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Iglesia Ortodoxa La Iglesia Ortodoxa incluye la Iglesia Ortodoxa Griega, las Iglesias Orientales Ortodoxas y la Iglesia Asiria Oriental, con una membresía combinada de más de 240 millones de miembros bautizados. [ ] Aseguran una sucesión apostólica desde los tiempos de Jesús. Su organización está constituida por varias iglesias autocéfalas, que reconocen la auto- ridad, meramente simbólica, de acuerdo al patriarcado que correspondan . Antes del Edicto de Milán, el cristianismo primitivo era un movimiento ilegal, el cual muchos consideraban antisocial y ateo debido a que rehusaban realizar actividades religiosas paganas que se pensaba aplacaban a los dioses, convirtién- dose en una amenaza para la sociedad. Según Tertuliano, "Los cristianos tienen la culpa de todo desastre público y toda desgracia que sobreviene al pueblo. Si el Tíber sube hasta los muros, si el Nilo no sube e inunda los campos, si el cielo retiene la lluvia, si hay un terremoto o hambre o plaga, enseguida surge el clamor: '¡Los cristianos a los leones!'". Además de los motivos religiosos, también existen motivos políticos. Muchos emperadores se deificaban a sí mismos y exigían a los súbditos de su imperio el que adoraran sus estatuas colocadas en las plazas de las ciudades; igualmente exigían se les dirigiera como hijos de dioses y señor de señores. Los cristianos se negaban a realizar estos actos, debido a que para ellos era herético decirle hijo de Dios a otro que no fuera Jesucristo, lo mismo que señor de señores, al igual que la adoración de estatuas. Por ello, los cristianos solían ser vistos como renegados políticos que iban contra el status quo establecido, lo que propiciaba también sus persecuciones. A través de su historia, el cristianismo ha pasado por numerosas divisiones gene- rando diversas sectas con creencias y tradiciones pro- pias que varían de acuerdo a la cultura y el lugar. Estas amplias divisiones, a su vez, no son homogéneas. Por el contrario, algunas ramas poseen amplios desacuerdos y en otros casos la división omite sim- patías existentes. Desde la Reforma, el cristianismo se representa normalmente como dividido en tres ramas principales: Catolicismo Con poco más de mil mi- llones de miembros bauti- zados, esta categoría incluye a la Iglesia Católi- ca Apostólica Romana, con fieles de tradición latina y otras comunida- des católicas orientales. Tienen como común de- nominador el reconocer la autoridad del Papa y una marcada estructura orga- nizacional. Protestantismo El protestantismo incluye numerosas denominaciones y doctrinas como: anglicanismo, luteranismo, Bautistas, metodismo, adventismo y pentecostalismo, los que des- cienden, directa o indirectamente, de la Iglesia Católica debido a la Reforma protestante del siglo XVI. En la ac- tualidad, la corriente evangélica y fundamentalistas ase- guran basarse sólo en la Biblia, y no por los dogmas esta- blecidos por la Iglesia Católica. Esto ha provocado cierto grado de unión entre las diferentes ramas de cristianismo protestante, y ha creado una nueva generación de cre- yentes, los cuales no se identifican con ningún credo en particular, sino que simplemente se llaman "cristianos", aunque su origen proviene del protestantismo surgido del cisma provocado de la reforma iniciada por Martín Lutero. El total a través del mundo es de más de 600 millones de personas. HISTORIA DE LA IGLESIA RAMAS

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Iglesia Ortodoxa La Iglesia Ortodoxa incluye la Iglesia Ortodoxa Griega, las Iglesias Orientales Ortodoxas y la Iglesia Asiria Oriental, con una membresía combinada de más de 240 millones de miembros bautizados.[ ]Aseguran una sucesión apostólica desde los tiempos de Jesús. Su organización está constituida por varias iglesias autocéfalas, que reconocen la auto-ridad, meramente simbólica, de acuerdo al patriarcado que correspondan.

Antes del Edicto de Milán, el cristianismo primitivo era un movimiento ilegal, el cual muchos consideraban antisocial

y ateo debido a que rehusaban realizar actividades religiosas paganas que se pensaba aplacaban a los dioses, convirtién-

dose en una amenaza para la sociedad. Según Tertuliano, "Los cristianos tienen la culpa de todo desastre público y toda

desgracia que sobreviene al pueblo. Si el Tíber sube hasta los muros, si el Nilo no sube e inunda los campos, si el cielo

retiene la lluvia, si hay un terremoto o hambre o plaga, enseguida surge el clamor: '¡Los cristianos a los leones!'".

Además de los motivos religiosos, también existen motivos políticos. Muchos emperadores se deificaban a sí mismos y

exigían a los súbditos de su imperio el que adoraran sus estatuas colocadas en las plazas de las ciudades; igualmente

exigían se les dirigiera como hijos de dioses y señor de señores. Los cristianos se negaban a realizar estos actos, debido a

que para ellos era herético decirle hijo de Dios a otro que no fuera Jesucristo, lo mismo que señor de señores, al igual

que la adoración de estatuas. Por ello, los cristianos solían ser vistos como renegados políticos que iban contra el status

quo establecido, lo que propiciaba también sus persecuciones.

A través de su historia, el cristianismo ha pasado por numerosas divisiones gene-rando diversas sectas con creencias y tradiciones pro-pias que varían de acuerdo a la cultura y el lugar. Estas amplias divisiones, a su vez, no son homogéneas. Por el contrario, algunas ramas poseen amplios desacuerdos y en otros casos la división omite sim-patías existentes. Desde la Reforma, el cristianismo se representa normalmente como dividido en tres ramas principales:

Catolicismo Con poco más de mil mi-llones de miembros bauti-zados, esta categoría incluye a la Iglesia Católi-ca Apostólica Romana, con fieles de tradición latina y otras comunida-des católicas orientales. Tienen como común de-nominador el reconocer la autoridad del Papa y una marcada estructura orga-nizacional.

Protestantismo El protestantismo incluye numerosas denominaciones y doctrinas como: anglicanismo, luteranismo, Bautistas, metodismo, adventismo y pentecostalismo, los que des-cienden, directa o indirectamente, de la Iglesia Católica debido a la Reforma protestante del siglo XVI. En la ac-tualidad, la corriente evangélica y fundamentalistas ase-guran basarse sólo en la Biblia, y no por los dogmas esta-blecidos por la Iglesia Católica. Esto ha provocado cierto grado de unión entre las diferentes ramas de cristianismo protestante, y ha creado una nueva generación de cre-yentes, los cuales no se identifican con ningún credo en particular, sino que simplemente se llaman "cristianos", aunque su origen proviene del protestantismo surgido del cisma provocado de la reforma iniciada por Martín Lutero. El total a través del mundo es de más de 600 millones de personas.

HISTORIA DE LA IGLESIA

RAMAS

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es decir, a los que no eran judíos (cfr. Ef 3,5-12). Se le llama "El Apóstol de las Gentes".

Las persecuciones La Iglesia sufrió persecuciones

desde los comienzos.

Las primeras persecuciones

tuvieron lugar en Jerusalén, por parte de los judíos, y fueron oca-sión para que se manifestara el origen y la naturaleza sobrenatu-ral de la Iglesia (cfr. Act 5,38-39).

Aunque los Primeros Cris-

tianos gozaron de periodos de tranquilidad y paz, sufrieron durí-simas persecuciones durante los

tres primeros siglos, por orden

de los emperadores romanos o

Los Padres de la Iglesia son escritores cristianos de esos primeros siglos que sobresalen por su fe y santidad de vida. Su vida y sus escritos tienen gran importancia para la transmisión fiel de la verdad reve-lada. La expusieron teológicamente y la defendieron de los errores que empezaron a surgir desde el co-mienzo.

En los diversos guiones se van citando enseñanzas de algunos Padres, especialmente de san Clemente

de Roma, tercer sucesor de san Pedro; de san Ignacio de Antioquía y de san Policarpo.

Otros Padres de la Iglesia: san Jerónimo, san Agustín.

con el consentimiento de las auto-ridades, por diversas causas: -porque no querían someterse al culto estatal, que era lo política-mente correcto en aquella época ;

-porque sus vidas contrastaban

radicalmente con la inmoralidad generalizada de las costumbres paganas de su tiempo.

Hubo numerosísimos Mártires

(o "testigos"), a los que se tri-

butó, desde el principio, una ve-

neración especial, que se manifes-

taba especialmente en la conme-

moración del día de su muerte

(dies natalis) y en la erección de

altares sobre sus reliquias. El pri-

mer mártir fue san Esteban (cfr.

Act 7,54 y ss.).

Los Apóstoles, después de Pen-tecostés, comenzaron a predicar a todas las gentes (cfr. Act 2,1-41; 4,4) siguiendo el mandato de Je-sucristo.

Más tarde, en la ciudad de Antio-quía donde muchos se habían bautizado-, los discípulos de Cris-to "comenzaron a llamarse cris-tianos" (Act 11,26).

Los Apóstoles fueron por todo el mundo entonces conocido. San Pedro, Cabeza del Colegio

Apostólico, estableció su sede en Roma. San Pablo — que primero persi-guió a la Iglesia y después se con-virtió — realizó viajes por Asia Menor y por Europa abriendo las

puertas de la fe a los "gentiles":

IXΘΥΣ: Iota I=Jesús, Ji X=Christos, Theta Θ=Theou (de Dios), Ípsilon Υ=Uios (Hijo), Sigma Σ=Soter (Salvador) El ichtus o ichthys (ΙΦΘΥΣ, se pro-nuncia ijtus, con la u francesa) es un símbolo que consiste en dos arcos que se intersecan de forma que parece el perfil de un pez, y que fue empleado por los primeros cristianos como un símbolo secreto. La palabra del idioma griego ichthys significa pez, pero también es un acró-nimo que proviene de las iniciales de "ΙΗΣΟΥΣ ΧΡΙΣΤΟΣ ΘΕΟΥ ΥΙΟΣ ΣΩΤΗΡ" (Iēsoûs Christós Theoû hYiós

Sōtér), que significa "Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor". El uso del ichtus como símbolo secreto pudo haber sido el siguiente: una per-sona dibujaba unas líneas rectas y curvas en la arena de forma aparente-mente aleatoria, de las que una de ellas era un arco circular (medio ichtus). Si otra persona dibujaba más líneas en el suelo y completaba la figu-ra, los dos sabrían que ambos eran cristianos. Antes del Edicto de Milán los cristia-nos no podían revelar abiertamente su fe, ya que corrían el riesgo de ser per-seguidos o ejecutados. El Edicto de Milán (d.C. 313), conoci-do también como La tolerancia del cristianismo, fue un edicto promulga-do en Milán que estableció la libertad

de religión en el Imperio Romano, dan-do fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente los cristia-nos. El edicto fue firmado por Constan-tino I y Licinio, dirigentes de los impe-rios romanos de Occidente y Oriente,

respectivamente.

En los siglos siguientes, todos los pue-blos de Europa se fueron convirtiendo al cristianismo.

Ichthys

La Iglesia hasta el siglo V

HISTORIA DE LA IGLESIA Página 2

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lograr la reconciliación. La Iglesia de Constantinopla no apoya-ba algunas de las exigencias jurisdic-cionales de los papas, exigencias re-novadas con vigor y amplificadas du-rante el pontificado de León IX (1048-1054) y sus sucesores. Oriente, a su vez, se opuso al cesaropapismo (subordinación de la Iglesia a un go-bierno secular) que caracterizaba a la Iglesia romana. Cuando el líder Miguel Cerulario se convirtió en patriarca de Constantino-pla en 1043, inició una ácida campaña contra las iglesias latinas de su propia ciudad para terminar clausurándolas. Sus ataques fueron dirigidos contra aspectos como el uso del pan ácimo por los latinos.

El 7 de diciembre de 1965 las

mutuas excomuniones fueron

anuladas por el papa Pablo VI

y por el patriarca Atenágoras

I, como parte de un gran es-

fuerzo por acercar a las dos

iglesias. Cruzadas: las ocho expediciones mili-tares que se llevaron a cabo entre los

Como su título indica, trata de la vida

de la Iglesia y de los acontecimientos

religiosos más relevantes que tuvieron

lugar durante el medioevo: la conver-

sión de los «bárbaros» – pueblos ger-

mánicos –, la institución monástica

iniciada por San Benito, la alianza – y

posteriores disputas – del papa y el

emperador, el cisma de Oriente – Igle-

sia ortodoxa – y el de Occidente – l os

papas en Avignon –, las Órdenes men-

dicantes, las cruzadas, la Inquisición,

el románico y el gótico.

Para comprender ésta época es clave

subrayar la mentalidad geocéntrica

reinante en la época medieval.

El cisma de Oriente. En la edad Media se produjo el cisma, la ruptura de Oriente. En el siglo IX, Focio, patriarca de Constantinopla, acusó a Roma de ha-ber corrompido la fe porque enseñaba, y rezaba en el Credo, que el Espíritu Santo procede del Padre "y del Hi-jo" (Filioque) (cfr. Catecismo, 246-248). En el siglo XI el patriarca Miguel Ceru-lario renovó las acusaciones de Focio

y fue excomulgado, consumándose la ruptura o Cisma con que una parte de la Iglesia en Oriente se separó de la sede de Roma, sustrayéndose a la autoridad del Romano Pontífice.

Todos los rasgos distintivos del cristia-nismo de Oriente, como la ausencia de una autoridad eclesiástica central, la estrecha relación con el Imperio, la tradición litúrgica y mística, el uso con-tinuado de la lengua y de otros ele-mentos de la cultura griega, así como su aislamiento a causa de la expan-sión musulmana, contribuyeron a su alejamiento de Occidente, lo que por último desembocó en el cisma entre las iglesias occidental y oriental. De modo general, los historiadores fechan el Gran Cisma a partir de 1054, cuan-do Roma y Constantinopla se exco-mulgaron mutuamente, aunque tam-bién se puede decir que la fecha fue 1204, cuando ejércitos procedentes de Occidente, de camino para arrebatar la Tierra Santa del dominio otomano (cruzadas), atacaron y arrasaron la ciudad cristiana de Constantinopla. Cualquiera que sea la fecha, la ruptura entre el cristianismo oriental y el occi-dental se ha mantenido hasta hoy, a pesar de los repetidos esfuerzos por

Órdenes militares: fundadas para defender a los cruzados, sus miembros eran mitad monjes, mitad soldados. Las más cono-

cidas son: los Caballeros de San Juan de Jerusalén o de Malta, los Caballeros del Temple o Templarios y la Orden Teutónica.

En España están la orden de Calatrava, la de Santiago y la de Alcántara.

Cristiandad: así se llamó a la sociedad europea medieval, regida por la autoridad espiritual del papa y la autoridad política del

emperador. Se concretó en el Sacro Imperio Romano-Germánico.

por las autoridades musulmanas. Hasta que los

mercaderes venecianos y todo lo que movían, que

eran los grandes préstamos a las casas reales

europeas, no tuvieron que rascarse el bolsillo na-

die se preocupó de rescatar los Santos Lugares de

manos infieles, pero en cuanto los musulmanes

quisieron sacar tajada del comercio cristiano, es-

tos hábiles comerciantes, dueños y señores de las altas finanzas europeas

hasta tiempos del emperador Carlos I de España y V de Alemania,

"convencieron" a los monarcas cristianos (que les debían un buen montón

de dinero) para embarcarse en una guerra absurda cuya fachada era la

reconquista de Tierra Santa. Con Jerusalén como objetivo oficial aunque

el verdadero objetivo fuera el estratégico puerto de Acre.

Y la Iglesia, necesitada de reafirmar un liderazgo terrenal cada vez más

en cuestión, se metió hasta el cuello en aquella aventura de la que sólo

salieron ganando los mercaderes. Esos mercaderes que consiguieron de

Saladino tan ventajosos tratados comerciales.

siglos XI y XIII para liberar los Santos Lugares – la tierra donde había nacido y vivido Jesús – de la ocupación de los musulmanes. Aunque se emprendie-ron por motivos religiosos, también influyeron móviles político-económicos y el espíritu caballeresco y aventurero de la época

Son el ejemplo paradigmático de

una Iglesia enredada hasta el

cuello en un mundo loco. Las

Cruzadas fueron una guerra co-

mercial montada por los merca-

deres venecianos contra las tasas

impuestas a su comercio oriental

La Iglesia en la Edad Media

Página 3 Volumen 1, nº 1

Cruzadas

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Al principio, Lutero quiso re-

formar la Iglesia desde dentro,

pero se topó con una firme

oposición. Al no querer retrac-

tarse y pedir que se demostra-

ra su error mediante las Escri-

turas, negó la autoridad de

Roma y fue excomulgado. Ba-

jo la protección de Federico el

Sabio, elector de Sajonia, es-

cribió libros y panfletos, y sus

ideas se extendieron rápida-

mente por toda Alemania y

otros lugares de Europa. En

Escandinavia se establecieron

con gran rapidez iglesias lute-

ranas que proclamaron su ca-

rácter nacional.

EL CONCILIO DE TRENTO:

Para frenar la rápida difusión

La Iglesia desde el siglo XVI al XX del protestantismo, el Papa

Paulo III convocó un concilio

que sed reunió en Trento

(Italia) de 1545 a 1563. Sentó

las bases de una nueva con-

ciencia y disciplina que carac-

terizarán al catolicismo hasta

en concilio Vaticano II. Entre

las decisiones promulgadas

está la promulgación del cate-

cismo, la edición definitiva de

la Biblia (Vulgata), la reforma

del libro de oraciones, y del

misal, el sistema de formación

de los clérigos, y una estricta

reglamentación de los deberes

de los católicos. Esta renova-

ción conocida como contrarre-

forma, dio un nuevo impulso a

la Iglesia Romana, pero impi-

dió la reunificación con las

otras iglesias cristianas.

LA REFORMA: A fines del siglo

XV arraigó una corriente inte-

lectual llamada humanismo que

defendía el pensamiento libre

frente al dogmatismo imperan-

te. Además se presentaron las

primeras críticas contra la co-

rrupción de la Iglesia su afán de

lucro. Muchos clérigos querían

recuperar la rectitud de los pri-

meros tiempos, dañada por la

venta de indulgencias, que se

había convertido en la principal

fuente de recursos financieros

para el papa y muchos obispos.

En 1517, Martín Lutero, un

monje agustino de wittenberg

(Alemania), se negó a vender

una indulgencia y, para protes-

tar contra los abusos de esta

práctica, redactó 95 tesis que

envío al arzobispo de Maguncia.

Fue la respuesta de la Iglesia a sus propios miedos. Una Iglesia que olvidó a quién debía servir, una Iglesia

demasiado mundana y bastante alejada de sus orígenes. El origen de la Inquisición fue meramente doctrinal:

era un tribunal que juzgaba las "desviaciones" de la doctrina. Los que eran hallados culpables eran amonesta-

dos, pero no era un tribunal procesal, sino un órgano de control interno. Sin embargo, la cosa acabó degeneran-

do en un verdadero tribunal que llegó a tener competencias jurídicas. Fue un error. Un error que se convirtió

en un pecado contra Dios, porque entre las penas que el tribunal de la Inquisición podía imponer estaba la pe-

na capital: la muerte.

La Inquisición fue un reflejo del tiempo en el que la Iglesia vivía. La Inquisición nació en un tiempo oscuro

donde imperaba la ley del más fuerte, un tiempo histórico que conocemos con el nombre de Edad Media: 1.000

años de barbarie de la que sólo se pudo salir volviendo a los orígenes clásicos. Las invasiones bárbaras, que

dieron la puntilla a un Imperio Romano moribundo, que se mantenía en pie sólo por inercia, provocaron una

caída de los valores cristianos mantenidos en la sociedad. Los nuevos gobernantes de Europa volvieron a impo-

ner la esclavitud y costumbres que el cristianismo había desterrado siglos atrás. Y aunque todos estos bárbaros

acabaron haciéndose cristianos, acomodaron la doctrina a sus costumbres pervirtiéndola en muchos casos. Los

bárbaros despreciaban la cultura y más aún cuando se dieron cuenta de que habían derrotado al imperio más

culto de la Tierra. Pero no todo se perdió, ya que la Iglesia logró mantener los únicos reductos de cultura que

aún iluminaban muy débilmente Europa en esos monasterios es cuyas bibliotecas incansables monjes copiaban

manuscritos para evitar que se perdieran.

Y mientras tanto, para poder controlarla, los gobernantes inflaron a la Iglesia de poder terrenal. La Iglesia

cometió el error de aceptarlo y así consiguieron interferir incansablemente en los asuntos internos de la Igle-

sia. Así pues, la Iglesia medieval es una Iglesia constantemente a la defensiva, una Iglesia que se afana en con-

servar lo que tiene. Y ahí está la verdadera clave de la creación de la Inquisición.

Un error que vino dado por otros errores, que todos los cristianos asumimos como tal, como el san-

griento error que fue y que nunca debió producirse. Nunca.

L a I n q u i s ic i ó n