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Índice

Descubrimiento del Golfo [ 3 ]

Las islas del Golfo y el embarcadero de Amapala [ 4 ]

La armada de Pedro de Alvarado [ 6 ]

El proyecto del nuevo puerto de Fonseca [ 7 ]

El convento franciscano de Santa María de las Nieves de Amapala [ 12 ]

Piratas y corsarios en el Golfo [ 14 ]

Tiempos de la República [ 17 ]

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Desde los tiempos prehispánicos el golfo deFonseca ha tenido un papel protagónico en elPacífico centroamericano, especialmente en la

historia de los países ribereños: El Salvador, Honduras yNicaragua. En nuestros días, el Fonseca se inscribe en elcreciente interés por la historia y el mejor conocimientodel pasado de un país que se formó de dos provincias dela antigua Gobernación de Guatemala, San Salvador ySonsonate, en la Real Audiencia, Cancillería y CapitaníaGeneral de Guatemala, audiencia autónoma en la ampliademarcación geográfica de la Nueva España, sin integra-ción directa con el Virreinato de México. Era el Reino deGuatemala, como se conoció por más de dos siglos a loque hoy es la Centroamérica histórica, después de laIndependencia de 1821 convertida en República federal,disgregada desde 1839 en cinco países: Guatemala, ElSalvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

DESCUBRIMIENTO DEL GOLFO

El 21 de enero de 1522 partió de Panamá la expediciónde descubrimiento y conquista de Gil González Dávila yel piloto mayor Andrés Niño. Fue la segunda pequeñaarmada que navegó por el mar del Sur, después de la deJuan de Castañeda y Hernán Ponce de León que llegóhasta el golfo de Nicoya, en Costa Rica (1519). La deGonzález Dávila tuvo mayores alcances, desembarcadoen compañía de un contingente numeroso se internópor Nicaragua y fue el descubridor del mar Dulce, elgran lago de Nicaragua (el Cocibolca). Mientras estoocurría, Andrés Niño con dos barcos puso proa al nortey recorrió las costas del Pacífico hasta el golfo deTehuantepec, en México.

Andrés Niño descubrió la bahía de la Posesión,donde surgirá después el puerto del Realejo, hoy

Corinto, en Nicaragua, y se adentró por el golfo quebautizó como Fonseca para honrar a su protector enEspaña, Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos ypresidente del Real y Supremo Consejo de Indias. Lossucesos probablemente tuvieron lugar a finales de mayoy principios de junio de 1522. Niño fue reconociendovarias islas, y a una de ellas, la primera descubierta, lallamó Petronila, que se ha identificado con la islaMeanguera. Varios nombres le fueron puestos a sitios dela costa, como el “golfete” de Chorotega, que coincidecon la bahía de San Lorenzo, en Honduras. Un río delCampo es por lo probable el río Goascorán, y el ponde-rado cabo Hermoso posiblemente la península que seadentra al golfo con el volcán de Conchagua y terminaen la punta Chiquirín.

Después del Fonseca, los expedicionarios doblaron alnoroeste en la actual punta Amapala y comenzaron superiplo por el litoral marítimo de El Salvador, Guatemalay México. Un río que llamaron Grande es con bastanteprobabilidad el río Lempa, y el Rostro Fragoso fue elnombre con que bautizaron el litoral de acantilados entreel puerto de La Libertad y la playa Sihuapilapa. Despuésde la dilatada singladura náutica, Andrés Niño y sus ma-rinos volvieron al golfo de San Vicente, lugar convenidopara reunirse con Gil González Dávila, y juntos regresa-ron a Panamá el 25 de junio de 1523.

El viaje de Andrés Niño y González Dávila se vio en-sombrecido por las disputas con el gobernador pana-meño Pedrarias Dávila, y hasta el cronista GonzaloFernández de Oviedo, en su voluminosa Historia naturaly general de las Indias, (publicada en 1851), que es laobra fundamental para los sucesos del viaje, dudó de queAndrés Niño hubiera llegado más allá del golfo deFonseca, como lo aseveraba. Otros datos geográficos se

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incluyeron en el trabajo del cosmógrafo y piloto mayordel Consejo de Indias, Alonso de Chávez, Quatri partituen cosmographía práctica. Espejo de navegantes (que seconsidera escrito en 1538), donde hizo acopio de las in-formaciones llevadas por González Dávila a España,además de que es probable le hayan llegado más datospor otros viajes en el Pacífico centroamericano, como elde los pilotos Pedro Miguel y Pedro Corzo, en 1528 en-viados por Pedrarias Dávila.

LAS ISLAS DEL GOLFO Y EL EMBARCADERO DE AMAPALA

Las islas salvadoreñas del Golfo son actualmenteMeanguera, Meanguerita, Conchagüita, Martín Pérez,Irca (o Ilca), Zacatillo o Punta Zacate, Chuchito, Perico,Periquito y Conejo (en disputa con Honduras). Al prin-cipio de la era española estuvieron bajo la jurisdicciónnominal de Nicaragua y luego pasaron a la Gobernaciónde Guatemala, lo que fue confirmado por la creación dela Real Audiencia de los Confines en 1542, antecedentede la Audiencia de Guatemala, e integradas las islas a laAlcaldía Mayor de San Salvador, organizada en 1577,después intendencia en 1785.

Las islas del golfo cambiaron de nombre con el pasardel tiempo y varios son los que tuvieron en la historia,con sus primitivos nombres en náhuat-pipil ya influencia-dos por el náhuatl mexicano, y los nuevos en castellano.

MEANGUERA: Petronila, Meangola, Miangola,Quetzaltépetl. CONCHAGÜITA: Comixagua, Conxagua,Conchagua, Colapatépetl, Teca, Amapala. ZACATILLO:Venados, Mazatépetl. TIGRE: Tecuantépetl, Tehuanté-petl. MARTÍN PÉREZ: Alonso Pérez. Otros nombres sonlas islas Tzinacantépetl y Ciualtépetl. Las de Concha-güita, Meanguera y Zacatillo fueron muchas veces men-cionadas en conjunto como islas de la Petronila, en

particular las dos primeras. Las islas del Tigre y ZacateGrande estuvieron bajo soberanía salvadoreña hasta1833, cuando las ocupó Honduras con la aquiescen-cia del jefe de Estado de El Salvador, Joaquín de SanMartín, para poner orden entre un grupo revolucionariosalvadoreño de San Miguel allí congregado.

El golfo de Fonseca también ha tenido varios nom-bres: bahía de Chorotega, bahía de Conchagua, golfoo bahía de Amapala, bahía del Salvador. La puntaChiquirín fue antes la punta Amapala, y la actual puntaAmapala era la punta de Coloantique, o del Candadillo.El volcán de Conchagua fue el volcán de Amapala. Encuanto al puerto de San Carlos de la Unión, que fue elembarcadero de los indígenas del nuevo pueblo deSantiago Conchagua, es probable que esté situado en elmismo lugar donde estuvo en el siglo XVI el desaparecidopuerto de La Concepción.

El nombre “Amapala” ha sido recurrente y ancestralen la geografía salvadoreña. En su origen correspondióal pequeño enclave indígena a orillas del golfo y su em-barcadero, al que se le dio la categoría de puerto por losespañoles, pues en esos tiempos se nombraba así a unbuen embarcadero, sin necesidad de ser lugar urbaniza-do, ni con población considerable. También Acajutla, elgran puerto de los años de la monarquía en El Salvador,era prácticamente un lugar animado de vida sólo cuandollegaban barcos -aunque con sus bodegas, edificacionesy corto número de habitantes-, porque, por lo demás,la actividad se congregaba en la inmediata villa de LaTrinidad de Sonsonate.

La importancia de Amapala surgió cuando se descu-brió la sección más conveniente para la navegación delgolfo, la ruta más segura de entrada, la cual se encuentraentre la costa y las islas Conchagüita y Zacatillo y llega

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hasta el estero La Manzanilla -antes llamado río de lasGuacamayas y río Sirama, o río Siramites-. Es el conoci-do como canal profundo, que pasa frente al antiguoAmapala, hoy Pueblo Viejo, así como por el puerto deLa Unión y la isla Perico.

En el siglo XIX el nombre Amapala fue trasladado aHonduras, a la isla del Tigre. El vicejefe de Estado deHonduras, Francisco Ferrera, en 1833 autorizó por de-creto de la Asamblea la creación de un puerto en elPacífico y se decidió por uno en la isla –por ser el únicolugar donde podían llegar barcos por los bajos fondos-,al cual llamarían puerto del Tigre. Posteriormente, el ve-cino de San Miguel, de origen italiano, Carlos FranciscoDárdano, comenzó a explotar los depósitos de estiércolde aves marinas (guano) en la isla de los Pájaros. Casadocon una señora de Tegucigalpa, obtuvo la ciudadaníahondureña y la concesión de varias caballerías de tierraen el Tigre, con el requisito de trabajarlas, fijar su resi-dencia y construir el puerto ya autorizado, lo que suce-dió entre 1844 y 1846, y así surgió el puerto que Ferrerase había propuesto, pero que el señor Dárdano llamóAmapala, en recuerdo del tradicional apelativo que tras-ladó desde El Salvador.

El embarcadero indígena de Amapala, después puertode Amapala, y que también fue conocido con el nombrede puerto de Fonseca, es hoy un caserío en jurisdicciónde la ciudad de San Carlos de La Unión, a no más decinco kilómetros al sur, junto a la playa Santa Ana y lapunta de la Virgen, próximo al camino que lleva a lapunta Chiquirín. Sus habitantes han sido por lo usualpescadores que todavía obtienen cal de los concherosprehispánicos para las edificaciones. Quedan allí dosgruesos y cortos muros de ladrillo, piedra y mortero enun campo sembrado de restos arqueológicos que las

construcciones recientes han horadado, así como por laadecuación de un campo deportivo y de una iglesia, porlo que se arrasaron los vestigios del antiguo conventofranciscano de Santa María de las Nieves, que fue levan-tado a orillas mismas del golfo, entre la playa y el pueblo.

El pueblo estaba un tanto subido en las leves estriba-ciones iniciales del volcán de Conchagua, según indica-ción del cronista Antonio de Ciudad Real en el Tratadocurioso y docto de las grandezas de Nueva España. Relaciónbreve y verdadera de algunas cosas de las muchas que suce-dieron al padre fray Alonso Ponce en las provincias deNueva España, siendo comisario general de aquellas partes(editada por primera vez en 1872). Ciudad Real fue se-cretario y acompañante de fray Alonso Ponce de León,comisario general de la orden franciscana en NuevaEspaña, en su viaje por las provincias religiosas y casasconventuales de la Real Audiencia de Guatemala, y concomitiva viajó hasta Nicaragua. Al regreso de Granada,en junio de 1586, estuvo en la isla Conchagüita, donde secelebraron misas en los pueblos de Santiago deConchagua y Santa Ana de la Teca, y luego desembarca-ron en Amapala, donde indica el cronista que el puebloestaba a un “tiro de piedra” de la playa, es decir a la distan-cia de un tiro de pedrero (un pequeño cañón). Amapalaera el principal embarcadero para dirigirse a Nicaragua,donde las canoas y pequeñas embarcaciones se interna-ban por el estero Real y el estero del Viejo, junto a la pe-nínsula de Cosigüina.

Las únicas poblaciones insulares en tiempos colonia-les fueron esos pueblos de Santiago de Conchagua y San-ta Ana de la Teca, en la isla Conchagüita, visitados por elcomisario franciscano, y el pueblo de Santa María Mag-dalena en Meanguera. De los cuales ahora sólo se cono-cen los restos del primero -de Santiago de Conchagua-,

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PEDRO ANTONIO ESCALANTE ARCE EL GOLFO DE FONSECA

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donde ha sido explorado y estudiado el sitio arqueológi-co de su iglesia, situado en una altura próxima al actualpueblo. Primitivos asentamientos indígenas en otros lu-gares del golfo habían desaparecido. Uno en la islaCiualtépetl fue trasladado a Nicaragua por los frailes, yotro en Mazatépetl, o Zacatillo, se extinguió, según lo es-cribió Ciudad Real.

Amapala nunca llegó a la categoría de Acajutla en elmar del Sur, pues éste era también el puerto de Santiagode Guatemala y el complemento de la importante pla-za comercial de La Trinidad de Sonsonate, así como apocas leguas estaba la capital provincial de San Salvador.Acajutla debió su inusitada y pronta actividad a las ex-portaciones de cacao izalqueño, en el siglo XVI. MientrasAmapala sirvió sobre todo a San Miguel de la Frontera ysu comarca, y a las ciudades del sur de Honduras, ade-más de la inmediata cercanía de Nicaragua y de su prin-cipal puerto El Realejo. La aventajada situación del golfode Fonseca motivó esfuerzos para usarlo en la navega-ción por el océano Pacífico, ya que Amapala tenía la cuali-dad de la ruta imprescindible para acceder directamentelos barcos de mayor calado a las riberas continentales.

LA ARMADA DE PEDRO DE ALVARADO

Pedro de Alvarado, la máxima figura de la conquistaespañola en Guatemala y El Salvador, a su regreso del pri-mer viaje a la Península, después de las primigenias fun-daciones de Santiago de Guatemala, en julio de 1524, yde San Salvador, antes de mayo de 1525, partió a la corteen busca de mercedes y para desvirtuar las acusacionesque se le habían hecho por sus duras actuaciones en lasinvasiones y guerras contra los indígenas. Regresó en1528, pero retenido por la Real Audiencia de México,que le inició proceso, tardó meses en volver a Guatemala.

Ya venía con el nombramiento de gobernador y la facul-tad de usar el “don” antes de su nombre, como atributode hidalguía. También regresaba con el nuevo afán depreparar una expedición por el Pacífico, que dijo seríahacia las islas de la Especiería -las Molucas- pero que enrealidad era para dirigirla al sur, hacia el Perú, dondecreía poder participar de las afamadas riquezas de las tie-rras quechuas de los incas y estar a la par de Diego deAlmagro y de Francisco Pizarro.

Don Pedro ordenó construir barcos en el improvisa-do astillero de Iztapa, cercano a Santiago de Guatemala,sobre el Pacífico, y luego los trasladó al golfo deFonseca, pues ya conocía las ventajas inmejorables pararesguardar la flota. A principios de 1533 ya estaban reu-nidos los barcos en Fonseca, introducidos por el canalprofundo hacia Amapala, en lugar abrigado y no marabierto. Además, los castellanos necesitaban de sitio po-blado para los trabajos de la flota y la producción de ali-mentos. La estadía de los barcos en el golfo motivó elacarreo de vituallas y bastimentos desde pueblos del in-terior. En ese 1533 de la armada de Alvarado en el golfo,ocurrió una revuelta indígena en la región de San Miguelde la Frontera, comarca entonces llamada Popocatépet,levantamiento localizado en el peñol de Ucelutan, oUsulután, el segundo registrado por las crónicas en esaelevación, después del de 1529, cuando sucedió la inva-sión de Martín Estete, enviado por Pedrarias Dávila.

Los aborígenes del peñol fueron dominados y mu-chos herrados como esclavos de guerra. Este alzamientoconsta en el proceso que se le siguió posteriormente adon Pedro, por Alonso Maldonado, a su regreso delviaje peruano, guardado en el Archivo General deIndias, en Sevilla: Traslado de los descargos, sentencia yapelaciones de la residencia de don Pedro de Alvarado y

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probanza ad perpetuam rei memoriam, 1540, así como enla Residencia del adelantado don Pedro de Alvarado, gober-nador de Guatemala; Jorge de Alvarado, su teniente;Francisco Zorrilla, contador, y del capitán Cristóbal de laCueva, teniente de gobernador en la villa de San Miguel dela Frontera, por el licenciado Alonso Maldonado, oidorde la Audiencia de México (Archivo General de Indias,AGI, Justicia 295, número 4; Justicia 296, número 2,ramo 2).

No sólo los indígenas alzados fueron herrados, tam-bién se acusó a don Pedro por los demás esclavos quesacó de San Miguel y de Amapala. Pero ya de por sí, paraentonces, la comarca del golfo de Fonseca se había con-vertido en lugar de exportación de esclavos haciaPanamá, ilegal y temible comercio fomentado por los es-pañoles de Nicaragua, lo que había ocasionado un des-poblamiento, incluso entre los habitantes de las islas dela Petronila: Conchagüita y Meanguera.

Por cartas de Alvarado a la corona se conoce el tamañode la armada, que incluía “gruesas naos”, por todo alre-dedor de doce barcos con cuatrocientos cincuenta espa-ñoles, doscientos sesenta de a caballo y cien ballesterosy escopeteros, y el resto de “espada y rodela”, más dos-cientos esclavos negros; pero no hay datos exactos delnúmero de esclavos aborígenes ni de indígenas auxilia-res mexicanos, tlaxcaltecas y mexicas, de los que usual-mente acompañaron a las milicias de conquista enMéxico, Guatemala, Honduras y El Salvador, y que fue-ron asentados en poblados especiales. Una real cédula,del 19 de julio de 1534, en Valladolid, acusó a Alvaradode haber sacado de la región salvadoreña a más de 4 milindígenas, en total, los que se quería fueran devueltos a sutierra, a menos que ellos mismos desearan permaneceren Perú (AGI, Audiencia de Lima 565, número 1). Pero

declaraciones de testigos dieron una cifra considerable-mente menor, un poco más de mil.

La nave más grande de la armada era de trescientastoneladas, el “San Cristóbal”. Se sabe de dos barcos deAlvarado que se hundieron en el golfo, lo más probablees que en el mismo canal profundo –mencionados porel historiador guatemalteco Adrián Recinos en su obraDon Pedro de Alvarado, de 1952, uno de los mejores tra-bajos jamás escritos sobre Alvarado-. En el proceso porMaldonado se encuentra el dato específico del hundi-miento de un barco con esclavos.

A finales de 1533, la flota alvaradiana partió hacia elpuerto del Realejo, donde quedó anclada hasta unosdías después del 20 de enero de 1534, fecha de una cartade don Pedro en que se despedía del ayuntamiento deSantiago de Guatemala y le anunciaba la inmediata par-tida de la expedición, que ya todos sabían iba al Perú yno al oriente, como insistía el gobernador para disimularel evidente propósito. Más tarde, en su descargo dijoque fueron las corrientes de alta mar las que lo llevaronal sur, pero fue sólo pretexto para defenderse por haberdesobedecido la prohibición de entrometerse en losasuntos peruanos.

La aventura fue un fracaso. Desembarcaron en las cos-tas ecuatorianas, subieron a los altos volcanes, donde porel frío y la nieve murieron muchos españoles, negros eindígenas, y se encontraron con tropas de Diego deAlmagro que les cerraron el paso. Por un acuerdo, porAlmagro arrancado a la fuerza, suscrito en la región deQuito, en agosto de 1534, convino don Pedro en vendersu armada entera, con todo e indígenas, y permitir que losespañoles viajeros quedaran en tierras del sur -algunos delos barcos de Alvarado los utilizará Almagro en su expe-dición a Chile, el año siguiente-. Pedro de Portocarrero

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PEDRO ANTONIO ESCALANTE ARCE EL GOLFO DE FONSECA

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declaró en la causa seguida por Maldonado que con losindígenas centroamericanos que permanecieron en elPerú se fundaron tres pueblos en los alrededores de laactual ciudad de Trujillo -y probablemente sea la expli-cación para la existencia de nombres con flagrante an-cestro nahua en el norte peruano, como Jequetepeque-.La venta de la armada fue por cien mil pesos de oro, a serentregados en la población de Jauja, en las proximidadesde Pachacamac (Perú), o en la villa de San Miguel, enPerú. Muchos datos de lo ocurrido en la abortada expe-dición los ofreció Antonio de Herrera y Tordesillas, enla década V, libro VI, de la Historia general de los hechos delos castellanos en las islas y tierra firme del mar océano (ori-ginalmente de 1615).

Idos todos a Jauja, se juntó Alvarado con FranciscoPizarro, quien, no obstante las muestras de cortesía, so-lamente buscaba que cuanto antes se volviera Alvaradoal Istmo, lo que ocurrió en la soledad de unos cuantosacompañantes en abril de 1535. Varios españoles delPerú, los “peruleros”, recibieron autorización para pasara la gobernación de Guatemala y a la de Nicaragua. Laexpedición incluyó a algunos de los primeros españolesavecindados en San Salvador, así como de San Miguelde la Frontera, e incluso se acusó a Alvarado de haberdespoblado esta villa para obligar a sus habitantes aacompañarlo al sur. Sin embargo, don Pedro se defendiódiciendo que fueron ellos de su voluntad los que insistie-ron en ir. Pero lo cierto es que el primer San Miguel, elde 1530, quedó abandonado hasta su restablecimientoen 1535, por Cristóbal de la Cueva. En el viaje al Perúiban miembros de la familia Alvarado, que allí radicaron,como Diego de Alvarado, fundador de San Salvador en1528, en el valle de La Bermuda -pero también el pro-bable fundador de la primera villa formal en 1525-, y asi-

mismo partió hacia inesperados derroteros Luís de Mos-coso Alvarado, fundador de San Miguel de la Frontera.

EL PROYECTO DEL NUEVO PUERTO DE FONSECA

El golfo tuvo con Pedro de Alvarado un aval para su fu-tura importancia, por ya tenerse como región con gran-des bondades para ser usada como puerto en el Pacífico.En especial, el canal profundo daba la mayor seguridadpara el tráfico de barcos, y aquí estaba el embarcadero deAmapala, junto con otro en un lugar no precisado, al surde la isla Perico, pero en tierra firme, al que se le llamópuerto de La Concepción, posiblemente el embarcade-ro de los indígenas provenientes del pueblo de Sirama;un “puerto” que pronto desapareció. IndiscutiblementeAmapala fue el más importante, como consta de su men-ción en la geografía de Juan López de Velasco, escritaentre 1571 y 1574 (publicada en 1864), la Geografía ydescripción universal de las Indias, donde nombró aAmapala como puerto de la Chuluteca, nombre genéri-co de la sección norte del golfo (Choluteca), en la cualJuan de Mendoza fundó la villa de Jerez de la Frontera,por orden de Francisco de la Cueva, en 1542 (según opi-nión de Adrián Recinos, 1952).

Amapala fue lugar de tráfico por el golfo, tal y comosucedió con fray Alonso Ponce de León y fray Antoniode Ciudad Real en 1586. Era el lugar idóneo para iniciaro terminar la travesía del golfo, y allí arribaron, entreotros, procedentes de Nicaragua, el dominico frayBartolomé de las Casas (1534), el franciscano fray Tori-bio de Benavente Motolinía (¿1544?), y más tarde, en1613, el cronista carmelita fray Antonio Vázquez deEspinosa. Incluso hubo un desembarco de dieciocho es-pañoles pizarristas del Perú al concluir la guerra de losEncomenderos con la ejecución de Gonzalo Pizarro, en

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rebeldía contra la autoridad real del visitador y presiden-te de la real audiencia Pedro de la Gasca. Una carta del 5de agosto de 1548, desde la sede de la Audiencia de losConfines, entonces en Gracias a Dios (Honduras), sus-crita por su presidente, Alonso López de Cerrato, lo in-formó así a Carlos V, y sobre como ordenó prenderlosen San Miguel por considerárseles delincuentes, perosólo se cumplió con quince y tres escaparon (AGI, Au-diencia de Guatemala 9, citado en la Colección de docu-mentos para la historia de Nicaragua, Colección Somoza,de Carlos Molina Argüello, tomo I, Madrid, 1955).

Otro singular viajero que bajó a tierra en las arenas deAmapala fue Ilyas ibn Hanna al-Mawsili, sacerdote de laIglesia caldea católica de Siria, educado por los religiososcapuchinos en Bagdad, quien llegó a la alcaldía mayor deSan Salvador en los inicios de 1682, en ruta haciaSantiago de Guatemala. Ibn Hanna al-Mawsili, despuésde largos años de estadía en las Indias españolas (1675-1685), con permiso especial de la corona, arribó al golfode Fonseca procedente del Perú y Nicaragua, camino deMéxico, como el primer antecedente conocido de losgrupos cristianos árabes en América. A su regreso aEspaña, en el Puerto de Santa María, en Andalucía, dejómemoria de sus originales aventuras en dos obras escri-tas en árabe, los Viajes, y una reseña histórica con su pro-pia visión: El descubrimiento y conquista de América (elarabista norteamericano Paul Lunde ha rescatado el re-cuerdo de Ilyas ibn Hanna-al Mawsili en sus trabajos pu-blicados en Aramco World, 43-Nº3, Houston, 1998).

En 1657 Amapala vivió tal vez el hecho más inauditode sus días como puerto en el golfo. Se trató de la llega-da de un galeón errante procedente de las islas Filipinas,perdido en sus rumbos, después de un año de haber sa-lido del puerto de Cavite, cerca de Manila. Iba hacia

Acapulco, terminal de la ruta de los galeones que atrave-saban el Pacífico, en el más espectacular de los derroterosen los mares de España. El 20 de mayo de 1656 partió elgaleón “Nuestra Señora de la Victoria”, pero las tormen-tas y la confusión con las corrientes marinas lo llevaron,después de meses, hasta las costas de Tehuantepec.Luego salió equivocadamente con proa al sur, en vez detomar la correcta dirección hacia Acapulco. Se acercó allitoral de Guazacapán, en Guatemala, y luego los deso-rientados pilotos lo llevaron hasta las costas adyacentesal pueblo de Santa Lucía Zacatecoluca, en la provincia sal-vadoreña. Al conocerse la urgencia, desde San Salvadorenviaron emisarios para indicarles el rumbo hacia el golfode Fonseca con señales de fuego en las playas. Ya enaguas interiores de la bahía, un joven negro en una barcallegó hasta el mortecino y diezmado galeón y lo pudoguiar hasta Amapala, donde fondeó el 29 de mayo de1657. Habían muerto ciento cincuenta pasajeros, entreellos tres almirantes de naves, producto de la peste des-atada a bordo (fray Francisco Ximénez recogió los inci-dentes en la Historia de la Provincia de San Vicente deChiapa y Guatemala de la Orden de Predicadores, de la pri-mera mitad del siglo XVIII, en el libro V, cap. X).

La importancia que tuvo el golfo desde su descubri-miento en 1522 había alertado los intereses de las auto-ridades españolas de Nicaragua y Honduras, goberna-ciones autónomas antes de la creación de la Audienciade los Confines y de la unificación del istmo centroame-ricano. Ambas jurisdicciones reclamaban para sí dere-chos en la gran bahía, por los provechos de su posicióngeográfica. El Fonseca, particularmente se convirtió enuna alternativa después de haberse desechado uno de losmás reiterados y conocidos propósitos de los viajes dedescubrimiento y de la conquista de la América hispana:

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PEDRO ANTONIO ESCALANTE ARCE EL GOLFO DE FONSECA

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la obsesión del paso entre los océanos, el estrecho dudo-so, la conexión entre el Atlántico y el Pacífico, que se si-guió buscando en México y Centroamérica aun despuésdel viaje de Fernando de Magallanes y Juan SebastiánElcano y la localización de la ruta del extremo meridio-nal de Suramérica (1520).

Al no haberse encontrado el ansiado paso y comuni-cación, y sólo tenerse el lejano estrecho de Magallanes,ahora el golfo estaba entre los lugares donde se conside-raba propicia la conexión terrestre más expedita, ademásdel ya conocido istmo de Panamá. En todo esto tuvomarcada incidencia el descubrimiento del mar Dulce, elgran lago de Nicaragua, por Gil González Dávila en1522, y la del río que desde el lago corría hacia al marCaribe, el San Juan o río Desaguadero. Pero en el casodel golfo de Fonseca también incidía el atractivo de labahía de Caballos, en el norte de Honduras, sobre elmar de las Antillas, la pronto conocida como PuertoCaballos, que ya se estaba usando como lugar idóneopara la llegada de barcos.

Descubierta la bahía de Caballos en 1508, porVicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís, y utilizadaintensamente en la primera historia de Honduras–Hernán Cortés fundó allí la villa de la Natividad deNuestra Señora en 1525-, Caballos había tomado másimportancia después de la fundación en 1536 de la villade San Pedro de Puerto Caballos, por Pedro deAlvarado (San Pedro Sula). Muy pronto se conoció quela distancia entre Puerto Caballos y el golfo de Fonseca,por su relativa cortedad, convenía para ser usada comovía terrestre entre los océanos y podía competir con laruta panameña, pues gozaba de mejor clima y tierras fe-races y contaba ya con poblaciones permanentes, a dife-rencia de las temerosas selvas de Panamá, no obstanteser ésta la más corta de todo el continente.

La ruta Fonseca-Caballos se volvió un tema recurren-te en los propósitos de las autoridades coloniales y hastael conocido cronista oidor Diego García de Palacio, encarta al rey del 8 de marzo de 1578, desde Santiago deGuatemala, expuso la conveniencia de establecer en elgolfo una terminal de barcos hacia Filipinas por la proxi-midad de Puerto Caballos, y que no solamente se usara laruta Acapulco-Manila (AGI, Patronato 24, ramo 44, cita-da por Othón Arróniz en El despertar científico enAmérica. La vida de Diego García de Palacio, Jalapa,Veracruz, 1994). Un propósito de tránsito en que los go-bernadores de Guatemala volvieron a insistir posterior-mente, pero siempre con resultados negativos. Este em-peño de García de Palacio motivó aún más al Consejo deIndias a tomar una decisión para determinar lo conve-niente en el reiterado proyecto interoceánico por elistmo centroamericano, entre Fonseca y Caballos (Verimagen en la página siguiente).

En 1588, la corona, a través del Consejo, nombró unacomisión para que in situ evaluara las posibilidades deltrayecto hondureño-sansalvadoreño de comunicaciónentre el mar Caribe y el mar del Sur, para terminal de lasflotas del Atlántico y del Pacífico. Así fue nombrado alrespecto el afamado ingeniero militar Juan BautistaAntonelli, junto con Pedro Ochoa de Leguizamo,Francisco de Valverde y Diego López de Quintanilla,quienes llegaron en 1590, procedentes de La Habana y laCiudad de México, después de una temporada de evalua-ción de las defensas de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Aprincipios de junio de ese año comenzaron las medicio-nes en el golfo, con opinión de ser la sección más conve-niente para la navegación el canal profundo frente a lascostas salvadoreñas por Zacatillo y Amapala, y señalaronun lugar aguas arriba, a orillas del río de las Guacamayas

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(estero La Manzanilla), donde se podría eventualmenteconstruir un puerto urbanizado con el nombre de puer-to de Fonseca. A este nuevo emplazamiento portuario seaccedería por barcas de entre ochenta y cien toneladas,mientras los barcos quedarían anclados al comienzo delcanal profundo y el estero, en la hoy bahía de La Unión.

El golfo, con un enclave portuario de diseño urbanís-tico, iba a necesitar protección adecuada contra los pira-tas, que ya habían comenzado a merodear por el mar delSur, y se determinó la necesidad de fortificar el estrechoentre la isla Zacatillo y la punta Amapala (Chiquirín),con baluartes y castillos con cañones. Además, cerca dela isla Perico se necesitaría mantener permanentementedos galeras con hombre armados para defender el espa-cio del golfo. La comisión, después de concluidos lostrabajos en Fonseca, recorrió todo el camino terrestredesde el golfo hasta la costa norte de Honduras, por lasciudades de la Nueva Valladolid de Comayagua y SanPedro Sula, hasta llegar a Caballos, cuya bahía, a pesarde las ventajas que tenía por amplia y atractiva, se mos-

tró casi imposible de defender adecuadamente, lo que sípodía hacerse con el Fonseca.

El proyecto no prosperó en España; el problema fue-ron las aproximadamente sesenta leguas de camino entrelos océanos, la necesidad de aderezar la ruta y hacerla ac-cesible al tráfico considerable que se iba a tener con elarribo de los galeones de Tierra Firme en Honduras y losbarcos de la plata peruana en Fonseca. Se presupuesta-ron gastos demasiado elevados para poblar aún más laruta, hacerla producir alimentos, proveerla de las recuasde mulas indispensables, construir puentes, levantar unnuevo puerto en el golfo y protegerlo lo mejor posible.Era una empresa tan cara que fue imposible realizarla y sedecidió desecharla en beneficio de la ruta del istmo dePanamá, la más fácil, práctica y barata, además de ser yala conocida y experimentada desde años atrás.

Al finalizar la inspección, y con el negativo parecer delos ingenieros, los informes se remitieron a la Península.Antonelli fechó el suyo el 7 de octubre de 1590, en LaHabana; Ochoa de Leguizamo el propio el 12 de octubre,

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PEDRO ANTONIO ESCALANTE ARCE EL GOLFO DE FONSECA

Planta del puerto de Caballos hacia la bahía de Fonseca, en 1590.(*)

(*) Tomado de El cuarto viaje de Colón (Ministerio de Educación y Cultura. España). Por Pedro Ochoa de Leguizamo Colores. 1.500 x 430 mm.Archivo General de Indias, Sevilla. MP: Guatemala,1.

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en Santiago de Guatemala. Ambos remitidos con sus pla-nos (AGI, Patronato 183; Audiencia de México 257; elprimero también en Anales de la Academia de Geografia eHistoria de Guatemala, tomo LXIII, 1989). Con esto, labúsqueda de un mejor paso interoceánico que sustituye-ra a la ruta panameña quedó descartada, y como nuevaterminal de los galeones de la flota de Tierra Firme se se-ñaló definitivamente Portobelo, que sustituiría al ante-rior puerto de Nombre de Dios; aquél fortificado segúnplanificación de Antonelli. Y a Panamá continuaron lle-gando los barcos argentíferos peruanos, con el ir y venirde mercaderías y pasajeros y la protección de los convo-yes por la armada del Sur.

EL CONVENTO FRANCISCANO DE SANTA MARÍA DE LASNIEVES DE AMAPALA

En un principio, después de establecerse la orden de SanFrancisco en La Trinidad de Sonsonate, San Salvador,San Miguel y San Andrés Nacaome, los pueblos de lasislas del golfo se adscribieron a este último convento,pero la dificultad de visitarlos y la distancia de navega-ción hizo que en 1593 se creara el convento de SantaMaría de las Nieves en el pueblo de Amapala, junto a laplaya y embarcadero. El uso que habían hecho los mis-mos frailes del puerto de Amapala, y conscientes de susfacilidades para el tránsito marítimo, hizo que se le esco-giera para construir casa conventual, con rango de guar-dianía, para atender los pueblos comarcanos de LimpiaConcepción de Intipucá, Santa María Magdalena deMonleo (hoy desaparecido) y San Juan Yayantique, y losinsulares de Santiago de Conchagua, Santa Ana de laTeca y Santa María Magdalena de Meanguera.

El edificio monástico fue la construcción más desta-cada de la época colonial en el golfo de Fonseca, casi en

las arenas de la playa, con vista dominante sobre la pe-queña bahía interior del golfo, donde tiraban anclas losbarcos, frente a la isla de Venados (Zacatillo) y las aguasprofundas. Y arriba el pueblo, en las suaves pendientesque con pereza se dirigen hacia el volcán. En medio de laexuberante vegetación sobresalía su arquitectura sencillay fuerte, blanca como la cal obtenida de los antiguos con-cheros aborígenes, y resonaban desde lo alto de algunatorre las campanas, como una imagen única y emotiva enel panorama marítimo, y como un bullicio de civilizacióncristiana y occidental entre la etnia vernácula, desdedonde los frailes se embarcaban para cumplir con la doc-trina y los oficios litúrgicos de los indígenas, agrupadosalrededor de las tres iglesias insulares de Santiago, SantaAna y Santa María Magdalena. En el ambiente tórridodel Fonseca, el nombre del convento y guardianía era uncontrapunto evidente y desafiante para el caluroso trópi-co del mar del Sur: Nuestra Señora de las Nieves.

Restos arquitectónicos del convento franciscano de Santa María de LasNieves de Amapala, La Unión. Hoy conocido como Pueblo Viejo.

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El convento franciscano fue saqueado e incendiadoen 1686, con motivo de la invasión pirática que se habíainiciado en 1684, con un grupo de filibusteros ingleses enel que se encontraba el famoso aventurero y hombre deciencias inglés William Dampier, quienes se apoderaronde las islas y por un tiempo permanecieron en el golfo.Los pueblos isleños fueron destruidos y abandonados, ysus habitantes pasaron a tierra firme a fundar nuevosasentamientos. Luego regresarían unos pocos para levan-tar de nuevo los poblados, pero en lugar diferente a losantiguos, que hoy son sitios arqueológicos por investigary de los cuales sólo Santiago de Conchagua ha sido estu-diado. En cuanto a Amapala, después de su destruccióntambién fue despoblado, pero con el tiempo volvieronparte de sus habitantes y se siguió usando como puertopara navegación de cabotaje y barcos que hacían la largaruta desde El Callao y Panamá en busca de mercaderíasde la región, como la afamada tinta añil o índigo –el granproducto de exportación de las provincias salvadoreñas-,usualmente después de visitar El Realejo en Nicaragua.

Respecto a los indígenas desplazados de las islas, des-pués de la búsqueda de tierras para poblar, inclusive enlas cercanías de San Andrés Nacaome, en la gobernaciónde Honduras, los nativos insulares acabaron concentrán-dose principalmente en el nuevo pueblo continental deSantiago Conchagua, en las faldas del volcán, por lo cualla isla homónima cambió su nombre al diminutivo Con-chagüita. Estos pobladores del volcán establecieron suembarcadero en tierras de la hacienda Sirama, y el puer-to de los conchaguas fue el antecedente del futuro SanCarlos de la Unión –y es muy posible que fuera el mismomencionado antiguo puerto de La Concepción, que fuetambién el probable embarcadero de los indígenas sira-mas-. En cuanto a Amapala, fue cediendo el puesto al em-barcadero de los conchaguas, que iba aumentando en supoblación con gran número de ladinos establecidos, yentonces languideció con el nombre de Pueblo Viejo a lasombra de los restos del convento de la orden de SanFrancisco, y ahora es sólo un caserío y cantón con sitio ar-queológico depredado. Como Amapala modernamente

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Costa del antiguo puerto del Amapala.

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es sólo conocido el nuevo puerto en la isla del Tigre, quese construyó en Honduras en el siglo XIX con el viejonombre salvadoreño, y esto ha causado confusión entrelos historiadores, ya que la Amapala indígena y españolafue la de El Salvador, no la hondureña.

PIRATAS Y CORSARIOS EN EL GOLFO

La costa sur de Centroamérica fue visitada por piratas ycorsarios desde 1575, con la presencia de John Oxenhamen Panamá, donde atravesó el istmo selvático con sushombres. La piratería fue particularmente intensa en elmar Caribe; se inició con la llegada de franceses en 1545y el asalto al puerto de Trujillo en 1558. En el Pacíficotuvo menor incidencia, aunque abundó el acecho a lospuertos y a los barcos peruanos de la plata que llegabana Panamá.

En el mar del Sur, el detonante de los asaltantes en elocéano fue la localización por Francis Drake de la rutadel estrecho de Magallanes, de donde prosiguió con el te-meroso propósito de asaltar puertos y embarcacionesespañolas, y por cartas náuticas de un barco apresadofrente a Costa Rica se decidió a realizar su célebre viajede circunnavegación del globo, la segunda vuelta al mun-do después del viaje Magallanes-Elcano. Francis Drakeestuvo frente a las costas salvadoreñas a finales de marzoy primeros días de abril de 1579. No consta ningún des-embarco, pero en los documentos quedaron plasmadoslos preparativos efectuados en el Reino de Guatemalapor las autoridades y encomenderos ante la presencia delinglés. El famoso barco de Drake, el “Golden Hind”,junto con el pequeño apresado en Costa Rica, en la isladel Caño –con las cartas náuticas que llevaban dos pilo-tos de la carrera de China, o sea la ruta entre Manila yAcapulco-, entró al golfo de Fonseca y se confirmó su

presencia por una misiva enviada al primer alcalde mayorde San Salvador, Diego Galán, alcalde interino antes deJuan Cisneros de Reynosa (AGI, Escribanía de Cámara331-A). Una carta donde un fraile franciscano de SanMiguel, fray Juan de Frías, escribió, el Domingo deRamos de 1579, sobre la llegada de dos barcos ingleses algolfo y el apoderamiento de unos indígenas.

La noticia de la presencia de Drake puso en caos alreino, pero no pasó a más. De Centroamérica siguióhasta Huatulco, en Oaxaca, donde incendió el puerto,luego evitó Acapulco y se dirigió al oriente, para comple-tar la extraordinaria singladura con el regreso a Inglaterraen septiembre de 1580. La información sobre la llegadade Drake consta en diferentes documentos del sevillanoArchivo General de Indias, además de abundantes datosen otros archivos y en trabajos de historiadores. En espe-cial, en el gran archivo andaluz está un rico conjunto depapeles conocido como “legajo Drake” (AGI, Patronato266). En las provincias salvadoreñas son dignos de anto-logía los afanes tardíos que se realizaron para protegerAcajutla y La Trinidad de Sonsonate, con una tropa le-vantada principalmente por el encomendero de TecpanIzalco, Diego de Guzmán, verdadera bandería de unseñor feudal.

Después de Francis Drake apareció ThomasCavendish con sus barcos “Desire”, “Content” y“George”. Eran los primeros días de julio de 1587 y tam-bién se internó primero por el golfo de Fonseca. Existeconstancia de ello por el diario del piloto de Cavendishde nombre Tuller, mencionado en la obra del holandésJoannes de Laet, Orbus novis, Historia del Nuevo Mundo oDescripición de las Indias occidentales (impresa en Leyde,en lengua neerlandesa, en 1625). El viaje de Cavendishsiguió el derrotero de Drake y también causó el consi-

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guiente estupor en la real audiencia, con preparativos dedefensa de sus endebles puertos, pero no en el golfo. Aligual que en 1579, todo fue inútil, Cavendish no desem-barcó, se dirigió a México, de nuevo a Huatulco que vol-vió a ser incendiado, y luego al norte, a esperar el galeón(a veces varios en convoy) que llegaba anualmente deFilipinas a Acapulco, del que pudo apoderase en noviem-bre del mismo año en desafío a las autoridades del virrei-nato –se trataba del “Santa Ana”, construido en ElRealejo, en Nicaragua, con supervisión del oidor DiegoGarcía de Palacio.

Cuando llegó Cavendish en 1587, todos creyeronque era Drake que volvía, y aún se repite el error en auto-res y comentarios. En el mapa que levantó de las costasdel Pacífico –guardado en el Algemeen Rijksarchief, enLa Haya, Holanda-, tal vez de su propia mano están variasanotaciones a tinta, y en el Pacífico salvadoreño aparece“Conchagua”, uno de los nombres históricos del golfo.

Varios piratas anónimos siguieron llegando al golfode Fonseca; sólo conocemos las noticias de barcos extra-ños y los débiles esfuerzos para enfrentarlos, ordena-dos en la alcaldía mayor de San Salvador y en la alcaldía

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Restos arquitectónicos en Conchagua Vieja en isla Conchagüita, La Unión.

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ordinaria de San Miguel. Pero a partir de 1684 el golfo seconvirtió en verdadero refugio de filibusteros, quienes ocu-paron algunas de sus islas, principalmente Conchagüitay Meanguera, así como la hondureña isla del Tigre. Estefue el grupo de William Dampier, que llegó a guarecersedespués del saqueo de León de Nicaragua. Las islas fue-ron abandonadas y ocupadas por los aventureros y fora-jidos, y los datos sobre el incendio de Santa María de lasNieves de Amapala lo sitúan en 1686, por cartas delpadre guardián del convento franciscano, fray LuisDávalos, que tuvo que trasladarse al pueblo de San Juan

Yayantique (el historiador Jorge Lardé y Larín es quienmejor ha estudiado la situación de los habitantes de lasislas después de las razias piráticas).

William Dampier, el más famoso de los filibusterosdel Fonseca en el siglo XVII, escribió con detalles la lle-gada de los ingleses a la isla Meanguera en su obra A newvoyage round the world (“Un nuevo viaje alrededor delmundo”), originalmente publicada en 1697, en Londres.Dampier volvió al golfo en 1704, según lo escribióWiliam Funnell, un segundo del barco principal, en sudiario publicado como A voyage round the world (“Un

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16Restos arquitectónicos en Conchagua Vieja en isla Conchagüita, La Unión.

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viaje alrededor del mundo”), de 1707, casi con el mismonombre del libro de Dampier, como un intento fallido deganarse la nombradía que este fascinante personaje al-canzó en Inglaterra. Asimismo, el testimonio del médicoque acompañó a Dampier, en la estadía en Fonseca, en1684-1685, Lionel Wafer, en el libro A new voyage anddescription of the Isthmus of America (“Un nuevo viaje ydescripción del istmo de América”), de 1699, comentalos días en el golfo, y como de la isla donde se establecie-ron, en Meanguera o en Conchagüita, se dirigieron a tie-rra firme, a robar ganado, al sur de la actual puntaChiquirín, y se encontraron con manantiales de agua ca-liente y sulfurosa, en medio del peligro de los coyotes queabundaban.

Otro visitante de las islas, junto con un grupo defranceses, fue el bucanero francés Raveneau de Lussan,que participó en el incendio y saqueo de Granada, enNicaragua, en abril de 1685, de donde partieron hacia elgolfo a refugiarse. Estuvieron asolando el litoral de la al-caldía mayor y llegaron hasta las cercanías del importan-te pueblo de Usulután. El grupo de Raveneau de Lussanfue el que destruyó el puerto de Amapala y su casa mo-nástica franciscana (1686). En 1687 partió una facciónpor las costas centroamericanas hasta el sur de México–que luego regresó al Fonseca-, mientras otra bajó hastaGuayaquil, donde fue obligada a huir por barcos de la ar-mada del Sur, con sede en El Callao.

Gran parte de los piratas que permanecieron en lasislas del golfo decidieron huir por tierra hacia elAtlántico atravesando el Istmo, por Honduras, dondellegaron al cabo Gracias a Dios en marzo de 1688.Raveneau de Lussan dejó sus experiencias en el descrip-tivo Journal du voyage faît à la mer du Sud avec les filibus-tiers de l´Amérique en 1684 et années suivantes, par le sieur

Raveneau de Lussan (“Diario del viaje hecho en el mar delSur con los filibusteros de América en 1684 y años si-guientes, por el señor Raveneau de Lussan”), París, 1689.

Un recuerdo muy presente en la piedad popular sobreestos sucesos son las imágenes de Nuestra Señora de lasNieves que todavía existen, provenientes del conventode Amapala. Una en la iglesia parroquial de Conchagua,construida en 1693, mientras otra, la principal, fue lleva-da a San Miguel y entronizada como Nuestra Señora dela Paz, consagrada como patrona de El Salvador, sobre lacual la tradición no ha olvidado que padeció el saqueo ydestrucción del convento franciscano del golfo.

Los piratas que todavía quedaron en las islas con susbarcos fueron desalojados por los galeones artillados“San José” y el “San Francisco de Paula”, al mando del ca-pitán vizcaíno Dionisio López de Artunduaga, a media-dos de 1688, donde les apresaron seis embarcaciones. En1692 volvieron de nuevo los galeones de Artunduaga,propiedad de la Compañía de Nuestra Señora de Guía,adscrita a la armada del Sur.

El año 1688 significó la pacificación temporal de lasislas y del golfo, pero no la desaparición de los visitantesdepredadores, pues eventualmente se veían de nuevobarcos desconocidos por las aguas, tal como el regreso deDampier en 1704. Pero Fonseca siguió siendo un sitio vi-sitado por barcos, sobre todo cuando se celebraban lasferias de San Miguel en noviembre.

TIEMPOS DE LA REPÚBLICA

En 1794, el bergantín “El Activo”, a las órdenes deSalvador Meléndez y Bruna, procedente de Acapulco, re-alizó un reconocimiento oficial del golfo de Fonseca.Meléndez apuntó en su diario sobre las balas de cañón,cuando el ataque de 1688 por los barcos peruanos, que

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todavía estaban engarzadas en los riscos occidentales deMeanguera (el diario del “Activo” se guarda en laBiblitoteca Newberry, en Chicago). Varios viajes de ins-pección se sucedieron por cuenta e interés de la coronaespañola, y en el siglo XIX serán numerosos los incidentesy arribo de barcos extranjeros con asuntos militares imbí-bitos en esas expediciones. Es que el golfo de Fonseca,siempre ha sido un lugar de gran interés para el desarro-llo comercial, además de constituir una de las más her-mosas entradas de mar en el Pacífico hispanoamericanoque ha despertado entusiasmados comentarios.

Un suceso inaudito en los anales de la ya republicanay federada Centroamérica fue la erupción del volcánCosigüina, en Nicaragua, en el golfo, en la península delmismo nombre. En 1835 estalló su cresta y por más dedos días, 20 a 22 de enero, se impuso el pavor en ElSalvador y países vecinos, con temblores, lluvia de ceni-zas y cielos oscuros donde no salía el sol. Las descargas seescucharon hasta en Jamaica y las cenizas alcanzaronregiones alejadas, como Oaxaca, Caracas y Santa Fede Bogotá. La erupción del Cosigüina se convirtió enuna popular referencia cronológica, como el “año dela Polvazón”.

El puerto de San Carlos de la Unión, antes el antiguoembarcadero de los indígenas del nuevo pueblo deConchagua, convertido en asentamiento multiétnico demestizos y mulatos, figuró ya como pueblo en laEstadística general de la provincia de San Salvador, de1807, preparada por el intendente Antonio Gutiérrez yUlloa, adscrito al partido de San Alejo. El 13 de julio de1824 fue elevado a la categoría de puerto mayor por laAsamblea Nacional Constituyente de las ProvinciasUnidas del Centro de América, como Puerto de la UniónCentroamericana, e incorporado al departamento de San

Miguel. La Asamblea salvadoreña, por decreto del 28 defebrero de 1854, le otorgó el título de ciudad.

Además de múltiples acontecimientos en el siglo XIX,como los bloqueos por barcos ingleses en 1843, 1844,1849 y 1850, por el intervencionismo desplegado por elcónsul británico Frederick Chatfield, y las invasiones porrevolucionarios y fuerzas hondureñas, un destacado su-ceso fue la estadía en la isla Martín Pérez, en marzo de1842, del exiliado segundo presidente federal FranciscoMorazán, con sus barcos “El Cosmopolita”, “El Cruza-dor”, “La Isabela”, “La Josefa” y “La Asunción”, despuésdel fracasado intento de volver a El Salvador, al ser recha-zado en San Miguel, La Unión, Acajutla y Sonsonate.

Alrededor del 14 de junio de 1851 desembarcó en LaUnión el legendario héroe italiano Giuseppe Garibaldi,acompañado de Francisco Carpaneto. Había salido deNueva York rumbo a Nicaragua, donde permaneció poralgún tiempo por los motivos comerciales del viaje.Desde Granada, por la vía de León, Chinandega, ElRealejo y El Viejo arribaron a El Salvador, para dirigirsehacia San Miguel. El 26 de junio ya estaba de regreso enLa Unión para volver a Nicaragua. Así lo escribió elmismo Garibaldi en sus papeles de la jornada (el investi-gador nicaragüense Jorge Eduardo Arellano los incluyóen Giuseppe Garibaldi, héroe de dos mundos en Nicaragua,Managua, (1999). Garibaldi estuvo hospedado en SanMiguel con el señor Miguel Mazzini y su familia.

Ahora, el golfo de Fonseca está en la mira de losEstados ribereños como un lugar del más alto interéspara las previsiones del próximo futuro. El Salvador cons-truirá un moderno puerto en la punta Cutuco, en LaUnión, que sustituirá a las ya descartadas instalacionesque tuvieron auge en los principios del siglo XX. Hay pla-nes positivos y ambiciosos para incentivar la utilización

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de los recursos que guarda la gran bahía, de unos dos milkilómetros cuadrados de extensión, y desarrollar las islasy costas de tierra firme en lo económico, social y cultural,

y con proyectos turísticos, junto con los esfuerzos para laprotección de la biodiversidad y el rescate de su historiay de los testimonios arqueológicos

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Bahía de La Unión y muelle de Cutuco a principios del siglo XX. (1) La vista que antecede da una idea de la belleza de la bahía de Cutuco, en el golfo de Fonseca, uno de los mejores puertos de la Costa del Pacífico.

(2 y 3) Tenía 3 líneas férreas, grúas a vapor y todas las facilidades para el rápido manejo de la carga.(4) Arribo del vapor “Salvador” al Muelle. Barcos de 25 pies de calado atracaban en el Muelle.

(L. A. Ward, 1916. Libro Azul de El Salvador: Latin American Publicity Bureau.)

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EEll ggoollffoo ddee FFoonnsseeccaa.. UUnnaa hhiissttoorriiaa ttrraasscceennddeennttee© Pedro Antonio Escalante Arce© Fundación CLIC-Papeles de Arqueología

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