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Borradores sobre la lucha popular y la organización Guillermo Cieza manuel suárez Editor

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3 33 3Borradoressobre la lucha populary la organizacinGuillermo Ciezamanuel surez Editor4 44 4Borradores sobre la lucha popular y la organizacionmanuel surez Editor, 2006.ISBN-10: 987-22337-7-2ISBN-13: 978-987-22337-7-8Ciesa, Guillermo HoracioBorradores sobre la, lucha popular y la organizacin - 1a ed.- Avellaneda : Manuel Surez, 2006160 p. ; 23x16 cm.ISBN 987-22337-7-21. Ensayo Argentino. I. TtuloCDD A864Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723. No se permi-te la reproduccin total o parcial de este libro ni su almacena-miento ni transmisin por cualquier medio sin la autorizacinde los editores.5 55 5ndicePrlogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8Presentacin y agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Trabajo genuino u organizacinde una economa alternativa de resistencia . . . . . . . . . . . . . . . 13Sobre el Frente: Etapa, coyuntura y desafos . . . . . . . . . . . . . . 16La herencia sigue vacante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20Asambleas de base y ncleos de aporte . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22La Articulacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26Sobre el Partido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29Lecciones de Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32Fragmentacin y autorreferencialidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34Sobre los hechos de Las Heras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40Los sueos de los tiempos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43Conceptos de seguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50Protagonistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53Diez ideas para el debate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Resistencia y alternativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61Sobre los 70 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66Movimiento poltico y frente poltico de oposicin . . . . . . . . . 74Sobre el 26 de Junio de 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84Lo poltico y lo reivindicativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90Sobre la poltica agropecuaria del gobierno de Kirchner . . . . 103Nuestra responsabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110Sobre el gobierno de Kirchner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115Sobre sujetos sociales y liderazgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123Campos sin hombres, hombres sin tierra . . . . . . . . . . . . . . . . 128Las etapas de una construccion poltica en la Argentina . . . 135El regreso de las patotas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1406 66 6Haciendo memoria. La Privatizacin de YPF . . . . . . . . . . . . 143Las empresas pblicas en manos de los trabajadores.La experiencia de la Cooperativa El Salvador en Jujuy. . . . . 148Desafos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1527 77 7Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 7a Enrique Ardetia Daro Santilln8 88 8PrlogoDespusdeBorradoressobrelaluchasocial ylaautonoma,Borradoressobrelaluchapopularylaorganizacin, dostex-tos, o si se quiere, dos conjuntos de textos que nos sumergen enlo ms hondo de las luchas populares de nes de la dcada del90 al 2006. Guillermo Cieza es un militante popular de toda lavida. Militante quiere decir conuencia dialctica de prctica yteora, prctica y reexin, prctica y crtica.Guillermo es eso, una mquina de actuar y pensar. Combinael compromiso personal, el poner el cuerpo como se dice ahora,con el poner la imaginacin y el cerebro en funcionamiento. Encontacto con las realidades ms calientes del pas, no busca po-nerles un cepo terico, no sale a predicar una verdad revelada ouna teora cientca irrebatible, sino que desde las entraas delos conictos imagina salidas que inmediatamente son puestas aprueba.Es signicativo el cambio de las categoras utilizadas en lostextoscitados. Enel primero, lasreexionesversansobrelalucha social y su relacin con la autonoma, mientras que enel segundo, la lucha social se convierte en la lucha popular, yla autonoma en la organizacin.El primer texto parte del corazn de los movimientos socialesque se gestaron en la infame dcada del 90. Los sectores popu-lares, derrotados polticamente, se refugiaron en lo social pararecomenzar a partir de all su recomposicin. All analiza Gui-llermo las caractersticas de esos movimientos, sus posibilidades,sus contradicciones. Esos movimientos se caracterizaron por suvoluntad de autonoma.El texto que ahora presentamos avanza de la lucha sociala la lucha popular. Hemos despegado de lo puramente social.No lo hemos abandonado. Imposible hacerlo, pues ello sera an-tidialcticoyloqueaGuillermonolefaltaessupercepcinde la dialctica de la realidad. Pero lo social ahora ha avanzadohacialopoltico, hacialaconstruccindel poder, nodel me-ro micro-poder, sino del micro-poder conectado dialcticamentecon el macro-poder. Los movimientos sociales seguirn teniendovigencia, pero ahora conocen su techo. Necesitan ir ms all. Poreso ahora se trata de la lucha popular.Adems, ya no se trata simplemente de reclamar y realizar laautonoma, sino de hacerla efectiva mediante la organizacin,sin la cual es imposible construir poder en serio. Asambleas debase y ncleos de aporte es uno de los primeros textos. En l9 99 9Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 9arma el que las asambleas de base son las que direccionan eltrazo grueso de nuestra poltica. El adjetivo nuestra se reereal Frente Popular Daro Santilln (FPDS).Trazo grueso es una de las categoras de anlisis de Gui-llermo. Se reere a los grandes ejes de la poltica. No los trazaun grupo iluminado formado por militantes esclarecidos o porrevolucionarios profesionales, sino la asamblea de base, lo cualimplica la necesidad de dirigir un importante esfuerzo de for-macin hacia las asambleas, porque si no hay formacin, no haydecisiones soberanas.Las asambleas populares son fuentes generadoras de polti-ca porque representan un espacio de trabajadores organizadosque se mueve cotidianamente en el mundo de los trabajadoresdesorganizados. Pero ello no basta. Quedarse all sera encallar-se en el basismo. Las asambleas de base necesitan la ayuda deotros aportes que iluminen la senda tanto para la constitucin dealianzas como para la construccin de otras herramientas. Gui-llermo analiza diversas experiencias, la de Libia, la del MST, ladel PT y la del zapatismo, para concluir que en Argentina, de-bido a su fragmentacin, tendramos que orientar los esfuerzospara promover sntesis comunes.Voluntaddesntesis, articulacin, organizacinpolticaquesintetice, articulesontemasrecurrentes. El problemadelafragmentacin est siempre presente en los textos que estamospresentando. De all la necesidad de la elaboracin de sntesis, norealizadas desde arriba por un grupo iluminado, sino por un tra-bajo de convergencia desde los distintos mbitos y experiencias.Junto a la fragmentacin, la autorreferencialidad, es decir, laprctica de numerosos grupos de mirarse el ombligo, de no salirdel crculo estrecho, de no mirar ms all hacia otros grupos quetienen intereses semejantes.Argentina, s, peroenel amplioarcogeogrco, cultural ypoltico que es Latinoamrica. En cada momento histrico hayhechosquesonreferentesmuyfuertesparatodoel perodoyde alguna manera sintetizan y promueven las aspiraciones y es-trategias de las masas trabajadoras y populares que necesitan yprotagonizan cambios sociales en el mundo. A ese fenmeno his-trico nuestro autor lo denomina sueos de los tiempos, algoparecido a lo que Hegel denominaba espritu del tiempo.Nuestro autor busca los sueos de nuestro tiempo en los di-versos movimientos populares que, con todas su contradiccionespero con empuje se estn desarrollando en Latinoamrica, en Ve-nezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay. Despus de un anlisis crtico10 1010 1010 Prlogode los mismos, la conclusin es que en la Argentina hay basespara crear un espacio de oposicin con proyecciones.Entre los muchos y variados aportes que realizan estos textosen funcin de la creacin de un amplio y pujante movimientopopular, gura el anlisis del destiempo entre los tiempos pol-ticos de los trabajadores y los tiempos polticos de la militanciaque se produjo en la dcada del 70. Efectivamente, cuando sedesarrolla un pico de luchas obreras (nes del 74 y principiosdel 75), no haba proyectos militantes que pudieran ponerse a lacabeza.Leccin a ser aprendida. La derrota del 70 no puede habertranscurridoenvano. Menesterestenerencuentaque, entreotras causas, fuimos derrotados porque no tuvimos capacidadde aprovechar una oportunidad histrica. Oportunidad histri-ca que haban construido aos de lucha y de resistencia de lostrabajadores y tambin enormes esfuerzos militantes que prota-gonizamos.No se logr entonces sintetizar ideologa, estrategia y polti-ca. Podemos tropezar con la misma dicultad sin poder resol-verla si no comprendemos que no hay posibilidades de acertaren el trazo grueso de la poltica si no hay construcciones slidasde base como generadoras del trazo grueso de la poltica. Peroello no basta. Hace falta una vocacin poltica para disputar elpoder, un andamiaje organizativo y de construccin de alianzaspara sustentar esa disputa y una valoracin correcta de la etapa.En n, entre la alternativa de una construccin vertical, desdeuna organizacin con un ncleo iluminado que elabora la polticay baja las consignas, y una dispersin en un puro horizontalismo,la propuesta es de una construccin dialctica, de abajo haciaarriba y de arriba hacia abajo. Construccin de poder popularen serio, dispuesto a disputar todo el poder, sin dar saltos en elvaco.Los textos que componen el texto Borradores sobre la luchapopularylaorganizacinformanparte, sinduda, delostex-tos ms signicativos en la construccin del poder popular quenecesita el sueo de nuestro tiempo.Rubn DriBuenos Aires, 23 de noviembre de 200611 1111 11Presentacin y agradecimientosAl releerlosmaterialesqueformanpartedeestarecopilacinadvierto que es evidente la continuidad en las formas, las ideasy en el tiempo con la publicacin anterior Borradores sobre lalucha popular y la autonoma.Continuidad en las formas: estos escritos no tienen pretensinacadmica alguna, son producto del apasionamiento militante yde la urgencia por dar cuenta y promover debates estrechamentevinculados a nuestra cotidianeidad poltica.Continuidad en las ideas: en un marco coyuntural diferentedonde aportan los entusiasmos que promueve una situacin la-tinoamericanaapasionante, ynosponeapruebael desafodeenfrentaraungobiernoconconsensoyunaenormeiniciativapoltica, no va a resultarle difcil al lector encontrar un hilo con-ductor en las orientaciones ms generales que presiden nuestrasbsquedas. Continuidad en los cimientos que sostienen nuestrasconstrucciones todava imprecisas que, por ahora, expresan msun testimonio de vocacin transformadora, que a una referenciapoltica.Continuidad en el tiempo: aquella seleccin de textos termina-ba con la constitucin de Frente Daro Santilln (FPDS) a nesde 2004 y esta seleccin comienza a principios del 2005 y terminaa nes de 2006 con la iniciativa del FPDS y otras organizacio-nes de empezar a trabajar para construir una nueva herramientapoltica.Advierto tambin que los materiales que integran esta publi-cacin expresan un compromiso mucho menor del autor, que sereduce al papel de cronista de una bsqueda colectiva. Se tratade narrar de la mejor manera posible debates protagonizados porcientos de compaeros y compaeras, de dar cuenta de distintosensayos y experimentaciones sociales y polticos que, desarrolla-dos en paralelo, aportan conclusiones, certezas e interrogantesque desbordan el lugar de militancia y las pretensiones del cro-nista.Lacrnicanosubicaenescenariosdedebatediferentes. Sien la publicacin anterior nos desvelaban los puentes entre lasexperienciaspasadasylasnuevasexperienciasyprecisarcon-ceptosbsicossobreloqueentendamosporautonomadesdeuna sntesis histrica, hoy la preocupacin est desplazada a laconstruccin de una herramienta poltica y social que recuperela herencia vacante de la pueblada del 2001. La reexin centrales sobre la organizacin, tomando como punto de partida lo que12 1212 1212 Presentacin y agradecimientosno queremos: un partido copiado de la experiencia bolcheviquede 1917 o una red difusa, donde la supuesta horizontalidad en-cubra nuevas formas de autoritarismo. Esta publicacin es partedel relato de la bsqueda de lo que s queremos, pero que apenaspodemos esbozar, reconocer en los genes de nuestras humildesconstrucciones, advertir como bultos imprecisos en el horizontecuyos contornos iremos precisando en el camino.Presentado as el trabajo, apenas reclamo como mrito la ter-quedad por dar cuenta de aportes producidos por colectivos, quecomo el FPDS, se animan a pensar con cabeza propia, despre-ciando el reparo de las iglesias y los rituales, y la cobertura quedarepetircongrandilocuenciaprrafosescogidosdelostex-tos sagrados. Esa terquedad se asienta en la conviccin de quenarrarnuestrasexperiencias, nuestrosdebates, nuestrosentu-siasmos, nuestras decepciones y nuestros sueos es parte de laconstruccin de nuestra autonoma poltica. Y en la certeza deque en la Argentina de nuestros das, el compromiso poltico mselemental comienza por la denuncia del despojo de los recursosnaturalesydelacontinuidaddel genocidioeconmico; porladefensa de nuestro patrimonio como Nacin.Loserroresdeinterpretacin, losoptimismosexcesivos, lasmezquindades en el anlisis, las apreciaciones aventuradas correnpor cuenta del autor. Ojal estas torpezas alienten a nuevos cro-nistas para que el relato sea mas colectivo.Agradezco a Miguel Mazzeo, que ley previamente estos borra-dores y realiz observaciones polticas que aportaron a mejorarel material, a Ruben Dri, por su prolgo que agrega valor a es-te trabajo, Beti Rosn, por la correccin de estilo y su alientopermanente. Agradezco, muyespecialmenteamiscompaerosdel FPDSdeBerisso, porquehansidomi cableatierraymireferencia afectiva y poltica ms cercana.Esta nueva compilacin de Borradores est dedicado a doscompaeros de militancia que actuaron en pocas y circunstan-cias diferentes pero que sintetizan, para m, valores polticos ymorales que identican nuestras construcciones del presenten ypreguran la sociedad que soamos.El autorLa Plata, 12 de noviembre de 200613 1313 13Trabajo genuino u organizacin de unaeconoma alternativa de resistenciaMarzo de 2005La desocupacin como un dato estructural en la economa de lospases capitalistas es la resultante de una tendencia del propiocapitalismo que se agudiz en los ltimos aos con el aporte delas innovaciones tecnolgicas y la nacionalizacin y modicacinde los procesos de trabajo.Las burguesas saqueadoras de los pases perifricos han con-tribuido a ampliar esos procesos, pero la existencia de poblacio-nes excedentes en reemplazo del llamado ejrcito de reserva, esun dato que no se puede explicar exclusivamente por los malosgobiernos.Lo que genera el desarrollo capitalista es un acortamiento delos tiempos de trabajo, es decir que puede realizarse el mismotrabajo con menos horas trabajadas. Esta nueva situacin se re-suelve desde el punto de vista de los intereses capitalistas, em-pleando a menos trabajadores. Desde el punto de vista de lostrabajadores, se resuelve achicando la jornada laboral. Si a unmenor tiempodetrabajonecesarioparaproducir losbienesyservicios circulantes se lo divide por 8 horas de trabajo, el re-sultado es que una porcin de trabajadores queda excluida. Sien cambio se lo divide por 6 horas de trabajo, se aumentan lasjornadas laborales y se evita el desempleo.A partir de esta certeza podemos armar que el reclamo deempleo genuino o esta indisolublemente ligado al reclamo por lasseis horas en marcos de una economa capitalista, o puede tenerrespuesta en una sociedad socialista, no organizada en torno a laganancia, sino en torno a la solidaridad y el bien comn. Denirel objetivo es un logro; el problema, como suele suceder, es elcmo.La cuestin es cmo construir una relacin de fuerzas polticasy sociales capaz de imponer a la burguesa un rgimen de seishoras con un empleo en blanco y salarios dignos (como piso, lacanasta familiar), o cmo desarrollar una relacin de fuerzas quepermita un cambio social.Desde ese mismo diagnstico hace mas de veinte aos RalSendic vaticinaba: El que aprenda a organizar a los marginados,est aprendiendo a organizar a la mayora de la poblacin. Y14 1414 1414 Trabajo genuino u organizacin. . .lo que estaba sugiriendo era prestar atencin a la organizacinde las poblaciones excedentes y a los que por tener trabajosprecarizados tienen pocas posibilidades de ejercer una resistenciadesde sus lugares de empleo. Sendic pensaba que si esto no sehaca haba muy pocas posibilidades de que por el slo peso delos trabajadores ocupados formalmente se pudiera torcer el brazoa las burguesas para imponerles reglas contrarias a sus intereseso mejor an, transformar la sociedad.En la Argentina, en el ao 1997, ya aparecan algunas de estasdiscusiones en el marco de las reuniones del Encuentro de Orga-nizaciones Sociales (EOS). Algunos grupos ponan el acento enla conquista de las seis horas y otros centraban su preocupacinen la organizacin desde lo territorial, de los desocupados, de lostrabajadores precarizados.La experiencia nos dice que en nuestro pas se desarrollaronimportantes organizaciones de trabajadores desocupados y algu-nas experiencias puntuales de conquista de las seis horas, aunquelas jornadas de trabajo, en particular en los trabajos precariza-dos, tendieron a alargarse. En nuestro pas, es previsible que sesostenga el crecimiento econmico algunos aos ms favorecidoporunacoyunturamuyfavorableporlavaloracindelasex-portaciones, loquevaapermitirdisminuirel desempleoylapobreza, pero con un considerable aumento de los trabajadoresprecarizados, sin reduccin de las desigualdades sociales y sin po-sibilidad de que desaparezcan las poblaciones excedentes comofenmeno estructural.Estos hechos aportan a la conciencia de que no hay posibilidadde conseguir conquistas, y de resistir ecientemente, si las luchasy experiencias de los trabajadores no se articulan o coordinan eincluso si lo trabajadores no hacen alianza con otros sectores dela poblacin. De no ser as no hay un proyecto popular posible.Pero estos hechos tambin plantean las incgnitas sobre lasfuturas formas de resistencia de las organizaciones territorialesen el plano del reclamo de trabajo. Partimos de la hiptesis deque, ms all de la legitimidad de la reivindicacin del traba-jo genuino, no hay trabajo genuino para todos en una correla-cin de fuerzas que por ahora impide imponer la jornada laboralde seis horas. Entonces queda por discutir qu proponemos co-mo alternativa hasta que cambien las condiciones y aportando acambiarlas.Lo nico viable parece ser empezar a articular una economaalternativa de resistencia. Esta economa alternativa debe em-pezar por reconocer el carcter de consumidores de las millonesde familias que hoy son vctimas de las polticas neoliberales, y15 1515 15Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 15por empezar a generar una produccin y circuitos de comercia-lizacin que apunten a ese mercado que somos nosotros mismos.Ese mercado que debe ser abastecido con productos y serviciosgeneradosenemprendimientossociales, conunpreciojustoygarantizados en su conabilidad por las mismas organizacionespopulares. Incluimos entre estos emprendimientos a las empresasrecuperadas.Estos emprendimientos pueden ampliar su mercado consiguien-do, mediantelalucha, contratosconel Estado(porejemplo,cooperativas de construccin que hagan vivienda u obra pbli-ca), pero preservando su autonoma en lo ideolgico, lo poltico,lo organizativo y lo econmico.Decimos que la propuesta es de una economa de resistencia,porque no se imagina reemplazar por evolucin a la economacapitalista (cuestin imposible), sino que se propone aportar aun cambiodelasrelacionesdefuerzasquepermitan transfor-mar la sociedad. La idea va a ser efectiva si miles de activistasde base marginados del empleo formal, pueden garantizarse uningreso digno y tiempo libre para aportar a la lucha y generarexperiencias pregurativas de una nueva sociedad.Funcionando a contracorriente de la economa capitalista solopuede sostenerse y crecer si no nos los proponemos como proyec-tos individuales (que aliente improbables salvaciones individualeso grupales) y si articulados en un proyecto y poltico social convocacin transformadora.16 1616 16Sobre el Frente: Etapa, coyunturay desafosJunio de 2005Sostenemos que transitamos una etapa de resistencia y acumula-cin de fuerzas populares, con un gobierno que ha dejado pasarsu mejor momento el primer ao de gestin sin poder desar-ticular las organizaciones populares. El fuerte respaldo electoralque recibir enoctubre, pretender ser utilizadopor el gobiernopara retomar su ofensiva contra las organizaciones, pero ahoraenunmarcodiferentedecrecimientodelasluchaspopularesy de puja por la distribucin de los ingresos donde no slo semovilizan desocupados y ocupados sino que grupos econmicospresionan por eliminar o reducir las retenciones agropecuarias,aumentar las tarifas, aumentar el pago de la deuda externa, etc.En el marco de crecimiento de las luchas populares se evidenciauna maduracin de los sectores autnomos que se expresan en elterreno de los desocupados, pero tambin esa maduracin se ve-rica en lo cultural, asambleario, estudiantil y sindical. El Frentey el Galpn Campesino son expresiones de esa maduracin. Laofensiva poltica del gobierno de Kirchner se va a prolongar pero,a partir del ao prximo, el escenario de puja por los ingresos,va a deteriorar su consenso.La irrupcin de numerosos conictos protagonizados por tra-bajadores ocupados, mejora la relacin de fuerzas, pero aun laresistencia al nuevo modelo de dominacin encarnado por Kir-chner es dbil y fragmentada.Lo acumulado como fuerza propia, el Frente y su articulacincon las organizaciones campesinas, todava est en estado em-brionario. Son organizaciones jvenes, donde la bsqueda por ar-ticular aportes y experiencias sigue siendo la preocupacin prin-cipal. Confundir nuestras potencialidades con lo efectivamenteconstruidonospuedeimponerexigenciasmuyporencimadenuestras posibilidades, frustrando nuestras expectativas y debi-litando la conanza en nuestras propias fuerzas. No vamos a seroriginales en eso: la sobrevaloracin de la fuerza propia es unaconstante en las fuerzas de izquierda y la madre de la mayora desus fracasos. Un ejemplo claro denuestra todava escasa inciden-cia lo experimentamos en el seno de la coordinadora piqueteraque lleva adelante el plan de lucha por el aumento a $ 350.17 1717 17Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 17Este panorama propone la estrategia de que dediquemos esteaonuestrosmejoresesfuerzosaorganizar, sustentarynacio-nalizar el Frente; y a avanzar en la articulacin con el Galpncampesino sin desvelarnos por una gran exposicin meditica,o vanguardizar la confrontacin contra el gobierno. En la con-frontacin, desde lo que sentimos que hay que hacer, tenemosque buscar escenarios donde obtengamos victorias; y en los es-cenarios adversos, acompaar, tratando de elevar los niveles delucha y de aportar a mejorar las posibilidades de triunfo. Desdeesa caracterizacin de la etapa y de la coyuntura, y de nuestrasposibilidades en el corto plazo (6 meses), a mi entender se nosplantean 7 desafos gruesos: Defender los derechos adquiridos. Resistir todo tipo de avan-ce sobre planes, mercaderas, productivos, trabajo genuino,tierra y vivienda, derechos sociales y polticos (avances en lacriminalizacin de la pobreza). Proponernos pequeos avances y conquistas que contribuyana consolidar lo construido. Homogeneizarel Frenteencriteriosbsicos: Enparticularhay que fortalecer las cuestiones de formacin, autogestin,democracia interna y reas ejecutivas colectivas, mltiples yrotativas. Lo de la lucha esta garantizado. Homogeneizar sinperder el pluralismo, que enriquece los debates y aporta ex-periencias diferentes. El acampe de la Justicia, por Maxi yDaro, va a ser un espacio muy favorablepara fortalecer haciael interior del frente la identidad comn y hacia fuera signi-car un posicionamiento muy fuerte y original que generaranuevas adhesiones. Aportar al desarrollo de construcciones en sectores estrat-gicos: locultural ylosindical. Enlocultural tenemosdosfrentes de trabajo: todo lo que se origina alrededor de lo deDaro y Maxi y lo que podamos conectar desde las CtedrasLibres, que aportar al desarrollo de un movimiento estudian-til autnomo comprometido con el desarrollo de trabajo debase dentro y fuera de las Facultades, y la vinculacin conreferenciasintelectuales. Enlosindical tenemosqueseguirtrabajando en la construccin de un espacio donde partici-pen activistas genuinos que empiecen a elaborar propuestasde accin. Garantizar la autogestin econmica. Hay que seguir traba-jando en la bsqueda de recursos en actividades propias (fes-tivales, publicaciones), actividades productivas y de comer-cializacin.18 1818 1818 Sobre el Frente Etapa, coyuntura y desafos Territorializary nacionalizar el Frente. Territorializar los mo-vimientos de desocupados, construir regionales que permitaningresar a pequeos grupos y desarrollar regionales del Frenteen lugares claves del Interior. Tenemos que seguir aanzandola relacin FPDS-Galpn. Las herramientas son: los campa-mentosde formacin, la actividad conjunta que se hace desdeprensa, y la solidaridad concreta en los conictos. Seguir aportando a la unidad popular. Participaren toda ini-ciativa que signique juntar fuerzas por reivindicaciones ma-sivas: por aumento de los planes y los sueldos, en defensa deltrabajo, la salud, la educacin, la tierra, el medio ambiente,los recursos naturales, etc. Contra el ALCA, la Deuda Ex-terna, la presencia de Bush en la Argentina., etc. Aunque noscueste valorarlo: El Frente ms la articulacin con los movi-mientos campesinos agrupados en El Galpn y otros gruposautnomos, constituye uno de los cuatro proyectos grandesque desde sectores populares van a tener vigencia en el pasen los prximos aos: Los otros son:1. El encabezado por el Polo Obrero que a travs de la Asam-bleaNacional deTrabajadores(ANT)tratadearrastraraotros grupos trotskistas y militantes disidentes del PartidoComunista (PC).2. El encabezado por el PCR-CCC a travs de Conuencia Po-pular donde busca alianza con Alicia Castro, Mario Caero,la Democracia Cristiana y otros partidos menores.3. El Encuentro de Rosario, donde intenta agruparse el PC, sec-tores de La CTA, el MTR, Socialistas, y un sector del radi-calismo.Encuantoanuestroproyecto, si anosotrosnoscuestava-lorarlo, y no est mal, porque nuestro proyecto todava es mspotencial que efectivo, no va a faltar quienes as lo hagan. Habralgunos con la mejor voluntad de sumar esfuerzos, como lo hanhecho recientemente los compaeros de Comodoro Rivadavia; pe-ro habr otros que pueden acercarse por simple oportunismo, ocon una voluntad maniesta de destruir nuestra iniciativa. Estono es pura especulacin, cuando un proyecto poltico empieza asalir de la marginalidad poltica, se acab la hora de trabajar sinpresiones. Esa es la prueba de fuego que nos permitir valorar lasolidez de lo construido.Si est fuera de discusin que vamos a crecer y proyectarnos,vale pena discutir cales son los caminos para hacerlo ms soli-damente. Lo que es casi obvio es que con el Galpn Campesino19 1919 19Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 19hemostransitadoexitosamenteunprocesodeacumulacindeconanzas y que hay all construcciones sociales y capacidades,sin las cuales resulta muy difcil sostener un proyecto nacional.Tenemosquesentarnosadiscutirel proyectocomn. Loquetambin es obvio es que una propuesta de cambio social debeasentarse en una slida columna de la clase trabajadora ocupa-da, y que hay una camada de nuevos dirigentes obreros que estnbuscando nuevas alternativas a las que les ofrecen los partidostradicionales de la izquierda. Estamos poniendo un esfuerzo eneso, tenemos que redoblarlo.Finalmente, si la caracterizacin de la etapa y coyuntura nonos plantea apuros, y si no est en discusin nuestra sobreviven-cia como fuerza social y poltica sino todo lo contrario, pensa-mos que vamos a crecer lo mas adecuado pareciera ser no dejar-nos presionar por las urgencias y avanzar con solidez pero paso apaso. No dejarnos chantajear por acciones coyunturales supues-tamente imperdibles ( porque si no ests desaparecs. . .) comosonlaseleccionesdeoctubre, oporlapresindequienesnosvengan a decir que si no estn ellos, el proyecto es inviable. Laautonoma es precisamente la consecuencia de una construccinen el tiempo, y esa construccin autnoma nos permite decidir yelegir libremente, qu es lo que ms conviene a nuestro proyectoy a los intereses populares en cada momento histrico.20 2020 20La herencia sigue vacantesetiembre de 2005La gran eclosin popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 en laArgentina todava no ha podido gestar su heredero: un proyectopopularquehagarealidadlavocacintransformadoraqueseexpres en la consigna: que se vayan todos.Quien se presenta como tal, el presidente Kirchner, es ho enrealidad de la vieja poltica del Partido Justicialista de los 80 ylos 90. Un ho que debe hacerse un lifting progre para adaptarsea los nuevos tiempos, pero que se mantiene el a los mandatosfamiliares. El pas productivo al que apela no es la naciente bur-guesa industrial que en 1945 encarnaba Don Miguel Miranda,sino la burguesa multinacional saqueadora cuyos exponentes sonlas petroleras, el grupo Techint, y el complejo sojero. Son gruposeconmicos que histricamente podemos asociar mejor con losque apoyaban al conservadurismo del "fraude patritico, que alos que apoyaron al primer peronismo. Enancado en las expecta-tivas que genera la recuperacin econmica post-devaluacin ga-nar las prximas elecciones, pero ha perdido el escenario dondese senta ms cmodo: simular ser una alternativa popular frentea las viejas maas de la poltica encarnadas en Eduardo Duhaldey su esposa.El plandeluchadelosmovimientosdedesocupados, yelcreciente conicto laboral de sectores ocupados por aumento desalarios, cambiaron el escenario y la agenda de discusin. HoyenlaArgentinasehaempezadoadiscutirsi el salariodeuntrabajador debe ser de $ 1800 (600 dlares) y si un desocupadoque recibe $120 (50 dlares) tiene derecho a recibir un subsidiode 350 (120 dlares), y si este gobierno del Justicialismo, puedeo no reprimir la protesta social.En resumen, ha empezado a discutirse como va a repartirseel crecimiento econmico, y a nadie se le ocurre que el gobiernopueda promover la movilizacin popular. Los trabajadores y elmovimiento popular todava estn a la defensiva. En particular,el movimiento piquetero est fuertemente deslegitimado en susreclamos, pero esto no le ha impedido luchar y alcanzar nivelesde unidad poltica que el conjunto de las fuerzas de izquierda nopudo alcanzar en el plano electoral.Esa defensiva que va a mantenerse mientras no se vertebre unnuevo proyecto popular en la Argentina, tiene dos aristas que21 2121 21Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 21vale la pena resaltar. Los seis meses posteriores a las eleccionesde octubre sern decisivos para que el gobierno, aprovechandoel respaldo electoral, pueda lanzar una ofensiva dirigida a desar-ticular a los movimientos piqueteros en particular y al conjuntodel movimientopopularenlucha. Si noconsiguesuobjetivo,lostiemposlevanaempezaracorrerencontra. Haysealesyexpresionesdeunamaduracindemovimientosautnomospreexistentes al 2001, pero que en los ltimos aos han hechounrecorridomuyslidoycreativodesdelosdesocupados, losmovimientos campesinos, territoriales, estudiantiles y desde lasnuevas experiencias sindicales. En la conuencia de esos procesospuede estar el germen de una herramienta poltica y social capazde liderar, articular y coordinar las resistencias fragmentadas, yponer en marcha un proyecto popular.En la valoracin de este proceso hay que poner mas atencinen la solidez y vocacin transformadora de estos procesos, que enlos apuros, casi siempre fogoneados por urgencias patriticas.La experiencia de Venezuela es bastante ejemplicadora. Desdeel Caracazo hasta la llegada al gobierno de Chavez pasaron 10aos, y otros 3 aos para que ese proceso, sustentado en el di-namismo y creatividad de los movimientos sociales, tomara unrumbo transformador.22 2222 22Asambleas de base y ncleos de aporteoctubre de 2005.Cuando decimos que desde nuestra construccin son las asam-bleas de base las que direccionan el trazo grueso de nuestra po-ltica, estamos armando algo que es una propuesta y un hechoefectivo. Es una propuesta porque nos obliga a dirigir un impor-tanteesfuerzodeformacinhacialasasambleas, porquesi nohay formacin no hay decisiones soberanas. Es un hecho efec-tivo, porque aunque no podamos registrar que todas las asam-bleas hayan discutido concienzudamente un tema, las actitudesdeloscompaerosenlaparticipacinymovilizacinencadatema, vanexpresandoopinionescontundentes. Porejemplo, sicada vez cuesta movilizar por el plan de lucha por el aumentoesto signica que los compaeros siguen necesitando el aumento,pero ven que es una batalla que en lo inmediato est perdida.Las asambleas de base son fuentes generadoras de poltica por-que representan un espacio de trabajadores organizados que semueven cotidianamente en el mundo de los trabajadores y otrossectores populares desorganizados. Sus opiniones estn confron-tando todos los das con quienes estn fuertemente inuenciadosporlosmediosovivenotrascorrelacionesdefuerzassociales.Por lo tanto son quienes mejor pueden decir como plantear unproblema polticamente para que pueda ser entendido por el con-junto de nuestro pueblo y son un termmetro permanente de lasposibilidades de masicacin de nuestras propuestas.Pero aunque no se puede hacer una poltica de transformacinsin asambleas de base, la poltica no se reduce exclusivamente aeso. Haydecisionesquehacenalaconstitucindealianzasoalaconstruccindelasherramientas, quenecesitandeotrosaportes. Y esos aportes polticos slo pueden hacerse desde unacaracterizacin ms na de la etapa, la coyuntura y del estado deconstruccin poltica de un proyecto. Es decir solo puede hacersedesdetenerunavisindeconjuntodeloquesestaconstru-yendo. Ese aporte siempre existe, o se pretende hacer. Si no hayinstancias colectivas se hace desde lo individual. La calidad delos aportes depende de la experiencia y la capacidad de sntesisde las personas o los colectivos, Seguramente cuando ms amplioes el colectivo y abarcadora su mirada, hay mas posibilidades quelas sntesis sean ms correctas y los aportes ms valiosos.23 2323 23Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 23Los lugares desde donde se elabora una visin de conjunto yse intenta hacer un aporte de conduccin, segn la experienciahistrica, pueden ser tres. Los lideres, las mesas de centralizacino ejecucin poltica o las tendencias o grupos de aporte organi-zados.Los lideres son producto de la falta de herramientas colectivasy a veces ellos mismos promueven esas carencias en nombre dela horizontalidad. Por ejemplo, la Iglesia Catlica ha promovidodesde hace siglos una estructura jerrquica y vertical y un dis-curso basista y antiorganizacin. Tambin hay una ancdota delproceso en Libia que es un buen ejemplo de lo mismo. Dicen loslibios: aqu no tenemos una democracia representativa como enlas democracias occidentales, aqu todo lo resuelven las bases, lademocracia de las bases Y ante la pregunta de quin resuelvetodo aquello que por su urgencia o complejidad no puede resolverla democracia de base, la respuesta es: eso lo decide el lder.Tampoco existe all la opcin de remover al lder, porque el lderno tiene cargo electivo alguno. Es el gua espiritual de su pas.La experiencia ms conocida de un intento de aportar con unavisin de conjunto desde una mesa de coordinacin y ejecucinpoltica es la Mesa Nacional del Movimiento Sin Tierra (MST)de Brasil un movimiento que contempla entre sus principios or-ganizativos la democracia de base y la autonoma.La Mesa del MST es elegida en Congresos que se realizan (sino me falla la memoria) cada 4 aos. Y est precedida por plena-rios regionales que eligen sus delegados al Congreso Nacional. LaMesa del MST se renueva por tercios, es decir mantiene un 66%de sus miembros de un periodo a otro. Y la rotacin no es obli-gatoria para las personas. Por ejemplo Joao Pedro Stedile, quesepamos, se mantiene en la Mesa desde la fundacin del MST(1985).La experiencia ms conocida de tendencias legalizadas comogrupo de aporte en un movimiento de masas es la del Partido delos Trabajadores (PT) de Brasil. ste fue un Partido que siemprese reconoci como expresin de dos realidades que se complemen-taban y disputaban: movimiento e institucin. El proceso del PTno cuestiona la existencia de tendencias, sino abre interrogantesde porqu las tendencias ms institucionalistas, se apoderaron dela conduccin del PT, desvirtuaron sus principios fundacionalesy lo llevaron a la situacin en que se encuentra. La explicacin deeste interrogante merece una mirada ms amplia a lo sucedidodentro del propio PT. y debe abarcar al conjunto de las fuerzaspolticas y sociales de Brasil.24 2424 2424 Asambleas de base y ncleos de aportePorotrapartelaexperienciadel zapatismocombinaespa-cios deliberativos que son las comunidades originarias, con unainstancia de conduccin poltica que son los CCRI, y con unaherramienta ejecutiva que es el Ejrcito Zapatista de LiberacinNacional (EZLN). Con la originalidad que le da asentarse en co-munidades originarias, con concepciones y prcticas ancestralesmuy particulares, la experiencia del zapatismo es ms cercanaa la del MST, que a la experiencia libia o la del PT de Brasil.El trazo grueso de la poltica se dene en las comunidades y losaportes de conduccin se proponen desde los CCRI y el EZLN.Descartada la idea de que liderazgos unipersonales reemplacena la construccin de colectivos con vocacin de aporte, no porqueno existan sino porque no parece lo ms conveniente, tendramosque detenernos en analizar las otras variantes.Las ventajas de un modelo similar al MST son que al no per-mitirse tendencias se promueven las sntesis desde todas las po-siciones, loqueenel cortoplazobenecialaejecucindelaspolticas comunes. Los riesgos son la prdida progresiva de ma-tices diferenciados en el pensamiento lo que puede promover elocialismo y el empobrecimiento, y puede alentar un proceso deburocratizacin.Las ventajas de un modelo similar al del PT son que legali-za los matices y puede propiciar un debate ms rico. Los ries-gos son que se prioricen las diferencias por sobre los acuerdos yque en el marco de esas diferencias se cuelen polticas ajenas alproyecto original. Como ejemplo: hoy la tendencia llamada laarticulacin de Lula y compaa est ms cerca de sus aliadosempresarios y partidos como el Fernando H. Cardoso, que de lastendencias que abandonan el PT acusndolo de desvirtuar susprincipios fundacionales. Quizs mas que una discusin de con-cepcin sea una discusin de oportunidad histrica. Hoy en unpas como la Argentina donde lo ms saliente es la fragmenta-cin social y poltica quizs tendramos que orientar todos losesfuerzos a promover sntesis comunes, dando por seguro que lavariedadyriquezayaestcontenidaenlosdiversosorgenes,experiencias y prcticas. Desde ese punto de vista, se dara prio-ridad a unicar polticas en nuevas sntesis sobre la posibilidadde dar cuenta de los matices.Volviendo a la discusin del principio, me parece que hay queconcentrar las mayores posibilidades de una visin de conjunto yde aportes estratgicos en los espacios orgnicos de coordinaciny ejecucin poltica, apuntando a un modelo organizativo msparecido al MST de Brasil.25 2525 25Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 25Si contrastamos esa opinin con la realidad del Frente PopularDaro Santilln, advertimos: La mesa del Frente es una mesa representativa de las distintasfuerzas que construyeron el Frente, no es una mesa de snte-sis, por varias razones. Porque no estn all los compaerosen mejores condiciones para aportar a una sntesis, porquelas reas estn desarticuladas de la Mesa y porque los com-paeros que concurren a la mesa frecuentemente rotan, por loque les resulta muy difcil seguir la trama de las discusiones. Como la Mesa no es un lugar de sntesis, hay otras sntesis (dereas, regionales, de movimientos, individuales, etc.) que pro-mueven prioridades, orientan esfuerzos y actividades. Comoel recurso humano es limitado y el econmico casi inexisten-te, lo que tenemos son frecuentes colisiones de prioridades eintereses, donde se desgastan energas, recursos y voluntades. Esta realidad est atemperada porque se ha construido con-anza interna, porque como Frente no ha cometido erroresgroseros y porque el gobierno est ms preocupado por laselecciones que por destruirnos.Lo ms preocupante es que no se advierte conciencia de que lacarencia de espacios de sntesis unicados (o al menos por tenden-cia) ubica al Frente en una situacin de extrema fragilidad frentea la prevista ofensiva gubernamental. Y este desajuste queda se-pultado por la extendida evidencia de compaeras y compaerosa las que se los ve muy felices porque su rea o espacio andafenmeno o porque hicimos una actividad buensimaEs de esperar que el despertar de tales ensueos no sea trau-mtico. Porque no va ser el mejor momento para hacernos cargode una discusin que nos debemos y es inexorable.26 2626 26La Articulacinoctubre de 2005El gran desafo en la Argentina es la articulacin de fuerzas quehoy aparecen como principales emergentes de la crisis de diciem-bre 2001. Esas fuerzas estn constituidas por organizaciones queson preexistentes a la crisis, pero que en los ltimos aos em-piezan a mostrar rasgos de madurez organizativa y vocacin deconuencia.Esas tres fuerzas son los movimientos territoriales autnomos(que incluyen lo estudiantil, lo cultural y esbozos sindicales) cuyaexpresin ms importante es el Frente Popular Daro Santilln(FPDS), el movimiento campesino (que incluye expresiones depueblos originarios), organizado en el Movimiento Campesino In-dgena (MCI) y la Corriente Sindical (an sin nombre) que renea nuevos agrupamientos gremiales clasistas, que es la experien-cia ms embrionaria. En torno a estas fuerzas actan pequeosgrupos militantes que, sintonizando con las nuevas realidades ydebates, se proponen hacer aportes. Otros, por el contrario, con-servando viejas concepciones y prcticas, se acercan por simpleoportunismo. Las referencias internacionales ms fuertes de estasfuerzas son el MST de Brasil, el Zapatismo y el proceso popularvenezolano.La articulacin de las tres fuerzas y su vinculacin con los re-ferentes latinoamericanos en una suma que va a ser mayor a laspartes constituye una base desde donde se puede vertebrar unproyecto popular. Pero adems es la condicin necesaria para laexistencia de ese proyecto, porque a la vista est que ni los par-tidos de izquierda, ni las fuerzas de centroizquierda, incluida laCTA, han podido concretarlo, y no se advierte que, como ocurrien Venezuela, una fraccin organizada en el propio Estado puedaactuar como convocante.Lo que tenemos por delante es la articulacin de una herra-mienta poltica y social que sea capaz de proyectar la experienciay las conclusiones polticas de esas fuerzas y de sus entornos enpropuestas de transformacin, capaces de convocar a otros sec-tores e incidir polticamente en los destinos del pas. Adems,proyectarnos como protagonistas en la disputa del poder polti-co indispensable para promover cambios estructurales. Todavano sabemos qu forma adquirir esa herramienta, pero esa bs-27 2727 27Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 27quedaesel puntodereferenciadetodosnuestrosesfuerzosytodas nuestras relaciones.Acordado el desafo la cuestin es precisar como llegamos a esehorizonte. La experiencia que desarroll el MTD Anbal Veron,hoy en el FPDS, con movimientos campesinos que articulabanentres (al principiosloMocaseyApenoc), comprendiva-rias etapas: reconocimiento (experiencia de la Coordinadora deOrganizaciones Populares Autnomas 2001-2002); intercambiosy pasantas (2003); proyectos asociados: Escuela de formacin,Campamento de Jvenes (2004) y elaboracin de Agendas comu-nes (2005). Es decir, pasaron 5 aos donde se fueron asentandoconanzas y se desarroll una bsqueda con aciertos y errores,con avances y retrocesos que hoy permiten hacer mas cierto aque-llo de que nosotros somos Uds. ac y Ustedes son nosotros all.Fue una relacin entre organismos vivos que se modicaban per-manentemente en sus componentes, en su estructuracin, en supercepcindeprioridades, peroqueademsinteractuaban, seinuenciaban mutuamente.En ese proceso me parece importante rescatar el respeto porlostiempos, losproblemasylosmodosajenos, ladecisindevincularsesiemprecolectivamenteydesdedistintasinstancias(desde las mesas ejecutivas, desde los jvenes, desde las reas deformacin, de productivos o de gnero) y distintos lugares (pa-santas, encuentros, movilizaciones, equipos de trabajos compar-tidos), la preocupacin por compartir vivencias, muy por encimade compartir documentos, y la solidaridad entendida no comorelacin de uso, sino como mecanismo de autodefensa ante losembates represivos y orientada hacia la posibilidad de compartirexperiencias.En tanto las experiencias son diferentes, no va a ser posibleun proceso parejo de articulacin. El MCI y los nuevos grupossindicales, ni siquiera se conocen. En el interior del FPDS y ELMCI hay grupos que no han participado de toda la experienciade articulacin, pero estn en inmejorables condiciones para su-marse. Mientras que unos tienen que empezar a conocerse, otrostienen que preocuparse por ir engrosando sus agendas comunes.De todas maneras no empezamos de cero. Es de suponer quetoda la experiencia acumulada nos ayude a simplicar cuestionesy a evitar los errores ya cometidos.Ladecisindel FPDSdenointegrarsealaMesaNacionalde la Corriente Sindical (que haba sido propuesto por los pro-pios compaeros fundadores de la corriente) se inscribe en esaexperiencia: si loorganizativoexpresamasvoluntarismosquerealidades, en lugar de avanzar, retrocedemos.28 2828 2828 La ArticulacinLoqueparecemsadecuadoespromoverinstanciasdeco-nocimiento y reconocimiento. Con encuentros puntuales de lasdistintas mesas ejecutivas y participacin en los plenarios. Com-partiendo actividades desde los jvenes, desde las compaeras,desde encuentros abiertos de socializacin de experiencias, dondeadems podamos discutir preocupaciones comunes con relacin ala poltica del gobierno, y a los desafos del movimiento popular.Lugares donde podamos discutir, por ejemplo, cal es la res-puesta popular al hecho de que la desocupacin se haya conver-tido en un dato estructural en todos los pases en esta fase delcapitalismo. Es la lucha por las seis horas? O es la organizacinde las poblaciones excedentes? O son las dos cosas a la vez?Si hay reconocimiento hay posibilidades de avanzar un pasoms adelante. Proponernos evitar superponer los esfuerzos y ani-marnos a poner en marcha experiencias comunes en la formacinde base, a compartir herramientas de prensa que den cuenta denuestras voces, a empezar a aprovecharnos (en el buen sentido)de lo que hace bien el otro.Si somos capaces de dar ese paso con la Corriente Sindical, ypor otro lado seguimos avanzando entre el FPDS y el MCI desdeotro estado de construccin de acuerdos y conanzas, la articula-cin de la herramienta comn no est tan lejana. Y la referenciaslo debe preocuparnos en el sentido de no parecer ms de loque somos. El agotamiento de lo que durante aos han venidoproponiendo los partidos de izquierda o la centroizquierda pro-voca que cualquier manifestacin aun embrionaria de una nuevaizquierda autnoma o alternativa, va a generar expectativas ya convocar a quienes desde distintas experiencias, localizacionesgeogrcas, orgenes polticos e inserciones sociales, estn masti-cando conclusiones parecidas y empiezan a sentirse parte de unnuevo universo terico. Tenemos tiempo, pero no todo el tiempodel mundo.Nuestro pueblo en la calle fue capaz de echar a Fernando Dela Rua y proponer que se vayan todos, pero no haba proyectopopular de reemplazo. Kirchner, un hombre de la vieja poltica,ocup ese lugar y durante algunos aos va a contener esa deman-da pendiente. En lo que hagamos ahora, estamos decidiendo sivamos a ser protagonistas, si va a haber proyecto popular cuan-do haga falta, cuando otra vez las grandes batallas de nuestropueblo sean la prueba de fuego de nuestras herramientas y denuestra vocacin transformadora.29 2929 29Sobre el partidoNoviembre de 2005Hay cinco ideas bsicas que me parece que tendramos que dis-cutir:1. Es necesaria una organizacin poltica que haga un aportede sntesis, articulacin y conduccin de las luchas populares?2. Esa organizacin poltica est al principio, (es condicin pre-via) de un proceso de lucha y recomposicin popular; o es laculminacin de un proceso de lucha, recomposicin populary ensayos organizativos previos?3. Cmo se liga esta organizacin poltica a las construccionessociales masivas?4. Esta organizacin poltica se construye desde la bsquedadel consenso y subordinndose a las decisiones colectivas o apartir de tendencias que negocian acuerdos ?5. Por dnde empezar en la construccin de una organizacinpoltica concebida de acuerdo a los puntos anteriores?1. Estamos de acuerdo que es necesaria una organizacin pol-tica que sintetice, articule y haga un aporte de conduccinalasluchaspopulares. El problemaesqueporel solohe-cho de proponrnoslo la cuestin no est resuelta. La viejaidea del partido de la clase obrera, funciona mucho mejor co-mo utopa, como aspiracin, que como proyecto. Sucede lomismo que con la horizontalidad. Aspiramos a una sociedadhorizontal. Tratamos que nuestras organizaciones sean lo mshorizontales posibles, pero decir que en esta sociedad hemosconstruido una organizacin horizontal es una impostura. Esnecesario construir una organizacin poltica con vocacin dehacer sntesis, articular y hacer un aporte de conduccin alas luchas de los trabajadores. Decir que eso que construimoses el partido que deende los intereses presentes e histricosde los trabajadores, es una bravuconada que puede alimentarnuestra mstica interna en momentos cruciales, pero es tam-bin la mejor cobertura para cometer todo tipo de disparatesen nombre de la clase obrera. Si ponemos la idea del partidoen el lugar de la utopa, y damos a nuestras construcciones ellugar ms humilde pero ms veraz de herramientas al serviciode promover y defender la organizacin de los trabajadores y30 3030 3030 Sobre el Partidosus intereses inmediatos o histricos, hasta puede suceder queen un momento histrico determinado podamos desempearel rol de un partido de los trabajadores. Si fuimos capaces dehacerlo, si fuimos revolucionarios, lo dir la Historia. Sobre elpunto doy un ejemplo. No me queda duda ninguna duda deque el partido bolchevique en un periodo histrico (momentosprevios, 1917 y primeros aos de la revolucin rusa) ocup elrol de partido de los trabajadores, pero pocos aos despusesa autoproclamacin le sirvi para justicar los crmenes delestalinismo.2. Est claro que para que los pueblos luchen no hace falta queningunaorganizacinpolticasintetice, articuleohagaunaporte de conduccin. Si no, pensemos en diciembre del 2001.En cambio, si no hay luchas previas y presentes importantes,si no hay mltiples ensayos organizativos y experiencia acu-mulada, es muy difcil dar el salto hacia la construccin deuna organizacin poltica con vocacin revolucionaria. Unaorganizacin poltica con proyecciones no es el resultado dela iluminacin de un grupo, sino que debe expresar una madu-racin de distintos procesos colectivos. Debe ser la superaciny correccin de distintas experiencias organizativas parcialesdesarrolladas en los sectores ms avanzados y dinmicos (devanguardia) de nuestro pueblo.3. Creo que la relacin entre las organizaciones masivas y lasorganizaciones polticas se complica cuando se asocian las or-ganizaciones masivas a herramientas poltico-reivindicativascomo el sindicato, sujetas a la institucionalidad burguesa. Pe-ro ni las agrupaciones sindicales y los movimientos de desocu-pados, ni las agrupaciones estudiantiles, ni los movimientoscampesinos estn sujetos a esa legitimidad, sino que tienensus propias leyes construidas desde las asambleas. Son organi-zaciones polticas. Lo poltico no corporativo, la bsqueda deun proyecto que trata de aglutinar a todos los trabajadorescon una perspectiva de poder, surge cuando se vinculan dis-tintas experiencias y empiezan a pensarse como parte de unproyecto colectivo que disputa el poder poltico. La organiza-cin poltica de militantes en realidad no es algo separada dela organizacin reivindicativa de masas. Son dos expresionesde un mismo movimiento con tareas diferenciadas, pero queslo tienen sentido si son capaces de referenciarse y controlar-se mutuamente. Los dirigentes de las organizaciones polticasno pueden ser otros que los militantes con mayores responsa-bilidades de sntesis, articulacin y aportes de conduccin enlas construcciones sociales masivas.31 3131 31Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 314. Lo que dice nuestra experiencia es que la nica diferencia-cinaconsiderarenlaconstruccindeorganizacionespo-lticasconcebidascomoherramientaseslaquedistingueagruposbiodegradables(convocacindediluirseennuevassntesis) y grupos contaminantes (que abjuran de toda po-sibilidad de nueva sntesis, en tanto se creen portadores deverdades reveladas). Hecha esta salvedad se construye desdela bsqueda de consenso a partir de las decisiones colectivastomadas en mbitos orgnicos. Esto no invalida que gruposconvocacindeaporteestratgicosereunanparadiscutiry elaborar propuestas de corto, mediano y largo plazo, perosiempre subordinados a los espacios colectivos. Cristalizar losdistintos orgenes polticos en una estructura que propongauna conduccin como negociacin de tendencias favorece laspolticas de bloque, se convierte en una traba para que desdedistintas experiencias y visiones se aporte a las nuevas snte-sis, empobrece la discusin interna y la creatividad, alientaalianzas espurias donde lo importante no es debatir ideas sinoluchar por el poder interno.5. Msquepensarenbuscarideasbrillanteshayquepensaren juntar construcciones lcidas. La respuesta es empezar ajuntar a todas las nuevas experiencias que desde un mismouniverso terico (a veces sin reconocerlo) han empezado a tra-bajar juntas. En la Argentina de nuestros das hay movimien-tos campesinos que comparten con movimientos territorialesurbanos escuelas de formacin de activistas y militantes, haymovimientos de desocupados que empiezan a compartir pro-ductivos entre s y otros proyectos con agrupamientos de ocu-pados. Hay movimientos estudiantiles y culturales que desdehace aos vienen trabajando con movimientos de desocupa-dos y campesinos. Hay grupos de intelectuales y de militantespopulares que vienen aportando sistemticamente al desarro-llo de organizaciones y corrientes de trabajadores ocupados ymovimientos territoriales. No se trata de hacer grandes alqui-mias, se trata de ponerse de acuerdo en agendas de trabajocomn, sabiendo que al nal del recorrido va a surgir la orga-nizacin poltica que d una orientacin comn y proyeccina todos los esfuerzos. Se trata de entender que no hay sntesisposible si seguimos aferrados a discutir desde las bibliotecas,o a buscar modelos exitosos en otros pases. Por el contrario,en todos los ensayos polticos y organizativos realizados en losltimos aos en la Argentina, estn los militantes, el materialterico y la experiencia suciente para poner en marcha unanueva propuesta.32 3232 32Lecciones de Boliviadiciembre de 2005Lasgrandesmovilizacionespopularesquevoltearonal gobier-no de Lozada y despus al gobierno de Mesa y obligaron a unaanticipada convocatoria a elecciones, y cuyo centro del debatefueron las regalas por el gas, abren una serie de debates y po-nenencuestionamientoalgunasarmacionesquecirculanconbastante consenso por estas tierras.Es indudable que los grandes protagonistas de estas insurrec-ciones populares son los movimientos sociales. Movimientos so-cialesoriginadosapartirdedistintasdemandasperoquesoncapaces de ponerse de acuerdo en cuestiones centrales. Y esascuestiones centrales no son un pliego de demandas corporativas,sino un planteo que comienza por cuestionar las miserables rega-las de un contrato de exportacin de gas para terminar exigiendolisa y llanamente la nacionalizacin de los hidrocarburos. El otroplanteo es el de la unidad nacional amenazada por la vocacinsecesionista de la oligarqua de Santa Cruz. Ese reclamo asentadoen el poder popular que genera la organizacin y movilizacin delos movimientos sociales tiene puntos de apoyo en el parlamento(diputados de pueblos originarios cuyo referente es Quispe y laimportante bancada del MAS).El llamado anticipado a elecciones se da en un escenario conposibilidades para que un partido popular como el MAS y susaliados puedan llegar al gobierno con el fuerte apoyo y controlpopular de los movimientos sociales. Hasta all, Bolivia.Veamos la Argentina.Est bastante extendida la idea de que los movimientos socia-les (y mucho ms si son autnomos) no deben ocuparse de lasreivindicaciones nacionales. Los movimientos sociales se ocupandesusdemandascorporativasyenel horizontereivindicanelsocialismo (sin nada en el medio). De los temas nacionales seocupa la militancia nacional y popular.En realidad, la mayora de los militantes nacionales y popu-laresseocupanbastanteinconsecuentementedeestostemas,hasta que les ofrecen un cargo en el Estado. Ms que vocacinnacional, tienen vocacin estatal, y por eso no le hicieron asco aser funcionarios de Carlos Menem, Fernando De la Rua o NstorKirchner.33 3333 33Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 33La correcta decisin de no participar electoralmente en un es-tado embrionario de construccin social, suele confundirse con laidea de que nunca hay que presentarse a elecciones, ni disputarespacios institucionales. Peor an, quien lo hace es un reformis-ta. Presentarseaeleccionesenunmomentodealzadeluchade masas (como sucede actualmente en Bolivia) sera la pruebamas clara de esa vocacin reformista. Algunos intelectuales quefrecuentemente se reivindican, como James Petras, dicen exac-tamente lo contrario, pero bueno. . .La pelcula de Pino Solanas, Memoria del saqueo, es unabuena introduccin para discutir el dilema que atraviesa la mili-tancia popular de nuestro pas. Pero quien puede hacer un buendiagnstico y encontrar un discurso capaz de aglutinar a millo-nes de personas de nuestro pueblo, es incapaz de identicar alos protagonistas de esas causas (Solanas propone a la CTA, DeGenaro, algunos polticos reciclados, etc.). Por otro lado, a quie-nes estn construyendo un protagonismo social desde las basesles cuesta encontrar un discurso poltico de masas que supere lomeramente corporativo o ideologizado.Yaquehablamosderegalasdeloshidrocarburos. El pasdonde las multinacionales saqueadoras pagan menos regalas enAmrica Latina es la Argentina. Justamente con un gobierno quedice ser nacional y popular. Y no recuerdo que eso haya sido untema fundamental del debate en el seno de la izquierda clsica,ni de los movimientos autnomos. Un tema para pensar en elFrente, donde nuestra bandera lo lleva a Daro con la banderacelesteyblanca, sobreunfondonegroyrojo. Vatodojunto,aunque a veces nos olvidamos.34 3434 34Fragmentacin y autorreferencialidadenero de 2006El problema de la unidad como debate principalAlguna vez escrib que a principios de los aos 70 el debate msimportante era el de la autonoma de los trabajadores, porqueel peronismo en la oposicin garantizaba la unidad poltica detodas las fuerzas antioligrquicas y antiimperialistas y entoncesla discusin era hacia dnde se conduca a esa unidad; y que aprincipios del 2000 el problema ms grande es el de la unidadpoltica de todas las fuerzas antioligrquicas y antiimperialistas,y no el de la autonoma.La caracterizacin del debate actual parte de tres presupues-tos. El primer presupuesto es que no hay posibilidades de una po-ltica de oposicin antioligrquica y antiimperialista consecuen-te dirigida por los sectores medios y por el espectro ideolgicode la centroizquierda, y que en cambio existen s construccionespoltico-sociales y ncleos polticos-ideolgicos de izquierda quedan una base de posibilidad a una unidad poltica de oposicincon proyecciones revolucionarias.El segundo, es que no hay posibilidad de construir una polticade oposicin popular y antiimperialista, sino a partir de una pol-tica de los trabajadores que se exprese en construcciones masivasconcretas y que sea capaz de articular con pequeos productoresrurales y de hacerse acompaar por sectores medios urbanos. Di-cho en otras palabras, no hay poltica popular y antiimperialistacon posibilidad de incidencia real si nos limitamos exclusivamen-te a los trabajadores industriales, de servicios y desocupados yal espectro ideolgico de la izquierda.El tercer presupuesto es que no hay posibilidad de construiruna poltica de oposicin popular y antiimperialista, sino a partirdel imaginario de una unidad popular latinoamericana que hoylideran Venezuela y Cuba. Y esto es tan cierto como que en ladcada del 70 se haca muy difcil hacer poltica sin mencionaruna orientacin hacia el socialismo.No es el tema que nos ocupa pero, por las dudas, lo decimos.No hay posibilidades objetivas de que el gobierno de Kirchnersostengaunapolticaantiimperialista, ni queunaalianzaen-tre Hermes Binner, Elisa Carri, Margarita Stolbizer, Vctor De35 3535 35Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 35Genaro, etc., pueda producir algo mejor que la experiencia delFrepaso.Acordar con estos presupuestos nos coloca en una situacincompleja. Podemos anotar a favor que existe una base de cons-trucciones sociales aun dispersas donde podra asentarse un pro-yecto de cambio, y de que existe un imaginario latinoamericanode contenido antiimperialista y favorable a los cambios. En con-tra, podemos vericar fcilmente que falta en las construccionessociales ms slidas una fuerte voluntad por unirse y jugar un rolpoltico ms activo. Sobre esa debilidad se asienta un gobiernoque se hace cargo del nuevo marco ideolgico, pero no propo-ne cambios de fondo, ni se propone movilizaciones masivas paragenerarlos. Esto nos ubica en un estrecho campo de resistenciaeconmica e ideolgica, entre las maniobras de cooptacin delgobierno y la tentacin de caer en una oposicin testimonial ymarginal.Deniciones y construcciones.Loquedenelavocacinrevolucionariadeunafuerzapolti-ca es su construccin social y poltica efectiva. No se resuelveva administrativa, con memorndums o cartas de intencin. Severica cotidianamente en las prcticas que aportan a que lostrabajadoresluchenporloquelespertenece, seunanconsuspares, establezcan alianzas beneciosas, se formen en el ejerci-cio de pensar con cabeza propia la que se corresponde con susintereses y sus deseos aprendan de experiencias y conclusionesde luchas del pasado y reexionen y dejen constancia sobre lasexperiencias del presente.Se pueden acordar extensos documentos con grandes denicio-nes: anticapitalismo, solidaridad de clase, horizontalidad,liberacin, clasismo y no por eso se altera un milmetro lascondicionesparaproducirtransformacionessociales. Tampocopuede decirse que el carcter transformador de un proceso estdeterminado por un catlogo de medidas con respecto a las re-laciones sociales o econmicas o sociales que permiten distinguirfcilmente vocaciones de cambios profundos, o vulgares reformis-mos.Hay contextos histricos y locales que denen diferentes pasosde avance, pero la valoracin de estos pasos la referimos a la evi-dencia de que hacen un aporte a la organizacin y la concienciadel conjuntodelostrabajadores, delosmshumildesyobje-tivamenteinteresadosenproducircambiossociales. Completocon algunos ejemplos histricos para ilustrar: la colectivizacin36 3636 3636 Fragmentacin y autorreferencialidadforzosa de los campesinos soviticos seguramente tuvo una in-tencionalidad revolucionaria, pero poco aport al desarrollo desu conciencia. La reforma agraria hecha efectiva en Brasil porel MST, sin dejar de ser una reforma, hace un aporte muy im-portanteal desarrollodelaconcienciadeloscampesinosqueprotagonizan esa lucha.Otroejemplo: Losanarquistasquefundaronel movimientoobrero en la Argentina, aportaron mucho ms al desarrollo delaconcienciayorganizacindel conjuntodelostrabajadores,queotrosanarquistasquepensabanquelucharporsalariosycondicionesdetrabajoestimulabael esprituburgusdel pro-letariado y los alejaba de la revolucin. El ltimo: un conictosindical ganado donde una asamblea negocia levantar las medi-das de fuerzas aun resignando parte del pliego de condiciones,aporta ms a desarrollar la voluntad de lucha, conciencia y or-ganizacin del conjunto de los trabajadores en conicto, que unalucha perdida porque la conduccin sper radicalizada no estuvodispuesta a negociar medio punto del pliego original y sostuvoesa posicin intransigente sin discutirlo con las bases.Todo lo anterior apunta a fundamentar que lo que dene lapotencialidad de una unidad poltica para el cambio social, noson las grandes precisiones programticas, ni los avances especta-culares en las medidas de gobierno propuestas o ejecutadas, quedependen de correlaciones de fuerzas y contextos histricos, sinoms bien la voluntad conciente de modicar esas correlacionesde fuerzas y contextos con protagonismo de masas interesadas enel cambio social. Si el protagonismo de masas est garantizado,cualquier programa se puede profundizar y una lucha que arran-ca como democrtica y antiimperialista puede tomar proyeccinsocialista (la revolucin cubana es un ejemplo).Si el protagonismo de masas interesadas en el cambio socialno est garantizado, o no se trabaja para ello, toda la polmicaentre reforma o revolucin es una polmica vaca, porque en loshechos los revolucionarios no pueden superar lo testimonial ylos progresistas terminan absorbidos por el neoliberalismo.Las limitaciones de las experiencias autnomasLas crticas al modelo de partido creado a imagen y semejan-za del partido bolchevique conducido por Lenin en 1917, no esoriginal, ni novedosa. Despotricar por el papel que jugaron lospartidos de izquierda en la Argentina en los hechos del 19 y 20de diciembre del 2001, criticar su accionar poltico en el seno delas numerosas asambleas que orecieron con posterioridad a la37 3737 37Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 37rebelinpopular, armarqueesimprobablequelaunidaddelos partidos tradicionales de izquierda generen una alternativapoltica de cambio social, son cuestiones y debates viejos y nodemasiado productivos.Parece mucho ms importante centrar la atencin en los pro-blemas y carencias que han venido expresando las experienciasms novedosas y prometedoras de la izquierda.Sobreesos aspectos mepareceimportantedesarrollar trescuestiones.La cuestin de la teora poltica, la cuestin de la organizaciny la cuestin de la autorreferencialidad.Con respecto a la cuestin de la teora poltica advierto quela acertada crtica a la traslacin dogmtica de experiencias ymodelos organizativos y alianzas surgidos en otros contextos so-ciales e histricos, suele reemplazarse por un culto a la decisinde las bases, que, no acompaado por ningn proceso formativocoherente, y por una reexin crtica de la experiencia de esasbases, facilita el punterismo y el contrabando ideolgico.La existencia de asambleas de base es fundamental en tantocontribuyen a precisar la agenda de debate y el trazo grueso de lapoltica. Pero no invalida la discusin y la elaboracin terica. Laarmacin de que no tenemos todas las respuestas no presuponeque no tenemos ninguna certeza. La estacin siguiente a la des-preocupacin por los problemas tericos, no es una elaboracinms profunda. Es comprar afuera lo que no pudimos producir encasa.sta es la explicacin de la cantidad de disparates que circu-laron alegremente con posterioridad al 20 de diciembre de 2001,muchos de ellos difundidos por intelectuales europeos que pre-tendieronjusticarsusteorasconloshechossucedidosenlaArgentina, aun a costa de distorsionar lo sucedido.Que los propios protagonistas den cuenta de su propia histo-ria, no es un hecho accesorio o anecdtico. Impide manipulacio-nes polticas posteriores. Un buen ejemplo de esta valoracin esel trabajo realizado por compaeros del MTD Anbal Veron, hoyen el Frente Daro Santilln, sobre la Masacre de Avellaneda. Lanarracin de los hechos protagonizados, la investigacin del plancriminal, el sealamiento de responsabilidades, y la amplia difu-sin del libro Daro y Maxi. Dignidad Piquetera, contribuyerona impedir que lo ocurrido pudiera ser distorsionado.La cuestin de la organizacin planteada en trminos de vin-cular el aislamiento con la pureza y el culto al espontanesmocon la superacin de la burocracia, ha sido propagandizada des-de distintas usinas ideolgicas38 3838 3838 Fragmentacin y autorreferencialidadEstructuras verticales, integradas nacional e internacionalmen-te, como es la Iglesia Catlica han hecho su aporte en ese sentido.La identicacin de la organizacin popular con la burocracia,permite agitar un fantasma que limita la consolidacin organi-zativa, la autonoma y la vinculacin de experiencias a las quesiempre se trata de mantener en el plano local (parroquial), ycircunstancial (no permanente).Toda la poltica de nanciacin impulsada por el Banco Mun-dial, canalizadaatravsdelasONGs(salvocontadsimasex-cepciones), apuntaapromoverlafragmentacin. Promueveeldesarrollo de experiencias locales, no vinculadas y de baja esca-la productiva. Prestan dinero para planes sociales focalizados ydispersos. En nombre de la eciencia, son enemigas maniestasde toda articulacin poltica nacional, y de cualquier propuestade ayuda social con carcter universal.Desde otras intenciones, algunas lecturas del anarquismo queno engloban al conjunto de ese pensamiento, han propagandizadoideas en el sentido de oponer la autonoma a la organizacin.Por ltimo podemos comentar que distintas experiencias quepropusieron a la horizontalidad como un hecho efectivo y no co-mo aspiracin (como una construccin en el tiempo) degenera-ron en experiencias autoritarias, donde en nombre de las basescaudillos sin limite organizativo alguno (mandato, atribuciones,rotaciones previstas) deciden a su antojo y expulsan a los quepiensan diferente; y a la par, excluyndose de la oposicin polti-ca al gobierno (en nombre de la pureza de la nueva radicalidad),tienen las manos libres para transar con funcionarios y ONGs.El problema de una construccin organizativa que no resultemera copia de los modelos clsicos de principios del siglo XX, yque eluda la esterilidad del localismo y el espontanesmo, planteacertezas e interrogantes.Empecemos por las certezas: no existe un modelo organizativoacabado, que se desprenda linealmente, como una consecuencialgica, de un prrafo olvidado de Marx o de Lenin.Existen experiencias organizativas, bsquedas, antiguas y re-cientes, en el plano internacional y local, que debemos valorar,desde nuestros propios ensayos, desde nuestras propias bsque-das. Lasincgnitassonmuchomsquelascertezas, peronopueden paralizarnos, las iremos resolviendo en el camino.Nuestrapropiaexperienciaenlaconstruccindel FPDSesnuestro punto de partida y podemos vericar cmo desde unaconuencia de organizaciones piqueteras por cuestiones reivindi-cativas que asumen el desafo de la multisectorialidad al prin-cipiomscomounadeclaracindeintencionesquecomouna39 3939 39Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 39practica comn se va transitando un camino donde se va cons-truyendo una nueva identidad comn.Los distintos orgenes polticos se resignican en un discursomovimientista, los espacios representativos empiezan a ser reem-plazados por lugares de sntesis poltica y la multisectorialidad seconvierte en una vivencia. Esto no es el resultado de un acuerdodirigencial, sino de compartir colectivamente experiencias muyvaliosas.Cada pregunta que respondemos nos abre nuevos interrogan-tes, pero ese ejercicio nos quita la ansiedad por alcanzar un mo-delo organizativo acabado. Nos alcanza con que nos sea til aquy ahora, y que se mantenga abierto a nuevas correcciones, a nue-vas posibilidades.La cuestin de la autorreferencialidad no es una enfermedadexclusiva de los partidos tradicionales de izquierda, sino que al-canza a las experiencias autnomas, tambin al FPDS. Los argu-mentos cambian, pero en todos los grupos los aciertos o virtudes,que en el mejor de los casos tendran que aportar a fortalecer lamsticainterna, sonpresentadoscomopruebasirrefutablesdeque estamos en el camino correcto.La autorreferencialidad puede ser una enfermedad juvenil, co-mo el acn, o un elemento constitutivo de la personalidad comoel narcisismo. En todos los casos, empobrece las prcticas y lasmiradas y expresa una ausencia de conanza en las propias con-vicciones y en lo polticamente construido.Para quienes creemos que la unidad popular es el problemacentral de una alternativa transformadora en la Argentina y he-mos puesto nuestros mejores esfuerzos y esperanzas en las nuevasexperiencias autnomas y en particular en el FPDS, el cuestiona-miento a nuestra propia autorreferencialidad es nuestra principalpreocupacin.40 4040 40Sobre los hechos de Las Herasfebrero de 2006En las primeras horas del da 7 de febrero se produjo en la ciu-dad de Las Heras (Santa Cruz) un hecho que provoc mltiplesinterpretaciones. Unamovilizacinquealgunoscuanticanen1000 personas, y otros en 3000 , se concentr en una comisaradonde estaba detenido el dirigente petrolero Mario Navarro y seprodujo un enfrentamiento con la polica que tuvo una vctimafatal: el subinspector Jorge Sayago.El dirigenteMarioNavarroesopositoralaconduccindelgremiopetrolero, dirigenciaqueestaalineadaconel dirigenteHugo Moyano y con buenas relaciones con el gobierno provincialy nacional. Navarro fue detenido a pedido de un scal, por lide-rar un corte de ruta que los trabajadores petroleros de la zonamantenan desde el 23 de enero. La medida de fuerza inclua va-rias reivindicaciones, pero la principal era el reclamo de que alos trabajadores no se les cobre el impuesto a las ganancias.La versin ocial que ocup los espacios mediticos desde lasprimerashorashizoreferenciaagruposviolentosorganizadosajenos a la comunidad de Las Heras, a la utilizacin de fusilesFAL, y degrad a la vctima de subinspector a agente. Se men-cion como posible responsable a un partido poltico: el PartidoObrero.Con el correr de las horas estas aseveraciones se hicieron in-sostenibles. El gobierno no pudo ocultar que se haba producidouna pueblada. Las Heras slo tiene 9000 habitantes, por lo tantoen la movilizacin haban participado, segn las distintas esti-maciones, entre el 12 y el 33% de sus habitantes. El origen delconicto: el reclamo de que los trabajadores no paguen impues-tosalasgananciaseralegtimo. Encima, lamedidadelucha,el corte de ruta, se daba simultneamente con el reclamo de losvecinos de Gualeguaych, que el gobierno se neg a reprimir. Elagente fue ascendido post mortem a comisario. No pudieronconseguir ningn testigo en las Heras que testimoniara que en loshechos hubieran participado personas de afuera salvo personalpolicial que, como la vctima, vino a reforzar la seguridad de laComisaria.Cuando nalmente los trabajadores petroleros desalojaron laruta, tal como lo consigna la edicin del diario Clarn, del da 9 de41 4141 41Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 41febrero, lo hicieron cantando el himno nacional y con gritos de:Viva La Patria. Es posible que los militantes del Partido Obrerocanten el himno nacional, pero puedo asegurar que nunca vi aun militante de esa agrupacin gritando Viva La Patria.Cuando el gobierno da una informacin distorsionada de loshechos y lo hace a sabiendas y no por mala informacin, comopoda haber ocurrido en Salta donde gobierna el ex menemistaRomero, se da a pie a todo tipo de versiones, algunas exageradas.Tratemos de ser objetivos. Hay realidades regionales que expli-can y dan marco a los hechos ocurridos. Pero lo que sucede enSanta Cruz, sur de Chubut y algunas zonas de Salta no permi-ten generalizar, y hacernos creer que estamos en un pas distinto.Digo esto porque algunos lo hacen anunciando situaciones prein-surreccionales, con la misma liviandad con que algunos/as dicenque tenemos un gobierno popular porque les aprobaron cuatroproyectosdenanciacinylesconvidarontconmasasenlaquinta de Olivos.Santa Cruz es una provincia que todo el ao pasado estuvosacudida por numerosos conictos protagonizados fundamental-mente por los municipales y los petroleros. Estos conictos es-tuvieron acompaados por masivas puebladas, donde la mayorade los vecinos salan a la calle y ocupaban los lugares de poderpoltico como las sedes municipales y Concejos Deliberantes. Loscortes de ruta y las ocupaciones de plantas petroleras fueron nu-merosos. En distintas oportunidades hubo enfrentamientos direc-tos con la Gendarmera, recuerdo puntualmente el caso de CaletaOlivia. La explicacin de porqu Alicia Kirchner dej su puestoen Accin Social y se present como legisladora por su provincia,fue el temor a perder las elecciones. Incluso en algn momentose baraj la posibilidad de que la propia Cristina Kirchner fueracandidata por Santa Cruz.Los hechos ocurridos en esa provincia convulsionada, dondela gendarmera reprima y hubo casos comprobados de tortura(vericados por organismos de Derechos Humanos) fueron silen-ciadosdurantemesesenlosgrandesmediosdecomunicacin,pero la muerte de un polica en Las Heras no se poda ocultar.No estuve en Las Heras, pero puedo imaginarme lo sucedido.Al indignado reclamo de la comunidad por la libertad del diri-gentepetroleroselecontestconrepresin. ComosucedienMosconi en el 2001 cuando asesinaron a Oscar Barrios y CarlosSantilln, los milicos empezaron con balas de goma y siguieronconbalasdeplomo. EnMosconi, despusdeesosasesinatos,algn vecino se desbord y la consecuencia fue un gendarme he-rido por un arma de fuego. Contra lo que sugieren las versiones42 4242 4242 Sobre los hechos de Las Herasociales, casi nunca este tipo de respuestas responden a gruposorganizados previamente, sino a espontneos que recibidos alos tiros regresan a sus casas, a buscar un arma.Lo ms probable es que la muerte tan brutal de Sayago, quems parece un linchamiento, haya sido motivada por la furia dealgunos vecinos ante la represin desatada. No vamos a discutirsi fue defensa propia o emocin violenta, de eso se ocuparnlos juristas si alguna vez aparecen los responsables. Lo que es se-guro es que ms all del hecho puntual, el polica muerto es unavctima ms. No porque la furia no fuera legtima sino porquelos responsables de la tragedia estn en otra parte. No lo expli-ca todo, pero sera bueno recordar que en la Argentina existiuna empresa que se llamaba YPF, y que los pueblos petrolerosvivieron tiempos mejoresPor ltimo me imagino que en un pueblo de tan pocos habi-tantes, todos saben quin o quines mataron a Sayago. Y no esque la gente no habla por miedo.Esto ocurri en la Argentina, en Santa Cruz, la provincia delPresidente. No es representativo de lo que ocurre en todo el pas,ni tampoco necesariamente un anticipo del futuro. Pero ocurriy debe ser parte del anlisis imprescindible.43 4343 43Los sueos de los tiemposfebrero de 2006En cada momento histrico hay hechos que son referentes muyfuertes para todo el perodo y que de alguna manera sintetizan ypromueven las aspiraciones y estrategias de las masas trabajado-ras y populares que necesitan y protagonizan cambios sociales enel mundo. Damos un ejemplo: El mundo de nales de los sesentay principios de los setenta est marcado a fuego por la guerrade Vietnam y la revolucin cubana. En esas referencias est locentral de las aspiraciones y estrategias populares de la poca. Seapuesta a la resistencia a todas las formas de colonialismo e im-perialismo, a realizar cambios polticos profundos; es dominanteuna estrategia de lucha armada y se ve a los procesos revolu-cionarios como hechos locales, revoluciones en marcos nacionalesque posteriormente se irn conectando. En el terreno de los es-fuerzos militantes hay otras ideas, pero esas ideas son incapacesde vertebrarse en proyectos de poder, estn descontextuadas delo que en ese momento histrico las masas olfatean que puedetener posibilidades de avance.Ponernos de acuerdo en cules son las grandes aspiraciones yestrategias populares de estos primeros aos del siglo XXI, noparece fcil si lo vemos desde Argentina, pero mejora la perspec-tiva si lo miramos ms globalmente.En primer lugar, tendramos que acordar que el hecho mun-dial que marca a fuego el perodo es la invasin imperial a Irak yla resistencia del pueblo iraqu: y que el otro hecho ms cercanoes el proceso popular venezolano y la aparicin de bloques regio-nales en Amrica Latina y Medio Oriente, opuestos a los EstadosUnidos.En lo que hace a las grandes aspiraciones y estrategias popu-lares de la poca, creo que lo ms saliente es: la resistencia alimperialismo, y en particular a las polticas de Bush, el forta-lecimiento de las identidades nacionales y la idea de que sernnecesario armar importantes bloques regionales para enfrentaral imperialismo, y avanzar en autonoma econmica y poltica,como paso imprescindible para mejorar las condiciones de vida ybienestar de las masas populares. En lo que hace a las medidasde lucha, hoy se ve como ms viable una combinacin de accio-nes polticas que van desde la accin directa a la participacinelectoral.44 4444 4444 Los sueos de los tiemposEsto no es exclusivo de Amrica Latina, tambin sucede enMedio Oriente donde Hezbollah gana las elecciones en el Lba-no, HamasseimponeenPalestinayenIrnseconformaungobierno de lnea teocrtica conservadora, muy poco dispuesto aconciliacin alguna con Israel y Estados Unidos.Tratar de caracterizar trazos gruesos de aspiraciones y estra-tegias o de tendencias de resistencia, no signica acordar pun-tualmenteconesasexperiencias, oasignarlesposibilidadesdeaportes efectivos a la liberacin denitiva de los pueblos: peros delimitar una cancha por fuera de la cual es muy difcil hacerpolticademasasconvocacintransformadoraenunperodohistrico.Menciono dos ejemplos. En 1973 en la Argentina era casi im-posible articular un discurso poltico si no se mencionaba al so-cialismo(oqueel mundoseencaminabahaciael socialismo).Esto no lo decan slo las organizaciones con vocacin revolucio-naria, sino tambin Pern, el secretario general de la CGT (JosRucci) e incluso el Partido Radical propona El cambio en paz.Hace pocos das he ledo unas jugosas declaraciones de RicardoLpez Murphy donde maniesta cierta simpata por un bloquede pases latinoamericanos, aclarando que l se identica ms conel modelo chileno. Y comenta que ha escrito un trabajo conjuntocon el que seguramente va a ser elegido ministro de economa deMichelle Bachelet (no me extraa).Los sueos populares de una poca no son arbitrarios ni fan-tasiosos, contienen elementos de realidad y estn asentados enla lectura de experiencias exitosas. La simpata y apoyo popularque tuvieron numerosas experiencias guerrilleras en el continen-te tenan un precedente inmediato de las luchas anticolonialesen frica y los procesos revolucionarios de Cuba y Vietnam. Elcorrimiento hacia formas de enfrentamiento ms centradas en lopolticoynoenlomilitar, desdenalesdeladcadadel 80,tiene que ver con la hegemona absoluta de los Estados Unidosy las fuerzas de la OTAN, a partir de la cada del bloque delEste. Las posibilidades de nuevos bloques regionales tienen quever con signos del agotamiento de la hegemona absoluta de losEstados Unidos y el ascenso de potencias emergentes como sonChina y la India.Que determinadas experiencias o propuestas se inscriban enlos sueos de la poca, favorece sus posibilidades de masicacin,porque los pueblos siempre demostraron prestar ms atencin alo que el sentido comn colectivo caracteriza como viable, quearespetardeterminadasliturgias. Peronolaslegitima, ni las45 4545 45Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 45beatica, ni todas las propuestas garantizan garantizan caminosde avance.Hay experiencias de resistencia como las que ejercieron los mi-les de jvenes musulmanes en Francia que salieron a incendiarautomviles, que ms all de crear objetivamente problemas alosgobiernosneoliberales, novanacompaadasdepropuestassuperadoras que puedan unicar a las vctimas del neoliberalis-mo. Peor an, en algn sentido, promueven las disputas entre lospobres. Es muy discutible que resistencias como las que ejercenHamas o Hezbollah puedan ofrecer propuestas civilizatorias su-peradoras, pero no es lo mismo para Estados Unidos tener quelidiar con ellos que con los lideres saudes, o de Egipto.Por ltimo, en Amrica Latina, no es lo mismo el proceso po-pular venezolano liderado por Chavez, que el justicialismo agior-nado liderado por Kirchner. Dos propuestas que parecen inscri-birse en los sueos de la poca, pero que no pueden equipararse.El papel de los movimientos sociales.Si miramos las distintas experiencias de Amrica Latina, me pa-rece que hay rasgos comunes, pero tambin distintivos que per-miten calicar a algunas experiencias como progresistas y a otrascomo francamente retardatarias. El rasgo comn es que las clasespolticas que hoy asumen la gestin de gobierno se parecen. Sonfuncionarios y ex militantes populares, que en su mayora fueronparte de gestiones de la dcada de los 90, donde lo dominantefue el neoliberalismo. Polticos profesionales que, en el mejor delos casos, convirtieron a la poltica en un medio de vida. El rasgodistintivo tiene que ver con la relacin que tienen esas clases po-lticas agiornadas con los movimientos sociales y con la cuestinde los liderazgos.El caso de Venezuela es el ms progresista porque all hay unpeso muy fuerte de movimientos sociales autnomos que, com-binadosconel liderazgodeChavez, consiguenneutralizarloscolchones burocrticos de los funcionarios polticos. Y aqu nosreferimos a funcionarios medios, formados en los gobiernos ante-riores, pero tambin a polticos agiornados, que son parte de lospartidos gobernantes y constituyen el chavismo.El caso boliviano todava es una incgnita, pero tambin alllas mejores cartas estn jugadas en el sentido del papel que pue-dan jugar los fuertes y combativos movimientos sociales de esepas, y en la actitud que pueda tomar Evo Morales, prestandoms atencin a esas propuestas, que a lo que pueda surgir de supropio partido, el MAS.46 4646 4646 Los sueos de los tiemposEl casobrasileoesunodelosmsdecepcionantesporqueall s haba movimientos sociales poderosos como el MST, y elliderazgo de Lula eligi apoyarse en su partido el PT (que venavacindose de su carnadura popular y de compromisos sociales enla ltima dcada) y en la alianza de partidos que le permiti lle-gar al gobierno. El caso uruguayo es muy representativo de lo queplanteamos como eje de anlisis. Seguramente, la clase polticaque lleg al gobierno con el Frente Amplio-Encuentro Progresis-ta, era la menos corrupta del continente, con muchos militantesdetrayectoriasintachables, peronosehabandesarrolladoenese pas movimientos sociales con peso y capacidad movilizadorapara sustentar polticas de transformacin. Los resultados estna la vista.El caso de Chile tambin es particular, no tanto por la ine-xistencia de movimientos sociales de peso, sino porque los ni-cos movimientos con desarrollo masivo (las organizaciones mapu-ches) estn desarticulados polticamente del resto de la oposicinpoltica que es dbil y fragmentada.Los dilemas de la ArgentinaCreo que es fcil ponernos de acuerdo en que el Kirchnerismo noes una expresin de las nuevas realidades sociales de resistencia alneoliberalismo surgidas a nales de los 90 y principios del 2000,sino un agiornamiento del Partido Justicialista que con MenemyDuhaldealacabezafueronlosmejoresalumnosdel FMIyEstados Unidos. Y que los funcionarios que no provienen de esetronco, vienendel FREPASOylaAlianza, cuyogobiernofuederribado por la rebelin popular de diciembre del 2001.Es indudable la habilidad de estos lderes para ubicar a eseengendro, con gestos muy bien publicitados, en un discurso pol-tico inserto en los sueos de los tiempos que pueden sintetizarseen una Amrica Latina unida que se pone de pie para enfrentar aEstados Unidos. Y tambin es indudable que han tenido suerte,al beneciarse con las polticas de crecimiento econmico, pro-ducto de la combinacin del efecto rebote post-devaluatorio y deuna coyuntura muy favorable, por el crecimiento de los preciosinternacionales del petrleo y de la soja.Pero vale la pena echar una mirada a cal ha sido la relacindel kirchnerismo con los movimientos sociales. Sus polticas pue-den resumirse en cooptacin o marginalizacin. Desde esa ptica,slo existe lo que es posible de ser cooptado y posteriormente ver-ticalizado. Lo dems es ignorado, y la marginacin es el estadioanterior a la represin.47 4747 47Borradores sobre la lucha popular y la organizacin 47Desde esa lgica los movimientos sociales cooptados no plan-tean presin alguna al gobierno, son funcionales a la desmovili-zacin. Hace poco tiempo una organizacin que fue ejemplo deresistencia como las Madres de Plaza de Mayo, liderada por He-be de Bonani, termin de denirse polticamente diciendo quetienen un amigo en la Casa Rosada y anunciando que hacen porltima vez la Marcha de la Resistencia.Alguna vez en una reunin donde participaban militantes dedistintos puntos del pas discutimos sobre los techos de esa coop-tacin (y concluimos que no era lo mismo lo que ocurra en SantaCruz, que lo que poda suceder en Tucumn).El debate, meparecenoesese, sinopreguntarnosporqueste gobierno cuyos antecedentes polticos son inocultables puedeseguir ejerciendo polticas de cooptacin.Y all me parece que corresponde una mirada crtica hacia loexistente en los movimientos sociales y el conjunto de la izquier-da.Los movimientos sociales y la izquierda de la Argentinaen los sueos de los tiempos.Creo que la oposicin con vocacin transforma