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7/23/2019 Heraclito y Oriente (Aurobindo) http://slidepdf.com/reader/full/heraclito-y-oriente-aurobindo 1/39 H E R Á C L I T O Y O R I E N T E S H R I A U R O B I N D O Ediciones elaleph.com.Editado por elaleph.com ??2000 - Copyright www.elaleph.com Todos los Derechos Reservados.. 3 PRÓLOGO La revista Arya publicó en los años 1916-1917, un trabajo de Shri Aurobindo sobre Heráclito, re-producido en francés mucho más tarde. Para este pensador indio el filósofo de Efeso pertenecería al período de transición, que antes de llegar al apogeo de la razón lógica se hallaba aún inmerso en la at-mósfera de los misterios, posición que es discutida por los comentaristas de Occidente. Damos un resumen de este pequeño y denso li-bro, cuyos razonamientos y conclusiones resultan un tanto extraños, pero que tienen el mérito de ex-presar el punto de vista de un sabio de formación hinduista, de gran fineza intelectual, tan alejado de nuestra sensibilidad y de nuestra cultura. No hay pensador griego -expresa Aurobindo-más estimulante que Heráclito en sus aforismos. A.. 4 ciertos rasgos modernos agrega algo de la antigua resonancia psíquica, de la visión y de la palabra in-tuitivas de los viejos místicos. Se halla en él la ten-dencia al racionalismo, pero no esa fluida claridad del espíritu razonador que fue creación de los so-fistas. Heráclito emplearía el lenguaje de los misterios, aunque de manera nueva y personal, cuando habla de Hades y de Dionisio, del fuego siempre viviente y de las Furias. Y sería comprenderlo mal ver en esos nombres sólo dioses con la significación estre-cha que les da la religión mitológica popular. Cuan-do Heráclito se refiere al "alma seca" o al "alma húmeda", habla del alma, en efecto, y no del inte-lecto, de psyjé y no del nous. El "alma seca" del pensador griego sería la "conciencia del corazón" purificada de los psicólogos indios. El "alma húme-da" es la que se deja turbar por el vino impuro del éxtasis sensual, la excitación emotiva, por los impul-sos oscuros que tienen su fuente en un mundo infe-rior y tenebroso. No considerar la influencia ejercida -según Au-robindo- por el pensamiento místico y por sus mé-todos de expresión sobre las concepciones intelectuales de los griegos, desde Pitágoras hasta.. 5 Platón, sería desnaturalizar la evolución histórica del espíritu humano. Este pensamiento se separa de esta vía para seguir una tendencia metafísica en rela-ción con los místicos por el origen de sus ideas, su

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H E R Á C L I T O YO R I E N T E

S H R I A U R O B I N D OEdiciones elaleph.com.Editado porelaleph.com??2000 - Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados..3

PRÓLOGO

La revista Arya publicó en los años 1916-1917,un trabajo de Shri Aurobindo sobre Heráclito, re-producidoen francés mucho más tarde. Para estepensador indio el filósofo de Efeso pertenecería alperíodo de transición, que antes de llegar al apogeode la razón lógica se hallaba aún inmerso en la at-mósferade los misterios, posición que es discutidapor los comentaristas de Occidente.Damos un resumen de este pequeño y denso li-bro,cuyos razonamientos y conclusiones resultan

un tanto extraños, pero que tienen el mérito de ex-presarel punto de vista de un sabio de formaciónhinduista, de gran fineza intelectual, tan alejado denuestra sensibilidad y de nuestra cultura.No hay pensador griego -expresa Aurobindo-másestimulante que Heráclito en sus aforismos. A..4ciertos rasgos modernos agrega algo de la antiguaresonancia psíquica, de la visión y de la palabra in-tuitivasde los viejos místicos. Se halla en él la ten-denciaal racionalismo, pero no esa fluida claridaddel espíritu razonador que fue creación de los so-fistas.Heráclito emplearía el lenguaje de los misterios,

aunque de manera nueva y personal, cuando hablade Hades y de Dionisio, del fuego siempre vivientey de las Furias. Y sería comprenderlo mal ver enesos nombres sólo dioses con la significación estre-chaque les da la religión mitológica popular. Cuan-doHeráclito se refiere al "alma seca" o al "almahúmeda", habla del alma, en efecto, y no del inte-lecto,de psyjé y no del nous. El "alma seca" delpensador griego sería la "conciencia del corazón"purificada de los psicólogos indios. El "alma húme-da"es la que se deja turbar por el vino impuro deléxtasis sensual, la excitación emotiva, por los impul-sososcuros que tienen su fuente en un mundo infe-rior

y tenebroso.No considerar la influencia ejercida -según Au-robindo-por el pensamiento místico y por sus mé-todosde expresión sobre las concepcionesintelectuales de los griegos, desde Pitágoras hasta..5Platón, sería desnaturalizar la evolución histórica delespíritu humano. Este pensamiento se separa deesta vía para seguir una tendencia metafísica en rela-cióncon los místicos por el origen de sus ideas, su

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estilo hermético, su esfuerzo por apoderarse direc-tamentede la verdad mediante una intuición antesque llegar a ella por la razón, si bien permanecesiendo intelectual por su método y su fin. En la In-diacoincide con el primer período de los darshanas,en Grecia con los presocráticos. Luego se despliegael racionalismo filosófico: Buda, en la India; enGrecia, los Sofistas y Sócrates. Heráclito perteneceal período intermedio y no al apogeo de la razón; esel representante más característico de este período.De ahí su pensamiento hermético, cargado de senti-doy la dificultad de extraer lo que quiere decir y elintento de racionalizarlo por completo.En la filosofía griega como en la India, el primerproblema que se ofrece al pensamiento es el de loUno y lo Múltiple. Por todas partes vemos multipli-cidadde objetos y seres. Es el caso de saber si elloes real o fenoménico, si el hombre posee una exis-tenciapropia o es resultado efímero de la evolucióno juego de algún principio originario. Dónde residela unicidad: ¿en la materia, la inteligencia o el espí-..6ritu? ¿Cuál es el sentido de la unidad si es que ellaexiste? Si lo Múltiple y lo Uno son ambos verdade-ros,

¿qué clase de relaciones mantienen entre sí?Heráclito creía en la unidad y la multiplicidad ylas aceptaba como verdaderas y existentes. Diferíaempero, de Anaximandro, que rechazaba la separa-ciónpor injusta, y de Empédocles, para quien todoera múltiple y uno alternadamente. La concepcióndel efesio nació de su potente intuición concreta delas cosas, de su agudo sentido de las realidades uni-versales.En nuestra experiencia del cosmos com-probamosesta coexistencia eterna y no podemossustraernos a ella. La mirada sobre lo múltiple nosrevela, en efecto, una profunda unidad cualquierasea el objeto que elijamos como punto de referen-cia.

Y no obstante esta unidad sólo se justifica por lamultiplicidad de sus poderes y formas de los que dealguna manera dependen.Heráclito en su concepto del fuego siempre vi-vientealbergaría la idea de algo superior a una sus-tanciao energía física. El fuego sería para él elaspecto físico de una inmensa fuerza ardiente quecrea, modela y destruye, operaciones que constitu-yenun cambio incesante. La idea de lo uno que noes sustancia ni esencia estable, sino fuerza activa,..7especie de sustancial voluntad- de- devenir, tal, se-gúnAurobindo, es la base de la filosofía de He-ráclito.

Esto permitiría realizar la aproximaciónentre Nietzsche y el pensador griego, mas ello noexcluye al ser del problema de la existencia, es decir,no crea un abismo entre el ser y el devenir. El ser esun devenir constante, de modo que el devenir seresuelve como un ser eterno. Todo fluye porquetodo es cambio del devenir; no podemos entrar dosveces en las mismas aguas puesto que la corriente serenueva sin cesar. Sin embargo, gracias a su ojo pe-netrantefijado sobre la verdad de las cosas, el filó-sofo

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no puede dejar de ver otra verdad detrás deaquélla. Las aguas en que entramos son las mismas yno lo son, nuestra existencia es una eternidad y unainconstante fugacidad, somos y no somos. Heráclitono resuelve la contradicción; la expone y trata, a sumanera, de explicar el proceso. Lo observa como latransformación e intercambio continuos, como unalucha creadora y decisiva; "el conflicto es el padre yrey de todas las cosas". Entre el fuego como ser y elfuego como devenir, la existencia describe una cur-vadescendente y ascendente, que se ha llamado "elcamino hacia abajo y el camino hacia arriba". Estas..8son las ideas dominantes del pensamiento de He-ráclito.Dos afirmaciones del efesio nos dan el punto departida de su filosofía. En la primera nos dice que"es sabio admitir que todas las cosas son una", y porla segunda, sostiene que "lo uno surge de lo múlti-pley de lo uno lo múltiple". Habría que aceptar quelo uno existe como consecuencia de lo múltiple, asícomo lo múltiple se da como el devenir de lo uno.Esta interpretación muy cercana al pensamiento deNietzsche, concede mucha importancia a la teoríaheraclítea del cambio perpetuo. Si esto fuera cierto,

sería difícil ver por qué habría buscado un principiooriginal y eterno, ese fuego que lo crea todo me-diantesu transformación perpetua, que lo gobiernatodo por la fuerza del rayo, que reúne todo en suseno y lo destruye a través del incendio cíclico.Tampoco se explicaría su concepto de la vida as-cendentey descendente ni podría aceptarse que He-ráclitosostenía la conflagración cósmica ni imaginarcuál sería el resultado de tal conflagración.Heráclito se hallaba preocupado por su idea deldevenir, que era para él la única explicación delcosmos, pero éste tenía, no obstante, una base eter-na,un principio original único. Tenía siempre ante..

9él la idea de un universo en movimiento perma-nentey sin embargo, detrás de todo ello veía tam-biénun principio constante de determinación yhasta un misterioso principio de identidad. El alcan-cedel designio de Heráclito es claro: se dan el ser yel devenir, y por ello tenemos una existencia eternay real, a la vez temporaria y aparente; no somos sólouna transformación incesante sino una existenciaconstante e idéntica a sí misma. El día y la nocheson uno, la muerte y la vida, el bien y el mal no sepresentan por separado, pues esto es lo Uno y todolo demás son sus formas y apariencias diversas. El

efesio explica el cosmos como la evolución e invo-luciónde su principio eterno, el fuego -sustanciaúnica y fuerza única- lo que en su lenguaje metafóri-cose expresa por el camino que asciende y que des-ciende.Del fuego proceden el aire, el agua y latierra, tal es el desarrollo de la energía según la sen-daque desciende, y en la tensión misma de estaoperación hay igualmente una fuerza potencial deretorno que obliga a las cosas a ascender. En eseequilibrio reside toda la acción cósmica, el cual es

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un equilibrio de energías opuestas. Como el movi-mientode retorno del arco, al que Heráclito locompara, la vida es un intercambio de reacción y..10tensión que retiene una energía de liberación; cadafuerza de acción es compensada por la reacción co-rrespondiente.Por la resistencia de una y otra seoriginan todas las armonías de la existencia. Unadoctrina parecida la tenemos en la teoría india delsamkhya, aunque más matizada. La idea heraclíteadel ascenso y del descenso, corresponde a la con-cepciónindia del nevritti y pravitti (ascenso y des-censo)que también podría interpretarse como unciclo repetido de creación y disolución. La teoría deHeráclito se le asemeja. Lo múltiple sería entonceseterno no sólo como potencia de manifestación si-nopor el hecho mismo de manifestarse.Si la ley de transformación determina la evolu-ciónde la senda única que asciende y desciende, lamisma ley domina en todo el trayecto del camino, yen sus recodos y en sus bordes donde se negaríanmillones de cosas. Lo uno se intercambia constan-tementepor lo múltiple; las mercancías son ofreci-das,desaparecen o son destruidas, pero en su lugar

tenemos el oro. El sol parece el mismo que se le-vantacada día; lo cierto es que mantiene su identi-dadaparente por una constante transformación.Hay destrucción continua y sin embargo nada seaniquila. La energía se reparte pero no se disipa. La..11ley es cambio y conservación inalterable de la ener-gíadentro del cambio. La ciencia moderna, que po-seeun conocimiento más exacto de lo que seproduce en esta transformación, confirma, en efec-to,la conclusión de Heráclito. Es la ley de la con-servaciónde la energía.Ahí reside el secreto activo de la vida; toda vida

psíquica, mental o dinámica se mantiene por el in-tercambioconstante. La teoría de Heráclito, empe-ro,no es del todo satisfactoria. Que la medida, elvalor de la energía cambiada permanezca invariableaunque modifique la forma, puede aceptarse, mas,¿por qué los objetos cósmicos que recibimos enlugar del oro universal han de ser también fijos, esdecir, invariables? ¿Cómo se produce esta eternidadde principios, elementos y clases de combinaciones,y asimismo la persistencia y retorno de las mismasformas que advertimos en el cosmos? ¿Por qué lacorriente sería siempre la misma, como lo admiteHeráclito, si bien las aguas resultarían distintas? A

este propósito Platón construye su esquema deideas como modelos de las cosas que sería una ma-nerade responder al efesio. Heráclito, por su parte,tiene su propia explicación, dada por sus sugestivasfrases sobre la guerra, la justicia y la tensión. Es el..12primer pensador que ha considerado el mundo en-teramenteen términos de potencia. No sólo hayguerra entre los seres, entre una fuerza y otra, sinoen el interior de cada uno, y esta oposición tensa

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crea el equilibrio necesario para la armonía.La armonía está presente, entonces, porque elcosmos, en su realización es armonía; pero en suproceso el cosmos es lucha, oposición, equilibrio deopuestos eternos. No puede haber verdadera paz amenos que se la entienda como tensión permanen-te,equilibrio de poder entre fuerzas hostiles, mutuaneutralización de excesos. La paz no puede crearnada ni mantener nada, por lo que el deseo de Ho-merode que la guerra desaparezca entre los dioses ylos hombres es un monstruoso absurdo para He-ráclito.Acepta Aurobindo que el efesio es el primerpensador que ha enseñado la ley de la relatividad.Puesto que todo es uno en su ser y múltiple en sudevenir, se deduce que todas las cosas, en su esenciadeben ser una. No podemos decir, pues, de algo quees bueno o malo, justo a injusto, bello o feo, sinodesde un punto de vista relativo, ya porque adop-tamosuna posición particular o porque pensamosen un fin práctico. Él ofrece el ejemplo del agua de..13mar, buena para los peces, dañina para el hombre.Las cosas son, en realidad, siempre las mismas yrevisten sus cualidades a causa de nuestra posición

en el universo del devenir, de la naturaleza de nues-travisión y de la contextura de nuestro espíritu.A causa de su insistencia sobre la relatividad delbien y del mal se considera que Heráclito habríaenunciado una especie de supramoral, que es indis-pensableexaminar de cerca. Heráclito no niega -diceAurobindo- la existencia de lo absoluto, puestoque para él lo absoluto se halla en lo Uno, en lo di-vino,no entre los dioses sino en la única divinidadsuprema, el fuego. Se le reprocha haber atribuido larelatividad a Dios ya que ha dicho que el primerprincipio quiere y no quiere ser llamado Zeus. Elnombre Zeus sólo expresa la idea relativa y humana

de lo divino; en consecuencia, Dios, aun aceptandoel nombre, no está ligado ni limitado por él. Todasnuestras nociones de Dios son parciales y relativas.Esta es también la verdad proclamada por los Ve-das:Brahma quiere ser llamado Vichnú y sin embargono quiere, porque es asimismo Brahma y Maheshva-ra.Se trata pues de una aproximación de los hom-bresa la divinidad y ésta aceptó el tratamiento. En..14lo Uno desaparecen todas las distinciones. Hay unarazón en todos los casos, un Logos; sólo que loshombres por el nivel de su mentalidad lo transfor-mancada uno en su pensamiento personal; viven

según esta relatividad variable. Se sigue de ello quehay una manera absoluta, divina, de considerar lascosas. "Para Dios todas las cosas son buenas y jus-tas,pero los hombres tienen unas por buenas yotras por injustas". Existe, entonces, un bien abso-luto,una belleza absoluta y una justicia absoluta, delas cuales los objetos son expresiones relativas."Todas las leyes humanas son nutridas por unasola, que es divina". Esta frase -subraya Aurobindo-deberíabastar para defender a Heráclito contra toda

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acusación antinómica. Es verdad que ninguna leyhumana es expresión absoluta de la justicia divina,mas extrae de ésta su valor y su sanción. Heráclitoadmite etapas relativas, si bien como pensador estáobligado a superarlas. Todo es a la vez uno y múlti-ple,absoluto y relativo y todas las relaciones de lomúltiple son relatividades y no obstante son nutri-daspor lo absoluto que existe en ellas, retornan a ély subsisten por él.La filosofía india -sostiene Aurobindo- ha com-prendidosiempre su doble función; ha buscado la..15verdad, no sólo por el placer intelectual sino a fin desaber cómo el hombre puede vivir por la verdad oluchar para alcanzarla. Los pensadores griegos, Pitá-goras,Sócrates, Platón, los estoicos, los epicúreostenían también ese designio práctico si bien ésteactuaba sobre una minoría cultivada, porque la filo-sofíahelénica al aflojar los vínculos que la unían alos místicos, se separaba de la religión popular. Em-pero,sólo la filosofía puede iluminar a la religión ysalvarla de la ignorancia v la superstición, a la vezque únicamente la religión logra ofrecer, salvo ex-cepciones,ardor espiritual y poder eficaz a la filoso-fía.

Sin embargo, cuando se busca en las palabras deHeráclito la explicación humana de sus grandesplanteamientos quedamos desorientados. No nossirve de guía. Lo que habría que llamar su concep-ciónaristocrática de la vida, podríamos considerarlacomo un resultado ético de su concepción filosóficade la areté, en tanto que naturaleza del principiooriginal. Nos dice que la mayoría es mala y que unosolo, si es el mejor, vale por mil. De las reflexionesque a este respecto formula el pensador es posibleextraer una filosofía social y política; mas el demó-cratapodría quizá contestarle que si existe en un..16

individuo aislado o en una pequeña élite, una virtud,un conocimiento y una fuerza superior y concentra-da,también se dan ellas en la multitud en forma di-fusaque al actuar colectivamente logran superaresas excelencias raras y aisladas y servir de contrape-so.Lo divino se manifiesta tanto en la colectividadcomo en el individuo, y la justicia en la que insisteHeráclito exige que ambos produzcan su efecto yconserven su valor; ellos dependen uno del otro ypugnan por la realización de sus respectivas exce-lencias.Debe observarse que Heráclito en su concepciónde los dioses se aproxima a los viejos profetas védi-cossi bien por su temperamento no tiene nada de

místico. La religión védica parece haber excluido lasimágenes materiales y fueron los movimientos pro-testantesdel jainismo y del budismo los que o bienintrodujeron o por lo menos hicieron popular elculto de las imágenes en la India. Aquí también He-ráclitoprepara la vía para la destrucción de la viejareligión en favor del reino de la filosofía y de la ra-zónpura y dejó un vacío que vino después a llenarel cristianismo, porque el hombre no puede vivirpor la sola razón. Cuando ya era demasiado tarde se

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trató de vitalizar la antigua religión mediante la ten-..17tativa de Juliano que intenta erigir un paganismoregenerado. El propósito fracasó, pues era demasia-dofilosófico y carente de la potencia dinámica queotorga el espíritu religioso, en opinión de Aurobin-do.Así para la vida general del hombre Heráclitonos da sólo referencia de un principio aristocráticoen la sociedad. En religión, su influencia tendía adestruir la vieja creencia sin reemplazarla por algomás profundo. Si bien no fue él mismo un raciona-listapuro, preparó el camino al racionalismo filosó-fico.Heráclito ha sido considerado en la antigüedadcomo un pensador pesimista y de no pocas frasessuyas podríamos deducir la vanidad de todas las co-sas.Si, en efecto, el principio originario y eterno delfuego es una sustancia o una fuerza psíquica, enton-ces,puesto que todo el gran juego de la concienciaen nosotros se pierde en ese fuego y se disuelve enél no puede haber ningún valor espiritual en nuestroser y menos en nuestra obra. Mas hemos visto queel fuego heraclíteo no es un principio puramentepsíquico o inconsciente. ¿Hay que aceptar que todaconciencia es un devenir, un juego que no tiene otro

objeto que ser jugado y que no ofrece otro fin que..18estar convencido de la vanidad de toda actividadcósmica por el retorno y la caída de esta actividaden la unidad indiscriminada del principio originario?Este es uno de los sentidos dentro del cual po-demoscomprender el pensamiento de Heráclito. Suidea de que todas las cosas nacen de la guerra yexisten por la lucha llevaría a esta conclusión. Sinembargo, hay otro aspecto del pensamiento del efe-sio.El dice que todo viene a la vida "según la lu-cha",por el choque de las fuerzas. Expresa quetodo está también determinado. Mas, ¿quién lo de-termina?

La justicia de un choque de fuerzas, no esel destino; las fuerzas en conflicto "determinan",pero sólo de momento en momento, según su equi-librio,siempre cambiante y que puede modificarse sinuevas fuerzas aparecen. Si hay en las cosas unapredeterminación, un destino inevitable, entoncesdebe haber detrás del conflicto algún poder que lasdetermine, que fije sus medidas. Heráclito sostieneque, en realidad, todo nace según la lucha, aunquetambién surge por el Logos. Este Logos no es unarazón inconsciente, porque su fuego es Zeus, eseternidad. El fuego, Zeus, es fuerza y asimismo, in-teligencia.Digamos pues, que es una fuerza inteli-gente

la que es origen y dueña de las cosas. Y ese..19Logos no puede tampoco ser idéntico en su natu-ralezaa la razón humana, porque el Logos es uno yuniversal, razón absoluta que por tanto cambia ydirige todas las actividades de lo múltiple. QuizáFilón tenía razón cuando deducía de esta idea unafuerza inteligente, Zeus o fuego, la energía o revela-ciónde Dios. Heráclito no se habría expresado enesos términos ni pudo advertir lo que contenía su

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propio pensamiento, pero el sentido dado por Filónes el que se encuentra cuando se profundizan y reú-nenlos diferentes fragmentos del efesio y se extraensus consecuencias.Hay asimismo en Heráclito, una gran laguna, ungrave defecto, ya en su conocimiento de las cosas,ya en su conocimiento del yo. Vemos en cuántasdirecciones la visión profunda de Heráclito ha anti-cipadolas generalizaciones más vastas y profundasde la ciencia y la filosofía y cómo sus pensamientos,aun los más superficiales, indican potentes tenden-ciasdel espíritu occidental; comprobamos asimismola influencia de sus ideas en Platón, los estoicos, losneoplatónicos.He tratado de mostrar -subraya Aurobindo- cuána menudo su pensamiento se identifica con el pen-samientovédico o vedántico. Sin embargo, su reco-..20nocimiento de la verdad de las cosas se detiene antela visión de la razón universal; parece que él resu-mióel principio de las cosas en estos dos términos:el aspecto de la conciencia y el aspecto del poder,una inteligencia suprema y una energía suprema. Elpensamiento indio ha visto un tercer aspecto del yo

y de Brahma. El pensamiento europeo siguiendo lalínea de Heráclito se ha adherido a la razón y a lafuerza. La fuerza es el primer estadio del mundo:guerra, choque de energías; el segundo, la razón,emerge de esta apariencia de fuerza en la cual estabaoculta y se revela como cierta justicia, cierta armo-nía,inteligencia y razón determinante en el corazónde las cosas; el tercer aspecto es un secreto más pro-fundocomprometido entre otros dos; felicidad, be-lleza,amor universales, que al apoderarse de ellospuede establecer algo más elevado que la justicia,mejor que la armonía, y más verdadero que la razón:unidad y beatitud, éxtasis de nuestra existencia reali-zada.

De este último poder secreto, el pensamientooccidental no ha visto más que dos aspectos inferio-res,el placer y la belleza estética; no ha descubiertoni la belleza espiritual ni la felicidad espiritual. Poresta causa Europa no ha podido jamás erigir unareligión propia; ha debido tomarla de Asia. La cien-..21cia se posesiona de las medidas y de las utilidades dela fuerza; la filosofía impulsa a la razón hasta susúltimas sutilezas; sólo la filosofía y la religión inspi-radaspueden apoderarse del secreto supremo.Heráclito hubiera podido comprobarlos de con-ducirsu visión un poco más lejos. La fuerza sólo

logra producir el equilibrio, la lucha que es justicia;en esta lucha acaece un cambio constante, y una vezque la necesidad de éste es comprendida, surge laposibilidad de modificar y reemplazar la guerra porla razón como principio determinante del cambio.Heráclito vio claramente esta posibilidad. Del cam-bio-según Aurobindo- podemos ascender a la no-ciónmás elevada del intercambio, una dependenciamutua hecha del don de sí como secreto oculto dela vida; de ahí puede surgir la potencia del amor que

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reemplaza la lucha y supera el frío equilibrio de larazón. Ella es la puerta del éxtasis divino. Heráclitono lo ha advertido y sin embargo, su frase sobre elreino del infante toca casi el corazón de este secre-to.Ese reino es evidentemente espiritual, es el co-ronamiento,es el dominio al que llega el hombreperfecto; y el hombre perfecto es un divino infante.El alma que despierta al fuego divino, que lo aceptasin temor ni reserva, que se abandona a él en una..22pureza espiritual que permite a la fuerza inquieta yturbulenta del hombre liberarse de las angustias yaflicciones y devenir el fuego gozoso de la voluntaddivina, que logra que la razón relativa y vacilante seareemplazada por este conocimiento divino, neciopara el griego y el hombre racional.Alfredo Llanos..23IHERÁCLITO Y LA MÍSTICALa filosofía y el pensamiento griegos son quizásel más poderoso estimulante intelectual, la luz másfructífera que el mundo haya conocido. La filosofíaindia en sus comienzos, era intuitiva, incitaba con

preferencia a una visión más penetrante de las co-sas;no se ha concebido nada más elevado y másprofundo, ni que revele mejor los abismos y lascumbres, ni que con mayor pujanza abra perspecti-vasilimitadas, como el verbo divino e inspirado, elmantra (pensamiento piadoso) del veda y del ve-danta.Cuando esta filosofía se tornó intelectual,concisa y tomó como base la razón, devino asimis-morígidamente lógica, amante de la exactitud y sis-tematización,inclinada hacia una especie de..24geometría del pensamiento. El espíritu griego po-seía,por el contrario, un género de precisión fluida,

una lógica que indagaba de manera flexible; sus ras-gosdominantes residían en la perspicacia y la acui-dadde su intelecto, y por exhibir esa energíadeterminó sin duda todo el carácter y la extensióndel pensamiento europeo ulterior. Y no hay pensa-dorhelénico más seductor que Heráclito, según susfragmentos [aforismos en el original]; conservaademás, esa excitante facultad intelectual más madu-racon el agregado de la antigua visión psíquica, esdecir, la visión y la palabra intuitivas de los antiguosmísticos. Se advierte en él la tendencia al raciona-lismo,pero aun no la elocuente claridad del espíriturazonador que fue creación de los sofistas.

R. D. Ranade ha publicado un pequeño tratadosobre la filosofía de Heráclito que, según la compa-ginación,parece el extracto de una obra más im-portante,aunque no sabemos cuál. Podríasuponerse que fue desglosado de una recopilaciónde ensayos sobre filósofos o de una historia de lafilosofía. Tal obra debida a este gran escritor y no-tablesabio, encierra, por cierto, un valor inestima-ble.El profesor Ranade, en efecto, posee el raroprivilegio de explicar con simplicidad y atractiva..

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25comprensión; más aún, logra conferir un cautivanteinterés a temas como la filología y la filosofía que ellector medio está dispuesto a rechazar por pesados,difíciles, tediosos y secos. A la claridad luminosa, ala lucidez y al encanto en la expresión, le agrega unasimilar y correcta exposición de los enunciados, to-doenmarcado de manera perfecta, como es naturalen la lengua v el espíritu de griegos y franceses,aunque raro en inglés. En esas diecisiete páginas, hapresentado el pensamiento del viejo y enigmáticoefesio con una transparencia y plenitud que nossubyugan, ilustran y encantan.Sólo con referencia a uno o dos puntos delica-dos,no estaría dispuesto a suscribir sus conclusio-nes.El profesor Ranade rechaza categóricamente laopinión de Pfleiderer, quien considera a Heráclitocomo un místico, opinión por cierto exagerada, yaún falsa en la forma en que ha sido expuesta. Pare-ce,sin embargo, que detrás de esta concepciónerrónea se escondiera una verdad parcial. Las inju-riasque Heráclito dirige a los misterios de su tiempono son por completo concluyentes a este respecto;lo que desprecia en realidad, son los aspectos de

oscura magia, de excitación sensual que aquélloshabían adquirido, por lo menos en las últimas fases..26de su evolución, a medida que se acentuaba el pro-cesode decadencia que, un siglo más tarde debíaconvertir a los propios misterios de Eleusis en blan-code las osadas bromas de Alcibíades y sus compa-ñeros.Se lamenta de que los ritos secretos,conservados por el pueblo con veneración igno-rantey supersticiosa, "mistifiquen de manera impíalo que los hombres consideran como misterios". Serebela contra la oscuridad con que el éxtasis dioni-síacoenfoca los secretos de la naturaleza; pero

puesto que hay tanto un misterio apolíneo y lumi-nosocomo un misterio dionisíaco tenebroso, y aveces temible, se da también en la mística tántrica(ritual) una senda de la mano derecha (dakshina) yotra de la izquierda (vama). Si bien no participa deninguna clase de culto ni de ceremonia ridícula, He-ráclitonos sorprende, empero, como si fuera -porlo menos intelectualmente- un descendiente de losmísticos y del misticismo, aunque quizás un hijorebelde. Se adivina en él algo del estilo de aquéllos,un atisbo de la intuición apolínea (apollinienne)1 quepenetra los secretos de la existencia.1 Quizá se trata de un error de corrección, pero hemos respetado el ori-ginal

francés, aunque pensamos que el término exacto sería dionisíaca.(N. del T.)...27Por cierto, según Ranade, lo que es aforismo noes misticismo; aforismo y epigrama son con dema-siadafrecuencia, o aún tal vez por lo general, unesfuerzo condensado, un fecundo empeño del inte-lecto.Sin embargo el estilo de Heráclito, tal como lodescribe el mismo Ranade, es aforístico y epigramá-tico.También es hermético, y este último carácter

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no radica sólo en la oscuridad voluntaria de un in-telectualque procura condensar en exceso sus pen-samientoso pretende llenarlos de ideas evocadoras,por demás comprimidas. Es enigmático según elestilo místico, a la manera en que el pensamientomístico intentaba expresar el enigma de la existen-cia,en el lenguaje propio del enigma. ¿Qué es, porejemplo, el "fuego siempre viviente" en el que elfilósofo descubre la sustancia primera originaria eimperecedera del universo, a la que identifica cons-tantementecon Zeus y la eternidad? ¿Cómo com-prenderel "rayo que todo lo dirige"? Interpretar elfuego como simple fuerza material de calor y llama,o simplemente como una metáfora que designa elser, que es eterno devenir, sería, me parece, desco-nocerel sentido de las palabras de Heráclito. Ellasencierran a la vez ambas ideas y todo cuanto lasreúne. Mas de inmediato nos vemos remitidos en-..28tonces a la lengua y al ritmo del pensamiento de losVedas; esto nos recuerda el fuego védico, que secanta en los himnos como el creador de los mun-dos,el secreto inmortal subyacente en los hombresy en las cosas, el contorno de los dioses, Agni, que

"deviene" por todas partes los demás inmortales, yél mismo se convierte en todos los dioses y los con-tiene;también nos trae a la memoria el rayo védico,el fuego eléctrico, el sol, que es la verdadera luz, elojo, el arma milagrosa de los divinos antecesoresMitra y Vacuna. Es el mismo estilo hermético, lamisma y rica manera de pensar. Aunque las concep-cionesno son idénticas, existe un parentesco evi-dente.El lenguaje místico plantea siempre el problemaque con rapidez se torna oscuro, incomprensible ohasta engañoso para los que no poseen su secreto yllega a ser un enigma para la posteridad. Ranade nosdice que es imposible saber qué pensaba Heráclito

cuando escribió: "Los dioses, mortales; los hom-bres,inmortales". Pero ¿resulta en verdad imposiblesi no aislamos a este pensador de las antiguas con-cepcionesde los místicos? El rishi [iniciado] védicotambién invoca la aurora: "¡Oh tú, diosa y hum a-na!".En los Vedas constantemente se llama "hom-..29bres" a los dioses, y es tradicional emplear los mis-mostérminos para designar a los hombres y a losinmortales. La inmanencia del principio inmortal enel hombre y el descenso de los cielos en la repre-sentaciónde la inmortalidad constituyen casi la ideabásica de los místicos. Asimismo, Heráclito parece

reconocer la unidad inseparable de lo eterno y locontingente, lo que es siempre y por ello parece queno existe sino en esta lucha y cambio que son uncontinuo extinguirse. Los dioses se manifiestan co-molo que cambia y perece sin cesar, y el hombre esen principio un ser eterno. No se trata de que He-ráclitoformule antítesis estériles; su método con-sisteen una exposición de antinomias y un bosquejode conciliación en los términos mismos de su opo-sición.Así cuando afirma que el vocablo avco

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(biós), es vida (bíos), mas su obra es la muerte, nointenta realizar un trivial juego de palabras; habla delprincipio de la guerra como origen y rey de todo,que reduce la existencia cósmica, en apariencia, a unproceso de vida, pero que en verdad es un procesode muerte. Los Upanishads habían captado la mis-maverdad cuando declaraban que la vida es el do-miniodel rey de la muerte; la describían como locontrario de la inmortalidad, y hasta decían que en..30la tierra toda vida y existencia fue de antemanocreada para la muerte a fin de servirle de alimento.Si se interpreta el lenguaje heraclíteo en sentidodemasiado literal, aunque se tome en cuenta el ca-ráctersimbólico y fecundo que lo caracteriza, secorre el riesgo de mutilar su pensamiento. Heráclitoenaltece el "alma seca" como lo mejor y más sabio,pero sostiene que las almas sienten placer y con-tentoen devenir húmedas". La tendencia del almaque procura su placer natural es una especie de mo-licieen la que sumerge el vaho del vino: debe re-primirse,pues Dioniso, dios del vino, y Hades,señor de la muerte, señor de los mundos inferioresy oscuros, son una sola y misma divinidad. Ranade

vio en el panegírico del alma seca un elogio de la luzseca de la razón: con ello intenta probar que He-ráclitofue un racionalista, no un místico, y con to-do,cosa extraña, entiende las expresiones opuestassobre el alma húmeda y Dioniso como paralelas, ensentido material y por completo diferente, como sise tratara de una desaprobación moral respecto deluso del vino. Indudablemente no es así. Heráclitono puede designar como "alma seca" la razón de unhombre sobrio y como "alma húmeda" la sinrazóno el extravío de un ebrio; y cuando manifiesta que..31Dioniso y Rades forman uno no es sólo para adver-tirnos

que ¡el vino es funesto para la salud! Es ev i-denteque, como siempre, aquí utiliza un lenguajefigurado y simbólico para trasmitir una idea profun-daque en la forma común resultaría empobrecida ysuperficial.Heráclito emplea la vieja expresión de los miste-rios,aunque de manera personal y nueva, acordecon sus propios fines; así habla de Hades y Dioniso,del fuego siempre viviente y de las Erinias, o de losemisarios de la justicia que sorprenderán al sol sisupera sus medidas. Sería un error asignar a la pala-brade los dioses significados estrechos y triviales talcomo procede la religión popular mitológica. Cuan-do

Heráclito habla del "alma seca" y del "alma hú-meda"no se refiere al intelecto, psyjé y no nous.Psyjé corresponde más a chetas o chitta de la psi-cologíaindia, y nous a buddhi. El alma seca del pen-sadorhelénico coincide con la "conciencia delcorazón" purificada, shuddha china, de los psicólo-gosindios, los que a través de su experiencia en-contrabanallí la primera base de un intelectodepurado, vishiddha buddhi. El "alma húmeda" esla que se deja turbar por el vino impuro del éxtasis

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sensual, por la excitación emotiva, por un impulso y..32una inspiración oscuros que se nutre en un mundotenebroso inferior. Dioniso es el dios del delirio dela ebriedad, el dios de los misterios báquicos, "delos paseos en la noche, de los magos, de las bacan-tes,de los místicos"; por ello Heráclito expresa queDioniso y Hades sólo son uno. Por el contrario, laadoración extática por el sendero indio bhakti ob-jetaque se busque con exclusividad por vía de ladiscriminación intelectual el "conocimiento seco", yemplea el epíteto de Heráclito, mas en sentido pe-yorativo,no de alabanza.No detenerse en la influencia del pensamientomístico y sus métodos de expresión, en las concep-cionesintelectuales helénicas desde Pitágoras hastaPlatón, sería desnaturalizar la evolución histórica delespíritu. Dicha concepción se sirvió, en principio,del estilo y la disciplina simbólicos, intuitivos y eso-téricosde los místicos, videntes védicos y vedánti-cos,maestros ocultos de los misterios órficos ypadres egipcios. Luego se deshizo de sus velos y seorientó hacia una filosofía metafísica vinculada a losmísticos en cuanto que de ella provinieron tanto sus

postulados fundamentales, como su estilo aforísticoy hermético del comienzo, combinada con el es-fuerzopor penetrar directamente la verdad más por..33una visión intelectual, que por el uso sistemático dela razón: sin embargo, prevaleció lo intelectual en sumétodo y en su fin. En la India se cumple el primerperíodo de los darshanas [sistemas filosóficos], en laHélade, el de los primeros filósofos intelectuales.Luego irrumpió el racionalismo filosófico, en la In-diaBuda o los budistas y los filósofos lógicos, enGrecia los sofistas, Sócrates y los que les sucedie-ron.Por cierto que el método intelectual no co-mienza

con ellos, pero con ellos alcanzó su plenitudy su madurez. Heráclito pertenece al período detransición, del cual es su representante más conspi-cuo,y no al del apogeo de la ra-zón; de allí su estilohermético, su pensamiento conciso y grávido desentido; difícil de dilucidarlo y racionalizarlo porcompleto. La exposición de la historia del pensa-mientose resiente en gran medida por el descono-cimientode los mís-ticos, nuestros primeros padres,purve pitarah...34IILA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD

¿Cuál es con exactitud la idea dominante delpensamiento de Heráclito?¿Dónde halló su punto de partida? ¿Cuáles sonlos grandes lineamientos de su filosofía? Si su pen-samientono se desarrolla según el método severa-mentesistemático de los filósofos posteriores, siéste no nos llega en vastas oleadas de razonamien-tossutiles e imágenes ricas como las de Platón, sinomás bien en frases aforísticas desprendidas, lanzadascomo flechas hacia la verdad, no se presenta sin

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embargo en forma de reflexiones filosóficas disper-sas.Entre sus frases existe correlación e interde-pendencia;todas ellas parten lógicamente de su..35concepción fundamental de la existencia misma yretornan de manera constante para justificarse.En la filosofía griega como en la india, el primerproblema que se plantea al pensamiento es el de loUno y lo Múltiple. A nuestro alrededor vemos unamultiplicidad de seres y de cosas; ¿es real o sólo fe-noménicao práctica, maya, vyava-hara? El hombreindividual por ejemplo -y esta es la cuestión que nosincumbe más de cerca- ¿tiene una existencia esenciale inmortal que le sea propia o bien es sólo el resul-tadofenoménico y efímero dentro de la evolución yel juego de algún principio original único? Materia,inteligencia, espíritu, ¿cuál será la única realidad dela existencia? ¿Existe la unidad del todo? y, si existe,¿es una unidad total o de principio primordial? ¿Unresultado o un origen, una unidad que contiene to-do,o bien una unidad de naturaleza, o en cambiouna unidad de esencia?, lo cual representa los dife-rentespuntos de vista de pluralismo, del sam khya,del vedanta. O aún, si lo Múltiple y lo Uno son ver-daderos,

¿cuáles son los vínculos entre estos dosprincipios eternos del ser, o bien se reconcilian enun Absoluto más allá de ellos? Aquí no se trata deestériles problemas de lógica, ni de luchas entrebrumosas abstracciones metafísicas, como quisiera..36hacernos creer en su desprecio el hombre prácticoque vive dentro de sus sensaciones, pues de nuestrarespuesta dependerá nuestra concepción de Dios,de la existencia, del mundo, y también de la vida y eldestino humanos.Heráclito creía en la unidad y la multiplicidad, lasdos verdaderas y coexistentes; difería en esto, según

nos lo recuerda Ranade, tanto de Anaximandroquien -como nuestros mayavadines- rechaza la ver-daderarealidad de lo múltiple; o de Empédocles,para quien el todo era, de manera alternada, uno ymúltiple. La existencia es pues para Heráclito eter-namenteuna y eternamente múltiple, igual que co-moconcluyeron Ramanuja y Madhva, aunque muydiferente en espíritu y desde un punto de vista porcompleto distinto. La opinión de Heráclito nació desu poderosa intuición concreta de las cosas, de susentido agudo de las realidades universales; enefecto, en nuestra experiencia del cosmos encon-tramossiempre esta coexistencia eterna y en verdad

no podemos eludirla. Por todas partes nuestra mi-radasobre lo Múltiple nos revela una eterna unidad,cualquiera sea el objeto que elijamos como principiode ella. Y sin embargo ésta es ineficaz como no seapor la multiplicidad de sus poderes y sus formas, y..37en ninguna parte la vemos despojada ni separada deaquélla. Una Materia, muchos átomos, muchoplasma, muchos cuerpos; la energía, pero muchasfuerzas; lo mental, o por lo menos la sustancia

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mental, pero muchos seres mentales; el espíritu peromuchas almas. Quizás esta multiplicidad regreseperiódicamente a lo uno del que en su origen salió,allí se disuelve, y allí es reabsorbida; mas el hechomismo de esta evolución e involución que la siguenos obliga a suponer la posibilidad y aún la necesi-dadde una evolución repetida; tal multiplicidadpues, no se destruye en verdad. Por su yoga, el ad-vaitista,regresa a lo único, allí se resume, cree estardespojado de lo múltiple y quizá cree haber proba-docon ello la irrealidad; mas es la actitud de un in-dividuo,un corte en la multiplicidad, y lamultiplicidad continúa existiendo a pesar de todo.Tal experiencia sólo prueba que existe un plano enla conciencia en el cual el alma puede realizar -noúnicamente percibir por el intelecto- la unidad delespíritu; es todo lo que demuestra. Heráclito se apo-yay encuentra su base en esta verdad de la unidad ymultiplicidad eternas. De hecho no trata de supri-mirlapor el razonamiento, sino que la acepta con..38firmeza, con todas sus consecuencias, como fluyede todo el resto de su filosofía.No obstante, antes de continuar, falta resolver

una cuestión. Puesto que existe lo uno eterno, ¿quées? ¿Es fuerza, mente, materia, alma? o, ya que lamateria comporta muchos principios, ¿hay un prin-cipiooriginario de la materia que haya hecho apare-cerel resto o algún poder de su propia actividad seha transformado en todo lo que vemos? Los anti-guospensadores griegos concebían la sustanciacósmica como si poseyera cuatro elementos, deja-bande lado, o bien no habían descubierto el quinto,el éter, en el que el análisis indio halla el principiooriginario. En tanto, procuraban descubrir la natu-ralezaprimordial; para uno es el aire, para el otro elagua, mientras que Heráclito, como hemos visto,

descubre y simboliza la fuente y la realidad de todacosa en el fuego siempre viviente. "Ni hombre, nidios", dice "ha creado el universo, pero había, hay yhabrá fuego siempre viviente".2En el Veda, en el lenguaje más antiguo de losmísticos en general, los nombres de los elementos oprimeros principios de la sustancia eran empleadoscon un significado netamente simbólico. Así es co-2 Referencia al fragmento 30 de Heráclito. (N. del T.)...39mo el símbolo del agua se emplea de continuo en elRig-Veda. Allí se ha dicho que al comienzo era elocéano inconsciente, de donde nacía lo Uno, por la

inmensidad de su energía; pero según los términosde ese himno, está claro que no se trata de un océa-nofísico sino más bien del caos informe del incons-ciente,donde en la penumbra, envuelto en tinieblasaún más espesas, se conserva escondido lo divino, ladivinidad. Asimismo, los siete principios activos dela existencia allí se llaman olas o aguas; en un con-textoque exhibe el sentido simbólico, hallamos lossiete ríos, el agua grande, los cuatro ríos superiores.Vemos fijarse esta imagen en los mitos puránicos de

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Vishnu durmiendo sobre la serpiente infinita en elocéano de leche; aún en una época tan anterior co-mola del Rig-Veda, el éter es el símbolo más alto delo infinito, lo ápeiron de los griegos: el agua simbo-lizaese mismo infinito en su aspecto de sustanciaoriginal; el fuego y el poder creador, la energía acti-vade lo infinito; el aire, principio de la vida, se des-cribecomo lo que hace descender fuego sobre latierra desde lo alto de los cielos. Por tanto no signi-ficabansólo símbolos. Resulta claro que los místi-cosveían un nexo íntimo, un paralelismo de hecho,entre las actividades físicas y las actividades psíqui-..40cas; por ejemplo entre la acción de la luz y el fenó-menode la iluminación mental. Para ellos, el fuegoera a la vez la energía luminosa divina, la voluntadprofeta de lo divino universal que actuaba y creabatodas las cosas, y el principio psíquico, creador detodas las formas sustanciales del universo, que ardesecretamente en toda vida.No se sabe con certeza hasta qué punto los pri-merosfilósofos griegos conservaron alguna de estascomplejas nociones en sus generalizaciones sobre elprincipio originario. Mas Heráclito en su concep-ción

del fuego siempre viviente, tiene la idea clarade algo más que una sustancia o energía física. Elfuego para él es, por así decir, el aspecto físico deuna gran fuerza ardiente que crea, modela y destru-ye,operaciones éstas cuya suma es un cambioconstante e incesante. La idea de lo uno que devieneeternamente lo múltiple y de lo múltiple que devie-neeternamente lo uno, y de lo uno que por consi-guienteno es aún sustancia o esencia estable sinofuerza activa, especie de sustancial voluntad-de-devenir,tal es la base misma de la filosofía heraclí-tea.Nietzsche, a quien con razón Ranáde asocia conHeráclito, Nietzsche, el más vital, el más concreto y..

41más fecundo de los pensadores modernos -como loes Heráclito entre los antiguos- fundó todo su pen-samientofilosófico sobre esta concepción de laexistencia y del mundo como una inmensa volun-tad-de-devenir y un juego de energía; para él el po-derdivino era el verbo creador, comienzo de todaslas cosas, a lo cual aspira la vida. Mas solo afirma eldevenir y excluye el ser de su concepción; en resu-men,pues, su filosofía es poco satisfactoria, insufi-ciente,mal equilibrada; hace pensar, pero noresuelve nada. Heráclito no excluye al ser de losdatos del problema de la existencia, aunque no esta-blezca

una oposición, ni cree un abismo entre el sery el devenir. A causa de su concepción de la exis-tencia,a la vez una y múltiple, se ha visto precisadoa aceptar como simultáneamente verdadero lo uno ylo otro, dos aspectos de su fuego siempre viviente.El ser es un devenir eterno, y sin embargo el deve-nirse resuelve en ser eterno. Todo fluye, porquetodo es cambio en el devenir; no podemos entrardos veces en el mismo río, pues éste es otro, siem-predistintas las aguas que corren. A pesar de todo,

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por preocupado que estuviera respecto de este as-pectode la existencia, no pudo evitar que su ojopenetrante, fijo sobre la verdad de las cosas, le deja-..42ra ver otra detrás de aquélla. Las aguas en las cualesentramos son y no son las mismas, nuestra propiaexistencia es una eternidad y una fugacidad ince-sante;somos y no somos. Heráclito no resuelve laantinomia, la expone y procura a su manera explicarel proceso.Heráclito ve ese discurrir como transformación ytransformación continuas, cambio e intercambiodentro de un todo constante, que dirige para el restoun choque de fuerzas, una lucha creadora y decisiva,"la guerra que es origen y reina de todas las cosas".Entre el fuego como ser y el fuego en el devenir, laexistencia describre una curva descendente, pravittiy nivritti, que se la ha llamado "el camino hacia arri-bay hacia abajo,"3 por el que todo debe transcurrir.Tales son las ideas rectoras del pensamiento hera-clíteo.3 Heráclito, fragmento 60 (N. del T.)...43IIILA IDENTIDAD EN EL CAMBIO

Dos apotegmas de Heráclito nos dan el punto departida de la totalidad de su pensamiento. El prime-ro,dice que es sabio admitir que todas las cosas sonuna; en el segundo, expresa; "Lo uno proviene deltodo, y todo de lo uno". ¿Cómo habrá que com-prenderestas sentencias cargadas de sentido? ¿Serámenester interpretarlas una por medio de la otra yconcluir que para él lo uno sólo existe como resul-tantede lo múltiple, así como lo múltiple no existesino como un devenir de lo uno? Esto parece supo-nerRanade cuando nos dice, en efecto, que tal filo-sofíaniega el ser y afirma sólo el devenir, como lohace Nietzsche, como hacen los budistas. Por cierto

que ello sería dar exagerada importancia a la teoría..44heraclítea del cambio perpetuo aislándola demasia-dodel resto. Si tal fuera la concepción, resultaríadifícil comprender por qué habría buscado un prin-cipiooriginario y eterno, el fuego siempre vivienteque todo lo crea por su perpetuo cambio, que go-biernatodo por la fuerza resplandeciente del "rayo",que retoma todo en su seno en un abrazo cíclico;también sería difícil explicar su concepto del caminoascendente y descendente, y casi imposible admitirlo que afirma Ránade, es decir, que Heráclito soste-níala teoría de una conflagración cósmica, y sería

difícil imaginar cuál podría ser el resultado. ¿Reducira nada todo el devenir? De ningún modo. El pen-samientoheraclíteo está en las antípodas de un nihi-lismoespeculativo. ¿Convertirlo en otra suerte dedevenir? Es evidente que no; una conflagración ab-soluta,en efecto, no podría tornar las cosas exis-tentesmás que a un principio eterno de ser, Agni,su regreso al fuego inmortal. Algo eterno, que en símismo es eternidad, algo que para siempre es uno -puesel cosmos es eternamente uno y múltiple, y al

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devenir no cesa de ser uno- algo que es Dios (Zeus),algo que puede representarse como fuego, ese fuegoque, aun siendo una fuerza siempre activa, es sinembargo una sustancia o por lo menos una fuerza..45sustancial y no sólo una abstracta voluntad-de-devenir,algo de donde surge y retorna todo devenircósmico. ¿No es esto acaso el ser eterno?A Heráclito le preocupaba su idea del devenireterno, a la que consideraba única y verdadera expli-cacióndel cosmos, pero con todo, su cosmos teníauna base eterna un principio originario único. Yesto distingue de modo radical su pensamiento delde Nietzsche y los budistas. De él más tarde toma-ronlos griegos la idea del perpetuo fluir de las co-sas:"todas las cosas fluyen"4 . Heráclito sosteníasiempre el criterio del universo en movimientocontinuo y en cambio perpetuo, y sin embargo de-trásde ello, en todo ello, verá asimismo un princi-pioconstante de determinación y aun un misteriosoprincipio de identidad. Cada día, dice, un nuevo solse levanta; sea, pero si el sol es siempre nuevo, si noexiste más que por cambio constante, como sucedeen la naturaleza, es a pesar de todo el mismo fuego

siempre-viviente que, con el sol, se levanta al alba.Nunca podemos entrar dos veces en el mismo río,pues siempre son aguas nuevas las que corren; y sinembargo, dice Heráclito, "entramos y no entramos4 La afirmación no se encuentra en Heráclito, pero Platón se la atribuyeen el diálogo Crátilo. (N. del T)...46en las mismas aguas, somos y no somos". El signifi-cadoes claro: hay en las cosas, en todas las existen-cias,sarva bhutani, tanto una identidad como uncambio constante; tanto un ser como un devenir, yde allí tenemos una existencia eterna y real así comouna existencia temporaria y aparente; no sólo somos

una transformación incesante, sino también unaexistencia constante e idéntica a sí misma. Zeusexiste. Fuego activo inmortal y verbo eterno, lo uno,por lo cual todas las cosas se unifican, toda ley ytodo resultado perpetuamente determinado, todadimensión inalterablemente mantenida. El día y lanoche no forman sino uno, la muerte y la vida sonuno, la juventud y la vejez son sólo uno, el bien y elmal no son más que uno, porque eso es lo único, ytodo ello son sus formas y sus apariencias diversas.Heráclito no hubiera aceptado como origen delas cosas un principio puramente psicológico delYo, pero en esencia no está muy lejos del punto de

vista védico. Los budistas de la escuela nihilista em-pleabana su manera las mismas imágenes, los ríos yel fuego. Como Heráclito, vieron que nada en elmundo permanece idéntico durante dos instantes,aun cuando la continuidad de formas sea lo másevidente. La llama se conserva inalterable en apa-..47riencia, pero cada instante es otro fuego y no elmismo; el río conserva su curso porque sus aguassiempre se renuevan. De ello extraen la conclusión

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que no existe esencia de las cosas, que nada existepor sí mismo; el devenir externo es cuanto pode-mosllamar apariencia; detrás, la nada eterna el vacíoabsoluto o quizás un no-ser-originario. Heráclito,por el contrario, veía que si la llama existiera sólopor un cambio perpetuo, o más bien por una trans-formaciónconstante de la sustancia de la lengua defuego, debiera existir un principio de existencia co-múna ambas que convirtiera una forma en otra.Aún si la sustancia de la llama cambia siempre, elprincipio del fuego permanece idéntico y siempreproduce los mismos resultados de energía, mantienesiempre las mismas medidas.El Upanishad también describe el cosmos comoun movimiento y un devenir universales; todo estoque es móvil en la movilidad, jagatvam jagat -el tér-minomismo que designa el universo, jagut, tieneuna raíz que corresponde a la idea de movimiento-desuerte que el universo entero; el macrocosmos esun vasto principio del movimiento y por conse-cuenciade cambio y de inestabilidad, mientras quecada cosa en el universo es ella un microcosmos de..48ese mismo cambio y de esa misma inestabilidad. Las

existencias son "todas devenires", el atman existenteen sí, Svayambhu, ha devenido todos los devenires.La relación entre Dios y el mundo se resume en lafórmula: "Es él quien por todas partes es movi-mientodesde afuera, su paryagat"; es el señor, elvidente y el pensador, que deviniendo en todo lugar-el logos de Heráclito, Zeus, lo uno del cual provie-nentodas las cosas- "ha establecido justamente to-daslas cosas, según su naturaleza, desde los tiempossin comienzo". Heráclito dice: "Todas las cosas sonfijas y determinadas". Reemplazad su fuego por elAtman vedántico y nada existe en las expresionesdel Upanishad que el pensador efesio no hubiera

aceptado como figura de su propio pensamiento.¿Acaso los Upanishads no emplean, entre otrasimágenes, el propio símbolo del fuego? "Como unfuego único ha entrado en el mundo y se ha mode-ladosegún sus diferentes formas", así el ser únicoha devenido todos esos vocablos y todas esas for-masy sin embargo permanece lo único. Heráclitoexpresa con exactitud la misma cosa: Dios es todoslos contrarios. "Asume diversas formas, como elfuego, que bañado en especias, adopta el nombrecorrespondiente al gusto de cada uno". Cada cual lo..49llama a voluntad, dice el sabio efesio, y "Lo Uno, lo

único sabio, rehúsa y acepta ser llamado con elnombre de Zeus." Esto es lo que también decía enel pasado el indio Dirghatamas en su extenso himnode los Misterios divinos en el Rig-Veda: "A lo Unoque existe, los sabios lo llaman con muchos nom-bres".Aunque esté investido de todas esas formas,dice el Upanishad, no tiene ninguna forma que pue-dasatisfacer la intuición. El, cuyo nombre es unpotente esplendor. Apreciamos aún cuán próximosdel significado y del estilo de los sabios vedas y ve-dánticos

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están los pensamientos y hasta las expre-sionese imágenes del efesio.Si deseamos comprender el pensamiento de He-ráclito,debemos poner cada uno de sus apotegmasen el sitio que le corresponde. "Sabio es admitir quetodas las cosas son una" -no sólo, observémosle,porque provengan de la unidad y vuelvan a ella, sinoque son una, ahora y siempre-, todo era, es y será elfuego siempre-viviente. Según nuestra experiencia,todo parece múltiple, todo pare-ce un eterno deve-nirde múltiples existencias; ¿dónde habrá en todoesto un principio de identidad eterno? Es verdad,dice Heráclito, parece así; pero la sabiduría mira másallá y ve la identidad de todas las cosas; la noche y el..50día, la vida y la muerte, el bien y el mal, no es másque uno, lo eterno, lo idéntico; los que no ven enlos objetos más que diferencia no conocen la verdadde los objetos que observan. "Hesíodo no conocíael día y la noche, pues es lo Uno". Ahora bien, loeterno y lo idéntico que son en todas las cosas, esen efecto, lo que entendemos por ser; lo que preci-samenteniegan aquellos que sólo ven el devenir.Los budistas nihilistas 5 sostenían que no sustenta-ban

otras ideas que no fueran múltiples, y formasimpermanentes constituidas por combinaciones departes y elementos; ninguna unidad, en ningunaparte identidad; pasad más allá de las ideas y lasformas y no hallaréis más que extinción del yo, va-cío,nada. Sin embargo es necesario postular unprincipio de unidad en alguna parte, si no en la baseo en el corazón secreto de las cosas, por lo menosen la acción de éstas. Los budistas persisten en sos-tenersu principio universal de karma, que en cuantose re-flexiona, remite en definitiva a la concepciónde una energía universal como causa del mundo,creadora y conservadora, de medidas invariables.

Nietzsche negaba el ser, mas debió referirse a una5 El propio Buda guardó silencio a este respecto; su fin, nirvana, era unanegación de la existencia fenoménica, pero no necesariamente una sepa-..51universal voluntad de ser, en la que si se profundiza,no parece distinto del upanishádico tapo brahma,"la Energía-Voluntad es Brahma". El samkhya pos-teriornegaba la unidad de las existencias conscien-tes,pero afirmaba la unidad de la naturaleza, Prakiti,que a la vez vuelve a ser el principio original, lasustancia de las cosas, la energía creadora, la physisde los griegos. Entonces es prudente admitir quetodas las cosas son una; porque es a lo que impulsa

la intuición, lo que el alma y el corazón trataban dealcanzar y a lo que el pensamiento en su transcursollega en el acto de negación.Heráclito veía lo que deben ver todos los queobservan el mundo con un poco de atención, valedecir, que en todo este movimiento, este cambio,esta diferenciación, hay algo que proclama estabili-dad,que vuelve a la identidad, que asegura la uni-dad,que triunfa en la eternidad, que tiene lasmismas medidas: es, era y será siempre. Somos

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iguales a pesar de nuestras diferencias, partimos delmismo origen, avanzamos por las mismas leyes uni-versales,vivimos, disentimos y luchamos en el senode una unidad eterna, buscamos siempre lo que ligaa todos los seres y lo que hace de todas las cosas,ración de toda existencia..52una. Cada cual lo ve a su manera, destaca uno uotro aspecto, pierde de vista los otros o los minimi-zay por consiguiente les asigna otro nombre. Elpropio Heráclito, atraído por su aspecto de fuerzacreadora y destructiva, lo llamó fuego. Mas cuandogeneraliza, se expresa de manera por demás amplia:lo uno que es el todo, es el todo que es uno, Zeus,la eternidad, el fuego. Habría podido decir con elUpanishad: "Todo eso es Brahma", aunque no hu-bierapodido continuar diciendo: "Este Yo esBrahma", pero hubiera podido aseverar quizá res-pectode Agni lo que dice una sentencia vedánticade Vayu: tú eres la manifestación de Brahma.Sin embargo podemos concebir lo Uno en mo-dosdiferentes. Los advaitistas afirmaron lo uno, elser, pero desecharon toda cosa por ser Maya (ilu-sión)o bien, reconocieron la inmanencia del ser en

esos devenires que no obstante son no-yo, en cam-biode aquello. La filosofía vishnuíta vive la existen-cia,como eternamente una en el ser, Dios, que eseternamente múltiple por su naturaleza o su ener-gía-conciencia en las almas que devienen él o queexisten en él. En la Hélade también, Anaximandronegó la realidad múltiple del devenir. Empédoclesafirmó que el todo es eternamente uno y múltiple:..53todo es uno que deviene múltiple y que luego retor-naa la unidad. Pero Heráclito no quiere cortar así elmundo del enigma. "No", en realidad dice, "yo meatengo a mi idea de unidad eterna de todas las cosas;

nunca dejan de ser una. Todo es mi fuego siempre-viviente,lo que asume formas y nombres diversos,lo que se transforma en todo lo que es y lo que porconsiguiente permanece él mismo, no por algunailusión o simple apariencia de devenir, sino con rea-lidadestricta y positiva". Todas las cosas son pueslo uno en su realidad, su sustancia, su ley y su razónde ser; lo uno dentro de sus formas, sus valores, suscambios devienen realmente todas las cosas. Cam-bia,y sin embargo es inmutable, pues no aumenta nidisminuye, y ni por un instante pierde su naturalezay su identidad eternas, que son las del fuego siem-pre-viviente. Muchos valores que siempre se redu-cen

a una misma medida y rige para todos losvalores; cantidad de devenires que vuelven dentrode la misma inalterable energía; diversos deveniresque a la vez representan el ser eterno único y a él sereducen.Aquí Heráclito introduce su apotegma, "Lo Unofuera de todo y todo fuera de lo Uno", con el cualexplica la marcha del cosmos, igual que con "Todas..54las cosas son una" expone su criterio respecto de la

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eterna verdad del cosmos. En el proceso del cos-mos,dice, lo uno deviene de manera constante to-daslas cosas, es el fluir eterno de las cosas; perotambién todas las cosas en su principio de unidadretornan eternamente, de allí la unidad del cosmos,la uniformidad que precede el fluir del devenir, laestabilidad de las medidas, la conservación de laenergía a pesar de todos los cambios. Heráclito seexpresa por completo con su teoría según la cual elcambio tiene como carácter propio una modifica-ciónconstante. Mas ¿entonces no tiene fin el mo-vimientopermanente de las cosas hacia arriba yhacia abajo? Ya que el movimiento descendentedemasiado ha triunfado al crear el cosmos, ¿notriunfará también el movimiento ascendente disol-viendoel cosmos en el fuego siempre-viviente? Yello nos remite a otro interrogante: ¿Heráclito ad-mitíao no admitía la teoría de una conflagraciónperiódica? "El fuego vendrá sobre todas las cosas ylas juzgará y las condenará". Si lo creía, una vez máshallamos una coincidencia sorprendente entre elpensamiento heraclíteo y nociones similares en losindios: el pralaya periódico, la conflagración puráni-cadel mundo por la aparición de doce soles, la teo-..

55ría vedántica de los ciclos eternos de manifestacióny retracción. En verdad las dos líneas de pensa-mientoson esencialmente parecidas, y de modoinevitable debían desembocar en conclusiones se-mejantes...56IVEL CAMINO HACIA ARRIBA Y HACIAABAJOFuera de su principio eterno único del fuego -a lavez que sustancia y fuerza única- Heráclito explicael cosmos como evolución e involución, lo que ensu lenguaje figurado define como "el camino hacia

arriba y hacia abajo". "El camino hacia arriba y haciaabajo", dice, "es uno y el mismo". Del fuego, prin-cipioradiante y productor de energía, proceden elaire, el agua y la tierra, tal es el desarrollo de la ener-gíaen la ruta que desciende; y en la tensión mismade este trabajo hay asimismo una fuerza potencialde retorno que hace remontar las cosas a su fuenteen el sentido inverso. En el equilibrio de estas dosfuerzas ascendente y descendente, radica toda la..57acción cósmica; todo es equilibrio de fuerzasopuestas. Como el movimiento de retroceso delarco, con el que Heráclito lo compara, el movi-miento

de la vida es una energía de acción y reac-ciónque retiene una energía de liberación, siendocompensada cada fuerza de acción por una corres-pondientefuerza de reacción. Todas las armoníasde la existencia se crean por la resistencia de una aotra.En la teoría india del samkhya, encontramos lamisma idea: la evolución de estados sucesivos deenergía extraídos de una misma sustancia-fuerzaprimera. Allí en verdad, el sistema propuesto es más

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completo y más convincente. Comienza por laenergía original, la energía raíz, mula-prakriti, quecomo sustancia primera, pradhana, se transformapor desarrollo y cambio, en cinco principios sucesi-vos.Esto es, el éter, ignorado pon los griegos comoprimer principio, pero redes cubierto por la cienciamoderna 6 , y no el fuego; luego siguen el aire, el fue-go-energía ígnea, radiante y eléctrica- el agua, latierra, lo fluido y lo sólido. Como Anaxímenes, elsamkhya reconoce en el aire, el primero de los cua-6 En la actualidad ha vuelto a ser rechazado, si bien esto no pareciera serterminante ni definitivo...58tro principios admitidos por los griegos, aunque nolo considere la sustancia originaria, y así difiere delorden de Heráclito. Mas él concede al principio delfuego la función de crear todas las formas, -así co-moAgni, en el Veda, es el gran conductor de losmundos- y por lo menos allí los dos pensamientoscoinciden. En efecto, es posible que Heráclito hayaelegido el fuego -en tanto que principio de energía,al margen de toda formación y transformación- co-mosímbolo representante material de lo Uno. Re-cordemosal respecto hasta qué punto la ciencia

moderna tiene en cuenta a estos pensadores anti-guospor la importancia que ella concede a la elec-tricidady a las fuerzas radioactivas el fuego y el rayoheraclíteo, el triple Agni indio- en la transformaciónde los átomos y la transmutación de la energía.Pero los griegos no impulsaron hasta el discer-nimientofinal que en la India se atribuyó a Kapila,el supremo pensador analítico; la discriminaciónentre Prakriti (sustancia) y sus principios cósmicos,los veinticuatro tattvas (principios) constitu-yen losaspectos subjetivos y objetivos de la naturaleza, yentre Prakriti y Purusha, alma-conciencia y energía-naturaleza.Asimismo, mientras que en el samkhya,

el éter, el fuego y los otros principios son la evolu-..59ción objetiva de Prakriti, los aspectos evolutivos dela physis original; los antiguos griegos no pudieronsuperar estas expresiones de la naturaleza y ascenderhasta la idea de una energía pura, que diera cuentade la faz subjetiva de las mismas. El fuego de He-ráclitoha de servir a la vez de sustancia primera decualquier materia, de dios y de la eternidad. El pen-samientocientífico moderno ha conservado estapreocupación por la energía naturaleza y tampocoha tenido éxito en penetrar sus relaciones con elalma; también allí encontramos parejo esfuerzo -por

identificar algún principio primero de la naturalezapor la fuerza original, éter o electricidad.La teoría de la creación del mundo por algunasuerte de transformación evolutiva fuera de la sus-tanciao energía original, parinama, es común en lossistemas de los antiguos griegos y en el de los in-dios,cualesquiera sean sus divergencias respecto dela naturaleza de la physis originaria. Lo que distin-guea Heráclito entre los primeros sabios helénicoses su concepción del camino ascendente y descen-dente,

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que es un solo y mismo camino en el descen-soy en el retorno. Lo dicho sé corresponde con laidea india denivritti y pravritti, doble movimientodel alma y la naturaleza: pravritti hacia el afuera y..60hacia el antes, nivritti el movimiento de retorno ha-cialo interior. Los pensadores indios se concentra-ronen este doble principio en lo que respecta a laacción del alma individual que ingresa y se retira delproceso de la naturaleza; sin embargo, ellos veían unmovimiento periódico análogo de la naturalezamisma antes y después, lo cual lleva a un ciclosiempre repetido de creación y disolución; sosteníanla teoría de un pralaya (conflagración) periódico. Lateoría heraclítea parece proponer una solución pare-cida.En caso contrario sería necesario suponer quepuesta en juego, la tendencia descendente prevalecesiempre sobre la tendencia ascendente, o bien que elcosmos procede siempre de la sustancia originaria ya ella retorna eternamente; mas de allí, en verdad,nunca regresa. Lo múltiple será entonces eterno nosólo como manifestación de potencia, sino dentrodel hecho mismo de la manifestación.Es posible que Heráclito haya tenido esta idea,

pero no es la conclusión lógica de su teoría. Ellocontradice lo que sugiere a la evidencia su metáforadel camino, la cual implica un punto de partida yuno de retorno. También existe la afirmación clarade los estoicos en el sentido de que Heráclito creíaen la teoría de la conflagración cósmica, que no po-..61drían sostener si por lo general no se la hubiera ad-mitidocomo propia de su enseñanza. Los argu-mentosmodernos que enumera Ranade contra estaconcepción se sustentan en equívocos. Lo que de-claraHeráclito no es simplemente que lo uno essiempre múltiple, que lo múltiple es siempre uno,

sino en sus propios términos, "que fuera de todo, loUno, y fuera de lo Uno, todo". Trátase de la mismaidea que Platón explícita en términos diferentescuando dice "La realidad es a la vez múltiple y una,y en su división está siempre reunida"7 . Lo cual re-presentauna constante corriente y contracorrientede cambio, el camino que asciende y desciende, ynosotros podemos suponer que si lo uno, por uncambio de arriba a abajo, deviene por entero el todoen el proceso descendente, mas permanece sin em-bargoeternamente lo único, fuego siempre-viviente,asimismo el todo, por un desarrollo ascendente,puede retornar por completo a lo Uno y no obs-tante

existir en esencia, ya que de nuevo es posibleque se manifieste en el ser y diversificado porque serepite el movimiento descendente. Cualquier difi-cultaddesaparece si recordamos que el proceso im-7 Alusión al fragmento 10. (N. del T.). (La numeración es la de Diels-Kranz)...62plica evolución e involución -así como el vocabloindio que designa la creación, srishti, significa libe-racióno proyección de lo que estaba retenido o la-tente-y que la conflagración destruye las formas

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existentes, pero no el principio de multiplicidad. Nosubsistiría entonces ninguna inconsecuencia en lateoría heraclítea de la conflagración periódica; másbien se trataría de la mayor expresión de cambio, laculminación lógica, completa de su sistema...63VLA GUERRA Y LA ARMONÍASi la ley de transformación determina la evolu-cióny la involución en el camino ascendente y des-cendente,idéntica ley rige a todo lo largo delsendero, en cada uno de sus pasos y sus giros, en losmillones de cosas que se negocian en las márgenesde la ruta. Por doquier existe la ley de cambio e in-tercambio.La unidad, amoibe, y la multiplicidad seligan cada instante en esa relación activa. Lo uno secambia de continuo por lo múltiple; vosotros habéisdado oro y en cambio habéis recibido mercancías 8 ,pero ellas en realidad no representan sino el valordel oro. Lo múltiple se trueca constantemente en louno; esas mercancías se dan o desaparecen o se8 Alusión al fragmento 90 de Heráclito. (N. del T.)...64destruyen, decimos, mas en su lugar hay oro, ener-gía-

sustancia original por el valor de aquél. Veis elsol y pensáis que es siempre el mismo sol que selevanta cada día; pues lo que conserva la forma, laenergía, el movimiento y todas las dimensiones delsol, es el constante don de sí que hace el fuego encambio de las partículas elementales que componenel sol. La ciencia demuestra que ello es verdad detodas las cosas y como ejemplo del cuerpo humano:es siempre el mismo, pero sólo mantiene su identi-dadaparente por una constante transformación.Hay destrucción continua y sin embargo no haydestrucción. La energía se reparte, pero en realidadnunca se disipa; la ley, consiste en el cambio y la

conservación inalterable de la energía en el cambio yesto no es destrucción. Si el mundo de multiplicidades destruido por el fuego, a pesar de ello no hay fin,y el mundo no será destruido, sino trocado por elfuego. Además, existe trueque entre todos esos de-veniresque sólo son otros tantos valores activos delSer, tantos otros objetos que constituyen un valor yuna medida fija en oro universal. El fuego tomaforma de sustancia y la entrega en canje por otra,cambia un valor aparente, mas la energía-sustanciapermanece la misma y el nuevo valor equivale al..65antiguo, igual que el combustible se transforma en

humo, en brasa y en ceniza. La ciencia moderna,que tiene un conocimiento más exacto de lo que enverdad acontece en este cambio, confirma sin em-bargola conclusión de Heráclito. Es la ley de con-servaciónde la energía.Allí radica, prácticamente, el secreto activo de lavida; toda vida física o mental o simplemente diná-micase mantiene a través de un constante cambio eintercambio. Sin embargo, hasta aquí, la explicaciónde Heráclito no es del todo satisfactoria. Que la

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medida, el valor de la energía intercambiada perma-nezcainvariable, aún cuando cambie la forma, sea,pero ¿por qué las partículas cósmicas que recibimoscomo oro universal también serán fijas y, en unsentido, invariables? ¿Cuál es la explicación? ¿Cómose produjo esa eternidad de principios y de ele-mentosy de género de combinaciones, y asimismoesa persistencia y ese retorno de las mismas formasque observamos en el cosmos? ¿Por qué, despuésde todo, en ese constante flujo cósmico, las cosaspermanecerán siempre iguales? ¿Por qué el sol, aun-quesiempre nuevo, será en la práctica el mismo sol?¿Por qué los ríos serán siempre los mismos ríoscomo admite el propio Heráclito, si bien son siem-..66pre otras las aguas, aún otras las aguas que allí co-rren?Platón introdujo a este respecto su sistemaeterno de las ideas fijas, por medio del cual parecehaber querido designar a la vez una idea-realidadoriginaria y un esquema paradigmático de todas lascosas. Una filosofía idealista de tipo indio podríadecir que esta fuerza, la Shakti, que vosotros llamáisfuego, es una conciencia que mantiene por su ener-gía,el esquema original de las ideas y las formas co-rrespondientes

a las cosas. Pero Héráclitoproporciona otra explicación que, aunque no deltodo satisfactoria, sin embargo, es profunda y plenade verdades sugerentes. Se la halla en sus sobreco-gedorasfrases sobre la guerra, la justicia, la tendón,las furias que persiguen a los transgresores de lasmedidas. Es el primer pensador que ha visto porentero al mundo en términos de potencia.¿Cuál es la naturaleza de este cambio ¡Es la l u-cha,eris, es la guerra, polemos! ¿Cuál es la regla?¿Cuál el resultado de la guerra? Es la justicia, ¿Ycómo actúa esa justicia? Por una justa tensión y unajusta compensación de fuerzas, que produce la ar-monía

de las cosas y, por consiguiente, se presume,la estabilidad de aquéllas. "La guerra es origen detodo y rey de todo"; "el devenir de todas las cosas..67depende de la lucha"; "conocer esta lucha, es cono-cerla justicia"9 , tales son sus magistrales apotegmasal respecto. En primer término, no vemos por quéel cambio habría de ser lucha; sin embargo, deberíaser comercio. Lucha hay, mas ¿por qué no podríaser también intercambio voluntario y pacífico? Noes eso lo que quiere Heráclito. ¡Nada de paz! Estaríade acuerdo con el alemán moderno que ve en elcomercio mismo una parte de la guerra. Cierto que

existe un comercio, mercancía contra oro, oro con-tramercancías, mas el propio comercio y todas lascondiciones que lo rodean se rigen por una fuerzapoderosa, y aun violenta, el fuego universal. Eso eslo que quiere significar cuando se refiere a las furiasque persiguen al sol. "Por temor de El, dice el Upa-nishad,el viento sopla... y merodeó la muerte". Yentre los seres hay constante prueba de fuerza; y porla guerra nacen, y por ella conservan respectiva-mentesu medida. Observamos que tiene razón; que

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ha aprehendido el aspecto inicial de la naturalezacósmica. Todo ahí es choque de fuerzas y por esechoque, por esa lucha, desgarrándose, combatién-dose,no sólo advienen las cosas a la existencia, sinoque también la conservan. ¿Karma? ¿Ley? Pero l e-9 Alude al fragmento 80. (N. del T.)...68yes diferentes se oponen y se rechazan, y por sutensión mantienen el equilibrio del mundo, ¿Karma?Es la justicia imperiosa de una potencia coactivaeterna, son las furias que nos persiguen si transgre-dimossus medidas.La guerra, sostiene Heráclito, no es simple injus-ticia,violencia caótica; es justicia, aunque sea vio-lenta,la única especie posible. Desde este punto devista, debemos admitir una vez más que tiene razón.Por la energía que se insumió y por el valor de éstase determinarán los resultados, y cuando dos fuer-zasse enfrentan, gasto de energía significa demos-traciónde fuerza. ¿Las recompensas serán atribuidasal fuerte según su fuerza y al débil según su debili-dad?Tal es la ley primera, por lo menos en el mun-do,aunque ella se atempere con la ayuda del fuerteal débil, que, después de todo, no ha de ser injusticia

ni violación de medidas, aun tratándose deNietzsche y de Heráclito. Y a veces ¿no hay detrásde la debilidad una fuerza inmensa, la fuerza propiade la presión que se ejerce sobre los oprimidos, laque atrae su reacción terrible, el retroceso del arco,Zeus, el fuego eterno, atento a sus medidas? Nosólo existe la guerra entre uno y otro ser, entre unay otra fuerza, sino que en el interior de cada uno hay..69una oposición eterna, tensión de los contrarios, y esésta la que crea el equilibrio necesario y produce laarmonía. La armonía pues, está presente, ya que elcosmos mismo en su realización, es armonía; mas

esto acontece porque el cosmos en su proceso esguerra, tensión, oposición, equilibrio de eternoscontrarios. No podría existir verdadera paz, a no serque por paz se entienda una tensión estable, unequilibrio de poder entre fuerzas hostiles, una espe-ciede mutua neutralización de excesos. La paz nopuede crear nada, no puede sostener nada, y el rue-gode Homero porque acabe la guerra entre los dio-sesy entre los hombres es un absurdo monstruoso,pues significaría el fin del mundo. Periódicamentepuede haber un fin, no por la paz o la reconcilia-ción,sino por un ataque del fuego, to pur épelton,un juicio fulgurante y una condena. La fuerza ha

creado el mundo, la fuerza es el mundo, la fuerzasostiene el mundo por su violencia; la fuerza pondráfin al mundo, y lo volverá a crear eternamente...70VIEL LOGOS, RAÍZ DE LO RELATIVO YLO ABSOLUTOHeráclito es el primero y más consecuente de losmaestros que enseñaron la ley de la relatividad; ellaes el resultado lógico de sus concepciones filosófi-cas

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primordiales. Ya que todo es uno en su ser ymúltiple en su devenir, se deduce que todas las co-sas,en esencia, deben ser una. La noche y el día, lavida y la muerte, el bien y el mal, sólo pueden seraspectos diferentes de la misma realidad absoluta.En verdad, la vida y la muerte no son sino una, ypodemos decir, desde el punto de vista en que nosubiquemos, que toda muerte no es más que el pro-cesode transformación de la vida o que toda vidano es más que actividad de la muerte. En verdad las..71dos son una sola energía cuya actividad nos presentauna dualidad de aspectos. Desde cierto punto devista nosotros no somos, pues nuestra existencia essólo una incesante transformación de energía; segúnotro enfoque somos, porque en nosotros el ser essiempre el mismo y sustenta nuestra secreta identi-dad.De modo que no podemos decir de algo que esbueno o malo, justo o injusto, lindo o feo, sino des-deun punto de vista relativo, ya sea porque adop-tamosuna postura particular, o porque pensamosen un fin práctico o hacemos una relación válida enuna circunstancia. Heráclito propone el ejemplo del"mar, la más pura e impura de las aguas", elemento

perfecto para los peces, abominable e imbebiblepara el hombre. Acaso ¿no es esto aplicable a todaslas cosas? Por cierto, son siempre las mismas y estáninvestidas por sus cualidades y sus propiedades acausa de nuestra posición en el universo del devenir,de la naturaleza de nuestra intuición y del contextode nuestro espíritu. Todas las cosas completan elcírculo y vuelven a la unidad eterna: en su comienzoy en su fin son idénticas. Sólo en el arco del deveniréstas varían en sí mismas y difieren unas de otras, yno hay allí nada absoluto en ellas. La noche y el díason idénticos; no es sino la naturaleza de nuestra..72

visión, nuestra posición en la tierra y nuestras rela-cionesterrestres y solares las que crean la diferencia.Lo que para nosotros es día es noche para otros.A causa de la insistencia respecto de la relativi-daddel bien y del mal Heráclito aparece como sihubiera enunciado una suerte de supramoral, peroes bueno revisar con cuidado en qué consiste enrealidad. Heráclito no niega la existencia de lo ab-soluto,mas para él lo absoluto se halla en lo uno, enlo divino, no en los dioses, sino en la única divini-dadsuprema, el fuego. Se le ha hecho cargo de ha-beratribuido la relatividad a Dios va que ha dichoque el principio quiere y no quiere que se lo designe

Zeus. Mas esto es engañarse respecto de su pensa-miento.El nombre de Zeus no expresa sino la idearelativa y humana de lo divino; por consiguientedios, al aceptar el nombre, no está ligado ni limitadopor él. Todas nuestras nociones sobre él son par-cialesy relativas, "El se llama según el gusto de cadauno"; lo cual no es más que la verdad proclamadapor los vedas: "Uno solo existe, que los sabios lla-mancon diversos nombres". Brahma desea ser lla-madoVishnu y sin embargo no lo desea, ya que

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también es Brahma y Maheshvara y todos los diosesy el mundo y todos los principios y todo lo que es, y..73sin embargo no es ninguna de esas cosas, neti, neti(ni esto ni aquello). Como los hombres se le acer-can,así él los acepta. Mas tanto para Heráclito co-mopara el vedantista, lo uno es absoluto. Esto sedestaca con claridad en todas sus manifestaciones;día y noche, bien y mal no son sino uno, porque ensu esencia ellos son lo uno y en lo uno desaparecenlas distinciones que hacemos entre ellos. Hay unverbo, una razón en todas las cosas, un logos, y estarazón es una; sólo los hombres, por la relatividad desu mente, la transforman cada uno en su pensa-mientopersonal, en su modo personal de conside-rarlas cosas; ellos viven según esa relatividadvariable. Resulta que hay una manera absoluta, divi-nade encarar las cosas. "Para Dios todas las cosasson buenas y justas, pero los hombres consideranalgunas como buenas y otras como injustas". Existepues un bien absoluto, una belleza absoluta, unajusticia absoluta para la cual todas las cosas son ex-presiónrelativa. Hay en el mundo un orden divino;cada cosa realiza su naturaleza según su lugar en el

orden; y según su lugar y su simetría en la única ra-zónde las cosas, ésta es buena, justa y bella, preci-samenteporque la realiza según las medidas eternas.Como ejemplo, la guerra mundial puede ser consi-..74derada por algunos como un mal, como una matan-zaabominable, y a otros puede parecer buena porlas nuevas posibilidades que abre para la humani-dad.A la vez es buena y mala. Pero es la concepciónrelativa. Porque se realiza en su totalidad y se cum-pleun plan divino en todas sus circunstancias y encada una de ellas, dentro de la vasta razón de lascosas, la justicia divina, la fuerza divina, es, desde el

punto de vista absoluto, buena y justa, para dios, nopara el hombre.¿Resulta entonces que el punto de vista relativono tiene ninguna validez? Ni por un instante. Alcontrario, según cada mentalidad -y según la necesi-dadde su naturaleza y su posición- debe ser la ex-presiónde la ley divina que le resulte propia.Heráclito lo dice con claridad: "Todas las leyes hu-manasse nutren de una sola, la divina". Esta frasedebiera bastar plenamente para defender al filósofocontra cualquier acusación de antinomismo. Y escierto que ninguna ley humana es la expresión ab-solutade la justicia divina, pero de ella extrae su

valor y su sanción; es válida para su propio objeto,en su lugar, en su tiempo, tiene su necesidad relati-va.Aunque las nociones humanas de bien varíensegún las transformaciones del devenir, el bien y la..75justicia humanos no persisten menos en el transcu-rrirde las cosas v conservan la medida de éstas. He-ráclitoadmite modelos relativos, mas comopensador, está obligado a superarlos. Todo es a lavez uno y múltiple, uno absoluto y uno relativo y

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todas las relaciones de lo múltiple son relatividadesy sin embargo se nutren con lo absoluto que habitaen ellas, a él vuelven y por él subsisten...76VIIHERÁCLITO Y LA FILOSOFÍALas ideas de Heráclito sobre las que he insistidohasta aquí son generales, filosóficas, metafísicas;ellas apuntan a las primeras verdades de la existen-cia,devanam prathama vratani (las primeras leyesoperativas de los dioses) que la filosofía busca enprimer término porque son la clave de todas lasotras. Mas ¿cuál es el resultado práctico en la vida yel anhelo de los hombres? Pues, en definitiva, elvalor real que la filosofía tiene para el hombre, esesclarecerlo respecto de la naturaleza de su ser, res-pectode los principios de su psicología, de sus rela-cionescon el mundo y con dios, sobre loslineamientos fijos o las vastas posibilidades de sudestino. La endeblez de la mayoría de los filósofos..77europeos (salvo los de la antigüedad) consiste enque ellos viven por demás en las nubes e investiganla pura verdad metafísica por ella misma con excesi-va

exclusividad; han sido un tanto estériles porquese inclinan demasiado indirectamente hacia la vida.El gran mérito de Nietzsche entre los pensadoreseuropeos recientes radica en que ha restituido a lafilosofía un poco de su antiguo dinamismo, de suantigua fuerza práctica, aunque por la presión deesta tendencia, quizás haya descuidado en demasíael sesgo dialéctico y metafísico del pensamiento fi-losófico.Sin ninguna duda, cuando buscamos laverdad, debemos procurarla en principio por símisma, y no encaminarnos con prevención, con unfin práctico preconcebido que podría alterar nues-trospuntos de vista desinteresados; pero en cuanto

se la encuentra, su repercusión en la vida asume unaimportancia capital, es el verdadero justificativo dela labor consagrada a nuestro estudio. La filosofíaindia ha comprendido siempre su doble función; habuscado la verdad no sólo por placer intelectual oporque así es el dharma (ley) natural de la razón,sino con el objeto de saber cómo el hombre puedevivir por la verdad o luchar para alcanzarla. De allísu influencia inmediata en la religión, en las ideas..78sociales, en la vida cotidiana del pueblo; de allí tam-biénsu inmenso poder dinámico sobre el pensa-mientoy la actividad del humanismo indio. Los

pensadores griegos, Pitágoras, Sócrates, Platón, losestoicos, los epicúreos tenían ese fin práctico, esafuerza dinámica, pero que sólo actuaba en una mi-noríacultivada; pues la filosofía griega al debilitarlos vínculos que la unían con los místicos, se separóde la religión popular. Ahora bien, igual que en logeneral, sólo la filosofía puede llevar luz a la religióny salvarla de la grosería, la ignorancia y la supersti-ción;asimismo la religión es la única que puedeconferir, salvo excepciones, ardor espiritual y poder

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eficaz a la filosofía impidiéndole devenir vacía desustancia, abstracta, estéril. Cuando las dos herma-nasdivinas se separan, es un desastre para ambas.De manera que si en las palabras de Heráclitobuscamos la aplicación humana de sus grandes pen-samientosfundamentales, nos engañamos. No nosguía de ningún modo expresamente y, a ultranza,nos deja que extraigamos nosotros mismos lo quepodamos de la prieta riqueza de sus ideas primeras.En esto consiste lo que podría llamarse su concep-ciónaristocrática de la vida y podríamos conside-rarlacomo un resultado moral de su teoría filosófica..79de la potencia, en tanto que naturaleza del principiooriginario. Nos dice que la mayoría es mala, la mi-noríabuena, y según él, uno solo, si es el mejor, valepor mil 10 . Potencia de conocimiento, potencia decarácter -el carácter, sostiene, es la fuerza divina delhombre-, potencia y excelencia en general son loque importa en la vida humana, y son de un valorsupremo; estos atributos, en su grado puro, elevado,son raros entre los hombres, los alcanzan sólo algu-nos,y con dificultad. De estas aclaraciones, quéhasta ahí son válidas, podríamos extraer una filoso-fía

social y política. Mas el demócrata bien podríaresponder que si existe, en un individuo aislado o enuna pequeña minoría, la virtud, el conocimiento y lafuerza eminentes y concentrados, también en lamultitud existe virtud, fuerza difusa que, al actuar demanera colectiva, puede sobrepasar raras y aisladasexcelencias y hacerles más que contrapeso. Si comotambién lo afirmaba el viejo pensamiento indio, elrey, el sabio, el mejor, es Vishnu en persona, engrado al que no puede acceder el hombre común,prakrito janah, él es lo mismo que los "cinco", delgrupo, del pueblo. Lo divino es samashti (agregado)tanto como vyashti (conjunto); él se manifiesta en la

10 Alusión al fragmento 49. (N. del T.)...80colectividad y también en el individuo, y la justiciasobre la que insiste Heráclito exige que ambos ten-gansu efecto y su valor; de hecho ellos dependenuno del otro y pueden uno en otro realizar sus res-pectivasexcelencias.Otros pensamientos de Heráclito están colmadosde interés, como aquel en el que sostiene el ele-mentodivino en las leyes humanas -pensamientoprofundo y rico en resultados. Sus opiniones sobrela religión popular son interesantes, pero permane-cenen la superficie y aún allí, no nos conducen muy

lejos. Rechaza con violento desprecio la degrada-cióncontemporánea de las viejas fórmulas místicasy se aparta de ellas para dirigirse hacia los antiguosmisterios, los de la naturaleza y de nuestro ser, esanaturaleza que, dice, gusta esconderse, y cargada deenigmas siempre está oculta. Esto es una muestra deque el saber de los primeros místicos estaba deso-rientado,que el sentido espiritual se había retiradode sus símbolos, igual que en la India védica; peroen la Hélade no se produjo ningún movimiento re-novado

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y poderoso que pudiera, como en la India,reemplazarlos con nuevos símbolos, con reafirma-cionesdistintas y más filosóficas de sus verdadesocultas, con otras disciplinas y escuelas de yoga...81Existieron muchas tentativas, como las de Pitágoras,pero Grecia en su conjunto, al seguir la direcciónque impusiera Heráclito, desarrolló el culto de larazón y dejó que los restos de la vieja religión ocultadeviniera superstición solemne, pompa convencio-nal.Doblemente interesante es su condena del sacri-ficioanimal; sostiene que es un vano intento de pu-rificarsemanchándose de sangre, como aquel quepretende limpiarse con el lodo que cubre sus pies.11Hallamos aquí la misma tendencia a levantarse encontra de una práctica religiosa antigua y universalque, como en la india destruyó el sistema sacrificialvédico, si bien el gran impulso misericordioso deBuda estuvo ausente del espíritu de Heráclito; lapiedad nunca hubiera podido devenir un móvil po-derosoen las viejas razas mediterráneas. Pero aúnlos términos empleados por el efesio nos demues-tranque el antiguo sistema de sacrificio, tanto en laHélade como en la India, no era una simple práctica

bárbara destinada a procurar el favor de las divini-dadessalvajes, como, injustamente concluye la cien-ciamoderna; el sacrificio tenía un sentidopsicológico, consistía tanto en una purificación del11 Fragmento 5. (N. del T.)...82alma como en un acto propiciatorio dirigido a lospoderes superiores y bienhechores, y era pues, se-gúntoda posibilidad, místico y simbólico. Sabemosen efecto que la purificación era una de las ideasprincipales de los antiguos misterios. En la India delBahagavat Gita, durante el desarrollo del judaísmo através de los profetas y de Jesús, fueron dejados de

lado los viejos símbolos físicos, y sobre todo el sa-crificiosangriento; el criterio psicológico del sacrifi-ciose conservó reforzado y provisto de símbolosmás sutiles, tales como la Eucaristía cristiana y lasofrendas de los adoradores en los templos shivaítasy vi-shnuítas. Grecia, en su tendencia racionalista ysu insuficiente sentido místico, no pudo salvar sureligión; ella por un lado es proclive a inclinarse ha-ciala ciencia y la filosofía y por el otro hacia la reli-gión,rasgo tan peculiar del espíritu europeo. Ahítambién Heráclito, como lo hiciera en tantos otrossentidos, fue un precursor y señaló su giro natural alpensamiento de Occidente.

Admira por igual su condena de la idolatría, laprimera en la historia de la humanidad: "El que rue-gaa una imagen parlotea ante un muro de piedra"12 .La violencia intolerante de este racionalismo, de este12 También fragmento 5. (N. del T.)...83positivismo protestante hace de Heráclito tambiénun precursor de toda evolución del espíritu huma-no.No se trata por cierto de un disentimiento reli-giosocomo el de Mahoma contra el politeísmo

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naturalista, pagano e idólatra de los árabes, o comoel de los protestantes contra el culto estético y emo-cionaldirigido a los santos de la iglesia católica, sumariolatría, el uso de imágenes y su rito complicado;el móvil de Heráclito es racional, filosófico, psicoló-gico.Heráclito, por cierto, no es un racionalista pu-ro;cree en los dioses, pero en tanto que presenciaspsicológicas, en tanto que potencias cósmicas y to-lerade mal grado la grosería de la imagen física, suacción sobre los sentidos, su oscurecimiento de lasignificación psicológica de las divinidades para verque el ruego no se dirige a la piedra sino a la perso-nadivina representada por ella. Es del casa advertirque su concepción de los dioses lo vincula con losviejos profetas védicos, si bien por temperamento,no es en absoluto un místico religioso. La religiónvédica parece que hubiera excluido las imágenesmateriales, y fueron los movimientos disidentes deljainismo y del budismo los que introdujeron, o porlo menos tornaron popular y general el culto de lasimágenes en la India. También es Heráclito el que..84prepara la vía para destruir la vieja religión, para elreinado de la filosofía y la razón puras, para el vacío

que llenaría el cristianismo; pues el hombre no pue-devivir sólo de la razón. Cuando era demasiadotarde tratóse de reespiritualizar la vieja religión, ytuvo lugar el notable intento de Juliano y Libanioque dirigieron un paganismo restaurado contra elcristianismo triunfante; pero ese esfuerzo no fuedemasiado sustancial, fue un exceso y con exclusivi-dadfilosófico y vacío de la potencia dinámica que elconfiere el espíritu religioso. Europa había aniquila-dosus viejas creencias y les había arrebatado todaposibilidad de renacer; debió ir al Asia al encuentrode su religión.En cuanto a la conducción general del hombre,

Heráclito no nos entrega más que su referencia a unprincipio aristocrático de la sociedad y la podemosobservar que esa misma tendencia ha sido muyfuerte en casi todos los filósofos helénicos posterio-res.Su influencia en religión tendía a destruir la viejacreencia sin reemplazarla, en efecto, con nada másprofundo; aunque en sí mismo no haya sido un ra-cionalistapu-ro, preparó la senda para el raciona-lismofilosófico. No obstante, aún sin religión, lafilosofía sola puede llevar por lo menos alguna luz al..85destino espiritual del hombre, alguna esperanza deinfinito, algún ideal de perfección por el cual esfor-zarse.

Platón, que había sufrido la influencia de He-ráclito,trató de hacerlo para nosotros; supensamiento buscó a dios, procuró discernir loideal, sostener la esperanza de una sociedad humanaperfecta. Conocemos de qué manera los neoplató-nicosdesarrollaron sus postulados con la influenciade Oriente y cómo influyeron en el cristianismo.Los estoicos, que son los descendientes intelectualesmás directos de Heráclito, llegaron a criterios muynotables y fecundos respecto de las posibilidades

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humanas y asimismo, a una pujante disciplina psi-cológica-en la India diríamos Yoga- por la cualaguardaban realizar su ideal. Mas, ¿qué es lo quepuede darnos el propio Heráclito? Directamente,nada. Es menester que nosotros mismos extraiga-mostodo cuanto podamos de sus primeros princi-piosy sus frases herméticas.Heráclito era considerado en la antigüedad comoun pensador pesimista, y tenemos una o dos frasesentre las suyas, de las que si se quiere, podemos de-ducirel viejo y trivial evangelio de la vanidad de lascosas. El tiempo, dice, es como un niño que juega alos dados, que construye castillos en la playa nada..86más que para destruirlos 13 . Si tal es la última palabra,entonces todo esfuerzo humano, toda aspiraciónhumana son quiméricos. Pero ¿en qué primer prin-cipiofilosófico descansa esta afirmación desalenta-dora?Todo depende del contexto, pues la frase ensí misma es sólo la afirmación de un hecho evidenteen sí, la mutabilidad de las cosas, la naturaleza efí-meray periódica de las formas. Mas si los principiosque se expresan por formas son eternos, o si dentrode las cosas hay un espíritu que lleve cuenta de las

transformaciones y la evolución del tiempo, y si esteespíritu habita en el ser humano como poder in-mortale infinito de su alma, no se está obligado aconcluir en la vanidad del mundo o en la vanidad dela existencia humana. Si en efecto, el principio ori-ginarioy eterno del fuego es una sustancia o unafuerza puramente física, entonces, en verdad, ya queen nosotros el gran juego de la conciencia y todo suesfuerzo deben perderse en ese fuego y disolverseen él, no es que exista ningún valor espiritual ennuestro ser y menos aún en nuestra obra. Pero he-mosvisto que el fuego de Heráclito no puede ser unprincipio puramente físico o inconsciente. ¿Quiere

decir entonces que toda nuestra existencia no es13 Fragmento 52. (N. del T.)...87sino un devenir que cambia de continuo, un juego oentretenimiento sin otro objeto que el de ser jugado,ni otro fin que no sea estar convencido de la vani-dadde toda actividad cósmica por el retorno y lacaída de esa actividad en la unidad indiscriminabledel principio (o sustancia) originario? Porque aún siese principio, la unidad a la cual retorna lo múltiple,no fuera sólo físico, o no fuera del todo físico, sinoespiritual, podemos también afirmar como los ma-yavadines,la vanidad del mundo y de nuestra exis-tencia

humana, precisamente porque lo uno no eseterno y lo otro sólo tiene como fin último su pro-pioaniquilamiento después que hubiera obtenido lacerteza de la vanidad e irrealidad de todos sus inte-resesy proyectos temporales. La condena del mun-dopor el fuego absoluto único, a causa de lavanidad, es semejante a la condena de todos los va-lorestemporales y relativos de lo múltiple.Éste es uno de los sentidos que atribuimos alpensamiento de Heráclito. Si aislásemos su criterio

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respecto de que todas las cosas nacen de la guerra yexisten por la lucha podría llevarnos a la presenteconclusión, aún si el mismo Heráclito no hubierallegado a ella con tanta claridad. En efecto, si todoes un continuo conflicto de fuerzas, si su aspecto..88más encomiable no es más que una justicia violentav su más alta armonía una tensión de contrarios sinninguna esperanza de reconciliación divina, su fin,condena y destrucción por el fuego eterno, entoncestodo nuestro anhelo de ideal, nuestras aspiracionesse desmoronan puesto que carecen de fundamentoentre la verdad de las cosas. Pero hay otro aspectodel pensamiento de Heráclito. Expresa que todas lascosas advienen a la vida "según la lucha"14 , por elchoque de fuerzas, y que ellas se gobiernan por lajusticia decisiva de la guerra. Sostiene también quetodo está por entero determinado, escrito de ante-mano.Entonces ¿qué es lo que "determina"? Lajusticia de un choque de fuerzas no es destino; lasfuerzas en conflicto "determinan"; bien, mas sólo demomento en momento, según un equilibrio de con-tinuocambiante y que siempre puede modificarse siaparecen nuevas fuerzas. Si hay predeterminación

dentro de las cosas, destino inevitable, habrá enton-cesdetrás del conflicto algún poder que las asigna,que fija las dimensiones de aquéllas. ¿Cuál es esepoder? Heráclito lo dice; en efecto, todas las cosasnacen según la lucha (kat'erin), pero también todaslas cosas nacen según el logos (katá tou lógou).14 Fragmento 80. (N. del T.)...89¿Qué es ese logos? No es una razón inconscientedentro de las cosas, pues su fuego no es una simplefuerza inconsciente; es Zeus, es la eternidad. El fue-go,Zeus, es fuerza, pero a la vez inteligencia. Di-gamospues que es una fuerza inteligente que es

origen y señor de las cosas. Y ese logos tampocopuede ser en su naturaleza idéntico a la razón hu-mana,pues ella es juicio e inteligencia individuales, ypor consiguiente relativos y parciales, que sólo pue-dendominar la verdad relativa, no la verdadera rea-lidadde las cosas; mientras que el logos es uno yuniversal, razón absoluta que por consiguientecombina y dirige todas las actividades de lo múlti-ple.¿No habrá tenido razón Filón cuando dedujode esta idea de fuerza inteligente, origen y señor delmundo, Zeus y fuego, su interpretación del logoscomo "lo dinámico divino, la energía y la autorre-velaciónde Dios?" Quizás Heráclito no se expresó

en estos términos, puede ser que no haya visto elcontenido de su propio pensamiento, sino que elsentido que le confiere Filón es el que se encuentracuando se profundiza y se reúnen los diferentesapotegmas de Heráclito y se extraen las consecuen-cias...90Lo precedente está muy cerca de la concepciónindia de Brahma, causa, origen y sustancia de todaslas cosas. Exis-tencia absoluta cuya naturaleza esconsciente (chit), se manifiesta como fuerza (tapas,

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shakti) y se mueve en el mundo de su propio sercomo vidente y pensador, kavir manishi, voluntad-conocimientoinmanente en todo, vijnanamaya pu-rusha,el señor de lo divino, ish, ishvara, deva, el queha ordenado las cosas según su naturaleza desde eltiempo sin comienzo, las "medidas" de Heráclito,que el sol está obligado a observar, esas cosas que"están absolutamente determinadas". Tal voluntad-conocimientoes el logos. Los estoicos hablaban deello como de un logos-simiente, spermatikós, re-producidoen los seres conscientes como numero-soslogos-simiente; y de pronto esto nos hacepensar en el prajnapurusha vedántico, inteligenciasuprema que es el señor y que permanece en estadode sueño, y mantiene unidas todas las cosas en unvestigio de densa conciencia, la cual se elabora porintermediación de las percepciones del purusha su-til,el ser mental. Vijnana es en verdad una concien-ciaque ve las cosas, no como lo hace la razónhumana, en secciones u fragmentos, en relacionesseparadas y reunidas, sino en la razón original de su..91existencia, en la ley de su existencia, en su primera ytotal verdad; por consiguiente ese logos-simiente, es

la fuerza consciente originaria y determinante queopera como la inteligencia y como voluntad supre-mas.El sabio védico la llamó conciencia-verdad ycreía que los hombres también pueden devenirconscientes de la verdad, que pueden penetrar en larazón y la voluntad divinas y devenir inmortales porla verdad.El pensamiento de Heráclito ¿admite una espe-ranzasemejante a la que sostenían y cantaban contanta confianza en el triunfo los profetas védicos ensus himnos? El pensamiento heraclíteo ¿justificaaún que se aliente alguna esperanza respecto de unaespecie de superhombre divino como hacia el que

con tanto ardor se esforzaron sus discípulos estoi-cos,o como el otro, del que Nietzsche, el Heráclitomoderno, trazara un cuadro por demás grosero yviolento? Lo que sostiene del hombre en el sentidode que está encendido como un fuego y que comoéste desaparece en la noche, es trivial y demasiadodescorazonante. Pero, después de todo, sólo puedeser verdad aparente en el hombre. ¿Resulta posible aéste en su devenir superar sus medidas actuales?¿Puede sobrepasar su razón mental, relativa, indivi-..92dual y llegar a una comunión o participación direc-tasen la naturaleza divina y absoluta? ¿Puede inspi-rar

los valores de su fuerza humana y elevarlos a losvalores superiores de la fuerza divina? ¿Puede deve-nir,como los dioses, consciente de un bien absolutoy de una bondad absoluta? ¿Acaso es posible el ac-cesode este mortal a la naturaleza de la inmortali-dad?A su cuadro melancólico de la naturalezaefímera del hombre, opone esta notable frase her-mética:"Los dioses mortales, los hombres, inmor-tales",que tomada al pie de la letra, podría significarque los dioses son potencias que perecen y se sus-tituyen,

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mientras que sólo el alma del hombre esinmortal, pero que en todo caso significa, que detrásde su carácter exterior efímero, hay en el hombre unespíritu inmortal. También tenemos su palabra: "Nose pueden hallar los límites del alma", así como lamás profunda de todas las sentencias heraclíteas:"El reino es del niño"15 . Si el hombre, en su ser real,es un espíritu infinito e inmortal no hay sin dudarazón alguna para que no despierte a esa inmortali-dad,para que no ascienda a la conciencia de lo uni-versal,uno y absoluto, para que no viva en una más15 Fragmentos 52 y 70 (N. del T.)...93alta realización de sí. "Me he buscado a mí mismo",dice Heráclito. ¿Qué halló?Existe sin embargo una gran laguna, un grave de-fecto,sea en su conocimiento de las cosas, sea en elconocimiento del yo humano. Observamos encuántas direcciones la intuición sutil y vaticinadorade Heráclito ha anticipado las generalizaciones másvastas y profundas de la ciencia y la filosofía ycuántos de sus pensamientos, aún los menos hon-dos,señalan recientes y poderosas tendencias delespíritu occidental; asimismo apreciamos cómo al-gunas

de sus ideas han influido en pensadores inci-sivosy fecundos: Platón, los estoicos, losneoplatónicos. Pero aún en su logicismo es precur-sor,por lo menos en cuanto no fue seriamente in-fluidopor las religiones o el misticismo asiático. Hetratado de señalar la frecuencia con que su temáticase acerca al pensamiento védico o vedántico, delcual el suyo es casi idéntico. Pero su reconocimientode la verdad de las cosas se detiene en la intuiciónde la razón universal y la fuerza universal; pareceque hubiera resumido el principio de las cosas enestos dos primeros términos del comienzo: el as-pectode la conciencia y el aspecto del poder, una

inteligencia suprema y una energía suprema. La vi-..94sión del pensamiento indio ha descubierto un terceraspecto del Yo y de Brahma; al margen de la con-cienciauniversal actuante en la voluntad divina, havisto la felicidad universal que late en la alegría y elamor divinos. Al seguir la línea heraclítea el pensa-mientoeuropeo se aferró a la razón y a la fuerza yde ellas extrajo los principios de perfección a loscuales nuestro ser tiene que aspirar. La fuerza es elprimer momento del mundo: guerra, choque deenergías; el segundo, la razón, emerge de esta apa-rienciade fuerza en la que en principio estaba oculta

y se revela como cierta justicia, cierta armonía, ciertainteligencia y razón determinante en el corazón delas cosas; el tercer momento comprendido entreambos es un secreto más profundo; felicidad, bon-dad,amor universales, que sosteniéndose en losotros dos puede establecer algo más elevado que lajusticia, mejor que la armonía, más verdadero que larazón: unidad y beatitud, éxtasis de nuestra existen-ciarealizada. Respecto del último poder secreto, elpensamiento occidental sólo ha visto dos fases infe-riores,

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el placer y la belleza estética; no ha encontra-doni la belleza espiritual ni la felicidad espiritual.Por esta causa Europa nunca ha podido forjar unareligión profunda que le resulte propia; debió girar..95en torno de Asia. La ciencia se posesiona de las me-didasy de las utilidades de la fuerza; la filosofía ra-cionalpersigue la razón hasta sus últimas sutilezas;mas la filosofía y la religión inspiradas pueden apo-derarsedel secreto supremo, uttamam rashasyam.Heráclito habría podido descubrirlo si hubieradirigido su mirada algo más lejos. La fuerza por símisma, no puede producir sino un equilibrio defuerzas, la lucha que es justicia; en la lucha se pro-duceun cambio incesante, y una vez que se com-prendela necesidad de éste, surge entonces laposibilidad de modificar y reemplazar la guerra porel logos como principio determinante del cambio.Heráclito no advirtió con nitidez la posibilidad deeste segundo esfuerzo del hombre. A partir delcambio podemos elevarnos al criterio más alto po-sibledel proceso, una dependencia mutua hecha dela gracia de sí como secreto oculto de la vida; de allípuede irrumpir la potencia del Amor el cual reem-plaza

la lucha y supera el frío equilibrio de la razón.Allí está el pórtico del éxtasis divino. Heráclito nopudo verlo y sin embargo su expresión sobre el rei-nodel niño roza acaso el corazón del secreto. Puesa todas luces, ese reino es espiritual, es la corona-ción,es la dependencia a que llega el hombre per-..96fecto, ¡El hombre perfecto es un divino niño! Elconstituye el alma que despierta al juego divino, quelo acepta sin miedo ni reserva, que se abandona a lodivino con una pureza espiritual que supera la fuer-zarecelosa y turbada del hombre y lo libera de zo-zobrasy pesadumbres y le permite devenir alegre

juego de la voluntad divina, lo cual acepta asimismoreemplazar la razón relativa e inestable por el cono-cimientoque, para los griegos, para el hombre ra-cional,es idiotez, que posibilita, en fin la laboriosaaprehensión del placer de lo mental condenado aperderse en la espontaneidad del Ananda divina(beatitud) "pues tal es el reino de los cielos". El pa-ramahamsa,el hombre liberado, dentro de su almabalavat, es como un niño...97BIBLIOGRAFÍA SUMARIAFilosofía india:Radhakrisnan, S. y otros History of Philosophy

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