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Calife
LA HISTORIA
Cuenta la historia que hay un personaje que cuenta y cuenta,
que disfruta contando historias.
Cuenta la gente que se llama Califé . Nació contando, cantando y bailando en las calles del vistoso y ruidoso Carnaval
Dominicano.
Cuenta la gente que viste de negro y que su boca es blanca.
Cuenta la gente que tiene un sombrero graaande, muy alto.
Donde guarda su tesoro, sus secretos. Sus historias…las que cuenta, tejiendo sueños,
color y fiesta.
Califé Cuenta lo que le contaron. Cuenta lo que un día vio y oyó.
Cuenta lo que recuerda y también lo que olvidó. Cuenta lo que leyó en un libro y cuenta
lo que se le ocurrió.
Califé, para contar, cuenta con gente grande y gente pequeña, que le prestan manos y
pies, ojos y orejas, atención y corazón.
Califé hoy nos ha pedido a nosotros que les contemos una historia formidable. Y esta
formidable historia se llama:
[1]
¡Gregorio,
Tolete y Fidel!
[2]
POR LUZ BAUTISTA Y RICKY RAN. CALIFE
Gavillero (a):
Según el diccionario del habla dominicana, gavillero es la persona valiente y astuta,
que ama y defiende con determinación, lo que tiene y lo que es, su identidad, su patria,
su gente y su fe.
El corazón de muchos dominicanos y dominicanas, con orgullo aun proclama: “yo soy
gavillero” “yo soy gavillera? Y qué?…
¡Gavilleros,
¿y qué?!
[3]
Cuenta el Califé…
Que corría el principio del siglo xx, eran los años 1900, y nuestra República Dominicana
no era parecida a lo que es ahora. Cuenta el Califé que todo era campos de muchos
colores, separados unos de otros por un allí lejano y de muchas horas.
Habitados por unas pocas personas, pero gente trabajadora, amiga del sol, que
contaban solo con la tierra o con sus manos para hacer algo que fuera de provecho para
ellos y sus familias.
Así, que no tenían más fortuna que los frutos de temporada, los chelitos que cobraban
por saber tejer, cortar o coser, los huevos de sus gallinas y la leche de sus pocas
vaquitas, eso los que tenían vaquitas.
En los pueblos, que eran chiquitos, solo uno que otro tenía un negocito como una
pulpería o un taller de costura.
¿Escuelas?, ufff poquísimas, estudiar no era fácil y la mayoría de la gente decía: “eso
de estudiar, ¿pa que?”
Solo unos pocos, sentían y sabían que el conocimiento era lo que necesitaba nuestro
pueblo para progresar y salir adelante.
Sí, porque un serio problema tenían los dominicanos y dominicanas de aquel entonces,
no lograban ponerse de acuerdo en organizar el país. Cada quien, “jalaba pa su lao”.