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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. TITO LIVIO Libros I a X Ab vrbe condita Titvs Livivs - 1 -

Historia de Roma desde su fundación - historiayverdad.org · embargo, pueden apreciarse en la obra de Tito Livio críticas hacia el imperio de Augusto que refutan tal condición

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  • HISTORIA DE ROMA

    desde su fundacin.

    TITO LIVIO

    Libros I a X

    Ab vrbe condita

    Titvs Livivs

    - 1 -

  • TITO LIVIO: La historia de Roma (ab vrbe condita)

    Titus Livius o Tito Livio (59 adC 17 dC): Nacido y muerto en lo que hoy es

    Padua, capital de la Venetia, se traslada a Roma con 24 aos. Se le encarg la

    educacin del futuro emperador Claudio. Tito Livio escribi una Historia de Roma,

    desde la fundacin de la ciudad hasta la muerte de Nern Claudio Druso en 9 a. C.,

    Ab urbe condita libri (normalmente conocida como las Dcadas). La obra constaba

    de 142 libros, divididos en dcadas o grupos de 10 libros. De ellos, slo 35 han

    llegado hasta nuestros das (del 1 al 10 y del 21 al 45).

    Los libros que han llegado hasta nosotros contienen la historia de los primeros

    siglos de Roma, desde la fundacin en el ao 753 a. C. hasta 292 a. C., relatan la

    Segunda Guerra Pnica y la conquista por los romanos de la Galia cisalpina, de

    Grecia, de Macedonia y de parte de Asia Menor

    Se bas en Quinto Claudio Cuadrigario, Valerio Antias, Antpatro, Polibio,

    Catn el Viejo y Posidonio. Por lo general se adhiere a una de las fuentes, que luego

    completa con las otras, lo que a veces hace que se encuentren duplicados,

    discrepancias cronolgicas e incluso inexactitudes.

    En esta Historia de Roma tambin encontramos la primera ucrona conocida:

    Tito Livio imaginando el mundo si Alejandro Magno hubiera iniciado sus conquistas

    hacia el oeste y no hacia el este de Grecia.

    Es clebre la relacin que entabl Tito Livio con el emperador Augusto.

    Diversos autores han dicho que la historiografa de Livio legitimaba y daba sustento

    al poder imperial, lo que se demostraba en las lecturas pblicas de su obra; sin

    embargo, pueden apreciarse en la obra de Tito Livio crticas hacia el imperio de

    Augusto que refutan tal condicin de legitimidad. Al parecer el historiador y el

    gobernante, quien era su mecenas, eran muy amigos y eso permiti que la obra del

    primero se plasmara tal como ste lo decidiera.

    - 2 -

  • Texto de las Historias

    Ir al Inicio

    El presente volumen comprende los Libros I a X, ambos inclusive.

    ndice

    Nota del Traductor

    Libro 1: Las leyendas ms antiguas de Roma

    Libro 2: Los primeros aos de la Repblica

    Libro 3: El Decemvirato

    Libro 4: El creciente poder de la plebe

    Libro 5: La guerra con Veyes, la destruccin de Roma por los galos

    Libro 6: Reconciliacin de los rdenes (389-366 a. C.)

    Libro 7: Las Guerras Fronterizas (366-341 a. C.)

    Libro 8: La Primera Guerra Samnita,

    la estabilizacin del Lacio (341-321 a. C.)

    Libro 9: La Segunda Guerra Samnita (321-304 a. C.)

    Libro 10: La Tercera Guerra Samnita (303-293 a. C.)

    Libros 11 a 20: No hay copias del texto de la fuente original.

    cnsules romanos

    Copyright (c) 1996 by Bruce J. Butterfield.

    pg.

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    Copyright (c) 2010-2011. De la traduccin del ingls al castellano. por Antonio D.

    Duarte Snchez.

    No se aplican restricciones de copia para uso no comercial.

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  • NOTADELTRADUCTORALCASTELLANO.

    Ir al ndice

    Ficha original de la pgina web en

    http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.html

    Historia de Roma de Tito Livio

    Fuente del texto ingls:

    * Coleccin de la biblioteca: "Everyman's Library"

    * Obras publicadas: "La Historia de Roma"

    *Autor: Tito Livio

    *Traductor al ingls: Rev. Canon Roberts

    * Editor: Ernest Rhys

    * Editor: JM Dent & Sons, Ltd., Londres, 1905

    Para la presente traduccin desde el ingls se han utilizado las siguientes fuentes:

    Texto ingls original:

    http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/index.html

    Texto latino de apoyo:

    http://www.thelatinlibrary.com/liv.html

    Textos castellanos de apoyo:

    Edicin escaneada por Google Books de la edicin de la Imprenta Real de Madrid

    (Espaa) de 1793, 1794 y 1795 de "DCADAS DE TITO LIVIO, Prncipe de la

    Historia Romana", en cinco Tomos y que se pueden consultar en los enlaces:

    Tomo I.- http://books.google.es/books?id=2IpR9cBM2dwC

    Tomo II.- http://books.google.es/books?id=D7idSInCqRYC

    Tomo III.- http://books.google.es/books?id=GNmaIB6dWMsC

    Tomo IV.- http://books.google.es/books?id=51FivgpIO8EC

    Tomo V.- http://books.google.es/books?id=MJq3MnzKbMMC

    Igualmente, se ha tenido a la vista la traduccin de Jos Antonio Villar Vidal,

    publicada por Editorial Gredos en 1990 dentro de la "Biblioteca Clsica Gredos" para

    los libros VIII-X, XXXI-XXXV, XXXVI-XL y XLI-XV; la traduccin de Antonio Ramrez

    Verger y Juan Fernndez Valverde, publicada por Alianza Editorial en 1992 para los

    libros XXI-XXV y la traduccin de Fernando Gasc y Jos Sols publicada por

    Alianza Editorial en 1992 para los libros XXVI-XXX.

    Los nombres de ciudades, personas y pueblos han sido castellanizados siguiendo

    las normas de la Real Academia de la Lengua. Para aquellos casos en que no

    exista versin castellana del nombre en cuestin o no exista nombre italiano actual,

    se ha dejado el original latino. Cuando Tito Livio habla de la Ciudad, con

    maysculas, se refiere, evidentemente, a Roma. Dentro de la acotacin de

    corchetes, el traductor al castellano ha insertado aquellas notas aclaratorias que le

    han parecido pertinentes y procurando la mayor concisin. En todo caso, van

    siempre finalizadas por la abreviatura N. del T.

    Por ltimo, deseamos precisar la traduccin escogida para cuatro palabras, dos de

    ellas extraordinariamente especficas del latn: gens y familia. Para "gens", dada la

    inadecuacin de cualquier trmino castellano, se ha dejado la voz latina original.

    -4 -

  • Valga para ella lo que escribi Cicern: "Gentiles son los que llevan el mismo

    nombre. No es bastante. Los que proceden de personas ingenuas. Tampoco basta

    con eso. Cuyos antepasados ninguno fue esclavo. An falta algo. Y no han sufrido

    "deminucin de cabeza". Quizs as ya queda completa la nocin.[Guilln, Jos,

    VRBS ROMA. Vida y costumbre de los romanos. I: La vida privada, Sgueme,

    Salamanca, 2004 (5ed.), pgs. 115-118. ISBN 978-84-301-0461-1]". Para "familia"

    entendida como aquella rama de una gens caracterizada por un cognomen o apodo

    comn (v.g. "Csar", "Escauro", "Cicern", etc.), hemos elegido el vocablo castellano

    "familia", pues tanto en un sentido extenso como laxo se ajusta bien a la definicin

    latina.

    El tercer vocablo es legatus, legado, que tiene dos acepciones: una civil y otra

    militar. Cuando Tito Livio la emplea para describir a un enviado diplomtico, se ha

    optado por traducirla como embajador o legado; cuando la emplea para referirse

    al empleo militar se ha optado por la palabra general que en el castellano actual

    describe perfectamente a un oficial superior que manda fuerzas de entidad

    semejante a las de una legin y carece de mando poltico, el cual corresponda al

    cnsul.

    Por extensin, la expresin imperator se ha traducido como jefe o comandante

    pues, para el periodo que historia Tito Livio, careca del sentido que nosotros ahora

    usamos para emperador. El imperator era elegido por el pueblo para desempear

    una magistratura mayor (consulado, pretura...), a la que corresponda cierto poder

    militar ejecutivo (imperivm) y los derechos de auspicios apropiados, a esta eleccin

    sigue el nombramiento por el Senado. El imperator auna, de esta manera y fuera

    del pomerio de la Ciudad, los imprescindibles derechos polticos, militares y

    religiosos que, segn la mentalidad romana, se precisaban para la conduccin de la

    guerra y la administracin de los asuntos de su provincia; circunstancialmente,

    tambin era otorgado por los soldados que aclamaban as a sus jefes militares

    carismticos y extraordinariamente hbiles.

    En cuanto a las medidas, para el pie romano se ha adoptado la medida de 0,296

    metros como cifra media a partir de diversas fuentes. Cinco pies daban un paso,

    passvs, y mil de estos una milla que, en metros, resultan ser 1.480.

    Por ltimo, se desea indicar expresamente que la presente traduccin est libre de

    derechos, rogndose la cita de la procedencia original, tanto del texto en castellano

    como del ingls.

    Murcia (Espaa), 25 de mayo de 2011.

    Antonio Diego Duarte Snchez.

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  • Libro 1: Las leyendas ms antiguas de Roma

    Ir al ndice

    PREFACIO

    [1.Prefacio] Puede que la tarea que me he impuesto de escribir una historia

    completa del pueblo romano desde el comienzo mismo de su existencia me

    recompense por el trabajo invertido en ella, no lo s con certeza, ni creo que pueda

    aventurarlo. Porque veo que esta es una prctica comn y antiguamente

    establecida, cada nuevo escritor est siempre persuadido de que ni lograrn mayor

    certidumbre en las materias de su narracin, ni superarn la rudeza de la antigedad

    en la excelencia de su estilo. Aunque esto sea as, seguir siendo una gran

    satisfaccin para m haber tenido mi parte tambin en investigar, hasta el mximo de

    mis capacidades, los anales de la nacin ms importante del mundo, con un inters

    ms profundo; y si en tal conjunto de escritores mi propia reputacin resulta

    ocultada, me consuelo con la fama y la grandeza de aquellos que eclipsen mi fama.

    El asunto, adems, es uno que exige un inmenso trabajo. Se remonta a ms de 700

    aos atrs y, despus de un comienzo modesto y humilde, ha crecido a tal magnitud

    que empieza a ser abrumador por su grandeza. No me cabe duda, tampoco, que

    para la mayora de mis lectores los primeros tiempos y los inmediatamente

    siguientes, tienen poco atractivo; Se apresurarn a estos tiempos modernos en los

    que el podero de una nacin principal es desgastado por el deterioro interno. Yo, en

    cambio, buscar una mayor recompensa a mis trabajos en poder cerrar los ojos ante

    los males de que nuestra generacin ha sido testigo durante tantos aos; tanto

    tiempo, al menos, como estoy dedicando todo mi pensamiento a reproducir los

    claros registros, libre de toda la ansiedad que pueden perturbar el historiador de su

    poca, aunque no le puedan deformar la verdad.

    Las tradiciones sobre lo que ocurri antes de la fundacin de la ciudad o mientras

    se estaba construyendo, estn ms prximas a adornar las creaciones del poeta que

    las actas autnticas del historiador, y no tengo ninguna intencin de establecer su

    verdad o su falsedad. Esta licencia se concede tanto a los antiguos, que al

    mezclarse las acciones humanas con la voluntad divina se confiere una mayor y

    augusta dignidad a los orgenes de los Estados. Ahora bien, si a alguna nacin se le

    debe permitir reclamar un origen sagrado y apuntar a una paternidad divina, sa

    nacin es Roma. Porque tal es su fama en la guerra que cuando se elige para

    representar a Marte como su propio padre y su fundador, las naciones del mundo

    aceptan tal declaracin con la misma ecuanimidad con que aceptan su dominio.

    Pero cualesquiera opiniones o crticas a estas y otras tradiciones, las considero

    como de poca importancia. Los temas a los que les pido a cada uno de mis lectores

    que dediquen su atencin son estas - la vida y costumbres de la comunidad, los

    hombres y las cualidades por las que a travs de la poltica interna y la guerra

    exterior se gan y ampli su dominio. Entonces, conforme se degradan las

    costumbres, se sigue la decadencia del carcter nacional, observando cmo al

    principio lentamente se hunde, y luego se desliza hacia abajo ms rpidamente, y

    finalmente comienza a sumirse en una prolongada ruina, hasta que llega a estos

    das, en los que podemos no soportar nuestras enfermedades ni sus remedios.

    Existe una excepcionalmente benfica y fructfera ventaja derivada del estudio del

    -6 -

  • pasado, como se ve, al poner a la clara luz de la verdad histrica, ejemplos de cada

    posible ndole. A partir de stos, podr seleccionar para uno y su pas lo que imitar y

    tambin lo que, por ser malicioso en sus inicios y desastroso en sus trminos, se

    debe evitar. A menos que, sin embargo, me engae por el efecto de mi empresa, no

    ha existido ningn Estado con mayor potencia, con una moral ms pura, o ms frtil

    en buenos ejemplos; o cualquier otro en el que la avaricia y el lujo hayan tardado

    ms en avanzar, o la pobreza y la frugalidad hayan sido tan alta y continuamente

    honradas, mostrando as claramente que cuanta menor riqueza poseen los hombres,

    menos codician. En estos ltimos aos la riqueza ha llevado a la avaricia, y el deseo

    ilimitada de placer ha creado en los hombres una pasin por arruinarse a s mismos

    y todo lo dems a travs de la auto-indulgencia y el libertinaje. Pero las crticas que

    sern mal acogidas, aun cuando tal vez fuesen necesarias, no deben aparecer en al

    principio de todos los eventos de esta extensa obra. Preferiremos empezar con

    presagios favorables, y si pudisemos adoptar la costumbre de los poetas, habra

    sido mucho ms agradable comenzar con las oraciones y splicas a los dioses y

    diosas que garantizaran un resultado favorable y xito a la gran tarea tenemos ante

    nosotros.

    - 7 -

  • Libro 1: Las primeras leyendas

    [1,1] Para empezar, se admite generalmente que despus de la toma de Troya,

    mientras que el resto de los troyanos fueron masacrados, en contra de dos de ellos -

    Eneas y Antenor - los aqueos se negaron a ejercer el derecho de la guerra, en parte

    debido a los antiguos lazos de la hospitalidad, y en parte porque estos hombres

    haban estado siempre a favor de hacer la paz y entregar a Helena. Sus fortunas

    posteriores fueron distintas. Antenor naveg hasta la parte ms alejada del Adritico,

    acompaado de cierto nmero de los de Eneas que haban sido expulsados de

    Paflagonia por una revolucin, y que tras perder a su rey Pylamenes ante Troya

    estaban buscando un lugar donde asentarse y un jefe. La fuerza combinada de los

    de Eneas y los troyanos derrotaron a los Euganos, que habitaban entre el mar y los

    Alpes, y ocuparon sus tierras. El lugar donde desembarcaron fue llamado Troya, y el

    nombre se extendi a los alrededores, la nacin entera fue llamada vnetos.

    Desgracias similares llevaron a Eneas a convertirse en un vagabundo, pero los

    hados estaban preparando un destino ms alto para l. Visit en primer lugar

    Macedonia, a continuacin se lleg a Sicilia en busca de un lugar donde asentarse;

    de Sicilia, dirigi su rumbo hacia el territorio Laurentiano. Aqu tambin se encuentra

    el nombre de Troya, y aqu desembarcaron los troyanos, y como sus viajes casi

    infinitos no les haban dejado ms que sus armas y sus naves, comenzaron a

    saquear la zona. Los aborgenes, que ocupaban el pas, con su rey Latino a la

    cabeza, llegaron apresuradamente desde la ciudad y los distritos rurales a fin de

    repeler las incursiones de los extranjeros por la fuerza de las armas.

    Desde este punto hay una doble tradicin. Segn el uno, Latino fue derrotado en la

    batalla, e hizo la paz con Eneas, y, posteriormente, una alianza familiar. Segn la

    otra, mientras que los dos ejrcitos se encontraban dispuestos a enfrentarse y a la

    espera de la seal, Latino avanz desde sus lneas e invit al lder de los extranjeros

    a conferenciar. l le pregunt qu clase de hombres eran, de dnde venan, lo que

    haba ocurrido para hacerles abandonar sus hogares, qu buscaban cuando llegaron

    al territorio de Latino. Cuando se enter de que los hombres eran troyanos, que su

    jefe era Eneas, hijo de Anquises y Venus, que su ciudad haba sido quemada, y que

    los exiliados sin hogar estaban buscando un lugar para asentarse y construir una

    ciudad, qued tan impresionado con el porte noble de los hombres y su jefe, y su

    disposicin a aceptar tanto la paz como la guerra, que ofreci su mano derecha

    como compromiso solemne de amistad para el futuro. Un tratado formal se realiz

    entre los dirigentes y se intercambiaron saludos entre los ejrcitos. Latino recibi a

    Eneas como invitado en su casa, y all, en presencia de sus deidades tutelares,

    complet la alianza poltica con otra domstica y dio a su hija en matrimonio a

    Eneas. Este incidente confirm a los troyanos en la esperanza de que haban

    llegado al trmino de sus viajes y ganado un hogar permanente. Construyeron una

    ciudad, que Eneas llam Lavinia por su esposa. En poco tiempo naci un nio del

    nuevo matrimonio, a quien sus padres le dieron el nombre de Ascanio.

    [1,2] En un corto perodo de tiempo los aborgenes y troyanos se vieron envueltos

    en una guerra con, el rey de los rtulos. Lavinia haba sido prometida al rey antes de

    la llegada de Eneas, y, furioso porque un extrao fuera preferido a l, declar la

    guerra contra ambos, Latino y Eneas. Ninguna de las partes pudo felicitarse por el

    resultado de la batalla: los rtulos fueron derrotados, pero los victoriosos aborgenes

    los y troyanos perdieron a su jefe Latino. Sintiendo la necesidad de aliados, Turno y

    los rtulos hubieron de recurrir a la fuerza clebre de los etruscos y Mecencio, su

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  • rey, que reinaba en Caere, una ciudad rica en aquellos das. Desde el principio, no

    sinti ms que placer por el crecimiento de la nueva ciudad, pero ahora consideraba

    el crecimiento del Estado de Troya como demasiado rpido para la seguridad de sus

    vecinos, por lo que acogi con satisfaccin la propuesta de unir fuerzas con los

    rtulos. Para mantener a los aborgenes con l frente a esta poderosa coalicin y

    asegurarse de que estaban no slo bajo las mismas leyes, sino bajo el mismo

    mando, Eneas denomin a ambas naciones con el nombre de Latinos. A partir de

    ese momento los aborgenes no estuvieron por detrs de los troyanos en su leal

    devocin a Eneas. Tan grande era el poder de Etruria que la fama de su pueblo

    haba llegado no slo a las partes interiores de Italia, sino tambin los distritos

    costeros a lo largo de las tierra desde los Alpes hasta el estrecho de Mesina. Eneas,

    no obstante, confiando en la lealtad de las dos naciones que fueron creciendo da a

    da como una sola, condujo a sus fuerzas al campo de batalla, en lugar de esperar al

    enemigo detrs de sus muros. La batalla termin a favor de los latinos, pero fue el

    ltimo acto mortal de Eneas. Su tumba - si as se le puede considerar - est situada

    en la orilla del Numicius. Se le llama "Jpiter Indigetes".

    [1,3] Su hijo, Ascanio, no tena la edad suficiente para asumir el gobierno, pero su

    trono permaneci seguro durante su minora. En ese intervalo - tal era la fuerza de

    carcter de Lavinia - aunque una mujer fuese la regente, el Estado Latino, y el reino

    de su padre y su abuelo, se preservaron intactos para su hijo. No voy a discutir la

    cuestin (pues quin pudiera hablar con decisin sobre una cuestin de tan

    extrema entigedad?) de si el hombre que quien la casa Julia proclama, bajo el

    nombre de Julo, ser su fundador, fue este Ascanio o uno ms antiguo que l, nacido

    de Creusa, mientras Ilin an estaba intacta, y despus de la cada comparti la

    fortuna de su padre. Esta Ascanio, donde haya nacido, o cul sea su madre (aunque

    se acepta generalmente que era el hijo de Eneas) dej a su madre (o a su

    madrastra) la ciudad de Lavinio, que era por aquellos das una prspera y rica

    ciudad, con una poblacin superabundante, y construy una nueva ciudad, al pie de

    las colinas Albanas, que desde su posicin, que se extiende a lo largo de la ladera

    de la colina, fue llamada "Alba Longa". Transcurri un intervalo de treinta aos entre

    la fundacin de Lavinio y la colonizacin de Alba Longa. Tal haba sido el crecimiento

    del poder latino, principalmente a travs de la derrota de los etruscos, que ni a la

    muerte de Eneas, ni durante la regencia de Lavinia, ni durante los aos inmaduros

    [minora de edad.- N. del T.] del reinado de Ascanio, ni Mecencio, ni los etruscos o

    cualquier otra de sus vecinos se aventur a atacarlos. Cuando se determinaron los

    trminos de la paz, el ro Albula, ahora llamado Tber, se fij como la frontera entre

    los etruscos y los latinos.

    Ascanio fue sucedido por su hijo Silvio, que por casualidad haba nacido en el

    bosque. Se convirti en el padre de Eneas Silvio, quien a su vez tuvo un hijo, Latino

    Silvio. l fund varias colonias: los colonos fueron llamados prisci Latini. El

    sobrenombre de Silvio era comn a todos los reyes de Alba restantes, cada uno de

    los cuales sucedi a su padre. Sus nombres son: Alba, Atis, Capis, Capeto, Tiberino,

    que fue ahogado en el cruce del Albula, y se dio su nombre al ro, que en adelante

    se convirti en el famoso Tber. Luego vino su hijo, Agrippa, tras l su hijo Rmulo

    Silvio. Fue golpeado por un rayo y dej la corona a su hijo Aventino, cuyo santuario

    estaba en la colina que lleva su nombre y ahora es parte de la ciudad de Roma. Fue

    sucedido por Proca, quien tuvo dos hijos, Numitor y Amulio. A Numitor, el mayor, le

    leg el antiguo trono de la casa Silvia. La violencia, sin embargo, result ms fuerte

    que la voluntad paterna o que el respeto debido a la antigedad de su hermano,

    pues su hermano Amulio le expuls y se apoder de la corona. Adadiendo crimen

    - 9 -

  • sobre crimen, asesin a los hijos de su hermano y convirti a la hija, Rea Silvia, en

    virgen vestal; as, con apariencia de honrarla, la priv de toda esperanza de resurgir.

    [1,4] Sin embargo, las Parcas haban, creo, ya decretado el origen de esta gran

    ciudad y de la fundacin del ms poderoso imperio bajo el cielo. La vestal fue

    violada por la fuerza y dio a luz gemelos. Declar a Marte como su padre, ya sea

    porque realmente lo crea, o porque la falta pudiera parecer menos grave si una

    deidad fue la causa de la misma. Pero ni los dioses ni los hombres la protegieron a

    ella o sus nios de la crueldad del rey; la sacerdotisa fue enviada a prisin y se

    orden que los nios fuesen arrojados al ro. Por un enviado del cielo, ocurri que el

    Tiber desbord sus orillas, y las franjas de agua estancada impidieron que se

    aproximaran al curso principal. Los que estaban llevando a los nios esperaban que

    esta agua estancada fuera suficiente para ahogarlos, por lo que con la impresin de

    estar llevando a cabo las rdenes del rey, expusieron los nios en el punto ms

    cercano de la inundacin, donde ahora se halla la higuera Ruminal (se dice que

    haba sido anteriormente llamada Romular). El lugar era entonces un pramo

    salvaje. La tradicin contina diciendo que, despus que la cuna flotante, en la que

    los nios haban sido abandonados, hubiera sido dejada en tierra firme por las aguas

    que se retiraban, una loba sedienta de las colinas circundantes, atrada por el llanto

    de los nios, se acerc a ellos , les dio a chupar sus tetas y fue tan amable con ellos

    que el mayoral del rey la encontr lamiendo a los nios con su lengua. Segn la

    historia, su nombre era Fustulo. Se llev a los nios a su choza y los dio a su

    esposa Larentia para que los criara. Algunos autores piensan que a Larentia, por su

    vida impura, se le haba puesto el apodo de "Loba", entre los pastores, y que este

    fue el origen de la historia maravillosa. Tan pronto como los nios, as nacidos y

    criados, llegaron a ser hombres jvenes que no descuidaban sus deberes pastoriles,

    pero su autntico placer era recorrer los bosques en expediciones de caza. Como su

    fuerza y valor fueronse as desarrollando, solan no slo acechar a los feroces

    animales de presa, sino que incluso atacaban a los bandidos cuando cargaban con

    el botn. Distribuan lo que llevaron entre los pastores con quienes, rodeados de un

    grupo cada vez mayor de jvenes, se asociaron tanto en sus empresas serias como

    en sus deportes y pasatiempos.

    [1,5] Se dice que la fiesta de la Lupercalia, que se sigue observando, ya se

    celebraba en aquellos das en la colina del Palatino. Este cerro se llam

    originalmente Pallantium de una ciudad del mismo nombre, en Arcadia; el nombre

    fue cambiado posteriormente a Palatium. Evandro, un arcadio, haba posedo aquel

    territorio muchos aos antes, y haba introducido un festival anual de Arcadia en el

    que los jvenes corran desnudos por deporte y desenfreno, en honor de a Pan

    Liceo, a quien los romanos ms tarde llamaron Inuus. La existencia de este festival

    fue ampliamente reconocida, y fue mientras los dos hermanos se participaban en l

    cuando los bandidos, enfurecidos por la prdida de su botn, los emboscaron.

    Rmulo se defendi con xito, pero Remo fue hecho prisionero y llevado ante

    Amulio, sus captores lo acusaron descaradamente de sus propios crmenes. La

    acusacin principal contra ellos fue la de invadir las tierras de Numitor con un cuerpo

    de jvenes que haban reunido, y llevarlos a saquear como en la guerra regular.

    Remo, en consecuencia, fue entregado a Numitor para que lo castigara. Fustulo

    haba sospechado desde el principio que los que haba criado eran de descendencia

    real, porque era consciente de que los nios haban sido expuestos por orden del

    rey y el tiempo en que los haba tomado corresponda exactamente con el de su

    exposicin. Haba, sin embargo, rechazado divulgar el asunto antes de tiempo, hasta

    que se produjera una oportunidad adecuada o la necesidad exigiera su divulgacin.

    -10 -

  • La necesidad se produjo antes. Alarmado por la seguridad de Remo, revel el

    estado del caso a Rmulo. Sucedi adems que Numitor, que tena a Remo bajo su

    custodia, al enterarse de que l y su hermano eran gemelos y al comparar su edad y

    el carcter y porte tan diferentes a los de una condicin servil, comenz a recordar la

    memoria de sus nietos, y otras investigaciones lo llevaron a la misma conclusin que

    Fustulo, nada ms faltaba para el reconocimiento de Remo. As el rey Amulio

    estaba acechado por todos los lados de propsitos hostiles. Rmulo rechaz un

    ataque directo con su cuerpo de pastores, porque no era rival para el rey en lucha

    abierta. Les instruy para acercarse al palacio por diferentes vas y encontrarse all

    en un momento dado, mientras que desde la casa de Numitor Remo les ayudaba

    con una segunda banda que haba reunido. El ataque tuvo xito y el rey fue

    asesinado.

    [1,6] En el comienzo de la contienda, Numitor grit que un enemigo haba entrado

    en la ciudad y estaba atacando el palacio, para distraer a la soldadesca Albana a la

    ciudadela, para defenderles [a los atacantes.- N. del T.]. Cuando vio a los jvenes

    que venan a felicitarle despus del asesinato, convoc un consejo de su pueblo y

    explic la infame conducta de su hermano hacia l, la historia de sus nietos, sus

    padres y su crianza y cmo l los reconoci. Luego procedi a informarles de la

    muerte del tirano y su responsabilidad en ella. Los jvenes marcharon en formacin

    por mitad de la asamblea y saludaron a su abuelo como rey; su accin fue aprobada

    por toda la poblacin, que con una sola voz ratificaron el ttulo y la soberana del rey.

    Despus de que el gobierno de Alba fuera as transferido a Numitor, Rmulo y Remo

    fueron poseidos del deseo de construir una ciudad en el lugar donde haban sido

    abandonados. A la poblacin sobrante de los Albanos y los pueblos latinos se

    unieron los pastores: Fue natural esperar que con todos ellos, Alba y Lavinio seran

    ms pequeas en comparacin con la ciudad que se iba a fundar. Estas buenas

    espectativas fueron desechas por anticipaciones agradable fueron perturbados por

    la maldicin ancestral (la ambicin) que condujo a una lamentable disputa sobre lo

    que al principio era un asunto trivial. Como eran gemelos y ninguno poda pretender

    tener prioridad basada en la edad, decidieron consultar a las deidades tutelares del

    lugar para que por medio de un augurio decidieran quin dara su nombre a la nueva

    ciudad y quin habra de regirla despus de haber sido fundada. Rmulo, en

    consecuencia, seleccion el Palatino como su lugar de observacin, Remo el

    Aventino.

    753 a.C.

    [1,7] Se dijo que Remo haba sido el primero en recibir un presagio: seis buitres se

    le aparecieron. Justo tras producirse el augurio, a Rmulo se le apareci el doble.

    Cada uno fue saludado como rey por su propio partido. Los unos basaron su

    aclamacin en la prioridad de la aparicin, los otros en el nmero de aves. Luego se

    sigui un violento altercado; el calor de la pasin condujo al derramamiento de

    sangre y, en el tumulto, Remo fue asesinado. La creencia ms comn es que Remo

    salt con desprecio sobre las recin levantadas murallas y fue de inmediato

    asesinado por un Rmulo enfurecido, que exclam: "As ser de ahora en adelante

    con cada uno que salte por encima de mis muros." Rmulo se convirti as en

    gobernante nico, y la ciudad fue nombrada tras l, su fundador. Su primer trabajo

    fue fortificar la colina Palatina, donde se haba criado. El culto de las otras deidades

    se llev a cabo de acuerdo con el uso de Alba, pero el de Hrcules lo fue de

    conformidad con los ritos griegos, tal y como haban sido instituidos por Evandro.

    Fue en este barrio, segn la tradicin, donde Hrcules, despus de haber matado a

    - 11 -

  • Gerin, llev a sus bueyes, que eran de una belleza maravillosa. Nad a travs del

    Tber, llevando los bueyes delante de l y, cansado del camino, se acost en un

    lugar cubierto de hierba, cerca del ro, para descansar l y los bueyes, que

    disfrutaban de los ricos pastos. Cuando el sueo se haba apoderado de l, al ser

    pesado por la comida y el vino, un pastor que viva cerca, llamado Caco, abusando

    de su fuerza y cautivado por la belleza de los bueyes, decidi hacerse con ellos. Si

    se los llevaba delante de l dentro de la cueva, sus cascos habran conducido a su

    propietario en su bsqueda en la misma direccin, de modo que arrastr a la mejor

    de ellas hacia atrs, por la cola, hacia su cueva. Con las primeras luces del alba,

    Hrcules despert y al inspeccionar su rebao vi que algunos haban desaparecido.

    l se dirigi hacia la cueva ms cercana, para ver si alguna pista apuntaba en esa

    direccin, pero se encontr con que todos los cascos venan de la cueva y ninguno

    hacia ella. Perplejo y atnito, comenz a conducir el rebao lejos de barrio tan

    peligroso. Algunos de los animales, echando de menos a los que quedaron atrs,

    mugieron como solan y un mujido en respuesta son desde la cueva. Hrcules se

    volvi en esa direccin, y como Caco trat de impedirle por la fuerza la entrada en la

    cueva, fue muerto por un golpe del garrote de Hrcules, despus de pedir en vano

    ayuda a sus compaeros

    El rey del pas en ese momento era Evandro, un refugiado del Peloponeso, que

    gobern ms por ascendiente personal que por el ejercicio del poder. Se le

    respetaba por su conocimiento de las letras (una cosa nueva y maravillosa para los

    hombres incivilizados) pero fue an ms reverenciado a causa de su madre

    Carmenta, de quien se crea que era un ser divino y a quien se consideraba, con

    asombro de todos, intrprete del destino, en los das anteriores a la llegada de la

    Sibila a Italia. Este Evandro, alarmado por una multitud de excitados pastores que

    rodeaban a un extranjero, a quien acusaban de asesinato, averigu por ellos la

    naturaleza del hecho y qu le llev a cometerlo. Como observara que el porte y la

    estatura del hombre eran ms que humanas en grandeza y augusta dignidad, le

    pregunt quin era. Cuando oy su nombre y supo quin era su padre y cul su

    pas, dijo, "Hrcules, hijo de Jpiter, salve! Mi madre, que dice la verdad en nombre

    de los dioses, ha profetizado que has de unirte a la compaa de los dioses, y que

    aqu te ser dedicado un santuario, que en los siglos venideros la ms poderosa

    nacin del mundo la llamar su Ara Maxima y la honrar con un culto de brillo

    especial. " Hrcules tom la mano derecha de Evandro y dijo que l cumplira el

    presagio por s mismo y completara la profeca construyendo y consagrando el altar.

    Entonces, se tom del rebao una vaca de evidente belleza, y se ofreci el primer

    sacrificio. Los Potitios y Pinarios, las dos principales familias de aquellos lugares,

    fueron invitados por Hrcules a ayudar en el sacrificio y en la fiesta que sigui.

    Sucedi que los Potitios llegaron en el momento sealado y se colocaron ante ellos

    las entraas, Los Pinarios llegaron despus que fueran consumidos y se quedaron

    para el resto del banquete. Se convirti en una costumbre permanente, desde ese

    momento, que mientras la familia de los Pinarios perviviera no comeran de las

    entraas de las vctimas. Los Potitios, tras ser instruidos por Evandro, presidieron el

    rito durante muchos siglos, hasta que que se entreg esta ocupacin sacerdotal a

    funcionarios pblicos; tras lo cual toda la raza de los Potitios se extingui. Este, de

    todos los ritos extranjeros, fue el nico que Rmulo adopt, como si sintiera que la

    inmortalidad ganada a travs del coraje, que quel celebraba, sera un da su propia

    recompensa.

    [1,8] Despus que se hubieran cumplido las los deberes de la religin, Rmulo

    llam a su gente a un concilio. Como nada poda unirlos en un solo cuerpo poltico,

    -12 -

  • sino la observancia de las leyes y costumbres comunes, les dio un cuerpo de leyes,

    que pensaba que slo seran respetadas por una raza de hombres incivilizados y

    rudos si les inspiraba temor al asumir los smbolos externos del poder. Se rode de

    los mayores signos de mando, y, en particular, llam a su servicio doce lictores.

    Algunos piensan que fij este nmero por la cantidad de aves que predijeron su

    soberana, pero me inclino a estar de acuerdo con aquellos que piensan que como

    esta clase de funcionarios pblicos fue tomada del mismo pueblo del que se adopt

    la "silla curis" y la "toga pretexta" (sus vecinos, los etruscos) por lo que el nmero en

    s tambin se tom de ellos. Su uso entre los etruscos se remonta a la costumbre de

    las doce ciudades soberanas de Etruria, cuando conjuntamente elegan un rey, y le

    proporcionaban cada una un lictor. Mientras tanto, la ciudad fue creciendo y

    extendiendo sus murallas en varias direcciones; un aumento debido ms a la

    previsin de su futuro crecimiento que a su poblacin actual. Su siguiente medida

    fue para asegurar que un aumento de poblacin al tamao de la ciudad no resultase

    en fuente de debilidad. Haba sido una antigua poltica de los fundadores de

    ciudades el reunir multitud de personas de origen oscuro y baja extraccin y luego

    extender la ficcin de que ellos eran originarios del terreno. De acuerdo con esta

    poltica, Rmulo abri un lugar de refugio en el lugar donde, segn se desciende

    desde el Capitolio, hay un espacio encerrado entre dos arboledas. Una multitud

    indiscriminada de hombres libres y esclavos, ansiosos de cambio, huyeron de los

    estados vecinos. Este fue el primer incremento de fortaleza a la naciente grandeza

    de la ciudad. Cuando estuvo satisfecho de su fortaleza, su siguiente paso fue para

    que tal fortaleza fuera dirigida sabiamente. Cre cien senadores, fuese porque ese

    nmero era el adecuado o porque slo haba un centenar de jefes [de gens]. En

    cualquier caso, se les llam "Patres" en virtud de su rango, y sus descendientes

    fueron llamados "patricios".

    [1,9] El Estado romano se haba vuelto tan fuerte que era un buen partido para

    cualquiera de sus vecinos en la guerra, pero su grandeza amenazaba con durar slo

    una generacin, ya que por la ausencia de mujeres no haba ninguna esperanza de

    descendencia, y no tenan derecho a matrimonios con sus vecinos. Siguiendo el

    consejo del Senado, Rmulo envi mensajeros entre las naciones vecinas para

    buscar una alianza y el derecho al matrimonio mixto en nombre de su nueva

    comunidad. Ciudades que, como las otras, surgieron de los ms humildes

    comienzos y que, ayudadas por su propio valor y del favor del cielo, ganaron por s

    mismos gran poder y gran renombre. En cuanto al origen de Roma, es bien sabido

    que, si bien haba recibido la ayuda divina, el coraje y la confianza en s misma no

    faltaron. No debi, por tanto, existir rechazo de los hombres a mezclar su sangre con

    sus semejantes. En ninguna parte recibieron los enviados una recepcin favorable.

    Aunque sus propuestas fueron rechazadas, hubo al mismo tiempo una sensacin

    general de alarma por el poder que tan rpidamente creca entre ellos. Por lo

    general, se les despeda con la cuestin: "Si hubirais abierto un asilo para las

    mujeres, ahora no tendrais que buscar matrimonios en igualdad de condiciones". La

    juventud romana mal poda soportar tales insultos, y la nica solucin empez

    parecer el recurso a la fuerza. Para asegurar un lugar y momento propicios para tal

    intento, Rmulo, disimulando su resentimiento, hizo preparativos para la celebracin

    de unos juegos en honor de "Neptuno Ecuestre", a los que llam "los Consualia".

    Orden que se diera anuncio de la celebracin entre las ciudades vecinas, y su

    pueblo lo apoy para hacer la celebracin tan esplndida como les permitiesen sus

    conocimientos y recursos, de modo que se produjo gran expectacin. Se reunin

    una gran multitud; la gente estaba ansiosa por ver la nueva ciudad, todos sus

    vecinos ms cercanos (los pueblos de Caenina, Antemnae y Crustumerium) estaban

    -13 -

  • all, y vino toda la poblacin Sabina, con sus esposas y familias. Se les invit a

    aceptar la hospitalidad en distintas casas, y tras examinar la situacin de la ciudad,

    sus murallas y el gran nmero de casas de que inclua, se asombraron por la rapidez

    con que haba crecido el Estado romano.

    Cuando lleg la hora de celebrar los juegos, y sus ojos y mentes estaban fijos en

    el espectculo ante ellos, se di la seal convenida y los jvenes romanos corrieron

    desde todas las direcciones para llevarse a las doncellas que estaban presentes. La

    mayor parte fue llevada de manera indiscriminada; pero algunas, especialmente

    hermosas, que haban sido elegidas para los patricios principales, fueron llevadas a

    sus casas por plebeyos a quienes se les encomend dicha tarea. Una, notable entre

    todas por su gracia y su belleza, se dice que fue raptada por un grupo mandado por

    un Talassio determinados, y a las mltiples preguntas de a quin estaba destinada,

    siempre le contestaban: "Para Talassio. " De aqu el empleo de esta palabra en los

    ritos del matrimonio. La alarma y la consternacin interrumpieron los juegos y los

    padres de las jvenes huyeron, aturdidos por el dolor, lanzando amargos reproches

    a los infractores de las leyes de la hospitalidad y apelando al dios por cuyos

    solemnes juegos haban acudido, slo para ser vctimas de prfida impiedad. Las

    muchachas secuestradas estaban tan desesperadas como indignadas. Rmulo, sin

    embargo, se les dirigi en persona, y les seal que todo era debido al orgullo de

    sus padres por negar el matrimonio a sus vecinos. Viviran en honroso matrimonio y

    compartiran todos sus bienes y derechos civiles, y (lo ms querido de todo a la

    naturaleza humana) seran madres de hombres libres. l les rog que dejasen a un

    lado sus sentimientos de resentimiento y dieran su afecto a los que la fortuna haba

    hecho dueos de sus personas. Una ofensa haba llevado a menudo a la

    reconciliacin y el amor, encontraran a sus maridos mucho ms afectuosos, porque

    cada uno hara todo lo posible, por lo que a l tocaba, para compensarlas por la

    prdida de padres y pas. Estos argumentos fueron reforzados por la ternura de sus

    maridos, quienes excusaron su conducta invocando la fuerza irresistible de su

    pasin (una declaracin ms efectiva que las dems, al apelar a la naturaleza

    femenina).

    [1.10] Los sentimientos de las muchachas secuestradas quedaron as totalmente

    serenados, pero no as los de sus padres. Vistieron de luto, e intentaron con sus

    denuncias llenas de lgrimas llevar a sus compatriotas a la accin. Tampoco

    limitaron sus protestas a sus propias ciudades, sino que acudan de todas partes a

    Tito Tacio, el rey de los sabinos, y le enviaron delegados, pues era el nombre ms

    influyente en esas regiones. Los pueblos de Caenina, Crustumerium y Antemnae

    fueron los que ms sufrieron; pensaban que Tacio y sus Sabinos actuaban muy

    lentamente, por lo que estas tres ciudades se prepararon para hacer la guerra

    conjuntamente. Tales, sin embargo, fueron la impaciencia y la ira de los

    Caeninensianos que hasta les pareca que ni los Crustuminianos ni los Antemnatios

    mostraban la suficiente energa, por lo que los hombres de Caenina realizaron un

    ataque sobre territorio romano por su propia cuenta. Mientras estaban diseminados

    por todas partes, saqueando y destruyendo, Rmulo vino sobre ellos con un ejrcito

    y despus de un breve encuentro les ense que la ira es intil sin la fuerza. Les

    puso en precipitada fuga, y persiguindoles, mat a su rey y despoj su cuerpo;

    Luego, tras matar a su jefe, tom la ciudad en el primer asalto. l no estaba menos

    ansioso por mostrar sus victorias que por sus magnficos hechos, as que, tras llevar

    a casa el ejrcito victorioso, subi al Capitolio con los despojos de su enemigo

    muerto llevados delante de l en un armazn construido a tal efecto. Los tendi all

    sobre un roble, que los pastores consideraban como un rbol sagrado, y al mismo

    -14 -

  • tiempo marc el lugar para el templo de Jpiter, y dirigindose al dios por un nuevo

    ttulo, pronunci la siguiente invocacin: "Jpiter Feretrio! estas armas tomadas de

    un rey, yo, Rmulo rey y conquistador, te traigo, y en este dominio, cuyos lmites he

    trazado por mi voluntad propsito, dedico un templo para recibir el 'spolia opima'

    [mejor despojo.- N. del T.] que la posteridad, siguiendo mi ejemplo, traer aqu,

    tomado de los reyes y los generales de nuestros enemigos muertos en batalla ". Tal

    fue el origen del primer templo dedicado en Roma. Y los dioses decretaron que

    aunque su fundador no pronunci vanas palabras al declarar que la posteridad

    llevara all sus botines, el esplendor de tal ofrenda no debiera ser atenuada por

    aquellos que rivalizaban con sus logros. Porque despus de haber transcurrido

    tantos aos y haberse librado tantas guerras, slo dos veces ha sido ofrendada la

    "spolia opima". Pues rara vez ha concedido la Fortuna tal gloria a los hombres.

    [1.11] Mientras que los romanos estaban as ocupados, el ejrcito de la

    Antemnates aprovech que su territorio no haba sido ocupado y lanz un ataque

    contra la frontera romana. Rmulo condujo a toda prisa su legin contra este nuevo

    enemigo y los sorprendi al estar dispersos por los campos. Al primer impulso y

    gritos del ejrcito, el enemigo fue derrotado y su ciudad capturada. Mientras Rmulo

    estaba exultante por esta doble victoria, su esposa, Hersilia, movida por los ruegos

    de las doncellas secuestradas, le implor que perdonase a sus padres y les

    concediese la ciudadana, porque as se lograra la concordia. l rpidamente

    accedi a su peticin. Avanz luego contra los Crustuminianos, que haban dado

    comienzo a la guerra, pero su mpetun haba quedado disminuido por las sucesivas

    derrotas de sus vecinos, y no ofrecieron sino una ligera resistencia. Se fundaron

    colonias en ambos lugares; debido a la fertilidad de los suelos de la regin

    Crustumina, la mayora se ofreci para ocupar esa colonia. Por otra parte, hubo

    numerosas migraciones a Roma, en su mayora de los padres y familiares de las

    doncellas secuestradas. La ltima de esas guerras fue iniciada por los sabinos y

    demostr ser la ms grave de todas, porque nada se hizo con pasin o impaciencia;

    ocultaron sus planes hasta que la guerra empez efectivamente. A sus designios

    aadieron el engao, como muestra el siguiente incidente. Espurio Tarpeio estaba al

    mando de la ciudadela romana. Mientras su hija haba salido de las fortificaciones a

    buscar agua para algunas ceremonias religiosas, Tacio la soborn para que

    introdujera sus tropas dentro de la ciudadela. Una vez dentro, la mataron

    aplastndola bajo sus escudos, o para que la ciudadela paraciera haber sido tomada

    por asalto, o para que su ejemplo quedase como advertencia de que ninguna

    confianza debe guardarse con los traidores. Una historia ms antigua dice que los

    Sabinos tenan costumbre de llevar pesados brazaletes de oro en sus brazos

    izquierdos, as como anillos con piedras preciosas, y que la muchacha les hizo

    prometer que le daran "lo que llevaban en sus brazos izquierdos"; por lo tanto, ellos

    le arrojaron los escudos que portaban en lugar de sus dorados adornos. Algunos

    dicen que en la negociacin de lo que llevaban en su mano izquierda, ella pidi

    expresamente sus escudos, y ante la sospecha de ser traicionarlos, la hicieron

    vctima de sus propias palabras.

    [1.12] Como quiera que fuese, los Sabinos se apoderaron de la ciudadela. Y no

    bajabron de ella al da siguiente, aunque el ejrcito romano estaba desplegado en

    orden de batalla sobre todo el terreno entre el Palatino y el Capitolio, hasta que,

    exasperados por la prdida de su ciudadela, y decididos a recuperarla , los romanos

    pasaron al ataque. Avanzando antes que los dems, Mecio Curcio, del bando de los

    Sabinos, y Hostio Hostilio, por parte romana, se enfrentaron en combate singular.

    Hostio, luchando en un terreno desfavorable, sostuvo la fortuna de Roma por su

    -15 -

  • valor intrpido, pero al final cay; se rompi la lnea romana y huyeron a lo que

    entonces era la puerta del Palatino. Incluso Rmulo fue arrastrado por la multitud de

    fugitivos, y alzando sus manos al cielo, exclam: "Jpiter, fue por tu presagio que te

    obedec al poner aqu, en el Palatino, los primeros cimientos de la ciudad. Ahora los

    Sabinos poseen la ciudadela, habindola alcanzado mediante el soborno, y de all se

    han apoderado del valle y estn presionando ac, en batalla. T, padre de los

    dioses y los hombres, lleva de aqu a nuestros enemigos, destierra el terror de los

    corazones de romanos y haz que desaparezca nuestra verguenza! Aqu hago voto

    de un templo dedicado a ti, "Jpiter Stator", como recuerdo para las generaciones

    venideras de que es por tu ayuda presente que la Ciudad se ha salvado ". Luego,

    como si se hubiera dado cuenta de que su oracin haba sido escuchada, exclam,

    "Volved, romanos! Jpiter ptimo Mximus os ordena resistir y renovar el combate".

    Se detuvieron como si les mandase una voz divina (Rmulo recorri la primera lnea,

    as como Mecio Curtio haba corrido hacia abajo desde la ciudadela al frente de los

    Sabinos y empujaron a los romanos en huida sobre la totalidad del suelo que ahora

    ocupa el Foro. Estaba no muy lejos de la puerta del Palatino y gritaba: "Hemos

    conquistado a nuestros infieles anfitriones, a nuestros cobardes enemigos; ahora

    saben que secuestrar doncellas en muy distinta cosa de combatir con hombres." En

    medio de tales jactancias, Rmulo, con un grupo compacto de valientes soldados,

    carg sobre l. Mecio estaba a caballo, por lo que fue el que ms fcilmente

    retrocedi; los romanos le persiguieron y, inspirados por el coraje de su rey, el resto

    del ejrcito romano derrot a los sabinos. Mecio, incapaz de controlar su caballo,

    enloquecido por el ruido de sus perseguidores, cay en un pantano. El peligro de su

    general distrajo la atencin de los Sabinos por un momento de la batalla; gritaron e

    hicieron seales para alentarle, y as, animado a realizar un nuevo esfuerzo, logr

    salir con bien. Entonces los romanos y sabinos renovaron los combates en el centro

    del valle, pero la fortuna de Roma fue superior.

    [1.13] Fue entonces cuando las Sabinas, cuyos secuestro haba llevado a la

    guerra, despojndose de todo temor mujeril en su afliccin, se atrevieron en medio

    de los proyectiles con el pelo revuelto y las ropas desgarradas. Corriendo a travs

    del espacio entre los dos ejrcitos, trataron de impedir la lucha y calmar las pasiones

    excitadas apelando a sus padres en uno de los ejrcitos y asus maridos en el otro,

    para que no incurriesen en una maldicin por manchar sus manos con la sangre de

    un suegro o de un yerno, ni para legar a la posteridad la mancha del parricidio. "Si",

    gritaron, "estn hastiados de estos lazos de parentesco, de estas uniones

    matrimoniales, vuelquen su ira sobre nosotras; somos nosotras la causa de la

    guerra, somos nosotras las que han herido y matado a nuestros maridos y padres.

    Mejor ser para nosotras morir antes que vivir sin el uno o el otro, como viudas o

    hurfanas ". Ambos ejrcitos y sus lderes fueron igualmente conmovidos por esta

    splica. Hubo un repentino silencio y apaciguamiento. Entonces los generales

    avanzaron para disponer los trminos de un tratado. No slo result que se hizo la

    paz; ambas naciones se unieron en un nico Estado, el poder efectivo se comparti

    entre ellos y la sede del gobierno de ambas naciones fue Roma. Despus duplicar

    as la Ciudad, se hizo concesin a los Sabinos de la nueva denominacin de

    Quirites, por su antigua capital de Curas [esta etimologa es errnea; el trmino

    quirites proviene de quiris, lanza, y hace as referencia a la condicin que como

    soldado tiene el ciudadano. Se sola emplear al dirigirse a los romanos en la Ciudad;

    fuera de ella empleaban el trmino de romanos.- N. del T.]. En conmemoracin de la

    batalla, el lugar donde Curtio consigui sacar su caballo de la profunca cinaga a

    terreno ms seguro se llam el lago Curtio. La paz gozosa, que puso un final

    repentino a tan deplorable guerra, hizo a las Sabinas an ms caras a sus maridos y

    -16 -

  • padres, y sobre todo a al propio Rmulo. En consecuencia, cuando se efectu la

    distribucin de la poblacin en las treinta curias, le pusieron su nombre a las curias.

    Sin duda hubo muchas ms de treinta mujeres, y la tradicin no dice nada sobre si

    las personas cuyos nombres fueron dados a las acurias se eligieron en razn de la

    edad o por la distincin personal (fuera propia o de sus maridos) o simplemente por

    sorteo. El alistamiento de las tres centurias de caballeron tuvo lugar al mismo

    tiempo; Los Ramnenses fueron llamados as por Rmulo y los Titienses lo fueron por

    Tito Tacio. El nombre de los Luceres es de origen incierto. A partir de entonces los

    dos reyes ejercieron su soberana conjunta en perfecta armona.

    [1.14] Algunos aos ms tarde los parientes del rey Tacio maltrataron a los

    embajadores de los Laurentinos. Vinieron a pedir reparacin por ello, de conformidad

    con el derecho internacional, pero la influencia y poder de sus amigos pesaron ms

    sobre Tacio que las peticiones de los laurentinos. La consecuencia fue que atrajo

    sobre s el castigo que le corresponda a ellos, pues cuando fue al sacrificio anual en

    Lavinio, hubo un tumulto en el que fue asesinado. Se dice que Rmulo se afligi

    menos por este incidente de lo que exiga su posicin; fuera por la infidelidad

    inherente a la soberana compartida o porque pensara que haba merecido su

    suerte. l se neg, por lo tanto, a ir a la guerra, y pues ya que el dao hecho a los

    embajadores pudiera considerase expiado por el asesinato del rey, el tratado entre

    Roma y Lavinio se renov. Si bien en este frente se garantiz una paz inesperada, la

    guerra estall en un lugar mucho ms cercano, de hecho, casi a las puertas de

    Roma. El pueblo de Fidenas consider que el poder [de Roma.- N. del T.] estaba

    creciendo demasiado cerca de ellos, de modo que, tanto para acabar con su fuerza

    presente como con la futura, tom la iniciativa de hacerle la guerra. Jvenes

    armados invadieron y devastaron la regin que se extiende entre la Ciudad y

    Fidenas. Desde all se dirigieron a la izquierda (pues el Tber impedia su avance a la

    derecha), saqueando y destruyendo, con gran alarma de las gentes del campo. El

    primer indicio de lo que estaba sucediendo fue un tumulto repentino que lleg desde

    el campo. Una guerra tan cerca de sus puertas no admita demora, y Rmulo

    condujo a toda prisa su ejrcito y acamparon a cerca de una milla de Fidenas [1480

    metros.- N. del T.]. Dejando a un pequeo destacamento de guardia en el

    campamento, sigui adelante con todas sus fuerzas; y mientras que a una parte se

    le orden que se emboscara en un lugar cubierto de densos matorrales, l avanz

    con la mayor parte [de la infantera.- N. del T.] y toda la caballera hacia la ciudad , y

    cabalgando de modo provocativo y desordenado hasta las mismas puertas,

    consigui atraer al enemigo. La caballera sigui esta tctica simulando que huan y,

    para que pareciese menos sospechoso, a su aparente vacilacin entre luchar o huir

    se sum la retirada de la infantera; el enemigo sali repentinamente de las puertas

    atestadas de gente, rompieron la lnea romana y la presionaron ansiosamente hasta

    que fueron conducidos donde estaba dispuesta la emboscada. Entonces los

    romanos se levantaron repentinamente y atacaron al enemigo de flanco; su pnico

    [de los fidentinos.- N. del T.] fue aumentado por las tropas del campamento, que

    cayeron sobre ellos. Aterrorizados por los ataques que les amenazaban por todos

    lados, los fidentinos dieron la vuelta y huyeron apenas antes de que Rmulo y sus

    hombres volvieran de su huida simulada. Regresaron a su ciudad mucho ms

    rpidamente de lo que poco antes haban salido a perseguir a quienes fingan huir,

    aunque su huida era ahora genuina. No obstante, no pudieron librarse de la

    persecucin; tenan a los romanos pisndoles los talones y, antes de que las puertas

    pudieran estar cerradas, irrumpi el enemigo mezclado con ellos.

    [1.15] El contagio del espritu de la guerra en Fidenas infect a los Veyentinos.

    -17 -

  • Este pueblo estaba unido por lazos de sangre con los Fidentinos, que tambin eran

    etruscos, y un incentivo adicional vena dado porque, dada la mera cercana del

    lugar, Roma volvera sus armas contra todos sus vecinos. Hicieron una incursin en

    territorio romano, no tanto como por el botn sino como un acto de guerra regular.

    Despus de obtener su botn regresaron con l a Veyes, sin fortificar su posicin ni

    esperar al enemigo. Los romanos, por otra parte, al no encontrar al enemigo en su

    propio territorio, cruzaron el Tber, preparados y decididos a librar una batalla

    decisiva. Al enterarse de que se haban fortificado y se preparaban para avanzar

    sobre su ciudad, los veyentinos salieron contra ellos, prefiriendo un combate en

    campo abierto a ser sitiados y tener que luchar desde las casas y las murallas.

    Rmulo obtuvo la victoria, no a travs de artimaas, sino por la capacidad de su

    veterano ejrcito. Rechaz al enemigo a sus murallas, pero en vista de la fuerte

    posicin y las fortificaciones de la ciudad, se abstuvo de asaltarla. En su marcha

    hacia su pas devast sus campos, ms por venganza que por el beneficio del

    pillaje. La prdida as sufrida, tamto como la derrota anterior, rompi el espritu de

    los veyentinos y enviaron mensajeros a Roma para pedir la paz. Con la condicin de

    una cesin de territorio, se les concedi una tregua durante cien aos. Estos fueron

    los principales acontecimientos en el pas y en la regin que marcaron el reinado de

    Rmulo. De principio a fin (si tenemos en cuenta el valor que demostr en la

    recuperacin de su trono ancestral, o la sabidura exhibi al fundar la Ciudad e

    incrementar su fortaleza, por igual, mediante la guerra y la paz), no hallamos nada

    incompatible con la creencia en su origen divino y su acceso a la divina inmortalidad

    divina tras morir. Fue, de hecho, por la fortaleza que le proporcion, que la ciudad

    fue lo bastante fuerte como para disfrutar de una paz segura durante cuarenta aos

    despus de su partida. Fue, sin embargo, ms aceptado por el pueblo que por los

    patricios; pero, sobre todo, era el dolo de sus soldados. Mantuvo un cuerpo de

    guardaespaldas de trescientos hombres en torno a l, tanto en la paz como en la

    guerra. Les llam los "Celeres."

    717 a.C.

    [1.16] Su elevacin a la inmortalidad se produjo cuando Rmulo pasaba revista a

    su ejrcito en el "Caprae Palus" [poste dela cabra.- N. del T.] en el Campo de Marte.

    Una violenta tormenta se levant de pronto y envolvi al rey en una nube tan densa

    que le hizo casi invisible a la Asamblea. Desde ese momento ya no se volvi a ver a

    Rmulo sobre la Tierra. Cuando los temores de los jvenes romanos se vieron

    aliviados por el regreso de un sol brillante y de la calma tras un tiempo tan temible,

    vieron que el asiento real estaba vaco. Creyendo plenamente la afirmacin de los

    senadores, que haban estado situados cerca de l, de que haba sido arrebatado al

    cielo en un torbellino, todava quedaron, por el miedo y el dolor, algn tiempo sin

    habla como hombres repentinamente desconsolados. Por fin, despus que algunos

    tomasen la iniciativa, todos los presentes aclamaron a Rmulo como "un dios, el hijo

    de un dios, el rey y Padre de la Ciudad de Roma". Suplicaron por su gracia y favor, y

    rezaron para que fuera propicio a sus hijos y les guardase y protegiese. Creo, sin

    embargo, que aun entonces hubo algunos que secretamente dieron a entender que

    haba sido descuartizado por los senadores (una tradicin en este sentido, aunque

    ciertamente muy tenue, ha llegado a nosotros). La otra, que yo sigo, ha prevalecido

    debido, sin duda, a la admiracn sentida por los hombre y la aprensin causada por

    su desaparicin. Esta creencia generalmente aceptada fue reforzada por la

    disposicin inteligente de un hombre. La tradicin cuenta que Prculo Julio, un

    hombre cuya autoridad tena peso en los asuntos de la mayor importante, viendo

    cun profundamente senta la plebe la prdida del rey y lo indignados que estaban

    -18-

  • contra los senadores, se adelant en la asamblea y dijo: "Quirites! al rayar el alba,

    hoy, el Padre de esta Ciudad de repente baj del cielo y se me apareci. Mientras

    que, emocionado de asombro, qued absorto ante l en la ms profunda reverencia,

    rogando ser perdonado por mirarle, me dijo: "Ve y di a los romanos que es la

    voluntad del cielo que mi Roma debe ser la cabeza de todo el mundo". Que en

    adelante cultiven las artes de la guerra, y hazles saber con seguridad, y que

    transmitan este conocimiento a la posteridad, que ningn humano podr resistir las

    armas romanas". Es prodigioso el crdido que se dio a la historia de este hombre

    [de Prculo Julio.- N. del T.], y cmo el dolor del pueblo y del ejrcito se calm con el

    convencimiento que l cre sobre la inmortalidad de Rmulo.

    [1.17] Surgieron disputas entre los senadores sobre el trono vacante. No era la

    envidia de los ciudadanos concretos, pues ninguno era lo suficientemente importante

    en un Estado tan joven, sino las rivalidades de las facciones en el Estado, las que

    llevaron a este conflicto. Las familias Sabinas teman perder su participacin

    equitativa en el poder soberano, porque despus de la muerte de Tacio no haban

    tenido representante en el trono; anhelaban, por lo tanto, que el rey se eligiese de

    entre ellas. Los antiguos romanos mal podan tolerar un rey extranjero; pero en

    medio de esta diversidad de puntos de vista polticos, todos deseaban la monarqua,

    pues an no haban probado las mieles de la libertad. Los senadores empezaron a

    temer algn acto de agresin por parte de los Estados vecinos, ahora que la ciudad

    careca de una autoridad central y el ejrcito de un general. Decidieron que deba

    haber algn jefe de Estado, pero nadie se decida a reconocer tal dignidad a

    cualquier otra persona. El asunto fue resuelto por los cien senadores dividindose en

    diez decurias, y se eleigi a uno de cada decuria para ejercer el poder supremo.

    Diez, por lo tanto, ejercan el cargo, pero slo uno a la vez tena la insignia de la

    autoridad y los lictores. Su autoridad individual se limit a cinco das y la ejercieron

    por rotacin. Este lapso en la monarqua dur un ao, y fue llamado por el nombre

    que an hoy tiene: el de "interregno". Despus de un tiempo la plebe empez a

    murmurar que se multiplicaba su esclavitud, porque haba un centenar de amos en

    lugar de uno slo. Era evidente que insistiran en que fuese elegido un rey y que lo

    fuera por ellos. Cuando los senadores se dieron cuenta de esta determinacin cada

    vez mayor, pensaron que sera mejor ofrecer de forma espontnea lo que estaban

    obligados a aceptar, por lo que, como un acto de gracia, entregaron el poder

    supremo en manos de la gente, pero de tal manera que no perdieran ningn

    privilegio de los que tenan. Para ello aprobaron un decreto por el cual, cuando el

    pueblo hubiera elegido un rey, su eleccin slo sera vlida despus que el Senado

    la ratificara con su autoridad. El mismo procedimiento existe hoy en la aprobacin de

    leyes y la eleccin de los magistrados, pero el poder de rechazo ha sido retirado; el

    Senado da su ratificacin antes que el pueblo proceda a la votacin, mientras que el

    resultado de la eleccin es todava incierto. En ese momento el "interrex" convocaba

    a la asamblea y se le diriga de la siguiente manera: "Quirites, elegid vuestro rey, y

    que el cielo bendiga vuestros afanes! Si elegs uno considerado digno de suceder a

    Rmulo, el Senado ratificar vuestra eleccin". Tan safisfecho qued el pueblo ante

    tal propuesta que, para no parecer menos generosos, aprobaron una resolucin para

    que fuera el Senado quien decretara quien deba reinar en Roma.

    [1.18] Viva, en esos das, en Cures, una ciudad sabina, un hombre de renombrada

    justicia y piedad: Numa Pompilio. Estaba tan versado como cualquier otro en esa

    poca pudiera estarlo en todas las leyes divinas y humanas. Segn la tradicin, su

    maestro fue Pitgoras de Samos. Pero esto es errneo, pues es generalmente

    aceptado que fue ms de un siglo despus, en el reinado de Servio Tulio, cuando

    -19 -

  • Pitgoras reuni a su alrededor una multitud de estudiantes ansiosos, en la parte

    ms distante de Italia, en la regin de Metaponto, Heraclea, y Crotona. Ahora bien,

    incluso si hubiera sido contemporneo de Numa, cmo podra haber llegado a su

    reputacin a los Sabinos? De qu lugares, y en qu lengua comn podra haber

    inducido a nadie a convertirse en su discpulo? Quin podra haber garantizado la

    seguridad de un individuo solitario viajando a travs de tantos pases diferentes en el

    habla y el carcter? Yo creo ms bien que las virtudes de Numa fueron el resultado

    de su carcter y auto-formacin, moldeados no tanto por las influencias extranjeras

    como por el rigor y disciplina austera de los antiguos sabinos, que eran los ms

    puros de los que existan en la antigedad. Cuando se mencionaba el nombre de

    Numa, aunque los senadores romanos vieron que el equilibrio de poder estara en el

    lado de los sabinos si el rey era elegido de entre ellos, nadie se atreva a proponer

    un candidato propio, o a cualquier senador o ciudadano en vez de l. En

    consecuencia, por unanimidad acordaron que la corona deba ser ofrecida a Numa

    Pompilio. Fue invitado a Roma y siguiendo el precedente establecido por Rmulo,

    cuando obtuvo la corona por el augurio que sancion la fundacin de la ciudad,

    Numa orden que en su caso tambin los dioses deban ser consultados. Fue

    solemnemente llevado por un augur, que despus fue honrado al convertirse en

    funcionario del Estado de por vida, a la Ciudadela, y se sent sobre una piedra

    mirando al sur. El augur se sent a su izquierda, con la cabeza cubierta, y

    sosteniendo en su mano derecha un bastn curvo, sin nudos, que se llama "Lituus".

    Despus de examinar la perspectiva de la ciudad y los alrededores, ofreci

    oraciones y marc las regiones celestes con una lnea imaginaria de este a oeste, la

    del sur fue llamanada "la mano derecha", la del norte como "la mano izquierda". A

    continuacin se concentr sobre un objeto, el ms lejano de los que poda ver, como

    una marca de referencia, y pasando el lituus a su mano izquierda, coloc su mano

    derecha sobre la cabeza de Numa y ofreci esta oracin: "Padre Jpiter, si es

    voluntad del cielo que este Numa Pompilio, cuya cabeza agarro, deba ser rey de

    Roma, signifcanoslo por signos seguros dentro de esos lmites que he trazado ".

    Luego recit del modo habitual el augurio que deseaba que le fuera enviado. Fueron

    enviados [los augurios.- N. del T.], y quedando revelado por ellos que Numa sera

    rey, bajaron del "santuario".

    [1.19] Habiendo en esta forma obtenido la corona, Numa se dispuso a fundar, por

    decirlo as, de nuevo, por las leyes y las costumbres, la Ciudad que tan

    recientemente haba sido fundada por la fuerza de las armas. Vio que esto sera

    imposible mientras estuviesen en guerra, pues la guerra embrutece a los hombres.

    Pensando que la ferocidad de sus sbditos podra ser mitigada por el desuso de las

    armas, construy el templo de Jano, al pie del Aventino, como ndice de la paz y la

    guerra, significando cuando estaba abierto que el Estado estaba bajo los brazos y

    las en que fue cerrada que todas las naciones circundantes estaban en paz. Dos

    veces desde su reinado ha sido cerrada, una vez despus de la primera guerra

    pnica en el consulado de T. Manlio, la segunda vez, que el cielo ha permitido que

    nuestra generacin sea de ella testigo, fue despus de la batalla de Accio, cuando

    se obtuvo la paz en la tierra y el mar por el emperador Csar Augusto. Despus de

    la ffirma de los tratados de alianza con todos sus vecinos y el cierre del templo de

    Jano, Numa dirigi su atencin a los asuntos domsticos. La ausencia de todo

    peligro exterior podra inducir a sus sbditos a regodearse en la pereza, ya que

    dejara de reprimirse por el temor de un enemigo o por la disciplina militar. Para

    evitar esto, se esforz por inculcar en sus mentes el temor de los dioses,

    considerando sta como la influencia ms poderosa que podra actuar sobre un

    incivilizado y, en aquellos tiempos, brbaro pueblo. Pero, ya que esto no producira

    -20-

  • una profunda impresin sin cierta pretensin de sabidura sobrenatural, fingi que

    haba tenido conversaciones nocturnas con la ninfa Egeria: Y que fue por su consejo

    que estaba estableciendo el ritual ms aceptables a los dioses y nombrando para

    cada deidad sus propios sacerdotes especficos. En primer lugar, dividi el ao en

    doce meses, correspondientes a las revoluciones de la Luna. Pero como la Luna no

    completa treinta das de cada mes, y as hay menos das en el ao lunar que en los

    medidos por el curso del sol, interpol meses intercalares y los dispuso de modo que

    cada vigsimo ao los das deberan coincidir con la misma posicin del sol al

    empezar, quedando as completos los veinte aos. Tambin estableci una distincin

    entre los das en que se podran efectuar los negocios jurdicos y aquellos en los que

    no se poda, porque a veces sera aconsejable que el pueblo no efectuase

    transacciones.

    [1.20] A continuacin, volvi su atencin a la designacin de los sacerdotes. l

    mismo, sin embargo, llev a cabo muchos servicios religiosos, especialmente los

    que pertenecen al flamen de Jpiter. Pero l pens que en un estado tan belicoso

    habra ms reyes del tipo de Rmulo que del de Numa, y que se encargara del

    asunto en persona. Para protegerse, por lo tanto, de que los ritos sacrificiales que el

    rey realizaba fuesen interrumpidos, design a un Flamen como sacerdote perpetuo

    de Jpiter, y orden que deba llevar un vestido distintivo y sentarse en la silla curul

    real. Nombr a dos flamines adicionales, una para Marte, y el otro para Quirino, y

    adems escogi a vrgenes como sacerdotisas de Vesta. Este orden de sacerdotisas

    existi originalmente en Alba y estaba relacionado con el linaje de su fundador. Se

    les asign un sueldo pblico para que pudieran dedicar todo su tiempo al templo, e

    hizo sus personas sagradas e inviolables, mediante un voto de castidad y otras

    sanciones religiosas. Del mismo modo eligi a doce "Salii" para Marte Gradivus, y se

    les asign el vestido distintivo de una tnica bordada y sobre ella una coraza de

    bronce. Se les instruy para marchar en procesin solemne por la ciudad, llevando

    los doce escudos llamado "Ancilia", y cantar himnos mientras bailaban una danza

    solemne en tiempo triple. El siguiente puesto a cubrir fue el de Pontifex Maximus

    (Pontfice Mximo). Numa nombr al hijo de Marco, uno de los senadores - Numa

    Marcio - y todos los reglamentos concernientes a la religin, escritos y sellados, se

    pusieron a su cargo. Aqu se estableci qu vctimas, en qu das y a qu los

    templos, deban ser ofrecidos los diversos sacrificios, y de qu fuentes se

    sufragaran los gastos relacionados con ellos. Puso todas las dems funciones

    sagradas, tanto pblicas como privadas, bajo la supervisin del Pontfice (Mximo),

    con el fin de que pudiera haber una autoridad a la que el pueblo consultara, y as

    evitar todos los problemas y confusiones derivados de adoptar ritos extranjeros y de

    evitar el abandono de sus suyos ancestrales. Tampoco se limit sus funciones a la

    direccin de la adoracin de los dioses celestiales, sino a instruir al pueblo sobre

    cmo llevar a cabo los funerales y apaciguar a los espritus de los difuntos, y cmo

    interpretar los prodigios enviados por un rayo o de cualquier otra manera, y tambin

    cmo deban ser atendidos y expiados. Para obtener estas seales de la voluntad

    divina, dedic un altar a Jpiter Elicius en el Aventino, y consult al dios a travs de

    augurios, en cuanto a qu prodigios deban recibir atencin.

    [1.21] Las deliberaciones y acuerdos relativas a estos asuntos desvi a la gente de

    los pensamientos belicosos y les proporcion amplia ocupacin. La supervisin

    atenta de los dioses, que se manifiesta en la gua providencial de los asuntos

    humanos, haba despertado en todos los corazones un tal sentimiento de piedad que

    el carcter sagrado de las promesas y la santidad de los juramentos fueron una

    fuerza de control para la comunidad no menos eficaz que el temor inspirado por las

    -21 -

  • leyes y las sanciones. Y a pesar de sus sbditos moldeaban sus caracteres sobre el

    nico ejemplo de su rey, las naciones vecinas, que hasta entonces haban credo

    que (Roma) era un campamento fortificado, y no una ciudad que fue puesta entre

    ellos para molestar la paz de todos, fueron ahora inducidos a respetarles tan

    altamente que pensaban que sera un pecado injuriar a un Estado tan enteramente

    dedicado al servicio de los dioses. Haba un bosque en medio de un arroyo que flua

    perenne, brotando de una cueva oscura. Aqu se retiraba frecuentemente Numa, en

    soledad, como si se fuera a encontrar con la diosa, y consagr el bosque a la

    Camaenae, porque fue all donde tuvieron lugar sus encuentros con su esposa

    Egeria. Tambin instituy un sacrificio anual a la diosa Fides y orden que los

    flamines deban viajar a su templo en un carro cubierto, y debe realizar el servicio

    con sus manos cubiertas hasta los dedos, para significar que la fe debe ser

    protegido y que su asiento es santo, an cuando est en las manos derechas de los

    hombres. Hubo muchos otros sacrificios sealados por l y lugares designados para

    su ejecucin por los pontfices llamados Argei. La mayor de todas sus obras fue la

    preservacin de la paz y la seguridad de su reino a todo lo largo de su reinado. As,

    por dos sucesivos reyes se acrecent la grandeza del Estado, cada uno de una

    manera diferente: por la guerra, el primero; a travs de la paz, el segundo. Rmulo

    rein treinta y siete aos, Numa cuarenta y tres aos. El Estado era fuerte y

    disciplinado por las lecciones de la guerra y las artes de la paz.

    674 a.C.

    [1.22] La muerte de Numa fue seguida por un segundo interregno. Luego, fue

    elegido rey por el pueblo Tulio Hostilio, nieto del Hostilio que haba luchado tan

    brillantemente a los pies de la ciudadela contra los sabinos, y su eleccin fue

    confirmada por el Senado. No slo era diferente al ltimo rey, sino que era un

    hombre de espritu ms guerrero incluso que Rmulo y su ambicin se encendi por

    su propia energa juvenil y por los gloriosos logros de su abuelo. Convencido de que

    el vigor del Estado se estaba debilitando por la inaccin, buscaba un pretexto para

    tener una guerra. Sucedi, pues, que los campesinos romanos tenan en esos

    tiempos el hbito de saquear el territorio Albano y los Albanos de saquear el territorio

    romano. Cayo Cluilio gobernaba por entonces en Alba. Ambas partes enviaron

    Legados casi al mismo tiempo a obtener reparacin [por los saqueos mutuos. N. del

    T]. Tulio haba dicho a sus embajadores que no perdieran tiempo en llevar a cabo

    sus instrucciones; estaba plenamente al tanto de que los Albanos negaran la

    satisfaccin y as existira una causa justa para declarar la guerra. Los Legados de

    Alba procedieron de una manera ms pausada. Tulio les recibi con toda cortesa y

    los entretuvo con esplendidez. Mientras tanto, los romanos haban presentado sus

    demandas, y tras la negativa del gobernador Albano, haban declarado que la guerra

    comenzara en treinta das. Cuando se inform de esto a Tulio, concedi a los

    Albanos una audiencia en la que iban a declarar el objeto de su visita. Ignorantes de

    todo lo que haba sucedido, perdan el tiempo en explicar que era con gran

    reluctancia que deban decir algo que podra desagradar a Tulio, pero estaban

    obligados por sus instrucciones; que haban venido a demandar el resarcimiento y,

    que si les fuera negado, se les ordenaba declarar la guerra. "Dile a tu rey", respondi

    Tulio, "que el rey de Roma pide a los dioses que sean testigos de que cualquier

    nacin que sea la primera en despedir con ignominia a los embajadores que llegaron

    para buscar reparacin, ver todos los sufrimientos de la guerra ".

    [1.23] Los Albanos informaron de esto su ciudad. Ambas partes hicieron

    preparativos extraordinarios para la guerra, que se pareca mucho a una guerra civil

    -22 -

  • entre padres e hijos, porque ambos eran descendientes de Troyanos, pues Lavinium

    era vstaga de Troya, y Alba de Lavinium, y los romanos haban surgido del linaje de

    los reyes de Alba. El resultado de la guerra, sin embargo, hizo el conflicto menos

    deplorable, ya que no hubo ninguna batalla campal, y aunque una de las dos

    ciudades fue destruida, los dos pases se mezclaron en uno solo. Los Albanos

    fueron los primeros en moverse, e invadieron el territorio romano con un ejrcito

    inmenso. Fijaron su campamento a cinco millas [7400 metros.- N. del T.] de la ciudad

    y lo rodearon con un foso, lo que se llam durante siglos el "foso Cluiliano"por el

    nombre del general Albano, hasta que por el transcurso del tiempo el nombre y la

    cosa en s desaparecieron. Mientras estaban acampados, Cluilio, el rey de Alba,

    muri, y los Albanos nombraron dictador a Mecio Fufecio. La muerte del rey hizo a

    Tulio ms optimista que nunca sobre el xito. Proclam que la ira del cielo que haba

    cado en primer lugar sobre la cabeza de la nacin, lo hara sobre toda la raza de

    Alba como justo castigo por su impa guerra. Dejando atrs el campamento enemigo

    mediante una marcha nocturna, avanz sobre el territorio de Alba. Esto sac a Mecio

    de sus trincheras. March tan cerca de su enemigo como pudo, y luego envi a un

    oficial para decir a Tulio que antes del enfrentamiento era necesario que

    conferenciasen. Si le satisfaca concedindole una entrevista, estaba convencido de

    que los asuntos tratados seran tan del inters de Roma como de Alba. Tulio no

    rechaz la propuesta, pero por si la conferencia resultase vana, sac a sus hombres

    en orden de batalla. Los Albanos hicieron lo mismo. Despus de haberse detenido

    frente a frente, los dos comandantes, con una pequea escolta de oficiales

    superiores, avanzaron entre las lneas. El general albano, frente a Tulio, dijo: "Creo

    haber escuchado decir a nuestro rey Cluilio que los actos de robo y la no restitucin

    de los bienes sustrados, en violacin de los tratados existentes, fueron la causa de

    esta guerra, y no tengo dudas de que t, Tulio, alegas la misma razn. Pero si

    hemos de decir lo que es verdadero, en lugar de lo que es plausible, debemos

    admitir que es el deseo del imperio lo que ha hecho a dos pueblos hermanos y

    vecinos tomar las armas. Sea con razn o sin ella, tal no juzgo; dejemos a quienes

    comenzaron la guerra ajustar ese asunto; yo slo soy el que los Albanos han puesto

    al mando para conducir la guerra. Pero quiero advertirte algo, Tulio. Sabes, t que

    en particular ests ms cerca de ellos, de la grandeza del Estado Etrusco, que nos

    cerca a ambos y de su inmensa fuerza por tierra y an ms por mar. Recuerda

    ahora, una vez que hayas dado la seal para iniciar el combate, que nuestros dos

    ejrcitos lucharn bajo su mirada, de modo que cuando estemos cansados y

    agotados podrn atacarnos a ambos, vencedores y vencidos. Si entonces, no

    contentos con la segura libertad que disfrutamos, nos determinamos a arriesgarnos

    a un juego de azar, donde las apuestas son la supremaca o la esclavitud, djanos,

    en nombre del cielo, elegir algn mtodo por el que, sin gran sufrimiento o

    derramamiento de sangre de ambas partes, se pueda decidir qu nacin ha de ser

    duea de la otra." Aunque, por temperamento natural y por la seguridad que senta

    de la victoria, Tulio estaba ansioso por pelear, no desaprobaba la propuesta.

    Despus de mucha consideracin en ambos lados, se adopt un mtodo por el que

    la propia Fortuna proporcion los medios necesarios.

    [1.24] Result existir en cada uno de los ejrcitos un triplete de los hermanos,

    bastante igualados en aos y fortaleza. Hay acuerdo general en que fueron llamados

    Horacios y Curiacios. Pocos incidentes en la antigedad han sido ms ampliamente

    celebrados, pero a pesar de su celebridad hay una discrepancia en los registros

    sobre a qu nacin perteneca cada uno. Hay autoridades de ambos lados, pero me

    parece que la mayora dan el nombre de Horacios a los romanos, y mis simpatas

    me llevan a seguirlos. Los reyes les propusieron que cada uno deba luchar en

    -23-

  • nombre de su pas, y que donde cayese la victoria deba quedar la soberana. No

    pusieron objecin, de modo que se fij el momento y el lugar. Pero antes de que se

    enfrentasen se firm un tratado entre Romanos y Albanos, determinando que la

    nacin cuyos representantes quedasen victoriosos deban recibir la pacfica

    sumisin de la otra. Esta es el ms antiguo tratado firmado, y como en todos los

    tratados, pese a las distintas condiciones que puedan contener, se concluye con las

    mismas frmulas. Voy a describir las formas con las que ste se concluy, como

    dictadas por la tradicin. El Fecial ( Especie de Notario Mayor que estaba al frente

    del colegio de los Feciales, entre cuyas otras atribuciones se inclua ser garantes de

    la fe pblica) plantea la cuestin formal a Tulio: "Me ordenas, rey, hacer un tratado

    con los Pater Patratus de la nacin Albana?" A la respuesta afirmativa del rey, el

    Fecial dijo: "Exijo de ti, rey, algunos manojos de hierba." El rey respondi: "Toma

    sas,pues son puras". El Fecial trajo hierba pura de la Ciudadela. Luego pregunt al

    rey: "Me constituyes en el plenipotenciario del pueblo de Roma, los Quirites,

    consagrando as mismo las vasijas y a mis compaeros?" A lo que el rey respondi:

    "Por cuanto puedo, sin daarme a m mismo y al pueblo de Roma, los Quirites, lo

    hago." El Fecial era M. Valerio. Design a Espurio Furio como Pater Patratus

    tocndole en su cabeza y pelo con la hierba. Entonces el Pater Patratus, que es

    designando con el propsito de dar a los tratados la sancin religiosa de un

    juramento, lo hizo mediante una larga frmula en verso que no vale la pena citar.

    Despus de recitar las condiciones exclam: "Oye, Jpiter, Oye t, Pater Patratus de

    la gente de Alba! Od, tambin, pueblo de Alba! Pues estas condiciones han sido

    pblicamente repasadas de la primera a la ltima de estas tablillas, en perfecta

    buena fe, y en la medida en que han sido aqu y ahora ms claramente entendidas,

    que por tales condiciones el pueblo de Roma no ser el primero de devolverlas [Las

    tablillas.- N. del T.]. Si ellos [Los romanos.- N. del T.], en su consejo nacional, con

    falsedad y malicia intentaran ser los primeros en devolverlas, entonces t, Jpiter, en

    ese da, hieras al pueblo Roma, as como yo aqu y ahora herir este puerco, y los

    herirs tanto ms fuerte, cuanto mayor es tu poder y tu fuerza". Con estas palabras,

    golpe al cerdo con una piedra. Con parecida sabidura los Albanos recitaron sus

    juramentos y frmulas a travs de su propio dictador y sus sacerdotes.

    [1.25] Tras la conclusin del tratado, los seis combatientes se armaron. Fueron

    recibidos con gritos de nimo de sus compaeros, quienes les recordaron que los

    dioses de sus padres, su patria, sus padres, cada ciudadano, cada camarada,

    estaban ahora mirando sus armas y las manos que las empuaban. Ansiosos por el

    combate y animados por el gritero en torno a ellos, avanzaron hacia el espacio

    abierto entre las lneas. Los dos ejrcitos estaban situados delante de sus

    respectivos campamentos, libres de peligro personal pero no de la ansiedad, ya que

    de la suerte y el coraje del pequeo grupo penda la cuestin del dominio. Atentos y

    nerviosos, contemplaban con febril intensidad un espectculo en modo alguno

    divertido. La seal fue dada, y con las espadas en alto los seis jvenes cargaron

    como en una lnea de batalla con el coraje de un poderoso ejrcito. Ninguno de ellos

    pens en su propio peligro, su nico pensamiento era para su pas, tanto si

    resultaban vencedores o vencidos, su nica preocupacin era que estaban

    decidiendo su suerte futura. Cuando, en el primer encuentro, las espadas alcanzaron

    los escudos de sus enemigos, un profundo escalofro recorri a los espectadores, y

    luego sigui un silencio absoluto, pues ninguno de ellos pareca estar obteniendo

    ventaja. Pronto, sin embargo, vieron algo ms que los rpidos movimientos de las

    extremidades y el juego veloz de espadas y escudos: la sangre se hizo visible,

    fluyendo de las heridas abiertas. Dos de los romanos cayeron uno sobre el otro,

    danto el ltimo aliento, resultando mientras heridos los tres Albanos. La cada de los

    -24-

  • romanos fue recibida con un estallido de jbilo del ejrcito Albano, mientras que las

    legiones romanas, que haban perdido toda esperanza, pero no la ansiedad,

    temblaban por su solitario campen rodeado por los tres Curiacios. Dio la casualidad

    de que estaba intacto, y aunque no en igualdad con los tres juntos, confiaba en la

    victoria contra cada uno por separado. Por lo tanto, para poder enfrentarse a cada

    uno individualmente, ech a correr suponiendo que le seguiran tanto como se lo

    permitiesen sus heridas. Haba corrido a cierta distancia del lugar donde comenz la

    lucha, cuando, al mirar atrs, les vi siguindole con grandes intervalos entre s, el

    primero no lejos de l. Se volvi y lanz un ataque desesperado contra l, y mientras

    el ejrcito Albano gritaba a los otros Curiacios para que fuesen en ayuda de su

    hermano, el Horacio ya haba matado a su enemigo e, invicto, estaba esperando el

    segundo encuentro. Entonces los romanos aclamaron a su campen con un grito,

    como el de hombres en los que la esperanza sigue a la desesperacin, y l se

    apresur a llevar la lucha a su fin. Antes de que el tercero, que no estaba lejos,

    pudiera llegar, despach al segundo Curiacio. Los supervivientes estaban igualados

    en nmero, pero lejos de la paridad tanto en confianza como en fortaleza. El uno,

    ileso despus de su doble victoria, estaba ansioso por enfrentar el tercer combate, y

    el otro, arrastrndose penosamente, agotado por sus heridas y por la carrera,

    desmoralizado por la anterior masacre de sus hermanos, fue una conquista fcil

    para su victorioso enemigo. No hubo, en realidad, combate. El romano grit

    exultante: "Dos he sacrificado para apaciguar las sombras [almas.- N. del T.] de mis

    hermanos, al tercero lo ofrecer por el motivo de esta lucha: para que los romanos

    puedan gobernar a los Albanos". Hendi la espada en el cuello de su oponente, que

    ya no poda levantar su escudo, y luego le despoj mientras yaca. Horacio fue

    bienvenido por los romanos con gritos de triunfo, an ms felices por los temores

    que haban sentido. Ambas partes se centraron en enterrar a sus campeones

    muertos, pero con sentimientos muy diferentes; los unos con la alegra por su

    ampliado dominio, los otros privados de su libertad y bajo el dominio extranjero. Las

    tumbas estn en los sitios donde cayeron cada uno; las de los romanos, muy juntas,

    en la direccin de Alba; las tres tumbas de los Albanos, a intervalos en direccin a

    Roma.

    [1.26] Antes de que se separasen los ejrcitos, Mecio pregunt qu rdenes iba a

    recibir de conformidad con los trminos del tratado. Tulio le orden mantener a los

    soldados de Alba en armas, ya que requerira de sus servicios si hubiera guerra con

    los Veientinos. Ambos ejrcitos se retiraron a sus hogares. Horacio marchaba a la

    cabeza del ejrcito romano, llevando ante l su triple botn. Su hermana, que haba

    sido prometida a uno de los Curiacios, se reuni con l fuera de la puerta Capene.

    Reconoci, en los hombros de su hermano, el manto de su novio, que haba hecho

    con sus propias manos y rompiendo en llanto se arranc el pelo y llam a su amante

    muerto por su nombre. El soldado triunfante se enfureci tanto por el estallido de

    dolor de su hermana, en medio de su propio triunfo y del regocijo del pblico, que

    sac su espada y apual a la chica. "Ve!", exclam, en tono de reproche amargo,

    "ve con tu novio con tu amor a destiempo, olvidando a tus hermanos muertos, al que

    an vive, y a tu patria! As perezca cada mujer romana que llore por un enemigo!". El

    hecho horroriz a patricios y plebeyos por igual, pero sus recientes servicios fueron

    una compensacin a los mismos. Fue llevado ante el rey para enjuiciarle. Para evitar

    la resp