62

Historiadores de México Siglo XIX

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Historiadores siglo XIX

Citation preview

Page 1: Historiadores de México Siglo XIX
Page 2: Historiadores de México Siglo XIX

bitflinuv

\A1~. LV""!} ~(aJ

Colección LINTERNA MÁGICA

1. Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española.Segunda edición.Prólogo de Xavier Villaurrutia. Epílogo de Octavio Paz

2. Francisco Cervantes de Salazar. México en 1554.

Presentación de Margarita Peña3. Terra ignota. La geografía de América Latina a través de cronistas de los

siglos XVI y XVI/.

Presentación y selección de textos de Josefina Oliva de ColI

4. Safo. Poemas. Introducción, traducción directa del griego y notas deCarlos Montemayor

5. Paul Gendrop. Compendio de arte prehispánico6. Gustave Flaubert. La educación sentimental.

Presentación de Margo Glantz7. Gabriel Miró. Nuestro padre San Daniel-El obispo leproso.

Presentación de Paciencia Ontañón

8. Mateo Bandello. Novelas escogidas.Presentación de Othón Arróniz

9. Michel de Montaigne. Ensayos escogidos.Selección y prólogo de Angelina Martín del Campo

10. Aurelio de los Reyes. Medio siglo de cine mexicano (1896-1947)11. Honoré de Balzac. Esplendores y miserias de las cortesanas.

Presentación de Roberto Páramo

12. Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Teatro indianode los Siglos de Oro. Introducción de Arturo Souto Alabarce

13. El simbolismo esotérico en la literatura medieval española. Estudio,selección y notas de Enrique de Rivas

14. Gustavo Vargas Martínez. Fusang. Chinos en América antes de Colón15. Katherine Mandsfield. En una pensión alemana.

Presentación de Beatriz Espejo16. Antología de la Antología griega. Presentación, selección y versión

directa del griego de Luis Alfonso Maruri17. Literatura rusa del absurdo. Selección y versión directa del ruso de

Rosa María Phillips. Presentación de Armando Partida18. Leopoldo Lugones. Las fuerzas extrañas-Cuentos fatales.

Presentación de Noé Jitrik

Page 3: Historiadores de México Siglo XIX

Historiadoresde Méxicosiglo XIX

Page 4: Historiadores de México Siglo XIX

BAJO LA DIRECCIÓN DE MANUEL DE ESCURDIACON LA COLABORACIÓN DE TERESA SILVA TENA y

CARLOS TRILLAS SALAZAR

Page 5: Historiadores de México Siglo XIX

Historiadores~ .

de MeXICOsiglo XIX

Selección, presentacióny notas de~

Osear Flores Torres

EDITORIAL ~~~TRILLAS '-~México, Argentina, Espaf'iaColombia, Puerto Rico, Venezuela ®

Page 6: Historiadores de México Siglo XIX

Catalogación en la fuente

Flores Torres, ÓscarHistoriadores del México siglo x/x -- México:

Trillas, 2003.586 p. ,. 23 cm. -- (Linterna mágica,. 32)ISBN 968-24-6698-9

l. Historiadores mexicanos. 2. México - Historia ­

Lecturas y narraciones. l. t. II. Ser.

D- 972.007202'F623hi LC- FI2IO'F5.41

La presentación y disposición en conjunto deHISTORIADORES DE MÉXICO SlGLO x/x

son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obrapuede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistemao método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado,la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamientode información), sin consentimiento por escrito del editor

Derechos reservados© 2003, Editorial Trillas, S. A. de C. v.,Av. Río Churubusco 385, Co/. Pedro María Anaya,c.p 03340, México, D. F.Te/. 568842 33, FAX 5604 13 64

División Comercial, Calzo de la Viga 1132, c.p 09439México, D. F., Te/. 5633 09 95, FAX 56 33 08 70

www.trillas.com.mx

Miembro de la Cámara Nacional de la

lndustria Editorial, Reg. núm. 158

Primera edición, junio 2003ISBN 968-24-6698-9

lmpreso en MéxicoPrinted in Mexico

Page 7: Historiadores de México Siglo XIX

¿Quién no comprende lo que siente un pueblo

en el supremo día en que recobra su independencia?

Pero, ¿quién sería capaz de Pintar ese goce purísimo,

cuando se olvidan todas las penas del pasado y no se

mira sino luz en el porvenir; cuando todos se sientenhermanos; cuando hasta la naturaleza misma parece

tomar parte en la gran fiesta?

VICENTE RIVA PALACIO

l. NORMAS QUE RIGEN LA PRESENTE EDICIÓN

Este trabajo nació con la idea de presentar al estudiante universi­tario una serie de textos en los que se abordan -a través de sus autorescontemporáneos- los hechos históricos y problemáticas fundamenta­les de México en el siglo XIX.

De éstos, consideré hacer una muestra representativa de algunos pen­sadores e historiadores mexicanos así como extranjeros(as) que actualmen­te son imprescindibles para conocer el desarrollo histórico del siglo XIX enMéxico. Aunque la selección no es exhaustiva, es decir, no incluye a todoslos que quisiera,l sí muestra, creo, una selección parcial de autores nece-

1 Entre otras ausencias notables puedo mencionar a Justo Sierra O'Reilly, Tornel yMendívil. Anastasio Zerecera, Tadeo Ortiz, Genara García, Francisco Pimentel, AlfredoChavera, Francisco del Paso y Troncoso, Eligio Ancona, Crescencio Carrillo y Ancona,Juan Francisco Solís, Juan de Dios Arias, Manuel Cambre, José María Bocanegra, Gon­zaga Cuevas, Miguel Lerdo de Tejada, Joaquín Baranda, José Bernardo Couto, JoaquínGómez de la Cortina, Luis de la Rosa, Vicente de P. Andrade, Enrique de Olavarría yFerrari, Francisco Sosa, Alejandro Villaseñor y Villaseñor y Jesús García Gutiérrez.

s

Page 8: Historiadores de México Siglo XIX

6 Proemium

sarios para el conocimiento de las etapas históricas compendiadas y queconforman el siglo XIX mexicano.2 Paralelamente a éstos, incorporé cincoautores(as) extranjeros(as) que considero útiles para complementar el co­nocimiento del entorno mexicano antes, durante y después de la indepen­dencia de México, y que indudablemente ayudarán a ubicar al lector en lostextos subsiguientes. Estos autores(as) son el alemán Federico Enrique Ale­jandro von Humboldt; la escocesa Frances Erskine Inglis, mejor conocidaen nuestra historiografía como Marquesa Calderón de la Barca; la estado­unidense Agnes Le Clerq, conocida como la Princesa de Salm-Salm; laaustriaca Paula Kolonitz y el español Niceto de Zamacoiz.

Objetivo

El principal objetivo de este trabajo es promover y cultivar el es­píritu de comprensión histórica en los estudiantes universitarios, ypresentar una guía opcional más, al selecto lector sobre obras históricasde México. Para ello es necesario mostrar, no sólo cómo se ven y juz­gan hoy los hechos sobresalientes de la vida pasada, sino también cómovieron y juzgaron esos mismos hechos quienes participaron en ellos.Esto es lo que comúnmente se conoce como historiografía. Entiendocomo historiografía para fines de este trabajo, la escritura de la historiade México a lo largo de este siglo y la búsqueda de un significado deesa historia en su momento, es decir, cómo se reconstruye el discursohistórico a través del conocimiento del pasado.3

Los libros de Historia de México que ahora se utilizan en las insti-

2Existen pocos trabajos que han hecho el intento de cubrir un espacio teórico,histórico y biográfico, sobre los historiadores mexicanos y sus trabajos en el siglo XIX.

Éste es un intento más, que se suma a un camino poco recorrido. Uno de ellos es el deErnesto de la Torre Villar en su obra Lecturas históricas mexicanas, editada en México en1966 por Empresas Editoriales, y con una nueva edición del Instituto de InvestigacionesHistóricas de la UNAM, en 1994. Obra conformada en cinco volúmenes, dedica el volu­men II a los escritores más renombrados del siglo XIX mexicano. Sin embargo, fuera deciertas publicaciones especializadas en temas del siglo decimonónico, carecemos de unaguía que permita reconocer las numerosas escuelas y tradiciones fundadas por los his­toriadores mexicanos. Tampoco hay un libro que describa sus contribuciones y señalelos perfiles de su trabajo. La presente obra no aspira a llenar esas lagunas, pero sí es unpaso en esa dirección: rescatar en parte esta tradición por la investigación histórica enMéxico.

'Entre otros estudiosos en México sobre el nacimiento de la historiografía comouna herramienta más de la ciencia histórica, tenemos a Alfonso Mendiola, quien noscomenta lo siguiente: "El descubrimiento de la ciencia de la historia en escritura posi­bilitó el nacimiento, en la segunda mitad de este siglo, de la historiografía. La pregun-

Page 9: Historiadores de México Siglo XIX

/. Normas que rigen la edición 7

tuciones de educación superior ofrecen el punto de vista actual de nues­tro pasado. En esta investigación denominada Historiadores de Méxicosiglo XIX se presentan una selección de documentos con los puntos devista de quienes fueron actores de ese pasado. Con este tipo de antolo­gía se pretende complementar y edificar una conciencia en el lector delvasto y rico panorama historiográfico que posee México, en este caso,en una etapa de su historia. Me refiero al siglo XIX. Hay que recordarque la historiografía es también el estudio del modo de leer los docu­mentos, y no sólo es estudio de los libros de historia.

Los autores y autoras seleccionados mantienen concepciones his­tóricas, filosóficas, estéticas y artísticas muy diversas, las cuales al serconfrontadas en el transcurso de una atenta lectura, permitirán alejar­se de un enfoque unilateral y dogmático.

Es indudable que predominan ciertas corrientes historiográficas eneste trabajo sobre otras igual de importantes. Sin embargo, la propialimitante de una obra antológica corno ésta, explica en un primer mo­mento la necesidad de hacer una selección del universo existente. En

segundo lugar (y con base en lo dicho arriba), quiero aclarar que otor­gué prioridad a los autores(as) y textos considerados por los especia­listas corno clásicos e imprescindibles para el conocimiento general deeste periodo histórico. Esto quiere decir que se dio preferencia a estosautores y autoras sobre los textos de historia regional. Finalmente, esindudable que la mayoría de estos escritos reflejan sobre todo las te­máticas historiográficas de corte político, militar y de regeneración so­cial que impulsó la independencia y la esperanza de crear una nuevanación sólida y respetada en el concierto internacional.

Las lecturas, corno en toda obra antológica, responden a ciertos cri­terios que ahora explicaré.

ta actual es cómo se escribe la historia, y no cómo se conoce el pasado. Es decir, elproblema actual es cómo le comunico a alguien por medio de enunciados algo acer­ca del pasado, y no cómo un sujeto (historiador) conoce un objeto (el pasado). Estenuevo planteamiento impide la ilusión de pensar que el pasado habla por sí mismo.Ahora se parte de que alguien habla del pasado, a partir de enunciados que alguienconstruyó (fuentes), y dirigiéndose a otro interlocutor que lo escucha. Hay que des­tacar que tanto el hablante como el oyente son seres históricos, es decir, que estánsituados social-históricamente. A partir de estos años la historia como ciencia debe serentendida históricamente. Éste es el modo peculiar en que la historiografía reflexionasobre la escritura de la historia." Véase Alfonso Mendiola, "Una relación ambigua conel pasado: la modernidad", -en Tiempo y Escritura. La primera revista electrónica dehistoriografía en México, México, 1998. Esta idea también es ampliamente desarrolla­da por Michel de Certeau en La escritura de la Historia, Departamento de Historia,Universidad Iberoamericana, México, 1985.

Page 10: Historiadores de México Siglo XIX

8

Normas de selección

De la inmensidad de testimonios de la vida mexicana que se conser­van en archivos y bibliotecas, tanto nacionales como del extranjero, selec­cioné algunos de los más importantes y característicos del siglo XIX. Losdocumentos abarcan todas las facetas de la cultura de la época: política,economía, instituciones sociales, religión, filosofía, ciencia, arte y letras.Los trozos selectos son por lo general contemporáneos de los sucesos queatestiguan. Sus autores, en la gran mayoría de los casos, hicieron, vieron,padecieron o anhelaron lo que refieren. Como es de suponerse, redacta­ron estos documentos personas de la intelligentia social, en cada una delas etapas descritas. Los documentos que se van a analizar representan elmayor número posible de fragmentos de diversas formas documentales:historias, crónicas, memorias, cartas, textos jurídicos, actas e informesde gobierno, noticias y comentarios periodísticos, obras filosóficas, reli­giosas, científicas y literarias. Es decir, ejemplos de toda clase de huellasescritas que difieren entre sí por su origen, su contenido, su finalidad ysu forma y concuerdan por ser fundamentales para el conocimiento de lahistoria de México.

Normas de presentación

El material está estructurado bajo una presentación temática. Al temade la etapa inicial del siglo denominada "Historiadores de la economía,política y sociedad" (etapa que abarca los años de 1803 a 1840), le segui­rán los referentes a los "Historiadores de los conflictos internacionales

(1835-1867)", posteriormente los "Historiadores de la política y la socie­dad", periodo que transcurre de 1840 a 1880, y finalmente, a los historia­dores del México en busca de la reconciliación nacional: el porfiriato.

Cada lectura va acompañada de una breve explicación de la obra,con la información biográfica más sucinta,4 a fin de que el lector tenga

4Esta información (biografía y producción histórica del autor) fue tomada de unagran diversidad de fuentes. Aquí puedo mencionar en primer lugar el DiccionarioPorrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, 4 vals., 6a. ed., Porrúa, México,1996. Después, en segunda instancia, están en casi todas las obras mencionadas (enreediciones modernas) los comentarios y notas sobre el autor y su obra hechas porestudiosos sobre el tema. Finalmente, esta información se cruzó y se actualizó condatos obtenidos en numerosas fuentes, como periódicos y revistas, y por supuesto, dela internet, donde numerosas revistas y editoriales mexicanas tienen su contenido en

Page 11: Historiadores de México Siglo XIX

1. Normas que rigen la edición 9

noticia de la cantera de que se tomó el trozo documental, del autor oautores del mismo y de su valor testimonial. Se aspira con ello a fijar laatención del lector sobre los temas fundamentales que se abordan, so­bre los problemas cardinales a que se enfrentan y sobre los datos másrelevantes de la vida y la obra de los autores de los textos respectivos.

Algunos documentos por ser de gran valor en todas sus partes lospresento íntegramente, como lo es el caso de "Apuntes para mis hijos"de Benito Juárez; otros, sólo se dan a conocer fragmentariamente. Eneste caso, se espigan sus mejores párrafos, nunca se resume el conte­nido del texto original.

Es importante aclarar que la mayoría de todos los escritos se pre­sentan tal y como fueron publicados originalmente, esto es, en cas­tellano. Cuando no se pudo conseguir la edición original, se recurrióa las ediciones consecuentes o bien, más recientes y de mayor divul­gación, reconocidas por su seriedad y prestigio académico. En el casode los cinco fragmentos redactados originalmente en otra lengua queno sea la castellana (alemán e inglés), se ofrece aquí la mejor versiónespañola de que se tuvo noticia.

Los textos que presento fueron escritos, en la mayoría de los casos,por autores contemporáneos de los sucesos narrados. Aunque he deaclarar que incluí textos de investigación histórica sobre asuntos refe­rentes al pasado prehispánico, relacionados con el periodo colonial yreflexiones filosóficas sobre la caracterización del mexicano y su obra.En los cuatro temas, los cuales están diferenciados cronológicamente,se incluyen sólo textos escritos durante cada periodo histórico. Enotras palabras, los textos incluidos en el primer tema, referente al pe­riodo histórico de 1803 a 1840, abarca sólo los escritos y publicadosdurante ese mismo periodo, y así sucesivamente en los otros tres te­mas. Admito que existen algunas excepciones, en otras palabras, auto­res que escribieron años después sus impresiones y memorias de unpasado reciente. Sin embargo, debido a los asuntos que abordan y elhaber sido testigos y actores de los acontecimientos narrados, decidíincluirlos en ocasiones en periodos cronológicos anteriores a la apari­ción de sus publicaciones, ya que ayudan a dar continuidad al restode los textos seleccionados.

línea. Al igual que las revistas, está la información proporcionada por los cursos y dic­cionarios editados por este y otros medios por las Instituciones de Educación Superiorde México. Todas estas referencias aparecen cuidadosamente mencionadas en el textoprevio e introductorio de cada uno de los documentos presentes en esta selección, conel fin de que el lector se remita con el ellas sin mayor dificultad.

Page 12: Historiadores de México Siglo XIX

10 Proemium

Tampoco he dudado en incorporar en esta antología a autores queproceden de campos temáticos distintos de la historia propiamente di­cha. Campos distintos pero no ajenos, como el caso de los que desta­can en el terreno de las memorias, impresiones de viajes y descripcio­nes artísticas, además, el aval de la fecunda actividad artística, filosóficao literaria que las suscita.

Quiero agregar que esta selección de autores sobresalientes de nues­tra historia mexicana, están condensados, en su mayoría, en una seriede obras de difícil acceso. Si bien este material puede ser consideradocomo una historiografía del periodo en cuestión, otros textos puedenconsiderarse en su valor documental como fuente histórica directa.

Este trabajo no pretende ser una historiografía exhaustiva sobre el di­latado periodo del siglo XIX, sino todo lo contrario. Yalo dije antes, soy dela idea que cada lector disfrute por sí mismo los textos seleccionados, ya través de la presentación del autor y sus obras, profundice -eso sí- enla obra de cada autor, si así lo estima conveniente.

La presentación del marco histórico-historiográfico que detallo acontinuación pretende ser sencillo y de fácil entendimiento, por esto,la bibliografía secundaria no es extensa. Ello se debe a que preferí leery analizar a los propios protagonistas de ese pasado, que mencionar alas innumerables publicaciones especializadas.

11. HISTORIADORES DE LA ECONOMÍA,

POLÍTICA Y SOCIEDAD, 1803-1840

Ernesto de la Torre Villar comenta que la historiografía del Méxicoindependiente está marcada por el tránsito de lo colonial a lo nacional.No hay duda alguna en su aseveración. Dos son las tendencias histo­riográficas que partiendo de una misma raíz, la concepción colonialvigente, se unen y se bifurcan para dar paso a la actitud de los diferen­tes sectores económico-sociales, ante el proceso de independencia. Una,considera que el régimen virreinal tuvo aspectos positivos, sin embar­go, no deja de señalar la existencia de perceptivos defectos políticos,económicos y sociales. La segunda se aferra al sistema colonial del cualse benefició y recibió pinglies ganancias, y ante el proceso violento dela guerra desatada por los conspiradores lidereados por el sacerdoteMiguel Hidalgo y Costilla, se transforma en una concepción defensiva,violenta y sangrienta contra todo indicio de cambio del status qua.

Este proceso ideológico se percibe claramente a fines del siglo XVIII

Page 13: Historiadores de México Siglo XIX

11.Historiadores de economía y politica 11

con la postura del obispo Abad y Queipo. Este obispo señaló al rey lasnotables fracturas y resentimientos que percibe en el mundo colonialnovohispano. Es un proceso acicateado por uno de mayor envergadu­ra que presenta en Europa dos frentes: el primero, la renovación delpensamiento filosófico y el aprovechamiento de los nuevos métodoscientíficos; el segundo y producto del primero, la consolidación del ab­solutismo en Europa (el robustecimiento del poder del monarca en unambie;}te secular generalizado), cuyo impacto es la limitación a las ac­tividades y a las funciones de la Iglesia católica.

Los proyectos de renovación científica estimularon numerosas ex­pediciones y viajes de estudio hacia el Nuevo Mundo. Unos organizadospor la Corona española, otros emprendidos individualmente, incluso porextranjeros. Existió una tendencia hacia la observación y sistematizaciónde todos los fenómenos, así como de los conocimientos. Por ello, se die­ron disposiciones generales que mandaron recoger de los territorios deultramar todos los materiales posibles para escribir una historia del impe­rio español.

El viaje del científico alemán Alejandro von Humboldt a los territo­rios hispanos de ultramar, se inscribe en esta nueva corriente cientifi­cista. En efecto, tras largos años de intentar una audiencia con los reyesespañoles Carlos IV y María Luisa, Humboldt logra presentarles enmarzo de 1799 su proyecto de viaje a los territorios hispanos en el Nue­vo Mundo, para realizar observaciones de la naturaleza y del impactode los pueblos en ella, hasta ese entonces desconocido por los euro­peos. Finalmente, obtiene del joven ministro Mariano Luis de Urquijo,un pasaporte no oficial pero excepcionalmente generoso para recorrerel vasto imperio español de ultramar. Viaja a Las Canarias, a La Haba­na, a la Capitanía General de Caracas, al virreinato de la Nueva Gra­nada y Reino de Quito, al virreinato del Perú y finalmente a la NuevaEspaña, a la cual llega por mar al puerto de Acapulco el 23 de marzode 1803. Sus agudas observaciones políticas, sociales, económicas ygeográficas sobre la Nueva España son publicadas años después en ellibro titulado Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España; referen­cia obligada para todo aquel que quisiera conocer con detalle esta par­te del mundo, cuando menos hasta la primera mitad del siglo XIX. Lasobservaciones de Humboldt exaltaron el imaginario de la clase políticacriolla, quienes consideraron que México y su riqueza mal administra­da por los españoles, podría ser mejor administrada por ellos una vezque se desembarazaran del tutelaje europeo. En este imaginario, se con­sideraba la posibilidad de crear una de las naciones más vastas y ricas delmundo occidental. Sus observaciones sobre el sector minero, uno de los

Page 14: Historiadores de México Siglo XIX

12 Proemium

más productivos y representativos de la economía novohispana, alen­tó esta visión:

Cuando sucede estar así estancado el comercio exterior, se despierta porun momento la industria mexicana; y entonces se empieza a fabricar aceroy a hacer uso de los minerales de hierro y de mercurio que encierran lasmontañas de América: y entonces es cuando, ilustrada la nación acerca desus propios intereses, conoce que la verdadera riqueza consiste en la abun­dancia de los objetos de consumo, esto es, en la de las cosas y no en amon­tonar un signo que las representa. Durante la penúltima guerra entre Españae Inglaterra, se ensayó ellaborío de las minas de hierro de Tecalitlán, cercade Colima, en la intendencia de Guadalajara. El Tribunal de Minería gastómás de 30000 pesos para extraer el azogue de las vetas de San Juan de laChica; pero poco duraron los efectos de un celo tan laudable; la paz deAmiens puso fin a tales empresas que parecían dar al trabajo de los minerosuna dirección más útil para la prosperidad pública. Apenas se restablecieronlas comunicaciones marítimas, cuando se volvió a preferir el comprar en losmercados de Europa el hierro, el acero y el mercurio.

A medida que se aumente la población en el reino de México y quesus habitantes, dependiendo menos de la Europa, comiencen a fijar suatención en la gran variedad de producciones útiles que encierra el senode la tierra, irá mudando de semblante el sistema dellaborío de las mi­nas. Una vez ilustrado, el gobierno alentará los trabajos que se dirijanhacia la extracción de las substancias minerales de valor intrínseco; losparticulares dejarán de sacrificar sus propios intereses y los públicos porpreocupaciones inveteradas, y conocerán que el beneficio de una minade carbón de piedra, de hierro o de plomo puede llegar a ser de tanto pro­ducto como el de una veta de plata (Humboldt, 1991, p. 320).

Una referencia de suma importancia acotada por Humboldt y carac­terística de la forma de manejar la economía en la Nueva España -y talvez ampliada al mundo hispano- fue la falta de compañías de accionistaa costa de individuos particulares -poco creativos y despreocupados desus empresas-, apoyados y subsidiados por el omnipresente Estado espa­ñol y su consiguiente sistema colonial. Humboldt comentó:

... debemos repetir que las mudanzas no pueden ser sino muy lentas enun pueblo que no gusta de novedades, y en donde el gobierno tiene tanpoco influjo en los laboríos por pertenecer éstos a individuos particularesy no a compañías de accionistas. Hay además la preocupación de que lasminas de Nueva España, por ser tan ricas, no exigen en su administraciónaquella inteligencia y economía que son necesarias para la conservaciónde las de la Sajonia y del Harz (Humboldt, 1991, p. 370).

Page 15: Historiadores de México Siglo XIX

11.Historiadores de economía y politica 13

En efecto, a principios del siglo XIX, la Nueva España experimenta­ba un boom económico sin precedentes, sin embargo, una riqueza quesólo acumulaban ciertos sectores sociales y que se repetía el esquemaa ciertas zonas geográficas y a localizados enclaves económicos, comofue la minería. La polarización social que acentuó el crecimiento de laeconomía fue factor fundamental de la guerra por venir. Miguel RamosArizpe, diputado ante las Cortes de Cádiz en 1811 por parte de la olvi­dada provincia de Coahuila o Nueva Extremadura, una de las cuatroInternas del Oriente -las otras tres eran el Nuevo Reino de León, Nue­vo Santander y Texas o Nuevas Filipinas-, exponía ante las Cortes elabandono y el desinterés de los gobiernos españoles por su seguridady estímulo económico. Ramos Arizpe escribió en 1811:

El poco interés o abandono con que los gobiernos pasados han vistopor siglos enteros aquellas vastas provincias, hace que V. M. carezca deuna idea exacta de su localidad, extensión, clima, producciones natura­les, población, agricultura, artes, comercio y administración, sin habersecuidado hasta ahora en lo político sino de mandar a cada una de ellas unjefe militar con el nombre de gobernador, que sin saber cuando más otracosa que la ordenanza del ejército, gobierne con mano militar su provin­cia y dirija despóticamente todos los ramos de la administración pública.Tal y tan monstruoso estado de cosas, me obliga a difundirme un poco,tocando rápidamente cuanto crea indispensable para poder dar idea de loque son por su naturaleza aquellas envidiables provincias; de su estadocivil y político, de los males que sufren, y de las mejoras que necesitanpara llegar en breve al colmo de una prosperidad que acrece necesaria­mente la general de la nación, no dudando un momento, que V. M. se re­suelva a adoptar las medias a que han sido siempre acreedoras, y queahora reclaman por mi voz, fundándolas en principios de justicia y con­veniencia (Ramos Arizpe, 1991, pp. 17-18).

El documento que presentamos de Ramos Arizpe es fundamentalpara conocer este descontento y el estado de cosas al que había llega­do el sistema colonial. Los historiadores posteriores lo confirmarán ensus disertaciones sobre las causas del movimiento de independencia yel transcurrir de las esperanzas halagadoras a las descorazonadorasdel México independiente de los primeros años.

Los historiadores más notables de este periodo fueron el fraile dominicoServando Teresa de Mier y Noriega y Guerra, el oaxaqueño Carlos María deBustamante, y los guanajuatenses José María Luis Mora y Lucas Alamán.

Fray Servando Teresa de Mier es uno de los testigos más conspicuosde las vicisitudes que trajo consigo la guerra de independencia y su im-

Page 16: Historiadores de México Siglo XIX

14 Proemium

pacto en la vida de los patriotas. Apologista de la independencia consus discursos encendidos, nos dejó en sus Memorias y en su Historia dela revolución de la Nueva España, antiguamente Anáhuac, o verdaderoorigen y causas de ella, con la relación de sus progresos hasta el presenteaño de 1813 (1813), descripciones de sus innumerables prisiones y an­danzas, donde justifica de una manera clara y vigorosa la independen­cia de nuestro país.

Por su parte, a Carlos María de Bustamante le tocó conocer de cer­ca los incidentes de 1808 y saber de la detención de sus amigos; de­fendió a los conjurados michoacanos de 1809 y figuró después entrelos partidarios de Morelos. Para regir a México, elaboró un proyecto cons­titucional, hoy perdido. Fue diputado al nacer la república (puesto enel que se mantuvo largos años) y editor de varias obras dedicadas a lahistoria antigua, como la de Sahagún, donde dejó innumerables co­mentarios en todo el transcurso de la obra, no del todo atinados. Sibien su obra escrita es compleja por su heterogeneidad (patética y su­blime, a juicio de sus biógrafos), en esta ocasión he seleccionado partede su trabajo intitulado Cuadro histórico de la revolución mexicana(1844), donde se muestra claramente una tendencia historiográfica biencapitalizada por él, me refiero al inició de una historiografía de exal­tación a los héroes que otorgaron su vida (en pos de un ideal) durantela guerra que terminó dando la independencia a México en 1821. Enotras palabras, el inicio de una historia patria.

El yucateco Lorenzo de Zavala fue el censor más ardiente del pasa­do español y de todo aquello que lo representaba. Activo insurgente,le costó la prisión en San luan de Ulúa entre 1814 y 1817. Perspicaz,político liberal y autodidacta, cultivó el francés y el inglés. En sus via­jes al extranjero, descubrió en su labor inquieta un mundo diferentefuera de México, el cual -a su juicio- fue escondido y censurado porlas autoridades españolas. En este mundo tradicional preservado enMéxico, era de donde tomaban sus privilegios las instituciones insig­nes de aquel orden (léase iglesia y militares). Una vez declarada la in­dependencia, estas instituciones fueron heredadas, por lo que segúnél, debían de ser eliminadas y dar paso a una sociedad nueva, más di­námica, inquieta y abierta al conocimiento exterior, tal y como era supercepción. Zavala fue el redactor del optimista discurso preliminar dela Constitución Federal de 1824. De forma paralela, Zavala organizó laslogias masónicas del antiguo rito de York, el cual a diferencia de las 10­

gias masónicas de rito escocés, fue dispensado de toda etiqueta y dis­tinción entre sus miembros. Como gobernador del Estado de Méxicoen 1827 y 1828 intentó, en vano, acabar con la desigualdad al atacar

Page 17: Historiadores de México Siglo XIX

11.Historiadores de economía y política IS

la superstición enraizada en el pueblo. Desesperado por la falta de con­diciones sociales y políticas para desarrollar su programa, salió al exi­lio en 1830 y viajó por Estados Unidos, donde confirmó su admiraciónpor el modelo de sociedad estadounidense (nación de propietarios in­dividuales, grandes empresarios y ausencia de desigualdades sociales),y su escepticismo frente al atraso social en México. Volvió a México en1832, ocupó altos cargos públicos donde de nuevo quedó decepciona­do del poco interés popular por las reformas liberales que propuso eintentó aplicar. Decepción que lo llevó a vivir en sus vastas posesionestexanas y promover las juntas independentistas entre los colonos an­glosajones. En 1836, cuando se declaró la independencia de este país,Zavala fue declarado vicepresidente, cargo que ocupó hasta su muerteal año siguiente. Final congruente con su pensamiento: "creyó ingenua­mente -nos dice De la Torre Villar- en los postulados liberales de losestadounidenses pero no penetró sus ocultas miras imperiales"; termi­nó renegando de su patria, y sacrificó los valores intrínsecos de la his­toria de México por un presunto progreso universal y materialista quesería, a fin de cuentas, enemigo feroz de nuestra evolución político­social en el siglo decimonónico. Su Ensayo histórico sobre las revoluciones

de México desde 1808 hasta 1830 (1831-1832), Y la obra intitulada Via­je a los Estados Unidos del Norte de América (1834), así lo demuestran.

José María Luis Mora, el pensador liberal más destacado del par­tido del progreso, nos heredó una de las disecciones más agudas sobrela sociedad que le tocó vivir. Lo que fue feroz crítica en Zavala, en Morafue análisis meticuloso. El tránsito entre lo colonial y el México inde­pendiente quedó plasmado en su razonamiento sobre las corporacio­nes militar y religiosa. Las herencias coloniales a combatir estaban, asu juicio, en la empleomanía, los estamento s cerrados, la educación ypor supuesto, en la influencia extranjera -principalmente francesa- quecorrompía la estructura familiar, de valores y costumbres heredadas,para bien, de la colonia. El ejemplo más palpable es su disertación sobrela mujer mexicana y su relajamiento moral ante la moda de las costum­bres foráneas. Su postura sobre la regeneración económica de México,se basó en la desamortización de los bienes eclesiásticos, proyecto pre­maturo que sería retornado por los reformistas de los años cincuentasy sesentas del siglo XIX.

Por su parte, Lucas Alamán, el ideólogo -y empresario público­conservador más brillante de la América hispana durante toda la pri­mera mitad del siglo XIX fue un juez severo del estado manifiesto deanarquía y caos provocado en todos los territorios hispanoamericanos,a consecuencia de las guerras de independencia y su posterior libera-

Page 18: Historiadores de México Siglo XIX

16 Proemium

ción política. Alamán concibió la guerra de la independencia corno elinicio de la destrucción del país y de la sociedad. De 1810hasta su muer­te, el país no había recobrado la paz, la organización ni el impulsoeconómico esperado. He ahí el sello de su obra -Disertaciones (1844­1849) e Historia de México (1849-1852)-, y el intento en su labor po­lítica y empresarial para recobrar el ansiado orden social. Mentor delpartido conservador (ya se le llamaba así al partido a partir de 1840),empresario público y privado, fue también partidario de fortalecer lascorporaciones militar y eclesiástica, únicas organizaciones -que a sujuicio- darían rumbo, disciplina, orden y cohesión al país. Partidariode las corporaciones -con excepción de las comunidades de indios-,no estaba en contra de la iniciativa y la propiedad individual, ya queconfiaba en la clase propietaria. Al final de su vida, su pesimismo so­bre el futuro de México, lo obligó a proponer y apoyar la dictadura mi­litar, guiada más por administradores que por políticos.

Finalmente, incluí en este primer apartado a Frances Erskine Inglis,mejor conocida en la historiografía mexicana corno Marquesa Calderónde la Barca. Su obra La vida en México, durante una residencia de dosaños en ese país (1843), es a juicio de Felipe Teixidor, la mejor obra queextranjera o extranjero haya escrito sobre el México independiente del si­glo XIX. En efecto, esta talentosa y perspicaz escocesa protestante -casadacon el primer ministro plenipotenciario de España en México-, dejó a laposteridad durante su estancia en México, un retrato sin igual de la vidacotidiana de la sociedad de este país entre 1839 y 1842. Sin embargo, tanpronto fue conocido en México, el libro y la autora fueron mal recibidospor los políticos y escritores mexicanos (Altamirano, Frías y Payno entreotros) que veían en su obra un dechado de imprecisiones, burlas, pre­juicios y falsedades con el fin de desprestigiar a México ante el concier­to de las naciones. Altamirano comentó en 1868: "Después (de Hum­boldt) casi todos los viajeros nos han calumniado, desde Lowernstern yla señora Calderón de la Barca hasta los escritores y escritoras de la cortede Maximiliano, que especulan con la curiosidad pública, vendiéndolesus sátiras menipeas contra nosotros."

La historia de este periodo ofrece gran variedad. Encontramos ensus autores criollos un análisis penetrante de la sociedad en la que vi­vían, así corno las imperfecciones que achacaban al viejo sistema co­lonial, del cual, para muchos de ellos, era la fuente donde brotaban losmales de ese momento. Sus obras y sus posturas impregnadas no sólode la filosofía de la época, sino también de la tendencia historiográfi­ca del momento, como lo fue la historia ilustrada y romántica, apruebano desaprueban el pasado colonial y la guerra de independencia. Esta

Page 19: Historiadores de México Siglo XIX

111.Historiadores de conflictos internacionales I 7

última, desaprobada por muchos de ellos -cuando menos en su prime­ra fase destructiva y popular, con Hidalgo-, fue un mal necesario o enel peor de los casos, un hecho consumado al que había que aceptar yponerse a construir una nueva nación. Nostalgia encontramos tambiénpor los tiempos idos, pero también desprecio e imputaciones sobre elsistema político colonial decadente y corrompido que se derrumbó en1821. Un nuevo horizonte se yergue ante sus ojos y reflexionan anteél y proponen medidas para lograr un futuro menos fortuito. Sus en­sayos son reflexiones penetrantes sobre la sociedad mexicana en plenatransición, desde Humboldt hasta Calderón de la Barca, pasando por loshistoriadores mexicanos más conspicuos corno Mier, Bustamante, Za­vala, Mora y Alamán. En este análisis de la transición, aciertan en eldiagnóstico de los males mexicanos, aunque cada uno de ellos le da di­ferente valoración a éstos. Detectan sus causas, pero con interpretacio­nes distintas; sus propuestas a los remedios son igual de diferentes. Nonos sorprenda, los autores(as), corno cualquier ser humano, están do­tados de diferente sensibilidad, de distinta formación y sirven igualmentea intereses no siempre comunes.

Sin embargo, hay algo que los distingue y los hace ser los autoresfundamentales para conocer este periodo. Ernesto de la Torre Villar noslo comenta:

Los unifica el deseo de libertad, de independencia, de engrandecimientoy sus escritos revelan ese anhelo. Están tocados por la pasión pese al tonorazonador y filosófico que a veces adquieren. Todos actores y testigos de lagestación de la nueva república, le ofrecieron lo mejor que tenían, trataronde formada. De sus esfuerzos nos hablan sus escritos, vivos, agitados, cáli­dos, como la sangre que se lanza por todas las venas cuando el corazón seconmueve y no basta la inteligencia a serenado. Así con sus páginas, seme­jantes a las de la conquista: igualmente valientes y valiosas.'

111. HISTORIADORES DE LOS CONFLICTOS

INTERNACIONALES, 1835-1867

Después de los historiadores de la independencia, los amantes de Clíoforjaron una tendencia historiográfica en México entre los años de 1835y 1867, que se dedicó a narrar y reflexionar los hechos relacionados con

'Ernesto de la Torre Villar, Lecturas históricas mexicanas, vol. 1, UNAM-I1H,México, 1994, p. 67.

Page 20: Historiadores de México Siglo XIX

18 Proemium

las intervenciones militares extranjeras; esta corriente historiográfica hizover a toda una generación de mexicanos que las esperanzas de construiruna patria fuerte y vigorosa, respetada por las naciones del orbe, encar­naría un camino lleno de vicisitudes y dolor.

Las intervenciones extranjeras estarán al orden del día. Después deuna lucha larga y desgastante entre 1810 y 1821, que dejó a la econo­mía mexicana postrada y expulsó al capital español, la nueva naciónfue presa de constantes agresiones extranjeras. Los motivos fueron va­riados: filibusterismo en la frontera norte, intentos de reconquista (guerracontra los españoles encabezados por el general Barradas en 1828),aspiraciones independentistas (guerra de Texas en 1835-1836), defen­sa de los intereses de sus connacionales y cobro de deudas (ocupaciónde Veracruz por la armada francesa en 1838), expansionismo territorial(guerra contra Estados Unidos en 1845-1848), jactancias imperiales (ocu­pación francesa e imperio de Maximiliano entre 1862-1867), entre otros.El resultado, la separación de México de todos los países que confor­man ahora Centroamérica en 1823, la independencia de Texas en 1835,la guerra con Estados Unidos, que le costó a la nueva nación la pérdi­da del 55 por ciento de su territorio en 1848 y la ocupación extranjerafrancesa e imposición de un príncipe europeo entre 1862 y 1867. Porello, no nos debe parecer extraño que México sea actualmente el únicopaís del mundo occidental que posea un Museo de las IntervencionesExtranjeras.

En efecto, habremos de sufrir en este periodo del vecino país el des­pojo de más de la mitad de nuestro territorio, anexándose primero a Texasen 1845 y posteriormente los actuales estados norteamericanos de Ca­lifornia, Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado y Utah. A raíz de ello,los historiadores mexicanos mantendrán siempre despierta en la con­ciencia nacional su preocupación sobre la expansión estadounidense ysus posibles embates futuros. Sin embargo, una lección fue aprendida porlos mexicanos de entonces después de la desigual y sangrienta guerra del47: era necesario buscar la cohesión nacional, forjar una patria común ypor supuesto una conciencia histórica. Nuestros historiadores de todaslas tendencias políticas tanto conservadores como liberales, aportaron yconsolidaron en buena medida este sentimiento patrio.

Los principales protagonistas de la guerra contra Texas nos dejaronsus impresiones. Antonio López de Santa Anna, militar, once veces pre­sidente de la República y con una personalidad nada positiva y polémi­ca, escribió sus Memorias, publicadas tardíamente en 1905. Sus escritosllenos de su penetrante personalidad nos muestran un país caótico ydesarticulado, al cual, su mandato y arrogancia terminaron por fomen-

Page 21: Historiadores de México Siglo XIX

",. Historiadores de conflictos internacionales 19

tar las discordias ya existentes. En contrapartida están las Memorias pa­ra la historia de la guerra de Texas (1848), en dos volúmenes, escrita porel general Vicente Filisola, subalterno de Santa Anna en esta desas­trosa campaña. Su relato no sólo incluye una inquietante descripciónde la personalidad de su superior, sino un testimonio vivísimo de laguerra contra Texas y el porqué de su pérdida.

Después de la derrota del 47, una corriente a la vez hispanista (yaque consideraba que nuestros valores e instituciones españolas eran loque nos daba unidad y nos diferenciaba de los anglosajones) y anti­norteamericana, se hizo presente en nuestra historiografía. En esta lí­nea tenemos a los conservadores y monarquistas Francisco de PaulaArrangoiz y Berzábal y a José María Roa Bárcena.

La perspectiva liberal la encontramos entre otros en Guillermo Prie­to, quien también trató la temática en sus Memorias de mis tiempos.1840 a 1853, editadas en 1906, y por supuesto en sus Apuntes para lahistoria de la guerra entre México y los Estados Unidos, publicada en1848. Sus escritos recuerdan esta desastrosa guerra, donde Prieto logróimprimir el testimonio de la heroicidad, la verglienza y la derrota. Prie­to escribió:

[... ] conservo impresiones horriblemente dolorosas de la saña, de laenvidia, de las pasiones personales de Valencia y Santa-Anna, las hostili­dades de sus círculos; las calumnias y chismes rastreros que tienen pajasencendidas, volaban a las alturas y producían desastres y ruinas.

Recuerdo también las ilusiones y las esperanzas de victoria, tan sin­ceras, tan nobles de la generalidad, y tan dolorosamente desvanecidas.

El momento en que el joven Agustín lturbide se puso al frente del Ba­tallón de Celaya gritando: "¡Conmigo, muchachos, mi padre es el padre denuestra independencia!" me conmovió hondamente.

González Mendoza, lanzándose como un torrente sobre las cabezasenemigas, cantando con sus oficiales el Himno Nacional, ¡era magnífico!

El asalto a Padierna, la llegada allí a los yankees, el encaramarse unoa la astabandera, derribarla, desgarrarla, repisotearla orgulloso, fue horri­ble; yo lo veía a través de mi llanto y aullaba como una mujer. .. me dolíala sangre, gemía algo dentro de mí que me espantaba ... la muerte hubie­ra sido como agua pura y fresca para mi alma sedienta.

Un instante, un solo instante, que apenas se habría podido medir, conla luz del relámpago tuvimos una alucinación de victoria.

Un oficial oscuro, de Celaya, pequeño de cuerpo, delgado, de movi­mientos rápidos y con estridente risa, se caló su sombrero ancho forradode tela, empuñó su espada, dirigió unas cuantas palabras a los soldadosque lo rodeaban y prom, prom, prorrom, marchó, arrostrando cuantos obs-

Page 22: Historiadores de México Siglo XIX

20 Proemium

táculos se oponían a su paso hasta Padiema ... Allí asaltó, mató, aniquilócuanto se le opuso ... se asió a la astabandera, se encaramó y derribóhecho trizas el pabellón americano ... y restituyó a su puesto nuestra que­rida bandera de Iguala, que parecía resplandecer y saludamos como unser dotado de corazón y grandeza.

Todas las músicas prorrumpieron en dianas; todos los estandartes, guio­nes y banderas se agitaron en los aires, y todos vitoreamos con lágrimasvaroniles aquel instante robado a la fatalidad de nuestro destino (Prieto,1906, pp. 222-223).

La figura de Prieto como "Fidel" es una de las más representativasdel siglo XIX, tanto por su actuación política como por su producción in­telectual. Verdadero patriarca popular, su acción se hizo sentir en todaslas esferas y el pueblo le consideró "el cantor de la patria", su auténticopoeta. Honesto a carta cabal, fue modelo de funcionarios y su altas vir­tudes humanas le granjearon la amistad y el respeto de los hombres desu época. Como Manuel Payno, viajó por gusto o desterrado y en varioslibros nos dejó ricas impresiones del ambiente y de multitud de persona­jes. Sus Memorias de mis tiempos (1906) y sus Viajes de Orden Suprema(1857) permiten reconstruir con todo detalle la sociedad de mediados delsiglo XIX. Por su parte, Los viajes fue una obra dedicada a su esposa María-María idolatrada, María de mi alma, como diría Prieto- e incluye sólolos años de 1853 al 1855, y va acompañada de una larga introducción de60 páginas que enlaza Memorias y Viajes con pulcras informaciones dela época, entre otras, sobre los años maduros de Lucas Alamán, a quienllegó a conocer en su propia casa. De Alamán comentó:

En lo interior de la familia del señor Alamán, todo era virtud, regula­ridad, decencia y orden.

Se levantaba con la luz, y se lavaba y componía. Escribía en la salaque va a la calzada de la Tlaxpana, con unos cuantos libros a la mano.Su escritorio elevado le hacía escribir de pie y su manuscrito lo asentabaen un libro como de caja, sin una mancha, ni una borrada, ni una en­trerrenglonadura, ni ceniza en las hojas, porque no fumaba. Al escribirguardaba suma compostura y casi no se le veía la cara, porque la viserade la cachucha que usaba le hacía sombra.

A las doce del día en punto se servía la comida a la que asistía todala familia, haciendo los honores la señora doña Narcisa, su esposa, ma­trona adorable, de trato finísimo y de bondad angélica. Un sacerdote aquien llamaban tata padre, creo que hermano del señor Rodríguez Pue­bla, bendecía la mesa, y al concluir la comida rezaba el Pan nuestro be­sando el pan, y pidiendo la mano los criados a los amos.

Page 23: Historiadores de México Siglo XIX

1//. Historiadores de conflictos internacionales 21

Se dormía siesta y se dejaba campo para el chocolate y el rezo del ro­sario a la oración.

Yomerecí a esa familia la honra de que me admitiese en su seno, re­cibí distinciones del señor Alamán que me hacen grata su memoria, yante todo, empeña mi gratitud el afecto con que siempre me trató y res­petó mis opiniones, no obstante la acritud y suficiencia tonta con que aveces combatí las suyas (Prieto, 1906, pp. 233-234).

En cuanto a los testimonios sobre la intervención francesa, tenemoslos de José María Iglesias, Juan de Dios Arias, José María Vigil, FranciscoZarco, Eduardo Ruiz, Manuel Cambre, entre otros. Extranjeros tambiénlos hay, e incluyo el Diario de Agnes Le Clerq, mejor conocida como laPrincesa Salm-Salm. Todos ellos(as), políticos e historiadores tomaronparte, en las luchas del país. La lucha ideológica expuesta por ellos ymuchos más, guarda paralelo con la lucha armada, al fin y al cabo, éstafue consecuencia de aquélla. Incluyo el vibrante testimonio de la Batalladel 5 de mayo de 1862 relatado por José María Vigil y publicado en laobra cumbre intitulada México a través de los siglos (1884-1889). Igual­mente un texto de José María Iglesias, editor de Revistas históricas sobrela intervención francesa en México, editadas originalmente entre 1862 y1864, con el fin de informar y levantar la moral de las tropas republica­nas. Sobre esta revista aseveró tiempo después:

Escribimos esta Revista errantes, casi proscritos, entre peligros y calami­dades. Yla escribimos sin embargo, con pulso sereno y conciencia tranquila,porque no hemos perdido la fe en la causa que sostenemos; y porque auncuando se tratara de una causa desesperada, sería siempre el orgullo de losdías que nos quedasen de vida, haberla defendido en los momentos supre­mos de su infortunio y de su extinción. ¡Dios la proteja! ¡Dios la salve!(Iglesias, 1987, p. VII).

Eduardo Ruiz, por su parte, figuró en los ejércitos republicanos allado de Vicente Riva Palacio y de Nicolás Régules, de cuya actividadestuvo bien informado y de donde deriva su nítida visión acerca de laintervención francesa en Michoacán que se ve en la principal de susobras, Historia de la guerra de Intervención en Michoacán, editada en1896. De esta obra, transcribo el palpitante relato de la batalla de Ta­cámbaro, librado entre las fuerzas republicanas y las tropas belgas aliadasa Maximiliano. Por su parte, Fernando Iglesias Calderón, en su obra Rec­tificaciones históricas. El egoísmo norteamericano durante la Interven­ción Francesa, publicada en 1905, se inscribe en la historiografía mexi-

Page 24: Historiadores de México Siglo XIX

22 Proemium

cana antiestadounidense, y en la defensa de la resistencia nacional con­tra el Imperio, causa esencial del triunfo logrado por el grupo liberal ysus combatientes. En esta resistencia nacional tiene, a juicio de IglesiasCalderón, un puesto de honor el presidente Juárez, a quien si no debeatribuírsele toda la gloria, no debe de negársele el primer puesto.

Finalmente tenemos a la Princesa Salm-Salm. Agnes Le Clerq, ca­sada con Félix Constantino Alejandro, Príncipe de Salm-Salm, llegó aMéxico acompañando a su esposo, quien fue invitado a ingresar en lacorte de Maximiliano de Habsburgo. Durante el sitio de Querétaro y suposterior claudicación, su esposo fue apresado junto con el emperador.Ante esta situación, la Princesa fue a la ciudad de San Luis Potosí paraimplorar al presidente Benito Juárez el perdón para Maximiliano, antequien se arrodilló y ofreció su persona. Esta escena y la posterior ne­gativa de Juárez proyectaría la imagen de un Juárez impasible y deter­minado a dar una lección a las naciones europeas sobre el error de ha­ber enviado y establecido un gobierno monárquico en México. MuertoMaximiliano y liberado su marido, salió del país y escribió un Diarioincluido en el libro intitulado Querétaro, publicado en 1868, por su es­poso Félix Constantino. Escrito que rompe el esquema de la historio­grafía tradicional sobre este acontecimiento tan importante como tras­cendente en la historia del siglo XIX mexicano.

En síntesis, esta generación de historiadores participó activamenteen los conflictos tanto nacionales como internacionales que desgarra­ron al país. Su prosa quedó impresa en sangre, los conflictos internos,el desprestigio de sus líderes e instituciones, la codicia de los pueblospoderosos, la desorganización y la amargura de una nación que iniciósu etapa de libertad siendo presa de grandes potencias. La nación mexi­cana de 1821 quedó reducida a menos de la mitad de su territorio ori­ginal entre 1823 y 1854.

IV. HISTORIADORES DE LA POLÍTICA Y DE LA

SOCIEDAD: EL CULTO AL PRETÉRITO, 1840-1880

Durante el transcurso del gran movimiento ideológico en México delsiglo XIX conocido como la Reforma, se introduce lentamente una reno­vación ideológico-política basada en los principios liberales. Entre otrasinnovaciones, podemos mencionar dos: la separación de los poderescivil y eclesiástico y la disminución de la esfera de influencia de la Igle­sia en el conjunto de la sociedad, entendida ésta con la creación de la

Page 25: Historiadores de México Siglo XIX

IV Historiadores de política y sociedad 23

educación laica, la desamortización de los bienes de la Iglesia, la crea­ción del registro civil, libertad de pensamiento y prensa, entre otros.La consolidación de esta tendencia fue hasta la restauración de la Re­pública en 1867. En este periodo, se empieza a establecer lentamenteel culto al pretérito. No como un culto irracional, o como pura imagenpoética, sino como urgente necesidad; no es un ansia de colocarse enel muerto pasado desarraigándose del presente, sino un repensar del pa­sado desde el presente para poder comprenderse, para conocerse me­jor. Cuando el periodo de crisis pasó, los historiadores liberales tuvieronque explicar la historia mexicana sentida como un desarrollo, como unaevolución orgánica. Es en este momento cuando penetran las explica­ciones que conceden mayor importancia a las ideas universales, la so­ciedad, las razas. Se buscó, a través de la sociología y la estadística, es­tablecer una mecánica de la historia.

Del movimiento de Reforma destacan los escritos Apuntes para mis

hijos de Benito Juárez, así como los escritos de Manuel Payno, FranciscoZarco e Ignacio Ramírez. Francisco Zarco nos legó su obra Historia delCongreso Extraordinario Constituyente, 1856 y 1857, así como de una se­rie de deleitosas narraciones de costumbres y artículos de fondo en losque se ocupaba tanto de censurar los vicios sociales como de divulgar susideales políticos. Ignacio Ramírez se destacó como un polemista implaca­ble, destructor de la tradición y orador elocuentísimo. El Nigromante re­presenta una figura relevante de la Reforma y uno de los primeros agnós­ticos mexicanos. Su liberalismo era militante y favorecedor del progreso.Ramírez comentó en su discurso a favor de la nueva Constitución de 1857

lo siguiente:

El sacerdocio católico es en el día una sociedad secreta de conspira­dores; su bello ideal está en el bramanismo asiático, cuyas leyendas e ins­tituciones ha traducido y ha parodiado; su creencia se reduce a la domi­nación universal; su existencia es un amago, una lucha continua para lasciencias, para las relaciones internacionales, para el progreso de la huma­nidad y para la práctica de las instituciones representativas que todos lospueblos están adoptando; así, pues, el sacerdocio católico no puede yaexistir en ninguna nación civilizada; en caso de tolerársele, conviene so­meterlo a la severa vigilancia de una inexorable policía. En Alemania yen los Estados Unidos, imitarán y aplaudirán nuestras providencias; tole­remos al creyente y reprimamos al charlatán cuando conspira y nos ata­ca. jDelenda est Cartago! (Ramírez, 1924, p. 171).

Por su parte, Juárez es indudablemente la figura cumbre de la po­lítica mexicana en el siglo decimonónico. Liberal y republicano con-

Page 26: Historiadores de México Siglo XIX

24 Proemium

vencido reúne en torno suyo a los reformistas más señeros y, graciasa su inquebrantable constancia, decisión y valor, salva la República. Aél se debe el establecimiento de las Leyes de Reforma y la derrota de lasfuerzas imperialistas invasoras. Sobre su percepción del poder omní­modo del clero comentó:

Estos golpes que sufrí y que veía sufrir casi diariamente a todos los des­validos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases privilegiadasen consorcio con la autoridad civil, me demostraron de bulto que la sociedadjamás sería feliz con la existencia de aquellas y de su alianza con los poderespúblicos y me afirmaron en mi propósito de trabajar constantemente paradestruir el poder funesto de las clases privilegiadas. Así lo hice en la parteque pude y así lo haría el partido liberal; pero por desgracia de la Huma­nidad el remedio que entonces se procuraba aplicar no curaba el mal de raíz,pues aunque repetidas veces se lograba derrocar la administración retrógra­da reemplazándola con otra liberal, el cambio era sólo de personas y que­daban subsistentes en las leyes y en las constituciones los fueros eclesiásti­co y militar, la intolerancia religiosa, la religión de Estado y la posesión enque estaba el clero de cuantiosos bienes de que abusaba fomentando los mo­tivos para cimentar su funesto poderío (Juárez, 1956).

Otra característica de la historiografía de este periodo es la búsquedade los materiales más diversos que pudieran dar alguna luz para la in­dagación. Los historiadores encuentran en las bibliotecas coloniales yen los añejos archivos nuevas fuentes para fundamentar su investiga­ción. Se extiende la investigación científica a los periodos prehispáni­co y colonial, tal y como lo realizan Manuel Orozco y Berra, Vicente RivaPalacio, Joaquín García Icazbalceta y José Fernando Ramírez, entre otros.Se conjugan el interés por investigar y forjar por los eruditos, sus pro­pias colecciones. A esto hay que agregar la desaparición de las congrega­ciones religiosas y el traslado a manos privadas -o bien a los archivosy bibliotecas públicas- de las bibliotecas conventuales. De ellas se nu­tren nuestros historiadores de desconocidas crónicas, inapreciables narra­ciones y fondos de incalculable valor para el investigador nacional.Ignacio Ramírez estudió y rescató del olvido códices prehispánicos -unode ellos lleva en su honor su nombre-o El estudio de las comunidadesindígenas y su comportamiento, queda plasmado también en su actuarpresente; Ramón Corral realiza una investigación histórica sobre su es­tado natal, Sonora, e intenta comprender el comportamiento de uno delos líderes recién capturados de la nación yaqui. Me refiero a José Ma­ría Leyva Cajeme.

Vicente Riva Palacio es uno de los historiadores que más aprove-

Page 27: Historiadores de México Siglo XIX

IV Historiadores de política y sociedad 25

chó el acceso a los archivos del gobierno colonial y de la Inquisición.También rememoró las hazañas y las anécdotas de sus andanzas en laguerra contra los franceses y el imperio y de éstos elaboró sus relatosnovelados. A juicio de Carlos González Peña, "procura eso sí, mante­nerse dentro de la verdad histórica; y al margen de ella, va tejiendo laficción, incansablemente". Sus obras propiamente históricas son El librorojo (1870) escrito en conjunto con Manuel Payno y por supuesto, la di­rección y colaboración de la obra cumbre todavía hoy no superada, in­titulada México a través de los siglos (1884-1889), escrita en cinco vo­luminosos tomos.

El estudio de los acontecimientos políticos se enriquece por el in­terés del desarrollo de los valores religiosos, jurídicos, morales, artísti­cos, lingtiísticos y económicos. Manuel Orozco y Berra es uno de los másrepresentativos de este renacer historiográfico. Fue paleógrafo, geógra­fo, periodista, lingtiista, director del Archivo General de la Nación, en­cargado del Ministerio de Fomento y ministro de la Suprema Corte deJusticia. Hay que recordar también que salvó de la destrucción y delolvido innumerables documentos, obras artísticas y monumentos his­tóricos, de nuestro México en su peor época histórica. También cultivóel análisis de las concepciones geográficas y el desenvolvimiento de lasciencias con ellas relacionadas, como la cartografía.

El espíritu campirano también logró ser rescatado; uno de sus prin­cipales exponentes fue Marcos Arróniz. Poeta y cuentista representantedel más genuino romanticismo, Arróniz mereció el elogio de Zorrilla enuna carta que éste dirigió al duque de Rivas fechada en 1857 (y queaparece en la obra de José Zorrilla titulada México y los mexicanos ... ),donde hace los siguientes comentarios: "Poeta de la duda, del delirio yde la desesperación". Por desgracia, sus versos no han sido recopiladosen una obra fundamental, ya que se encuentran dispersos en las publi­caciones literarias de la época; y no todas han sobrevivido al paso deltiempo. Pero sí nos llegó su obra costumbrista intitulada Manual del via­jero en México o compendio de la historia de la ciudad de México, con ladescripción e historia de sus templos, conventos, edificios públicos, las cos­tumbres de sus habitantes, etc., y con el plano de dicha ciudad, editadoen París en 1858.

En esta misma línea se inscribe la obra de Manuel Payno. Este autornos heredó en sus trabajos un retrato de la sociedad mexicana de su épo­ca, bajo el cristal de un amplio estudio costumbrista y genuinamente na­cional. Su novela más importante, Los bandidos de Río Frío, es una ricaveta de valores entendidos, supersticiones y religiosidad, en el más legí­timo sabor nacional.

Page 28: Historiadores de México Siglo XIX

26 Proemium

Una visión diferente pero primordial corno fuente histórica, es laobra de la condesa austriaca Paula Kolonitz intitulada Un viaje a Méxi­

co en 1864, publicada originalmente en Viena en 1867. Su visión muyparticular producto de la sociedad del norte de Europa, favorece el des­precio de los latino europeos y de aquellos que viven fuera de este con­tinente. Sin embargo, su obra es corno un retrato de un momento fu­gaz de nuestra historia y nuestra sociedad, a mediados de la década delos sesenta del siglo XIX. El texto nos describe entre otras cosas, el re­cibimiento que les fue dado a Maximiliano y Carlota en el puerto deVeracruz y en la ciudad imperial de México; las costumbres de la so­ciedad mexicana; así corno las descripciones románticas de nuestrospaisajes, de nuestra flora y fauna. Desde la Marquesa Calderón de la Bar­ca, ninguna mujer aristocrática extranjera había escrito, publicado y di­fundido un texto con estas características, sobre su estancia en México.

v. HISTORIADORES DE UNA ÉPOCA DE

RECONCILIACIÓN: EL PORFIRIATO, 1880-1910

En esta época no se van a manifestar los historiadores violenta­mente en contra de las instituciones tradicionales -corno la Iglesia-,tal corno había ocurrido en el periodo inmediatamente anterior. Se tra­ta de una historia que muestra, basándose en el sentido evolutivo quela contiene, un camino hacia el progreso, un mejoramiento y el aban­dono de viejas formas de ser. Pero también va a empezar a abandonarel sentido trascendente, en otras palabras, a tornarse en una historiaagnóstica. Éste es el caso de la magna obra de Justo Sierra, México: suevolución social. En la edición de 1940, Alfonso Reyes le dedica un ex­celente prólogo, donde describe al maestro:

Creía en el misticismo geográfico, en atracción de la tierra ignota, enel ansia de encontrar al hombre austral de hielo o al hombre meridionalde carbón con que soñaban las naciones clásicas, con el afán por descu­brir las montañas de diamante, las casas de oro y de marfil, los isloteshechos de una sola perla preciosa, centellantes hijos del Océano, con quesoñaba la gente marinera en la Era de los Descubrimientos. El imán de laescondida Tule, como en Séneca; el imán de las constelaciones nuevas,como en Heredia, también han sido motores de la historia. Los aventure­ros que buscaban la ruta de las especias saludaban con igual emoción lagritería de las gaviotas que anunciaban la costa, o la deslumbrante Cruzdel Sur que parece cintilar, como augurio, desde los profundos sueños de

Page 29: Historiadores de México Siglo XIX

V Historiadores del porfiriato 27

Dante. La historia se unificaba en el rumor de una gigantesca epopeya;la tierra aparecía abonada con las cenizas de sus santos y de sus héroes;los pueblos nacían y se hundían, bañados con la sangre eficaz (Sierra,1990, p. XII).

En la misma línea de Sierra pero con otro resultado, fueron los es­fuerzos por revalorar y rescatar la historia de nuestro país desde susorígenes hasta la actualidad. Las investigaciones las hubo colectivas,como la de México a través de los siglos, coordinada por Vicente RivaPalacio, corno esfuerzos individuales tal corno la de Niceto de Zama­cais. Originario de España, Zamacois pasó amplias temporadas tanto ensu país natal corno en México, nación donde murió. Durante su estan­cia en España, redactó su Historia de Méjico, en 18 volúmenes y 20 to­mos. Aunque esta obra abarca desde las culturas prehispánicas hastala época que le tocó vivir, es de gran valor documental la informacióndel siglo XIX, y sobre todo, la información que tuvo y presentó sobrelos personajes prominentes de nuestra historia a los cuales conoció ycultivó una gran amistad. Además, tuvo acceso a los archivos históri­cos de nuestro país, de donde sacó a la luz importantes documentosexpuestos en su obra.

En efecto, esta revaloración de nuestro pasado se fincó en estudioscientíficos (eruditos y fundamentados) y basados en el material de losfondos coloniales y en los restos arqueológicos sobrevivientes y hereda­dos del mundo prehispánico. Los sitios arqueológicos son explorados yse empieza la clasificación de amplias colecciones de cerámicas, diversaspiezas arqueológicas y de códices. Se aplicó al estudio del pasado la so­ciología, la lingtiística y la estadística, en busca de una mecánica de nues­tra Historia. Hay que reconocer que el Estado impulsó no sólo los traba­jos de campo sino sus resultados a través de las grandes publicacionescartográficas y estadísticas. Tales fueron los casos de Joaquín Carda Icaz­balceta, Antonio Peñafiel y Manuel Rivera Cambas.

En el caso del primero, éste fue historiador, bibliógrafo y lingtiista.Humanista en toda la extensión de la palabra. Maestro de toda erudi­ción llamó Marcelino Menéndez Pelayo a este notable mexicano. Espí­ritu dilecto. Su lema Semper fidelis, que obra en su ex libris, le mantu­vo firme en una labor que no conoció fatiga ni claudicación. La culturamexicana le debe no sólo la conservación y publicación de numerosasobras preciosísimas, "sino el haber formulado -a juicio de su biógrafoErnesto de la Torre Villar (1994)- una historia dentro de las normas másperfectas y rígidas, ajena a toda bandería y de una solidez indestruc­tible. "

Page 30: Historiadores de México Siglo XIX

28 Proemium

Antonio Peñafiel fue diputado al Congreso de la Unión y director ge­neral de Estadística. Dirigió el I Censo General de Población en 1895. Fuefundador de la Sociedad de Historia Natural. Su obra es copiosa, como loes también la extraña que editó. Entre la personal, se destacan entre otras:Memoria sobre las aguas potables de la ciudad de México (1884); Nombresgeográficos de México (1885); Monumentos del arte mexicano antiguo, 3vols. (1890); Cantares mexicanos; Colección de documentos para la histo­ria mexicana, 6 vals. (1897-1903); Teotihuacán, estudio histórico y arqueo­lógico (1900); e Indumentaria antigua. Vestidos guerreros y civiles de losmexicanos (1903).

En cuanto a Manuel Rivera Cambas, sus obras nos revelan un Méxi­co que se debate entre sus tradiciones y el cambio hacia la moder­nidad que trajo consigo el régimen porfiriano. Autor de cinco obrasmonumentales, nos describe un México que marcha irremediablemen­te hacia la modernidad, pero a la vez orgulloso de su historia y de suapreciación estética en su arquitectura monumental. Entre estas obraspuedo mencionar: Los gobernantes de México. Galería de biografías yretratos de los virreyes, emperadores, presidentes y otros gobernantes queha tenido México. Desde don Remando Cortés hasta el C. Benito Juá­

rez (1873), en dos volúmenes. En esta obra incorporó 162 retratos degobernantes, tomados en su mayor parte de la galería del Palacio Na­cional y del Ayuntamiento de la ciudad de México, así como también-como él mismo dijo en su texto- "para escribir esta obra nos hemosservido de todo lo que se ha publicado y de los datos inéditos del Ar­chivo General y del Ministerio de Guerra". Autor igualmente del Atlasy catecismo de geografía y estadística (1874) y de México pintoresco, ar­tístico y monumental, vistas, descripciones, anécdotas y episodios de loslugares más notables de la capital y de los estados (1880-1883), cons­ta de tres tomos -52 capítulos el primero, y 78 para la ciudad y 21 paralos alrededores en el segundo-, incluye en el tercero de ellos, informa­ción de algunas ciudades de México en 66 capítulos. Contiene 215 li­tografías -68, 70 Y 77 en el primero, segundo y tercer tomos, respecti­vamente- y 2196 páginas.

En este fervor nacionalista y de rescate de nuestra identidad, no pue­do dejar de mencionar a nuestro más grande literato de su tiempo. Merefiero a Ignacio Manuel Altamirano. Indio de raza pura y creador de unalírica genuinameTIte mexicana que ilustró y formó numerosos discípulos.Propiamente fue el primer novelista mexicano, literaria y estrictamentehablando. Maestro, cronista costumbrista, soldado, político y republicanoinsigne. Terrible jacobino y el más grande escritor de su tiempo. A partirde la restauración de la República en 1867 y más precisamente a partir de

Page 31: Historiadores de México Siglo XIX

V Historiadores del porfiriato 29

1869, cuando funda y dirige la ya histórica revista literaria El Renacimien­to, Altamirano, a juicio de su biógrafo Carlos González Peña:

Realiza una de las más extraordinarias carreras literarias que la histo­ria de nuestras letras registra; es el maestro de dos generaciones; trabajaactivamente en la prensa; da el tono de la crítica literaria; estimula yalienta a los que comienzan; restablece el Liceo Hidalgo y preside y fundaotras sociedades cultas; se consagra a la cátedra; pasa fugitivamente poralgunos puestos públicos.6

Sus escritos reflejan un profundo conocimiento de la sociedad ycostumbres mexicanas de su época. Publicó también numerosos ar­tículos en revistas y periódicos de su época, muchos de ellos con saborcostumbrista. Algunos de éstos fueron reescritos por él para ser pre­sentados originalmente en tres volúmenes bajo el título de Paisajes y

leyendas. Tradiciones y costumbres de México, cuyo primer volumen viola luz en 1884 y el segundo muy tardíamente en 1949. En efecto, su poe­sía y sus escritos fueron además de robustos y puros, eminentementenacionalistas. Por ello, sus textos forman parte imprescindible en el pro­ceso histórico de la búsqueda de nuestra identidad mexicana.

Identidad que se apuntala con la aparición de los manuales de histo­ria consagrados a la enseñanza de las futuras generaciones, pero hay quedecirlo, con una fuerte visión -no siempre acertada- de la evolución dela sociedad mexicana, de parte de los partidarios del grupo liberal triun­fante. Marcan este ideal las obras de García Cubas y de Guillermo Prieto.De esta forma se inaugura de una forma definitiva la penetración de laenseñanza de la historia en la educación como una materia independien­te, delimitada y obligatoria en los programas futuros.

En esta época de reconciliación y paz porfiriana, también hubo quienintentó revalorar nuestra historia con escritos polémicas y destructores demitos y paradigmas. Éste fue el caso de Francisco Bulnes. Potente tri­buna, Bulnes fue seguidor del positivista Hipólito Taine, por lo que sepreocupó por conocer los problemas actuales de su país, a través del estu­dio de los orígenes del México ya pacificado de principios del siglo xx. Lasobras escritas en esta línea fueron calificadas por sus contemporáneos dedeleznables, falsas, pasionales, insuficiencia de información e incluso tor-

6Carlos González Peña, Historia de la literatura mexicana. Desde los orígeneshasta nuestros días, editada originalmente en 1928, actualmente es puesta al día conun apéndice elaborado por el Centro de Estudios Literarios de la Universidad NacionalAutónoma de México, col. "Sepan cuantos ... ", núm. 44, 16a. ed., Porrúa, México,1990, p. 190.

Page 32: Historiadores de México Siglo XIX

30 Proemium

cida interpretación. Entre otras tenemos: Las grandes mentiras de nuestrahistoria: La Nación y el Ejército en las guerras extranjeras (1904); El ver­dadero Juárez y la verdad sobre la Intervención y el Imperio (1904); Juárezy las revoluciones de Ayutla y de Reforma (1905) y La guerra de indepen­dencia: Hidalgo-Iturbide (1910).

En vísperas del Centenario del inicio de la independencia de Méxi­co, se prohijaron las obras relativas a la Independencia y a sus próceresy se hizo además el balance del progreso material del país. Espíritus sen­sibles advirtieron, sin embargo, que no todo cuanto se había hecho erapositivo, que el pueblo tenía hambre y sed de justicia, que era menesterun cambio en la ideología, en la estructura socioeconómica del país yen su organización política. La transformación tendrá que hacerse conuna verdadera revolución. Entre los precursores de ella, tenemos a He­riberto Frías y su obra Tomochic (1893). Frías fue político, militar, poeta,periodista y escritor costumbrista del México de principios de siglo xx.Sus obras reflejan la polarización de la sociedad mexicana, donde lacompasión por las clases bajas y la antipatía por los ricos son su cons­tante.

Finalmente, tenemos a Emilio Rabasa, uno de los personajes por­firianos más conspicuos, y a la vez muestra tardía de incomprensiónsobre las raíces y alcances del movimiento revolucionario, al cual nollegó a comprender en su justa dimensión. Político originario de Chia­pas, pasó a radicar a la ciudad de México en 1886, donde se consagróal periodismo y frecuentó los altos círculos políticos porfiristas. En 1891fue electo gobernador de Chiapas, y más tarde fue nombrado senadorde la República representando a este estado. Escribió las siguientes obrassociales e históricas: El juicio constitucional; La organización políticade México y La evolución histórica de México (1920). En estas obrascontempla la necesidad de cambios en el entorno político social mexi­cano, sin embargo, la última de ellas, La evolución histórica de México,es una crítica tardía al régimen porfirista, al cual entregó la mejor épo­ca de su vida. Al llegar la revolución, él, al igual que muchos políticoscontemporáneos que participaron en el régimen de Porfirio Díaz, fue­ron relegados y frustradas sus carreras políticas. Sin embargo, logró cap­tar el ambiente político tanto en la ciudad como en provincia prevale­ciente durante el dilatado régimen. También percibió las condicionesen que se dio el movimiento revolucionario, al cual siempre catalogócomo un movimiento social y político más en pos del poder y del en­riquecimiento de unos cuantos a costa de la mayoría.

La revolución mexicana, iniciada en 1910, será el primer movimien­to revolucionario del siglo xx. Sus alcances y motivaciones no llegarán

Page 33: Historiadores de México Siglo XIX

VI. Agradecimientos 3 I

a ser comprendidos del todo por los autores antes mencionados. Corres­ponderá a una nueva generación de mexicanos(as) -nacidos en el últi­mo tercio del siglo XIX-, entrar a nuestra historia en el maremoto so­ciopolítico que dio por terminado el siglo XIX y por consiguiente elsistema ideológico, político y social que caracterizó nuestro periododecimonónico.

VI. AGRADECIMIENTOS

No puedo concluir sin mencionar a los colaboradores que han hechoposible este trabajo -ya que siempre he dicho que toda obra es resultadode un trabajo colectivo-, y a quienes va dirigida mi más sincera gratitud:a mis alumnos del seminario de Historiografía del México decimonónicocorrespondientes a los años académicos de 1998, 1999 Y2000 de la Uni­versidad de Monterrey, quienes me ayudaron con su entusiasmo, comen­tarios y discusiones a seleccionar los textos; a Ira Cantú Gaytán y DanielaHinojosa Huerta, quienes trabajaron en la captura electrónica de los tex­tos; y a Ana Cecilia Caballero Soto, auxiliar valiosa, quien sacrificó algu­nas de sus horas de estudio para hacer posible la obtención de datos einformación de nuestros historiadores.

A todos ellos, con afecto, nuevamente mi reconocimiento. Así pues,ellos son conmigo, copartícipes de mi noble y sincero deseo de que enestas páginas encontrará el lector uno de los objetivos de la historia:contribuir a que los jóvenes lectores tomen conciencia de la pro­blemática de las cuestiones históricas abordadas y de la necesidad deesquivar soluciones simplistas ante los nuevos retos del México pluri­cultural, global y moderno de hoy.

ÓSCAR FLORES

Universidad de Monterrey.

Page 34: Historiadores de México Siglo XIX
Page 35: Historiadores de México Siglo XIX

Índicede~ contenido..&..

Proemium

HISTORIADORES DE LA TRANSICIÓN: DE LOCOLONIAL A LO NACIONAL, 1803-1840

Federico Guillermo Enrique Alejandro von Humboldt(barón de)La minería en México, 45

Miguel Ramos ArizpeLas provincias del norte, 59

Fray Servando Teresa de Mier y Noriega y GuerraAndanzas del padre Mier, 74

Carlos María de Bustamante

Dos insurgentes: Galeana y Liceaga, 87

Lorenzo de Zavala

La sociedad y la cultura en los albores de la revoluciónde independencia, 95

José María Luis Mora

El carácter de los mexicanos (as), 103

Lucas AlamánLa sociedad mexicana antes de la revolución de

independencia, 119

5

39

58

71

86

94

102

118

33

Page 36: Historiadores de México Siglo XIX

34

Frances Erskine Inglis (Madame Calderón de la Barca) 128Mi vida en México en 1839, 130

HISTORIADORESDE LOS CONFLICTOSINTERNACIONALES,1835-1867

Antonio López de Santa Anna 141La guerra con Texas, 144

Vicente Filisola 150La Guerra de Tejas, 151

Francisco de Paula Arrangoiz y Berzábal 160La invasión americana, 162

Guillermo Prieto 170La guerra con los Estados Unidos, 172

José María Roa Bárcena 188Reflexiones acerca de la guerra con los Estados Unidos, 189

José María Vigil 199El cinco de mayo, 200

José María Iglesias 204La cuestión extranjera y la intervención francesa en México,1863, 207

Agnes Le Clerq (Princesa de Salm-Salm) 224En defensa de mi marido y del emperador, 1867, 225

Eduardo Ruiz 256Régules, los belgas y Tacámbaro, 256

Fernando Iglesias Calderón 272La intervención francesa y la política norteamericana, 273

Page 37: Historiadores de México Siglo XIX

HISTORIADORES DE LA POLÍTICA Y DE LA SOCIEDAD:EL CULTO AL PRETÉRITO, 1840-1880

Manuel Orozco y BerraCuauhtemoc Coanacochtzin, 287

Benito Juárez

Apuntes para mis hijos, 311

Marcos ArrónizCostumbres campiranas, 339

Francisco Zarco

Historia del Congreso estraordinario Constituyente,1856 y 1857, 346

Ignacio RamÍrezReformas políticas y reformas sociales, 350

Ramón Corral

Cajeme, 359

Manuel PaynoLa diosa azteca y la virgen de Guadalupe, 375

Paula Kolonitz

La ciudad imperial de México. Usos y costumbresde los mexicanos, 390

Vicente Riva PalacioIturbide, 411. Padilla, 414

Niceto de Zamacois

Muerte de Melchor Ocampo, 421

Ig~acio Manuel AltamiranoLa fiesta de Guadalupe, 436

Francisco BulnesEl verdadero Juárez, 457

3S

285

308

338

345

349

358

373

389

41Q

420

I433

456

Page 38: Historiadores de México Siglo XIX

36

HISTORIADORES DE UNA ÉPOCA DE RECONCILIACIÓN:EL PORFIRIATO, 1880-1910

Manuel Rivera Cambas

El hospital de dementes. Exconvento e iglesia de SanHipólito, 487

Joaquín García IcazbalcetaLa imprenta en México, 504

Heriberto Frías

Tomochic, 522

Justo Sierra MéndezLa era actual, 532

Antonio Peñafiel

El calendario azteca o piedra del sol, 568

Emilio Rabasa Estebanell

El general Porfirio Díaz y su obra de paz, 575

Acervos documentales

485

502

518

531

567

574

583

Page 39: Historiadores de México Siglo XIX

Historiadores de~la~...' ...~.. ~. J.. ,ranSlClon:'I!t,

g~¡k , L.· .• ' .•..••. ", •...• ,J "'.>. ' Íii'~'

a~¡~'colonia(a 1naci'bnal "J803-=1840~~~

1••. ····JI .

Page 40: Historiadores de México Siglo XIX
Page 41: Historiadores de México Siglo XIX

Federico Guill9rm'~EnriqueAlejandro \1:QDl Jlnmboldt(barón de}

Nació en Berlín, Alemania, el 14de septiembre de 1769.Murió enesa ciudad en 1859.

Naturalista eminente, viajó portierras de Venezuela, Colombia, Perú,Ecuador, Cuba y México, haciendosabias observaciones acerca de sunaturaleza, sus riquezas, su sociedad,

las cuales consignó en una serie deobras fundamentales para la historia

de América Latina.Nació el mismo año en que nacieron el

futuro ¡emperador Napoleón Bonaparte y eléluque de Wellington. Su padre- Alejandro Jorge von Humboldt (1720­1779),era mayor del ejércjto, gJntilhombre de la corte y ayudante delbonde de Brunswick, a ~uien acompañó durante las campañas de, .Federico el Grande. El y su hermano tuvieron preceptores ilustradosinfluidos por las ideas pedagógicas de J. J.Rousseau. Estudió con MosesMendelssohn, Marcos Hertz y eh la Academia de las Artes de Berlín.Inicia sus estudios supe'i'-iores-(i787-1792)en ciencias administrativas,económico-políticas y sociales, en la Universidad de Frankfurt-Order. En1788,tradujo al francés Arbore macassariensi, de Thumberg. Entre 1789y1790,Humboldt se inscribe en la Universidad de Gotinga, donde estudiamedicina, antropología e historia natural. En 1790,ingresa como alumnoa la Escuela Superior de Comercio de Hamburgo, para estudiar métodosfinancieros y economía política. Entre 1791y 1792estudia en la Academiade Minería de Freiberg, de donde se gradúa e ingresa como intendentey después, superintendente de minas de Franconia. Escribe Flora sub­terránea de Freiberg (1793).En 1794,conoce a Goethe, y ambos quedanfrancamente impresionados por el encuentro. Entre 1795y 1799,viaja yrealiza anotaciones científicas por Europa Occidental. Su máximaaspiración es hacer observaciones de la naturaleza y del impacto de lospueblos en ella en el nuevo mundo, hasta ese entonces desconocido porlos europeos. En marzo de 1799,finalmente logra tras años de buscarlo,una audiencia con los reyes españoles Carlos IVy María Luisa, quienesquedan grata mente impresionados con Humboldt; pero a la vez le exigenque redacte un proyecto de viaje y que exponga en él sus objetivos,

39

Page 42: Historiadores de México Siglo XIX

40 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

intereses y aspiraciones científicas. Análogamente, éste obtiene del jovenministro Mariano Luis de Urquijo un pasaporte no oficiaL pero excep­cionalmente generoso para recorrer el vasto imperio español de ultra­mar. En 1799,burlando el bloqueo inglés, llega a Las Canarias; donderealiza observaciones orográficas, culturales y científicas de las islasespañolas. En este viaje lleva de compañero al botánico y socio AiméBonpland, quien le acompañará por todo el viaje que realizará aSudamérica y Nueva España. A mediados de ese año, se embarca haciala Capitanía General de Caracas (hoy Venezuela). Este viaje lo impre­siona, conoce ciudades, pueblos, aldeas, razas y culturas diferentes.Viaja en canoa y desemboca en el Orinoco, donde visita las más alejadasmisiones franciscanas y jesuitas. Se incorpora al grupo, Carlo del Pino,indio que les acompañará en todo el recorrido de Sudamérica. Descubrela exuberancia del entorno y su impacto en la cultura indígena y europearepresentada en estas misiones alejadas de todo contacto regular con lasgrandes ciudades. Come "pastel de hormigas", preparado por los indiosdel río Negro. En mayo de 1799,recorre el Orinoco hasta la Angostura(hoy Ciudad Bolívar), más de 4179 kilómetros. Confirma cartográfica­mente la comunicación del Orinoco con el Amazonas a través de susafluentes Casiquiare y el Negro. Llega a la misión la Esmeralda, quedescribe como "un lugarejo de 80 habitantes, indios los más, negros yzambos, gobernada por un viejo soldado que reunía en sí mismo laautoridad civily la eclesiástica". Con ellos participa en la elaboración delterrible curare. A fines de 1799llega a La Habana, Cuba, donde per­manecerá hasta 1801.Entra en contacto con la nobleza ilustrada de laisla, y frecuenta las casas y haciendas de los condes de Jaruco y Mompox,Peñalver y Bayona y las del marqués del Real del Socorro. Visita los inge­nios, realiza estudios botánicos y observaciones astronómicas. En 1801desembarca en el puerto de Cartagena y viaja por el virreinato de laNueva Granada y Reino de Quito (hoy Colombia y Ecuador). Visita yconoce a los grandes científicos de la región, José Ignacio de Pombo-hombre en extremo ilustrado, conocedor de todas las lenguas y quientenía una relación epistolar con George Washington-; al botánico gadi-

"7 tano José Celestino Mutis y al mexicano ~~.E1.3Si0Cavero. Visita Turbaco,Barranca del Muerto y recorre el río Magdalena. Llega en julio de 1801aBogotá, donde conoce a Camilo Torres. Se traslada al valle del Cauca,pasando por los terribles desfiladeros del Quindío. Se trasladan a Quito(1802),donde estudia los archivos relativos a las descripciones del territo­rio amazónico realizadas por la Expedición de límites, de Iturriaga, ymapas y cartas de las épocas de Maldonado (1740-1750)y FranciscoRequena (1783-1790).Se hospeda en la casa del marqués de SelvaAlegre, de donde se da la leyenda de que Humboldt tuvo un amorío-noticia sin fundamento para muchos historiadores- con la hija del mar­qués y bella aristócrata Rosita Montúfar. En marzo de 1802,Humboldt se

Page 43: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 41

retrata, vestido de uniforme prusiano de superintendente de minas, enQuito, por un pintor local. Humboldt y Carlos Montúfar (hijo del marqués)protagonizan escándalos con mujeres de las zonas deprimidas de la ciu­dad e incluso en los conventos monjiles de Quito. En junio de 1802,Humboldt se traslada de Quito a Perú, vía "el camino del inca", a lo largode los Andes, por más de 1600 kilómetros. Asciende al Chimborazo yaunque le faltaron 400metros para alcanzar la cima, alcanzó 5878metrosde altura. Anteriormente había ascendido al Pichincha, entre otros. Pasapor Cajamarca y visita las ruinas del cementerio de los incas, el mau­soleo de Huayna-Cápac. Baja la montaña hacia la costa y llega a la ciu­dad de Trujillo.A la orilla del mar hace observaciones sobre la corrientefría, llamada después de Humboldt (septiembre de 1802).En noviembrellega a Lima, donde les recibe la primera figura intelectual del virreyna­to novocastellano, Hipólito Unaue, protomédico y cosmógrafo mayor delreino. El 19 de noviembre, en El Callao y junto con el marino españolMariano IsasbiribiL observa el paso de Mercurio por delante del Sol ydetermina con precisión la situación geográfica de Lima. Sale de Limarumbo a Guayaquil y de ahí a Acapulco, puerto en la Nueva España alque llegan Humboldí, Bonpland y Carlos Montúfar el 23 de marzo de1803.Se trasladan a la Ciudad de México, pasando por Taxco,Cuernava­ca y Huitzilac; en el camino realiza numerosas mediciones y estudia laflora y fauna de la región. En la capital del virreinato es recibido por elvirrey Iturrigaray, donde también establece relaciones con el mundocientífico novohispano. Visita el Seminario Metálico de Minería, el JardínBotánico, la Escuela de Bellas Artes de San Carlos y la Universidad entreotros. Realiza mediciones de la Ciudad de México, del cerro del Tepeyacy del cerro de Chapultepec. Viaja a Pachuca, donde realiza un minuciosoreconocimiento de los reales de minas. A su regreso a México, pide ylogra que desentierren la enorme figura de piedra que representa a ladiosa Coatlicue, que había sido enterrada en uno de los corredores de laUniversidad por orden del virrey Revillagigedo, el 5 de septiembre de1790.Después de analizarla, sale a Guanajuato, pasando por Querétaro,Celaya y Salamanca. En Guanajuato visita las minas La Valenciana,Mellado, Rayas, Villalpando y Belgrado. De ahí parten al volcán ElJorullo, que se había levantado entre el 28 y 29 de septiembre de 175l.Conoce en el recorrido la zona de El Bajío, Valladolid (donde conoce alobispo Abad y Queipo) y Pátzcuaro. A su regreso a la Ciudad de México,realiza una excursión al Nevado de Toluca y mide la altura del Pico delFraile: 4672metros sobre el nivel del mar. Visita al raro ejemplar llamadocomúnmente "árbol de manitas", el macpalxochiquáhuitl indígena, yalque Bonpland clasificó como Cheirostemon platanoides. De regreso aMéxico,participa como sinodal invitado en la Escuela de Minería y recibeun homenaje en el Tribunal de Minería a cargo de José Mariano Beristáiny Souza. A fines de 1803,Humboldt es -a instancias del Tribunal de Mine-

Page 44: Historiadores de México Siglo XIX

42 Historiadores de la transición.· de lo colonial a lo nacional

ría- retratado por el pintor Rafael Jimeno, cuadro que actualmente seconserva. Sale finalmente de la Ciudad de México en enero de 1804rumbo al puerto de Veracruz, no sin antes pasar, detenerse y hospedarseen Puebla, Cholula y Jalapa. En su afán por conocer y realizar lasmediciones de los volcanes, mide trigonométrica mente las alturas delPopocatépetl e Iztaccíhuatl. Alcanza la cima del volcán denominadoCofre de Perote, que ubica a 4088metros sobre el nivel del mar. Bajan aJalapa e ingresan en febrero de 1804a la ciudad amurallada de Veracruz.En marzo de ese año, deja para siempre tierras mexicanas con rumbo aLa Habana. El viaje de reconocimiento del continente americano con­tinúa al embarcar de La Habana hacia Filadelfia. Tan pronto toca puer­to, Humboldt comunica al presidente Jefferson su arribo a Estados Unidos.Visita la Philosophical Society de Filadelfia y a los personajes más distin­guidos de la ciudad. Viaja a Baltimore y a Washington, donde es recibidopor Jefferson, el cual lo invita a una cena informal. Visita Mount Vernon,residencia campestre del presidente George Washington, fallecido el14de diciembre de 1799. Convive con el Secretario de Estado JamesMadison y con el pintor Gilbert Stuart. En estas reuniones, Humboldt lesenseñó parte del material recopilado y hecho durante su viaje a la NuevaEspaña, entre ellos, mapas, cartas, informes oficiales entre otros. Lasautoridades estadounidenses quedaron maravilladas de la informacióny le pidieron al sabio alemán les permitiese copiar fielmente algunas deellas, a lo cual Humboldt accedió generosamente. Poco después, a solici­tud de la Philosophical Society, Humboldt dio una conferencia en el"Philosophical Hall" sobre su viaje a Sudamérica y al reino de la NuevaEspaña, donde enseñó con dibujos y gráficas su visión de estos reinos.Uno de los concurrentes, Hanno Becker, comentó entusiasmado cómoeste alemán "se traía los conocimientos de Sudamérica entera en el bol­sillo".E19de junio el presidente Jefferson escribió a Humboldt, pidiéndoleinformes sobre la frontera novohispana a resultas de definir claramentelas fronteras entre ambos países. En efecto, en 1803el futuro emperadorNapoleón Bonaparte había vendido a Estados Unidos el territorio de laLouisiana, y el presidente estadounidense suponía que este territorio seextendía hasta el río Bravo, o límite austral extremo del territorio reciéncomprado. Para Humboldt esta reclamación le parecía irrazonable, yaque Jefferson interpretaba mal una cláusula confusa del contrato de com­pra de la Louisiana. Sin embargo, Jefferson insistió en volver a hablar conHumboldt y para ello lo invitó a su casa de campo de Monticello. En supetición, Jefferson "le suplicaba asimismo -nos dice su biógrafo Juan A.Ortega y Medina- que lo informase en lo relativo a las minas queposeyese dicho territorio y su potencial riqueza, y que le comunicase todocuanto supiere sobre la población blanca, negra o roja que viviese enesas comarcas limítrofes." Jefferson había comprado la Louisiana y teníaque informar al Congreso sobre la compra; un potencial plan de expan-

Page 45: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humboldt 43

slon, explotación y colonización; pero sobre todo, basado en una car­tografía científica, por ello necesitaba urgentemente de los conocimientosadquiridos por Humboldt. Durante su visita a Jefferson en Monticello(1804),Humboldt dialogó a lo largo de tres semanas con el presidente ysus asesores, dejó que copiaran al detalle sus mapas y anotaciones cien­tíficas, sociales y económicas del virreinato y obsequió una copia delmapa de la Nueva España a la Secretaría de Estado en Washington. Enotras palabras, cinco años antes de que publicase su obra, los estadouni­denses ya tenían el cúmulo de información sobre yacimientos minerales,caminos, poblaciones, plantaciones, presidios, situación orográfica e hi­drológica de la zona, entre otros. Dos expediciones estadounidenses supie­ron de antemano de este material: la expedición de Lewis y Clark (mayode 1804),que recorrió desde San Luis Missouri a la desembocadura delrío Columbia, y la del teniente Zabulón Pike (julio de 1806),que partióigualmente de San Luis y acabó tristemente en Santa Fe de NuevoMéxico. Finalmente, Humboldt salió en julio de 1804de la desembocadu­ra del Delaware con rumbo a Burdeos. A su llegada a este puertoeuropeo, se traslada a París junto con Montúfar, mientras Bonpland sedespide de ellos. En París, no sólo conoce a Simón Bolívar e inicia el tra­bajo de organizar su futura obra, sino también realiza experimentos consu amigo Joseph Gay-Lussac (científico francés que formuló la ley de ladilatación de los gases), en el Laboratorio de la Escuela Politécnica. Esinvitado a la coronación del emperador Napoleón, a la que asiste enNuestra Señora de París (2 de diciembre de 1804):Napoleón dialogabreve y desdeñosamente con Humboldt (el sabio alemán volverá a entre­vistarse con él en varias ocasiones, durante la ocupación francesa en1806en Berlín). En 1805,Humboldt es nombrado miembro de la Acade­mia Prusiana de Ciencias de Berlín y viaja a Roma acompañado de Gay­Lussac. Ese mismo año sube al Vesubio con el científico francés. Regresaa Berlín, y durante la ocupación francesa escribe las disertaciones si­guientes, algunas publicadas en revistas científicas europeas: Sobre lasleyes de la merma del calor en las altas regiones atmosféricas (1806);Sobre los límites de las nieves eternas (1806);Sobre estepas y desiertos(1806);Ideas acerca de una hsiognómica de las plantas (1806);Sobre lascascadas del Orinoco (1806);Sobre los primeros pobladores de América(1806);Experimentos con peces eléctricos (1806)y Sobre los experimentosfísicos y matemáticos de Nathan Mendelssohn (1806).En 1807aparece laprimera parte del Voyage aux régions equinocciales du Nouveau Conti­nen!, faÍt en 1799, 1800, 1801,1802,1803 Y 1804par Alexandre de Humboldtet Aimé Bonpland, en treinta volúmenes, que se publicarán en París(1807-1834).A decir de Juan A. Ortega y Medina: "Ésta fue la más volumi­nosa y sustanciosa obra publicada por un particular". También escribesus Ideas sobre la Geografía de las plantas (1807) y Aspectos de laNaturaleza (1808).En marzo de 1808,acompaña al príncipe Guillermo de

Page 46: Historiadores de México Siglo XIX

44 Historiadores de la transición. de lo colonial a lo nacional

Prusia a París, a negociar una reducción de la indemnización de guerraque había de pagar su país. Se queda en París -es aceptado por elEstado francés por ser el octavo miembro extranjero correspondiente dela Academia de París- y estrecha relaciones con los prominentes científi­cos Gay-Lussac, Curvier, Laplace y Lamarck; mientras, su hermanoGuillermo es nombrado ministro de Cultura de Prusia -es quien funda laUniversidad de Berlín (810)- y embajador posteriormente de Prusia enLondres. Ambos puestos rechazados originalmente por el sabio alemán.Aparece en 1810 el Atlas pintoresco del viaje. Cordilleras y monumentosde los pueblos indígenas de la América (volúmenes X\1 y X\1D,yen 1811,su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España. Ambas fueronobras de referencia fundamental-e incluso con carácter estratégico mili­tar- para conocer esta región del globo, durante toda la primera mitaddel siglo XIX. Entre 1810 y 1829, Humboldt vive entre Berlín y París, dondedesarrolla diversos trabajos científicos y diplomáticos, a la vez que con­tinúa con su labor editorial. En 1829 es nombrado miembro del ConsejoReal y Canciller Privado del rey de Prusia. Ese mismo año, da comienzosu viaje a Rusia acompañado por los profesores Christian GottfriedEhrenberg y Gustav Rose. El viaje incluye San Petersburgo, Moscú y laSiberia. Realiza observaciones científicas sobre vetas minerales ehidrología. En julio de 1829 visita el puesto fronterizo chino Bachty, elpunto más al oriente alcanzado por estos infatigables viajeros. A suregreso, en noviembre de ese año, da un discurso en la Academia de SanPetersburgo, donde sugiere el establecimiento de una red de puestos deobservación magnética en la enorme extensión del continente ruso; ytambién demanda investigaciones sobre la depresión cáspica y estudiossobre la disminución de las aguas continentales. Los siguientes años tra­baja como diplomático en los diferentes países europeos en repre­sentación del rey de Prusia 0830-1848). En 1831, aparece su primer tomode Fragments de géo10gie et de c1imato10gie asiatique. Publica tambiénsu Historia de la Geografía del Nuevo Continente (834). En 1837, recibióla medalla Copley, de Inglaterra, por el mérito contraído en el aumentodel conocimiento general sobre la naturaleza. En 1842, el rey FedericoGuillermo IV (quien sube al trono en 1840, a la muerte de FedericoGuillermo UDfunda La Orden de la Paz "Pour le merité", para premiar elarte y la ciencia, por la cual Humboldt es nombrado canciller de la orden.Publica Asia Centra1e, Recherches sur les chaines de montagnes et la c1i­mato10gie comparée, 3 volúmenes y 5 mapas (843); y su obra magna enalemán y cuya traducción original es Cosmos. Esquema de una descrip­ción física del universo, volumen I (845), traducida al año siguiente (846)al inglés, holandés, danés e italiano. Los volúmenes posteriores de estamagna obra aparecen en 1847 (volumen ID;1850 (volumen lID;1858 (volu­men IV)y en 1860, aparecen diversos fragmentos que constituyen el V yúltimo volumen. Sus Escritos menores son publicados en 1853 y un año

Page 47: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 45

después, recibe del general mexicano Draga -enviado por Santa Anna-,la Gran Cruz de la orden de Guadalupe. Humboldt muere en Berlín en1859 y es despedido por un amplio cortejo fúnebre y por la declaraciónde duelo nacional en todo Prusia.

FUENTE: Alejandro van Humboldt. Ensayo político sobre el Reino de laNueva España. Estudiopreliminar, cotejos,notas y anexos de Juan A.Ortegay Medina, col. "Sepan cuantos ...", núm. 39, 5a. ed. (primera edición enalemán en 1811 y en español en 1822), Porrúa, México, 1991, pp. 319-323 y366-371.

LA MINERÍA EN MÉXICO

Después de haber examinado la agricultura mexicana como el pri­mer manantial de la riqueza nacional y de la prosperidad de los habi­tantes, nos falta delinear el cuadro de las producciones minerales quedesde dos siglos y medio a esta parte se benefician en las minas deNueva España. Este cuadro, por extremo brillante a los ojos de los queno calculan sino por el valor nominal de las cosas, no lo es tanto si seconsidera el valor intrínseco de los metales beneficiados, su utilidadrelativa y la influencia que tienen en la industria manufacturera. Lasmontañas del Nuevo Continente, así como las del Antiguo, contienenhierro, cobre, plomo y otras muchas substancias minerales indispensa­bles para las necesidades de la agricultura y las artes. Si en Américaha dirigido el hombre su trabajo casi exclusivamente hacia la extrac­ción del oro y de la plata, ha sido porque los miembros de una socie­dad obran por consideraciones distintas de las que debieran tener pre­sentes al hacer actuar a la sociedad entera. En todos los parajes dondela tierra puede producir añil y maíz, se prefiere el cultivo del primero,aunque atendiendo al interés general, debía darse la preferencia a losvegetales que sirven de alimento al hombre sobre los que sólo dan ob­jetos de tráfico con los extranjeros. Del mismo modo, en el lomo de lascordilleras se ven abandonadas las minas de hierro o de plomo, por ri­cas que sean, porque la atención de los colonos está llamada entera­mente a las vetas de oro y plata, aun cuando no presenten en sus cres­tones sino escasos indicios de riqueza. Tan grande es el atractivo de esosmetales preciosos que por una convención general han llegado a ser lossignos representativos de los mantenimientos y del trabajo.

El pueblo mexicano puede sin duda proporcionarse por medio delcomercio exterior, todas las cosas que no le da el territorio que habi­ta; pero en medio de su gran riqueza en oro y plata, experimenta ne-

Page 48: Historiadores de México Siglo XIX

46 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

cesidades siempre que hay alguna interrupción en su tráfico con lametrópoli o con otras partes de Europa. Hay veces que se encuentranacumulados en México veinticinco o treinta millones de pesos, al mis­mo tiempo que las fábricas y ellaborío de las minas se hallan apura­dos por falta de acero, de hierro y de mercurio. Pocos años antes de millegada a Nueva España, había subido el precio del hierro desde 4 pesosa 48 el quintal; y el del acero, desde 16 pesos a 260. Cuando sucedeestar así estancado el comercio exterior, se despierta por un momentola industria mexicana; y entonces se empieza a fabricar acero y a haceruso de los minerales de hierro y de mercurio que encierran las mon­tañas de América: y entonces es cuando ilustrada la nación acerca desus propios intereses, conoce que la verdadera riqueza consiste en laabundancia de los objetos de consumo, esto es, en la de las cosas y noen amontonar un signo que las representa. Durante la penúltimaguerra entre España e Inglaterra, se ensayó ellaborío de las minas dehierro de Tecalitlán, cerca de Calima, en la intendencia de Guadalaja­ra. El tribunal de minería gastó más de 30000 pesos para extraer elazogue de las vetas de San Juan de la Chica; pero poco duraron los efec­tos de un celo tan laudable: la paz de Amiens puso fin a tales empre­sas que parecían dar al trabajo de los mineros una dirección más útilpara la prosperidad pública. Apenas se restablecieron las comunica­ciones marítimas, cuando se volvió a preferir el comprar en los mer­cados de Europa, el hierro, el acero y el mercurio.

A medida que se aumente la población en el reino de México y quesus habitantes, dependiendo menos de la Europa, comiencen a fijar suatención en la gran variedad de producciones útiles que encierra elseno de la tierra, irá mudando de semblante el sistema dellaborío delas minas. Una vez ilustrado el gobierno, alentará los trabajos que sedirijan hacia la extracción de las substancias minerales de valor intrín­seco; los particulares dejarán de sacrificar sus propios intereses y lospúblicos por preocupaciones inveteradas, y conocerán que el benefi­cio de una mina de carbón de piedra, de hierro o de plomo puede lle­gar a ser de tanto producto como el de una veta de plata. En el esta­do actual de México los metales preciosos forman casi exclusivamentela industria de los colonos, y cuando en este capítulo usemos las pala­bras mina, real, real de minas, debe entenderse, mientras no se diga ex­presamente lo contrario, que se trata de una mina de oro o de plata.

Habiendo sido mi ocupación desde mi juventud el estudio del artede beneficiar las minas, y habiendo dirigido por espacio de muchos añosyo mismo las obras subterráneas en una parte de Alemania que con­tiene una gran variedad de minerales, he debido tener doble interés en

Page 49: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 47

examinar con cuidado el estado de las minas y de los métodos de be­neficiarIas en Nueva España. He tenido ocasión de visitar las célebresminas de Tasca, de Pachuca y de Guanajuato, y en este sitio he resi­dido más de un mes: sus vetas exceden en riqueza a cuanto se ha des­cubierto en las demás partes del mundo, y he podido comparar las di­versas especies de labores de México con las que ya el año anteriorhabía observado en las minas del Perú. Pero no siendo posible em­plear con utilidad el gran número de materiales que he recogido sobreestos objetos, sino reuniéndolos con la descripción geológica del país,debo reservar su explicación circunstanciada para la relación históricade mi viaje en lo interior del continente. Así, pues, sin entrar en dis­cusiones menudas y puramente técnicas, me limitaré en esta obra a exa­minar lo que puede dar lugar a consecuencias generales.

¿Cuál es la posición geográfica de las minas que suministran la enor­me masa de plata que el comercio de Veracruz hace refluir anualmentea Europa? ¿Esta gran masa es el producto de un gran número de la­bores pequeñas esparcidas, o puede tenérsela como producida casi ensu totalidad por tres o cuatro vetas metalíferas de extraordinaria rique­za y abundancia? ¿Qué cantidad de metales preciosos es la que se be­neficia anualmente en el reino de México? ¿Qué relación tiene esta can­tidad con el producto de las minas de toda la América española? ¿Encuántas onzas por quintal puede valuarse la riqueza media de los mi­nerales de plata en México? ¿En qué proporción están la cantidad demineral que se funde, y aquella de que se extrae el oro y la plata porvía de amalgamación? ¿Cuál es la influencia del precio del mercurio enlos progresos dellaborío, y cuál la masa de este metal que se conside­ra perdida en la amalgamación, tal cual se hace esta operación en Méxi­co? ¿Se puede conocer con exactitud la cantidad de metales preciososque desde la conquista de Tenochtitlán ha pasado de Nueva España aEuropa y Asia? ¿Es probable, atendido el estado actual de las labores yla constitución geológica del país, que pueda aumentarse aún el produc­to anual de las minas de México; o debe creerse, como creen muchosescritores célebres, que la exportación de la plata de América ha lle­gado ya a su máximum? He aquí varias cuestiones generales cuya so­lución será el objeto de esta obra, y que están enlazadas con los pro­blemas más importantes de la economía política.

Mucho tiempo antes de la llegada de los españoles conocían los in­dígenas de México, así como los de Perú, el uso de varios metales; y nose contentaban con aquellos que en su estado natural se encuentran enla superficie de la tierra, especialmente en el lecho de los ríos y en lasquebradas o barrancos formados por los torrentes, sino que emprendían

Page 50: Historiadores de México Siglo XIX

48 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

también obras subterráneas para beneficiar las vetas; sabían abrir gale­rías y pozos o tiros de comunicación y ventilación; y tenían instrumen­tos a propósito para cortar las rocas. Cortés nos dice en la relación his­tórica de su expedición, que en el gran mercado de Tenochtitlán se veíavender oro, plata, cobre, plomo y estaño. Los habitantes de la Tzapotecay de Mixtecapán, dos provincias que forman hoy parte de la intenden­cia de Oaxaca, separaban el oro lavando las tierras de aluvión. Estospueblos pagaban sus tributos de dos maneras, ya reuniendo en sacos decuero o en canastillos de junco muy delgados las pepitas o granos deoro nativo, ya fundiendo el metal en barras. Estas barras, semejantes alas que todavía se usan en el comercio, se hallan figuradas en las an­tiguas pinturas mexicanas. Ya en tiempo de Motezuma, los naturales be­neficiaban las vetas de plata de Tasca (Tlachco) en la provincia de Co­huixco, y las que atraviesan las montañas de Tzumpanco.

En todas las grandes ciudades de Anáhuac se fabricaban vasos deoro y de plata, bien que este último metal fuese mucho menos esti­mado de los americanos que de los pueblos del Antiguo Continente.Los españoles, en su primera entrada en Tenochtitlán, no se cansabande admirar la habilidad de los plateros mexicanos, entre los cuales seseñalaban como más célebres los de Azcapotzalco y de Cholula. Cuan­do Moctezuma, seducido por su extrema credulidad, creyó ver en lallegada de los hombres blancos y barbados el cumplimiento de la pro­fecía misteriosa de Quetzalcoatl y forzó a la nobleza azteca a prestarhomenaje al rey de España, se calculó la porción de metales preciososofrecida a Cortés en 162000 pesos de oro: "Sin contar (dice el conquis­tador) todas las joyas de oro y plata y plumages y piedras y otras mu­chas cosas de valor que para vuestra sacra Magestad yo asigné y apar­té, que podian valer cien mil ducados, y mas suma, las cuales de masde su valor eran tales y tan maravillosas, que consideradas por su no­vedad y extrañeza no tenian precio, ni es de creer que ninguno de todoslos príncipes del mundo de quien se tiene noticia las pudiese tener ta­les y de tal calidad. Y no le parezca á V.A. fabuloso lo que digo, pues esverdad que todas las cosas criadas, así en la tierra, como en la mar, deque el dicho Motezuma pudiese tener conocimiento tenia, contrahechasmuy al natural, así de oro y plata, como de pedrería y de plumas, entanta perfeccion, que casi ellas mismas parecian; de las cuales todasme dio para V. A. mucha parte, sin otras que yo le dí figuradas, y éllas mandó hacer de oro, así como imágenes, crucifijos, medallas, joye­les, y collares, y otras muchas cosas, de las muestras, que le hice con­trafacer. Cupieron asi mismo á V.A. del quinto de la plata que se hubo,ciento y tantos marcos, los cuales hize labrar á los naturales, de platos

Page 51: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 49

grandes y pequeños, y escudillas y tazas y cucharas; y lo labraron tanperfecto, como se lo podíamos dar á entender." Cuando se lee este pa­saje parece que se está oyendo la relación de un embajador europeoenviado a la China o al Japón. No obstante con dificultad puede acu­sarse de ponderativo al general español, cuando se considera que elemperador Carlos V podía juzgar por sus propios ojos de la perfeccióno imperfección de los objetos que se le enviaron.

El arte de la fundición había hecho progresos considerables entre losmuiscas, en el reino de la Nueva Granada, entre los peruanos y los habi­tantes de Quito. En este último país se han conservado por algunos si­glos en las cajas reales, obras preciosas de la antigua platería americana.Sólo de pocos años a esta parte es cuando, por un sistema de economíaque puede certificarse de bárbaro, se han fundido estas obras, que acre­ditaban que muchos pueblos del Nuevo Continente habían llegado a ungrado de civilización harto superior al que se les atribuye generalmente.

,

t\ "

Page 52: Historiadores de México Siglo XIX

SO Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

Los pueblos aztecas sacaban, antes de la conquista, el plomo y elestaño de las vetas de Tasca, al norte de Chilpancingo, e Ixmiquilpan;y el cinabrio, que servía de color a los pintores era el metal más co­múnmente usado en las artes mecánicas y reemplazaba hasta ciertopunto al hierro y al acero: las armas, las hachas, los cuchillos y todoslos utensilios se hacían con el cobre de las montañas de Zacatollan yde Cohuixco. En todas partes parece que ha precedido el uso de esteúltimo metal al del hierro, y en lo más septentrional de la Américapuede haber contribuido su abundancia en estado nativo, a la predi­lección extraordinaria con que se han valido de él constantemente lospueblos mexicanos oriundos de aquellas regiones. La naturaleza ofre­ce a los mexicanos, enormes masas de hierro ligado con níquel y cobalto;estas masas, que se hallan esparcidas por la superficie del terreno, sonfibrosas, maleables y de tan gran tenacidad que sólo con mucha difi­cultad se consigue separar algunos fragmentos de ellas con nuestrosutensilios de acero. El verdadero hierro nativo, aquel a que no puedeseñalársele origen en algún meteoro, y que está siempre mezclado deplomo y de cobre, es infinitamente escaso en todas las partes del glo­bo; por consiguiente no debemos admiramos de que en el principio desu civilización, los americanos, como la mayor parte de los demás pue­blos, hayan puesto su atención antes sobre el cobre que sobre el hierro.Pero ¿cómo es que esos mismo americanos, que manipulaban por me­dio del hierro otros varios minerales, no llegaron a descubrir el hierropor medio de la mezcla de las substancias combustibles con los acresrojos y amarillos, en extremo comunes en muchas partes de México?y si por el contrario este metal les era conocido, como me inclino acreer, ¿cómo es que no llegaron a apreciarlo por su justo valor? Estasconsideraciones parecen indicar que no databa de muy lejos la civili­zación de los pueblos aztecas.

No tomaremos a nuestro cargo el indicar aquí el pormenor de losdefectos que hemos creído haber observado en la administración de lasminas de Nueva España; nos limitaremos a algunas consideracionesgenerales haciendo notar todo lo que nos parece digno de la atenciónde cualquier viajero europeo. En la mayor parte de las minas mexi­canas se hace muy bien la obra a la barrena, que es la que exige másdestreza de parte del obrero. Podría desearse que el mazo fuese algomenos pesado, pues es el mismo instrumento de que se servían losmineros alemanes del tiempo de Carlos V. En lo interior de las minasse hallan colocadas algunas fraguas pequeñas movibles para volver aforjar la punta de las barrenas que se ponen inservibles. He contado16 de estas fraguas en la mina de la Valenciana; y en el Distrito de Gua-

Page 53: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt SI

najuato las minas más pequeñas tienen una o dos. Esta disposición esmuy útil, especialmente en unas minas en que se ocupan 1500 opera­rios, y en las cuales, por consiguiente, es inmenso el consumo de acero.No puedo alabar la práctica que se sigue en la extracción con pólvora,porque los agujeros para los cartuchos son en general poco profundosy los mineros no se esmeran en despojar la parte de la roca que debesaltar. Así, hay una pérdida de pólvora muy considerable. La mina dela Valenciana ha consumido, desde el año de 1794 al de 1802, por valorde 673676 pesos de pólvora, y las minas de Nueva España necesitanhoy día de 12 a 14000 quintales, siendo muy probable que más deltercio de esta cantidad se gasta inútilmente. En Chapultepec, cerca deMéxico, y en la mina de Rayas, cerca de Guanajuato, se han hecho ex­periencias acerca del método de saca propuesto por Bader, según el cualse deja cierto volumen de aire entre la pólvora y el tapón. Aunque es­tos ensayos habían probado la grande utilidad de ese nuevo método,ha prevalecido el antiguo, a causa del poco interés que ponen losmaestros mineros en reformar abusos y perfeccionar ellaborío.

El ademe, o sea el revestido de armadura, vale poco y ciertamentedebería llamar la atención de los dueños, tanto más cuanto que la ma­dera escasea más de año en año en la Mesa de México. La mamposte­ría que se emplea en los tiros y cañones, especialmente el ademe de caly canto, merece muchos elogios. Las claves de los arcos se ejecutan conmucho cuidado, y en esta parte las minas de Guanajuato pueden com­petir con todo lo más perfecto que se ve en Freiberg y en Schemnitz.Los tiros, y aún más los cañones, de Nueva España tienen por lo comúnel defecto de dar a su abertura dimensiones (Ortstosshohe) demasiadograndes, causando por consiguiente gastos exorbitantes. En la Valen­ciana se encuentran cañones adelantados con el fin de reconocer unaveta pobre, y que tienen 8 ó 9 metros de altura. Es un error el imagi­nar que esta grande altura facilite la renovación del aire; la ventilacióndepende únicamente del equilibrio y de la diferencia de temperatura dedos columnas de aire que estén próximas. Todavía se cree, y no conmayor fundamento, que para reconocer la naturaleza de una veta muyancha se necesitan también cañones de exploración muy anchos comosi en criaderos de 12 a 15 metros de ancho no fuera mejor adelantarde trecho en trecho algunos pozos o cañones pequeños transversaleshacia los respaldos para ver si comienza a enriquecerse la masa de laveta. Esta absurda costumbre de abrir todos los cañones con enormesdimensiones es la que estorba que los propietarios multipliquen lasobras de indagación indispensables para la conservación de una minay para la duración de los laboríos. En Guanajuato, el ancho de los po-

Page 54: Historiadores de México Siglo XIX

52 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

zos oblicuos y abiertos en escalones, es de diez a doce metros; y losperpendiculares tienen por lo común seis, ocho o diez. La enorme can­tidad de minerales que se saca de las minas y la necesidad de hacerentrar en ellas los cables atados a seis u ocho malacates, obligan a dara los tiros de México mayores dimensiones que a los de Alemania; peroel ensayo que se ha hecho en Bolaños, de separar por medio de unaarmazón de madera los cables de los malacates, ha probado suficien­temente que se puede disminuir la anchura del tiro sin temor de quelas cuerdas se enreden a causa de su movimiento oscilatorio. Por pun­to general, sería muy útil el servirse, para la extracción de los minera­les, de toneles o cajas paralelepípedas rectangulares, en vez de cubosde cuero ensartados en los cables del tambor. Podrían subir y bajar enun mismo tiro muchos pares de estos toneles haciéndolos correr con ro­dajas por maderos o viguetas con una muesca.

El mayor defecto de que se nota en las minas de Nueva España, yque hace en extremo costoso su laborío, es la falta de comunicaciónentre los diferentes planes, los cuales se parecen a aquellos edificiosmal construidos donde para pasar de una pieza a otra es menester darla vuelta a toda la casa. La mina de la Valenciana admira ciertamente

por su riqueza, por la magnificencia de su ademe y la facilidad con quese entra en ella por escaleras espaciosas y cómodas; y con todo no pre­senta sino la reunión de planes pequeños, de forma demasiado irregu­lar para que se les puede llamar planos de gradas o escalones; no sonsino unos verdaderos sacos con sólo una abertura por lo alto y sin nin­guna comunicación lateral. Cito esta mina, no porque sea la que tengamás defectos en la distribución de sus obras, sino por lo mismo de quedebía suponerse que estaba mejor dispuesta que todas las demás. Comola geometría subterránea ha estado enteramente descuidada en Méxi­co hasta el establecimiento de la Escuela de Minas, no existe plantaninguna de los planes ya hechos. Podría suceder muy bien que ya es­tuviesen tocándose dos laboríos, sin que nadie lo advirtiese en aqueldédalo de cañones transversales y de pozos interiores. De aquí resul­ta la imposibilidad de introducir en el estado actual de las minas deMéxico la conducción con carretón o con perros, y una económica dis­posición de los puntos de reunión. El minero que se ha educado en lasminas de Freiberg, acostumbrado a ver en práctica tantos y tan inge­niosos medios de acarreo, se persuade con dificultad de que en las co­lonias españolas, en donde los minerales son pobres, pero abundantí­simas, se transporte a lomo de hombre todo el metal que se saca de laveta. Los indios tenateros, a quienes puede considerarse como las acé­milas de las minas de México, están cargados durante seis horas con

Page 55: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 53

un peso de 225 a 350 libras, En los cañones de la Valenciana y de Ra­yas respiran además dentro de una temperatura de 22° a 250; suben ybajan en dicho tiempo muchos miles de escalones por tiros que tienen45° de inclinación o echado. Los tenateros llevan el mineral en costales

de hilo de pita; y para no herirse las espaldas (porque los mineros tra­bajan comúnmente desnudos hasta la cintura) ponen debajo del sacouna frazada de lana. Se encuentran en las minas filas de cincuenta a se­

senta de estos mozos de carga, entre los cuales hay viejos sexagenariosy muchachos de diez a doce años. Para subir las escaleras, echan el cuer­po hacia adelante y se apoyan en un palo que sólo tiene tres decímetrosde largo; caminan haciendo eses, porque dicen que la experiencia les haenseñado que padece menos su respiración cuando cortan oblicuarnentela corriente de aire que entra de afuera por los tiros.

No se cansa uno de admirar la fuerza muscular de los tenateros in­dios y mestizos de Guanajuato, especialmente cuando se encuentra fa­tigadísimo al salir de la mayor profundidad de la mina de la Valenciana,

Page 56: Historiadores de México Siglo XIX

54 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

sin estar cargado de peso ninguno. Los tenateros cuestan a los dueñosde esta mina más de tres mil pesos semanales, porque se cuentan treshombres destinados a conducir los minerales a los despachos, por cadabarrenador que hace saltar la matriz por medio de la pólvora. Estos gas­tos enormes de conducción podrían disminuirse acaso en dos terciossi las obras de laborío se comunicasen por medio de pozos interiores(Rollschacht) o de cañones capaces para la conducción en carretón ycon perros. Algunos rompimientos bien entendidos facilitarían la ex­tracción de los minerales y la circulación del aire y excusarían esa mul­titud de tanateros cuyas fuerzas pueden emplearse de un modo másútil para la sociedad y menos perjudicial para la salud de los indivi­duos. En los pozos interiores que por sus comunicaciones de un cañóna otro sirviesen para la extracción de los minerales, se podrían colocarunas cabrias (Haspel) para hacer la saca a brazo, o unos malacates. Des­de muy antiguo (y es cosa digna de la atención de los mineros euro­peos) se sirven de mulos en lo interior de las minas de México; en Rayasbajan estos animales todas las mañanas sin guías y en la obscuridadpor escalones hechos en un tiro que tiene de inclinación 42o - 46o . Los mu­los se distribuyen por sí mismo en los diferentes sitios en que estáncolocadas las norias, y su andar es tan seguro, que un minero cojo,acostumbraba, hace algunos años, a entrar y salir de la mina montadoen un mulo. En el distrito de las minas del Peregrino, en la Rosa deCastilla, se recogen los mulos en cuadras subterráneas, como los ca­ballos que he visto en las famosas minas de sal gema de Wieliczka enGalitzia.

Los talleres de fundición y amalgamación de Guanajuato y de Realdel Monte están colocados de tal modo, que dos cañones navegables,cuyas bocas estuviesen cerca de Marfil y de Omitlán, podrían servir alacarreo de los minerales, haciendo superflua toda especie de extrac­ción sobre el nivel de los cañones. Además, la bajada de Valenciana aGuanajuato y la de Real del Monte a Regla, son tan rápidas, que se po­drían construir en ellas caminos de hierro por donde rodasen los carroscargados del mineral destinado para la amalgamación.

Hemos hablado más arriba de la costumbre verdaderamente bárbara

de desaguar las minas más profundas no por medio de equipos o sis­temas de bombas, sino de cubos de cuero ensartados en cuerdas que seenvuelven en el tambor de un malacate. Los mismo cubos sirven segúnse quiere para sacar unas veces el agua o otras el mineral: van rosándosecon las paredes de los tiros y así es sumamente costosa su conservación.En Real del Monte, por ejemplo, uno de estos cubos de cuero no durasino siete u ocho días y cuesta ordinariamente seis francos, y algunas

Page 57: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt SS

veces ocho o diez. Un cubo lleno de agua, colgado del tambor de unmalacate doble, esto es, de ocho caballos, pesa 1250 libras; consta de doscueros cosidos uno con otro. Los cubos de que se usan para los malaca­tes sencillos, esto es, los movidos por cuatro caballos, no tienen sino lamitad del volumen y están hechos de un solo cuero. En general, la cons­trucción de los malacates es muy imperfecta, y hay además la mala cos­tumbre de forzar a correr con demasiada velocidad las caballerías que losmueven. En el tiro de San Ramón, en Real del Monte, he encontrado queesta velocidad es de diez pies y medio por segundo; en Guanajuato, enla mina de la Valenciana, de 13 a 14 pies; en las demás partes es siem­pre de más de ocho pies. Don Salvador Sein, profesor de física en Méxi­co, ha probado en una memoria muy importante sobre el movimientogiratorio de las máquinas, que a pesar de la extrema ligereza de los ca­ballos mexicanos no producen en los malacates el máximun del efectoque cuando, empleando una fuerza de 175 libras, andan con una veloci­dad de cinco a seis pies por segundo.

Es de esperar que al fin se introducirán en la Nueva España los equi­pos de bombas, movidas o por malacate s mejor construidos, o por rue­das hidráulicas, o por máquinas de columna de agua. Siendo la leña bas­tante escasa en el lomo de las cordilleras, y no habiéndose descubiertoaún el carbón de piedra sino en el Nuevo México, no es posible servirsede bombas de vapor, como sería muy de desear en las minas anegadasde Bolaños, en las de Rayas y Mellado.

En los desagiies es en donde se ve principalmente cuán indispen­sable es tener planos levantados por geómetras subterráneos. En vezde contener las aguas y conducirlas por el camino más corto hacia eltiro donde están las máquinas, se dirige muchas veces su vertiente alhondo de la mina para sacarlas después con enorme gasto. Además, enel distrito de Guanajuato perecieron cerca de 250 operarios en cosa depocos minutos, el día 14 de junio de 1780, porque no habiendo medi­do la distancia que había entre los planes de San Ramón y los antiguosdel Santo Cristo de Burgos, se habían acercado imprudentemente a estaúltima mina avanzando hacia ella un cañón de indagación. Entonces,las aguas de que estaban llenos los planes del Santo Cristo cayeron im­petuosamente por el nuevo cañón de San Ramón en la mina de la Va­lenciana; muchos operarios perecieron por efecto de la compresión re­pentina del aire, que buscando una salida lanzó a grandes distanciasmaderas de ademar y pedazos de roca. No hubiera ciertamente suce­dido esta desgracia, si al dirigir las labores se hubiese podido consultarun plano de estas minas.

Según la descripción que acabamos de hacer del estado actual de los

Page 58: Historiadores de México Siglo XIX

56 Historiadores de la transición: de lo colonial a lo nacional

laboríos y de la mala economía en la administración de las minas de NuevaEspaña, no se puede extrañar el ver que varios laboríos que dieron grandesbeneficios por mucho tiempo se hayan abandonado desde que llegaron amayor profundidad considerable o desde que las vetas manifestaron menosabundancia de metales. Hemos dicho arriba que los gastos anuales de lafamosa mina de la Valenciana crecieron, en el espacio de 15 años, desde400000 pesos a 800000. Si hubiera mucha agua en esta mina, si necesitasede malacate s para desaguada, sería probablemente nula la utilidad quedejase a sus dueños. La mayor parte de los vicios de administración quedejo anotados, se han advertido ya hace mucho tiempo por el Tribunal deMinería de México, cuerpo respetable e ilustrado, por los profesores de laEscuela de Minas y aun por algunos mineros del país, que sin haber sali­do nunca de su patria conocen la imperfección de los antiguos métodos;pero debemos repetir que las mudanzas no pueden ser sino muy lentas enun pueblo que no gusta de novedades y donde el gobierno tiene tan pocoinflujo en los laboríos, por pertenecer éstos a individuos particulares y noa compañías de accionistas. Hay además la preocupación de que las minasde Nueva España, por ser tan ricas, no exigen en su administración aque­lla inteligencia y economía que son necesarias para la conservación de lasde Sajonia y Harz. Pero no debe confundirse la abundancia de los mine­rales con su riqueza intrínseca. Siendo la mayor parte de los minerales deMéxico muy pobres, como lo dejamos probado y como lo confiesan los queno se dejan alucinar con falsos cálculos, es menester para tener un pro­ducto de dos millones y medio de marcos de plata, extraer una enormemasa de matriz. Y es fácil concebir que en las minas donde las diversaslabores o planes están mal dispuestas y sin comunicación entre sí, los gas­tos de extracción deben crecer de un modo espantoso a proporción que lostiros van siendo más profundos y los cañones de mayor extensión.

El trabajo del minero es absolutamente libre en todo el reino de Nue­va España; a ningún indio ni mestizo se puede forzar a dedicarse allaborío de las minas. Es falso, por más que esta especie se haya repeti­do en los libros de más reputación, que la corte de Madrid envíe forza­dos a la América para trabajar en las minas de oro y plata. Los malhe­chores rusos han poblado las minas de la Siberia; pero en las coloniasespañolas es felizmente desconocido este castigo siglos hace. El mine­ro mexicano es el que está mejor pagado entre todos los mineros; ganaa lo menos de 25 a 30 francos por semana de seis días, cuando el jor­nal de los que trabajan al aire libre, por ejemplo, en la agricultura, esde ocho francos escasos en la Mesa Central, y de nueve y medio cercade las costas. Los tenateros y faeneros, cuyo oficio es conducir los mi­nerales a los lugares de reunión, ganan muchas veces más de seis fran-

Page 59: Historiadores de México Siglo XIX

Alejandro van Humbaldt 57

cos por su jornal de seis horas. La buena fe no es tan común entre losmineros mexicanos como entre los alemanes y suecos, y se valen demil ardides para robar los minerales que son muy ricos. Como estáncasi desnudos, y se les registra al salir de la mina del modo más inde­cente, ocultan pedacillos de plata nativa, o de rosicler, o plata córnea,entre el pelo, debajo de los sobacos o en la boca; colocan también enel ano cilindros de arcilla llenos de metal, a los que llaman longanas,de las cuales algunas tienen 13 centímetros (cinco pulgadas) de largo.Es un triste espectáculo el ver en las grandes minas de México, cente­nares de operarios, entre los cuales hay algunos hombres de bien, pre­cisados a dejarse registrar al salir del tiro o del cañón. Se toma nota delos minerales que se hallan en el pelo, la boca o en otra parte del cuer­po del minero. En Guanajuato, en sólo la mina de la Valenciana, el valorde estos minerales robados, una gran parte de ellos por medio de laslonganas, ascendió, desde 1774 a 1787, a la suma de 180000 pesos.

En lo interior de las minas se verifican con mucho cuidado los mi­nerales que conducen los tenateros desde los planes al tiro. En la Valen­ciana, por ejemplo, se sabe con pocas libras de diferencia, la cantidadde matriz que sale diariamente de la mina; digo de matriz, porque nun­ca se saca la roca, sino que se la emplea para llenar los huecos quedejan los minerales extraídos. En el despacho de los grandes tiros es­tán socavados en el muro dos aposentos, en cada uno de los cuales estánsentados dos despachadores, que tiene un libro en el cual se pone elnombre de todos los mineros ocupados en la conducción. Delante deellos, cerca de la mesa de despacho, están colgadas dos balanzas. Cadatenatero cargado de mineral se presenta a la mesa de despacho, y dospersonas colocadas cerca de las balanzas juzgan del peso de la carga,sobrelevantándola un poco. Si el tenatero, que en el camino que ya lle­va hecho ha tenido tiempo de valuar su carga, la cree de menos pesoque lo que dice el despachador, no dice nada, porque el error les esútil; si, por el contrario, la considera mayor, entonces pide que se pesesu carga en la balanza; y el peso que así se señala, se escribe en elli­bro del despachador. De cualquier parte de la mina de donde venga eltenatero, se le paga por la carga de nueve arrobas con un real de platay la de trece y media arrobas a real y medio por viaje. Hay tenaterosque hacen en un día ocho o diez viajes, y se arregla su paga según ellibro del despachador. No hay duda que este método de cuenta y ra­zón es bien digno de elogio, y se admira a un mismo tiempo la celeri­dad, el orden y la paz con que se consigue determinar el peso de tan­tos millares de quintales de minerales como dan en un solo día unasvetas de 12 o 15 metros de ancho.

Page 60: Historiadores de México Siglo XIX

Miguel RamQ~:Aft~pe

Nació en Valle de San Nicolás dei la Capellanía, Coahuila, el 15. de febrero de 1775; falleció en laCiudad de México el 28 de abril de1843.

Eclesiástico, Diputado a las Cor­tes de Cádiz de 1811, donde se dis­tinguió por su talento, habilidadpolítica y patriotismo. Constituyente

en 1824. Ministro de Justicia y Nego­cios Eclesiásticos. Deán de la Catedral

dJ Puebla. Federalista convencido, sir­vió con entereza y eficacia en importantes

puestos. !Inició sus primeros estudios en Sbltillo, en donde asistió al Colegio de San

Juan Nepomuceno, bajo la tutela de su tío Pedro Quintín. Al terminar suinstrucción básica, pasó a Monterrey e ingresó al seminario donde estudiólatín, filosofía y teología. Se trasladó posteriormente a la ciudad de Guadala­jara donde se graduó de Bachiller en Filosofía. En 1803,Ramos Arizpe fue or­denado presbítero en la Ciudad de México, de donde regresó al seminario deMonterrey como profesor de Derecho Canónico. Entre 1804 y 1807,perma­neció en un curato en la población de Santa María de Aguayo, en la provin­cia de Nuevo Santander, lugar donde conoció de forma profunda las condi­ciones en que se encontraba esta región. Prosiguió sus estudios, y entre 1807y 1808obtuvo los títulos de licenciado y doctor en cánones en Guadalajara. Yacomo doctor es nuevamente designado a un curato humilde denominadoReal de Borbón, en la misma provincia de Nuevo Santander, donde perma­nece dos años. Esta situación (presuntamente por desavenencias con el obis­po de Monterrey) no lo detiene en su incesante búsqueda por aprender, por loque continuamente se traslada a México con el fin de realizar estudios dejurisprudencia. El 4 de agosto de 1810presentó finalmente su examen en elColegio de Abogados de México, donde después de su brillante disertación,recibe el título de Doctor en Leyes. Ante tan indudables méritos académicos ysu vasto conocimiento de las regiones septentrionales, Miguel Ramos Arizpefue designado por el Ayuntamiento de Saltillo (del cual era miembro), paraque representara a la provincia en las Cortes de Cádiz, España, en 1811.Supapel en la defensa de las provincias del norte novohispano, le mereció uncontinuado elogio en las Cortes, por lo que fue uno de los más entusiastasparticipantes en la elaboración de la nueva Constitución española de corte

58

Page 61: Historiadores de México Siglo XIX

Miguel Ramos Arizpe S9

liberal. Feroz defensor del federalismo, le valió para que Puerto Rico, Cara­cas, las Californias y las Provincias Internas de Occidente también lo desig­naran su representante. Al regreso de Fernando VIIal trono de España, lasCortes fueron disueltas y muchos de sus miembros padecieron la cárcel. Ra­mos Arizpe no fue la excepción, por lo que pasó varios años de su vida (1815­1820)en prisión en Valencia, España. En 1820,fue nuevamente elegido dipu­tado a las Cortes. A su regreso a México (1822),participó en la configuraciónlegal de la nueva nación en el proyecto federalista mexicano y en la defensade la autonomía municipal. Fue diputado al Congreso Cons-tituyente entre1823y 1824.Ocupó el cargo de secretario de Justicia (del 30 de noviembre de1825al 7 de marzo de 1828y del 26 de diciembre de 1832all de abril de 1833)en los gabinetes de Guadalupe Victoria y Manuel Gómez Pedraza. Tambiénfue secretario de Hacienda de este último entre enero y febrero de 1833.En1841formó parte de la junta creada por las Bases de Tacubaya. Escribió De­mostraciones de fidelidad y amor hacia nuestro augusto y muy amado sobe­rano el señor don Fernando Vll ya la unión cordial con la antigua España,verificadas en el Real de Bordón de la colonia del Nuevo Santander en Nue­va España (1809);la Memoria que ... presenta al augusto congreso sobre elestado natural, político y civil de su dicha Provincia y las del Nuevo Reyno deLeón, Nuevo Santander, y los Texas, con exposición de los defectos del sistemageneral y particular de sus gobiernos y de las reformas que necesitan, parasu prosperidad (1812).Obras importantes también son: Carta escrita a unamericano sobre la forma de gobierno que para hacer practicable la Consti­tución y las Leyes conviene establecer en Nueva España atendida su actualsituación (1821); e 1dea general sobre la conducta política de don MiguelRamos Arizpe (1822).Una versión inglesa de su Memoria, con rico prólogo yexcelentes notas, es la de Nettie Lee Benson, Austin, Texas, 1950.

FUENTE:Miguel Ramos Arizpe, Memoria de Miguel Ramos Arizpe pre­

sentada a las Cortes de Cádiz, Querétaro, México, VI Reunión ~terparla-mentaria, México-España, 1992, pp. 17-31. JlCM/4l...¡(j /k.~1

LAS PROVINCIAS DEL NORTE

Las obligaciones de representante de la provincia de Coahuila oNueva Extremadura, una de las cuatro Internas del Oriente, en la Amé­rica septentrional, me estrechan imperiosamente a exponer a V. M. loque estimo absolutamente necesario para su bien y el general de todala nación. Las provincias del Nuevo Reino de León, Nuevo Santandery Texas, o Nuevas Filipinas, limítrofes de Coahuila, tienen todos susintereses íntimamente unidos con los de ésta y no habiendo llegadoal Augusto Congreso sus representantes propietarios, me veo precisa­do a hablar de la situación actual de todas ellas.

Page 62: Historiadores de México Siglo XIX