HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGÜEDAD

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  • 7/25/2019 HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

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    ISSN: 0213-2052

    HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DELA ANTIGEDAD*

    Herakles and the archery peoples of the antiquity

    Jos Javier VILARIO RODRGUEZDoctor por la Universidad del Pas Vasco

    Fecha de recepcin: 23-12-2009

    Fecha de aceptacin definitiva: 14-09-2009

    BIBLID [0213-2052(2009)27;31-48]

    RESUMEN: En este artculo se detecta y estudia la asociacin entre Heracles y unaserie de pueblos, como el de las Amazonas y el de los escitas, que son al tiempo nmadaso seminmadas y especialmente diestros en el manejo del arco, el arma que privilegiansobre las dems. Una asociacin plasmada con insistencia por las tradiciones literaria e ico-nogrfica griegas, a la que no se suele prestar especial atencin, pero que aqu detectare-mos como elemento esencial de la identidad del hroe griego por excelencia.

    Palabras clave: Heracles, Amazonas, Escitas, arco.

    ABSTRACT: In this article is detected and analyzed the relationship among Herakles

    and a few of peoples, such as the Amazons and the Scythians, nomadic or semi-nomadic,specially skilled in the handling of the bow, the weapon chosen before others. A relations-hip strongly embodied in the literal and iconographic Greek traditions, which have notbeen paid attention to, but detected by us as an essential element of the identity of Greekhero par excellence.

    Key words: Herakles, Amazons, Scythians, bow.

    * Las obras literarias que presentamos en el presente artculo siguen las traducciones de la Bibliote-ca Clsica Gredos.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

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    Las primeras noticias que poseemos sobre las Amazonas las proporcionan, de mane-ra sucinta, los textos homricos. La primera alusin a ellas, surge durante el dilogo queentablan el anciano rey Pramo y la bella Helena. El troyano expone lo siguiente:

    Ya en cierta ocasin fui a Frigia, rica en viedos, donde vi elevadsimo nmero defrigios, de giles potros, las huestes de Otreo y de Migdn, comparable a un dios, queentonces haban ido en campaa a orillas del Sangario. Pues tambin yo me un a ellos encalidad de aliado aquel da en que llegaron las varoniles Amazonas1.

    La segunda mencin surge del relato que narra el hroe Belerofontes, hijo de Glau-co2, sobre sus variadas hazaas:

    En segundo lugar luch contira los gloriosos slimos, la lucha en su opinin msferoz que contra hombres entabl. En tercer lugar, mat a las varoniles Amazonas3.

    Por ltimo Homero, sin citar expresamente a una amazona, seala:

    Hay delante de la ciudad [Troya] una escarpada colina aislada en la llanura y accesibleen todo su contorno, a la que los hombres llaman Batiea, y los inmortales tumba de Miri-na, la de giles brincos. All fue donde entonces troyanos y aliados formaron en grupos4.

    En textos y referencias posteriores se alude a Mirina como una amazona y, de igualmanera, el adjetivo que se traduce por gil poluvskarqmo en opinin de los comen-taristas antiguos slo poda referirse, al tratarse de una figura femenina (salvo en algncaso excepcional como Atalanta o rtemis), a una amazona5.

    El pensamiento homrico sobre las Amazonas apunta en tres direcciones6:a) La mencin a la tumba de Mirina, ubicada en las proximidades de Troya, cuyo

    nombre parece referirse a una amazona individual, con un aspecto ms deportivo queguerrero, si nos fijamos en el adjetivo, gil, que la acompaa.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    32 JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZHERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    1. HOM.: Il., III, 184-189.2. HOM.: Il., VI, 155. Cf. APOLLOD., I, 9, 3 y II, 3, 1.3. HOM.: Il., VI, 184-186.4. HOM.: Il., II, 811-815.5. ALONSO DEL REAL, C.:Realidad y leyenda de las Amazonas. Madrid, 1967, pp. 20-21. Cf. D. S., III,

    52, 1-3: Examinadas estas cosas por nosotros, sera apropiado a los lugares antes citados tratar lo contado enla historia sobre las Amazonas que haba antiguamente en Libia. La mayora han supuesto que han habidosolamente las que se deca que habitaban alrededor del ro Termodonte en el Ponto; pero la verdad no es aspor ser muy anteriores en el tiempo las de Libia y haber llevado a cabo acciones notables. No ignoramos que,a muchos lectores, su historia les parecer nunca oda y totalmente extraa; la raza de esas Amazonas desa-pareci completamente muchas generaciones antes de los troyanos, y las mujeres del Termodonte florecie-ron poco antes de esos tiempos; stas, las ms recientes y mejor conocidas, han heredado, no ilgicamente,la gloria de las antiguas, totalmente desconocidas por la mayora a causa del tiempo; D. S., III, 54, 2-4: Sedice, pues, que Mirina, que reinaba entre las Amazonas, constituy un ejrcito de treinta mil infantes y detres mil jinetes, aprecindose ms entre ellas el uso de los jinetes en las guerras. Como armas defensivas, usa-ban las pieles de grandes serpientes, pues Libia produce esos animales increbles por su tamao, y, comoarmas ofensivas, espadas y lanzas y tambin arcos, con los que no slo atacaban de frente, sino que tambin,durante las huidas, disparaban certeramente hacia atrs a sus perseguidores.

    6. ALONSO DEL REAL, C.: 1967, pp. 24-26.

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    b) Unas Amazonas colectivas, guerreras, rivales de los hombres, que habitan alnordeste de Anatolia (el ro Sangario discurre junto a Frigia, lugar donde se produce,precisamente, el enfrentamiento entre el ejrcito aliado y las Amazonas)7, es decir, que

    nos encontramos con poblaciones cercanas al Mar Negro y al Cacaso, en un perodoanterior a la guerra de Troya, como enemigas de esta ciudad y de sus aliados frigios.

    c) Otras Amazonas tambin colectivas, guerreras, rivales de los hombres, ms cer-canas en el tiempo y que se ubican geogrficamente hacia el este y sureste de Troya (elpueblo de los slimos se menciona unos versos despus de la marcha de Belerofonteshacia la regin de Licia)8.

    Las conclusiones a las que se llegan en cuanto al cambio de alianza son las siguientes:La amazona Mirina, en otro tiempo, pudo tener una relacin amistosa con Troya; las

    segundas fueron evidentemente enemigas de Troya, mientras que las terceras no tienenrelacin alguna con la citada ciudad. Adems, se constata que, en los grupos colectivos

    de Amazonas, existe una carencia de nombres propios. El nombre de Amazonas se utili-za como colectivo y en plural. La imprecisin geogrfica es evidente. Las Amazonas notienen relacin alguna con la guerra de Troya.

    Un aspecto significativo que encontraremos en la tradicin post-homrica ser ladivergencia respecto a la cuestin de la alianza de las Amazonas. La Etipida es un poemaatribuido a Arctino de Mileto, segn el testimonio de la Tabula Iliaca, que son una seriede anaglifos acompaados de inscripciones que pretenden resumir e ilustrar las epopeyasdel Ciclo troyano. Aunque las inscripciones proceden de poca cristiana, el original delque provienen data del siglo IV a.C. La fecha estimada para la composicin de la Etipi-da es, aproximadamente, finales del siglo VIII a.C.9. Proclo (autor del siglo V a.C.) en suCrestomata, resume la obra de Arctino de la siguiente manera:

    La amazona Pentesilea, hija de Ares, tracia de origen, llega junto a los troyanos, dis-puesta a combatir como aliada de ellos. Cuando destacaba en la batalla, la mata Aquilesy los troyanos la sepultan.

    Aquiles mata a Tersites, al ser objeto de las injurias de ste y por haberle echado encara un supuesto amor por Pentesilea. Despus de eso surge una disputa entre los aqueosa propsito de la muerte de Tersites10.

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    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 33HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    7. HOM.: Il., XVI, 719.8. HOM.: Il., VI, 171.9. BERNAB PAJARES, A.: Introduccin a la Etipida, en BERNAB PAJARES, A.: Fragmentos de pica

    griega arcaica. Madrid, Gredos, 1979, pp. 139-140.10. BERNAB PAJARES, A.: 1979, p. 141. Cf. D. S., II, 46, 5-6: Tras la campaa de Heracles, pocos

    aos despus, durante la guerra troyana, afirman que Pentesilea, la reina de las Amazonas supervivientes,que era hija de Ares, despus de haber cometido un asesinato familiar, huy de su patria por el crimen. Alia-da con los troyanos despus de la muerte de Hctor, elimin a muchos griegos y, despus de distinguirse enel combate, perdi heroicamente la vida, eliminada por Aquiles. Dicen, pues, que sa fue la ltima de lasAmazonas que destac en valenta; en adelante, el pueblo fue disminuyendo y se debilit totalmente; portanto, en las pocas ms recientes, cuando algunos tratan acerca de su valenta, lo contado sobre las Amazo-nas en la Antigedad se considera mitos inventados. Cf. APOLLOD.: Epit., 5, 1-2: Pentesilea, hija de Otrerey Ares que haba dado muerte involuntariamente a Hiplita, fue purificada por Pramo. Mat a muchos encombate, entre ellos a Macan, pero ms tarde muri a manos de Aquiles; ste, enamorado de la amazonadespus de muerta, mat a Tersites por haberse burlado de l.

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    Se ignora la explicacin de por qu Arctino en su Etipida invierte la alianza de lasAmazonas con respecto a Homero, aunque lo que s se puede admitir, de manera casiinequvoca, es que el ms antiguo tratamiento pico del tema de la intervencin de lasAmazonas en la guerra de Troya deriva de Arctino de Mileto11.

    El hroe Heracles protagonizar un episodio con las Amazonas, cuya referencia a lams antigua obra literaria que trata sobre esta aventura nos la proporciona Pausanias, siel Hegas de Trecn de quien nos habla, es el mismo Agas de Trecn a quien se atribu-yen losNstoi (ca. VII a.C.)12 y que comenta lo siguiente:

    Al llegar a la ciudad est el sepulcro de la amazona Antope. Pndaro dice que estaAntope fue raptada por Pirtoo y Teseo, y Hegias de Trezn escribi respecto a ella losiguiente: que Heracles cuando estaba sitiando Temiscira junto al Termodonte no eracapaz de tomarla, pero que Antope se enamor de Teseo Teseo formaba parte de la expe-

    dicin con Heracles y le entreg la plaza. Esto es lo que escribi Hegias. Pero los ate-nienses dicen que, cuando vinieron las amazonas, Antope fue herida por una flechadisparada por Molpadia y que Molpadia muri a manos de Teseo. Los atenienses tienentambin un sepulcro de Molpadia13.

    Diodoro de Sicilia, a caballo entre dos Eras, ampla el episodio de Heracles y lasAmazonas sealando, sobre todo, la expedicin en busca del cinturn de la amazonaHiplita y la lucha que el hroe entabla con estas guerreras entre las que figura una denombre Deyanira. Tras el largo enfrentamiento y la posterior muerte de la mayor partede las Amazonas, Heracles regalar a Teseo la cautiva Antope y se apoderar del ansia-

    do cinturn14

    .Posteriormente, Apolodoro facilitar otros datos adicionales, en este caso, respectoa algunas de las costumbres de este pueblo de mujeres guerreras:

    Como noveno trabajo orden [Euristeo] a Heracles conseguir el cinturn de Hipli-ta. sta era la reina de las amazonas, que habitaban cerca del ro Termodonte, pueblosobresaliente en la guerra, pues practicaban las costumbres viriles; y cada vez que, a causade relaciones sexuales, tenan hijos, criaban slo a las hembras y les compriman el pechoderecho para que no les estorbara al lanzar la jabalina, mientras que les dejaban el izquier-do para amamantar. Hiplita ostentaba el cinturn de Ares, smbolo de su soberana.

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    La madre de Hiplito fue Hiplita, tambin llamada Glauce y Melanipe. Cuando se celebraban lasbodas de Fedra se present armada con sus amazonas y amenaz con matar a los convidados de Teseo, perofue muerta en la pelea, ya involuntariamente por su aliada Pentesilea, ya por Teseo o por quienes lo rodea-ban, que al ver la actitud de las amazonas cerraron rpidamente las puertas y apresndola la mataron.

    11. ALONSO DEL REAL, C.: 1967, p. 33.12. PICKLESIMER, M. L.: Teseo, Herakles y el cinturn de la amazona, Florentia Iliberritana, 3,

    1992, p. 511. Cf. BERNAB PAJARES, A.: Introduccin a los Regresos (Nstoi), en BERNAB PAJARES, A.:Fragmentos de pica griega arcaica. Madrid, Gredos, 1979, p. 192.

    13. PAUS., I, 2, 1. Cf. con la descripcin del trono de Zeus en Olimpia, PAUS., V, 11, 4: En las otrasbarras est el grupo que lucha con Heracles contra las Amazonas. El nmero de unos y otros es de veinti-nueve, y entre los aliados de Heracles est Teseo.

    14. D. S., IV, 16.

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    Heracles fue enviado a buscar este cinturn porque Admete, hija de Euristeo, deseabaposeerlo. Acompaado por voluntarios se hizo a la mar con una sola nave

    Llegado al puerto de Temiscira, se present ante l Hiplita, le pregunt por qu

    haba ido y le prometi entregarle el cinturn; pero Hera, bajo la apariencia de una de lasamazonas, iba y vena entre la multitud diciendo que los extranjeros recin llegados habanraptado a su reina; as ellas cabalgaron con las armas hacia la nave. Cuando Heracles lasvio armadas, creyendo que se trataba de un engao, mat a Hiplita y la despoj del cin-turn; despus de pelear con las restantes se hizo a la mar y arrib a Troya15.

    Las consecuencias quea posteriori tendrn esta expedicin y el rapto de una de lasAmazonas por parte de Teseo16, marcarn un hito importante en la historia legendariade Grecia. Las Amazonas, ante tal ofensa, deciden vengarse y se dirigen hacia el ticaacompaadas por los escitas. Una vez all, se entabla combate entre stos y los atenien-ses al mando de Teseo. La victoria cae del lado griego mientras que las Amazonas, derro-tadas, regresan con los escitas a Escitia donde se establecern de manera definitiva17.

    Este argumento ser continuado por Apolodoro, aunque de manera ms sucinta,omitiendo datos significativos como la alusin al pueblo escita:

    Teseo, que se haba unido a Heracles en la expedicin contra las amazonas, rapt aAntope, o segn algunos a Melanipe, y segn Simnides a Hiplita. Por este motivo lasamazonas pelearon contra Atenas, y cuando haban acampado cerca del Arepago, Teseocon los atenienses las venci. Teseo tena de la amazona un hijo, Hiplito18.

    La guerra entre atenienses y Amazonas simboliza la contienda entre dos polos total-mente antagnicos. La diosa Atenea de ojos glaucos, terrible, belicosa, conductora de

    ejrcitos, invencible y augusta, a la que encantan los tumultos, guerras y batallas19, pre-sidir la guerra hopltica, o sea, el tipo de intervenciones blicas que los griegos consi-deraban ms racionales20, por lo que se convierte as en la protectora de la ciudad de

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    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 35HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    15. APOLLOD., II, 5, 9. Cf. E.: HF., 408-419: Y march en busca del escuadrn montado de las Ama-zonas en Metide, de abundantes ros, atravesando el camino del mar Hospitalario.

    Qu tropa de amigos de toda Grecia no escogi para cobrar el dorado ceidor del peplo de la hija deAres la caza mortfera del cngulo? La Hlade tom este brillante despojo de la moza extranjera y ahorase conserva en Micenas.

    16. Sobre la importancia del hroe Teseo en su expedicin en busca del cinturn de Hiplita y, los

    paralelismos que afloran con respecto a Heracles, PICKLESIMER, M. L.: 1992, pp. 503-515.17. D. S., IV, 28. Cf. PAUS., I, 15, 2: En el centro de las paredes luchan los atenienses y Teseo contralas Amazonas. Ciertamente son las nicas mujeres a las que los fracasos no les quitaron su temeridad frentea los peligros, si es que, despus de haber sido tomada Temiscira por Heracles y aniquilado despus el ejr-cito que haban enviado contra Atenas, a pesar de ello fueron a Troya a luchar contra los propios ateniensesy todos los griegos

    18. APOLLOD.: Epit., 1, 16-17. Para una descripcin ms exhaustiva de la contienda entre ateniensesy Amazonas, PLU.: Thes., 26-27.

    19. HES.: Th., 924-926. La relacin entre Atenea y las Amazonas, a travs de un estudio del mito enla literatura y en el arte, GONZLEZ GONZLEZ, M.: Atenea y la razn patriarcal. Arte y Mito en torno a lahija de Zeus, Helmantica, 164-165, 2003, pp. 257-261.

    20. IRIARTE, A. y BARTOLOM, J.:Los dioses Olmpicos: edades y funciones. Madrid, 1999, p. 43. En Ate-nea tambin encontramos rasgos que la definen como divinidad ctnica; PLCIDO, D.: La definicin de losespacios sacros en la formacin de la ciudad griega: el caso de Atenas, Ilo, 1995, pp. 207-215.

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    Atenas y en la aglutinante de todos sus valores democrticos. Por el contrario, las Ama-zonas descienden de Ares, encarnacin de la violencia descontrolada que aterra a loshumanos y repugna a los inmortales21.

    Resulta paradjico que Heracles, cuya protectora desde su temprana infancia y a lolargo de sus Trabajos ha sido Atenea, con la que tiene una relacin ms estrecha, msslida y ms ntima que con el resto de hroes como Perseo, Belerofonte o Jasn, en cuyasaventuras tambin intervendr la diosa22, est ms prximo al modelo de guerra promo-vido por Ares y, en ciertos aspectos, al de las hijas de este dios, las Amazonas, que alque suscita su bienhechora Atenea.

    A las Amazonas se las identifica especialmente con el arco23, de igual manera quele sucede al hroe Heracles. Pero tambin utilizarn otra serie de armas arrojadizas[lanza, jabalina] y el caballo, lo que las convertir en guerreras huidizas y, por consi-guiente, infravaloradas con respecto a los firmes y organizados hoplitas24. De hecho, se

    deca que, para facilitar el estiramiento del arco y el lanzamiento de la jabalina, las Ama-zonas se amputaban [quemaban o compriman] el seno derecho (avmazov significa sinpecho)25.

    Apuntamos lneas ms arriba cmo la expedicin y rapto de una de las Amazonaspor parte de Teseo, provoc una ofensa contra este pueblo de mujeres guerreras y la sub-siguiente invasin de Atenas. Aunque las fuentes mencionadas son de poca tarda, elargumento central parece que se form durante el siglo VI a.C. para adquirir su formadefinitiva a finales de la centuria en la Teseida, un poema pico perdido del que existenreferencias en autores posteriores26.

    A lo largo del siglo V a.C. y, en concreto, durante las Guerras Mdicas, esta mticabatalla contra las Amazonas estimul el patriotismo blico de los atenienses y, entre los

    participantes en la batalla de Maratn (490 a.C.) se cuenta que vieron aparecer a Teseocomo un guerrero de talla descomunal que luch a su lado hasta la derrota final de lospersas. Con la difusin de la leyenda, la guerra contra los persas comenz a interpretar-se como una repeticin de la gesta antiamaznica27. En la iconografa tica, la figura delpersa (histrica) est reflejada en la de la amazona (mtica)28. As, por ejemplo, el ejrcito

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

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    21. IRIARTE, A. y BARTOLOM, J.: 1999, pp. 54-55. Cf. HOM.: Il., V, 757-763: Zeus padre! Novituperas a Ares por esas crueldades? Cun numerosa y buena hueste de los aqueos ha hecho perecer loca-mente y sin razn! Para m la afliccin, y entre tanto Cpride y Apolo, el de argnteo arco, disfrutan tran-quilos, soltando a ese insensato, que ninguna ley divina conoce. Zeus padre! Te vas a irritar conmigo si aAres golpeo luctuosamente y lo ahuyento de la lucha?.

    22. DEACY, S.: Herakles and his Girl: Athena, Heroism and Beyond, en R AWLINGS, L. y BOW-DEN, H. (eds.): Herakles and Hercules: Exploring a Graeco-Roman Divinity. Gales, 2005, p. 38. Sobre Ateneacomo protectora de toda una serie de hroes (Perseo, Heracles, Teseo y Orestes) y, de los enfrentamientos dealgunos de stos con las Amazonas, GONZLEZ GONZLEZ, M.: 2003, pp. 257-261.

    23. IRIARTE, A.: De Amazonas a Ciudadanos: pretexto ginecocrtico y patriarcado en la Grecia antigua.Madrid, 2002, p. 152. Cf. PI.: O., XIII, 89 yN., III, 38. Vase D. S., III, 54, 3-4.

    24. IRIARTE, A.: 2002, p. 152. Vase D. S., III, 54, 3 y IV, 16, 3; APOLLOD., II, 5, 9.25. SLATER, P. E.: The Glory of Hera: Greek Mythology and the Greek Family. Princeton, Nueva Jersey,

    1992, p. 351. Cf. D. S., II, 45, 3-4 y III, 53, 3. Vase APOLLOD., II, 5, 9.26. JUARISTI, J.: El bosque originario: genealogas mticas de los pueblos de Europa. Madrid, 2000, p. 32.27. JUARISTI, J.: 2000, p. 33.28. LISSARRAGUE, F.:Lautre guerrier: archers, peltastes, cavaliers dans limagerie attique. Roma, 1990, p. 34.

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    persa est representado sobre el modelo de las Amazonas y los mismos tipos de guerre-ros se encuentran en ambos pueblos. Se puede afirmar, por lo tanto, que las Amazo-nas son el paradigma mtico de los persas y la oposicin griego/brbaro se refuerza con

    una oposicin masculino/femenino29.En definitiva, el mito de las Amazonas tiene como funcin confirmar la autocto-

    na de los atenienses y justificar la sumisin de la mujer al hombre en la institucinmatrimonial (o, en otras palabras, legitimar lo femenino como instancia artificial o cons-tructo opuesto a lo dado: la mujer, que representa para el varn una continua amenaza)30.De este modo, las Amazonas representan en esta contienda el modelo de la organiza-cin social que con mayor frontalidad se opondra a la ciudad democrtica y este enfren-tamiento funcionar como pieza esencial en la construccin del imaginario ateniense31.

    No se puede precisar la fecha de inicio de la antipata entre helenos y brbaros, perosin duda las Guerras Mdicas le dieron el impulso definitivo. Los brbaros fueron iden-

    tificados en un principio con los persas, constantemente descritos enLos Persas de Esqui-lo y en Herodoto32. La hyvbris o desmesura de los persas ser una de las principales causasde la victoria griega como sugiere Esquilo enLos Persas33. Esta desmesura que se consti-tuye por toda una serie de caractersticas negativas como son la ambicin sin freno, lacrueldad, la lujuria bestial, la intemperancia, la ausencia de lmite, de thos: en definiti-va, la locura (at), con el tiempo se acabarn aplicando a todos los brbaros34 y las Ama-zonas no permanecern ajenas a ellas:

    En tiempos remotos las amazonas eran hijas de Ares que habitaban el ro Termodonte.Eran las nicas entre sus vecinos que tenan armadura de hierro y las primeras de todos enmontar sobre los caballos, con los cuales inesperadamente, dada la inexperiencia de sus ene-

    migos, alcanzaban a los que huan y dejaban atrs a sus perseguidores. Se las crea hombrespor su arrojo antes que mujeres por su naturaleza, pues ms parecan superar a los varones porsu valor que irles en zaga por su forma. Dominadoras de muchos pueblos, teniendo esclavi-zados a sus vecinos de hecho y habiendo odo, de palabra, una gran fama sobre nuestra tierra,tomaron consigo a los pueblos ms belicosos y, con la enorme expectativa de una gran gloria,vinieron en campaa contra esta ciudad. Mas cuando dieron con hombres valerosos, el arrojoque posean se igual a su naturaleza y, recibiendo una fama contraria a la anterior, se las creymujeres ms como consecuencia de sus desastrosas campaas que de sus cuerpos. Ellas fueronlas nicas a quienes no les fue dado aprender de sus errores, para decidir mejor en el futuro,ni regresar a casa para anunciar su propia desventura y la virtud de nuestros antepasados: alperecer aqu mismo y pagar su insania, crearon una fama inmortal para nuestra ciudad por su

    virtud y, en cambio, por su fracaso de aqu borraron el nombre de su propia patria. Conquepor un deseo injusto de la tierra ajena, perdieron con justicia la suya propia35.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 37HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    29. LISSARRAGUE, F.: 1990, p. 32.30. JUARISTI, J.: 2000, p. 30.31. IRIARTE A.: 2002, p. 155.32. BALDRY, H. C.: The Unity of Mankind in Greek Thought. Cambridge, 1965, p. 22.33. GOLDHILL, S.: Battle Narrative and Politics in AeschylusPersae, en HARRISON, T.: Greeks and

    Barbarians. Edimburgo, 2002, p. 59.34. JUARISTI, J.: 2000, p. 40.35. LYS., II, 4-6. Cf. ISOC., IV, 68-70: La guerra ms famosa fue, en efecto, la guerra contra Persia; pero

    las hazaas antiguas no son una prueba inferior para los que discuten sobre tradiciones. Cuando Grecia an

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    Aristteles, en el siglo IV a.C., comenta el carcter particular de los pueblos depen-diendo del lugar en el que vivan y expone lo siguiente:

    Digamos ahora cul debe ser el carcter natural de los ciudadanos. Ms o menospodra comprenderse esto echando una ojeada a las ciudades griegas ms famosas y a todoel mundo habitado para ver cmo se distribuyen en l los pueblos. Los que habitan enlugares fros y en Europa estn llenos de coraje, pero faltos de inteligencia y de tcnica,por lo que viven ms bien libres, pero sin organizacin poltica o incapacitados para man-dar a sus vecinos. Los de Asia, en cambio, son inteligentes y de espritu tcnico, pero sincoraje, por lo que llevan una vida de sometimiento y esclavitud. En cuanto a la raza hel-nica, de igual forma que ocupa un lugar intermedio, as participa de las caractersticas deambos grupos, pues es a la vez valiente e inteligente. Por ello vive libre y es la mejorgobernada y la ms capacitada para gobernar a todos si alcanzara la unidad poltica36.

    Juaristi seala al respecto que los asiticos son gente sin bro, blanda, porque sutierra es blanda. Afemina a los varones y, paradjicamente, viriliza a las mujeres, que sonall ms grandes y fuertes que los hombres [y esto provocar que se produzca] en elimaginario mtico ateniense una convergencia de los varones y mujeres de Asia en lafigura ambigua del andrgino. Persas y Amazonas resultan as trminos intercambia-bles37. Este mismo autor concluye que las Amazonas y los brbaros (los persas, porejemplo) slo tienen de varonil la apariencia. Sus caballos [y sus arcos] les dan una movi-lidad til, sobre todo a la hora de huir de los peligros y, como los atenienses saben, lahuida afemina, convierte a los hombres en mujeres o desvela el verdadero sexo de lasAmazonas, como desdeosamente observa Lisias38.

    Otra forma de alteridad entre brbaros y Amazonas se refleja en la vestimenta. Enla antigua Grecia, lo salvaje se asociaba a una indumentaria sobreabundante. Esto sedemuestra con un ejemplo iconogrfico donde aparece un ateniense portando casco,

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    38 JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZHERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    era dbil, vinieron a nuestra tierra los tracios con Eumolpo, hijo de Poseidn, y los escitas con las Amazo-nas hijas de Ares; no vinieron simultneamente, sino en el momento en que cada uno de ellos extenda supoder sobre Europa; odiaban a todo el pueblo griego, pero en particular nos hacan reproches a nosotros, por-que crean que al obrar as lucharan contra una sola ciudad, pero dominaran a todos a la vez. Sin embargo,no tuvieron xito; por el contrario, aunque se lanzaron contra nuestros antepasados que estaban solos, pere-cieron igual que si hubieran hecho la guerra a todos los hombres. Y la magnitud de los desastres que lesocurrieron est demostrada; pues no habran durado tanto tiempo los relatos sobre aquellos hechos, si lo ocu-rrido no aventajara con mucho a otros sucesos. Se cuenta que ninguna de las Amazonas que vinieron regre-s, y que las que se quedaron en su pas fueron arrojadas del poder como consecuencia de la derrota sufridaaqu; en cuanto a los tracios, antes vecinos nuestros, abandonaron tanto territorio a causa de esta expedicinque en ese espacio intermedio se establecieron muchos pueblos, razas de toda clase y ciudades populosas.

    36. ARIST.:Pol., VII, 1327b, 7, 1-3.37. JUARISTI, J.: 2000, p. 42. Algunos ejemplos ilustrativos sobre la figura del andrgino y lo que

    signific, en este caso, durante el perodo de la Repblica romana de la mano de Tito Livio y de otros auto-res, DELCOURT, M.:Strilits mystrieuses et naissances malfiques dans lAntiquit Classique. Pars, 1938, cap. II,y en especial, el apartado sptimo de la obra. Sobre la relacin entre las Amazonas y la androginia con la alu-sin a Clitemnestra como figura ejemplificante, TYRRELL, W. B.:Las Amazonas. Un estudio de los mitos ate-nienses. Traduccin editada por el Fondo de Cultura Econmica. Madrid, 2001, cap. V, deAmazons. A studyin Athenian Mythmaking. Baltimore-Londres: The Johns Hopkins University Press, 1984.

    38. JUARISTI, J.: 2000, p. 44.

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    lanza y escudo redondo (signo de su condicin de hoplita), mostrando el podero de sublica desnudez ante un guerrero persa que con aire huidizo, va vistosamente ataviadocon tejidos de muy contrastados colores que se cien a su cuerpo y que, adems, se carac-

    teriza como arquero, dos rasgos distintivos que en s mismos supondrn un afemina-miento ante el mundo griego39. Otro ejemplo de afeminamiento, en esta ocasin, en elmbito de la tragedia, lo proporciona Esquilo con una imagen realmente significativadel joven rey persa Jerjes:

    Cae mi hijo, y su padre Daro se pone a su lado, compadecindolo. Al velo Jerjes, serasga el vestido que cubre su cuerpo40.

    Ana Iriarte sealar al respecto que el desesperado gesto evoca la prctica de lasmujeres griegas en los funerales, o en momentos de duelo41.

    Respecto a las Amazonas, su masculinidad se encuentra asociada a otra prenda, elexmide. ste es el traje ms primitivo del hombre griego que se formaba al colocar unrectngulo de corta altura (quedando sobre las rodillas o ms arriba) y sujetado a un solohombro (generalmente el izquierdo), dejando el hombro derecho y parte del pecho sincubrir42. Con esta vestimenta han sido reproducidas algunas Amazonas, tales como laamazona herida de Policleto (realizada hacia el 450 a.C.) o la de Crsilas, sin haber sidollevada nunca por las mujeres. La representacin de las Amazonas con el exmide respon-de al deseo de identificar a esta raza de mujeres guerreras, entrenadas como arqueras parala guerra, al representarlas con una prenda masculina que brindaba, por su estructura,gran libertad de movimiento43.

    Otro rasgo significativo que surge en la iconografa, respecto al aspecto varonil deestas guerreras, es la aparicin de Amazonas-hoplitas que combinan armas griegas yorientales. En la figura 1 vemos a Heracles clavando su espada en el pecho de una ama-zona-hoplita (Hiplita?), mientras que otras tres Amazonas armadas con escudos redon-dos, arco y flechas, lanza y espada apuntan, y en un caso se aproxima, hacia el hroe44.En este vaso tico de principios del siglo V a.C., el carcter varonil de las Amazonas sesimboliza por la panoplia hopltica, mientras que los rasgos femeninos se perciben ni-camente por sus atributos bajo las corazas y en la figura de la portadora del arco por elsignificado que este arma conlleva.

    La alteridad que reflejan las prendas de vestir tambin se manifestar en el planoheroico, en concreto, en la persona del propio Heracles. El episodio de Heracles y la reinalidia nfale se considera la aventura ms humillante (sino una de las mayores) sufrida

    por el hroe durante su largo peregrinaje a travs de los confines terrestres. La relacinestablecida entre Heracles y nfale ser invertida por los atenienses del siglo V a.C., no

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 39HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    39. IRIARTE, A.: El ciudadano al desnudo y los seres encubiertos en la antigua Grecia, Veleia, 20,2003, pp. 287-288. Reeditado en IRIARTE, A. y GONZLEZ, M.: Entre Ares y Afrodita. Violencia del erotismo yertica de la violencia en la Grecia antigua. Madrid, 2008. Vase tambin HDT., VII, 61.

    40. A.:Pers., 197-199.41. IRIARTE, A.: 2003, p. 292.42. FERNNDEZ, D.: El traje en la Antigedad. De la sensibilidad griega al pragmatismo civil roma-

    no,Revista de Arqueologa, 320, 2007, p. 38.43. FERNNDEZ, D.: 2007, p. 38.44. Cf. LISSARRAGUE, F.: 1990, pp. 33-34.

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    slo en la tradicional relacin hombre/mujer, sino tambin en la correspondencia grie-go/brbaro45, donde la vestimenta jugar un papel considerable.

    Esclavizado por nfale, Heracles ha intercambiado sus ropas con las de su duea.As, ella lleva la piel de len y blande la maza mientras l hila la lana, revestido del cro-cote, la tnica azafrn opplos de las mujeres46. En la tradicin griega elpplos pieza detela, velo, vestido es la prenda de las mujeres y, a menudo, de los brbaros 47. No debeextraarnos esta ltima afirmacin porque nfale es la mayor de las reinas brbaras acuyas rdenes se somete el hroe Heracles. Pero debemos tener en cuenta otro aspectoimportante y es que nfale no slo se considera una brbara en trminos etnogrficos,sino que su comportamiento de mujer que domina a un hombre se aproxima al rol ejer-cido por las Amazonas48, las nicas guerreras que por s mismas podan romper el ordenestablecido y sembrar en el mundo griego el miedo y la confusin entre el colectivo

    dominante, o sea, el masculino.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    40 JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZHERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    45. JOURDAIN-ANNEQUIN, C.: Hracls latris et doulos sur quelques aspects du travail dans le mytheheroque,Dialogues dhistoire ancienne, 11, 1985, p. 506.

    46. LORAUX, N.:Les expriences de Tirsias. Le fminin et lhomme grec. Pars, 1989, p. 156.47. LORAUX, N.: 1989, p. 154. Cf. con la opinin de LLEWELLYN-JONES, L.: Heracles Re-dressed.

    Gender, Clothing, and the Construction of a Greek Hero, en RAWLINGS, L. y BOWDEN, H. (eds.): Heraclesand Hercules: Exploring a Graeco-Roman Divinity. Gales, 2005, p. 54, en la que afirma que aunque el pevplofrecuentemente se certifica como una prenda femenina, esto no siempre es as ya que existen numerososcasos, especialmente en la poesa tica, donde aqul est especficamente clasificado como un elemento deprenda masculina o, de otro modo, la palabra se emplea como un trmino general para vestido o ropa.

    48. WULFF, A. F.: La fortaleza asediada: diosas, hroes y mujeres poderosas en el mito griego. Salamanca,1997, p. 132.

    Figura 1: Cntaro tico (ca. 490-480 a.C). Museo Real de Arte y de Historia A 718, Bruselas.Fuentes: ARV= Beazley, J. D.:Attic Red-Figure Vase-Painters. Oxford, 1963,

    pp. 445, 256. LIMC=Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae I, 1. Zurich/Munich, 1981, p. 592.

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    La misma accin de transfigurarse que realiza Heracles la ejecuta, aunque de modoinverso, su mayor defensora, Atenea:

    Por su parte, Atenea, hija de Zeus, portador de la gida, dej resbalar sobre el umbralde su padre el delicado vestido pevplo bordado, fabricado con la labor de sus propiasmanos, y vistindose con la tnica citwvn de Zeus, que las nubes acumula, se fue equi-pando con las armas para el lacrimgeno combate49.

    Aunque elpplos femenino se opone al khitn de los hombres y, aunque, a lo largo desu historia, aquella palabra parece revelar a veces un uso fluctuante, de Homero a Plu-tarco, la oposicin delpplos y del khitn permanece pertinente50.

    No slo el objeto material, en este caso elpplos51, mostrar el carcter femenino delms viril de los hroes, sino que tambin el lado ms femenino de Heracles aflorar conla demostracin de una serie de actitudes.

    La muerte de sus hijos es un crimen de mujer y, en el delirio de rabia por habermatado a sus hijos, Heracles iguala su desgracia a las de las madres asesinas, lo que Eur-pides realza mediante la voz del coro52:

    Ahora duerme el desdichado un sueo nada feliz, pues ha matado a sus hijos y a suesposa. En verdad, yo no conozco a ningn mortal que sea ms infortunado.

    (Entra en el palacio).

    Coro.- El crimen que la roca de Argos tiene en su memoria fue un tiempo el msclebre e increble para Grecia, el de las hijas de Dnao; mas ste sobrepasa, adelanta conmucho aquel horror. La muerte del desdichado y divino hijo de Procne madre una sola

    vez llamar puedo sacrificio a las Musas. Pero t, cruel, que engendraste tres hijos, los haseliminado con muerte enloquecida. Oh, oh! Qu lamentos o gemido o funerario cantoo coral de Hades repetir mi eco?53.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 41HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    49. HOM.: Il., V, 733-737.50. LORAUX, N.: 1989, p. 154. Sobre el khitn, cf. FERNNDEZ, D.: 2007, pp. 38-39.51. E.: HF., 1195-1217:Teseo. Qu horror! Qu hombre naci tan desdichado?Anfitrin. Conocer no podras a otro mortal ms trabajado, ms asendereado.Teseo. Y por qu oculta su triste rostro con el peplo?Anfitrin. Se avergenza de tu presencia, de tu amistad de hermano y de la sangre derramada por sus

    hijos.Teseo. Mas yo he venido para acompaarlo en su dolor. Descbrelo!Anfitrin. Hijo, deja caer de tus ojos el peplo, tralo lejos, muestra tu rostro al sol. Un peso contra-

    rio se opone a las lgrimas. Te lo suplico, ante tu barba y tu rodilla y tu mano postrado, dejando caer unllanto de anciano. Vamos, hijo, contn tus impulsos de len salvaje, porque tratan de arrastrarte al impofragor del crimen y tejer un mal contra otro mal, hijo mo.

    Teseo. Vamos, a ti digo, al que ocupa un lugar desdichado: descubre el rostro a tus amigos. Ningu-na nube tiene oscuridad tan negra como para ocultar tus desgracias.

    52. LORAUX, N.: 1989, p. 149.53. E.: HF., 1013-1026.

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    Otros datos adicionales sobre el comportamiento, poco varonil, de Heracles trasperpetrar el homicidio, lo proporciona Diodoro de Sicilia:

    [Yolao] consigui huir, pero, al encontrarse all [Heracles] a los hijos que haba teni-do con Mgara, los asaete como si fueran sus enemigos. Apenas se vio liberado de la locu-ra y se dio cuenta de lo que haba hecho en su inconsciencia, se sumi en un gran dolorpor la enormidad de su desgracia. Aunque todos compartieron su pena y se unieron a sudolor, l permaneci quieto en su casa durante mucho tiempo, evitando los encuentros ylas conversaciones con otros hombres. Finalmente, sin embargo, el tiempo apacigu elsufrimiento y, con la decisin de enfrentarse a los peligros, se present a Euristeo54.

    Finalmente, en las Traquinias de Sfocles, Heracles sufrir como mujer antes dedecidirse a morir como hombre55:

    Ve, hijo, ten valor, compadcete de m, que para muchos soy digno de lstima, yoque he dado gritos de dolor lamentndome como una muchacha. Y nunca ninguno podradecir que vio a este hombre hacerlo antes, sino que siempre, sin emitir gemidos, se some-ta a las desgracias. Pero ahora, a consecuencia de tal situacin, infortunado, me muestrocomo una mujer. En seguida, acercndote, colcate cerca de tu padre, contempla bajo qusufrimientos estoy padeciendo. Yo te lo mostrar sin velos encubridores. Mirad, contem-plad todos un cuerpo digno de compasin, ved al desgraciado, en qu lamentable estadome encuentro. Oh infortunado! Ah! Ah!

    De nuevo este espasmo de dolor me abraza ahora mismo, atraviesa los costados yparece que la miserable y devoradora enfermedad no va a dejar de hostigarme. Oh seorHades, recbeme! Oh rayo de Zeus, hireme! Impulsa, oh rey, descarga el dardo de tu

    rayo, padre56.

    Para finalizar este planteamiento acerca de las actitudes femeninas de Heracles, nadamejor que citar a Nicole Loraux, quien expres que si, como lo afirma el mito de Tire-sias, el placer femenino debe permanecer en secreto, hay otra experiencia de la femini-dad que el discurso griego autoriza a los hombres a sentir: la del sufrimiento queHeracles ha conocido en su agona, imitacin de vivir la feminidad en su cuerpo57.

    Despus de esta concisa explicacin sobre los rasgos femeninos que se manifiestanen el hroe tebano, es preciso retornar de nuevo al mbito de las Amazonas y, en concreto,

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    42 JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZHERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    54. D. S., IV, 11, 1-2.55. LORAUX, N.: 1989, p. 149.56. S.: Tr., 1070-1086.57. LORAUX, N.: 1989, p. 149. Cf. HES.: Fr. 275 (= Apolodoro, Biblioteca, III 6, 7): Entre los tebanos

    hubo un adivino, Tiresias, sobre cuya ceguera y arte adivinatorio se cuentan historias diferentes Hesododice que Tiresias vio en los alrededores de Cirene unas serpientes que hacan el amor y que por haberlas heri-do se convirti de hombre en mujer, pero observ de nuevo a las mismas serpientes haciendo el amor y seconvirti en hombre. Por ello precisamente Hera y Zeus, que estaban en disputa sobre si ocurra que las muje-res sentan ms placer que los hombres en los encuentros amorosos, le preguntaron. Tiresias dijo que si en losencuentros amorosos haba diecinueve partes, los hombres sentan placer nueve de ellas y las mujeres diez. Aconsecuencia de ello Hera le dej ciego y Zeus le dio el arte adivinatorio. Lo dicho por Tiresias a Zeus y Hera,fue: Una sola parte de diez partes goza el hombre; las diez satisface la mujer deleitando su mente.

    Tiresias fue tambin de larga vida.

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    a la relacin de proximidad que muestra nuestro protagonista con una serie de figurasfemeninas que, adems de cobrar gran importancia a lo largo de su vida, mostrarn ins-tintos amaznicos. Adems de nfale, Deyanira, una de las esposas mortales de Hera-

    cles, y Hera, la madrastra malvada del hroe, jugarn un papel esencial en este sentido.Deyanira era originaria de Pleurn58, ciudad del sur de Etolia59, la tierra de cazado-

    res y guerreros, y aquella se consideraba en toda Grecia como la madre de la tribu hilei-da, la ms belicosa de las tribus dorias60. Esta afirmacin no debe resultarnos sorprendentesi prestamos atencin a las palabras de Apolodoro que deca que Deyanira conduca uncarro practicando el arte de la guerra61. Todo este argumento deja escasas dudas de queDeyanira es en todo, excepto en el nacimiento, una amazona62. Incluso su dramticofinal, tras conocer el sufrimiento que le ha causado a su esposo a raz del presente de latnica, suicidndose como un hombre, con una espada en lugar de una soga63:

    Oh lecho y cmara nupcial ma! Adis ya para siempre, porque nunca me recibiriscomo esposa en este tlamo. Despus de decir esto, se quita con mano diligente su peplo,al que un broche labrado en oro haba fijado al pecho, y se descubri todo el costado y elbrazo izquierdo. Yo me echo a correr todo lo que me permiten las fuerzas y le informo a suhijo de lo que ella est planeando. Nos precipitamos de all a aqu y vemos que, con unaespada de doble filo, se ha herido en el costado, bajo el corazn y el diafragma64.

    La muerte de Deyanira con instintos amaznicos distar mucho del supuesto homi-cidio de otra Deyanira, presentada en este caso como una verdadera amazona, la cualdebi de entablar combate con Heracles, segn el contexto en el que transcurre el epi-sodio y obtuvo la muerte como una autntica guerrera, es decir, en el campo de batalla65.

    Finalmente, la diosa Hera, madrastra de Heracles, durante la guerra entre el hroey Neleo y los pilios, ser herida en el seno derecho tal y como seala Homero en lossiguientes versos:

    Tambin padeci Hera cuando el esforzado hijo de Anfitrin le acert en el seno dere-cho con una flecha trifurcada; y tambin de ella se apoder entonces un dolor incurable66.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 43HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    58. S.: Tr., 6. Cf. APOLLOD., II, 7, 5.59. BERNAND, A.:La carte du tragique. La gographie dans la trgedie grecque. Pars, 1985, p. 122.60. ERRANDONEA, I.:Sfocles y su teatro (tomo I). Madrid, 1942, p. 315.61. APOLLOD., I, 8, 1.62. SLATER, P. E.: 1992, p. 353.63. SLATER, P. E.: 1992, p. 353.64. S.: Tr., 920-932. Cf. con el suicidio ritual conocido como haraquiri (corte de vientre) entre los

    samurais de Japn. El haraquiri lo realizaba un samurai cortndose el abdomen con un tanto (daga) y cuan-do lo ejecutaba una mujer, normalmente se introduca la daga en la arteria cartida. Lo realmente impor-tante de esta forma de morir era que significaba, tanto para amigos como para enemigos, un acto de valentade un samurai seguro de su derrota, de su deshonra o de que estaba herido de muerte, algo impensable enla sociedad europea [y en este caso en la griega], donde no significara nunca una accin noble, TURNBULL,S.:Samurais. La Historia de los Grandes Guerreros de Japn. Traduccin editada por Libsa. Madrid, 2006, pp.18, 108 y 111, deSamurai. The Story of Japans Great Warriors. Gran Bretaa: PRC Publishing Group, 2004.

    65. Vase D. S., IV, 16, 3.66. HOM.: Il., V, 392-394.

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    Desde el discurso mdico a las construcciones del mito, una misma y estrecha corre-lacin se revela entre el lado derecho y el hombre, el lado izquierdo y la mujer. El dere-cho pertenece al guerrero, el izquierdo a las mujeres. De este modo, Hera ha sido heridacomo hieren a un combatiente67. Pero ser el disfraz de amazona que la diosa reviste paraenardecer a las guerreras contra Heracles y sus compaeros68, el que proporcionar la ver-dadera apariencia de la diosa.

    Abandonamos, por el momento, el plano mtico y nos adentramos en el contextoideolgico preguntndonos dnde ubicaban los griegos a los autnticos brbaros. Juaris-ti responde a esta cuestin sealando que siempre al norte. En las montaas de Mace-donia y Tracia. En las estepas septentrionales y en el lmite, en las inmensas llanuraspnticas, los ms brbaros de todos: los escitas nmadas infatigables, emparentadoscon persas y Amazonas69. Sobre el origen de los escitas, Herodoto transmite dos tra-diciones70, y una tercera, que es la que nosotros contemplamos contada por los griegos

    que habitaban el Ponto. Segn stos, Heracles lleg a Escitia acarreando las vacas deGeriones. La desaparicin de sus yeguas durante una tempestad, le llev a una cuevadonde habitaba un ser biforme, mitad mujer, mitad serpiente. Despus de preguntar porsus animales, la mujer-serpiente le respondi que ella las tena en su poder, pero que nose las devolvera mientras no se uniera a ella. Heracles accedi y ella se qued encinta detres hijos. Ante la pregunta de qu hacer con ellos, Heracles le contest que aquel quetendiera el arco y se ciera el talabarte de la misma manera que l, fijara aqu su hogar,mientras que el que fuera incapaz de realizar semejante labor, tendra que abandonar laregin. Cuando los nios llegaron a la edad adulta, la madre les encomend el encargodel hroe. Los dos hijos mayores no consiguieron realizar la prueba pero el ms joven,llamado Escita, s lo logr y permaneci en esa tierra, convirtindose, as, en el primer

    rey de los escitas71.Es interesante destacar aqu la figura del Heracles arquero y lo que esta arma repre-

    sentar para la sociedad escita. Otro punto a tener en cuenta es la mencin de una regin

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    44 JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZHERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    67. LORAUX, N.: 1989, p. 166. Cf. HP.: Epid., II, 6, 15: Acerca de la naturaleza: la tetilla derecha yel ojo derecho tienen la misma capacidad, y (as) el mismo lado de las zonas inferiores. Y que los fetos varo-nes nacen en la parte derecha (del tero); HP.: Epid., VI, 2, 25: Porque est (el feto masculino) en una zonams caliente, es ms slido lo que est en la parte derecha, y sus venas son ms prominentes. Se forma, sehace consistente y, habindose movido ms tempranamente, se para; despus crece ms lentamente y duran-te ms tiempo. Lo que se hizo slido, es ms bilioso y ms sanguneo esta regin de los animales es mscaliente; HP.: Epid., VI, 4, 21: Pubertad. El que de los dos testculos se manifieste al exterior: si el derecho,(engendra) varn; si el izquierdo, hembra; HP.:Aph., V, 38: Si a una mujer embarazada, que tiene en su vien-tre gemelos, le adelgaza un pecho, aqulla pierde uno de los dos fetos. Si se le seca el pecho derecho, el varn;si se le seca el izquierdo, la hembra; HP.:Aph., V, 48: El embrin masculino est en la parte derecha, el fetofemenino ms bien en la izquierda.

    68. Vase APOLLOD., II, 5, 9.69. JUARISTI, J.: 2000, pp. 157-158.70. HDT., IV, 5-7 y 11-12.71. HDT., IV, 8-10. Cf. D. S., II, 43, 3-4: Cuentan en el mito los escitas que despus naci entre ellos

    una doncella engendrada de la tierra. Tena de mujer las partes superiores del cuerpo hasta la cintura y lasinferiores, de serpiente. Zeus se uni a ella y le engendr un hijo, Escites de nombre. Como lleg a ser msfamoso que sus predecesores, las gentes fueron llamadas escitas por el mismo. Entre los descendientes de eserey, nacieron dos hermanos destacados en virtud; el uno se llam Palo y el otro Napes. Y, habiendo realiza-do acciones famosas y dividido el reino, unas gentes fueron llamados palos y las otras napas por cada uno.

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    que a la sazn se encontraba desierta a la llegada del hroe, lo que parece hacer exten-siva a los griegos pnticos la creencia, mayoritaria entre los escitas (segn Herodoto) deque stos eran el pueblo ms joven del mundo72. Esta afirmacin podra estar relacio-

    nada con el fenmeno colonizador de estos territorios que se produjo en poca tarda, yaque, por mencionar algunos ejemplos, diremos que las primeras colonias en la costa ucra-niana datan del siglo VI a.C.: Tiras, en el estuario del Dnister, Olbia, junto a la desem-bocadura del Dniper, Quersoneso y Teodosia, en Crimea, Ponticapea, en las orillas delmar de Azof, etc.73.

    Entre los pueblos que configuran Escitia, Herodoto enumera los siguientes: los cal-pidas que habitan al norte de Olbia; losalizones que se situaban entre los cursos del Bugmeridional y el Dniper; los escitas labradores y los neuros se asientan a lo largo del cursodel ro Hpanis; al oeste del Borstenes, los escitas agricultores u olbiopolitas en la margenderecha del Dniper; los escitas nmadas que se extienden hasta el ro Gerro; los escitas rea-

    les por el sur hasta Crimea y, por el este, hasta el lago Maytide.Entre los pueblos no-escitas se encuentran los andrfagos que ocupaban el cursosuperior del Dniper; los melanclenos que se ubicaban en el curso superior del Donetz; los

    saurmatas que se situaban desde la margen izquierda del Don hasta el Volga; los budinosentre el Don y el curso medio del Volga; los tisgetas y losyircas habitaban entre el marCaspio y el de Aral; losargipeos que se piensa estaran asentados al sur de los Urales, enel Turkestn occidental; los isedones que podan estar situados en la cuenca del Irtisch, elprincipal afluente del Obi y, finalmente, los arimaspos, un pueblo fabuloso que cadapoca sita en los confines remotos del mundo conocido74.

    Toda esta aglomeracin de pueblos hace de Escitia un lugar comn, espacio deencuentro que reduce a unidad lo diverso75.

    Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H. antig. 27, 2009, pp. 31-48

    JOS JAVIER VILARIO RODRGUEZ 45HERACLES Y LOS PUEBLOS ARQUEROS DE LA ANTIGEDAD

    72. JUARISTI, J.: 2000, p. 169.73. JUARISTI, J.: 2000, p. 169. Cf. con los descubrimientos efectuados en las colonias griegas y su rela-

    cin con las gentes locales en el perodo arcaico y clsico identificando, hasta donde la evidencia permite,los rasgos generales y especficos de cada regin del rea del Mar Negro, TSETSKHLADZE, G. R.: Greek Colo-nisation of the Black Sea Area: Stages, Models, and Native Population, en TSETSKHLADZE, G. R. (eds.): TheGreek Colonisation of the Black Sea Area: Historical Interpretation of Archaeology. Stuttgart, 1998, pp. 9-68. Unrecorrido por la historia de la regin del Mar Negro desde los siglos VII-VI a.C. con las primeras fundacio-nes griegas y hasta nuestros das, MARCU, S.: El Mar Negro: Geopoltica de una Regin Encrucijada de Caminos.Valladolid, 2007, y, en concreto, hasta el fin de la dominacin romana, pp. 28-43. Un viaje por la EscitiaMenor desde los primeros asentamientos griegos y, su relacin con los pueblos indgenas, hasta los prime-ros siglos de nuestra era a travs, sobre todo, de la epigrafa, P IPPIDI, D. M.:Scythica Minora. Recherches surles colonies grecques du littoral roumain de la mer Noire. Bucarest, 1975. Un estudio sobre las colonias griegasdel litoral norte del Mar Negro tanto en su conjunto (historia, economa, arte) como en su divisin en seisregiones, haciendo hincapi en cada una de ellas en los puntos generales que abarcan todos los mbitos ante-riores y, todo ello, con abundante bibliografa, BELIN DE BALLU, E.:LHistoire des Colonies Grecques du Litto-ral Nord de la Mer Noire. Leiden, 1965.

    74. HDT., IV, 17-27 (traduccin y notas 68, 72, 76, 80, 84, 86, 88, 90, 93, 102 y 107 de S CHRADER,C.: Historia de Herodoto. Madrid, Gredos, 1979). Cf. JUARISTI, J.: 2000, p. 160, el cual sealar que estospueblos vecinos no-escitas acabarn siendo aglutinados, por griegos y romanos, bajo la misma denomina-cin de escitas.

    75. JUARISTI, J.: 2000, p. 161. Sobre el principio de simetra utilizado, al parecer, por Herodoto aldescribir, en este caso, Escitia, HARTOG, F.:Le miroir dHerodote. Essai sur la reprsentation de lautre. Pars,1991, cap. I, y en concreto, pp. 31-38.

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    Sobre uno de estos pueblos, el saurmata, Herodoto relatar la leyenda de sus or-genes como resultado de la unin entre las Amazonas y jvenes escitas76.

    Los saurmatas mantendrn conexiones culturales con diversas partes del mundo de

    las estepas y, especialmente, con los escitas europeos y los srmatas. El nomadismo quese les confiere a estas culturas parece haberse desarrollado sobre una base muy prximaa los grupos de poca cimeriana en Ucrania (ritos funerarios, armamento, elementosrelacionados con la caballera, etc.)77.

    Respecto a la posicin de las mujeres en la sociedad saurmata, Herodoto ya men-cion su disposicin a realizar actividades cinegticas, ir a la guerra y respecto a contraermatrimonio, ninguna doncella se casa antes de haber dado muerte a un enemigo; y algu-nas hasta llegan a morir de viejas sin haberse casado, por no haber podido cumplir laley78. Las afirmaciones del Padre de la Historia encuentran un sustento, al menos par-cial, en recientes descubrimientos arqueolgicos, concretamente las excavaciones realiza-

    das en la zona del Volga-Ural, donde el 20% de las sepulturas femeninas de los siglosVI-IV a.C. contienen armas, lo que ha sido interpretado como signo de la distinguidaposicin que ocupaban las mujeres en la sociedad saurmata79.

    Desde el siglo III a.C., los escitas (saurmatas) comienzan a ser desplazados de la este-pa ucraniana por los srmatas, un pueblo del mismo origen y emparentado tambin conlos partos de la meseta irania. Al igual que sus predecesores usaban el arco y el hacha,pero sus principales armas eran la lanza y la espada de doble filo y hoja muy ancha, queutilizaban en las cargas a caballo80. Al igual que entre las mujeres saurmatas, la presen-cia de armas tambin se localiza en tumbas femeninas srmatas de la fase antigua (cul-tura de Prokhorovka). Un ejemplo de ello lo hallamos en una sepultura descubierta en1962 junto al Manich (afluente izquierdo del Don), en la que adems de accesorios tpi-

    camente femeninos (perlas en vidrio y en piedras semipreciosas, pendientes), el mobi-liario se conforma de un torque de oro, un caldero y una serie de puntas de flecha conmullido en hierro. En las siguientes fases srmatas, la media y la tarda, las sepulturasfemeninas no comprenden ms armas81.

    Las evidencias arqueolgicas inducen a pensar que estas mujeres guerreras o Ama-zonas gozaban si no de un elevado, s de un importante estatus dentro de estas socieda-des nmadas. A raz de la leyenda de las Amazonas, Robert Graves seala que podraestar relacionada con unos pueblos que deban mantener en la Edad de Bronce un tipode sociedad matriarcal, derivado del antiguo culto neoltico a la Diosa Madre, en la que unacasta de mujeres ostentara el poder religioso y poltico82. La mayora de los estudiosos

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    76. HDT., IV, 110-111, 114, 116 y 117. Cf. Hdt., IV, 21.77. LEBEDYNSKY, I.:Les Scythes. La civilisation nomade des steppes VIIe-IIIesicles av. J.-C. Pars, 2001, pp.

    51-52.78. Vase HDT., IV, 116-117.79. LEBEDYNSKY, I.: 2001, p. 53.80. JUARISTI, J.: 2000, pp. 172-173.81. LEBEDYNSKY, I.:Les Sarmates. Amazones et lanciers cuirasss entre Oural et Danube (VIIesicle av. J.-C.-

    VIesicle apr. J.-C. Pars, 2002, pp. 155-156.82. MOREU, C.:La guerra de Troya. Ms all de la leyenda. Madrid, 2005, pp. 178-179. Cf. con la opi-

    nin de Tyrrell para quien no es ni siquiera pertinente preguntarse por la posible existencia real de lasAmazonas. An sin descartar que algunos de sus elementos figurativos pudieran haber sido tomados de laobservacin emprica de otras culturas como la escita, JUARISTI, J.: 2000, p. 41. En este sentido, cf. con

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    sugieren, a partir de las evidencias lingsticas, que la sociedad Proto-Indo-Europea erapatrilineal en descendencia y dominada por el varn83. Estas pruebas, a mi humildeentender, no deberan contender con el hecho de que estas Amazonas ocupasen un

    lugar considerable y profundamente respetable dentro de una sociedad con marcadocarcter masculino.

    Para finalizar abordaremos el tema del arco escita por la importancia que adquie-re dentro del contexto de esta sociedad. El arco de Cupido a doble curva era cono-cido por los cimerios y escitas84. Este arco compuesto se cree que fue tomado por losescitas de los cimerios en el siglo IX a.C., e introducido por aqullos en el mundo hel-nico y, de aqu, en el resto de Europa85. Este arco, de talla pequea, oscilaba entre 60-80 cm de media, aunque existen ejemplares que alcanzan el metro de longitud86. Enel rea egea durante la poca arcaica, la mayor parte de las puntas de flecha pertene-cen a este tipo de arco. stas son diminutas (raramente superan los 2,5 cm de longi-

    tud) y estn fabricadas en su mayora en bronce fundido (aunque tambin existen enhierro y hueso) con mango hueco87. La longitud de las flechas escitas oscilaba entre los60-70 cm y sus delgadas varillas eran de abedul, fresno, lamo o caa. Tanto el arcocomo las flechas se transportaban en un estuche de cinturn que reciba el nombregriego degrytos88.

    El arco escita empieza a ser representado por los artistas griegos desde la mitad delsiglo VII a.C. y, posteriormente, en un contexto mitolgico que lo delega en manos dedioses y hroes de la categora de Heracles89. No es extrao observar a este personajeesgrimiendo un arco, teniendo en cuenta que una de las principales leyendas sobre el ori-gen de los escitas tiene como eje fundamental no slo a Heracles, sino tambin a su armapredilecta90. La ardua accin de tensar el arco, se transformar en la clave argumental de

    una leyenda que algunos estudiosos han querido ver en las escenas que decoran el vaso

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    la opinin de GULIAEV, V. I.: Amazons in the Scythia: new finds at the Middle Don, Southern Russia,World Archaeology, 35, 1, 2003 pp. 112-125, para quien las evidencias constatan, en cierta medida, una rea-lidad amaznica. Desde la consideracin del carcter absolutamente ahistrico del matriarcado, IRIARTE, A.(2002, pp. 161-186) ha estudiado la teora matriarcal como til ideolgico al tiempo de contraposicin degneros y de diferenciacin tnica tanto en el mundo antiguo como en el contemporneo.

    83. MALLORY, J. P.: In Search of the Indo-Europeans. Language, Archaeology and Myth. Londres, 1991, p.123. Cf. HAUDRY, J.:Les Indo-Europens. Pars, 1992, pp. 93-94 para el que la mayora de los trminos queindican un parentesco por lnea femenina no lo son, y las escasas huellas de filiacin matrilineal encontra-das las atribuye a influencias externas.

    84. SNODGRASS, A. M.:Armi ed armature dei Greci. Traduccin editada por LERMA DI BRETSCHNEIDER.Roma, 1991, p. 110, deArms and Armour of the Greeks. Londres: Thames and Hudson, 1967.

    85. ILLARREGUI, E.: El arco compuesto. Un arma revolucionaria en la Antigedad, Revista deArqueologa, 321, 2008, p. 29. Aunque no existen muchos restos de arcos por su lgico estado de descom-posicin al ser enterrados junto a sus propietarios, el espcimen ms completo hallado en una sepultura esci-ta se localiza cerca de Kerch (Crimea oriental), LEBEDYNSKY, I.: 2001, p. 154.

    86. LEBEDYNSKY, I.: 2001, p. 155.87. SNODGRASS, A. M.: 1991, pp. 110 y 112. Sobre las flechas escitas, CERNENKO, E. V.: The Scythians

    700-300 BC, n 137. Londres, 1983, p. 12.88. LEBEDYNSKY, I.: 2001, pp. 156 y 158.89. SNODGRASS, A. M.: 1991, p. 112.90. Vase HDT., IV, 8-10.

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    de oro de Koul-Oba en Crimea, Ucrania91. La posesin de este tipo de arco en manos deHeracles tendr como principal objetivo, un primer intento de acercamiento para des-barbarizar un arma que penetrara en Grecia ejerciendo una labor considerable dentrodel contexto blico griego.

    Pero tambin la figura de este hroe volver a ser esencial para justificar la presen-cia griega en los nuevos territorios. Esto se manifestar en Escitia adjudicndole alhroe92, la progenitura de este espacio geogrfico mediante su unin con un ser biforme,mitad mujer, mitad serpiente evcidua93. Este hbrido o mujer-serpiente es la nicasoberana de esta regin94 y parece compartir con las mujeres guerreras o Amazonas esedominio espacial en el sentido de que aparecen como poseedoras de un territorio. Paraexplicar esto es preciso mencionar la existencia de una relacin directa entre los ofidiosy las Amazonas, en concreto, Libias, puesto que estas guerreras como armas defensivasusaban las pieles de grandes serpientes95, lo que simblicamente podra interpretarse

    como una transmisin de poder de la tierra al utilizar las Amazonas, en este caso africa-nas, la piel de un ser que se arrastra por el terreno y que est en continuo contacto conla Madre Tierra. Sin embargo difieren en un aspecto y es que el hbrido no se enfrenta alvarn, sino que le obedece con el fin de no cometer un error, mientras que las Ama-zonas, transgresoras del rol femenino, primero se enfrentan a los hombres y, aunque fina-licen en muchos casos unindose a ellos, su condicin de mujeres diferentesprevalecer sobre cualquier otro cariz.

    Heracles en este episodio se relacionar con seres ctnicos o del mundo subterrneo.Otro de los Trabajos es el que le llev a permanecer bajo las rdenes de otra mujer coninstintos amaznicos, nfale. Este nombre ctnico es la forma femenina de omphalos uombligo que, con forma de pecho, era indistinguible en forma y significado de tumba-

    tmulos. Segn Fontenrose, este episodio se interpretara como una estancia de la muer-te en la tierra y sugiere que nfale representara a la Equidna Lidia. Apunta, adems, sucarcter siniestro como el de una seductora homicida96, calificativo que bien podra apli-carse a la amazona que concluir con la vida de Heracles, Deyanira.

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    91. LEBEDYNSKY, I.: 2001, pp. 186-187. Sobre este aspecto vase MONBRUN, F.:Les Voix dApollon.Larc, la lyre et les oracles. Rennes, 2007, pp. 152-153. Cf. HOM.: Od., XXI, 404-411: Tal hablaban los mozosy Ulises, el rico en ardides, levantando en su mano el arco lo vio por entero. Bien as como un hombre peri-to en la lira y el canto tiende el nervio que estrena arrollndolo en una clavija sin esfuerzo, ya atada en suscabos la tripa ovejuna retorcida y sutil, con igual suavidad all Ulises su gran arco tendi; por su diestra pro-bada la cuerda, reson claro y bien como po que da golondrina.

    92. Vase D. S., II, 43, 3 donde, en este caso, no ser Heracles el fundador del linaje escita sino suprogenitor Zeus.

    93. HES.: Th., 295-306: Otro monstruo extraordinario, en nada parecido a los hombres mortales ni alos inmortales dioses, tuvo Medusa en una cncava gruta: la divina y astuta Equidna, mitad ninfa de ojosvivos y hermosas mejillas, mitad en cambio monstruosa y terrible serpiente, enorme, jaspeada y sanguina-ria, bajo las entraas de la venerable tierra. All habita una caverna en las profundidades, bajo una orondaroca, lejos de los inmortales dioses y de los humanos mortales; all entonces le dieron como parte los dioseshabitar ilustres mansiones. (Y fue retenida en el pas de los rimos, bajo la tierra, la funesta Equidna ninfainmortal y exenta de vejez, por todos los siglos). Cf. APOLLOD., II, 1, 2.

    94. Vase HDT., IV, 9, 4.95. Vase D. S., III, 54, 3.96. SLATER, P. E.: 1992, p. 379.