26
I Conversatorio: Gritos de la ciudad narrativa, poesía y rock en el Perú compilatorio de ponencias

I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Este primer conversatorio constituye el inicio de una serie de eventos donde buscamos promover los estudios poco abordados por las diversas Ciencias Sociales y Humanidades. Publicamos aquí las ponencias de esta primera reunión.

Citation preview

Page 1: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

I Conv ersa tor i o : Gr i t o s de l a c iudadnarra t i va , poes í a y rock en e l Perú compi l a tor i o de ponenc i a s

Page 2: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Indice

Introducción

Sobre el evento

Ponencias

Introducción: ¿Por qué el rock? ¿Por qué la literatura? ¿Y por qué unirlos?Wili Jiménez Torres

Las cuerdas aún vibran en las letras: El Rock Subterráneo en la narrativa urbana actualMartín Roldan Ruiz

Poesía en rockCarlos Torres Rotondo

Reseña

Reseña del libro: Punk la muerte joven: 1977 un año que se comió a sí mismo de Juan Carlos KreimerFrank Huamaní Paliza

Sobre los autores

Semblanza30 años con Raúl Montaña

I Conv ersa tor i o : Gr i t o s de l a c iudadnarra t i va , poes í a y rock en e l Perú

Page 3: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Créditos

Editor generalFrank Huamaní Paliza

Editores adjuntosMadeleine Guadalupe AguirreRodrigo Escate MorenoEnso Ccanto VelardeRoxana Pocomucha YsuhuaylasJohan Marcelo RuizRocio Castillo AranyaSharon Carrion LinaresAileen Garcia OliveraJennifer Hurtado Pérez Mayra Quispe Contreras

Diseño:Rodrigo Escate MorenoFrank Huamaní Paliza

Edición y diagramaciónFrank Huamaní Paliza

Datos de publicaciónAño 1, número 1, edición digital. Junio 2016Código ISBN: .................................Código internacional ISSN: ......................

ComunicacionesCorreo: [email protected]: www.facebook.com/gritosdelaciudadBlog: http://gritosdelaciudad.blogspot.comTwitter: @RevistaRyDDescargar en: http://issuu.com/gritosdelaciudadTeléfonos: 999418209Lima - Perú

Los artículos pertenecen a los autores, no necesariamente nos parcializamos con la versión vertida en la presente publicación.

Se permite la reproducción parcial y total de la presente publicación siempre y cuando se cite debidamente.

Page 4: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Presentación

La vida urbana tiende a complejizarse en sus diversas manifestaciones, los medios de comuni-cación tienden a tomar lo masivo y visible de una determinado fenómeno social, asimismo el analisis de la sociedad es realizada desde los acontecimientos status quo que abundan en los diversos segmentos académicos. Los estudios sociales contemporáneos tratan de analizar los procesos sociales que no han sido muy abordados por las diversas disciplinas, es dificil rastrear el inicio de un movimiento social, se suele analizar la punta de iceberg, pero no las circinstan-cias que dieron origen a dicho acostecimiento, es por ello que los estudios no convencionales han sido tomado por las Ciencias Sociales y Humanidades como instrumentos importantes que buscan analizar procesos invisibilizados por los estudios convencionales. Tematicas como el fútbol, la música popular, los estudios de género, entre otros constituyen acontecimientos importantes que ayudan a entender de manera más amplia los diversos fenómenos que suce-dieron en un determinado contexto, en muchos casos, reflejan mejor que cualquier otra fuente un proceso histórico determinado. Por ello de la urgencia y la necesidad de estudiarlos y ana-lizarlos.

En este contexto, el conversatorio “Gritos de la ciudad“ busca analizar y promover estudios que han sido poco abordado por las por las Ciencias Sociales y Humanidades. Esta actividad es el inicio de una serie de eventos donde pondremos sobre la mesa una temática social poco abordada como es la relación entre la narrativa, poesía y el rock subterráneo, intentaremos buscar coincidencias entre los estudios realizados con la ayuda de especialistas en la temàtica y esbozaremos unas conclusiones al finalizar el evento, cada evento tendrá un producto concreto el cual será una revista-boletin donde compilaremos el resumen de las disertaciones de cada ponente, el cual colgaremos en la web y será de acceso libre.

Esta primera edición supone un reto para nosotros, esperamos mejorar e innovar con cada edición, la finalidad es netamente académica, y abierta para todo aquel que quiera acoplarse a esta iniciativa social.

Queremos agradecer la ayuda desinteresada de los ponentes, ellos le dan el realce necesario al evento, sin ellos este evento no tendría la lucidez ni el brío necesario, gratitudes a Wili Jiménez, Martín Roldan y Carlos Torres Rotondo. Asimismo es necesario agradecer a los diversos colec-tivos e instituciones que nos ayudaron desinteresadamente, a la facultad de Humanidades de la Universidad Federico Villarreal, al Instituto Raúl Porras Barrenechea, Rock Achorao’, VUNP,

Page 5: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

vale un Perú, Subterock, Rock Lima Sur, ACUEDI, CIDEHMER, El Grito, El Anexxxo, entre otros. Un agradecimiento especial a Raúl Montañez “Montaña” por apoyar este evento con su arte musical.

Queda el compromiso de continuar con esta iniciativa y seguir promoviendo eventos donde pongamo sobre el tapete estos estudios poco visibilizados por la academia, esperamos que este pequeño aporte se replique en otras instancias y puedan acoplarse diversos colectivos, desde ya nuestro compromiso y agradecimiento.

Los organizadores

Page 6: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Ponencias

Introducción: ¿Por qué el rock? ¿Por qué la literatura? ¿Y por qué unirlos?

Wili Jiménez Torres

La música rock y la literatura son dos manifestaciones culturales, apreciadas por igual. El rock, o lo que aún se entiende como tal, es la música popular de mayor trascendencia universal; el género que registra más exponentes en el mundo, el rock tiene presencia en el país desde hace 60 años y ha sido el fondo sonoro de nuestra vida ciudadana. La literatura es una de las expresiones artísticas más cul-tivadas en Perú, tanto en sus géneros narrativo y lírico (la poesía) tenemos representantes de catego-ría mundial y sus obras son un valioso tesoro para la humanidad.

¿Por qué los unimos en un conversatorio? Seguramente los organizadores tendrán su respuesta, yo tengo la mía, y lo hago evocando lo que leí en la excelente revista española “Rock de Lux”, la cual ha sido escuela de música contemporánea para comunicadores como yo, en su edición con la que celebraba sus 30 años, para la ocasión entrevistó a destacados músicos y les hizo una pregunta: ¿Si el hecho de haberle prestado atención a la literatura (en diversas ediciones) le añadía valor, siendo una publicación de naturaleza musical? Hubieron muchas respuestas positivas pero que la que más recuerdo es la más escueta, la que vino de un músico admirable, Loquillo (que por cierto ha incur-sionado en la narrativa y en la poesía), él dijo: “¿Aún estamos así? Es decir, a pesar de que la música popular y la literatura siempre han tenido vasos comunicantes aún hay quienes cuestión esa relación o la subestiman.

La literatura y el rock de nuestro país han estado más conectados de lo que se imagina y sobre ello hablarán los otros dos ponentes del conversatorio, ahora sólo deseo acabar con una reflexión: Ha su-cedido en nuestro desarrollo rockero, de música contemporánea en general, que sus creadores, sobre todo en décadas pasadas, ante la falta de una educación musical, empezaron “escribiendo letras”, tex-tos poéticos o no, que después se convirtieron en canciones, pasó conmigo, desde los 13 años escribí reflexiones o “intentos de poemas”, a las que llamaba letrillas pues las consideraba de poca importan-cia, irónicamente el tiempo me demostró que estaba equivocado, en esas letrillas están las bases de lo hice después en… mis experimentos musicales, al tal nivel que una de mis composiciones, extraí-da de esas letrillas, la ha citado el fundador de Siniestro Total, banda española para más señas, la cual nos influenció en la gestación de mi banda, llamada SdeM, ésta ha sido citada en libros, entre otros, en uno, para mi sorpresa, sobre la historia del punk de México, mencionada en el contexto latinoa-mericano en los 80s que interesó a los autores y citada, también, en otro libro, sobre Dead Kennedys, la banda pionera mundial del género que practicábamos, hardcore punk… para mi mayor sorpresa.

Page 7: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Así empezaron muchas historias. Y esto solo es la punta del iceberg.

En un mundo fugaz como el actual necesitamos más que nunca dejar huella con nuestras manifesta-ciones artísticas, los ponentes convocados trataremos de aportar sobre el desarrollo de esas manifes-taciones y sus contribuciones a nuestra vida ciudadana.

Page 8: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Las cuerdas aún vibran en las letras: El Rock Subterráneo en la narrativa urbana actual

Martín Roldan Ruiz

Las cuerdas aún vibran en las letras: El Rock Subterráneo en la narrativa urbana actual

En una conversación con el escritor y profesor Miguel Gutiérrez sobre los narradores de estos años, derivamos en la fuerte influencia que tiene la música rock en las obras publicadas desde la década de los noventa hasta la fecha. Una relación que ha dado un matiz especial a las historias, tanto que es una de las características ineludibles a la hora de interpretarlas.

Dicha plática me dejó reflexionando sobre esa relación entre la música en general y la literatura, que realmente no es algo nuevo. Vale mencionar la fuerte influencia del jazz en Julio Cortázar, tanto así que su monumental obra Rayuela es considerada como una gran improvisación de la imaginación, esencia misma del jazz. En ella el Club de la Serpiente, el círculo de amigos del protagonista Horacio Oliveira, se reúne para escuchar a Louis Armstrong, entre otros músicos del mismo género. Más aún, en su cuen-to El perseguidor, Cortázar nos presenta a Johnny, un saxofonista drogadicto que persigue una idea que va más rápido que su pensamiento. Los entendidos afirman que es una representación de Charlie Parker, el notable saxofonista de jazz, y su habilidad para improvisar con el instrumento, de manera tan imprevista que daba la impresión de estar siempre más allá de lo que estaba tocando.

Esa misma relación con el jazz la adopta también la generación beat. No es gratuito que la traducción de beat sea compás, ritmo. Jack Kerouac da a su novela On the road ese matiz que muchos lo consideran escrita con el estilo bebop del jazz. Por tal motivo, y sin ser músico, Kerouac es considerado heredero de Charlie Parker. Estos ejemplos marcan un atisbo en la adopción de formas, propias de una determinada música, para enriquecer la narrativa.

En cuanto al rock, la relación es más directa con la poesía que con la narrativa. Es sabido que Bob Dylan, cuyo verdadero apellido es Zimmerman, adopta su seudónimo en homenaje al poeta Dylan Thomas. La historia registra cuando Allen Ginsberg y Peter Orlowsky dieron una conferencia en la Universidad de Nueva York en 1971 a la que el cantautor asistió de manera anónima. En la noche se acercaría al departamento que tenían los beatniks en el Greenwich Village y tocaría blues en una guita-rra, mientras Ginsberg improvisaba poemas. De esa performance nacería un disco que sería producido por John Lennon.

El mismo Jim Morrison, de The Doors, había incursionado en la poesía antes de ser parte de esa gran-diosa banda. Incluso su partida hacia París, donde fallecería en 1971, fue para iniciar una carrera de poeta alejado de la fama de rockstar.

En nuestro país la poesía de los setenta guarda esa herencia de la música rock. Óscar Málaga, en “Poe-ma para Jack Kerouac”, cita a la banda peruana Los Saicos: “Ha muerto el gato mayor, ha muerto el gato mayor”. Los de Hora Cero consideraron el rock como parte fundamental de su poética. En los inicios de los ochenta, el grupo Kloaka continuaría esa relación incluyendo a bandas en sus recitales. Esas presentaciones de rock y poesía serían fundamentales para el surgimiento del rock subterráneo. Pero,

Page 9: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

muy aparte de estas cercanías, lo que nos interesa es cómo una música en particular, en este caso el rock, determina la atmósfera, la dinámica o la estructura de una novela o de un cuento. En el mismo sentido que relacionan a Rayuela con el jazz o como On the road, que fue escrita con una particular prosa bebop.

Algunos antecedentes peruanos

Para ubicarnos sobre el particular, en la narrativa peruana, podemos tomar como antecedente el cuen-to “El trompo”, de José Diez Canseco. En dicho cuento se da una cadencia y una atmósfera de vals criollo. Desde el segundo párrafo el autor se vale del recurso musical para inducirnos un ambiente: “Esta tarde se parecía a la tarde del vals sentimental y huachafo que, hace muchos años, cantaban los currutacos de las tiorbas: ¡La tarde era triste, la nieve caía!...”. La historia de un niño callejero que se hace hombre, en la metáfora del juego del trompo. “Mujeres con quiñes, como si fueran trompos... ¡Ni de vainas!”, le dice el padre cuando larga de la casa a la mujer traicionera, como preparando a su hijo, sin intuir, que más tarde perdería el juguete que le había deparado tanto orgullo. La pérdida de algo querido es el tema común en los valses cantados en las peñas de antaño. Igualmente los cuentos y, sobre todo, la novelaLos geniecillos dominicales de Julio Ramón Ribeyro remiten a un bolero anóni-mo, inédito y etéreo que está sonando en el ambiente, en las historias, en la sordidez existencial de los personajes. Y eso le da mayor contundencia a la hWWWra de adentrarnos en esa Lima, cincuentera y decadente que Ribeyro nos quiere mostrar. A diferencia de Diez Canseco, el autor de Los gallinazos sin plumas logra magistralmente ese ambiente sin nombrar ninguna canción. De esto se puede dedu-cir que, si los gustos por la música de cierta época es lo que determina a los autores para ambientar atmósferas en sus obras, es comprensible que el rock haya tenido fuerte influencia entre los narradores actuales. Revisemos entonces.

Las primeras menciones al rock en la literatura peruana podrían ser en las novelas de Vargas Llosa. Pero son pequeñas menciones, porque son otros ritmos los que dominan el gusto de sus personajes, como lo hace notar en Conversación en la catedral, cuando el pequeño Santiago Zavala se reúne con Popeye Arévalo y le preguntan a la empleada, de nombre Amalia, si sabe bailar valses, boleros o hua-rachas.

Sin embargo, el escritor que usa el término rock para ambientar o darle una atmósfera gamberra, de rebeldes sin causa, de pandilla moderna y desbocada hacia una Lima que ha ido cambiando en rela-ción a la anterior generación, es Oswaldo Reynoso en su libro Los inocentes. El término rocanrolero está puesto como un sello generacional que brinda un matiz nuevo a sus personajes. Esto marca in-mediata distancia con personajes de novelas que hablan de la misma ciudad y quizás de las mismas calles. ¿Término más acorde con el “mundo nuevo” dentro de una Lima distinta? Así lo apunta José María Arguedas en el texto que publicó el diario El Comercio en octubre de 1961, sobre Los inocentes. Pero dentro de estos cuentos no existe una fuerte presencia de la música rock. Quizás la mención a Nat King Cole, y su canción Only You, sea lo más cercano, musicalmente, con el rock and roll de esos años. Ninguno de los personajes de Los inocentes escucha este ritmo. La guaracha Marina o los bole-ros de la fiesta de Juanita en el cuento “Colorete”, o el personaje Natkingkong, que tocaba los gemelos en una orquesta llamada Los Tropicales, obviamente de ritmos caribeños, nos hacen deducir cuáles eran los gustos musicales de la época. Esto nos consigna que la Lima de Los inocentes no estaba den-tro de una cultura netamente rockera. Entonces, lo rocanroleroen Los inocentes tiene otra acepción; es sinónimo de pandillero, de pirañita, de barra brava, si lo queremos comparar con la Lima del siglo XXI. El rocanrolerismo, como refleja Reynoso, estaba más visto como un fenómeno social cercano a la delincuencia. Por eso no es extraño que Manuel Escorza rebautizara los cuentos de Reynoso, para la colección Populibros Peruanos, como Lima en rock. Pero si en Los inocentes había rocanroleros sin

Page 10: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

serlo musicalmente, desde los años noventa, jóvenes fuertemente influenciados por Oswaldo Reynoso se lanzaron a publicar sus historias llenas de ese ritmo que es considerado el folklore urbano del siglo XX.

Lado A (No están todos los que son, pero son)

Abarcar en este artículo toda la narrativa peruana con una fuerte presencia del rock no es mi propó-sito, porque, valgan verdades, no he leído a todos. Por eso me centraré en cuatro novelas que para mí tienen ese espíritu de su tiempo, tal como Reynoso dio a sus personajes, cuando los denominó rocan-roleros. Pero con la diferencia de que en estas novelas los personajes son musicalmente rockeros. Y, no sólo eso, también sus autores son rocanrófilos, y en algún momento tomaron los instrumentos para tocar en una banda.

En esa conversación con el profesor Miguel Gutiérrez, no podíamos desligar a las novelas, tocadas en la charla, de la música que las acompañaba. Estas novelas se centraban en aquellas que trataban los años de la violencia política. Y, cosa curiosa, todas guardaban relación con el rock subterráneo, movimiento que es considerado el empuje necesario para que las tendencias modernas del rock, a partir del punk, se hayan instalado en nuestro país. Y, por la forma como se forjó y desarrolló, en el contexto violento de los años ochenta, reflejan de manera dramática la guerra interna, la crisis social y económica que les tocó vivir, en su música, estética y temática. Estas novelas son Al final de la calle de Óscar Malca, Nuestros años salvajes de Carlos Torres Rotondo, Incendiar la ciudad de Julio Durán y La ciudad de los culpables de Rafael Inocente.

¿Cuál es el motivo que me lleva a mencionar estas novelas únicamente en relación al rock, si sabemos que hay muchas más? Pues que los autores fueron músicos de rock subterráneo, o subtes, y que ese tipo de rock tiene fuerte presencia en la atmósfera y en la estructura de sus novelas.

Aunque Óscar Malca no participó como músico, su presencia sería fundamental dentro del movi-miento subterráneo. Por ejemplo, en julio de 1986 publicó en el número 05 de la revista El Zorro de Abajo un artículo llamado “¿Quién le teme a los rockeros subterráneos?”, donde defiende a los subtes de los ataques de la sociedad limeña. Firmaría ese artículo con su habitual seudónimo de Sigfrido Le-tal. Su importancia se debe también a su labor como editor de los fanzines Macho Cabrío, Luz Negra, Alternativa Subterránea. O, desde mucho antes, como miembro del grupo poético Kloaka, en cuyos recitales tocaría la banda Kola Rock del recordado Edgard Barraza (Kilowatt) y los primeros Leuze-mia. Aparte que Al final de la calle inaugura tópicos valiosos en relación a la música moderna en la narrativa.

La novela en video-clip: Óscar Malca y “Al final de la calle”

Desde su aparición en 1993, Al final de la calle (El Santo Oficio) retoma el tema de la collera de barrio ya tratado en Los inocentes, pero en sus páginas se respira algo más, pues inaugura un nuevo compo-nente que bien pudo haber sido iniciado por Oswaldo Reynoso: la inclusión fuerte de la música rock como una especie de personaje que tiene vida propia o que matiza las historias narradas. No obstante, y como apuntamos antes, la Lima de los años en que fueron publicados los cuentos de Reynoso no estaban dentro de una cultura fuertemente rockera. Cosa que sí sucede con la ciudad capital que Óscar Malca representa en su novela.

En el primer capítulo titulado “Tengo un pasajero”, se nos presenta un M tratando de relajarse con un cigarro de marihuana mientras escucha a Joy Division. Los que conocemos la música del grupo de

Page 11: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Manchester podemos imaginar la atmósfera oscura y esquizofrénica que los acordes y la voz depresiva de Ian Curtis están suscitando en M. Pero aunque no hayamos escuchado a esa banda, nos podemos imaginar lo que está sonando en el ambiente por la misma descripción que hace el narrador de ese momento en el personaje: “Una bruma oscura y aceitosa le descendía al cuerpo desde el cerebro, mien-tras los densos acordes de la música de Joy Division se acoplaban a su respiración. Un canto opaco y lastimero, desmañado, lo conducía por sus vastos océanos mentales”.

Malca, ha declarado que configuró su novela depurando lo que para él no tuviera acción. Si bien po-seen distinta velocidad, cada capítulo tiene la música adecuada para imaginarnos mejor la escena. Por ejemplo, en el capítulo de la violación de la chica, el gordo Rubén sube el volumen de la radio donde está sonando Guns N’ Roses, grupo cercano al heavy metal, violento, distorsionado y tremendamente acelerado. Una canción violenta para una situación violenta.

En el artículo “Permiso para escribir” de Martín Paredes y Ricardo Zavaleta, publicado en el número 134 de la revista Quehacer, se apunta lo siguiente sobre Al final de la calle: “Esta manera de narrar está más emparentada con la estética del video-clip. Como en la música, era una literatura de garage”.

Imaginémonos que cada capítulo de Al final de la calle es una canción con su respectivo video-clip de un álbum conceptual de rock. Por tal motivo el agregado musical se repite en casi todos los capítulos, con bandas como New Order, Soft Cell, Midnigth Oil, Siouxsie and the Banshees. En la memorable golpiza a M en el baño de una discoteca, lo que está sonando es la banda de techno pop, Depeche Mode. Pareciera que las patadas y puñetes van y vienen siguiendo el sincopado golpe de la caja de so-nidos de los Depeche. O en la conversación con la adolescente, en la azotea de su casa, no pudo haber mejor cortina musical que The Smiths, con la canción Cemetry Gates.

Pero no todo es rock, porque el sonido de la calle, al menos en esta Lima de todos los colores, va bien representada con las salsas de Oscar D’León, de Lavoe, o con el epígrafe de la cumbia de Los Mirlos “Eres bien bonita pero mentirosa engañas a los hombres, siempre con mentiras, mentirosa, mentiro-sa”, que marca de antemano lo que va a suceder en el capítulo “Sobre Ruedas”, el cual consta de cuatro historias dentro de un microbus, lugar común de una Lima provinciana. Una canción que nos re-cuerda la música que siempre escuchamos los que viajamos en ese transporte público.

Esta especie de musicalización de lo narrado, o este soundtrack, para ir más acorde con la gran afición de Malca por el cine, es algo que a mi modesto entender es uno de los grandes aportes de esta novela a la literatura que vendría después.

Los que leímos Al final de la calle en esos años nos dimos cuenta de que no sólo podíamos leer histo-rias próximas a los que crecimos en la urbe, sino que también podíamos leer, en ellas, la presencia de la música y de las bandas con las cuales habíamos crecido. Por tal motivo, se nos hacían más cercanos los espacios, las situaciones narradas y la identificación con los personajes.

Pese a la importante participación de Malca dentro del rock subterráneo, Al final de la calle no es la novela subte, como se le consideró en un principio. Recuerdo una conversación que tuve con el autor en 1996 —a raíz de una entrevista para un curso de periodismo que tenía la urgencia de aprobar—, en donde él mismo no consideraba a su novela, ni a su personaje M, como subterráneos. M era rockero, pero no era un subte. Muy aparte de las menciones a Leuzemia y a Daniel F, Malca no va más allá. No hay la fuerte presencia de las demás bandas subterráneas. Lo que abunda son bandas de corte new wave que M baila y escucha junto a sus amigos, en fiestas, discotecas o chupetas. Salvo Lou Reed y David Bowie que son de otro lote, la música de Al final de la calle es netamente pop y new wave.

Page 12: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Pero muy aparte de esto, Al final de la calle aporta la inclusión de estilos modernos de la música rock en la narrativa peruana, y de alguna forma eso lo relaciona con las tres novelas que revisaremos a con-tinuación.

Una canción descreída en cuatro capítulos: Carlos Torres Rotondo y “Nuestros años salvajes”

En 1986, el movimiento subterráneo tuvo un cisma por motivos raciales y de “clase”, por llamarlo de alguna forma. Las bandas subtes, con sus seguidores provenientes de barrios populosos, no toleraban el discurso de bandas provenientes de barrios residenciales y de clase media. La procedencia barrial, el color de la piel y la clase social fueron motivo, entonces, para que bandas como G-3, Deskontrol o Kaos General fueran cuestionadas. Equivocados o no, eso fue lo que sucedió.

Ante esta situación dichas bandas deciden organizar sus conciertos en una casa de la avenida San Mar-tín en Barranco. La famosa Jato Hardcore. Carlos Torres Rotondo era un adolescente cuando comenzó a asistir a dichos conciertos, para luego pasar a ser un activista de lo que el movimiento hardcore pro-ponía. Organizó conciertos y cantó en la banda llamada Enemigo Público. “Una banda malísima que ya nadie recuerda, pero que me brindó la experiencia de cantar en un escenario”, como él mismo nos cuenta.Las experiencias vividas en esa época lo llevaron a escribir la novela Nuestros años salvajes, publicada por Alfaguara en el 2001. Dicha novela cuenta la historia de un grupo de amigos de clase media que se oponen a la imposición de valores falsos, a identidades que no sienten como suyas. La escuela, la familia, el entorno amical son cuestionados con el descreímiento deloutsider. Solamente en la música hardcore y en un camino que los va llevando hacia la autodestrucción, encuentran ese escape a una realidad brutal, como sucedió en la década de los ochenta.

Bien, la estructura de esta novela es bastante interesante. Haciéndonos recordar a Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino, Torres Rotondo escribe cuatro novelas cortas con un estilo dis-tinto que hablan de un solo tema, precisamente de los años salvajes del título.

A decir del autor: el primer capítulo titulado El sueño del trepador de muros es una novela de apren-dizaje, está escrita en primera persona y tiene una prosa bastante poética. La búsqueda de la nada está escrita en segunda persona, con un yo desdoblado y enmarcado en las historias de horror. Las últimas fiestas del mañana está escrita en tercera persona y es realista, más flaubertiana. La cuarta y última: Reunión (Voces) es más coral, varias voces hablando sobre un todo. Según el autor es más experimental, influencia del cine vanguardista.

¿Entonces qué relación hay con el rock? Las aceleradas historias tienen el marco de bandas de har-dcore punk. El primer capítulo nos introduce de frente a un concierto en el Hueko de Santa Beatriz: “Comienza el primer grupo y con su sonido frenético y airado nace el pogo, cuchillo que quiebra las aguas del espejo gris de nuestras vidas. Empujones, risas, la música atronadora reflejada por las pare-des convierte el lugar en un útero eléctrico”. Ese “útero eléctrico” es el concierto donde se desahuevan los personajes y salen de allí siendo otros, vueltos a nacer, con una visión distinta de todo lo conoci-do e impuesto hasta ese momento. El inicio de una vida acelerada, donde el no sentirse parte de nada que los rodea va de acuerdo con la velocidad anfetamínica de bandas hardcore punk como Suicidal Tendencies, D.R.I. (Dirty Rotten Imbeciles), Minor Threat. O del más crudo grindcore o del metal más brutal. Si en algo había que creer, era lo que decían las canciones que escuchaban. Nuestros años salvajes tiene música acelerada para unos jóvenes que sienten como suya esa filosofía del vive al límite y muere joven. Del preferimos la combustión rápida a la oxidación. Todo pasa veloz como una

Page 13: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

canción del primer disco de los Suicidal Tendencies.

Y si la novela de Malca tiene esa estructura del video-clip. A decir de Carlos Torres Rotondo, su obra está configurada como una banda que está tocando un tema común. Cada capítulo es distinto, como los instrumentos básicos de una banda de hardcore: Voz, guitarra, bajo y batería. Todos tocando a la vez, de manera sincronizada, un único sonido, el gran tema de los tiempos violentos, de la inflación, de los valores perdidos, de la crisis general de finales de los ochenta. Ante la pregunta sobre qué mú-sica sería la que toca esa banda llamada Nuestros años salvajes, el autor responde: “Básicamente una fusión de punk y rock crudo”.

Torres Rotondo no se ha desligado de la música y ha publicado Demoler (Revuelta 2009), una historia novelada del rock peruano desde 1957 hasta 1975. Las cuerdas siguen vibrando a través de las letras.Recuerdo una noche de principios de los noventa, cuando mi madre me avisa que habían ido a buscar-me. Era Julio Durán junto a su primo Juan charapa, actual baterista de la banda ska Psicosis. Ambos me buscaban para intercambiar discos de grupos hardcore punk. Desde ese día forjaríamos una amis-tad que se consolidaría en los conciertos y en el gusto por bandas como La Polla Records y Eskorbuto.

Precisamente estas bandas serían las referencias con que el adolescente Julio Durán interpretaría el mundo. “Esos grupos no sólo delinean mi orden de valores. También delinean mi vocación”, nos cuen-ta. A través de esas canciones se iría desadaptando de la realidad que lo rodeaba, pero que, a la vez, le fascinaba al extremo de ir asimilando todo lo que iba observando: “Dentro de la mancha subte, pasa-ban cosas que concernían a todo el país, y yo sufría de esa enfermedad literaria que Onetti denomina Literatosis, lo que hace de tu vida una constante novela. Por eso si pasaba algo, lo grababa de forma que podría servir para un libro, una novela. En ese sentido he escrito desde los 15 años, pero en mi cabeza”.

Esa especie de backup le serviría para escribir su novela y publicarla de manera artesanal en el 2002. Las bandas mencionadas le darían la forma en la que debía ser escrita: “Deseaba que esas historias llegaran a la gente, de la misma forma como habían llegado a mí las canciones de La Polla, Eskorbuto, Ratos de Porao o Eutanasia”.

¿Y cómo es esa forma? Al igual que la música de las bandas mencionadas, Incendiar la ciudad está escrita como una canción de rock subte: simple, cruda, directa. Aparte del fuerte contenido político y social, que es la preocupación primordial de El Chibolo, personaje principal y narrador, se trata de una historia ambientada en el centro de Lima y su entorno familiar, con una constante búsqueda de encontrar, como dice la canción de Leuzemia, Un Lugar. Ya sea un lugar en el mundo, en su familia, en la escuela. O en esa misma mancha subte donde encuentra algo distinto y nuevo, la misma que oscila de El Hueko de Santa Beatriz (especie de Casa Okupa) a las calles del jirón Quilka donde habían ido a caer los subtes, a principios de los noventa. Pero, por sobre todo, busca su lugar en el contexto convul-sionado de esos años que le habían tocado vivir. Una inquietud que se ve reflejada en una frase de El Chibolo: “Alguna vez quise atrapar la realidad”. Y para eso está El Chusko, una especie de No-guía, de No-maestro, con la cual va aprehendiéndola. Y una realidad que se presenta con el color gris de una canción subte, tan violenta y espasmódica como fue ese tipo de rock. El Chibolo, al igual que el autor, fue encontrando en esas bandas la explicación a lo que sus ojos captaban: “Recuerdo esas tardes del verano del 91 en las que, vestido con mi vergonzoso uniforme escolar, regresaba a mi casa, dejando atrás las primeras fantasías de mi infancia tardía. Mundos inmensos brotaban de esos pasos, al ritmo de mis divagaciones, todas delineadas según los acordes y latidos de Eutanasia, Leuzemia, Narcosis, bandas míticas que ya habían fenecido para cuando yo llegué a la mancha”.

Indiscutiblemente el rock subte va de la mano con esta novela. El contenido social y la forma como

Page 14: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

está estructurada tienen esa esencia que hacían de las canciones subtestan efectivas que te hacían cues-tionar todo lo que creías, hasta el momento de escucharlas. Igual es la lectura de Incendiar la ciudad, una novela de aprendizaje, publicada a la usanza de las maquetas–demo, esas grabaciones artesanales con que lossubtes difundían su música. Algunos lo llaman libro-fanzine por su portada de cartón se-rigrafiado y por sus páginas fotocopiadas. Esa máxima hazlo por ti mismo del punk tiene en este libro uno de sus productos más honestos.

Actualmente, Julio Durán está preparando un libro de cuentos y busca sacar otra edición de su nove-la. Después de integrar Los Deformales y Sindicato Subterráneo, guitarrea con Los Lanzallamas, con quienes ensaya para sacar pronto un CD.

El rock de una ciudad migrante: Rafael Inocente y “La ciudad de los culpables”

Semilla Nociva fue una de esas bandas subtes de las cuales se sabía casi nada, se mencionaba mucho más, y de cuya música se escuchaba poco. Incluso susubterraneidad era casi clandestina dentro de la misma escena subterránea. Sabíamos quiénes la integraban, hasta sabíamos que estaban ensayando, pero nunca los pude ver en vivo. En esa banda marginal dentro de los marginales, participaría Rafael Inocente.

Cuando uno empieza la lectura de La ciudad de los culpables (Zignos 2007) se topa con el inicio de la historia de los personajes. Todos ellos hijos de familias migrantes que por uno u otro motivo han salido de su terruño para establecerse en las zonas marginales de Lima, principalmente las barriadas y los asentamientos humanos. Y, así, entre ese ambiente provinciano con que nos cuentan su drama, nos vamos adentrando en la trasformación cultural que los hijos de estas familias van experimentando. Ya no es la provincia, es la ciudad la que determina esos cambios, en la interacción con otros factores sociales. Y así vemos cómo los huaynos y el folklore de los padres, sin ser negados ni detestados, son reemplazados por la música que suena en la urbe. Principalmente son dos los personajes donde se opera este cambio, Sebastián Estoico y Orlando Zapata.

La rebeldía nata, el desprecio por lo convencional, lo artificial y superficial que la ciudad les ofrece, hacen que estos dos muchachos encuentren en el punk y en el rock subterráneo la música que los va reivindicando, a diferencia de la que difunden las radios. “A pesar de que he aprendido a obturar mis oídos y a ser indiferente a la música de las emisoras de los microbuseros, el reducido espacio de la com-bi hace insoportable la voz del locutor de radio Panamericana anunciando la más más de la semana”, dice Orlando en uno de los capítulos.

Sebastián y Orlando se conocen en un concierto en lo que fue el centro cultural Magia al final de la avenida Brasil. El primero, proveniente de un barrio popular, comienza a cuestionar a una banda tildándola de pitucos: “Callate pitupunk conchatumadre”. Esto hace que los de la banda aludida lo golpeen. El único que interviene en su defensa es Orlando, tumbando de un botellazo a uno de los agresores. En la confusión logran escapar del concierto. Luego de agradecerle, Sebastián propone ir a tomar unos rones en un añejo bar de Breña. Allí no sólo conversarían sobre las bandas subtes y punks, sino también pondrían un gastado casete en la grabadora del bar. Ante la sorpresa y la refunfuña de los viejos clientes, los boleros de Iván Cruz son reemplazados por bandas como La Polla Records, Los Prisioneros, Narcosis, Eskorbuto. Ése es el inicio de una amistad que va paralela a cada una de sus historias, donde las circunstancias los van empujando de la rebeldía al compromiso y a la acción. Una amistad que acabaría de manera trágica como muchas historias reales de esos años. “El rock fue determinante para encausar esa rebeldía innata que rechazaba una ciudad de gustos importados e im-postados”, nos indica el autor.

Page 15: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Parece contradictorio que Inocente identifique la rebeldía de sus personajes con una música nacida en Estados Unidos, y que ha sido tildada de ser la fuente principal de la alienación. Ante esto nos declara: “El rock es un género que nació en rebeldía. Que haya sido bastardeado por los elvis y los maicol es cosa muy distinta. La esencia del rock es la rebeldía y el cuestionamiento”. En boca de sus personajes el rock es sentido de esta manera: “Lo que a mí me gusta es la mezcla; la facilidad del rock para mesti-zarse con la música propia de cada pueblo que le aloja y dejarse seducir para producir algo nuevo, pero conservando siempre esa esencia de rebeldía y ritmos liberadores”, dice Sebastián. Orlando replica con lo siguiente: “Pero soy más purista; no me disgusta la mezcla bien lograda. Detesto la mezcla bastarda que te exige ahora el mercado”.

En ese sentido, estos nuevos limeños encuentran en el rock subte el medio para cuestionar una ciudad enferma, un país frustrado que a la larga marcará su sino. Son hijos de la migración forzada por falta de oportunidades, por el abandono secular de la provincia, por las injusticias consentidas por el Es-tado. En ese nuevo escenario que ya no es el de sus padres, van encontrando una nueva identidad, “la mezcla” que reclaman con la cultura que han encontrado entre las veredas y el asfalto. No desdeñan la tradición de sus padres y su música está presente en varios capítulos, pero ya no son tan puros. Por eso no es gratuito que Mario Estoico, el padre de Sebastián, charanguista de una agrupación folklórica, sea asesinado en circunstancias políticas. Y que su hijo, sin desconocer su pasado, diga: “Hoy no siento pena, mi padre murió en su ley y eso es lo más valioso”. El padre-provincia ha muerto con su llegada a la capital, pero aún valorándolo, sus hijos no serán iguales a él.

La ciudad de los culpables es una novela sobre una Lima que ya se vislumbraba en esa canción de Leu-zemia cuya letra dice lo siguiente: “Puedes ser un mártir, un cerdo o una serpiente, no hay libreto ni escenario, Lima es la muerte, siempre será así, el tiempo es tuyo, quédate allí…”.

Labo B (conclusiones)

1. La fuerte influencia del rock en la vida de los jóvenes urbanos ha determinado que, al configurar sus novelas, maticen con canciones de determinados grupos atmósferas para que el lector se adentre en la psicología de los personajes, en el ambiente de una ciudad y en el contexto de una época verdadera-mente dramática.

2. Para innovar la novela se han adoptado recursos de la música jazz, como sucede en Rayuela de Julio Cortázar y en On the road de Jack Kerouack. Pero también han sido tomados del rock por autores peruanos. La estructura de video-clip de Al final de la Calle; los cuatros capítulos-instrumentos de esa novela–banda llamada Nuestros años salvajes; el estilo crudo, directo y sencillo con un fuerte conteni-do social de esa canción–novela como es Incendiar la ciudad, lo demuestran.

3. La fuerte presencia de la música rock en las novelas citadas —y en las que por espacio se han dejado de lado en este artículo— es fundamental para entender una Lima que no es la misma de Ribeyro, ni la de Vargas Llosa, ni la de Reynoso.

4. Carlos Torres Rotondo afirma que cuando piensa en los años ochenta, inmediatamente piensa en la maqueta de Autopsia, de Narcosis, pero nunca en A la droga dile no, del grupo Río, pues para él es un discurso oficial mentiroso que no representó para nada lo que estaba pasando. Rafael Inocente afirma que los años ochenta serían incomprensibles sin esa música que rechazó toda la suciedad im-puesta desde arriba. Para Julio Durán el rock subterráneo habló de una de las aristas que fue ese gran monstruo llamado años ochenta, pero no fue lo único. En ese sentido, la presencia de la música subte

Page 16: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

en estas novelas nos indican, sin lugar a dudas, que es parte importante del soundtrack histórico de esos años.

5. En estas novelas encontramos representadas la importancia que tuvo el rock subterráneo para mu-chos jóvenes que crecieron en esos años violentos y de crisis. Todas ellas abarcan parte de los estilos musicales, los años y los escenarios en que se desarrolló lo subte.

Page 17: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Poesía en rock

Carlos Torres Rotondo

La relación entre música y poesía y más precisamente entre poesía conversacional y rock es muy estre-cha. Los patrones rítmicos son el secreto lazo de unión entre dos artes que expresan lo poético desde diversos soportes, formatos y códigos.

La poesía que rockea constituye una tradición aún no reconocida por los cánones oficiales y está repre-sentada principalmente por la revista Estación Reunida y los grupos Hora Zero, La Sagrada Familia y Kloaka, cada uno representante de una promoción de poetas desde los 60 hasta los 80.

En los 60 la poesía peruana de la época dio un giro espectacular: como dijo Antonio Cisneros, se sacó el terno y se puso un blue jean. Las armas para la ruptura llegaron del mundo anglosajón. Los nuevos vates empezaron a leer a Ezra Pound, a Allen Ginsberg y todo lo que estaba en el medio. Le dijeron adiós a los sonetos y le dieron la bienvenida al verso libre. Ya no contaban las sílabas, sino escuchaban los acentos. Menos solemnidad y más humor. Menos mundo de las ideas y más calle. Fue el comienzo del conversacionalismo, quizás la última fase de nuestra tradición lírica.

La historia comienza a mediados de los 60, cuando un moribundo ELN (Ejército de Liberación Na-cional) decidió financiar una revista literaria que les sirviera de coartada para seguir ocupando un espacio. Se nombró director a José Rosas Ribeyro. Tulio Mora, Elqui Burgos y Oscar Málaga (autor de un poema dedicado a los Saicos) también colaboraron activamente en el proyecto. Llamarían a la revista Estación Reunida, en honor al último libro de Heraud.

La revista solo duró de 1966 a 1968. Salieron únicamente cuatro números que enhebraban el panfleto con poesía contestaria. Estación Reunida siempre negó ser un grupo poético; solo se consideraban un grupo de patas que asumió que rock, revolución y poesía eran básicamente lo mismo.

Mientras un grupo de sanmarquinos editaba Estación Reunida, en la Villarreal comenzaba a germinar una escena poética. Manuel Morales fue el primer autor importante salido de esa casa de estudios. En Poemas de entrecasa (1969), su único libro, utilizó sistemáticamente la jerga de barrio, el humor negro y las referencias cotidianas. Su obra anticipa la aparición del que quizás haya sido el grupo poético más grande de la poesía peruana: Hora Zero.

Sus principales propuestas fueron la incorporación de las provincias al circuito literario –gran parte de los miembros de la agrupación no eran limeños-, un conversacionalismo definitivamente popular y no cosmopolita, creando una auténtica poesía de la calle, y una poesía viva que cumpliera un papel fundamental dentro de la transformación de la sociedad.

El Movimiento Hora Zero comenzó con la amistad de Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz. Su juicio contra la poesía peruana fue demoledor. No les gustaban ni los poetas puros, ni los poetas sociales. Junto a otros amigos como Julio Polar, José Carlos Rodríguez o Mario Luna, decidieron hacer un gru-po poético. Eso implicaba, primero, un manifiesto, que titularon Palabras Urgentes y fue firmado por Pimentel y Ramírez Ruiz. Poco después Enrique Verástegui se incorporó al Movimiento.

Page 18: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Diversos acontecimientos determinarían la disolución del grupo. Una tendencia estructuralista que comenzó a combatir los primeros postulados del Movimiento, la llegada de una segunda generación de poetas menos dotada que la anterior y, sobre todo, el choques de personalidades determinaron el final.

La segunda etapa, de 1977 a 1983, ya no contó con la importante presencia de Juan Ramírez Ruiz y fue auspiciada por el ex Estación Reunida Tulio Mora. Su nuevo miembro más importante, toda una revelación, fue Carmen Ollé quien, con una propuesta precursora de la corriente de la poesía femenina del cuerpo, que estalló en los ochenta, tiene una actitud que podría denominarse escatológicamente rockera.

En el interregno entre la primera y la segunda fase de Hora Zero surgió un nuevo grupo de poetas rockeros. La Sagrada Familia estaba conformada por un conjunto de escritores tanto de La Católica como de San Marcos entre los que se contaban Roger Santiváñez, Luis Alberto Castillo, Edgar O’Hara, Enrique Sánchez Hernani y el narrador Guillermo Niño de Guzmán. Esgrimían como diferencia esen-cial con otros colectivos del momento una supuesta competencia teórica marxista. Lo cierto es que sus integrantes tenían opciones estéticas más personales que colectivas.

El último colectivo a mencionar es el Movimiento Poétiko Kloaka, fundado por Roger Santiváñez y Mariella Dreyfus. La agrupación duró apenas dos años, de 1982 a 1984, pero de alguna manera fue un antecedente literario indirecto de la Movida Subterránea que estallaría en 1985. Kloaka, sin quererlo, marcó el final de una era. No hubo ningún otro grupo poético de importancia en los ochenta y los que se crearon la década siguiente fueron apenas simulacros que no renovaron poéticamente nada. Tam-bién en la poesía peruana había llegado el fin de los proyectos colectivistas.

Page 19: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Reseña

Reseña del libro: Punk la muerte joven: 1977 un año que se comió a sí mismo de Juan Carlos Kreimer

Frank Huamaní Paliza

Este libro constituye una auténtica joya documental ya que fue escrito por un Sudamericano que es-tuvo presente en ese mítico verano londines del 77, cuando el punk de Sex Pistols invadió toda la isla Británica, el autor es escritor, aventurero, editor, carpintero, buscador y periodista argentino, ha escrito varios libros de literatura y de crónicas de rock, este libro representa un testimonio vivencial de los inicios del punk en Inglaterra y todas sus implicancias que con ella conllevó, es un testimonio vivo del autor donde nos detalla desde la visión de un sudamericano todos los avatares y diatribas de ese mítico verano londines del 77.

La industria musical desde la aparición del rock en los 50 a seguido una línea horizontal en lo que se refiere a estilos musicales, en los primeros 20 años era relativamente fácil encasillar a los grupos, en esos años el rock progresivo, el heavy metal y en menor medida el jazz rock y blues rock han domina-do los charts (ranking musicales). Pero hubo una corriente denominada Glam Rock que reivindicó el no profesionalismo y criticó la complejidad estructural al momento de hacer las canciones. Es de esta corriente que nacerá, posteriormente el punk, que reivindicó sus raíces amateurs a través de su senti-do elemental; la filosofía elemental del “hazlo tu mismo”, el nihilismo y la angustia juvenil fueron sus más grandes expresiones musicales. Esta corriente devolvió el rock a las calles y nuevamente el rock se convirtió en territorio expresivo de cualquier joven que sepa o no sepa tocar, que sea o que no sea artista, ya que solo bastaban las ganas de ser sincero y decir lo que sentías, o sea que volvió a agregar el sentido de libertad a la música en su desarrollo. Esta corriente cambio el panorama rockero a nivel mundial e hizo que se generen muchísimos géneros musicales derivados del rock (post punk, new wave, power pop, grunge, etc.).

El fenómeno punk se desarrolló en EEUU a inicios de los 70, pero es en Inglaterra donde adquiere ese tinte de rebelión, originalidad, look, conducta, etc. en pocas palabras, es donde se le conceptualiza como un movimiento que ansía tomar el control de la sociedad para cambiarlo desde sus cimientos. El generó punk le dio al rock ese nuevo impulso que necesitaba y generó muchas nueva conductas cultu-rales de los jóvenes, adultos, etc. Es por ello que resulta fundamental analizar dicho fenómeno cultural que también se desarrolló en Perú a inicios de los 80.

El libro de Juan Carlos Kreimer “Punk la muerte joven” resulta trascendental para analizar a estas juventudes que se generaron a mediados de los 70 y que se expandió por todo el mundo instigando un nuevo movimiento cultural y juvenil en todas las esferas sociales. El contexto el que se enmarca el autor es 1977, pero en la primera parte del libro habla de los inicios del fenómeno punk en Inglaterra, básicamente es la cortísima pero significativa historia del punk en Inglaterra, ya que después por sus propias contradicciones internas se diluyó tan rápido como se generó, pero a pesar de ello fue suficien-te para cambiar el panorama del rock a nivel mundial. El autor basa su análisis en su experiencia pro-pia, pues fue testigo ocular y vivencial de todo el proceso de vida del punk en Inglaterra y en el mundo.

Page 20: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

El libro empieza describiendo el contexto en el cual se desarrolló el fenómeno punk en Inglaterra, habla del tipo de jóvenes el cual la música punk los identificó (los desempleados, los que no les agra-da el estudio, los renegados, los pobres e incomprendidos, etc.), además nos menciona algunas de las singularidades y esencias que generó el increíble boom del punk en Inglaterra y Europa. En ese mismo acápite se menciona un capítulo interesante que describe las principales influencias musicales de los primigenios punk. En este capítulo el autor cae muchas veces en el relato simple y testimonial, esto hace que en muchos pasajes el texto pareciera una etnografía vivencial y documental de los inicios del fenómeno punk en Inglaterra.

Posteriormente en el segundo capítulo se inicia con la importantísima influencia musical y cultural de las peligrosas urbes punk de EEUU, define los primeros grupos Ingleses que empezaron con esto de sonido y estética punk (Roxy Music, T. Rex, etc.) posteriormente hace un relato y análisis exhaustivo al grupo emblemático del fenómeno punk, como es The Sex Pistols, ya que, según el autor es el grupo medular en la configuración final del fenómeno punk a nivel mundial. A lo largo del capítulo relata de forma muy documentada y ordenada las diversas anécdotas que convirtieron a Los Sex Pistols en el grupo más emblemático del fenómeno punk en el mundo (por ejemplo la censura en todas las dis-queras que firmaban, además de sus discos vetados, sus canciones de insultos al sistema tradicional de Inglaterra, el look y los bailes que inventaron y pusieron de moda). Finalmente en este capítulo añade un estudio a las mujeres punk que integraron dichos movimientos y de la nueva oleada de grupos emblemáticos punk que salieron después de los Sex Pistols (The Clash, Patti Smith, etc.), además de las diversiones punk, sus posteriores géneros que engendró y los avatares finales que produjeron su posterior caída.

Finalmente en la tercera parte el autor relata de manera muy nostálgica el fin del fenómeno punk –que coincide con el fin del grupo The Sex Pistols- y que por sus mismas contradicciones internas decayó, pero que generó a nivel mundial un nuevo movimiento cultural y sobre todo amplio y le dio un nuevo impulso al rock a nivel mundial.

En líneas generales el libro nos relata de manera muy explícita y vivencial los diversos avatares del punk a nivel mundial (específicamente en Inglaterra), nos narra sus influencias, su estilo, su pensa-miento, sus personajes implicados, las diversas particularidades que engendró y sobre todo el nuevo pensamiento y movimiento que se gestó a partir de ella. Es por ello que la lectura de este libro es fun-damental para cualquier estudio que se quiera hacer de juventudes rockeras en el Perú o el mundo, por ello que su lectura es importante y trascendental.

Page 21: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Sobre los ponentes

Wili Jiménez Torres

Comunicador y gestor cultural, ex – muchas cosas, es uno de los actuales administradores de los Facebooks: Rock Achorao’ y ¡VUNP! ¡Vale un Perú!, proyectos con los que presentó a fines del 2015 la expo “Rock del Perú” en Colombia. ¿Proyectos? Muchos; está en busca de financiamientos, de no lograrlos volverá a ser ambulante.

Page 22: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Martín Roldan Ruiz

Estudió en la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Mesa. Actualmente labora en un colegio nacional y escribe artículos para la revista DOSIS cultura alternativa, para la página web del Club Alianza Lima, para la revista Lima Gris, y el portal de internet Rocanrol.pe. Hasta marzo del 2010 escribía una columna en el suplemento deportivo DT del diario El Comercio. En ju-nio del 2007 publicó la novela Generación cochebomba la cual ha tenido buena recepción en los lectores y en la crítica. En el 2009 publico el libro de cuentos Este amor no es para cobar-des que trata sobre la violencia urbana, reflejada en las organizaciones denominadas barras bravas. El 2014 publicó el libro de cuentos Podemos ser héroes con la editorial Estruendomu-do. Fue considerado dentro de las publicaciones destacadas de ese año, por Ricardo Gonzales Vigil en el diario El Comercio.

Page 23: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Carlos Torres Rotondo

Escritor renombrado, ha publicado la novela Nuestros años salvajes y los libros de no ficción Demoler. Un viaje personal por la primera escena del rock en el Perú (1957- 1975), Se acabó el show. 1985, y, en colaboración con José Carlos Yrigoyen, Poesía en rock 1966-1991 y Crí-menes psicodelia y minifaldas, un recorrido por el museo de la serie B en el Perú. 1956-2001.

Page 24: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Semblanza

Page 25: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Raúl “Montaña” Montañez

……..A los 15 años ya era un Rocker, su filosofía: libertaria y rebelde eran también mías y ese sonido maravilloso me sigue cautivando y apasionando como entonces……

En diciembre de 1976 tenía 17 años y fui a mi primer concierto de rock en el Coliseo Cerrado del Puente del Ejército, un recinto que albergaba el campeonato nacional de básquet y otros deportes, peleas de catchascan y los domingos, festivales de música folclórica, punto de en-cuentro de todos los migrantes en Lima. Ese mismo año los Sex Pistols lanzaban “Never mind the bollocks “ e Invisible la banda de Luis Alberto Spinetta hacía lo propio con “El jardín de los presentes”, el coliseo casi colmado olía a marihuana, los grupos tocaban en la cancha de parquet……..y todos hacían covers.....

Hay 3 grupos o bandas que me acompañaron en mi crecimiento, Los Saicos, El Polen y Tarkus sobre todo en las épocas más oscuras…….. Cuando nos decían que cantar en castellano era cosa de locos.

Yo sé que los militares NO prohibieron nada, porque el rock siempre ha sobrevivido a todo tipo de represión, física y mental...

Mi generación refundo la escena, yo solo no soy el que cuenta esta historia, hubieron muchos hermanos anónimos, existieron fanzines como: rock del sur, bemol, la hojita Eléctrica, pro-ductoras musicales: Amusi, Escalibur, programas de radio como: Musicalísimo, Encuentro y conciertos muy concurridos y otros a salas vacía.

Ya llevo más de 30 años en la ruta y he tocado en la Máquina del Rock, Leusemia , Zcuela Crra-da, Ataque frontal, Kilowat, Voz Propia, Cabaret Rojo y ahora como solista me presento como “Montaña”…………..es solo Rock & Roll….!!!

Page 26: I Conversatorio "Gritos de la ciudad" narrativa poesía y rock en el Perú

Auspiciadores