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Henríquez Ureña, Pedro. Obra completa II. Estudios literarios

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  • , -PEDRO HENRIQUEZ URENAOBRAS COMPLETAS

    TOMO 11ESTUDIOS LITERARIOS

  • PEDRO HENRQUEZ UREAOBRAS COMPLETAS

    TOMO n

    ESTUDIOS LITERARIOS

    SECRETARA DE ESTADO DE CULTURAEDITORA NACIONAL

  • MIEMBROS DE LA COMISIN PARA LA PUBLICACIN DELAS OBRAS COMPLETAS DE PEDRO HENRQUEZ UREA

    Presidente

    DR. ToNY RAFULSecretario de Estado de Cultura

    Coordinador Tcnieo

    DR. ANDRS L. MATEOSubsecretario de Estado de Cultura

    Miembros

    DRA. CELSA ALBElU BATISTADirectora de Cultura de la Secretara de Estado de Educacin

    LIC. SOLEDAD LVAREZEscritora

    DR. DIGENES CSPEDESDirector General de la Biblioteca Nacional "Pedro Henrquez Urea"

    DR. MIGUEL NGEL FORNERN"Catedrtico de la Universidad de Puerto Rico

    LIC. FEDERICO HENIQUEZ GRATEREAUXEnsayista

    DR. BRUNO ROSARIO CANDELIERDirector de la Academia Dominicana de la Lengua

    DR. MANUEL MATOS MOQUETECatedrtico del Instituto Tecnolgico de Santo Domingo

    LIC. MANUEL NUEZDirector General de CENTROMIDCA

    DRA. IRENE PREZ GUERRAMiembro de la Academia Dominicana de la Lengua

    LIC. GUILLERMO PIA CONTRERASDirector del Departamento de Espaol de UNAPEC

    DR. VICTOR VILLEGASPresidente del Consejo Editorial de la Editora Nacional

  • PALABRAS LIMINARES

    MANUEL LARA HERNNDEZADMINISTRADOR GENERAL DEL BANCO DE RESERVAS

    DE LA REpBLICA DoMINICANA

    El Banco de Reservas se honra en auspiciar esta edicin de las Obrascompletas del gran humanista dominicano don Pedro Henrquez Ure-fia, por cuanto, adems de contribuir a difundir su vasta obra, creamosconciencia entre la intelectualidad dominicana de hoy y del mafianaacerca de la importancia que el maestro alcanz como una de las vo-ces ms autorizadas de las letras hispanoamericanas y peninsulares.

    Al conocer la propuesta que nos formulara el doctor Tony Raful,Secretario de Estado de Cultura, a favor de esta importantsima colec-cin, entendimos que era fundamental que el Banco de Reservas la aco-giera, porque ha sido norma de esta institucin ofrecer sus serviciosininterrumpidos al pueblo dominicano, siempre asociados a proyectosde tanta relevancia, bien como parte de la Coleccin Banreservas o co-mo auspiciadores de ediciones especiales, o a partir del desarrollo deimportantes proyectos culturales como el XXXIV Concurso de Pintu-ra Infantil, el III Concurso de literatura Infantil, las XXIV Olimpadasde Matemticas, las Colecciones de acuarelas de Silvano Lora y Frasesy refranes dominicanos, con los cuales nos hemos propuesto devolveral pueblo dominicano parte de los beneficios que este nos ha confiadoen todos nuestros afios de fructfera vinculacin.

    Adems, reconocemos la deuda de gratitud que tiene el pas coneste hombre que, viajero de todos los caminos, esparci su apostola-do a favor del engrandecimiento de la lengua comn, siempre orgu-lloso don Pedro de haber nacido en esta Patria, a favor de la cualofrend los mejores afios de su vida.

    Intelectual de inmensa lucidez, dominicano ejemplar, prcer de ladignidad americana, don Pedro Henrquez Urefia sintetiza los altosvalores que el Banco de Reservas entiende deben ser alcanzados porlos dominicanos porque an estamos a tiempo para, desde la gravecolumna de su pensamiento, construir el futuro.

  • DESDE EL PRTICODE SUS OBRAS COMPLETAS

    El acelerado proceso de desarrollo en las comunicaciones y latecnologa ha mundializado el conocimiento, lo cual supone un avan-ce extraordinario que todos admiramos.

    Sin embargo, un estudio ponderado de la realidad de las humani-dades en nuestros centros de educacin superior nos lleva a la con-clusin de que la era del conocimiento adolece de deficiencias com-probables.

    Basta slo con auscultar el desconocimiento de nuestros estudian-tes acerca del aporte hecho por autores que forjaron las bases para sen-tar en nuestra Amrica los criterios no slo de sus fuentes originariasen el campo de la cultura, sino de nuestra propia identidad conforma-da por diversas fuentes y por un accidentado proceso cuyo desconoci-miento impedira seguir sobreviviendo como culturas especficas.

    La publicacin de las obras completas de Pedro Henriquez Ureapor la Editora Nacional, editadas antes por la Universidad "PedroHenrquez Urea" por iniciativa de don Juan Jacobo de Lara, viene aconstituir un aporte en la era del conocimiento, en razn de que PedroHenrquez Urea, Jos Mart, Eugenio Maria de Hostos, Jos EnriqueRod y Alfonso Reyes, para mencionar slo algunos nombres, debenestar en nuestra Amrica como el insumo esencial de nuestras biblio-tecas, para nuestras computadoras, la Internet y las nuevas tecnologasque garanticen un verdadero saber cuyo contenido tico humansticooriente los nuevos senderos en nuestra Amrica.

    El carcter universal de la obra de Pedro Henrquez Urea nuncacontrasta con lo que llam don Emilio Rodrguez Demorizi con acier-to La dominicanidad en Pedro Henrlquez Urea.

    Sus estancias en Estados Unidos, Cuba, Espaa, las dos jornadasde Mxico y los ms de 20 aos en Argentina, permitirn captar laevolucin de su conocimiento y la multiplicidad de las disciplinas queabord.

  • Sus reflexiones sobre figuras de nuestra literatura como RubnDaro, Sor Juan Ins de la Cruz, Eugenio Mara de Hostos, Jos En-rique Rod y Juan Ruiz de Alarcn son determinantes. Acerca deeste ltimo elabor una tesis sumamente original que transform to-da la visin de la intelectualidad hispanoamericana y peninsularsobre este dramaturgo de primera dimensin.

    Su admiracin desde la juventud por la cultura griega y el rigorde su estudio sumados a sus profundos conocimientos sobre las lite-raturas inglesa, alemana, francesa y norteamericana le llev a pensaren un mensaje a todos los estudiosos: "El ansia de perfeccin es lanica norma, pero no una perfeccin intelectual al margen de la jus-ticia". Y por eso dir: "El ideal de justicia est antes que el ideal decultura: es superior al hombre apasionado de justicia el que slo as-pira a su propia perfeccin intelectual [...] Si nuestra Amrica no hade ser sino una prolongacin de Europa, si lo nico que hacemos esofrecer suelo nuevo a la explotacin del hombre por el hombre (y pordesgracia esa es hasta ahora nuestra nica realidad), si no nos decidi-mos a que esta sea la tierra de promisin para la humanidad cansadade buscarla en todos los climas, no tenemos justificacin [...] NuestraAmrica se justificar ante la humanidad del futuro cuando se cons-tituya en magna patria, fuerte y prspera por los dones de la natura-leza y por el trabajo de sus hijos, d el ejemplo de la inteligencia".

    Lo que confiere la condicin de maestro, es decir, de paradigma,de influencia bienhechora, de irradiacin espiritual, no es la sumatoriade palabras o de hechos que expone un disertante. Los diccionariostambin cumplen esa funcin. Diramos ahora, que la Internet y las di-versas formas de comunicacin moderna, tecnolgicas, tambin.

    La mejor expresin de su figura nos la ofrece Jorge Luis Borges,cuando dijo que "maestro no es quien ensea hechos aislados o quiense aplica a la tarea mnemnica de aprenderlos y repetirlos, ya que ental caso una enciclopedia sera mejor maestro que un hombre, Maes-tro es quien ensea con el ejemplo, una manera de tratar las cosas, unestilo genrico de enfrentarse con el incesante y vario universo...ideas que estn muertas en el papel, fueron estimulantes y vividas pa-ra quienes las escucharon y conservaron porque detrs de ellas, y entomo a ellas, haba un hombre. Aquel hombre y su realidad las baa-ban. Una entonacin, un gesto, una cara, les deben la virtud que hoyhemos perdido.....

    Cuando hablamos de sus ideas tenemos que destacar como lo ha-ce Emilio Carrilla, en su obra Pedro Henrquez Urea, signo de Am-rica, que su pensamiento se asienta en races liberales, que defiendela democracia y las libertades, que pide respeto por los pueblos pe-queos, que seala su repudio al totalitarismo y al imperialismo, quedefiende la paz justa, que en lo social aboga por la necesidad de re-formas sociales y la rehabilitacin de los oprimidos, que postula un

  • mejor reparto de tierra y explotacin de los recursos naturales. Queen instruccin pblica aconseja la expansin del alfabetismo y la en-seanza tcnica. En niveles superiores, el desarrollo de la Universi-dad y los centros de investigacin. Plantea salvaguardar los valoresautnticos que hemos producido en artes y letras, una expresin ame-ricana como resultado armnico de lo propio y lo adaptado. Impor-tancia de lo culto sin desmedro de lo popular, pero eso s, reaccincontra lo populachero, confluencia de lo tradicional y lo moderno.

    Pedro Henrquez Urea dice en su ensayo publicado en El Heral-do de la Raza, en Mxico, en 1922: "Ninguna nacin tiene derecho apretender civilizar a otra; estamos seguros de que hay grados de civi-lizacin? son tipos, clases de civilizacin? Hay quienes dicen quees una fortuna que no se haya pretendido civilizar al indio de los Es-tados Unidos: as ha conservado su civilizacin propia, por ejemplosu arte [ ...] El ideal de civilizacin no es la unificacin completa detodos los hombres y todos los pases, sino la consideracin de todaslas diferencias dentro de una armona".

    Pedro Henrquez Urea trabaj la crtica filosfica y privilegitres condiciones que constituyen base firme de cualquier mtodo o sis-tema de crtica, conocimiento, intuicin y sensibilidad. Sereno, equili-brado, exigente. Distingui con claridad dos Amricas en Caminos denuestra historia literaria y en Seis ensayos en busca de nuestra expre-sin: la Amrica buena y la Amrica mala. La Amrica buena est eri-gida sobre la cultura, la estabilidad y el desarrollo. La Amrica mala,en el atraso y la flaqueza. La Amrica buena la identifica con la demo-cracia; la mala con las tiranas ignorantes o ilustradas, o la anarqua.

    El renacimiento de sus ideas no es la validez exacta de todas susinnumerables investigaciones o puntos de vista sobre la cultura. Nun-ca pretendi esa certidumbre. Podemos decir que renunci constante-mente a la tentacin de involucrar su pensamiento en las corrientesinapelables del juicio excluyente o maniqueo.

    Para la Secretara de Estado de Cultura y la Editora Nacional, laedicin de las Obras completas de Pedro Henrquez Urea es el acon-tecimiento capital de la cultura dominicana de cara al siglo XXI. Nin-gn evento o accin en plano trascendente de la formacin y usoconsciente de las herramientas tericas y la visin prctica del proce-so de creacin de los valores de la lengua, la identidad y la cultura,est por encima de este aporte. Su voz es actual y su pensamiento esinagotable. Al actuar bajo el mandato del Honorable Seor Presiden-te Hiplito Meja, quien nos encomend este trabajo ciclpeo, en edi-cin popular para que llegue a todas las bibliotecas, escuelas y clubesdel pas, con la colaboracin del Banco de Reservas de la RepblicaDominicana, puntal de apoyo a la cultura nacional, nos sentimos rea-lizados y comprometidos con la regeneracin moral y espiritual delpueblo dominicano. Delante de nosotros, su efigie, su rostro sobrio y

  • su palabra rigurosa y estricta; marchan ya sus palabras, su enorme cul-tura y su fundamental sabidura y, sobre todo, camina el pueblo libe-rado por la cultura, el pas exorcizado de sus demonios de oscurantis-mo y envilecimiento. Desde algn cielo de amor y magisterio, lluevensus ideas, como abono frtil, sobre un nuevo ser nacional, mejores do-minicanos para una Patria de hombres y mujeres cultos, de hombres ymujeres libres, como dijera Mart.

    Dr. Tony RafulSecretario de Estado de Cultura24 de abril del 2003

  • ESTUDIOS LITERARIOS, -DE PEDRO HENRIQUEZ URENA

    Por Bruno Rosario Candelier

    EL ALIENTO DE UNA OBRA EDIFICANTE

    Pedro Henrquez Urea era un humanista excepcional, empren-dedor y fecundo. Cultor apasionado de la palabra, intrprete eminen-te de la literatura hispanoamericana, ensayista prolfico y profundo,se distingui en el estudio de nuestra lengua y el cultivo de las letrascon una apelacin honda, intensa y entraable.

    El destacado escritor dominicano consagr su talento y su sensibi-lidad a la produccin intelectual y esttica de nuestra lengua en amboslados del Atlntico, y todo lo que hizo tena el propsito de ponderar,potenciar y promover los ms altos valores literarios.

    La dimensin americanista de nuestro brillante escritor se conju-ga en forma admirable con el vnculo entraable que mantuvo conSanto Domingo, Mxico, Cuba, Argentina, Chile y Espaa, enfatizan-do el aporte creador que a travs del ensayo y la crtica literaria dis-tinguiera a este analista de la cultura y las letras hispanoamericanas.

    Al tiempo que ensanchaba su horizonte intelectual y esttico, Pe-dro Henrquez Urea contribuy con su visin del mundo, su forma-cin acadmica y su vocacin orientadora, a forjar valiosos creado-res, analistas e investigadores literarios en los pases donde desplegsu actividad docente y su labor literaria ejercida a travs del libro, laconferencia, las publicaciones en peridicos y revistas o la asesoraacadmica a estudiantes y profesores.

    Escritor, ensayista, narrador, profesor y crtico literario, PedroHenrquez Urea es uno de los ms importantes intrpretes literariosde la lengua espaola. Naci en Santo Domingo, el 29 de junio de1884 en el seno de una familia de intelectuales y poetas, y muri en

  • XVI BRUNO ROSARIO CANDELIER

    Buenos Aires, Argentina, el 11 de mayo de 1946. Fue durante muchosaos profesor de la Universidad de La Plata, institucin cuyo presti-gio enalteci y en la que form una brigada de investigadores y estu-diosos que luego daran lustre a las letras hispanoamericanas.

    Hijo de Salom Urea de Henrquez, la primera gran poeta deSanto Domingo en el siglo XIX, y de Francisco Henrquez y Carva-jal, ilustrado hombre de su poca que lleg a ocupar la Presidencia dela Repblica Dominicana, Pedro Henrquez Urea fue la ms brillan-te expresin de esa estirpe de escritores, pues sus restantes hermanos,Camila y Max Henrquez Urea, tambin descollaron como escrito-res en su patria y fuera de ella, especialmente en Cuba, donde vivila familia Henrquez Urea al tomar el camino del exilio.

    TRAYECTORIA DE UNA VOCACIN

    Don Pedro, como le llamaban sus coetneos, publicara su primerlibro en La Habana y Camila se radicara en la capital cubana de porvida. Desde su infancia, los Henrquez Urea se codearan con lo msselecto de la intelectualidad dominicana y con la lectura de los clsicosdel pensamiento universal, pues el ambiente familiar en el que vivieronPedro y sus dems hermanos era el ms propicio para nutrir su voca-cin casi gentica por la literatura, de manera que las tertulias literariaseran actividades habituales en la residencia de esta ilustre familia

    Pedro Henrquez Urea hizo sus estudios en diversos centros do-centes: los primarios en Santo Domingo, bajo la orientacin de sumadre, que era una notable educadora, formada bajo la inspiracindel ilustre maestro de maestros, Eugenio Mara de Hostos, de origenpuertorriqueo, con vocacin antillana y proyeccin americanista.

    El escritor dominicano recibi, pues, sus primeras letras de sumisma madre, que era no slo una destacada poeta sino una gran edu-cadora. El diploma de Bachiller en Ciencias y Letras lo obtuvo en elInstituto Profesional de Santo Domingo en 1901. En 1917 termina lamaestra en artes por la Universidad de Minnesota. De inmediato,antes de irse a Espaa en el verano, se inscribi en el doctorado enestudios hispanoamericanos y peninsulares. En 1918 obtiene su ttu-lo de doctor. De 1919 a 1920 vive en Madrid, donde trabaja en elCentro de Estudios Histricos.

    Conjuntamente con su formacin escolar y acadmica, Pedro es-criba y publicaba sus libros con dedicada solicitud, y su primera obrala publica en La Habana, Cuba, en 1905, con el ttulo de Ensayos cr-ticos. Su trabajo sobre La versificacin irregular en la poesa caste-llana, de 1920, que edita en Espaa, forma parte del esfuerzo intelec-

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEDRO HENRQUEZ UREA XVII

    tual que bajo la orientacin de Ramn Menndez Pida! realizara en elprestigioso Instituto de Filologa de Madrid.

    Debemos decir tambin que don Pedro escribi prcticamente so-bre todos los temas y gneros literarios y artsticos: poesa, teatro,msica, arquitectura, pintura, lingstica, historia, y especialmente te-mas vinculados con la filologa, profundizando en las vertientes de lalengua espaola en su carcter dialectal. Ejemplo de ello es su intere-sante volumen titulado El espaol en Santo Domingo, de 1940, quejuntamente con el volumen La cultura y las letras coloniales en San-to Domingo, que haba publicado en 1936, reflejan su amor por su tie-rra natal, de la que nunca se deslig y cuya nacionalidad conserv, ra-zn por la cual no pudo ser investido como profesor titular de la Uni-versidad de La Plata.

    En carta dirigida a su distinguida pariente y escritora doa Flri-da de Nolasco, fechada en 1941, le subraya: "Yo debo a Santo Do-mingo la substancia de lo que soy: claro que aquellos eran otros tiem-pos...". y ese apego a Santo Domingo lo tradujo en amor y pasin porLatinoamrica, pues a pesar de que intent regresar a su patria, y lohizo en 1931 para ocupar la direccin del Ministerio de Educacin,no soport la asfixia moral que viva Santo Domingo bajo la dictadu-ra de Trujillo, quien lo invit a colaborar en la educacin dominica-na. Retom rpidamente al exterior.

    Aunque lo perdi Santo Domingo, lo gan Amrica, porque donPedro se consagr a cultivarse y a cultivar las mentalidades ms cons-picuas que se le acercaron, y su pasin por Amrica se convirti enuna obra educativa de amor y generosidad, siguiendo el ejemplo desu esclarecida madre. Parece que esa vocacin pedaggica y orienta-dora vena de sus antepasados. En efecto, sus abuelos fueron NoelHenrquez, escritor, poeta y pianista, y Nicols Urea de Mendoza,abogado, maestro y poeta.

    Esa vocacin, naturalmente, hall su expresin en Salom, la ma-dre de Pedro, que cre la Escuela de Seoritas, primera institucineducativa que dio albergue en Santo Domingo a la educacin de lamujer. Adems de su madre y de Hostos, tuvo a Emilio Prud'hommecomo profesor, un poeta importante de su tiempo y un patriota a cu-yo estro se deben las letras del Himno Nacional dominicano. De mo-do que la dominicanidad de don Pedro siempre se mantuvo fiel a susorgenes, a pesar de que muy temprano, contando apenas con dieci-siete aos y a raz de la muerte de su madre, abandon el suelo natalen busca de un mejor destino para su vocacin de escritor.

  • XVIII BRUNO ROSARIO CANDELIER

    LA DIMENSIN AMERICANISTA DE UNA VOCACIN

    Despus de su estada en Nueva York y La Habana, se radica porbastante tiempo en Mxico, donde tuvo la fortuna de conocer a IsabelLombardo Toledano, a travs de la amistad que le ligaba a su herma-no Vicente, con quien comparta intereses ideolgicos y culturales enla generacin literaria que los unific en la ciudad de Mxico. Pedrocas con esa distinguida dama el 23 de mayo de 1923, en cuya bodaparticip el famoso guitarrista espaol Andrs Segovia, con algunasde sus celebradas composiciones.

    Por la misma razn que emigr de Santo Domingo, sali de M-xico y se traslad con su familia a la Argentina, donde ech profun-das races espirituales, afectivas e intelectuales. Grandes amigos su-yos fueron en la ciudad portea de Buenos Aires, Jorge Luis Borges,Ernesto Sbato, Silvina y Victoria Ocampo, Adolfo Bioy Casares yotros intelectuales y escritores que vean al fillogo dominicano comosu maestro, como su gua, como su orientador literario.

    Como erudito e investigador consagrado, don Pedro posea unacultura enciclopdica sin parangn y un don pedaggico innato. Eradesinteresado con sus conocimientos, segn han revelado todos susdiscpulos, y era abierto, sensible y generoso con todo lo que concer-na al ser humano. Toda su formacin la puso al servicio de la cultu-ra hispanoamericana, hollando, descubriendo e interpretando facetasentraables del ser americano, desde sus manifestaciones lingsti-cas, histricas, filosficas y literarias.

    En su bsqueda de la expresin americana, que cultiv con parti-cular empeo y devocin, hace filologa estilstica, ya que buscaba laexpresin genuina y autntica de la Amrica hispnica, es decir, laforma singular y caracterizadora de los pueblos hispanohablantes, atravs de los textos de sus grandes creadores.

    Su vocacin filolgica qued plasmada en varios volmenes quehan continuado su proyeccin docente a travs del tiempo y el espa-cio, de manera que su obra literaria, crtica y ensaystica, ha amplia-do el nmero de escritores y fillogos formados bajo su inspiracinen todo el mundo hispnico, donde se le reconoce como a uno de losgrandes crticos literarios de la lengua espaola.

    El reconocido fillogo es el dominicano ms citado dentro y fue-ra de su patria, pues toda su obra ha concitado una admiracin univer-sal por la validez de sus planteamientos clarificadores. Con l nace enSanto Domingo la crtica literaria con altura acadmica, al fundar latendencia filolgica, con interpretaciones que le consagraron como unfillogo eminente.

    Algunos de sus discpulos pregonan con orgullo haber recibidodocencia de ese "Maestro de Amrica", como muchos le han llamado.

  • ESlUOlOS LITERARIOS DE PEDRO HENRQUEZ UREA XIX

    A Pedro Henrfquez Urea se debe, en efecto, la base orientadora deun pensamiento crtico que se extiende por toda la Amrica hispana.Esa base orientadora tena su fundamento en el estudio de la lengua,como matriz del pensamiento y la expresin. Sus trabajos de crtica einterpretacin profundizaron en el conocimiento cientfico de la len-gua y en todas sus posibilidades expresivas.

    El Fondo de Cultura Econmica, que es una editorial mexicana,ha publicado la obra crtica de Pedro Henrfquez Urea, y lo hizo enhomenaje al escritor dominicano, que cultiv una larga y fructferaamistad con los intelectuales mexicanos que integraran luego el Ate-neo de Mxico en las dos primeras dcadas del siglo XX, entre loscuales figuraban Jos Vasconcelos, ensayista y pensador; Alfonso Re-yes, ensayista y crtico literario, y con quien trab la ms entraableamistad a lo largo de su vida; adems, Antonio Caso, Martn LuisGuzmn, Vicente Lombardo Toledano y otros importantes intelectua-les que formaran la generacin intelectual de 1910, que abonara elterreno para la revolucin mexicana.

    De su matrimonio con Isabel Lombardo Toledano nacieron sushijas Natacha, en Mxico y Sonia en Buenos Aires. Ambas se edu-caron en la Argentina, porque don Pedro termin radicndose en esepas suramericano, donde desarroll su mejor obra de educador y fi-llogo. Precisamente, en visita que hiciera a Santo Domingo uno desus discpulos argentinos, el historiador y crtico literario Enrique An-derson Imbert, dijo de su maestro lo siguiente:

    ...don Pedro era un gran fillogo, un humanista que obligabalas disciplinas del pensamiento. Es verdad que don Pedro es-taba rodeado de scholars: Raimundo y Mara Rosa Lida,(ngel) Rosemblat, yo y muchos ms; pero haba otros escri-tores que se dedicaban a las letras a quienes el maestro orien-taba y les educaba el gusto!.

    Justamente, una prueba de esa vocacin profesoral, que inducaal destacado dominicano a orientar y disciplinar, nos la aporta JuanBosch, que recibi orientaciones precisas y certeras del propio PedroHenrfquez Urea y que ha dado testimonio de esa orientacin en es-te fragmento de una carta que transcribo a continuacin:

    (...) en otra (carta) me deca que no dejara de escribir, que le-yera a los grandes cuentistas: fue l quien me recomend enesa carta la lectura de Maupassant, de Kipling y de Quiroga.A m me impresionaba que un maestro de su categora se to-rnara el trabajo de dirigirme a tanta distancia en una actividadcomo la literatura y en la especialidad del cuento, que para

    1 Manuel Rueda, "Don Enrique Anderson Imbert en Santo Domingo", en Isla Abierta, Suplemen-to Cultural de Hoy, Santo Domingo, edicin del 25 de Octubre de 1986, p. 2.

  • xx BRUNO ROSARIO CANDELIER

    esos aos no poda desarrollarse de manera cabal en una so-ciedad tan elemental como la nuestra2

    En esa "Evocacin de Pedro Henriquez Urea", que escribieraJuan Bosch con motivo de la celebracin del primer centenario del na-cimiento del distinguido compatriota, nos presenta una caracterizacindel fillogo y especficamente, nos habla de su dulzura como "lo mscaracterstico de la apariencia fsica de ese dominicano extraordinario",segn lo recuerda el cuentista dominicano. Sus palabras son estas:

    Ahora, mientras escribo estas pginas evoco la imagen delpersonaje a quien ellas se refieren y lo veo ante m con loque era a mi juicio el aspecto ms caracterstico de su per-sonalidad: la expresin de dulzura que emanaba de l en to-dos sus movimientos, lo mismo cuando levantaba ligera-mente el codo para llevarse a la boca la tacita de caf, quecuando se pona de pie y daba la mano para despedirse delos que le rodeaban3.

    Pues bien, esa expresin de dulzura no poda ser sino la conse-cuencia de su vocacin altruista y humanizante, de la actitud solida-ria y generosa de un hombre sensible y abierto, que se consagr encuerpo y alma al servicio de los dems en el campo de la cultura, por-que don Pedro senta una apelacin profunda y entraable que lo lla-maba a poner su talento y sus conocimientos a favor de los dems.Por eso ejerca con amoroso empeo la docencia y se entregaba a suprjimo en plan de ayuda y orientacin de una manera realmente de-sinteresada. En l lata, como en todo hombre generoso y solidariocon la situacin de su poca, y de su gente, un ansia y una angustiapor las necesidades ajenas que trascenda el plano individual y lo lle-vaba a pensar en grande, en toda Latinoamrica.

    Fue Pedro Henriquez Urea un intelectual progresista, un educa-dor comprometido, un visionario de un nuevo orden para la MagnaPatria, como le llamaba a las diversas naciones latinoamericanas ypor las cuales senta arder su vocacin patritica, su vocacin de es-critor y educador y su vocacin de pensador latinoamericano. Esasideas y actitudes se proyectan en sus estudios literarios, y desde lue-go, en los autores que merecieron su atencin crtica.

    A Pedro Henrquez Urea le dola la dependencia en que fueroncayendo los pueblos latinoamericanos:

    Al llegar al siglo XX, la situacin se define, pero no mejora:los pueblos dbiles, que son los ms en Amrica, han ido ca-

    2 Juan Bosch, "Evocacin de Pedro Henrquez Urea", en Textos culturales y literarios, Santo Do-mingo, Alfa y Omega, 1988, pp. 111-2.

    3 Juan Bosch, Textos culturales y literarios, p. 37.

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEDRO HENRQUEZ UREA

    yendo poco a poco en las redes del imperialismo septentrio-nal, unas veces slo en la red econmica, otras en doble redeconmica y poltica; los dems, aunque no escapan del todoal meftico influjo del Norte, desarrollan su propia vida, enocasiones, como ocurre en Argentina, con esplendor materialno exento de la gracia de la cultura. Pero, en los unos comoen los otros, la vida nacional se desenvuelve fuera de toda di-reccin inteligente. Por falta de ella no se atina a dar orienta-cin superior a la existencia prspera"'.

    XXI

    Consecuente con esa postura, Henrquez Urea, que, como diji-mos, lleg a recibir la impronta educativa del gran educador EugenioMara de Hostos, ejerci una labor con la altura y la profundidad deleducador antillano, realizando un fecundo magisterio, consagrado apromover los ms autnticos valores latinoamericanistas, entre loscuales estaban el sentido crtico, el fundamento moral, la disciplinacvica, el cultivo de las humanidades, el desarrollo cultural y una or-ganizacin social fundada en la justicia, la verdad y la solidaridad.

    Partidario ferviente de la justicia social, a pesar de estar consagra-do a la creacin y la difusin de la cultura, entenda que el ideal de jus-ticia era superior al ideal de cultura. Rechazaba, en consecuencia, latendencia acadeInicista, evasiva, elitizante, en funcin de su creencia dela superioridad del "hombre apasionado por la justicia" respecto alhombre que aspira a su propia perfeccin, ya ttulo siempre de un idealde convivencia humana, segn se expresa en "Patria de la justicia":

    ...si la magna patria ha de unirse, deber unirse para la justi-cia, para sentar la organizacin de la sociedad sobre basesnuevas, que alejen del hombre la continua zozobra del ham-bre a que lo condena su supuesta libertad y la estril impoten-cia de su nueva esclavitud, angustiosa como nunca lo fue laantigua, porque abarca a muchos ms seres y a todos los en-vuelve en la sombra del porvenir irremediable.El ideal de justicia est antes que el ideal de cultura; es supe-rior el hombre apasionado de justicia al que slo aspira a supropia perfeccin intelectual. Al diletantismo egosta, aunquese ampare bajo los nombres de Leonardo o de Goethe, opon-gamos el nombre de Platn, nuestro primer maestro de uto-pa, el que entreg al fuego todas sus invenciones de poetapara predicar la verdad y la justicia en nombre de Scrates,cuya muerte le revel la terrible imperfeccin de la sociedaden que vivaS.

    Henrquez Urea senta que estaba inmerso en el ideal, y que lapropia Amrica no era sino fuente de las fecundas utopas, desde lacreacin de los Estados Unidos de Amrica, la primera realizada en

    4 Pedro Henrquez Urea, "Patria de la justicia", en Obra critica, Mxico, FCE, 1960, p. 169., Idem al anterior.

  • XXII BRUNO ROSARIO CANDELIER

    tierras americanas, aunque ese ideal se malogr por morbo de la ava-ricia material sin medida. La unidad americana, por la que abogaba ysofiaba, formaba parte de su ideario intelectual, pues como afirmabaen "La utopa de Amrica" no es una ilusin esa construccin de laimaginacin "sino el creer que los ideales se realizan sobre la tierrasin esfuerzo y sacrificio".

    Efectivamente, Pedro Henrquez Urefia luchaba por la superacinde las condiciones que hacan posible tanta ignorancia y tanta injus-ticia en nuestro continente, y l fue uno de los prohombres intelectua-les, como Jos Mart, como Eugenio Mara de Hostos, como Jos En-rique Rod, que se convirtieron en lderes espirituales del continenteamericano, que procuraban la formacin de una nueva sociedad sin laprepotencia caudillista, sin el atraso rampante, sin la miseria avasalla-dora, sin el subdesarrollo de la mente y el espritu, en fin, sin la de-pendencia humillante.

    Apstol de la palabra y el ejemplo, del pensamiento y la culturaartstica e intelectual, Henrquez Urefia prefera la claridad del pen-samiento al oropel de la expresin sonora y rimbombante. Era, antetodo, un educador y un humanista. Sus estudios y ensayos reflejancapacidad analtica, organizacin conceptual y lgica, riqueza inter-pretativa con mesura expresiva. De l escribi Alfonso Reyes, queera su gran amigo mexicano:

    Que Pedro Henrquez Urea siempre me haya parecido unareencarnacin de Scrates lo he dicho mil veces: por su sin-gular apariencia, por ajeno a las convenciones sociales, porprobo y fuerte y sabio, por vido de anlisis y goloso de co-nocer y entender al prjimo, por sediento de educar y educar-se, por la valenta y sinceridad de su trato que rayaban en laimpertinencia. Su conversacin era una mayutica constante:sacaba el alma fuera a sus interlocutores y desagradaba a losnecios. Lo enfrentaba a uno con uno mism06

    La vida de Pedro Henrquez Urefia fue intensa, productiva, fruc-tfera. Ensefi enSanto Domingo, Cuba, Mxico, Chile, Estados Uni-dos y Argentina. Donde ms tiempo ejerci la docencia fue en Argen-tina; all se haba radicado con su familia y una tarde, camino de laciudad portefia a La Plata, en ruta hacia la universidad de esa presti-giosa localidad, hall la muerte en el tren que le llevara en su rutinahabitual en pos de la orientacin y la docencia.

    Su vida luminosa, compartida, apostlica, la haba previsto enversos memorables su propia madre en "Mi Pedro" que comenta sucompatriota Emilio Rodrguez Demorizi:

    , Alfonso Reyes, "Encuentro con Pedro Henrquez Urea", publicado en lA Gaceta, Mxico, D.F., noviembre de 1954.

  • ESTIJDIOS LITERARIOS DE PEoRO HENRQUEZ UREA

    Dentro de esa 6rbita de la poesa maternal se mueve imper-turbable la vida luminosa de Pedro Henrquez Urea. como sil se empeara en ser fiel a su destino: a la noble aspiraci6nde que fuera cabal hombre de estudio, amante de su patria7

    XXIII

    Esta nueva edicin de las obras completas de este prcer de la cr-tica en el mundo, en las cuales se revela su ideal literario, el dominiodel lenguaje, la virtud de la expresin rigurosa, el don del razona-miento preciso y conceptuoso. Y especialmente la erudicin puesta alservicio de la vocacin pedaggica de un hombre de letras, el sentidocrtico de un hombre consagrado a la vocacin intelectual, y sobre to-do, la apelacin filolgica de un abanderado de la justicia, la bellezay la verdad.

    LAS LNEAS MAESTRAS EN SUS ESTUDIOS LITERARIOS

    Despus de estudiar y ponderar la obra crtica de Pedro Henr-quez Urea, he podido inferir las lneas maestras de sus estudios lite-rarios, que sealo a continuacin:

    1. Valoracin de la intuicin y la sensibilidad como dones funda-mentales para la creacin y la interpretacin de las artes y las le-tras, como se puede ilustrar con el siguiente pasaje de su artculotitulado "De poesa":

    Del conjunto se desprende que el agente menos activo en lalrica castellana es el sentimiento o "sensibilidad", y esta esuna verdad aceptada por todos los mejores crticos espaoles,aunque todava por ninguno de ellos tratada "in extenso". Sa-bido es que en el rico caudal literario de los Siglos de Oro deEspaa, por excepci6n se encuentran versos verdaderamentesentidos, como los de Garcilaso, y que despus de esa poca,tampoco se encuentra en el pas poeta lrico "sensible" hastael presente siglo al cual pertenecen Espronceda y Bcquer... ,para subrayar luego la fuerza de la sensibilidad en la lricaamericana.

    2. Exigencia de la calidad para reconocer la vala de una obra lite-raria, criterio que nuestro estudioso dio a conocer en su comenta-rio a Galaripsos, de Gast6n Fernando Deligne:

    7 Emilio Rodrguez Demorizi, "Dominicanidad de Pedro Henrquez Urea", en listn Diario,Santo Domingo, edici6n del 10 de mayo de 1981, p. 4.

  • XXIV BRUNO ROSARIO CANDELIER

    Creo en la realidad de la poesa perfecta. Bien s que se esti-la, presumiendo apoyarse en la autoridad de telogos y filso-fos, negar la perfeccin en el orden humano, convirtindola enatributo divino o relegndola a la categora de ideal metafsi-co; por ms que, de hecho, Toms de Aquino la define comorealizacin completa en acto de cualquier principio potencial,segn el antiguo concepto aristotlico, y sumo grado de exce-lencia en cosas humanas, cuyo arquetipo universal es la divi-nidad, yen nuestros das, aun cuando se haya sublimado la no-cin, se la estima fin asequible dentro de la fe hegeliana en eladvenimiento de la idea absoluta y, en menor escala, dentro dela hiptesis del progreso indefmido, que el racionalismo delsiglo XVID leg al positivismo del XIX.

    Pasa nuestro autor a explicar que l reclama, en la creacin po-tica, la excelencia en la expresin que convierte forma e idea en ele-mentos nicos de una armona necesaria.

    3. Ponderacin de la lengua y su sistema expresivo como los instru-mentos adecuados para la plasmacin de la creacin literaria, co-mo lo afIrma en su estudio sobre "Tradicin e innovacin en Lo-pe de Vega":

    Pero la palabra no slo le sirve para eso: le sirve, ante todo,para construir una arquitectura sonora. Para el pblico de lossiglos XVI y XVIT, debe haber en la palabra escuchada hala-gos de tipo musical. Bajo este influjo nace el drama moderno.La pera, como sera de esperar, nace poco despus. Lope al-canza a escribir en su vejez los versos de la primera pera es-paola, "La selva sin amor"; Caldern le sigue, aos despus,con "La prpura de la rosa".

    4. Reconocimiento de la originalidad como garanta del aporte ge-nuino de los creadores autnticos, como se puede apreciar en suestudio sobre "Jos M. Gabriel y Galn", a quien presenta comouna personalidad original y vigorosa:

    Voy a hablaros de un poeta castellano, tpicamente castella-no, que vivi, en la vida y para el arte, dentro de la castiza tra-dicin espaola y la castiza sencillez de los hondos senti-mientos primarios. Jos Mara Gabriel y Galn, nacido lejosde las populosas colmenas urbanas, educado en la filosofa depaz de los viejos poetas de su patria, y hecho a la sana laborde los campos, al contacto de la naturaleza, del alma de la tie-rra, ha dado en la poesa de nuestra poca la nota clsica y lanota rstica, espontneas ambas y genuinas.

    5. Conciencia y exaltacin del sentido potico expresado en la esen-cia y el valor de lo artstico:

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEDRO HENRQUEZ UREA

    En las letras, desde el siglo XVI, hay una corriente de crea-cin autntica dentro de la produccin copiosa: en el incaGarcilaso, gran pintor de las tierras del Per y de su civiliza-cin, que los escpticos creyeron invencin novelesca, narra-dor gravemente pattico de la conquista y de las discordiasentre los conquistadores; en Juan Ruiz de Alarcn, el esteti-cista del teatro espaol, disidente fundador de la comediamoral en medio del lozano mundo de pura poesa dramticade Lope de Vega y Tirso de Molina; en Bernardo de Valbue-na, poeta de luz y de pompa, que a los tipos de literatura ba-rroca de nuestro idioma aade uno nuevo y deslumbrante, elbarroco de Amrica; sor Juana Ins de la Cruz, alma indoma-ble, insaciable en el saber y en la virtud activa, cuya calidadextraa se nos revela en unos cuantos rasgos de poesa y ensu carta autobiogrfica.

    xxv

    6. Pasin del ideal cifrado en el cultivo de las humanidades a favordel crecimiento del espritu mediante el desarrollo intelectual yesttico:

    En el instante que atravesamos, Grecia ha entrado en penum-bra: no sabemos si para eclipse pasajero o para sombra defi-nitiva. Excepciones ilustres (Santayana, Paul Valry) las hay,y son raras. Pero en los tiempos en que descubramos el mun-do Alfonso Reyes y sus amigos, Grecia estaba en su apogeo:Nunca brill menor! Enterrada la Grecia de todos los clasi-cismos, hasta la de los pamasianos, haba surgido otra, la H-lade agonista, la Grecia que combata y se esforzaba buscan-do la serenidad que nunca posey, inventando utopas, dandorealidad en las obras del espritu al sueo de perfeccin queen su embrionaria vida resultaba imposible.

    7. Exaltacin del rol de la palabra y la escritura y la misin de losescritores para contribuir al cultivo de los valores y la edificacinde la conciencia:

    El escritor ha sido en nuestra Amrica, en general, portavoz delhombre que hace otras cosas: cuando no ha sido el hombrede fortuna, o de situacin modesta pero firme, que dedica susocios a las letras, ha sido el hombre de accin -estadista oapstol- que usa de la literatura como uno de los medios dedar realidad a sus ideales. Por eso el escritor ha sido en Am-rica maestro, creador de corrientes de opinin, fundador deinstituciones, miembro de gobiernos, presidente de Repbli-cas, libertador de pueblos. Nuestro escritor se ha llamado Be-llo, Bilbao, Montalvo, Hostos, Varona, Sierra, Rod, Nez,Caro, Avellaneda, Mitre Sarmiento, Mart.

    8. Uso de la palabra y los estudios que escriba para edificar y orien-tar con un alto sentido puro y noble:

  • XXVI BRUNO ROSARIO CANDELIER

    Como los artistas que, dominadores de la tcnica de su arte,la revolucionan porque les resulta estrecha para sus nuevasconcepciones, Mart realiz la reforma del estilo armado consu conocimiento profundo de la lengua y de los clsicos. Suestilo no ofrece semejanzas con el estacionario de la mayorade sus contemporneos de Espaa: en ocasiones tiene la in-tensidad emocional de Teresa de Jess, el mesurado y suges-tivo donaire de Gracin, la maestra no forzada de los Siglosde Oro, siglos en que el castellano, evolucionando en armo-na con las tendencias coetneas, reflejaba mejor que hoy elespritu y la vida de la raza.

    9. Ponderacin de las condiciones de los escritores de vala, exentode intereses subalternos o de apetencias mezquinas o deleznables,porque posea un corazn puro, noble y generoso:

    El ms puro hombre de letras es Manuel de Jess Galvn(1834-1910), autor de la gran novela histrica Enriquillo, es-crita en prosa castiza, pulcra, de ritmo lento y solemne; ci-ndose unas veces a los hechos, otras innovando, da en am-plio desarrollo el cuadro de la poca de la conquista, desde lallegada de Ovando hasta la justa rebelin del ltimo caciquede la isla...

    10. Atencin a todas las manifestaciones literarias, las corrientes ytendencias, valorando siempre el aporte creativo, intelectual y es-ttico de nuestros artistas de la palabra:

    Hizo -hicimos- largas excursiones a travs de la lengua y laliteratura espaolas. Las excursiones tenan la excitacin pe-ligrosa de las caceras prohibidas; en Amrica la interpreta-cin de toda tradicin espaola estaba bajo la vigilancia deespritus acadmicos, apostados en su siglo xvm (reglas, g-neros, escuelas), y la juventud hua de la Espaa antigua cre-yendo intil el intento de revisar valores o significados.

    EL VALOR DE WS ESTUDIOS LITERARIOS

    En verdad, Pedro Henrquez Urea escriba para edificar. Su for-macin literaria, su talante orientador, su inteligencia al servicio de lacreacin se revela en sus escritos literarios, y cuando tiene que adver-tir una imprecisin semntica o una posicin incorrecta, lo hace conel tono ilustrador del que busca ensear sin humillar, como se apreciaen diferentes estudios, como el dedicado al Enriquillo, de Manuel deJess Galvn, o a Galaripsos, de Gastn Fernando Deligne.

    Su exigencia sobre la creacin potica, a la que reclama las mselevadas cuotas de calidad y perfeccin, forma parte de su ideario

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEDRO HENRQUEZ UREA XXVII

    potico, condicin indispensable para nuestro estudioso y pensadorponderar la creacin de un creador de poemas.

    Estudia nuestro autor la obra potica de Gastn F. Deligne, unode los grandes creadores de poesa de nuestro pas, durante el sigloXIX. En una ponencia que present en el Coloquio convocado por laAcademia Dominicana de la Lengua para estudiar el aporte expresi-vo de Gastn Deligne al sistema potico dominicano, apreci la sig-nificacin de San Pedro de Macors como cantera de creadores cuyatradicin potica contribuye a fundamentar el propio Deligne con suatencin al dato local, al sentimiento de lo nacional expresado en lodominicano.

    Con motivo de ese coloquio, dije en aquella ocasin que San Pe-dro de Macors era un polo literario en la Repblica Dominicana, ycomo tal se haba caracterizado por impulsar a travs de la poesa lacaptacin y la expresin de lo nacional. De hecho, a Deligne hay queverlo como el autor de poemas que perfilan el alma dominicana des-de la creacin de poemas entraables. Y por esa razn el propio Pe-dro Henrquez Urea lo aclama como poeta nacional. Dice nuestroescritor en su estudio sobre Gastn Fernando Deligne:

    No es "el poeta nacional", se deca de Gastn Fernando De-ligne, tiempo atrs, en Santo Domingo. Se presuna, acaso,que llegara aserio? Cuando la Repblica naci, fluctuandoentre fantsticas vacilaciones, la poesa nacional era el aps-trofe articulado apenas de los himnos libertarios; cuando lanacin adquiri la conciencia de su realidad, tras el sacudi-miento de 1873, la poesa nacional fue la voz de esperanzas,el canto animador de la profetisa. Hoy, cuando la despticacircunstancia -Nmesis implacable- obliga (no! deberaobligar) a los dominicanos a afrontar sin engaos el proble-ma social y poltico del pas, el poeta nacional es -represen-tativo de singular especie, pues dirase que encama una con-ciencia colectiva no existente- el gnmico escptico, certerode mirada, preciso y mordente en la expresin, audaz en lospropsitos, irnico y a la vez compasivo en los juicios, ni ha-lageamente prometedor ni tampoco injustamente descon-fiado: es Deligne!.

    Abogaba Pedro Henrquez Urea por la perfeccin de la formaen la creacin potica, sabiendo, como efectivamente saba, que en laforma est la esencia de la creacin potica, y ese ideal, el de la per-feccin formal, a su juicio es el que mueve a los grandes creadores abuscar la obra ejemplar y duradera, y al crtico literario le correspon-de exigir la calidad y el rigor en la expresin, comenzando por el usoapropiado de la lengua, la aplicacin de las normas gramaticales y es-tilsticas, el dominio de la sintaxis y la elegancia en la prosa, la hon-dura conceptual y la belleza expresiva. As lo afirma nuestro escritoren este encomiable planteamiento de su ideario crtico formulado en

  • XXVIII BRUNO ROSARIO CANDELIER

    el estudio sobre la poesa de Gastn Deligne en donde sostiene quecree "en la realidad de la poesa perfecta".

    En lo concerniente a nuestros escritores, Henrquez Urea pon-der de manera ferviente y entusiasta a Salom Urea, pero debo ad-vertir que esa valoracin no obedece a devocin filial sino a una au-tntica estimacin de su calidad potica. Igualmente, ponder la obranovelstica de Federico Garca Godoy, como lo hizo con la obra po-tica de Gastn Deligne, en atencin a la vocacin patritica de estosprceres escritores.

    Para Salom Urea, su ilustre progenitora y no menos ilustrecreadora de poesa y gestadora de una fecunda enseanza normalista,la preocupacin patritica se sobrepuso a toda otra apelacin de suespritu excelso, y se vali de la literatura, como dice nuestro escritor,para hacer llegar su prdica patritica a la conciencia nacional.

    y del escritor vegano pondera el hecho de convertirse en uno delos directores morales del pas, alentando la fe para superar sus des-venturas anonadantes, irradiando confianza y optimismo a favor deuna lucha en la que sus mejores armas eran el espritu entusiasta y lapalabra creadora.

    Resalta nuestro autor la importancia de la sensibilidad en la crea-cin literaria. La sensibilidad es determinante en la gestacin de unaobra artstica o literaria. Tenemos un punto de contacto con el Univer-so y ese punto de contacto se funda en la sensibilidad, con sus senti-dos fsicos y metafsicos, que hacen posible la captacin y la com-prensin de la realidad en sus mltiples manifestaciones sensorialesy espirituales. Para nuestro analista la sensibilidad es el agente poti-co capaz de generar el torrente de creacin que el autor plasma en suobra, conforme plantea en su ya citado estudio titulado "De poesa":

    Del conjunto se desprende que el agente menos activo en lalrica castellana es el sentimiento o sensibilidad y esta es unaverdad aceptada por todos los mejores crticos espaoles,aunque todava por ninguno de ellos tratada "in extenso".

    Por otro lado, alude nuestro investigador literario al influjo espiri-tual de Leonor M. Feltz, en cuya residencia de la capital dominicana,durante la adolescencia de nuestro crtico literario, recibi estmulos yorientaciones para el desarrollo de su formacin intelectual y esttica,segn comenta en la revelacin que da a conocer en su estudio titula-do "Das alcineos".

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEoRO HENRQUEZ UREA

    EL APORTE CRTICO DEL INTELECTUAL DOMINICANO

    XXIX

    Tuvo Pedro Henrquez Urea el instinto crtico, la capacidad ana-ltica y la vocacin intelectual para aquilatar el aporte creativo y es-ttico de los ms importantes escritores del pasado y de su propiotiempo, lo mismo de los escritores del Siglo de Oro de las letras es-paolas, que los autores contemporneos de nuestra Amrica.

    De Rubn Daro, por ejemplo, uno de los grandes innovadores delsistema expresivo de la creacin potica en lengua espaola, subrayel hecho de que supo articular tradicin y renovacin, ampliando y po-tenciando la expresin americana y enriqueciendo el genio de nuestralengua. De acuerdo con nuestro investigador cada gran manifestacinartstica crea su propia forma, ya que est hecha para expresar bellezacon armona del pensamiento, msica del sentir y creacin de la ima-ginacin. En su estudio acerca del poeta nicaragense, escribi:

    Con el cincel del estilo modela Darlo el tosco mrmol de laversificacin, y crea la estatua, ya deidad olmpica, ya minia-tura alada, plstica y rtmica como las cosas vivas. El modode expresin de su temperamento hiperartstico pareci en untiempo flor extica, porque el genio de la lengua -en aparien-cia esquivo a su necesaria evolucin- tenda a cristalizar enlneas severas y fijas. Y sin embargo, la suma sapiencia, la do-nosa ingenuidad, la flexible sutileza de este estilo siempreclaro y brillante, tienen su origen tanto en el estudio del artems espiritualmente bello de Grecia y del Lacio, de Francia yde Italia, como en el dominio de los secretos y recursos delcastellano. Despus de dos siglos de poesa que, cuando qui-so ser delicada, fue muchas veces hueca, se olvidaba aquellafacilidad dificultosa, tan sencilla como sabia, de la antiguagracia potica en la expresin sentimental o filosfica, en elbrillo del ingenio humorstico o en la fantasa descriptiva, queencanta desde Jorge Mamique y el Marqus de Santillana,deleitosamente espontneos, hasta Caldern y Gngora, losfecundos imaginficos.

    Tambin los crticos literarios merecieron su atencin y su valo-racin. Enjuicia la crtica literaria de Marcelino Menndez y Pelayoy lo ubica, por el rigor de su ciencia, el vigor de su espritu y la mag-nitud de su obra, entre los grandes crticos de la humanidad, afrrman-do que el crtico espaol entreg al porvenir la obra ms extensa yms variada. Lo iguala en calidad a la de los grandes maestros de laliteratura universal -entre ellos Aristteles, Coleridge, Sainte-Beuveo Matthew Arnold- y en extensin y amplitud los supera a todos.

    Los estudios literarios de Pedro Henrquez Urea revelan la natu-raleza de su sensibilidad abierta, honda, emptica, fecunda y cauda-losa. Por su apertura intelectual, esttica y espiritual y su talante fres-

  • xxx BRUNO ROSARIO CANDELIER

    cO y libre, poda sintonizar con la dimensin sociocultural de la lite-ratura o la dimensin espiritual de sus connotaciones profundas, y dehecho as lo revelan sus estudios crticos y sus valoraciones literarias.

    En su estudio sobre la poesa de Enrique Gonzlez Martnez en-foca la ruta espiritual de este singular poeta suramericano, no slo pa-ra subrayar la riqueza de imgenes que distingua su creacin sino pa-ra enfatizar su filosofa de la vida universal, su aliento pantesta y elcamino de desarrollo interior que abri con su creacin potica. Alrespecto seal en el estudio consagrado a dicho poeta:

    Interesantsima, para la historia espiritual de nuestro tiempo,en la Amrica espaola, es la formacin de la corriente po-tica a que pertenecen los versos de Enrique Gonzlez Mart-nez. Esta poesa de conceptos trascendentales y de emocionessutiles es la ltima transformacin del romanticismo: no slodel romanticismo interior, que es de todo tiempo, sino tam-bin del romanticismo en cuanto forma histrica.

    Sabe Pedro Henrquez Urea compenetrarse con el talante sensi-tivo y espiritual de los escritores que concitan su atencin y tiene lacapacidad para calar su acento peculiar, su tono distintivo, sus atribu-tos singulares al enfocar el aporte al desarrollo de la creatividad

    Actualizado y fecundo, generoso y abierto, tiene el escritor do-minicano el instinto crtico para valorar los aciertos y los desaciertosde una obra y aquilatar la grandeza o el genio de un escritor. Con suerudicin pertinente, el mtodo adecuado y el rigor expositivo, cote-ja la relacin de influjos, infiere los datos pertinentes y capta el va-lor trascendente.

    Prevalido del lenguaje y la intuicin, la memoria y la pasin,nuestro acucioso analista atrapa el sentido profundo, recorre sus nive-les expresivos, desde la ancdota y la historia hasta el smbolo y lasconnotaciones sicolgicas y filosficas, pasando por la tcnica y elestilo, los recursos y figuraciones con el dominio cabal del profesio-nal de las letras y al mismo tiempo, con el sentido adecuado de susobservaciones y reflexiones.

    La obra crtica de nuestro eminente cultor de la palabra no sloenaltece el ejercicio crtico y la interpretacin textual que tan genero-samente realizara en su existencia luminosa y ejemplar, sino que consu trabajo literario enriquece y potencia el estudio de nuestra lengua,el cultivo de las letras y la significacin del aporte filolgico del es-critor dominicano que contribuy con su talento intelectual y su vo-cacin pedaggica a impulsar los estudios literarios en mltiples m-bitos de la lengua espaola a favor del ms alto desarrollo de la inte-ligencia y la sensibilidad espiritual y esttica.

  • ESTUDIOS LITERARIOS DE PEoRO HENRQUEZ UREA

    BIBLIOGRAFA DE PEDRO HENRQUEZ UREA

    XXXI

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    El espaol en Santo Domingo, Buenos Aires, 1940. Plenitud de Espaa, Buenos Aires, 1940. Gramtica castellana (en colaboracin con Amado Alonso), Buenos

    Aires, 1940.

    Historia de la cultura en la Amrica hispnica, Buenos Aires, 1945. Las corrientes literarias en la Amrica hispnica (1945). Obra critica, Mxico, FCE, 1960. Obras completas, Santo Domingo, UNPHU, 1974.

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    Jorge Luis Borges, "Prlogo" a Obra cntica, de Pedro HenrquezUrea, Mxico, FCE, 1960.

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  • XXXII BRUNO ROSARIO CANDELIER

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    Federico de Ons, Espaa en Amrica, San Juan, Puerto Rico,Universidad de Puerto Rico, 1968.

    E. Dez Echarri y J. M. Roca Franquesa, Historia general de litera-tura hispanoamericana y espaola, Madrid, Aguilar, 1968.

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    Max Henrquez Urea, Panorama histrico de la literatura domini-cana, Santo Domingo, Librera Dominicana, 1968.

    Juan Jacobo de Lara, Pedro Henrquez Urea, su vida y su obra,Santo Domingo, UNPHU, 1975.

    Soledad lvarez, La magna patria de Pedro Henrquez Urea,Santo Domingo, Ediciones Siboney, 1981.

    Mariano Lebrn Savi.n, Historia de la cultura dominicana,Santo Domingo, UNPHU, 1982, T. III.

    Digenes Cspedes, Seis ensayos sobre potica latinoamericana,Santo Domingo, Taller, 1983.

    Julio Jaime Julia, El libro jubilar de Pedro Henrquez Urea(Antologa), Santo Domingo, UNPHU, 1984.

    Jos Rafael Vargas, La integridad humanstica de Pedro HenrquezUrea, Santo Domingo, UASD, 1984 (Recopilacin de textos).

    Jos Rafael Vargas, El nacionalismo de Pedro Henrquez Urea,(Santo Domingo, UASD, 1984).

    Mariano Lebrn Savi.n, Historia de la cultura dominicana, SantoDomingo, UNPHU, 1985, T. III.

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    Santiago, PUCMM, 1991. Carlos Pifieyro liguez, Pasin por Amrica: Ensayos sobre Pedro

    Henrquez Urea, Santo Domingo, Editora Amigo del Hogar, 2001.

  • ESTUDIOSLITERARIOS

  • DE POESA

    (A propsito de una obra)

    Para Nuevas Pginas

    Nicols Heredia, autor cubano de indiscutible valer y fama, ha escri-to y publicado un libro dedicado a sealar la parte que en la poesacastellana desempea la sensibilidad, entendiendo por sensibilidad elsentimiento, la intimidad lrica, la personalidad subjetiva. La obra es,adems de una de las ms completas entre las escritas sobre la poesaespaola, la primera que estudia detenidamente el asunto, que a laverdad, se presta a muchas reflexiones.

    Del conjunto se desprende que el agente menos activo en la lri-ca castellana es el sentimiento o sensibilidad, y sta es una verdadaceptada por todos los mejores criticos espaoles, aunque todava porninguno de ellos tratada in extenso. Sabido es que, en el rico caudalliterario de los Siglos de Oro de Espaa, por excepcin se encuentranversos verdaderamente sentidos, como los de Garcilaso, y que des-pus de esta poca, tampoco se encuentra en el pas poeta lrico sen-sible hasta el presente siglo al cual pertenecen Espronceda y Bc-querl , -poetas los de mayor intensidad sentimental que hasta ahora haproducido la patria de Cervantes y Quevedo-, pero que sin embargono bastan a dar predominio al sentimiento en la lrica contempornea,puesto que los otros, como Zorrilla, Nez de Arce, Campoamor, msfecundos que ellos y por algunos respectos superiores, pocas vecestienden hacia lo sentimental.

    La inactividad de esta facultad, de este agente potico principal-simo, la explica Heredia, -

  • 4 PEDRO HENRQUFZ UREA

    Pero la obra de Heredia da margen a consideraciones que se sa-len del terreno en que l ha pisado, como la que sugiere el estudio delas relaciones que existen entre la poesa castellana peninsular y lapoesa hispanoamericana, que en este siglo ha florecido mucho y haaventajado a su maestra. Esta es empresa ardua, porque la poesaamericana es campo vasto y poco trillado que el que quiera recorrernecesita desbastar y limpiar por s propio.

    Empero, basta echar una ojeada sobre la literatura del NuevoMundo, y hasta sobre cualquier literatura nacional, como la nuestraque slo es una parte de la del continente, para comprobar la diferen-cia esencial que presentan los aspectos internos de la poesa en unosy otros pueblos, mientras que sus formas se parecen generalmente.

    En la lrica americana domina el sentimiento, delicado o ardien-te, la sensibilidad que es rara en la espaola; y tambin hace gran pa-pel el sentimiento de la naturaleza, escaso en los peninsulares. As, te-nemos poetas sentimentales y descriptivos de todos los matices. Elpoder imaginativo, la fantasa, acaso es tan grande en unos como enotros, pero en los americanos cuadra mejor casi siempre. Por ltimo,la poesa de ideas, filosfica, y la poesa poltica, que es en la que ma-yor grado de calor han desarrollado los espaoles, son los gneros enque menos ventajosamente compiten los americanos, sin que por esonos falten en ellos poetas verdaderamente notables.

    Pero otra virtud tiene la poesa americana que falta en la espafio-la y es el espritu de asimilacin, el cosmopolitismo, que, ahora sobretodo, domina en nuestras letras. Los espaoles tienden a permanecerdentro de su antiguo crculo, franquendose poco a la civilizacinmoderna, y al contrario, Amrica abre sus puertas a todo lo extranje-ro. Por eso en nuestro continente hay poetas, y de los primeros, quehan imitado sabiamente escuelas contemporneas que en Espaa ca-si no tienen adeptos.

    Todas esas divergencias, y otras muchas, se notan al comparar unaliteratura con otra. Pero el estudio detenido de esta materia es harto di-fcil y largo, y puede ocupar un libro tan extenso como el de Heredia,y an mayor. Labor es que an aguarda las fuerzas vigorosas de inte-ligencias americanas que la acometan con saber y paciencia.

    Noviembre 15 de 1900

  • VIRJINIA ELENA ORTEA

    Para La Cuna de Amrica

    Cada vez que muere uno de nuestros buenos escritores se piensa, msque en lo que ha hecho, en lo que hubiera podido hacer; porque siem-pre parece temprana la muerte que corta sus labores, rara vez fecun-das por razn de las condiciones de nuestro medio.

    Virjinia E. artea ha muerto cuando apenas llegaba a la edad enque el talento descoge alas seguras y contempla ms vastos horizon-tes. Emprendedora como pocas de nuestras mujeres, deseosa de do-minar todos los gneros, desde la poesa lrica hasta la comedia y lanovela, pareca que iba a consagrar su esfuerzo a la labor literaria, ylos que observaban su carrera tenan razn a esperar libros amables ypginas sentidas.

    Sin poseer cualidades excepcionales, Virjinia E. Ortea era una es-critora altamente simptica y realmente original. Sus produccionestodas llevan sello personal, y su estilo, ni robusto ni brillante, perosuelto, sencillo y lleno de gracia, tan lejano de las amplias y concep-tuosas formas clsicas como de las sutilezas del modernismo, no re-cuerda ninguna literatura, como no sea la de ciertos escritores regio-nales de la Amrica espaola.

    Sentimiento e imaginacin fueron las facultades ms brillantes deVirjinia E. artea. La sentimentalidad de su alma, delicadamente fe-menina, se derrama en versos lricos, a las veces becquerianos, y p-ginas en prosa, como la preciosa meseniana En la tumba del poeta, ysu imaginacin, viva y amena, produjo joyas como Los diamantes,cuento magistral, por el humorismo y por la invencin, que tiene sa-bor extico, sabor a cuento de Catulle Mends o de Rubn Daro.

    Pero Virjinia E. artea tuvo el mrito de ser, dgase con perdn delas otras damas, la nica que tuvo humor, y en realidad una de las po-cas personalidades de nuestra literatura que posea humor genuino.Porque el humor, que es algo ms caracterstico y ms intenso que elesprit, es raro entre nosotros.

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  • 6 PEDRO HENRQUEZ UREA

    La seforita Ortea demostr tenerlo sobre todo en sus frescas ysonrientes pginas del hogar, y quin sabe si sus novelas hubieran si-do dignas sucesoras, por su humorismo, de la incomparable Engraciay Antoita, llena del sabor de la tierruca.

    Toca a la cdtica esclarecer las limitaciones y las posibilidades delmalogrado talento de Virjinia; sus admiradores, en tanto, lamentamosla desaparicin de esa intelectualidad distinguida y amable, que sehaba hecho popular en nuestro propio indiferente pblico.

    New York, febrero de 1903La Cuna de Amrica

  • MERCEDES MOTA

    La ms joven de las escritoras dominicanas es una personalidad inte-resante y sugestiva que asombr desde temprano por la seriedad de sutalento y de su vida.

    Discpula de Demetria Betances, meritoria puertorriquea que vi-vi sus ltimos aos en nuestr pas, Mercedes Mota fue notable porsu precocidad y recibi el ttulo de Maestra Normal cuando apenasera adolescente.

    Desde entonces se ha consagrado a la enseanza, con su herma-na doa Antera Mora de Reyes, directora de la Escuela Normal deMujeres de Puerto Plata.

    Mientras tanto, ha escrito abundantemente para el pblico, yafantasas puramente literarias, ya artculos profundos sobre cuestio-nes sociales, artculos estos que despertaron la atencin de los juicio-sos y dieron nombre a su autora. Una de sus primeras produccionesfue su trabajo de orden ante la Sociedad Liceo de Puerto Plata, "Ori-gen e importancia de la filosofa".

    Nombrada en 1901 por el Gobierno de Santo Domingo represen-tante de la Repblica ante el Consejo Internacional de Mujeres en laExposicin de Bfalo, dio a conocer a la mujer dominicana historian-do su evolucin en un discurso que fue ledo en la sesin ms brillan-te, en la cual figuraron tres damas famosas: la ilustre presidente, Mrs.May Wright Sewell, la americana que ha merecido mayor nmero decondecoraciones; la clebre oradora orientalista Mme. Mountford, yla aristocrtica feminista canadiense Mrs. Adelaida Hoodless.

    En el magisterio, la Srta. Mota ha contribuido eficazmente a for-mar una generacin casi contempornea suya, de ilustradas jvenespuertoplateas.

    Tanto ella como la Sra. de Reyes mantienen en su discipulado vi-vo el entusiasmo por los ideales de patria, de progreso y de mujereducada.

    Como escritora, Mercedes ha producido pginas vigorosas, ani-madas por tendencias civilizadoras y llenas de hermosas doctrinas.

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  • 8 PEDRO HENRQUEZ UREA

    Soadora constante pero no inactiva, su pensamiento gira alrede-dor de dos ideales -la patria y la mujer- que ella quisiera ver engran-decidos, pero que en la realidad avanzan con desconsoladora lentitud.

    Cada artculo suyo, una arenga en favor de esos ideales; cada fra-se, un pensamiento progresista.

    La preocupacin de su generosa inteligencia con las cuestionessociales deba dejarle poco vagar para las bellas letras, pero la Srta.Mota sigue atentamente el curso de la literatura contempornea, y susescritos revelan notable cultura artstica, as como la delicada femini-lidad de su espritu.

    Por su talento robusto, por su infatigable empefio en el cultivo desu intelectualidad, por la seriedad y el patriotismo que informan sulabor de escritora y de maestra, Mercedes Mota brillar en Santo Do-mingo como el tipo de la futura mujer latinoamericana: dama en elhogar y en la sociedad, pensadora en la prensa, en la escuela, encualquier campo de accin a que la lleve el imperioso reclamo de lacivilizacin.

    New York, 1903Actualidades, Lima, 1904

  • DULCE MARA BORRERO

    La distinguida poetisa Dulce Mara Borrero de Lujn es de abolengoglorioso: hija del poeta Esteban Borrero Echeverra, hermana de Jua-nita, la Mara Barhkistseff americana, y educada en un hogar en don-de (cuenta la fama) todos reciben visitas de las musas.

    Dulce Mara es como la continuacin artstica de Juanita. Cultivalas letras y la pintura, como ella; y a su muerte, comenz a publicarsus versos. Sin embargo, ni en el estilo ni en el temperamento ofrecengran semejanza estas hermanas. Juanita era estupenda, enfermiza-mente idealista, y el aroma penetrante y raro de sus versos la denun-cia uno de esos artistas aurorales que, como Shelley, Keats, Chopin,"deben morir temprano". Su sentimentalidad est condensada enaquella ltima rima, que pide un beso sin fiebre, sin fuego y sin an-sias, rima de una exaltacin casi mstica.

    En cambio, Dulce Mara fue en sus principios menos brillante,pero lentamente su personalidad se ha desarrollado en equilibrio, yhoyes un talento casi maduro por lo serio y en pleno dominio de susfacultades con ser el ms joven de los poetas que figuraron en el re-ciente volumen de Arpas cubanas.

    La tendencia principal de su poesa parece ser filosfica, hacia unescepticismo sereno. Sepultus est puede servir de muestra.

    En otros gneros, su poesa adquiere gran expresin sentimental,como en Fue un beso, una de las ms delicadas vibraciones de la liracubana contempornea.

    Dulce Mara Borrero forma hoy con la pensadora Aurelia Casti-llo de Gonzlez, la vigorosa e inspirada Mercedes Matamoros y laprofunda y exquisita Nieves Xenes, el cuarteto de poetisas que honraa la patria de la Avellaneda: cuarteto superior, por el pensar y el sen-tir como por la versificacin, a cualquier otro grupo de poetisas quepudiera presentar en este momento otro pas hispanoamericano.

    Cuba LiterariaNoviembre 28 de 1904

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  • ,MARTI ESCRITOR*

    Para Jess Castellanos

    Los hombres de genio mltiple suelen ser recordados principalmen-te, por su labor en un solo orden de actividad: as Leonardo da Vinci,por sus cuadros, y Goethe, por sus obras literarias. Muerto ayer noms Jos Mart se recuerda en Cuba como guerrero, cuando fue, so-bre toda otra cosa, hombre de pensamiento. Hroe, consagrado est;el estudio de su personalidad demuestra que, ms que libertador de"patrias chicas" -segn la frase de ese atrabiliario que acaba de mo-rir, Navarro Ledesma-, Mart habra podido ser realizador de unaobra de alcance universal, y en realidad se haba propuesto un vastofin: contribuir al engrandecimiento del ideal democrtico y progresis-ta del mundo americano con la creacin de una confederacin antilla-na, de la cual era necesario preludio la independencia de Cuba.

    Como hombre, Mart ha sido descrito por Domingo Estrada -unhermoso espritu que comprendi la hermosura de aqul- y hace po-co que admirablemente definido por don Enrique Jos Varona con lafrase d'annunziana "era un vivificador". La gran fuerza de ese hom-bre era, repito, su pensamiento. Y a ese gran pensamiento correspon-da una expresin vigorosa y bella.

    Mart fue -aunque en Cuba lo sepan pocos- uno de los grandesescritores castellanos de su siglo. Fue un renovador del estilo, y coin-cidi en esto con otro gran americano, Juan Montalvo, a quien Vale-ra concede -"siquiera"- el primer puesto entre los prosistas de nues-tra lengua en la centuria pasada. Con ellos y con los poetas -Casal,Daro, Gutirrez Njera- se inicia el florecimiento del nuevo estiloque cultivan en Amrica prosistas slidos y brillantes como Rod,Berisso, Daz Rodrguez, Zumeta, Gil Fortuol, por desgracia poco co-nocidos en Cuba, de ese mismo estilo que hoy aparece por fin en Es-

    Reproducido en Mart en Santo Domingo. Homenaje de la Repblica Dominicana en elCentenario de Jos Mart, La Habana, Ed. de Emilio Rodrguez Demorizi, 1953.

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  • 12 PEDRO HENRQUEZ UREA

    paa en el grupo asombroso de Unamuno y Blasco Ibez, Valle-In-cln y Martnez Sierra, no del todo ajenos a la influencia americana.

    Como los artistas que, dominadores de la tcnica de su arte, la re-volucionan porque les resulta estrecha para sus nuevas concepciones,Mart realiz la reforma del estilo armado con un conocimiento pro-fundo de la lengua y de los clsicos. Su estilo no ofrece semejanzascon el estacionario de la mayora de sus contemporneos de Espaa:en ocasiones tiene la intensidad emocional de Teresa de Jess, el me-surado y sugestivo donaire de Gracin, la maestra no forzada de lossiglos de oro, siglos en que el castellano, evolucionando en armonacon las tendencias coetneas, reflejaba mejor que hoy el espritu y lavida de la raza. Pero el estilo de Mart quera ser y era moderno, "ac-tual", como el de los escritores modernos de los pases activos y fe-cundos en que el idioma evoluciona, como todo: expresin de la vidamltiple y complicada de la poca. Estilo sabio por la estructura, cla-ro en el concepto, original en las imgenes, infinitamente variado enla expresin y con todo y sobre todo, personal y "humano" y siemprerico de pensamiento.

    Pensador, Mart fue paladn vehemente de las ms avanzadasideas y cruzado de todas las redenciones sociales; psiclogo profun-do, que supo fijar los rasgos salientes de un espritu nacional tancomplejo como el de los Estados Unidos, y, sin embargo, optimistay entusiasta que saba sorprender lo hermoso y lo noble en todo sery todo pueblo; crtico de arte dotado de vasta erudicin y refinadosentido esttico.

    Por ltimo, Mart fue un orador asombroso -verdaderamente ni-co en su manera- y, por su sensibilidad, un gran poeta. No domin elverso resonante de la tradicin espaola; ms bien "eludi la forma",como Bcquer, y fue un poeta exquisitamente sugestivo. Pocas estro-fas hay en nuestra lengua ms clidas, "frgiles", que las que dedica la hija de su amigo Gutirrez Njera. No bastaran para consagrar-lo gran poeta sus pginas en prosa y verso para los nios? Parece ra-ro que este pensador y predicador de revoluciones polticas fuera tam-bin uno de esos raros espritus que conservan a travs de los aos lagracia y sensibilidad infantiles, como el amable Anderson, cuyo cen-tenario se celebra en el momento mismo en que un heredero de su ge-nio, el escocs Barri, asombra y deleita con dramas de nios y de ha-das al vasto pblico de Londres.

    Si en Cuba no se conoce el valer de Mart como escritor -porqueno pudo tener a su patria como principal campo de accin- en otrospases de Amrica se le recuerda constantemente como corifeo de lanueva escuela literaria. En Venezuela fue maestro de la joven y brillan-te generacin actual, que lo tiene a honor. En Santo Domingo estuvode paso, electriz con sus discursos, y esto bast para que all se publi-cara en 1896 un libro de ofrenda en su memoria. En Mxico inspir

  • OBRAS COMPLETAS 13

    afecto y admiracin a todos los literatos: para atestiguarlo basta el tri-buto que le dedica el gran Justo Sierra. En la Argentina se recuerdacon orgullo que para La Nacin de Buenos Aires escribi l sus fa-mosas correspondencias neoyorquinas. Rubn Dara lo llama guiladel pensamiento, y define as su estilo: "Nunca la lengua nuestra tu-vo mejores tintas, caprichos y bizarras. Sobre el Nigara castelaria-no, milagrosos iris de Amrica." Su influencia literaria ha sido temade un brillante estudio crtico del panameo Dara Herrera.

    y como coronacin de la multitud de elogios tributados al litera-to -no al hroe-, en Amrica y en Europa, una de las grandes autori-dades crticas, no slo de Francia, sino del mundo contemporneo,Frderic Lolie, dice en su Historia de las literaturas comparadas:

    Si por falta de lugar no hubiramos tenido que dejar aparte los de-senvolvimientos llenos de abundancia de las jvenes literaturas suda-mericanas... nos habra parecido interesante... comparar, en cuanto a laoriginalidad de su genio, al cubano Jos Mart con el ingls Carlyle.

    Es ya, por lo tanto, un deber de cultura nacional divulgar en Cu-ba la obra literaria de Jos Mart. El medio es sencillo: publicar, envez de las limitadas y costosas ediciones actuales, que se justificancomo coleccin de obras completas, una edicin popular y econmi-ca de sus obras escogidas.

    En La Discusin, La Habana, 25 oct., 1905. Reproducido en Archivo Jos Mart, N' 7, LaHabana, 1944.

  • GUILLERMO VALENCIA*

    En su tierra natal, la Antioquia de Gutirrez Gonzlez y de Sann Ca-no, ha muerto Guillermo Valencia, innovador en literatura y conserva-dor en poltica, poeta precoz en la iniciacin y precoz en la renuncia.Muere de setenta aos; a los veinticinco tena ya escritos e impresosen volumen los versos en que se asienta su renombre. No renunci ala poesa al publicar Ritos (1898), pero desde entonces apenas haceotra cosa que traducir, poetas recientes de Europa, primero, poetas an-tiguos de China, despus (Catay, 1928). Adems escribi, para ocasio-nes solemnes, solemnes discursos, en donde la infalible perfeccin rt-mica de la prosa es halago constante para los odos que todava sabenescuchar, a pesar de todas las conspiraciones de nuestro tiempo contrala belleza sonora.

    No conozco el porqu de la parquedad de su obra. La riqueza ledaba el ocio feliz. La poltica le habr robado horas, pero no dema-siadas. Una vez, o dos, fue candidato a la presidencia de la Repbli-ca; pero los presidentes de Colombia, "repblica de profesores", nor-malmente dejan obra muy vasta: as Nez, y Caro, y Marroqun, ySurez. A veces dijo Valencia que las letras no eran su vocacin esen-cial; que l habra querido ser militar o mdico. No lo creo: no sloporque en su mano estuvo siempre el escoger, sino porque uno de suspoemas juveniles, Cigeas blancas, declara la urgencia martirizado-ra de la vocacin artstica, el ansia del "soado verso, el verso de oroque conquiste vibrando el universo".

    La esencia de su espritu creo encontrarla en la romntica inquie-tud de Cigeas blancas y de Los camellos, inquietud que all slo semanifiesta en aspiracin de hermosura, al modo de Keats, y en afnde correr mundo, de visitar tierras antiguas, las tierras del mrmol yla cigea, de la pirmide y el camello. Pero del recndito desasosie-go, de la ntima tragedia que hay en cada vida, nada sabemos, en su

    * En Boletn de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, vol. IX, nm. 3, julio-septiembre1943, pp. 617-618. Pedro Henrquez Urea, Utopa de Amrica, Caracas, Biblioteca Ayacucho.1978, pp. 325-326.

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  • 16 PEDRO HENRQUEZ UREA

    casO: nada dijo. En Anarkos se revela capaz de entender la tragediasocial de la pobreza. Si despus se llam conservador en la vida p-blica, fue de seguro por amor a las tradiciones, no como partidario deningn sistema de opresin: as se explica su diario coloquio, en losaos que precedieron a su muerte, con Sann Cano, el espritu ms ra-dicalmente libre de Colombia.

    Los poemas en que comnmente se incide al recordar a Valenciason Job, San Antonio y el centauro, Palemn el estilita, Las dos ca-bezas. Se le llama, por ellos, parnasiano. Pero en ellos, dentro de laestructura de frescos legendarios, se descubren siempre problemasespirituales. Valencia nunca fue impasible, aunque nunca lleguemos aconocer la raz de todas sus inquietudes.

    El tiempo ha mordido en sus poemas, y hoy, fuera de Colombia,donde siempre tuvo fieles, poco se le estima o mucho se le olvida. Alas generaciones jvenes nada les repele tanto como el da de ayer. Laposteridad justa, si la hubiere, sabr escoger en su obra muchos ver-sos hondos y magnficos.

  • D'ANNUNZIO, EL POETA

    Imaginad una alta selva mitolgica, tan espesa y antigua que ms quegriega parece indostnica; separada del mundo de los mortales porsombrosas e intrincadas vas que huellan slo criaturas fantsticas;poblada de pinos cuyo verdor inextinguible remeda la juventud eter-na de los dioses, encinas cuyos troncos semejan columnas monolti-cas, acantos, mirtos y laureles, consagrados por la tradicin y el artehelnicos; aromada por los capitosos efluvios de sus flores, gallardasy fuertes como vrgenes campesinas; llena de los murmullos delarroyo que salta sobre un lecho de violetas y margaritas, del armo-nioso zumbido de la dulce abeja urea del tica, y del gozoso chirri-do de la holgazana cigarra, el mismo chirrido que en Colonna, junto ala tumba de Edipo, trgico smbolo de la fatalidad, suena como elhimno triunfante de la alegra de vivir.

    All, cuando en el esplendor de la aurora, o en el clido reposo dela tarde, o a la salida de la Luna, Pan toca su siringa, acuden y formanun concierto alondras y calandrias, mirlos, jilgueros y pechirrojos, so-bre cuyas juveniles voces domina, como la soprano de coloratura deuna antigua pera italiana, la infatigable garganta de Filomela, en unagloriosa cadenza, descrita por D'Annunzio en una pgina memora-ble; los faunos y las ninfas escuchan deleitados, el Centauro en asom-bro detiene su carrera, y en el mar lejano las sirenas mismas acallansu canto embrujador.

    Ahora canta Pan, y su cancin habla de cosas desconocidas: de lairresistible belleza de Helena, de la guerra de Troya, de Platn y delos trgicos griegos, de la Roma de Augusto y Virgilio, del misticis-mo milenario, de la Roma catlica, del Miltrescientos italiano, delGiorgione y de Botticelli, de las divinas artes del Renacimiento, de lamaravillosa corte de Luis XIV, del pensamiento olmpico de Goethe,de la msica de Wagner, del sper-hombre, y de la tercera Roma.

    Los selvticos moradores no entienden lo que canta Pan, pero elastuto semidis ha descubierto que en el remoto futuro un panidacantara as, empezando en la selva griega y terminando en la filosofade Nietzsche.

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  • 18 PEDRO HENR1QUEZ UREA

    Todo esto es la poesa de Gabriele D'Annunzio, cuya tendenciadefini un crtico de Nuova Antologia el idealismo pnico, y en gene-ral su obra literaria. El poeta recorre en sus versos el jardn encantadodonde ha reunido todos los smbolos y memorias del arte humano, pe-ro su originalidad nativa se sostiene y le impide copiar servilmente es-tilo alguno: para cada idea encuentra forma nueva y brillante. Zoiles-ca injusticia es la del escritor parisino que le llam Arlequn literario,y todava yerran los que le acusan de haber imitado la literatura fran-cesa. D'Annunzio debe mucho ms al arte de los sajones que al de lospueblos modernos de lenguas latinas, exceptuando el suyo propio. Enpoesa, aunque simpatiza a ratos, de un modo vago, con Vctor Rugoy Baudelaire, ha preferido el vigoroso sentir y pensar de los lricos in-gleses del siglo XIX, de Byron a Swinbume, con ocasionales excur-siones a Shakespeare y a Edmund Spenser, y la alta inspiracin de losalemanes, Goethe sobre todo, uniendo a este estudio el conocimientoprofundo del espritu armonioso de la antigedad grecorromana y elregocijo intelectual con que se ha embebido en la elaborada fraseolo-ga y en las sutilezas filosficas de los viejos maestros italianos y enlas odas modernas de Leopardi y Carducci.

    En esa poesa y en ese pensamiento de que ha derivado una partede sus ideas artsticas, viven y laten los ms altos ideales de lahumanidad, pero hay tambin expresados muchos desfallecimientosy mucho pesimismo, ms vigorosamente y ms hermosamente, esos, que en la poesa de los modernistas franceses. El espritu poticode D'Annunzio, siguiendo la corriente de los tiempos, ha coincididocon los ltimos poetas franceses al cantar los mismos anhelos ydolores, inquietudes y hastos, nostalgias y pasiones que parecen serel lote de la decadente juventud latina en esta poca de indecisin. Laactitud de su' alma no es la impasible que dice con la belleza deBaudelaire:

    le hais le mouvement qui dplace les ligneset jamais je ne pleure et jamais je ne riso

    No. Su actitud cabe definirla con este verso cruel de Mallarm:

    Toujours plus souriant au dsastre plus beau;

    su credo moral con ste de Verlaine:

    Et le bien et le mal tout a les memes charmes;

    y su anhelo capital en ste de Baudelaire:

    Au fond de I'inconnu pour trouver du nouveau.

  • OBRAS COMPLETAS 19

    Este anhelo, que suele presentarse como una obsesin enD'Annunzio (el poeta ha llegado a pedir otros nuevos sentidos), es her-mano de otros muchos deseos torturantes; pero no son sos los nicoselementos de su poesa, que se reviste de ropajes brillantsimos, seregocija en la juventud, oye las grandes voces de la naturaleza (sobretodo la grandiosa voz del mar, segunda patria del poeta), y conoce losxtasis de la pasin viril. Es por esto D'Annunzio ms plenamentehumano que los decadentes franceses, y no hay que exagerar al decirque es poeta superior a los del modernismo francs, exceptuando elprecursor Baudelaire; porque si Verlaine es el dolo de un grupo que lasda de ultra-raro en sus gustos y busca fetiches en poetas fragmentarios,no tiene tanta amplitud humana como el cantor de Consolazione ni msintensidad en su poesa ntima En cuanto a la forma, fcilmente vencea la versificacin francesa el verso de D'Annunzio -fiel a las tradi-ciones de su lengua, reputada como la ms sonora- por su excepcionalbrillantez, su maravillosa souplesse; y pienso que entre los poetas delas ltimas generaciones nadie como l realiza el deseo de Jos EnriqueRod de modelar, "con el cincel de Heredia, la carne viva de Musset".

    D'Annunzio es principalmente poeta emocional y ertico. Comotal, a pesar de su imbibicin en la espiritualidad de los ingleses y de losalemanes, lleva la marca peculiar de los latinos: el sensualismo. De lse ha dicho que idealiza el realismo en la novela; en poesa no s dequien haya adornado de ms fastuosos colores, infundido en ms tur-badores perfumes y saturado de ms enervante msica, la pasin vo-luptuosa, y la haya elevado a tal excelsitud, como un arte o una reli-gin o una filosofa. A travs de mundos, edades y estados diferentes,el espritu del poeta recorre la gama de las sensaciones y de las pasio-nes en busca de una expresin infinita, eterna, absoluta, que condensetodas las emociones humanas. Esta expresin suprema la encuentra ca-si realizada en la msica; y con esto se sale de su latinismo, porque lamsica de los pueblos llamados latinos rara vez ha descrito esos inde-finibles estados anmicos y esas crisis emocionales interpretadas en lamsica de Chopin, de Schumann, de Brahms, de Grieg, en el maravi-lloso Tristn e [solda de Wagner. Difcil es decir si D'Annunzio latini-za esta msica o si la interpreta, como ella debe serlo, a la manera teu-tnica; pero por lo menos en los esplendores externos con que revistesus versiones poticas de esos poemas musicales muestra de nuevo suespritu latino, As, en sus dos magnficos sonetos Sopra un Erotikd'Edvard Grieg, desea ''un amor doloroso, lento como lenta muerte, ysin fin y sin mudanza"; como escenario de este amor, quiere un mar la-mentoso, una alta torre de granito, y termina:

    Voglio un letto di porpora, e trovarein quell'ombra, giocendo su quel seno,como infondo a un sepolcro, l'Infinito.

  • 20 PEDRO HENRQUEZ UREA

    Tpicos del refinado intelectualismo latino fin de siecle son este"tormento oculto de almas absortas", el raro anhelo insaciable y elregocijo de la tortura, los temperamentos terriblemente complicadosque hacen de la voluptuosidad una ciencia y combinan, como ele-mentos qumicos, emociones animales y sentimientos artsticos paraproducir algo desconocido y nuevo. La nica salida de esa enfer-medad del deseo, si a ella se sobrevive, es el pesimismo.

    D' Annunzio ha sobrevivido, pero su espritu no ha salido ileso.Despus de las explosiones del Intermezzo, tuvo su perodo de pesi-mismo, del cual es tpica la composicin In vano, digna de Leopardi.En sta dice:

    Nou fu il dolor si forteda vincere il Mistero.Lo sofferimmo in vano.

    y despus de concluir que vivimos en vano, cierra con un satnicogrito:

    Gloria! Moremo in vano!

    Pero D'Annunzio ha sobrevivido; ha alcanzado, en poesas comoConsolazione, ms serenidad con mayor sencillez de sentimiento; hasido poeta civil, como dicen en Italia, ha cantado himnos a Garibaldiy a Verdi; y en el drama va ascendiendo con cada nueva obra, a nuevaaltura desde donde se divisan ms vastos horizontes del alma humana.

    En el jardn de la literatura contempornea D'Annunzio es nico:es el ave del paraso, cuyo vistoso plumaje esplende sin rivales y tor-nasola los tintes rseos del alba, el oro del medioda, el azul de latarde, los violetas del crepsculo, los reflejos argentinos de los astrosnocturnos; aunque se titula campen de un renacimiento y resucitadorde las tradiciones grecolatinas, no es un poeta cuyo mensaje llegar alas multitudes: es un temperamento demasiado individual e intenso.

    Entra ya en la edad en que se escriben las obras maestras decisi-vas y perdurables, y ahora, en la noche que es para el poeta la muertede su juventud, su plumaje de ave del paraso, iluminado por el ful-gor diamantino de los astros, ha palidecido al palidecer ellos:

    Segno che il novel giomo omai vicino.

    1905*

    * Hasta el momento en que fue escrito este artculo, D' Annunzio haba solamente comenzado a re-velar el optimismo que ilumina los esplndidos Laudi, publicados poco despus.

  • EL MODERNISMOEN LA POESA CUBANA

    Deca Menndez y Pelayo en su prlogo a la Antologa de Poetas his-panoamericanos (y lo deca quizs con resentimiento) que la literatu-ra cubana era la menos espafiola de todas las de nuestra Amrica. Nien 1893, cuando as escriba el famoso acadmico, era justificada talasercin; y doce afios despus, en este momento, se puede afirmar sindudas que la literatura cubana es la ms espafiola de todas las cis-atlnticas.

    Cierto es que en los afios anteriores a la ltima guerra la produc-cin literaria en Cuba iba acercndose, con la labor de Mart, Casal.Nicols Heredia, Manuel de la Cruz y otros no menos conocidos, a lacreacin de formas y estilos individuales y regionales, paralelos a losque creaban en otros pases americanos personalidades geniales comoMontalvo y Hostos. primero. y luego, la gran falange de prosadores ypoetas modernistas, encauzadores de una renovacin del lenguaje ydel estilo castellanos; pero esa obra de nacionalizacin literaria la rea-lizaban precisamente los partidarios de la revolucin, muchas vecesausentes de la Isla, donde segua prevaleciendo la tradicin espafiola.Despus de la independencia, muertos aquellos maestros, pocos escri-tores cubanos se esfuerzan por darle sello moderno a la literatura; y eldiarismo, indicador seguro, hasta en los anuncios y gacetillas, de lastendencias literarias de un pueblo -y aqu el indicador ms justo, pueslos libros se publican muy de tarde en tarde y las revistas son exiguas--,demuestra la gran influencia modeladora que ejerce el espritu penin-sular, aun en muchas cosas en que no la descubrir nunca el indiferen-te o el acostumbrado a ella.

    A ninguna otra causa que esa influencia pel1!adente puede atri-buirse la extrafia y casi total desaparicin del estilo modernista en lapoesa cubana. Y aqu cabe plantear la cuestin: es acaso siguiendosin desviacin la pauta de los modelos espafioles y rechazando lasnuevas formas como llegar el verdadero espritu cubano a encontrarsu expresin ms apropiada?

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  • 22 PEDRO HENRQUFZ UREA

    Porque la escuela literaria hispanoamericana que se designa conel nombre general de modernista, bajo cuyo estandarte militan casitodos los poetas jvenes, representa una faz importante y necesaria denuestra evolucin artstica. En su produccin, que no ha excluido, co-mo la del modernismo francs, ningn elemento genuinamente hu-mano, predomina una clula psquica americana, cuya accin se des-cubre en las ms griegas o escandinavas o francesas imaginaciones deGuillermo Valencia o de Leopoldo Daz o de Jaimes Freire; y si, pordesgracia, los devaneos exticos y msticos parecen retardar la apari-cin de los poetas que vendrn (una legin soada de poetas tpicosen quienes cante toda el alma de nuestra raza y de nuestra naturale-za), ya tenemos un corto grupo de precursores, como Daz Mirn, cu-yo cerebro ardoroso dirase un remedo de los volcanes de su pas;Chocano, que ha sabido interpretar las cosas criollas tanto en el gne-ro buclico como en el heroico, y Almafuerte, quizs el que ms seacerca al tipo soado de nuestro poeta, soberbiamente personal en In-contrastable, apasionadamente patritico en La sombra de la Patria,profundamente humano en Cristianas.

    Cuba es -la patria de dos de los cuatro iniciadores del movimientomodernista en la poesa americana: Casal y Mart, copartcipes en esagloria con Rubn Daro y Gutirrez Njera. Es la patria, adems, deDiego Vicente Tejer, precursor malgr lui de los modernistas, que lesprepar el camino al introducir con sus Violetas la forma de expresinsutil y area