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Gabriel Giraldo Jaramillo: el arte de investigar El arte, la historia, la ciencia, entre otras áreas del conocimiento, son temáticas con vastos campos de desarrollo que hacen casi infinita la labor de quienes se dedican a indagar sobre ellos. En muchos casos, la curiosidad, la inquietud y el interés llevan a algunas personas a abordar, desde su gusto por la investigación, múltiples temas para analizar. Éste es el caso del académico Gabriel Giraldo Jaramillo quien nació en 1916 en Manizales, Caldas, y realizó sus estudios en el Liceo de la Salle en Bogotá donde obtuvo el título de bachiller en Filosofía y Letras en 1934. Fue Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia y recibió un diplomado en el curso de Extensión Diplomática y Consular. También complementó sus estudios en el Instituto Etnológico Nacional. Durante su vida profesional se desempeñó en diversos cargos no sólo en el ámbito de la academia sino también en el de las áreas de la política, la economía y las relaciones internacionales: Cónsul General de Colombia en Ginebra (1946 - 1951), Ministro Consejero en la Embajada de Colombia en Venezuela (1959 - 1960) y en Bélgica (1960 - 1961), Director del Centro de Restauración de Obras de Arte en el Instituto Colombiano de Cultura entre 1976 y1977, Secretario de la Academia Colombiana de Historia entre 1953 y 1957 y Presidente de la misma entre 1976 y 1978 (año de su fallecimiento). Entre su producción intelectual se encuentran libros y documentos inspirados en varios temas como las relaciones internacionales, la historia de Colombia del Siglo XIX, los viajeros extranjeros en territorio colombiano en el siglo XIX y la historiografía del arte colombiano. De este último tema, al que sin duda dedicó su mayor inclinación intelectual, se destacan sus escritos “La miniatura, la pintura y el grabado en Colombia” y “Pinacotecas Bogotanas”. Dentro de su vasta colección bibliográfica de temas artísticos, literarios e históricos se encontraba el conjunto documental sobre la Revolución de Quito 1809 – 1810, el cual hoy hace parte de este museo. Enrique Cárdenas Olaya: objetos con historia El anticuario Enrique Cárdenas Olaya, ha procurado que aquellas piezas dotadas de una importancia artística y patrimonial que por diferentes circunstancias han llegado a sus manos, puedan pertenecer a instituciones públicas como los museos o bibliotecas. Ello posibilita que objetos inicialmente cargados de un valor personal y afectivo específico puedan adquirir nuevas dimensiones de interpretación al pasar a un ámbito público de conservación, investigación y exhibición. Según él, al llegar específicamente a un museo la pieza amplía su valor patrimonial y su aporte cultural al formar parte de una colección en la que se pueda contextualizar su relación con la historia desde las líneas de investigación que se desarrollan en este tipo de espacios. Éste es el caso del volumen documental de la Revolución de Quito de 1809-1810, que perteneció a Gabriel Giraldo Jaramillo (cuya biblioteca contaba aproximadamente con seis mil volúmenes) y que según Cárdenas, reflejaba los variados intereses e inquietudes de este investigador de la cultura, el arte y la política colombiana. Este volumen fue adquirido por el Museo de la Independencia – Casa del Florero en el año 2013, con recursos de la Nación. La institución museo se puede entender tanto como un centro de conservación, estudio y educación para la ciudadanía, como un lugar de exhibición en el que esos temas del pasado deben tener así mismo relevancia y conexión con el presente. Es decir, el museo no sólo se limita a presentar un sinnúmero de piezas de tiempos pasados (criterio de los modelos decimonónicos de acumulación de objetos sin diferenciación alguna) sino que hoy en día debe proponer y despertar el interés por nuevos conocimientos, cuestionamientos y formas de interpretación sobre los acervos y patrimonios que conserva. ¿De dónde provienen las piezas?, ¿cómo se conforma un museo?, ¿cómo se constituyen sus colecciones?, ¿cómo se adquieren y conservan? Estas y otras preguntas están relacionadas con la experiencia de ir al encuentro de objetos y documentos de importancia para nuestra historia pasada y reciente, interrogantes que el museo intenta responder. Documentos de la Revolución de Quito 1809 - 1810. piezas en diálogo Daniela Moreno, Luis Felipe Núñez, Daniel Castro. Inés Acevedo Biester Gabriel Giraldo Jaramillo 1979 Óleo sobre lienzo · 72.5 x 57 cm. Colección de la Academia Colombiana de Historia Este óleo de 1979 fue pintado por Inés Acevedo Biester, hija del reconocido pintor Ricardo Acevedo Bernal, como homenaje póstumo al presidente de la Academia Colombiana de Historia Gabriel Giraldo Jaramillo, fallecido un año antes. La obra fue presentada el 13 de julio de 1978 en el Salón de Actos de la Academia.

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Page 1: piezas en diálogo · Inés Acevedo Biester ... Este óleo de 1979 fue pintado por Inés Acevedo Biester, hija del reconocido pintor Ricardo Acevedo Bernal, como homenaje póstumo

Gabriel Giraldo Jaramillo: el arte de investigar

El arte, la historia, la ciencia, entre otras áreas del conocimiento, son temáticas con vastos campos de desarrollo que hacen casi infinita la labor de quienes se dedican a indagar sobre ellos. En muchos casos, la curiosidad, la inquietud y el interés llevan a algunas personas a abordar, desde su gusto por la investigación, múltiples temas para analizar.

Éste es el caso del académico Gabriel Giraldo Jaramillo quien nació en 1916 en Manizales, Caldas, y realizó sus estudios en el Liceo de la Salle en Bogotá donde obtuvo el título de bachiller en Filosofía y Letras en 1934. Fue Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia y recibió un diplomado en el curso de Extensión Diplomática y Consular. También complementó sus estudios en el Instituto Etnológico Nacional.

Durante su vida profesional se desempeñó en diversos cargos no sólo en el ámbito de la academia sino también en el de las áreas de la política, la economía y las relaciones internacionales: Cónsul General de Colombia en Ginebra (1946 - 1951), Ministro Consejero en la Embajada de Colombia en Venezuela (1959 - 1960) y en Bélgica (1960 - 1961), Director del Centro de Restauración de Obras de Arte en el Instituto Colombiano de Cultura entre 1976 y1977, Secretario de la Academia Colombiana de Historia entre 1953 y 1957 y Presidente de la misma entre 1976 y 1978 (año de su fallecimiento).

Entre su producción intelectual se encuentran libros y documentos inspirados en varios temas como las relaciones internacionales, la historia de Colombia del Siglo XIX, los viajeros extranjeros en territorio colombiano en el siglo XIX y la historiografía del arte colombiano. De este último tema, al que sin duda dedicó su mayor inclinación intelectual, se destacan sus escritos “La miniatura, la pintura y el grabado en Colombia” y “Pinacotecas Bogotanas”.

Dentro de su vasta colección bibliográfica de temas artísticos, literarios e históricos se encontraba el conjunto documental sobre la Revolución de Quito 1809 – 1810, el cual hoy hace parte de este museo.

Enrique Cárdenas Olaya: objetos con historia

El anticuario Enrique Cárdenas Olaya, ha procurado que aquellas piezas dotadas de una importancia artística y patrimonial que por diferentes circunstancias han llegado a sus manos, puedan pertenecer a instituciones públicas como los museos o bibliotecas.

Ello posibilita que objetos inicialmente cargados de un valor personal y afectivo específico puedan adquirir nuevas dimensiones de interpretación al pasar a un ámbito público de conservación, investigación y exhibición. Según él, al llegar específicamente a un museo la pieza amplía su valor patrimonial y su aporte cultural al formar parte de una colección en la que se pueda contextualizar su relación con la historia desde las líneas de investigación que se desarrollan en este tipo de espacios.

Éste es el caso del volumen documental de la Revolución de Quito de 1809-1810, que perteneció a Gabriel Giraldo Jaramillo (cuya biblioteca contaba aproximadamente con seis mil volúmenes) y que según Cárdenas, reflejaba los variados intereses e inquietudes de este investigador de la cultura, el arte y la política colombiana. Este volumen fue adquirido por el Museo de la Independencia – Casa del Florero en el año 2013, con recursos de la Nación.

La institución museo se puede entender tanto como un centro de conservación, estudio y educación para la ciudadanía, como un lugar de exhibición en el que esos temas del pasado deben tener así mismo relevancia y conexión con el presente. Es decir, el museo no sólo se limita a presentar un sinnúmero de piezas de tiempos pasados (criterio de los modelos decimonónicos de acumulación de objetos sin diferenciación alguna) sino que hoy en día debe proponer y despertar el interés por nuevos conocimientos, cuestionamientos y formas de interpretación sobre los acervos y patrimonios que conserva. ¿De dónde provienen las piezas?, ¿cómo se conforma un museo?, ¿cómo se constituyen sus colecciones?, ¿cómo se adquieren y conservan? Estas y otras preguntas están relacionadas con la experiencia de ir al encuentro de objetos y documentos de importancia para nuestra historia pasada y reciente, interrogantes que el museo intenta responder.

Documentos de la Revolución de Quito 1809 - 1810.

piezas en diálogo

Daniela Moreno, Luis Felipe Núñez, Daniel Castro.

Inés Acevedo Biester

Gabriel Giraldo Jaramillo 1979 Óleo sobre lienzo · 72.5 x 57 cm. Colección de la Academia Colombiana de Historia

Este óleo de 1979 fue pintado por Inés Acevedo Biester, hija del reconocido pintor Ricardo Acevedo Bernal, como homenaje póstumo al presidente de la Academia Colombiana de Historia Gabriel Giraldo Jaramillo, fallecido un año antes. La obra fue presentada el 13 de julio de 1978 en el Salón de Actos de la Academia.

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Revolución de Quito de 1809-1810: La adquisición del volumen de documentos de la Revolución de Quito 1809 - 1810 responde a la necesidad planteada por los públicos de este museo (desde el año 2007) de querer conocer con mayor detalle los contextos por los cuales se produjeron los procesos de independencia en la actual Colombia y en el sur del continente americano. Esos contextos, según la historiografía contemporánea, han buscado reinterpretar hechos anecdóticos como la reyerta del Florero (para el caso de la Nueva Granada) y se han enfocado en analizar cómo gran parte de los movimientos revolucionarios que se llevaron a cabo en América del Sur a comienzos del siglo XIX obedecieron, por una parte, al colapso de la monarquía española producto de la invasión napoleónica a la península, y por la otra, al surgimiento de la democracia participativa en España y América.

En ese proceso --donde a la ausencia del rey la representa-tividad se volcaba obligatoriamente en el pueblo por medio de Juntas de Gobierno-- , Chuquisaca (hoy Sucre, en Bolivia) y Quito asumieron un papel precursor en la conformación de ese modelo de participación pública. Este hecho obedeció además a que estas provincias estuvieron dominadas internamente desde tiempo atrás por las autoridades virreinales de Buenos Aires, Lima y Bogotá respectivamente, actitud que limitaba lo que cada una de ellas y sus respectivas élites veían como potenciales de expansión comercial y territorial.

Esto conllevó a una fuerte tensión entre españoles y americanos, tensión que condujo a que se crearan rumores acerca de supuestos complots para asesinar a los nobles criollos (quienes tomaron la vocería del pueblo) y que para el caso de Quito, movilizaron a la élite de esa ciudad para organizarse en busca de protección. El historiador Jaime E. Rodríguez recuerda que en la tarde del 9 de agosto de 1809 se firmó un acuerdo para conformar una junta integrada por 36 miembros, escogidos entre los vecinos de la ciudad, con el fin de gobernar en nombre de Fernando VII. Esta acción, que fue apoyada por la milicia, en la mañana del 10 de agosto ocupó las oficinas gubernamentales donde se arrestaron a la mayoría de funcionarios reales, como al Presidente Ruíz de Castilla. A partir de ese momento se

Lo escrito, escrito está.proclamó un nuevo gobierno presidido por el Marqués de Selva Alegre.

Esta junta gobernó casi tres meses y en nombre del pueblo realizó una serie de reformas económicas y celebraciones públicas. Lo que causó sorpresa a los miembros de la misma es que las demás provincias no apoyaron sus actos, lo que condujo a que los gobernadores de Popayán, Guayaquil y Cuenca organizaran fuerzas para someter a los insurgentes quiteños. Esto condujo a que la junta se dividiera en facciones y a que el 4 de diciembre de 1809, las fuerzas del virrey del Perú entraran a Quito y arrestaran a los dirigentes de la junta, así como a los soldados que la respaldaron.

Es sabido que una vez el Presidente Ruiz de Castilla fue restituido en su cargo el 2 de noviembre de 1809, restableció los impuestos y los monopolios, confiscó la correspondencia de los miembros de la Junta, y decidió trasladar el proceso de insurgencia a Santafé de Bogotá para que el virrey de la Nueva Granada se encargara del caso. Fue muy seguramente ésta última circunstancia la que permitió que este volumen foliado y numerado originalmente en el momento de su confiscación por parte el teniente de la Isla de Tumaco, Don José Nicolás de Virguez, se encontrara en el actual territorio colombiano y haya sido adquirido en su momento por Gabriel Giraldo Jaramillo, aunque se desconoce con exactitud el momento y lugar de su hallazgo.

Es así como este importante conjunto documental queda desde ahora a disposición de los investigadores nacionales y extranjeros para que se realice un análisis más profundo sobre los contenidos y las motivaciones que llevaron a los Patriotas de Quito a manifestar su descontento y a sentar un precedente y ejemplo para las élites ilustradas de Santafé de Bogotá. Cabe recordar que casi un año después, los criollos santafereños prepararon un complot frente a las autoridades virreinales, inspirados de alguna manera en lo que había sucedido en Quito. Ese plan se llevó a cabo el 20 de julio de 1810, y como se comprueba, gracias a este volumen y a otros testimonios documentales que hacen parte de las colecciones del museo, fue mucho más que una simple reyerta entre españoles y americanos por un florero de fina loza.