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Texto: Henri J. Nouwen – Música: Sí, me levantaré - Montaje: Lorenzo Pascua E L P A D R E B U E N O clic

Hijo Prodigo Meditacion ConRembrant

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Meditación

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  • Texto: Henri J. Nouwen Msica: S, me levantar - Montaje: Lorenzo PascuaEL

    PADRE

    BUENOclic

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  • Rembrandt, pintor holands, fue uno de los principales autores de toda la historia de la pintura. Vivi entre 1606 y 1669. Es el maestro del claroscuro y uno de los ms caracterizados pintores del barroco.

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  • El cuadro "El regreso del hijo prdigo (1669), pintado al final de su vida, es quizs su ltima obra. Es su testamento. Autorretrato, tal vez?

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  • Descripcin del cuadro El cuadro, pintado en esplendorosa tcnica del claroscuro y del tenebrismo -rasgos definidores de la pintura barroca- representa dos grupos de personajes: A la derecha del cuadro, el abrazo entre un anciano y un joven harapiento; y a la izquierda, cuatro espectadores de la escena -dos hombres y dos mujeres.El cuadro se completa con otros tres personajes. Uno de ellos aparece sentado, golpendose el pecho. Podra ser la imagen del administrador o el recaudador de impuestos, imagen que suele simbolizar el pecado.

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  • Destaca en el cuadro la luz, centrada en el abrazo entre los protagonistas de la escena. Tambin aparece iluminado uno de los cuatro espectadores, el que est a la izquierda del cuadro.La luz emana del anciano -el Padre de la parbola del hijo prdigo- y vuelve hacia l. Destaca, asimismo, el juego de colores: la gran tnica roja del Padre, el traje roto, en dorado, del joven -el hijo prdigo- y el traje similar al del padre del espectador principal -el hijo mayor de la parbola. El fondo es oscuro a fin de que resalte ms la luz de la escena principal.

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  • Algunos simbolismos ms acusados

    La luz es la "clave" pictrica y espiritual del cuadro. La luz envuelve el cuadro. La luz sealar los principales mensajes.La luz nos permitir, adems, ver a Dios cara a cara, como es. Mustrame tu rostro, Seor!. Una contemplacin serena y completa del cuadro nos permitir repasar la historia de la salvacin.

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  • Los rostros y las miradas:

    Merece contemplarse con detenimiento el rostro del Padre, que se muestra ntegro, y los rostros de los dos hermanos, que slo aparecen en una de las faces. Especialmente significativo ser el rostro, casi fetal, del hijo menor.El Padre: Es el rostro de un anciano digno y seorial. La mirada del Padre aparece cansada, casi ciega, pero llena de gozo y de emocin contenidas. Es mirada que acoge, que sana, que perdona, que libera.

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  • El hijo menor: La cara del hijo menor trasluce anonadamiento y peticin de perdn. Es un rostro al que slo se le ve una faz, un tanto deforme, a modo del rostro de un feto. Es signo del regreso del hijo menor al regazo del Padre-Madre.El pelo rapado le priva de individualizacin, lo hace uno ms. El nico signo de dignidad que le queda es una espada que porta, atada, a la altura de la cintura. Es el testimonio de su origen, el nico vnculo que le queda de su historia, la nica realidad que todava le une al Padre. Lleva las sandalias rotas, desgastadas. Ya no sirven. Con todo, el pie derecho va todava ms desguarnecido. Las manos del Padre jugarn tambin un especial paralelismo con los pies desnudos de su hijo menor, protegiendo, sanando, apoyando.

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  • El hijo menor todava desconfa del amor del Padre. No quiere mostrar ntegro su rostro, sus intenciones. -"Me pondr en camino y le dir... Padre, he pecado contra el cielo y contra ti!...Trtame como a uno de tus jornaleros".El hijo menor sali del hogar del Padre y se march a un pas lejano. Ahora el Padre-Madre, con sus manos, con su cuerpo, con su manto, lo acoge y lo introduce en su seno misericordioso. La vida es una vuelta a Dios. San Agustn lo dej escrito:"Nos hiciste, Seor, para ti y nuestro corazn estar inquieto hasta que descanse en ti".

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  • El hijo mayor:

    El rostro del hermano mayor aparece resignado, escptico y juez. El hijo mayor, correctamente ataviado, surge en el cuadro desde la distancia. Como el Padre, lleva barba y tnica roja, que, sin embargo, est bastante ms apagada. Le falta brillo y, sobre todo, grandeza y dignidad. Su presencia es rgida, erguida. Est apoyado por un largo bastn, que lo hace ms grande, ms lejano, ms sombro. Su mirada es un tanto enigmtica, con carga y fuerza contenidas. Se mantiene a distancia. Mira de reojo.

    Sus pies y sus manos: Est de pie mientras que el hermano menor est de rodillas y el padre est agachado. Tiene las manos cerradas, frente a las manos abiertas del Padre y de su hermano. Merece tambin compararse el calzado firme y correcto del hermano mayor frente al calzado roto e inseguro de su hermano.

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  • La "lejana" del hijo mayor, su ser tambin "hijo prdigo" se traduce, en este caso, en la envidia, en la falta de coraje y de valenta para irse. Emblematiza actitudes de crtica, de rechazo, de resentimiento, de autosuficiencia y autocomplacencia. Son los celos, el juicio, la condena, la severidad para juzgar a los dems. Estas actitudes "prdigas" y extraviadas son mucho ms difciles de detectar y de corregir que cuando son pecados y faltas explcitas. El hijo mayor representa la queja constante y amarga. Quejarse es contraproducente. Suele provocar ms rechazo. Mientras tanto, la respuesta del Padre es la misma: el amor misericordioso, la acogida plena:"Hijo, t siempre ests conmigo... Y todo lo mo es tuyo".

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  • La fuerza del abrazo y de las manos del Padre:

    La centralidad del cuadro, el abrazo del reencuentro entre el Padre y el hijo menor, emana intimidad, cercana, gozo, reconciliacin, acogida. El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo -vuelta al hogar materno- y a su corazn; y el hijo, harapiento y casi descalzo, se deja acoger, abrazar y perdonar.

    El manto que viste el Padre hace como arco, que cobija y acoge. El manto expresa la figura de la gallina que extiende las alas y acoge a los polluelos.

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  • El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan. Las manos del Padre son las manos del varn y de la mujer. Es el Dios Padre-Madre. La mano izquierda, rugosa y firme, es la mano del Padre.La mano derecha, elegante y fina, es la mano de la Madre.

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  • El centro del cuadro, el centro de la luz que lo ilumina, descansa, precisamente, sobre las manos. Las manos del Padre sobre la espalda del hijo menor son el corazn del cuadro. Hacia ella se dirige la mirada de todos los personajes. Son manos de amor, de descanso,de acogida.

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  • Simbolismo e interpelacin: El cuadro nos interpela acerca de nuestra propia vida cristiana en clave de:hijo menor -tantas idas y venidas!, tanto buscarnos slo a nosotros mismos, raz del pecado!, tantas mediocridades y faltas!- En clave dehijo mayor que cada uno de nosotros podemos llevar encima, y ser: el que todo lo sabe, el perfecto, el bien ataviado, el responsable, el cumplidor, el irreprensible, el juez que tambin se busca slo a s mismo y est lleno de soberbia soterrada. Nos llama y nos urge a ser el Padre de la parbola, en la acogida, en el perdn, en el amor, en la reconciliacin plena y gozosa, sin pedir explicaciones, no exigiendo, sino dando. El cuadro expresa el gozo inefable dela vuelta a casa, del regreso al hogar. Yo soy casa de Dios! Todos y cada uno podemos ser mutuamente el Padre que acoge, perdona y ama.

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  • Otras consideraciones sobre esta parbola:

    La mejor de las parbolas: Es, sin duda, la ms bella y conocida de las parbolas del Evangelio. Es quizs la que mejor expresa quin es Dios y cmo es el hombre. Esta parbola es la mejor expresin humana de la compasin divina.

    Otros nombres que podra tener esta parbola son: "la parbola de los dos hijos prdigos", "la parbola del Padre y de los dos hermanos", "la parbola de la bienvenida del Padre misericordioso".

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  • Los cuatro smbolos que usa el Padre:

    El anillo: Signo de filiacin, ahora reencontrada.Las sandalias: Signo de la libertad recuperada. En la cultura hebrea y antigua, los esclavas iban descalzos; los hombres libres, iban calzados con sandalias.El traje nuevo: Signo del cambio y de la reconciliacin. Imprescindible para una vida nueva y para la fiesta que despus llegar.

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  • El sacrificio del mejor novillo:

    Preanuncio del sacrificio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, y signo de la fiesta, a la que acompaarn la msica y los amigos. Es expresin de la fiesta de la reconciliacin. La ropa del honor y de la dignidad, el calzado dela seguridad y del prestigio y el anillo de la filiacin y de la herencia, enmarcado todo ello en el abrazo de la acogida y en la invitacin a la fiesta y a la comida compartidas como expresin de intimidad, gozo, celebracin y comunicacin.

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  • Carta Encclica del Papa Juan Pablo II (30 /XI / 80)"Dives in misericordia".

    En esta Encclica, el Papa Juan Pablo II presenta el proceso de conversin del hijo prdigo como el camino en bsqueda de la dignidad perdida, de la humanidad mancillada, de la filiacin despreciada y desperdiciada. El hijo prdigo es el hombre de todos los tiempos que se aleja, que peca. Es tambin el hombre de todos los tiempos que busca el perdn, porque en el pecado se ha hundido a s mismo; se ha alejado de su misma identidad y realidad autntica que le corresponde.

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  • Este estado de nimo del hijo prdigo cuando decide volver y pide ser tratado no ya como hijo, sino como uno de los jornaleros de su padre, "nos permite conocer con exactitud en qu consiste la misericordia divina.El padre se mantiene fiel a su paternidad, fiel al amor: El padre es consciente de que se ha salvado un bien fundamental, el bien de la humanidad de su hijo. Si bien ste haba malgastado el patrimonio, no obstante ha quedado a salvo su humanidad. Es ms, sta ha sido, de algn modo, encontrada de nuevo".

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  • Esta misericordia del padre hacia el hijo slo puede ser entendida correctamente desde dentro.

    Desde fuera, como le ocurri al hermano mayor, podemos percibir desigualdad y hasta injusticia.

    "La parbola del hijo prdigo-aade el Papa- demuestra cun diversa es la realidad: la relacin de misericordia se funda en la comn experiencia de aquel bien que es el hombre, sobre la comn experiencia de la dignidad que le es propia".

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  • "La parbola del hijo prdigo expresa, de manera sencilla pero profunda, la realidad de la conversin. sta es la expresin ms concreta de la obra del amor y de la presencia de la misericordia en el mundo humano. El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste nicamente en la mirada, aunque sea la ms penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, fsico o material: la misericordia -concluye J.Pablo II- se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre".

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