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CINE: BOGART, LA LEYENDA 42 • LIBROS: CHRISTOPHER LANE 44 Páginas de cultura DIARIO de IBIZA // nº156 Pág. 39 La miranda VIERNES, 17 DE JUNIO DE 2011 [email protected] blog.diariodeibiza.es/lamiranda María Jesús Soler, pintora y doctora en Filosofía, acaba de publicar en Valencia el libro ‘Rigoberto Soler de cerca’ , la primera biografía de este artista nacido en Alcoi en 1896, pero que residió en Santa Eulària entre 1924 y 1956, donde desarrolló la etapa principal de su obra y donde se convirtió en un vecino más del pueblo. Un valioso tra- bajo para conocer mejor la vida y la obra de este gran artista. Páginas 40 y 41 ‘Vista de Santa Eulalia’, (1943) de Rigoberto Soler. Rigoberto Soler, un artista de Santa Eulària

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CINE: BOGART, LA LEYENDA �42 • LIBROS: CHRISTOPHER LANE �44

Páginas de cultura DIARIO de IBIZA // nº156 Pág.39

La mirandaVIERNES, 17 DE JUNIO DE 2011

[email protected]�blog.diariodeibiza.es/lamiranda

María Jesús Soler, pintora y doctora en Filosofía, acaba de publicar en Valencia el libro ‘Rigoberto Soler de cerca’,la primera biografía de este artista nacido en Alcoi en 1896, pero que residió en Santa Eulària entre 1924 y 1956,donde desarrolló la etapa principal de su obra y donde se convirtió en un vecino más del pueblo. Un valioso tra-bajo para conocer mejor la vida y la obra de este gran artista. �Páginas 40 y 41

‘Vista de Santa Eulalia’, (1943) de Rigoberto Soler.

Rigoberto Soler, un artista de Santa Eulària

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DIARIO de IBIZAVIERNES, 17 DE JUNIO DE 201140 ArteLa miranda

El pintor Rigoberto Soler (Alcoi, – Va-lencia, ) llegó por primera vez a Santa Eu-lària en , con muchas ganas de pintar,poco dinero y una barraca desmontableque acabó instalando –con la ayuda de Sen-dic– a la sombra de un pino en la pequeñacala de s’Estanyol. Pintó la barraca de azul yla bautizó con el nombre de Niu blau. Así co-menzó el largo idilio de este artista con la isla,que no terminaría hasta , cuando aban-donó definitivamente el pueblo para vivir enBarcelona, donde ejerció como profesor enla Escuela de Bellas Artes de San Jorge.

La historia completa de este pintor la re-construye ahora su sobrina María Jesús So-ler, también pintora, licenciada en Bellas Ar-tes y doctora en Filosofía, en su libro ‘Rigo-berto Soler de cerca’, que acaba de editar laConsejería de Cultura de la Generalitat Va-lenciana y que fue presentado el pasado de mayo en el Centre d’Art d’Alcoi. En sus casi páginas, la autora del libro ofrece todocuanto se sabe de la vida del artista, con va-liosas aportaciones procedentes de los re-cuerdos familiares y un buen número de fo-tografías de cuadros.

Se trata de un libro testimonial en primerlugar, más que analítico, pues como María Je-sús Soler reconoce «escribir sobre Rigober-to Soler para mí es escribir desde la cercanía.Cercanía lograda tras años de convivenciacon él cuando, durante mi infancia y ado-lescencia, visitaba la casa de mis padres enverano aprovechando la época vacacional desu trabajo como Catedrático de Figura yRopajes de lo Antiguo en la Escuela de Be-llas Artes de San Jorge de Barcelona.» Ydesde esta cercanía, la autora ha ido bus-cando otras, en personas que lo conocieronsobre todo, en Valencia, en Barcelona y en Ei-vissa, testimonios importantes para recons-truir la trayectoria de este pintor que no me-rece el olvido y del que Santa Eulària podríapresumir todavía más si algún día se consi-guiera reunir al menos una pequeña colec-ción de sus obras.

El número de cuadros pintados por el ar-tista en Santa Eulària entre y es in-calculable, entre otras cosas porque no se co-noce el destino de la mayoría de sus obras.Rigoberto Soler pintó mucho y vendió bienen los mercados de la época, recibía cons-tantemente encargos, especialmente retra-tos. Exponía con regularidad en Valencia yBarcelona –nunca lo hizo en Eivissa–. Tuvoel favor de la crítica. Actualmente muchas desus obras aparecen en importantes subastas.Pero un catálogo completo de su trabajo noexiste y este libro no pretende serlo tampo-co. «No trato de hacer aquí –afirma la auto-ra– una recopilación de historias o anécdo-tas biográficas, ni de elaborar un libro catá-logo al uso...» Es más bien, una obra que tra-baja con unos códigos «en los que aparecen

conectadas, entrelazadas, dispersadas oyuxtapuestas variables de distinto signo quehacen referencia no solo a datos biográficos,contextos, lugares sino también a datos de suactividad artística: sus comienzos, sus fan-tasmas, sus obras...»

Luminismo mediterráneoDe lo que no parece haber duda es de la im-portancia que tuvo para el artista sus más de años en Santa Eulària. El pueblo, suspaisajes, sus vecinos: son los motivos prin-cipales de su pintura, siempre entre el cos-tumbrismo y el realismo, pero con una ten-dencia al luminismo mediterráneo, lírico yestilizado, con técnicas muy diversas, desdeel óleo al grabado, pasando por el dibujo, laacuarela y la litografía.

Del Niu blau de s’Estanyol, aquella barracapintada de azul que se trajo de Valencia y enla que vivió y pintó en sus primeros años enla isla, en compañía de Encarna, una jovenmodelo, muy pronto pasó a vivir en una casaen el pueblo, hoy ya desparecida, que pudocomprar, en parte, gracias a las ganacias delpremio que consiguió en la Exposición Na-cional de Bellas Artes de Madrid –por cier-to, con un cuadro ibicenco– y en parte tam-

VICENTE VALERO

Vida y obrade Rigoberto Soler

María Jesús Soler acaba de publicar una biografía del artista nacido en Alcoi en titulada ‘Rigoberto Soler de cerca’. En sus páginas ocupa un lugar muy destacado sutrayectoria vital y artística en Santa Eulària entre y .

El número de cuadros pintados enSanta Eulària es incalculable, entreotras cosas porque no se conoce eldestino de la mayoría de sus obras

El pueblo, sus paisajes, sus vecinos:son los motivos principales de supintura, siempre entre elcostumbrismo y el realismo

Sello con ‘Idilio ibicenco’

Dibujo, 1936

Acuarela, 1930 FOTOS: DEL LIBRO ‘RIGOBERTO SOLER DE CERCA’

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DIARIO de IBIZA VIERNES, 17 DE JUNIO DE 2011 41Arte La miranda

bién a la generosidad de los Riquer, propie-tarios de la pequeña finca, que ejercieron demecenas del artista, como ya lo venía ha-ciendo también el banquero madrileño Ra-fael Sainz, amigo y tertuliano del Royalty. Enel Hotel Buenavista, inaugurado en , co-noció a Clara Sinderman, con quien se ca-saría en y gracias a la cual, por lo visto,puso un poco de orden en su vida bohemia...Conoció y trató a Elliot Paul, que habla de élcon elogio en su célebre novela, a LaureanoBarrau, a Amadeo Roca, a Fernando Viscaí...Pero fue amigo sobre todo de sus vecinos desiempre de Santa Eulària, a quienes retratóy quienes siempre han guardado un imbo-rrable recuerdo de él, para sorpresa de Ma-ría Jesús Soler, que vino a la isla el pasado añopara recabar información para este libroque ahora ya es una realidad.

‘Rigoberto Soler de cerca’ ofrece a sus lec-

tores un panorama amplio de las activida-des artísticas del pintor, desde el cartelismoa los grandes lienzos paisajísticos, informade sus años de formación, siempre con elmaestro José Mongrell Torrent, y de sus des-cubrimientos propios. Es también unaoportunidad para conocer algunas obraspintadas en Santa Eulària, así como la his-toria de algunas de ellas, como la titulada‘Vista de Santa Eulalia del Rio', de , quefue censurada por la Comandancia Militar

de Ibiza porque «se trataba de un docu-mento topográfico que revelaba posicionesestratégicas de la costa consideradas secretoy objetivo militar».

Rigoberto Soler Pérez, ahora más cerca quenunca gracias al libro escrito por su sobrinaMaría Jesús, «se reconocía a sí mismo comolibrepensador, seguidor y admirador de supaisano Blasco Ibáñez, cuyas obras en aquelentonces estaban prohibidas, y por consi-guiente se definía como republicano con ide-as socialistas, pienso que dentro de un so-cialismo utópico. Todo ello lo exponía sin nin-gún tipo de problemas en las tertulias. Sinembargo, no fue un inconveniente para queestableciera una relación sincera, cordial yamistosa con personas de ideas de diferen-te línea.» Un libro que nos descubre, en de-finitiva, a un artista imprescindible en la his-toria cultural de Eivissa.

Conoció y trató a Elliot Paul, que hablade él con elogio en su novela, a Barrau,a Amadeo Roca, a Fernando Viscaí.Pero fue amigo sobre todo de susvecinos de siempre de Santa Eulària

Un paisaje ibicenco censurado

‘Ibiza’, 1946

Portada del libro

Clara Sinderman

Rigoberto Soler

Hasta pintar paisajes podía resultar peli-groso en los primeros años , en plena gue-rra mundial. A Rigoberto Soler, por ejemplo,le censuraron un cuadro titulado ‘Vista deSanta Eulalia del Río, Ibiza’, pintado en. Lo que no era más que un hermosopaisaje se convirtió de pronto en un docu-mento topográfico estratégico de impor-tancia... Cosas de la guerra y de la psicosisgenerada por una hipotética invasión ita-liana de las islas.

La historia es como sigue y la cuenta, re-cogiéndola de otro documento que no secita –probablemente de Rafael Sainz Fuer-

tes –María Jesús Soler en su libro: «Termi-nado el cuadro y debidamente embalado,a primeros de septiembre, fue el pintor a Ibi-za para coger el vapor con destino a Valen-cia y continuar viaje hasta Madrid paraentregar personalmente la obra a su pro-pietario. Ocurrió que al ir a subir al barco,al pie de la pasarela, el vigilante de aduanas,al ver el embalaje del cuadro, le pidió a Ri-goberto que lo enseñara. Protestó el pintorafirmando que no era un desnudo, que soloera un paisaje, una vista general del pueblode Santa Eulalia.

Entonces fue cuando el vista de aduanasdejó de ser amable y le ordenó que se lo en-señara. Cumplía órdenes. Al poco vino unoficial del ejército y le confirmó que el

cuadro no podía salir de la isla y que que-daba retenido en la Comandancia Militar deEivissa. El motivo alegado fue que «era undocumento topográfico que revelaba posi-ciones estratégicas de la costa, considera-das secreto y objetivo militar.

La causa, que justificaba el hecho de la re-quisa, fue el peligro que corrían nuestras is-las, situadas frente al litoral africano, don-de se estaban librando en aquel momentobatallas decisivas de la Segunda GuerraMundial, entre el ejército alemán del ma-riscal Rommel y las fuerzas aliadas anglo-americanas.»

Diez años más tarde, terminada ya la his-tórica guerra mundial, el cuadro –que per-maneció depositado todo este tiempo en Ca-

pitanía General de Baleares, en Palma deMallorca, decorando un importante des-pacho oficial y gracias a esto último seconservó en perfecto estado– fue devueltoa su legítimo dueño, después de múltiplesgestiones de reclamación. Esto ocurrió a fi-nales de (once años de gestiones). Elcuadro censurado y retenido es una vista to-mada desde el Puig de Missa (ver cuadro dela portada de La miranda), con las chime-neas de Can Ros en primer término. Su ta-maño es de x.

Constituye una rareza no solamente porsu rocambolesca historia de aduanas, sinotambién porque se trata de uno de los po-cos documentos gráficos de su tiempo delpueblo y de su entorno.

V. V.

El cuadro ‘Vista de Santa Eulalia del Río’, de 1943, fue retenido durante diez años en la Comandancia Militar

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DIARIO de IBIZAVIERNES, 17 DE JUNIO DE 201142 CineLa miranda

Más de medio siglo después de su muer-te, cuando sólo tenía años, HumphreyBogart sigue muy vivo. Pocas estrellas delHollywood de oro conservan la vigencia delhombre que llegó tarde a la gloria (tenía años cuando hizo ‘Casablanca’) y se fue de-masiado pronto tras un calvario. Marcó unestilo, impuso una personalidad y fue in-imitable. No era guapo, no era alto, no erasimpático. Sus mejores interpretaciones lomuestran huraño, cascarrabias o melan-cólico. La comedia no era lo suyo. Tuvo unavida sentimental complicada hasta que seenamoró de la jovencita Lauren Bacall.

Era mucho mejor actor de lo que decíansus enemigos y un buen tipo según casi to-dos, a pesar del triste episodio de la caza debrujas en la que Bogart se la envainó tras co-mandar una admirable cruzada a favor delas víctimas.

Era el héroe americano más complejo,leal, sentimental y que iba de duro para quesu romanticismo no le debilitara. Un tipo quese curtió haciendo de malo hasta que le lle-gó la oportunidad de redimirse en ‘El bos-que petrificado’ y ‘El último refugio’. Una vidade película sobre la que se ha escrito muchoy que vuelve a las pantallas de papel graciasa la biografía de Stefan Kanfer (Lumen).

Alguien de palabraNo es una obra que aporte grandes revela-ciones pero sí es un buen recordatorio de unafigura que se niega a apolillarse. Las uni-versidades le dedican ciclos, sus mejores pe-lículas siguen programándose con fre-cuencia en las cadenas de TV. Incluso tieneun sello. El American Film Institute le nom-bró la estrella masculina más grande de lapantalla y Entertainment Weekly lo nombróla leyenda del cine más importante de todoslos tiempos. Jean-Luc Godard y WoodyAllen le rindieron pleitesía. Belmondo yAznavour le copiaron en algunos de sus pa-peles más emblemáticos. Y su rostro esusado en bares de medio mundo comoobjeto de decoración / adoración.

A Bogart era normal verle con cigarrilloen una mano y un vaso de whisky en la otra.Llevaba pajarita y corbata corta con una cla-se insuperable y el sombrero de fieltro lesentaba de maravilla. Sonreía de medio lado

para meter miedo o enseñaba los dien-tes para ponerte sobre su aviso sobresu impaciencia con las tonterías.En el mundo de mentira y traiciónde Hollywood, Bogart era un islo-te, alguien de palabra, un profe-sional como la copa de un pino. Sinalardes, con un talento naturalimpermeable a la afectación. Lacrítica francesa le quiso etiquetarcomo un existencialista, otros lecalificaron de estoico anacrónico,hubo quien lo definió como unsarcástico con ribetes cínicos. Y KateHepburn comentó que no era unhombre de «quizás». Con él era «sí ono». Izquierdista y disidente… a sumanera. La biografía de Kanferevoca los orígenes de Bogart enla clase alta de Nueva York,hijo de un reputado mé-dico y una conoci-da ilustradora.Nació en ycreció en el Up-per West Side deM a n h a t t a n ,nada menos. Losantepasados deBogart se parecíanmás a los perso-najes de ‘Historiasde Filadelfia’ que alos que interpreta-ría él con una pis-tola en la mano. ElBogey adolescenteera un rebelde sincausa (lo expulsa-ron de un centroelitista sin contem-placiones) y supaso por la marinase saldó con una cicatriz que se haría míti-ca, seguramente por una pelea poco pa-triótica. Como aspirante a actor se arrastrópor los escenarios de Broadway en papelesmojados por la frustración. Su desembarcoen Hollywood no fue tampoco un paseo. Ensus primeras películas fue ahorcado,electrocutado, condenado a cadena per-petua, acribillado a balazos.

Llegar vivo al final de una película era unmilagro. Y cuando todo parecía perdido, lascasualidades se pusieron de su parte: tras lla-mar la atención en ‘El bosque petrificado’, el

entonces de moda George Raft dijo no a ‘Elúltimo refugio’ y Bogart lo aprovechó. Lue-go llegó ‘El halcón maltés’ (el verborreico fi-nal sirve a Kanfer para demostrar la técni-ca depurada del actor, en contra de lo quecontaban algunas lenguas viperinas) y su es-calada a la cumbre con títulos clásicos: ‘Ca-sablanca’ con su caótico rodaje, ‘Tener y notener’, donde conoció a Lauren Bacall, ‘Elsueño eterno’ (o cómo asociar a Philip Mar-lowe a su nombre para siempre) y ‘El teso-ro de Sierra Madre’, donde amplió sus re-gistros de forma notable. Sin Bogart, ‘Casa-

blanca’, no sería lo mismo. Como bien apun-ta Kanfer, ningún otro actor podría haber he-cho tan creíble el papel de Rick Blaine, sinpatria, misántropo, bebedor habitual, y, enúltima instancia, el más abnegado héroe ro-mántico de Hollywood. Un artista madurose convertía en el tipo de hombre que, enmuchos aspectos, todo estadounidense an-helaba ser. Capaz de sacrificarse por la mu-jer amada. Cuando Bogart empezó el roda-je a las órdenes de Michael Curtiz el demayo de , era una estrella menor. Cuan-do lo terminó, el de agosto, se había con-vertido en el actor del cine americano másimportante de su tiempo. En ganó. dólares, convirtiéndose en el actormejor pagado del mundo.

Kanfer avanza a paso ligero por la vida yobra de Bogart, muestra su evolución comointérprete, su lento declinar, sus errores y susaciertos. Muy interesante la parte dedicadaa ‘En un lugar solitario’, la obra maestra deNicholas Ray que era una despiadada ra-diografía del amor roto entre el director y sumujer, la actriz Gloria Grahame, pero tam-bién del propio Bogart. La parte final del li-bro, dedicada a la lucha de Bogart contra uncáncer de esófago en el último año de suvida, encoge el corazón y contiene mo-mentos tan escalofriantes como ese al-muerzo en el que se escuchaba el ruido delos alimentos al caer directamente al estó-mago del actor.

Murió en a los años. En su fune-ral, su amigo John Huston dijo que estabadotado con el don más grande que unhombre puede tener: talento. «No tene-mos ninguna razón para sentir pena por él,sólo por nosotros mismos por haberlo per-dido. Es insustituible.» La historia no acabacon su prematura muerte. Kanfer añade unaspáginas finales muy interesantes en las queaborda el imparable desarrollo de la le-yenda de Bogart, un hombre que era algomás que un actor: era un estilo, y un estiloque en el Hollywood actual no tendría futuro.No era un ser perfecto, pero nunca habrá otrocomo él.

TINO PERTIERRA

’¡Qué dilema!’ contiene varias demos-traciones empíricas: ) que la palabra «di-lema» se ha depreciado (por mucho que lle-ve delante un intrascendente «¡qué!», trai-cionando a la trascendencia del original ‘Thedilemma’), y ) que la carrera de Ron Ho-ward, a excepción de la notable ‘Frost/ Ni-xon’, sigue retozando(se) en la mediocridad.

Si en el pasado Maquiavelo se preguntaba«¿alma o estado?», Hamlet lanzaba al si-lencio eso de «¿Ser o no ser?» o Batman seplanteaba soltar a un Joker indefenso al va-cío, parece sintomático que en nuestra so-ciedad MTVizada, la cuestión «dilemática»

se desmerezca. En esta película, dos amigos preparan un

proyecto importantísimo para General Mo-tors cuando uno de ellos (Vince Vaughn)descubre que al otro (Kevin James) le estánsiendo infiel (la perraca de Winona Ryder).Al pobre hombre le quedan dos opciones deconsumo: ¿cuál es peor mal, perder unnegocio o perder un amigo?

Allan Loeb, el guionista de la cinta, con-tinúa con su afán por deconstruir, en tonode revista mensual, los vericuetos de las pa-rejas posmodernas. Ellos son completa-mente imbéciles y ellas son muy buenas(Jennifer Connelly será buena siempre) omuy malas (como Winona Ryder): todo enel metraje se reduce a dicotomías (quizá de

ahí se saque su principal interés, de sudesvergüenza torera) que jamás carburanni como comedia ni como drama (si con-sideramos un drama que tu mujer te enga-ñe, claro).

Casi por jugar un rato, por montar una po-lémica de tertulianos chuscos e insultar-nos/lanzarnos bolígrafos, podríamos dis-cutir si los arquetipos del filme se balance-an más hacia posiciones machistas o haciaun feminismo de revista femenina.

Vamos, permítanme aprovechar algo de«¡Qué dilema!».

EDUARDO GALÁN

Dilema de pacotillla

Vince Vaughn. D. I.

‘¡Qué dilema!’�Una película de Ron Howard�Intérprets: Vince Vaughn, KevinJames, Jennifer Connelly, Winona Ryder,Channing Tatum, Queen Latifah.

Bogart, la leyenda insustituible

Humphrey Bogart. ILUSTRACIÓN: PABLO GARCÍA

STEFAN KANFER

BogartLUMEN, 2011

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DIARIO de IBIZA VIERNES, 17 DE JUNIO DE 2011 43Libros La miranda

Joseph Roth, uno de los autores más re-levantes en lengua alemana del periodo deentreguerras, consumía en París las horasmás amargas del exilio escribiendo artí-culos sobre el III Reich, «la filial del infier-no en la tierra», como él mismo lo llama-ba. En uno de ellos para Das Neue Tage-Buch, el de marzo de , atribuía al es-nobismo wagneriano europeo la indife-rencia ante los alarmantes síntomas ale-manes. «El asesinato es visto bajo una luzde bengala. La sangre que, roja, mana de laherida recibe, como quien dice, un tonovioleta que la distancia del observador, ytanto la víctima como el asesino parececomo si sólo estuvieran esperando a quebaje el telón para, entre bastidores, des-maquillarse amistosamente el uno al otroel dolor, la herida y el cuello. Los alemanessiempre tuvieron el don de matar conacompañamiento musical».

Capaz de percibir otro tipo de músicamucho más siniestra, en , Roth, pocoantes de dejar Berlín para siempre, habíaadvertido a otros escritores atrapados,como él, en el mismo trance de que los na-cional socialistas quemarían libros pen-sando en sus autores. «Tenemos que mar-charnos para que solo puedan prenderlesfuego a los libros». Del pavoroso incendioque se produjo durante aquellos doce te-rribles años nos siguen llegando las pave-sas del recuerdo precisamente a través dela literatura.

Sobrevivir a Hitler sin capitular ante élUn lector con cierto conocimiento de la his-toria moderna de Alemania podría dejar sincubrir el espacio en blanco a propósito deKurt von Hammerstein, el personaje prin-cipal de ‘Hammerstein o el tesón’, el fasci-nante nuevo libro de Hans Magnus En-zensberger (Baviera, ). De a, Von Hammerstein fue jefe de co-

mando del Ejército, el oficial de más altorango en el Reichswehr, bajo la Repúblicade Weimar. Se convirtió también en opo-nente a cara descubierta de Adolf Hitler ylos nazis. Sin embargo, su nombre no figuraen la historia militar o política de la épo-ca de forma tan destacada como los de al-gunos otros generales que siguieron losmismos pasos: por ejemplo, el de Kurt vonSchleicher, amigo y aliado de Hammers-tein, último canciller de la República an-tes de la llegada de Hitler. Von Schleicherfue asesinado durante la llamada noche delos cuchillos largos, en .

Hammerstein tampoco comparte elhonor de haber participado en la conspi-ración del de julio de , una tramapara asesinar a Hitler que estuvo cerca del

éxito. Como prueba Enzensberger en unode los documentos publicados en su libro,un memorándum entregado a MartinBormann unos días después del fallido gol-pe de Estado, los principales conspirado-res, entre ellos Henning von Tresckow yClaus von Stauffenberg, se reunieron en lacasa de Hammerstein en . El generalno pudo llegar hasta el final, murió de uncáncer un año antes de la llamada opera-ción Valkiria. En su funeral, no tuvo los ho-nores militares de costumbre, porque su fa-milia se negó a permitir que la bandera conla esvástica cubriese su ataúd. Si el régimenno acabó antes con él y falleció de muer-te natural se debió al paraguas protector deHindenburg, que siempre se las arreglabapara que Hitler no tomase represalias

contra él.Pero si aquel general desempeñó un

papel histórico relativamente pequeño,¿por qué un padre de las letras alemanaspretende ahora arrojar luz sobre su vida yla de su familia? La razón, según Enzens-berger, es que la vida de Hammerstein ex-plica cómo se podía sobrevivir a Hitler sincapitular ante él. Esta particularidad seresumiría en su obstinación, la traduc-ción más fiel del título original del libro enalemán ‘Hammerstein oder Der Eigen-sinn’, pero también en la descripción utili-zada para la versión inglesa, que en espa-ñol resultaría ser ‘Los silencios de Ham-merstein’. Una mezcla de todo: intransi-gencia, principios, arrogancia y obstinaciónle impidieron al general actuar y enfrentarsetodavía más abiertamente a Hitler.

«Yo divido a mis oficiales en cuatro gru-pos», solía decir el barón Kurt von Ham-merstein, jefe del ejército alemán en la dé-cada de . «Los hay inteligentes, dili-gentes, estúpidos y perezosos». El delos oficiales de cualquier ejército eran,para él, estúpidos y perezosos, y sólo «ade-cuados para desempeñar tareas de rutina».Los estúpidos y diligentes tenían que ser vi-gilados cuidadosamente. Los inteligentesy diligentes pertenecían al Estado Mayor.Pero sólo «los inteligentes y perezosos»convenían para «las funciones de más altoliderazgo». Entre este último grupo se ha-llaba el propio Hammerstein, de acuerdocon una evaluación totalmente comparti-da por quienes lo trataron.

LUIS M. ALONSO

El huevo, la serpiente y algo más

En el trabajo de David Mamet, tanto en elteatral como en el cinematográfico, abun-dan las obras mayores. Imposible olvidar alpolicía burlado de ‘Homicidio’, obstinado ensu búsqueda de una maldad que no resul-ta ser tanto causal como casual, a la clep-tómana de ‘Casa de juegos’ enredada en unjuego perverso con su inteligencia, el des-censo a los infiernos de los protagonistas de‘El caso Winslow’, pieza ética de una ex-traordinaria riqueza en torno a la supues-ta probidad de ciertas conductas, la aven-tura apabullante de ‘American Buffalo’, fas-cinante investigación en torno a la verdady sus límites, o la durísima ‘Edmond’, dos-toievskiana fábula acerca de la redención yla culpa que Mamet escribió para su actorfetiche, el insuperable William H. Macy.

Menos conocida es en España la faceta deMamet como teórico, que Seix Barral re-cupera en un libro breve pero contunden-te, titulado, no sin razón, ‘Manifiesto’, y enel que se recogen una serie de escritos, no

tanto programáticos como iluminadores,que Mamet ha ido construyendo desde suenorme experiencia a uno y otro lado de lacámara y de las tablas. El libro es un inten-to por desmitificar determinados lugares co-munes del teatro, fundamentalmente dos:la mística intelectual y el papel del directorcomo luminaria o demiurgo. Por lo que ata-ñe al primer aspecto, Mamet considera elgran teatro, lo firme Chéjov o Beckett, unainvestigación siempre en la dirección de lavida, escrutinio que, como tal, opera de for-ma más intuitiva que intelectual. Mamet ex-presa esta convicción de modo certero:«El público, cuando se conmueve, lo haceen un nivel preverbal. El público no entra acompartir las ideas de la obra: más bien ex-perimenta la emoción de la caza comuni-taria [...]. Cuando salimos de la obra reto-mamos nuestras pretensiones intelectualesy atribuimos nuestro placer a nuestra ca-pacidad de apreciar sus temas y sus valores.Esto (igual que la elección que hace la so-ciedad del crítico periodístico como censor)es un intento de recuperar la autonomía».

La segunda obsesión de Mamet aparece

ya expresada en el párrafo anterior. El ele-mento central del teatro no son los actoresni el director, la tramoya ni el juego de ma-nos de prestidigitador alguno. La pieza cla-ve del teatro, la única que garantiza la su-pervivencia de un texto, desde laAntígona-de Sófocles a Combate de negro y de pe-rrosde Koltès, es el público, ese público mássagaz y menos estúpido de lo que se pre-tende, y al que con tanta contumacia los sec-

tores cultos, intelectualistas, supuestamenteprogresistas, han venido despreciando, so-bre todo en el siglo XX, siglo preocupadocomo pocos por alcanzar una supuesta e im-posible objetividad en el fruidor.

En este sentido Mamet es profunda-mente americano y antielitista, cultivandoun liberalismo democrático que hace pa-lanca en el gusto mayoritario, no en la van-guardia discreta: el público es el único cri-terio para medir la excelencia o la incapa-cidad de una obra para entrar en compe-tencia con sus coetáneas. Y ‘Manifiesto’, entoda su crudeza, la expresión inmejorablede semejante convicción.

RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN

Sostiene Mamet

H. M. Enzensberger D. I.

David Mamet D. I.

H. M. ENZENSBERGER

Hammersteino el tesón� ANAGRAMA, 2011384 PÁGINAS

DAVID MAMET

Manifiesto� SEIX BARRAL, 2011176 PÁGINAS

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DIARIO de IBIZAVIERNES, 17 DE JUNIO DE 201144 LibrosLa miranda

En la consulta del psiquiatra una pacien-te le dice al doctor: «Creo que debería au-mentar la dosis del fármaco. No me siento tanfeliz como la gente de los anuncios publici-tarios.» Es una viñeta publicada en el New Yor-ker durante el verano de y que ilustra unade las páginas de un libro de lectura funda-mental para todas las personas interesadas enla trastienda de unos de los fenómenos so-ciales más característicos de nuestros días. Ellibro trata de campañas publicitarias, demédicos tomando decisiones que tendrán re-percusiones planetarias sobre la prácticaclínica de millones de sus colegas, de cientosde millones de dólares en intereses econó-micos y efectos secundarios de algunosfármacos. Trata sobre la psiquiatría actual ylas entretelas personales que determinaronlas características de su manual de referen-cia, el DSM-IV, centrándose especialmenteen el proceso de marketing farmacéutico queterminó convirtiendo rasgos de personali-dad como la introversión o la timidez, –qui-zá incómodos aunque completamente nor-males y satisfactoriamente integrados en elabanico de posibilidades de las relacioneshumanas–, en trastornos psiquiátricos comoel «trastorno de ansiedad social», –con todoel aparato de criterios diagnósticos estan-darizados y farmacoterapia asociada–. ‘La ti-midez. Cómo la psiquiatría y la industria far-macéutica han convertido emociones coti-dianas en enfermedad’ está escrito porChristopher Lane, y ha sido recibido con elo-gios por los principales revisores editorialesinternacionales.

Psiquiatrizar la sociedadDesde luego, el subtítulo del libro indica el ver-dadero tema de la obra. El primer capítulo estádedicado a la discrepancia radical que, en elámbito de la ansiedad, enfrenta desde haceun siglo a los psiquiatras de orientaciónkraepeliana con sus colegas que se sientenmás atraídos por la tradición freudiana deanálisis de los trastornos mentales. Aquellosestán centrados en la descripción topográfi-ca y en los afanes clasificatorios de las alte-raciones psíquicas, perdiendo en esa obce-cación la dimensión interpersonal e intrap-síquica y el verdadero significado del trastornoansioso. Y estos se hallan más cercanos a laindagación acerca de las dinámicas incons-cientes y ocultas que constituirían el nivel ver-daderamente genuino de análisis de este tipode fenómenos. Para los segundos era fun-damental mantener la unidad del conceptode «neurosis de ansiedad», por mucha va-riabilidad fenoménica que acogiera en su in-terior; para los primeros era necesario trocearesa categoría diagnóstica tan inespecífica entrastornos más pequeños que se distinguie-ran en la topografía del problema más que enla funcionalidad del mismo.

Y las últimas décadas del siglo XX marca-ron la derrota definitiva del bando freudiano,sobre el que el ‘Manual Estadístico y Diag-nóstico de los Trastornos Mentales’, –el DSM–,cayó con una potencia devastadora. Sólo unosdatos: la segunda edición del DSM recogía categorías de enfermedad mental y una solacategoría genérica de «neurosis de ansiedad»;el DSM-III-R ya recogía categorías diag-nósticas, más que la edición anterior; fi-nalmente, el DSM-IV, aparecido en , yadistinguía más de trastornos, y la antigua

«neurosis de ansiedad» había desaparecidodejando en su lugar siete nuevos trastornos:agorafobia, trastorno de pánico, trastorno deestrés postraumático, trastorno obsesivocompulsivo, trastorno de ansiedad generali-zada, fobia simple y fobia social. Si las cate-gorías diagnósticas psiquiátricas habían au-mentado geométricamente a lo largo deaquellas dos últimas décadas, el número deestadounidenses que cumplían con los cri-terios para ser incluidos en ellas había au-mentado exponencialmente. Entre un y un de la población norteamericana pade-cería a lo largo de su vida un trastorno reco-gido en el DSM y, por tanto, sería susceptiblede recibir atención médica y tratamientofarmacológico. ¿Este incremento diagnósti-co responde a una realidad ante la que la psi-quiatría se vuelve consciente o, por el con-trario, estamos ante un castillo de humo, for-malista y solo científico en su apariencia, cu-yas verdaderas motivaciones han de ser bus-cadas en aspectos mucho más prosaicosque los que aparecen en el juramento hipo-crático?

La narración que Lane realiza del proce-so de elaboración del DSM-IV se inclina in-

equívocamente por esta segunda opción. Elautor ha entrevistado extensamente a los psi-quiatras que protagonizaron esta páginagris de la historia de la medicina y ha tenidoacceso a cartas, documentos internos y bo-rradores provisionales que se elaboraron du-rante esos días.

El resultando presenta un escenario con-formado por intereses personales, compañíasfarmacéuticas «colaboradoras», grupos depresión que intentan acallar voces de co-rrientes críticas y, sobre todo, reputados psi-quíatras que encuentran por fin la rendija porla que colar la vieja aspiración de patologizarcualquier problema emocional de la vida co-tidiana y dotar a cualquier molestia o inco-modidad de nuestra experiencia personal deuna relectura bajo la lógica médica. El preciode este cambio será psiquiatrizar la sociedady socavar la idea clásica de la persona comoalguien que afronta la vida intencionalmen-te desde un propósito que activamente des-arrolla, pero la población norteamericana, le-jos de rebelarse contra estas intenciones,acogió con entusiasmo la nueva era de la far-macología emocional.

Durante un importante congreso acerca

del trastorno de pánico celebrado en Bos-ton, el director ejecutivo de la empresafarmacéutica Upjohn comenzó su inter-vención con la siguiente afirmación: «Mi-ren, hay tres razones por las que en Upjohnestamos muy interesados en estos diag-nósticos. La primera es dinero. La segundaes dinero. Y la tercera es dinero».

Sirva esta desvergonzada confesión paracomentar otro de los puntos fuertes del li-bro de Lane: su fascinante repaso al papelque las compañías farmacéuticas jugaronen el proceso de convertir en enfermedadesemociones cotidianas presentes en la ex-periencia de la mayoría de las personas queviven en el mundo actual, y el carácterparticularmente agresivo de la publicidadque tales empresas desarrollaron alrededorde los fármacos que pretendían colocarcomo tratamiento de las nuevas enferme-dades inventadas.

El libro toma la medicalización de la ti-midez a través de la nueva categoría del«trastorno de ansiedad social» como ejemploparadigmático de esta psicopatologización dela vida cotidiana, y se detiene especialmen-te en la descripción de la campaña de mar-keting que las compañías farmacéuticas hi-cieron para promocionar un mediocre anti-depresivo, la paroxetina, cuando consiguió fi-nalmente la aprobación para el tratamientode la nueva categoría diagnóstica vinculadaa la ansiedad social.

En una sociedad en donde los medios decomunicación divulgan y vulgarizan a diariocontenidos de la psiquiatría y la psicología sintrazar una barrera clara entre la descripciónde fenómenos y su prescripción como mo-delos de conducta, los publicistas tuvieron lavalentía y la vileza de ampliar el público ob-jetivo al que dirigían sus mensajes y comen-zaron a crear anuncios que iban destinadosa los futuros pacientes y no solamente a losactuales psiquiatras. En revistas de consumogeneral se incluyeron páginas publicitarias endonde se transmitían ideas que podríamos re-sumir de forma sencilla: «¿Se encuentra us-ted molesto en las situaciones de relación so-cial? No se culpe. Quizá sufra usted una en-fermedad recién descubierta llamada Tras-torno de Ansiedad Social. Pero tenemosbuenas noticias: tiene tratamiento farmaco-lógico. Consulte con su médico». Y así, el al-tavoz de la publicidad de masas terminó la ta-rea que habían comenzado los autores delDSM-IV. «¿Podríamos subir la dosis? Todavíatengo sentimientos», le pide otro paciente asu psiquiatra en otra viñeta recogida igual-mente en el libro de Christopher Lane.

En él se presenta un retrato documentadoy realista de uno de los momentos claves enla historia de la psiquiatría moderna, pero elinterés del libro trasciende con mucho el cam-po de la medicina dedicada al estudio de lostrastornos mentales. Este libro puede ofrecerclaves para entender muchos más asuntosque aquellos de los que explícitamente tra-ta. Está en juego, nada más y nada menos, larelación de las personas con sus propiasemociones.

ANTONIO RICO

No soy tímido, estoy enfermoLectura fundamental para todas las personas interesadas en la trastienda de la psiquiatría y la industria farmacéutica

Portada del libro

El libro toma la medicalización de la timidez a travésde la nueva categoría del ‘trastorno de ansiedadsocial’ como ejemplo paradigmático de estapsicopatologización de la vida cotidiana y se detieneen la descripción de la campaña de marketing

CHRISTOPHER LANE

La timidez� ZIMERMAN EDICIONES, 2011291 PÁGINAS