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es; I texto Decan t aciones kant ia n as conformado por estudios que se agrupan en tres partes , correspondientes a lo fitosofía teorética . a la práctico yola estética kantiano. son precedidos por una expos ició n global . Fueron realizados en la de que sólo el cuestionamiento y atento exornen de os argumentos de Kant pueden hacernos conocer el sentido y el alcance de sus tesis . Este examen no puede limitarse a verificar la correcto derivac i ón de las conclusiones a partir de las premisas kantianas . yo que muy ara vez éstos se exponen explícitamente. E  intérprete tra· t aró de averiguar las razones que apoyan el dls· curso kan t iano. en pa r t e en sus mismos textos. en el resto trotando de establecer qué premisas . que no lo contradigan . pueden justificar sus tesis. En última Insta ncia es el i ntérp r ete quien juzga bajo su responsab il idad y en los horizontes que le son accesibles. la aceptabilidad de los propuestos de Kant . Toda l ectura filosófico es de esta manera, un dlólogo en el cual el lector formula condiciones bajo las cuales puede aceptar las líneas leídas . , · = o RíE e Coml r  6 n de Estud i os d e Po s tgrado Facultad de Human i dades y Educación Universidad Central de Venezuela f) « z « ¡::: z « ' f) UJ Z Ü ¡ó z « Ü UJ Cl e e m E - m t N W Ezra Heymann Decantaciones kantianas Trece es t u d ios crít i cos y un a revis i ó n de co n j unt o l EPl lBm

Heymann Decantaciones Kantianas

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  • es; I texto: Decantaciones kant ianas

    conformado por estudios que se agrupan en tres partes, correspondientes a lo fitosofa teortica .. a la prctico yola esttica kantiano. son precedidos por una exposicin global . Fueron realizados en la conviccin de que slo el cuestionamiento y atento exornen de los argumentos de Kant pueden hacernos conocer el sentido y el alcance de sus tesis . Este examen no puede limitarse a verificar la correcto derivacin de las conclusiones a partir de las premisas kantianas. yo que muy (ara vez stos se exponen explcitamente. El intrprete tra tar de averiguar las razones que apoyan el dls curso kantiano. en parte en sus mismos textos. en el resto trotando de establecer qu premisas. que no lo contradigan. pueden justificar sus tesis. En ltima Instancia es el intrprete quien juzga bajo su responsabilidad y en los horizontes que le son accesibles. la aceptabilidad de los propuestos de Kant . Toda lectura filosfico es. de esta manera, un dllogo en el cual el lector formula condiciones bajo las cuales puede aceptar las lneas ledas ..

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    Ezra Heymann

    Decantaciones kantianas Trece estudios crticos y una revis in de conjunto

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  • Comisin de Estudios de Post grado, 1999.

    1.11. edicin: 1999

    ISBN: 980-00-1602-3 Depsito legal: lf-7519991002780

    Diseo de coleccin y portada: bid & Co.

    Ilustracin de portada: ALEJANDRO OTERO: Sin ttulo (1969), Grabado/papel (monotipo)", Coleccin particular. Foto: Norma Morales,

    Preimprenta de portada: Desarrollos Compumedia

    Edicin al cuidado de Bernardo Infante Dabon. Autoedicin electrnica: IMPRIMATUR, artes grficas

    Comisin de Estudios de Postgrado, Centro Comercial Los Chaguaramos, piso 5, Direccin de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educacin,

    Universidad Central de Venezuela. Caracas~Venezuela. TeIf.: 6624768. Fax: 6624751. E~MAIL: [email protected]

    PGINA WEB: www.postgrado.ucv.ve

    Impreso en Venezuela Printed in Venezuela

    Ezra Heymann

    Decantaciones kantianas Trece estudios crticos y una revisin de conjunto

    !Cm ~ Comisin de Estudios de Post grado

    Facultad de Humanidades y Educacin-Universidad Central de Venezuela

  • ndice

    PREFACIO y SNTESIS ............. ..... ................ ............ .............. ..... .......... 9

    PARTE 1 KANT: W NECESARIAS MEDIACIONES ENTRE EL MUNDO SENSIBLE

    Y EL MUNDO INTELEGIBLE. UNA REVISiN DE CONJUNTO .............. ....... 15 La insercin dd pensamiento kantiano en la tradicin metafsica...... 15 La tradicin cientfica y la concepcin kantiana dd conocimiento .... 20 La matemtica, el espacio y d tiempo, juicios analticos y sintticos.. 22 La nocin de sntesis y sus diversos paradigmas ................... ... .......... 25 Tiempo y espacio subjetivos y objetivos .. .............. ................. .......... 32 Sntesis imaginativa y sntesis judicativa ........................................... 35 La crtica de la metafsica ......... ................... .............. ...... ... ..... ........ 37 La filosofa moral kantiana................ .............................................. 42 Las formas de la conformidad a fin ................................................. 48

    PARTE II FlLOSOFlA TRASCENDENTAL MUNDANElZADA ........................................ 59 LA FlLOSOFlA DEL CONOCIMIENTO KANTIANA Y TA PROTA /G4TA PHYSIN ...... 71 EL KANT DE FEDERICO RIu y EL PROBLEMA DE LA CONSISTENCIA DE LA SEGUNDA EDICiN DE LA CRiTICA DE LA RAZN PURA... ........... .... ......... 79 EL CAMPO SEMNTICO DEL PENSAMIENTO. DESCARTES y KANT ................. 89 EL CONCEPTO KANTIANO DE COSA EN s MISMA y SUS PROYECCIONES PRACTICAS............................................................................................ 99 PARTE III CuL ES LA FUNDAMENTACiN KANTIANA DE LOS DERECHOS HUMANOS? ... 111 DE LA ESPONTANEIDAD NATURAL A LA UBERTAD MORAL, IDA Y VUELTA ...... 119 LA PLURAUDAD INTERNA DE LOS MQTNOS MORALES I ...................... 129 LA PLURAUDAD INTERNA DE LOS MOTIVOS MORALES 11 ........ .... .... .... ...... 139

  • PARTE N U NA NOCIN SOCIAL DE LO BEllO ........................................................ . RETOS EN LA INTERPRETACIN DE LA ESTTICA KANTIANA ..................... AlITONOM1A jUDICATNA y ESPONTANEIDAD NATURAL ............................... A FAVOR DE CONCEPTOS DE TICA Y ESTTICA MUTUAMENTE IMPLICADOS ....

    149 155 167 175

    BIBLIOGRAFfA ...................................................................................... 185

    Prefacio y sntesis

    Los siguientes estudios se agrupan en tres partes, correspondientes a la filosofa teortica, a la prctica y a la esttica kantiana, y son precedidos por una exposicin global.

    Ellos fueron realizados en la conviccin de que slo el cuestionamiento y atento examen de los argumentos del autor pueden hacernos conocer el sentido y el alcance de sus tesis. Este examen no puede limitarse a verificar la correcta derivacin de las conclusiones a partir de las premisas del autor, ya que muy rata vez stas se exponen explcitamente. El intrprete tratar, por consiguiente y en lo posible, de averiguar las razones que apoyan el discurso del autor, en parre en sus mismos textos, en el resto tratando de establecer qu premisas, que no contradicen los textos del autor, pueden justificar sus tesis. Pero. en ambos casos es en ltima instancia el intrprete quien juzga bajo su responsabilidad yen los horizontes que le son accesibles, la aceptabilidad de las propuestas del autor, exponiendo sus razones a sus oyentes y lectores, as como el autor comentado ofreca su texto al examen de sus lectores. Toda lectura filosfica es, de esta manera, un dilogo en el cual el lector formula condiciones bajo las cuales puede aceptar las lneas leidas. La continuacin de la lectura mostrar si el autor acepta estas condiciones, la forma en que va matizando y especificando sus tesis, de modo que stas tendrn que ser renegociadas.

    Cuando no se trata del mero sealamiento de un hecho, sino de una argumentacin, es totalmente ilusoria la cteencia de que pudiera ser referida sin la verificacin de su acierto. Ni siquieta su transmisin litetal, estril por otra parte, puede prevenir los ms radicales malentendidos, ya que la transcripcin (o el relato homofnico) se realizar forzosamente en un contexto diferente. Slo la argumentacin reevaluada, y propuesta al exa-men critico del lector, puede salvar la intencin del autor de sealar algo, de

  • 1I

    hacer acceder al lector a una visin que estima fecunda para los procesos de comunicacin con la realidad, en los cuales estamos desde siempre involu-crados.

    Mencionara en particular algunas de las tesl~ Interpretativas aqu presentadas, que tratan de condiciones que podran permitir una recepcin provechosa de las partes analizadas de la obra kantiana.

    En la filosofa de! conocimiento kantiano se trata en primer lugar de dar cuenta de dos enfoques que estn presentes en la Critica de la razn pura. El primero se asienta en la presencia de una representacin en la conciencia como punto de partida de una rendicin de cuentas de lo que pueda ser considerado como conocimiento. Este enfoque, de acuerdo con e! cual la conciencia se encuentra primariamente con sus propios datos internos, puede llamarse el cartesiano, an cuando e! pensamiento de Descartes. no ~e agota en l. El segundo enfoque parte en cambio de la nocIn de expenencla y analiza sus condiciones de posibilidad. La originalidad de este segundo enfoque se hace manifiesta por cuanto en l adquiere prioridad e! enlace causal entre los objetos de la experiencia, un nexo en e! cual se inscribe la misma consciencia conocedora. sta tiene de esta manera una presencia corporal, ubicada espacio-temporalmente y conocedora a travs de sus interacciones con el mundo.

    Lo que se conoce de esta manera se cualifica como fenmeno. La correlacin de este concepto con el de nomeno es la segunda tarea central de la presente interpretacin. Ella defiende la tesis de acuerdo con la cual no se trata de entidades distintas, sino de formas diversas de relacionarnos con la realidad. Lo real que nos condiciona, se vuelve fenmeno en la medida en la cual lo determinamos a travs de la manera en la que nos afecta en nuestras interacciones. Lo consideramos en cambio como nomeno al querer dejar abierta la posibilidad de pensarlo, fuera del orden cognoscitivo, por deter-minaciones internas de acuerdo con la idea de libertad. Este planteamiento se inscribe dentro de la concepcin ms amplia de que una ontologa es posible solamente en referencia a las condiciones de un posible conocimien-to, ya que toda determinacin del ente implica delimitaciones y enlaces que obtienen su sentido solamente en la dinmica de un conocimiento, que involucra la insercin de un ente, tanto de! conocido como del conocedor, en nexos de alteridad plural.

    En tercer lugar he querido ilustrar en la filosofa del conocimiento kantiano, no menos que en la filosofa prctica y en la esttica, la diversidad fenomenolgica de la cual se alimenta y a la cual atiende el pensamiento kantiano. En la primera Critica lo ilustra en particular la nocin de sntesis, que pasa del enlace aristotlico de sujeto y predicado a la sntesis geomtrica

    continua, cuyo modelo es el trazado. a la sntesis aritmtica discreta, que permite medir sobre la base de una unidad, y a la sntesis que enlaza fenmenos fsicos heterogneos, enlace que constituye la experiencia, a diferencia del objeto de una intuicin. Son, sin contar la sntesis predicariva (que por su parte resulta tener ms de una forma), tres formas de sntesis complementarias e irreductibles las unas a las otras, de modo que contrarres-tando el hbito corriente de hablar de sntesis en general, podemos esperar una aproximacin ms prometedora a la visin kantiana.

    En el campo de la filosofa prctica el examen de la argumentacin kantiana se vuelve un debate ms polmico. Mientras que Kant est funda-mentalmente interesado en destacar la independencia de la instancia inte-lectual en la determinacin prctica, los anlisis aquI presentados tienden a mostrar que la referencia mutua de sensibilidad y razn es constitutiva de! mbito prctico. as como es, reconocidamente, del teortico. Asimismo. creo haber demostrado que, contrariamente a lo afirmado por Kant, su obra no presenta un nico principio moral: las dos principales formulaciones del imperativo categrico son complementarias e irreductibles entre sI.

    Finalmente en e! campo de la tercera Critica, he tratado de dar una respuesta a la pregunta acerca de la ndole de la actividad conceptual, que se da cnsona con e! esbozo imaginativo en la percepcin esttica. Con ella propongo rambin una va para entender la unidad de la teora kantiana basada en la nocin de forma con la nocin de expresin introducida en la teora del arte. La nocin de comportamiento, que sirve de enlace, centra la teora de lo bello de tal manera que se justifican los planteamientos de Federico Sebiller acerca de la implicacin mutua entre tica y esttica.

    * * *

    El ensayo .Filosofa transcendental mundaneizada fue publicado en Ideas y Valores 100, 1996. El Kant de Federico Riu y el problema de la consistencia de la 2' edicin de la Critica de la razn pura en Episteme, 1989. El campo semntico del pensamiento. Descartes y Kant en Apuntes FiJsficos 617, 1995. El concepto kantiano de 'cosa en s misma' y sus proyecciones prcticas en Actas del Congreso Internacional Extraordinario de FiJsofta, Universidad Nacional de Crdoba, 1988. Cul es la fundamen-tacin kantiana de los derechos humanos? en Apuntes FiJsficos 1, 1992. De la espontaneidad natural a la libertad moral, ida y vuelta. en Actas del Tercer Congreso Nacional de FiJsofta, Caracas, 1993. La pluralidad interna de los motivos morales " en AA.W.: tica e polltica, Goiania (Brasil), Editora UFG, 1997, con el titulo La pluralidad interna de los principios morales. Autonoma judicativa y espontaneidad narural>, en AA.W.:

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    !

    Filosofo, polftica y esttica en la Critica del Juicio de Kant, Lima, Goethe-Institut, 1991. A favor de conceptos de tica y esttica mutuamente implicados. Los aportes filosficos de Federico Schiller en C. B. Gutirrez (comp.): El trabajo filosfico de hoy en el continente. Bogot, ABe, 1995. y Retos en la interpretacin de la esttica kantiana en Ideas y Valores nO 110, Bogot, agosto de 1999.

    En el texto se usan las siguientes abreviaturas que designan obras de Kant: CRP: CRPr: CdJ: FMC: MC: TyPr:

    Critica de la razn pura; Critica de la raZn prctica; Crtica de la facultad de juzgar; Fundamentacin de la metafsica de las costumbres; Metafsica de las costumbres; .. Sobre el dicho: Esto puede ser cierto en la teora pero no sirve para la prctica. Berlinische Monatsschrift, septiembre 1793.

    Las letras A y B, seguidas de un nmero, indican las pginas de las ediciones originales de los textos kantianos; los Prolegmenos se citan en referencia a la edicin de la Academia, con la indicacin Akad. IV; Y cuando no se seala de otro modo, las traducciones de las citas son del autor.

    PARTE I

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    Kant: las necesarias mediaciones entre el mundo sensible y el mundo

    intelegible. Una revisin de conjunto

    LA INSERCiN DEL PENSAMIENTO KANTIANO EN LA TRADICiN METAFfslCA

    En el dilogo El sofista, Platn nos habla de la gigantomaquia (la mtica lucha entre dioses y gigantes) acerca del ser: para los unos el ser es idea, lo que se capta en el pensamiento como inmutable y siempre idntico a s mismo; para los otros, en cambio, es real aquello que acta y padece, es decir, que causa y sufre cambios (246A-249D).

    Ninguna de estas posiciones es plenamente satisfactoria para Platn. Los hijos de la tierra no pueden identificar en el flujo de los acontecimien-tos nada estable y reconocible; los amigos de las ideas, a su vez, al inmo-vilizar el ser, se ven empujados a la consecuencia fatal de que el ser es ajeno a toda vida.

    Visto ms de cerca se trata aqu de la reunin de dos alternativas histricamente distintas. Una vez, le surge a la filosofa jnica de la physis como opositor el mundo de las formas matemticas; la segunda vez el Ser nico de Parmnides opuesto al mundo aparente del devenir. U na vez la racionalidad recin descubierta de las estructuras matemticas, la segunda vez una herencia ms antigua que opone al mundo que experimentamos diariamente un mundo o principio cuya permanencia e invulnerabilidad lo hace ms merecedor de ser considerado como lo verdadero: un mundo del arrebato religioso al cual Parmnides intenta dar una forma racional.

    De la tradicin matemtica pitagrica sabemos muy poco fuera de lo que de ella se mantiene en el pensamiento de Platn. Aqu las formas matemticas reivindican no solamente una prioridad ontolgica por su inmutabilidad, sino tambin una prioridad epistemolgica, ya que con ellas se presentan ante el entendimiento las estructuras prototpicas de la realidad

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    percibida. El mundo inteligible representa de esta manera lo que hay de esencial en el mundo sensible.

    Bajo el nombre histricamente accidental de metafsica se agrupan a partir de la filosofa aristotlica dos temarios: el de lo que es propio al ente en general, y el tema de una realidad superior a la flsica. En la poca moderna estos dos temas reciben el nombre de metafsica general y de metafsica especial. La metafsica especial tiene como objeto lo que se concibe como suprasensible, mientras que la metafsica general es una teora general de los objetos, concebida indistintamente como teora de los gneros y las modalidades supremos del ser, y como teora de los modos de decir el ser (esrudio dellogos del on). El privilegio de la matemtica desaparece en la fosofla aristotlica tanto en el orden ontolgico como en el orden episte-molgico. La physis recupera su rango frente a los objetos matemticos abstractos, que son formados por el alma a partir de las determinaciones accidentales de las cosas. Las formas naturales ya no son concebidas como realizaciones imperfectas de formas matemticas, sino constituyendo un orden propio y distinto de gneros y de especies, caracterizados por una morfologa funcional que incluye su estilo de interaccin y la forma de su generacin.

    A partir de la revalorizacin galileana de las configuraciones geomtri-cas como constitutivas de la realidad fsica, Descartes, Hobbes y Spinoza, entre muchos otros, adoptarn un punto de vista ms cercano a la manera de pensar platnica que a la aristotlica. Con ello, el secreto de la realidad fsica no queda visto como articulado en el sistema de especies y gneros, sino como expresado en leyes fsicas universales que se articulan matemti-camente y que valen por igual para todos los cuerpos, sean terrestres o cdestes, sin que importe su pertenencia a una especie o a otra.

    El trasmundo de la religin monotesta se ha vuelto entretanto dudo-so, ms no se ha vuelto totalmente prescindible. En un orden astronmico, Laplace, preguntado acerca del papel de Dios en su concepcin del universo de los astros, pudo contestar que no necesitaba esta hiptesis, pero en otros rdenes pareca mucho ms difcil descartar un fondo de la realidad que se sustrae a la experiencia ordinaria y a la ciencia cuantitativa.

    Cualesquiera que fueran las ralces psicolgicas de las creencias religio-sas, sus motivaciones en el pensamiento humano se hacan valer fosfica-mente en, por lo menos, tres rdenes de consideraciones, una vez que qued descartado Dios como origen del movimiento en el universo, un papel que le asignaban todava Descartes y Newton.

    1. La idea de que toda limitacin puede entenderse .

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    lacin estoica. as como la transmire Digenes Laercio'. En todo caso la percepcin de un orden natural parece revelar una estructura de la realidad que no queda abarcada por las leyes que establece la fsica de la poca moderna. que son leyes que valen. indistintamente se !Jlanifieste o no en la realidad un orden teleolgico que permita la autoconservacin de un ser vivo.

    3. Nuestra adhesin a principios morales ha estado asociada desde la ms lejana antigedad a formulaciones religiosas. En documentos tan anti-guos como lo son los libros de los .Profetas de la Biblia o Los trabajos y los dlas de Hesodo. la exigencia de justicia no se ajusta a las prcticas existentes sino que se opone a ellas. Lejos de ser la oposicin entre el ser y el deber ser de fecha ms reciente que las oposiciones ser/devenir y ser/aparecer. como lo sostiene Heidegger'. los documentos mencionados muestran que es mucho ms antigua que la misma metafsica.

    A pesar de que de este modo se opone a lo que hay. algo que no es sino que deberla ser. no obstante. este deber ser aparece como teniendo por lo menos un anclaje en lo real. precisamente en nuestra conciencia. que de esta manera parece pertenecer simultneamente a dos mundos: al de la realidad en la cual estamos insertados cotidianamente y que suscita nuestra oposi-cin. y el de un orden autnomo de requerimientos morales que se mani-fiesta en nuestras aspiraciones y en nuestro juicio.

    Este orden de la validez moral puede ser visto como formando parte del univetso de las verdades inteligibles. al igual que las verdades matem-ticas. as como ocurre de manera ejemplar en la concepcin plarnica. En ambos casos se trata de la construccin de patrones. posibilidades ideales. normas' en relacin con las cuales se percibe y se aprecia la realidad. Esro podra entenderse en el sentido de un marco de referencia subjetivo. nece-sario para nuestra orientacin perceptiva o evaluativa. Sin embargo. se evidencia en la historia del pensamiento que es mucho ms persistente la sugerencia de que el orden moral indica nuestra pertenencia a un orden de realidad diferente del orden d~1 mundo fsico. A diferencia de las verdades matemticas se vincula con la validez moral un sentimiento de obligacin. la idea de que el mbito moral nos dirige justificados reclamos. As podr afirmar Leibniz'. anticipndose significativamente con ello a la doctrina

    I Vida, opin.u,IUJ y smuncias, t. n. Buenos Aires. Emccc, 1945. p. 66. : Introduccin If la filosofo, Madrid. Gedisa, p. 91. 4 Vale la pena recordar que: la ~norma designa origina1mcntc la escuadra del albafiil.

    Mo""'"logfa 83-87.

    kantiana. que el ser humano pertenece al mismo tiempo al reino fsico del universo y al reino moral .de la gracia. al cual se puede pertenecer slo de manera libre y consciente. Todos los seres creados pertenecen al orden natural que es. en la concepcin de Leibniz. al mismo tiempo un orden de las causas eficientes y un orden de las relaciones de medio a fin. Pero los seres que poseen comprensin son no slo creados por Dios. al igual que todos los dems entes, sino que son adems libres panicipantes en su reino, entendindose por .libre. precisamente el ser movido por su comprensin propia. y no meramente con base en una propulsin implantada por el creador. como ocurre en el resto del reino natural.

    Aproximadamente en los mismos afios en los cuales Leibniz esboza sus ideas con respecto a los dos reinos a los que pertenece el ser humano. cuya reformulacin ser una tarea para Kant. Shafresbury' desarrolla ms amplia-mente ideas anlogas que han tenido amplia repercusin en el ambiente prerromntico alemn y que sern el punto de partida de la escuela de los moralistas britnicos que. a su vez. influirn en Kant.

    En esta visin. todos los seres pertenecen. antes de que pudieran saberlo. a un orden natural y tienen su ser solamente dentro de este sistema. En un segundo nivel ellos interiorizan esta pertenencia al sistema natural bajo la forma de un sentimiento de simpara. o afecto favorable para con los copertenecientes a este orden vital. En un tercer nivel, en cambio, los seres ya no son determinados por la contingencia de sus sentimientos. sino por la comprensi6n reflexiva del principio que une el bien de cada uno a los procesos parricipativos y comunicarivos que posibilitan no solamente su vida misma, sino tambin sus concepciones, su comprensin propia. Kant recoger de las corrientes de la ilustracin. provenientes tanto de Leibniz como de Shafresbury. la distincin moral entre un nivel impulsivo basado en tendencias naturales dadas. y un nivel comprensivo en el cual los seres humanos forman una comunidad idealmente concebida que puede orientar su prctica. Pero. mientras que para Leibniz y para Shaftesbury la moral se basa en el profundo entrelazamiento fsico y metafsico del bien propio y del bien comn. Kant ver como moralmente ms significativas aquellas situa-ciones extremas en las cuales el respeto por la ley moral se mantiene vigente. separado de toda consideracin prudencial que reflexiona acerca de las condiciones del bien propio.

    j Shaftesbury. A.: .An inquiry conccrning virtue and merit~ contenido en ChllracuriJtics. Indiana polis, BubhsMerrill. 1964.

  • LA TRADICIN CIENTfFICA y LA CONCEPCIN KANTIANA DEL CONOCIMIENTO

    La amplitud del pensamiento kantiano se documenta tambin por el hecho de que, desde su juventud hasta su muerte, Karlt ha participado con pasin pareja en el movimiento de ideas metafsico-morales y de las ideas cientficas de su poca, habiendo intervenido de muy joven en el debate acerca de si la constante fsica fundamental es la de la cantidad de movimien-to (m . v) o la de la cantidad de energa (m . ';/2), como sostena Leibniz, y ha desarrollado una hiptesis acerca de la formacin del sistema planeta-rio, conocida como la teora Kant-Laplace.

    Para darnos cuenta de la posicin peculiar que ocupa Kant en el espectro del pensamiento cientifico y epistemolgico, debemos tener pre-sente que en la ciencia de la poca moderna se entrelazan dos tradiciones distintas, que se suelen designar como la tradicin baconiana y la galileana. La primera es netamente empirista, y propone un conocimiento de la naturaleza basado estrictamente en la comparacin y en el anlisis de las observaciones en sus correlaciones. La segunda tradicin cientfica en cam-

    . bio parte de la necesidad de elaborar una concepcin previa de las posibi-lidades que podran darse en condiciones fsicas ideales, a las cuales nos podremos aproximar a travs de arreglos experimentales diseadospar a este fin. As, Galileo elabora primero una concepcin matemtica acerca de lo que seria un movimiento uniformemente acelerado y procede luego a idear experimentos en los cuales se reducen la friccin y la resistencia del aire hasta que lleguen a ser insignificantes. La cada de los cuerpos en esas condiciones se define como cada libre. Luego, el experimento decidir si la medicin de los espacios recorridos en tiempos dados y en las condiciones sealadas corresponde o no a la concepcin matemtica del movimiento uniforme-mente acelerado. Kant ha festejado este mtodo, que en el lenguaje actual puede ser llamado hipottico-deductivo, en un pasaje famoso del prlogo a la segunda edicin de la Crtica de la razn pura, en el cual destaca:

    La razn debe abordar la naturaleza llevando en una mano los principios segn los cuales s610 pueden considerarse como leyes los fenmenos concor-dantes, y en la otra el experimento que ella haya proyectado a la luz de tales principios. Aunque debe hacerlo para ser instruida por la naturaleza. no lo har en calidad de discpulo que escucha codo lo que el maestro quiere. sino como juez designado que obliga a los testigos a responder a las preguntas que l les formula (BXIII).

    . En estas lneas Kant menciona tres elementos que sern. en su concep~ cIn, caractersticos del pensamiento cientfico.

    'W. ,

    1) Principios de la razn (ms adelante hablar en este contexto de principios del entendimiento) que permiten la concepcin de un objeto de la investigacin cuyo comportamiento pueda ser determinado por leyes capaces de recibir una expresin matemtica. 2) Estos principios no se reducen a meras relaciones lgicas y conceptuales, sino que contienen esque-mas espacio-temporales y de interaccin que permiten construir experimen-tos. 3) Finalmente, es la naturaleza misma la que nos ensear su compor-tamiento, pero slo en relacin con las preguntas sistemticas con las cuales nos dirigimos a su encuentro.

    Kant recoge de la tradicin empirista de la ciencia el concepto enftico de experiencia, esto es, la idea de que slo en contacto con el mundo podemos aprender todo lo que atafie a la existencia de las cosas. Este pathos ~mpirista est elocuentemente expresado en las siguientes palabras del apndice a los Prolegmenos:

    Todo conocimiento de cosas a partir del mero entendimiento puro o de la raz6n pura no es nada ms que un espejismo, y slo en la experiencia hay verdad (Akad. N, 374) .

    No obstante, a pesar de estas declaraciones enfticas es muy marcada la preferencia por la concepcin galileana de la ciencia frente a la baconiana. Kant piensa que puede llamarse con todo derecho ciencia solamente un cuerpo sistemtico del saber, que est unificado por principios del entendi-miento, que son necesarios a efectos de toda experiencia. y que pueden adems dar lugar a las construcciones a priori espaciales y secuenciales propias de la matemtica. Slo aplicando a la realidad emprica las formas matemticas construidas de acuerdo con las reglas, y combinando de esta manera la construccin a priori de un sistema de medidas extensivas con la experiencia a posteriori, pudo lograrse la ciencia.

    Que esta reunin de formas racionales --

  • igualdad de accin y reaccin)-. que permiten determinar aun la medida en que un caso real difiere del caso idealmente definido.

    Ahora bien. en lo que atae a la cuestin acerca de cmo es posible aplicar estructuras matemticas formadas a priori a una realidad emprica. es decir. a una realidad de la cual se admite que es conocida a posteriori. a travs de nuestra sensibilidad. la respuesta a esta pregunta le es facilitada a Kant por una audaz innovacin en la concepcin de la matemtica.

    LA MATEMTICA. EL ESPACIO Y EL TIEMPO. JUICIOS ANALTICOS Y SINTTICOS

    Desde Platn los objetos matemticos han sido ejemplos predilectos de formas inteligibles. cuyo conocimiento racional y a priori contrasta con el conocimiento contingente de lo sensible. La divisin del conocimiento en a priori y a posteriori ha sido considerada como coincidente con su divisin en conocimiento inteligible o intelectual y conocimiento sensible. Kant en cambio defender la tesis segn la cual la matemtica. siendo demostrada a priori. no consiste sin embargo en un anlisis de conceptos dados. sino que obtiene sus conocimientos, ms bien, por construcciones en la (intuicin sensible pura.

    Por intuicin [Anschauung) entiende Kant lo que es comn a la percepcin y a la imaginacin: la formacin mental de una configuracin espacial o temporal. La intuicin empirica es la configuracin formada a partir de sensaciones. siendo definida la sensacin como el efecto de un objeto sobre nuestra capacidad de representacin. en tanto que somos afectados por este (AI9/B34). Ahora bien. Kant destaca que la percepcin de una configuracin sensible dada. puede formarse slo en cuanto esboza-mos y delineamos en cierto orden un espacio (A99 y B 154). Este espacio esbozado a priori es el mbito y el sistema de referencia de posibles objetos de experiencia. Es la forma de la sensibilidad. y esto significa dos cosas: 1) .Ia forma de la intuicin. en tanto que esbozo de una pura multiplicidad. es decir de una diversidad todava no cualificada -el espacio y el tiempo como mbito de posiciones. la una exterior a la otra-: 2) la intuicin formal que es la construccin de configuraciones ideales. en relacin con las cuales ubicamos los datos empricos. y con respecto a las cuales podemos hacer enunciados a priori: los enunciados de la geometra y de la aritmtica.

    La representacin constructiva de los marcos ideales espaciales y temporales. es lo que Kant llama ms a menudo intuicin pura. Intuicin sensible e intuicin pura son, de este modo, correlativos: una intuicin

    , .. \ .... , [ , ,

  • los conOCimientos contenidos- en el concepto del sujeto mediante una operacin regulada de antemano.

    Los trminos de una operacin matemtica determinan el resultado sin intervencin de ninguna informacin proveniente de la experiencia. Esto es precisamente lo que se expresa al decir que e! juicio que enuncia e! resultado es un juicio a priori. Pero el recurso por e! cual obtenemos e! resultado no es e! de analizar lo implcitamente pensado en el concepto.

    Por otra parte no debe sorprender que Kant observe en la Doctrina de! mtodo de la CRP que los juicios analticos, que se limitan a aclarar e! contenido implcito de los conceptos, por ms que son a priori no son, a diferencia de los juicios matemticos, ni exactos ni indiscutibles, ya que representan una reflexin sobre conceptos cuyo uso antecede a toda regla-mentacin explcita (A 727/B 755'A 730/ B 758).

    En este sentido son juicios analticos los que tienen por cometido poner en claro [er/autern] lo que queda pensado al ser usado cierto concepto. Con este sentido de analtico se aviene plenamente la explicacin dada en la .Deduccin transcendental B, de acuerdo con la cual todo anlisis presupone una sntesis previa, ya que podemos descomponer slo lo que nosotros mismos hemos unido previamente, aunque de manera no explcita. En este sentido es, pues, producto de una sntesis todo concepto, o por lo menos todo concepto que puede ser analizado (dejando abierta la cuestin si existen o no conceptos no analizables).

    U na segunda explicacin de lo que es un juicio analtico la da Kant al afirmar que el principio de (no-)contradiccin es el principio de todo juicio analtico. En ese sentido, se considera como analtico todo juicio de cuya negacin se deriva una contradiccin. Esta explicacin de analtico no coincide inmediatamente con la explicacin previamente dada, y si no se precisa mejor su alcance pudiera entenderse como refiida con la tesis kantiana, segn la cual los enunciados aritmticos no son analticos, puesto que de la negacin de 7 + 5 = 12 se deriva, de acuerdo con las reglas de la aritmtica, una contradiccion. Parecera entonces que esta proposicin debera considerarse, de acuerdo con la segunda formulacin de! criterio, como una proposicin analtica.

    La mejor manera de poner de acuerdo las dos explicaciones de ana-ltico la logramos observando que de la negacin de un juicio analtico se deriva una contradiccin con los meros recursos de las reglas lgicas, junto con e! anlisis de los componentes de un concepto. Las reglas aritmticas no pueden precisamente reducirse a reglas lgicas, porque son reglas especficas que dependen de la constitucin de la serie numrica, y su aplicacin no constituye un anlisis conceptual, ya que depende de! procedimiento de

    hacer corresponder a un elemento de un conjunto un elemento de otro conjunto. lo que ocurre en el acto de numerar. Nos damos cuenta de esta manera que la segunda explicacin de analtico (por recurso al principio de no contradiccin) no es independiente, sino que presupone la primera, la de que e! juicio analtico se limita a explicitar las reglas implcitamente seguidas al hacer uso de un cierto concepto.

    LA NOCiN DE SrNTESIS y SUS DIVERSOS PARADIGMAS

    Hemos visto hasta ahora con Kant que los enunciados aritmticos no son analticos, por cuanto se establecen y se verifican por medio de opera-ciones realizadas con objetos sensibles que representan, independientemen-te de su cualidad sensible peculiar, objetos cualesquieras suficientemente individualizados6 Ellos constituirn un ejemplo protodpico.de juicio sint-tico. Ahora bien, estrechamente vinculada con la ndole sinttica de los juicios aritmticos est la formacin sinttica (construccin) de los objetos aritmticos, en primer lugar la formacin de la serie numrica, de acuerdo con la regla de asignarle a cada nmero un sucesor. Igual importancia como prototipo de sntesis tienen para Kant los objetos geomtricos y los juicios acerca de ellos. El papel fundamental que estos desempefian deriva de dos series de consideraciones: estn evidentemente en la base de la fsica, pero ya antes de ptoceder al conocimiento ciendfico de la naturaleza, en la mera percepcin, captamos las formas que se nos presentan a travs de esbozos imaginativos, que al llegar a ser ordenados y sistematizados darn lugar a construcciones geomtricas de acuerdo con reglas enunciables y a la ciencia de las relaciones entre estas construcciones. Si bien son construcciones concebidas por nosotros, ellas tienen aplicacin inmediata a los objetos de la experiencia por ser homogneas con las formas que delimitan el espacio en el cual ubicamos los objetos de la experiencia. El trazado de una recta, o la formacin de un cono mediante la rotacin de un tringulo rectngulo alrededor de uno de sus catetos son de este modo algunos de los ejemplos ms antiguos en la obra de Kant, mediante los cuales ejemplifica su idea de actividad sinttica.

    La aritmtica y la geometra son prototipos de sntesis que se aplican a la intuicin sensible, a formas para las cuales es irrelevante saber si son

    , Los conceptos de identidad y de diferencia aqu implicados los uata Kant en el captulo ~La Anfibologa de los Conceptos de Reflexin. de la CRP, en el cual se seala la irreductibilidad de la individuacin sensible a las distinoones intelectuales.

  • percibidos en una interaccin real con objetos dados o :i son imaginados. En cambio el tercer paradigma de sntesIs. el causal. atane a la experiencIa. a partir de la cual se establece la diferencia entre lo que e~iste efectivamente y lo meramente imaginado. definindose lo realmerue eXIstente como aque-llo que est dentro del nexo (causal) de toda nuestra experiencia.

    Los paradigmas aritmticos y geomtricos implican. en la construc-cin de configuraciones y de smbolos. una secuencia de acciones. que constituyen por cierto un orden temporal como forma del sentido interno del sujeto que las ejecuta. Pero no constituye una secuencia temporal en el sentido de una secuencia irreversible. Esta ltima no pertenece al orden de la intuicin. es decir al orden de la formacin de configuraciones perceptivas e imaginativas. sino al orden de la experiencia. Este orden. al cual se subordina a efectos cognoscitivos el orden matemtico de la intuicin configurativa [synthesis speciosal. es constituido por la dinmica fsica: los cambios de estado de la materia. regulados por el principio causal que vincula asimtricamente un antecedente y un consecuente y da as cuenta de la direccin irreversible del tiempo; la permanencia de una sustancia fsica a travs de los cambios; la coexistencia de las sustancias que se condicionan mutuamente en orden causal. Sucesin objetiva e irreversible. permanencia y simultaneidad o (ms ajustado al pensamiento kantiano) contemporanei-dad. son las formas temporales que dependen no ya de una sntesis de composicin serial arbitraria. sino de la sntesis propia de la relacin causal que constituye la experiencia: la serie de cambios a la cual est sujeta la realidad fsica plural. que no obstante sigue siendo reconocible por cuanto en los cambios permanece algo que puede considerarse como invariante. en un nivel apropiado de abstraccin'.

    El principio causal por el cual se reclama. para todo fenmeno dado. un antecedente con el cual se vincula de acuerdo con alguna regla. es otro prototipo de juicio sinttico a priori. A diferencia de las sntesis matemticas que son sntesis de la composicin de lo homogneo. la sntesis dinmica

    7 Lo invariante que se postula a priori en todo cambio, la substantia phamommom queda caracteri zado por Kant como la conservacin de la cantidad de la materia. Este es el primero de los principios sintticos a p,iori dinmicos que expone la Doctrina de los principios. de La CRP (A 182/B 224.A 1891B 232). Pero cmo se mide esta cantidad, por el peso, o por la resistencia a la aceleracin (inercia), o por alguna oua va. acerca de esto no nos dice nada el principio Il priori. En su contexto, por lo tanto, "materia .. significa solamente una cantidad que permane

  • encuentro, que nos resiste y del cual dependemos en nuestro conocimiento yen nuestra misma existencia (B72). El objeto esde esta manera_CS'lLdo .. a las formas que dan a su conocimiento su necesari3: c:ohesi~_!l,," como a su vez el conocimiento es constantemente referido a--Io que se presenta para ser conocido y manifiesta su modo peculiar de ser. -

    Comprendemos de este modo que los objetos para poder llegar a ser objetos de un posible conocimiento, tienen que satisfacer las condiciones: a) de poder darse a nuestra sensibilidad (lo que significa para Kant que debe ser objeto de una intuicin sensible) y b) de poder ser pensados, esto es, poder llegar a ser objeto de un juicio que responda a nuestros interrogantes y que procede a determinarlo mediante los recursos conceptuales de los cuales disponemos. Olvidar uno de los dos aspectos, sea el de la experiencia obtenida en contacto directo o indirecto con el objeto, sea el de los recursos conceptuales de determinacin del objeto, es decir de la relacin con un campo de posibilidades concebidas, desfigura el conocimiento a punto de hacerlo irreconocible. As ocurre cuando se saca de su contexto la frase los objetos tienen que regirse segn nuestto conocimiento (BXVI), o

    Si la intuicin habra que regirse de acuerdo con las caractersticas del objeto, no veo cmo podra saberse algo a priori acerca de ella; pero si el objeto (como objeto de los sentidos) se rige segn la constitucin de nuestra faculcad de intuicin, entonces me puedo representar bastante bien esta posibilidad (BXVIl).

    Si queda inadvertido que Kant no habla aqu de todo conocimiento, sino slo del conocimiento a priori, que por definicin es anterior a la experiencia que nos proporcionan las cosas, entonces obtenemos un absurdo que slo podra merecer un lugar en un museo de las aberraciones humanas. Kant insiste ms bien que los conceptos y los conocimientos a priori no tienen otro uso y significado que el destinado al conocimiento emprico (B303), es decir que slo sirven para pro~esar la informacin que proviene del encuen-tro con objetos de la sensibilidad. La analtica transcendental tiene por lo tanto este resultado importante: que el entendimiento a priori jams puede lograr otra cosa que anticipar la forma de una posible experiencia en general (ibid.). Los fenmenos particulares los podemos conocer slo aprendiendo de la experiencia.

    Las leyes empricas por cieno, no pueden de ningn modo derivar su procedencia del entendimiento puro, as como la inmensa multiplicidad de las apariciones no pueden ser comprendidos de manera suficiente a partir de la forma pura de la intuicin (A127).

    Cul es entonces el papel de las formas a priori de la sensibilidad y del entendimiento en el conocimiento humano? Para hacernos ms claro este papel hace falta volvernos de nuevo a la consideracin de la funcin de las diversas sntesis a priori. Ellas aparecieron ya como la creacin regulada de configuraciones ideales en la sntesis matemtica, ya como la introduccin de las relaciones dinmicas de permanencia, cambio e interaccin. As como las primeras son conocidas con independencia de lo que se presenta contin-gentemente en la intuicin sensible emprica, as las segundas son indepen-dientes de lo que en cada caso de experiencia cambia, permanece e interac-ta. Son ms bien las formas de relaciones qu_es()n requeridas_para que haya aquel nexo que llamamos experiencia.

    Ahora bien, todas las formas de sntesis que hemos considerado hasta ahora, tanto las de composicin de lo homogneo (las matemticas), como las de conexin de lo heterogneo (las dinmicas) representan ordenamien-tos espacio-temporales, por lo que, de acuerdo con la terminologa kantiana, involucran una intuicin. En ese sentido, puede decir Kant que la sntesis es el mero efecto de la imaginacin, una funcin ciega, aunque indispen-sable del alma, sin la cual no tendramos ningn conocimiento, pero de la cual rara vez somos conscientes" (A78/B103). Por conceptos solos no se logra nunca aquella ampliaci6n de conocimientos que es la sntesis cognos-citiva. Sin embargo. a partir de Aristteles disponemos tambin de un concepto distinto de sntesis, de acuerdo con e! cual ste designa la compo-sicin de un sujeto y un predicado en la formacin de un juicio. Es evidente entonces que de acuerdo con este sentido de sntesis)~ como vinculacin judicativa de dos o ms representaciones la distincin entre juicios analticos y sintticos pierde su relevancia. Adquirirn en cambio relieve las distintas formas del juicio, que son tambin formas distintas del vnculo predicativo: afirmativo o negativo (segn la cualidad,,); universal o particular (segn la cantidad); categrico o hipottico (segn la relacin,,); aserrrico o problemtico (segn la modalidad).

    Ahora bien, Kant trata de transmitir su conviccin de que las formas de sntesis espacio-temporales se combinan a efectos cognoscitivos con determinadas formas de sntesis judicativas. Para lograr esta corresponden-cia Kant introduce en la tabla de los juicios una divisin tricotmica en lugar de la dicotmica: junto con el juicio universal y e! particular distinguir el juicio singular; aliado del juicio afirmativo y de! negativo pondr el juicio infinito (A es un No-B); al lado del juicio categrico y del hipottico, el juicio disyuntivo (A es B o C) y aliado del juicio asert6rico y del problem-tico el juicio apodctico (A es necesariamente B).

    A partir de la tabla de juicio as obtenida, Kant establece su tabl~ de las categoras, que desde esta perspectiva no son otra cosa que las difere(1tes

    6D

  • funciones judicativas. Las categoras de la cantidad sern entonces la unidad (correspondiente al juicio singular), la multiplicidad (correspondiente al particular) y la totalidad (correspondiente al universal).

    Como categoras de la cualidad corresponde!) al juicio afirmativo la realidad, en el sentido antiguo, en el cual no significaba existencia sino ms bien esencia, entidad o contenido determinativo de algo. Al juicio negativo le corresponde la negacin como ausencia de cierra realidad en el sentido sealado; al juicio infinito le corresponde la limitacin, sntesis de realidad y de negacin'.

    Las categoras de relacin son las que llevan el mayor peso en la filosofa kantiana. El juicio categrico, formulado por la simple adscripcin de un predicado a un sujeto, expresa tradicionalmente la inherencia de una determinacin (accidente) en una sustancia. Le corresponde por lo tanto el par de conceptos sustancia-accidente, contado por Kant como una categora (designada tambin por el par inherencia-subsistencia). Al juicio hipottico, que hace depender una aseveracin de una condicin dada, le corresponde la categora de la causalidad, que en este contexto no significa todava una secuencia temporal sino solamente la relacin lgica de condicionante a condicionado'. Al juicio disyuntivo hace Kant corresponder la categora de comunidad o determinacin recproca, ya que el juicio disyuntivo realiza la divisin lgica de una esfera dada en partes que se delimitan mutuamente.

    Entre las categoras de la modalidad corresponde al juicio asertrico la existencia, al juicio problemtico la posibilidad y al juicio apodctico el

    Las categoras kantianas de cantidad y de cualidad, concc:bidas inicialmente las primeras, segn el modelo de la extensin del sujeto del juicio y.las segundas. segn la c6pula afirmativa o negativa. terminan por ser categoras que ternatizan el acto cognoscitivo de la medicin. A las categoras de la cantidad les corresponde ahora el gprincipio de los axiomas de la extensinll que establece el carcter compuesto, y por ende medible, de toda extensin. La cualidad. queda reducida a una diferencia de grado de la intensidad de una sensacin: entre la presencia de una sensacin (juicio afirmativo) y su ausencia (juicio negativo) son If priori concebibles infinitos grados. igualmente medibles por composicin. A la discontinuidad del juicio (si o no) le corresponde una continuidad en las intensidades de lo real. La referencia a la sensacin, caracterfstica del enfoque de Kant, es, no obstante, eliminable para los efectos de la medicin de las magnitudes intensivas. De esta manera, partiendo de la forma aristotlica del juicio S es P, Kant termina por dar prioridad al juicio como determinacin galilcana de magnitudes que puede ser efectuada con independencia de las distinciones de especies y gneros. Por cierto, las categodas de relacin (sustancialidad, causalidad y comunidad) son categorIa5 que conectan 10 heterogneo. ya que causa y efecto, sustancia y accidente. no pertenecen a la misma especie. Pero Kant no examina, en ningn momento, las clasificaciones subyacentes a la determinacin de Jos accidentes cambiantes, sin la cual no puede establecerse ninguna regularidad causal.

    9 A este respecto conviene estar atento a los dos sentidos diferentes en los cuales solemos hablar de hiptesis y de enunciados hipotticos. En el uso ms corriente se habla de una hiptesis como un enunciado aceptado slo tentativamente y sujetO a ulteriores exmenes. bte es el sentido modal de hiptesis que corresponde, en Kant, al juicio probkmtico. En el segundo sentido, que es el relevante para la filosofa kantiana, se llama juicio hipottico todo juicio de la forma si ... enton-"'-, independientemente de su modalidad asenrica, problemtica o apodlctica.

    concepto de necesidad. A diferencia de las dems categoras, las categoras de la modalidad no aportan ninguna determinacin de un objeto; caracte-rizan solamente la relacin de un sujeto pensante con sus eventuales cono-cimientos.

    Las categoras del pensamiento aparecen de este modo en dos contex-tOS y desde dos puntos de vista diferentes: una vez como principios de sntesis espacio-temporales, y en este orden son principios de unidad con-ceprualizados a partir de la sntesis que realiza la imaginacin tanto en el orden compositivo (aritmtico y geomtrico) como en el orden conectivo dinmico (permanencia y cambios de la materia); la segunda vez como conceptos formales (todos/algunos, si/no, S es P/Si p entonces q) involucra-dos en los enunciados. Ahora bien Kant sostiene que:

    La misma funcin que da unidad a representaciones diversas en un juicio. da tambin unidad a la mera sntesis de representaciones diversas en una intuicin. unidad que, expresado en general, se llama concepto puro del entendimiento (A79/B 1 04-1 05).

    Esta coincidencia no puede ser considerada de ninguna manera como evidente; es ms bien una interesante y riesgosa tesis de Kant. Las categoras como forma de juicios, conceptos formales o (puros del entendimiento, dan lugar a principios sintticos a priori solamente cuando a cada una de ellas se le asocia un esquema temporal, sea en el sentido de una secuencia creada por nosotros, lo que ocurre en el caso de las categoras matemticas (de cantidad y de cualidad 10), sea en el sentido de un orden temporal objetivo, en el caso de las categoras dinmicas (de relacin y de modali-dad)".

    Consideremos ms de cerca la dualidad y combinacin de contextos y sentidos de la nocin de categora en el caso de la causalidad. Como forma de juicio expresa la capacidad del pensamiento condicional, que abarca tanto relaciones lgicas y matemticas atemporales, como el pensamiento que permite inferir, en un contexto dado y a partir de una teora aceptada,

    10 Las categoras de la cualidad se incluyen entre las categoras matemticas, por cuanto podemos anticipar un continuo de atenuaciones entre una realidad sensible dada y su desvanecimienw, Podemos establecer de esta manera grados de intensidad de una realidad sensible, por lo que esta se vuelve matematizable tambin fuera de sus aspectos espacio-temporales. Pero tambin la matematizacin de las intensidtuks presupone la posibilidad de una representacin espacio-tempo-ral indirecta de lo que en sI mismo no es espacial ni tempora], como la intensidad de una luz o de un sonido, a travs de la representacin de la continuada y uniforme produccin de la misma en el tiempo (A143/B183).

    11 Las categoras enriquecida5 con un esquema temporal se suelen llamar en 105 estudim interpreta~ tivos de la 61050Ra kantiana. a diferencia de las categoras puras, categorias murmatizadas.

  • de un dato otro dato pasado, copresente o futuro. Pero por s solo la categora pura de la forma condicional lleva en s slo una necesidad de pensamiento sin ninguna informacin acerca de la existencia de un devenir.

    En cambio, como principio sinttico a priori,. la regla causal es la que permite distinguir un antes y un despus, por cuanto podemos producir un fenmeno B poniendo en obra previamente el fenmeno A, pero no al revs. Con los ejemplos que da Kant, podemos calentar un cuarto haciendo fuego en la estufa, pero no hacemos fuego calentando el cuarto; producimos una pequea hendidura en una almohada poniendo sobre ella una bolita met-lica, pero no hacemos aparecer la bolita metlica formando una hendidura en la almohada. Esto no quiere decir de ninguna manera que toda sucesin temporal es una relacin causal, que de todo post hoc pudiramos inferir un propter hoc. Pero es slo contra el fondo de procesos causales irreversibles que podemos distinguir un antes y un despus objetivos. La marcha inexo-rable del tiempo o flujo del tiempo no debe ser entendida por lo tanto, en la concepcin de Kant, como una forma pura de nuestra sensibilidad, sino como proceso fsico: la marcha de los ptocesos terrestres no menos que e! movimiento de! sol y de los astros.

    TIEMPO Y ESPACIO SUBJETIVOS Y OBJETIVOS

    Notamos de esta manera dos sentidos distintos en los cuales se habla del tiempo en la filosofa kantiana, una diferencia de significados que no se hace patente en la Critica de la razn pura hasta llegar a la discusin de! principio causal en el captulo Segunda Analoga de la Experiencia.

    En un primer sentido. se enciende por tiempo todo orden o secuencia en la consideracin de una multiplicidad de elementos. Este orden tiene un sentido arbitrario: puedo considerar una serie tanto de la izquierda a la derecha como en sentido inverso, una casa de abajo hacia arriba o al revs. El antes de ye! despus de tienen aqu e! sentido de lo que es considerado primero o despus, cuando la consideracin se desarrolla segn una cierta regla.

    Ahora bien, podemos preguntarnos: por qu considera Kant el tiem-po como forma de la sensibilidad, si la secuencia que lo constituye est determinada por alguna regla, siendo el entendimiento y no la sensibilidad la facultad de las reglas' Entre las varias razones que Kant da para considerar el tiempo como forma de la sensibilidad, la ms relevante para nuestra pregunta es la siguiente: que e! espacio y el tiempo sean formas puras de la sensibilidad significa que son formas a priori destinadas a acoger una

    afeccin, es decir un dato a posteriori que se da en un aqu y en un ahora. Esto quiere decir que hay una relacin interna entre los sistemas de orden que son e! espacio y e! tiempo y los encuentros empricos que se dan a travs de nuestra sensibilidad: toda representacin del espacio y de! tiempo tiene referencia a un posible aqu y ahora, todo posible aqu y ahora est insertado en un marco espacio-temporal. Este marco es considerado por Kant como siendo a su vez una intuicin sensible pura. esto es, una proyeccin imagi-nativa ilimitada. Esto constituye una razn adicional para considerar e! espacio y el tiempo como intuicin y no como un concepto:

    Un concepto general del espacio (que es comn a un pie y a una vara) no puede determinar nada con respecto a la magnitud. Si no fuera por la ilimitacin en el progreso de la imuicin, ningn concepto de relaciones no acarreara un principio de infinitud (A 25).

    Lo que se seala en este texto con respecto al espacio vale igualmente con respecto al tiempo, tanto ms por cuanto de acuerdo con A 99 y A 429/B 457 e! progreso de la intuicin espacial es un progreso temporal.

    Pero la nocin de! tiempo como serie dada por un orden de conside-racin de posibles datos (aqu y ahora posibles), un orden establecido por una regla fijada a nuestro arbitrio, como lo ilustra e! ejemplo de la casa que puede ser recorrida con la vista en un orden o en otrO, no nos da todava la nocin de un tiempo objetivo, y que es un orden de sucesos o acontecimientos que tiene lugar en un orden temporal caracterizado por su irreversibilidad, es decir por la asimetra entre pasado y futuro, mientras que en un mero orden de la consideracin intuitiva (perceptiva o imaginativa) el pasado (lo ya recorrido en nuestra consideracin) yel futuro (lo que queda por recorrer) son simtricos y reversibles. En el tiempo objetivo la regla de la considera-cin ya no es arbitraria, sino que est dada por la regla que caracteriza e! orden causal del acontecer. El orden temporal de la intuicin (o imagina-cin) pura, e! tiempo subjetivo, es, en cambio, un orden previo a toda relaci6n causal.

    El tiempo objetivo no puede ser considerado, por lo tanto, como siendo slo una forma del sentido interno, esto es, de la intuicin de nosotros mismos y de nuestro estado interno (A 331/B 49). Esta caracte-rizacin de la Esttica transcendental vale slo para el tiempo subjetivo. El tiempo objetivo, en cambio, nos habla de nuestro encuentro con acon-tecimientos cuyo orden no depende de nuestro arbitrio, sino que nos condicionan, constituyendo precisamente lo que llamamos con Kant la experiencia. De ellos (del objeto), seala Kant, dependemos tanto en nuestro conocimiento como en nuestra existencia misma (B 72).

  • , I

    1I 1 II

    Estas lneas no son sorprendentes. Ms sorprendente es que en el decisivo agregado a la segunda edici6n, titulada Refutaci6n del Idealismo", se seala:

    Por lo tanto la determinacin de mi existencia ~n el tiempo es posible slo por la existencia de cosas real-efectivas, ~lle perci~o fuera de m. Ahora, bie-:, la conciencia en el tiempo est necesanamente vinculada con la conC1enCia de la posibilidad de esta determinacin temporal. Por lo tanto est tambin necesariamente vinculada con la existencia de las cosas fuera de m, como condicin de la determinacin temporal esto es, la conciencia de mi propia existencia es al mismo tiempo una conciencia inmediata de la existencia de otras cosas fuera de m (B 275-6).

    Estas lneas nos obligan a entender de otra manera la intuici6n interior del tiempo de la cual habla la .Esttica transcendental,,: el tiempo a priori y su esbozo de una sucesi6n cualquiera tiene de antemano relacin con el tiempo del encuentro con lo que no somos nosotros mismos y que puede darse s6lo a posteriori. El tiempo subjetivo, esbozo puramente interior, tiene de por s relacin con el tiempo objetivo, el tiempo de! encuentro con las cosas y con el orden de su sucesin: (el cambio en las relaciones exteriores (el movimiento) en relacin con lo permanente en el espacio (p. ej.: el movimiento del sol con respecto a los objetos de la tierra) .. (B 277).

    Ahora bien, si debemos distinguir una nocin de tiempo subjetivo del tiempo objetivo, fsicamente configurado, no habr que trazar una distin-cin anloga con respecto al espacio? Efectivamente, es algo muy diferente e! espacio matemtico, trazado imaginativamente y a priori, y el espacio fsico, p. ej.: la distancia objetiva entre dos objetos fsicos debidamente delimitados. Los dos son condiciones de nuestra sensibilidad, pero en rdenes distintos. El espacio matemtico representa el trazado con el que revestimos (de manera ms o menos ceida) la realidad fsica, gracias al cual esta se vuelve calculable, y con ello cientficamente accesible. Ms all (o ms ac) del trazado matemtico, el espacio de la imaginacin es el espacio en el cual el sujeto conocedor se abre y va al encuentro de la posible realidad fsica con la que puede interactuar. Pero esto quiere decir que e! espacio, que es un cm imaginarium (A 291/B 347), tiene de por s re!aci6n con e! espacio fsico, que es una determinacin de la realidad emprica, en el mismo sentido en e! cual Kant pudo afirmar, en e! texto arriba citado, que la conciencia del tiempo est necesariamente vinculada con la existencia de cosas fuera de m. Es, pues, e! espacio imaginativo, y a priori capaz de determinaci6n matemtica, aquel de! cual Kant puede decir que es s6lo una condici6n subjetiva de la sensibilidad.

    En cambio el espac~o de!. cual Kant afirma que tiene realidad emprica (A 2~/B 44) es e! espac~o fSICO, en el cual las formas espaciales a priori adqweren r~alld.a~ objetIva .. Este espacio objetivo no pertenece en rigor al o~den de la Int~lcln (qu~ tle~e qu,: ver. s6lo con configuraciones indepen-dIentes de su eXIstencIa o InexIstencIa) SInO, Igual que e! tiempo objetivo, al orden de la experiencia, en el cual nos vemos condicionados por la existencia de los objetos.

    SfNTESIS IMAGINATIVA V SINTESIS JUDICATIVA

    Ahora bien, la causalidad como regla de sucesin de cambios no es sin embargo una comprobaci6n emprica, ni un hbito de expectativa creado por la experiencia, como pensaba Hume. Por cierto, no podramos saber a priori que el calor del sol ablanda la cera y, en cambio, endurece la arcilla. Pero el principio causal lleva consigo una idea de necesidad de la cual no da cuenta la experiencia contingeme. Slo al subsumir la experiencia a la forma de! pensamiento condicional si ... entonces_, recibe sta la estructura te6rica que permite que consideremos las leyes causales como necesarias a travs del

    en~iento sistemtico entre ellas. No hablaramos de una ley natural si no tUVIramos por lo menos la presuncin de que la regularidad observada no es casual, sino necesaria a travs de su pertenencia al conjunto sistemtico de la ciencia, aunque no seamos capaces de demostrar en cada caso efecti-vamente esta sistematicidad y de transformar la ciencia en un sistema deductivo a partir de algunas pocas leyes fundamenrales. Esta sistematicidad es s6lo una idea de la raz6n, una meta que nos impulsa a buscar una unidad cada vez mayor entre nuestros conocimientos. De esta manera se combinan el esquema ~e~po~al imaginativo -que vincula un antes con un despus--y la forma judlcatlva del pensamiemo que juzga, por ciertas razones, que algo debe darse necesariamente si se cumplen ciertas condiciones.

    Estos dos semidos de sntesis, smesis imaginativa y sntesis judicativa, que Kant no obstante correlaciona, se hacen muy visibles en la diferencia emre la Deducci6n transcendemal. de la primera y de la segunda edicin de .la C~. La ~rimera edici6n introduce la noci6n de smesis en e! plano de la IntuIcIn mIsma. En toda intuici6n se distingue una multiplicidad de p:utes, una distinci6n inseparable de su ndole espacio-temporal. Ahora b.len, en tanto que dada en un solo instante, sostiene Kant. una representa-CI6n .n~ ~uede ser otra cosa que una unidad absoluta. Para distinguir la multIplICIdad en una unidad, y captar la unidad en la multiplicidad debo recorrerla y recogerla, reunirla sucesivameme en una sntesis de la aprehen-

  • sin. Despus de postular esto, ya le es fcil a Kant hacer ver que una sntesis de la aprehensin no sera posible si cada parte recorrida se extinguiera inmediatamente, al llegar el recorrido a la parte siguiente. Hace falta entonces que lo ya recorrido se reproduzca, qu. en cierto sentido de la palabra se mantenga copresente. Pero esto a su vez es slo posible si la parte reproducida, que sigue siendo copresente, es reconocida corno la misma que la que fue originalmente percibida o imaginada. La sntesis de la aprehen-sin presupone, de este modo, junto con la sntesis de la reproduccin, una sntesis del reconocimiento. Kant califica a esta ltima como sntesis del reconocimiento en el concepto, por cuantO entiende por concepto la regla de acuerdo con la cual se realiza la construccin espacial o temporal (de una figura, de una constelacin de unidades, o de un ritmo).

    La aseveracin de Kant de que una representacin, en tanto que dada en un slo instante no puede ser sino una unidad absoluta, no dejar de sorprender, ya que podemos perfectamente distinguir de una sola mirada, en objetos apropiados de percepcin, su lado derecho del izquierdo, la parte de arriba de la de abajo. Pero estas distinciones son precisamente las distinciones propias de series ordenadas. En un ordenamiento vertical, por ejemplo, puedo considerar como la primera la parte de arriba o la parte de abajo. Esto lo podemos elegir arbitrariamente, ya que no se trata de una secuencia temporal objetiva, como es el caso en la secuencia causal. Esto quiere decir que se trata de una secuencia imaginable y no necesariamente real. De este modo, en la concepcin kantiana, el conocimiento se caracte-riza por la concepcin de potencialidades en la relacin con las cuales ubicamos y determinamos las realidades empricas. Estas potencialidades son, para empezar, trazados imaginativos realizados de acuerdo con una regla implcita, un principio de unidad que el entendimiento humano es capaz de desentraar y de volver explcito, posibilitando de esta manera una conciencia de s en lo que estamos haciendo y pensando. As como el concepto de objeto expresa la concordancia ideal de los conocimientos obtenidos y de los conocimientos posibles en la continuacin de la actividad cognoscitiva, as tambin la unidad transcendental de la apercepci6n designa la idea de una conciencia de s unificada en sus actividades de sntesis. Pero esto no debe entenderse en el sentido de que la actividad sinttica imagina-tiva operara desde un centro perfectamente unificado; ms bien cabe decir que est realizando un trabajo de unificacin, de concordancia consigo mismo, nunca acabado. Tanto la idea de objeto como la de unidad trans-cendental de la apercepcin pueden considerarse como focos imaginarios hacia los cuales se proyectan nuestras actividades intelectuales. El entendi-miento queda definido en este contexto como la unidad de la apercepcin

    en vista de la sntesis de la imaginacin (A 119), Y las categoras (que corresponden a las distintas formas del juicio) representan la unidad ideal de la conciencia en tanto que, en vista de sta, la sntesis imaginativa se vuelve juicio, es decir una proposicin, que a su vez se concatena con otras en un nexo nunca acabado.

    La deduccin transcendental de la segunda edicin parte en cambio directamente del entendimiento, al cual queda adjudicada toda sntesis. De este modo Kant da ahora prioridad a la sntesis predicativa frente a la sntesis imaginativa y configurativa de la cual parti la deduccin transcendental de la primera edicin. La imaginacin queda en esta versin interpretada como un efecto del entendimiento sobre la sensibilidad y la primera aplicacin de aqul a los objetos de la intuicin de la cual somos capaces (B 152).

    La argumentacin lleva ahora ms directamente a la conclusin desea-da: que las categoras como expresiones de las formas del juicio tienen aplicacin a la experiencia y son necesarias a efectos de ella, porque slo a

    . travs de la sntesis predicativa se realiza la unidad de la conciencia, a la cual le corresponde la unidad de la experiencia que se va elaborando. Las razones por las cuales Kant considera que la unidad de la conciencia se realiza slo a travs de la actividad judicativa no se hacen explcitas. Las podemos solamente conjeturar: solamente gracias a los juicios, que consisten en la aplicacin de conceptos a objetos dados, reciben nuestras intuiciones el potencial implicativo necesario para que se nos d una experiencia unifica-da. En este enfoque se hace evidente que por ((sntesis, (cenlacesn y unidad de la experiencia, Kant entiende preponderantemente un nexo consistente en implicaciones lgicas dentro de un sistema que trata de ser lo ms abar-cador posible. A la unidad local que tiene su modelo en el contorno de una intuicin espacio-temporal, se sustituye ahora el proyecto de una unidad total, con respecto a la cual Kant recalca, sin embargo, que slo puede darse como proyecto, como una idea de la razn con funcin directriz.

    LA CRTICA DE LA METAFrSICA

    Una de las tesis principales que Kant defiende en la Analtica Trans-cendental es la de que las categoras, que son las formas del pensamiento humano, tienen un uso cognoscitivo solamente cuando se aplican a objetos de la experiencia. En la Dialctica transcendental emprende mostrar complementariamente que es vana toda pretensin de conocer realidades que no se inscriban en la red de nexos que constituyen la experiencia. Un alma que como sustancia simple sera indestructible, el mundo en tanto que

  • ,1

    objeto totalizado que abarca todos los fenmenos espacio-temporales, y Dios como ente supremo y como hipstasis de todo lo real, no son objetos cognoscitivos. Los objetos son conocidos en tanto que estn relacionados los unos con los otros en interaccin, y no sabramo> decir qu significarla conocer un objeto sin relacin con nada fuera de s mismo. Por esta raz6n, nos es tan inaccesible un sujeto que no se manifestara en relaciones emp-ricas con el mundo exterior, como nos es inaccesible un objeto exterior a nosotros concebido como cosa en s misma, es decir, como un ente que se caracterizara slo por determinaciones internas, no relacionadas con nada exterior a l (A 265/B 321). Igualmente, conocemos objetos en nexos de interaccin que se extienden indefinidamente; conocemos as objetos en el mundo. El mundo mismo no es a su vez un objeto de conocimiento, ya que para serlo deberla ser puesto en relacin --contradictoriamente-- con algo fuera de l, y que, sin embargo, fuese un objeto de una experiencia posible. El mundo es solamente el horizonte lcimo del conocimiento que se extiende o, en lenguaje kantiano, una idea de completitud espacial, tempo-ral y causal, de manera anloga como con la nocin del alma pensamos la idea de una unificacin completa de la vida anmica, una sustanLia que absorberla en s misma todos sus accidentes.

    As como la idea psicolgica --el a1ma- representa el af.n de totali-zacin en el orden de las relaciones sustancia-accidentes y la idea cosmol-gica --el mundo-Ia totalizacin en el orden de las relaciones causa-efecto, as la idea teol6gica -Dios- representa, en la concepcin de Kant, la idea de una totalidad absoluta de lo real. Es la idea de lo que contiene en s todo lo real, omnitudo realitatis, distinguindose de los dems seres slo por cuanto le son ajenas las privaciones que caracterizan a los seres finitos.

    Tan pronto como intentamos hablar del alma como objeto simple, independiente del devenir temporal, nos encontramos desasistidos de toda intuicin interior. Tan pronto que intentamos pensar el mundo mismo como objeto espacio-temporal, nos enredamos en contradicciones: conside-rado como finito nos queda demasiado pequeo dada la ndole progresiva e ilimitada de nuestra imaginacin, ya que podemos siempre preguntar: qu hay ms all de sus fronteras? Si, en cambio, traramos de pensarlo como infinito, nos queda demasiado grande, ya que todo objeto requiere una sntesis, y una sntesis infinita es una que por definicin jams puede ser completada.

    Igualmente, est destinada al fracaso la tentativa de concebir un ente supremo que contiene en s toda la realidad, de modo que cualquier otro ente se concibiera slo como una restriccin a partir de esta plenitud del ser. Si bien esta hipstasis, unificacin de toda realidad en un solo ente no es por

    l .... il\! ~.( Mi

    s misma contradictoria. no sabemos, sin embargo, cmo atribuir a esta idea realidad objetiva al no poder dar cuenta de una sntesis efectiva que susten-tara tal objeto. Ahora bien, mientras nos falta rodo criterio para adjudicarle realidad objetiva, debemos considerar la entificaci6n de la idea de una totalidad de la realidad como una subrepci6n .. que ocurre por hipstasis, al transformarse la unidad distributiva del uso experiencial del entendi-miento en una unidad colectiva de un todo de la experiencia (A 5821B 611).

    Esta dificultad de establecer la realidad objetiva de la idea de un ente ilimitado y supremo afecta la posibilidad misma de una prueba de la existencia de Dios.

    Kant considera que la argumentaci6n ms natural y menos rebuscada es la que se ofrece como prueba fsico-teolgica, basada en la existencia de un orden teleol6gico que posibilita toda vida y que aparece como inexpli-cable sin el recurso a una inteligencia formadora que supera inmensamente a la inteligencia humana. Kant seala, a este respecto, que la analoga con la inteligencia humana no nos permite concebir un Dios creador en el sentido radical del trmino, sino slo un artfice que trabaja con el material existente y que depende por lo tanto en su cualidad de artfice de esta existencia independiente. Si se lo quisiera concebir como creador que no presupone ninguna existencia previa ajena a l, es decir, como no depen-diente de nada, sino como teniendo tanto su esencia como su existencia slo por s mismo, entonces nos apoyamos en un conjunto de ideas que perte-necen a las propuestas por la prueba cosmolgica y por la prueba ontol6gica.

    A diferencia de la prueba fsico-teol6gica, la prueba cosmol6gica no parte de algn carcter especifico del mundo en que vivimos, sino slo de la existencia mundana en general, y argumenta que si se da un ente contingente en su existencia, entonces debe darse tambin un ente cuya existencia no es contingente sino necesaria.

    A este respecto, Kant seala una ambigedad en nuestras nociones de contingencia y necesidad. Por lo comn calificamos como contingente aquel acontecer que depende causalmente de otro acontecer. Pero al com-probar esa dependencia, no podemos decir nada ni acerca de la contingencia ni acerca de la necesidad de toda la serie, ya que en este caso no poseemos criterios para aplicar o para negar el concepto de necesidad. Slo podemos decir que dentro del marco de la experiencia, la necesidad (por cierto con-dicionada), se da s610 en la cadena por la cual remontamos de una condicin a otra superior y previa y que no puede jams ser completada. Un concepto de necesidad incondicional y a secas tendra sentido solamente si la existen-cia de un ser fuera asegurada por su concepto mismo. Pero de este modo l. prueba cosmolgica presupone a su vez la prueba ontolgica que ya no parte

  • de ninguna existencia dada. sino que pretende hallar la existencia como consecuencia lgica a partir del concepto mismo de un ser de realidad ilimitada [cm realissimum].

    Pero la prueba ontolgica que resulta ser presupuesta por las otras pruebas carece de la fuerza de conviccin espontnea y natural que acom-paan a las otras pruebas. y, en particular. a la fsico-teolgica. Ella consiste en afirmar que la nocin de un ente que contiene en s toda la realidad. contiene tambin su propia existencia y que por lo tanto no se puede negar la existencia del ser supremo sin caer en una contradiccin. A este respecto, .Kant seala que aun si se admitiera que la existencia est contenida como un predicado en la nocin de! ser supremo, no se puede concluir de ah que a este concepto le corresponde necesariamente la existencia. En e! concepto de tringulo est, por cierto. contenido e! predicado de tiene tres ngulos. No puedo, por lo tanto, afirmar la realidad objetiva del tringulo sin afirmar tambin que a la nocin de un conjunto de tres ngulos le corresponde igualmente realidad objetiva. Pero no caigo en ninguna contradiccin si niego la realidad objetiva del tringulo y con ello tambin del conjunto de los tres ngulos. Caera en una contradiccin solamente si afirm~,~ lo primero y negara lo segundo. En forma parecida caera en una contradiccin si afirmara la realidad objetiva de un ente necesariamente existente y negara la realidad objetiva de su existencia, pero no se cae en ninguna contradiccin si se niega con el predicado tambin al sujeto. es decir, con la realidad objetiva de su existencia tambin la realidad objetiva de un ente de existencia necesaria.

    La situacin no es diferente cuando. en lugar de partir de la nocin de un ente absolutamente necesatio. el argumento ontolgico parte del concep-to de un em realissimum. de un ente que contiene en s todo lo que puede haber de real (en el lenguaje de las Meditaciones metafoicas de Descartes: que incluye toda perfeccin). Cuando consideramos esta nocin excepcional. reza entonces el argumento, nos damos cuenta que necesariamente incluye la existencia. Pero el error, seala Kant, consiste precisamente en incluir la existencia en el concepto de un objeto. La existencia puede, por cierto. figurar como el predicado lgico de un enunciado. peto la existencia as enunciada no puede ser un predicado real. o como podramos decir, un predicado descriptivo, que fuera parte de los predicados que constituyen el concepto de un objeto. Dado un concepto, es una cuestin abierta, no prejuzgada por el concepto mismo. si le corresponde algo existente o no. Pero, aun si se desatiende esta advertencia, insistiendo en el carcter excep-cional del concepto de un ente que contiene toda realidad (o que no tiene ninguna carencia). igualmente no se ha ganado nada: slo se obtendra la

    tautologa de que un ente existente existe, y que un ente necesariamente existente (cualquier cosa que esto pueda significar) existe necesariamente. es decir, la existencia que se quiere demostrar estara ya presupuesta en el sujeto del enunciado. Si en cambio se piensa que el enunciado: el ente sin defecto existe, no es un juicio analtico, sino sinttico, entonces se admite que puede ser negado sin incurrir en una contradiccin.

    En nuestra experiencia toda necesidad es condicional: podemos decir, de acuerdo con las leyes causales, que algo es necesario si se dan ciertas condiciones. De esta manera. podemos remontar de una condicin a otra superior sin poder jams hallar una existencia incondicional. Por ms que la razn anhela completar su comprensin, mediante la concepcin de una realidad que se explique por s misma. nuestro entendimiento discursivo no logra dotar de sentido a este concepto. Podemos entender que se trata de un malentendido, que consiste en pensar una idea de la razn (que asigna a nuestro entendimiento la tarea infinita de progresar en la comprensin de la naturaleza. y a nuestra razn prctica la tarea igualmente infinita de progreso moral) como un objeto realizado. Pero por ms que comprenda-mos esta ilusin transcendental. Kant piensa que la tendencia de totalizacin en nuestra razn es tan fuerte, que esta ilusin debe ser considerada como inerradicable.

    Kant piensa tanto ms e! anhelo teolgico de la razn como inerradi-cable. por cuanto ste se vincula con autnticos e irrenunciables intereses morales:

    1. La exigencia moral est dirigida a nosotros como seres libres. que podemos tomar decisiones con base en lo que entienden como justo y legtimo. y que no tienen que resignarse a estar ya determinados por causas que estn en el pasado y fuera de su alcance. De este modo, debemos concebirnos al mismo tiempo como integrantes del mundo de la causalidad natural, y como ciudadanos de un mundo inteligible, en el cual participa-mos por cuanto podemos entender exigencias de la razn que nos ataen a todos, por ms que la historia contingente de cada uno sea nica.

    2. La accin moral se propone realizar algo en e! mundo. Justamente por ser considerada como autnoma tiene que causar asombro la posibilidad de que las metas de la voluntad moral se realicen en el mundo, posibilidad que es. sin embargo. inseparable de una voluntad moral. De esta manera podemos decir que ella incluye una fe. la fe de que el mundo en que vivimos y nuestra voluntad moral no son totalmente heterogneos, sino que esta ltima encuentra, sin desmedro para su autonoma, un asidero en el mundo. que permite la realizacin de sus fines y que tanto nuestra voluntad como el mundo tengan un fundamento suprasensible comn. Ya que esta posibi-

  • Jidad no se explica a partir de la naturaleza concebida como sistema de leyes f ' . Kant considera que nos remite a un fundamento suprasenSlbl

    e gKas, .

    comn a nuestra voluntad y al mundo, fundamento que permanece mcog-'bl 12 La mi' sma cognoscibilidad del mundo es .:apaz de despertar este

    noSCl e . asombro, y con ste la fe en un fundamento incognoscible de la concordan-cia entre el sujeto cognoscente y la naturaleza que conocemos en sus manifestaciones sensibles.

    LA FILOSOFA MORAL KANTIANA

    Durante todo su desarrollo filosfico, Kant ha seguido de cerca el pensamiento moral de su siglo, mostrando u.na receptividad mltip,l~ y acuciosa tanto para los planteamientos de Lelbnlz-Wolf como pa,:" su CflUCO Crusius para los planteamientos harmonistas de la escuela mglesa del

    sentimi~nto moral, as como se mostr6 receptivo ante el impacto de los planteamientos de Rousseau, en lo que estos marcan una ruptura con .la tradicin ilustrada. Estas influencias sucesivas se han decantado no sm producir cambios importantes en la manera de pensar de Kant. Aun sus obras clsicas y ms conocidas, la Fundamentacin de la metafo/ca de las costumbres [FMC] del ao 1784 y la Crtica de la razn prdctica [CRPr] de 1788, no representan el puntO final. En la Crtica del juicio [Ctij] de 1790 y en la Metafoica de las costumbres de 1798, aparecen concepclO~es ticas nuevas, aun cuando se mantiene el principio supremo de la doetnna moral formulado en FMC y CRPr.

    Visto ms de cerca, la justificacin del principio moral, en estas dos obras del canon kantiano, se realiza en ensayos diversos cuya virtud es ms bien la de plantear los problemas y destacar los puntos de vista que tienen que ser tomados en cuenta" en una teora tica, mas que ofrecer respuestas finales.

    Consideremos la secuencia de los ensayos de fundamentar un princi-pio moral (eventualmente resultar que no s~ trata de un principio nic? .en FMC), una secuencia reveladora de aspectos Importantes de la problemauca moral.

    La Fundamentacin de la metaflsica de las costumbres hace su plantea-miento inicial proponindose articular por medio de algunos conceptos elementales la conciencia moral comn. Este planteamiento no es mera-mente propedutico, ya que en l se expresa una de las orientaciones

    12 Como lo ha sealado con mucho acierto F, Mannez Manoa, algo se vuelve cognoscible precisa-mente al dirimirse en la disyuntiva del reino de la naturaleza y el reino de la accin libre. Vase DtIconocido. ralz comn, Madrid, Visor, 1987, pp. 36-37.

    fundamentales de la filosofa moral kantiana: de acuerdo con la manera de entender Kant la tarea de la tica fdosflca, no puede tratarse de ofrecer una propuesta moral nueva, sino de interpretar ms fielmente la comprensin comn que tenemos como seres que tienen forzosamente sus inclinaciones sensibles particulares y que, no obstante, pueden determinar sus conducras de acuerdo con la exigencia de la razn, una exigencia que Kant llega a considerar -acallando sus propias dudas previas-- como originando por s sola una motivacin suficiente para actuar.

    Se trata de captar esta exigencia en su pureza, sin confundirla con las recomendaciones de la prudencia. Esta separacin de la preocupacin moral de toda preocupacin por nuestro bienestar es lo que ms distingue la tica kantiana de la tradicin clsica, para la cual la tica trataba de abarcar en uno la pregunta por la vida buena y por las exigencias justificadas que se nos dirigen.

    As aparece en las ticas aristotlicas junto con la nocin de lo bueno [agathon], estrechamente vinculada con la de lo sympheron [lo til, aporta-dar], la nocin del kalon, lo bello (que los romanos traducan como honestum, lo honorable, indicando con ello la dimensin social y pblica de la aprobacin moral). De los escritos ticos de Cicern se desprende con claridad la conciencia de que si bien la agathologa y la deontologa son discursos conectados entre s, la gula de la temtica tica puede ser ya la pregunta acerca de las formas de la vida buena, ya la pregunta acerca de compromisos fundantes de nuestra vida, en general, y de nuestra vida caracterizada por ratio y oratio, en particular.

    Duns Escoto puede ser considerado como el primero que ha sostenido la independencia de la preocupacin por lo justo [affictio iustitiae] de la preocupacin por el bienestar o lo conveniente a nuestro ser [affictio commod,]. Este pensador medieval no est menos convencido que las filo-sofas de la escuela tomista y que Platn, que ser justo es lo conveniente a nuestro propio ser. Pero rechaza hacer depender nuestra adhesin a lo justo de nuestra conviccin de que esto es lo que fsica o metafsicamente nos conviene.

    La poca moderna, y"n particular los siglos XVII y XVIII, acenta la preocupacin por mantener bien distinguida la preocupacin social (o

    int~rsubjetiva! de nuestr~ preocupacin por ~estro propio bien. En Francia obtiene ampha resonanCIa la querella del amor puro, un enfrenramiento entre dos formas de religiosidad, que tiene como exponentes a Fnelon, quien defiende el amar completamente desinteresado a Dios y a nuestros semejanteSJ y a Bossuet, quien de acuerdo con la tradicin tomista, centra la preocupacin tanto religiosa como moral en el anhelo de beatitud.

  • En las islas britnicas, en el seno de la escuela del sentimiento moral, inaugurada por Shaftesbuey, Hutcheson llega a limitar el mbito moral al de los afecros benevolentes o amistosos [kind affictions].

    Kant le dar forma cannica a la eliminacin de la preocupacin por la propia felicidad (por otra parte legtima) del mbito moral, para asignarla al arte pragmtico de la conduccin de la vida propia.

    Pero adems, Kant piensa poder prescindir a los efectos de una fundamentacin de la moral, de todo afecro intersubjetiva (o interntico, como la affictio iustitiae de Duns Escoro y la natural affiction de Shaftes-buey) y de roda suposicin de un vnculo simpattico entre los seres huma-nos. No se trata para Kant de negar su existencia. pero como hechos son tan contingentes y poco confiables como los no menos reales sentimientos desfavorables u hostiles. Frente a los variados sentimientos con los cuales nos relacionamos con los dems, necesitamos un juicio independiente que sabe hacer abstraccin tanto de nuestras inclinaciones particulares como de la preocupacin por nuestra felicidad en general. "No podemos renunciar a nuestro deseo de felicidad, pero s podemos hacer abstraccin de l. (TyPr 1, A 209).

    De este modo, Kant piensa derivar directamente de la forma universal de toda mxima y de toda regla que adoptamos como fundamento de nuestros juicios prcticos, su carcter intersubjetivarnente vinculante. Nues-tro deber es primariamente frente a nuestra propia condicin racional, y slo secundariamente frente a quien nos dirige reclamos justificados". Sin em-bargo. esta condicin racional no es interpretada por Kant como una facultad de acceso a una verdad superior, csmica o metafsica, de la cual se derivaran verdades morales, sino como caracterizada,por su forma, que es a la vez la de la coherencia y la de la ampliacin intersubjetiva. Ella puede entenderse a partir de las eres reglas formuladas en un excurso de la Crtica del juicio ( 41):

    1. Pensar por s mismo. 2. Pensar en el lugar de cualquier otro. J. Pensar coherentemente.

    13 La nocin de deber, a diferencia de la consideracin de lo recommdable (CRPr A 64), requiere la disn~n entre una instancia obligame y oua instancia obligada, ya que al colapsar las dos en una y la misma, estaramos siempre en condiciones de poder desligarnos a nosotros mismos de nuestras

    obl~gac~ones> con lo cual tendramos una especie de libertad que nos pondra por encima de toda o?h.gacJ~n "como si fusemos voluntarioslI (CRPr 1,3, A 146). Por esta razn, es esencial para Kant distingUIr del hombre como ser emprico su condicin racional como instancia obligante que no est a nuestra disposicin. La dualidad implicada en la obligacin para consigo mismo es desarro~ liada en Me A 63~65.

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    En la principal formulacin del imperativo categrico: "Obra de tal manera que puedas querer la mxima de tu accin al mismo tiempo como ley universal. (FMC. .. ), estas tres inyunciones estn contenidas slo impli-citamente. Lo que Kant destaca es ms bien la forma de la universalidad. Pero an as y considerada por s misma, no debe perderse de vista la complejidad interna de esta clebre frmula.

    Se parte de la existencia de mximas del actuar, que se definen como principios subjetivos que los sujetos se forman para su uso. Estas reglas personales de conducta pueden entenderse como reglas explicitas que nos formamos en el trance de dar, en un proceso de revisin, ms consistencia a nuestro actuar espontneo. Pero tambin pueden entenderse como reglas que se forman espontneamente a partir de nuestras inclinaciones dadas, en un aprendizaje hecho en situaciones tpicas. Entendida en esta segunda manera la mxima correspondera al concepto de hdbito entendido como manera general y (relativamente) permanente de actuar. As como en la tica aristotlica son los hbitos los que se juzgan como virtudes o vicios, as tam-bin, en la tica kantiana, son las mximas las que han de ser examinadas en cuanto a su admisibilidad, inadmisibilidad u obligatoriedad (cuando su negacin resulta inadmisible). Pero de todos modos, el concepto de mxima se distingue del concepto de hbito aristotlico, por cuanto las mximas son concebidas como reglas que expresan maneras de pensar, si se quiere, poli-ticas de la accin, que en tanto que tales son aptas para ser discutidas.

    Podemos entonces distinguir en la concepcin kantiana tres niveles del mbito prctico, anlogos al mbito teortico: las inclinaciones propias a nuestra sensibilidad, las mximas que son reglas intelectuales (o intelectua-lizadas) y principios racionales formales, a la luz de los cuales se juzgan las mximas.

    . El principio moral se presenta entonces para seres a la vez sensibles y raC1~n.ales, que actan a partir de un conjunto de inclinaciones y reglas subjetiVas de aCCin, como un principio que restringiendo la gama de las reglas subjetivas admisibles, nos permite encararnos a nosotros mismos como seres cuya condicin sensible no lesiona su pertenencia a un mundo inteligible, esto es, un mundo acorde con las necesarias exigencias del ser pensante.

    La formulacin del imperativo categrico que hemos considerado se enuncia primero solamente como consecuencia de una hiptesis: si nuestra condicin racional ha de ser un fundamento de decisin prctica, entonces, habiendo hecho abstraccin de toda inclinacin particular, queda como nico fundamento determinante de la voluntad la mera forma universal de una mxima. La razn no conoce un criterio diferente para m, para ti o para

  • l. U na mxima satisface entonces el requerimiento racional si al adoptarla no me arrogo un estatuto de excepcin. No hace falta que quiera que el estilo de vida que elijo o asumo sea e! estilo de vida de todos. Pero s hace falta que mi adopcin de la mxima no sea incompatible con su adopcin general, es decir, que con su adopcin no me arrogue derechos que no estoy dispuesto a conceder a los dems.

    Para poder sostener la validez incondicional de! imperativo categrico hace falta una argumentacin adicional, que n