Historia y Cognición F. Betancourt

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  • 7/25/2019 Historia y Cognicin F. Betancourt

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    Fernando Betancourt Martnez

    Historia y cognicin.Una propuesta de epistemologa

    desde la teora de sistemasMxico

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico,Instituto de Investigaciones Histricas/UniversidadIberoamericana

    2015

    344 p.

    (Serie Teora e Historia de la Historiografa,12)

    ISBN UNAM: 978-607-02-6586-0

    ISBN UIA: 978-607-417-316-1

    Formato: PDF

    Publicado: 10 de agosto de 2015

    Disponible en:

    http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/historia/cognicion.html

    DR

    2015. Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto deInvestigaciones Histricas. Prohibida la reproduccin total o parcial,por cualquier medio, sin autorizacin escrita del titular de los derechospatrimoniales.

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    1. Ciencia y sociedad: los marcosde una discontinuidad histrica

    Ciencia y criticidad: la fundamentacin como problema losco

    La fundamentacin del saber histrico no es un intento largamentebuscado ni una tarea necesaria incluso en el marco de sus orgenes

    clsicos, pero tampoco responde al diagnstico de un posible estadofuturo o de un ideal a perseguir. En este ltimo caso, alcanzar elideal pregurado asegurara su trnsito hacia ese umbral epistemo-lgico que la colocara ya en otro estatus, se entiende que cientcocon todo derecho. Por lo dems, ningn tipo de saber, no slo lahistoria, necesit en ese entonces antes del siglo XVIIIdel tipo de

    justicacin formal aportada por esa variedad reexiva en arasde constituir sus pretensiones ltimas con validez indiscutible. Enrealidad, es bastante reciente la aparicin de los ejercicios de funda-

    mentacin ligados, por supuesto, al desarrollo de las ciencias emp-ricas y a la ampliacin posterior del campo cognitivo, producto dela emergencia de las ciencias humanas. El contexto general de estaaparicin, fechable con cierta seguridad a nes del siglo XVIII, fueuna transformacin profunda del propio saber losco: a partir delsiglo XIX, la pregunta sobre las condiciones que hacen posible elconocimiento cientco se convierte en la interrogacin central de lalosofa, o por lo menos de sus vertientes modernas ms notorias.

    Al calor de esta nueva problemtica, las modalidades reexivas

    que aparecen en su campo de atribuciones, y que denen en buenamedida su esfuerzo global, no pueden ya reencontrar las fuentes cl-sicas que motivaron la gnesis misma del pensamiento losco. Lainterrogacin sealada no es simplemente una manera ms adecuadade plantear esas intenciones que estaban ya en la base de la losofadesde Platn, por ejemplo. Aqu la novedad responde a una situacinque se fue deniendo ms all de los marcos convencionales por loscuales esa losofa meda sus prestaciones en trminos metatericos.Ya sea asegurando el despliegue de la diversidad fenomnica por sus

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    condiciones iniciales, esto es, aprehendiendo la unidad subyacentede esa diversidad; ya sea por la nalidad resultante de esa diversidady cuya sntesis era susceptible de explicitacin meramente racional:1en ambos casos la prescripcin era inequvoca.

    En efecto, ese tratamiento aseguraba una visin de la totalidaddel mundo teniendo como premisa bsica una conciencia racionalcapaz de dar cuenta de s misma y, por medio de esta operacin,de reconducir toda experiencia posible al sustrato originario comodotacin trascendental. Se trata, por tanto, de un ejemplo paradig-mtico de discontinuidaden el seno de una aeja tradicin, la lo-sofa occidental, pero cuya aplicacin alcanza tambin y de formaaltamente signicativa a la propia historia de la historiografa. Peroesta armacin es plausible en tanto implica que la discontinuidaden el campo historiogrco es una secuela o efecto de la disconti-nuidad en el terreno losco. Qu explicacin conviene a esteenfoque? El meollo de la cuestin radica no est de ms volverloa mencionar en la aparicin de esa clase se saberes, las cienciasmodernas, que se caracterizan por su cualidad experimental y porla sistematicidad de sus observaciones. Ambas, experimentacin yobservacin sistemtica, se reeren a la reproduccin de eventos o

    fenmenos en condiciones controladas a partir de protocolos estric-tos y detallados. El piso elemental de esta posibilidad estaba en losavances matemticos que llegaron a permitir la formalizacin de unentorno lgico para el tratamiento y resolucin de problemas espe-ccos, adems de las condiciones para la formulacin y contrasta-cin de hiptesis y teoras generales.

    En suma, esta clase de saberes matemticas, fsica mecnica,astronoma, qumica, etctera, conocidos genricamente comociencias naturales, no puede ser vista simplemente como el caso ms

    1En otras palabras, cmo sabemos que una diversidad que no se puede representarcomo diversidad es una diversidad? En trminos ms generales, si queremos demostrar queslo podemos ser conscientes de las intuiciones sintetizadas, cmo obtenemos nuestra infor-macin sobre las intuiciones antes de la sntesis? Cmo sabemos, por ejemplo, que hay msde una?: Richard Rorty, La losofa y el espejo de la naturaleza, trad. de Jess Fernndez Zulai-ca, Madrid, Ctedra, 1983, p. 146-147. Si bien esta discusin la reere Rorty al campo mismode la teora del conocimiento, puede ser tomada como un efecto del tipo de losofa previoque parta de la distincin entre lo uno (principio, origen) y lo mltiple (lo derivado, lo con-tingente), aunque ahora llevada a un terreno diferente. Esto expresa el trnsito de la losofadel campo ontolgico convencional el ser, en general al ms restringido del conocimien-to cientco.

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    desarrollado de formas de saber previas y que respondan a un mar-co de referencia distinto, donde las cuestiones de cosmovisin ge-neral o de planteamientos teolgicos variados resultaban esenciales.Incluso la conciencia reexivaque acompa a este proceso marca elsentido de la distancia respecto a la situacin losca previa. As,las pretensiones de un saber totalizante, propias de esos marcoscosmolgicos y teolgicos, no resultan ms que en objeto de crticadesde una serie de posturas que, frente a las ciencias empricas mo-dernas, no pueden apelar a ninguna teora sustantiva, ya sea de lanaturaleza, lahistoriaolasociedad.2El dogmatismo que est presu-puesto como elemento constitutivo en los marcos previos a las cien-cias experimentales esto es, la consideracin de que hay principiosde los que no cabe dudar al punto de que son la pauta para resolvertodo lo referente a la verdad expresaban una estructura redun-dante en el saber premoderno.

    Es posible decirlo as: el saber tena como condicin la exigenciade aportar conrmaciones a las expectativas previas (sustrato dog-mtico). El conocimiento cientco moderno, por el contario, buscanecesariamente frustrar toda expectativa previa, donde frustrardebe entenderse como proceso de aprendizaje guiado por la capa-

    cidad crtica de los sujetos. Ya Popper puso al descubierto el impor-tante papel que juega la actividad crtica respecto a la discusin deteoras en el campo cientco. Frente a la tradicin dogmtica quebusca asegurar la transmisin de principios en su cualidad indiscu-tible, la ciencia se ve impulsada e impulsa, a su vez, la discusincrtica de las doctrinas. Aqu, aprendizaje supone un proceso de des-engao que permite constantemente corregir nuestro horizonte deexpectativas por medio de su modicacin. Desengao puede enten-derse como proceso de falsacin de una clase de enunciados bsicos

    en las ciencias, mientras que la modicacin apunta a la sustitucino, en su caso, a la correccin de teoras por medio de la integra-cin de las expectativas frustradas que pueden ser consistentes conaquellas que no lo han sido todava.3

    2Jrgen Habermas, Teora de la accin comunicativa. 1. Racionalidad de la accin y raciona-lizacin social, trad. de Manuel Jimnez Redondo, Mxico, Taurus, 2002, p. 16.

    3Karl R. Popper, Objetive knowledge, Oxford, Clarendon Press, 1973, p. 347-348. Vasetambin, del mismo autor, The logic of scientic discovery, New York, Harper Torchbooks, 1968,479 p.

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    Si en la asercin anterior es posible tomar nota de ciertos rasgosque conduciran al conceptoparadigma, ya un marco reexivo diferen-te, la historia de la ciencia en su versin kuhniana, esto no es de nin-guna manera casual. La consideracin de que los productos cientcostienen un carcter contingente que no puede ser pasado por alto es-taba ya en los planteamientos ms bsicos sobre estas formas de saber,pero dependiente de un enfoque inmanente a la propia operacincientca como forma particular de racionalidad. Otra perspectivabusc legitimar una manera por la cual poner lmites a la dependen-cia de los productos cientcos con respecto a marcos contingentes, lalosofa de la ciencia o epistemologa, pero ello no fue ms que unasustitucin de preceptos dogmticos por otros igualmente dogmti-cos, desmintiendo por esta va la cualidad crtica aportada por lasciencias empricas aunque fuera slo de manera temporal. Si era po-sible reunir en un cuerpo unitario y comprensivo el conjunto de pro-posiciones caractersticamente cientcas es decir, que presentancontenido emprico, ayudndose en esta tarea de la lgica formal,entonces la losofa asegurara exclusividad en todo aspecto formal.

    A los propios cientcos les quedara como tarea el sistema deproblemasque articulan el fondo o el contenido a que dichas propo-

    siciones dan lugar. La forma, que por otra parte adquiere consisten-cia invariable, puede ser abordada si se logran claricar las reglasestructurales que corresponden al sistema de proposicionesempricas.El esquema de anlisis susceptible de aplicacin considera que esnecesario partir de la unicacin de las proposiciones en una teoracientca, donde estas proposiciones adquieren rango general o uni-versal. Despus es posible explicar sus desagregaciones en proposi-ciones ms simples en un nivel que ya no es necesariamente tericosino prctico, en el sentido de lgica de investigacin. Este ltimo

    nivel delimita la manera por la cual las proposiciones bsicas seajustan al mbito de la experiencia, de tal suerte que sera posibleestablecer con precisin el contenido emprico por la forma propo-sicional que adquiere la experiencia. El desarrollo va de aquellasproposiciones que son derivadas por cadenas de inferencia acepta-bles por los individuos involucrados, hasta aquellas proposicionesque poseen alguna clase de justicacin intrnseca.

    Los dogmas empiristas que por este tipo de razonamiento seestablecen comienzan con la distincin entre lo analticoy lo sinttico

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    y con la armacin de que incluso las expresiones tericas puedenser reducidas a expresiones empricas conectadas con la experienciadirecta del mundo. Pero ms que dar por terminada la discusin enel seno de la losofa de la ciencia, los dogmas planteados han sidomotivo de discusin intensa, por lo que incluso en un planteamien-to como ste se notan los rasgos de criticidad a los que apuntan elconocimiento cientco y las imgenes de mundo que lo han acom-paado desde el siglo XIX.4Dicha criticidad se ha presentado comoantidogmtica, donde sus atributos se notan ms signicativoscuando se aplican a los propios criterios de explicitacin de la tareacognitiva. As, de Popper a Quine, el desarrollo de la criticidad enla epistemologa no ha respetado siquiera sus propios dogmas, peroes una criticidad que al referirse a s misma como condicin inhe-rente presupone superioridad de inicio en su propio enfoque.5Pre-cisamente, Popper alent el cambio ms importante en los aosposteriores a la Segunda Guerra Mundial, al sustituir el tema de lalgica de las proposiciones por la lgica de investigacin. El marcode resolucin de las controversias en el proceso de investigacin nopuede ser denitivo, pues consiste en una apelacin constante alcriterio decriticismoal que se someten todos los investigadores.

    Dicho proceso est constituido por la interrelacin entre conje-turas y refutaciones, donde los participantes proponen teoras e hip-tesis que se aceptan o rechazan a la luz de las evidencias disponiblesen ese momento. Esas evidencias y sus observaciones correspondien-tes estn a su vez disponibles para la corroboracin crtica posterior.6A pesar de las implicaciones relativistas que comporta, dado que

    4Cfr. Jos Marcos de Teresa y Armando Cntora G. (comps.),Meta-metodologa: la justi-cacin epistmica de la deduccin, Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa/Ediciones del Lirio, 2011, 189 p.

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    Friedrich Stadler, El Crculo de Viena. Empirismo lgico, ciencia, cultura y poltica , trad. deLuis Felipe Segura Martnez, Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa/Fondo de Cultura Econmica, 2010, p. 76 y s. Cfr. Karl R. Popper, Conjectures and refutations,the growth of scientic knowledge, London, Routledge & Kegan Paul, 1963, 412 p.; Willard vanOrman Quine, Two dogmas of empiricism, en From a logical point of view: nine logico-philo-sophical essays, Cambridge, Harvard University Press, 1980, p. 20-45.

    6Esta racionalidad crtica, que pone por primera vez en movimiento el proceso deinvestigacin como una interaccin entre sujetos que se interesan por el conocimiento, nopuede derivarse de nada ms. Ni siquiera coincide con las reglas de la lgica formal. Se de-cide, en el anlisis nal, por una decisin libre. La racionalidad crtica se origina de unadecisin. Rdiger Bubner, La losofa alemana contempornea, 2a. ed., trad. de Francisco Ro-drguez Martn, Madrid, Ctedra, 1991, p. 135. Estos comentarios de Bubner estn dirigidos,

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    alude a un proceso innito que no estabiliza criterio denitivo algu-no de otra manera se revierten las consecuencias de la criticidadcientca puestas en evidencia, una postura como la de Popper

    no coincide sin ms con ciertos ribetes de escepticismo epistemo-lgico. Esto, porque sus propuestas apuntan a un cambio de ptica:la operacin de investigacin cientca donde no hay un ordenadosistema de proposiciones lgicas. Pero de lo anterior no se sigue unarefutacin de la objetividad que aportan sus resultados. Crtica quie-re decir en este punto, como complemento de lo anotado previamen-te, una necesaria limitacin de nuestra racionalidad al horizonte dela experiencia, como apunt Kant. Por ello precisamente las imge-nes de mundo impulsadas por la ciencia natural un desencanta-mientode la naturaleza, se podra decir retoman las virtudes decriticidad, por lo que se presentan totalmente contrarias a las con-cepciones tradicionales.

    Esas tradiciones el horizonte de la metafsicapara autores comoPopper desbordaban los lmites prudentes a los que la experienciada lugar; si no los respetamos caemos en aquello que no puede ser

    justicado racionalmente. Por eso es que, si los horizontes de expec-tativas abiertos por las ciencias naturales se diferencian de los hori-

    zontes de expectativas cosmolgicos o teolgicos, esto no es ms queun efecto de su propia estructura: dichas expectativas no coincidencon los fuertes acentos metafsicos o de sentido enftico. Metafsica,en este sentido, hace referencia a una situacin en la cual las dife-rencias de opinin o la nica manera por la cual es posible legitimarla validez de las creencias es la apelacin a principios absolutos overdades indiscutibles.7Dichas verdades o principios se inere

    en concreto, a la introduccin de la temtica operativa de la ciencia llevada a cabo por Popper enel marco de su disputa contra el empirismo.

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    Cfr. Odo Marquard, Filosofa de la compensacin. Estudios sobre antropologa losca, trad.de Marta Tafalla, Barcelona, Paids, 2001, p. 109 y s. Marquard comenta la obra de HansBlumenberg a partir de lo que para l es su idea fundamental: la descarga de absolutos. Enotras palabras, su obra se opone a la tradicin losca de la metafsica, cosa evidente si setoman en cuenta los rasgos esencialmente historicistaspor los cuales transcurre su itinerariointelectual. Pero, paradjicamente, no puede distanciarse de las grandes preguntas que ori-ginaron la metafsica en forma de expectativas sobre lo absoluto. Segn Wetz, para Blumen-berg lafacticidadde un mundo desprovisto de sentido que nos depara el conocimiento cien-tco no puede esquivarse sin ms; pero esto no lleva a otra postura, sino al reconocimientode la falta de racionalidad propia del nihilismo extremo. Wetz subraya que la modernidad seencuentra en una situacin peculiar. Por un lado, obtuvo como legado de la tradicin cristianay metafsica un conjunto de expectativas de sentido enftico; por otro, su condicin histrica

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    necesariamente presentan cualidades apriorsticas en trminosformales, es decir, no responden a los criterios de razonabilidadpuestos en juego en la confrontacin de opiniones o en la lucha decreencias. Lo anterior quiere decir que no pueden volverse tema dediscusin los criterios de validez que los sostienen, por lo que tam-poco son susceptibles de justicacin racional.

    Por el contrario, la dimensin crtica que en opinin de Popperconlleva la operacin cientca, es decir, en su doble nivel de desen-gao y correccin constante de expectativas, se maniesta comoautorreexin: la funcionalidad de los criterios que permiten el con-

    junto operativo de la ciencia depende de su continua justicacinracional. Sin embargo, hay un problema en la postura de Popperhecho evidente por el mismo Habermas. Si bien los criterios quepermiten la operacin cientca son objeto de revisin constante, laactitud crtica misma escapa a toda justicacin racional, por lo quedepende de una eleccin previa que parece tener contornosprerra-cionales. Elementos tales como la motivacin que se le presenta a lossujetos para la aceptacin de estndares, reglas y actitudes propiasde los cientcos son movilizados no bajo las vas de deduccin yfundamentacin convencional que cabra esperar en todo conti-

    nente de produccin cognitiva. Esta cuestin est enmarcada, comose deja ver, en las previsiones que realiz Popper sobre el sujetoportador del proceso cognitivo y, por tanto, se desprende de su pro-pia orientacin y toma de postura como lsofo de la ciencia.8

    y su vinculacin con el conocimiento cientco le niega cualquier posibilidad de satisfacerdichas expectativas. En esto ltimo se revela una tensin puesto que tampoco puede elimi-narlas. Frente a ello, Blumenberg en opinin de Wetz sustenta la idea de un pensar res-ponsable caracterizado por la labor de desmontar o deconstruiresas grandes armazones desentido; mostrando sus pretensiones exageradas y arrogantes el acceso al absoluto po-dramos reconocer lo propio de nuestra condicin: una racionalidad de las opiniones cuya

    validez slo alcanza para una fundamentacin argumentativa. En otras palabras, los produc-tos de dicha racionalidad estn limitados a esferas de transitoriedad o de temporalidad pre-cisos. Pero no por ello es dable suponer que los seres humanos podamos excluir las cuestionesde orientacin prctica y de valoracin moral. Como escribi Wetz, los seres humanos han deresolver en una cultura secularizada sus problemas de sentido de la vida sin recurrir a la religiny a la metafsica. Sin embargo, esto poda entenderse como el lmite mismo de la hermenutica.Cfr. Franz Josef Wetz, Hans Blumenberg. La modernidad y sus metforas, trad. de Manuel Canet,Valencia, Alfons el Magnnim, 1996, p. 147 y s.

    8Karl R. Popper, Conjectures and refutations, p. 106 y s. Vase del mismo autor, sobreel estatuto de un sujeto no pasivo en el proceso cognitivo pero que tampoco es objeto de unadeliberacin propiamente lgica, el libro Thelogic of scientic discovery, New York/London,Harper Torchbooks, 1968, 479 p. Para revisar las objeciones de Habermas se puede consultar

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    Por eso los elementos intrnsecos no son atribuibles a la propiaoperacin cientca, sino al tipo de criterios y distinciones funciona-les en la perspectiva de Popper, que caen en la jurisdiccin del suje-to. Por lo dems, parecen responder al tpico proceder de una argu-mentacin circular, cuyas premisas no las del cientco sino lasdel lsofo de la ciencia se mantienen a reserva de claricacin y

    justicacin, pues no son tematizadas. Esto conlleva la valoracinnegativa de dichos elementos prerracionales, aunque en una pticadiferente dichos rasgos expresan el hecho de que los marcos de re-ferencia propios de la lgica de investigacin cientca se conectanhacia atrs, es decir, a marcos ms amplios en trminos comprensi-vos y propios de los mundos de la vida social. Una posible salida ala argumentacin circular que adems permite otra explicacinsobre la discontinuidad introducida por el conocimiento cientcose relaciona con el enfoque sistmico desarrollado por Luhmann enel sentido de una teora general de la sociedad. Todava mantengoen reserva el cambio ms general una ruptura con todo lo que estoimplica que su obra oper respecto a los tratamientos epistemo-lgicos convencionales.

    En una discusin diferente a la aqu presentada, Alfonso Men-

    diola introduce una distincin bsica que opone operacina estruc-turaen el mbito de los sistemas sociales complejos. Esta distincines producto de un trabajo de deslinde que conecta con otros aspectosy conceptos cuyo contenido semntico no es el comnmente delimi-tado, por ejemplo, en las discusiones loscas o en el campo de lasciencias sociales. De ah que sea menester seguir, aunque de mane-ra esquemtica y limitada, esta lnea argumentativa. Regresando altrmino operacin, ste delimita las posibilidades de accin, dondedicha actividad es la atribucin de un cambio de estado del sistema

    desde su interior. La atribucin de experienciadescribe un cambioen funcin del entorno del sistema.9Accin y experiencia no puedenentenderse, en el marco del trabajo de Luhmann, como accin yexperiencia respecto a una subjetividad, pero tampoco presuponen

    el siguiente texto: Jrgen Habermas, Contra un racionalismo menguado de modo positivis-ta, en Theodor W. Adorno et al., La disputa del positivismo en la sociologa alemana, trad. de

    Jacobo Muoz, Barcelona, Grijalbo, 1973, p. 221-250.9Alfonso Mendiola, Retrica, comunicacin y realidad. La construccin retrica de las batallas

    en las crnicas de la conquista, Mxico, Universidad Iberoamericana, 2003, p. 139.

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    connotaciones ontolgicas. Es una decisin adoptada y no una atri-bucin a un sujeto ni a una realidad perceptible.10Por supuesto, estadistincin se sigue de otra ms fundamental realizada por Luhmann:la distincin entre sistemas propiamente dichos. As, Luhmann tomacomo punto de partida terico las diferenciaciones posibles entre sis-temas autorreferenciales, de tal manera que es posible distinguir entresistemas vivos, sistemas psquicosy sistemas sociales.

    Se pueden distinguir por lo menos tres referencias sistmicas diferen-tes. Se pude partir de la vidao de la concienciao de la comunicacin, esdecir, se puede distinguir, con referencia al origen profesional, entretrminos cognitivos de la biologa, la psicologa (y aqu, la teora ex-

    trascendental) y la sociologa. Si se formula esta diferenciacin en elmarco de una teora general de sistemas autorreferenciales (que resal-tan actualmente), esto se reere a los sistemas vivos, sistemas psquicosy sistemas sociales. Nos referimos en cada caso a sistemas autopoiti-cos que reproducen los elementos que los componen, por medio de loselementos de que consisten; es decir que tambin (y slo as) practicanel procesamiento de informacin, selectivo en cada caso, producen,adems (y slo as), un tipo propio de cogniciones, mediante los cualesestructuran su autorreproduccin.11

    Cognicin y estructura: la lgica de las expectativas

    En la cita anterior dos nociones sobresalen: cognicin y estructura,ambas referidas a la posibilidad de autorreproduccin del sistemasocial. La cognicin es una operacin temporalmente establecida,es decir, se desarrolla en el tiempo pero est condicionada al pre-sente de su desarrollo. De nueva cuenta, no retoma la distincinclsica entre sujeto y objeto, este ltimo pensado como realidad en

    10A esta distincin aadir aquella de medio y forma la cual tampoco es, a su vez, lade signicante y signicado. Se trata meramente de una decisin. La teora de sistemasavanzada y la semitica saben en la actualidad que un observador debe elegir una distincinpara indicar aquello de lo que va hablar. Tanto en la teora de sistemas como en la semitica,esta reexin de segundo orden proporciona un giro autorreferencial o autolgico a cualquiercosa que pueda hacerse visible al escoger una distincin. Niklas Luhmann, La forma escri-tura, Estudios Sociolgicos, El Colegio de Mxico, v. XX, n. 58, 2002, p. 3.

    11Niklas Luhmann, La ciencia de la sociedad, traduccin de Silvia Pappe, Brunhilde Erkery Luis Felipe segura, bajo la coordinacin de Javier Torres Nafarrate, Mxico, UniversidadIberoamericana/Instituto Tecnolgico y de Estudios Superiores de Occidente/Anthropos,1996, p. 97.

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    las perspectivas propiamente objetivistas, pues conocimiento estvinculado al sistema como operacin. En cada comunicacin se pre-senta un componente de informacin. Dicho componente, a su vez,se reere a algo y al mismo tiempo incluye la forma de su referencia,es decir, la distincin que opera en la informacin. Adems debepermitir la participacin y la comprensin dado que su funcin con-siste en asegurar el ujo constante de informacin/comunicacin.12Por su parte, el concepto estructura dene la condicin para la no-cin conocimiento, pero en el sentido de establecer el mbito de laoperacin misma, puesto que consiste en una limitante de las posi-bilidades de seleccin disponibles.13Esto quiere decir que la estruc-tura cumple la doble funcin de limitar el campo de posibilidadesfuturas. As entendida, la estructura reduce la arbitrariedad de loque se contina como operacin, pero tambin asegura el enlaceentre operaciones en una secuencia temporal (antes y despus).

    Es por eso que la estructura acta al interior de un sistema parareducir la complejidad. Estos enlaces, asegurados estructuralmente,pueden referirse ya sea a la experiencia (cambios de estado atribui-dos al entorno del sistema) o a la accin (cambios de estado atribuidosal interior del sistema). Pero en todo caso, cualquiera que sea el tipo

    de enlace, accin o experiencia, lo que resalta es que permiten lacontinuacin de la comunicacin y, por tanto, la reproduccin delsistema mismo. Mendiola introduce en su texto la nocin de expec-tativas ligndola directamente a la estructura como posibilidad deenlace, cosa ya de entrada diferente a la perspectiva de Popper que,recordemos, permite introducir en el conocimiento cientco un n-dice crtico visto como antidogmtico. En el esquema popperianosigue operando como criterio de distincin la consideracin de unobservador otanteque oscila frente al mundo y puede tomar nota de

    l por medio de percepciones. Esta base de experiencia sensible, apesar de ser preformada por la tradicin histrica, por las disposi-ciones biolgicas y culturales del sujeto observador, en opinin dePopper es el nico criterio para considerar la verdad de las propo-siciones cientcas.

    12Ibid., p. 102.13Ibid., p. 98.

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    Las teoras cientcas pueden ser, por tanto, corregidas tenden-cialmente por medio de la falsacin metdica. De acuerdo con esto,el progreso cientco propio de la modernidad se mide como un

    constante proceso de eliminacin de los errores en nuestras aseve-raciones sobre el mundo y, correlativamente, en un incremento delos contenidos de verdad en nuestras teoras. Luhmann, por su par-te, adopta un concepto de ciencia que recupera su transformacin alo largo del siglo XXy su dimensin operativa por eso puede de-cirse que se coloca en una perspectiva histrica, esto es, la trans-formacin de un autoconcepto ontolgico en uno constructivista yde un concepto terico-unitario (teora de los principios) en unoterico-diferencial como se ha podido observar en los doscientosaos despus de Kant.14As, ciencia dene un sistema funcionalpro-pio de la sociedad contempornea, producto sin duda de un cmu-lo de condiciones histricas y que establece cdigos internos (al sis-tema) para diferenciar lo verdadero de lo falso.

    Por tanto, la diferencia entre expectativas dogmticas y crticasno puede ser mostrada a partir de diferencia entre falsedad y ver-dad. Los ndices que deben ser tomados en cuenta para tratar deexplicar la discontinuidad producida por la emergencia de la cien-

    cia en las sociedades modernas no son otros que, retomando laconsideracin paradigmtica que prea el trabajo de Luhmann,aquellos que ataen a la discontinuidad de la propia sociedad mo-derna. El desengao y la correccin de expectativas, rasgos esen-ciales de la ciencia natural moderna, no pueden presumir de unamayor consistencia o de ser ms verdaderos que los saberes premo-dernos. Y esto lo explica Luhmann diciendo que la verdad no sepuede presentar independientemente de la accin.15Es decir, laverdad no es independiente de las decisiones y distinciones que

    operan al interior de un sistema como la ciencia.Ya la accin es una atribucin al interior de un sistema paradistinguirla de otra atribucin, experiencia; pero, igual que esta l-tima accin, es una comunicacin. As, cuando Mendiola hace laarmacin de que la estructura puede ser considerada como una

    14Ibid., p. 442.15Ibid., p. 441.

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    forma particular de expectativa,16sta es ya una derivacin de unadistincin previa (operacin/estructura). La accin es una forma deoperacin esto es, comunicacin. La estructura permite enlazaresta comunicacin con otras sucesivas temporalmente. Expectativaes un trmino, entonces, que se deriva de esta dimensin temporalde la estructura. Esto tiene que ver con el futuro, con aquello que seespera como anticipacin en lo comunicable; en otras palabras, conla anticipacin de los posibles enlaces de operacin. No se entien-de la expectativa fuera de los marcos autorreferenciales del circuitooperacin/estructura, mientras que la nocin, en su sentido habi-tual, se articula semnticamente a una innegable dimensin subje-tiva incluso en el caso del cientco o del lsofo de Popper, yas expresa lo deseado o esperado por un sujeto.

    Ahora bien, si la expectativa es una estructura de enlace poste-rior, nada garantiza su realizacin, pero tampoco nada puede deter-minar de antemano su falta de cumplimiento. Se deja ver ya en estepunto el nivel de contingencia que prea los enlaces y establecetintes paradjicos a la expectativa, al punto de poder considerarque toda seleccin, incluso las atribuciones mismas, no presentaregistros claros de necesidad pero tampoco de imposibilidad.17Des-

    de este nivel de contingencia pueden existir dos alternativas en re-lacin con el fracaso de la oferta postulada por la expectativa, puesel que se produzca debe tener otros efectos diferenciales. Frente auna decepcin de la expectativa, una opcin de comportamiento esaquel que mantiene su oferta a pesar del fracaso; la otra tiende a re-nunciar a la expectativa inicial, bajo el entendido de que su fracasoimplica la formulacin de otra expectativa o su correccin.

    Como el sistema puede optar por un tipo de comunicacin queexprese consecuencias de tipo estructural, entonces puede distinguir

    16Dado que la sociedad opera por medio de comunicaciones, en este tipo de sistemasla estructura adopta la forma de expectativas. Sin embargo, para posibilitar la comunicacin,en los sistemas sociales la estructura se presenta como complementariedad de expectativas(roles o normas institucionales). Esta complementariedad se entiende como anticipacin delposible enlace de operaciones. Alfonso Mendiola, Retrica, comunicacin y realidad..., p. 141.

    17Las estructuras que permiten de esta manera que surja comunicacin de comunica-ciones, tienen que contener proyecciones temporales. Deben consistir de expectativas(si se nospermite el uso despsicologizado del trmino) que reducen las posibilidades de variacin deotras comunicaciones. Las expectativas producen, precisamente porque tienen que estar pre-paradas para afrontar decepciones, una continuidad suciente de mundo. Niklas Luhmann,La ciencia de la sociedad..., p. 102-103.

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    entre dos estilos de respuesta. Dene un estilo normativode expec-tativa en el caso de su mantenimiento a pesar de la decepcin; unestilo cognitivode expectativa cuando se trata de corregirlas o cam-biarlas. Una justica el fondo de la expectativa, donde tal justica-cin se mantiene en una situacin de frustracin; la otra tiende a

    justicar la transformacin misma. A diferencia de los procesos dedecepcin y aprendizaje remarcados por Popper en cuanto a la cua-lidad crtica del conocimiento cientco, la perspectiva apuntadaarriba sostiene que tanto el mantenimiento de la expectativa frus-trada como su transformacin son opciones que se siguen a partirde estrategias diversicadas del propio sistema social. En cambio,en la visin popperiana, generalizable a una postura losca deaceptada autoridad, tanto la decepcin como el aprendizaje se corres-ponden con un proceso de captacin del entorno del sistema.

    En otras palabras, la orientacin estructural de la primera lanormativa se produce hacia la accin y slo por eso conservala expectativa, ya que como operacin atribuye el cambio del estadodel sistema a su interior. En tal caso, la decepcin se explica por cau-sas propias al sistema. El segundo estilo el cognitivo se orientahacia la experiencia, dado que dicha atribucin se produce sobre el

    entorno, y se dirige, por lo tanto, a la vivencia. Por eso, la explicacinde la frustracin se deriva hacia causas que tienen que ver con aque-llo que no est contenido en el interior del sistema.Acciny vivenciano responden a atribuciones o adjudicaciones subjetivas, pues debetenerse en cuenta que tanto lo cognitivo como lo normativo son, enrealidad, reacciones del sistema. Luhmann las denomina irritacionesy son producto de la interrupcin de la expectativa, es decir, de lasdecepciones; de ah que su funcin pueda entenderse como autorre-gulativa del sistema, ya que depende del nivel estructural.18

    18El xito de este modo formativo de estructuras de la autorregulacin se basa, no porltimo, en que para el trato con irritaciones existen no slo una, sino dos metarreglas. Unadice: cambia la estructura de manera que la irritacin puede aparecer como conforme a laestructura. La otra dice: mantn la estructura y externaliza tu decepcin; adjudcala a unsistema del entorno que debera comportarse de otra manera. En el primer caso, la expecta-tiva es modalizada cognitivamente, en el segundo normativamente. En total el sistema seprotege de esta forma contra la presin de cambio e internamente vuelve a hacer elegir cmoquiere reaccionar a las irritaciones. Ibid., p. 104. Se entiende que dichas irritaciones provienendel entorno del sistema, particularmente del sistema psquico. De ah, entonces, que la expec-tativa no sea formulada subjetivamente, sino que es una respuesta a las exigencias del sistema.

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    Pero la estilizacin cognitiva y la normativa no son elementosextrapolables a cualquier sociedad en el pasado, pues son efecto deun desarrollo evolutivo que tiende a la diferenciacin y, por lo tan-to, son propios de las sociedades modernas. Tanto la una como laotra estn basadas en procesos comunicativos que han logradodiferenciarse de otros procesos comunicativos considerados ha-bituales o normales. En general, es posible armar que dicha di-ferenciacin condicin por la cual lo cognitivo/normativo cris-taliza en instituciones es la diferenciacin sistmica misma, esdecir, aquella que permite los deslindes necesarios entre sistemassociales, sistemas psquicos y sistemas vivos. Entonces, y slo en-tonces, histricamente se decantan, al punto de denirse con ciertaprecisin semntica y operativa, las reas de la ciencia de las delderecho. En la perspectiva de Luhmann, dicha diferencia suponeahora es decir, slo en la modernidad la unidad misma de ladiferencia: existe el derecho en nuestras sociedades porque existe,en paralelo, la ciencia y viceversa.

    Por supuesto, la aparicin del derecho puede remontarse hastala poca griega clsica, pero en este caso no estaba diferenciada res-pecto a algo que pudiera considerarse ciencia o cognicin, ni siquie-

    ra en el sentido restringido, ontolgico, que sin duda es muy poste-rior (siglo XVIII): el conocimiento o la ciencia referidos a lasposibilidades de aprehender una realidad exterior al sujeto, ya seapor medio de reproducciones mentales o representaciones discursi-vas. La nocin epistemeno tena estas atribuciones y slo poda en-tenderse por su nocin contraria, dxa. Al nivel de la resolucin deconictos en el marco jurdico, la atribucin de capacidad respectoal fondo del asunto se desplazaba hacia un tercero, instancia nalde la resolucin. Se trataba de la esfera de la polis y de su estructura

    de cargosy el procedimiento tena como va privilegiada la retrica,esto es, la persuasin de un jurado o juez. Por otro lado, la bsquedade la verdad era abordada desde la dialctica, tcnica especcade argumentacin que trataba de orientar a un adversario a la acep-tacin de los juicios propios.

    A pesar de estas instancias, el sistema social, referencia nal deambas tcnicas no presupona autonoma respecto al orden csmicoglobal. De ah que nuestro sistema moderno de diferencias, por lomenos delimitando lo cognitivo de lo normativo, no tendra por qu

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    presidir las observaciones propias del mundo clsico e incluso me-dieval, menos aun cuando dichas formas diferenciadas carecen depresuposiciones cosmolgicas u ontolgicas inherentes. Segn Men-diola, esto explicara la preeminencia normativa o moral en los sis-temas sociales anteriores al siglo XVII. Por ello, la reaccin ante ladecepcin de las expectativas en las culturas dominadas por la retricaest estilizada normativamente, es decir, se reacciona ante lo ines-perado moralmente. A partir de la cristianizacin de Europa, esamoral est sustentada en una religin construida teolgicamente.Por ello, la respuesta ante la expectativa frustrada se da desde lamoral teolgica del cristianismo.19

    La anterior postura introduce un entendimiento de la estructuraredundante del saber premoderno, pues no est orientada por ladualidad aprender/no aprender. Una sociedad que reacciona antela frustracin de las expectativas de manera normativa no puedeconcebir al conocimiento desde lo no conocido, esto es, como origi-nalidad. En contraposicin, el estilo cognitivo alude a la posibilidadde conocer lo todava no conocido bajo la forma de un aprendizaje.En el primer caso, y ante la frustracin de una expectativa, la socie-dad no puede ms que reforzar moralmente las normas vinculantes,

    puesto que en realidad la expectativa requiere el reconocimiento deun conocimiento previo. En otras palabras, el mundo no es accesibleal conocimiento porque no existe mundo por conocer; se toma comoevidente la presuncin de un orden general, cosmolgico.

    Estas sociedades hacen prevalecer, como instancia de seguridad,la unidad del todo; desde esa unidad se explica la diversidad, puesella no es entendible como diversidad en s misma. El riesgo est sinduda en la diversidad sin unidad previa y esto se entiende comofalta de fundamento metafsico. Llama la atencin que la losofa

    moderna occidental, incluso en su variacin de reexin epistemo-lgica, haya reaccionado a la prdida de la unidad cosmolgica oteolgica por el camino de asegurar como instancia originaria o deprincipio al sujeto dotado de manera inmanente de racionalidad. Laincapacidad de las sociedades veteroeuropeas para seguir autodes-cribendose a partir de categoras de gran amplitud cosmognica ode presuncin teolgica puede explicar el surgimiento histrico del

    19Alfonso Mendiola, Retrica, comunicacin y realidad..., p. 143.

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    moderno concepto de sujeto, contraviniendo en este caso la tnicapredominante hasta hace poco tiempo.

    Sin embargo, este proceso supuso la elevacin de la persona alestatus de sujeto, dando pie a una serie de implicaciones y enredosque no pudo resolver la modernidad temprana. As, la dualidad porla cual este sujeto es presentado como fundamento de toda experien-cia posible esto es, la unidad subyacente del s mismo, soporta suinvolucramiento en una multiplicidad que se pierde en la diferenciarespecto a los otros.20Una forma reexiva que acompa este surgi-miento un episodio histrico breve pero que busc describir y re-solver la instancia misma de la tensin entre unidad y multiplici-dad fue la antropologa losca. Si el hombre es ya el sujeto contodo lo que esto conlleva, la disyuntiva derivada de la tensin origi-naria se revuelve entre un intento de dar cuenta de su consistenciaemprica o, por el contrario, de acceder a un saber sobre su esencia.

    Sobre este camino divergente y por el cual al nal a este plan-teamiento se le escapa la unidad propia de los seres humanos comosujetos, al propio sujeto se le dot de una consistencia tal que sobrel resida la unidad ltima de la sociedad, de la accin, del conoci-miento y de la expresividad.21La perspectiva adosada a esta elevacin

    de los seres humanos a la condicin de sujeto, a pesar de su brevedady de su apora interna, constituy el basamento para la emergenciade las ciencias del hombre, teniendo la historia el carcter de cono-cimiento modlico en este rubro. Lo anterior muestra la importan-cia que resulta del ulterior proceso de desantropologizacin de la

    20Con arreglo a la forma, por tanto, su propia unidad les es dada slo como paradoja:como unidad de algo que es una multiplicidad, como mismidad de lo diferente. Bien es ver-dad que el distinguir no es difcil, puesto que sin realizar una distincin en ningn caso sepuede observar. Pero el problema se cifra entonces en saber de qu se distingue el sujeto [].

    Por consiguiente, dos son las preguntas que hemos de plantear al sujeto: la primera es la re-ferente a de quin o de qu se distingue; y la segunda, la relativa a qu es su propia unidad,dado que sta es denida por una distincin que puede seleccionarse variadamente. NiklasLuhmann, Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia, ed. y trad. de Josetxo Beriain y

    Jos Mara Garca Blanco, Madrid, Trotta, 1998, p. 219-220.21Foucault caracteriz esta disposicin tpicamente moderna (siglo XIX) bajo la denomi-

    nacin analtica de la nitud. Ella maniesta, a partir de Kant, el tipo de problemas que resultande un intento de explicitar la consistencia emprica del hombre, pero slo a partir del presu-puesto de toda antropologa: ese hombre-sujeto es la condicin de todo conocimiento posiblesobre s mismo. Cfr., Michel Foucault, Una lectura de Kant: introduccin a la antropologa ensentido pragmtico, trad. de Ariel Dilon, revisin tcnica y trad. de la Noticia histrica porEdgardo Castro, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, 140 p.

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    historia, proceso por el cual se distanci de su ubicacin primariacomo ciencia humana.22Paralelamente a su desvinculacin con lasperspectivas antropolgicas retomadas incluso bajo su funda-mentacin como ciencia del espritu, destaca su paulatino involu-cramiento con el campo social, cosa que la dota de un estatus muydiferente.

    Ante la pretensin de intentos como el anteriormente descrito,la propia aparicin de las ciencias naturales induce a un cambio enlas coordenadas generales, no slo de apreciacin respecto a la to-talidad o universalidad de los principios incluso normativos fuer-temente vinculantes, sino respecto a las propias modalidades dedescripcin loscas. Ahora bien, como expresa el trabajo de Luh-mann, esas coordenadas, as como las variedades reexivas al tipode la losofa, no pueden evadir la cuestin de la diferencia, porqueya no tienen forma de recurrir a unidades de totalidad o universalesformales al tipo del explanans. Los elementos particulares o antece-dentes, junto con los enunciados generales que permiten su aplica-cin universal, aseguraran la subsuncin del caso particular a laesfera de cobertura legal de una ley. No hay manera de reconvertircomo factores explicativos de una singularidad los atributos inducti-

    vos o deductivos de una racionalidad que opera nomolgicamante.La paradoja, explicar la diferencia desde la diferencia misma,puede formularse gracias a los grados de complejidad alcanzadosen los sistemas sociales contemporneos y que tienden a profundi-zarse. Entonces, son los criterios que permiten hacer distincionesesto es, observaciones los que se convierten en elementos cen-trales para los diferentes procesos de reconstruccin racional o des-cripcin reexiva. El rechazo a todo fundamento ontolgico, yasea de carcter teolgico o losco, trae aparejada la prdida de

    22La etnologa, como el psicoanlisis, interroga no al hombre mismo, tal como puedeaparecer en las ciencias humanas, sino a la regin que hace posible en general un saber sobreel hombre; lo mismo que el psicoanlisis, atraviesa todo el campo de ese saber en un movi-miento que tiende a alcanzar sus lmites []. El privilegio de la etnologa y del psicoanlisis,la razn de su profundo parentesco y de su simetra, no deben buscarse en una cierta preocu-pacin que tendran ambas por penetrar en el profundo enigma, en la parte ms secreta de lanaturaleza humana; de hecho, lo que se reeja en el espacio de sus discursos es antes bien elapriorihistrico de todas las ciencias del hombre las grandes cesuras, los surcos, las parti-ciones que, en la epistemeoccidental, han dibujado el perl del hombre y lo han dispuesto paraun posible saber. Michel Foucault, Las palabras y las cosas: una arqueologa de las ciencias huma-nas, 24a. ed., trad. de Elsa Cecilia Frost, Mxico, Siglo XXI, 1996, p. 367.

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    relevancia o justicacin de la creencia en una realidad comn atodos y, por tanto, universal. Siendo esto caracterstico de los nive-les de complejidad que nalmente alcanzan los horizontes propios

    de los mundos modernos, la cualidad de la observacin como in-troduccin de distinciones llega a tener el rango de una disposicincultural que permea a los propios productos cognitivos como sis-temas operantes. De lo anterior se sigue como consecuencia queslo pueden existir diferentes plataformas de observacin, es decir,diversos modos de hacer distinciones, de considerar, de evaluar o,incluso si se quiere, de juzgar.

    Estos modos se despliegan en horizontes contingentes, lo quequiere decir que bien podran ser de otra manera, y cualquiera que seasu condicin u orientacin, nunca pueden alcanzar otro rango queno sea el de productos provisionales. Nuestros marcos de raciona-lidad estn, por tanto, denidos por esa situacin de complejidaddel mundo social, no como presupona la distincin convencional deteora/praxis; esto es: la diversidad se explica desde la totalidad odesde principios tericos universales. As, tampoco la diversidad dela experiencia mundana de los seres humanos puede ser reconduci-da a un orden previo, ya sea teolgico o cognitivo. Ni teoras sustan-

    tivas respecto a la unidad de lo real, ni cosmovisiones que doten designicacin estable el lugar que ocupan los seres humanos en dichaordenacin. La aparicin de la ciencia natural y su desarrollo a lolargo de los siglos XVIIIy XIXconvierten en injusticadas las preven-ciones de un observador divino capaz de tener acceso a la totalidad,al tiempo que convierten en inestable la perspectiva que apuesta porun observador trascendental como ltima garanta epistemolgicadel conocimiento intramundano.

    El punto de partida para reconocer esa situacin histrica que

    est detrs de la discontinuidad expresada por la aparicin del co-nocimiento cientco es observar los conceptos de racionalidad quehasta el siglo XVIIIgozaban todava de plausibilidad. Estas nocionesya sea la oposicin teolgica cuerpo-esprituo la tpica de la loso-fa idealista alemana, naturaleza internafrente a naturaleza externase dirigan al problema de cmo captar algo externo respecto de lanaturaleza racional interna de los seres humanos. Estas formas deracionalidad operaban exclusivamente en forma heterorreferencial,es decir, trataban de captar el entorno del sujeto como diferencia,

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    donde dicho entorno era independiente del sujeto mismo. Esto esvlido incluso para esa conciencia capaz de elevar dicho entorno alo pensable o un sistema de ideas dado.

    Dicho observador, colocado desde el inicio de la operacin deobservar en una situacin de privilegio, fue referido a la instanciaya sea de una conciencia primigenia, de un sujeto trascendental do-tado de poderes especiales o, nalmente, de una capacidad mentalparticular. Todos estos rasgos obligan a presuponen que el observa-dor, por diferentes medios mentales o trascendentales, produce re-presentaciones de ese entorno. Un episodio central en esta disposi-cin es la pregunta cartesiana sobre aquellas representaciones de lascuales no cabe dudar, es decir, donde el observador adquiere unacualidad especial por el tipo de procedimiento involucrado en laconstruccin de esas representaciones. Una torsin al interior deestas sistemticas23consisti en reduplicar la distincin al interiormismo del sujeto observador, por lo cual desde el siglo XVIIpensary serfueron objeto de una metdica opuesta en el sentido de onto-logas distinguibles y contradictorias.24

    La observacin como operacin. Evolucin y teora social

    Existe un esfuerzo compartido de desvelamiento del mundo parti-cularmente notorio en las modernas expresiones de esta sistemtica,que alcanzaron no habra por qu asombrarse de ello al ncleoduro de la losofa de la ciencia de la primera mitad del siglo XX. Elproblema de cmo aclarar la realidad del mundo el entorno pro-piamente dicho del sujeto se institua a nivel de operacin de lastpicas observaciones de primer orden, independientemente del cam-

    po especco del que se trataba. Al no ser particulares de un camposino que se difundan al cuerpo social en su conjunto, prearon loselementos estructurales de la cultura en general. Luhmann comenta

    23Entiendo por la nocin sistemticasa las modalidades de pensamiento o reexin quehan buscado claricar, primero, y normar, despus, las distintas formas, grados y cualidadesde las representaciones. No est por dems mencionar que dichas sistemticasreproducenincesantemente los intercambios que se producen entre lo emprico y lo trascendente.

    24Niklas Luhmann, Observaciones de la modernidad. Racionalidad y contingencia en la socie-dad moderna, trad. de Carlos Fortea Gil, revisin tcnica de Joan-Carles Mlich, Barcelona,Paids, 1997, p. 53.

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    que ya en estos intentos es posible establecer dos niveles claramen-te diferenciados, la observacincomo tal y el observadorcomo actor.25La primera consiste en la accin que se connota, es decir, la accinde observar; pero ya en ello se insina que dicha accin tiene ele-mentos particulares que la distinguen de la accin en general.

    Por ms que en las sistemticas se insista en atribuir el acto deobservar a una percepcin propia del sujeto y, por tanto, a una accindel mismo, cuando se opta por una perspectiva que pone el acento enla operacin aparece una lgica diferente: la orientacin slo es propiade la lgica de los enlaces de la operacin, cuestin que no tiene quever con la atribucin previa al sujeto. El observador, presumiblemen-te actor y fuente del acto mismo y a pesar de los rasgos que la conven-cin losca le ha adherido como consustanciales conciencia tras-cendental, origen de toda experiencia posible, etctera no puedeser visto de manera independiente de la operacin de la observacinque, en general, lleva a cabo la sociedad.26Al colocar al mismo nivelel acto de observar y el observador, se recusa la diferencia bsica quelas sistemticas han adoptado para llevar a tema de desempeo dis-cursivo las representaciones y sus cualidades intrnsecas.

    Es decir, la oposicin convencional entre sujeto y objeto, entre

    un polo trascendental y otro emprico, es explicable slo por lasdiferencias que en trminos ontolgicos pueden ser acreditadas en-tre ellos y que tocan a sus naturalezas dismiles. Esto termina alte-rando, en consecuencia, el estatus de las propias representacionescomo imgenes, esas reproducciones ms o menos eles de unarealidad externa al sujeto que son producto de un especial entre-cruzamiento entre naturaleza en general y naturaleza humana enparticular. La consideracin general es que la observacin, inclu-yendo las de primer orden, no se dirige a la exterioridad o al entor-

    no, puesto que son propias de los sistemas sociales en trminos de25Niklas Luhmann, Introduccin a la teora de sistemas, lecciones publicadas por Javier

    Torres Nafarrate, Mxico, Universidad Iberoamericana/Instituto Tecnolgico y de EstudiosSuperiores de Occidente, 2009, p. 153.

    26Al hablar de observar, observador, nos referimos a operaciones, y esto en dos senti-dos: para que el observador pueda observar las operaciones l mismo tiene que ser unaoperacin. El observador, as, est dentro del mundo que intenta observar o describir. Enton-ces tenemos: a) que el observador observa operaciones, y b) que l mismo es una operacin,de otra manera no podra observar: l mismo se construye en el momento en que se constru-ye los enlaces de la operacin. Ibid., p. 154.

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    su operacin. De ah se sigue que tampoco puedan ser atributos deuna percepcin subjetiva, porque no dependen del sistema psquico,pues tal sistema es en realidad el entorno del sistema social.

    As que la observacin es trasladada al interior del sistema comouna operacin, cosa que involucra las posibilidades de sus enlacesposteriores. Como operaciones, son formas comunicativas que ge-neran diferencias a partir de una distincin; por ello se puede decirque la observacin en las sistemticas tradicionales ocultan la dis-tincin y destacan la conciencia divina o trascendental, mientrasque la asuncin de la discontinuidad producida por las ciencias em-pricas obligan a tomar nota reexiva del tipo de distinciones quepermiten las observaciones. Regresando a la cuestin de las expec-tativas que se enfrentan a la decepcin en el mbito estructural delsistema, las respuestas estilizadas en forma cognitiva no son msformalizadas, ms adecuadas a una reproduccin de lo real unconocimiento total del entorno del sistema, menos errneas quelas respuestas normativas, aun cuando estas ltimas parecen habertenido preponderancia en las sociedades premodernas, es decir, nofuncionalmente diferenciadas.

    El conocimiento es tambin una observacin, aunque condensada

    segn Luhmann, y se orienta en trminos de experiencia hacia elentorno, pero no como una forma de captacin neutra de lo real. Elconocimiento no es heterorreferencial en ese sentido, sino que seespecica como una forma de observacin del sistema, donde ladiferencia sistema/entornoes una diferencia del sistema mismo. Setrata de la utilizacin de un esquema de distinciones en un conjun-to amplio de esquemas posibles. Para las observaciones de primerorden es de notar que tienden a ontologizar o substancializar loobservado, porque no pueden hacer expreso el tipo de distinciones

    que ponen en operacin. Esto resulta ms evidente cuando la obser-vacin es atribuida al sujeto y, en consecuencia, toda observacin esconsiderada de primer orden.

    Ahora bien, la cualidad autorreferencial que inducen las cienciasnaturales permite tomar nota de los esquemas de distinciones utili-zados en las observaciones de primer orden, a pesar de que suspropios esquemas estn implcitos. Pero no slo es una diferenciade grado sino de cualidad: en las sociedades contemporneas com-plejas los sistemas tienen rasgos de autoobservacin.

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    La autoobservacin es un momento operativo de la autopoiesis delsistema porque la reproduccin de los elementos ha de basarse en estadiferencia sistema/entorno: lo perteneciente y lo no perteneciente. En

    la operacin de observacin, se establece la diferencia entre autorrefe-rencia y heterorreferencia: entre lo que el observador se atribuye a smismo y lo que atribuye al sistema observado. Para el caso del sistemade la ciencia, el sistema distingue entre autorreferencia (conceptos) yheterorreferencia (hechos). Se trata, en este caso, de enunciados acercadel sistema (conceptos) y enunciados acerca del entorno del sistema(hechos), pero ambos son enunciados y, por lo tanto, llevados a cabopor el sistema.27

    De tal suerte que la distincin entre lo que puede ser atribuido

    al interior del sistema cuestiones que van desde las teoras, hip-tesis, categoras y conceptos y aquello que aparece como externoal sistema lo real, el mundo, el universo es producto de una dis-tincin interna del sistema. Las posturas que vienen de la losofadel siglo XIXy son continuadas por diversos caminos en el sigloposterior, consideraban que los conceptos, no tanto las categoras,tenan la cualidad de captacin de una realidad material perceptible,es decir, eran consideradas como instancias de ontologizacin. Portanto, la situacin posterior puede ser denominada como desontolo-

    gizacin. La lgica del todo y las partes, de la identidad y la diferen-cia, deja de tener atribuciones paradigmticas y se convierte enetapas de un desenvolvimiento histrico de las sociedades occiden-tales. Este proceso global ha tenido como tendencia general la desustituir la unidad por la diferencia.

    Pero slo es legtimo asumir dicho proceso si se considera que,en primer lugar, la diferencia esto es, las partes o los entornosdejan de denir slo el polo de lo real para una conciencia o unsujeto. No es el caso suponer que esta disposicin es la oscilacin

    normalque ahora eleva las posturas relativistas como compensacina los privilegios dados, previamente, a los enfoques fundamentalis-tas. Y esto porque, en segundo lugar, la diferencia es un rasgo inter-no del sistema social. La diferencia entre sistema y entorno es corre-lativa a la diferencia entre identidad y diferencia. El entorno, la

    27Daro Rodrguez M. y Javier Torres N., Autopoiesis, la unidad de una diferencia:Luhmann y Maturana, Sociologias, Brasil, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, v. 5,n. 9, enero-junio, 2003, p. 133-134.

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    diferencia, es un complejo diferencial establecido por la forma deoperacin del propio sistema; esto es, son rasgos internos que no sereeren a la oposicin interioridad y exterioridad (conciencia inter-na y realidad externa). Corresponden a los atributos que caracteri-zan todo sistema autorreferencial. Seal al principio de este cap-tulo la discontinuidad introducida por la aparicin de las cienciasempricas; ahora ya es posible decir que dichas ciencias son subsis-temas autorreferenciales.

    Pero as como se debe tener en cuenta el proceso de desontolo-gizacin para notar la profundidad del cambio, no hay que pasarpor alto que esto es correlativo a la transformacin del orden socialmismo. El precepto asumido implcitamente hasta aqu es aquel queseala que si es posible seguir hablando de fundamentacin en ge-neral de los procesos cognitivos y de fundamentacin particular dedichos procesos en el campo de la investigacin histrica, es porquefundamentar consiste en describir los condicionamientos socialesdel conocimiento. Aqu el cambio consiste en desechar aquellosprincipios tericos de fuerte carcter apriorstico para introducirelementos de orden social.28

    Si estos principios por los cuales era posible claricar correcta-

    mente al conocimiento cientco en general tenan consistencia l-gica ya sea deductiva o inductiva, la sustitucin no se queda sim-plemente al nivel de la introduccin de otra lgica, en este caso,informal.

    La sustitucin no consiste en poner un enfoque sociolgico enlugar de los principios tericos convencionales propios de la losofa

    28La ciencia es una empresa eminentemente social en la perspectiva de Luhmann. Estocoincide con un aspecto de fondo que ha motivado tambin el trabajo de Habermas. Al res-pecto, y frente a uno de los postulados ms autorizados de la teora del conocimiento, esto es,

    que slo son cientcamente admisibles los andamiajes tericos cuyos supuestos bsicos estnlibres de contaminacin social o de experiencia histrica, Habermas seal lo siguiente: Perocuando, como Max Weber, se est convencido de la importancia metodolgica de la interde-pendencia de la investigacin social y el contexto objetivo a que esa investigacin se orienta yen el que, al propio tiempo se mueve, se impone otra cuestin. No pueden las referenciasvalorativas metodolgicamente determinantes, en tanto que contexto real al tiempo que ope-rante a nivel trascendental, convertirse ellas mismas en objeto de anlisis cientco? No puedeel contenido emprico de las declaraciones de principio, de las que depende la eleccin de unmarco teortico, aclararse a su vez en conexin con los procesos sociales? A m me parece queprecisamente en la teora de la ciencia de Weber puede mostrarse esta conexin de la metodo-loga con el anlisis sociolgico de la actualidad. Jrgen Habermas, La lgica de las ciencias so-ciales, 2a. ed., trad. de Manuel Jimnez Redondo, Madrid, Tecnos, 1990, p. 96-97.

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    de la ciencia, por ejemplo. Esta mudanza es derivada del cambiomismo de la sociedad moderna, por lo cual la mutabilidad semn-tica en los conceptos y categoras el paso de la ontologa a unaperspectiva funcional se reere a la transformacin global de lasociedad en el sentido de una profundizacin de sus propias estruc-turas de complejidad. Paralelamente a ello aparece el tema de si esposible y en qu forma un marco unicado para una teora so-cial, cuyas categoras y conceptos sean aptos para alumbrar dichatransformacin global. Este aspecto puede seguirse desde Max Weberhasta el propio Luhmann. Ya en Weber dicha transformacin podaentenderse como una creciente racionalizacin de la sociedad mo-derna, cuestin que no poda ser asumida como aleatoria a su propiodesarrollo, sino como premisa central de su condicionamiento his-trico cultural.29

    Presentada de manera esquemtica, dicha transformacin con-sisti en el paso de la comunidada lo societal. Aunque cabe aclararque en el anlisis de Luhmann la transformacin toma una secuen-cia reconstruible a partir de una doble asimetra sistmica ya sea-lada arriba: la de sistema/entorno y la de igualdad/desigualdad.Sus combinaciones, bajo el precepto de contingencia, le permiten

    ilustrar tres posibilidades que corresponden a un proceso de evolu-cin socio-cultural que conduce al desarrollo de sociedades suma-mente complejas. La primera es llamada segmentaciny permite ladiferenciacin de la sociedad en subsistemas iguales. De ah que losprincipios de origen tnico y de residencia expresen el doble aspec-to de sistema e igualdad, por lo que la desigualdad es reconducidaal entorno y en ese sentido no tiene una funcin sistmica. Digamosque es la etapa de la comunidad tnica como tal, en el sentido deuna igualdad no asegurada de manera sistmica. El segundo estadio

    es el de la estraticacin, caracterizado por diferenciar la sociedad ensubsistemas desiguales.La asimetra induce a que la igualdad regule la comunicacin

    interna, al tiempo que la desigualdad lo hace con la comunicacincon el entorno. Esta estraticacin obliga a una modalidad de socie-dad fuertemente jerrquica, que dene de manera rgida los lugaresque deben ocupar todos los estratos. Por ejemplo, el ciudadano de

    29Jrgen Habermas, Teora de la accin comunicativa. 1. Racionalidad, p. 197 y s.

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    la polisgriega que goza de isonoma, es decir, de igualdad con losotros ciudadanos, pero esto es posible slo porque expresa interna-mente la desigualdad con los otros estratos de la sociedad. Comorasgos sobresalen una distribucin desigual del poder y la riqueza,adems de una discriminacin simblica en la asignacin del pres-tigio social. En este caso el papel de las elites es central en el pro-ceso de integracin social, debido sobre todo a que su operacinsistmica depende de un entorno denido desde un centro socialunicado. Por el contrario, las sociedades modernas consideradascomo el espacio de lo societalpropiamente dicho, se denen de ma-nera policontextual, es decir, sin centro integrador.

    En estas sociedades la diferenciacin se produce al nivel funcio-nal, por lo que exponencialmente tienden a contradistinguirse. Lacomplejidad est en funcin de este incremento de funciones inter-dependientes subsistemas donde ninguna de ellas es centraldebido a una nueva distribucin de la igualdad y la desigualdad.As, los subsistemas funcionales deben ser, y de hecho son, desigua-les puesto que no dependen de otras funciones; pero sus diversosentornos asociados deben ser tratados como entornos iguales.Ahora bien, esos entornos no estn denidos de manera estricta,

    sino que permanecen abiertos y uctuantes, esto debido a queesos entornos no son equivalentes al entorno del sistema social ensu conjunto. La situacin conduce a que los subsistemas diferencia-dos funcionalmente requieran continuamente procesar informacinsobre sus entornos. La sociedad multiplica las relaciones funcionalesy sus especicaciones, al tiempo que multiplica la apertura de losentornos internos. Esto Luhmann lo denomina incremento de in-terdependencias internas.

    Estas sociedades articulan un patrn altamente diversicado de

    diferencias funcionales, reduciendo las complejidades por mediode operaciones selectivas, como las estructurales.30Frente a este es-quema evolutivo, Luhmann aclara que con l no se establece unasuerte de teora general de la evolucin social; es slo eso, un es-quema primario de diferenciacin.31Sus alcances son, por supuesto,ms modestos: permiten slo mostrar los procesos de diferenciacin

    30Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad, p. 76-80.31Ibid., p. 85.

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    funcional.33Pero la analoga puede tener ms implicaciones. Alrespecto se puede tomar como indicador el modelo gentico decompetencias y capacidades relacionado a los objetos y a la dimen-sin socio-cultural de la interaccin propiamente la evolucincognitiva del individuo. Dicho modelo puede seguirse por etapasdesde los niveles ms rudimentarios hasta los ms altos estndaresde abstraccin, donde el paso de una etapa a otra no est determi-nado por la continuidad en los contenidos ni en la forma de la or-ganizacin.

    La accin del individuo respecto a cosas y respecto a otros indi-viduos no es aislable de una coordinacin con otras acciones, en unencadenamiento que tiene que ver ms con la reorganizacin de lasfunciones que con los contenidos. As, el desarrollo del conoci-miento no procede de manera uniforme, por simple expansin, nopor acumulacin aditiva de elementos. No es el desarrollo de algoque estaba preformado, ni proviene de la agregacin y elaboracinde elementos recibidos de la experiencia.34Se produce por reor-ganizaciones sucesivas que permiten al individuo la formacin demarcos de referencia, a partir de los cuales se establecen los lmitesentre el mundo de cosas, el mundo social y su propia subjetividad.

    En el mbito social, el esquema evolutivo propuesto por Luhmanncoloca el rasgo de diferenciacin creciente tambin como factor cla-ve. En sus reorganizaciones sucesivas se convierte en un umbral dedesarrollo a un punto tal que el propio proceso de diferenciacines ya el factor funcional del sistema social y condicin para las eta-pas posteriores, pero ahora entendidas como profundizacin de ladiferencia funcional.

    Este desarrollo puede ser entendido como producto del dina-mismo propio de las sociedades modernas, frente a una falta del

    mismo en las sociedades tradicionales, pero a condicin de entendercomo dinamismo la exigencia de introduccin del enfoque sistema/entorno en los subsistemas funcionales y en el entorno interno de lasociedad como condicin para ulteriores diferenciaciones. Lo queme interesa destacar es el factor complejidad caracterstico de las

    33Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad...,p. 88.34Rolando Garca, El conocimiento en construccin. De las formulaciones de Jean Piaget a la

    teora de sistemas complejos, Barcelona, Gedisa, 2000, p. 62. Vase tambin Jean Piaget y Rolan-do Garca, Psicognesis e historia de la ciencia, Mxico, Siglo XXI, 1982, 252 p.

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    sociedades modernas a partir del siglo XIXy que puede entendersecomo resultado de la inconmensurabilidad de los procesos comuni-cacionales, de las funciones y de las estructuras del sistema social ysus subsistemas funcionales altamente diferenciados, lo que no cesade incrementar las operaciones que se ejecutan en su interior. Porconsiguiente, la sociedad no puede denirse desde un centro privi-legiado, por ejemplo, el Estado, tampoco desde las pretendidas uni-dades bsicas que en su articulacin dan pie a la emergencia de locolectivo, es decir, los individuos o las clases sociales.

    Diferenciacin y autorreferencia social

    La desontologizacinde lo social conduce a la implementacin de otraestrategia, tanto terica como metodolgica, que consiste en la in-troduccin de la diferencia como aspecto orientador para ambosniveles. Pero la cuestin considerada por Luhmann respecto a ladiferencia consiste en no tomarla como dato duro o como un con-

    junto de instancias susceptibles de objetivacin en el marco de unasupuesta realidad social. La funcionalidad estructural del sistema y

    los subsistemas con los cuales comparte un entorno interno se re-producen al multiplicar las diferencias. La constante diferenciacinno est sujeta a forma general alguna de orientacin, al tipo de untelosintrnseco que gobierna su desarrollo, por lo que responde sloa cdigos especcos no generalizables o extrapolables a algn tipode unidad formal que permita factorizar sus agregados. Dichos c-digos sonbinarios, segn Luhmann.

    Esto quiere decir que se trata de sistemas que tienen la cualidadde referirse a s mismos (autorreferencia), adems de diferenciar

    estas referencias de las que pueden hacerse sobre su entorno (inter-dependencias internas). Al no haber unidad a la cual apelar en sen-tido terico y metodolgico, la descripcin posible slo puede to-mar como instancia central el mbito diferenciado desde el cual sonobservados tanto la sociedad como el mundo. Lo que supone, comocriterio central para este trabajo, que el propio proceso cognitivoque se despliega en los segmentos denominados ciencias es alta-mente diferenciado y complejo, lo que afecta a sus atribucionesholsticas tradicionales. As, las ciencias, en sus previsiones tericas

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    y en las aplicaciones metodolgicas, no buscan dar cuenta del tododel sistema o de los subsistemas funcionales con los que estn re-lacionados.

    No son razones materiales se tratara en tal caso de la imposi-bilidad de cubrir todos los aspectos que conforman un campo deconocimiento ni razones prcticas una suerte de economa delanlisis las que pueden ser imputadas para explicar dicha situa-cin. De la misma manera que para la sociedad en su conjunto re-sulta pertinente hablar de un enfoque sistmico en el orden de suevolucin histrica por tanto, contrario a los modelos causales oteleolgicos, as tambin los procesos de construccin de conoci-miento cientco han respondido a los lineamientos de ese cambio.Las prevenciones cientcas, tanto tericas como metodolgicas, sedesenvuelven como modelos adecuados para hacer resaltar perti-nencias. Los medios de los que se valen estn orientados al estable-cimiento de relaciones entre un nmero limitado de elementos abs-trados del sistema social o del mundo.

    Como son abstracciones, slo toman en cuenta algunos aspectosdel sistema o de los subsistemas y no otros; por eso hablo de unejercicio de realce de pertinencias. Generalmente se habla de inter-

    pretacincuando se produce ese ejercicio de abstraccin de algunoselementos que resultan relevantes de acuerdo con ciertos criteriosestablecidos de antemano, lo que deja de lado a un conjunto msvasto de elementos. Si dicha interpretacin se coloca en el nivel deuna operacin especca en este caso, en el plano de un conjun-to de operaciones cientcas ms amplio, cabe por tanto conside-rarla como observacin; la operacin a la que me reero es preci-samente el establecimiento de criterios previos no justicados dela misma manera que las interpretaciones a las que dan lugar. Los

    medios adecuados de estas observaciones, que dependen del tipode distinciones introducidas en la operacin, se encuentran adscri-tos a los deslindes temticos correspondientes a cada subsistema,por as decirlo.

    La consideracin anterior lleva a consecuencias epistemolgicasde gran relevancia a partir de la conexin entre desarrollo histricode las sociedades modernas y el desarrollo de pautas cognitivas altipo de las ciencias en general. Luhmann lo expresa de la siguientemanera:

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    En ltimo trmino, esto signica dos cosas: en primer lugar, que tantoel mundo como la sociedad slo pueden ser observados y descritosdesde dentro; y, en segundo lugar, que slo si se trazan lmites, si se

    crean formas, pueden ser desarrollados dentro de la realidad (del mundoo de la sociedad) los ahora necesariamente ms complejos modos dereexin requeridos.35

    Estos dos aspectos sealados por Luhmann merecen un trata-miento en trminos de teora del conocimiento, aunque por mediosdistintos a los abordados por los lineamientos epistemolgicos en-sayados insistentemente desde el siglo XIX. Esto debe incluir, porsupuesto, el estatus mismo del conocimiento histrico pero llevn-

    dolo a un nivel de racionalidad operativa, esto es, como subsistemasocial. Ahora bien, y regresando a la lnea argumental que alude alproceso evolutivo de la comunidad al mbito de lo societal, puedesurgir la siguiente interrogacin que tambin tiene relacin con lodicho sobre el papel de la observacin: la recurrencia a la diferen-cia como valor mismo de la modernidad cultural, no conlleva lostpicos problemas del relativismo puestos ya en evidencia por el his-toricismo? La respuesta que tomo como gua en este trabajo es no. Laarbitrariedad no es condicin inherente a la situacin de complejidad

    propia de los sistemas sociales postradicionales.El valor correlativo a la complejidad es la contingencia, y estosupone la necesidad en la reproduccin del sistema de establecer losenlaces a partir de selecciones, estoo lo otro, sin recurrir al expedien-te de las tpicas emisiones de las cuales se puede predicar su condi-cin de verdaderas o falsas. Los enlaces, repito, son del tipo de lasexpectativas estilizadas normativamente o las expectativas estiliza-das cognitivamente, donde la decisin slo puede ser abordadacomo un ndice o indicacin no orientada previamente por algn

    precepto terico-metodolgico ni por criterios teleolgicos de anti-cipacin fuerte. Es de sobra conocido que las sociedades premoder-nas o tradicionales impulsaron la tendencia a negar valor alguno ala contingencia, sobrevalorando los diferentes ndices de necesidadcon los que contaban. En buena medida las prcticas de ritualiza-cin y un conjunto de semnticas combinadas con ellas dotaban a la

    35Josetxo Beriain y Jos Mara Garca Blanco, Introduccin, en Niklas Luhmann, Com-plejidad y modernidad, p. 16-17.

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    conrmacin normativa de las expectativas de un fuerte sentido deprobabilidad.

    Ya con la introduccin y la estabilizacin de las respuestas es-tilizadas en trminos cognitivos, las sociedades modernas se dan lapauta para reducir abruptamente la intensidad normativa anterior.Es notable que esta reduccin de la intensidad normativa se coloca-ra en una relacin inversamente proporcional con la intensicacinde la contingencia; ste sera uno de los resultados ms vistosos delproceso histrico de las sociedades tardomodernas. Luhmann ex-plica esto acudiendo a una rpida denicin de la contingenciaen perspectiva lgico modal: Contingencia es todo lo que no es ninecesario ni imposible. El concepto se obtiene, pues, mediante ne-gacin de necesidad e imposibilidad.36Es de entrada una denicinproblemtica por la conexin, en la misma frase, de dos negacionesque no son correlativas ni reducibles una a la otra. Incluso sealaLuhmann que deben ser tratadas como unidad. Aludiendo a la obrade Gotthard Gnther, quien funda la denominada lgica transclsicaen abierta oposicin a la lgica binaria tradicional, esto es, de dosvalores, se allega un soporte crucial en trminos tericos: la lgica

    policontextual.

    Esto le permite armar que en el medievo no era posible aceptarla contingencia puesto que no eran reducibles sus implicaciones ala lgica de dos valores, apta sin duda para plantear las referenciasontolgicas de sobra conocidas: ser/no ser, espritu/materia, su-

    jeto/objeto. Esta situacin puede dilatarse hasta bien entrado elsiglo XIXy comienzos del XX, por ejemplo, en la discusin tan par-ticularizada sobre el saber histrico que slo poda ser abordadadesde el dualismo metdico explicacin cientca/comprensinteleolgica.37Las nuevas dimensiones que abre una lgica policon-

    textual, por el contrario, son totalmente adecuadas para una socie-dad que se abre a la diferencia como valor central. En contraste conesas visiones de la evolucin al tipo de las losofas decimonnicas

    36Niklas Luhmann, Complejidad y modernidad..., p. 89-90.37Para un anlisis minucioso y sin duda sugerente de esta contraposicin entre un m-

    todo pretendidamente cientco, coincidente por lo dems con los procedimientos de ciencianomolgica, y aquel otro considerado residual por su condicin losca sospechosa, vaseKarl-Otto Apel, La controverse expliquer-comprendre. Une approche pragmatico-transcendentale,traduit de lallemand par Sylvie Mesure, Paris, Cerf, 2000.

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    de la historia, centradas ya sea en el desarrollo del espritu, ya seaen la concrecin del propio ser del hombre, el planteamiento deGnther permite encarar una realidad compleja a partir de diferen-tes planos diferenciados entre s.

    Estos aluden a grados diversos de autonoma y desarrollo, ascomo a valores interpretativos autorreferentes, una arquitectura deujos mltiples de interaccin que, adems, adquiere rasgos comu-nicativos aplicables a la ciberntica y a los problemas de la inteligen-cia articial. Este andamiaje terico, al mismo tiempo que prctico,conduce a una comprensin de los diferentes procesos de construc-cin social de la realidad.38Para salir de la esfera fuertemente onto-logizante de la lgica de dos valores era necesario contar con untercer valor que, a diferencia de los otros dos convenidos por latradicin como unvocos, no poda ms que presentar una cualidadde indeterminabilidad. Un tercer valor posible en las sociedades pre-modernas slo poda ser atribuido a una instancia que, por todos susrasgos, tendra que ser la condicin de posibilidad de los dos previs-tos. Pero en tanto que ese tercer elemento era el origen de las cosas ysus valores, no entraba como elemento de indeterminabilidad sinode determinacin absoluta. En una sociedad guiada por fundamen-

    tos teolgicos, dicho elemento era el principio divino de toda la crea-cin, por lo que no era posible nivelarlo al punto de desestabilizarlas conexiones lgicas de los valores atribuidos a las cosas y a losentes. Slo en una sociedad profundamente diferenciada, es decir,donde no tienen ya funcionalidad los planteamientos dualistas ser/pensar, esencia/apariencia, lo emprico/lo trascendente, es posi-ble introducir ese tercer valor de indeterminabilidad. La sola prdidade relevancia de las reexiones acerca de la condicin existencial delos seres humanos, es decir, sin el cobijo de una seguridad metafsica

    sobre el sentido de su propia condicin, expresa ya la debilidadconsustancial a todo planteamiento ontolgico, incluso en la propialosofa.39La consecuencia que puede sacarse sobre el valor de

    38Gotthard Gnther, Life as a poly-Contexturality, en J. Paul (ed.), Vordenker, febrero2004. Disponible en < http://vordenker.de/ggphilosophy/gg_life_as_polycontexturality.pdf >.Fecha de acceso: 9 de octubre de 2012. Publicado primero en: H. Fahrenbach (Hrsg.), Wirkli-chkeit und reexion, festschrift fr WalterSchulz, Pfullingen, 1973, p. 187-210.

    39Vase al respecto la sugerente antologa de Gianni Vattimo, La secularizacin de la lo-sofa. Hermenutica y posmodernidad, 3a. ed., trad. de Carlos Cattroppi y Margarita N. Mizraji,Barcelona, Gedisa, 1998. La postura misma de Vattimo, que entiende la modernidad cultural

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    indeterminabilidad apunta, indudablemente, a la condicin contin-gente de la modernidad y sus productos, puesto que al compararlacon la necesidad y la imposibilidad la unidad de la negacinresulta en unageneralizacin de presupuestos dbiles.

    Inmediatamente Luhmann hace una sorprendente armacin:el tipo de formalismos a los que lleva una lgica de valores mltiplesno permite, a pesar de sus atributos, una reexin justicada sobrela sociedad moderna. La pregunta, por tanto, es si existe una mane-ra terica que esquive la multiplicacin de formalismos pero que, almismo tiempo, permita emplear de manera productiva la nocin decontingencia.40La respuesta nos conduce a la teora de la observa-cin. Qu permite dotar a la observacin de cualidades en el ordenmismo de la sociedad moderna y, al mismo tiempo, encarar los fac-tores de contingencia que le son propios? Para una lgica de valoresdobles no estaba en el espacio de sus posibilidades atribuir la descrip-cin de un polo, por ejemplo, el objeto o la apariencia, a un ejerciciode construccin del mismo, por ms que el sujeto poda ser delimita-do como el factor condicional del acto de observacin. En una esferasocial que presupona un sustrato ontolgico privilegiado, la descrip-cin estaba adscrita nicamente a las posibilidades de la percepcin

    del sujeto, cuestin que llega hasta el empirismo lgico.Observar era un proceso de traduccin mental de la experienciasensorial. La realidad, en tanto entidad perceptible, entraba en elcircuito de la descripcin, donde la observacin misma era aproble-mtica, pues estaba circunscrita a la inmediatez de la vista. Lo realmismo no era afectado por la observacin dado que la realidad erala misma para todos; por eso, lo cuestionable estaba en la capacidadfsica del sujeto que observa y en el ejercicio de traduccin correspon-diente. La realidad era una y la misma, pero las descripciones podan

    ser diversas, algunas verdaderas algunas falsas. Esta divergencia no

    y su continuacin posmoderna como un constante debilitamiento del ser, puede ser entendi-da como un signo que alude a otra disposicin de pensamiento. En efecto, el pensamientodbil, en cuanto a valores y verdades posibles, no deja de ser contrastante con la lectura deVattimo respecto a Nietzsche y al conjunto de implicaciones nihilistas que pueden sacarsede ello. En ese sentido, es ms que til la lectura de otra antologa dedicada a la obra deVattimo: Santiago Zabala (ed.), Debilitando la losofa. Ensayos en honor a Gianni Vattimo,trad.de Francisco Javier Martnez Contreras, Barcelona, Anthropos/Universidad Autnoma Me-tropolitana, Unidad Cuajimalpa, 2009.

    40Niklas Luhmann, Observaciones de la modernidad..., p. 91.

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    pudo ser resuelta desde la lgica bivalente, lo que acarre mltiplesproblemas. Cabe hacer notar que esta presuncin de mismidad demundo se conectaba con una concepcin general de carcter cosmo-gnica o cosmolgica. El cosmos era inmutable, jo y siempre el mis-mo, al punto de asumir una relacin de isomorsmo entre lo que sepoda decir de dicho cosmos y el cosmos en tanto tal.

    Si ese imperioso isomorsmo cosmognico lo encontramos in-cluso en una suerte de evocacin implcita en esa teora de la co-rrespondencia que ha tenido gran importancia para la losofa de laciencia, no es mera casualidad. Precisamente la irrupcin de la cien-cia en su variante astronmica supuso la introduccin de un cosmosinnito y cambiante, esto es, profundamente signado por la contin-gencia.41Se trata ahora de un cosmos armado, paradjicamente, enla doble negacin de necesidad y de imposibilidad. Pasamos de unasituacin donde lo real es independiente del observador, a otra don-de la realidad depende del observador. En el campo de la losofaesta transformacin se ubic en la disolucin de la tradicional lo-sofa de la conciencia de corte trascendental, apareciendo ya en elsiglo XXuna variedad de posturas que tuvieron que enfrentar el retode cmo pensar la experiencia sin tener que recurrir a las prestacio-

    nes subjetivas de los individuos como origen de las representa-ciones, incluyendo el citado problema de la percepcin.Lo anterior llev a la necesidad de reconsiderar la nocin misma

    de representacin, pues terminaba aludiendo a un mundo represen-tado por la fuerza intencional de la conciencia, por ms que se nofuera el inters expreso. En una sociedad cuyos rasgos de diferen-ciacin exigen una lgica policontextual, lo real no puede ya presen-tarse como unidad y mismidad para todos, y esto por el hecho de

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    La tradicin cientca moderna nace con la desaparicin, mejor dicho, con la verda-dera explosin de un cosmos nito cuyos connes, a la vez fsicos y simblicos, tomabanforma y concrecin en la gura de las esferas celestes, que aparecan como los lmites deluniverso de lo pensable. Por eso, el observador de ese cosmos crea que era posible denirclaramente el universo de discursodel saber como universo isomorfo respecto del universonatural, del cual se daban los lmites conocibles y conocidos. El cosmos producido por lasrevoluciones cosmolgicas y fsicas que signan el surgimiento de la edad moderna se pre-senta en cambio sin lmitesaparentes, innitamente extensible en el tiempo y en el espacio,plausiblemente innito. Mauro Ceruti, El mito de la omnisciencia y el ojo del observa-dor, en Paul Watzlawick y Peter Krieg (comp.), El ojo del observador. Contribuciones al cons-tructivismo. Homenaje a Heinz von Foerster, trad. de Cristbal Piechocki, Barcelona, Paids,1995, p. 33.

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    que entra en el mbito de la comunicacin. En efecto, una descrip-cin es una comunicacin y no una percepcin psquica, pero dichoenunciado slo tiene sentido en la poca moderna y en el tipo deinstancias sociales que genera. Aunque sea aceptable el hecho de quelos sistemas psquicos observen y perciban donde la observaciny la percepcin son elementos de una conciencia, lo importante esque en el sistema social la observacin no es una percepcin sinouna comunicacin.

    Se revela en la anterior armacin la importancia que han tenidolos anlisis sobre el lenguaje en esta disposicin reexiva y tambin losestudios sobre los aspectos simblicos que resultan complementa-rios. Tanto unos como otros revelan consideraciones centrales en elorden de la perspectiva sobre el lenguaje, ms alentada an por laaparicin del denominado giro lingstico. As, una de las conclu-siones ms interesantes para lo que aqu se destaca es aquella quearma que el lenguaje es medio de comunicacin antes que cdigolexical. Si bien el cdigo y las reglas formales en la emisin de frases,enunciados y discursos son imprescindibles, lo son slo en el senti-do de que no pueden entenderse dichas emisiones si