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Haití en Cuba, Cuba en el Caribe ¿bajo el signo del vodú? Por José Millet Resumen: Este artículo aborda el tema de los espacios sagrados dentro del vodú existente en Cuba. En este sentido, el vodú ha sido visto como un cuerpo doctrinario rígido y esquematizado del mundo, una cosmovisión y un sistema de creencias único e inalterable. Por el contrario, esta religión se ha comportado como un organismo vivo capaz de resistir las presiones y las represiones más inimaginables. Palabras Claves : religión, vodú, espacio sagrado, organismo. Abstract: This paper addresses the issue of sacred spaceswithin voodoo in Cuba. In this sense, the voodoo has been seen as a world reduced rigid body of doctrines, a worldview and a belief system unique and unalterable. By contrast, this religion has behaved like a living organism capable of withstanding imaginable pressures and repression..... Keywords: religion, voodoo, sacred space, organism. 1 / 22 Copyright 2010 Revista Batey. Todos los derechos reservados.

Haiti en Cuba Cuba en El Caribe Ibajo El Signo Del Vodu

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trabajo sobre cuba e influencia del vodu haitiano

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  • Hait en Cuba, Cuba en el Caribe bajo el signo del vod?

    Por Jos Millet Resumen: Este artculo aborda el tema de los espacios sagrados dentro del vod existente enCuba. En este sentido, el vod ha sido visto como un cuerpo doctrinario rgido y esquematizadodel mundo, una cosmovisin y un sistema de creencias nico e inalterable. Por el contrario,esta religin se ha comportado como un organismo vivo capaz de resistir las presiones y lasrepresiones ms inimaginables.

    Palabras Claves: religin, vod, espacio sagrado, organismo.

    Abstract:This paper addresses the issue of sacred spaceswithin voodoo in Cuba. In this sense,the voodoo has been seen as a world reduced rigid body of doctrines, a worldview and a beliefsystem unique and unalterable. By contrast, this religion has behaved like a living organismcapable of withstanding imaginable pressures and repression.....

    Keywords: religion, voodoo, sacred space, organism.

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    Introduccin

    Como en Hait y en la Repblica Dominicana, en Cuba existe un espectro muy amplio deespacios sagrados, con su tipologa y sus caractersticas, en correspondencia con el tipo desistemas de pensamiento religioso de base africana o de las numerosas variantes cubanas delespiritismo que he tenido el privilegio de estudiar. Con el vod sucede algo similar: depende delas variantes de que se trate y de su ubicacin topogrfica de la cofrada voduista--sea en loms intrincado de la Sierra Maestra, en comunidades del llano caero o en lo ms visible deuna populosa ciudad-- y aun de los caprichos del jefe de la cofrada y de su relacin con susfamiliares religiosos, ahijados o petitfeuilles ms allegados. Existe gran diversidad en cuanto ala especie de altares, la mayora, rsticamente construidos en el interior de una habitacindedicada a la prctica religiosa consuetudinaria, o colocados en una pieza de la casa devivienda del oficiante principal de una cofrada voduista. Encontramos el caso extremo en queno existe construccin alguna destinada a este fin convencional, sino que el suelo del hunf esel espacio sagrado por excelencia, encima del cual se colocan exclusivamente las famosaspiedras que son y representan a los loas, misterios o espritus propios de esta culturamilenaria.

    Otros altares han sido elaborados, tambin con madera, pero con las ms refinadas tcnicasde las artes de experimentados carpinteros y artesanos. Estos altares pueden serpermanentes y estar ubicados en una pieza o ser construidos slo para la celebracin de losfestivales con que se honran a estas deidades, igual que la enramada o peristyle que se colocaen el exterior de la vivienda del sacerdote voduista. Encima, detrs, al costado o en susalrededores se colocan una variedad tan grande de objetos, que hara interminable sudescripcin. Pero sta es exclusivamente la parte material y visible del concepto del espaciosagrado que tienen estos creyentes, y su increble variedad nos puede conducir a ideasengaosas acerca de l, como intentaremos demostrarlo. El verdadero concepto de espaciosagrado es el continuum, interminable e insondable, que se traza a travs de un puente

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    secreto que son los famosos vevs entre lo visible y lo oculto e invisible.

    El concepto de espacio sagrado incluye elementos de la ms heterognea naturaleza, comoestos objetos tangibles, un animal totmico, como la serpiente, su representacin osencillamente, un rbol, una roca, un accidente geogrfico, o un ro, el mar, el viento o el sablede un guerrero que custodia el ngulo, inslito por ardiente y abrazador, de ese mismoespacio, en vigilia perenne: me refiero a la custodia del fuego, alrededor del cual se sucedenlos ms increbles eventos que han concitado la admiracin y el asombro de muchos que hanconocido el vod slo durante la realizacin de sus festividades pblicas. Segn se aprecia,estamos en presencia de un asunto que rompe las medidas que se le establecen a la materiapara adentrarnos en caminos y mbitos, para cuyo trnsito no estamos casi siempre bienpreparados. De ah que haya tantos investigadores que se hayan perdido en los arbustos yexteriores de estas religiones, a veces irremediablemente, al intentar comprender estemisterioso universo. Una metfora que puede dar idea de lo que entiendo por espacio sagradoen el vod, llevado por los haitianos a Repblica Dominicana y a Cuba en pocas distintas: esun sable que custodia el fuego de una hoguera en lo alto de una montaa, al amparo de uncielo silencioso o cruzado de fieros relmpagos, como sucedi la noche memorable en BoisCaimn. Adentrmonos en el significado de esta imagen.

    En efecto, esta aparente anarqua no nos puede llevar a las afirmaciones hechas porrelevantes personalidades acadmicas que han estudiado rigurosamente el vod, pero no elque se representa en y es a su vez el rbol, sino slo al bosque. Para uno (Courlander, 1985:23) los haitianos no tienen un slido modo de alcanzar a captar las esencias ocultas, pudieronver los rboles, pero no el cuadro esquematizado del mundo sobrenatural, lo cual explicara eldesaguisado del etnlogo suizo Alfred Metraux para encontrar una teologa vod, que para lno existe, por cuanto los adeptos de ese mundo se enfrentan a las representaciones, a untiempo, variadas, fragmentarias y contradictorias de ese mundo sobrenatural y que son laspropias y distintivas de esa religin, denominadas por ellos como loas, santos, ngeles,misterios e incluso demonios.

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    El vod ha sido visto como lo que no es: como un cuerpo doctrinario rgido y esquematizadodel mundo, una cosmovisin y un sistema de creencias nico e inalterable. Por el contrario,esta religin se ha comportado como un organismo vivo capaz de resistir las presiones y lasrepresiones ms inimaginables. Y as mismo ha ocurrido con el vod importado en Cuba afines del siglo XVIII y principios del XIX, en razn de otras circunstancias particulares y, endefinitiva, ms fuertes y angustiosas, durante la colonia y durante el perodo de la Repblica. Nien el pas donde surgi, ni en el segundo adonde emigr, para quedarse, ni en el nuestro, elvod ha sidocomo veremos ms adelantemezcla de dos religiones: del catolicismo, comodoctrina de una Iglesia y del simple animismo primitivo aportado por los negros trados aqu,procedentes de otro continente, en condicin de siervos.

    A lo sumo, hay que verlo como algo nuevo, como seala Price Mars (1968: 206), asaz inslito,en extremo embarazoso, pero no hasta el punto de explotar en una manifestacin deindividualismo anrquico, como l lo ve. De ah la perplejidad de Harold Courlander cuandoencontr que, en Port-au-Prince, no hay dos hunf que sean iguales ya que cada sacerdotedisea su hunfo a su propia forma, del mismo modo que es posible ver cientos de ceremoniassin ver nunca la misma dos veces (Passim; l985). La mentalidad del hombre cristiano o aun ladel protestante, podr alguna vez vernos como seres esencialmente creadores y diversos, tancapaces como para no repetirnos en casi nada de lo que hacemos con las manos o con elespritu?

    Quiz, si el colega Courlander hubiese paseado por las infinitas casas-templos espiritistas ymuerteras de la regin del Oriente cubano, se hubiese curado de su anonadacin o tal vezhubiese colapsado rpidamente, quin sabe?, al verificar una diversidad en altares aun mayorque las que vio en Hait en los supuestos altares voduistas. El problema consiste o est en lalgica o en la razn euro-occidental aplicada como mtodo al estudiar las culturas en el Caribe,las que impiden alcanzar un concepto del hombre caribeo como al que se ha logrado arribaramerced de nuestro esfuerzo heurstico, desprovisto de tales orejeras o anteojos equvocos o,aun peor o imposibles para ellos, al concepto de las sociedades que han sido capaces deelaborar complejas visiones del mundo a las que sus prcticas religiosas aluden.

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    El caso del pueblo haitiano me fascina como ninguno en Amrica por su excepcional capacidadde creacin permanente en todas las esferas y planos de la vida del espritu, y por ello es quehe colocado en el ttulo del presente artculo una interrogante que paso ahora a contestar: loscubanos s hemos vivido y vivimos bajo el signo de la espiritualidad haitiana, entendida comosolidaridad permanente y compromiso humanos con el prjimo. Entiendo que es obligadoaproximarnos al tema de los espacios sagrados dentro del vod existente en Cuba desde elpunto de vista de la desmitificacin de algunos enfoques y conceptos errneos, hoy muy al usoen las ciencias sociales de Amrica y, particularmente manejados por scholars o acadmicosamericanos.

    Con demasiada sintomtica frecuencia, a las diversas y ricas manifestaciones del espritureligioso de nuestros pueblos, se les asocia con el sincretismo y con la magia, como si pudieseencontrarse en la historia de la humanidad algn sistema de pensamiento religioso, incluidoslos pretendidamente universales, como el cristianismo y el protestantismo, exento desincretismo y de ideas, as como de creencias y procedimientos mgicos. Intencionalmente,con tales calificativos negativos, se les rebaja en su condicin de visiones coherentes yconsistentes del universo, del hombre y de sus valores trascendentales, como los del sentidode la vida y la muerte, para establecer una tajante y absolutista separacin con las religionesaceptadas como instituidas y universales, las nicas vlidas, en la perspectiva etnocntrica dela civilizacin euro-occidental cristiano-protestante. El vod goza de un rico expedientenegro, donde es fcil encontrar estos y otros no menos superficiales estereotipos culturales,incluso en la boca o en los escritos de altas luminarias intelectuales y cientficas del Occidentecristiano, muy en especialmente.

    En el caso del vod los mass-media, desde su arranque globalizante a principios del siglo XX yhasta el presente, han contribuido a mantener y reafirmar la antigua leyenda negra asociada ala revolucin victoriosa de los antiguos africanos esclavizados de la colonia francesa de SaintDomingue. Si estos esclavos aportaron los valores esenciales de la libertad y la independenciamucho antes que los criollos de Hispanoamrica los esgrimieran y llevaran a la praxis social apartir de 1810, y si los levantaron al precio de sus vidas, en la configuracin de estos valores eideas estuvo presente la existencia de un pensamiento filosfico, poltico y social totalmenteradical acerca del cual muy pocos intelectuales se han atrevido a hablar o a escribir porque,

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    horror!: a qu ilustrado cerebro del Occidente cristiano se le ocurre concebir la existencia depensamiento ni mucho menos de ideas filosficas al referirse a aquellos estpidos y salvajesesclavos trados del frica negra y reducidos a la condicin de cosas, es decir, menos que aanimales, en aquellas horrendas crceles denominadas barracones, en las flamantes islas delCaribe y en reas adyacentes de Tierra Firme?

    Mucha responsabilidad en la configuracin de ese pensamiento original apuntado, el cualcontribuy en parte a que cristalizara aquella sociedad colonial y, sobre todo su cultura y unacosmovisin particular, tuvieron las culturas, y el pensamiento religioso diverso asociado aellas, aportados por los innumerables grupos y representantes de comunidades tnicasafricanas, acarreados por la violencia colonialista eurooccidental a este espacio luminoso quebaan las inquietas aguas de ese otro Mare Nostrum que se denomina Caribe, en imitacin alos rebeldes indgenas que lo sobremontaron antes de la llegada de Coln. Y, especialmente,la rebelda y las numerosas formas que asume la resistencia del hombre frente a la opresin,descansaron en una ancestral espiritualidad africana, aunque amalgamada, difusa y dismil,como el conglomerado de hombres, visiones y costumbres trados de tan lejos que la portaban.

    Aclaremos, de una vez, que esa espiritualidad se refiere no exclusivamente a las ideas,costumbres y cosmovisin trascendentes comnmente incluidos en el concepto harto ambiguode religin, sino tambin a un amplio espectro de que abarca a los sistemas de valores ticos yestticos; patrones y estereotipos de diversa ndole; la emocin y la inteligencia intuitiva oemocional; cosmovisiones especificas; hbitos y costumbres y, asimismo, una peculiar manerade ser psicolgico.

    Hablando estrictamente desde el punto de vista del imperio de una religin, es hasta ciertopunto cuestionable afirmar que Hait naci bajo el signo del vod, porque hay mbitos y esferasde la vida socialpongamos por caso, la reproduccin de la vida materialque se sobreponena cualquier tipo de manifestacin del espritu. Pero me atrevo a afirmar que, al menos, la

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    identidad colectiva de ese pueblo, la haitianidad, cristaliz y se hizo realidad tangible a partir deun hecho que marc la historiala memoria colectiva, el concepto del tiempo y del espacio deese pueblo hasta el presente y ms all de sus fronteras fsicasy ese hecho fue el inicio de lainsurreccin, ocurrida en agosto de 1791, llevada a cabo por aquellos africanos esclavizadosde la vecina Saint Domingue, mediante una ceremonia voduista. No para la formacin delbasamento principal de la vida del pueblo haitiano, pero esta religin ha servido de expresinespiritual fundamental para la creacin y continuidad de los valores y metas ms altosimpuestos en la vida de esta sociedad. Es por ello que ha estado en el centro de los grandesacontecimientos y de las decisiones ms importantes en que ella se ha visto involucrada.

    Coincido con la idea del escritor cubano Alejo Carpentier de que aquel juramento de sangrede Bois Caimn aporta el concepto de independencia a la cultura latinoamericana. Y se puedeacotar: no slo aquella ceremonia, sino el fondo subyacente detrs de ella, y el vod enparticular, aportaron valores esenciales y trascendentes a la configuracin y reafirmacin de laespiritualidad propia del ser caribeo, que nos alcanza a los cubanos, para orgullo nuestro.Aquella ceremonia-pacto ms bien el rito histrico en tanto involucr un pueblo fue el gestoconcreto de un pueblo en proceso de cristalizacin y, por tanto, debe ser interpretado como unconjunto de smbolos que se inscriben en mbitos ms amplios de la vida humana y de la vidaen general e, incluso, de la implacable contraposicin de los opuestos excluyentes, como lo haestudiado Hegel en su Fenomenologa del Espritu, y no reducirse a meros contenidos yexpresiones de un pensamiento y de una conducta inscritos en el estrecho concepto delpensamiento religioso de un pueblo.

    Aquel gesto puede ser, y de facto es, tan abarcador que incluye la marca definitiva, el signodistintivo y permanente del hombre, encarnado en el devenir de un grupo social o de unacomunidad, mayor que aquella que encerramos en el trmino de pueblo. Lo es tanto, pues, quese inscribe en el movimiento del espritu humano en su totalidad, no en su determinacingeogrfica y aun temporal, para tener un alcance universal, trascendente en este ltimo sentidode lo universal. De ah que el fondo espiritual, quirase o no llamar vod, y el sujeto colectivoque lo cre (el pueblo haitiano) como el lenguaje articulado nuevo con que expres susensalmos, conjuros e hechizos libertarios tuvieron y tienen tanto alcance universal como elgesto del Cristo en el Glgota tratando de redimir a la humanidad del escarnio del pecadooriginal. Tan revolucionario y trascendente es Mackandal ardiendo en el fuego de la hogueralevantada por el amo blanco francs, o el iniciado jamaiquino Boukman, como cualquier mtico

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    personaje elevado a la condicin de ser sobrenatural en las religiones universales o Mahomao Buda. Tal espacio sagrado es el Calvario en que el Hijo de Dios exhala su ltimo aliento en lacruz, como el bosque erizado de relmpagos en el que la vieja mamb hunde el cuchillo en elanimal sacrificial con cuya sangre se lavar/redimir el horrendo pecado de la esclavitud delos africanos que se lanzaron, con el filo del machete resplandeciente, en el acto justiciero quese produjo despus del pacto, de cara a la conquista a riesgo de la vida de la libertad.

    Quiero subrayar o clarificar mejor mi idea: en la dialctica de los contrarios, y en particular en ladel amo y del esclavo, siempre hubo conjuros, ceremonias, ritos mgicos y todo tipo de gestosindividuales o colectivos para cambiar esa verdaderamente demonaca relacin dedependencia y avasallamiento, del poderoso sobre el ms dbil. Y siempre detrs de cada unode estos actos, en la intimidad o en los espacios abiertos y/o pblicos del conjuro, existi unproceso previo y un fondo que se hunde en la ancestralidad o en la oscuridad del inconscientecolectivo, para afirmar estos actos de conjuro y fortalecer el individuo o el colectivo en suempeo de trascender las determinaciones y limites impuestas por la violencia del otro. A esebackground de esencias an no reveladas por la historiografa convencional, es al que merefiero cuando reniego del vod como simple sistema de pensamiento religioso, para develarlocomo mbito mayor de una espiritualidad en la que, literalmente, se sent la cultura de unsujeto colectivo creador y valiente (el pueblo haitiano), quiero decir, encima del cualcristalizaron sus valores distintivos y los patrones y perfiles definitivos de su ser como nacin y,con sta, las bases de la construccin del ser caribeo. Ese es mismo hombre del Caribe delque nos hablaron, magistralmente, hace poco Jacques Roumain y Jacques Stephen Alexis, ensus poemas, el uno, y en sus novelas y relatos, el otro.

    De otro modo sera imposible explicar el que aquellos complotados nativos haitianos de BoisCaimn no slo reafirmaran su identidad en un acto de compromiso colectivo con las fuerzastrascendentes que haban sido capaces de crear a partir de los componentes de las culturasdiversas tradas de frica, sino que hubiesen alcanzado el concepto exacto de laintencionalidad que ese acto tena: el que va ms all de la negacin del dominio del amo parareafirmar el ser a travs de la imposicin libertaria de la voluntad colectiva y la exaltacinopuesta en escena histricade los valores esenciales que se expresan en la categora cultura,incluidos lengua y pensamiento, no slo religin.

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    Para los incrdulosy, sobre todo, para quienes dudan de esta visin de la historia ah estnlos documentos para demostrarlo. Antes del cuchillo de la mamb en el cuello del jabal de BoisCaimn, est el sentido de la sangre del animal para lavar la mancha del yugo sostenido en laespalda del africano por largo tiempo; y antes de la cruz de sangre del animal en la frente decada uno de los conjurados, est la conciencia concreada en el silencio que neg la opresin,incluso cuando el cuerpo se mantena esclavizado y no se era capaz de rebelarse. De esefondo, no sabemos cundo exactamente, surgieron los signos y las formas del vod pararespaldar el discurso de Boukman, por cierto un cimarrn jamaicano devenido en papaloi o altosacerdote vuduista y ahora lder poltico de aquella insurreccin antiesclavista a que hagoalusin.

    Boukman fue el lder que encabez el segundo captulo de aquella insurreccin antiesclavistay, sobre todo, el smbolo en s mismo de una espiritualidad emergente, como lo fue el caciquetaino Hatuey en Baracoa y en Yara frente al invasor espaol. Lo factual y consabido, es que setrata de un esclavo de una isla vecina convertido en cimarrn, que escap de la plantacin deMorne Rouge, una montaa desde donde se domina El Cabo y en la que se preparaba unmovimiento insurrecto; y quien, por lo dems, devino en sacerdote vuduista y se dirige a losesclavos hablndoles una nueva lengua: el creole haitiano. Sin la referencia a ese fondomencionado ms arriba, en el que circula una corriente espiritual milenaria proveniente delfrica subsahariana y, en particular, del Congo, mantenida gracias al milagro de la oralidad yconcreada ahora en el crisol del Caribe, no entenderamos esta situacin aparentementeabsurda creada alrededor de un ex esclavo prfugo de una colonia vecina, con una culturadiferente, hablndoles a los siervos de otro pas en su propio idioma y conjurndoles al calor desu religin tnica a punto de convertirse, en la hoguera imparable de una insurreccin, enasunto nacional y regional-caribeo, a un tiempo.

    Este aparente milagro nos revela cun profundas fueron las relaciones intertnicas y lostambin no menos enriquecedoras niveles y planos del intercambio e interaccin existentes

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    entre las diversas culturas africanas puestas aqu en contacto entre s y con las nativas quecalificamos aqu de amerindias, as con otras de Europa, dando por resultado fenmenos quetienen mucho que ver con la emergencia no slo de culturas de tan definido perfil nacionalcomo la haitiana, sino de perfiles y rasgos de una cultura regional que ahora defendemos comopropia del Caribe o sea caribea y a cuyo estudio y difusin nos encomendamos desde hacems de dos dcadas. En esta cultura regional se inscriben las fuerzastrascendentesllmense loas, santos u orishas, ngeles, misterios, npungus, espritus,nfumbes, muertos o demonios, en proteccin de personas tangibles y concretas, as como dehroes mticos, histricos o reales, como los mencionados de Hait o Bolvar, el Negro Primero,de Venezuela, o la virgen de La Caridad de El Cobre, Antonio Maceo y Jos Mart, CamiloCienfuegos o el Che, de Cuba.

    Cuando menciono este hecho no puedo evitar que revoleteen en mi mente los altares de losadeptos de eso que despreciativamente llaman en Venezuela Culto a Mara Lionza, en tornoa esa figura mtica del pasado indgena de este pas, de donde por cierto es seguro quepartieron en canoas los nativos amerindios que se establecieron, poblaron y habitaron luego lasAntillas, incluida la Mayor de stas, Cuba. Esa ltima religin tiene como escenario pblicoprincipal, de gnesis y de prctica masiva actual, las montaas de Sorte-Quibayo, en el Estadode Yaracuy, adonde acuden miles de peregrinos. Justamente ese escenario se considera, enVenezuela, el espacio sagrado por excelencia y de ah que se haya convertido, no sin laoposicin oficial de la oligarqua con sus lites ilustradas y de la Iglesia, en el punto deperegrinacin religiosa ms importante no slo del pas, sino de buena parte del Caribe insulary del continente.

    En los portales que arman los adeptos en esas montaas, tanto en las colinas como al pie delas cuevas, son colocadas las imgenes de los santos y espritus ms inimaginables, entre losque destacan los de los cubanos San Lzaro, Santa Brbara, La Virgen de La Caridad de ElCobre, etc., pero en ellos y en el altar o casa de muchos miles de venezolanos casi nuncafaltan los de la propia Reina Mara Lionza, los de la Corte Libertadora y los de las TresPotencias: Mara Lionza, el Indio Guacaipuro y el Negro Felipe. Los de la Corte Libertadoraestn presididos por Simn Bolvar, objeto l mismo de culto no slo dentro de esta religin,sino de la de la mayora del pueblo que lo considera como una encarnacin de una entidadsobrenatural o trascendente. Tendremos ocasin de conectar ms adelante esta referencia conlo que sucede en el interior del vod, que abarca tanto a Hait, como a Repblica Dominicana y

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    Cuba, hasta haberse extendido ms all de sus centros generadores para instalarse en NewOrleans, Miami, New York, Canad, Venezuela y Suecia, por citar algunos ejemplosilustrativos.

    Mezcla de mito, leyenda y definitivamente de historia real y verdadera, la escena de BoisCaimn es la matriz de la confirmacin de esta radical cultura nacional haitiana y de otra msabarcadora que nos concierne profundamente a todos quienes nacimos y nos hemos criado enla regin caribea. En Hatuey, Mackandal y en Boukman, recibimos algunos de las rasgos delperfil del hombre caribeo; y, aun con mayor propiedad y firmeza, los podemos visualizar alreferirnos a la cultura vod como forma y comportamiento colectivo concretosque se expresaen ideas, emociones, sentimientos, especial sensibilidad y en acciones tambin concretas deuna estrategia de resistencia y de luchar caractersticos de nuestro ser caribeo, donde seexpone muy abiertamente nuestra capacidad de conjurar el mal y de sobreponernos a l, ascomo de oponernos a la civilizacin, en la cual se gest el mal la negacin, la opresiny seinscribe y halla la justificacin el opresor que, histricamente, nos ha humillado y despreciado.Son reveladoras las palabras de Boukman con las cuales, segn el historiador Cyril J. James,luego de realizarse las encantaciones propias del vod y de succionar la sangre de la fiera,estimula a sus seguidores:

    The god who created the sun which gives us light, who rouses the waves and rules the storm,though hidden in the clouds, he watches us. He sees all of the white man does. The god of thewhite man inspires him with crime, but our god call upon us to do good works. Our god who isgood to us orders us to revenge our wrongs. He will direct our arms and aid us. Throw away thesymbol of the god of the whites who has so often caused us to weep, and listen to the voice ofliberty, which speaks in the hearts of us all (C.L.R. James: The black Jacobins. VeintageBooks,New York, 1963, p. 87).

    Difcilmente, puedan encontrarse juntas, en tan breve exposicin, la cancelacin de la voz del

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    opresor en la conciencia del oprimido y el levantamiento de los valores de una culturaopuestaen este caso, la caribeaque niega los valores de la cultura del amo. Ese smbolodel dios blanco que se solicita arrojar es la cruz que se cargaba, cual dogal, en el collar delcatlico y ese nuevo Dios que se proclama como soporte de la redencin es el venido defrica, que se hace concrecin tangible e intangible en la Naturaleza, en el fondo de la tierra yen determinadas figuras trascendentales del cosmos: en la fuerza creadora que lo mueve todo,que lo ve todo y que nos ayuda a librarnos de la opresin. Es el Todo Superior que dirigenuestras acciones y esfuerzos para alcanzar con ellos la victoria. No es que el Dios opuesto aldel blanco no sea, en s y por s mismo, fuerza trascendente; lo es, pero a la vez que fuente deuna nueva tica sustentada en la bondad y en el compromiso de brindarle a cada criatura elapoyo solidario tan necesario, en el mbito de la vida cotidiana y en el de la mayortrascendencia, cual es el caso de la obtencin de la libertad al costo de lo ms altamentepreciado, que es la vida.

    Aqu debe llamarnos la atencin el ncleo de lo nuevo de la cultura voduista propuesta, en loque respecta a su axiologa: a la maldad del opresor, a lo daino de su actuar injusto, cabeoponer la violencia como medio y mtodo vlido para restablecer la igualdad entre loshombres. En otras palabras, al mal es vlido oponer el mal, a la muerte tambin la muertecomo recurso extremo.

    Estos dos extremos de lo trascendente y lo cotidiano aparecieron unidos desde aquel arranquehistrico que estamos aludiendo y muy a menudo han constituido caras de una misma moneda.Pero si afirmamos con la sociloga haitiana Suzy Castor (1987: 88) que el vod es unimportantsimo componente de la cultura nacional haitiana y que constituye segn el suizoAlfred Metraux la religin de la mayor parte del pueblo es porque ste le pide lo que loshombres han esperado siempre de la religin: remedios a sus males, satisfaccin para susnecesidades y esperanza para sobrevivir. Le han pedido otras cosas, como consuelo y conjuroante el mal y la muerte, cuando sta no ha sido asumida como algo inevitable o trgico. Nosparece ms acertada la visin del vod del intelectual haitiano AnselmeRmy como algoslidamente vinculado a la vida y a las necesidades ms perentorias de la comunidad en lacual emerge y halla su fuente de sustentacin principal. De tal modo que supera el marco demero sistema referencial inmediato, mstico o de superestructura ideolgica, para convertirseen modo de vida y, en consecuencia, como apunta el colega norteamericano Datrhorne,acuden a l para consultarle las alternativas adecuadas que deben perseguir en vida

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    relacionadas con el cultivo y la cosecha, el nacimiento, el matrimonio y la muerte y de todoaquello que concierne al esquema total de la existencia. El vod es nacin, msica y muerte;conocimiento de los dioses, la clase correcta de sacrificio y la observacin del curso correctode la conducta. Es tambin un lazo instantneo con Bon Dieu, pues este lazo ocurre durante laposesin, el venerador es capaz de recoger un conocimiento del sentido y significacin de lavida en s misma (O. Dathorne, 1984:2-5).

    Si regresamos al escenario de Bois Caimn, tan archiconocido ya por las repetidasdescripciones, como la que tomamos de la clebre novela El reino de este mundo, del cubanoAlejo Carpentier, recordaremos que, en aquella noche cerrada en que se reunieron loscomplotados, en aquel escenario agreste, caa una lluvia pertinaz que, a ratos, sacuda elviento; que en cierta ocasin en que hablaba el sacerdote-lder Boukman lo interrumpi un rayoque se abri sobre el mar y que, luego que haba pasado su estrpito, fue que el cimarrnjamaicano declar sellado el Pacto entre los iniciados de ac y los grandes loas de frica, paraque la guerra se iniciara bajo signos propicios. Aqu es cuando pronuncia el sacerdote suinvocacin del Dios que dara al traste con las huestes enemigas, ayudando a los haitianos aromper el fatalismo de la oprobiosa esclavitud. No puede ser mejor la ocasin para referir lacomunin producida entre dioses representados por las fuerzas de la Naturaleza, sereshumanos y las de los lazos que se establecen entre unos y otros con ese Todo Trascendenteque llaman Bon Dieu que, por cierto, en la versin carpenteriana parece omitirse para dar pasoa la intervencin de los dioses guerreros de la familia de los Ogn.

    A este cuadro, habra que aadirle solamente los nombres del esclavo Mackandalquemadoen la hoguera por los franceses en 1785 por haber predicado tempranamente la salida de estoscolonialistas europeos de su paso los de los hroes negros que predicaron la liberacin totalde la isla de Santo Domingo, como ToussaintLouverture o Dessalines, para completar elcomplejo universo de los loas, ngeles, santos o misterios que constituyen, para muchosautores, la sustancia misma del vod haitiano. Ellos van, pues, de la encarnacin,representacin y ser de las fuerzas del cosmos y de la naturalezacomo las del ocano, elrelmpago, el viento, etc., que se presentan a escena, del mundo orgnico y del inorgnico,pasando por la divinizacin momentnea del propio hombre en el acto de incorporacin oposesin ritual, hasta la divinizacin definitiva de ste por otros motivos y procesos.

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    Sin temer a relativizarlo, el concepto de espacio sagrado en el vod debe ser remitido al marcoms amplio de las relaciones del hombre con el complejo universo y con las fuerzastrascendentes que rebasaran aquellas comnmente denominadas sobrenaturales, hasta irdescendiendo e ir al encuentro con aquel otra porcin, ms visible y cercana, que lo une a laNaturaleza y al espacio mismo de la intimidad que se establece a partir del contacto entre losseres humanos. Debe ser as porque, como se desprende de las consideraciones que venimosbosquejando, lo sagrado aqu remite no excluyentemente a lo divino, sino tambin a lo humanoy a lo natural en una perfecta solucin de continuum que no viola las reglas, normas yprincipios en que cada una de estas entidades se definen y existen en correlacin estrecha,aunque sin perder cualidades, caractersticas individuales o grupales, ni corporeidades propias.El nico lmite lo establece el concepto de Dios: slo hay un Dios con poderes por encima detodo lo creado y, ni las fuerzas trascendentes ni las naturales, sobrenaturales o humanasjuntas, pueden alcanzar su categora.

    De ah que se entienda mejor, a partir de esta funcin de exclusividad, que no haya un culto aBon Dieu, ni sacerdotes consagrados a l ni templos o altares ni templos donde se lerepresenta y/o venera. En el caso de los loas, santos, ngeles o misterios, encontramos cultosespecficos con oficiantes y lugares donde s se realizan actos, como rituales o ceremonias osimplemente consultas que pueden girar o tener como centro cualquiera de ellos. Es ms, esposible encontrar comunidades enteras devotas de un loa en particular, o regiones, o aun unpas, donde prevalece uno o ms de los integrantes de una familia de loa. En el caso de Cuba,nuestras investigaciones de campo en la vasta regin oriental, desarrolladas por el Equipo deestudio que presido desde hace ms de dos dcadas, han arrojado la existencia de unacorriente vuduista con un predominio del culto a los loas de la familia de los Ogn, en razn delo cual la hemos denominado Ogunismo, una variante cubana del vod.

    En los casos de los Gemelos o Mellizos y de los muertos, se trata de dos categoras distintasde entidades que requieren sendos tratamientos especializados, tanto en la ocasin en que sele rinda tributo pblico mediante los festivales voduistas o en que se le honre con determinadasofrendas. Los primeros admiten construccin de espacios sagrados particulares, parecidos alos altares en su acepcin ms convencional africana y los segundos, en cambio, reciben todotipo de ofrecimientossean materiales o espirituales, al pie y a la entrada principal de la

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    casa de vivienda del houngan o lder de la cofrada vuduista, en una mesa preparada para laocasin o, en la mayora de los ritos voduistas dedicados a los loas, en plena manigua. Comose puede apreciar, aqu estamos en presencia nuevamente del concepto de espacio sagradoen su acepcin ms amplia, pues no se trata obviamente del culto a entidades divinaspropiamente dichas.

    Hemos empleado el trmino divinizacin para referirnos a los complejos procesos con que unafigura histrica, un sacerdote o una persona concreta son convertidos en loa. Sin embargo,estamos conscientes de que su uso puede encontrar oposicin u objecin, con toda razn. Lohemos empleado ms bien para subrayar un matiz diferenciante en relacin con el concepto delo sagrado, que evidentemente es de un rango semntico ms abarcador o de mayor amplitud.En propiedad, divino puede ser el espacio fsico o no sobre el cual acta una fuerzatrascendente, de poder superior al de un santo, mientras que sagrado es todo el espacio, en suconjunto, donde actan esta categora de fuerzas trascendentes, los Gemelos y los muertos o,incluso, los seres humanos, con la intervencin directa o intencional o no de Dios, al quedenominan los haitianos Bon Dieu. Para referirnos a l, pues, debemos tomar muy en cuenta lainteraccin del tipo de estas entidades diferenciadas y la interpenetracin de las diversascategoras de fuerzas trascendentes o los tipos de espacios fsicos o virtuales que intervienenen un punto y en un momento dado.

    En Cuba, desde temprana fecha, como principios del siglo XIX, se reporta la ejecucin deprcticas voduistas en la ciudad de Santiago de Cuba y la existencia de creencias ycostumbres asociadas a la espiritualidad del pueblo haitiano. Poco, o casi nada, ha sido escritoen lo concerniente a estas prcticas y costumbres, del mismo origen, en las reas ruralesdonde se ubicaron fundamentalmente las dotaciones de esclavos domsticos trados por loscaficultores franceses, sus tcnicos y administradores desde finales del siglo XVIII y principiosdel XIX. A pesar de los prejuicios y las persecuciones llevadas a cabo por el gobierno espaol,la Iglesia catlica y aun por la aristocracia criolla a lo largo de la Isla, una investigacin rigurosaarrojara importante data en lo referente a los contenidos y expresiones de vod encubiertos enlas extensas prcticas que acaecan en torno a las comparsas tahonas y, ms especialmente,a las denominadas Tumbas francesas, instituciones de peculiar sello de la criollidad haitianaque florecieron en reas montaosas de la regin oriental y en algunas de sus ciudadesimportantes, como Santiago de Cuba y Guantnamo. Para que se tenga una idea de lotemprano de la aparicin de estas manifestaciones, ya en los mamarrachos de 1800 (como se

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    les denominaba a las fiestas del carnaval en Santiago de Cuba) desfilaban los figurantes de lastahonas por las calles citadinas.

    La tesis sustentada por Jean Price-Mars en su libro pionero, publicado en 1928, As hablo elto (1968:52) acerca de que el vod era un producto trado de frica y genuinamente africano,debe entenderse como una afirmacin de la identidad haitiana, sustentada en el concepto de lanegritud, como un medio de oponerse al invasor americano que intervino el pas de 1914 a1934. Sin denigrar la sustancia africana que corre por sus venas, prefiero verlo como unasntesis de las culturas que vinieron de fricacon predominio de la Conga, que sefundieron con la cultura aborigen e intercambiaron contenidos y formas con otras culturas eurooccidentales. As lo ha visto el antroplogo SidneyMintz cuando afirma: La religin de Hait esa la vez dos religiones: catolicismo y vod. Sin embargo, estos sistemas de creencias formanuna misma ideologa para la mayor parte de los haitianos, especialmente de las reas rurales yentre la clase baja urbana. As es el caso tambin para la Repblica Dominicana (Apud Davis,1987: 61.)

    El ambiente barroco y confuso, el eclecticismo reinante en el mundo espiritual del criollo, apesar de los cnones que pretenda imponer por la fuerza de la represin la Iglesia, sesobreponan al gusto oficial generando un ambiente propicio para las heterodoxias en todas lasesferas de la vida social. Eso lo percibe muy claramente Ti Noel, el personaje de la novela Elreino de este mundo, de Carpentier. Este esclavo que viaja junto a su amo francs desde elconvulsionado Saint Domingue a la ciudad de Santiago de Cuba, es sorprendido por elcomportamiento licencioso de sus coterrneos en barrios totalmente galos, como El Tivol yhallaba en las iglesias espaolas un calor de vod que nunca haba hallado en los templossalsulpianos del Cabo... Nos comenta Carpentier en esta novela (op. cit.: 114/115) Los orosdel barroco, las cabelleras humanas de los Cristos, el misterio de los confesionarios recargadosde molduras, el can de los dominicos, los dragones aplastados por santos pies, el cerdo de SanAntn, el color quebrado de San Benito, las Vrgenes negras, los San Jorge con coturnos yjuboncillos de actores de tragedia francesa, los instrumentos pastoriles taidos en noches depascuas, tenan una fuerza envolvente, un poder de seduccin, por presencias, smbolos,atributos y signos, parecidos al que se desprenda de los altares de los hounforts consagradosa Damballah, el Dios Serpiente. Adems, Santiago es OgnFai, el mariscal de las tormentas, acuyo conjuro se haban alzado los hombres de Boukman. Por ello, Ti Noel, a modo de oracin,le recitaba a menudo un viejo canto odo a Mackandal:

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    Santiago, soy hijo de la guerra: Santiago,no ves que soy hijo de la guerra?

    Creo ver en esta mirada de Ti Noel la visin de paralelismo que domina la conciencia delpueblo en cuanto a las creencias y al particular modo de asumir sistemas de ideas enocasiones en tensin, como los apuntados por el antroplogo Mintz. Se est en la pirmide delfaran, donde se pasea la vista y se establecen los paralelos, pero...lejos de ocurrir losfamosos actos sincrticos se experimentan los smbolos y ritos separadamente, sin confusinde ningn tipo. Cualquier devoto simple, como el avezado Ti Noel, que mire las imgenes debulto o que aspire la atmsfera que se respira en una catedral como la del Santiago de Cubadecimonnico, adonde acude junto con su amo, estar sometido a un posible flujo deconciencia, pero en l predominar, en ese instante preciso en que vive, la emocin que su fepredominante le dicte y no ambas emociones (la africana y la catlica, digamos) a la vez. Estecomplejo fenmeno psicolgico, percibido por el sabio cubano don Fernando Ortiz cuando dijoque el cubano es religioso o catlico pero a su manera (es decir, combinando y aceptandosmbolos, creencias y patrones, para otros creyentes excluyentes), se transparenta asimismocuando nos enfrentamos al concepto de lo sagrado y del espacio sagrado que tienen nuestroscreyentes ms autnticos y sinceros de nuestro pueblo, entre los que cabe mencionar a losvoduistas.

    Como Ti Noel, somos hijos de la guerra: de la guerra de tensiones que desde la primera matriz,a la llegada del invasor europeo, nos toc vivir en estas tierras de seoro y sumisin, en lasque naci de su seno el aliento de liberacin y rebelda que simbolizan Hatuey y Guama en elOriente cubano; Mackandal y Boukman en Hait y tantos otros hroes mticos e histricos queson reverenciados en el mismo espacio donde se mueve y canta la serpiente; se le da decomer a la tierra madre o a los espritus ancestrales que vinieron de frica y que se anidan enlas rocas, los rboles, ros y ocanos; o a las fuerzas sobrehumanas del viento, del trueno y elrelmpago que fortalecen el espritu de lucha y levantan el nimo de los humildes seres

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    humanos, al conjuro de los tambores y de los cantos henchidos de energa, de agradecimientoo de bendicin. A ese espacio humano, cargado de connotadas esencias espirituales, es al quenos referimos aqu cuando hablamos de los haitianos y sus descendientes cubano-haitianosque han habitado Cuba a lo largo de ms de ocho dcadas y que han fundido su espritu alespritu de esta Isla que los acogi como a sus propios hijos, venciendo discriminaciones ybarreras, odios y prejuicios levantados por los opresores para poder dominarnos mejor a losoprimidos.

    No por mera casualidad vino a establecerse en el sector de Barracones, al pie del barriofrancs El Tivol, un houngan de Las Tunas, ciudad bastante distante de Santiago de Cuba,pero en cuyo permetro urbano existe una comunidad de haitianos y sus descendientes.Gabriel Spray es su nombre; de andar y hablar pausado, con su imperturbable pipa tpica desus paisanosen la comisura de los labios. El mismo lugar que, en siglos pasados, fue refugiode los despavoridos colonos franceses y que se llen de casas de citas, donde merodeaban lasfamosas negras y mulatas que tanto gustaban aquellos refinados inmigrantes franceses yhasta donde llegaban las melodas y el bullicio del primer caf-concert y el teatro que se instalen lo que tambin se conoce como Loma Hueca. Igual que lo hicieron Monsieur Lenormand deMezy y su siervo Ti Noel, Gabriel plant carpa en la ciudad santiaguera para ensear elfolklore de Hait, tocar la msica del vod y el gag y dedicarse a construir los instrumentostpicos dahomeyanos de los cuales ellos, como nadie en el pas, conocen sus secretos. Aquhizo familia, con su compaera Silvia, quien comparte con l la emocionante experiencia devivir entre dos culturas: la de sus antepasados haitianos y la de sus allegados cubanos.

    Como Gabriel, lo hicieron, calculamos, cerca de un milln de braceros de su pas natal, quienesse establecieron en las reas caeras de las provincias de Oriente y Camagey, donde lascompaas norteamericanas llegaron a construir las mayores centrales de produccin deazcar de caa del mundo. Doscientos cincuenta mil haitianos se quedaron a vivir aqu,compartiendo con los cubanos las labores agrcolas vinculadas a la produccin de azcar y, -eventualmente, describiendo un movimiento de golondrina interna-, las labores de lacaficultura, estas ltimas en los macizos montaosos, como el de la Sierra Maestra. Larevolucin de campesinos, obreros y clases medias que llev al poder a su lder, Fidel Castro,desde su arranque mismo, contribuy a su dignificacin plena y definitiva, elevndolos a lamisma condicin social que al resto de sus paisanos de otras islas del Caribe y demsciudadanos de la Isla de Cuba. Los haitianos, a partir de entonces, recuperaron la condicin

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    humana que haban perdido y se pudieron mover libremente por todo el territorio nacional, elpunto en que se les encuentra en las grandes ciudades, incluida La Habana.

    En cuanto al orden lingstico, no es exagerado decir que la segunda lengua que se habla en elpas es el criollo haitiano y que la cultura haitiana es el ltimo de los grandes batientes con quese refund la cultura cubana, enriquecindola y dndole brillos que pudiesen dar envidia aotros pueblos. Es lo que hemos querido demostrar a lo largo de varios aos de esfuerzosinvestigativos que han quedado plasmados en numerosas publicaciones, entre las querecomendamos nuestro libro El vod en Cuba, donde exponemos concienzudamente losprincipales fundamentos de esta tesis. Esfuerzos que han alcanzado un genial colofn, en laesfera de la promocin de una cultura, en el Festival del Caribe donde, durante veintin aosconsecutivos, han participado las agrupaciones ms representativas de la cultura haitianaradicadas en la Isla.

    Al actuar frente al hunf de sus casa de vivienda; ante el altar de consulta o caimyst; en elpatio de las casas adonde los invitan ; frente a los rboles sagrados que son tambin espaciossagrados en tanto ellos mismos son espritus y, a la vez, habitacin de los loa; en las montaaso a la orilla o en la profundidad del mar que circunda la ciudad; o en el espacio de las calles pordonde transitan mientras tocan sus instrumentos musicales de fino sello dahomeyano en lascelebraciones del gag, durante la Semana Santa; en todas esas ocasiones solemnes en quehonran a sus antepasados mticos y familiares, trados de frica y/o nacidos en el Caribe, ellosestn siendo consecuentes con la cultura vod que, para m, define a la haitianidad: a laherencia de Hatuey y Guama; de Mackandal y Boukman; de ToussaintLouverture y Dessalinesy de todos aquellos hijos ilustres y sabios de su pueblo que se convirtieron en loas. Ese es elespacio sagrado principal que subraya y ratifica en cada uno de sus ritos y ceremonias el vod:el de la identidad del pueblo que se defiende del opresor con golpes de arte e inteligencia, almismo tiempo que acertadas puntadas del machete de Ogn y del propio rayo enceguecido decualquier otra entidad csmica. Por eso, haitianos y cubanos estamos y vivimos bajo el sol,cobijndonos en el mismo signo del vod; por eso somos hijos de Santiago, de la guerra, de larebelda y de la resistencia a toda prueba, que pone por delante el escudo de la espiritualidadcomo suprema bandera.

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    Conclusiones

    En nuestras investigaciones e campo en la vasta regin oriental de Cuba, desarrolladas por elequipo de estudio que presido desde hace ms de dos dcadas, han arrojado la existencia deuna corriente vuduista con un predominio del culto a los loas de la familia de los Ogn, enrazn de lo cual la hemos denominado Ogunismo, una variante cubana del vod. Afirmo que desde temprana fecha, como principios del siglo XIX, se reporta la ejecucin deprcticas voduistas en la ciudad de Santiago de Cuba y la existencia de creencias ycostumbres asociadas a la espiritualidad del pueblo haitiano. Fenmeno que se acrecienta enel siglo XX con la llegada de cerca de un milln de braceros haitianos, los cuales seestablecieron en las reas caeras y cafetaleras de las provincias de Oriente y Camagey. Secalcula que unos doscientos cincuenta mil haitianos se quedaron a vivir en Cuba, porconsiguiente, la cultura haitiana es el ltimo de los grandes batientes con que se refund lacultura cubana.

    Para concluir, una metfora que puede dar idea de lo que entiendo por espacio sagrado en elvod, llevado por los haitianos a Repblica Dominicana y a Cuba en pocas distintas: es unsable que custodia el fuego de una hoguera en lo alto de una montaa, al amparo de un cielosilencioso o cruzado de fieros relmpagos, como sucedi la noche memorable en Bois Caimn.

    BIBLIOGRAFA

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