación, habríamos entrado en un nuevo régimende acumulación del capital por agotamiento del anterior de carácter keynesiano-fordista.

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nalidad por excelencia no lo parece así. Ya se decía más arriba: la “realidad” de la globaliza-ción no ofrece alternativa. Lo fue, no obstante, con toda evidencia en los años 70, cuandose estaba en el comienzo de su casi-radical puesta en marcha: los años de Reagan y de M.Tatcher13. La liberalización de la movilidad internacional de mercancías y capitales, la“mercantilización” de la economía internacional, era parte de un programa más generalque buscaba liberalizar también la economía interior por medio de desregulaciones y de laprivatización de lo público14. El ejemplo más ilustrativo a este respecto es el de la libera-ción del capital financiero y de sus instituciones: en todos los países industrializados ladesregulación exterior fue de la mano de la desregulación interior15.

Ahora bien, al situar la cuestión de la globalización económica (y, consiguientemente,sus repercusiones en el orden socio-económico interior de los países) en esta perspectivaes perfectamente coherente admitir la posibilidad de alternativas políticas viables que seplanteen desde el poder de los Estados y reordenen las reglas.

Dos razonamientos para apoyar este planteamiento. Primero. A pesar de los condicionamientos materiales que impone la globalización

económica y la fuerza con que parece haberse impuesto y asumido el pensamiento políti-co acerca del nuevo orden, hay países y estados que mantienen sin demasiados problemasaspectos fundamentales del orden anterior. Por ejemplo, Dinamarca. En este país el gastopúblico alcanza el 62% del PIB, su tasa de imposición obligatoria es del 52%, el salariomínimo horario es de 2080 pesetas, sus prestaciones por desempleo son del 90% del sala-rio con derecho a percibirlas durante cinco años y su tasa de desempleo es relativamentebaja, el 6,9% (con una tasa de actividad del 81,1% sobre la población en edad de traba-jar)16.

El segundo argumento tiene que ver con la Unión Europea y la reciente creación del“mercado único” y de una moneda única, el euro. Es mucho más “realista”, en el sentidode que tiene en cuenta la realidad y el discurso ortodoxo de la globalización (en especial elrelativo a la globalización financiera). Se sostenía más arriba que las nuevas reglas concer-nientes a la movilidad del capital financiero y el poder de que gozan en el plano interna-cional ciertas entidades que operan en él (por ejemplo, los fondos de inversión) limitan detal modo el poder de los Estados que difícilmente pueden éstos hacer otra cosa que some-terse a sus dictados. Pero si esto es así para los Estados tomados uno a uno, no lo es si se

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13 Sobre este tema ver Mishra (1996).14 Ver a este respecto el interesante artículo de Alonso (1996)15 Sobre este tema puede verse Regini, Kitay y Regalia (1999). En la obra hay un capítulo sobre el sector finan-

ciero español escrito por Miguélez, Prieto y Castaño.16 Todos estos datos, salvo los dos últimos, están recogidos de Gorz, 1997: 37. A título de recordatorio: la tasa

de actividad de la población española es del 60,1%. El contraejemplo de un país en el que la aplicación ex-trema de las reglas de un mercado autorregulado ha llevado a la destrucción de todo su tejido social-nacional(y de su propia riqueza, sean cuales sean sus parámetros de medida) es el de Rusia.

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toma como referencia a la Unión Europea en su conjunto. La entidad económica de ésta,y más después de la instauración del euro, le otorga suficiente poder, tanto en el conciertoeconómico de las naciones como frente al capital financiero mundial, como para liberarsede las reglas actuales e imponer otras que le permitan “recuperar una parte importante desoberanía estatal en el ámbito de la política monetaria, financiera y tributaria” (Martin ySchumann, 1998: 271). No queremos decir que pueda ser así de inmediato; de hecho laspolíticas actuales de la Unión Europea y de sus países van en el sentido de apoyar la lógicay las prácticas de un mercado mundializado: criterios de Maastricht, Pacto de Estabilidad,Banco Central Europeo independiente. Pero sí existe el poder económico material que lohace posible, un poder con capacidad para introducir reglas de “inmovilización” del capi-tal. Sólo (!) falta un cambio en el planteamiento político...

Queda, pues, espacio para la política, es decir, para una cierta recondución de la globa-lización económica. En todo caso, después de lo dicho, y por lo que respecta a la acciónsindical, algo debería quedar también claro: si quiere seguir luchando eficientemente porsus objetivos de siempre (defensa de los intereses de los trabajadores y dignificación de suscondiciones de trabajo y de vida), esa acción no puede ya moverse exclusivamente en el te-rreno de las empresas y de los espacios nacionales. Debe complementar esa acción y pre-sión en el ámbito político internacional de las políticas estatales. ■

Trabajo y globalización económica 51

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Empresas transnacionales y relaciones laborales: notas para un debate*

Rafael Muñoz de Bustillo LlorenteProfesor de Economía Aplicada Universidad de Salamanca

1. Introducción

El debate sobre el impacto de las empresas transnacionales (ET) en distintos aspectosdel bienestar de las personas me retrotrae a mis años de formación como economista enla Universidad Autónoma de Madrid. Una época en la que estaban muy recientes distin-tas intervenciones de empresas transnacionales (o multinacionales, como se denomina-ban en aquellos años) en apoyo a golpes de estado, de una u otra dimensión, en AméricaLatina, y se podían encontrar, por cierto en librerías ahora cerradas como resultado, almenos parcialmente, de la entrada en el sector de transnacionales del ocio, libros comoLas Multinacionales en América Latina, que recogía algunos de los materiales del TribunalRussell II, en los que se documentaba tales actividades. En un plano más teórico se deba-tía si la nacionalidad del capital afectaba a su comportamiento, o si por el contrario, lanaturaleza del capital era tal que su comportamiento respondía sólo a criterios de renta-bilidad y beneficio (obtención de plusvalía se diría) y por lo tanto carecía de “sentimien-tos patrios”. La opinión más extendida y, en cualquier caso, la única políticamente co-rrecta en aquella época, era considerar a las ET como encarnación de aquellos aspectosmás negativos del capitalismo, y por lo tanto necesariamente negativas para todos aque-llos países en donde operaban. Así y todo, también recuerdo de aquellos tiempos, máspropicios al debate económico que los actuales sometidos a la dictadura del “pensamien-to único”, una reflexión, quizás apócrifa, cuya autoría se achacaba a uno de los economis-tas sin lugar a dudas más brillantes del siglo, Joan Robinson, y alguien a la que, a mayo-res, no se podía tachar de políticamente conservadora. Esta autora señalaba que, para unpaís subdesarrollado había algo peor que tener una multinacional instalada en su territo-rio: no tener ninguna1. En esa misma época la multinacional Ford decidía finalmente ins-

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* Este texto tiene su origen en una conferencia pronunciada en las Jornadas sobre Globalización, trabajo y mo-vimiento sindical. Fundación Paz y Solidaridad. CC.OO. CES. Madrid 25-26 de Enero de 2000.

1 En la versión actual de Ulrich Beck: “Sólo hay una cosa peor que ser arrollado por las multinacionales: no serarrollado por ellas” (El País, 29/1/2001)

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talar una nueva factoría en Almusafes, Valencia, algo que paso a glosarse en el NODO dela época como un éxito del gobierno. En definitiva, paradójicamente, las ET eran las vi-llanas de la película, pero como jóvenes e inexpertas doncellas en los filmes de Drácula,los países caían inevitablemente bajo su hipnótico poder y se entregaban a ellas no ya sinresistencia sino hasta con placer y avidez. Con el paso del tiempo y el cambio de las ideo-logías, ser empresario se ha convertido en algo políticamente correcto, la incentivacióndel espíritu empresarial ha pasado a ser uno de los objetivos de las directrices comunita-rias en materia de empleo y las ET han pasado a ser cada vez más codiciadas por los paí-ses. Como señala el título de este capítulo, estas páginas tienen como objetivo recoger, acomienzos del siglo XXI, qué es lo que se puede decir del impacto del las ET sobre las re-laciones laborales. Si bien, antes de empezar, me gustaría indicar que dada la globaliza-ción creciente de la economía, gran parte de las cosas que se digan sobre las grandes ET,se podrían hacer extensibles a muchas otras empresas de dimensiones nacionales, ya queahora prácticamente cualquier empresa con un tamaño superior a un tamaño umbral nodemasiado grande puede ser, o actuar, como una ET. Con esa finalidad, en la sección se-gunda, y a modo de marco de referencia, se ofrecerá al lector algunos datos que le permi-tan situar la entidad de las empresas transnacionales a finales del siglo XX, así como suimportancia en el conjunto de la economía mundial. Posteriormente, en una tercera sec-ción se repasarán las formas concretas en las que la internacionalización de las empresaspuede afectar a las relaciones laborales. La cuarta sección se dedica a revisar las posiblesvías abiertas de actuación sindical para hacer frente a tales cambios. Por último, en la me-dida en que el análisis desarrollado se centra en el impacto de las ET sobre las relacionesen los países desarrollados, países estos que, a pesar de las tendencias desreguladoras delúltimo cuarto del siglo XX todavía cuentan con un entramado institucional de protec-ción de los derechos laborales más o menos completo, en la quinta sección nos pregunta-mos cuáles pueden ser los efectos de las operaciones de las ET en el caso de los países me-nos desarrollados. Países estos donde la protección de los derechos laborales es inexistentepor no ser éstos reconocidos, o poco efectiva por falta de recursos o voluntad política, yque, recordemos, tienen un papel secundario, pero creciente, en el conjunto de las activi-dades de las ET.

2. El crecimiento de las empresas transnacionales:situación a finales del siglo XX.

El proceso de liberalización de los intercambios de bienes y servicios que ha caracteri-zado el último tercio del siglo XX ha tenido también su equivalente en la esfera de lasempresas transnacionales. Así pues, esta segunda globalización de la economía (la prime-ra se habría producido a finales del XIX y principios del XX y habría entrado en crisis

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con el advenimiento de la Gran Depresión, el triunfo del proteccionismo y la II GuerraMundial) significaría no sólo que cada vez es más fácil comerciar, ya sea en bienes o servi-cios, con otros países, sino también que cada vez es más fácil para las empresas situar suproducción allí donde las circunstancias de costes o de acceso a mercados lo hace más in-teresante. La liberalización no sólo ha reducido las barreras arancelarias y no arancelarias,sino que ha puesto en marcha un proceso de facilitación de las inversiones extranjeras di-rectas, IED, ya sea mediante la adquisición de empresas locales vivas o mediante la cons-trucción de plantas nuevas. Tendencia que se comprueba perfectamente en el cuadro 1que recoge el número y tipo de cambios de la regulación sobre inversiones extranjerasacontecidos en la década de los 90, donde se aprecia de forma rotunda el contagio de esapolítica de desregulación de la inversión exterior, de forma que en 1999 el 93% de las ac-tuaciones de des o re-regulación efectuadas en 63 países lo fueron con la intención de fa-cilitar la IED.

Empresas Transnacionales y Relaciones Laborales: notas para un debate 55

91 92 93 94 95 96 97 98 99

Número de países que han

introducido cambios en sus

regímenes de inversión 35 43 57 49 64 65 76 60 63

Numero de cambios en la

regulación que son: 82 79 102 110 112 114 151 145 140

Más favorable a la IED 80 79 101 108 106 98 135 136 131

Menos favorables para la IED 2 .. 1 2 6 16 16 9 9

Fuente: UNCTAD (2001) Worl Investment Repor 2000, Cuadro 1.3, p. 4

Cuadro 1. Cambios en la regulación nacional de inversiones extranjeras, 1991-1999

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1982 1990 1999 1986-99 1991-95 1996-99

Entrada de Inversión

Extrajera Directa, IED 58 209 865 24 20 31,9

Capital derivado de la

entrada de IED 594 1761 4772 18,2 9,4 16,2

Fusiones y Adquisiciones

internacionales 151 720 26,4 23,3 46,9

Ventas de las afiliadas

extranjeras de ET 2462 5503 13564 15,8 10,4 11,5

Producción bruta de

afiliadas extranjeras de ET 565 1419 3045 16,4 7,1 15,3

Activos totales de

afiliadas extranjeras de ET 1886 5706 17680 18 13,7 13,5

Exportaciones de

afiliadas extranjeras de ET 637 1165 3167 13,2 13,9 12,7

Empleo en afiliadas

extranjeras (miles) 17433 23605 40536 5,6 5 8,3

Aportación

al PIB mundial (%) 5,32 6,61 10,13 –– –– ––

Aportación a las

exportaciones

mundiales (%) 31,21 27,92 45,95 –– –– ––

Aportación a la Inversión

mundial (%) 2,60 4,50 14,28 –– –– ––

PIB c.f. mundial 10611 21473 30061 11,7 6,3 0,6

FBCF mundial 2231 4648 6058 13,5 5,9 -1,4

Exportaciones de bienes

y servicios no factoriales 2041 4173 6892 15 9,5 1,5

Fuente: UNCTAD (2001) World Investment Report 2000, Cuadro 1.1, p. 2

Cuadro 2. Indicadores de Inversión extranjera directa 1982-1999

Valor a precios corrientes(Millardos de $)

Tasa de crecimiento anual(%)

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Un proceso que explica que a finales de la década de los 90 las 63.000 ET matrices ysus 690.000 afiliadas extranjeras aporten cerca del 10% de la producción mundial, mien-tras que en 1982 su peso se estimaba en alrededor del 5% del PIB mundial. En el cuadro2 se recogen una serie de indicadores que reflejan de forma clara el aumento del peso delas ET en estos tiempos de globalización.

Como se puede apreciar, todos los indicadores recogidos muestran un mayor creci-miento de las magnitudes asociadas a las ET que en el caso de la economía mundial. Así,mientras que en el período 1996-99 la inversión mundial caía a una tasa del 1,4% anual,la inversión extranjera directa crecía en un 31% y mientras que la producción mundial au-mentaba en un magro 0,6%, la producción de las empresas afiliadas a transnacionales cre-cía en un 15,3%. Todo ello hacía posible que en 1999 las ventas de las empresas filiales enel extranjero de las ET fueran prácticamente el doble de las exportaciones mundiales, yque la entrada de IED pasara de suponer en 1982 el 2,6% de la inversión (FBCF) mun-dial a suponer el 14% en 1999. De este modo, a finales del siglo XX las 100 primeras ETtenían 2 billones de dólares de activos en el extranjero, empleaban en el exterior a 6 millo-nes de personas y generaban unos ingresos por ventas de 2 billones de dólares. A modo decomparación, el valor del stock extranjero de estas cien primeras ET era equivalente al PIBde América Latina y el Caribe, o seis veces el PIB del África Subsahariana.

3. ET y relaciones laborales en los países desarrollados

Los efectos de la existencia de empresas transnacionales (ET) sobre las relaciones labo-rales, tanto en sus países de origen como en los países donde instalan sus filiales, es untema, como se ha señalado, con alguna tradición en los estudios de relaciones industriales,encontrándose cierta cantidad de literatura a principios de los años 702, especialmente enlo que se refiere a la experiencia americana. Posiblemente la crisis y sus efectos sobre los ni-veles de sindicación y la capacidad de negociación de los sindicatos haya hecho que estetema pasara a una situación de hibernación, para recuperar de nuevo su interés con la fir-ma del Acta Unica Europea y los primeros estudios sobre los efectos sociales de la creaciónde un mercado único por un lado y la creciente globalización de la economía por otro. Elnonagenario economista americano John Kenneth Galbraith, en su obra El CapitalismoAmericano (1956) nos ofrece un magnífico punto de partida para nuestro análisis. ParaGalbraith en aquella época el éxito del sistema de producción estadounidense, lejos de ex-plicarse por el funcionamiento de las fuerzas más clásicas del mercado –la competenciaperfecta entendida como ausencia de poder, competencia entre iguales– se explicaba por la

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2 Véase, por ejemplo, las ponencias del simposium sobre negociación colectiva internacional desarrollado en elInternational Institute for Labor Studies en 1969 y recogidas en H. Gunter (1972).

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existencia de contrapoderes –sindicatos– frente al poder de las grandes estructuras oligo-polísticas. En este esquema, la generalización de las ET significaría una ruptura de esteequilibrio de poder, que se inclinaría, con mayor o menor intensidad, como veremos, de-pendiendo de las características de la ET, a favor de las empresas, en la medida en que es-tas podrían traspasar el ámbito geográfico nacional en sus decisiones mientras que los sin-dicatos verían limitada su actividad por éste.

El efecto concreto de este cambio en las relaciones de poder se materializaría, al me-nos, en los siguientes aspectos:

a) La posibilidad de expansión en otros países con mejores condiciones laborales o dedesviar producción actualmente realizada en un país hacia otros –desinversión3– puedeactuar como amenaza implícita o explícita en los procesos de negociación colectiva4.

b) Menor efectividad de las acciones de huelga, en la medida en que la ET puede derivarhacia otros establecimientos en el extranjero parte de la producción perdida en el paísen huelga, con lo que el coste de la huelga para la empresa se vería considerablementereducido5. Este factor obviamente no operaría cuando la ET tuviera una estructura deconglomerado, y por lo tanto no pudiera derivar producción, y actuaría a favor delsindicato en el supuesto de ET integrada verticalmente, tal que la producción de unode los establecimientos se utilizara como input en otro.

c) En tercer lugar los sindicatos se enfrentan con mayores problemas a la hora de ob-tener la información necesaria sobre la evolución de la empresa para preparar su es-trategia negociadora. En la medida en que las negociaciones se realicen en el ámbi-to del sector y no de la empresa, este factor perdería importancia, aunque de todasformas podría afectar tanto al desarrollo del convenio como, en el caso de ET enposiciones “leader” en mercados concentrados, a la propia postura de partida tantode la patronal como de los sindicatos, en la negociación. Esta falta de información,

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3 O hacia otras zonas del mismo país, como ha ocurrido con el desplazamiento de parte de la industria auto-movilística americana desde Detroit hacia los estados “no sindicalizados” del sur.

4 Véase Kujawa (1971) para ejemplos concretos de esta práctica en el sector de ET del automóvil o ILO(1985). En todo caso, hay que tener en cuenta que los salarios y las condiciones laborales son sólo uno de losfactores considerados por las empresas a la hora de determinar la localización de su producción. Otros facto-res tenidos en cuenta, en muchas ocasiones con mayor peso en la decisión final, son: dotación de infraes-tructuras (incluyendo telecomunicaciones, estabilidad económica y política, oferta de mano de obra cualifi-cada, disponibilidad y coste del suelo, presión fiscal, importancia del mercado interno, etc.

5 Algo que, por supuesto, exige perfecta sustituibilidad de los productos entre las plantas productivas de unamisma empresa situadas en distintos países, junto con la existencia en éstas de capacidad ociosa instalada. Aeste respecto véase Muñoz de Bustillo (1986, pp. 86-90).

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que se manifiesta en la existencia en muchos casos de balances sociales tan solo enel ámbito de grupo, y que por lo tanto impide identificar de forma aislada el resul-tado de cada una de las empresas del mismo, se ve alimentada por la práctica de losllamados precios de trasferencia o precios nominales que las ET fijan en las transac-ciones de productos intermedios entre distintas empresas del grupo6. Este mecanis-mo permite a las ET situar los beneficios en aquellas divisiones/países con sistemasimpositivos más favorables y/o con mercados de trabajo menos exigentes, maqui-llando los resultados en el país donde no sea conveniente el presentar unos benefi-cios contables elevados7. Si tenemos en cuenta que se estima en alrededor de un 1/3del comercio mundial es comercio intraempresa, esto es entre partes de una mismaET, es fácil ver la importancia de lo anterior. Así, no es de extrañar que según unestudio del Congreso de los EE.UU. alrededor del 40% de las empresas extranjerasestudiadas no hubieran pagado impuestos en un periodo de 10 años, mientras queen 1987, un año de crecimiento económico, alrededor del 59% de las empresas ex-tranjeras no declaraban beneficios y consecuentemente no pagaran impuestos(Mishra, 1999).

d) Por último, las relaciones entre sindicatos y empresas también pueden verse afectadaspor la desvinculación física del centro de decisiones de los establecimientos producto-res en los distintos países. Aunque normalmente8 las decisiones laborales se deleganen las subsidiarias locales, otras decisiones de mayor alcance en el largo plazo, comolas referidas a nuevas inversiones o procesos de desinversión, normalmente se tomanen las oficinas centrales de la ET, a las que, también normalmente, no tienen accesolas centrales sindicales.

Todos estos elementos colocan a los sindicatos en una situación de inferioridad a lahora de desarrollar negociaciones con subsidiarias de ET en comparación con su posiciónfrente a empresas que operan exclusivamente en el ámbito nacional.

De todas formas, de lo anterior no se debe inferir que los salarios en los ET deban deser inferiores a la media de los sectores en los que operan. De hecho de los numerosostrabajos realizados sobre este particular (ILO, 1976) se desprende que una vez considera-dos los efectos que sobre los salarios tienen el tamaño de la empresa, el sector en el queopera, etc., no hay diferencias salariales significativas entre las ET y las nacionales, pu-diendo incluso tener salarios ligeramente superiores a los salarios medios del sector y/opaís, ya que las frecuentemente grandes diferencias entre los salarios del país de origen de

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6 Sobre este tema véase, por ejemplo, Rugman y Eden (1984).7 Para una revisión de los problemas asociados con esta práctica véase, por ejemplo, Caves (1982).8 Véase Kujawa (1979).

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la ET y los países donde sitúan sus filiales, junto con su mayor productividad, permitenciertas concesiones en este campo sin poner en peligro la generación del excedente desea-do. Además, la existencia de sistemas de negociación colectiva sectoriales actuará comoun elemento homogenizador a tener en cuenta.

4. Vías de actuación sindical

Los sindicatos a la hora de actuar ante las nuevas características que la existencia deET imprimen al mercado de trabajo, se enfrentan a dos posibles tendencias contrapues-tas. Por un lado, para los sindicatos de los países de origen de la ET a los efectos negativosde los factores a, b y c se le suman el efecto que las inversiones en el exterior pueden tenersobre su propio mercado de trabajo.

Aunque los efectos de las inversiones en el exterior en el mercado de trabajo en térmi-nos que equilibrio general, esto es, en términos globales, están lejos de ser claros y con-tundentes (Magiere, S.P. 1979)9, también es cierto que en términos de equilibrio parcialla opción de invertir en el exterior se va a traducir en una disminución o no aumento delempleo en el país de origen, al menos en el corto plazo. Desde este punto de vista, el sin-dicato tendería a presentar posiciones proteccionistas que podrían entrar en colisión conlos intereses de los trabajadores que se beneficiarían de la inversión en el país de destino,y por lo tanto supondría el enfrentamiento entre sindicatos de distinto país. No hace fal-ta acudir a los planteamientos de tipo solidario para demostrar que el enfrentamiento o lacompetencia entre sindicatos no sería un comportamiento eficiente. El problema plante-ado se puede interpretar de forma muy sencilla en términos de teoría de juegos/dilemadel prisionero, cuyo resultado demuestra que la opción de cooperación en términos es-trictamente egoístas o de maximización de la utilidad individual es más eficiente que elenfrentamiento.

Una vez desechado el enfrentamiento hay que preguntarse cuáles son las opcionesde los sindicatos frente al incremento del número de empresas transnacionales. Opcio-nes que tienen necesariamente que partir de la aceptación de las mismas como fenóme-no dominante en el medio y largo plazo de la estructura de las economías de rentas al-tas.

La actuación puede realizarse en tres líneas distintas pero complementarias, dos de lascuales serían prerequisitos para la tercera:

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9 Así, para que la IED derive en una caída del empleo en el país de origen de la ET tienen que darse los si-guientes supuestos: (1) la inversión tiene que ser totalmente sustitutiva con la que se habría desarrollado enel país de origen, (2) no debe generar un aumento de la demanda en la planta del país de origen, (3) los be-neficios repatriados no se reinvierten.

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1. Coordinación entre los sindicatos de los distintos países.2. Actuación en el campo político.3. Negociaciones transnacionales.

Lógicamente, la primera línea de actuación sería la creación de un sistema estable derelaciones entre los sindicatos nacionales con el objetivo de enfrentar a una estructurade producción transnacional una estructura sindical transnacional. En esta línea, la cre-ación de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) y de Federaciones Europeas dedistintos sectores10 supone un paso a delante en la formación de estructuras sindicalestransnacionales11. Sin embrago tanto la diversidad de los modelos sindicales existentesen Europa como sus distintos niveles de desarrollo, véase, por ejemplo, la figura 1 querecoge las distintas tasas de afiliación en los países de la UE, e infraestructura hacen quelos avances en esta dirección, en términos prácticos, vayan a una velocidad menor que ladeseable.

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10 FETM para las industrias metalúrgicas, UITAK para alimentación, ICEF para la química, energía y diversas,etc. Véase Northrup y Rowan (1977).

11 Un buen ejemplo de ello es el acuerdo alcanzado por los delegados sindicales de Ford en representación de16 países y 140.000 trabajadores de apoyar las huelgas en cualquiera de las plantas de la empresa negándosea incrementar la producción para compensar los efectos de las mismas (Gill y Law, 1988).

Figura 1. Afiliación sindical en la Unión Europea

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

80,10 79,30

51,9048,90

44,10 43,3041,20

32,90

28,90

25,60 25,6024,30

18,60

9,10

91,10

Suec

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ña

Fran

cia

Fuente: OIT, década de los 90.

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En segundo lugar, y complementariamente, estarían las actuaciones en el ámbito políti-co que se materializarían en un primer lugar en el apoyo de las organizaciones sindicales alos códigos de conducta para empresas multinacionales del tipo a las adoptadas por laOCDE en 1976 y la OIT en 1977, y en la presión para el desarrollo de la dimensión socialde la Europa Comunitaria. En esta línea hay que mencionar el interés de la Comisión enpotenciar el derecho de información y consulta de los trabajadores en el ámbito europeo, enun contexto en donde a las dificultades del movimiento sindical para desarrollar su dimen-sión supranacional vis a vis con la creciente internacionalización de las empresas, habría quesumar el desinterés de la UNICE (la patronal europea) por disponer de capacidad delegadaen esta materia12. Preocupación que se plasma en la Directiva 94/45/CEE sobre constitu-ción de un Comité de Empresa Europeo (CEE) o la habilitación de un procedimiento deconsulta a los trabajadores en las empresas y grupos de empresas de dimensión comunitaria.Esta directiva afecta a las empresas y grupos de empresas de la UE, que cumplan los si-guientes requisitos: emplear a 1000 o más trabajadores y emplear a 150 o más trabajadoresen dos estados miembros diferentes, obligándolas a “establecer las condiciones y medidasnecesarias para la constitución del CEE o de un procedimiento de información y consulta”.La Directiva recoge así mismo unas normas subsidiarias de obligado cumplimiento, en elcaso de falta de acuerdo entre la dirección y los trabajadores, sobre la composición y com-petencias del CEE, que incluyen su composición (de 3 a 30 miembros), la obligación dereunirse al menos una vez al año “para ser informado y consultado”, etc. El desarrollo deesta Directiva ha dado lugar a la aparición de dos modelos distintos de CEE, el conocidocomo Comité Conjunto, o “modelo francés” (dos tercios de los acuerdos), constituido porla dirección de la empresa y los representantes de los trabajadores, y el Comité de Trabaja-dores, o “modelo alemán”, formado exclusivamente por representantes de los trabajadoresque se reúnen bilateralmente con la dirección de la empresa. Sobre los 1.800 ET potencial-mente afectadas por esta normativa, a finales del 2000 se habían constituido 515 CEE (tansólo uno de ellos en España, correspondiente a la empresa REPSOL), perteneciendo la ma-yoría de éstos a los sectores del metal e industrias químicas13.

De la revisión de algunas experiencias concretas de CEE realizada por Lecher y Rüb(1999) se deduce que en la práctica se dan tres tipos de comportamiento: (a) los miem-bros de los CEE consideran a éste como una extensión de sus sistemas nacionales de rela-ciones laborales, y los utilizan para alcanzar sus objetivos nacionales, (b) los miembrosdel CEE del país origen de la empresa o grupo de empresas dominan el mismo y margi-nan a los miembros de otros países, (c) el CEE desarrolla una nueva identidad colectivaeuropea. Solo en este último caso la Directiva serviría para potenciar la integración de losdistintos sindicatos nacionales y crear bases para una acción coordinada de los mismos en

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12 Esta sección sigue el trabajo de Aragón et al (1999a).13 Para más información véase http://www.etuc.org/etui/

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asuntos europeos, reforzando así la actividad en este campo desarrollada por la Confede-ración Europea de Sindicatos. Un objetivo esquivo si tenemos en cuenta la dificultad quesupone unificar culturas laborales e intereses nacionales diversos14.

El objetivo final de negociación colectiva transnacional sólo podrá venir de la manode una armonización de las legislaciones laborales entre los distintos estados comunita-rios. Es obvio que mientras los mercados de trabajo y poderes adquisitivos sean distintosentre los países no se podrá realizar una negociación transnacional rígida y mimética delos convenios nacionales, lo cual no impide la puesta en marcha de mecanismos para evi-tar el llamado “dumping social” (aumento de la competitividad mediante la desviación dela producción hacia países con menores cargas/beneficios sociales asociados a la contrata-ción de mano de obra).

Curiosamente la defensa de le eficiencia está detrás de los argumentos que tanto defen-sores como detractores (UNICE) hacen de los, por ahora todavía escasos contactos entreET y federaciones de sindicatos. Para los últimos la eficiencia estaría garantizada por la au-sencia de intervención y por la reducción del ámbito de negociación al mínimo posible –laempresa/planta– en lo que se refiere a los representantes de los trabajadores aunque, porsupuesto, manteniendo la estructura de la ET; lo que significaría mantener y potenciar elactual desequilibrio a favor de las mismas. Para los primeros la coordinación transnacionalentre empresas y sindicatos se entiende como mejoradora de eficiencia en cuanto reduce laincertidumbre y permite, desde una aproximación microeconómica, el establecimiento depactos transnacionales que minimicen los conflictos asociados con la nueva organizaciónde mercado. Ciertamente la ola neoconservadora que ha protagonizado la década de los80 ha conducido a que la primera visión sea la dominante en la actualidad.

5. El caso de los Países Menos Desarrollados

Las reflexiones anteriores tienen como ámbito de referencia el impacto de la actividadde las ET en los países de renta alta, algo que tiene sentido tanto por la propia pertenenciade nuestro país a este grupo de países, como por ser todavía el mundo altamente indus-trializado el receptor, a la vez que emisor, de la parte mayoritaria de la Inversión Extranje-ra Directa, IED, y por lo tanto de la actividad de las ET15. Así, en 1998 los Países Desarro-llados eran el destino del 71.5% de la IED y el origen del 91,6% de la misma. Es más, la

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14 Obviamente el interés de la Comisión por el diálogo social no se agota con la creación de los CEE, existien-do otras muchas iniciativas comunitarias en este campo, como los pactos territoriales por el empleo, porejemplo.

15 Baste señalar que entre la lista de las 100 primeras ET elaborada por la UNCTAD sólo se encuentra una, Pe-tróleos de Venezuela, perteneciente a un PMD.

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ya de por si minoritaria IED que se dirige a los PMD está a su vez fuertemente concentra-da en 10 países, que en 1999 absorbía el 80% de la misma. A pesar de todo, como se pue-de apreciar en el cuadro 3, la IED tiene un papel creciente en los PMD, que no podemosdesdeñar por el hecho de que el mundo en desarrollo sea todavía un espacio marginal en eljuego de las inversiones de las ET. En todo caso, conviene señalar que el impacto de lasIED no tiene que coincidir exactamente con el que se recoge en las estadísticas aludidas.Así, cabe la posibilidad de que las ET estén llevando a cabo inversiones que, en su ausen-cia, emprenderían empresarios locales, por lo que lo único que al final cambiaría sería elagente inversor, pero no la inversión misma. Investigar si la IED da lugar a un proceso to-tal o parcial de sustitución de inversión local por inversión extranjera (crowding out), si,por el contrario incentiva, ya sea como reacción o por contagio o arrastre a la inversión lo-cal, (crowding in), o si el efecto sobre esta es nulo, esto es, no altera el comportamiento in-versor local, es el objetivo que se plantean Agosin y Mayer (2000) para un conjunto de 32países y el período 1970-96. El resultado obtenido es muy revelador. La IED parece haberexpulsado a la inversión interna en América Latina, incentivando a ésta en Asia mientrasque habría tenido un efecto neutro en África, donde cada unidad de IED incrementa lainversión total en prácticamente una unidad. Un resultado interesante ya que Asia es pre-cisamente la región que ha desarrollado una política de IED más selectiva, discriminandoentre proyectos, mientras que la liberalización en América Latina habría sido más generali-zada. Como conclusión, y con todas las cautelas, estos autores señalan la importancia dedesarrollar una política activa de IED para potenciar sus efectos sobre la inversión, y por lotanto PIB y empleo.

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Entradas en concepto de IED como % Inversión total

1986-91 1992-1996

Países Desarrollados 3,5 3,2

Países Menos Desarrollados 3,4 6,8

África 3,9 7,2

Asia 2,8 6,0

América Latina y el Caribe 5,3 9,5

Países del Este

y Centro de Europa 0,1 6,2

Fuente: Agosin y Mayer (2000), p. 2.

Cuadro 3. Inversión extranjera directa como % de la inversión total

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En este contexto de creciente actividad de las ET en los PMD, la pregunta obvia, queplantea muy oportunamente World Investment Report 1999, es si los crecientes dere-chos de los que disfrutan las ET no deberían verse complementados con una mayorasunción de responsabilidades sociales por parte de éstas.

Llegados a este punto, en las próximas páginas se ofrece una breve panorámica de lasprácticas laborales de las ET en los PMD, para detenernos con posterioridad en algo quequizá tenga mayor interés cual es la revisión de los mecanismos privados, esto es comple-mentarios de la acción reguladora pública, que se pueden activar para garantizar que elcomportamiento laboral (y por extensión, social y medioambiental) de las ET en losPMD cumpla con unos criterios de buena práctica. Algo especialmente importante ya queen gran parte de los PMD el sector público, aunque tenga voluntad, no cuenta en muchoscasos con los mecanismos mínimos necesarios para garantizar el cumplimiento de las re-gulaciones nacionales al respecto, o el poder para controlar las actividades de las ET.

Nos centraremos en este repaso en el comportamiento de empresas instaladas en lospuertos francos (Export Processing Zones, EPZ) que tanto han proliferado en los PMDen los últimos años como base de sus estrategias de desarrollo basado en el crecimientode un sector exportador, si bien, al contrario de los que normalmente se asume, las ETson sólo una parte minoritaria de las empresas instaladas en estas zonas, mientras que lasempresas mixtas suponen alrededor del 40%. Algo que sin embargo, se ve compensadopor el hecho de que la mitad de los de puestos de trabajo creados en las EPZ, hayan sidocreados por ET. En lo que se refiere a las condiciones laborales, y siempre con la cautelade que la generalización en este campo es difícil aunque solo sea por la insuficiente infor-mación disponible, se puede señalar:

– Los trabajadores en las EPZ trabajan más horas que en los países industrializados,pero su jornada es similar a la existente en sus países. Sólo en las Filipinas parece exis-tir una jornada más larga en estas zonas.

– Muchos países no han ratificado la Convención 89 que prohibe el trabajo nocturnopara las mujeres, lo que significa que hay un mínimo de 400.000 mujeres en turno denoche, algo que supone una ventaja en costes para las empresas de hasta el 30%.

– Los salarios, aunque son extraordinariamente bajos atendiendo a los estándares interna-cionales, son similares a los existentes en el resto del país. En este sentido las ET no desta-can por pagar salarios inferiores (en algunos casos ocurre todo lo contrario), sino porcombinar salarios propios de PMD con tecnología, organización y productividad de paí-ses industrializados, lo que hace el contraste más llamativo y por lo tanto sujeto a críticas.

– Los datos sobre la evolución salarial parecen indicar la existencia de un “ciclo salarial”según el cual las empresas empiezan su singladura productiva con salarios ligeramen-te superiores a la media, para ir perdiendo posición de forma que no es infrecuenteque transcurrido 10 o 15 años éstos sean ligeramente inferiores a la media.

Empresas Transnacionales y Relaciones Laborales: notas para un debate 65

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– La información disponible no permite señalar que la actividad sindical sea más difícilen estas zonas, aunque existen excepciones. Entre ellas aparece de nuevo Filipinas,donde están prohibidas las huelgas en las EPZ, Pakistán y Bangladesh, donde estaprohibida la actividad sindical en las EPZ, o Turquía donde existe una moratoria de10 años en lo referente a la ley de huelga. De las aproximadamente 1200 quejas reci-bidas a lo largo de los años por el Comité de Libertad de Asociación de la OIT sólo 2estaban relacionadas con EPZ.

– En muchos casos, los problemas no están en las propias ET, sino en las condicionesde trabajo de las empresas subcontratadas por éstas.

– La renuencia de muchos PMD a ratificar Convenciones Laborales importantes hacepensar que las empresas que operan en EPZ disfrutan de ventajas competitivas desleales.

Cuatro son las vías privadas (esto es, excluyendo la regulación en el país en el que ope-ra la ET) que se pueden poner en marcha con la finalidad de incentivar el desarrollo deprácticas laborales adecuadas en las plantas productivas de las ET localizadas en los PMD(Diller, 1999). La primera de ellas es la aprobación de códigos de conducta, como la De-claración de principios concernientes a las Empresas Multinacionales y la Política Social, de laOIT (aprobada en noviembre de 1977)17, la Guía para Empresas Multinacionales de laOCDE (publicada en 1976 y revisada por última vez en Junio de 2000)18 o la Resoluciónsobre estándares de la UE para empresas europeas que operan en países en vías de desarrollo:hacia un Código de Conducta Europeo (15/01/99). Los códigos de conducta, CC, son de-claraciones escritas que reflejan el compromiso con determinado comportamiento laboral,social, medioambiental, etc., de las empresas que los adoptan. La virtualidad de tales CCpuede traspasar el ámbito de la empresa que los adopta (o hace suyos), cuando ésta impo-ne tales comportamientos a posibles empresas colaboradoras en su país u otros países a lasque subcontrata parte de la actividad productiva. Se pueden habilitar sistemas para com-probar el cumplimiento del CC19. De acuerdo con un repaso de 215 códigos de conductarealizado por la OIT, las cuestiones relacionadas con la seguridad e higiene en el trabajoaparecían en alrededor del 75% de los CC, mientras que la eliminación del trabajo infan-til estaba presente en el 45%. Le seguía en importancia cuestiones salariales, con un 40%,y la no utilización de trabajo forzoso, 25%. En contraste con esto, el principio de libreasociación y negociación colectiva sólo aparecía en el 15% de los CC revisados. Un resul-

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17 El texto original se puede encontrar en http://www.ilo.org/public/spanish/standards/norm/whatare/lessfrml/dec_mne.htm.

18 El texto completo de la guía está disponible enhttp://www.oecd.org/daf/investment/guidelines/minbooke.pdf

19 Así, por ejemplo, en http://www.ilo.org/public/english/employment/multi/folup/index.htm se puedeencontrar el seguimiento de del cumplimiento de los principios recogidos en la declaración de la OIT efec-tuado por esta organización para el período 1992-95.

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tado que respondería al mecanismo poco transparente seguido en la elaboración de losCC, a la distinta importancia de los distintos aspectos de la práctica laboral en los distintossectores, y al grado de aceptabilidad de la práctica para la empresa.

En segundo lugar se pueden habilitar sistemas de etiquetado social, que funcionancomo indicadores externos del cumplimiento de terminadas prácticas laborales, etc., porparte de la empresa. Detrás de este tipo de prácticas normalmente se encuentra algunaONG en el país de origen de la ET20. Este tipo de actuaciones tienen la ventaja para la em-presa de mejorar la imagen de la misma, mostrando, por lo tanto, un valor añadido en tér-minos de marketing. Obviamente, estas iniciativas no se limitan a las ET, y se aplican so-bre todo tipo de empresas. Del análisis de algunas experiencias concretas de etiquetadosocial se desprende que los supuestos que se tienen que cumplir para que este tipo de pro-gramas tengan éxitos son muchos y, a menudo, de difícil cumplimiento. Tomemos comoejemplo el impacto del etiquetado en el sector de alfombras de la India, un sector con unafuerte orientación exportadora –el 20% del comercio mundial de alfombras procede de laIndia– dirigido a países con preocupación por el trabajo infantil (2/3 de las exportacionesvan a EE.UU. y Alemania) y, por lo tanto, adecuado en principio para este tipo de expe-riencias. Según estimaciones de la OIT existen alrededor de 130.000 niños indios implica-dos en esta industria, concentrada en el estado de Uttar Pradesh. Del completo análisis lle-vado a cabo por de Sharman, Sharma y Raj (2000)21 de las cuatro iniciativas de etiquetadosocial existentes en este sector (Rugman, Kaleen, STEP y Care & Fair) se desprenden lassiguientes conclusiones: a) existen problemas de coordinación entre las iniciativas, b) hayproblemas de control del cumplimiento del compromiso de no contratar a niños tantopor la extensión del área, como la falta de medios, c) dificultades para seguir la cadenaproductiva por la utilización de subcontratación, d) las inspecciones se centran en el traba-jo de los telares, mientras que el trabajo infantil también se encarga de otras tareas, c) elcampo de inspección es muy limitado, no incluyendo ni salarios ni condiciones de traba-jo, d) aunque hay consciencia de la importancia de complementar las acciones inspectorascon el ofrecimiento de oportunidades de educación para los niños y adolescentes, la in-fraestructura creada con esta finalidad es escasa y no se dirige de forma efectiva hacia elsector de las alfombras, e) hay evidencia de la existencia de un desplazamiento del trabajoinfantil desde las actividades sujetas a etiquetado social hacia otras como la confección desarees o restaurantes de carretera y agricultura, sectores estos fuera de la atención del go-bierno o las ONG. En conjunto los autores concluyen que “los programas de etiquetas

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20 De los 12 programas de etiquetado social revisados por la OIT, 11 se centraban en el trabajo infantil, la mi-tad en temas salariales, y en un tercio aparecía alguno de los siguientes temas: libertad de asociación, nego-ciación colectiva, seguridad e higiene en el trabajo.

21 Este trabajo se puede encontrar en:http://www.ilo.org/public/english/standards/ipec/publ/policy/papers/india/india.pdf

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han jugado un papel limitado a la hora de hacer frente al problema del trabajo infantil” (p.78). Es interesante señalar que, según estos mismos autores, y a pesar de las numerosas de-ficiencias: “parece que las medidas legislativas han sido más efectivas a la hora de reducir laincidencia del trabajo infantil”, como pondría de manifiesto el que todos los implicados,incluyendo los niños, fueran conscientes de las multas asociadas al incumplimiento de laLey de (Prohibición y Regulación) del Trabajo Infantil de 1986. Estas conclusiones soncompartidas por la evaluación del impacto de dos programas brasileños de etiquetado so-cial de trabajo infantil (Empresa Amiga da Criança y Pró-Criança) realizado por CEATS-Universidad de Sao Paulo (2000)22. Un país con una incidencia del trabajo infantil en ni-ños de 10 a 14 años del 13% en el sector urbano y del 44% en el mundo rural. En suspropios términos: “A pesar de los problemas, el etiquetado social guiado estrictamente porla racionalidad económica inherente al propio instrumento puede contribuir a reducir eltrabajo ilegal de niños y adolescentes, y mejorar sus condiciones de vida si se ejerce sufi-ciente presión por parte de los consumidores, distribuidores, importadores, autoridadeslocales e incluso gobiernos extranjeros y organizaciones internacionales. Pero no hay ga-rantía de que la etiqueta alcance, per se, ninguno de estos resultados, y tampoco se pudedesestimar la posibilidad de que las etiquetas sirvan a los objetivos de las empresas sin quebeneficien a los niños” (p. 93)

El etiquetado social es, de hecho, una vía estable para identificar un producto comofabricado de acuerdo con determinadas prácticas laborales y/o ecológicas consideradascomo satisfactorias y por lo tanto eliminar la posibilidad de que el consumidor compreun bien, por falta de información, que de otra forma no compraría. Una tercera vía paraalcanzar el mismo resultado, aún en ausencia de etiquetado social homologado, es lapuesta en marcha de campañas de denuncia y presión, normalmente por parte deONG y de activistas de derechos humanos, con el objetivo de hacer públicas las condi-ciones inadecuadas de producción de algunos bienes comercializados por empresas occi-dentales. En el caso de que exista una demanda de bienes “limpios”, esto es producidoscon unos estándares laborales y ecológicos determinados, la información dirigida a losconsumidores sobre empresas transgresoras de tales prácticas afectaría al resultado de ta-les empresas, mediante una caída en las ventas, incentivando su cambio de comporta-miento. Del análisis desarrollado por Elliott y Freeman (2000) sobre el impacto de lascampañas a favor del cumplimiento de unos derechos laborales mínimos se deducen al-gunas conclusiones de interés que pasamos a resumir a continuación.

En primer lugar, tras analizar el comportamiento de los consumidores ante cambiosen los precios y en la información sobre las condiciones de producción de los bienes,Elliott y Freeman concluyen que las empresas tienen mucho que perder en el caso de ser

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22 Véase: http://www.ilo.org/public/english/standards/ipec/publ/policy/papers/brasil/report.pdf

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identificadas como poco respetuosos con los derechos de los trabajadores, aunque tienenmuy poco margen de maniobra para aumentar precios en el caso de que sus productosestén fabricados de forma respetuosa con los derechos de los trabajadores. Eso explicaríatanto su falta de iniciativa para mejorar las condiciones de producción, como su rápidarespuesta cuando se pone en marcha una campaña de dimensiones importantes desvelan-do las malas condiciones de trabajo. Obviamente, el efecto dañino para la empresa de lascampañas de denuncia será tanto mayor cuanto más dependiente sea la empresa de suimagen a la hora de vender sus productos. Por ejemplo, es alto en el caso de Nike, unaempresa que al vender unas zapatillas deportivas está vendiendo una imagen, una formade vida, y que obviamente no quiere ser identificada con la explotación infantil: el men-saje pretende ser “yo no tengo límites” y no “yo soy un explotador de niños”.

En segundo lugar, Elliott y Freeman consideran cuatro posibles resultados derivadosde este tipo de campañas: (1) que empeoren las cosas al hacer que caiga la demanda y losprecios, afectando negativamente las condiciones de vida de aquellos a los que se preten-día ayudar, (2) que las cosas se queden como están al no ser la amenaza de reacción de losconsumidores considerada creíble por parte de la empresa, (3) que actúen de catalizadorde una mejora de los estándares laborales por parte de la empresa, al ser considerada laamenaza de reacción de los consumidores creíble y con un coste mayor que el derivadode mejorar las condiciones de trabajo, (4) que actúen de catalizador de un proceso detoma de conciencia del problema por parte de empresas, gobiernos y agencias internacio-nales. Del análisis de las campañas realizadas en los EE.UU. estos autores concluyen queno se habrían dado los resultados perversos 1 y 2, habiendo tenido cierto éxito sin em-bargo a la hora de presionar a las empresas para mejorar las condiciones de trabajo: “lascampañas de los activistas han tenido éxito a la hora de conseguir que las empresas de co-mercio minorista y los distribuidores más visibles23 desarrollen sus propios códigos deconducta relativos a estándares laborales” (p. 29), aunque nada garantiza que se alcancentales resultados, algo que en última instancia depende de la habilidad con la que se des-arrollen las campañas.

La cuarta y última vía sería la inversión con criterios de responsabilidad social. Eneste caso, a diferencia de los anteriores, es el inversor privado el que, directamente o me-diante fondos de inversión solidarios, pretende a la par de obtener rentabilidad económicade sus ahorros, que ésta no se consiga a costa de prácticas laborales, sociales o medioam-bientales criticables. Existen dos vías de instrumentar tal iniciativa. Por un lado se puederealizar un estudio previo de las empresas y proceder a invertir sólo en aquellas con uncomportamiento social satisfactorio. Alternativamente, se puede utilizar el poder queconcede la tenencia de acciones de una empresa para, mediante iniciativas de accionistas,influir en el comportamiento de la empresa. Esta última vía habría crecido en populari-dad en los últimos años en EE.UU. y Japón, aunque motivada por consideraciones me-dioambientales fundamentalmente.

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Desde una aproximación de problemas-ventajas se puede decir que:

(a) Dentro de las ventajas asociadas a este tipo de intervenciones destaca el ser, en loscuatro casos, mecanismos que estimulan la preocupación empresarial y de los consu-midores por los aspectos sociales y laborales de la producción de forma privada y me-diante el mecanismo del mercado. Por lo que se pueden activar a pesar de la falta decompromiso de los gobiernos.

(b) En lo que se refiere a los problemas destacan: (1) los beneficios son selectivos –no cu-bren a todas las empresas ni todos los campos–. (2) falta de transparencia en su deter-minación, (3) falta de fiabilidad y mecanismos de control, (4) los objetivos no tienenporqué ser los mismos no se tiene porqué compartir el criterio de justicia, (5) puedenminar los esfuerzos legislativos nacionales, (6) en última instancia pueden ser discri-minatorios para la empresa cumplidora al aumentar sus costes.

Como conclusión cabe decir que, reconociendo la bondad de estas iniciativas, muyprobablemente el mercado y la “sociedad civil” no basten para alcanzar estos objetivos,siendo necesario mantener la presión sobre los organismos e instituciones nacionales (go-biernos) e internacionales (ILO, OMC, etc.) que entienden de estas materias, y profundi-zar en la acción coordinada de los sindicatos nacionales. En este sentido, como señala CE-ATS-Universidad de Sao Paulo (2000), es importante subrayar que, los estándareslaborales en los que se basan las etiquetas sociales son a menudo los fijados por las propiasleyes nacionales y las convenciones de la OIT, como en el caso del trabajo infantil, de for-ma que “La responsabilidad de su cumplimiento recae, en última instancia, en el estado.La sociedad civil puede asumir un papel importante en la prevención y erradicación deltrabajo infantil, pero su papel seguirá siendo subsidiario a la acción del estado. Las etique-tas pueden ayudar pero no sustituir a la acción pública” (p. 99).

Obviamente, en la medida en que gran parte de las diferencias en derechos laboralesy sociales básicos responden a las diferencias en nivel de desarrollo, la mejor forma deconseguir un compromiso de mínimos es mediante el fomento de las medidas que im-pulsen el desarrollo en los PMD. Un objetivo que nunca debería perderse de vista en losdebates sobre el tema que nos ocupa. ■

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Globalización y empleoen Nicaragua

Oscar-René Vargas Profesor de Economía y Sociología. Universidad Centroamericana y Universidad Nacional de Nicaragua

La tendencia a la monopolización y a la multinacionalización del capital es consustan-cial al modo de producción capitalista; a partir de cierto nivel de desarrollo de las fuerzasproductivas esta tendencia se hace imperiosa, se impone como por necesidad. Mientrasduró la división del mundo en dos bloques aparentemente antagonistas, la globalizaciónencontraba trabas para desarrollarse. Con la caída del muro de Berlín, la desintegración dela Unión Soviética y el reflujo político del movimiento popular en el mundo, la globaliza-ción de la economía capitalista ha emprendido vuelo. Y, con ella, la precarización del tra-bajo, el desmantelamiento de la protección social y el reflujo político de los movimientosprogresistas. Muchos partidos progresistas se han licuado. Otros se han debilitado terrible-mente, han perdido cualquier credibilidad. La mayoría de los dirigentes políticos sufren eldeterminismo del mercado globalizado. Por otro lado, los sindicatos se ven confrontadoscon una dramática pérdida de su poder. El modo de producción capitalista se extiende, sinencontrar ya en su camino contrapoderes dignos de este nombre.

Las transformaciones sociales y económicas que se han desarrollado en el país desde1990 tales como: privatización de las empresas estatales con sus consiguientes despidosde trabajadores, destrucción de la minería estatal, liberalización del comercio y destruc-ción de la pequeña y mediana industria locales, aniquilamiento de la producción rural dealimentos basada en la pequeña y mediana producción, tendencia de anulación de hechode la reforma agraria vía congelamiento del crédito de la banca estatal a las cooperativascampesinas y pérdida paulatina o vaciamiento del pensamiento progresista en los princi-pales líderes del sandinismo oficial; han creado una Nicaragua enteramente diferente a lanacida con la revolución sandinista y han permitido que los gobiernos, en la década delos noventa, traten de consolidar una restauración conservadora.

El hambre, las enfermedades y las epidemias se apoderaron del país. La miseria y laconsecuente desmoralización, han caído pesadamente sobre los trabajadores. Los sectorespopulares, por lo tanto, se han vuelto más pasivos políticamente, y menos dispuestos a le-vantarse de la noche a la mañana contra la política de empobrecimiento de los últimosaños. A todo lo anterior, se une la falta de alternativa política y social resultante del grandebilitamiento de los sectores populares, cuyos sindicatos de obreros urbanos tradiciona-les (fabriles, construcción, estatal, etcétera) tienen escaso peso político en el ámbito na-

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cional y cuya base campesina radicalizada está alejada de los principales centros políticosde decisión. De ese modo, Nicaragua vive una grave crisis social y económica que no en-cuentra alternativa política viable y sostenible.

Los países centroamericanos combaten entre sí para atraer inversiones productivasefectuadas por industrias y empresas de servicios de capital extranjero1. Para ganar estabatalla, los países de la región, no vacilan en reducir, más aún, las ya débiles proteccio-nes sociales, las libertades sindicales, el poder de negociación de los asalariados, etcéte-ra. Por un efecto de retroceso singularmente perverso, la simple amenaza de pérdidadel empleo induce a los trabajadores a ceder, cada vez más, a las exigencias del capital,a consentir una reducción de la protección social (despidos, anulación de contratos co-lectivos, etcétera), en resumen, a precarizar, “fluidizar”, el mercado de trabajo2. Los tra-bajadores entran en competencia unos con otros. Tratan, todos, de trabajar y asegurar-se un empleo, un sueldo para el sostenimiento de su familia. Esta situación provoca ladesolidarización entre los trabajadores, la desmovilización del espíritu de lucha de losasalariados, la muerte, al suave, del sindicalismo; en resumen, el consentimiento ver-gonzoso, desesperado, a menudo, del trabajador a la destrucción de su propia digni-dad.

El avance de la democracia en Nicaragua es un hecho sobre el cual no se puedepolemizar: los partidos políticos compiten, ganan y pierden elecciones; los ciudada-nos votan y sus votos deciden; los medios de comunicación ejercen la crítica sin res-tricciones y una diversidad de voces se expresan con libertad, etcétera. Sin embargo, lajoven democracia nicaragüense gira sobre el eje de un entramado institucional débil,obsoleto y atrofiado. La herencia arrastra muchísimos pasivos: instituciones resque-brajadas por el peso ilimitado del poder presidencial; procedimientos y mecanismosconstitucionales oxidados por la falta de uso; grandes espacios de discrecionalidad; in-eficiencias burocráticas; corrupción e impunidad; inercias centralizadoras; y costum-bres, prácticas y arreglos al margen de la ley. El balance arroja unos saldos francamen-te raquíticos, desde luego insuficientes para sostener una gobernabilidad democráticaestable.

En la frágil democracia nicaragüense se ha abierto una grieta entre los sectores popu-lares: quienes tienen trabajo intentan por todos los medios conservarlo y combaten con-tra los que ya no lo tienen y, probablemente, nunca lo tendrán ya. La solidaridad, en esecampo, se quebró ya. En vez de hacer que florezca la riqueza generalizada para distribuir-la, el mercado globalizado ha creado un desorden desigualitario, la injusticia y la miseria.

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1 Roberto Artavia, Centro América no está preparada para la competitividad global, revista mensual ElObservador Económico Nº88, publicación de FIDEG, Managua, Nicaragua, mayo 1999, p.31-36.

2 Oliver Bodán, Código del Trabajo: manzana de la discordia, revista mensual El Observador EconómicoNº88, publicación de FIDEG, Managua, Nicaragua, mayo 1999, p.19-30.

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Pero la mano invisible del mercado globalizado no sólo destruye las sociedades, tambiénmasacra la naturaleza.

La globalización ha producido, también, su propia ideología: la ideología neolibe-ral. Legitima la globalización de capitales y la atomización del movimiento social.Justifica la venta “a precio de juate mojado” de los bienes públicos en nombre de la“desregulación”, “flexibilidad” y “depuración” de la economía. El proceso de privati-zación comenzó, a principios de la década de los noventa, al margen de cualquiercontrol público, lo cual ha permitido el incremento de la corrupción en los últimosaños3.

Situación Económica

El cambio político del noventa tuvo implicaciones profundas. La nueva administra-ción estaba interesada en la estabilización económica, pero especialmente en impulsarcambios en la economía y el Estado, revertir acciones y transformaciones de la década re-volucionaria e iniciar un rápido proceso de liberalización económica conforme las líneasgenerales y el modelo establecido por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario In-ternacional (FMI).

Política Económica

La estructura económica es distinta en 1999 de lo que fue en 1990: predomina laeconomía informal y se ha acentuado la concentración del ingreso. Si bien han mejoradolos indicadores macroeconómicos, ha producido efectos nocivos que tardarán décadas ensubsanar. No es posible ignorar el efecto negativo de las medidas aplicadas sobre la me-diana y pequeña empresa o el nivel general de bienestar de la población. Desde 1988, lapequeña y mediana industria empezó a vivir el calvario de las reestructuraciones sucesivase interminables, hasta que eventualmente entran en estado de quiebra. Con esta dinámi-ca se ha exacerbado el crecimiento de la economía informal.

La administración Chamorro (1990-1997) otorgó prioridad al logro de equilibriosmacroeconómicos, asignó al mercado un papel crucial en la activación de la economía yen la distribución de los recursos disponibles. La empresa privada fue señalada como elmotor del crecimiento económico, limitando el papel del Estado en la esfera productiva yde servicios, reservándole el papel de facilitador de la iniciativa económica privada y pro-motor de la plena integración de Nicaragua en el mercado mundial.

Globalización y empleo en Nicaragua 75

3 Oscar-René Vargas, Círculos del Infierno: corrupción, dinero y poder.

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El cambio de administración en 1997 no ha implicado cambios substanciales en la po-lítica económica. En 1998, el gobierno suscribió el segundo programa ESAF (Facilidadpara el Ajuste Estructural Ampliado, por sus siglas en inglés) para Nicaragua, que se en-cuentra en su segundo año de ejecución. La política monetaria, cambiaria y fiscal han sidolos instrumentos utilizados para reducir la inflación y sanear las cifras macroeconómicas.Como complemento se han impulsado la reforma al sistema financiero, la reorganizacióndel sector público, el redimensionamiento del Estado, la privatización de sus activos y par-te de sus funciones, la redefinición y reorientación del sistema de seguridad social y unprograma de desregulación de la economía que ha incluido la liberalización del comercioexterior e interior, la creación de condiciones para la integración del mercado regional cen-troamericano y la integración en bloques de mercado extraregionales.

Producto Interno Bruto

A partir de 1994, después de diez años de caída continua, se reanudó el crecimientodel Producto Interno Bruto (PIB), manteniendo desde entonces un modesto comporta-miento que se encuentra rezagado respecto al crecimiento de la población que aún man-tiene una tasa anual cercana al 3 por ciento. El PIB per cápita situado en 1989 en 501

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Variables 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

PIB 18,156.2 18,127.3 18,202.2 18,130.1 18,708.0 19,518.2 20,404.0 21,433.5 22,351.6

Crecimiento PIB -0.3 -0.3 0.4 -0.4 3.2 4.5 4.5 5.0 4.0

PIB/Habitante 4,690.6 4,532.7 4,406.7 4,251.1 4,250.7 4,436.0 4,534.2 4,659.5 4,681.0

Inversión 2,407.5 2,748.5 2,712.8 2,564.8 3,124.5 3,580.0 4,235.9 4,814.7 5,239.2

Inversión/PIB 13.3 15.2 14.9 14.2 16.7 18.3 20.8 22.5 23.44

Inflación 13,490.2 865.6 3.5 19.5 12.4 11.1 12.1 7.2 18.5

Exportaciones 330.6 272.4 223.1 267.0 351.2 526.5 670.5 746.1 612.7

Importaciones 567.4 668.7 770.9 669.9 784.7 865.0 1,052.3 1,300.0 1,390.5

Déficit Comercial - 236.8 -396.3 -547.8 -402.6 -433.5 -338.6 -381.8 -555.1 -777.8

Tasa desempleo 44.3 52.2 50.3 50.1 53.6 53.2 51.1 50.1 44.8

Deuda Externa 10,615.6 10,312.5 10,792.1 10,987.3 11,694.9 10,298.9 6,094.3 6,001.1 6,272.9

Evaluación de algunas variables macroeconómicas

Fuentes: Elaborado por ORV sobre la base de los datos obtenidos en los documentos: Banco Central de Nicaragua, InformeAnual 1990, 1991, 1992, 1993, 1994, 1995, 1996, 1997 y 1998. El PIB y la inversión están dados en millones de córdobas de1980. El PIB por habitante está en córdobas de 1980. Crecimiento del PIB, relación de la inversión con el PIB, la tasa de des-empleo e inflación en porcentajes. Exportaciones, importaciones y deuda externa en millones de dólares.

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dólares, se continuó deteriorando alcanzando su punto más bajo en 1993, iniciando lue-go una leve recuperación para alcanzar 468.1 dólares en 1998, cifra por debajo del PIBper cápita de 1960 (730.3 dólares de 1980). El PIB per cápita, como indicador de la dis-tribución de la riqueza económica entre la población, ha bajado en los últimos nueveaños, teniendo una variación acumulada entre 1990/1998 de (-8.5) por ciento. Las pro-yecciones del gobierno –según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN)–, basadasen que desde 1994 el PIB muestra un incremento continuo, estimaban que para el año2000 se alcanzaría un PIB per capita de 491 dólares anuales.

Lo anterior nos demuestra un profundo y creciente ambiente recesivo. Nicaragua seha convertido en el segundo país más pobre de América Latina. El crecimiento económi-co de los últimos años es pobre en creación de empleo; crece el desempleo y sus formasocultas se desarrollan con la informalización laboral4. La pobreza, que en la década de losochenta se desarrolló con el aumento de la inflación, crece con el auge del desempleo enla década de los noventa. El desempleo masivo ha agravado la exclusión social y aliena-ción política en Nicaragua.

Desempleo

La Dirección de Empleo y Salario del Ministerio del trabajo indica que la tasa de des-empleo abierto y subempleo en Nicaragua fue, en 1999, del 50.9 por ciento de la PoblaciónEconómicamente Activa (PEA), siendo el desempleo abierto de un 13.0 por ciento y el subem-pleo de 37.9 por ciento. De acuerdo a la información proporcionada por el Banco Centralde Nicaragua, la PEA anda actualmente muy cerca de 1.7 millones de personas5.

Globalización y empleo en Nicaragua 77

4 La encuesta urbana del Ministerio del Trabajo, de abril de 1999, da 9.3 por ciento de desempleo abierto,35.5 por ciento de subempleo y 55.2 por ciento de empleo permanente. Es decir, existe un 44.8 por cientode personas (PEA) con problemas de empleo.

5 Banco Central de Nicaragua, Indicadores Económicos Julio 1999, Volumen V, Número 7, publicación delBCN, Managua, Nicaragua, octubre 1999, p.32.

Evolución de la Tasa de Desempleo

1997 1998 1999

Tasa de Desempleo Abierto 12.4 12.1 13.0

Tasa de Subempleo 39.5 40.0 37.9

Tasa Total de Subutilización de la Fuerza de Trabajo 51.9 52.1 50.9

Fuente: Dirección de Empleo y Salario del Ministerio del Trabajo publicado en el diario La Tribuna, Año VII, Edición Nº2337, Ma-nagua, Nicaragua, martes 18 de enero de 2000, p.1B.

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De acuerdo al último informe de la Comisión para América Latina (CEPAL), cercade un millón de nicaragüenses en edad de trabajar se han trasladado hacia Costa Rica,Estados Unidos y otros países, lo cual explicaría la reducción de la tasa de subutilizaciónde la fuerza de trabajo en Nicaragua. Es decir, la reducción no es producto de la genera-ción de empleos interna, sino por la migración. El que se va es un desempleado que bus-ca un empleo, por ejemplo cerca del 50 por ciento de la fuerza de trabajo agrícola deCosta Rica es nicaragüense.

Es tan grande la migración que en Nicaragua ya no se puede hacer ningún análisis so-bre la mano de obra, el empleo o los salarios, si no se toma en cuenta una variable tan im-portante como es un millón de personas edad de trabajar se encuentran en el extranjero.Por ejemplo, las exportaciones alcanzan la cifra de US$500 millones de dólares, y se reci-be remesas de los trabajadores a sus familias por más de US$600 millones de dólares.

Los altos niveles de subutilización de la fuerza de trabajo han venido acompañada poruna disminución del poder adquisitivo de los salarios. Si comparamos el salario real pro-medio nacional de 1991 con el de abril de 1998, se puede apreciar una mejoría relativa,ya que han subido en un 21.96 por ciento. Mientras tanto, la inflación acumulada entre1992 y 1998 fue de 85.3 por ciento6, bastante baja con relación a los ritmos de 1990 y1991 cuando alcanzó 13,490.2 por ciento y 865.6 por ciento respectivamente7. Sin em-bargo, lo más grave de los datos entre 1992 y 1998 es que el nivel de la inflación en losproductos alimenticios ha crecido a un ritmo mucho mayor que la inflación total. Estosignifica que la mayoría de la población empobrecida, que ocupa entre el 80 y 90 porciento de sus ingresos para la compra de bienes alimenticios, se ha visto más afectada porla inflación de los últimos años.

Distribución del Ingreso

Con relación a la distribución del ingreso, observamos que de acuerdo a un estudiorealizado por el Ministerio del Trabajo, publicado en 19948, el 73.75 por ciento de losocupados percibían el 34.64 por ciento de los ingresos. En cambio el sector más alto delos ocupados (9.08 por ciento de los ocupados) recibía el 40.99 por ciento de los ingresostotales. El sector medio, que representa el 17.17 por ciento ocupados, percibía el 24.37de los ingresos totales. Esta situación no ha cambiado; en el mejor de los casos ha perma-necido igual. Durante 1997 se compraron 7,217 vehículos nuevos en las casas comercia-

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6 Banco Central de Nicaragua, Informe Anual 1998, p.22.7 Banco Central de Nicaragua, Informe Anual 1994, p.58.8 Ministerio del Trabajo/Dirección General de Empleo y Salario, La situación del empleo urbano en Nica-

ragua. Resumen Global de ocho ciudades, Mimeografiado, Managua, Nicaragua, junio de 1994, p.22.

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les establecidas en el país con un valor promedio de 20.0 mil dólares por unidad a unmonto total de 144.3 millones de dólares. Este valor es superior al monto total que el Es-tado nicaragüense invirtió en salud y educación durante 1997. Esto demuestra que la dis-tribución del ingreso sigue igual o peor.

Poder de Compra

La inflación entre 1992 y 1998, fue lo suficientemente alta para producir una caídaen el poder adquisitivo de los salarios. Es decir, los asalariados experimentaron una re-ducción en los ingresos reales y en la capacidad de consumo, a la vez que vivieron unamayor inseguridad laboral. Por eso, la pobreza tiene una expresión productiva, asociada auna limitada capacidad de generar ingresos. Un producto directo del desempleo y el de-terioro de los salarios, ha sido la ampliación de la pobreza en Nicaragua. Para 1999, elgobierno y la empresa privada impulsan una nueva reforma laboral que facilite las nego-ciaciones –esto es, que debilite aún más al sujeto que trabaja– y que reduzca significativa-mente los costos de las empresas, siempre con el argumento de que así mejorarán sucompetitividad.

La reducción del poder de compra del salario real promedio entre 1991 y mayo de1999 fue del 43.75 por ciento. Lo que significa una caída promedio del poder compradel orden de 6.08 por ciento anual. Un producto directo del desempleo y del deteriorode los salarios, ha sido la ampliación de la pobreza. Por ejemplo, en 1991, con un salariomensual promedio se podía comprar 1.44 canastas básicas. En mayo de 1999, con el mis-mo salario promedio no se podía comprar ni una canasta básica. Aún cuando las áreas ur-banas presentan cifras elevadas de pobreza y de extrema pobreza, son las áreas rurales lasque están mayormente afectadas.

Globalización y empleo en Nicaragua 79

Evolución del Poder Compra del Salario Real

Años Costo Canasta Salario Real Cuántas Canastas

Básica Promedio Nacional Básicas compra

Salario Promedio

1991 718.0 1,032.7 1.44

1997 1,402.8 1,195.9 0.85

1999-mayo 1,637.3 1,348.7 0.82

Fuente: Elaborado por ORV sobre la base de los datos obtenidos en el documento: Banco Central de Nicara-

gua, Indicadores Económicos. Julio de 1999, Volumen V, Número 7, octubre de 1999, p.28 y 38.

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Inversión Extranjera

La inversión privada nacional ha crecido y la inversión extranjera directa ha mostradodinamismo en la segunda mitad del decenio, concentrándose en actividades de construc-ción, servicios, industria, minería, energía, turismo y acuicultura. En 1991 el monto to-tal de la inversión extranjera directa registrada fue de 42 millones de dólares, mantenién-dose en niveles similares hasta 1994, ascendiendo a partir de entonces hasta llegar en1998 a un monto registrado de 184 millones de dólares. El 61 por ciento de las inversio-nes son de empresas norteamericanas. La ley de inversiones extranjeras fue modificada ainicios de la década de los noventa para facilitar condiciones a los inversionistas extranje-ros, recientemente se ha anunciado una nueva reforma y se ha promulgado una ley queconcede beneficios especiales a las inversiones en el sector turístico.

La “Guía Comercial” de 1999, elaborada por la sección económico-comercial de laEmbajada de Estados Unidos en Managua, registra que desde 1991 Nicaragua ha logra-do un progreso significativo en materia de apertura a la inversión extranjera. Según el do-cumento el flujo de inversión directa extranjera se ha duplicado en los últimos años, pa-sando de 97 millones de dólares en 1996 a 195 millones de dólares en 1999. Se estimaque por lo menos un tercio proviene de empresas norteamericanas. Y del total de 397 mi-llones de dólares en nuevas inversiones registradas desde 1997, se calcula que por lo me-nos un tercio proviene de fuentes externas9.

Sin embargo, según la evaluación trimestral de The Economic Inteligence Unit deLondres, publicada el 17 de septiembre de 1999, Nicaragua está considerado como unpaís de alto riesgo para invertir (65 puntos, siento 100 lo más riesgoso), mientras que en lamayoría de las categorías (política, liquidez y estructura económica) obtiene la clasifica-ción “D”, siendo “A"10 el indicativo de menor riesgo y el “E” el de mayor11. El pacto políti-

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Monto total de las Inversiones Extranjeras Directa en Nicaragua (1990-1999)

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

–– 42 42 40 40 75 97 173 184 195

Fuentes: Elaborado por ORV a partir de los datos de los siguientes documentos: (1) Rolando Flores, Crecimiento a pesar de lafalta de un plan estratégico, publicado en el semanario Confidencial, Año 3, Edición Nº107, Managua, Nicaragua, semana del 23al 29 de agosto de 1998, p.11 y 12. (2) Kattya Sedó, Nicaragua apuesta por la inversión extranjera, publicado en la revista men-sual El Observador Económico, Edición Nº91, Managua, Nicaragua, agosto de 1999, p.22-25. Montos en millones de dólares.

9 Caso ENRON: otra mala señal para inversionistas, publicado en el semanario Confidencial, Año 3, Edi-ción N°151, Managua, Nicaragua, semana del 18 al 24 de julio de 1999, p.3.

10 La clasificación incluye los siguientes niveles: “A” va desde un índice de 0 al 20; “B” de 21 a 40 puntos; “C”de 41 a 60 puntos; “D” de 61 a 80; y “E” va de 81 a 100 puntos.

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co podría traer, en el futuro, una mejoría en la gobernabilidad en el corto plazo y, por lotanto, bajar el puntaje de riesgo de moneda; sin embargo, la inquietud sobre la transpa-rencia disminuye este impacto. El debilitamiento institucional y desigualdades sociales sonfactores importantes para mantener el alto riesgo para invertir12.

Comercio Exterior

La producción exportable se ha recuperado y su comportamiento inestable ha estadoinfluido por las variaciones en los precios internacionales de los principales rubros. El dé-ficit comercial ha avanzado desde 1990 y ha llegado a constituirse en desequilibrios co-merciales crónicos. El déficit comercial no sólo se mantiene alto sino que crece año conaño desde 1990, cuando representaba el 24 por ciento del PIB. En 1998 pasó a ser el37.9 por ciento y según las proyecciones del Banco Central de Nicaragua (BCN) para1999 la tendencia será la misma. El déficit comercial de US$555.2 millones de dólaresen 1997 se incrementó en 1998 y 1999, debido a las perdidas en las cosechas, las expor-taciones disminuyeron y aumentaron las importaciones para satisfacer las necesidades dela reconstrucción.

Paralelamente las importaciones fueron estimuladas, desde 1990, con el expreso obje-tivo de restablecer las redes comerciales, liberando el mercado de divisas, desmantelandolas barreras arancelarias, conforme los estímulos de la integración centroamericana y eli-minando casi todo tipo de control a las importaciones. Actualmente existen restriccionesa la importación de algunos productos que como en el caso del azúcar se favorece un pre-cio interno sensiblemente más alto que el del mercado internacional. Eso explica el rápi-do crecimiento de las importaciones doblando el crecimiento de las exportaciones y am-pliando la brecha comercial.

La brecha de la balanza comercial –la diferencia entre lo se importa y lo que se expor-ta– se financia con recursos externos: con ayuda externa o con un mayor endeudamientodel país. Según cifras del BCN, las exportaciones de 1997 generaron US$746.1 millonesde dólares, mientras que en 1998 bajó a US$612.7 millones de dólares, cifra que incluyelos efectos negativos del Mitch, reflejando una caída del 17.9 por ciento. Para 1999, deacuerdo a cifras del BCN, se espera que las exportaciones caigan a US$578.5 millones dedólares y las importaciones suban a 1,578.9 millones de dólares, aumentando el déficitcomercial en casi cinco veces con relación a 1990. Entre 1990-1999, el déficit comercialacumulado es de US$5,152.3 millones de dólares.

Globalización y empleo en Nicaragua 81

11 Economist Inteligence Unit, Country Risk Service, London, England, september 17, 1999.12 Nicaragua: nivel de riesgo “D”, publicado en el semanario Confidencial, Año 4, Edición N°170, Mana-

gua, Nicaragua, semana del 28 de noviembre al 4 de diciembre de 1999, p.1, 4 y 5.

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Según cifras del Banco Central de Nicaragua, el déficit comercial pasa de un ya muyalto 36 por ciento del total de las importaciones en 1996, a 48 por ciento en 1997 y 58por ciento en 1998. Durante los primeros seis meses de 1999 llega al 60 por ciento13.Todo lo cual nos indica que esta situación, de seguir así, es insostenible. El financiamien-to externo concesional y las transferencias familiares este problema, en el corto plazo nose puede depender por mucho tiempo de bienes adquiridos en el exterior sin tener las ex-portaciones necesarias para poder pagarlos. Además el desequilibrio externo amenazapermanentemente de aumentar la deuda externa.

Cooperación Internacional

La economía tiene una alta dependencia del financiamiento externo para superar susdesequilibrios y cerrar su brecha comercial. “La economía (nicaragüense ha crecido en losúltimos años)… gracias a que la ayuda externa ha contribuido con cerca de 1/5 delPIB"14. Nicaragua ha estado dependiendo en alto grado del flujo de la ayuda internacio-nal para satisfacer su demanda de financiamiento internacional, las donaciones y présta-mos oficiales brutos representan un promedio del 22 por ciento del PIB durante los últi-mos años. El monto total de financiamiento externo recibido por el país desde 1990hasta 1998 asciende a 5,159.4 millones de dólares, de los cuales 2,729.9 millones de dó-lares, el 52.9 por ciento corresponde a préstamos y el resto a donaciones y otras transfe-rencias.

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13 Oscar Zamora S., El optimismo gubernamental vs. la incierta situación económica, publicado en el se-manario Confidencial, Año 4, Edición Nº171, Managua, Nicaragua, semana del 5 al 11 de diciembre de1999, p.9.

14 Banco Mundial, Memorándum del Presidente de la Asociación para el Desarrollo Internacional y laCooperación Financiera Internacional para los directores ejecutivos sobre una Estrategia de ayudapara el país por parte del grupo del Banco Mundial para la República de Nicaragua, Reporte Nº17496,Mimeografiado, Unidad General del Area Centroamericana, Washington DC, Estados Unidos, 18 de marzode 1998, Anexo C, p.10.

Años Cooperación Donaciones Préstamos Divisas Recursos

Externa Líquidas Atados

1998 360.0 102.4 257.6 144.4 215.6

1999 510.7 142.8 367.9 187.0 323.7

Fuente: Elaborado por ORV sobre la base de documentos oficiales del Banco Central de Nicaragua y de laSecretaría de Cooperación Externa. Cifras en millones de dólares.

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Deuda Externa

La demanda de recursos continúa presionando el nivel de endeudamiento externo. Ni-caragua es uno de los países pobres más endeudados del mundo y posee la deuda externamayor de Centroamérica. El saldo total de la deuda externa pasó de US$9,597 millones dedólares en 1989 a US$11,695 millones de dólares en 1994, reduciéndose luego hasta llegara US$6,001millones de dólares en 1997, producto de la reestructuración y compra de deu-da. El cumplimiento puntual del pago del servicio y la demanda de recursos para la econo-mía han estimulado nuevo endeudamiento, haciendo crecer el saldo total en el 4.76 porciento para alcanzar US$6,287.1 millones de dólares para finales de 1998. Para diciembrede 1999, se calcula que la deuda externa total llegará US$6,541.6 millones de dólares y conuna deuda externa per capita de US$1,200 (un mil doscientos dólares por persona)15.

El servicio de la deuda efectivamente pagado en 1998 fue equivalente al 56.54 porciento del valor de las exportaciones y representó el 25 por ciento del gasto total del go-bierno central, lo que mantiene una rigidez muy alta en la disponibilidad de recursospara el gasto social. Por cada dólar que Nicaragua exportó como promedio entre 1995-1998, tuvo que destinar 56 centavos para pagar el servicio de la deuda, quedándose sólo44 centavos, por cada dólar exportado, para hacer frente a sus necesidades.

El país ha sido considerado elegible para la Iniciativa para Países Pobres AltamenteEndeudados (HIPC, por las siglas en inglés), un programa administrado por del FMI y elBM para reducir el monto total de la deuda externa hasta en un 90 por ciento (Términosde Colonia/Alemania de 1999), en dependencia del cumplimiento riguroso en tiempo yforma de las medidas de ajuste y estabilización. Entre las más importantes acciones pen-dientes se encuentran la conclusión del proceso de privatización de empresas de serviciopúblico, otros activos y funciones del Estado como parte del programa de reducción yajuste del aparato estatal que se inició en 1990.

Es probable que en el contexto de la HIPC, sean condonadas algunas deudas anterio-res a 1988, correspondientes al Club de París. Pero, cerca del 40 por ciento de la deudaexterna que acumula Nicaragua, en 1999, es deuda nueva contratada después de 1990.Es difícil, por lo tanto, que la iniciativa HIPC resuelva por sí misma el problema de ladeuda nicaragüense16. El endeudamiento de Nicaragua a partir de 1990 ha sido con losorganismos multilaterales en su mayor parte y eso es preocupante, porque las deudas conlas agencias multilaterales no se pueden dejar de pagar y esos organismos exigen condi-ciones muy fuertes, como los ajustes del ESAF.

Globalización y empleo en Nicaragua 83

15 Nicaragua: nivel de riesgo “D”, publicado en el semanario Confidencial, Año 4, Edición N°170, Mana-gua, Nicaragua, semana del 28 de noviembre al 4 de diciembre de 1999, p.5.

16 Grupo Propositivo de Cabildeo, La Deuda Externa y nosotros, Editorial GPC, Managua, Nicaragua, sep-tiembre de 1999, p.36.

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Situación Social

La sociedad nicaragüense ha experimentado profundos cambios en los últimos años. Seprodujo un brusco descenso en la calidad de vida de las clases medias vinculadas al empleopúblico y privado; procesos de movilidad ascendentes en algunos sectores de los pequeños ymedianos comerciantes; disminución de los trabajadores asalariados con la consiguientepérdida de influencia de los sindicatos en el escenario de la política nacional; surgimientode un nuevo tipo de funcionario con altos niveles de ingresos pero con una formación pro-fesional media; élites empresariales que tratan de adaptarse con variado éxito a las nuevasreglas de la política económica delineadas por el FMI y el BM; difusión masiva de valoresvinculados al consumo y acceso muy diferenciado a ellos. La política neoliberal ha consoli-dado un marcado proceso de diferenciación social. Mientras un grupo social minoritario haconseguido cierto éxito en sus actividades económicas, otros tratan con suerte diversa de al-canzar el mínimo para la sobrevivencia de su grupo familiar, la gran mayoría de ellos sonempujados a la marginación. En el campo y en las ciudades se incrementan las extensas zo-nas de pobreza extrema y pobreza. El desarrollo agrícola es elemental para la reducción de lapobreza en Nicaragua, pero una gran cantidad de los pequeños productores, encargados dela producción de granos básicos son pobres. Estos se localizan en tierras marginales frágilesen sentido ambiental y no rentables para los sistemas de cultivos tradicionales. La pobrezaprevalece más en el área rural, ya que nueve de cada diez habitantes es pobre.

Gasto Social

La política económica ha hecho énfasis en la reducción del déficit fiscal básicamentea través de la reducción del gasto público. El Estado ha contraído su participación en laprovisión de servicios básicos a la población, dejando bajo la responsabilidad y capacidadde las familias la satisfacción de esas necesidades, generando más desigualdades. La pro-porción del gasto social nominal con relación al gasto del gobierno central, creció entre1990 y 1994, pasando del 32.46 por ciento al 42.5 por ciento, desde entonces descendióde manera ininterrumpida hasta llegar al 33.68 por ciento en 1997, sin embargo, el gas-to real del sector ha sido menor. El gasto social per capita (en dólares de 1996) fue de 57dólares en 1990, bajando hasta 50 dólares en 199617. En el presupuesto de 1999, el áreasocial recibió el 43.8 por ciento de los fondos, el Ministerio de Salud fue el principal be-neficiario con distribución gubernamental al recibir C$1,760 millones de córdobas deun total de C$4,123 millones de córdobas para el área social18.

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17 Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Análisis de Situación de la Niñez Nicaragüense,publicación de Unicef, Managua, Nicaragua, 1999, p.140.

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Agua y saneamiento

El impacto de la política restrictiva del gasto social ha conllevado el deterioro de lascondiciones higiénico sanitarias de la población. El suministro de agua potable y la co-bertura de alcantarillado sanitario se mantienen al mismo nivel que a principios de ladécada. Según cifras oficiales, solamente el 59 por ciento de la población poseía sumi-nistro de agua potable en 1998, apenas el 1 por ciento más que en 1990. La coberturade alcantarillado sanitario alcanzaba apenas al 19.08 por ciento de la población en 1990y se mantiene en un 19.9 por ciento en 1998. A finales de 1998, casi dos millones denicaragüenses carecía de agua potable y tres millones ochocientos mil carecían de alcan-tarillado19.

Salud

Del lado de los servicios de salud la situación no es mejor. Contrario a lo sucedi-do con el gasto público en salud20 durante la década del ochenta, en ésta década latendencia es decreciente, pasando de 132.1 millones de dólares promedio del quin-quenio 1985-1989 a 79.3 millones de dólares para 1990-1999, lo que equivale a unadisminución del 40 por ciento. La reducción del gasto estatal en salud supone unadisminución en la cobertura y prestación de servicios, que intenta ser compensadapor las familias en correspondencia con sus ingresos, esto deja a la población pobresujeta a un mayor deterioro de su situación, con poco o ningún acceso a servicios desalud.

Globalización y empleo en Nicaragua 85

18 Oliver Bodán, El “pastel presupuestario” de 1999, revista mensual El Observador Económico Nº85, pu-blicación del FIDEG, Managua, Nicaragua, marzo de 1999, p.5-11.

19 Oscar-René Vargas, Nicaragua: después del Mitch…¿qué?, Segunda Edición, publicación del Centro deEstudios de la Realidad Nacional, Managua, Nicaragua, noviembre de 1999, p.86.

20 Incluye presupuesto del MINSA y gasto de salud de las fuerzas armadas y del Ministerio de Gobernación y elaporte estatal al régimen de salud y maternidad de la seguridad social.

Año 1990 1994 1996 1997 1998 1999

Presupuesto 588.1 576.4 633.0 657.0 714.8 881.9

% Salud/PIB 4.3 4.1 4.2 4.2 4.3 5.0

Fuente: Elaborado por ORV a partir de las cifras oficiales proporcionadas por el Ministerio de Hacienda yCrédito Público y el Banco Central de Nicaragua. Cifras en millones de córdobas de 1995.

Presupuesto de Salud

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Las estadísticas oficiales registran tasas de crecimiento en el presupuesto, pero en unaproporción menor al incremento de la población. Por ejemplo, en 1998, de acuerdo a laOrganización Mundial de la Salud, el sistema de salud de Nicaragua ocupaba el sitio nú-mero de 14, entre 20 países latinoamericanos, por tener menos médicos por cada 10 milhabitantes y menos camas por cada mil habitantes.

La condición de pobreza de quienes tienen acceso al sistema de salud, les impide obtenerlos medicamentos necesarios. A mediados de la década, una encuesta sobre demanda de ser-vicios de salud encontró que el 84.6 por ciento de las personas que no recibieron medica-mento en la unidad de salud, no lo compró en las farmacias, por considerarlo muy costoso21.

Educación

La educación se considera esencial al desarrollo integral y como una vía eficaz paramejorar las oportunidades para los pobres y su condición de vida. Durante la década delos noventa, la inversión pública en educación también se ha visto reducida bajando suparticipación en el gasto del gobierno y también su participación respecto al PIB de 4.4por ciento en 1990 a 3.0 por ciento en 1998.

El analfabetismo ha venido en ascenso. En 1970, Nicaragua tenía una tasa de analfabe-tismo del 46.9 por ciento más alta que el promedio centroamericano que se situaba en 36.2por ciento22. En 1981 después de la campaña de alfabetización la tasa llegó a 12.6 por cien-to ascendiendo hasta el 24.9 por ciento en 1990 y al 36.6 por ciento en 1997. El analfabe-tismo va de la mano con la pobreza, siete de cada diez analfabetas viven en extrema pobrezay siete de cada diez viven en la zona rural. De acuerdo a un informe de UNICEF, las tresquintas partes de las analfabetas se concentran en edades que van de los 10 a los 14 años yde los 25 a los 29 años23.

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21 Espinoza, Jaime, Población y Políticas de Salud en Nicaragua, revista mensual El Observador EconómicoNº64, publicación de FIDEG, Managua, Nicaragua, mayo 1997, p.35.

22 Oscar-René Vargas, Nicaragua: entre el laberinto y la esperanza, Ediciones Nicarao, Managua, Nicaragua,diciembre de 1993, p.200.

23 UNICEF, Análisis de Situación de la Niñez Nicaragüense, p.77.

Año 1990 1994 1996 1997 1998 1999

Presupuesto 597.2 577.7 624.0 434.6 493.5 550.2

%Educación/PIB 4.4 4.1 4.2 2.8 3.0 3.1

Fuente: Elaborado por ORV a partir de los datos oficiales proporcionados por el Ministerio de Hacienda yCrédito Público y el Banco Central de Nicaragua. Las cifras en millones de córdobas de 1995.

Presupuesto en Educación

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Esperanza de Vida y Mortalidad General

En esta década, la posición de Nicaragua en el Indice de Desarrollo Humano ha idodescendiendo. En el Informe del PNUD-1999, el país aparece ubicado en la posición121 la más baja de Centroamérica24. Aunque en los últimos dos decenios, como produc-to de la combinación de un conjunto de políticas y acciones focalizadas del estado, ha au-mentado la esperanza de vida al nacer de los nicaragüenses, situándose en 67.9 años en199725, una proporción alta de población, el 12.4 por ciento no logrará sobrevivir loscuarenta años26.

Pobreza

Reducir los actuales niveles de pobreza requiere de esfuerzos que van más allá de pro-gramas asistenciales o de inversión en educación y salud. Una política que asegure unmejor nivel de ingreso implica coordinar los esfuerzos de los distintos actores económi-cos, incluyendo campesinos, pequeños y medianos productores, empresarios e inversio-nistas y, por su puesto, la acción promotora del Estado. Se requiere que el Estado faciliteesta producción, dirigiendo el gasto público a actividades que permitan el aprovecha-miento de los recursos naturales del país.

La incidencia de la pobreza es muy alta en todas las categorías ocupacionales, lo cualreflejaría por una parte el problema de la escasez de capital humano, y por otra, proble-mas de negociación salarial, que se traducen en grandes contingentes de población queganan menos del salario mínimo, o a los cuales no se retribuye adecuadamente según suinversión en capital humano27.

Un estudio sobre la pobreza indica que el 82.3 por ciento de los hogares están enlos rangos de: pobreza relativa (27.6 por ciento)28 y pobreza extrema (54.7 por cien-to). Al observar los tipos de necesidades básicas, el de mayor relevancia es la depen-dencia económica con el 62.0 por ciento, seguido del hacinamiento con el 41.1 porciento, después la insuficiencia de los servicios básicos con el 34.6 por ciento, vivien-

Globalización y empleo en Nicaragua 87

24 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Informe sobre Desarrollo Humano 1999. Resumen,Mundi Prensa Libros, Nueva York, Estados Unidos, 1999.

25 La esperanza de vida pasó de un promedio de 57.59 años en el quinquenio 1975-1980 a 62.41 años entre1985-1990.

26 PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 1999, Madrid, España, 1999.27 Proyecto Estado de la Región, Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible, PNUD/Unión

Europea, San José, Costa Rica, 1999, p.177.28 Oscar-René Vargas, Pobreza en Nicaragua: un abismo que se agranda, Segunda Edición, publicación del

Centro de Estudios de la Realidad Nacional, Managua, Nicaragua, octubre de 1999, 196 páginas.

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da inadecuada con el 23.6 por ciento y, por último, la baja educación con el 19.6 porciento29.

El deterioro de las condiciones sociales ha permitido un proceso de solapamiento len-to de las instituciones democráticas coincidente con el deterioro de los partidos políticos.La crisis de la democracia nicaragüense está estrechamente relacionada con los siguientesfactores: flojos resultados económicos, persistencia de la pobreza, intensificación de lacriminalidad, incapacidad del Estado por resolver –poco a poco– los principales proble-mas sociales y nueva concepción del Estado que abandona su anterior función de orga-nismo de desarrollo para convertirse en promotor de políticas inspiradas en el mercado.El riesgo que existe es que la corriente regresiva de la gobernabilidad democrática no ter-minará en una forma de poder autoritario clásica, sino que se puede presentar como unaerosión relativa de los derechos civiles, junto con los derechos individuales y las libertadesde la mayoría de la población.

Al finalizar el decenio, Nicaragua está enfrentado a las consecuencias de un modeloeconómico que ha fracasado al privilegiar la sanidad macroeconómica e impulsado creci-miento económico sin enfrentamiento de la pobreza. Dos décadas después del derroca-miento de la dictadura somocista, el país no ha encontrado un modelo político que dis-frute de un consenso básico, que amplíe las vías democráticas de solución de conflictos,que fortalezca su legitimidad en la actuación transparente de los funcionarios y que inte-gre la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones y en la gestión pú-blica. Estos son problemas para la gobernabilidad democráticas en Nicaragua, pero pue-den convertirse en oportunidades para encontrar nuevas soluciones en el entorno local yregional.

Municipio y Pobreza

En el ámbito local, el país está estructurado en 147 municipios, cuyo poder ejecutivoes ejercido por un alcalde. El modelo de desarrollo del país con sus desigualdades econó-micas territoriales, ha creado una gran disparidad en los municipios. En la macroregióndel Pacífico, con 60 municipios, concentra el 75 por ciento de los todos los ingresos mu-nicipales de la nación, con un ingreso per cápita de 17 dólares. En la macroregión delCentro-Norte, con 67 municipios, accede al 22 por ciento de todos los ingresos munici-pales, con un ingreso por persona de 9 dólares. En la macroregión del Atlántico o Caribe,con 16 municipios, accede al 3 por ciento de todos los ingresos municipales y al 9 por

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29 Presidencia de la República/Secretaría de Acción Social, Análisis Situacional de la Seguridad Alimentariay Nutricional, y propuesta de Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional para Nicaragua, Mime-ografiado, Managua, Nicaragua, noviembre de 1999.

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ciento de los ingresos por habitante. De los 147 municipios del país, sólo una tercera par-te tiene posibilidades de inversión30.

Antes del Mitch, un poco más de la quinta parte de los municipios, el 21.38 porciento (31 de los municipios del país) los hogares que presentaban niveles de extremapobreza estaban por encima del 75 por ciento del total. De los cuales, 22 de los 31municipios más pobres del país se ubican en las dos regiones con mayores niveles depobreza en Nicaragua: la Región Autónoma del Atlántico Norte y la Región Autóno-ma del Atlántico Sur31. En otros 74 municipios, más del 50 por ciento de los hogaresviven condiciones de extrema pobreza, lo que representa el 51.03 por ciento de losmunicipios. Acumulativamente, significa que el 72.41 por ciento (105) de los muni-cipios de Nicaragua los hogares están viviendo en niveles de más del 50 por ciento deextrema pobreza32. El Mitch ha hecho evidente que el espacio local es el ámbito enque finalmente se concretan los problemas, demandas y necesidades de la población;pero también el ámbito donde se construye y expresa la solidaridad capaz de resolver-los33.

Actividad Delictiva

En Nicaragua, todos los sabemos y lo sufrimos, en los últimos nueve años ha au-mentado la delincuencia en forma espantosa. Casi no hay familia en la cual un miem-bro de ella o un amigo cercano no haya sufrido la afrenta y el dolor de esta tormenta decriminalidad. La delincuencia es un componente de la vida en sociedad. Caer en la po-sición maniquea de ubicarla como una especie de enemigo ajeno, cuyos valores y ele-mentos explicativos se sustraen del conjunto de la sociedad, sólo muestra la intenciónde legitimar el discurso que estigmatiza segrega y reprime a “los otros"; quizás enseñaprofundo desconocimiento del contenido sociológico del delito. La inseguridad no essólo un problema jurídico de delitos y penas; no es tampoco un asunto exclusivo depolicías, juzgados y cárceles. La inseguridad, como riesgo o hecho verificable de afecta-ción a la integridad personal o patrimonial, o como percepción individual o colectiva,es parte de un complejo social en el que intervienen factores, políticos, económicos ysociales.

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30 Manuel Ortega Hegg, Por una reconstrucción descentralizada y con participación ciudadana, Mimeo-grafiado, Managua, Nicaragua, diciembre de 1998, p.3 y 4.

31 Presidencia de la República/Secretaría de Acción Social, Mapa de Pobreza de Nicaragua, Mimeografiado,Managua, Nicaragua, marzo de 1999, p.37 y 38.

32 Presidencia de la República/Secretaría de Acción Social, Mapa de Pobreza de Nicaragua, p.39-41.33 Varios Autores, El huracán que desnudó a Nicaragua, publicación del Foro Democrático, Managua, Nica-

ragua, octubre de 1999, 125 páginas.

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Emigración

Con los altos niveles de pobreza, con el incremento de la delincuencia, con la corrup-ción gubernamental galopante, con la poca credibilidad de la población en las institucio-nes del Estado, etcétera; uno puede llegar a la conclusión que existe muy poco grado degobernabilidad en Nicaragua y puede pensar que la violencia social se encuentra a lavuelta de la esquina. Sin embargo, existen dos válvulas que quita presión a las deteriora-das condiciones económicas, sociales y políticas: la emigración y las remesas familiares.Estos dos elementos han servidos de amortiguadores sociales y permite que se mantengacierto grado de gobernabilidad en Nicaragua.

De acuerdo a una encuesta realizada por el Instituto de Estudios Nicaragüenses(IEN), en el mes de septiembre de 1999, un 26.9 por ciento de los entrevistados expresa-ron que han pensado emigrar del país34. De los que han pensado emigrar, un 26.3 porciento son personas que tienen trabajo permanente y un 25.6 por ciento son de los queno tienen trabajo estable o no tienen trabajo. En el primer caso es para buscar mejor cali-dad de trabajo y en el segundo caso es para encontrar trabajo estable y a la vez de mayorcalidad. En forma acumulativa, un 96.6 por ciento de los que han pensado emigrar deNicaragua es para buscar empleo, mejores oportunidades y por la crisis del país35.

En 1998, el monto por envío de remesas familiares en dólares hacia Nicaragua alcan-zó, a partir de los datos proporcionados por las diversas agencias de envíos de dinero, casilos US$600.0 millones de dólares anuales, superando los US$400.0 millones de dólaresque entraron al país en 1997. De acuerdo a las empresas, el incremento anual en la trans-ferencia de dinero es palpable. Los principales países de donde provienen las remesas fa-miliares son Estados Unidos y Costa Rica, debido a que son las dos naciones con mayornúmero de residentes nicaragüenses.

En 1998, el total de las remesas familiares representó alrededor del 98 por ciento deltotal de las exportaciones de Nicaragua. Este flujo de dinero representa el mejor progra-ma social de lucha contra la pobreza ya que llega directamente a los sectores empobreci-

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1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

28,005 30,896 35,924 42,394 47,173 48,737 54,983 62,628 66,040

Fuente: Elaborado por ORV a partir de los datos obtenidos en el siguiente documento: Policía Nacional,Anuario Estadístico 1998, publicación de la Policía Nacional, Managua, Nicaragua, 1999, p.31. Son casos re-portados.

Actividad Delictiva Nacional 1990-1998

34 Instituto de Estudios Nicaragüenses, Modulo: Gobernabilidad y Equidad Social, Mimeografiado, Mana-gua, Nicaragua, octubre de 1999, p.9.

35 IEN, Modulo: Gobernabilidad y Equidad Social, p.24.

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dos. Las remesas familiares han sido el colchón de amortiguamiento social que ha evitadomayores conflictos sociales en Nicaragua. Las familias que reciben dinero desde el extran-jero destinan el 75 por ciento de las remesas a gastos de alimentación, el 12 por ciento asalud y educación y el 9 por ciento a inversiones incluyendo la reparación y/o ampliaciónde la vivienda. El envío de remesas en dólares es mucho más importante que la mismaayuda económica internacional que recibe Nicaragua para combatir la pobreza, debido aque las remesas llegan en forma directa a la población y a la más necesitada. ■

Globalización y empleo en Nicaragua 91

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La globalización y los retos del sindicalismo

Albert RecioProfesor de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona

1. Para elaborar una política adecuada a la altura de la situación actual es necesariopreviamente detectar cuales son las cuestiones fundamentales que generan los problemas alos que se enfrenta la vida sindical. No se trata de una cuestión sencilla de dilucidar. A me-nudo es difícil encontrar explicaciones sencillas a la complejidad de factores que intervie-nen en la situación actual –cambios tecnológicos, culturales, políticos. Etc.– y orientarseentre el voluminoso “ruido” que provocan la aparición de una gran variedad de interpreta-ciones y los efectos de las campañas “propagandistas” de los grupos de poder mejor situa-dos para sacar ventajas de la situación actual. Prefiero sin embargo correr el riesgo de ofre-cer mi propia interpretación, no con el ánimo presuntuoso de tratar de marcar un puntode vista propio, sino con el mucho más modesto de tratar de contribuir a un debate que yase está haciendo en muchas partes y que sólo puede avanzar con una participación masivade los millones de personas que estan enfrentadas a un incierto futuro en sus condicionesde vida y su propia dignidad.

El punto de partida de esta reflexión es que el sindicalismo, y los sectores sociales quetrata de defender, se enfrentan a un reto importante en sus prácticas y proyectos. No es laprimera vez en la historia del capitalismo que ocurre una situación parecida desde la apa-rición del sistema fabril, más bien parece que al principio de cada nuevo siglo la pobla-ción trabajadora se ha visto confrontada a unos cambios en las pautas de funcionamientodel sistema económico (al margen de los un y mil episodios de mera represión que se hanvivido en muchos países), que han forzado a una importante tarea de innovación socialorientada a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

En la situación actual lo que está en cuestión es la forma de actuación sindical que hadominado en la mayoría de países desarrollados desde la segunda guerra mundial. Unaforma de actuación que se ha fundamentado sobre dos pilares básicos: la negociación delreparto de las mejoras de productividad que han tenido lugar en el sistema económicopor una parte, y la intervención del estado en forma de regulación del mercado laboral,introducción de derechos sociales etc. Un modelo orientado a mantener el crecimientoeconómico y desarrollado en torno a cada marco nacional. De aquí que las característicasy los resultados de los distintos movimientos nacionales hayan estado directamente rela-cionados con el tipo de instituciones imperantes en cada país y con el éxito particular delas economías nacionales.

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El éxito de estas políticas no sólo ha permitido mejorar las condiciones de vida y losderechos políticos y sociales de la mayoría de la población sino que han propiciado mo-delos de sociedad más igualitarios que allí donde el sindicalismo ha sido débil y no ha te-nido capacidad de influencia sobre la política nacional.

Considero que en el momento presente este modelo político está confrontado a unatriple amenaza que en parte condiciona su validez o que, cómo mínimo, plantea la nece-sidad de llevar a cabo una profunda reflexión.

2. Dos de los retos proceden de las transformaciones de la esfera económica convencio-nal, aquella en la que se ha desarrollado tradicionalmente la acción sindical y sobre la queexiste una amplia reflexión. Las transformaciones del mundo económico inciden en la vidasindical desde dos planos distintos, por una parte afectan al papel de los marcos nacionalesque han constituido los espacios habituales de la acción sindical, pero por otra se produceuna importante mutación en la organización empresarial y la estructura socio-institucionalque afectan directamente a la base social y a los espacios de acción sindical tradicional basa-do en el puesto de trabajo. Si bien una y otra están directamente interrelacionadas, ambasplantean problemas diferentes y se desarrollan en planos diferentes. La preocupación por laglobalización económica, por la apertura de fronteras económicas, por la desregulación fi-nanciera a escala mundial que constituye el marco preferente de muchos debates no puedehacernos olvidar que se trata de un proceso que corre paralelo a transformaciones muy im-portantes en la base “microeconómica”, en la forma y contenido de los procesos producti-vos, en los procesos de socialización de la mayoría de la población.

La importancia e incidencia de estas cuestiones no puede sin embargo hacernos olvi-dar la relevancia de otra cuestión difícilmente asumible en el marco del saber económicoconvencional (y del sindicalismo tradicional) como es otra de la creciente conciencia delo que llamo “crisis ambiental”, el cúmulo de problemas que genera el modelo social do-minante sobre el marco natural que constituye la base de la vida y la sociedad humana, laimposibilidad de generalizar los niveles de vida de los países ricos al conjunto de la pobla-ción mundial precisamente en el momento que la globalización indica cada vez más laenorme interrelación que existe entre el conjunto de la especie humana.

Si los retos convencionales afectan a los campos de acción del sindicalismo tradicional,el reto ambiental afecta al papel del crecimiento económico como eje de las políticas sindi-cales. En una visión pesimista podríamos considerar que estos retos ponen en cuestión unaparte importante de las conquistas históricas de la lucha sindical y de su contribución deci-siva en la construcción de sociedades más justas e igualitarias. Pero al mismo tiempo seconstata que estos problemas se plantean en un mundo que mantiene una notable presiónigualitaria, una presión que es visible en muchos y variados fenómenos, desde las migracio-nes sur-norte hasta la incesante lucha igualitaria de las mujeres. Por esto un sindicalismo ala altura de los tiempos debe plantearse, posiblemente por primera vez en la historia, un

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verdadero planteamiento global, un nuevo internacionalismo que de salidas positivas a lasinquietudes y necesidades que afectan a millones de personas en todo el mundo.

3. Antes de entrar en la discusión sobre propuestas de acción sindical vale la pena re-visar como inciden las tres cuestiones en la acción sindical cotidiana.

Evidentemente la apertura de fronteras internacionales incide de formas muy diversasen el funcionamiento de los mercados laborales, pero considero que las cuestiones básicas aabordar son principalmente las de la aparición de un nuevo marco internacional de regula-ción de la actividad económica por una parte y la desregulación financiera por otra. En elprimer caso estamos ante un proceso que a veces se plantea como de desregulación total,pero que en la práctica se está desarrollando en paralelo al surgimiento de distintos tipos deorganismos supranacionales que regulan partes de la actividad económica y que casi siem-pre están fuera del control de los ciudadanos, en unos casos porque se alegan cuestiones téc-nicas (se supone que sólo personas con un elevado nivel de competencia, casi siempre eneconomía convencional, están en condiciones de actuar adecuadamente en su campo de ac-ción) y en otras porque simplemente se ha desarrollado un modelo institucional que renun-cia a la representación democrática clásica (como es el caso de la Unión Europea). Estosnuevos planos institucionales generan al movimiento sindical dos problemas clave: por unaparte significan que una parte de las cuestiones que permiten mantener un determinado ni-vel de control social sobre el funcionamiento de las economías capitalistas se deciden en unplano supranacional que hace parcialmente inocuas las políticas de presión sobre los gobier-nos nacionales y reducen la capacidad de regulación macroeconómica a nivel nacional. Enmuchos casos la única forma de superar esta cuestión es la de propugnar políticas de alcan-ce supranacional, pero ello plantea una nueva necesidad: la de elaborar propuestas que re-sulten aceptables para los movimientos sindicales de países diversos y que signifiquen portanto un objetivo común de distintos movimientos sindicales nacionales (algo que no siem-pre ocurre: por ejemplo el valor de la divisa exterior tiene efectos diferentes para áreas geo-gráficas con una especialización productiva diferente). Aún en el caso que sea factible elabo-rar políticas comunes surge la segunda dificultad. Esta no es otra que la ausencia de canalesde influencia sobre los organismos supranacionales de nivel y características parecidos a losexistentes para las instituciones nacionales. Canales que en muchos casos se han creadocomo resultado de un largo proceso de acción sindical y presión democrática y que hacenpensar que no van a crearse con facilidad en el plano internacional.

La segunda cuestión crucial es la de la esfera financiera. La desregulación financiera yel poder alcanzado por los grupos financieros suponen uno de los mayores peligros albienestar económico mundial. Algo que ponen en evidencia desde cuestiones tan simplescomo las dificultades que experimenta la armonización fiscal europea (por la capacidadde “lobby” que desarrolla la City londinense) hasta las persistentes tensiones generadaspor las debacles financieras que periódicamente padecen grupos de países diversos. Se

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trata sin duda de una complicación mayor, tanto por la propia complejidad técnica de re-gular adecuadamente el proceso (por más que no faltan ideas ni propuestas), cómo por ladificultad de generar procesos sociales que consigan imponer una regulación satisfactoria.Pero en todo caso constituye un espacio de reflexión y propuesta de cualquier política al-ternativa que puede ganar credibilidad a medida que se sucedan las crisis que periódica-mente genera el actual marco financiero.

El segundo tipo de cambios, en parte favorecidos por las mismas fuerzas que han favo-recido la internacionalización económica, en parte productos de estrategias empresarialesautónomas, afecta a otro aspecto de la vida social. El modelo empresarial emergente (loque supone que puede coexistir con otros modelos) se caracteriza fundamentalmente porsu capacidad de combinar bajo un mismo sistema de control, diversos modelos de relacio-nes laborales y con ello fragmentar los espacios de negociación, situarlos en lógicas dife-rentes y reforzar las tendencias a una relación laboral que en cierta medida recuerda a lapredominante en la pequeña empresa. Ello se consigue por medios diferentes, funda-mentalmente la expansión de las diversas formas de contratación laboral por un lado y ladifusión de diversos modelos de subcontratación (incluyendo la aplicación de políticasde gestión autónoma de las divisiones de grandes empresas la formación de cadenas defranquicias) por otra parte. Las variedades a que dan lugar las múltiples combinaciones aque dan lugar la aplicación de estas medida son muy grandes, pero sus efectos laboralesoperan en una dirección bastante clara: mayor diferenciación de las condiciones labora-les, más espacios a la segmentación de los derechos laborales, reducción del volumen delas unidades productivas etc. Esta diferenciación social creciente no sólo se apoya en lasestrategias de organización sino que se apoya al mismo tiempo en la mayor diversidad so-cial de los asalariados, en los procesos de socialización en los que participan antes de lle-gar al mundo laboral: es evidente que la personalización de las relaciones laborales avanzamás fácilmente allí donde la fuerza de trabajo ha experimentado un proceso educativoprolongado, de la misma forma que el empleo a tiempo parcial se impone más fácilmen-te a las mujeres... A menudo las políticas sindicales encaminadas a negociar la flexibilidado diseñadas para conseguir compensaciones a nivel de empresa de los recortes en los dere-chos sociales tienen efectos indirectos negativos en el sentido de reforzar esta diferencia-ción social. La internacionalización de las empresas aumenta por otra parte su capacidadde introducir políticas discriminatorias

Se trata sin duda de una cuestión compleja pero en la que el movimiento sindical sejuega mucho. Mucho en términos de mantener o reforzar los derechos universales y lasorientaciones a un mundo más igualitario. Pero también mucho en términos de afilia-ción y audiencia social, en la medida que estas dependen de la existencia de sentimientosde proyecto colectivo, de experiencias cotidianas que refuerzan la acción colectiva.

En definitiva los cambios en lo que habitualmente se entiende por esfera económica,afectan tanto a la habilidad de las políticas sindicales de conseguir un ambiente económi-

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co adecuado, a las posibilidades de alcanzar conquistas generalizables y a su capacidad demantener y ampliar una base social activa.

Las cuestiones ambientales afectan a otras cuestiones de la política sindical. Hoy no sóloes difícil rehuir los efectos negativos del actual modelo tecno-económico sobre el medioambiente sino que resulta patente que este modelo difícilmente puede ampliarse indefini-damente sin crear graves problemas de supervivencia a la especie humana (por más que losmismos se planteen de forma desigual en espacios diferentes y no se produzcan como malesglobales). Esto pone en duda la validez de la idea convencional de crecimiento basada en uncontinuo aumento del volumen de materiales, energías y espacios afectados por la actividadeconómica. Un sindicalismo a escala planetaria sólo puede basarse en procesos productivosreplicables, esto es, que pueden ser imitados en todas parte sin que el conjunto no padezca,Algo que es a todas luces imposible de garantizar con el actual modelo y que exige plantear-se en serio una transición productiva hacia un modelo productivo sostenible. Una transi-ción que exige importantes cambios en las formas de vida de los países occidentales y queafectará a la importancia de los diversos sectores y actividades económicas. No puede tam-poco perderse de vista que a medida que los problemas ecológicos aumenten las clases diri-gentes adoptarán necesariamente algunas propuestas de reorganización, pero su naturalezay efectos sociales pueden tener un carácter completamente distinto del que puede adoptar-se desde una posición social diferente. Algo de ello es ya visible cuando se propugna de for-ma creciente el uso mayoritario de los precios como un mecanismo de racionamiento de losbienes ambientalmente sensibles: en una sociedad con enormes desigualdades de renta eluso predominante de los precios da lugar a un racionamiento elitista de algunos bienes, unresultado diferente al que puede obtenerse si se adopta otro tipo de instrumentos (lo que nosignifica que deba renunciarse al uso de los precios).

4. La primera cuestión a plantear es la de la intervención a escala internacional. Evi-dentemente se trata de una cuestión que opera en planos diversos, en la medida que losprocesos de integración se están produciendo a niveles distintos: procesos de integraciónregional (especialmente importante en Europa) y procesos de regulación a escala europea.

Aquí se plantean distintas cuestiones, cuyos aspectos comunes son a mi entender tres:la existencia de modelos sindicales diferentes, la existencia de intereses contradictoriosentre los sindicatos de cada país y la ausencia de suficientes canales de influencia en losdistintos niveles de instituciones supranacionales.

La primera cuestión se debe a la existencia de procesos históricos diversos en cada país.Procesos históricos que tienen en parte que ver con las ideologías políticas que han inspira-do a los distintos sindicatos, que han influido sobre sus culturas organizativas. Procesos quese relacionan también con las estructuras institucionales imperantes en cada estado, que hacondicionado el modelo de implantación sindical, sus formas de articular su presencia en elmundo del trabajo. Situaciones que son el resultado de los avatares de la negociación, con la

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presencia de un ambiente social más o menos conflictivo, con el mayor o menor desarrollode experiencias de cooperación. Estas últimas tienen que ver a su vez no sólo con las cultu-ras imperantes entre el empresariado sino también con la especialización productiva decada área, con las estrategias imperantes en los mercados de productos, con la posición decada país en el contexto internacional. Se trata por tanto de una cuestión compleja que tie-ne raíces diversas que han acabado por decantar culturas sindicales y estructuras organizati-vas diversas. Seguramente no hay recetas claras para resolver automáticamente las diferen-cias, al menos a corto plazo. Aunque no parece un obstáculo insalvable si se reconocen departida las causas básicas de estas diferencias, con el objeto de permitir un proceso de elabo-ración organizativa que permita desarrollar nuevas formas organizativas adaptadas a traba-jar con la pluralidad de enfoques y con los nuevos retos de la intervención global.

Más compleja es sin duda la segunda cuestión, la de encontrar un proyecto reivindi-cativo que suponga un interés común, más allá de la retórica, de los movimientos sindi-cales de los distintos países. Algo que es perceptible tanto en los debates sobre la unióneuropea y la construcción de un espacio social europeo, como en las disputas en torno ala regulación del mercado mundial. Existe la aspiración común a establecer un marco dederechos sociales generales que es, sin duda, el elemento unificador. Pero la cuestión secomplica cuando se trata de fijar a que niveles operará, debido a la existencia de enormesdiferencias en los derechos sociales a escala europea e internacional. Lógicamente los mo-vimientos sindicales que han alcanzado mayores derechos ven con recelo la fijación de un“suelo de derechos” demasiado bajo, que pueda suponer un aumento inusitado de lacompetencia exterior (importaciones masivas, emigración de capitales) que ponga encuestión el empleo en sus propios países. Por el contrario los países del sur pueden temerque un “suelo” demasiado alto no sea más que una forma de proteccionismo encubiertode los países ricos para impedir su desarrollo económico.

En este campo pueden plantearse dos tipos de alternativas. La primera, ya realizadapara un marco completamente liberalizado como es de la Unión Europea, se basa en unaidea de convergencia dinámica al alza. Se trataría en este caso de propugnar una orienta-ción hacia los mayores niveles de derechos laborales, pero aceptando que la misma no sehará de golpe sino que exigirá plazos de adaptación. Esta ha sido de hecho la forma comose ha planteado en otros terrenos la Unión Europea: se han fijado unos objetivos de con-vergencia y se ha dado un plazo para que los países se adapten a los mismos. Un plantea-miento de este tipo quita argumentos a los catastrofistas de todo tipo y permite cohesionarla unidad sindical, aunque a nadie escapa que la propia elección de los pasos intermedios ydel nivel de derechos sociales comunes es de por sí, una cuestión conflictiva.

En el plano mundial este planteamiento puede ser asimismo válido pero seguramentedeberá combinarse con otros dos planteamientos. Uno se refiere a la propia naturaleza dela apertura comercial indiscriminada. Sus defensores arguyen, basándose en un modeloeconómico que solo funciona en condiciones muy particulares (las condiciones teóricas

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del modelo teórico de las ventajas comparativas), argumentan que la apertura comercialconducirá a un continuado progreso económico generalizado. Y para demostrar sus argu-mentos ponen como ejemplo el desarrollo de los países ricos y el éxito reciente de algu-nos países que han accedido de forma masiva al comercio mundial (como los antañoconsiderados “dragones asiáticos"). Este argumento tiene sin embargo diversas evidenciasen su contra: a) el crecimiento del comercio mundial en los últimos años ha sido muchomás rápido que el crecimiento de la producción mundial, lo que indica que la aperturacomercial no resulta un estimulante tan evidente de la actividad económica sino que sim-plemente provoca que los productos se muevan más por el planeta (con el consiguientecúmulo de impactos ambientales negativos) b) la brecha entre países pobres y ricos no hadejado de aumentar, lo que contradice las expectativas de la bondad universal del mode-lo. Puede argumentarse en este caso que ello es debido al proteccionismo de los países ri-cos. Pero aceptar este argumento nos lleva a considerar que en el proceso de apertura in-ternacional pueden haber componentes de juego de suma cero (no todos ganan, sino quesi uno gana otro pierde), puesto que siguiendo este argumento un menor proteccionismode los países ricos empeoraría su situación relativa, c) la mayor parte del comercio inter-nacional no se realiza entre países y unidades productivas independientes que comercianentre sí, sino a través de empresas multinacionales que organizan el proceso productivoen todo el mundo, lo que les permite fijar precios a las diferentes fases del proceso pro-ductivo en función de su poder local (en función de los derechos sociales existentes encada país, en función de los diferentes sistemas impositivos, etc.). Existe además la cues-tión que considero fundamental a responder: la de la replicabilidad del proceso. Por tal seentiende que todo aquel país que “copie” la forma de hacer de los países más avanzadosalcanzará sus mismos resultados. De hecho está es la hipótesis fundamental sobre la bon-dad de las políticas de desarrollo: los pobres simplemente están “atrasados”. Ya se ha co-mentado anteriormente que los avances en los conocimientos de la economía ecológicaindican que la presunción de replicabilidad es falsa. Posiblemente hay otros motivos, ade-más de los ecológicos, para dudar de las posibilidades de repetir los buenos resultados pormera copia: muchas de las regiones exitosas lo son porque han conseguido una posiciónde privilegio en el mercado de algún bien y servicio, pero por definición los privilegios noson generalizables. Por todo ello habría que cuestionar el proceso de internacionalizacióntal como se produce en la actualidad. En gran medida la liberalización internacional apartir de las enormes desigualdades al nivel del desarrollo tecnológico, a partir del papelque juegan las transnacionales hace pensar que las desigualdades tenderán a enquistarse.Es posible que otros modelos de desarrollo, basados en la creación de “regiones económi-cas” mundiales relativamente cerradas, darían mejores resultados para los países pobres.Por esto creo que el movimiento sindical debería plantearse al mismo tiempo estrategiasde derechos sociales y estrategias de reorientación del modelo de internacionalización(que incluyeran medidas liberalizadoras selectivas, políticas de control de las transnacio-

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nales, una reordenación del sistema financiero) que permitiera el surgimiento de áreas dedesarrollo autónomas en países que hoy se presentan como una mera amenaza a los dere-chos laborales.

Es indudable que las políticas de desarrollo en el sur no pueden basarse tan sólo enpolíticas exteriores. Las desigualdades de riqueza y de desarrollo tecnológico son tangrandes que exigen una ayuda directa de los países ricos. Los impactos sociales, económi-cos y laborales de estas políticas de apoyo dependen en parte de su propio diseño y de losobjetivos perseguidos. Y aquí el movimiento sindical de los países ricos está objetivamen-te interesado en que está ayuda se canalice hacia la mejora efectiva de las condiciones devida de los países del tercer mundo. No sólo por motivos de justicia social sino tambiénpor que está es la mejor forma de evitar que se mantengan políticas de desarrollo basadasen la exportación a bajo precio hacia los países ricos y su contrapartida de explotación la-boral y despilfarro ambiental.

La defensa de políticas económicas y sociales alternativas exige además una elabora-ción político-organizativa. Especialmente porque muchas de las políticas relevantes seelaboran y se ponen en marcha desde organismos supranacionales sobre los que existeuna limitada capacidad de influencia. Ejercerla requiere una serie de iniciativas que nodeben excluir la movilización social, pero que también deben pretender algún tipo de re-conocimiento institucional: no sólo en términos de presencia formal en determinados or-ganismos, también en la introducción de mecanismos de control social activo de las dife-rentes políticas que suponga, entre otras cosas romper el secretismo con que muchasveces se elaboran las medidas que tienen un mayor impacto social.

5. Las dificultades que plantean las otras dos cuestiones- el desarrollo de la empresa reti-cular y la crisis ambiental son de naturaleza distinta y comportan otro tipo de exigencias.

Si bien existe conciencia creciente del carácter reticular de las grandes empresas y la cre-ciente segmentación de las condiciones de trabajo, no se perciben iniciativas suficientes parahacerle frente. No hay duda que el intento de establecer comités de empresa transnacionalesque abarquen a las subsidiarias de distintos países y que incluyan a las distintas ramas colate-rales de un mismo grupo constituye un primer paso en esta dirección. Pero conviene ser cau-tos sobre sus limitaciones. Se trata de modelos organizativos que sólo recogen al núcleo cen-tral de las poblaciones afectadas. Pero tiende a olvidar la gran masa de empleados de lasempresas subcontratadas (o no tiene en cuenta la complejidad de las redes empresariales deltipo franquicia, donde la empresa central es en teoría una mera prestadora de servicios). Yello constituye una cuestión importante en la medida que las políticas de empresa radial es-tán precisamente orientadas a reducir los derechos laborales de sectores importantes, a dife-renciar las condiciones de trabajo, a reducir la capacidad de organización laboral.

En parte estas políticas pueden ser combatidas por la extensión de derechos sociales,que hagan más igualitarias las condiciones de empleo en todas partes y reduzcan los in-

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centivos a la segmentación. Pero en parte exigen también discutir el propio modelo orga-nizativo, sin tomarlo como un hecho al que simplemente hay que adaptarse. Y en partetambién presupone una reconstrucción cultural de la clase trabajadora que tome encuenta los procesos que contribuyen a su socialización, la relación entre el mercado labo-ral y las actividades extralaborales (en particular la relación entre las actividades mercanti-les y las que tienen lugar en la esfera doméstica). Una reconstrucción que no sólo puedehacerse con derechos y reivindicaciones sino que exige la construcción de algún tipo dereferente igualitario común.

Una cuestión que tiene muchos puntos en común con la que plantean los retos de lacrisis ambiental. Está también exige una reconstrucción de las formas de producción yuna adaptación cultural a la misma. Como se trata de una reestructuración que indefecti-blemente afectará a determinados empleos y pautas de organización espacio temporalexige un esfuerzo de previsión, de búsqueda de fórmulas que minimicen el costo social yfavorezcan su adaptación. Y exigen asimismo la creación de referencias culturales adapta-das a este nuevo marco de relaciones laborales.

En cierta medida tanto la crisis ambiental como la segmentación laboral son el resul-tado natural del predominio de los intereses y la cultura capitalista en las formas de ges-tión social. En el mantenimiento de un modelo social donde el eje pivota sobre la conse-cución de riqueza monetaria y poder y donde se minimiza la importancia de los costessociales que el proceso genera. Un modelo al que al sindicalismo sólo se le tolera si se li-mita a propiciar la continuidad del modelo a cambio de conceder una participación delos frutos del mismo al resto de la sociedad. En gran parte el auge del neoliberalismo seha basado en minimizar la importancia de los costes sociales y ecológicos del actual mo-delo productivo y presentar el logro monetario como la mejor medida del éxito económi-co. Una cultura que esconde el aumento de las desigualdades, la inseguridad social y eldeterioro de condiciones básicas de la vida humana. Un sindicalismo internacionalistadebe necesariamente dar respuestas a estos problemas ya que de no hacerlo corre el peli-gro de ser presentado por los “media” mundiales (tal como ya han hecho tras el fracaso dela cumbre de Seattle) como un mero defensor de los “privilegios” de un segmento de laclase trabajadora de los países ricos.

Mientras el sindicalismo clásico se ha basado en plantear demandas en el plano distri-butivo y en limitar el uso capitalista de la fuerza de trabajo (limitación de horas, de eda-des laborales, de movilidad...) los nuevos cambios sólo pueden “gobernarse” con pro-puestas y demandas activas que aumenten el control social sobre las condiciones de viday producción. Donde se fuerce a contabilizar de forma adecuada (posiblemente no deforma monetaria) los costes y ventajas sociales de las distintas actividades y propuestas or-ganizativas, donde se amplíe la capacidad de las comunidades de ejercer influencia sobredecisiones que le afectan directamente. Hace unos días en una crónica del Wall StreetJournal donde se daba cuenta del control que se ejerce sobre las comunicaciones privadas

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de los empleados en internet (aunque no se hagan en horario laboral y aunque la empre-sa haya negociado el derecho de sus empleados al uso privado de la red) uno de las perso-nas dedicadas a llevar a cabo este control decía con perfecta elocuencia “Siempre les re-cuerdo a los empleados que aunque viven en un país democrático, no trabajan en unaempresa democrática”. Ahí está realmente el reto, no sólo en democratizar las condicio-nes de trabajo, sino en democratizar las decisiones productivas y organizativas que condi-cionan la vida de millones de personas.

Evidentemente la introducción de este tipo de demandas no es fácil, Requiere unenorme esfuerzo de elaboración de políticas, de desarrollo organizativo, de búsqueda depropuestas viables a corto, medio y largo plazo. El punto de partida es elaborar, denun-ciar y propagar los costes ocultos del modelo actual, dar voz a los que los padecen. Deesto saben bastante los sindicatos y en todo caso se trata de aumentar el campo de visión.Un buen trabajo en estos campos creará sin lugar a dudas nuevos espacios de interven-ción y nuevas posibilidades de intervención

6. Hasta aquí he tratado de situar las cuestiones que considero básicas y las líneas detrabajo que creo que se abren al sindicalismo. Lo que llamaría un nuevo internacionalis-mo activo. Quizás la variedad y complejidad de los temas tratados puede generar confu-sión, pero creo que conviene señalar que los problemas actuales provienen de espacios di-versos que deben ser abordados a la vez. Provienen de “arriba”, de la nueva configuracióninstitucional del capitalismo mundial, de “abajo”, de la reorganización empresarial, y dela base profunda, de la insostenibilidad ecológica del actual modelo productivo. En tantono se den respuestas satisfactorias a los distintos problemas persistirá una crisis más o me-nos latente. Por esto conviene pensar en tareas variadas, aunque no todas deban abordar-se a la vez ni al mismo ritmo.

En conjunto he sugerido tres campos básicos de trabajo: la búsqueda de una políticasindical a escala internacional –que incluye propuestas de regulación internacional de laactividad económica, de plataformas de acción sindical y de fórmulas de acción e in-fluencia sobre los organismos supranacionales–, la búsqueda de un nuevo modelo orga-nizativo que evite el actual proceso de segmentación laboral –lo que supone intervenir enel proceso de la organización de la producción, en el de la regulación de los derechos so-cio-laborales y en los procesos de formación y reproducción de la fuerza de trabajo- y res-puestas al reto de la crisis ambiental– que supone trabajar por transformaciones profun-das en los contenidos y formas del modelo productivo que consideren al mismo tiemposus efectos en términos de justicia social.

Estos retos sugieren además otras dos cuestiones, que me limito a poner sobre la mesade debate. Una se refiere a la propia estructura organizativa. Un sindicato que trate dehacer frente a las cuestiones planteadas está obligado a dotarse de medidas que por unlado faciliten el trabajo y la acción internacional (no sólo como coordinación de lo exis-

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tente, sino también con mecanismos que refuercen la cooperación y ayuden a la resolu-ción de los conflictos que necesariamente se producirán entre sindicatos nacionales) ypor otra sean capaces de extender la organización a la inmensa masa de personas que hoyestá excluida de la acción sindical. Esta última es posiblemente la cuestión más peliagudano sólo porque el actual modelo laboral, con la proliferación de relaciones contractualesdiferenciadas y el predominio de centros de trabajo de tamaño reducido dificulta la pre-sencia sindical, sino también por que las diferentes vivencias y culturas de colectivos la-borales diversos impide una homogeneización social muy rápida. Se trata de probar condedicación y responsabilidad experiencias que decanten soluciones adecuadas orientadasa generar una explosión de participación social que a la postre resulta clave para generarcambios profundos en el modelo actual. No hay fórmulas hechas, pero sí, la constataciónde una necesidad muy grande de buscarlas.

La otra cuestión, que actúa en paralelo es que muchas de las cuestiones apuntadas es-capan a las capacidades de acción de los sindicatos actuales. En este punto sigue siendomás necesaria que nunca la búsqueda de aliados. Con los que trabajar y discutir. De he-cho Seattle apunta en esta dirección. En gran medida porque aun de forma sectorial lagente expresa de múltiples formas su descontento. Y aunque resulte complejo es posibleconstruir propuestas que incluyan a una gran parte de estos descontentos. El primer pasoconsiste, y de hecho ya se está empezando a hacer, a crear procesos de trabajo social don-de distintos tipos de organizaciones se unen para desarrollar proyectos que permitanavanzar alternativas que a la larga nos sitúen en un camino de desarrollo inclusivo, quetenga en cuenta todos los parámetros básicos y que eluda los procesos de marginación so-cial a los que nos abocan los actuales modelos de internacionalización neoliberal. ■

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La reforma del sindicalismo mundial

Juan MorenoSecretario de Relaciones Internacionales de CCOO

El largo título que preside esta mesa (La transversalidad….) se refiere ímplícitamentea una nueva concepción del trabajo sindical internacional alejada de cualquier papel “di-plomático” y entendido como la prolongación de la acción sindical nacional a los nuevosy mas amplios ámbitos donde cada vez más se deciden los problemas que afectan a lostrabajadores y trabajadoras.

Me centraré sobre todo a la necesidad de un nuevo marco sindical regional y sobretodo internacional como respuesta organizada de los trabajadores ante los efectos de la glo-balización económica, que en mi opinión forma parte, (o debería) de los cambios políticosmás generales, y que tienen su arranque y su expresión más analizada y subrayada en el de-rrumbamiento de la Unión Soviética y de los demás regímenes del Este de Europa.

La globalización introduce cambios estructurales que afectan a las industrias mástradicionales e impiden también el surgimiento de nuevos tejidos industriales. Puededecirse que la crisis de afiliación de la mayoría de los sindicatos de los países desarrolla-dos se ha agudizado con la mundialización, cuando ya la venían padeciendo por la pro-pia evolución de las economías nacionales, hacia el reforzamiento del sector terciario, yla disminución de los sectores industriales, donde el sindicato estaba tradicionalmenteinstalado.

En un artículo no muy reciente en “Le Monde Diplomatique”, escribía el secretariode la CES Emilio Gabaglio, que la ideología neoliberal utiliza el término mundializacióncomo un grito de guerra, un modo de pensar puramente económico que debe reducir ala nada los consensos sociales de las sociedades industriales europeas, y sus nociones dedemocracia, de mercado y de sistema social y que ese consenso se pretende sustituir porun pensamiento que pone en primer plano la competitividad internacional (la cuestiónde la localización) y no la lucha contra las raíces de la crisis y sus consecuencias. Con esavisión, la reforma de los sistemas sociales no es considerada como un proceso de adapta-ción sino de liquidación.

No quiero adentrarme demasiado en cuestiones europeas que creo que también seránabordadas en estas Jornadas, pero dado que tanto el proceso de integración de nuestrocontinente como las experiencias de construcción de la Confederación Europea de Sindi-catos, sirven de referencia obligada para otras regiones y sub-regiones del mundo, si que-ría referirme a ellas muy brevemente.

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Está claro que los sindicatos han defendido y defienden en el ámbito nacional el lla-mado “modelo social europeo” sobre todo los sistemas de seguridad social, de solidari-dad, y los mecanismos consolidados de negociación colectiva y acción sindical, unas ve-ces con movilizaciones “defensivas” como fue la que en Italia se hizo contra el proyectode pensiones de Berlusconi (que coadyuvó a su forzada salida del gobierno) y otras de ca-rácter más alternativo y de propuesta, como la propia reforma posterior del sistema depensiones en Italia, por seguir hablando del mismo país e igual se podría hablar del nues-tro, o de otras partes, en momentos en los que el sindicato se ha implicado en las refor-mas.

En los dos tipos de respuestas sindicales, y aunque la segunda sea la más “convenien-te”, aunque no siempre posible, cabe el riesgo de que se esté actuando con mentalidad“nacional” sobrevalorando las posibilidades de la “acción en un solo país”, negando im-plícitamente, o al menos minusvalorando, los efectos de la Unión Económica y Moneta-ria, así como los de la globalización, y la competencia entre las diversas áreas. Y en algu-nos sindicatos de los países ricos son evidentes los reflejos aislacionistas, con unaralentización del compromiso europeo.

Sin salir de nuestro marco continental tenemos que tanto las negociaciones negocia-ciones o movilizaciones “globales” europeas son muy incipientes y aunque valoradas po-sitivamente por la CES y por CCOO están claramente por debajo de las potencialidadesde los casi 60 millones de trabajadores agrupados en la Confederación Europea de Sindi-catos, y como hemos podido verificar en estos años ni siquiera los cambios casi generali-zados de gobiernos conservadores por otros más progresistas han animado una ofensivasindical para enderezar el sesgo monetarista de la UE, que debería empezar a combinar yunir las acciones y negociaciones que en cada país se llevan a cabo en los procesos de re-formas. Sin embargo las conclusiones del aún reciente congreso de la CES van en esa di-rección y desde CCOO apoyaremos todas las iniciativas para dotarnos de un auténticosindicato supranacional europeo.

En las polémicas con los propagandistas ultraliberales que magnifican los efectos de lasupuesta baja competitividad europea, y hacen de ello su argumento decisivo, vemos undiscurso sindical común a favor de una flexibilidad negociada y opuesta por igual a la ri-gidez y a la desregulación, aunque realmente este discurso es utilizado sobre todo por laCES en relación a la UE, pero no lo empleamos tanto en los debates nacionales, algo quesin embargo nos serviría para defender mejor el Estado de Bienestrar de cada país, queestá sustentado en esa singularidad europea. Y precisamente ahora existen mejores condi-ciones para defender públicamente el modelo social europeo, sus sistema de servicios pú-blicos, su seguridad social y sus marcos de relaciones laborales, precisamente cuando cier-tos mitos sobre la bondad del “modelo” americano están haciendo aguas y otro tantopuede decirse de los países del sudeste asiático, los llamados “tigres y dragones”, despuésdel estallido de Corea y de otros supuestos modelos competitivos.

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Ante el hecho de la globalización, el movimiento sindical no puede conformarse conel llamamiento tradicional a la solidaridad internacional, hay que hablar de cooperación,de intereses comunes y sobre todo de organización. Siendo necesaria la superación o li-mitación de lógicas diferencias que no pueden ni deben ocultarse, y que dificultan el pro-ceso de renovación y organización del movimiento sindical internacional. El desafío queplantea al sindicalismo mundial este inmenso proceso de concentración de poder y dedecisión que llamamos globalización debe encararse comenzando por reconocer su in-fluencia en el retroceso afiliativo de los trabajadores, y tenerlo en cuenta por tanto a lahora de la reforma y modernización de las estructuras sindicales.

Alain Touraine, en el prefacio al libro de conversaciones entre Luis Anderson y BrunoTrentín, “Diálogo Norte-Sur” (editado en España GPS-Madrid), escribía estas dos con-diciones para que el sindicalismo tenga futuro: que acepte colocarse en la economía glo-balizada construida desde hace veinte años, y que se convierta en una fuerza “política” almismo tiempo que se hace más independiente de los partidos políticos, capaz de nuclearotras categorías sociales y otros temas reivindicativos diferentes de aquellos que definie-ron tradicionalmente su campo de acción.

En lo que se refiere a la vigencia de las organizaciones sindicales internacionales habríaque empezar por redefinir el concepto de internacionalismo solidario que sirvió de funda-mento para el nacimiento de las diversas experiencias que empezaron a finales del siglo XIXcon la creación de los primeros Secretariados Profesionales Internacionales (SPIs) y que he-mos visto hemos desarrollarse, fusionarse, separarse, y aproximarse fasta nuestros días.

Hoy está de mas la retórica sobre la cooperación al desarrollo, cuando ya se reconocepor los propios gobiernos que las políticas de cooperación constituyen ante todo una ne-cesidad para los países ricos. Sin caer en el mismo cinismo debe eliminarse por parte delos sindicatos “más desarrollados” el paternalismo y la interpretación de las necesidadesde los trabajadores de los países en vías de desarrollo, y partir del reconocimiento de ladiversidad de situaciones y de prioridades.

En un viaje a los EEUU, pude comprobar que el sindicato de camioneros se opone ala entrada de camiones mexicanos en los cuatro Estados fronterizos, y lo hacen argumen-tando entre otras cosas que es para exigir mejores condiciones sociales en México y paraprevenir riesgos de accidentes de tráfico ante la falta de control de las condiciones de losvehículos. No digo que esto no sea verdad, pero la razón principal está en el hecho de quelos salarios de los camioneros mexicanos son ocho o diez veces más bajos, y si se les auto-riza a entrar y trabajar en EEUU, aunque sea con limitaciones, tal y como prevé el Trata-do de Libre Comercio (TLC-NAFTA) temen que se perjudicarían las conquistas sindica-les obtenidas después de muchos años de lucha sindical.

Este es solo un ejemplo, de los muchos que podrían ponerse en otras partes, (como elcaso español, en relación al traslado de empresas a Marruecos que todavía no es impor-tante cuantitativamente pero que puede llegar a serlo) en que una organización tiene que

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conjugar la defensa de sus representados con los principios y la práctica de la solidaridadinternacional.

Yo creo que en la postura que mantienen los sindicatos en relación al TLC, y sobreotros procesos de integración, como el MERCOSUR, (aquí creo que mas limitadas) sur-gen las mismas dudas por las que ya pasó el sindicalismo europeo. Concretamente elTLC es un mecanismo de exportación de mano de obra barata y de importación de pro-ductos a bajo precio, y beneficia “globalmente” a la economía de EEUU y por lo tanto elriesgo de una oposición sindical indefinida es que se consolide el proyecto y la opiniónpública atribuya a la postura sindical razones corporativas. No hace falta recordar que enEuropa fueron muchas las centrales que gastaron sus energías combatiendo el MercadoComún y después la CEE, y finalmente tuvieron que reorientar su política, perdiendo enel camino muchas energías.

Sólo la acción multinacional de los sindicatos implicados puede resolver algunas deestas dificultades y contradicciones, pero ésta no siempre es factible. Por ejemplo, en elcaso citado del TLC, la tradicional cooperación entre los sindicatos de EEUU con los deCanadá no puede extenderse a México, por razones históricas, y también por el controldel movimiento sindical mexicano por el Estado pero también eso puede modificarse conel proceso de cambios políticos de aquel país, y puede surgir un sindicalismo de clase eindependiente. Y esto se aceleraría más, si se palpara la actuación común al menos en laszonas fronterizas donde están instaladas las “maquiladoras”. Pienso que la AFL-CIO, queestá haciendo grandes esfuerzos para que el sindicalismo recupere su espacio en EEUU,puede contribuir positivamente a la cooperación sindical interfronteriza.

A pesar de todas estas dificultades y divergencias que pongo a modo de ejemplo, nome cabe duda que los procesos de integración regionales o sub-regionales van a obligar alos sindicatos de cada área a asociarse entre sí con independencia del juicio que les merez-ca el acuerdo de integración. Hasta ahora el ámbito de las organizaciones regionales secorrespondían con instituciones de marcado cariz político, así “frente” a la OEA estaba laORIT, regional americana de la CIOSL, ante la OUA, la OUSA (Organización de laUnidad Sindical Africana), la CISA era, y es la Confederación Internacional de Sindica-tos Arabes, y así en otros continentes.

Sin embargo (y de esto pueden hablar mejor otros ponentes), MERCOSUR ha em-pezado a adquirir importancia, se ha implantado un Foro Económico y Social, siguiendoen cierto sentido el modelo del de la UE, y todos los sindicatos están reunidos en unaCoordinadora. En un nivel diferente también están en marcha Coordinadoras sindicalesen el marco del Pacto Andino, y en Centroamérica (COCENTRA). Y ahora son los re-glamentos y las normas sobre inversiones, libertad de circulación, inmigración, zonasfrancas, códogos de conductas, y la acción sindical en las multinacionales, los temas quetienen que abordar los sindicatos, y ese es un terreno donde estas organizaciones sindica-les supranacionales adquieren más sentido.

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Y esto no invalida la necesidad de otras instancias más amplias geográficamente, yque a veces tienen raíces en sentimientos de identidad y viejos proyectos políticos de uni-dad continental a largo plazo que no se pueden olvidar, aunque en el caso de la ORIT seincluya además de los países latinoaméricanos, a EEUU y Canadá. Pero en mi opiniónestas estructuras sindicales no vinculadas a procesos de integración regional o subregio-nal, tienen cada vez más su papel principal en el impulso de los que en ámbitos subregio-nales ya están en marcha, desde la óptica social de éstos y el apoyo a sus afiliadas en cadaárea, y el fomento sin reservas de la coordinación entre ellas.

Esto ya se empieza a notar, pero hasta hace poco las “regionales clásicas” se considera-ban con la “exclusiva” en cada continente, y no veían con muy buenos ojos el surgimien-to de las nuevas estructuras, en parte porque son unitarias, agrupan a centrales afiliadas adiferentes “mundiales” o independientes de ellas, y por lo tanto rompían el esquema an-tiguo de la segregación ideológica. CCOO ha apoyado en la medida de sus posibilidadesel desarrollo de estas incipientes organizaciones en América Latina.

En lo que se refiere a las organizaciones mundiales, que son las que podrían nuclear larespuesta de los trabajadores al fenómeno de la globalización, habría que señalar que éstasson de dos niveles diferentes. Primero tenemos las que agrupan a las federaciones de ramade cada país y también las que afilian a las Confederaciones nacionales. Los llamadosSPIs (Secretariados Profesionales) son estructuras sectoriales que en muchos casos tienencierta capacidad de negociación o de presión, (FITIM, ITF, etc.) frente a grupos econó-micos multinacionales, gobiernos de países en vías de desarrollo, o ante organismos inter-nacionales.

Por otro lado, de las tres conocidas confederaciones mundiales, hoy es la CIOSL laque ha conseguido reunir en torno a ella a la gran mayoría del sindicalismo de todos loscontinentes, aunque sigan existiendo minoritariamente la CMT, y la FSM. Esta últimaque agrupaba sobre todo a los sindicatos de los países socialistas, ha quedado muy reduci-da en los últimos años.

Sin embargo la CIOSL, que por su amplitud y pluralidad debería estar jugando unpapel muy activo en los escenarios internacionales, por diversos factores aún no ha podi-do desarrollar todas sus potencialidades.

Antes de que CCOO entrara en la CIOSL, ya observamos que en sus análisis sobre lasituación mundial, y en los discursos del anterior secretario general Enzo Friso, se dabapor cerrada la confrontación Este-Oeste y se ponía el acento en el conflicto Norte-Sur.Todo apuntaba a una “sindicalización” de la CIOSL, una vez que además del nuevo esce-nario mundial, la lucha por la pura hegemonía sindical tampoco tenía sentido mantener-la. Y ese ha seguido siendo el objetivo de la CIOSL en estos últimos años.

Hay, ciertamente, un mayor protagonismo de la CIOSL y de los SPIs mas importantesen las Conferencias promovidas por organismos del sistema de Naciones Unidas, un esfuer-zo en el apoyo a los nuevos sindicatos del Este de Europa, ante la introducción del capitalis-

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mo más salvaje, habiendo abierto las puertas también a los ex sindicatos oficiales. Tambiénhay un incremento de la solidaridad y una fuerte actividad en el área de los derechos huma-nos, y ya durante las huelgas de Corea hubo un cierto apoyo sobre el terreno.

Sin embargo, todavía se detecta la insuficiencia de una organización tan colosal comola CIOSL, que demuestra ante acontecimientos tan recientes como la Cumbre de Seattle.Donde apenas jugó un papel institucional, mientras otros colectivos, incluidos algunosde composición sindical, llevaron a cabo una protesta que la CIOSL ni orientó, ni tuvoque ver con ella.

Hay que reconocer que la CIOSL hace un trabajo positivo, en otras áreas, y así, estáincrementado la presión a favor de la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo deltrabajo, llamando insistentemente a las organizaciones afiliadas a promover una mayorparticipación de las mujeres en los niveles de decisión de los sindicatos. Y en el mismosentido positivo hay que valorar sus iniciativas en relación a la ecología y el medioam-biente.

En el XVI Congreso de la CIOSL, celebrado en Bruselas del 25 al 29 de Junio de1996, se reiteró el compromiso con el tripartismo que encarna la Organización Interna-cional del Trabajo (OIT), cuyo Grupo de Trabajadores está ampliamente vinculado a laCIOSL, que ha trabajado siempre por la consolidación de este organismo del sistema delas Naciones Unidas, y hoy con el proceso acelerado de globalización de la economía sehace más urgente la misión de la OIT, para que se establezcan y apliquen las normas in-ternacionales de trabajo en todos los países.

El Congreso de la CIOSL señaló que “tras el colapso de las economías centralizadas,en particular en Europa Central y Oriental, y la rápida extensión de la liberalización eco-nómica, algunos empleadores y gobiernos han empezado a cuestionar su compromisocon la OIT y sus principios básicos”. Especialmente grave le parece a la CIOSL las difi-cultades financieras de la OIT por los incumplimientos en los pagos de algunos gobier-nos, porque se pone en peligro su capacidad.

La CIOSL rechaza el uso de la cláusula social con fines proteccionistas y establece quesu introducción sea con procedimientos graduales y negociados. La fórmula que laCIOSL estableció para llevar a los Estatutos de la Organización Mundial de Comerciodice así:

"Las partes contratantes convienen en tomar medidas para asegurar el respeto de lasnormas laborales mínimas especificadas por un comité de asesoramiento que la OMC yla OIT establecerán, entre las cuales figurarán las cinco normas garantizadas en los si-guientes Convenios de la OIT altamente ratificados: el Convenio 87 sobre libertad sindi-cal, el Convenio 98 sobre el derecho de los sindicatos y de negociación colectiva, losConvenios 29 y 105 sobre la abolición del trabajo, los Convenios 111 y 100 sobre la dis-criminación en el empleo y la igual remuneración por un trabajo de igual valor, y el Con-venio 138 sobre la edad mínima para el empleo”

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Todo esto es destacable por su importancia para los trabajadores en todo el mundo,pero tambien es cierto que es insuficiente. Una organización de 130 millones de trabaja-dores puede y debe ser más que un “lobby” en relación a los organismos económicos in-ternacionales, el G-7, la OCDE, OMC, el Banco Mundial, el Fondo Monetario, etc.

Por ello el reto principal del movimiento sindical internacional, está allanado, por laexistencia de organizaciones consolidadas y programas políticos adecuados. Y ese reto enmi opinión no es otro que el de adecuar sus organizaciones, coordinarlas mas entre sí (laCIOSL con los SPIs por ejemplo). Aprovechar las sinergias de todas las estructuras yaexistentes, como el TUAC (comité sindical consultivo de la OCDE), propiciar la unifica-ción definitiva en torno a la CIOSL de las otras dos organizaciones CMT y FSM. El retoes aumentar la eficacia, responder a las necesidades de los trabajadores.

Las debilidades que todavía tiene la CIOSL para actuar como una organización mun-dial de trabajadores deben ser superadas con el respaldo de las centrales afiliadas, y conun impulso renovador de la propia CIOSL que debe de materializarse en el próximoCongreso de Abril, a celebrar (emblematicamente por la afiliación de COSATU) enDurban, Suráfrica.

Los sindicatos del sur reclaman a la CIOSL una mayor participación en sus decisio-nes, (un dato anecdótico, aunque significativo es que el grueso del equipo dirigente de laCIOSL está compuesto por europeos) y una presión permanente en favor de los países envías de desarrollo en los organismos económicos internacionales.

En mi opinión, la independencia total de los SPIs sectoriales en relación a la CIOSL,es una herencia de la época en la que ésta se centraba en la competencia ideológica con laFSM, pero hoy sería necesaria una mayor participación de las ramas en la CIOSL, sal-vando su autonomía de la que históricamente han sido muy celosos, y sobre todo unamayor atención de la CIOSL a las actividades de los SPIs, complementándose así dos ac-tividades distintas pero necesarias, la mas “institucional” de la CIOSL y la más “sindical”de los SPIs, revalorizando también el papel de las organizaciones regionales continentalesde la CIOSL.

Después de esta etapa de expansiónafiliativa (que aún puede seguir, en Rusia, en eleste de Europa, en Africa, etc.) creo que la CIOSL necesita un revulsivo para catalizar sudimensión actual, y es necesario que, de forma constructiva, se contribuya desde el con-junto de sus afiliadas al fortalecimiento del único organismo mundial, desde el que se po-dría articular y confluir todas las experiencias e iniciativas de las organizaciones de los tra-bajadores tan necesarias para abordar los retos de la mundialización. ■

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Repensar el movimiento sindical internacional

Kjeld A. Jakobsen.Secretario Internacional de CUT-Brasil

Sin duda, frente a las grandes transformaciones económicas, políticas y sociales en elmundo de hoy y sus efectos sobre la clase trabajadora, un gran desafío es redefinir lasprioridades políticas y estructurales del movimiento sindical. Aunque sea una reflexiónnecesaria para el conjunto de los sindicatos y centrales sindicales nacionales, la preocupa-ción de este texto se centra, principalmente, en el debate sobre las estructuras sindicalesinternacionales, en particular la CIOSL (Confederación Internacional de las Organiza-ciones Sindicales Libres), considerando que ésta viene proponiendo la realización de de-bates (Debate del Milenio) para revisar algunas de sus políticas y estructuras.

1) Perfil de los trabajadores de hoy

Discutir quienes somos hoy en cuanto trabajadores, es fundamental para intentar acer-tar en la valoración de la correlación de fuerzas y de las características actuales de la lucha declases. Cuando Karl Marx en 1848 se dirigió a los trabajadores a través del Manifiesto Co-munista proclamando “¡Proletarios del Mundo Uníos!” se refería básicamente a los trabaja-dores de la incipiente industria de los países de Europa Occidental. Cuando la CIOSL esfundada cien años después, tuvo como organizaciones fundadoras, centrales sindicales delos países industrializados de la misma Europa Occidental, así como de América del Norte,ya divididas por el ambiente político de la “guerra fría”. Además de éstas, participaron algu-nas pocas entidades sindicales de los demás continentes. Todas las iniciativas de creación deorganizaciones internacionales de los trabajadores, desde la I Internacional hasta la CIOSL,tuvieron su mérito y nos dejaron importantes contribuciones para la historia de la clase tra-bajadora. Sin embargo, hay que reconocer las limitaciones del inicio de estas iniciativas y lasposibles culturas originadas y establecidas a partir de las mismas, que en muchos aspectosestán superadas. La clase trabajadora de hoy, no es la misma de los tiempos de Marx y ni si-quiera posee el mismo perfil de la época de fundación de la CIOSL.

Hoy vivimos bajo un nuevo modelo de acumulación capitalista de carácter financieroy no sólo de carácter material como fue durante los “treinta años dorados del capitalis-mo”, entre los años 40 y 70. Fueron retomadas, en la mayoría de los países del mundo,las viejas tesis del liberalismo económico que había entrado en crisis al inicio de este siglo

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y había provocado las dos guerras mundiales, graves crisis económicas, ascensión del fas-cismo y del nazismo, entre otras heridas. Decreció la presencia de trabajadores industria-les y agrícolas en la producción. Creció la presencia de trabajadores en el sector privadode servicios y se redujo el número de los que trabajaban en el servicio público, debido alas políticas neoliberales de establecimiento del “Estado Mínimo”. Creció la presencia delas mujeres en el mercado de trabajo en general y también el número de niños menoresde 14 años. Sin embargo, aumentó la cantidad de desempleados en función de procesosde reestructuración productiva y privatizaciones. En los países de industrialización mástardía, hubo una emigración significativa de trabajadores del campo hacia la ciudad, en-tre los años 50 y 80, buscando trabajo en la creciente industria. Muchos lo encontraron,sin embargo, otros muchos tuvieron que acomodarse en trabajos precarios y sin contratosformales. Con la reestructuración productiva actual, un sector significativo de la segundageneración de los descendientes de aquellos campesinos, engrosó el sector informal delmercado de trabajo. Varios países del sur del planeta, nunca asistieron a la instalación decualquier actividad industrial significativa, lo que supone que en general los únicos traba-jadores que tienen un contrato regular de trabajo, son los empleados públicos. Los de-más, son pobres ejerciendo actividades de baja cualificación tecnológica, sin regulaciónni protección, también conocidos como trabajadores informales.

La PEA (Población Económicamente Activa) mundial está compuesta por aproxima-damente 2,4 Billones de personas. Según la OIT (Organización Internacional del Traba-jo) en 1998 cerca de un billón de personas (aproximadamente un 17% de la poblaciónmundial) estaban desempleados o trabajando precariamente. Entre ellos cerca de 200 mi-llones de niños menores de 14 años trabajando, muchas veces bajo las formas mas intole-rables como prostitución, tráfico de drogas y actividades de guerra. El hecho de que se es-tén verificando recortes de gastos en las redes de protección social en prácticamente todoel mundo, contribuye para hacer retornar a jubilados al mercado de trabajo, generalmen-te bajo condiciones precarias o, simplemente, impide que los ancianos vean la jubilacióncomo medio suficiente de subsistencia. La misma razón ha impedido a los jóvenes per-manecer más tiempo en la escuela y obtener una mejor cualificación profesional, comouna alternativa al ingreso prematuro en el mercado de trabajo.

Este marco de desempleo, precarización y trabajo informal, afecta en primer lugar, a lossectores mas vulnerables de la sociedad como las mujeres, jóvenes, ancianos, negros y otrosgrupos étnicos, llevando la discriminación social también al trabajo. El movimiento sindicaltiene ante sí la tarea de defender los derechos e intereses de los trabajadores, tanto de aquellosbien cualificados y bien remunerados, como de aquellos que se encuentran en la posiciónmas baja de la escala social, desempleados, informales o también de aquellos que viven bajocondiciones de trabajo forzoso. Para cumplirlo necesita cambiar su enfoque y estrategia.Mantener la misma estrategia y organización que fue eficiente durante cierto período de acu-mulación del capital, puede ser una equivocación frente a otro modelo muy diferente.

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2) Nuestra organización

Si sumamos el número de trabajadores organizados en sindicatos de acuerdo a la repre-sentación de las Centrales Sindicales Internacionales y de aquellos representados por centra-les nacionales “independientes”, es decir, sin afiliación internacional, llegaremos a poco masde 300 millones, equivalente aproximadamente al 15% de la PEA mundial, incluyendo los150 millones de afiliados reivindicados por la ACFTU (Federación de Todos los Sindicatosde China). A pesar de esta dimensión de baja sindicalización, si este contingente fuese efec-tivamente organizado, estructurado y coordinado, representaría una fuerza política impor-tante. Sin embargo, no es el caso y además el perfil de estos trabajadores se acerca cada vezmás a las características del mercado de trabajo mundial descritas anteriormente, lo que sig-nifica que insistir en organizarlos en sindicatos industriales siguiendo la fórmula de posgue-rra es insuficiente, por no decir ineficaz, demostrado, entre otras razones, por la caída en losíndices de sindicalización. Tenemos que considerar seriamente el problema de que existe un85% de trabajadores en el mundo sin participación sindical.

A semejanza de las estructuras sindicales nacionales, el movimiento sindical interna-cional también se organiza a nivel horizontal a través de la CIOSL, FSM (FederaciónSindical Mundial), CMT (Confederación Mundial del Trabajo) y sus organizaciones re-gionales en los continentes y a nivel vertical a través de Secretariados Profesionales Inter-nacionales (SPI’s), Uniones o Federaciones. En el caso de los SPI que siguen la mismaconcepción sindical de la CIOSL, ha habido movimientos en busca de fusiones, comohicieron los químicos y trabajadores de energía de la ICEF con los mineros de la FIM en1995 formando la ICEM y como están haciendo los comerciantes, empleados de banca ytécnicos de la FIET, con los trabajadores de correos y telecomunicaciones del IPCTT,con los de gráficas de la IFG y los trabajadores del ocio del MEI, formando la nueva or-ganización llamada UNI, a partir de 2001. Son iniciativas importantes al buscar una res-puesta sindical formando estructuras fuertes, frente a las fusiones de empresas multina-cionales que vienen ocurriendo a lo largo de los últimos años, aunque todavíainsuficientes frente a la complejidad de la coyuntura actual.

CIOSL no es la organización sindical internacional más antigua del siglo XX, pues tan-to la CMT, como la FSM fueron fundadas antes, aunque se encuentren estancadas, por nodecir en declive. Pero es, actualmente sin duda, la más importante y más representativa delsindicalismo real de los países industrializados y de los subdesarrollados o en vías de des-arrollo, aunque falte mucho para ser la organización ideal. El cuadro siguiente demuestra ladistribución actual de la representación sindical de las organizaciones afiliadas a CIOSL di-vidida entre trabajadores de países desarrollados (miembros de la OCDE) y no desarrolla-dos en sus diferentes matices. (Entre estos últimos se han incluido cinco países que a pesarde ser miembros de la OCDE no se encuadran exactamente en los criterios de desarrollo delos demás. Son: Hungría, Polonia, República Checa, México y Corea del Sur).

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La tabla demuestra que, hoy en día, la representación de los países no desarrollados(48%), comparada con la de los países industrializados (52%) es casi igual. Además, delas 90 organizaciones que se afiliaron entre 1990 y 1999, una amplia mayoría provienende países no desarrollados, donde por otra parte está el potencial de conquista de nuevasafiliaciones. En los países industrializados hay pocas organizaciones que aún no estén afi-liadas a CIOSL, por tanto, la única manera de crecer en este área es a través del aumentode la tasa de sindicalización de sus sindicatos. Sin embargo ese perfil no está presente enla dirección de la CIOSL y en la mayoría de los SPI que son dirigidos mayoritariamentepor representantes de las organizaciones sindicales afiliadas de los países industrializados,sea a nivel horizontal, sea a nivel vertical.

Además, contradictoriamente, la estructura de dirección copia el modelo “Bolchevique”adoptado por el régimen que el “Sindicalismo Libre” tanto combatió. Esta estructura clan-destina y profesionalizada creada por el Partido Obrero Social Demócrata Ruso (POSDR)a principios de siglo (1903), compuesta por Delegados de Congresos, un Comité Central yun Secretario General, es muy parecida con la estructura de poder tanto de CIOSL, comode FSM. Este modelo de dirección se justificaba plenamente para luchar contra el autorita-rio régimen zarista en Rusia, donde los opositores revolucionarios eran encarcelados, tortu-rados y frecuentemente ejecutados y necesitaban una organización segura y eficiente. Sinembargo en una organización sindical mundial, 83 años después de la caída del zarismo yen una coyuntura de democracia y pluralismo, la estructura ciertamente debe cambiar, con-templando el perfil de los afiliados y el mundo en que vivimos. Prácticamente ninguna delas centrales nacionales afiliadas a CIOSL, adopta hoy en día un modelo de dirección tancentralizado como éste e incluso varios SPI y por lo menos una de las organizaciones regio-nales, la ORIT, modificaron ya sus estructuras incorporando más dirigentes, dividiendomínimamente el poder y las responsabilidades de trabajo.

Éste es el sentido de la enmienda estatutaria presentada por CUT para el XVII Con-greso de CIOSL, proponiendo la elección de los Secretarios Generales Adjuntos en el

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Países Nº Países Organizaciones Sindicalizados %

OCDE 24 31 65.222.375 52,3

No – OCDE(*) 121 184 59.376.909 47,7

TOTAL 145 215 124.599.284 100,0

Datos:- CIOSL, noviembre de 1999. Elaboración Kjeld A. Jakobsen.

* Los cinco países citados y sumados a los “No OCDE” poseen 8 Centrales afiliadas y 5.649.959 trabajadoressindicalizados, lo que representa el 4,6% del total.

Afiliados al CIOSL

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congreso y que, por lo menos, uno o una provenga de una central afiliada de un país nodesarrollado. Entendemos que esta sería una forma de dar un paso al frente en la descen-tralización de la gestión de CIOSL y de manera democrática al hacerlo a través de elec-ción en congreso de los responsables para ayudar al Secretario General en sus tareas. Ade-más, sería saludable para el fortalecimiento de la democracia interna de la organización,tomar más decisiones a través de la consulta a los dirigentes y afiliados. La práctica co-rriente de adoptar resoluciones siempre a través del consenso, que la presidencia capta enlas reuniones a partir de las intervenciones del plenario, no siempre es la más justa o laque refleja el pensamiento de la mayoría.

3) La importancia de las relaciones Norte-Sur

Entendida no como una simple localización geográfica, sino como una división delmundo entre países desarrollados y no desarrollados, con relaciones políticas diferentes yya vimos que la dimensión de afiliación a CIOSL y a SPI de las organizaciones sindicalesdel Sur es casi igual a la del Norte, con posibilidad de sobrepasarla en pocos años. Esto esnecesario reflejarlo en los organismos de dirección y también en la política. El gran des-afío del movimiento sindical internacional de hoy, es construir la síntesis entre las luchasde los trabajadores del Norte y del Sur, bajo pena de no enfrentar el riesgo de la competi-tividad entre ellos y ser todos perjudicados, más tarde o más temprano, de la reducción oeliminación de derechos.

Es fundamental que todos entiendan que los efectos del liberalismo son diferentesentre los países industrializados que conducen el proyecto neoliberal y que tienen capaci-dad de proteger sus economías cuando les conviene y los países de la periferia, que sonllevados a adoptar el modelo, sin poder de influencia sobre su conducción y sin prepara-ción para adoptar la economía de mercado de un día para otro. Por eso, cuando tratamosde procesos de globalización como “libre comercio”, reestructuración productiva, inver-siones, etc, no basta con reivindicar mecanismos para salvaguardar derechos laborales bá-sicos, aunque incluirlos en acuerdos comerciales, por ejemplo, pueda fortalecer su cum-plimiento. Sin embargo ¿qué adelanta garantizar el derecho a la libre organizaciónsindical y negociación colectiva, por ejemplo, frente a puestos de trabajo destruidos porestos procesos? Para los trabajadores del Sur es fundamental que la agenda sindical inclu-ya también una clara oposición al proyecto neoliberal y discusión de alternativas de des-arrollo sostenible que contemplen la creación de empleo y renta, con la preservación delos derechos fundamentales.

El hecho de que CIOSL no esté contemplando esta preocupación, ha llevado, porejemplo, a la situación embarazosa de que las centrales afiliadas de los países industriali-zados apoyen unánimemente la “Cláusula Social” en OMC para proteger a los trabajado-

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res de los países no desarrollados frente a la super-explotación provocada por la liberaliza-ción comercial y muchas centrales afiliadas de Asia, África y América Latina se oponenpor ver en la “Cláusula” un instrumento proteccionista más que podrá gravar todavíamás su ya difícil situación económica. O sea, elaborar propuestas burocráticamente, sinconsiderar la realidad de todos o por lo menos de la mayoría de los afiliados y sin debatirlos temas en profundidad, en vez de traer soluciones para los trabajadores frente a la glo-balización, nos divide y debilita. Esta situación fue aún más grave en relación al AMI(Acuerdo Multilateral de Inversiones) en discusión en la OCDE. Mientras varias Organi-zaciones Sociales y Sindicales, ONG e incluso algunos gobiernos se posicionaban contrael contenido de estas negociaciones debido, al radicalismo de sus propuestas neoliberales,sometiendo la soberanía de las naciones a los intereses de las Empresas Multinacionales,la TUAC se limitaba a reivindicar la introducción en el preámbulo del acuerdo, unamención al respeto de los derechos laborales y ambientales básicos, como condición paraaceptar la liberalización de las inversiones.

Otros temas como la Deuda Externa, reforma de las instituciones multilaterales, coo-peración internacional y el desenmascaramiento del significado real de libre comercio y li-beralización de las inversiones externas directas, necesitan ser tratados considerando tam-bién la visión del sur. No basta con proponer al FMI y al Banco Mundial que considerenel respeto a los derechos humanos, laborales y ambientales, si estas instituciones prosiguencon el derecho de imponer determinadas políticas económicas y ajustes estructurales a lospaíses que buscan préstamos, pues éstas son las verdaderas causas de la pobreza y de la vio-lación de derechos. En las reuniones del G-7 se ha hablado sobre el perdón de la DeudaExterna a los países más pobres, propuesta más que justa. Sin embargo, hemos oído opi-niones, de que este perdón debería estar condicionado al respeto de las Normas Básicas dela OIT. Entre 1982 y 1998, los países del Tercer Mundo pagaron cuatro veces lo que debí-an; por tanto, el no pago de la Deuda Externa debería estar previsto para todos ellos y sincondicionantes. Nosotros reivindicamos el respeto a las Normas Básicas de trabajo en losacuerdos comerciales para evitar prácticas de “dumping social” y no para condicionar underecho, como es el perdón o el no pago de la Deuda Externa, que ha sido un factor cru-cial para impedir el desarrollo de la mayoría de los países del Tercer Mundo. Por último,muchos han lamentado el fracaso del inicio del Debate del Milenio, bajo el argumento deque los países no desarrollados habrían perdido su oportunidad de aumentar la participa-ción en el comercio mundial. Pura falacia, pues el resultado de la liberalización comercialhasta el momento ha sido favorable a los países desarrollados que controlan la globaliza-ción y deficitario a los países no desarrollados, incluso con la ampliación de los volúmenesy valores del flujo de comercio, pues las importaciones de estos países han crecido más quesus exportaciones, además de que su pauta comercial haya disminuido en calidad. El ini-cio de una nuevo debate no irá a alterar este cuadro. En cuanto al IED, 71,5% ha sido re-alizado en los países desarrollados y de la parte que llega a los países en vías de desarrollo,

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cerca del 80% se dirige a privatizaciones, adquisiciones, fusiones y reestructuración de em-presas existentes, procesos que no generan nuevas iniciativas empresariales, sino que por elcontrario, aumentan el desempleo.

Estas visiones probablemente son consecuencia del desconocimiento de la realidaddel Sur por parte de muchos dirigentes sindicales de los países industrializados, aunqueno se deba descartar que algunos puedan hasta haberse conformado con las ideas neolibe-rales. De cualquier modo es una demostración de que la voz de los trabajadores del Surtiene que ser más fuerte.

Otro ejemplo, en cuanto a tácticas sindicales, se refiere a las Negociaciones Colectivas.En Europa, debido a años de lucha en la primera mitad del siglo, se institucionalizó unafuerte cultura y práctica de negociación, sea con los gobiernos, sea con el empresario y con-secuentemente se recurre menos al expediente de huelga. En EE.UU., existen muchas em-presas que adoptan políticas antisindicales, lo cual ayudado por una legislación que dificul-ta la organización, hace que los índices de sindicalización sean bajos y que millones detrabajadores americanos no estén cubiertos por contratos colectivos de trabajo. En Japón, laorganización sindical por empresa, los empleos vitalicios, introduce otra realidad sindical demayor cooperación con las empresas. Sin embargo en el Sur, todavía es común el asesinato,prisión o despido de activistas por el simple hecho de intentar organizar sindicatos, lo quelleva a conflictos serios en los centros de trabajo y hace que nuestra posibilidad de conquis-tar algo de valor a través de negociaciones, tenga que ser acompañado casi siempre por de-mostraciones de fuerza. Si estas realidades tan distintas, no son debidamente comprendidaspor todos, será difícil definir estrategias para campañas sindicales a nivel global.

4) Unidad, política de alianzas y un nuevo papel para CIOSL

La peor cosa que siempre se hizo presente entre los trabajadores es el sectarismo quehistóricamente ha dividido orgánica y políticamente el movimiento social, hasta el puntode muchas veces las organizaciones enfrentarse unas a otras, incluso físicamente, lo quepara el empresariado ha sido una gran ventaja. La disputa ideológica que se estableció en-tre las grandes potencias después de la II Guerra Mundial también se hizo presente en elmovimiento sindical mundial implicando principalmente a CIOSL (Social Demócrata)contra FSM (Comunista).

Sin embargo la “Guerra Fría” acabó hace diez años y es lamentable constatar que devez en cuando sus sentimientos aún se hacen presentes y que algunos dirigentes sindicaleshasta reivindican responsabilidades por la “caída del muro”. Sin hacer defensa alguna delsocialismo real, es sin embargo evidente que los derechos de los trabajadores han queda-do más vulnerables con la desaparición de los regímenes del este Europeo. Por ejemplo,las votaciones para aprobar nuevas Convenciones en las Conferencias anuales de la OIT,

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han sido cada vez más apretadas y el contenido de ellas, cada vez mas genérico. Por tantoes necesario invertir en la unidad sindical a partir de propuestas comunes. No tanto entreCIOSL, CMT y FSM, sino entre sus afiliadas las que practican un sindicalismo auténti-co, pues durante la disputa entre ellas, ninguna fue muy exigente para aceptar nuevas afi-liaciones, lo que lleva a cada una a tener algunas centrales afiliadas que contradicen prin-cipios orientadores de cualquier central mundial que se precie.

Además de la unidad, que podría ser construida a partir de iniciativas concretas, comopor ejemplo una campaña permanente por más y mejores empleos, adoptando iniciativasque respondan a este problema que afecta a todos, trabajadores de países desarrollados o no,podemos y debemos apostar por la construcción de una política de alianzas. La unidad sehace entre iguales que buscan el mismo objetivo, pero la alianza, se hace entre diferentesque tienen al menos parcialmente el mismo objetivo. Una política de alianzas consistente esfundamental frente a la complejidad y diversidad de los problemas que hoy enfrentamos. Elmovimiento sindical, con sus apenas 300 millones de sindicalizados, no derrotará el solo elproyecto neoliberal. Necesitamos aliarnos al movimiento social, a las ONG, partidos políti-cos del ámbito democrático y popular e incluso a las pequeñas iniciativas.

El tema es siempre polémico en el medio sindical, debido principalmente al corpora-tivismo y al rechazo de aceptar que una ONG donde trabajan pocas personas, pueda serreconocida como una entidad representativa. Esto puede y debe ser tratado con sentidocomún, pues el adversario es derrotado por la presión de la movilización y de las ideas. LaCUT tiene en la actualidad cinco millones de trabajadores afiliados, siendo por tantouna entidad representativa que ya promovió muchas movilizaciones nacionales. Sin em-bargo nunca consiguió sensibilizar a la sociedad como lo hizo el entrañable Betinho, pre-sidente de una ONG llamada IBASE con dos docenas de trabajadores, con su campañacontra el hambre y la ciudadanía en Brasil, entre el 92 y el 94, que implicó, por lo menos,a un tercio de la población. Lo mismo se puede decir sobre la campaña mundial contra elAMI articulada con éxito por una serie de ONG. ¿Quien es más representativo en la ac-tualidad? Creo que esto es indiferente, pues las alianzas presuponen la preservación de lasidentidades de cada una de las partes, el mantener foros tripartitos nos beneficia a todos.El trabajo en redes, relacionando a los interesados con asuntos específicos, ha sido eficazpara promover las relaciones entre diferentes actores sociales, por ejemplo la Alianza So-cial Continental de las Américas, donde participan la ORIT y una serie de organizacio-nes sociales, así como, ONG, en la discusión de alternativas al ALCA (Área de Libre Co-mercio de las Américas). La política de alianzas sociales ha sido la gran novedad de laactual coyuntura. La movilización conjunta ocurrida el año pasado en Seattle contra laspolíticas de la OMC, sumada a las divergencias entre los diversos gobiernos que impidie-ron el inicio del debate del milenio, es prueba de esto.

Otro aspecto del final de la “Guerra Fría” es la necesidad de redefinir el papel de laCIOSL. Anteriormente ella se mantenía como el foro que reunía a las organizaciones sin-

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dicales que se oponían al comunismo, como opción ideológica, influenciada por la bipo-laridad política que entonces dividía el mundo. Esta lógica no une más a nadie en elmundo sindical de hoy y si la CIOSL no encuentra su nuevo papel y no crea la motiva-ción para mantener a sus afiliadas alrededor de ella, ciertamente sufrirá un vacío en su re-presentación, justamente en el momento en que más necesitamos de una organizaciónsindical capaz de aglutinar mundialmente a los trabajadores frente a los efectos de la glo-balización neoliberal.

Este riesgo es grande, pues el movimiento sindical es pragmático y tenderá a priorizarsus acciones frente a los efectos más sensibles de la globalización, en la visión de cada cen-tral sindical nacional y de los SPI’s, como por ejemplo los efectos derivados de los proce-sos de integración económica y de los acuerdos de libre comercio o incluso de las políti-cas de determinadas empresas multinacionales. Esto podrá significar que las CentralesSindicales de Europa podrán priorizar sus acciones frente a la Unión Europea y a la orga-nización de la CES, las Centrales del continente americano frente a NAFTA y a ALCA,en vez de invertir en CIOSL. Y a fin de cuentas, ¿ para qué gastar recursos con políticas einiciativas internacionales si éstas están muy distantes de la realidad inmediata de cadauno?

Será un desastre si esto se hace realidad. Es necesario que se busquen temas e iniciati-vas que unifiquen los intereses de todos, como por ejemplo la OMC y el “Libre Comer-cio”, pues sus políticas afectan a todos los trabajadores de alguna forma, sea en los paísesindustrializados, sea en los países en vías de desarrollo, diferentemente de las Institucio-nes Financieras Internacionales, cuyas políticas de ajuste estructural afectan solamente alos trabajadores de los países no desarrollados.

Este es el desafío planteado para el próximo período; el plazo es corto, y la situacióneconómica y social de hoy evoluciona rápidamente, lo que exige respuestas igualmenterápidas del movimiento sindical. ■

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Sindicalismo y globalización:un punto de vista desde el Tercer Mundo

Mario dos Santos BarbosaDirector del Sindicato de los Metalúrgicos de ABC y miembro de la coordinación ejecutiva del Comité Mundial de Trabajadores de Volkswagen

Introducción

Desde las últimas décadas del siglo pasado, el acelerado movimiento de globalizacióndel capital ha sido señalado como una de las principales dificultades para la acción delmovimiento sindical. Las empresas multinacionales, con una importante y creciente par-ticipación en la actividad económica mundial ganan protagonismo, como uno de losprincipales agentes de este proceso. En este contexto, aumenta el interés por el análisis yel debate de las diferentes experiencias de los movimientos de los trabajadores en el mun-do en busca de elementos que puedan favorecer una mejor comprensión del fenómeno ysus consecuencias para la clase trabajadora.

Este texto plantea para debate una visión sobre el proceso de globalización a partir dela experiencia del movimiento sindical en un país del tercer mundo, Brasil. Para ello,adopta como punto de partida el traslado de empresas multinacionales automovilísticashacia la periferia, como parte del movimiento de expansión capitalista después de la se-gunda guerra mundial. La expectativa es que los debates en curso puedan, de alguna ma-nera, ayudar a vislumbrar nuevas posibilidades de elaboración y coordinación de accionessindicales frente a la realidad de la globalización, tanto a nivel de espacios nacionalescomo en el ámbito mundial.

El capital europeo atraviesa el océano

Presionados por el movimiento de expansión del capital norteamericano en la década delos 50, sectores del capital europeo van a buscar a los países periféricos, condiciones más fa-vorables a su proceso de acumulación. Brasil aprovecha este momento para dar un impor-tante salto en el sentido de consolidar su proceso de industrialización, hasta entonces restrin-gido por la ausencia del sector de la industria de producción de bienes de capital. A través delPlan de Metas (1956-61) el gobierno brasileño se hace garante de la realización de este obje-tivo, haciendo posible, entre otras, cosas el traslado de la industria automovilística a Brasil.

La región escogida para recibir esta importante inversión es el ABC Paulista, teniendoen consideración, sobre todo, las ventajas comparativas ofrecidas por la región, tales

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como la disponibilidad de tierras y la proximidad con Porto de Santos. En poco tiempose instalan en la región las grandes marcas de la industria automovilística mundial, ha-ciendo que el ABC asuma una posición destacada, responsable de cerca del 60% del PIBdel estado de São Paulo.

Desarrollo excluyente

La implantación de la industria pesada en la década de los 50 representa un gran sal-to en el proceso de industrialización del país. En aquel momento, se constituye una baseproductiva de modelo semejante al de los países avanzados que más tarde, en los años se-tenta, es completada con nuevas inversiones, pasando en ese momento a crear una matrizindustrial completa.

Sin embargo, desde el punto de vista estructural, esta base productiva moderna per-manece prácticamente estacionada hasta final de los años ochenta, mientras que en lospaíses avanzados, especialmente en Japón, Alemania y EEUU, está en curso un vigorosoproceso de reestructuración productiva desde el inicio de la década de los ochenta.

Este marco, agravado por la crisis del modelo de desarrollo capitalista de posguerra,que se arrastra desde finales de la década de los setenta, va a proyectar en el caso de Brasil,nuevos desafíos para los actores sociales, trabajadores, empresarios y gobierno en la déca-da de los noventa. Oliveira, M.A. (1994)

El mercado de trabajo moderno que surge en Brasil con la implantación de la indus-tria pesada, se desarrolla y se consolida básicamente a lo largo de los años 60, ocurriendolas alteraciones más significativas en su estructura en los años ochenta, coincidiendo porun lado con la crisis interna, asociada a la crisis más general del modelo de desarrollo ca-pitalista que marcó la posguerra, y por otro con el proceso de globalización y reestructu-ración productiva y organizativa en curso en las grandes empresas en los países avanzadosy sus reflejos en las subsidiarias en el caso de las multinacionales.

La reducción de los puestos de trabajo verificada en la industria, especialmente en elsector automovilístico, en la década de los ochenta, está asociada fundamentalmente a lacrisis del agotamiento del modelo de desarrollo capitalista posterior a la segunda guerramundial. Sin embargo, en el caso de las multinacionales, si por una parte, la distancia entérminos de modelo tecnológico es cada vez mayor entre las matrices en los países centra-les y las filiales en la periferia, por otro lado las exigencias son cada vez mayores en el sen-tido de elevar los patrones de calidad y de productividad en los centros de producción dela periferia a los patrones de las matrices.

Desde el punto de vista de la lucha por la distribución de la renta, el desarrollo delmovimiento sindical en Brasil, desde los años 60 hasta la década de los ochenta, está mar-cado por grandes contradicciones.

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A diferencia de la situación de los trabajadores en los países avanzados en la posguerrahasta los años 70, en Brasil los trabajadores no participan de los resultados del crecimien-to económico en los períodos en los que éste se presentaba favorable a la distribución dela renta. Por el contrario, es justamente en el período posterior, cuando la crisis ya estáinstalada y la inflación destruye cualquier perspectiva de aumento real de los salarios,cuando surge el dinamismo de los sindicatos. Oliveira, M.A (1994)

La perspectiva de desarrollo con consumo generalizado y bienestar social, semejante alocurrido en los países avanzados en el período de posguerra, fue en el caso de Brasil aborta-do. La supresión de la democracia con el golpe militar de 1964 interrumpe el esfuerzo demovilización e impone el silencio al movimiento obrero por la vía de la represión. Al mis-mo tiempo, la forma en que la cuestión del crecimiento económico y de la distribución dela renta es tratado por los militares durante casi treinta años, constituyen factores determi-nantes en la performance de la distribución en Brasil durante este período.

Las altas tasas de crecimiento económico que se verifican desde entonces hasta finalesde la década de los setenta, se dan bajo el liderazgo de los sectores de producción de bien-es de consumo duraderos. En el curso de este crecimiento económico vertiginoso, se ob-servaba un grave contraste en el plano de las relaciones de trabajo: la ausencia del derechoa la negociación colectiva. Incluso en la región de ABC, centro dinámico de la economíabrasileña, las relaciones entre capital y trabajo intentan reproducir las relaciones de la casamatriz con las delegaciones.

La aparición del nuevo sindicalismo

A finales de la década de los setenta entra en la escena política brasileña el llamado“nuevo sindicalismo”, a través del cual los trabajadores buscan recuperar el derecho a de-fenderse de la opresión a través de las luchas por el aumento salarial.

El nuevo sindicalismo tiene su actuación marcada por un fuerte contenido reivindi-cativo y contestatario al orden impuesto, expresado en huelgas por aumentos salariales ypor el fin de los límites impuestos a la acción sindical. Con gran poder de difusión, in-mediatamente asume rasgos de movimiento de masas, fortaleciendo el esfuerzo de movi-lización de la lucha por el fin del régimen militar.

La coyuntura brasileña pasa a ser definida por la agudización de los conflictos de cla-se, donde las huelgas de los trabajadores de ABC por la revisión salarial se suman a losmovimientos estudiantiles y sociales de contestación al régimen militar y por las liberta-des democráticas. Oliveira, M.A (1994)

Estos movimientos contribuyen, al mismo tiempo, al resurgimiento de las organiza-ciones obreras no vinculadas a la estructura sindical corporativa. Surgen las comisionesde fábrica en ABC, las centrales sindicales y los partidos políticos obreros. Las principales

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novedades en este escenario es la presencia de la CUT –Central Única de los Trabajado-res- y del PT– Partido de los Trabajadores.

Las sucesivas olas huelguistas ocurridas en ABC en este período, contribuyen de ma-nera decisiva a la superación de la visión autoritaria e intransigente presente, de formasignificativa en la práctica de las relaciones de trabajo del empresariado de la región, re-percutiendo, entre otras cosas, en la apertura de espacio para la conquista de Comisionesde Fábrica en las principales empresas montadoras de ABC, favoreciendo una articula-ción más efectiva de los trabajadores de las empresas multinacionales en el plano interna-cional. El estancamiento económico a partir del inicio de los años ochenta y el aumentode la competencia en la economía de mercado, hace que las empresas pasen a desarrollarun conjunto de acciones intentando la elevación de los patrones de productividad y decompetitividad.

Los efectos sobre el mercado de trabajo de la aparición de la tercera revolución tecno-lógica, a partir de 1980, son exacerbados en función de la ausencia en este período de doselementos clave que después de la Segunda Guerra Mundial desempeñaron un papel cen-tral en el patrón de desarrollo capitalista durante los “años gloriosos": el liderazgo de losEE.UU. en condición de gran potencia económica y militar y la existencia de organismoseficaces de coordinación de la economía a nivel internacional. Mattoso, J. L. (1996)

Para Mattoso, la agudización de la competencia desregulada entre individuos, em-presas y naciones o bloques económicos, hace que las políticas de no reglamentación delmercado de trabajo pasen a constituirse en variable de ajuste fundamental. En conse-cuencia, la competencia y la competitividad, privilegiadas en sus aspectos privados, notienen en cuenta las formas de regulación pública. Como consecuencia, lo que se obser-va es la ruptura del compromiso de los individuos con la preservación o ampliación dela ciudadanía, y con la solidaridad desde el espacio local hasta la esfera internacional.Esto puede ser observado, por ejemplo, en la lucha que se hace del uso público de trans-ferencias fiscales o tributarias y en el crecimiento de la indiferencia e intolerancia en re-lación a los excluidos que la economía continua creando, sobre todo en las grandes ciu-dades.

El argumento básico sostenido por esta lógica es que la ruptura con el pasado se daríaa través de la acción individual y a través de la disputa entre competidores y no, por la co-ordinación democrática de decisiones, sobre todo porque sus agentes estarían poco preo-cupados con los intereses generales. Así, políticas sectoriales de cualquier tipo deberíanser abandonadas en nombre de la intensificación de la competencia. Ésta, en contraparti-da, se manifestaría predominantemente en las empresas y sería regulada exclusivamente através del mercado. En vista de esto, lo que acaba predominando es la terciarización deactividades productivas menos rentables, los recortes de personal, el aumento de jornada,la remuneración individual flexible etc. Las empresas se apropian de las innovaciones tec-nológicas y externalizan costes y parcelas de la producción.

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Respuestas sindicales

En términos de lo que se podrían llamar tentativas de respuestas sindicales a la glo-balización, destacamos los puntos que nos parecen relevantes para el debate: la con-quista de la Comisión de Fábrica en Volkswagen, Brasil 1982; la huelga de 1985 por lajornada de 40 horas semanales; el acuerdo de la Cámara Sectorial del sector de auto-moción en 1991; la semana de 4 días en Volkswagen y las jornadas de lucha por unconvenio colectivo nacional en este sector. Son movimientos que, como veremos, bus-can combinar la lucha y la resistencia a las consecuencias negativas de la globalizacióncon la presión por la globalización de los derechos sociales y laborales. Estos cuatro ca-sos están asociados a la trayectoria del llamado “Nuevo Sindicalismo” del que habla-mos anteriormente.

La conquista de la Comisión de Fabrica en Volkswagen

El primer caso que presentamos tiene lugar a principios de la década de los 80,cuando el sindicato metalúrgico de São Bernardo se encontraba bajo intervención mili-tar. La dirección de Volkswagen tomó la iniciativa de crear un Sistema de Representa-ción Interna de los Trabajadores, para suplantar al sindicato. El objetivo era crear un sis-tema de representación ceñido a los intereses de la empresa. Este sistema fue duramentecombatido por la dirección del sindicato, a pesar de estar anulada y por los militantessindicales anónimos y clandestinos en el interior de la empresa. Dos años más tarde, en1982, era conquistada la Comisión de Fabrica de los Trabajadores en Volkswagen conestatuto negociado entre la empresa y el Sindicato Metalúrgico de São Bernardo deCampo y Diadema.

La lucha del Sindicato Metalúrgico por un organismo autónomo de representaciónde los trabajadores en Volkswagen contó con el apoyo activo de IG Metall y del ComitéÍnter centros de Volkswagen en Alemania.

A partir de este momento, el tema Comisión de Fábrica gana un espacio propio enla agenda del Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo y pasa a formar parte de su es-trategia organizativa en los centros de trabajo. La primera Comisión de Fábrica en la re-gión de ABC fue conquistada en Ford en 1981. Un año después, en 1982 es el momen-to de los trabajadores de Volkswagen para conquistar su Comisión de Fábrica. Enseguida vienen Scânia, Mercedes, Motores Perkins y otras muchas Comisiones y Dele-gados sindicales en las empresas de la región. Al final de la década de los ochenta casi lamitad de los metalúrgicos de São Bernardo y Diadema estaban organizados en Comisio-nes de Fábrica.

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La lucha por la jornada de trabajo de 40 horas semanales

Este ejemplo señala la campaña por la jornada de trabajo de 40 horas semanales en1985. Desde hacía varios años, la bandera de las 40 horas constaba en todas las pautas dereivindicaciones con el sector patronal. En ese año pasó a constar como ítem prioritarioen la pauta de la Campaña Salarial, teniendo en consideración el creciente marco de des-empleo que se venía presentando en la industria. La campaña era dirigida desde el con-junto de la categoría, teniendo como centro la movilización en las empresas de montaje.En estas empresas, la motivación para la lucha era apoyada en dos ejes básicos: la expecta-tiva de la creación de nuevos puestos de trabajo a través de la mejor distribución del tra-bajo disponible, asociada a la reivindicación de una jornada de trabajo próxima a la de lostrabajadores en los centros matrices.

La huelga, denominada “Vaca Brava” tuvo diferentes tiempos de duración en cada em-presa. En Volkswagen fue donde tuvo la mayor duración: 54 días. En esta lucha los Meta-lúrgicos de ABC alcanzan la reducción de la jornada de trabajo de 48 a 40 horas semanalesen algunas decenas de pequeñas empresas de la región. En las empresas de montaje de auto-móviles, así como en algunas pocas empresas medias, fue conquistado un programa de re-ducción de 48 a 44 horas semanales en dos años. Esta lucha se inspiró en gran parte en lalucha de los trabajadores metalúrgicos de Alemania, en la huelga de seis semanas realizadael año anterior por la jornada de 35 horas semanales. Encontramos en este caso de formaclaramente evidente, un componente de la lucha por la globalización de los derechos labo-rales. Gracias a esta lucha, tres años más tarde, en 1988, el congreso constituyente extiendela jornada de trabajo de los metalúrgicos a todo el conjunto de la clase trabajadora. La jor-nada de trabajo constitucional en Brasil pasa a ser de 44 horas semanales.

Cámara Sectorial

El tercer ejemplo se refiere a las negociaciones de la llamada Cámara Sectorial del sectorde automoción en 1991. Esta iniciativa de los Metalúrgicos de ABC se convirtió en una delas principales referencias sindicales de este nuevo período. Ocurre en un ambiente de re-construcción democrática donde, entre otras cosas, se desarrolla la ampliación de los espa-cios de la negociación. La apertura comercial iniciada en 1990 de manera abrupta por elgobierno Collor, trajo consecuencias desastrosas para innumerables empresas con impactosaltamente negativos para los trabajadores desde el punto de vista del empleo y del salario.

A esto le siguen, un conjunto de cambios que ocurren fundamentalmente bajo elcontrol de los grandes consorcios multinacionales que operan en el mercado mundial, es-tableciendo los patrones para la innovación tecnológica y para las estrategias empresaria-les como es el caso de la industria automovilística.

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Considerada como una de las iniciativas de mayor peso de los sindicatos en este nue-vo contexto, la movilización de los trabajadores en el sector de la automoción a partir dela región de ABC en São Paulo, contra los efectos del proceso de apertura comercial sobreel empleo de la clase trabajadora, tiene como resultado una mesa de negociaciones tripar-tita en 1991 que quedó conocida como Cámara Sectorial. Esta iniciativa tenía como ob-jetivo detener la marcada tendencia del desempleo en el sector.

Las negociaciones de la Cámara Sectorial produjeron en aquel año un acuerdo que tuvoreflejos positivos en toda la cadena productiva en términos de aumento de ventas y de pro-ducción, con el mantenimiento del nivel de empleo. El acuerdo prevé entre otras cosas larevisión por el gobierno de un conjunto de medidas así como la adopción de nuevos crite-rios para la importación de vehículos. Ante la ausencia, sin embargo, de una política indus-trial capaz de potenciar y ampliar el alcance de iniciativas como ésta, lo que prevalece dosaños más tarde es el compromiso con la aplicación de las políticas neoliberales.

La semana de 4 días en Volkswagen

A través de intercambios y seminarios conjuntos, el Sindicato de los Metalúrgicos deABC acompaña, en la medida de lo posible y con gran interés, la experiencia de los mo-vimientos de los trabajadores en otras partes del mundo, en especial en Europa.

En Alemania en 1993, en un momento de crisis que supuso la pérdida de millones deempleos en Europa y en la propia Alemania, un Acuerdo entre el IG Metall y la Volkswa-gen, redujo la jornada de trabajo de 36 a 28,8 horas semanales, habiendo evitado, segúnel Sindicato y la Comisión de Fábrica, el despido de 30.000 trabajadores. A través delAcuerdo, los trabajadores aceptaron aflojar la presión en cuanto a la remuneración anual,para mantener los empleos.

En VW de Brasil con ocasión de la crisis de 1998, las negociaciones se orientaron porel mismo principio.

En octubre de 1998, todavía bajo los efectos de la crisis de Asia, la economía brasile-ña sufre una recaída. Esta vez aún más fuerte, empujada por la crisis de Rusia. Pocos ana-listas se arriesgaban a hacer pronósticos sobre la duración y alcance de la crisis. Millaresde trabajadores habían perdido ya el empleo en aquel final de año y millones se encontra-ban con sus empleos amenazados. En Volkswagen, 7.500 estaban en puertas de perder elempleo de los cuales 6.500 eran de la planta Anchieta y 1.000 de Taubaté.

En el mes de octubre vinieron las medidas económicas del gobierno con el objetivode defender la moneda contra el ataque especulativo a partir de la crisis de Rusia. El im-pacto recesivo de estas medidas sobre la economía fue brutal.

La propuesta de la Volkswagen para enfrentar la crisis en Brasil se presentaba, por unaparte, con el viejo y tradicional instrumento de los despidos en masa, y por otra con la

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propuesta de la semana de 4 días, con reducción de salarios, complementada por medi-das de precarización de las relaciones de trabajo y reducción de las cláusulas de protec-ción social.

El acuerdo que introdujo la semana de 4 días en la VW de Brasil, incorpora los ele-mentos básicos de la experiencia de los trabajadores en la VW de Alemania, en especialcon relación a los mecanismos de recomposición del salario mensual. Aparta la amenazade despidos, garantiza el mantenimiento de los derechos laborales y de las cláusulas deprotección social, al mismo tiempo que amplía el alcance de las contrapartidas para lostrabajadores como la efectiva realización de contrato por tiempo determinado a 900 tra-bajadores, la reducción de la jornada de trabajo de 42 a 40 horas semanales sin reducciónsalarial, así como la garantía de empleo por cinco años.

A corto plazo, se trata de una solución creativa para enfrentar un momento difícil evi-tando despidos. A largo plazo se presenta como alternativa para la defensa del empleofrente a las situaciones de crisis, apartando de una vez el viejo fantasma de los despidos enmasa.

En busca del convenio colectivo nacional

El último ejemplo se localiza también en la década de los 90 y apunta en la direcciónde la globalización de los derechos laborales. A mediados de esta década, con la aperturacomercial en curso, el movimiento de entrada de nuevas marcas para producir automóvi-les en Brasil impulsa el proceso de desconcentración de importantes polos industriales,como es el caso de ABC Paulista. Este proceso se desarrolla bajo el clima de la guerra fiscaldesencadenada por los diferentes estados de la federación, intentando atraer nuevas inver-siones. Entre las principales ventajas buscadas por las empresas destacan: recepción de di-nero público, incentivos fiscales, infraestructuras y ausencia de tradición sindical.

Las distancias que separan las realidades de los trabajadores en las plantas de montajetradicionales en Brasil de sus compañeros trabajadores en las matrices, en términos de sa-larios, jornada laboral y condiciones de trabajo son muy grandes. En los nuevos centrosde producción estas distancias se amplían en relación a los centros tradicionales en el pro-pio país. Con esto se hacen más profundas aún las distorsiones en relación a los patronespracticados en las matrices.

Teniendo en cuenta esta realidad, las confederaciones sindicales del ramo metalúrgicovinculadas a las dos mayores centrales sindicales, CUT y Força Sindical, pasaron a orga-nizar jornadas de lucha con los trabajadores en las empresas de montaje. Las jornadasfueron realizadas por regiones y quedaron bautizadas como “Festival de Huelgas”. El ob-jetivo era forzar la apertura de negociaciones con los sindicatos patronales del sector, in-tentando alcanzar un convenio colectivo de ámbito nacional.

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Como resultado inmediato de la primera ola de este esfuerzo de movilización llevadoa cabo en el último trimestre de 1999, se constata en primer lugar, lo que podría llamar-se una conciencia colectiva de los trabajadores del sector en el plano nacional, teniendocomo punto de referencia, una pauta de reivindicaciones comunes. En este movimientolos trabajadores pudieron demostrar su fuerte capacidad de intervención e importantesavances con relación a salarios y derechos sindicales fueron alcanzados ya en las campañassalariales que continuaron en las diversas regiones.

La estructura sindical corporativista en vigor en Brasil desde la década de los treinta,es restrictiva de la libertad sindical y no admite la organización por centro de trabajo.

La trayectoria de los Metalúrgicos de ABC ha estado marcada, a lo largo de estospoco más de veinte años, por el esfuerzo de la organización autónoma de los trabajadoresfrente a la clase patronal y al Estado. Muchas empresas, frente a la imposibilidad de con-tener el avance sindical a través de la represión, tomaron la iniciativa de crear sistemas in-ternos de representación colaboracionistas, con el objetivo de debilitar el poder sindical.Existen innumerables ejemplos de tentativas en este sentido. El más expresivo fue el casode la Volkswagen que ahora describimos.

La experiencia de los años noventa, demuestra que a partir de las comisiones de fábri-ca que se consolidaron, como es el caso de las empresas de montaje de automóviles enABC, fue posible desarrollar mecanismos de comunicación y articulación permanenteentre los trabajadores en la empresa más allá de las fronteras nacionales. Estos mecanis-mos, aun precarios en la mayoría de los casos, representan sin embargo, puntos de apoyoimportantes para el desarrollo de estrategias sindicales de ámbito internacional capacesde sumar esfuerzos y abrir espacios para la práctica de la solidaridad entre los trabajadoresfrente a los desafíos de la globalización.

El actual momento de relación entre los trabajadores de los diferentes centros de pro-ducción de las empresas multinacionales, está marcado, en la gran mayoría de los casos,por la casi completa ausencia de información. Los Comités Europeos de Empresa repre-sentan un importante avance en la organización de los trabajadores en las empresas mul-tinacionales en Europa. Entretanto, con raras excepciones, como es el caso de la empresaSKF y de la Volkswagen, los Comités de Empresa se encuentran en un estadio todavíainicial, en términos de coordinación del trabajo sindical internacional.

Esta realidad contribuye para que la acción de los representantes de los trabajadoresen los Comités Europeos, permanezcan, en gran parte, limitados al propio espacio nacio-nal, con enormes dificultades para coordinar acciones, incluso a nivel europeo. En estecontexto, levantar la mirada en dirección a los trabajadores de otros centros de produc-ción de la misma empresa, localizados fuera de Europa, parece plantearse como una pers-pectiva fuera de su alcance para la mayoría de estos comités.

La ausencia de una visión más amplia por parte de las direcciones, tiende a favoreceruna acción restringida a sus propios problemas y dificultades. Por eso, constituye una ta-

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rea fundamental de las organizaciones sindicales a todos los niveles, asegurar el sustratonecesario en términos de formación sindical a los Comités de Empresa. Una formaciónsindical capaz de incorporar las relaciones internacionales dentro de la práctica cotidiana,es condición indispensable para el desarrollo de la acción sindical con base en la solidari-dad entre los trabajadores a nivel mundial.

Algunos pasos significativos en esta dirección ya pueden ser constatados. El primercaso que se registró hace referencia a la empresa SKF. En 1995, con el apoyo de los sindi-catos miembros de FITIM, fue constituido en esta empresa el Comité Mundial de Traba-jadores.

Desde mayo de 1998 existe un segundo Comité Mundial de Empresa, esta vez en laVolkswagen. El Comité Mundial de Trabajadores en Volkswagen es el primero creado enel ramo de la automoción*. Experiencias como éstas demuestran que, incluso recono-ciendo el grado de dificultades que se plantean en el camino, no sería un despropósitoafirmar que los Comités Europeos de Empresa tienen potencial para transformarse enembriones de un nuevo sindicalismo internacional. ■

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* Sobre este tema, ver: Barbosa, Mario. La experiencia del Comité Mundial de Trabajadores en Volkswagen.Sindicato de Metalúrgicos de ABC, 2000.

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Políticas sindicales ante crisisglobales desde el sector metalúrgico

Tony FerigoSecretariado Profesional Internacional del Metal

1. Introducción

La crisis actual, aunque pueda verse como una gran tormenta que azota a la economíamundial, no es un fenómeno natural. Es el resultado de la política –el denominado Con-senso de Washington– seguida durante decenios por organizaciones multilaterales como lasInstituciones de Bretton Woods, la OCDE y la OMC. Si bien la crisis comenzó en mer-cados financieros asiáticos, ahora afecta a toda la economía mundial como resultado delos mercados mundiales de productos básicos y financieros, forjados por la tozuda perse-cución de la liberalización en los decenios anteriores.

A continuación se analizan las consecuencias sectoriales de la crisis y las respuestas depolítica adecuadas. Los puntos esenciales son los siguientes:

– las industrias metalúrgicas han sido durante mucho tiempo uno de los puntos centra-les de presiones competitivas y han sufrido amplias reestructuraciones en los dos de-cenios anteriores;

– durante ese período, los metalúrgicos en los países desarrollados y en muchos en des-arrollo han padecido reducciones de empleo y estancamiento o disminución de in-gresos;

– la principal causa de la crisis actual ha sido una mezcla de política neoliberal de polí-ticas económicas restrictivas y presiones para la apertura de mercados, en particularde capitales;

– la crisis económica está intensificando el retroceso frente a la liberalización ideológicaque ignora los efectos sociales;

– combatiendo retóricamente el proteccionismo y recurriendo simplemente a la con-fianza empresarial no se mitigará el retroceso ni se encarrilará a la economía mundialhacia un crecimiento económico democráticamente gobernado, igualitariamentecompartido y sostenible;

– el cambio económico requiere dolorosos ajustes sociales y económicos en los paísesen desarrollo y desarrollados; las políticas han de lograr una distribución equitativa dela carga del cambio y proporcionar asistencia a los afectados;

– la crisis económica nos ofrece la ocasión de un nuevo planteamiento: estrategias de-

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mocráticamente decididas para el cambio económico a fin de lograr más empleo y uncrecimiento y desarrollo sostenibles;

– en esas nuevas estrategias hay que abordar todos los factores sociales y económicospertinentes, incluidas las instituciones, su estado de desarrollo y otras característicasexcepcionales de la sociedad afectada.

2. Desde la reconstrucción de la posguerra hasta el Consenso de Washington

A pesar de la creciente importancia de los servicios y de las industrias de nuevos co-nocimientos, la metalurgia sigue siendo una actividad industrial fundamental práctica-mente en todas las economías esenciales del mundo. En Europa Occidental, por ejemplo,la industria mecánica, que comprende la industria de bienes de equipo, es el mayor sectorindustrial. Tal vez a causa de su diversidad, con frecuencia se subestima la importancia deesta industria. Sólo en Europa Occidental representa más de 100.000 empresas pequeñasy medianas, que emplean a unos 6,5 millones de trabajadores. Además de la industriamecánica, la metalurgia abarca la producción de metales, ingeniería eléctrica, productoselectrónicos y vehículos de motor.

Debido a su función básica, las industrias metalúrgicas son el punto central de tensio-nes. Esas industrias tienen un largo historial en Europa, América del Norte y Japón, peroel establecimiento de industrias nacionales sigue siendo un objetivo esencial de los paísesen desarrollo.

La crisis asiática ha reforzado presiones, pero, en realidad, existen desde hace dece-nios, y para apreciar debidamente el retroceso de los trabajadores ante la globalización esimportante comprender las líneas generales de acontecimientos anteriores.

Las industrias europeas y japonesas fueron devastadas por la Segunda Guerra Mun-dial, con lo que Estados Unidos fue durante un breve período la economía hegemónica.Después de 1960, la competencia entre Europa Occidental y Japón se intensificó, perolas tensiones fueron mínimas debido a la estabilidad económica y al crecimiento. Hastafinales del decenio de 1970 no adquirieron intensidad las tensiones entre Estados Unidosy Japón. Esto se debió a la creciente penetración en el mercado de vehículos importadosde Japón al mismo tiempo que la economía estadounidense quedaba sumida en su másprofunda recesión desde la guerra. Además, en el decenio de 1980, el restrictivo Consen-so de Washington pasó a ser la ideología económica dominante y el espíritu orientadorde la globalización.

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Recuadro No. 1

El Consenso de Washington

La estabilidad y la reconstrucción fueron las preocupaciones de la política dominanteen el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, en los paísesdesarrollados se aplicaron una diversidad de políticas industriales y económicas orien-tadas al crecimiento, identificadas normalmente con el keynesianismo. En el deceniode 1970, esas políticas fueron cada vez más atacadas por los pensadores neoliberales.El resurgimiento de presiones inflacionarias ayudó a la tendencia “conservadora”. Ylas victorias políticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en 1979, poderosos ypopulares símbolos de la nueva orientación de las políticas, dio al neoliberalismo unabase de poder para aplicar su programa radical.Según la ideología neoliberal, el funcionamiento sin restricciones del mercado con-duce al mejor de los mundos posibles1. En consecuencia, hay que “liberar” a los mer-cados de la “interferencia” del gobierno, y de la política económica restringida para fi-jar tipos de interés que garanticen una inflación mínima. Las políticas resultantes deestas opiniones se centraron en la desregulación de mercados internos y relacioneseconómicas externas (corrientes comerciales y de capitales).Para los gobiernos, el programa neoliberal prescribió privatizaciones, presupuestosequilibrados, restricciones monetarias y, lo que es más nocivo para los trabajadores, elabandono del empleo como criterio de política para centrarse exclusivamente encombatir la inflación. Aunque motivadas por teorías nobles, esas políticas redujeronen efecto la seguridad en el empleo y las redes de seguridad social. Además, para favo-recer los mercados y la flexibilidad, había que reducir la regulación por el gobiernodel sector privado, lo que resultó, en efecto, en menos medidas protectoras o más len-tas para proteger a los trabajadores, a los consumidores y el medio ambiente.Este conjunto de ideas constituyó los principios directores del Banco Mundial y delFondo Monetario Internacional, conocidos colectivamente como Instituciones deBretton Woods (IBW). En razón de las estrechas relaciones ideológicas (y geográfi-cas)2 entre las IBW y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, esas políticas seconocieron como Consenso de Washington.Los IBW consideraron la aplicación de esta combinación de política en las economíasen desarrollo y en transición. La ayuda se condicionó al “ajuste estructural”. El desa-

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1 El ultraliberalismo del mercado “libre” es tan utópico como la visión del socialismo de Marx y, según de-muestra Hodgeson [1999], no es más factible que la planificación central socialista.

2 La sede de ambas IBW está radicada en Washington, D.C.

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rrollo se consideró fundamentalmente resultado de las siguientes prescripciones deajuste estructural para ser plataformas de éxito en la producción de bienes que se ex-portarían al resto del mundo.En el mundo desarrollado, en lugar de los IBW, los gobiernos conservadores garanti-zaron el respeto de los principios del Consenso. Si bien había importantes diferenciasentre los métodos estrictos utilizados en Estados Unidos, Gran Bretaña, Nueva Ze-landa y Australia, y el método más suave en Europa Occidental, la orientación globalde la política era similar.

3. Presión sobre los trabajadores mientras la industria se reestructura

El Consenso de Washington es uno de los dos factores principales a que se deben losproblemas de los trabajadores en general, y de los metalúrgicos en particular, como traba-jadores de industrias tradicionales.

En las economías desarrolladas, los mercados de bienes de consumo como automóvi-les y electrodomésticos se saturaban en el momento en que la política económica restrin-gía más aún la demanda. Entre tanto, las políticas de liberalización del comercio y pro-moción de las exportaciones identificadas con el Consenso condujeron a crecientespresiones sobre las industrias nacionales, primero en Estados Unidos y luego en EuropaOccidental. La mayor parte de esta presión procedía de Japón3 y sólo en mucho menorgrado de las economías emergentes asiáticas.

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Cuadro 1. Reestructuración de la industria automovilística estadounidense

1978 1986 1993

Ventas de vehículos ligeros (millones) 15.0 16.0 13.9

Cuota de mercado, vehículos ligerosTres Grandes 84.4 69.8 68.1Importaciones 15.5 26.2 17.9Transplantes 0 4 13.9

Trabajadores de producción estadounidensesTres Grandes (miles) 767 574 396Variación porcentual con respecto a 1978 -25% -48%

NOTA: Los vehículos ligeros son automóviles y camionetas. Los “Tres Grandes” son los fabricantes GM, Ford y Chrysler.

2 Japón practicó durante mucho tiempo la promoción de las exportaciones y la protección del mercado inter-no. En comparación, el mercado estadounidense, especialmente de turismos, estaba a bierto y el apego ideo-lógico de los gobiernos Reagan al mercado “libre” siguió esta orientación.

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Esas presiones originaron una larga oleada de dolorosa reestructuración industrial. EnAmérica del Norte y en Europa Occidental se perdieron centenares de miles de empleos,y el proceso continúa. En el Cuadro 1 se muestra lo que sucedió a la fuerza de trabajo dela industria automovilística estadounidense: prácticamente se redujo a la mitad entre1978 y 1995. La industria siderúrgica estadounidense siguió una evolución similar, y enel Reino Unido, con la introducción de políticas thatcheristas en 1980 disminuyó el em-pleo en la industria siderúrgica en 1/3 en 12 meses. En general, la producción de fabrica-ción británica cayó un 25%, mientras la libra se revalorizaba fuertemente frente al dólar.

Otros Países europeos occidentales resultaron afectados luego por la reestructura-ción. En total, la industria siderúrgica de la UE ha perdido en estos momentos alrededordel 66% de su fuerza de trabajo; la tasa de disminución de empleo en ciertos países fueincluso mayor; p. ej. Francia (menos 75%), y R. U. (menos 80%).

En el primer lustro de los años noventa, tan sólo la industria automovilística ale-mana perdió 160.000 empleos, de los que en 1997-98 se han recuperado únicamente60.000. Casi la mitad de éstos representan alguna clase de arreglo a plazo fijo. Tampocolas industrias siderúrgica y mecánica, que dependen fuertemente de industrias duraderasde consumo, se salvaron.

Entre tanto, en las economías en desarrollo, las políticas de apertura del mercado yajuste estructural exigidas por las IBW como condición para la ayuda originaron la priva-tización y reestructuración de industrias existentes. Muchas veces, las industrias naciona-les no estaban preparadas para hacer frente a la competencia de otros productores a bajocosto, y en su debilitada posición se convirtieron en objetivos fáciles para el capital ex-tranjero. La absorción de industrias nacionales por capital transnacional es una de lasprincipales consecuencias del Consenso de Washington. En efecto, puede aducirse que setrata de un programa oculto.

La llegada de capital extranjero va acompañada con frecuencia de racionalizacionesque, en el mejor de los casos, mantienen el crecimiento del empleo en un mínimo y en elpeor disminuye. Brasil es uno de esos casos, en tanto que la producción de vehículos casise triplicó entre 1990 y 1997, el empleo declinó realmente un 11%. Y, en la crisis actual,los productores de automóviles transnacionales proceden a nuevas reducciones. Eviden-temente, los millones de brasileños que esperaban un empleo gracias al desarrollo econó-mico han de pensar ahora en otros sectores. La misma tendencia –asombrosos beneficiosde producción y estancamiento de disminución del empleo– se observa también en otraseconomías emergentes, como China y las economías en transición de Europa Oriental.[FITIM, feb. de 1999.]

No es fácil de hallar una explicación: cuando las industrias nacionales son absorbi-das por capital transnacional, la racionalización está a la orden del día. La incesante in-tensificación de la competencia mundial impulsa a las ETN a reducir personal para dis-minuir sus costos en el mundo desarrollado y en desarrollo. Por otro lado, la inversión

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extranjera y la creciente productividad de las compañías nacionales es el principal mediode desarrollo económico previsto en el Consenso de Washington. Tres de las cuatro na-ciones más pobladas del mundo –China, India e Indonesia– siguen subdesarrolladas. Laprincipal cuestión es: ¿Se integrarán alguna vez los trabajadores “excedentes” de inus-trias estatales, y los millones de trabajadores rurales de esos países, en una economíamoderna por los medios del Consenso? Las noticias de China no son buenas: en 1998,su tasa de crecimiento fue bastante inferior a la necesaria para absorber la creciente fuer-za de trabajo.

México, aunque se ha salvado de los plenos efectos de la crisis actual gracias a las ex-portaciones a la economía en auge estadounidense, todavía sufre las consecuencias de lascrisis del peso de diciembre de 1994 (uno de los varios predecesores del desastre asiático).Treinta años después de iniciarse el programa de elaboración para la exportación, y cincodespués de nacer el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), la in-dustria destinada al interior se estanca, mientras el sector de exportaciones sube mucho.La productividad se dispara, y los sueldos disminuyen.

La metalurgia es importante en ambos sectores, pero predomina en las maquiladoras.La reestructuración del sector nacional se ha hecho a expensas de sus trabajadores. En1999, los ingresos de los trabajadores siguen siendo muy inferiores a los de antes de lacrisis de la deuda de los años ochenta, y los sueldos en las industrias de exportación,como las piezas de automóviles, son inferiores a 10 $ diarios.

Naturalmente, hay excepciones. Es evidente que en varios países del Arco del Pacífi-co ha habido un notable desarrollo económico. Pero son excepciones que confirman laregla. Como señala Stiglitz, esos países han hecho honor al Consenso de Washington másimpidiéndolo que respetándolo.

Donde crecen el empleo y los ingresos, como en Japón Corea del Sur, ello se ha debi-do a políticas industriales que estimulan el crecimiento de industrias nacionales, a la vezque restringen el acceso de competidores extranjeros al mercado nacional. Los metalúrgi-cos (y otros) se protegieron de los dolorosos efectos de la reestructuración inicial median-te políticas nacionales que contravenían el Consenso de Washington.

4. Asia: Una crisis de globalización

Las múltiples causas y la evolución de la crisis se han descrito en otra parte. Señalare-mos simplemente que el caso del “capitalismo compinche” asiático, la mala gestión, etc.,han sido rechazados como causas principales de la crisis por varios economistas, financie-ros y estadistas eminentes.Se deben reiterar dos puntos principales: primero, la crisis nohubiera podido tener lugar sin la apertura, más o menos forzada, de mercados financierosasiáticos4. Procede señalar que el Consenso de Washington impulsó las cuentas de capital

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abiertas, aunque apenas hay pruebas de que eso ayude al crecimiento económico y al des-arrollo [Stiglitz,]

Además, ahora es del conocimiento común que las instituciones financieras de laseconomías asiáticas estaban subdesarolladas y mal preparadas para esa apertura. Aunquecierto en gran parte, se sabía desde hacía tiempo, lo mismo que las estructuras financierasasiáticas estaban muy apoyadas y que los gobiernos desempeñaban una función media-dora esencial para lograr su estabilidad. La apertura de cuentas de capital eliminaba lafunción estabilizadora de los gobiernos y permitía el desarrollo de “burbujas” especulati-vas y de supercapacidad. En esas condiciones, los responsables occidentales, los inversoresy las IBW son los principales responsables de la crisis.

Segundo, la crisis se extendió por el mercado financiero mundial, creado por la nuevatecnología y el Consenso de Washington. Las primeras explicaciones optimistas son engran parte las corrientes financieras, relativamente pequeñas, que vincularon las econo-mías en crisis al mundo desarrollado. Pero, en realidad, fue sobre todo la lucha de los in-versores para salvar las inversiones en América del Norte y Europa Occidental lo que ex-tendió la crisis a otros mercados emergente como Rusia y Brasil, y finalmente incluso apaíses desarrollados. Tomó un notable ejemplo del “capitalismo compinche” occidental–el socorro a la GCLP– y una sucesión de reducciones de los tipos de interés en Américadel Norte y en Europa Occidental para impedir, al menos temporalmente, un desastre fi-nanciero en el mundo desarrollado.

En efecto, la duración de la crisis asiática no es sorprendente, porque un factor subya-cente importantísimo es la inversión excesiva. En los años que precedieron a la crisis se es-tablecieron enormes supercapacidades en las industrias del automóvil, la siderurgia, laconstrucción naval y la electrónica, y se tardará en racionalizar supercapacidades y en rees-tructurar los sistemas financieros que contribuyeron a su creación. Debe señalarse que lasupercapacidad está vinculada a dos orientaciones centrales del Consenso de Washington:

1. la promoción del desarrollo impulsado por la exportación;2. el descuido del crecimiento de la demanda interna en las economías en desarrollo y

su asfixia (mediante restricciones fiscales y monetarias) en los países desarrollados: lasupercapacidad se debe a la insuficiencia de la demanda.

Por último, debe señalarse que las recesiones, que afectaron a las economías en crisistras el pánico financiero, se intensificaron por las prescripciones del Fondo MonetarioInternacional.

Las condiciones de la ayuda del FMI –elevados tipos de interés y austeridad fiscal–deprimieron más aún a las economías afligidas. La falta de crédito comercial (para com-prar piezas y materias primas, etc.) y los astronómicos tipos de interés llevaron a la quie-bra incluso a empresas sanas.

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5. La reacción de los trabajadores

El desempleo japonés alcanza niveles sin precedentes, y las subidas salariales son his-tóricamente bajas. En Estados Unidos, los ingresos familiares están estancados desdehace más de un decenio y las reducciones de empleo en los sectores siderúrgico, de ma-quinaria y aerospacial5 recuerdan a los trabajadores la inseguridad incluso en momentosprósperos. El tan encomiado milagro del empleo se basa en una enorme expansión depuestos precarios y mal remunerados.

En Europa Occidental, el desempleo sigue siendo elevado, a pesar de una economíarelativamente fuerte. La crisis asiática ha degradado los niveles de vida de los trabajado-res en los países directamente afectados, y el contagio ha agravado los ya serios problemasde los trabajadores en la mayoría de las economías en transición y en desarrollo.

En Estados Unidos y en Canadá, el descontento popular con las políticas de liberali-zación ha aumentado fuertemente. En 1994, el gobierno estadounidense tuvo dificulta-des para que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pasara alCongreso frente a la fuerte oposición popular, sólo después de haberse negociado acuer-dos colaterales sobre derechos de los trabajadores y medio ambiente.

Los sindicatos estadounidenses y canadienses han aducido firmemente que los costosson un factor en las decisiones sobre el comercio y la inversión Y como los costos están de-terminados en parte por normas laborales y sobre medio ambiente, las violaciones de esasnormas confieren una ventaja competitiva injusta a los infractores. Los acuerdos colateralesdel TLCAN han resultado totalmente insuficientes, y unos años más tarde el gobierno per-dió la batalla para obtener una autorización de “vía rápida"6 a fin de ampliar el tratado.

En el decenio de 1990, los metalúrgicos de Europa Occidental quedaron sumergidospor la oleada de reestructuración industrial que sus homólogos norteamericanos empeza-ron a sentir un decenio antes. En los últimos años, los niveles de desempleo sólo han de-clinado ligeramente a pesar del crecimiento económico, y la desaceleración económicaprevista invertirá esa tendencia favorable.

En el pasado, los sindicatos metalúrgicos de Europa Occidental se han beneficiado engeneral de la liberalización, sobre todo en la UE, y en consecuencia han apoyado más laliberalización del comercio y de la inversión. Pero el fuerte crecimiento de las importa-ciones, la continua y dolorosa reestructuración, unida a la “contratación en el exterior”en Europa Occidental y un renovado aumento del desempleo, y una recesión económica,empiezan a erosionar este largo apoyo.

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5 En 1999 una fuerte caída de los pedidos de aviones de Asia probablemente origine el despido de hasta48.000 trabajadores en una sola compañía (Boeing).

6 La “vía rápida” es crucial para el gobierno estadounidense porque impide enmiendas legislativas a un tratadonegociado.

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En general, los trabajadores en las economías industriales desarrolladas tienen pocoque mostrar tras decenios de desregulación. En las economías emergentes, hasta ahoralas principales víctimas de la crisis mundial, la situación es todavía menos favorable. Laverdad es que en las “economías de los tigres” asiáticos se han producido un importantedesarrollo económico y mejoras en los niveles de vida, pero en otras economías emergen-tes, como Brasil y México, la globalización ha proporcionado menos beneficios, en elmejor de los casos, y ha reducido drásticamente los niveles de vida, en el peor. La actualcrisis económica ha acabado con decenios de desarrollo en las economías en crisis asiáti-cas, ha agravado la difícil situación de los trabajadores brasileños y ha dejado a sus homó-logos mexicanos poca esperanza de mejorar sus descendentes niveles de vida.

Ya se ha mencionado la catastrófica situación en las Repúblicas exsoviéticas. Cobrafuerza una peligrosa reacción a las simplistas políticas de terapia de choque impuestas enesos países por Occidente. Desde 1989, los niveles de vida de millones de trabajadoreshan disminuido, y los problemas de salud y sociales se han agravado. Se intensifican losmovimientos políticos antidemocráticos, xenófobos y ultranacionalistas. Existe un ate-rrador paralelo histórico con las condiciones económicas y políticas que condujeron alnazismo. No es exagerado decir que se está preparando una bomba de efecto retardado,cuya explosión tendría repercusiones regionales (si no mundiales). Exceptuada Polonia,prácticamente todas las economías en transición se encuentran en situación precaria.

Las políticas económicas restrictivas y los mercados financieros extienden la deflaciónpor el mundo entero. Las perturbaciones resultantes, como el desempleo, se desplazanpor el mundo en intentos desesperados por parte de las economías en crisis de exportarpara salir de la recesión. Para los trabajadores mundiales, sobre todo en las industrias tra-dicionales como la metalurgia, se trata de un juego de suma negativa.

Stephen Roach describe un desplazamiento de fuerzas del trabajo al capital, lo quesupone naturalmente también un desplazamiento de ingresos y de riqueza. La UNC-TAD informa de que, mientras en 1965 el 20% más rico de la población mundial7 gana-ba 31 veces más que el 20% más pobre, en 1990 esto había crecido a 60 veces. Además,la mayor parte de este sorprendente incremento de la desigualdad se ha producido desde1980, es decir, durante el apogeo del Consenso de Washington.

En tanto que los ingresos de los trabajadores se estancaban y aumentaba la inseguri-dad en el empleo, incluso en economías en crecimiento, los sueldos de los directores, losbeneficios y los valores bursátiles subían muchísimo. Nada de esto ha perdido con los tra-bajadores. La realidad contradice claramente las optimistas promesas de los ideólogos ne-oliberales, y en el proceso crea una crisis de credibilidad del Consenso de Washington yde las instituciones dedicadas a su aplicación.

Políticas sindicales ante crisis globales desde el sector metalúrgico 141

7 Esencialmente, la UNCTAD asigna países a quintilos (partes de 20%), según su PIB per cápita.

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Incluso antes de la crisis asiática, los dirigentes del Foro Económico Mundial8 insta-ron a la elite política y económica mundial a “empezar a tomar en serio la reacción contrala globalización.” [Schwab] En las páginas de Foreign Affairs se hicieron advertencias si-milares. [Kapstein] Y ahora, la OCDE [1999] se preocupa de que acontecimientos comolos mencionados debiliten el apoyo popular a la “liberalización."

Según muestra mucha de esta literatura, no se trata de un reflejo “proteccionista” irra-cional de los sectores populares, sino de los resultados de padecer las consecuencias ad-versas de las políticas de globalización que refuerzan las ventajas de que gozan los capita-listas. Es más que hora de que el frecuente llamamiento a la “globalización con rostrohumano” se convierta en realidad.

6. Políticas sindicales

La Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas ha hechode la naturaleza problemática de la globalización, promovida por el Consenso de Was-hington, un punto central de sus programas. En el Programa de Acción adoptado en1997 se enumeran las siguientes prioridades:

– el fortalecimiento de la cooperación internacional en el sector económico y moneta-rio mediante la coordinación de:1. políticas industriales para impulsar las inversiones productivas y crear empleos;2. la regulación y estabilización de los mercados financieros;3. políticas fiscales para impedir el desmantelamiento de los sistemas de seguridad social,

suavizar los ciclos económicos y garantizar un crecimiento económico sostenible;– la promoción de un comercio justo y el respeto de las normas laborales y medioam-

bientales fundamentales entre naciones;– la prohibición del dumping social, es decir, la práctica en algunos países de mantener

bajos los salarios y los costos sociales o reducirlos con el fin de obtener ventajas com-petitivas en el mercado global;

– la integración de los países en desarrollo en la economía mundial mediante el estable-cimiento de precios justos para los productos básicos, el acceso a los mercados inter-nacionales en condiciones equitativas, y una política socialmente responsable de lasinstituciones internacionales de crédito para fomentar el progreso económico y so-cial. [FITIM, jun. de 1997.]

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8 Todos los años, dirigentes de gobiernos, empresas, bancos y otros miembros de las élites gobernantes se reu-nen en Davos, Suiza.

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Esas directrices políticas se recogen en la Declaración conjunta CSC-CIOSL sobre lacrisis económica mundial. Como es la posición sindical exhaustiva más reciente, nos refe-rimos ampliamente a ella a continuación. Las siguientes secciones contienen ejemplos depolíticas sindicales de diferentes países.

6.1 Expansión económica

En la declaración CSC-CIOSL se enumeran varias sugerencias concretas para los paí-ses industriales desarrollados:

– Más reducciones coordinadas de los tipos de interés.– Acciones radicales para recapitalizar y reformar los bancos japoneses.– Expansión programada de planes de inversión en infraestructura para apoyar la pro-

ducción y abordar problemas estructurales.– Asistencia financiera a economías en desarrollo y en transición en crisis orientada al

alivio de la pobreza, programas sociales y reestructuración de la deuda.– Pago de sueldos atrasados rusos.

Y los sindicatos obreros no son los únicos que solicitan expansión económica. En uneditorial, el Financial Times aboga firmemente por la expansión. En efecto, el FT llegahasta pedir “una suspensión temporal de un pacto de estabilidad y crecimiento europeos queamenaza con eliminar en lugar de fomentar el crecimiento... [6 de feb. de 1999]

Esos puntos se reflejan también en las declaraciones de política de los sindicatos delmundo entero. Sindicatos metalúrgicos de la UE, por ejemplo, han pedido una políti-ca común de los Estados miembros de la UE sobre crecimiento económico y empleo. IGMetall ha solicitado reiteradamente una “Alianza para el empleo”, pero hasta que se eligióun nuevo gobierno a finales de 1998 esas peticiones cayeron en oídos sordos.

Los sindicatos japoneses han ayudado a impulsar las políticas expansionarias. Pre-sionaron fuertemente para la reducción de impuestos de 9.300.000 millones de yenesque el gobierno decidió en noviembre de 1999. En diciembre, pidieron nuevas medidaspara reactivar la economía mediante una petición obrero-patronal firmada por los traba-jadores y la dirección de 2.000 compañías (con 1,8 millones de trabajadores). Los sindi-catos, incluidos los de metalúrgicos, han pedido que el gobierno cree 1 millón de nuevosempleos, y a primeros de marzo de 1999, debido en gran parte a esas presiones, el go-bierno anunció un plan para crear 770.000 puestos.

En cuanto al estímulo de la demanda en determinados sectores, Estados Unidos yEuropa Occidental han impulsado la demanda de vehículos mediante incentivos paracomprarlos, como reducciones fiscales o incentivos para desguazar vehículos usados. Los

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sindicatos brasileños participan activamente en una reducción tripartita sobre reduccio-nes fiscales a fin de combatir la crisis actual de la industria del automóvil brasileña.

En Estados Unidos, el estímulo de la demanda preocupa menos al respecto, pero formaclaramente parte del programa de los años ochenta y comienzos de los noventa. Ahora se in-siste sobre todo en imponer reglas justas y estabilizadoras del comercio y la inversión mundia-les, para lograr que se fomente la adopción de decisiones democráticas y que la represión delos movimientos de ciudadanos y de trabajadores y la declaración del medio ambiente no sigaconstituyendo ventajas competitivas. Los sindicatos de la industria del automóvil europeahan solicitado también comercio justo y no sólo comercio “libre”. [Benz-Overhage]

6.2 Una nueva arquitectura financiera internacional

La CSC y la CIOSL han solicitado la creación de una Comisión internacional sobrela regulación de los mercados financieros para reformar los mercados financieros mundia-les. En efecto, una amplia gama de empresarios, el gobierno y dirigentes obreros han so-licitado tales reformas. Como los mercados financieros rebasan el alcance de este docu-mento, no entraremos en detalles9:

– Hay que reconocer el derecho de los Estados a controlar las corrientes de capitales acorto plazo para lograr la estabilidad macroeconómica interna.

– Hay que aliviar rápidamente la deuda de los países en desarrollo más pobres. [CSC-CIOSL]

En vísperas del Foro Económico Mundial de 1999, la Federación Internacional deTrabajadores de las Industrias Metalúrgicas pidió a los gobiernos que pusieran en ordenla casa financiera mundial. [FITIM, enero de 1999] Es preciso reformar los mercados fi-nancieros para que puedan servir de nuevo a la producción y a la creación real de riquezaen lugar de ser fuentes de deflación e inestabilidad. Sin esas reformas, los esfuerzos paraayudar a las economías en crisis es probable que resulten rápidamente vanos a causa de lapróxima marejada desencadenada por mercados financieros inherentemente inestables.Además, una nueva arquitectura financiera es la condición sine-qua-non de la creación deconfianza, que al parecer figura entre los principales puntos en las agendas de empresariosy miembros del gobierno. amentablemente, a juzgar por la actitud persistente de los re-presentantes de las principales fuerzas económicas en el Foro de Davos de 1999, hay po-cas razones para el optimismo al respecto.

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9 Para más detalles, veáse CSC-CIOSL, 1998, y el documento precedente.

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6.3 Políticas orientadas a la industria

En los decenios anteriores se han producido trastornos en gran escala en las industriasmetalúrgicas mundiales. Se han impuesto políticas de liberalización sin tener en cuentasus consecuencias sociales.

Los sindicalistas recelan de que esos acontecimientos forman parte de una estrategiaque trata de reducir las redes de seguridad social y de lograr que los trabajadores y sus or-ganizaciones se plieguen más a las demandas del Capital.

Existe la clara responsabilidad pública de ayudar a los trabajadores y a las empresas enla reestructuración. Cuando ésta comenzó en Estados Unidos, los sindicatos pidieron yobtuvieron “Ayuda para el ajuste comercial” de los trabajadores afectados. Además, elSindicato de Trabajadores del Automóvil (UAW) fue el primero en negociar programasprivados de “asistencia para el ajuste” de los trabajadores que habían perdido sus empleosy muy probablemente jamás volverían a recuperarlos.

En Japón se utiliza fundamentalmente un sistema de concesión de ayudas para ajus-tes de empleo. Cada vez se hace más uso de él como resultado de la crisis, sobre todo enla industria metalúrgica, donde se han aprobado para esos ajustes más de 100 subsecto-res. Preocupados por el “vaciamiento” de la industria japonesa, los sindicatos en general,y los de trabajadores metalúrgicos en particular, presionan fuertemente por una “ley or-gánica sobre fabricación” que obligará a las compañías a mantener la base tradicional deaptitudes y competencia necesaria para la fabricación nacional.

Además de las políticas para ayudar a los trabajadores y a las compañías, los sindica-tos del mundo entero han propuesto políticas sectoriales. Por ejemplo, en 1992, lostrabajadores del automóvil japoneses (TAJ) publicaron un documento en el que se soli-citaba una reorientación de la industria par resolver sus tres principales “sufrimientos":1. los trabajadores están agotados; 2. los beneficios son demasiado bajos; 3. Japón afron-ta una hostilidad cada vez mayor en el extranjero. Para la industria, el TAJ propuso:

– una “modernización de la estructura industrial”, incluidas las relaciones entre monta-dores de vehículos, proveedores y agentes, la promoción de la cooperación, y un exa-men de las prácticas de ventas;

– "desarrollo en colaboración de tecnologías para conservación del medio ambiente yseguridad”.

Las propuestas a nivel de la compañía comprenden:

– ciclos de modelos más largos y menos modelos;– de elevado volumen a otra de más valor añadido; reducción del tiempo de trabajo, in-

cluidas las horas extraordinarias. [TAJ].

Políticas sindicales ante crisis globales desde el sector metalúrgico 145

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Varios de esos temas se han recogido en las políticas de la industria automovilísticapropuesta por sindicatos en la Unión Europea, que comprenden:

– el desarrollo de nuevos conceptos de transporte, incluidos vehículos favorables al me-dio ambiente, e incentivos al consumo;

– la creación de una asociación entre industrias de montaje de vehículos y proveedores;– una política que desaliente la creación de nueva capacidad de producción, p.ej., un

examen de incentivos fiscales), y, en cambio, ayudar a las empresas a utilizar más efec-tivamente la capacidad existente (incentivos para aplicación de nueva tecnología, for-mación de trabajadores, etc.);

– un diálogo en la política del automóvil a nivel de la UE, y una reforma de las institu-ciones de adopción de decisiones de la UE;

– mayor participación y codeterminación a nivel de la UE [Benz-Overhage; FITIM,feb. de 1999.]

6.4 Participación de los sindicatos en la adopción de decisiones

Los sindicatos del mundo entero creen que las relaciones de trabajo positivas, inclui-das las negociaciones con empleadores y gobiernos, son críticas, no sólo para atender lasnecesidades de sus miembros, sino también para crear sistemas de producción efectivos.Debe insistirse en que las negociaciones no pueden limitarse a sueldos, prestaciones ycondiciones de trabajo; han de incluir aspectos centrales de estrategia empresarial comoinversión, empleo y desarrollo de nuevos productos.

Los sindicatos han de participar también en la formación y aplicación de políticas so-ciales y económicas a nivel nacional e internacional. Está en curso un diálogo de políticacon las instituciones de Bretton Woods e incluso la OMC muestra signos de apertura alos sindicatos y a la sociedad civil. Los programas de ajuste estructural, los proyectos delBanco Mundial, y los tratados sobre comercio internacional e inversión ya no pueden ne-gociarse a puerta cerrada por elites gobernantes, sino que han de intervenir organizacio-nes ampliamente representativas de la sociedad civil, incluidos los sindicatos.

6.5 Horas de trabajo

Las horas de trabajo son también un punto central de la política sindical, en dos sen-tidos: Primero la reducción de las horas de trabajo, y segundo nuevas formas de arreglosobre tiempo de trabajo. La reducción de las horas de trabajo para impulsar el empleo ymejorar la calidad de la vida de trabajo es un aspecto esencial del Programa de Acción de

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la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas. [FITIM, jun.de 1997]

Desde comienzos del decenio de 1980, los metalúrgicos alemanes encabezaron la ac-ción por la reducción de las horas de trabajo, llegando a una semana laboral media de35 horas en 199510. La reducción del tiempo de trabajo se ha perseguido también en lainmensa mayoría de los países de Europa Occidental [FITIM, oct. de 1997] La recientecrítica de Francia a la OCDE de perseguir reducciones del tiempo de trabajo para mejo-rar el empleo es otro ejemplo de la división que separa las políticas neoliberales y sindi-cales.

Por otro lado, los sindicatos no han ignorado las preocupaciones de la oferta. Los sin-dicatos europeos han concertado acuerdos que permiten a las empresas adaptar las horasde trabajo a la demanda del mercado y una utilización más efectiva de la planta. En va-rios países europeos se han negociado diversos sistemas de acumulación de horas extraor-dinarias durante el período de alta demanda.

7. Políticas para economías en desarrollo y en crisis

La promoción de la democracia y del crecimiento económico sostenible es la base delas políticas sindicales. A nuestro juicio, la democracia es esencial para lograr que las polí-ticas estatales reflejen los intereses populares, en lugar de los intereses de las elites gober-nantes simplemente.

La promoción de la exportación ya no puede ser el único medio de superar crisis eco-nómicas que son de desarrollo económico. En las economías en desarrollo y emergentes,la demanda interna ha de generarse compartiendo equitativamente los beneficios del des-arrollo, y ha de estar respaldada por redes de seguridad social que pueden actuar tambiéncomo estabilizadores automáticos durante crisis.

Con la expansión de la demanda interna en las economías en crisis disminuirán laspresiones competitivas mundiales y las tensiones comerciales. También se reducirán loscostos de “transición” asociados a la reestructuración, y por tanto habrá menos oposicióna la integración económica mundial.

Además de la asistencia económica y técnica, las deudas deben condonarse o reestruc-turarse (según proceda) y se deben poner rápidamente a disposición préstamos del BancoMundial y ayuda bilateral. Esto permitirá a las economías en crisis reiniciar el crecimien-to económico y establecer un marco institucional apropiado para el desarrollo.

Políticas sindicales ante crisis globales desde el sector metalúrgico 147

10 Los trabajadores del automóvil estadounidense prosiguieron activamente reducciones del tiempo de trabajoanual mediante “vacaciones personales pagadas” en sus convenios de 1976 y 1979, pero fueron víctimas de larecesión de 1980-82, la más profunda en Estados Unidos después de la guerra.

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La inclusión del respeto de normas laborales fundamentales en los acuerdos económi-cos internacionales. Esta demanda se basa en el principio, pero debe señalarse que las po-líticas del Consenso de Washington han intensificado la necesidad de esas reglamentacio-nes.

En ciertos países, el desarrollo impulsado por la exportación está unido a las violacio-nes de los derechos humanos y de los trabajadores, en un esfuerzo para convertir los bajoscostos laborales en una ventaja competitiva casi permanente. Con esas políticas, las eliteslocales y las empresas transnacionales se han enriquecido, mientras los trabajadores y suscomunidades quedaban sumidos en la pobreza.

Por otra parte, una política que comprenda la elevación de los niveles de vida nacio-nales suprime algunos de los incentivos para violar los derechos de los trabajadores y hu-manos. Los sindicatos y los movimientos sociales fuertes son agentes efectivos de distri-bución de los beneficios del desarrollo.

En un documento de 1999, la OCDE menciona varios tipos de asistencia a las eco-nomías en crisis para ayudar a la reestructuración empresarial e industrial. Comprendenla financiación coordinada del comercio, “el intercambio de información y de experien-cias sobre estructuras de gobierno empresarial y políticas para mejorar a las pequeñas ymedianas empresas”. Tales medidas deben vincularse con cláusulas que garanticen el res-peto de normas esenciales laborales y sobre medio ambiente internacionalmente conveni-das. Estados Unidos, por ejemplo, ha incluido ya normas laborales en su legislación sobrefinanciación de importación-exportación, y otros países de la OCDE deberán hacerlotambién.

Esas medidas son importantes, pero no suficientes. La asistencia técnica y económicapor sí sola no puede poner en marcha los procesos de cambio mucho más profundos quese necesitan. Todos los países de nuestra lista crítica, a pesar de que Corea del Sur seamiembro de la OCDE, son aún países en desarrollo, ciertamente por lo que respecta aldesarrollo de un marco institucional que pueda permitir una mayor integración en laeconomía mundial.

Como dijo Joseph Stiglitz, del Banco Mundial, las soluciones técnicas y poco siste-máticas propugnadas desde hace tiempo por organizaciones multilaterales no representanuna estrategia de desarrollo adecuada. En efecto, conducen a la clase de desarrollo lentodescrito anteriormente en el caso de Brasil. El mejoramiento de las estructuras de gobier-no empresarial y el impulso de la innovación y de las empresas pequeñas y medianas pue-den ser elementos de una estrategia de desarrollo. Pero no sirven para crear un marco ins-titucional apropiado con capacidad para orientar la transformación de sus sociedades, yeso, según los términos de Stiglitz, es lo que se llama “desarrollo”.

En realidad, una de las verdaderas oportunidades que ofrece la crisis actual es pasarpágina, abandonando soluciones formulaicas globales a los problemas de desarrollo y so-ciales y adoptando un enfoque estratégico en el que se aborden todos los factores perti-

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nentes. Esto comprende, naturalmente, las políticas industriales concebidas para sectoresespecíficos como automóvil, siderurgia, etc., pero esos programas han de subordinarse auna estrategia global, en la que se determinen prioridades y el orden de las medidas. So-bre todo, la estrategia ha de derivarse de una visión de los objetivos de desarrollo y, a eserespecto, no hay duda de que el objetivo de los sindicatos debe ser la elevación de los ni-veles de vida en el mundo entero.

Para superar la actual crisis económica no basta con restablecer la confianza empresa-rial. Hay que restaurar la confianza de los pueblos del mundo en sus instituciones de go-bierno económico. Sin una estrategia global, democráticamente convenida, de cambiosocial y económico, será difícil evitar la sospecha de que las nuevas iniciativas políticasson simplemente vino viejo en botellas nuevas, y que estamos simplemente utilizando lacrisis como pretexto para favorecer más al sector empresarial en lugar de promover eldesarrollo crucial equitativo. ■

Políticas sindicales ante crisis globales desde el sector metalúrgico 149

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Comités de Empresa Europeos.Experiencias y posibilidades

Julián Iglesias Comité Mundial de Danone. FEAGRA-CC.OO.

La internacionalización de la economía, la mercantilizacion de la sociedad y el déficitpolítico y social en la construcción de la Unión Europea tienen una relación directa conlos cambios que experimentan las empresas, tanto en relación con su tamaño como en larapidez con que cambian de propietarios, bien sea por operaciones financieras hostiles oa través de amigables fusiones.

Esa “necesidad urgente” de asociarse entre empresas para poder dimensionar su es-tructura y capacidad de influencia en los mercados, lleva implícito en numerosas oca-siones, repercusiones negativas sobre el empleo y sus condiciones. A veces nos cuestaasumir dicha situación, ignorándola y atrincherándonos en la empresa o en el centrode trabajo, desde la defensa de un status teórico de poder sindical dentro del ámbitotradicional, o en la concepción errónea de que los intereses de los trabajadores se de-fienden mejor desde el centro de trabajo, o también por un temor egoísta a que la am-pliación del ámbito de actuación o representación sindical, además de incrementarse laresponsabilidad, es posible que otros compañeros tomen decisiones etc. Las consecuen-cias suelen ser muy negativas en lo sindical, en el empleo y en las condiciones laborales,ya que la falta de adaptación organizativa al tamaño de la empresa nos deja empeque-ñecidos y con muchos flancos descubiertos, lo que nos conduce a tener que ir a remol-que de los acontecimientos y sin capacidad para planificar los procesos ni para dar res-puestas adecuadas.

Debemos pasar a la ofensiva rompiendo esas dinámicas que conducen a un indivi-dualismo gremial, precisamente en el momento histórico en el que mas necesaria es laamplia relación nacional e internacional del movimiento obrero en todos sus niveles.

En esta línea, la Directiva Europea 95/94 sobre Derechos de Información y Consultaen las Empresas y Grupos de dimensión supranacional, y que afecta a mas de mil empre-sas y grupos transnacionales, constituye sin duda la apertura de un nuevo campo de acti-vidad sindical, y consiste en el ejercicio de nuestra actividad sindical en consonancia ycoordinación con el resto de representantes tanto de organizaciones sindicales como derepresentantes de las empresas multinacionales que prestan sus servicios en otros paíseseuropeos y en algún caso rebasando incluso esta frontera.

Desde el momento de su entrada en vigor, se iniciaron los procesos de constituciónde los CEE. La estrategia utilizada en todos los casos ha sido la fijada por las federaciones

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sindicales europeas de rama, a través de los expertos que han participado en los procesosde negociación, en estrecha coordinación con los sindicatos nacionales, y ha estado basa-da inicialmente en la negociación y constitución del órgano, para posteriormente iniciarla participación en los mismos.

Las competencias de la Directiva son inicialmente, las de información y consulta ex-clusivamente, habiendo sido el punto de partida en todos los casos. En este sentido se es-tablecen unas condiciones de mínimos en cuanto a las atribuciones de este tipo de órganosde representación supranacional, mejorables y ampliables a través de nuestra acción sin-dical, como ha ocurrido en algunos casos convirtiéndose en foros de información, consul-ta y negociación. Estos ejemplos nos han de servir para explorar la posibilidad en cadaCEE constituido de alcanzar acuerdos o declaraciones conjuntas con la Dirección centralde la Empresa, y que estas sean de aplicación general en cualquier país donde la multina-cional disponga de actividad.

Dicha posibilidad habría de materializarse por etapas; una inicial, donde hagamosefectivas las competencias de información y consulta de una manera real, para segui-damente explorar las posibilidades de alcanzar acuerdos generales sobre políticas con-cretas, como por ejemplo: formación, salud laboral, medio ambiente, igualdad deoportunidades, derecho sindical etc., siempre desde un marco de contenidos mínimos ysubsidiario, que respete las diferentes legislaciones, así como los convenios colectivos exis-tentes en los países, para en un futuro, hoy todavía lejano, plantearnos la posibilidad derealizar la negociación de un convenio colectivo que habría de nacer de la articulaciónen el marco europeo de las materias que son susceptibles de discutir y negociar encada ámbito –nacional y supranacional–. Cualquier otro planteamiento más ambicio-so, que no pase por ordenar los objetivos en cuanto a las competencias, estaría aboca-do al fracaso.

Lo que es incuestionable es que se trata de un área de actividad sindical muy impor-tante y que día a día adquiere mayor relevancia, y a la que con seguridad se añadirá en unfuturo la negociación colectiva desarrollada en estas estructuras, pues aunque la Directivasolo reconoce unas facultades de información y consulta, resulta difícil sustraerse a laapreciación de que un funcionamiento eficaz de tales instituciones de participación, daráorigen a prácticas negociadoras.

Aunque las experiencias que se han producido en nuestro sector son diversas, existencomités constituidos que demuestran lo expuesto en párrafos anteriores, y desde la valo-ración positiva en cuanto a los logros alcanzados, como por ejemplo el del Grupo DA-NONE, sobre el que a continuación me gustaría referirme, desde la explicación del pro-ceso hasta el trabajo sindical desarrollado en este grupo.

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Comité Internacional de Empresa DANONE

– En el año 87 aproximadamente se inicia la coordinación sindical a través de reunio-nes entre la UITA (Unión Internacional de Trabajadores de Alimentación) y la Direc-ción del Grupo BSN. Cuando entra en vigor la Directiva 95/94, se firma el acuerdode constitución del comité, se le dota de contenido y se reafirma el carácter sindicaldel órgano que se constituye.

– Se trata de un Comité que agrupa diferentes subsectores de actividad; Lácteos, Aguas en-vasadas, Cervezas, Galletas; y fronteriza con otras ramas como Industrias Químicas: Vi-drio; y que se rige por la normativa contenida en esta materia en la Legislación Francesa.

Características y contenido del Acuerdo de Constitución

Ambito. Participan representantes sindicales de cualquier país de Europa –incluidoslos países del Este– y cuenta, además, con la participación sindical tanto del SecretarioGeneral, como de los secretarios regionales de Europa y América Latina de la UITA(Unión Internacional de Trabajadores de Alimentación).

Se delimita y define la responsabilidad del Grupo, cualquiera que sea el país de Euro-pa donde tenga responsabilidad directa: cuando posea el 50% del capital, cuando seencuentre en posición dominante con relación a los demás, o cuando se ocupe de ladirección y gestión de la empresa.

Composición. 51 miembros: 17 representantes de los sindicatos y 34 representantes delos trabajadores de las diferentes empresas y sectores, elegidos estos por los sindicatos nacionales,y con la garantía mínima de un representante por país, así como de hombres y mujeres.

Cuenta con un comité “directriz” o de pilotaje, formado por los coordinadores sindica-les de cada uno de los países donde el grupo tiene actividad, que es el encargado de prepararlas reuniones. Este órgano se reúne al menos dos veces al año, y el plenario –Comité y Direc-ción– una vez, contando con una reunión sindical previa de preparación, una jornada dereunión con la Dirección y una reunión posterior de evalución; total, 3 días de reunión.

Así mismo se contempla la participación de expertos internos o externos, cuando laspartes así lo consideren y cuando el tema en cuestión lo requiera.

Funcionamiento y competencias

Además de la competencia que la Directiva otorga a estos órganos supranacionales derepresentación –información y consulta–, a través de la coordinación y de los plantea-

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mientos sindicales en este periodo se ha logrado que se le añadan competencias de nego-ciación, estableciendo acuerdos generales de carácter subsidiario –con respeto de laslegislaciones y de los convenios y prácticas de los diferentes países–, que garantizan dere-chos y establecen procedimientos conjuntos que han de respetarse en cada país y que facilitan,desde el ámbito internacional y global, la actividad sindical, a la vez de condiciones de igual-dad para los trabajadores de los diferentes países donde el grupo tiene actividad y respondemayoritariamente de la gestión.

Relación de acuerdos alcanzados:

1. Notificación conjunta sobre información, formación, igualdad entre hombres y mu-jeres y derecho sindical, con respeto de las legislaciones nacionales y de los convenioscolectivos. (Agosto 1988)

2. Informaciones económicas y sociales mínimas a los representantes de los trabajadoresde las sociedades del Grupo Danone. (Septiembre 1989)

3. Plataforma de acción a favor de la igualdad profesional entre hombres y mujeres.(Septiembre 1989)

4. Plataforma de actuación en el campo de la Formación Profesional. (1992)5. Declaración conjunta UITA/BSN sobre el reconocimiento del ejercicio de la activi-

dad sindical en las empresas del Grupo. (Mayo1994)6. Declaración conjunta “en caso de modificación de las actividades que afecten al em-

pleo o las condiciones de trabajo”. (Formación; Consulta previa; Ayuda a la recoloca-ción interna y externa y Derecho sindical. (Septiembre 1997)

Sin duda, se puede calificar como el mejor acuerdo sobre CEE. Y el que desarrollauna actividad más satisfactoria de los que se han constituido en nuestro sector, en el queexisten más de cien empresas y grupos susceptibles de constituir CEE, y de los cuales afecha actual se han constituido en torno al cincuenta por ciento. ■

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Sector aéreo y Comités de Empresa Europeos, nuestra experiencia en Air France

Julio HerasComité de Empresa Europeo de Air France. FCT-CC.OO.

1. El nuevo cielo Europeo

Si es una evidencia la importancia que para el proceso de mundialización tiene el abara-tamiento del transporte de mercancías y personas, no es tan conocido sin embargo su efec-to sobre las condiciones de los trabajadores del sector, la seguridad o la calidad de servicio.

Desde hace doce años, dichos trabajadores están sufriendo un proceso acelerado de li-beralización y eliminación de las regulaciones públicas, proceso que es una copia del quese inició en Estados Unidos en los 80 y que como aquel, pone en escena una competitivi-dad depredadora con estela de concentraciones, fusiones, desaparición de Compañíasque ha cambiado todo el paisaje aéreo y dejado su rastro habitual de pérdida y degrada-ción del empleo.

Es un sector cuya actividad está totalmente ligada a los ciclos económicos y con gransensibilidad a los cambios políticos y sociales –crisis asiáticas, de América Latina, guerrasen Europa, cambios en los precios del barril del crudo, catástrofes naturales, etc...– Dichaactividad sufre además de una escasa capacidad de reacción ante dichas oscilaciones, porejemplo: Las ampliaciones de flota y su financiación se estudian en función de la evolu-ción prevista del mercado. En el caso de las compañías asiáticas, habían efectuados im-portantes pedidos cuando sobrevino la crisis en dichos países.

Esta multitud de influencias hacen que el proceso de liberalización esté sometido agrandes perturbaciones y que las fórmulas de reducción de costes impliquen serias trans-formaciones:

– Filialización y externalización de su actividad a otras empresas.– Cesión de rutas en forma de franquicias: pequeñas empresas explotan las líneas con la

imagen corporativa de la compañía original.– Industrialización de los servicios: concentración de la actividad en grandes aeropuer-

tos que se convierten en grandes centros de distribución del tráfico aéreo entre Euro-pa y el resto de los continentes.

– Política de fusiones entre las compañías europeas alianzas con las americanas y asiáti-cas para repartirse el tráfico intercontinental.

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– Pugna por influir en las decisiones de los organismos estatales y europeos concernientesel diseño de los sistemas aeroportuarios y a la regulación y control del tráfico aéreo.

2. Repercusiones sociales y respuestas sindicales en Air France.

En 1993, se produce en nuestras compañías una gran catarsis al constatar las gravísi-mas pérdidas económicas, consecuencia del proceso de liberalización, más la resaca de laGuerra del Golfo, unido a la falta de reactividad de la estructura de la empresa.

La dirección intentó implantar un plan de salvación que suponía, en la práctica, unduro plan de ajuste con fuerte retrocesos sociales; la respuesta sindical fue contundente,con una huelga que paralizó la actividad y obligó a consensuar un nuevo proyecto con unnuevo equipo directivo.

Las nuevas medidas adoptadas más la inversión millonaria del Estado evitaron que elreajuste fuera traumático en Francia.

En el resto de Europa, la respuesta de la Dirección fue muy diferente :

– Reducción del 22% del personal– Fuerte degradación de los empleos.– Abandono de la actividad en propio y subcontratación a compañías participadas o Etts.– Reiterados incumplimientos de los acuerdos colectivos y legislaciones locales.

Este rápido retroceso social y el apoyo solidario de los sindicatos franceses crearon lascondiciones para el inicio de contactos entre los delegados de los países europeos en losaños 1995/1996. La primera etapa fue la creación de un Grupo Especial de Negociaciónque culminó con la firma del acuerdo de Constitución del Comité de Grupo Europeo deAir France a fines de 1997.

El Comité Europeo integra a los representantes de los trabajadores de 15 países, in-cluyendo a las compañías filiales o de ellos franceses.

El acuerdo nos permite:

– El derecho a la información, especialmente sobre los objetivos estratégicos que puedanafectar al empleo, esta información debe ejercerse con carácter previo a la decisión, esdecir en un momento que no la prive de su posibilidad de negociación y concertación.

– El desarrollo de contactos periódicos entre las distintas delegaciones.– Un programa (modesto) de formación sindical.– Dos reuniones plenarias anuales más los grupos de trabajo que se acuerden.

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En dos años de historia, el CGE de Air France ha puesto en funcionamiento variosgrupos de trabajo para:

– Estudiar las posibilidades y mecanismos y arbitrar para desarrollar una movilidad geo-gráfica europea.

– Armonizar las condiciones de trabajo e incentivos de los comerciales europeos.– Negociación y seguimiento social y económicos de un centro de reserva europeo

(Call Center) que ha centralizado en Londres el trabajo que antes se repartían 180empleados en 11 países europeos.

– Puesta en marcha de un boletín de información a nivel de todas las delegaciones eu-ropeas.

– Actualmente están en marcha los trabajos para el desarrollo de una Carta Social quefije un código de conducta en las relaciones sociales de la Dirección de Air France.

También estamos intensificando los contactos con otras áreas geográficas, concretamen-te América Latina para impulsar la creación de nuevos espacios de coordinación sindical.

El balance de estos dos breves e intensos años de C.G.E. es forzosamente esperanza-dor. Aunque después de una primera etapa de euro-optimísmo estemos constatando loslímites formales del acuerdo. Surge también la necesidad de evitar una cierta autocom-placencia ante la evidencia de que la acumulación de retos que tenemos planteados esmayor que nuestra velocidad de respuesta.

En efecto, el ritmo de integración de nuestras diversas culturas sindicales está aún le-jos de ser capaz de contener la aceleración de cambios producidos por la lógica de la glo-balización en nuestro sector.

Mientras que las distintas compañías aéreas disponen de recursos bien engrasados paraactuar como un eficaz “lobby” e influir a nivel de Bruselas en las directivas que emanan dela Comisión Europea. En cambio, está por demostrar que las Federaciones Europeas y laConfederación Europea de Sindicatos (C.E.S.) puedan ejercer de contrapeso de estas pre-siones y ser capaces de frenar esta tendencia a la ley de la selva en el marco legal europeo.

A través del espacio de comunicación que nos ofrecen las reuniones del C.G.E., inten-tamos desarrollar estrategias de convergencia en la elaboración de las propuestas y reivindi-caciones sociales de los distintos países, que nos permitan unificar en lo social los múltiplesacuerdos colectivos nacionales (reducción de la jornada laboral, unificación de las categoríaslaborales, formación, planes complementarios de pensiones, etc...) con el objetivo de crearcondiciones para conseguir un único y común estatuto laboral europeo.

Nuestra corta experiencia nos empuja a ampliar el ámbito del acuerdo del C.G.E., nosolamente para dar mayor contenido a este derecho de información sino para transcenderlointentando crear un nuevo espacio europeo de elaboración de propuestas, códigos y valoresnuevos, que pueda ser instrumento de cambio social en la nueva sociedad global. ■

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