Historia Constitucional de Chile Libro Completo

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Independencia y ensayos de organizacin poltica. Las causas de la Independencia NacionalSi bien el programa de la asignatura comienza en los sucesos de 1810 y el establecimiento de la Junta Gubernativa el 18 de Septiembre de ese mismo ao, es necesario retroceder un poco en el tiempo para comprender en su contexto los sucesos que llevaron a la independencia de Chile del Imperio Espaol. El esclarecimiento de las causas que determinaron esta independencia poltica y formal de Amrica latina y de Chile constituye uno de los problemas ms debatidos de la historia de nuestro continente. Lo que podemos afirmar sin lugar a dudas es que se trata de un proceso comn a toda la Amrica espaola y no puede entenderse la independencia de Chile y sus causas sin relacionarla al contexto del continente americano. La historiografa nacional ha indagado en este problema y diversos autores han propuesto lo que entienden seran las causas de la independencia distinguiendo causas ideolgicas y causas reales. Sealan entre las primeras el despotismo de la corona, la incultura en que Espaa mantena a las colonias, la influencia de la ilustracin, la revolucin francesa, la mala administracin de justicia e incluso el odio de los criollos a Espaa. Entre las segundas mencionan la expulsin de los Jesuitas ocurrida en 1767, la decadencia de la monarqua espaola, el monopolio comercial, la conspiracin de los tres Antonios, la antipata entre criollos y peninsulares, la independencia de los Estados Unidos de Amrica, el fracaso de la poltica del conde de Aranda, el intento de invasin de Buenos Aires por la Armada Inglesa, la invasin de Napolen a Espaa, etc. No compartimos la nomenclatura, estimamos que entre las causas de la independencia existen factores objetivos y factores subjetivos. Estos factores son variados y se empiezan a gestar en distintas pocas alcanzando muchos de ellos su madurez hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

I.- Decadencia de la monarqua espaola. Las reformas Borbnicas.Chile formaba parte del Imperio Espaol y por lo mismo lo que ocurriera con el Imperio y la Monarqua tena repercusiones en la Colonia. El monopolio comercial que mantena Espaa y el deseo de ingleses y franceses de comerciar con las colonias se haban expresado en el aumento del contrabando y en una ofensiva poltica y militar de Inglaterra y Francia, oblig a la monarqua espaola a otorgar una serie de concesiones a las potencias que la haban desplazado del control de los mares y a introducir reformas en su poltica colonial. Las concesiones de Espaa a Inglaterra y Francia fueron el resultado inmediato de sus sucesivos fracasos militares iniciados bajo el gobierno de Felipe II. La derrota sufrida en la guerra de los Treinta Aos (1618-1648), la sublevacin de Portugal, la independencia de Holanda y las prdidas experimentadas en sus guerras contra diversas potencias europeas, constituyen los principales acontecimientos de ese siglo XVII que marca el desplazamiento definitivo del imperio espaol por las pujantes y agresivas burguesas inglesa y francesa. Las derrotas de Espaa no hicieron ms que traducir en el terreno militar la crisis estructural que se vena manifestando en la pennsula desde fines del siglo XVI. El desarrollo de Espaa haba comenzado a

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estancarse, contribuyendo a ello la poltica errnea practicada por los Habsburgos. Al no favorecer el desarrollo de la industria manufacturera nacional con leyes proteccionistas, la monarqua espaola en su pretendido papel de rbitro entre las clases aplast a su propia burguesa comercial con medidas punitivas, como la expulsin de los judos y rabes y la represin a los comuneros de Castilla y a las Hermandades de Valencia, y sobre todo con la aplicacin de una poltica econmica metalista que condujo a utilizar los cargamentos de oro y plata indianos en la compra de productos manufacturados europeos. La revolucin de los precios producida por los metales preciosos provenientes de Amrica, desencaden un proceso inflacionista que afect seriamente a la industria artesanal espaola, ya debilitada por los elevados y numerosos impuestos al capital decretados por la monarqua. Los problemas insolutos de unidad nacional, la consolidacin del latifundio y la incapacidad de los reyes para impulsar un desarrollo industrial autnomo y un slido mercado interno, fueron las causas bsicas que provocaron la declinacin espaola. Por otra parte, los comerciantes extranjeros invadieron los mercados de la pennsula ibrica, acelerando la crisis de la industria espaola con productos ms baratos y de mejor calidad. Los capitalistas de Espaa dejaron de financiar nuevas industrias y se transformaron en intermediarios de los productos extranjeros que les proporcionaban momentneamente mayores ganancias y menores riesgos. Los banqueros y comerciantes alemanes e italianos, amparados por Carlos V y Felipe II, se apoderaron de importantes sectores de la economa espaola. La Casa de Contratacin de Sevilla, que diriga el monopolio comercial de las Indias, fue paulatinamente controlada por comerciantes extranjeros. A fines del siglo XVII, los franceses tenan fuertes intereses econmicos en Cdiz. Gran parte de los dividendos del monopolio comercial no quedaban en Espaa sino que se los adjudicaban los empresarios europeos que haban logrado una apreciable participacin en el abastecimiento de las colonias hispanoamericanas. Sancho de Moncada deca en 1610 que las nueve dcimas partes del comercio con las Indias eran cubiertas por mercaderas europeas. Otro espaol afirmaba en 1624 que las flotas para Amrica iban cargadas de productos extranjeros con rtulos espaoles. La supremaca de Inglaterra y Francia sobre Espaa, ganada primero en el terreno econmico, fue consolidada ms tarde en los campos de batalla. Los productos manufacturados de esas potencias llegaron al principio a las colonias hispanoamericanas por la va legal de Sevilla y Cdiz, que los importaban y revendan a las Indias, debido al retraso de la industria espaola, y despus por la va del contrabando y de las concesiones que debi hacer Espaa como consecuencia de sus derrotas militares. Las franquicias otorgadas por Espaa a las potencias vencedoras minaron las bases del monopolio comercial que haba establecido la monarqua en las colonias de Amrica Latina.

Las reformas borbnicas. La influencia del liberalismo. Las reformas introducidas en el siglo XVIII por los nuevos reyes de Espaa, descendientes de la casa real francesa de Borbn, constituyeron una tentativa limitada para superar la crisis del Imperio. Los reyes Borbones -Felipe V 1700-1746), Fernando VI (1746-1759) y especialmente, Carlos III (1759-1788)inspirados en el modelo francs y en la ideologa liberal, se rodearon de ministros y economistas liberales, como Alberoni, Jos Campillo y Coso, el marqus de la Ensenada, el conde de Floridablanca, Aranda, Jovellanos y Campomanes. Estos economistas, influenciados por el liberalismo econmico europeo, promovieron el desarrollo industrial, el comercio, la marina mercante nacional, la enseanza tcnica, etc., con la esperanza de colocar a Espaa a la altura de los tiempos.

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El "despotismo ilustrado", nombre dado por los historiadores a la concepcin poltica de la monarqua en el siglo XVIII, procur en Espaa resolver la crisis con medidas reformistas, tendientes a impulsar el desarrollo productivo capitalista. Estas reformas sin embargo, no significaron cambios de estructura en Espaa ni en las colonias. No hubo una reforma agraria que aumentando el poder adquisitivo de los campesinos permitiera crear un slido mercado interno. El latifundio sigui imperando en Espaa, como signo de atraso y de la incapacidad de llevar adelante la tarea de liquidar los semifeudales, etc. Carlos III trat de introducir algunos cambios en la agricultura, logrando disminuir el podero de los ganaderos de la Meseta, pero fue incapaz de liquidar el mayorazgo y la propiedad territorial concentrada en las manos de la Iglesia y la nobleza. La nueva poltica econmica procuraba fundamentalmente impulsar el desarrollo de la industria espaola y contrarrestar el contrabando colonial, que haba provocado a Espaa prdidas ms sensibles que los ataques de los corsarios y piratas. Estos dos objetivos estaban ntimamente ligados, puesto que la manera ms eficaz para combatir la penetracin inglesa y francesa en Amrica era entregar a las colonias artculos manufacturados espaoles en calidad y cantidad suficiente como para abastecer la demanda. En las colonias hispanoamericanas exista despus de dos siglos de colonizacin, un apreciable mercado para los productos industriales; se haba incrementado el poder de compra de la burguesa criolla, que los ingleses y franceses canalizaron a travs del contrabando. Los economistas liberales de los reyes borbones, convencidos de que la recuperacin de Espaa estaba en el fomento industrial, tenan pues a su disposicin un mercado seguro en Amrica. Como deca Campomanes, las colonias eran el mercado natural de las manufacturas espaolas. Las reformas borbnicas se tradujeron principalmente en una nueva legislacion comercial para las colonias hispanoamericanas. El sistema del puerto nico (Sevilla en Espaa-y Portobello en Amrica) y el de las flotas y galeones, imperante hasta el siglo XVII, fue reemplazado gradualmente por los "Navos de Registro", denominados as porque los comerciantes autorizados para el intercambio entre Espaa y Amrica deban "registrar" su permiso y cargamento de mercaderas ante las autoridades espaolas. En 1740, se permiti que los navos de registro dieran la vuelta por el Cabo de Hornos, lo que facilit el comercio directo de Chile con Espaa, sin intervencin el Virreynato del Per. En 1764 se estableci un servicio de correos martimo entre Espaa y sus colonias americanas. En 1765, varios puertos espaoles fueron autorizados para comerciar directamente con Centroamrica. En 1774, se ampliaron las franquicias para que las colonias pudieran comerciar entre s. Estas medidas culminaron en 1778 con la dictacin del "Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de Espaa en Indias". Se habilitaron 33 nuevos puertos para el comercio hispanoamericano, 13 en Espaa y 20 en Amrica, entre ellos Valparaso y Talcahuano. Estas medidas facilitaron la expansin del comercio espaol que de un total de 171 millones de francos en 1753, aument en 1800 a 638 millones. Si bien no puede hablarse en rigor de "libre comercio", ya que subsista para las colonias la prohibicin de comerciar con pases extranjeros, las reformas borbnicas condujeron a un aflojamiento de los lazos monoplicos comerciales que Espaa haba impuesto desde el siglo XVI. La nueva poltica comercial que se materializ en las reformas borbnicas tena por objeto fundamentalmente favorecer la economa de la metrpoli para beneficiar directamente a la industria espaola y para morigerar las prdidas que ocasionaba el contrabando de Inglaterra y Francia en Amrica. Las nuevas medidas de reorganizacin de la Administracin Pblica tendieron asimismo a fortalecer a la monarqua espaola. La creacin de la Casa de Moneda, en Chile, del Consulado de Comercio, la reforma del rgimen de Aduanas y la instauracin de un nuevo rgimen impositivo, expresado en el reemplazo de los recaudadores particulares por funcionarios pblicos para la cobranza de impuestos, como la alcabala y el almojarifazgo, constituyeron pasos importantes que tendan a un reforzamiento del poder colonial. Estas in-

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tenciones de la monarqua espaola no iban a tardar en entrar en contradiccin con los intereses de la burguesa criolla. Las nuevas disposiciones comerciales promovieron un aumento de la produccin y exportacin de materias primas en las colonias hispanoamericanas. En el Virreynato del Ro de la Plata, la exportacin de cueros subi de 150.000 unidades en 1778 a 1.400.000 anuales a partir de 1783. En Venezuela, hubo una sensible alza de la produccin de cacao y tabaco. En Cuba, se inicia el auge azucarero. La economa chilena experimenta un salto cualitativo en el siglo XVIII, a raz del creciente aumento de la produccin de oro, plata, cobre, trigo y sebo. Un informante de la poca, Jos de Cos Iriberri, comentaba en su "Memoria" de 1797 las ventajas que Chile haba obtenido con la implantacin del nuevo reglamento comercial: "Libre Chile por esta nueva disposicin de la dependencia de los comerciantes del Per, aunque no de los de Cdiz, extendi y sac un partido ms ventajoso en el cambio de sus granos, sebos, camos, cobres, curtidos, frutas secas..." El desarrollo econmico de la Colonia no surgi a raz de las reformas borbnicas, sino que era un proceso que vena en ascenso desde fines del siglo XVII Las medidas de los reyes borbones no hicieron ms que acelerarlo. Por otra parte, las reformas borbnicas provocaron serios trastornos a los comerciantes y perjuicios irreparables a la industria artesanal de la colonia. Los mercados hispanoamericanos se saturaron de mercaderas. Los comerciantes criollos no se oponan al "libre comercio sino al frecuente arribo de barcos cargados de manufacturas que no podan ser absorbidas por el mercado. Por ejemplo, el comerciante de Santiago, Francisco Javier Errzuriz, sealaba que "era conveniente mantener el Reglamento de 1778 en todas sus partes, pero disponiendo 'una libertad regulada y metdica' que consistira en que los navos, en lugar de venir en cualquier poca, fueran despachados de tres en tres aos". Otro comerciante de Chile, Domingo Daz de Salcedo y Muoz, protestaba porque "se halla el reino tan abastecido de las mercaderas de Europa que por no poder digerir su excesiva entrada se considera mortalmente enfermo el cuerpo poltico y con extrema necesidad de adietarle una larga convalecencia". Manuel de Salas en su "Representacin sobre el estado de la agricultura, industria y comercio de Chile", dirigida al Ministro Gardoqui en 1796, deca: "En vano se franquean los puertos y abaratan los precios, si la pennsula ni consume ms ni saca ms productos. Ni har otra cosa que cargar a este puerto de ms alimento que el que puede digerir; y en este sentido hace que Chile tenga ms comercio que el que necesita y puede sostener". El sector de la economa ms perjudicado por las reformas borbnicas fue la industria artesanal. En 1789, Daz de Salcedo afirmaba: "La provincia de Chilln y sus inmediaciones nos daban bayetas de mejor consistencia y duracin [ ... ] La misma provincia no slo nos daba los ponchos a todo el reino sino que se extraan en grandes cantidades para las provincias de Buenos Aires de que se originaba un ramo Productivo al pas que hoy se ve destruido absolutamente en cuanto a la extraccin. Las fraguas de Coquimbo no slo fabricaban las piezas de cobre tiles al reino sino, adems, era un ramo razonable de industria a favor de aquellos naturales y de este comercio para su extraccin. Los partidos de Putaendo, La Ligua y algunos parajes de los situados al sur entretenan a las mujeres con los tejidos de pellones que eran de uso general as en este reino como en las provincias ultramontanas, girndose adems con buenas porciones para Lima que los transportaba a los pases meridionales. Hoy todos estos ramos que componan la felicidad del reino en cuanto a inters y otros de menos cuanta se ven extremadamente abatidos aunque por diferentes causas, pero el mayor mvil es innegablemente la abundancia de los efectos de Europa que han inundado a estas provincias con el lujo" El creciente ingreso de mercaderas extranjeras produjo tambin la crisis de la industria de jarcias y cordobanes, que haban sido rubros importantes de la artesana criolla.

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Estos documentos demuestran cun equivocados estn los autores que sostienen que las reformas borbnicas favorecieron a la incipiente industria criolla. En rigor, las franquicias comerciales decretadas por estas reformas tendieron precisamente a lo contrario: inundar los mercados latinoamericanos de artculos elaborados por la industria espaola, los que al entrar en competencia con los modestos productos criollos provocaron el hundimiento de las pequeas industrias coloniales. La prohibicin de adquirir artculos de procedencia inglesa o francesa no era una medida proteccionista tendiente a favorecer a la industria artesanal criolla, como han sostenido algunos escritores, sino que pretenda asegurar el mercado hispanoamericano a la industria espaola. La burguesa criolla, afectada por algunas disposiciones de la nueva poltica comercial, hizo presente su protesta en varias oportunidades. Inclusive, los sectores ms favorecidos por las reformas borbnicas, como los terratenientes y mineros, que aumentaron sus ganancias con una mayor venta de sus productos, comenzaron a exigir nuevas rebajas y exenciones a sus productos de exportacin y a protestar por el aumento de los impuestos de alcabala y almojarifazgo. Si los reyes borbones tuvieron la intencin de mediatizar con sus reformas las protestas de los criollos para impedir un proceso revolucionario independentista, la aplicacin de sus medidas produjo un resultado opuesto. El relativo auge comercial del siglo XVIII acrecent las expectativas de la burguesa criolla. Las medidas de la monarqua espaola en lugar de atenuar el descontento de las colonias, sirvieron de acicate a las aspiraciones de los terratenientes, mineros y comerciantes criollos. Las reformas introducidas por los reyes borbones demuestran que la Colonia estaba perdida para Espaa mucho antes de 1810. II.- La intervencin de Napolen en Espaa: Un factor relevante en el desencadenamiento de la revolucin independentista en Amrica y Chile lo constituye la invasin de Napolen a Espaa. Hacia comienzos del Siglo XIX, Napolen, autoproclamado emperador de los franceses, dominaba toda Europa, con la excepcin de Inglaterra. La tctica para doblegar a Inglaterra y forzar su rendicin consisti en decretar un bloqueo que le impidiera importar alimentos lo que unido a la escasa produccin propia deba terminar con un derrota por el hambre. Este bloqueo fue acatado en toda Europa salvo en Portugal debido a que su economa dependa por completo del comercio con Inglaterra. Ante esto Napolen decide invadir Portugal y para ello solicita permiso para que un cuerpo expedicionario, al mando del Mariscal Junot, invadiese Portugal pasando por Espaa. El primer ministro espaol, Manuel Godoy, Prncipe de la paz, da su consentimiento para la invasin. Sin embargo, la expedicin resulta un fracaso, pues la corte portuguesa encabezada por el prncipe Regente Juan VI huye a Brasil y contina comerciando con Inglaterra, protegida por la flota inglesa. Con Juan VI vino la infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII. Paralelamente en Espaa el pueblo se ha rebelado en contra de Godoy y el rey Carlos IV es forzado a destituirlo. Las protestas y tumultos continan y la presin popular exige al propio rey abdicar a favor de su hijo mayor, el prncipe de Asturias, que asciende al trono mediante un verdadero Golpe de Estado, gobernando como Fernando VII. Napolen se aprovecha de esta situacin irregular y cita a ambos, padre e hijo, a una entrevista en la frontera francesa, en la localidad de Bayona. All, en un hecho que ha sido denominado como la comedia de Bayona, Napolen obliga a Fernando VII a devolver el trono a su padre, y a Carlos IV a cedrselo al mismo Napolen quien abdica a favor de Napolen. Al da siguiente Napolen cede la corona a su hermano mayor Jos Bonaparte quien con el ttulo de Jos 1 deba reinar en Espaa. El pueblo le bautiz con el mote de ".Pepe Botella" y se aprest a cerrarle el paso. Aunque las huestes de Junot, Soult y dems mariscales de

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Napolen arrasaron con gran parte de la resistencia popular, al cabo fueron detenidas por las fuerzas combinadas hispano-luso-inglesas, en diversas batallas, hasta la derrota definitiva de Bailn (1812); Pero, en el entretanto, haba que dar fundamento poltico a esa resistencia, Por la ausencia del rey segn interpretacin hecha de las 7 Partidas, el poder regresa al pueblo hasta que el monarca regresara al trono. Y por esta razn se comienzan a crear juntas de gobierno mientras estuviese cautivo el rey Fernando VII. Se comienza con una sola junta y ms tarde se constituye el consejo de regencia. El fundamento es, entonces, de origen medieval y radica en la Partida II, ttulo 15, ley 3. Todas las Juntas se renen en una Junta Central, la cual, desde Aranjuez, asumi la direccin del pas, en nombre del desposedo y cautivo Fernando VII, quien gozaba de la dual situacin de rey abdicante y regalado rehn, en Francia, y en Espaa de la de rey deseado, dueo del corazn de su pueblo, a travs de las Juntas peninsulares que combatan por l, pese a su cobarde desistimiento y entrega. Como se sabe, la Junta de Aranjuez tuvo que ir retrocediendo a medida que avanzaban los franceses, hasta refugiarse en la isla gaditana de Len, desde donde dirigi las postreras batallas por la nueva Reconquista espaola, esta vez no contra los moriscos, sino contra los franceses. La vida de las colonias se hizo muy difcil: a) Algunos, principalmente funcionarios espaoles, sostenan la tesis de que, en cumplimiento de la voluntad del rey, haba que seguirle obedeciendo, con las autoridades vigentes, sin cambio alguno, aunque, por cierto, sin entenderse con los apetitos dominadores de Francia; b) los criollos, en su mayora, defendan el mismo principio de fidelidad al rey legtimo, pero con una variante: siendo, en ausencia suya, nica autoridad hispnica la Junta Central, trocada despus en Consejo de Regencia, lo natural y conveniente era obedecerla, constituyendo, a su imagen y semejanza, Juntas en todos los ncleos centrales de Amrica, de acuerdo con las instrucciones de los emisarios de la Junta Central y aprovechando, ah donde ello fuere posible, la autoridad del virrey vigente, si no se opona por su voluntad o su desprestigio a los fines eminentemente blicos y renovadores de los juntistas; c) como la infanta Carlota Joaquina, hermana del cautivo Fernando VII, princesa espaola por tanto, aunque esposa del regente de Portugal Juan VI, se hallaba en libertad y en suelo americano (en Brasil), no falt un importante sector que sostena La legitimidad de sus derechos, con predominio sobre los de la Junta y los del abdicante Fernando, de suerte que haba que apoyarla, con lo que se beneficiaba enormemente la corona portuguesa, ya que lograba juntar bajo su gida todo el imperio colonial lusohispnico de Amrica; d) los menos fueron los partidarios de la intervencin francesa. Dado el sesgo de los acontecimientos, la actividad de los delegados de la Junta Central y el afn fidelista y autonomista de los criollos acab predominando la segunda de las corrientes apuntadas, la fidelista. Aunque como se ver muchos de los partidarios de constituir juntas lo vieron slo como un primer paso en el camino de la independencia poltica. De manera que la decadencia econmica y tambin poltica del imperio espaol que termina con la invasin napolenica constituyen dos factores fundamentales en estallido de la revolucin independentista. La historiografa tradicional cita adems otros hechos como causa de la revolucin. III.- La expulsin de los jesuitas como factor de la independencia. La expulsin de los jesuitas es uno de los antecedentes ms inmediatos y significativos de la revolucin americana. Por contradictorios modos, se entronca ntimamente con ella. Veamos cmo.

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El primer pas que procedi a eliminarlos de su territorio fue Portugal, bajo la inspiracin del marqus de Pombal, en 1759. Como sabemos, este ministro lleg a culparlos de intento de asesinato del rey, invocando, para justificar su denuncia, las afirmaciones en pro del regicidio atribuidas al P. Mariana. Tres aos despus (1762), bajo el reinado de Luis XV y por decisin de Choiseul, Francia sigui el ejemplo de Portugal. Cinco aos ms tarde, los jesuitas se vean excluidos tambin de Espaa y sus colonias. No contento con ello, Carlos III y su ministro el conde de Aranda gestionaron y obtuvieron, mediante amenazas y peticiones, que el Papa Clemente XIV, por la Encclica Domine ad Redemptor (1773), reviviendo viejos papeles, declarara extinguida la Orden que haba sido dos siglos antes, el ms vigoroso y eficaz instrumento de la Contrarreforma. Perseguidos as, prohibidos de vivir en tres naciones latinas y en todo un continente, los miembros de la Compaa se refugiaron en Italia y, cosa paradojal, a veces en Inglaterra, pas no catlico. Dejando de lado las acusaciones de tipo poltico que sobre ellos se dieron, nos interesan aqu los efectos de la expulsin sobre la etapa histrica que reseamos. Lo primero que se advierte es la solidaridad dentro de la Orden entre criollos y espaoles: ambos elementos eran jesuitas ante todo. Primaba, sobre cualquier aspecto, su condicin confesional. Cierto que el nmero de sacerdotes y novicios criollos era cuantioso. De toda suerte, pocos desertaron, y, antes bien, el destierro sirvi para aunar sentimientos, ajenos ya a los intereses de la Corona. La acusacin de los monarcas de Portugal, Francia y Espaa haba sido de tipo poltico. Los jesuitas, segn sus enemigos, trataban de constituir un Estado dentro del Estado. Sao Paulo, en Brasil; Canad, en la Amrica francesa; la colonia de Sacramento y Misiones, en la espaola, eran otros tantos baluartes de un poder casi independiente: el de la Compaa de Jess. Hablar de un "imperio jesutico" no era, por tanto, excesiva fantasa. Puestos ya en el exilio, los frailes y novicios de la Orden de Loyola duplicaron con la nostalgia sus sentimientos de rebelda y de protesta. Las ciudades italianas de Bolonia y Padua, Florencia, Massacarrara y Brgamo, cobijaron a la mayor parte de ellos. Connotados jesuitas escribieron all libros inolvidables sobre el reino natural americano. Y desde ah Juan Pablo Vizcardo y Guzmn, el egregio jesuita arequipeo, proyect su clebre Lettre aux espagnols amricains, (Carta a los espaoles americanos) aparecida en francs e ingls antes que en castellano, en 1799 en la que, aparte de sus protestas contra la expulsin de sus cofrades, dice: "El Nuevo Mundo es nuestra patria, y su historia es la nuestra". Adems escribi: "En honor de la humanidad y de nuestra nacin, ms vale pasar en silencio los horrores y violencias de ese otro comercio exclusivo, conocido en el Per bajo el nombre de Repartimiento"; a lo que agregara: La conservacin de los derechos naturales, y, sobre todo, de la libertad y la seguridad de las personas y los bienes es, sin duda, la piedra fundamental de cualquier sociedad humana`. La expulsin de los jesuitas signific, adems, un problema econmico, el que atribuyeron los partidarios de la Orden a la actitud del rey: nos referimos a las temporalidades, o sea a los bienes incautados que inmediatamente pasaron a ser propiedad del Estado, quien increment as sus riquezas. Los institutos de enseanza jesuticos fueron, a su vez, refundidos, bajo la direccin de elementos criollos adictos a las ideas enciclopedistas y favorecidos por el "despotismo ilustrado". Por su parte, en Chile, las escasas y espordicas misiones que los jesuitas haban enviado a la regin araucana, fueron prcticamente suspendidas por propia decisin de la Compaa en el ltimo siglo de la Colonia. El fiscal Jos Perfecto Salas, luego de una visita al sur, sealaba en 1751: "habiendo penetrado lo

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interior, i ms recndito de las tierras de los indios por el camino que llaman de los llanos, experiment que desde el ao 23 no ha internado sujeto alguno con el destino de predicar ni enseanza ni bautismo. Despus de haber experimentado el fracaso de sus misiones en la zona araucana, los jesuitas se repliegan a las regiones del centro de Chile, donde comienzan a desarrollar poderosas empresas econmicas. Abandonan progresivamente el "ideal misionero" por una actitud ms "realista" que les permite en el siglo XVIII un rpido acrecentamiento de bienes terrenales. Los jesuitas colaboran estrechamente con los gobernadores, prestando su asesora poltica y cultural, a cambio de lo cual piden a las autoridades mayores concesiones econmicas para sus actividades agrcolas, financieras y comerciales. Los primeros capitales acumulados por los jesuitas provinieron de diversas actividades. Sus misiones en las fronteras eran subvencionadas por el rey. La enseanza que impartan en sus colegios era pagada en dinero o en especies. Los diezmos proporcionaban una cantidad apreciable, a pesar de que los terratenientes hacan lo posible por eludir el pago de este impuesto. Un historiador de la Compaa de Jess, dice que "los diezmos del obispado de Santiago en 1752 produjeron veinticinco mil sesenta y siete pesos, y los de Concepcin once mil cuatrocientos diez y siete pesos y seis reales y medio". El monto de los diezmos fue aumentando progresivamente durante el siglo XVIII al comps del desarrollo econmico de la Colonia. Asimismo, las colectas, las reiteradas limosnas, las donaciones, el pago de los servicios por casamientos y honras fnebres, las herencias de algunos devotos que testaban gran parte de sus bienes a la Iglesia, constituyeron fuentes inestimables de capital que los jesuitas rpidamente invertan en nuevas empresas. A mediados del siglo XVIII, los jesuitas eran ya dueos de 59 haciendas: 12 en el distrito de Santiago, 2 en Melipilla, 6 en Quillota, 5 en Valparaso, 1 en Aconcagua, 3 en Colchagua, 2 en Talca, 2 en La Serena, 2 en Maule, 2 en Chilln, 11 en Concepcin, 9 en Rere y 2 en Arauco. Algunas de estas haciendas abarcaban 8.700 cuadras, como "La Compaa" en Rancagua; otras concentraban numerosas cabezas de ganado, como la de Longav, que tena 8.475 vacunos, 4.580 ovejas, adems de cabras, caballos y mulas. En las haciendas se producan los mejores vinos, aguardientes, frutas secas, carne salada o charqui y trigo para el comercio interno y de exportacin. El rendimiento de estas haciendas era superior al de los fundos de los terratenientes criollos porque disponan de mejores instrumentos tcnicos, numerosos canales de riego y abundante mano de obra ms estrechamente vigilada; en las haciendas de los jesuitas haba una mejor planificacin del trabajo y una mayor concentracin de inquilinos y peones indios y mestizos, adems de numerosos esclavos negros. Los jesuitas eran dueos de curtiembres, de fbricas de tinajas, botijas, cntaros y platos; de talleres de tejidos y muebles; de molinos y astilleros. Tambin eran propietarios de la fbrica de cal de La Calera que provea este material para las construcciones de Santiago, Valparaso y otras ciudades. Tenan numerosas propiedades urbanas, instalando negocios en algunas de ellas para la venta de sus productos. Barros Arana sostiene que "los jesuitas, no queriendo estar sujetos a las contingencias y dificultades de su venta a los especuladores del pas, construyeron bodegas en los puertos despachaban sus cargamentos al Per a cargo de un padre religioso de la misma orden, que haca esas negociaciones en Lima. Tomaron stas tal desarrollo y tan desordenado carcter de mercantilismo, que el Virrey Amat se crey en el deber de dictar una medida violenta, ordenando por auto de 8 de abril de 1768 que los procuradores de los jesuitas de Chile y de Quito se restituyesen a estos pases por la "agravante circunstancia que aaden los Padres procuradores en el srdido ejercicio del comercio o negociacin que pblicamente ejercen por las plazas, calles y mercados, con asombro del secularismo, en los almacenes de sus propias casas, visitando a todas horas, para las cobranzas, las tabernas, veleras, y las ms impuras oficinas, cuyo ejercicio es de la mayor indecencia" . Estas actividades comerciales de los jesuitas estaban exentas del pago de alcabala, almojarifazgo y otros impuestos, "de donde resultaba que llevaban una ventaja de 11,571 sobre el valor de los artculos, a todo

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productor o comerciante laico" El comercio en zonas apartadas, como Chilo, era tambin, controlado en gran parte por los jesuitas. John Byron, marino ingls que recorri Chile a mediados del siglo XVIII, relata que la mayor parte de las mercaderas del buque espaol que haba llegado a Chilo en ese momento "viene consignado a los jesuitas, que tienen ms indios empleados en su servicio que todos los dems habitantes juntos, monopolizando por consiguiente todo el comercio" El podero econmico alcanzado por los jesutas en Hispanoamrica, su monopolio cultural y su tendencia a inmiscuirse en las decisiones polticas, determinaron su cada. Los reyes borbones, imbuidos de la ideologa liberal dieciochesca y del concepto poltico de la preeminencia del Estado sobre la Iglesia, no estaban dispuestos a admitir la existencia de un poder, como el de los jesuitas, que haba invadido el campo, econmico y poltico, llegando en algunas regiones, como Paraguay, a cuestionar el poder civil y a constituir un embrin de Estado dentro de otro Estado. Desde el comienzo de la Conquista, la monarqua espaola se haba mostrado celosa defensora de sus prerrogativas, estableciendo el derecho de Patronato, segn el cual los reyes estaban facultados para nombrar las autoridades eclesisticas y otorgar el permiso correspondiente para la creacin de cualquiera iglesia o monasterio. En el siglo XVII, Solrzano Pereira reafirm la concepcin regalista, codificando las leyes que establecan los lmites de la actividad eclesistica; la obra Poltica Indiana de Solrzano, fue entonces incluida en el Index de los libros prohibidos. La preeminencia del Estado sobre la Iglesia fue manifiestamente acentuada por las monarquas absolutas de los Estados Modernos de Europa y, en particular, por el "despotismo ilustrado" de los reyes de la Casa de Borbn que gobernaban Espaa desde comienzos del siglo XVIII. Los ministros liberales de Carlos III, interesados en reforzar la autoridad real y preocupados de que sta pudiera resentirse en el caso de que se repitieran en otras colonias los arrestos autnomos de los jesuitas del Paraguay, decretaron la expulsin de esta orden en 1767. El conde de Aranda, amigo de Voltaire, aprovech errores cometidos por los jesuitas para expulsarlos bajo el pretexto de que propiciaban el regicidio y difundan doctrinas sediciosas. En Chile La expulsin fue cumplida en una noche en 1767, bajo el gobierno de Antonio de Guill y Gonzaga. (La Compaa sera restaurada por Po VII el 7 de agosto de 1814 en Roma, mediante la Bula Sollicitudo Omnium Ecclesiarum. El Rey de Espaa, Fernando VII, nieto de Carlos III les reinstaura el 27 de mayo de 1815. A Chile se autoriza su regreso en 1838, pero ste demora hasta 1858 por controversias acerca de las pretensiones de la Compaa de recuperar todos sus bienes confiscados cuestin rechazada por el gobierno nacional.) La expulsin de los jesuitas en Amrica no obedeci nicamente a razones polticas de Estado, sino tambin y principalmente a fuertes presiones econmicas de los comerciantes monopolistas espaoles y, en especial, de la burguesa criolla, cuyos intereses agrcolas, mineros y comerciales, comenzaron a verse afectados a mediados del siglo XVIII por la fuerte competencia de los jesuitas. Los terratenientes se vean enfrentados a un poder econmico que, con una mayor disponibilidad de capitales y tcnicos, haba montado empresas de mayor rendimiento y en condiciones de producir artculos ms baratos y de mejor calidad. Los comerciantes se sentan afectados porque los jesuitas, al quedar exentos de impuestos, como la alcabala y el almojarifazgo, podan exportar sus productos a precios ms bajos. La mayor preocupacin de la burguesa criolla provena del hecho de que los jesuitas haban comenzado a disputarle la mano de obra indgena y mestiza. Detrs de la expulsin de los jesuitas no estaban tampoco ausentes los apetitos de la burguesa criolla que vio en esta medida no slo la eliminacin del competidor econmico ms poderoso, sino tambin la posibilidad de posesionarse de las riquezas que haban acumulado los jesuitas. En efecto, decretada la

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expulsin de esta orden y puestas en remate sus haciendas, la burguesa criolla adquiri prestamente las mejores propiedades. Las consecuencias econmicas que produjo la expulsin de los jesuitas son innegables aunque transitorias y el retroceso experimentado por la agricultura y la industria artesanal fue superado cuando la burguesa criolla pudo habilitar para la produccin las propiedades de los jesuitas adquiridas en los remates. Las estadsticas demuestran un sensible aumento de la produccin agropecuaria y minera en los ltimos cincuenta aos de la Colonia, es decir, en el perodo en que ya hablan sido expulsados los jesuitas. Respecto de la repercusin poltica que produjo la expulsin de los jesuitas, algunos sostienen que stos alentaron el proceso de la Independencia. Los escasos jesuitas que actuaron en 1810 no constituyen una prueba decisiva para sostener que la Compaa de Jess, como institucin, haya participado en la lucha contra la monarqua espaola. Debe tomarse tambin en cuenta que el Rey Carlos III jams tuvo la intencin de romper con la Iglesia, dado que la medida adoptada contra los jesuitas contaba con la anuencia no explcita del Papado. La Iglesia sigui ejerciendo su tradicional influencia sobre la sociedad colonial y sostuvo una lucha enconada contra la Independencia. La expulsin de los jesuitas no signific de ningn modo la liquidacin de la Iglesia en la Colonia. Continuaron subsistiendo y desarrollndose el resto de las rdenes religiosas ms sumisas al Papado y a la monarqua; fueron expulsados 352 jesuitas en total; permanecieron en Chile 232 franciscanos, 120 dominicos, 17 agustinos, 160 mercedarios y 5 hospitalarios de San Juan de Dios. Estas rdenes conservaron sus propiedades, iniciaron nuevos negocios y vieron incrementado el monto de los diezmos. Segn Encina, los diezmos del obispado de Santiago "alcanzaron a $ 177.700 en 1808. Los del obispado de Concepcin era, aproximadamente, el tercio de los de la capital" Tres siglos de dominacin casi absoluta de la Iglesia sobre la sociedad, las costumbres, la moral, la educacin y, en gran medida, sobre la economa y la poltica colonial, brindaron a la Iglesia una oportunidad excepcional para demostrar su capacidad de construir un mundo acorde con los principios de "justicia social" proclamados por ella. Sin embargo, esta institucin, con tanto poder en sus manos como para transformar la atrasada sociedad hispanoamericana, contribuy en lo esencial a perpetuar el dominio espaol y la condicin colonial de los pueblos latinoamericanos, constituyndose en 1810 en uno de los principales baluartes de la contrarrevolucin.

IV.) La libertad de comercio, la poltica impositiva y otros factores econmicos. a) La lucha por la libertad de comercio, como hemos adelantado es uno de los factores coadyuvantes de la independencia. Las reformas borbnicas no significaron la abolicin definitiva del monopolio comercial. En 1799 fue derogado el permiso concedido a naves con bandera neutral para que pudieran comerciar con las colonias hispanoamericanas. Carlos IV cancel a principios del siglo XIX una serie de medidas reformistas. En 1810, el Consejo de Regencia de Cdiz reafirmaba su oposicin al libre comercio. La burguesa criolla aspiraba a mayores conquistas que las obtenidas en el Reglamento de 1778. Consciente de las ventajas adquiridas y de las perspectivas que se le abran para el futuro, la burguesa criolla no estaba dispuesta a conformarse con un "libre comercio" a medias.

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Del mismo modo que Manuel Belgrano en el Consulado de Buenos Aires planteaba las aspiraciones de los criollos, en Chile Manuel de Salas, de la Cruz y Juan Egaa, presentaron aunque tmidamente las reivindicaciones de la burguesa productora. Las ideas de estos autores maduraron al socaire de la poltica liberal de los ministros de Carlos III. Por eso, cuando Carlos IV cancela parte de las medidas reformistas, la burguesa criolla protesta y, en lugar de arredrarse, aumenta su prdica en favor de nuevas concesiones liberales. Las reformas borbnicas y su ulterior mediatizacin constituyen indicadores de un proceso irreversible gestado en la colonia desde mediados del siglo XVIII. Con todo no se puede pretender que la causa determinante de la Independencia latinoamericana fuera la libertad de comercio. Sealar el solo libre comercio como causa esencial sera incompleto, pues el comercio no produce bienes sino que moviliza objetos. La necesidad del libre comercio en Hispanoamrica se explica por la existencia de un grupo social, la burguesa criolla, que produca bienes, minerales, tejidos, productos agropecuarios que exportaba y que aspira a mayores exportaciones y a mejores precios. Sin la existencia activa de este grupo que procura realizar sus propios intereses, la consigna de libre comercio no habra sido causa suficiente de la Revolucin de 1810. b) La poltica impositiva Sin embargo, el libre comercio no era la nica reivindicacin de la burguesa criolla. Una de las exigencias ms sentidas por este grupo social era la rebaja de los impuestos y tributos establecidos por la monarqua espaola, especialmente a partir de 1776, fecha en que se aumentaron los derechos de aduana y alcabala (impuesto a la compraventa). Esta poltica impositiva de la corona desencaden fuertes movimientos de protesta en las colonias hispanoamericanas. En Chile, por ejemplo, en 1776, el contador Gonzlez Blanco quiso poner en prctica las disposiciones sobre el cobro de alcabala. "Cuando se leyeron en las plazas pblicas los bandos que disponan aquellas medidas, los vecinos se alborotaron y la ms viva conmocin se apoder del pas". Despus de varios meses de agitacin, el contador Gonzlez, amenazado de muerte, fue destinado a Potos. Al informar a las autoridades reales sobre estos sucesos, el gobernador interino de Chile, Alvarez de Acevedo, manifestaba: "Bien conozco, y creo firmemente que el movimiento y oposicin que manifest el pueblo en la ocasin referida, encontr apoyo, o tal vez, fomento en algunos particulares de la primera distincin, as porque lo dan a entender las circunstancias que se notaron en la serie de trmites de dicho acaecimiento, como porque habiendo sido por entonces comn la voz de que las muchas providencias del contador Gonzlez se enderezaban a gravar extraordinariamente los frutos de las haciendas; es muy regular que los dueos propietarios de ellas, en cuya clase se comprenden los ms principales vecinos de esta capital, y de todo el reino, y an los ministros que en aquella oportunidad componan la Real Audiencia a excepcin de don Jos Clemente Traslavia y don Melchor de Santiago Concha, mirasen sin enojo y algunos con complacencia las operaciones de la gente inferior que se dirigan a defender sus haciendas de dicho imaginado gravamen". Este prrafo demuestra que las autoridades espaolas no eran ignorantes que detrs de estas manifestaciones de protesta estaba la mano de la burguesa criolla, denominada nobleza por este documento oficial de la poca.

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c) La burguesa criolla protestaba, asimismo, por la salida de circulante, oro y plata, para Espaa. El traslado obligatorio de capitales a la metrpoli se hizo ms frecuente en los ltimos aos de la Colonia debido a la crisis de la corona espaola. Estos capitales eran recaudados por va de donativos y emprstitos. Entre 1793 y 1806, Chile envi al Rey 127.988 pesos en concepto de donativos; por el mismo rubro salieron 67.385 pesos entre 1801 y 1809. En 1804, la corona dispuso que se liquidaran las obras pas en Indias y que el capital se enviara a la pennsula; la Real Cdula de 26 de diciembre de 1804, promulgada por Carlos IV, ordenaba: "se procediese a la enajenacin i venta de los bienes races pertenecientes a las obras pas de cualquier clase que fuesen, que se vendiesen o rescatasen los censos, i que esos capitales fuesen trasladados a Espaa". Es evidente que tal medida lesionaba en forma directa los intereses de la burguesa criolla y por ello el Cabildo se opuso a esta medida alarmado por la reiterada salida de circulante. Una real cdula de 1805 impuso a la Capitana General de Chile un nuevo emprstito de 50.000 pesos que debi ser cubierto por el Consulado al declararse insolventes los criollos. En los aos de gobierno de Garca Carrasco se registra una nueva salida de capitales: entre 1808 y 1809 se envi a Espaa la cantidad de 144.000 pesos en plata y 84.186 pesos en oro. Una prueba de los motivos que indujeron a la burguesa criolla a liberarse de Espaa, la proporcionan las peticiones formuladas por los representantes americanos a las Cortes convocadas por la Junta Central espaola en 1809. All, los delegados chilenos, Fernndez Leiva y Miguel Riesco, plantearon como programa de los criollos la absoluta libertad de comercio, el fomento a la minera y la mitad de los puestos pblicos. Peticiones similares fueron planteadas por el "Catecismo Poltico-Cristiano como se ver ms adelante. Los motivos de las revoluciones se aprecian mejor por las medidas concretas adoptadas por el grupo triunfante que por las declaraciones formales. Como se ver, durante los primeros de su gobierno, la Primera Junta de Gobierno derog el impuesto del 11 1/2 por ciento a la plata, favoreciendo directamente a la burguesa minera. El 21 de febrero de 1811, la Junta promulga una de las leyes ms importantes para el pas. Esta ley, llamada de libre comercio, no slo aborda problemas de tipo comercial sino legisla sobre toda la produccin. El nombre de libre comercio ha inducido a muchos autores a estimar que esta ley favoreca exclusivamente a los comerciantes. En realidad, responda a las necesidades de los productores chilenos en su conjunto. No slo planteaba el libre comercio con todos los puertos extranjeros (art. 21), acordaba exenciones a la exportacin de sebo, charqui, trigo y productos de la minera, sino que tambin procuraba evitar el contrabando, proteger la industria casera nacional prohibiendo la importacin de artculos que compitieran con los productos del pas, como vinos, aguardientes, etc., y gravando las mercaderas extranjeras con un 50 % de aumento (art. 11). La ley trataba de fomentar la creacin de una marina mercante nacional, cobrando mayor porcentaje a las embarcaciones extranjeras que a las chilenas. Con el fomento a la marina mercante nacional, la burguesa criolla cumpla con una vieja aspiracin de romper el monopolio naviero que haban establecido los comerciantes peruanos. Asimismo, se resguardaban los intereses de los mineros al prohibir a los comerciantes extranjeros extraer oro y plata en pasta, en pia labrada o chafalona. Las principales reivindicaciones anheladas por la burguesa criolla estaban contempladas por esta ley al establecer una serie de exenciones tributarias a la exportacin de minerales, trigo, sebo y cueros. V.- Sera un error considerar las demandas de tipo econmico en forma aislada y separada del resto de las aspiraciones de la burguesa criolla. Lo que impulsa a la Revolucin de 1810 es el conjunto de reivindicaciones que presenta una burguesa dispuesta a tomar el poder, a autodeterminarse, a controlar no slo el poder econmico sino tambin el poder poltico, el aparato del Estado, nica garanta para el cumplimiento de sus aspiraciones generales de clase. La

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burguesa criolla se daba cuenta que el rgimen colonial le imposibilitaba el acceso al poder poltico que era la llave para abrir una nueva poltica econmica en su exclusivo beneficio. No basta sealar cuntos criollos hubo en los altos mandos del Ejrcito, la Iglesia y los puestos pblicos. Lo fundamental es que la burguesa criolla como tal no estaba en el poder. La estructura del Estado colonial le cerraba definitivamente el paso al poder. Los sectores criollos que encabezaron la lucha por la independencia no lo hicieron slo para conseguir solamente reivindicaciones econmicas transitorias, como el libre comercio o la rebaja de impuestos, sino para cambiar el rgimen poltico colonial y conquistar el aparato del Estado para ponerlo al servicio de los intereses concretos y especficos de su grupo y de los dems habitantes del pas. Controlar las instituciones estatales significaba para los criollos administrar el poder en su beneficio. Desplazados los espaoles, la distrbucin de las rentas de la Aduana y el Estanco quedaba en sus manos. No es por tanto casualidad que en el acta de la Primera Junta de Gobierno fuera declarada la igualdad de posibilidades para asumir un cargo entre peninsulares y criollos.

VI.- La independencia de Los Estados Unidos de Norteamrica como factor o causa de la independencia. La Independencia de los Estados Unidos en 1776 contribuy a crear una conciencia de cambio en la vanguardia poltica de los criollos latinoamericanos. La revolucin norteamericana demostr a la burguesa criolla la posibilidad de liberarse del yugo colonial, que era posible aprovecharse de la lucha entre las grandes potencias europeas y que era factible no slo tomar el poder sino conservarlo. El ex jesuta peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmn deca a fines del siglo XVIII: "el valor con que las colonias inglesas de Amrica han combatido por la libertad de que ahora gozan gloriosamente, cubre de vergenza nuestra indolencia". La rivalidad del Imperio Espaol con la Gran Bretaa haba conducido a Espaa a proporcionar ayuda a la independencia norteamericana en contra de Inglaterra. La corona espaola no iba a tardar en darse cuenta de este paso en falso. En 1779, los diarios ingleses anunciaban a Carlos III que las colonias latinoamericanas seguiran el ejemplo norteamericano.

VII.- Influencia del Liberalismo Poltico. Hemos analizado en parte el rol del liberalismo econmico en las medidas que la Casa de Borbn adopt para superar la etapa que denominamos de decadencia de la monarqua En Amrica, el liberalismo ejerci tambin influencia en la burguesa criolla. Esta utiliz a su manera y a la medida de sus intereses las ideas liberales el siglo XVIII. Los historiadores latinoamericanos del siglo diecinueve han exagerado la influencia de los enciclopedistas, de Rosseau, Voltaire y los tericos de la Revolucin Francesa. Como contrapartida, la mayora de los historiadores hispanfilos del presente siglo han negado dicha influencia, apoyndose en el desconocimiento de las obras liberales europeas que habran tenido la mayor parte de los criollos que impulsaron la Independencia. Las ideas liberales adoptadas por la burguesa criolla provenan no slo del iluminismo francs sino tambin del liberalismo espaol. Las medidas reformistas de los Borbones y de sus ministros masones, como el conde de Aranda, fueron asimiladas por los criollos y adaptadas a las aspiraciones de la burguesa nativa. Las ideas liberales de un Manuel Be1grano en el Consulado del Ro de la Plata o de un Manuel de Salas en la Capitana General de Chile, maduran bajo el alero de las reformas borbnicas.

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Esta ideologa liberal, adaptada a las necesidades de la burguesa criolla, era difusa todava a fines de la colonia; comenz expresndose en ciertas peticiones y reformas de carcter econmico. La formulacin poltica se fue generando sigilosamente a travs de grupos secretos animados por los jvenes criollos que viajaban a Europa. Es efectivo que eran pocos los criollos que conocan el pensamiento liberal europeo a travs de los libros pasados clandestinamente por las aduanas espaolas. Jos Antonio de Rojas "fue el primer chileno que adquiri y remiti a Chile la Enciclopedia de Diderot y DAlembert, las obras de Rousseau, de Montesquieu, de Helvecio, de Robertson, el Sistema de la naturaleza del baron de Ho1bach y cuantas por entonces removan hasta los cimientos los conceptos y dogmas polticos consagrados". En las tertulias santiaguinas los escasos libros no slo pasaban de mano en mano sino que eran motivo de prolongados comentarios. Estas ideas eran accesibles solamente a la lite criolla. Los sectores populares eran motivados a travs de los pasquines. Boleslao Lewin seala que "no existe una produccin poltica escrita tan expresiva y tan autnticamente popular, por su carcter intrnseco y la rapidez de su difusin, como la de los pasquines [ ... 1. Es realmente imposible creer que las ideas francesas o norteamericanas de libertad e independencia, en forma libresca, pudieran ejercer una influencia galvanizadora de carcter multitudinario. En cambio, los pasquines, redactados en un lenguaje accesible para todo el mundo y cuya sola aparicin significaba estado de rebelda.. ." VIII.- En Chile, un hecho destacado como manifestacin de los afanes independentistas de los criollos y que ha sido de algn modo minimizado por la historiografa tradicional es el episodio conocido como la conspiracin de los tres Antonios. Antonio Gramusset, Antonio Berney y Jos Antonio de Rojas. Varios historiadores chilenos, principalmente Encina, han subestimado este movimiento por -considerarlo un hecho casual y espordico, sin ninguna trascendencia en la "apacible siesta colonial". Sin embargo, no es por azar que la conspiracin de los tres Antonios se realiza en 1780, cuatro aos despus del motn santiaguino contra el estanco, en una poca de sucesivos conatos de rebelin criolla e indgena en Amrica Latina y de viajes clandestinos de jefes revolucionarios que aspiraban a coordinar un movimiento continental contra Espaa, como fue el caso de un tal "don Juan" quien segn la hiptesis de Boleslao Lewin pudo haber sido "un emisario de la conspiracin encabezada por Gramusset y Berney" Gramusset y Berney eran hombres impregnados de las ideas liberales de su tiempo y partidarios de las utopas sociales. Con el apoyo de Jos Antonio de Rojas, no por casualidad el criollo ms avanzado de la colonia, los franceses concibieron un plan para emancipar a Chile de Espaa, aprovechando la guerra que este Imperio sostena con Inglaterra. El proyecto de los tres Antonios iba ms all de un simple cambio poltico. La base del gobierno republicano que deseaban implantar estara constituida por un cuerpo colegiado nombrado por el pueblo en el que se inclua a los araucanos. Desapareceran las jerarquas sociales, abolindose de inmediato la esclavitud. Uno de los puntos ms notables del programa era la formulacin de un proyecto de reforma agraria que se expresaba en una redistribucin igualitaria de la tierra. Planteaba, asimismo el libre comercio con el mundo entero, inclusive los negros y los chinos, como parte de un plan universal de fraternidad entre los pueblos. Denunciados por el abogado Mariano Prez de Saravia, a quien los franceses haban comunicado sus aspiraciones libertaras, Berney y Gramusset fueron deportados de Chile en 1781, muriendo cinco aos ms tarde despus de haber soportado innumerables peripecias. Este suceso, caus gran preocupacin de las autoridades espaolas que expresaba su preocupacin de que el ejemplo emancipador no cundiera. La sentencia dictada por la Real Audiencia deca en uno de sus prrafos: "Contemplando en las actuales

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circunstancias poco ventajoso al servicio de S. M. la propalacin y publicacin de esta causa que, sobre ofrecer bastante materia a los reos para una defensa exclusiva de -la pena ordinaria, descubre y pone a los ojos de un pueblo leal y fiel al soberano un delito que dichosamente ignora; y siendo ms conforme a sana poltica y buen gobierno la conservacin de tan laudable ignorancia. Este episodio no es por cierto exclusivamente Chileno, sino que otros similares ocurrieron en la Amrica Espaola. (En Mjico, la conspiracin encabezada por Pedro de Portilla en 1799. En Nueva Granada, el intento independentista de Antonio Nario, fuertemente influenciado por la Revolucin Francesa. En 1797, la insurreccin venezolana dirigida por Jos Mara Espaa y Manuel Gual; y en 1805, el desembarco de Francisco Miranda. El historiador Boleslao Lewin registra varios intentos separatistas en Per, como el de un grupo de revolucionarios de mediados del siglo XVIII que acuerdan enviar a Europa un Comisionado para negociar con una corte europea la emancipacin de la colonia. En Quito, hubo en 1765 un intento de rebelin encabezado por el Dr. Espejo, quien haba llegado a concebir un plan de emancipacin conjunta de las colonias hispanoamericanas. Se produjeron numerosos casos de jefes revolucionarios que solicitaban ayuda a Inglaterra para llevar a cabo planes de liberacin de las colonias espaolas. Puede mencionarse al mejicano Francisco de Mendiola y al francs Duprs, quien bajo el seudnimo de M. de la Tour o Juan Antonio de Prado propona crear un futuro reino independiente con Per, Chile, el Tucumn y la Patagonia.)

GUIA N2 Los sucesos de 1810 en ChilePara analizar los sucesos acaecidos en Chile, debemos remontarnos dos aos antes, al ao 1808, el mismo en que se producen los acontecimientos de Espaa. A inicios de 1808 falleci el gobernador Luis Muoz de Guzmn. Para estos casos de muerte imprevista rega una Real Cdula dictada en 1806, que dispona que el mando deba recaer en el oficial activo del ejrcito que, teniendo un rango igual o superior al de coronel, fuese el ms antiguo en el territorio en cuestin. En caso de no existir tal oficial, deba ser entregado, siempre en forma interina, al regente de la Real Audiencia. El tribunal santiaguino se reuni de inmediato y procedi a entregar el mando a Juan Rodrguez Ballesteros, su regente, alegando que en la capital no exista ningn militar que cumpliese con los requisitos exigidos por la ley. Este hecho fue avalado por el cabildo de Santiago, el que procedi a reconocer, previo juramento, a Rodrguez. Sin embargo, la real cdula aludida no exiga que ese militar residiera en la capital y de hecho en Chile haba dos que cumplan las exigencias: Pedro Quijada, ya anciano, y Francisco Antonio Garca Carrasco, un ingeniero militar de poco destacada trayectoria. Juan Martnez de Rosas, un hbil abogado nacido en Mendoza cuando aquel territorio formaba parte del reino, y emparentado por la va matrimonial con la aristocracia de Concepcin, convenci al brigadier Garca Carrasco de hacer valer su derecho preferente al cargo. Este ltimo, valindose de su grado, convoc a una asamblea a los oficiales de los distintos cuerpos militares de Concepcin, donde resida por estar a cargo de la inspeccin de los fuertes de la frontera, quienes lo apoyaron con entusiasmo y decisin, hecho que se

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comunic a 1as autoridades capitalinas. Aunque se trat de poner dilacin, tanto a la Real Audiencia como al cabildo de Santiago y gobernador interino Rodrguez no les qued ms alternativa que aceptar el hecho, y as Garca Carrasco jur como gobernador interino en abril de 1808. Martnez de Rozas se desempeara como su secretario letrado. Sin embargo, la gestin de Garca Carrasco no fue exitosa y estuvo lleno de desaciertos cuyo origen se ha atribuido a su personalidad simple, falta de tacto social y poltico; pero que tambin se relacionan con la crisis que viva la monarqua la que, una vez iniciada, despert un profundo afn legalista que hizo que los criollos reclamaran sus derechos polticos. Puede decirse que el mayor desacierto de Garca Carrasco fue el no haber adoptado una posicin clara ante cuestin que desde 1808 empieza dividir a la sociedad: ausente el Rey, era legtimo o no conformar una junta de gobierno local? Poco tiempo despus de que asumiera el mando del reino, Garca Carrasco particip en los planes que condujeron al apresamiento de fragata inglesa Scorpion, capitaneada por Tristn Bunker, que se dedicaba al contrabando. l y algunos de sus hombres fueron asesinados en una emboscada preparada para apoderarse de las mercaderas que intentaba internar a Chile. Con rapidez, la nave y su cargamento fueron declarados como presa legtima, y repartidas las ganancias. Este hecho, y no la muerte de los ingleses, indign a gran parte de la sociedad santiaguina y a un grupo de funcionarios que decidieron actuar en defensa del patrimonio fiscal, el que con aquella declaracin resultaba defraudado. En el hecho estaba involucrado Martnez de Rozas y tambin se sospech que el propio gobernador haba alcanzado parte en el reparto del botn. Con ello arruin el poco prestigio que tena entre los aristcratas criollos. Su Secretario fue despedido retirndose a Concepcin. El gobernador cay bajo influencia de los antirreformistas, iniciando una serie de actos que le significaran el ms completo repudio de sus gobernados. Los peninsulares lo acusaron de carlotista, por recibir emisarios de la princesa Carlota Joaquina exiliada en Brasil y casada con el prncipe regente de la Corona portuguesa-,- quien pretenda asumir el gobierno mientras estuviese prisionero su hermano, Fernando VII. Garca Carrasco fue quedando cada vez ms aislado y sobre l recayeron todas las sospechas, situacin que se vea agravada por la falta de iniciativa en cuanto al problema crucial generado por la crisis poltica; es decir, la legitimidad de los gobiernos vigentes y la conveniencia de establecer una junta gubernativa. Aislado y sospechando de todos, el mandatario tom una serie de medidas represivas contra los criollos, y dando odo y credibilidad a cuanto rumor se generaba, dio orden de apresar a tres de los ms destacados miembros de la aristocracia santiaguina: Jos Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo Vera y Pintado, acusndolos de sedicin. La misma noche del 25 de mayo de 1810, cuando en Buenos Aires se constitua la junta de gobierno, los tres fueron trasladados a Valparaso para embarcarlos hacia Lima en el primer navo disponible, a fin de juzgarlos. Los criollos protestaron con violencia contra la medida. Este hecho unido al asunto de la Scorpion motivaron su cada. El Cabildo Abierto de Santiago, reunido en sesin de 16 de julio de 1810, acord deponerlo. As, siguiendo el orden de precedencia de la ordenanza militar indicada, asume el mando como gobernador interino, don Mateo de Toro y Zambrano el 17 de julio de 1810. En efecto, el Conde posea el ttulo honorfico de brigadier de los reales ejrcitos. El gobierno del Conde fue efmero, pues el anciano estaba muy deteriorado de salud y no controlaba el gobierno, tena a la sazn 84 aos y padeca de avanzada arteriosclerosis. El gobierno debi tomar la decisin de mandar o no diputados a Espaa, pero no era una decisin fcil, porque la mayora

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era partidaria de constituir una junta de gobierno propia, al igual que se haba hecho en Espaa. Se forman dos bandos; realistas (partidarios de aceptar el envo de diputados a Cdiz y de la autoridad de la monarqua) y juntistas (partidarios de nombrar una junta de gobierno de la misma forma que lo haba hecho la pennsula). El Cabildo Santiaguino, de mayora juntista sostena la necesidad de que el nuevo Gobernador convocase a Cabildo abierto. Sin embargo, la Real Audiencia, dominada por los realistas era contraria a ello, pues se opona a la creacin de un Gobierno Autnomo. Sus miembros eran partidarios de obedecer a las autoridades espaolas constituidas en la Pennsula o a las que se encontraban en Amrica y que haban sido nombradas con anterioridad a la crisis provocada por la prisin de Fernando VII. Durante estos das, el movimiento juntista, fue apoyado con la circulacin de algunos opsculos o pasquines de propaganda, entre los cuales podemos destacar: 1) El dilogo de los Porteros: Escrito de carcter polmico, en donde se justifica la necesidad de tener un gobierno propio, separado del corrupto orden poltico espaol. Fue redactado por Jos de Erazo, agustino. En parte de su texto indica: Sienten que por este motivo se haya aclarado que nosotros somos vasallos del rey de Espaa pero no de la Espaa sin su rey...juramos a Fernando y no a Jos ni a otro que ocupe violentamente el solio. 2) La proclama de Quirino Lemchez: Este escrito, en donde se denuncian los abusos cometidos por los espaoles y se llama a la proclamacin de la Junta, fue escrito por Fray Camilo Henrquez, cuyo acrstico es Quirino Lemchez. Circul en Santiago en enero del ao 1810. En ella sostendr Fray Camilo: A la participacin de esta suerte os llama, oh pueblo de Chile!, el inevitable curso de los sucesos. El antiguo rgimen se precipit en la nada de que haba salido, por los crmenes y los infortunios. Una superioridad en las artes del daar y los atentados, impusieron el yugo a estas provincias, y una superioridad de fuerza y de luces las ha librado de la opresin. Consigui al cabo el ministerio de Espaa llegar al trmino por que anhelaba tantos siglos: la disolucin de la monarqua. Los aristcratas que sin consultar la causa del desastrado monarca, lo vendieron vergonzosamente, y destituidos de toda autoridad legtima, cargados de la execracin pblica, se nombraron sucesores en la soberana que haban usurpado; las reliquias miserables de un pueblo, vasallo y esclavo como nosotros, a quienes o su situacin local o la poltica del vencedor no ha envuelto an en el trastorno universal; este resto dbil situado a ms de tres mil leguas de nuestro suelo, ha mostrado el audaz e impotente deseo de ser nuestro monarca, de continuar ejerciendo la tirana y heredar el poder que la imprudencia, la incapacidad y los desrdenes arrancaron de la dbil mano de la casa de Borbn. 3) El Catecismo Poltico Cristiano: Sin duda el ms importante de todos estos opsculos, firmado con el seudnimo de Jos Amor de la Patria. Pese a la tremenda importancia del documento que comentamos, conocemos relativamente pocos datos acerca de su autora. En efecto, el texto ha sido atribuido sucesivamente a: a) Juan Martnez de Rozas, hoy descartado como redactor debido a las escasas pruebas y diferencias de redaccin con sus escritos probados. b) Antonio Jos de Irisarri, a quien se le supone cercano a las ideas que contiene el catecismo, pero sin mayores pruebas. c) Jaime Zudaez, jurista altoperuano, que lleg a Chile recin un ao despus de difundido el

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documento. d) Bernardo de Vera y Pintado, descartado hoy por diferencias muy notorias en redaccin y estilo e) Manuel de Salas, descartado por ser contrario a las tesis que contiene el catecismo. f) Juan Egaa es asimismo eliminado por no encontrarse mencin alguna del escrito en su completsimo catlogo de obras. Se supone que circul previamente al Cabildo del 18 de septiembre de 1810. En dicho documento, redactado bajo la entonces universalmente popular frmula tradicional de los textos de instruccin religiosa se recomendaba y justificaba la formacin de una Junta de Gobierno, debido a la necesidad de resguardar los derechos de Fernando VII, mientras durase su cautiverio. Asimismo se insista en que era el mejor medio para lograr una mejor direccin de los asuntos polticos y administrativos que afectaban al reino. Veamos su texto:La instruccion de la juventud es una de las bases mas esenciales de la sociedad humana, sin ella los Pueblos son barbaros y esclavos, y cargan eternamente el duro yugo de la servidumbre y de las preocupaciones; pero a medida que los hombres se esclarecen conocen sus derechos y los del orden social, detestan la esclavitud, la tirana y el despotismo, aspiran a la noble livertad e independencia, y al fin lo consiguen con medidas savias y prudentes que hazen ilusorios los esfuerzos y las amenazas del interes y del egoismo de los usurpadores de la primitiva y divina autoridad de los Pueblos: He aqu lector benbolo, el objeto de este pequeo catecismo que reducir a preguntas y respuestas, claras, sencillas y precisas perceptibles y de fcil inteligencia para los nios de todas edades y condiciones: Si la juventud se instruye en principios evidentes por s mismos, que tanto interesan a su felicidad presente y a la de toda su posteridad: esta ser la gloriosa recompensa que yo exija de este pequeo travajo. Vale. Pregunta.-Cuntas especies hai de goviernos, quales son, y en qu consisten? Respuesta.-El primero y principal de todos es el que tiene el supremo autor de la naturaleza sobre esta gran maquina del Universo que ha salido de su mano omnipotente: l la dirije y la mantiene en este concierto admirable que espanta al filsofo: l cuida de los negocios humanos: el forma, eleva, abate, o destruye los grandes imperios con solo un acto de su voluntad soberana, concurriendo a todo esto como causa primera y universal, y dejando obrar a las causas segundas que son las inmediatas de todos los sucesos humanos. Entre las miserables mortales hai tres especies de goviernos principales, a los cuales se pueden reducir todos los demas. El Monrquico, que es el govierno de un solo hombre de la misma estraccion y origen que los demas, de la misma forma, de la misma figura, esencia y substancia, sujeto a las mismas miserias y debilidades, el qual se llama Rei, Emperador o Cesar: este govierno se llama moderado, y el que lo obtiene deve proceder y obrar con arreglo a las leyes y a la constitucion del estado; pero no siempre es este el caso. El despotico, que es el oprobio y la berguenza de la humanidad oprimida y envilecida, es el govierno de un solo hombre que manda sin otra regla que su voluntad y capricho, y que no tiene freno que lo contenga en sus excesos y estravos. El Republicano, que es el govierno de un cuerpo, colegio, cenado o congreso, cuyos individuos sirven a cierto tiempo, elegidos por los Pueblos. El govierno Republicano es de dos maneras: o Aristocrtico, en que solo mandan los nobles y optimatos, o Democrtico, en que manda todo el Pueblo por s, por medio de sus Representantes o Diputados, como es preciso que suceda en los grandes estados.

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Hai otros goviernos que se llaman mixtos, son los que participan de la Monarqua, Aristocracia o Democracia, cual es el de la Inglaterra, y han sido muchos. P.-Cul de estos goviernos es el mejor para que los hombres sean libres y felices? R.-El govierno desptico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten. El govierno Monrquico o de un Rey que obedece a la lei y a la constitucion es un yugo menos pesado; pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sbio autor de la naturaleza, el Dios Omnipotente, Padre compasivo de todos los hombres, lo reprob como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el cap. 8 del lib. 1. de los Reyes, por las fundadas y solidas razones que all espuso su infinita sabidura, cuya verdad nos ha hecho conocer la esperiencia de todos los siglos mui a pesar nuestro, y de todos los mortales. El govierno republicano, el Democrtico en que manda el Pueblo por medio de sus representantes o Diputados que elige, es el nico que conserva la dignidad y magestad del Pueblo: es el que mas acerca, y el que menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios Omnipotente; es el mnos espuesto a los horrores de despotismo, y de la arbitrariedad; es el mas suave, el mas moderado, el mas libre, y es, por consiguiente, el mejor para hacer felices a los vivientes racionales. P.-Cules son los inconvenientes del govierno Monrquico o de un Rey, pues deven de ser mui considerables, supuesto que lo ha reprobado el mismo Dios? R.-El govierno Monrquico, si es electivo, tiene el peculiar inconveniente de que espone y sujeta al estado a grandes y violentas conbulsiones en la eleccion del rey, en que se trata de un grande interes duradero por vida. Si es hereditario, como en Espaa y en las demas monarquas de Europa, los inconvenientes son mucho mayores. El Prncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas. En las Monarquias el Rey es el todo, y los demas hombres son nada: son sus Esclavos, como dijo Dios mismo en el v. 17 del lib. y cap. citados de la Sabidura: El Rey se hace llamar el amo, y exije que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exije contribuciones a su arvitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro pblico en vanas obstentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran mas por los intereses de sus familias que por los de la nasion, y por ellas emprenden guerras ruinosas en que hazen degollar millares de los infelices mortales; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen despotas inhumanos. Los Reyes miran y tratan a los demas hombres, sus iguales, como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta. Pretenden que aunque sean unos tiranos, deven los hombres dejarse degollar como corderos, y sin derecho para reclamar ni para oponerse. Los Reyes forman las leyes, y con ellas autorizan estas estrabagancias y otras muchas semejantes en ruina y oprobio de los oprimidos mortales. P.-Y cules son las ventajas del govierno Republicano?

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R.-En las Republicas el Pueblo es el soberano: el Pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad, y conveniencia: sus Delegados, sus Diputados o Representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien con sus deveres, el Pueblo los depone y nombra en su lugar otros que correspondan mejor a su confianza. P.-Y no hai en las monarquas algun arvitrio para contener a los Reyes en los lmites de su prerrogativa, y que no abusen de la constitucion? Este es el empleo que tenian en Esparta los Ephoros; en Aragon el gran Juez o Justicia, y el privilegio de la union, o de confederarse contra el soberano; en Creta la insurreccion; en Inglaterra los Parlamentos, y en Espaa las Cortes. R.-Los reyes confieren todos los empleos, y dispensan las gracias: disponen del tesoro pblico a su arvitrio, y tienen a su disposicion los exercitos y la fuerza. Con tan irresistibles medios pueden burlarse y se han burlado siempre de todos los obstculos que los Pueblos oprimidos han querido oponer a su despotismo. Cleomenes hizo matar a los Ephoros en Esparta, y se hizo dspota. Pedro 4 aboli el privilejio de la union en Aragon con la fuerza de sus armas, y sus sucesores estinguieron el oficio de Justicia. Los reyes de Creta aniquilaron el derecho de la insurreccion. En Inglaterra Enrique 8, se sirvi de los mismos parlamentos abatidos y degradados, como de instrumentos de su tirana, y Cromwell los atropell. En Espaa los Reyes destruyeron las Cortes, aniquilaron la antigua constitucion, y establecieron el despotismo en las las ruinas de la libertad

Es muy importante destacar que en esta etapa inicial ningn hombre pblico habla de Independencia o siquiera de Autonoma respecto del Rey. Realistas y Juntistas competan entre s para protestar su mayor lealtad al monarca cautivo. En privado solo muy pocos juntistas se atrevan a hablar en susurros de la emancipacin. Ambos bandos trataban de influir en el Conde. Finalmente el Conde es convencido de convocar al Cabildo Abierto para acordar cul era la forma de gobierno que ms convena al Reino de Chile. El Cabildo se rene el da 18 de Septiembre de 1810 en el saln del Tribunal del Consulado. Los juntitas dispusieron tropas rodeando el edificio con el objeto de impedir el acceso de los que no estuvieran invitados. As, al Cabildo asisten 437 vecinos, de los cuales slo 14 son realistas. Ante el Cabildo el Conde declara Aqu est el bastn, disponed de l, entregando el poder, en seguida tom la palabra el secretario del Gobernador, don Jos Gregorio Argomedo, quien expuso las razones de la convocatoria y los mritos del gobernador al desprenderse de todo poder a favor del pueblo, quien tena la responsabilidad de pronunciarse sobre el arreglo del gobierno. Enseguida intervino el procurador del Cabildo, don Jos Miguel Infante, formulando argumentaciones a fin de justificar la existencia de la Junta de Gobierno. En el hecho la discusin fue dirigida por l, debido al estado de debilidad del Conde. Los pocos realistas que se encontraban presentes intentaron exponer sus objeciones. As habl don Manuel Manso y don Santos Izquierdo, pero ambos fueron acallados y debieron retirarse del saln debido a los insultos, gritos y pullas de los dems cabildantes. Finalmente y despus de un acalorado debate se acord el nombramiento de una Junta de Gobierno que gobernase mientras durase el cautiverio del bienamado Fernando VII. Para ello se tuvieron los siguientes fundamentos. El gran intelectual chileno de la poca, don Manuel de Salas, lo expresara con total claridad: 1. Las provincias o reynos de Indias pertenecan a la corona espaola y no al pueblo o Estado espaol y por lo tanto no deban por qu obedecer al Consejo de Regencia que slo representaba a los peninsulares. El fundamento original del argumento es la primera bula Intercaetera del Papa Alejandro VI que dona las Indias a los Reyes de Castilla y sus herederos y sucesores, no al Estado espaol.

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2. Las viejas leyes espaolas nos indicaban la forma de crear organismos de gobierno en ausencia del rey y las mismas provincias de Espaa haban dado el ejemplo estableciendo juntas. 3.Cautivo el rey el poder vuelve al pueblo y este poda formar un gobierno provisorio hasta el regreso del monarca: Los reyes vienen de Dios por mano del pueblo y para bien del pueblo, ...estos mismos reyes dispusieron que, cuando no tuviesen tiempo de nombrar (en caso de ausencia o minora de edad del sucesor), o no pudieran hacerlo por muerte, enfermedad, etc., se juntasen los principales y eligiesen cinco o tres sujetos formales para que gobernasen...que en sustancia es lo propio que volver el pueblo a hacer lo que hizo al principio y nombrar quien lo gobierne nterin crece, sana o vuelve el que nombr para que gobernase en propiedad. Partida II, ttulo 15, ley 3. El argumento parece perfectamente coherente, pero se suele olvidar que la ley de las Partidas que se cita en abono de la tesis juntista fue establecida en verdad para otra cosa: las juntas son creadas por la legislacin alfonsina para el caso de la minoridad del rey cuando el rey difunto no ha sealado una regencia designada. El cabildo nombr a los miembros de la Junta por aclamacin. Solo dos vocales fueron elegidos por votacin (Don Francisco Javier Reyna y don Juan Enrique Rosales). En su obra, Fray Melchor Martnez denuncia este exceso: Sigui la misma aclamacin y gritera... hasta aqu todo fue por aclamacin y vivas que se repetan y tributaban a cada uno de los electos. La Junta deba gobernar en representacin de Fernando VII y mientras este monarca permaneciera lejos del trono que legtimamente le perteneca. Con ello se manifestaba la adhesin de todos los presentes a la Monarqua. El juramento que presentaron rezaba: Puestas las manos sobre los Santos Evangelios, juraron a Dios Nuestro Seor usar fielmente del cargo para el cual haban sido elegidos, derramar la ltima gota de su sangre en defensa del reino, propender con todo empeo a conservarlo para nuestro amado monarca Fernando VII y seguro asilo de nuestros amados hermanos europeos; obedecer siempre a los legtimos representantes de la soberana y proporcionar el mayor bien posible a todos los habitantes del reino. En cuanto a los miembros de la Junta se trata de criollos y dirigentes que en general pertenecan a la generacin de mayor edad. Tanto el Conde como el Obispo eran personas envejecidas y salvo Martnez de Rozas, los dems vocales eran gente poco dada al protagonismo que las circunstancias requeran. Esto provoc que el poder se concentrara en Rozas y que ms tarde, Carrera, miembro de una generacin mucho ms joven y completamente distinto a sus mayores, no tuviera problemas para deponer a la Junta.

GUIA N3 La Patria Vieja.El perodo que va entre la instalacin de la Primera Junta Nacional y el desastre de Rancagua se conoce tradicionalmente como la Patria Vieja.Sin embargo, el desarrollo del movimiento que culmina con la independencia poltica de Chile constituye un proceso ininterrumpido que abarca la dcada de 1810 a 1820. En estos diez aos, suceden

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importantes fenmenos de accin y reaccin y de lucha de tendencias contradictorias que nos conducen a delimitar etapas o perodos, a condicin de no olvidar que se trata de un solo proceso histrico global. La clasificacin tradicional de Patria Vieja, Reconquista y Patria Nueva, responde a la necesidad de delimitar etapas pero no significa en caso alguno que exista una discontinuidad en el proceso histrico. La Patria Vieja es un periodo de avances vacilantes en pos del ideario de independencia y sus sucesos son a menudo contradictorios. En este lapso podemos distinguir distintas etapas: a) un primer perodo desde septiembre de 1810 (la primera junta) al golpe carrerino de noviembre de 1811, caracterizado por un curso moderado de la burguesa criolla que no se decide a romper abiertamente con la corona espaola. b) segundo perodo, de noviembre de 1811 al desastre de Rancagua, caracterizado por las medidas ms concretas hacia la independencia poltica que adopta el sector criollo encabezado por los Carrera. A. LA PRIMERA JUNTA NACIONAL DE GOBIERNO: Como dijimos este perodo transcurri desde la Primera Junta de Gobierno de septiembre de 1810 hasta el advenimiento de Jos Miguel Carrera al poder estuvo caracterizado por una orientacin moderada y reformista de la burguesa criolla, an vacilante para provocar una ruptura definitiva con Espaa. Es importante sealar que el gobierno de la Junta no fue dirigido por el anciano Conde de la Conquista, quien falleci al poco tiempo de haberse instalado sta, ni tampoco por el Vicepresidente, el obispo Martnez de Aldunate, quien igualmente muri poco despus. El mando efectivo del reino recay as en el vocal de la Junta, don Juan Martnez de Rozas, el lder indiscutido de la provincia de Penco o Concepcin en Santiago. As las cosas se considera a Rozas como el precursor del ideal de Independencia, no obstante que durante este perodo no se haya empleado pblicamente tal trmino e incluso en el mbito privado era empleado en reducidos crculos ilustrados y radicales. Las medidas que adopta esta primera junta son expresin de los intereses que movan a los criollos a separarse de Espaa.

1.- Establece la igualdad ante el acceso a los cargos pblicos de peninsulares y criollos. 2.- Crea un ejrcito de milicia, que eran personas civiles que cumplan funciones militares por las cuales reciban una modesta asignacin. Uno de los primeros choques entre los miembros de la Junta se suscit a raz de estas medidas de organizacin militar. Mientras un grupo dirigido por Martnez de Rozas y Juan Enrique Rosales procuraba crear el ejrcito nacional para enfrentar un eventual golpe militar de la reaccin espaola, el otro representada por Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, Ignacio de la Carrera y los espaoles Mrquez de la Plata y el coronel Reina, se opona a esa iniciativa. Sin embargo, la necesidad del ejrcito nacional se hizo patente a raz del motn -del 19 de abril de 1811, dirigido por el coronel Toms Figueroa y alentado por la Real Audiencia. Las tendencias de la burguesa criolla volvieron a chocar al discutirse el alcance de las penas que merecan los participantes en el frustrado golpe militar espaol. Martnez de Rozas logr imponer su criterio

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en la Junta, a pesar de la fuerte oposicin del sector ms moderado o realista que se negaba a tomar medidas drsticas contra los sediciosos. 3.-Decreta la libertad de comercio. La promulgacin de la medida ms importante adoptada por la Primera Junta, la ley de libre comercio, suscit tambin una ardua discusin entre las fracciones polticas representadas en la Junta. Despus de cuatro meses de intensos debates, Martnez de Rozas logr su aprobacin el 21 de febrero de 1811. El ala ms moderada de la Junta se opona no porque fuera en detrimento de sus intereses, sino por el temor a la reaccin espaola ante esta medida de trascendental importancia que terminaba definitivamente con el monopolio comercial espaol. (una disputa con la metrpoli poda significar perder el mercado peruano para el trigo chileno). En realidad, el decreto de 1811 no slo adopt resoluciones sobre libre comercio, sino que fue el primer intento de plantear una poltica econmica general en la que adverta sobre los peligros del libre comercio y se tomaban medidas proteccionistas para la incipiente industria artesanal criolla. En el plan propuesto por Juan Egaa a la Primera Junta, se manifestaba que el comercio libre puede "impedir la industria nacional, y aunque casi ninguna tenemos, debemos procurarla de todos modos". Uno de los veinticinco artculos del decreto de libre comercio de 1811, prohiba la introduccin de vinos y aguardientes extranjeros que hicieran competencia con los que se producan en el pas; se prohibi, asimismo, la entrada de tabaco y naipes para garantizar el estanco de estos productos que constituan casi la tercera parte de los ingresos fiscales. Las mercaderas extranjeras, deca el artculo 11, "pagarn por derechos reales sobre precios de reglamento el 28%, el 1,5 de subvencin y el 0.5% de avera". El fomento de la marina mercante nacional fue otra de las preocupaciones de este decreto al sealar que las embarcaciones chilenas pagaran solamente el 12% contra el 22% de las extranjeras, las que inclusive deberan llevar dos tercios de tripulacin chilena. El artculo 17 protega la produccin minera nacional al establecer que "las embarcaciones extranjeras no podrn extraer el oro o plata en pasta, en pia labrada o chafalona, ni los reales, pesetas y cuartos del nuevo cuo aunque se les permita extraer los doblones y pesos fuertes, pagando por el oro -el 2,5 de derecho y el 5% por la plata. Otro de los artculos se preocupaba de eliminar el contrabando, impidiendo la internacin de productos por otros puertos que no fueran Valparaso, Coquimbo, Talcahuano y Valdivia. De este modo, la burguesa criolla, que se haba desarrollado al socaire del contrabando, fue la ms interesada en desterrarlo una vez que lleg al poder. Se prohiba a los buques extranjeros introducir mercaderas por otras zonas "por s ni por terceras manos"; tampoco se les permita venderlas al por menor, sino por "facturas, tercios, barricas i fardos", medida qu tena por objeto favorecer a los comerciantes Criollos que trabajaban con el mercado interno. Finalmente, el artculo 21 sealaba que "los habitantes del pas podrn hacer por s el comercio libre en todos los puertos extranjeros del globo pertenecientes a potencias aliadas o neutrales". Uno de los aspectos fundamentales del decreto de 1811 para la burguesa criolla era el referente a las exenciones establecidas para la exportacin de minerales, sebo, trigo y dems productos, comprendidos con disimulo en un etc.". 4.- Establece relaciones con la junta de Buenos Aires.

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Posiciones divergentes enfrentaron tambin a estas dos alas polticas en el problema de las relaciones con la Junta de Buenos Aires. Martnez de Rozas foment la alianza con esta Junta no porque, fuera cuyano de nacimiento como podra pensarse, sino porque comprenda que la ayuda recproca era decisiva para enfrentar los ejrcitos espaoles del Per y de la Banda Oriental. El ala ms moderada temerosa de verse arrastrada a una guerra en la que poda perder el mercado triguero del Per, lleg a negar, con el apoyo del Cabildo, la ayuda a la junta bonaerense, en instantes en que era inminente la invasin espaola desde Montevideo, comandada por Francisco Javier Elo, el hombre que precisamente Espaa haba designado para la Capitana General de Chile. Los partidarios de Martnez de Rozas lograron el apoyo de un importante sector criollo: "ciento quince individuos, entre los cuales se contaban algunas personas acaudaladas y prestigiosas, hicieron una representacin a la Junta en que recordndole la conveniencia de mantener y de estrechar la alianza con Buenos Aires, le pedan no slo que se le enviara el auxilio prometido, sino que se reprendiese severamente a cualquier contradictor de esa medida'. El delegado argentino en Chile, Antonio Alvarez Jonte, manifestaba en aquella oportunidad que "esos gobiernos deban estrechar sus relaciones, mantenerse unidos, auxiliarse mutuamente para resistir los esfuerzos con que el virrey del Per trataba de restablecer el rgimen antiguo en Chile y en Buenos Aires. Deban, por tanto, hacer de comn acuerdo la paz y la guerra, y de acuerdo tambin celebrar con los extranjeros pactos comerciales y polticos que ms interesan a estos pases". La relacin con Buenos Aires no tena solamente un carcter poltico militar para enfrentar la invasin espaola, sino tambin un objetivo econmico: aumentar la exportacin de cobre chileno a Buenos Aires a cambio de liberar de aranceles la importacin de yerba mate.

5.- Convoca al Primer Congreso Nacional, que tuvo por objeto elegir diputados que representaran a todo el