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Año XXVII No. 59 Abril, 2019 Cuernavaca, Morelos Hacedor de universos

Hacedor de universosocachicualli.edu.mx/techihuani/abril-2019.pdf · 2019-05-13 · -Quiero que brilles tanto como el sol, pero cada vez que lo intento no funciona, te opacas. Joanna

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Año XXVII No. 59 Abril, 2019 Cuernavaca, Morelos

Hacedor de universos

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Techihuani

Portada: Autorretrato

Emilia Madrid Lameda

6 años

Número 59

Año XXVII

Textos e ilustraciones: alumnos de la escuela Ocachicualli

Coordinación editorial: colectivo docente Ocachicualli

Diseño editorial: Claudia Lorena Herrera Salazar

Tiraje: 80 ejemplares

Cuernavaca, Morelos, México.

Escuela Ocachicualli

Babilonia no. 5, Fracc. Analco, Col. Tlaltenango

Tels. (777) 3131040 y (777) 1022411

www.ocachicualli.edu.mx

Se terminó de imprimir en abril de 2019 en los talleres de

Ediciones Ocachicualli

Se imprimieron 80 ejemplares

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Índice de ilustraciones

Página 1 “Carpita morelense” Jorge Alexandro Hernández Castillo 3° primaria Página 3 Sin título Anónimo Página 4 Sin título Alexa Manrique Salas 5° primaria Página 5 “Víbora de cascabel” Julieta Madrid Lameda 3° primaria Página 6 “Es el oso perezoso con mi cuidador y yo. Estamos viendo que está en el árbol.” Antonio Emmanuel Ruiz Peralta 2° preescolar Página 7 Sin título Edahí León Pacheco 5° primaria Página 9 La soledad de la Luna Natalie González Mielke 5° primaria Página 10 Sin título Anónimo Página 11 Sin título Natalia Camila Galicia Morales 2° preescolar

Página 12 Sin título Anónimo Página 13 Sin título Ian Ángel Cuevas Martínez 5° primaria Página 15 Sin título Julia Wood Martínez 6° primaria

“(…) Y son esos, todos esos dolores individuales, los que hacen, en realidad, el dolor del mundo. Y

ninguna de las múltiples soluciones que se proponen para aliviar el dolor del mundo sería

correcta, eficaz y justa si no pudiera llevar un poco de luz de aurora y una renovación auténtica de

esperanza a todos los hombres y a cada hombre, en su soledad patética y angustiosa.

Frente a esa soledad os alzáis vosotros, maestros mexicanos y americanos, sembradores

tenaces de una semilla que redime cuando germina y que no germina sino abandonada por el desinterés

y la libertad.

¿Qué traéis para enardecer el impulso débil y para reavivar la ilusión marchita de los humildes, de

los que callan, de los que dudan?”

Jaime Torres Bodet

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Editorial

Es la infancia tiempo de construcción, de

edificación de los afectos, del entendimiento, de

los caminos, de un porvenir que un día dejará de

ser futuro.

Es la infancia compromiso, meta, salida y

llegada; la única oportunidad para dibujar amor

en cada espacio de vida, para escribir compañía

en el tiempo de las soledades, para asegurar el

resguardo, la esperanza y las posibilidades de

existir amablemente.

En Ocachi, es la infancia lo único posible, el

eje, el destino, la directriz... Y es la infancia en

donde pretendemos tatuar una sonrisa, un gesto

que les alcance para siempre a nuestros

hacedores de universos...

¡Feliz día, queridos Ocachis!

Claudia Lorena Herrera Salazar

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Mar azul

Cuando es de noche el mar se hace azul.

Las lagrimas salen sin parar de tus hermosos ojos color azul.

Brilla la noche en tu hermoso rostro. Tu mano toca el agua creando una gran ola

de emociones hacia mí

cada noche. Me siento más querida

por la noche; que eres tú la noche

transformada una vez más.

Isabella Vargas Jaymes 10 años

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Israel Estrada Bustos

8 años

Silvana Mejía Ramos

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Las mandarinas del bosque

Había una vez una niña que tenía

un rancho y cada fin de semana iba y

un día la niña caminó más y más lejos

del rancho y encontró un bosque, pero

ese bosque era diferente pues habían

naranjas gigantes y jugosas.

La niña arrancó una y la mordió,

pero fue inútil, no la podía morder,

pues estaba muy dura, tan dura que la

niña casi se arranca un diente.

Después la abrió y se dio cuenta

que era de oro, oro puro. La niña

brincó de alegría, tanta alegría que

encontró el camino para regresar al

rancho y tomó algunas naranjas.

Regresó a casa y sus papás y ella

vivieron felices para siempre.

María Alatorre Hernández

8 años

El nopal

En el comal

hay un nopal

y me encanta

porque no sabe mal.

Él está en la bandera

y también en el tamal

y habrá alguien que se lo coma

bajo una palmera.

Me gusta también el chicle

pero no tanto como el nopal

que también se come

con el resultado del nixtamal.

Ian Ángel Cuevas Martínez

10 años

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La leyenda de la mazacuata

Un día Xóchitl, Cuitláhuac y Citlalli iban caminando por

la calle Xicoténcatl cuando Xóchitl dice:

-Mmmmm… se me antojan unos quelites…

-No –contesta Citlalli– o si no viene lo de la mazacuata.

-¿Queeeeé? -pregunta Cuitláhuac.

-¡Ahg! Les cuento la leyenda de la mazacuata… Hace

mucho tiempo en la época de los toltecas había un muchacho

que se llamaba Juchitán. Era muy flojo y quejumbroso.

Cultivaba quelites e iba a venderlos. Un día su primo Quetzal

vino a su casa y, como se movía mucho, le dijo: “Ay, te

mueves como un chichicuil. Me voy.” Agarró su tololoche y

cuando se iba a ir, su mamá lo alcanzó, le dio su sincalote con

quelites y le dijo: “No te duermas o el dios Quetzalcóatl te

convertirá en animal. Él no le hizo caso y se dirigió a la

tlapalería. Ya casi llegando se durmió y su familia, al ver que

no volvió, lo salió a buscar. Lo encontraron convertido en

mazacuata con una nota. “Oh, por Dios, es una nota del dios

Quetzalcóatl que dice que el que coma quelites se convertirá

en mazacuata.” Y por eso decimos que viene la mazacuata.

-Mmmmm… ¡Qué ricos están estos quelites! -exclama

Xóchitl.

-¡XÓCHITL, NO TE LOS COMAS!... ¿Xóchitl?... ¡Aaah!

¡Mazacuata!

Julia Wood Martínez

11 años

Negro

Poco a poco, tenía sed. Poco a poco me dolían las piernas. Poco a poco el piso se hundía. De repente ya no podía hablar, ver, sentir. No oía mi voz; sólo oía a los demás. De repente podía ver pero no hablar ni sentir. Vi que todo era negro. Luego no podía ver ni hablar pero sí sentir; sentía el dolor en mis manos y pies. Luego logré hablar pero sentía las palabras y voces de otros en mi boca. Comprendí algo al aparecer en mi cama con mi familia, y aprendí algo en la vida: no puedes saber algo hasta que pasa. Pero no sé qué hacía ahí.

Daniela Rivera Lárraga

10 años

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La bandera

La bandera de mi pueblo, de mi país.

Verde, blanco y rojo.

Rojo sangre del guerrero. Sangre escurrida por la bandera.

Blanco, color suave de la paz.

Blanco, ángeles pintados

cantando, riendo. Verde,

pastizales, bosques finos.

Fauna, árboles pintados,

bonitos, felices.

Shanti Muriel Solís Curiel

9 años

Yo-yo

Se levanta y se baja, se enrolla y no se

cansa.

Paola López Sandoval

8 años

Balero

El balero salta y salta sin parar en una danza sin fin

y como un trampolín entra en el mar y se tambalea.

Creación colectiva

Tercero de primaria

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Mar azul

El mar azul que se refleja del cielo azul

con climas. Tiene colores

coloridos. Con su agua de la vida

salva la vida. Y si el mar azul

no existe, la vida no existiría.

Diego Arkantos Zaragoza Herrera

11 años

La historia de la niña que soñaba

Antonia era una niña que le gustaba

mucho soñar. Se quedaba con sus ojos

abiertos y parecía que veía a la nada. En el

salón de clases poca atención ponía y su

maestra le preguntaba cada día: “Antonia,

¿hoy qué estás pensando?” Antonia muy feliz

cada día dibujaba algo diferente y se lo

contaba a su maestra: “Quisiera tener un

zoológico y agarrar a los animales, cuidarlos,

apapacharlos y darles de comer.”

Isabel Antonia Ulloa Cruz

7 años

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La soledad de la Luna

La Luna era prisionera de Joanna, quien la tenía en su torre infinita. Esta torre estaba en un lugar que nadie conocía; un lugar escondido en el tiempo. En la mañana la Luna se quedaba sola, para sí misma, nadie la veía, nadie la escuchaba, nadie le hablaba. Cuando Joanna volvía, saludaba de una manera seria. -Hola, Luna. La Luna no respondía. Después de esto, Joanna se ponía a prepararle una papilla que provenía del espacio. Lo que Joanna preparaba era una papilla de estrellas. Siempre que Joanna se la daba se veía esperanzada. A la Luna le gustaba la papilla y cuando se la comía, brillaba. Pero después se volvía a opacar y Joanna se desilusionaba; en su cara se dibujaba una tristeza infinita, un dolor incurable. Luna se sentía culpable. Un día, Luna preguntó a Joanna: -¿Para qué me das esto? Joanna respondió tristemente: -Quiero que brilles tanto como el sol, pero cada vez que lo intento no funciona, te opacas. Joanna mostró otra vez esa tristeza inmensa y el dolor incurable. Luna dijo: -Pero, Joanna, yo no tengo ni puedo brillar porque yo sólo necesito la poca luz que ya tengo para iluminar la noche. Si yo brillara como el sol, no habría noche. Entonces Joanna comprendió por qué nunca había podido hacer brillar a la Luna. Entonces Joanna liberó a Luna y se convirtió en un conejo y ahora Luna y Joanna siempre se acompañan.

Natalie González Mielke 10 años