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www.parthenon.org.pe Homenaje Póstumo 1 ALGDGADU SFU Homenaje Póstumo H Elías San Martín Candia RLS Parthenon Nº 4 Ningún mes más propicio que este de Noviembre para conmemorar con profundo y singular significado el recuerdo a los que nos precedieron en este camino. El culto a los muertos nos viene de la antigüedad y se remota a épocas muy lejanas. Desde las primeras civilizaciones egipcias hasta la fecha, en todas las épocas, el hombre ha respetado y venerado a sus muertos; por eso nos mueven el recogimiento y la meditación. De allí que nuestra Logia, esta noche, rinda su fraternal culto a los que por su vida ejemplar merecieron una distinción que perenniza sus virtudes. Así por ello hoy, olvidando la frivolidad y pequeñez del quehacer cotidiano, vamos meditativamente portando las flores del recuerdo para los HH que se fueron y moran en el OrEt. Particularmente entraña un acto de fraternal justicia que estimamos en todo su valor, para con un respetabilísimo miembro de nuestra Logia posiblemente desconocido para muchos de los que militan en nuestra institución, y que dedicó los mejores años de su vida al servicio de nuestra Orden. Trasunta pues el homenaje de esta noche a su memoria una expresión sentida, elevada y perennemente fraterna. Me refiero en estos momentos al Q y RH Domingo Della Pina. Oriundo de Italia, había nacido un 28 de Julio de 1856 en la ciudad de Massa, provincia de Massa de Carrara; notable por sus célebres e históricos mármoles. Contrajo matrimonio en el pueblo de Cicagna –provincia de Chiavari– de esa Italia eterna e inmortal por el arte y la cultura. Llegó al Perú allá por el año 1886 a la edad de 30 años, en la plenitud de la vida, lleno de optimismo y fe en sus propias energías y disposiciones para el trabajo fecundo y ennoblecedor. Radicado en Lima, dedicóse a las actividades comerciales por muchos años y como resultado de esto se hizo de una situación económica holgada. Quiso a nuestra patria como suya y sus cenizas reposan en tierra y cielo peruano. De su matrimonio nacieron en Lima, tres hijos: Luis, Juan e Isolina. Hombre prestigioso por su honradez, amigo leal, bien pronto se ganó la estimación de cuantos lo conocieron y trataron. Su innata vocación por las disciplinas espirituales y su constante afán de superación intuía ya en el al que más tarde llegaría a ser masón. Nos dicen los archivos de nuestra secretaria: Fue iniciado el 25 de febrero de 1896; adelantado el 3 de noviembre de 1896 y exaltado al sublime grado de maestro masón el 13 de abril de 1897. Más tarde fue elegido VM de nuestro taller. Durante su permanencia en nuestra Logia, el RH Della Pina supo captarse el cariño y la estimación de sus HH por sus magnificas cualidades morales. Fue generoso, caritativo y profundamente respetuoso y comprensivo con todos los que se acercaron a él; supo sellar sus actos masónicos con fina nobleza e imprimió a sus maneras una ejemplar resonancia espiritual.

Homenaje póstumo (1952)

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Elias San Martin Candia

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Homenaje Póstumo 1

ALGDGADU

SFU

Homenaje Póstumo

H Elías San Martín Candia

RLS Parthenon Nº 4

Ningún mes más propicio que este de Noviembre para conmemorar con profundo y singular

significado el recuerdo a los que nos precedieron en este camino. El culto a los muertos nos

viene de la antigüedad y se remota a épocas muy lejanas.

Desde las primeras civilizaciones egipcias hasta la fecha, en todas las épocas, el hombre ha

respetado y venerado a sus muertos; por eso nos mueven el recogimiento y la meditación. De

allí que nuestra Logia, esta noche, rinda su fraternal culto a los que por su vida ejemplar

merecieron una distinción que perenniza sus virtudes. Así por ello hoy, olvidando la frivolidad y

pequeñez del quehacer cotidiano, vamos meditativamente portando las flores del recuerdo para

los HH que se fueron y moran en el OrEt.

Particularmente entraña un acto de fraternal justicia que estimamos en todo su valor, para con

un respetabilísimo miembro de nuestra Logia posiblemente desconocido para muchos de los que

militan en nuestra institución, y que dedicó los mejores años de su vida al servicio de nuestra

Orden. Trasunta pues el homenaje de esta noche a su memoria una expresión sentida, elevada

y perennemente fraterna. Me refiero en estos momentos al Q y RH Domingo Della Pina.

Oriundo de Italia, había nacido un 28 de Julio de 1856 en la ciudad de Massa, provincia de

Massa de Carrara; notable por sus célebres e históricos mármoles. Contrajo matrimonio en el

pueblo de Cicagna –provincia de Chiavari– de esa Italia eterna e inmortal por el arte y la

cultura.

Llegó al Perú allá por el año 1886 a la edad de 30 años, en la plenitud de la vida, lleno de

optimismo y fe en sus propias energías y disposiciones para el trabajo fecundo y ennoblecedor.

Radicado en Lima, dedicóse a las actividades comerciales por muchos años y como resultado de

esto se hizo de una situación económica holgada. Quiso a nuestra patria como suya y sus

cenizas reposan en tierra y cielo peruano. De su matrimonio nacieron en Lima, tres hijos: Luis,

Juan e Isolina.

Hombre prestigioso por su honradez, amigo leal, bien pronto se ganó la estimación de cuantos lo

conocieron y trataron. Su innata vocación por las disciplinas espirituales y su constante afán de

superación intuía ya en el al que más tarde llegaría a ser masón. Nos dicen los archivos de

nuestra secretaria: Fue iniciado el 25 de febrero de 1896; adelantado el 3 de noviembre de 1896

y exaltado al sublime grado de maestro masón el 13 de abril de 1897. Más tarde fue elegido

VM de nuestro taller.

Durante su permanencia en nuestra Logia, el RH Della Pina supo captarse el cariño y la

estimación de sus HH por sus magnificas cualidades morales. Fue generoso, caritativo y

profundamente respetuoso y comprensivo con todos los que se acercaron a él; supo sellar sus

actos masónicos con fina nobleza e imprimió a sus maneras una ejemplar resonancia espiritual.

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Homenaje Póstumo 2

Los que lo han conocido y seguido de cerca, no pueden dejar de reconocer en él como una

experiencia de constancia, optimismo y fe masónicas.

Para aquella época que parece ya lejana y en la que le cupo actuar, pero tan aromada por el

recuerdo, nuestro H Della Pina, fue ejemplo de esa escuela de sabiduría y austeridad

masónica que tanto relieve le han dado a nuestra Logia. Escuela adonde no sirven de nada el

favor ni el dinero, sino las altas valorizaciones del espíritu y la cultura; escuela cordial, fraterna

y sensible, porque sentir la Masonería es vivirla. La Masonería QQHH se vive; así la

concibieron los masones de ayer, así la debemos seguir concibiendo nosotros.

Los últimos años de su vida, aunque alejado de su Logia por razones propias de su avanzada

edad y dolencia, sin embargo los dedicó el recuerdo de su taller y HH, porque ocasión hubo

para demostrarlo en sus conversaciones cuando se le veía sentado en el parque de Chosica, su

lugar favorito, alternando con los niños y sus viejos amigos y adonde pasó los últimos años de

su existencia. Había elegido ese sitio por su clima que le asentaba bien y porque ávido de calor

y luz embriagaba su mirada paternal en la contemplación de la naturaleza.

Fatigado por el peso de la edad, enfermo, cumplida su misión en la tierra, ansioso del sublime

descanso de la muerte, emprendió el viaje ritual a la región misteriosa y Eterna, a la avanzada

edad de 96 años. Se fue al más allá, adonde las almas sienten más cerca, muy cerca la presencia

del Justo, el Perfecto. Y un 1º de Mayo de 1952, cuando el reloj marcaba las 3 de la tarde, el sol

había pasado su meridiano, se apagó para siempre esa luz que había brillado constantemente

en el firmamento de la Masonería nacional.

La conclusión de toda actividad vital es un maravilloso alivio para la fuerza que la mantiene;

esto explica, tal vez, esa expresión de dulce serenidad difundida en el rostro de la mayoría de

los muertos. Así se le vio en su tumba fría. Así se hundió en la noche eterna para renacer

quizás en otros mundos con claridad de estrella de la mañana.

Quiero también en esta noche de recogimiento abrir un breve y sentido paréntesis para rendir

nuestro tributo de respetuosa y fraternal simpatía en memoria de nuestros HH que han

volado a la Morada Celestial.

Finalmente HH la Logia llena sin frases un abismo con profundo recogimiento, ante el toque

de silencio se inclina reverente ante ellos, cubriendo sus tumbas con ramas de Acacia.

Vall de Lima, al 28 de Noviembre de 1952 EV