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“¡J esús ha resucitado!” es costumbre salu- darse entre los cristia- nos rusos en la noche pascual, dándose la feliz noticia como si acabara de suceder. Pero ¿no ocurrió hace dos mil años, cuan- do los discípulos descubrieron la tumba vacía, inútilmente guarda- da por soldados dormidos que argumentaron que el cuerpo de Jesús había sido robado? ¡Vaya testimonio, el de testigos dormi- dos! La resurrección de Cristo es efectivamente un hecho históri- co. Los apóstoles son ante todo testigos de la resurrección y el mismo san Pablo exclama: “Si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana”. Pero, por gracia divina, cuando la Iglesia celebra la Eucaristía hace pre- sente la Pascua de Cristo. El sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual y su memoria se perpetuará hasta el fin de los siglos. Como el ciclo de las cose- chas, como el de las estaciones del año, los ciclos litúrgicos nos traen anualmente la considera- ción de los grandes misterios de nuestra fe. La Pascua es la reve- lación del misterio del amor. Cristo, nacido en Belén, martiri- zado en Jerusalén, resucita como primicia de todos no- sotros. Con su redención nos ha abierto las puertas de la vida eterna en Dios. Los días previos a la Pascua vivimos el Triduo Pascual, con la celebración de los grandes mis- terios de nuestra fe: institución de la Eucaristía y del sacerdo- cio, con las visitas silenciosas a los Monumentos la noche del Jueves Santo y mañana del Viernes, la conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor…, y las costumbres de nuestra tierra, los Vía Crucis y las impresionan- tes procesiones de dolor; el extraño transcurrir del Sábado como un día de particular viven- cia del gran Ausente, y al final la noche santa y el amanecer de la Pascua, que en Cataluña tiene una prolongación festiva, como si este gran día nos supiera a poco. La Pasión de Cristo es una historia que acaba bien. Termina con un estallido de alegría que debe durarnos todo el año, no por efecto de la inercia, sino por- que cada domingo es para los cristianos un recuerdo vivo de la Pascua del Señor.Y cada día es una ocasión de dar gracias a Dios por haber plantado su tien- da entre nosotros. El deseo del apóstol Pedro en el monte de la Transfiguración se ha hecho realidad: Cristo se ha quedado entre nosotros en la tienda del sagrario y en la vida ordinaria de cada persona que le busca sinceramente. Para los cristianos cada día es Pascua, porque el Señor no deja de pasar por nuestras vidas y habi- tar en nuestro corazón cuando le amamos. Pascua, la gran fiesta A los cuatro vientos Domingo de Pascua 4 de Abril de 2010 Suplemento de Full dominical † Jaume Pujol Balcells Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado .

Hoja dominical (04-04-10)

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Semanario de información de la Archidiocesis de Tarragona

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“¡Jesús ha resucitado!”es costumbre salu-darse entre los cristia-

nos rusos en la noche pascual,dándose la feliz noticia como siacabara de suceder. Pero ¿noocurrió hace dos mil años, cuan-do los discípulos descubrieron latumba vacía, inútilmente guarda-da por soldados dormidos queargumentaron que el cuerpo deJesús había sido robado? ¡Vayatestimonio, el de testigos dormi-dos!

La resurrección de Cristo esefectivamente un hecho históri-co. Los apóstoles son ante todotestigos de la resurrección y elmismo san Pablo exclama: “SiCristo no hubiera resucitadonuestra fe sería vana”. Pero, porgracia divina, cuando la Iglesiacelebra la Eucaristía hace pre-sente la Pascua de Cristo. Elsacrificio que Cristo ofreció deuna vez para siempre en la cruz,permanece siempre actual y sumemoria se perpetuará hasta elfin de los siglos.

Como el ciclo de las cose-chas, como el de las estacionesdel año, los ciclos litúrgicos nostraen anualmente la considera-ción de los grandes misterios denuestra fe. La Pascua es la reve-lación del misterio del amor.Cristo, nacido en Belén, martiri-zado en Jerusalén, resucitacomo primicia de todos no-sotros. Con su redención nos haabierto las puertas de la vidaeterna en Dios.

Los días previos a la Pascuavivimos el Triduo Pascual, con lacelebración de los grandes mis-terios de nuestra fe: instituciónde la Eucaristía y del sacerdo-cio, con las visitas silenciosas a

los Monumentos la noche delJueves Santo y mañana delViernes, la conmemoración de laPasión y Muerte del Señor…, ylas costumbres de nuestra tierra,los Vía Crucis y las impresionan-tes procesiones de dolor; elextraño transcurrir del Sábadocomo un día de particular viven-cia del gran Ausente, y al final lanoche santa y el amanecer de laPascua, que en Cataluña tieneuna prolongación festiva, comosi este gran día nos supiera apoco.

La Pasión de Cristo es unahistoria que acaba bien. Terminacon un estallido de alegría quedebe durarnos todo el año, nopor efecto de la inercia, sino por-que cada domingo es para loscristianos un recuerdo vivo de laPascua del Señor. Y cada día esuna ocasión de dar gracias aDios por haber plantado su tien-da entre nosotros.

El deseo del apóstol Pedro enel monte de la Transfiguración seha hecho realidad: Cristo se haquedado entre nosotros en latienda del sagrario y en la vidaordinaria de cada persona quele busca sinceramente. Para loscristianos cada día es Pascua,porque el Señor no deja depasar por nuestras vidas y habi-tar en nuestro corazón cuando leamamos.

Pascua, la gran fiesta

A los cuatro vientosDomingo de Pascua 4 de Abril de 2010 Suplemento de Full dominical

† Jaume Pujol BalcellsArzobispo metropolitanode Tarragona y primado

.

Domingo de Pascua(4 de Abril de 2010) (Ciclo C)

Cristo ha resucitadoLa vida cristiana tiene como centro la Resurrección de Cristo. El sepul-cro vacío anuncia el misterio de la Resurrección (Evangelio). Pedro ensu discurso resume la vida Cristo y afirma su Resurrección como ver-dad absoluta y da testimonio de ella (1ª Lectura). Pablo, en cambio,nos invita a tener los ojos puestos en Cristo resucitado y a configurar-nos en su Misterio Pascual (2ª Lectura).

Libro de los Hechos de losApóstoles (Hch 10,34.37-43)

Entonces Pedro, tomando la pala-bra, dijo: "Verdaderamente, com-

prendo que Dios no hace acepción depersonas, Vosotros ya sabéis qué haocurrido en toda Judea, comenzandopor Galilea, después del bautismoque predicaba Juan: cómo Dios ungióa Jesús de Nazaret con el EspírituSanto, llenándolo de poder. El pasóhaciendo el bien y curando a todoslos que habían caído en poder deldemonio, porque Dios estaba con él.Nosotros somos testigos de todo loque hizo en el país de los judíos y enJerusalén.Y ellos lo mataron, suspen-diéndolo de un patíbulo. Pero Dios loresucitó al tercer día y le concedióque se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigoselegidos de antemano por Dios: anosotros, que comimos y bebimoscon él, después de su resurrección.Y nos envió a predicar al pueblo, yatestiguar que él fue constituido porDios Juez de vivos y muertos. Todoslos profetas dan testimonio de él,declarando que los que creen en élreciben el perdón de los pecados, envirtud de su Nombre".

Salmo responsorial (Sal 118) ¡Aleluya! ¡Dad gracias al Señor,porque es bueno, porque es eterno su amor!Que lo diga el pueblo de Israel:¡es eterno su amor! La mano del Señor es sublime,la mano del Señor hace proezas".No, no moriré: viviré para publicarlo que hizo el Señor.La piedra que desecharon los constructoreses ahora la piedra angular.Esto ha sido hecho por el Señory es admirable a nuestros ojos.

Carta de San Pablo a losColosenses (Col 3,1-4)

Ya que habéis resucitado conCristo, buscad los bienes del cielo

donde Cristo está sentado a la dere-cha de Dios.Tened el pensamientopuesto en las cosas celestiales y no

en las de la tierra. Porque vosotrosestábais muertos, y vuestra vida estádesde ahora oculta con Cristo enDios. Cuando se manifieste Cristo,que es nuestra vida, entonces vo-sotros también apareceréis con él, lle-nos de gloria.

Lectura del Santo Evangeliosegún san Juan (Jn 20,1-9)

El primer día de la semana, demadrugada, cuando todavía esta-

ba oscuro, María Magdalena fue alsepulcro y vio que la piedra habíasido sacada. Corrió al encuentro deSimón Pedro y del otro discípulo alque Jesús amaba, y les dijo: "Se hanllevado del sepulcro al Señor y nosabemos dónde lo han puesto".Pedro y el otro discípulo salieron yfueron al sepulcro. Corrían los dosjuntos, pero el otro discípulo corriómás rápidamente que Pedro y llegóantes. Asomándose al sepulcro, violas vendas en el suelo, aunque noentró. Después llegó Simón Pedro,que lo seguía, y entró en el sepulcro:vio las vendas en el suelo, y también el sudario que habíacubierto su cabeza; este no estabacon las vendas, sino enrollado en unlugar aparte. Luego entró el otro dis-cípulo, que había llegado antes alsepulcro: él también vio y creyó.Todavía no habían comprendido que,según la Escritura, él debía resucitarde entre los muertos.

Liturgiade la semana

Domingo 4 de abril: Pascua deResurrección [Misa de laSolemnidad: Hch 10,34 a-37-43; Sal117; Col 3,1-4 o bien 1Cor 5,6 b-8; Jn20,1-9 o bien Lc 24,1-12 (o bien, en lamisa vespertina, Lc 24,13-35) (LE/LHpropias)].Lunes 5: De la Octava de Pascua[Hch 2,14.22-23; Sal 15; Mt 28,8-15].Martes 6: De la Octava de Pascua[Hch 2,36-41; Sal 32; Jn 20,11-18].Miércoles 7: De la Octava de Pascua[Hch 3,1-10; Sal 104; Lc 24,13-35].Jueves 8: De la Octava de Pascua[Hch 3,11-26; Sal 8; Lc 24,35-48].Viernes 9: De la Octava de Pascua[Hch 4,1-12; Sal 117; Jn 21,1-14].Sábado 10: De la Octava de Pascua[Hch 4,13-21); Sal 117; Mc 16,9-15].Domingo 11 de abril: Domingo IIPascua o de la Divina Misericordia[Hch 5,12-16; Sal 117; Ap 1,9-11a.12-13.17-19; Jn 20,19-31(LE/LH pro-pias)].Las lecturas pertenecen al ciclo C.

Liturgia de las Horas: Todo lo propiode la Octava de Pascua.

Un servicio del Departament diocesà de Mitjans de Comunicació Social de l’Arquebisbat de Tarragona

Conscientes de que somospecadores, pero confiando enla misericordia divina, dejémo-

nos reconciliar por Cristo para gustarmás intensamente la alegría que élnos comunica con su resurrección. Elperdón que nos da Cristo en el sacra-mento de la Penitencia es fuente depaz interior y exterior, y nos haceapóstoles de paz en un mundo dondepor desgracia continúan las divisio-nes, los sufrimientos y los dramas dela injusticia, el odio, la violencia y laincapacidad de reconciliarse paravolver a comenzar nuevamente conun perdón sincero.Sin embargo, sabemos que el mal notiene la última palabra, porque quienvence es Cristo crucificado y resuci-tado, y su triunfo se manifiesta con lafuerza del amor misericordioso. Suresurrección nos da esta certeza: apesar de toda la oscuridad que exis-te en el mundo, el mal no tiene la últi-ma palabra. Sostenidos por esta cer-teza, podremos comprometernos conmás valentía y entusiasmo para quenazca un mundo más justo.

Benedicto XVI(De la Audiencia General del 12 de Abrilde 2006 en Roma)

11 de Abril, Octava de Pascua,Domingo de la

Divina Misericòrdia en la Catedral

11 h.,Misa presidida por el Sr.Arzobispo; 13.45 h., exposición delSantísimo Sacramento y rezo delSanto Rosario; 15 h., hora de laMisericordia y rezo de la Coronilla; 16h., predicación; 16.30 h., bendición yreserva del Santísimo Sacramento. Acontinuación, veneración de la relí-quia de santa Faustina Kowalska.Habrá confesores durante todos losactos.