González, Raúl - El “buen trabajo” como norte del desarrollo (La humanización del trabajo) -

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  • 8/13/2019 Gonzlez, Ral - El buen trabajo como norte del desarrollo (La humanizacin del trabajo) -

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    El buen trabajo como norte del desarrollo(La humanizacin del trabajo)

    Ral Gonzlez MeyerInvestigador del Programa

    de Economa del Trabajo (PET)

    1. El trabajo y su ubicacin en el desarrollo econmico

    El objetivo de este artculo es reactualizar una discusin sobre el trabajo como activi-dad humana y sugerir que su experimentacin satisfactoria debiese constituir uno delos fines del desarrollo econmico. Tal posicin es opuesta a la aproximacin al traba-

    jo como simple medio para otros fines, y tambin a aquella que se pregunta sobre lasconsecuencias de una determinada dinmica econmica en sus condiciones de ejerci-cio. Antes, debemos prefigurar el tipo de relaciones y modalidades laborales que que-remos crear, y establecer las implicancias que ello tiene para los modelos econmicosque se debe construir para albergarlas.

    La implicancia poltica de lo anterior es hacer de la experiencia y condiciones detrabajo un componente de la preocupacin pblica (Montero y Morris 2000). De modoms radical, significa reponer el trabajo como actividad sobre la cual se reflexiona yla cual es intervenida desde propsitos utpicos, asumida con potencialidades parahumanizarse y humanizar la existencia de las personas y sociedades.

    La idea de un buen trabajo puede tambin sustentarse en razones instrumentalesa la eficiencia productiva. Sin embargo, la visin que en este artculo se sustenta vams all. Esa implicancia o propsito instrumental, si bien es algo de alto inters parala economa, no constituye la causa inicial al momento de considerar el trabajo como

    un campo de finalidades sustantivas para un sistema econmico.1

    1 Numerosas corrientes tienen esa aproximacin. Buena parte de la psicologa industrialanti-tayloriana sostuvo que el ambiente laboral satisfactorio mejoraba el rendimiento yque los trabajadores no podan ser reducidos a mquinas productivas con el nico pre-mio de un salario. Tambin lo hizo la escuela de relaciones humanas en la disciplinaadministrativa, que enfatiz esa dimensin como parte clave para el buen funcionamien-

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    El pleno significado de plantear la construccin de buenas condiciones y expe-riencias de trabajo como finalidad de los procesos de desarrollo econmico, se alcan-za si compartimos el diagnstico de lo que llamaramos un vaco de orientacinrespecto de dichas finalidades. Es lo que podramos entender como una asimetra,

    dentro de la disciplina, entre el desarrollo de una razn tecnolgica o instrumental yun subdesarrollo de una razn tica2 (Salvat 1998). En ese vaco, la incorporacin dela experiencia laboral como una finalidad del desarrollo econmico contribuye a im-pregnar lo instrumental de fines sustantivos ms estrechamente ligados a la felicidadhumana.3

    En contraste con la importancia de esa re-significacin del trabajo, debemos re-conocer la baja posicin actual que ocupa como objeto de reflexin. La actividad la-

    boral ha ido quedando relegada de ser pensada como esfera de realizacin, dehumanizacin y de utopa, en particular dentro de la disciplina econmica. Podemos,incluso, extender este diagnstico respecto del pensamiento de carcter alternati-vo, dentro del cual se elaboran crticas y nuevas propuestas sociales, pero que noconceden un lugar importante a repensar el trabajo en relacin con el individuo y lasociedad.

    Esta realidad pesimista no debe elevarse a la categora de absoluto. Estn tam-bin presentes hechos que limitan el que haya una reduccin total del trabajo y, portanto, de los trabajadores a un simple medio, y que mantienen vigente una ciertalegitimidad del propsito de un buen trabajo. Por ejemplo, la existencia de norma-tivas y derechos de validacin internacional provenientes de la Organizacin Inter-

    to de una empresa u organizacin en general. En un plano ms amplio de enfoques dedesarrollo econmico, tambin se da esa aproximacin en el neoestructuralismo de losaos noventa. En el mbito de postulados, esta tendencia sostiene que una situacin demejores relaciones laborales constituye uno de los factores de la competitividad sistmicaentre las economas nacionales. Ms ampliamente an, el denominado pos-fordismomarcara supuestamente una etapa de desarrollo econmico que necesita trabajadoresimplicados, creativos, polivalentes, responsables, entusiastas. Una visin distinta fue lade tericos de la dependencia en los aos setenta, que sostuvieron que lo que haca com-petitivas a las economas subdesarrolladas era las malas condiciones laborales, y levanta-ron la nocin de sobreexplotacin del trabajo.

    2 No debe derivarse de esto que instrumentalmente la economa, en tanto conocimientoprctico aplicado a la realidad, pueda mostrar solo xitos. La dificultad de darle gober-nabilidad al sistema econmico mundial y a las economas nacionales, de evitar ciclosrecesivos que golpean a millones de personas y, en general, de dotar de seguridad a lavida social, son materias de creciente actualidad problemtica y que ni estrategias niinstrumentos emanados de la disciplina econmica logran enfrentar con xito.

    3 Ello conduce a la necesidad de fortalecer un campo de la economa que a la vez lleva adesbordarla al que podramos denominar de economa normativa, que si bien no reem-plaza sus dimensiones analticas e instrumentales, s permite aproximarse a ellos desdeuna renovacin de los propsitos sustantivos del desarrollo. Esto se hace obligatorio si nose concibe al mercado y en particular a los mercados reales del capitalismo actualcomo nico mecanismo autosuficiente- regulador de los procesos econmicos, cues-tin que retoma una discusin ya planteada con fuerza desde el siglo diecinueve.

    4 En un informe de la mdico Gema Cabrera basado en datos de la OMS, seala que el 15por ciento de los chilenos sufre trastornos depresivos, cifra que en Santiago sube a 22 porciento. Y aunque los orgenes de tal condicin son multicausales, existe acuerdo en que

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    nacional del Trabajo (OIT 1998) que quedan comprendidos bajo su idea de trabajodecente, aunque relativamente focalizados a los derechos de sindicalizacin y nego-ciacin y a identificar situaciones precisas lmites, como el trabajo forzoso, el trabajoinfantil, o la discriminacin en el empleo. Asimismo, la persistencia en la Iglesia Ca-

    tlica de una idea de trabajo humano, actualizada en encclicas sociales relativa-mente recientes, que hacen presente tanto el peligro como el impacto de su cosificaciny precarizacin. Tambin podemos sealar la herencia todava presente a pesar deldebilitamiento, en los ltimos decenios, de los movimientos sindicales y de los Esta-dos de Bienestar del reconocimiento de derechos laborales durante el siglo veinte.

    De manera ms significativa, la preocupacin pblica y utpica por el trabajoproviene de signos actuales, que muestran que sus formas insatisfactorias han multi-plicado las llamadas enfermedades laborales o profesionales, y parecen contribuirdecisivamente al empeoramiento de las condiciones de vida de las personas. El estrs,la insatisfaccin, el sinsentido, la inseguridad, el cansancio, suelen estar vinculados ala experiencia laboral de los sujetos.4 Ello junto a la vivencia negativa, tambin pro-ductora de alteraciones y malestares, del estar involuntariamente sin trabajo, lo querefuerza su significado para nuestra felicidad, sanidad o patologa.

    La aproximacin genrica a la necesidad de un buen trabajo como finalidad deldesarrollo, refuerza su importancia si enmarca la lectura del proceso de cambios ex-perimentado por la economa y realidad laboral chilenas, en particular visto desde laperspectiva del ltimo cuarto de siglo. Es necesario preguntarse, desde alguna refe-rencia amplia, en qu direccin est cambiando el trabajo y si ello es favorable a loque pudisemos definir como buen trabajo.5

    2. Revisin crtica de aproximaciones al trabajo

    Sin duda, el enunciado propsito humanizador del trabajo necesita explorar y com-batir una realidad concreta que, en buena medida, lo endurece y lo convierte en unaexperiencia sacrificial. Debe hacer frente incluso a propuestas en torno al trabajo quese estaran apartando del respeto a lo que se consideraban derechos adquiridos du-

    rante el siglo veinte.Sin embargo, ello no obvia y en cierta medida presupone la necesidad dereconocer que tambin una discusin sobre la representacin o concepto del trabajovigente en la sociedad forma parte del propsito de humanizarlo. En otros trminos,se requiere una discusin que se ubique en el terreno de la doctrina sobre el trabajo;de cmo lo concebimos en los trminos ms amplios de actividad humana. En esa

    las exigencias laborales y el exceso de tiempo dedicado al trabajo son algunos factoresque explican dichas cifras. De hecho, un tercio de las licencias mdicas actuales lo sonpor causas psicolgicas, y ms del 80 por ciento de los santiaguinos sufre alteracin delsueo (Las ltimas Noticias, 15-1-99).

    5 Los cambios han sido mltiples, aunque estn traspasados por la heterognea estructuraempresarial y tecnolgica nacional. Se refieren a la organizacin interna de las empresas,a las formas contractuales y salariales, a la tecnologa usada, a la estructura sectorial dela economa, a la alteracin entre sector pblico y privado. El conjunto de ellos ha cam-

    biado enormemente la estructura de trabajos concretos (Direccin del Trabajo 2000).

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    direccin es interesante hacer un recorrido histrico de algunas concepciones del tra-bajo que, desde el punto de vista que se sostiene en este artculo, han eliminado lanocin de que en esa actividad se juega un contenido clave para orientar el desarro-llo, o han disminuido notoriamente su peso.

    Un primer acercamiento es la CONSIDERACINDELTRABAJOCOMOFUERZAPRODUCTIVA,tanto la acepcin fsica como cognitiva de ese trmino. Aqu se expresa unaambivalencia en la aproximacin al trabajo desde la economa poltica de los siglosdieciocho y diecinueve. En particular, A. Smith (Blaug 1985) realiz una trascenden-tal valorizacin del trabajo concebido como pilar de la creacin de la riqueza, conuna potencialidad de permanente aumento de su productividad, resultante de la per-manente divisin y consecuente especializacin de los trabajos concretos. Sin embar-go, la otra cara de esta valorizacin es que el trabajo es reducido a su calidad de fuerzaproductiva. No es concebido ni se reflexiona sobre l en tanto esfera con sentido en s.

    Se hace presente solo en su estar al servicio del fin productivo, concebido como exte-rior a la experiencia del trabajo como tal.

    Ms de un siglo despus, esta visin fue llevada al extremo por F. Taylor (1947)que se ocup de la manera en que, organizacional y funcionalmente, los trabajadorespodan rendir el mximo. En ese contexto, son entendidos bsicamente como MQUI-NASDEPRODUCCIN, de las cuales se debe disponer en la mejor forma posible. En parti-cular, ello condujo a la racionalizacin de la prctica laboral en la direccin de lamxima segmentacin del proceso productivo y de la mxima estandarizacin de lastareas. Esto llev a su expresin quiz ms pura la concepcin del trabajo como unmedio para aumentar la produccin, y en particular la productividad, aun cuandofuese a costa del sacrificio del trabajador.

    La radicalidad de esa concepcin permite expresar de manera muy clara la pa-radoja de la reduccin del trabajo a simple medio para objetivos externos a la expe-riencia misma de l. El delirio tayloriano del aumento de la productividad, solo puedeser fundamentado porque, gracias al aumento de la produccin y el consumo, se va adar lugar a una vida mejor para las personas. Pero si esa vida mejor es el propsito,resulta contradictorio que, en funcin de ello, las personas sean sacrificadas en laesfera del trabajo y su vida pueda tornarse en un martirio. 6 En realidad, todo ello sesalva con el argumento de que el momento de realizacin est totalmente fuera deltrabajo. El nico beneficio pensable para el trabajador es el ingreso que le permiteacceder al consumo que lo libera del trabajo.

    Otra nocin del trabajo es la construida desde un plano moral, y que lo definecomo UNAVIRTUDHUMANAASOCIADAALASIDEASDELABORIOSIDAD, DEUSOTILDELTIEMPO, DEDISCIPLINAMIENTO, DESUPERACIN. Como contracara, ello levanta una condena con lo quees representado como su negacin: la ociosidad, la pereza, la holgazanera, el juego,

    6 En el taylorismo, el trabajador es concebido estrictamente como cosa para efectos de suactividad de tal. Uno de los primeros requisitos para el hombre que es apropiado paratener como ocupacin la de manejar hierro en lingotes, es que ha de ser tan estpido yflemtico que en su conformacin mental ha de parecerse ms a un buey que a ningnotro tipo de ser (Klisberg 1975). La afirmacin es clara respecto de la aproximacin altrabajo y hace nacer al menos dos reflexiones: i) que no preocupeal contrario que haya hombres estpidos; ii) que no preocupe que haya trabajos quenecesiten hombres estpidos.

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    que representan conductas humanas improductivas y, en algunos casos, pecamino-sas. El no-trabajo aceptable queda concebido esencialmente como momentorecuperador a travs de la recreacin, el descanso y el consumo, ponderados parareiniciar el esfuerzo laboral. En esta visin, el trabajo aparece rescatado, pero desco-

    nectado de su potencialidad de esfera realizadora de un bienestar. Se lo presenta msbien como actividad disciplinada y disciplinaria, en funcin de finalidades exterioresa un desarrollo humano, que aparta de otras actividades entendidas como tiemposvacos e improductivos (Hopenhayn 1988).

    Esa visin del trabajo, con races en el protestantismo religioso, se consolida mu-cho ms ampliamente como valor social en la medida en que adquiere centralidad enla cultura de la sociedad burguesa (Weber 1967). Esta promueve al buen trabajador,propuesta que traspasa todos los grupos sociales, invadiendo la cultura proletariamisma. De valor religioso se hace valor secularizado, y se constituye en clave para la

    constitucin de las economas y sociedades modernas.7 Tambin adquiere valor comomodo de explicacin y de representacin de las diferencias socioeconmicas entrepases y grupos, en trminos de su consecuencia con el imperativo de trabajar.8

    Emparentada con aquella visin, en algunas races religiosas hay una nocin deltrabajo que lo representa como UNORDENDELAREALIDADDEFINIDOPORELSACRIFICIO, con-secuencia de la desobediencia y pecado originales, respecto de los preceptos o man-datos divinos. El trabajo es la actividad obligada para sobrevivir es necesario ganarel pan con el sudor de la frente, pues ya no hay ms paraso, en que todo era un don.La fuerza y la eternidad del trabajo est en que sin l perecemos; pero tambin contie-ne la dureza y el sacrificio de la existencia (Hopenhayn 1988).

    Con ello, resulta una representacin del trabajo en que su carcter penoso apa-rece como una cualidad intrnseca, no dependiente de condiciones tcnicas o sociales.Con ello, suele cerrrselo como posibilidad de ser fuente de desarrollo y satisfaccinpersonal. De este modo, es difcil imaginar o dar lugar a una visin exaltante del tra-

    bajo como fuente de humanizacin y realizacin personal, de esfera de actividad po-tencialmente realizadora de quienes trabajan.

    Podemos tambin identificar una nocin del trabajo como RECURSOCLAVEPARAELDESARROLLONACIONAL, a menudo expresado como el capital humano para el desarro-llo. El trabajo es a la vez, macroeconmicamente hablando, un capital para la socie-dad y la economa; y en un plano microeconmico, EL CAPITALCONQUECADAPERSONACUENTAPARASUDESARROLLO. En parte, es una nocin anclada en la ya antes sealada del

    7 Una perspectiva que de manera crtica se refera a la sociedad del trabajo en el siglodiecinueve era la de J. Lafarguie en El derecho a la pereza(1848), en que refuta el derechoal trabajo. Caracterizando a la poca como una extraa locura por el trabajo, seala queen lugar de reaccionar contra esta aberracin mental, los sacerdotes, los economistas,

    los moralistas, han santificado el trabajo (citado por Berger y Offe 1992).8 Coherente con esa importancia, los signos y las visiones del debilitamiento de ese impera-tivo moral del trabajo han emergido como motivo de preocupacin respecto de qu va amantener o eventualmente reemplazar esa fuerza moral estructurada en torno al traba-

    jo. El tema de las motivaciones y el peligro de la desafeccin al trabajo ganan lugar comoreflexin moderna. Asimismo, la valoracin de que el trabajo es bueno y el ocio es malocomienza a ser puesta en cuestin, horadando la base de aquella moral (Offe 1992).

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    trabajo como fuente de la riqueza; pero en esta aparece ms ntidamente identificadocomo un objeto de inversin social y personal con miras a la calificacin profesio-nal. Se reconoce, entonces, la existencia de un capital humano en la sociedad sobreel cual se debe intervenir a travs de polticas de formacin de recursos humanos. El

    impacto en el desarrollo nacional que tiene dicha inversin en este capital trabajo,impide que se lo deje liberado a la sola mecnica del mercado; se justifican as losprogramas de formacin gratuitos o subsidiarios por parte del Estado (Cepal 1992).En este enfoque, el desarrollo es concebido como externo a lo que ocurra con el traba-

    jo en s, asociado solo a su rendimiento. Se hace necesario mejorar la productividaddel trabajo para producir desarrollo, pero su experiencia como tal no constituye algoestablecido en el orden de las finalidades.

    A ello se agrega actualmente que esa calidad de recurso clave para el desarrollodebe destacarse ms, pues los pases estn obligados a competir y ganar en el escena-

    rio de una economa mundial que disminuye las defensas econmicas nacionales. Conello, por un lado se valora todava ms al trabajo como capital humano; y por otrodeviene una actividad presionada en funcin de un fin todava ms abstracto y fueradel control del trabajador, que se presenta como la nica va para desarrollarse: tenercompetitividad.

    Otra visin, dominante actualmente en el mundo de la enseanza universitariade la economa y con base en la teora neoclsica, es la del trabajo definido como UNDISPLACER Y PRODUCTOR DE DESUTILIDAD. En tanto tal, los sujetos regulan la cantidad detrabajo que estn dispuestos a ofrecer en un mercado del trabajo, buscando equilibrarel acceso a las dos fuentes de utilidad a su alcance: la del consumo de bienes y servi-cios, y la del ocio. Ms ocio es decir, no trabajo es, por un lado, ms utilidad;pero, a la vez, costo relativo de la utilidad que se obtendra con los bienes y serviciosque permitiran los ingresos del trabajo que se pudiese haber realizado en vez delocio. En suma, la actividad laboral es un mal y es la oposicin a dos bienes generado-res de utilidad: el ocio, y los bienes y servicios. Desde esta perspectiva, carece de unvalor en s misma para las personas incluso desde el punto de vista moral, y es unobligado negador del ocio en tanto medio irreemplazable para acceder a la necesidady al placer del consumo.

    Este marco interpretativo no deja lugar a las motivaciones no instrumentales ono pecuniarias presentes en el trabajo. Adems, aun cuando tal interpretacin expre-sase parte de la realidad, esta no es reconocida como consecuencia de las caractersti-cas que toma el trabajo, que para buena parte de los trabajadores lo hacen pesado yduro. Al velar esa parte del anlisis, se termina por concederle un carcter intrnsecoa situaciones que podran ser histricas y, por tanto, modificables, y a darle un valorabsoluto a la teora.

    Tambin podramos identificar una lectura implcita del trabajo en la aproxima-cin keynesiana, que prioriza el propsito del pleno empleo para la poltica econmi-ca. Hay en ello una valorizacin del trabajo, expresada como la preocupacin centralpor que el sistema econmico asegure empleos para todos los que lo desean. Este pos-tulado queda elevado a imperativo referencial y justificatorio de la poltica econmi-ca. Estableci que lo importante en una perspectiva macroeconmica era asegurar,frente a la amenaza de los ciclos recesivos y al equilibrio con desempleo, una sufi-

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    ciente dinmica econmica, generacin de ingresos y demanda agregada de bienes yservicios, que hicieran necesaria la ocupacin de toda la fuerza de trabajo existente.

    Sin embargo, esa perspectiva ayud a dejar en un segundo plano lo relativo a lacalidad de la experiencia humana del trabajo. En este sentido considerando la

    centralidad que tuvo el pensamiento keynesiano puede entenderse como vlida laafirmacin de que el siglo veinte NOESMSELDELTRABAJO, SINOELDELEMPLEO: un mundodonde el trabajo ya no tiene la necesidad de ser pensado como objeto de humanizacino liberacin (Mda 1995). Se da un paso desde el momento de la reflexin sobre eltrabajo como algo que se debe humanizar aproximacin que adquiere importanciaen la filosofa del siglo diecinueve al de la accin por el pleno empleo.9

    En tiempos ms recientes, este propsito del pleno empleo ofrece una ciertaambivalencia. Por una parte, perdi centralidad, por visiones neoliberales que lo des-valorizaron como finalidad primera y directa de la poltica econmica, quedando

    subordinado a propsitos de baja inflacin y de ajustarse a imperativos de la liberali-zacin de la economa internacional. Por otra, la cuestin de la lucha contra el desem-pleo contina expresndose aunque sea como retrica u objetivo inalcanzablecomo un propsito clave para la sociedad. Sin embargo, desde dichas visiones el em-pleo ha sido enfocado de manera ms decididamente separada, e incluso antagnica,con el mejoramiento de las condiciones de trabajo, ledas como simple aumento delcosto para los empresarios. Se trata de salvar el empleo, en parte degradando el tra-

    bajo y alejndolo completamente de la reflexin sobre la satisfaccin laboral (Mda1995).

    Por ltimo, podramos identificar un enfoque de origen ms reciente las lti-mas dcadas que considera EL TRABAJO COMO UNA ACTIVIDAD QUE EST PERDIENDO LACENTRALIDADESTRUCTURANTEDELAVIDAMODERNA. Y ello tanto en su materialidad organi-zadora de la sociedad, dada la disminucin de los empleos ofrecidos; como en la sub-

    jetividad, en tanto el valor moral rector del trabajo pierde su jerarqua en la escala devalores (Offe 1992). En este sentido, hablar hoy de valorizacin del trabajo ira a con-tramarcha de un perodo que aparece caracterizado justamente por un movimientoinverso: una transicin desde la sociedad del trabajo propia del paradigmaindustrializador modernizante, ya sea en la variante capitalista o socialista haciauna mayor importancia objetiva y subjetiva de otras dimensiones de la existencia la recreacin, la ciudadana, la experiencia de lo esttico que se autonomizan de laesfera del trabajo. En ese marco pueden ubicarse visiones radicales de utopas delanti- o el no- trabajo, en que la realizacin humana est mucho ms ligada a la posi-

    9 La contraparte de aquel paso est en la adquisicin de un conjunto de ventajas para lostrabajadores y que constituyeron la base del programa socialdemcrata europeo. Espec-ficamente, que los trabajadores fuesen comprendidos como copartcipes de los frutos del

    crecimiento obtenibles con el empleo, a partir de que el Estado junto a la provisindirecta de servicios sociales adquiere el compromiso de garantizar a cada uno un pues-to de trabajo que permitir su acceso a la riqueza y un lugar en la vida social. En estesentido, la visin keynesiana y la socialdemcrata valorizan la condicin de asalariado einscribe al trabajador en regmenes y convenciones generales y colectivas de derecho altrabajo y la proteccin social. Ser asalariado es la norma a la que debe corresponderle unestatus social contrapuesto al de las condiciones miserables del siglo diecinueve (Mda1995).

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    bilidad de una sociedad en que el trabajo se haga una actividad secundaria, y lo cen-tral sea el uso del tiempo libre.

    Si bien los fenmenos en que estn fundados estos planteamientos son reales,debe sealarse que resulta fuera de lugar, tanto desde una fotografa del momento

    actual como de la proyeccin de tendencias futuras pertinentes, concluir que lo queocurre en la esfera del trabajo ha pasado a ser secundario en la vida de las personas.Dentro de una temporalidad analticamente pronosticable, seguiremos ocupando unaparte an significativa de nuestras horas activas en la vida laboral, lo que es vlidopara la mayora de las personas en edad de trabajar segn nuestras definiciones. To-dava ms importante es que lo que all nos ocurra seguir siendo decisivo para nues-tra calidad de vida, lo que a su vez definir una situacin marcadora para quienes,queriendo ser de los elegidos con trabajo, no lo sean.

    Lo anterior debe ser fuertemente enfatizado para el caso chileno. La cantidad de

    personas y de horas que componen la fuerza y el tiempo laboral, ha tendido a aumen-tar. Es decir, una mayor proporcin de personas y durante ms horas en especial siconsideramos el tiempo de traslado al trabajo depende, en la calidad de su vida, delas modalidades que tenga su vida laboral. Esto, si bien no quiere ser contradictoriocon la prdida de intensidad objetiva y subjetiva del trabajo como centro determinan-te del sentido de la vida de cada uno, s nos muestra que estamos lejos de una situa-cin en que su importancia sea baja.

    Como sntesis de las aproximaciones destacadas, podemos decir que el trabajoha sido concebido como castigo, displacer, valor moral, medio para un fin externo a l

    el goce de bienes o el desarrollo nacional, resultante y base de la demanda agre-gada en su forma de empleo remunerado, y como estructurante en decadencia de lavida y los sentidos sociales. Desde el ngulo que se ha establecido en este ensayo,dichas aproximaciones le han restado su calidad de esfera de finalidad intrnsecapara el desarrollo humano. La mayora de tales aproximaciones presentan ambige-dades, pues valorizan el trabajo de manera muy significativa, pero siempre solo encalidad de un medio instrumental para otros fines y, por lo tanto, carente de una cua-lidad intrnseca realizadora.

    En particular, algunas de estas aproximaciones resultan amenazantes para unpropsito de humanizacin de la experiencia de trabajo. Una de esas amenazas es sureduccin a una problemtica estricta de empleo, en un contexto en el cual la posibi-lidad de desempleos estructurales altos puede exacerbar la reduccin de la experien-cia y calidad del trabajo al objetivo bsico de tener y conservar el empleo. Otra es lavisin que, constatando la prdida de centralidad estructurante del trabajo, deje delado la posibilidad de repensar las maneras de humanizar el trabajo, reduciendo elmejoramiento social a esferas extralaborales. Por ltimo, una amenaza radical es acep-tar tericamente el embrutecimiento del trabajo, entendindolo como simple mediopara el consumo, definido ste como campo exclusivo del placer y compensacin deuna actividad sacrificial (Moulian 1999).

    3. El lugar y significado del trabajo

    Una concepcin humanizadora del trabajo debe identificar cmo este influye en lacalidad de la vida social y personal con un peso tan significativo, que hace evidente la

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    importancia de aquel propsito de humanizacin. En este sentido, en un panoramahistrico, desde planteamientos humanistas, laicos y religiosos se han elaborado vi-siones del trabajo que han contribuido a destacar ese significado, constituyendo unafuente tico-filosfica para la humanizacin, as como una base para la crtica a la

    alienacin y embrutecimiento vinculados al ejercicio del trabajo real.La actualizacin de esos aportes permite identificar cuatro grandes dimensio-

    nes desde las cuales el trabajo debe ser aprehendido y considerado: i) el trabajo comocomponente de la individualidad, identidad y satisfaccin de las personas; ii) el tra-

    bajo como componente de la integracin social; iii) el trabajo como determinante delcarcter de la sociabilidad; iv) el trabajo como determinante en el acceso a los bienesy servicios bsicos y aumento del bienestar.

    3.1 Identidad, individuacin y realizacin o satisfaccin en el trabajo

    Una dimensin clsicamente relevada del trabajo es la de su relacin con la constitu-cin y la realizacin de los sujetos, primeramente asociada a la del acto (potencial-mente) creador que en su ejercicio est presente. Para Santo Toms, el trabajo humanoestablece una continuidad con la creacin iniciada por Dios. El acto primero y consti-tuyente de la vida en la lectura religiosa la creacin divina encuentra su prolon-gacin en el trabajo, que es creacin humana. Para San Agustn, la creacin es entendidano como acto sino como obra, como proceso en curso que vive en el trabajo humano,por lo que en el trabajo humano es tambin Dios quien trabaja y contina creando(Hopenhayn 1988).

    Lo anterior fue reforzando en las encclicas sociales de los siglos diecinueve yveinte. Paulo VI sealaba que mientras ms cientfico y mejor organizado fuese, enmayor grado amenazara con deshumanizar a quien lo realiza, convirtiendo al tra-

    bajador en esclavo suyo, En ese caso; el trabajo pierde su humanidad en tanto deja deser inteligente y libre y, por ello, ya no es un acto creador (Hopenhayn 1988). EnMateret Magistra (1982) se seala que la justicia no est solamente relacionada con la dis-tribucin de la riqueza, sino que tambin radica en que se permita a los hombresrealizar su naturaleza creadora en la actividad productiva. En este sentido, el trabajono es concebido solo como dominacin de la naturaleza, sino tambin como fuentedel desarrollo personal para quien lo ejecuta. Lo contrario es olvidar el mandato divi-no y contrariar la propia esencia del hombre.

    La filosofa europea del siglo diecinueve, en especial en Alemania con Hegel yMarx, valorizan el trabajo como fuerza creadora y creativa, propiamente humana,en que se expresa el despliegue de la humanidad. Para Marx, en el objeto producido eltrabajador realiza su individualidad. El objeto es su creacin, y su contemplacin pro-duce la felicidad de reconocer una potencia real en la personalidad propia. (Marx

    1979). Estas aproximaciones se actualizan con pensadores ms recientes. Al decir deE. Fromm (1966), el trabajador, cuanto ms se desarrolla su trabajo, ms desarrolla suindividualidad. Moldeando y recreando la naturaleza, aprende a hacer uso de suspotencias y aumenta su destreza y su poder creador. Por oposicin, el trabajo pierdecapacidad de desarrollo de la individualidad cuando se despoja al trabajador de suderecho a pensar y moverse libremente, y de aproximarse al trabajo con su capacidadcreadora, su curiosidad e independencia (J. J. Gillespie, Free Expression in Industry,

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    citado por Hopenhayn 1988), o cuando se le limita a hacer movimientos diseadospor otros (Friedmann 1961).

    Una implicancia instrumental de estos planteamientos es que el aumento de laproductividad del trabajo no necesita montarse sobre un trabajador dominado y re-

    ducido a una especie de mquina. Al contrario, la productividad puede verse mejoradasi el trabajo responde a las necesidades de realizacin y de desarrollo de la individua-lidad de los trabajadores. De all se van a actualizar las ideas de la variedad de fun-ciones: de potenciar, y no limitar, el uso de las capacidades humanas del trabajador.

    Una segunda consideracin es la de que en esa obra creativa que es el trabajo, elsujeto tambin se hace, se construye, y ello tanto en su realidad individual como en surealidad colectiva, entendida como humanidad. En particular en la filosofa de Hegely Marx, hay un ensalzamiento del trabajo en trminos de expresin y clave de la cons-titucin e historia de lo humano y la humanidad. En Hegel, el trabajo no solo es pro-

    ductor de riqueza, ni nicamente la materia presente comn a todas las mercancasque permite su intercambio como en Smith y parte mayoritaria de la economapoltica del siglo diecinueve, sino que adquiere un sentido trascendente. El hombreno se recrea tan solo con la conciencia, la contemplacin, sino que activamente con sucreacin, que es su expresin y la creacin de s mismo.10 El trabajo es autocreacin: atravs del trabajo, el hombre domina y transforma la naturaleza y, en ese sentido, sehace humano y humaniza el mundo. Como totalidad, la humanidad se recrea en unmovimiento ascendente a travs del trabajo (Chamley 1965). Marx refuerza el carc-ter central del trabajo en la historia humana y en la definicin y significado de lo

    humano. La historia universal es la generacin del hombre por el trabajo humano, enque el trabajo humaniza lo natural, lo pone al servicio de la humanidad.

    El diagnstico segn el cual el trabajo real no responde a su caracterstica esen-cial, lo hace un trabajo alienado, lo que implica una alienacin de la naturaleza hu-mana. Estos planteamientos fueron la base, por una parte, de la crtica respecto de lascondiciones reales en que el trabajo existe, en particular su carcter alienado respectode los sujetos que lo ejercen. Por otra, de la afirmacin de una postura utpica sobre eltrabajo que busca conciliar su realidad dura y bruta, con su esencia humana; y que,para lograr tal conciliacin, busca transformar las condiciones en que el trabajo ocu-rre.

    De lo anterior podemos retomar el significado del trabajo para la existencia delos individuos, y su impacto en la posibilidad de desarrollo de individualidad, de iden-tidad, de satisfaccin, de experimentar logro o frustracin como creador. Aunque re-flexiones antiguas, ellas nos hacen volver a mirar algo que permanece decisivo ennuestra calidad de la vida. Los elementos ligados a la alienacin, a la rutinizacin, ala desvalorizacin, a la falta de espacios creativos, siguen siendo materias llenas designificado. Ello no obstante que ya no concibamos ni desde un punto de vista filos-fico ni sociolgico, que la centralidad del trabajo sea aquella que encontramos en

    10 Una aseveracin tal est, tambin, lejos del pensamiento filosfico griego, que se aproxi-ma al trabajo como actividad menor en el orden de la necesidad de sobrevivir. Lo huma-no, su realizacin o expresin, est fuera de esa esfera; est en el ocio reflexivo ycontemplativo y en la construccin de lo pblico. Frente a esto, lo econmico y el trabajotienen un carcter domstico, y constituyen bsicamente la esfera de actividad de losesclavos, no de los ciudadanos libres (Hopenhayn 1988).

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    algunos de los enfoques mencionados, en que lo propiamente humano se recrea esdecir, se origina y es producido en el acto del trabajo. Ms bien deberamos asumirque esa condicin se construye y expresa en y desde dimensiones mltiples, como lacapacidad de experimentar la belleza, o la de percibirse y actuar como ciudadano en

    tanto constructor del orden pblico. Sin embargo, la negacin de esa visin demasia-do vertebral del trabajo como estructurante de la realidad objetiva y subjetiva de lasociedad o como exponente de lo humano, no puede llevar a un desconocimientode que lo que en el trabajo nos ocurra determinar en grados altos nuestra afirma-cin, satisfaccin o negacin como sujetos.

    3.2 Integracin social

    En las sociedades tradicionales, los lazos principales que ponan en contactos a unos

    con otros, eran extraeconmicos. Las relaciones econmicas, si bien importantes, eranuna esfera secundaria de la constitucin de un cierto nosotros o de la constitucin deciertos espacios de interdependencia entre grupos y localidades. Ello era consistentecon el predominio de la economa y trabajo de autoconsumo familiar, aunque tam-

    bin existan momentos de comunidad econmica mayor y lugares de intercambio.En la poca moderna, la economa se va transformando en una esfera mucho

    ms explicativa de la creacin y multiplicacin de estructuras de interdependenciaentre las personas. La produccin de bienes y servicios ocurre a partir de una crecien-te interdependencia de unidades econmicas, trabajos y lugares que contribuyen allegar a productos finales. El trabajo bajo la forma remunerada, y su permanente divi-sin tcnica, se hacen ms estructurantes de los tejidos que configuran la sociedad.Los distintos trabajos ponen en contacto a los sujetos e integran a la sociedad (Remy1996).

    De la armatura que va configurando la divisin social del trabajo, de las ca-ractersticas que ella tome, podemos concluir que va a depender al menos en par-te la calidad o la precariedad de esa integracin. A partir de esto, el trabajo ha sidoconceptualizado desde la dimensin de la integracin social, en el sentido de ser ysentirse parte de.

    Esto tambin fue objeto de pensamiento utpico sobre el trabajo. Marx sealabaque el goce (uso) por otro sujeto del producto elaborado por cada trabajador, le per-mite a este experimentar la satisfaccin espiritual de que el trabajo propio satisfacenecesidades de otros; que su trabajo es til. En este sentido, constituye el medio atravs del cual se realiza su ms esencial sociabilidad e integracin. A travs de laexistencia de consumidores y usuarios de sus productos, el trabajador experimentarla conciencia de realizar una conexin entre s mismo y el gnero humano; de sentirseparte y reconocido como complemento de los otros dentro de un tejido social susten-tado en los distintos trabajos necesarios (Marx 1979). En igual perspectiva, en el Con-cilio Vaticano II se seala que por el trabajo el hombre se une a sus hermanos y leshace un servicio, puede practicar la verdadera caridad y cooperar al perfecciona-miento de la creacin divina (Hopenhayn 1988). El hombre es co-construccin conDios, pero tambin con los otros hombres; es integracin en la obra comn. M. D.Chenu telogo del trabajo, citado por Hopenhayn (1988) sealaba que junto conla racionalizacin en el trabajo moderno, se da inevitablemente una socializacin de

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    las realidades terrestres. En este sentido, se puede decir que es la sociedad, y no ya elhombre individual, la que se hace sujeto del trabajo, lo que conduce a afirmar que eltrabajo implica una razn colectiva.

    Estas lecturas nos conducen a preguntarnos si esa potencialidad contenida en la

    forma en que se constituye la sociedad actual a travs de la divisin del trabajo, defi-ne efectivamente el trabajo como lugar donde se juega la integracin o no integra-cin social. Podemos aproximarnos a la respuesta postulando que la integracinsocial implica una dimensin objetiva de lazos de interdependencia material a proxi-midad o distancia; y una subjetiva, en trminos de implicacin, de sentido de colec-tividad. Una posible respuesta es que el trabajo es ms integracin material y objetiva(interdependencia objetiva) y no necesariamente subjetiva. Con mayor precisin, queuna de las caractersticas de los tiempos presentes es el debilitamiento de laestructuracin de lo subjetivo desde el trabajo; que el sentido comunitario se estruc-

    tura menos alrededor del trabajo. Lo que existira ms bien es una pluricentralidad delazos sociales directamente asociada a la autonomizacin relativa entre las esferaspoltica, econmica, ideolgica, cultural. Todas ellas estructuran lazos y vida socialque no estn centrpetamente organizados desde un solo principio o esfera. Existe unmovimiento centrfugo que crea diversidad de referencias y formas de vida social.

    Sin embargo, los tejidos y lazos econmicos tienen una cierta preeminencia so-bre otros lazos sociales.11 El trabajo es estructurante del espacio-tiempo cotidiano ylas otras actividades se distribuyen segn ese ritmo; las condiciones del trabajo seconstituyen en una estructura de base para la vida social en el plano personal y colec-

    tivo. En este sentido, aun apartndose de lecturas pasadas que elevan a rango deabsoluto lo econmico y lo laboral como ejes de constitucin de una forma de ser yestar en el mundo, y reconociendo el debilitamiento de su fuerza estructurante, noparece acertado concluir que la esfera del trabajo carezca de relevancia actual entrminos de la integracin o exclusin social que experimentan los sujetos. Es esto loque explica, junto al factor obvio de la cada de los ingresos, las estrategias y preocu-paciones por mantener el trabajo. En este sentido, el desempleo puede ser traumticoen la vida de un individuo, pues no es solo detencin de los ingresos, sino tambin dela estructuracin temporal de los das, del contacto regular con pares, de la interaccin

    con personas con las que se comparten metas comunes, de identidad y estatus. 12No parece justificable, por tanto, en beneficio de la necesaria relativizacin del

    trabajo como esfera nica de la integracin social objetiva y subjetiva, desconocer elpeso decisivo que an tiene en la definicin de su carcter slido o precario. A su vez,no resulta contradictorio que dicha integracin considere dimensiones claves no vin-culadas exclusivamente a la experiencia laboral, como la (des)constitucin de la ciu-dadana y de la intersubjetividad general.13

    11 Esto es lo que sustenta la aseveracin de K. Polany (1989) , respecto del desengancha-miento de lo econmico respecto de lo social como propio de las sociedades modernas, enoposicin a las sociedades tradicionales, en las que las relaciones econmicas estn inser-tas, sin poder estructurador, en las otras dimensiones de las relaciones sociales. Sin em-

    bargo, no es necesario suponer esa preeminencia de lo econmico como base estructuradorade la realidad para reconocer su gravitacin en ello.

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    3.3 Sociabilidad

    Una tercera dimensin desde la cual el trabajo debe ser examinado en trminos definalidad del desarrollo, se refiere a las relaciones sociales y la sociabilidad dentro de

    las cuales ocurre y se genera. Esto no se refiere al orden social mayor, como en el casoanterior de la integracin social, sino de aquel cuerpo de relaciones ms directas decada trabajador y que constituyen un tipo de relaciones de proximidad. Esto fue ma-teria de anlisis social con el desarrollo capitalista de las fbricas. En ellas, dada ladivisin del trabajo tambin en su interior, el volumen y la interdependencia de losobreros iba aumentando permanentemente, en particular asociada a ciertos momen-tos tecnolgicos, como la mecanizacin de los procesos productivos. Esa interdepen-dencia funcional iba configurando una intensa sociabilidad, con solidaridades yoposiciones, y situ la cuestin de las relaciones sociales de trabajo como objeto de

    anlisis. Posiblemente ella alcanza su carcter ms pleno cuando, asociado al espaciodel trabajo, se configura un hbitat ms amplio dentro del cual se constituye unacultura obrera; esto es, all donde el colega de trabajo es tambin vecino, y camaradaen el sindicato y el bar (Remy 1996).

    Desde la reflexin normativa, la realidad de la fbrica o empresa hizo del espa-cio del trabajo un tipo significativo de comunidad humana que abre la posibilidadde una relacin gratificante, como colectivo, entre quienes participan de ella. Un ejem-plo significativo fue el de los planteamientos de los socialistas utpicos en el siglodiecinueve, que vieron en la comunidad laboral de las fbricas la base de un orden

    social con altos grados de sociabilidad comunitaria, no contradictoria con el desarro-llo tecnolgico. En el siglo veinte se dieron aproximaciones ms instrumentales a laeficacia productiva desde una psicologa humanista, anti-taylorista, segn la cual elproceso de trabajo est constituido no solo por el momento productivo mismo, sinotambin por todo el entorno social interno que lo rodea. Este le imprime un clima devalores, de normas, y constituye una determinada sociabilidad, factores que hacentambin motivante o desmotivante trabajar. Ms recientemente, tericos de la orga-nizacin empresarial y de la competitividad destacan la dimensin de las relacioneshumanas como factor importante para el xito de la empresa.

    Lo anterior baste para enfocar la atencin sobre la importancia de las relacionessociales en el trabajo, tanto en el grado de satisfaccin que aporten como en su inci-dencia en la calidad de vida general de las personas. Este reconocimiento debe hacer-se aun cuando, hoy en da, por lo general no se den esas relaciones de alta proximidad

    12 Desde la psicologa econmica se ha aportado y reafirmado sobre los efectos del desem-pleo. Gergen seala que la autoestima puede ser alterada debido a efectos traumticos,siendo la prdida del trabajo uno de tales eventos. Jobada seala que la cada de laautoestima por desempleo puede obedecer a que es una variable que no se maneja, eindependiente del esfuerzo personal, lo que provoca desamparo. O tambin podra atri-

    buirse a s mismo, de manera generalizada y permanente, la responsabilidad por loseventos que ocurren (Descouvieres 1998).

    13 Una exponente principal de esta perspectiva es H. Arendt (1983). Sin embargo, tampocodeben separarse completamente los componentes o factores de la integracin social. Porejemplo, es evidente que la realidad laboral de los sujetos puede actuar creando determi-nadas condiciones favorables o desfavorables para la ciudadana, y viceversa.

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    e implicancia integral que surgieron en las ciudades obreras del pasado, y tenga-mos procesos ms consolidados de individuacin, de privacidad, de distancia, deheterogeneidades personales y de cambios de trabajo durante la vida laboral. Dentrode esas condiciones distintas, es pensable la idea de camaradera laboral, de entorno

    social grato, de implicancia en un colectivo, de espacio de sociabilidad gratificante,como propsitos de un buen trabajo.El sentimiento esencial que expresara esa situacin buscada sera el de impli-

    cancia y pertenencia. Pareciera que el trabajo puede mejorar mucho como experien-cia mediante el efecto vitalizador que ejercen la implicacin y la participacin deltrabajador. Ello sera la base de una sociabilidad en la que se vivencie una unidad conotros en la produccin de bienes o servicios. El sentirse parte de un colectivo, facilita-do por la sociabilidad en que se desarrolla la actividad laboral, apoya, a su vez, lasnecesidades de individualidad e identidad sealadas en la seccin anterior. Como

    seala E. Fromm (citado por Hopenhayn 1998), muchos trabajos seran atrayentes sifuera satisfactorio el mbito de sociabilidad en que se desarrollan, y aun cuando susaspectos tcnicos no lo fueran tanto.14

    3.4 Generador de ingresos y acceso al consumo

    Una ltima dimensin asociable a la calidad del trabajo es su condicin de pilar prin-cipal de la supervivencia y del mejoramiento del consumo de las personas. Cierta-mente, en esta dimensin el trabajo es un medio para otra finalidad de los sistemas

    econmicos, cual es la de proveer un adecuado nivel de consumo.Una caracterstica del sistema de mercado es que resuelve simultneamente

    el asignar, por un lado, las capacidades y fuerzas de trabajo a la produccin de losdistintos bienes y servicios; y, por otro, los ingresos de los trabajadores para la adqui-sicin de esos bienes y servicios, de manera que puedan reproducirse y mejorar su

    bienestar. La reproduccin de la vida familiar y personal pasa a depender esencial-mente de la capacidad de vender fuerza de trabajo en el mercado, proceso paralelo al

    1 4 Estas visiones del valor del trabajo respecto de la creacin de individualidad, de integra-cin social y de sociabilidad son coherentes con estudios ltimos en Chile. As, un estudiodel PNUD (1998) muestra a partir de biografas personales y familiares, que el trabajo esel espacio privilegiado en el que se realiza (o se niega) la integracin social; donde ade-ms se influye significativamente en la individualidad, la autoestima y el sentido deautorrealizacin. El trabajo puede crear vnculos sociales cercanos, un espacio de socia-

    bilidad, incluso en empleos considerados precarios, como el trabajo temporero frutcolaen el caso de las mujeres. Segn estudio de percepciones, junto a las expectativas demejoramiento del consumo que estaban presentes en la decisin de trabajar, se percibie-ron las expectativas en torno al mundo de relaciones sociales que comporta el espacio deltrabajo (Mdel y Riquelme 1995). Consecuentemente, de los mismos estudios se conclu-ye que el desempleo, como negacin de la posibilidad del trabajo, constituye una seriaamenaza a la identidad personal, e impide aprender, conocer y ejercer capacidades;desestructura y quita sentido a la vida; a la vez empobrece la relacin con los dems.Constituye el fenmeno donde se realiza el temor de ser excluido o perder la posicin y laidentidad que otorga el trabajo.

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    debilitamiento de otras maneras de asegurar la reproduccin personal y familiar, comola autoproduccin. El Estado de Bienestar, segn su realidad en cada pas, fue cre-ciendo y complementando esas rentas, en particular para quienes las tenan ms ba-

    jas, pero nunca suplant al trabajo remunerado salvo en los regmenes socialistas

    como mecanismo esencial de acceso al consumo (Offe 1992). Si, en tanto tal, el trabajono logra permitir los niveles adecuados de consumo, queda degradado y ve fuerte-mente limitadas sus posibilidades de humanizacin en los planos antes analizados.

    Han ocurrido en los ltimos decenios dos fenmenos que se suman. Por un lado,el debilitamiento del Estado Social; y por otro, una mayor dificultad para la inserciny permanencia en el trabajo (Rosanvallon 1995). El mercado del trabajo se ha hechoms incierto como lugar de generacin de los ingresos personales y familiares. El au-mento del desempleo y el limitado aumento en la creacin de puestos de trabajo, hanido haciendo difcil el que las necesidades de consumo familiares puedan satisfacerse

    a travs de la insercin laboral; pero, a la vez, esta sigue siendo el mecanismo esencialpara asegurar el consumo familiar.Un buen cumplimiento de esa funcin por parte del trabajo, dada la importan-

    cia que tiene, supone la consideracin de varios aspectos. El primero es el de la estabi-lidad de los flujos de ingresos provenientes del trabajo, lo que supone la capacidad demantener baja la tasa de desempleo y evitar que se reduzcan los niveles salariales.Esto, a su vez, implica la capacidad de controlar o amortiguar los efectos de los cicloseconmicos, as como los efectos del aumento de productividad sobre la cada de lademanda de trabajo.

    Un segundo aspecto necesario de considerar es el establecimiento de fondos deingresos que sirvan para mantener los flujos a los trabajadores cuando el trabajo sepierda por un tiempo (seguros de desempleo). Lo tercero es asegurar que, llegado elmomento del retiro de la fuerza de trabajo, haya seguridad de que los flujos de ingre-so existirn y sern suficientes para asegurar adecuados niveles de vida, lo que nosrefiere a los sistemas de pensiones existentes, pero tambin a las tasas de ocupacinque la economa presente en los medianos plazos.15

    Por ltimo, este rol del trabajo como base del consumo tambin est relacionado,en trminos de su buen desempeo, con la estructura de los trabajos ofrecidos, de tal

    manera que no haya diferenciales de ingreso demasiado altos entre las personas. Pue-de ocurrir que determinados niveles salariales y de ingresos sean percibidos, aun cuan-do aumenten, como empobrecimiento relativo en ambientes en que ellos son altamenteconcentrados. En este caso, el trabajo, por el consumo comparativamente restringidoque permite para algunas personas, se percibe no como posibilidad de integracin,sino como exclusin econmica e insatisfaccin.

    4. Conclusin: Afirmando una aproximacin al trabajo

    Afirmar una aproximacin humanizadora al trabajo se hace relevante en considera-cin de las dimensiones que este compromete y que lo mantienen como una esfera deaccin humana muy significativa para la calidad de la vida. En trminos amplios, la

    15 El sistema de capitalizacin individual, si bien transforma radicalmente el sistema dereparto existente antes, en que eran los ocupados del presente los que financiaban a los

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    aproximacin aqu desarrollada busca enmarcar la necesidad de explorar qu estpasando con el trabajo, y de construir estrategias que eliminen o reduzcan aquelloque lo aleja de ser una actividad gratificante. Busca reintroducirlo en la reflexincomo esfera de actividad que puede ser objeto de humanizacin y, por tanto, oponer-

    se a una aproximacin que piensa el mejoramiento de la vida solo desde los espaciosno laborales o liberndose de ellos. Es una aproximacin, entonces, que busca liberaral trabajo y no liberarse de l si bien lo primero supone, como parte de su propiaposibilidad, avances en lo segundo.16 Para ello es necesario subordinar el desarrollotcnico a las conveniencias del trabajo humano, y contraponer el objetivo de suhumanizacin a las necesidades de reproduccin ampliada del capital.

    Esta reflexin crtica suele quedar velada por los males provenientes de la faltade trabajo, el cual, por su parte y paradjicamente, sirve para revelar de manera prc-tica el significado que tiene el trabajo para las personas. Los signos evidencian que la

    mala experiencia laboral daa el espritu de quienes trabajan y del conjunto de lasrelaciones sociales que emanan del trabajo. Mayores ingresos no sanan esta situacin,sino que facilitan su sublimacin a travs del consumo o de actividades que, en elmejor de los casos, solo amortiguan la insatisfaccin laboral y consolidan rasgos deautorrepresin, de prdida de inters, de tensiones, de angustia, de falta de estmulosy creatividad.

    Reubicar las condiciones del trabajo como un eje referencial del desarrollo nosignifica, sin embargo, entenderlo como la nica esfera de humanizacin. Tanto Marxcomo Hegel plantearon en trminos de cmo restituir al trabajo real, concreto, su

    esencia humana, lo que significaba devolverle, sobre todo segn Marx, su doble senti-do de expresin de desarrollo de la individualidad y de centro de una sociabilidadhumana. En este caso, la humanizacin del trabajo quedaba fundamentada en unaantropologa que lo destacaba como la actividad en que lo humano se constituye, semanifiesta y se recrea. Por consecuencia, el trabajo es y debe llegar a ser en la realidadel lugar de los lazos sociales y de la realizacin de s.

    Sin embargo, ms limitadamente, tambin podemos fundar la idea y progra-ma de humanizacin del trabajo en el reconocimiento de que constituye una esfera dela existencia que resulta determinante de la calidad de vida, aun cuando no se le

    atribuya la caracterstica de contener lo central de lo humano. En esa lnea de pen-samiento, no necesariamente hay que pensar que la actividad laboral es lo ms ex-presivo de lo humano, o el mayor sostn del tejido social, o el espacio central de lasociabilidad humana, para destacarlo como una actividad central para nuestras vi-

    jubilados de ese momento, no escapa al hecho de requerir tasas de ocupacin altas para

    funcionar bien. Ello porque los ingresos de la pensin estn relacionados al tiempo ycalidad de las ocupaciones que se ha tenido en la vida laboral remunerada.16 Esto supone actuar sobre la necesidad del consumo, reequilibrando las ganancias de pro-

    ductividad del trabajo entre el aumento de la cantidad de bienes y servicios y la disminu-cin de las horas de trabajo. Dicha disminucin debe entenderse, en particular para elcaso chileno, primeramente como parte de un programa de humanizacin del trabajo, yno solo como mecanismo para distribuir de manera ms igualitaria la menor capacidadde producir empleo.

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    das y para que ellas sean satisfactorias. En otros trminos, no es necesaria esa posturaantropolgica o filosfica lmite para afirmarlo como campo de lo utpico.

    Esta mirada valorizadora del trabajo, entonces, no se opone a reconocer los cam-bios en curso que hacen perder el valor exclusivo concedido al trabajo en la explicacin

    de la sociedad y en la estructuracin de subjetividades e identidades. Pero, aun acep-tando esa prdida de centralidad, es innegable que seguir siendo una actividad clavede la sociedad, al ocupar una cantidad muy significativa de horas de nuestra vida, ydeterminar la calidad de ella aun en sus tiempos no laborales.

    Por otra parte, el reconocimiento de la no exclusividad de lo laboral como lugarde individualidad, de integracin, lleva a concluir que todo programa de mejoramientode la calidad de vida tambin lo sobrepasa y compromete otras esferas de actividad.En este sentido, se puede compartir que dar un nuevo sentido al trabajo implica en-contrar tambin sentidos en el no-trabajo, no como simple compensacin del no-sen-

    tido del primero o como sola celebracin de la posibilidad escapar de l (Gorz 1991).Y tambin que no se puede hacer separaciones entre la actividad del trabajo y el em-pleo del tiempo libre y de la vida personal, en el sentido de que si el trabajo se hicierainteresante sin que se humanizaran las dems esferas de la vida, no habra tenidolugar un cambio verdadero (Fromm 1966). Eso significa reconocer la necesidad de larealizacin y expresin de lo humano en otras esferas distintas a lo laboral, como laexperiencia de la ciudadana, de lo ldico o de lo mstico, que son tambin parte po-tencial de la expansin de s mismo, de sociabilidad y de la relacin con otros. Debe-mos aproximarnos al trabajo y a su humanizacin no solo como factor configurante

    de una relacin o modo de produccin,17 sino como un aspecto influyente central delmodo y la calidad de vida de los sujetos.

    Si concebimos el trabajo como fundado en una necesidad de sobrevivir y, a lavez, como un espacio potencial de satisfaccin y desarrollo personal, podemos consi-derarlo como situado simultneamente en el plano u orden de la necesidad, y en el dela libertad. No podemos eliminar el orden de la necesidad y, en ese sentido, la entradaal orden de la libertad no desplaza, sino que se monta sobre el de la necesidad.

    Finalmente, no queremos sostener aqu que una determinada aproximacin altrabajo vaya, por s sola, a definir el carcter real que este tome. Sin embargo, sus

    contenidos siempre sern un factor que incidir en la forma de mirar, evaluar e inter-venir sobre las condiciones concretas del trabajo. Podramos decir que una nocindeterminada de trabajo constituye un entorno ideolgico para el examen de lascondiciones de trabajo, en tanto marca la posibilidad de la aproximacin crtica altrabajo real y a los sistemas econmicos que lo condicionan.

    17 Ello podra plantearnos la idea de que ciertos trabajos solo pueden desenvolverse en el

    estricto campo de la necesidad y que no es posible pensar el desarrollo individual desdeellos. Tomemos el ejemplo de un rea de ocupaciones que se ha expandido, la de secreta-ra y trabajos administrativos. Qu tipo de realizaciones pueden existir o son potencia-les en esas ocupaciones? En el caso del trabajo manual, por hacer un contraste, hay almenos un imaginario ideal correspondiente al del artesano que funde la actividad deltrabajo con el arte, y la del productor con la de artista. l domina todo su producto, lovive como obra. Pero en la produccin de intangibles como los antes mencionados, culpuede ser una referencia deseada?

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    Lo anterior no puede conducir a una mirada ingenua que se evada de lo enorme-mente complejo que es actuar en la perspectiva de la liberacin del trabajo. La pre-gunta que persiste, tan difcil de responder, es cmo, desde sus trabajos concretos, loscajeros, envasadores, obreros de la construccin, profesores, captadores de clientes,

    digitadores, etiquetadores, secretarias, campesinos, tcnicos, peluqueros, pueden tran-sitar hacia una actividad laboral gratificante.

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