Iglesia Nueva Apostólica Edición Pensamientos Guías

1Comunicaciones para los portadores de ministerio de la Iglesia Nueva Apostólica

Pensamientos Guías para el Servicio Divino

Iglesia Nueva Apostólica

Edición especial 2021

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Servicios Divinos para ocasiones especiales

Confirmación

Agradecimiento por la cosecha

Día de arrepentimiento y oración

Servicio Divino de duelo


Servicio Divino de casamiento

Servicio Divino para la tercera edad

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Jesús se preocupa por los suyosMensaje

Jesús nos afirma y nos guarda.

Introducción

Nuestros confirmantes hoy prometen renunciar al mal y entregar-se a Dios. Esta decisión influirá en su futuro: como cada cristiano adulto, deberán dar cuenta a Dios por su vida de fe. Es una gran responsabilidad, pero no debería asustarlos. Después de todo, Dios retribuye su voto otorgándoles una bendición especial. Promete ayudarlos y apoyarlos en sus esfuerzos.

La lucha de la fe

A menudo comparamos nuestro desarrollo espiritual con una com-petencia deportiva (1 Co. 9:24-27). Mientras nuestros confirmantes estén decididos a ganar, pueden contar con la ayuda de Dios. Él los proveerá de alimento espiritual a través de la prédica y la Santa Cena. Al recibirlas con fe, verán que les da fuerza en su situación particular de vida. Para salir victoriosos, debemos permanecer motivados hasta el final. El Espíritu Santo alimenta y desarrolla nuestra motivación haciendo crecer en nosotros el amor a Cristo. Para que Él lo pueda hacer, necesitamos tomarnos el tiempo para ocuparnos de Jesús. No solo para pedirle su ayuda cuando estemos necesitados. ¡Pensemos en lo que Jesús ha hecho por nosotros y en lo que aún sigue hacien-do!

Dios permitirá pruebas para los confirmantes en varios puntos de su camino de fe, donde tendrán que aplicar de manera muy concreta la enseñanza que han recibido. Por ejemplo, les pedirá que confíen en Él, aunque no entiendan su obrar. Otras veces permitirá algunas injus-ticias y esperará que perdonen a los demás. Estas pruebas les darán la oportunidad de atraer la bendición de Dios y así ser afirmados en su fe.

Ser testigos de Cristo

Dios también fortalecerá a nuestros hermanos y hermanas más jóvenes recordándoles la misión que les ha confiado: ser testigos de Cristo haciendo el bien. Los jóvenes a veces sufren de una falta de interés o de atención por parte de los que están a su alrededor.

Servicio Divino para ocasiones especiales

Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. 2 Tesalonicenses 3:3

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Confirmación

Algunos a veces sienten que no tienen lugar en la sociedad. Por lo tanto, es importante que un joven cristiano recuerde que Jesucristo confía en él: ¡lo ha elegido para servir en su nombre!

Permanecer en la comunión

Finalmente, Dios los afirmará a través de la comunión de los suyos. No obstante, hay una regla que se debe tener en cuenta: Las fuer-zas que pueden extraer de la comunión de los creyentes depende-rán de su amor por sus hermanos y hermanas.

Guardar los mandamientos ayuda

Asimismo, Dios promete a los confirmantes guardarlos del mal. Siempre se preocupará de que tengan la oportunidad de perma-necer fieles a Él (Ro. 8:38-39). Él los protege dándoles sus man-damientos. Guardar los mandamientos de Dios les ahorrará mucho sufrimiento y arrepentimiento. Al obedecer la ley del amor podrán basar su relación con los demás en un fundamento conveniente y sólido, y de esta manera evitarán muchas decepciones. Además, Dios les enseñará a vencer el mal haciendo el bien.En este día de fiesta, nos unimos con gusto a nuestros jóvenes hermanos y hermanas para proclamar juntos: ¡Sí, Cristo es nuestro futuro!

Jean-Luc Schneider

Contexto

La segunda carta a los Tesalonicenses se dirige, entre otros, contra los falsos maestros que quieren cambiar el Evangelio a través de ideas filosóficas o mitológicas. La epístola expresa en 3:2 la esperanza de que la tentación que viene de “hombres perversos y malos” llegará a su fin. El versículo 3 habla de la esperanza de que Dios afirmará la fe y guardará del mal.

Resumen

■ Dios retribuye el voto de los confirmantes con su bendición.

■ Él les ayudará a mante-ner su promesa.

■ La obediencia a Dios los protegerá del daño espiritual.

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Alabanza al Creador

Mensaje

Expresamos nuestro agradecimiento a Dios santificando el domingo.

Introducción

Tanto en tiempos difíciles como en tiempos mejores, no olvidemos los beneficios de Dios. Ofrecemos alabanza y agradecimiento a Dios, el Padre, el Creador del cielo y de la tierra. Él vela fielmente por su creación. A Dios, el Hijo, autor de nuestra salvación (He. 5:9) le agra-decemos porque a través de su sacrificio y su resurrección tenemos acceso al reino de Dios. Él fundó la Iglesia y envió a sus Apóstoles. Y a Dios, el Espíritu Santo, lo alabamos por hacernos una nueva criatu-ra en Cristo y porque nos santifica para la comunión eterna con Dios.

Agradecimiento

Nuestro agradecimiento a Dios, el Creador, se expresa de diferentes maneras. Primero lo alabamos y le damos las gracias en la oración y el canto, pero también le traemos nuestra ofrenda. Sabemos que lo que tenemos se lo debemos principalmente a su gracia y por eso le agradecemos. Expresamos nuestro amor a Él dándole una parte de nuestro tiempo y de nuestros ingresos. Estas ofrendas son el testimo-nio de nuestra libertad: no somos esclavos del tiempo ni del dinero.

Respeto a la creación

Respetamos la obra del Creador. Dios creó al ser humano a su propia imagen. Todos los seres humanos han sido creados con la misma naturaleza y la misma dignidad. Les debemos a todos, hom-bres, mujeres y niños, el mismo respeto, independientemente de su origen y su estatus social. Jesús dice en la regla de oro cómo debe-mos comportarnos con nuestro prójimo (Lc. 6:31). Y para subrayar la importancia que concedía a esta regla, añadió que Dios nos trata-rá como nosotros hemos tratado a los demás (Mt. 7:1-2; Lc. 6:37).Damos gracias al Creador de la tierra tratándola con amor y sabi-duría. Conscientes de nuestra responsabilidad frente a las genera-ciones futuras, procuramos no explotar abusivamente los recursos naturales.

El significado del trabajo

Cuando Dios le confió la tierra, le ordenó al hombre que la labrara


Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Génesis 2:3

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Agradecimiento por la cosecha

(Gn 2:15). El ser humano labra la tierra por agradecimiento a su Creador. La representación del trabajo como un castigo infligido a los seres humanos por haber caído en el pecado se basa en una interpretación errónea de Gn. 3:17-19. Este pasaje de la Biblia pre-tende mostrar que el pecado del ser humano tiene repercusiones en todo su espacio vital. La exhortación al trabajo se encuentra de nuevo en los Diez Mandamientos (Ex. 20:9). Para agradecer al Señor por haberlo elegido, liberado y bendecido, el pueblo de Israel es llamado a obedecer los mandamientos, que incluyen la obliga-ción de trabajar. Así, también agradecemos a Dios obedeciendo este mandamiento. No se trata de tener un empleo o estar desem-pleado, sino de la actitud de nuestro corazón. En agradecimiento al Creador llevamos en nuestro corazón contribuir al bien común a través de nuestro trabajo.

Santificación del día de reposo

El Creador todopoderoso no necesitaba reposar para recuperar fuerzas. Su “reposo” subraya la perfección de su trabajo. Dios dejó de trabajar porque no había nada que añadir o corregir. La palabra bíblica ordena al ser humano descansar del trabajo una vez a la semana para contemplar la obra del Creador y alabarlo. La obser-vancia de día de reposo es para Israel una forma de mantener su identidad en relación con otros pueblos. No es diferente para los cristianos, que santifican el domingo como el día de la resurrección de Jesucristo.

Pensamientos del Apóstol Mayor

Contexto

Para más explicaciones sobre la obligación de trabajar, la santificación del domingo y el trabajo en días domingo ver el Catecismo INA 5.3.4.5-7 y 13.4.

Resumen

■ Agradecemos a Dios por sus beneficios y le expresamos nuestro agradecimiento a través de la alabanza, las ofrendas y el respeto por su creación. Él les ayudará a mantener su promesa.

■ Somos obedientes a sus mandamientos, reconocemos el significado del trabajo y santificamos el domingo.

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¡Elige el bien!

Mensaje

Reconocer el pecado y esforzarse por hacer el bien.

Introducción

El Día de arrepentimiento y oración nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestras acciones y nuestras palabras. Dios hace el bien y nosotros nos damos cuenta de que no actuamos como corresponde. Reconocer que somos pecadores, que hemos peca-do contra la buena voluntad de Dios, es importante, pues entonces clamaremos desde lo más profundo de nuestro corazón por su gra-cia y misericordia.

Apártate del mal

Como somos pecadores que nos entregamos repetidamente al mal, somos exhortados a apartarnos de él. Para poder cumplir esto, es necesario saber qué es el mal. Por los mandamientos, por ejemplo, podemos discernir qué acciones son malas o bue-nas. Sin embargo, es igualmente importante preguntar cómo es nuestra actitud interior, si está verdaderamente orientada en la voluntad de Dios y el beneficio de nuestros semejantes, o si se centra únicamente en el interés propio. Recordemos las palabras de Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que con-taminan al hombre” (Mt. 15:19-20). El Espíritu Santo es capaz de agudizar nuestra conciencia y revelar nuestros motivos secretos.

Haz el bien

El llamamiento a “apartarse del mal” se complementa con “hacer el bien”. Hacer el bien es seguir la voluntad de Dios y tener en cuenta las necesidades de nuestro prójimo. Lo bueno se apli-ca también a uno mismo, porque uno puede, y de hecho debe, hacerse el bien a uno mismo. El prójimo debe obtener lo que necesita y nosotros mismos también. Lo bueno también puede estar relacionado con el arrepentimiento. Es bueno arrepentirse y ser humilde, confesar los pecados ante Dios y las personas,

Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre. Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos.

Parte de Salmos 37:27-28


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Día de arrepentimiento y oración

pues solo así se puede ser perdonado y tener la posibilidad de un nuevo comienzo.

El Señor ama la rectitud

Dios, dice el salmista, ama la rectitud. Quiere que haya justicia don-dequiera que vivan las personas. Nadie debe ser tratado injustamen-te. Pero no solo eso. Dios quiere que todos los que creen en Él vivan según sus normas. El reino de Dios, el ámbito en el que se vive con Dios, se caracteriza por la justicia y la rectitud. A todos los que acep-tan a Jesucristo como Señor está dirigida la palabra: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt. 6:33).

El Señor no desampara a sus santos

El salmista asegura a sus lectores que Dios permanece con los san-tos. Las personas santificadas por Dios son aquellas que comparten el antiguo o el nuevo pacto. Nosotros hemos sido santificados por Dios mediante el Santo Bautismo y el Santo Sellamiento. A pesar de toda nuestra pecaminosidad, Dios no nos desampara. Permane-ce con los seres humanos y los llama al arrepentimiento. Pero esto también significa que no hay que apartarse de Dios aunque se haya faltado a la voluntad divina, se haya actuado o hablado injustamente. Por eso Dios nos llama a todos una y otra vez a convertirnos, arre-pentirnos y tener en cuenta que podemos acudir a Él en busca de gracia. Las personas que creen y actúan de esta manera permane-cen en el reino de Dios y “vivirán para siempre”.

Contexto

El Salmo 37 pertenece, como el Salmo 1, a la literatura sapiencial. Un maestro de sabiduría se dirige a sus alumnos. El salmo aborda un problema que ha preocupado a los creyentes de todos los tiempos: por qué a los impíos les suele ir tan bien mientras que los temerosos de Dios tienen que sufrir mucho. El salmo habla de que los creyentes pueden confiar en Dios con seguridad, porque les espera la plena comunión con Él.

Resumen

■ Los pecadores son exhortados a apartarse del mal.

■ Hacer el bien significa seguir la voluntad de Dios. Es bueno arrepentirse y ser humilde.

■ Dios establece la rectitud y quiere que los suyos actúen rectamente.

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El temor a Dios nos hace obrar con sabiduríaMensaje

Al final de la vida no solo cuentan los méritos terrenales, sino lo que se ha hecho con sabiduría divina para la vida eterna.

La finitud de la vida terrenal

Los momentos de despedida de un ser querido nos hacen tomar conciencia de lo limitada que es la vida. Y una vez más volvemos a ser conscientes de que: “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Ti. 6:7).

Si este fuera nuestro único reconocimiento, la muerte y morir serían aún más crueles de lo que ya son para los seres humanos.

Los dones del fallecido

Quien ahora a partido a casa fue bendecido con dones y aptitudes especiales que se convirtieron en una alegría para muchos durante largos años. Entre ellos se encuentran:

■ su carácter alegre, que irradiaba calidez;

■ sus acciones desinteresadas por el bien de los demás;

■ su corazón amante de la paz, que siempre llevaba a la reconciliación.

A ello se sumaban sus grandes conocimientos, incluso más allá de su propia profesión, de los que se beneficiaron muchas personas. A través de estos maravillosos dones, quien nos ha antecedido ya se ha convertido en una bendición para muchos.

Los dones divinos que le fueron dados

Bien podemos decir que quien nos ha antecedido nunca utilizó sus dones terrenales para su propia gloria. Con estos dones quiso servir, ayudar y complacer a los demás.

Lo que siempre alabó y honró fueron los dones de la gracia de Dios, que ha podido recibir en abundancia.

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre.

Salmos 111:10


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■ ¡Cuántas veces alabó su condición de hijo de Dios!

■ ¡Con qué alegría contaba lo bien que le hacía el amor de Dios en muchos sentidos!

■ ¡Qué profundo era su anhelo por el retorno del Señor!

El principio de la sabiduría es el temor a Dios…

El enunciado del texto bíblico fue tomado en serio y vivido por el difunto. No han sido esenciales el conocimiento y el intelecto, que poseía muy ampliamente, sino el temor al Señor.

... y será coronado con la eterna corona de la victoria

Si el temor al Señor no pudo mantenerlo siempre alejado de todo pecado, sí le ayudó a acercarse a Dios una y otra vez con arrepen-timiento y pedirle por su gracia. Cómo se alegrará ahora, liberado de las cargas de la vida y las enfermedades del cuerpo, por lo que Jesús Sirach describe así: “El temor del Señor es honor y gloria, la alegría y la corona de la victoria” (Sirach 1:11).

Su alegría eterna será ahora el haber peleado la buena batalla, haber acabado la carrera, haber guardado la fe y que ¡ahora le esté guar-dada la corona de justicia! (2 Ti. 4:7-8).

Así que sigamos también nosotros su ejemplo: ¡qué alegría habrá entonces en el reencuentro permanente con el Señor!

Contexto

El texto bíblico constituye la conclusión de Salmos 111, que en algunas traducciones de la Biblia se titula “Alabanza a la gracia de Dios”. Después de haber descripto en los versículos anteriores las grandes obras de Dios en aquellos que le temen, este último versículo una vez más vuelve a destacar la importancia del temor al Señor para el creyente.

Resumen

■ La despedida de un ser querido nos hace tomar conciencia de lo limita-da que es la vida.

■ Pero también somos conscientes de lo valiosa y adorable que era la persona que ha fallecido.

■ Su temor a Dios y su fe sean para nosotros un ejemplo en todas nuestras acciones.

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Tratar al más pequeño con el amor de JesúsMensaje

El amor divino no discrimina, simplemente está preparado para ayu-dar también a los más pequeños.

Vivir - sufrir - morir

Una vez más nos ocupa, incluso nos aflige, la pregunta: ¿Por qué el difunto tuvo que irse tan temprano? Y esta aflicción puede aumentar al contemplar su vida:

■ su lugar en la sociedad estaba en los márgenes;

■ la felicidad por la seguridad de una buena familia le era ajena;

■ era poco conocida en nuestra comunidad.

Apenas podemos adivinar lo que pudo haber sufrido y de lo que se vio privada, ni sus sentimientos al estar sola mientras atravesaba el sombrío valle de la muerte.

La prédica de Jesús sobre el juicio de las naciones

Mientras contemplamos y reflexionamos sobre la vida de quien nos ha antecedido, la prédica de Jesús sobre el juicio de las naciones nos hace meditar una vez más (Mt. 25:31-46). Deja clara la gran importancia que tiene ante sus ojos el amor por los débiles e imper-fectos. Él no mira lo que está delante de los ojos, mira el corazón (1 S. 16:7).

Para nuestra hermana en la fe se ha vuelto una realidad la parábola del juicio de las naciones, porque ha experimentado una ayuda y un apoyo múltiples a través de otras personas.

El hecho de que no solo necesitara ayuda, sino que además se acer-cara a otros con amor, posiblemente haya sido muy poco tenido en cuenta, ¡pero Dios lo vio todo!

La fe genera esperanza, incluso más allá de la muerte

Con cuánto consuelo brilla entonces la esperanza de la fe, que “… Jesucristo [el cual] quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmor-

En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Parte de Mateo 25:40


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talidad por el evangelio” (2 Ti. 1:10), y que el ser humano también puede alcanzar la salvación después de su muerte física (Catecismo INA PyR 543). Solo podemos desear a la difunta esta experiencia ¡y podemos confiar en que el amor de Dios se la preparará!

Nuestra tarea y posibilidad

Para ello queremos seguir recordando con cariño a la que nos ante-cedió, con una intercesión especial.Más allá de eso, también puede ser un entrañable deseo tratar a todas las personas en situación de necesidad y miseria de la manera descrita por Jesús, haciéndoles el bien en el aquí y ahora. Seamos conscientes de que Jesús llama sus hermanos (y hermanas) a los miserables y a los necesitados. ¡Lo que les hacemos a ellos, se lo hacemos al Señor! Pero al final nos lo hacemos como una bendición a nosotros mismos.

Contexto

El texto bíblico muestra la gran importancia que Jesús le asigna al amor al prójimo, especialmente en relación con los más pequeños.

Resumen

■ El amor de Dios nos permite tratar con amor también al más pequeño.

■ La prédica de Jesús sobre el juicio de las naciones deja claro lo que es esencial.

■ Así que intercedamos por nuestro prójimo y hagámosle el bien también a través de nuestro obrar.

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Dios bendice a los que lo buscan

Mensaje

Buscar a Dios y hacer su voluntad hace que todo sea para bien.

Vivir y experimentar juntos

De todo corazón nos alegramos junto a nuestros novios por su feli-cidad y pedimos por la bendición de Dios para ambos en su futuro viaje unidos en el matrimonio.

El matrimonio ya fue comparado algunas veces con un viaje de des-cubrimiento. Uno lo empieza lleno de ilusión y alegría, y con el paso del tiempo tiene experiencias muy diferentes. Naturalmente, se les desea a los novios que cada día juntos sea como un brillante día de sol y, a pesar de ello, no faltarán días de preocupación y alguna que otra amenazante nube en el cielo del matrimonio. Tal vez también haya desacuerdos y se produzcan tensiones que uno difícilmente hubiera creído posibles.

A menudo, un ayuno espiritual, es decir, la abstinencia de pensa-mientos desagradables y el ejercicio de la paciencia puede ser muy útil para pedir a Dios el camino correcto (versículo 23).

La mano de Dios

Nuestra palabra bíblica es en todos los sentidos un excelente “con-sejero matrimonial”: ¡La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan! Estos pensamientos recuerdan una palabra que se atribuye a un Apóstol Mayor: “Quien quiera experimentar la bendición de la mano de Dios sobre su cabeza, ¡debe tolerar tam-bién la guía de la mano de Dios a su lado!”.

Buscar siempre a Dios

El reconocimiento de Esdras va un poco más allá. Habla del hecho de que hay que buscar a Dios. Que este sea el deseo diario de los novios:

■ Orar juntos, tanto por la mañana como por la noche, para poner todo en la mano amorosa de Dios (Sal. 37:5);

La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan.

Parte de Esdras 8:22


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Servicio Divino de casamiento

■ que en toda su planificación siempre esté, por encima de la búsqueda de la felicidad terrenal –que les deseamos de cora-zón–, la búsqueda de las cosas de arriba (Mt. 6:33);

■ en las diferencias de expectativas y esperanzas sean siempre conscientes de que “la paz significa hablar uno con el otro”.

■ en todo, que permanezcan centrados en el bien que Dios tiene reservado para los que lo aman: ¡la comunión eterna en su gloria!

Recibir el bien de la mano de Dios

Orientados de este modo, se establece una buena base para que el “viaje de descubrimiento con Dios” pueda brindarles cosas lindas y buenas, incluso aunque no todo vaya bien y no todos los deseos se hagan realidad. Entonces, de todas formas, experimentarán lo que Dietrich Bonhoeffer formuló de forma formidable: “También hay una vida plena a pesar de los muchos deseos incumplidos”.

Contexto

El texto bíblico se refiere a Esdras, el sacerdote y descendiente de Aarón que después de la época del exilio babilónico en la corte persa ocupó la posición de “Secretario de Estado de Asuntos Religiosos” de los judíos. Hacia el año 458 a. C. se trasladó de nuevo a Jerusalén con amplios poderes para restaurar el orden divino allí. La Biblia da testimonio de su temor a Dios y de su confianza en Él, así como de la ayuda que Dios le brindó. Para preparar el viaje a Jerusalén, proclamó un ayuno.

Resumen

■ El que busca a Dios experimenta que su mano le prepara el bien.

■ Para ello, los novios deben orientarse en Dios.

■ En esta completa confianza pueden tener una vida plena, incluso si no todos sus deseos se hacen realidad.

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Cristo cuida de nosotros

Mensaje

Cristo nos libera de nuestras preocupaciones.

Introducción

El Señor quiere liberarnos de nuestra ansiedad y nuestras preocupa-ciones, es decir, de deseos que nos hacen sentir inseguros, preocu-pados o que nos hacen sufrir. Nos aconseja que los echemos sobre Él. Este paso requiere determinación y esfuerzo de nuestra parte.

La palabra bíblica no es un incentivo para entregarse a la frivolidad y dejar de preocuparse por las cosas materiales. Cada uno de noso-tros debe cuidar de sí mismo y de sus allegados. Pero las preocu-paciones materiales no deben afectar nuestra relación con Dios, ni perjudicar nuestra salvación.

Preocupación por nuestra salvación

El Señor nos insta a esforzarnos seriamente por nuestra salvación, pero no quiere que este trabajo se convierta en una carga que nos agobie. Una vez más, nos invita a librarnos de todas las cargas inne-cesarias, como el miedo a no alcanzar la meta.

Librémonos de esas preocupaciones humillándonos ante Dios. Recordemos que el obrar de Dios está más allá de nuestra com-prensión. No hay explicación para la elección divina. Nosotros no podemos ganar nuestra salvación por nuestras obras, solo la pode-mos alcanzar por gracia. Confiemos en la palabra de Dios: Él nos dice que somos sus hijos. No nos pide nada que no podamos hacer.

Cristo cuida de nosotros. Dio su vida por nosotros. Él provee fiel-mente las necesidades espirituales de aquellos que están decididos a permanecer fieles a Él. No temamos por nuestra salvación. Más bien, esforcémonos por crecer en el amor. Cristo perdona mucho a los que lo aman (Lc. 7:47).

El cuidado de los demás

Es normal e incluso deseable que nos preocupemos por la sal-vación de los que amamos. Pero esta preocupación no debería robarnos la alegría ni empañar nuestra relación con Dios. También

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

1 Pedro 5:7


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Servicio Divino para la tercera edad

podemos transmitir esta preocupación a Jesús humillándonos y confiando en Él.

Seamos conscientes de que no podemos salvar a los demás, aun-que hayamos hecho obras especiales, únicamente Cristo puede sal-var. Además, cada persona es libre de tomar sus propias decisiones. No podemos obligar a nuestro prójimo a seguir a Jesús.

Creamos en el amor de Cristo. Él ama a nuestros seres queridos aún más más de lo que los amamos nosotros. Confiemos en su fidelidad. La incredulidad del ser humano no hace nula la fidelidad de Dios (Ro. 3:3). Tal actitud requiere fuerza: uno tiene que vencer y entregarse a Dios.

Confiemos en Dios, incluso cuando no actúa como nosotros hubié-semos deseado o imaginado. Dios se ocupa de su Obra y la perfec-cionará. ¡No nos dejemos desanimar por preocupaciones ni ansie-dades y sigamos haciendo lo que Dios espera de nosotros!

Pensamientos del Apóstol Mayor

Contexto

La primera epístola de Pedro aborda a los cristianos en una situación de persecución. Quiere dar consuelo frente a una época de calumnias provenientes de su entorno social (1 P. 2:12) y las medidas de persecución proba-blemente ordenadas por las auto-ridades (1 P. 4:14-15).

Los cristianos a los que se dirige la epístola deben perseverar en la persecución, porque el tiempo del juicio está cerca (1 P. 4:12-19).

Resumen

■ Cristo nos quiere aliviar de las preocupaciones por nuestra salvación y la de nuestro prójimo.

■ Si confiamos en Él, podemos estar seguros de que cuidará de nosotros y de quienes amamos.

Editor: Jean-Luc Schneider,

Zürich/Suiza

Verlag Friedrich Bischoff GmbH

Frankfurter Straße 233

Triforum A

63263 Neu-Isenburg

Gerente:

Jürgen Kramer

Redactor responsable:

Reinhard Kiefer

La reimpresión, incluso parcial y toda otra reproducción,

únicamente con aprobación de la Editorial.

Traducido e impreso en Argentina.

Iglesia Nueva Apostólica Sud América.

Santiago del Estero 1568, C1136 ABH,

Buenos Aires.

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