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jTljTLTÜÜHAFICO D I R E C T O R : G. Hxamberto Mata, BIBLIOTECARIO GENERAL. Cuenca, a 22 de Octubre de 1955. 1SP 18. <>!<"<> <1«» 1 ,ii i-~ Toro Moren» H O N O R A T O V A Z Q U E Z : Elegante conjunción de lo Universal con lo vernáculo. GABRIEL CEVALLOS GARCIA AL CRUCIFIJO DE MI MESA (A mi hijo Manuc Honorato^ A tus pies ha dormido mi pluma, y, al reir el alba, soñolienta empezó su faena, besando tus plantas. Al trabajo, a la lid cada día se va solitaria, y, aunque triste regrese las tardes, no vuelve manchada. Cuantas veces, teñida en mi sangre, cayó en tu peana, y se irgió como un dardo, pidiendo un blanco a mi saña! Ya no vi tu cabeza sangrienta, tus menos clavadas; vi mi afrenta, buscó al enemigo mi ciega venganza. Y, al hallarme, —tendido ya el arco, en su frente pálida de tu sangre una gota, Dios mío envuelta en tus lágrimas. "Te perdono mi hermano, en la sangre que a los dos nos baña: ahoguemos en ella, tú el odio y yo la venganza". Así dije, caí de rodillas, y arrojé a tus plantas, ese dardo que cae en tu sangre, si busca la humana. Con los brazo, abiertos presides mi labor diaria; de Tí brota mi idea, y se torna incienso en tus aras. Por tu cuerpo y tu cruz se desliza, desde la ventana, suave luz que, al papel en que escribo, con tu sombra esmalta. Y así, alterna entre el sol y tu sombra, mi pluma trabaja, bien sonrían mis labios, bien mojen el papel mis lágrimas. Habrá un día: ese día mi pluma, yacerá arrojada en mi mesa revuelta, buscando, en vano, tus plantas. Ni Tú, entonces serás en mi mesa: mis manos cruzadas. Te tendrán recostado en mi pecho sobre una mortaja. . . HONORATO VAZQUEZ Agnus Dei y Flama Alguna vez habría de escribirse dejando que sólo el pensamiento imprima las ideas, sin que las manos intervengan en el gobierno de la pluma. Así, en alto la mente, con las palmas del cerebro inmersas en los cielos, quiero evocar a Honorato Vázquez tratando de hallarlo, aho- ra, en el Infinito ya que las trizaduras de la tierra fueron y serán poca cosa para quien ascendiera de sí mismo rumbo a la Eternidad bolocaustada. Vázquez hollara el suelo nuestro de ortigas y de trigos, pero cada impronta de su planta era luz que, en estremecer inmarcesi- ble, trataba de elevarse en la flor, en los destellos del tabernáculo y en el humo del incienso lírico y turista de taumaturgias aventuras. Honorato Vázquez .... Cada vez que me pronuncio este nombre se rae viene a las mientes la campanilla de la Misa; asocio al Sacrifi- cio Católico la designación bautismal de un nombre que convocóse de toda altitud para que nosotros, los simples mortales sin apelación, en sanchemos el pecho a horizontes inasibles de pureza admirativa. Todo en este Vázquez era cima, soledad augusta, tranquila y digna abaste- ciéndose en ella misma de sus consolaciones y de sus merecimientos. Serenidad de Sol alumbrando la más mínima brizna viviente sin arre- batos exteriores; serenidad de quien venciera sus cóleras con gubias de mansedumbres y lubrificaciones de benignidades con provecho ... Desde la natural tierra morlaca naciera Honorato Vázquez: con sosiego, quizás con la imperceptible insignificancia con la que brota la endeble verdura parva la misma que, luego, irá a trocarse en cedro, en guayacán, en eucalipto, en capulí .... Débil presencia de Vida, tierno sustentar de crecimiento y, para después, la carne dura, constructiva y aromática con reciedumbre biológica de corteza protectora aislante de vendavales y tropelías de furiosidades del alma y de elementos te- lúricos malsanos Natural de la tierra, Honorato Vázquez empinárase de ella con la consideración de aquel que siempre se irguiera sobre el vientre consagrado de su madre: con delicadeza de bien nacido, con ex- quisitez de persona decente que sabe que todas las percepciones de su vivir se consolidan sobre basamento santificado, augusto, al que nunca de lo debe profanar. Desde el ombligo de su madre tierra Vázquez oteará lodo confín y .señoreará su frente con la mística de un inca que, acaso, viese nacer de sí un Sol .... Y Vázquez tuvo que ser bueno: cordero de Dios y llama de Altar al pie de crucifijos. Y Vázquez tuvo que rendir culto permanente a su madre carnal —producto también de la Madre Tierra, la MAMA PACHA— en quien adora la íntegra Crea- ción del Hacedor. Más que con Dios o, a lo menos al par de él, Váz- quez vivió, convivió mejor, con el instruido homenaje venerador de la madre bieudadora de su ser; la llevaba pendiente de sus ojos y del aliento de su voz y en vaho de sus latidos era la reverencia vitalicia con la que él mismo se honrara enalteciéndose. La función de la ma- dre carnal consistió en aportar el órgano ab- soluto al hijo quien crearía el génesis total de maravillas armónicas proclamadoras de las ex- celencias de un instrumento couducido con sa- gacidad y explotado al máximo de la decencia rendidora. Pues eso fue Vázquez: máquina pre- ciosa de decoro engrandeciendo todo lo que en ella era depositado; ni más ni menos: de un simple grano saldría una estatua, de una pa- juela una fronda de vividos irisamientos, de una gota de agua flamorosa cascada, de una miga de luz la patena do un cénit perpetuo de lucencias creadoras, generadoras y siempre a más en más de más. Por ello también su fa- cultad omnímoda de abarcar toda disciplina con facultad de viento que penetra e invade fpasa a la última páginaj Desde ahora yo pido a los míos Te besen con su alma, y enredada en tus brazos mi pluma con mi pluma me entierren. . . sin lágrimas. HONORATO VÁZQUEZ.

HONORATO VAZQUEZ - Repositorio Digital de la Universidad ...dspace.ucuenca.edu.ec/bitstream/123456789/4816/1/BOLETIN 1955 NO. 18.pdfque rendir culto permanente a su madre carnal —producto

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j T l j T L T Ü Ü H A F I C O D I R E C T O R : G. H x a m b e r t o M a t a ,

B I B L I O T E C A R I O G E N E R A L .

Cuenca, a 22 de O c t u b r e de 1955. 1SP 18.

<>!<"<> <1«» 1 ,ii i-~ Toro Moren» H O N O R A T O V A Z Q U E Z :

Elegante conjunción de lo Universal con lo vernáculo. GABRIEL C E V A L L O S G A R C I A

A L CRUCIFIJO DE MI MESA

(A mi hijo Manuc Honorato^

A tus pies ha dormido mi pluma, y, al reir el alba, soñolienta empezó su faena, besando tus plantas.

Al trabajo, a la lid cada día se va solitaria, y, aunque triste regrese las tardes, no vuelve manchada.

Cuantas veces, teñida en mi sangre, cayó en tu peana, y se irgió como un dardo, pidiendo un blanco a mi saña!

Y a no vi tu cabeza sangrienta, tus menos clavadas; vi mi afrenta, buscó al enemigo mi ciega venganza.

Y , al hallarme, —tendido ya el arco, ví en su frente pálida de tu sangre una gota, Dios mío envuelta en tus lágrimas. " T e perdono mi hermano, en la sangre que a los dos nos baña:

ahoguemos en ella, tú el odio y yo la venganza".

Así dije, caí de rodillas, y arrojé a tus plantas, ese dardo que cae en tu sangre, si busca la humana.

Con los brazo, abiertos presides mi labor diaria; de Tí brota mi idea, y se torna incienso en tus aras.

Por tu cuerpo y tu cruz se desliza, desde la ventana, suave luz que, al papel en que escribo, con tu sombra esmalta.

Y así, alterna entre el sol y tu sombra, mi pluma trabaja, bien sonrían mis labios, bien mojen el papel mis lágrimas.

Habrá un día: ese día mi pluma, yacerá arrojada en mi mesa revuelta, buscando, en vano, tus plantas.

Ni Tú, entonces serás en mi mesa: mis manos cruzadas. Te tendrán recostado en mi pecho sobre una mortaja. . .

HONORATO VAZQUEZ Agnus Dei y Flama

A l g u n a vez habría de escribirse dejando que sólo el pensamiento imprima las ideas, sin que las manos in tervengan en el gobierno de la p luma. Así, en alto la mente, con las palmas del cerebro inmersas en los cielos, quiero evocar a H o n o r a t o Vázquez t r a t a n d o de hal lar lo , aho­ra, en el I n f i n i t o ya que las t r izaduras de la t i e r r a fueron y serán poca cosa para quien ascendiera de sí m i s m o r u m b o a la E t e r n i d a d bolocaustada. Vázquez hol lara el suelo nuestro de ort igas y de t r igos , pero cada i m p r o n t a de su planta era luz que, en estremecer inmarcesi­ble, t ra taba de elevarse en la flor, en los destellos del tabernáculo y en el h u m o del incienso lírico y t u r i s t a de taumaturg ias aventuras.

H o n o ra to V á z q u e z . . . . Cada vez que me pronunc io este nombre se rae viene a las mientes la campani l la de la Misa; asocio al Sacr i f i ­cio Católico la designación baut ismal de un nombre que convocóse de toda a l t i t u d para que nosotros, los simples mortales s in apelación, en sanchemos el pecho a horizontes inasibles de pureza a d m i r a t i v a . T o d o en este Vázquez era cima, soledad augusta, t r a n q u i l a y d igna abaste­ciéndose en ella misma de sus consolaciones y de sus merecimientos. Serenidad de Sol a l u m b r a n d o la más mínima br izna v i v i e n t e sin arre­batos exteriores; serenidad de quien venciera sus cóleras con gubias de mansedumbres y lubrif icaciones de benignidades con provecho . . .

Desde la na tura l t ierra morlaca naciera H o n o r a t o Vázquez: con sosiego, quizás con la impercept ible insignif icancia con la que brota la endeble verdura parva la misma que, luego, irá a trocarse en cedro, en guayacán, en eucalipto, en c a p u l í . . . . Débil presencia de V i d a , t i e rno sustentar de crecimiento y , para después, la carne d u r a , const ruct iva y aromática con reciedumbre biológica de corteza protectora aislante de vendavales y tropelías de furiosidades del alma y de elementos te­lúricos malsanos N a t u r a l de la t ierra , H o n o r a t o Vázquez empinárase de ella con la consideración de aquel que siempre se i rguiera sobre el v ientre consagrado de su madre: con delicadeza de bien nacido, con ex­quisitez de persona decente que sabe que todas las percepciones de su v i v i r se consolidan sobre basamento santificado, augusto, al que nunca de lo debe profanar . Desde el ombl igo de su madre t i e r r a Vázquez oteará lodo confín y .señoreará su frente con la mística de un inca que, acaso, viese nacer de sí u n S o l . . . . Y Vázquez t u v o que ser bueno: cordero de Dios y l lama de A l t a r al pie de crucif i jos . Y Vázquez t u v o que r e n d i r cul to permanente a su madre carnal — p r o d u c t o también de la Madre T ierra , la M A M A P A C H A — en quien adora la íntegra Crea­ción del Hacedor. Más que con Dios o, a lo menos al par de él, Váz­quez vivió, convivió mejor, con el i n s t r u i d o homenaje venerador de la madre bieudadora de su ser; la llevaba pendiente de sus ojos y del al iento de su voz y en vaho de sus lat idos era la reverencia v i t a l i c i a con la que él mismo se honrara enalteciéndose. L a función de la ma-

dre carnal consistió en aportar el órgano a b ­soluto al h i j o quien crearía el génesis t o t a l de maravi l las armónicas proclamadoras de las ex­celencias de u n i n s t r u m e n t o couducido con sa­gacidad y explotado al máximo de la decencia rendidora . Pues eso fue Vázquez: máquina pre­ciosa de decoro engrandeciendo todo lo que en el la era depositado; n i más n i menos: de u n s imple grano saldría una estatua, de una pa­jue la u n a f r o n d a de v i v i d o s ir isamientos, de u n a gota de agua f lamorosa cascada, de una m i g a de luz la patena do u n cénit perpetuo de lucencias creadoras, generadoras y siempre a más en más de más. P o r ello también su fa­cu l tad omnímoda de abarcar toda disc ipl ina con f a c u l t a d de v i e n t o que penetra e invade

fpasa a la última páginaj

Desde ahora yo pido a los míos Te besen con su alma, y enredada en tus brazos mi pluma con mi pluma me entierren. . . sin lágrimas.

H O N O R A T O V Á Z Q U E Z .

E l cuerpo de la obra es el t e x t o propia ­mente dicho, sin las páginas pre l iminares y los accesorios tales como apéndices , tablas etc.

E l cuerpo consiste, pues, en la mater ia que s irve de contenido al l i b r o y al t ema p r i n c i p a l de su desarrol lo .

D I V I S I O N I N T E L E C T U A L O I D E O L O G I C A

L a obra d i s t r i b u y e metódicamente su contenido en diversos seccionamientos, de acuerdo con un p r i n c i p i o de lógica. L a di visión inte lectual de la m i s m a que se hace a los fines de un mejor o r d e n y más fácil in te l igenc ia de su t e x t o y comprende : t o ­mos, partes, l ibros , secciones, capítulos y parágrafos

Tomo (del lat . ¿ornas, y és te del g r . , secc ión) , s igni f ica por consiguiente , una par­te, una porción, del contenido o mater ia de una obra . Es la u n i d a d rac ional o ideólo gica que hace el autor de la misma E n cam­bio, el v o l u m e n , que puede cons t i tu i r por si solo una obra independiente y completa , denota únicamente la un idad mater ia l y de­pende del i m p r e s o r o encuadernador.

Ajusfándonos r i g u r o s a m e n t e a este tec­nic ismo es o p o r t u n o señalar, por e jemplo, que los volúmenes I V y V de la Historia de la Nación Argentina. (Academia N a c i o ­nal de H i s t o r i a ) , d i v i d i d o s en dos seccio­nes cada uno t ienen una notación deficiente. E n efecto: las referidas piezas bibliográficas forman, en real idad, cuatro volúmenes d i s ­t in tos e independientes , que debieron l levar numeración corre la t iva ( I V , V , V I y V I I y d iv id i r se , p o r razón de la mater ia , en dos tomos — u n o para El momento histórico del vi-rreynanato del Rio de la Plata y o t ra para La revolución de mayo hasta la asamblea general constituyente— y éstos, a su vez, gubdividirse en dos partes respectivament. ; .

Parle. Se da este nombre a cada una de las divisiones principales que sigue, en orden de impor tanc ia , después del tomo, en una obra científica o l i t e rar ia .

L a parte se des integra c u a n t i t a t i v a m e n ­te en l ibros , secciones, capítulos y parágra­fos, e lementos todos que f o r m a n la serie p r o ­gres iva en que se parcela la mater ia .

Estas divisiones g u a r d a n , con respecto al asunto t ra tado , un orden decreciente de g e n e r a l i d a d e i m p o r t a n c i a —desde el tomo, la parte más ampl ia , hasta el parágrafo, la más espec í f ica—, cuyos títulos se señalan en el t ex to con dis t intos t ipos de le tra .

L a indicación de estas divis iones con sus correspondientes títulos y t i t u l i l l o s se hace p o r un sistema de notación basado en nú­meros, ( a ráb igos y romanos) , letras, (ma­yúsculas y minúsculas) , o una combinac ión de ambos.

L a notación, como se comprende, fa­c i l i ta la consulta y las referencias o citas de la obra.

L a división mater ia l de la obra com­prende: el v o l u m e n , el cuaderni l lo , la hoja, la página y la línea.

Volumen. ( D e l lat . volveré, envolver , esto es, ro l lo , y no de volutncu, espacio ocupado p o r un cuerpo) , representa una obra o par te de ella. E n t r e v o l u m e n y obra hay una una relación de g é n e r o a especie. E l vo­

l u m e n es por tradición, la u n i d a d clásica de una bibl ioteca ; p o r eso suele decirse con p r o p i e d a d que una b ib l io teca "consta de tantos volúmenes y no de tantas obras" . Por consiguiente , el v o l u m e n es una d i v i ­sión m a t e r i a l que depende sólo de la f o r m a de la e n c u a d e m a c i ó n o del impresor .

" U n v o l u m e n — d i c e un autor-— l leva el n o m b r e de ta l cuando t iene su p r o p i a carátula (sic) , su paginación y, salvo raras excepciones, su índice, sin que se tenga en cuenta su f o r m a t o , n i su m a y o r o menor nú m e r o de páginas . N o hay opinión más erró­nea que la que considera " u n v o l u m e n " la colección de 15 o 20 tesis o folletos en­cuadernados d e n t r o de las mismas tapas. S e g ú n ese c r i t e r io la palabra v o l u m e n s ig ­nif ica " corpulenc ia o b u l t o de una cosa" o "espacio ocupado por un cuerpo" ; de m o d o que si fuese posible encuadernar en . un so­lo v o l u m e n los cinco m i l de una bibl ioteca, ya no podría decirse que esa bibl ioteca po­see cinco m i l volúmenes, sino un solo vo­l u m e n " .

E n síntesis, y con relación al t o m o — u n í dad r a c i o n a l — , el v o l u m e n puede f o r m a r por sí solo una obra independiente y completa ; en cambio, el tomo, no; él cons t i tuye siem pre una parte de una obra .

O r d i n a r i a m e n t e la división en volúmenes concuerda con la división en tomos, pero es común hal lar dos tomos pequeños en un vo­l u m e n y, también, — a u n q u e más r a r a m e n t e — un t o m o en dos volúmenes.

E j e m p l o de esto último lo cons t i tuye la obra El poder Legislativo de la Nación Ar­gentina, por C A R L O S A L B E R T O S I L V A , cuyo p r i m e r t o m o , que reúne los anteceden­tes c o m p r e n d i d o s entre 1854, ha aparecido en dos partes que f o r m a n sendos volúmenes i n ­dependientes.

Cuadernillo. E s t á formado por uno o mas pl iegos que doblados y cosidos j u n t o s for­man el v o l u m e n . E l orden de los pl iegos se de termina por la signatura, esto es por el número colocado en la e x t r e m i d a d in fer ior derecha, debajo de la última línea d e l t ex to , que l leva la p r i m e r a página de cada cuader­ni l lo .

O t r o e lemento que servía al encuader . nador para faci l i tar el o r d e n a m i e n t o de los pl iegos — sobre todo en los l ibros a n t i g u o s — era el reclamo. C o n esta voz técnica — q u e a lgunos hacen i m p r o p i a m e n t e f e m e n i n a — se expresaba la pa labra o sí laba que solía po­nerse en la parte infer ior a la derecha de la página f inal verso del p l i e g o ( la que es tá a la izquierda del lector y l leva numeración p a r ) y que era la misma con que se comen­zaba la página del p l i e g o s iguiente .

A u n q u e hay quienes sostiene que esta cos tumbre apareció antes del S i g l o X I I — e n a lgunos códices de la é p o c a — F u m a g a l l i a f i rma que fué V I N D E L I N O D E S P I R A el p r i m e r o que la i n t r o d u j o en su famosa edi ción de Tácito en folio, impresa por él en Venecia a pr inc ip ios de 1470.

E l uso del reclamo subsistió d u r a n t e ca­si todo el s ig lo X V I I I .

Hoja o Folio. Recibe este n o m b r e cada una de las partes iguales que resultan al dob lar el papel para f o r m a r el p l i e g o en los l ibros y cuadernos.

la hoja del l i b r o . E n la página debemos se­ñalar los elementos s iguientes : el t ex to , las notas, márgenes , los títulos y numeración.

E l Texto es el escri to que forma el con­ten ido de la obra, a di ferencia , de las no­tas, glosas o comentar ios que sobre él se hacen.

Las notas son citas de autoridades , ex­plicaciones, aclaraciones o referencias b i b l i o ­gráficas que generalmente hace el autor —a veces también los editores, t raductores , r e v i ­sores o compiladores de la o b r a — y que apa­recen por lo común al pie de la página de t e x t o , con una l lamada de cifra, le t ra o as­terisco, e impresas en t ipos más pequeños

Las notas pueden: ser in f ramarg ina les o al pie de página, o b ien notas marginales , aco­taciones o ladi l los . E n los l ibros de los siglos X V I y X V I I las notas se ponían, por lo ge­neral , al m a r g e n del t e x t o y a la misma al ­t u r a del pasaje ob jeto de la glosa.

A veces la acotación era un breve re- • sumen del parágrafo o una referencia crono­lógica. L o s franceses l laman manchettes a las notas marginales .

Margen es el espacio que queda en blanco a cada uno de los cuatro lados de la página impresa .

E n la página debemos d i s t i n g u i r d iver ­sos títulos.

Título de cabecera o titulo corriente. E l n o m b r e castizo es t i t u l i l l o , que los ingleses y norteamericanos l laman, con un sent ido más ampl io , running Hile, Es el título ge­nera lmente abreviado, que se i m p r i m e en la parte super ior de las páginas. E n Franc ia se lo l lama titre courant. Puede ser el genera l de la o b r a o el par t i cu lar de cada capítulo.

E l título de cabecera, debe considerarse como el sumar io o resumen de la página a que corresponde. Por eso es i m p r o p i o dar por título de cabecera a las páginas de un l i b r o el mismo título d". la portada. O T -L E T aconseja mencionar en las páginas pa­res ( lado izquierdo) , las grandes divis iones de la obra ^secciones o capítulos,) en las páginas ( l a d o derecho), las divisiones más es­pecíficas y concretas (parágrafos) .

Título de partida. Es el que está co­locado en la p r i m e r a página del t ex to p r o ­p iamente dicho y del puede decirse que arranca el l i b r o . E n Franc ia se lo designa titre de deport.

E n algunas obras el título de la par­t ida es tá precedido de un lema, esto es de un a r g u m e n t o o frase para indicar en bre­ves términos el asunto o pensamiento de la obra .

Título marginal. Es el que se coloca en los m á r g e n e s y s irve para dar a cono­cer el contenido de los parágrafos .

PAGINACION. Las páginas del l i b r o t ienen numeración cont inua . E l objeto de la paginación es indicar con e x a c t i t u d un de» t e r m i n a d o pasaje de la obra y faci l i tar , con el uso de los índices y tablas de materiales, las referencias y citas del contenido de la misma.

L a paginación se re lac iona con la d i ­visión mater ia l del l i b r o , mientras que la no­tación se refiere a la división racional del m i s m o .

Los p r i m e r o s l ibros carecían de pagina-

" R e v i s t a N a c i o n a l de C u l t u r a " . N o s . 105, ico, 107, 108, 109, A ñ o W V I I , de 1954, 1955. Caracas-Venezuela , 1954.

"Revis ta I n t e r a m e r i c a n a de Bib l iograf ía" . N o s . 1, 2, V o l . I V , 4. W a s h i n g t o n , 1954.

U n i v e r s i d a d de A n t i o q u i a . N? 119, de 1954, Nos . 120, 121, 122, Medellín C o l o m b i a , 1955-

" R e v i s t a Javer iana" T o m o X L I I , N o s . 2 l , l , 112, 113, 114, 115, B o g o t á - C o l o m b i a , 1954-Í955-

" O b r a I m p r e s a de los Inte lectuales Es-

ción, esta solían poner la a mano los posee­dores.

L o s incunables y l ibros del s iglo X V I no están, por lo general , paginados sino Jo-Hados, es decir que no se cuentan las pá­ginas sino las hojas. M a s tarde se numera­ron las páginas c o r r e l a t i v a m e n t e una a una; al p r i n c i p i o con cifras romanas, y desde 1489. con aráb igas .

L a numeración arábiga aparece por p r i ­mera vez e n , E u r o p a en un manuscr i to que se conserva en El Escorial y fue redactado en el monaster io de A l b e l d a por el año 976.

Se a f i rma que el famoso impresor J U A N D E S P I R A , de Venecia fue el p r i m e r o que numeró con cifras romanas las páginas de un l i b r o , siendo éste el Tácito que publicó en 1469. .

Parece que el impreso fol iado más an­t i g u o que se conoce es Servio in /esto prae-sentationes Beatissiinae Virginis, en cuarto, de 12 hojas numeradas, hecho en C o l o n i a por el t ipógrafo A R N A L D O T E R H O E R -N E N 1470.

L a paginación puede ser: cont inua , esto es desarrollarse corre la t ivamente y sin i n ­terrupción a través de todo el t e x t o de la obra, o fraccionada, como por e jemplo, en algunas publicaciones periódicas que apa­recen p o r fascículos o partes independien­tes que luego se acumulan para f o r m a r un v o l u m e n . L a p r i m e r a es más práctica y t ie­ne la venta ja de faci l i tar el manejo del l i b r o con más rapidez y e x a c t i t u d .

M á s adelante, al re fer i rnos a la cata-loeación, veremos las dist intas maneras en que puede hallarse p a g i n a d o un l i b r o .

L a numeración puede señalarse en el p u n t o medio o en los ex t remos de la par te super ior o in fer ior de la página. C o n v i e n e — s o b r e todo para las obras que siguen la notación d e c i m a l — fijar la numeración en los lados exter iores de la parte alta de la página y a g r e g a r la notación de los capí ­tulos en los lados inter iores . [ V e r al respecto el d ispos i t ivo adoptado por la mencionada obra de O T L E T , Traite de Documentatión, etc . ]

Línea. L a línea d i s t r i b u y e la composi ción t ipográf ica en toda la extens ión de la plana, o en dos o más columnas de la mis­ma. L a serie de líneas dispuestas h o r i z o n -ta lmente i y espaciadas cons t i tuyen lo que se l l a m a la la caja o forma. L a par te i n ­fer ior que queda en blanco en las páginas de un impreso por haberse t e r m i n a d o éste o un capítulo del mismo, se l lama birlí.

[ C O N T I N U A R Á ]

v - u m ^ i i d u d pur j unan A m o y Gharmión Shelby, P r ó l o g o de A l f o n s o Reyes, C a l i f o r n i a , 1950.

" C u r s o para formación técnica de A r c h i ­veros y B ib l io tecar ios" . M a d r i d , 1954.

" C u l t u r a U n i v e r s i t a r i a " . N o s . 45, 46, 47. Caracas-Venezuela .

" L a N u e v a Democrac ia " . V o l . X X X V , N o s . 1, 2, 3, N u e v a Y o r k , 1955.

" R e v i s t a R o t a r í a " . T o m o X L I V N o s . 4, 5, 6. T o m o X L V , N ° 2 C h i c a g o , 1955.

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del País así como del E x t e r i o r , que se han dignado aver iguar por la suspensión de B O L E T I N B I B L I O G R A F I C O . V o l v e ­mos nuevamente a publ icar nuestra ho ja bibliográfica, asegurando que dé aquí en adelante aparecerá regularmente mejorán­dola en la medida de nuestro esfuerzos. Su distribución será, como siempre, gra­t u i t a . Aprovechamos esta o p o r t u n i d a d pa-ia ins inuar a los autores que si les in te resara una crít ica de sus obras pueden r e m i t i r , por dupl icado, a la Dirección de este B O L E T I N B I B L I O G R A F I C O , apar tado N? 16S. Cuenca.

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diosa ante el enaltecimiento de quien obl igado está a alabar las creaciones del Dios supera­das por la ingente v o l u n t a d del hombre . . . Y Vázquez fue Poeta, l i tera to , músico, crít ico, p i n t o r , profesor, maestro, periodista, filólogo, h is tor iador , arquitecto , diplomático, hombre so­cial y toda colección de actividades, que, es­tando innatas en el hombre , son susceptibles de desarrollarlas en teniendo convicción de personal valía. Con fundamentos de intrínseca personalidad act ivó la célula de su cerebro a l al • af inamiento de su hombredad inmanci l lada . Cerebro sí . . . empero, ta l vez, más corazón porque todos los actos de la v i d a de Vázquez fueron regidos y cimentados por u n corazón de anchuroso Poeta en mer id iano iucaducable. Poeta para auscultar la genetlíaca de la más ins igni f i cante cosa v i v i e n t e : una raíz seca, una tela de araña, una pella de barro , el l i q u e n de una piedra, la va lva de u n molusco, las es-

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en toda parte y lugar , sólo sus iniciales: H. V. Cabía esto mejor que su nombre íntegro; ca­sarían esas letras IT. V. auuque fuesen en la o r i l l a de una hoja o bien en el pico de u n j i l g u e r o . Letras con burilación de sent imiento fiébil propenso a los suspiros embozados o a lágrimas f u r t i v a s . . . Euternuradamente m i ­raba Vázquez las imbricaciones de las plantas y nada sorprendente hubiera sido p i l l a r l o i n f r a g a n t i al alba exUtsiado de rodi l las ante el cielo polieoloro de una flor. ¿Franc isco de Asis y sus "Flroreci l las"? P O V E R E L L O morlarco aunque sin el adolescente v i v i r licencioso de aquel ar istócrata que, después, devin iera santo. Más V á z q u e z . . . . fue de por sí, de suyo, u n santo. E n el capítulo que tengo dedicado a Vázquez en m i l i b r o " A P U N T E S P A R A U N E S T U D I O D E L A L I T E R A T U R A M O R L A ­C A " , expreso lo siguiente: " N a d a tan quer ida debe ser para la Morlaquía como la persona de este hombre, de este A N G E L S A N T O con alma de p l a t i n o más precioso y c r i s ta l ino E n todo y por todo, sí, este señor, Gran Se­ñor, estaba sustentando su parva h u m a n i d a d por una pieza dura y resitente," y a la vez translúcida, que asistía de fuerza y "solidez su su endeble osamenta de cr is t iano vaporoso. Ange l porque así naciera y santo porque así se crió, se multiplicó, se vivió y se murió .— Si se me encargase buscar un varón morlaco que personifícala a Cuenca, sin vacilaciones, poniéndome la mano en el pecho y lealtad en m i garganta - como siempre—, yo proclamara que H o n o r a t o Vázquez es el morlaco por exce­lencia, por s u b l i m i d a d , por graciosidad y an­tonomasia. Diciendo las cualidades de H o n o ­rato Vázquez, erte inmenso hombre con i l i m i -t u d de cielo radiante que solía firmarse de H. V. p r o m u l g a n d o estaremos las valías de la M o r ­laquía: f r a t e r n i d a d , don de gentes, hidalguía, honradez, pureza, so l i c i tud , talentos, d o n d a d ' fe . . . todas las v i r t u d e s cardinales y las teo­logales, todo el supremo Bien , la máxima per fección y el culmen de Belleza. Poeta, art is ta , hombre , gente con el corazón en la palma de su mano bienhechora y caballera pasó por las turbias sendas de la V i d a y der la Pa t r ia re­gando su mansa luz de d i g n i d r d iufatio-a-ble".

L u z de hombre h o m b r e - l u z que fuera i n ­vestido con el título de C I U D A D A N O D E Q U I T O por el Concejo de 1928 presidido por el ex imio escritor D r Francisco Chir iboga Bus-tamante . S iquiera esto ha hecho el Ecuador por una de sus glorias más preclaras, E n fin.... ya es u n consuelo!

G. Humberto MATA.

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