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errneas; nunca tenemos la experiencia real deun objeto, slo
impresiones de color, forma,consistencia, gusto, etc., de la misma
maneraque no tenemos una impresin real que co-rresponda a la
continuidad las cosas simple-
mente suceden una despus de otra. Ni si-quiera podemos decir que
una cosa sea causade que otra ocurra; podemos observar queuna cosa
sigue constantemente a otra (plvoraencendida , explosin) pero no
hay conexin l-gica entre las dos, ni razn lgica por la cualdeba
suceder esa secuencia en el futuro. No
tenemos nocin de causa y efecto, sino la deciertos objetos que
han ocurrido s iempre jun-tos . La induccin es un proceso de mera
enu-meracin y no tiene ninguna fuerza lgica; to-dos los cisnes
haban sido blancos antes deldescubrimiento de cisnes negros en
Australia,en tiempos de Hume. Los cisnes no haban sido
necesariamente blancos, al igual que la llama nocausa
necesariamente que la plvora explote.
Hay muchas limitaciones en la visin deHume, y no slo las que
chocan con el sentido
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comn. Cmo podemos seguir viviendo, siesto es lo nico que sabemos
con certeza?Hume conoca esta objecin a su filosofa. "Tanpronto como
salimos de nuestro gabinete y nosocupamos de los asuntos corrientes
de la vida,
se desvanecen las conclusiones a las que haba-mos llegado con
tanta dificultad, como fantas-mas nocturnos a la luz del alba, de
manera quenos es difcil mantener aquella conviccin".Hume se estaba
refiriendo aqu a la extremaprecar edad de la condicin humana
respectodel conocimiento; creemos que sabemos mu-
cho, pero en realidad mucho de lo que cree-mos saber es mera
suposicin, confiable, perosuposicin, despus de todo.
Esta posicin es curiosamente similar al esta-do actual del
conocimiento, cuando las ltimasverdades de la ciencia hace mucho
tiempo quese han alejado de los. dominios de la credibili-
dad o del sentido comn; aceptamos de malagana las verdades de la
ciencia, que pretendenhacernos creer que un torrente de partcu-las
subatmicas atraviesa nuestra slida tierra,
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que sigui inmediatamente a la de Hume, los fi-lsofos alemanes
habran de producir los msgrandes sistemas filosficos jams
conocidos.
Kant ley a Hume y declar que esa experiencia me despert de mis
sueos dogmticos , y como resultado, produjo un sistema del
ms elevado ingenio y visin, que lo abarcabatodo. Sigui Heget con
el dinosaurio filosficomayor de todos: un sistema metafsico vasto
ycomplejo, por encima de la comprensin delos simples mortales. Toc
a Nietzsche ver queestos esfuerzos mal dirigidos slo
produciranbestias extintas y que haba ms sentido en una
sola pgina de Hume que en toda la obra de Hegel .
Pero ni siquiera Nietzsche pudo qui tar la vallaepistemolgica
que haba colocado Hume en elcamino del progreso filosfico, al
admitir quelas objeciones de Hume (a casi todo) eran incontestables
y que la nica posibilidad era ignorar
las. A pesar de ello, haba que seguir filosofando, de la misma
manera que continuamosviviendo, a pesar de la demolicin por
Hume
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PLOGO
de continuidad, causalidad, etc. Quedaban muchas otras cosas
sobre las que filosofar.
Wittgenstein adopt en el siglo xx una posicin parecida.
Ignorando caballerosamente aHume (hasta el punto de no molestarse
en leerloL lleg pronto a una situacin filosfica nota
blemente similar. (Grandes mentes no siemprepiensan igual porque
plagien las mismas fuentes.)
Puede ser que Hume haya empujado aHumpty-Dumpty y le haya hecho
caer del muropero nadie hasta ahora ha conseguido recomponer las
piezas. a filosofa de hoy insiste en igno
rar ciertas preguntas, para las que cree no hayrespuestas. Es
bueno resaltar que tambin ignora algunas respuestas.
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demasa, el resultado de la prisa y el hambre; in-cluso sus
fbulas son historias mal escogidas,comunicadas en una versificacin
incorrecta,aunque briosa. Sin embargo, entre este grannmero de
obras incoherentes - e l desecho de
nuestro idioma- se pueden encontrar algunaspequeas piezas - s u
Oda a Santa Cecilia, lama-yor parte de Absaln y Achitofel, y otras
pocasque descubren un genio tan grande, tal riquezade expresin, tal
pompa y variedad de efectos,que nos llenan de pesar e indignacin
por lo in-ferior y hasta absurdo de sus otros escritos.
Historia de Inglaterra (ed. KilcupL c.71: Elreinado de Jaime II
pp. 281 282.
Mira este universo que te rodea. Qu in-mensa profusin de seres,
animados y organi-zados, sensibles y activos Admira su prodigio-sa
variedad y fecundidad. Pero mira un pocoms de cerca estas
existencias vivientes,los ni-cos seres dignos de nuestra atencin.
Cunhostiles y destructivos unos con otros ; cun
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insuficientes todos ellos para conseguir su pro-pia felicidad ;
cun despreciables y odiosos alos ojos del espectador Todo ello no
represen-ta sino la idea de una naturaleza ciega; impregna-da de un
gran principio vivificador, vertiendo
desde su seno, sin discernimiento ni cuidadopaternal alguno, sus
hijos tullidos y abortivos.
ilogos so re l Religin Natural(ed. Kemp SmithL p. 174.
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