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4 cdn23.merca20.com E l viaje del papa Francisco a Colombia ha sido uno de los más esperados y comen- tados. ¿Motivo? La situación de violencia que ha vivido el país en las últimas tres dé- cadas y el proceso de pacificación y des- arme de estos últimos años que ha involucrado a las dos grandes fuerzas en conflicto; así como a la Igle- sia católica y a la diplomacia nacional e internacional. El padre Francisco Carrera, comboniano direc- tor de la revista Iglesia Sin Fronteras con sede en Bogotá, publicó en el número de octubre un re- portaje que comienza así: «La presencia sencilla y cercana del papa Francisco durante su reciente visita a Colombia, sus gestos cariñosos hacia los menos afortunados y su mensaje claro y rotun- do han dejado una huella que, sin duda, va a in- fluir en cómo la Iglesia colombiana vive su misión evangelizadora en el futuro inmediato». El mismo padre Carrera, haciendo un análisis del hecho, afirma que «de entre los muchos as- pectos relevantes de su visita apostólica, es im- portante destacar las enseñanzas que el Santo Padre nos ha dejado sobre cómo vivir la misión que el Señor nos ha encomendado a la Iglesia –a todos los bautizados que la formamos– en la situa- ción concreta que vive Colombia». Como en cada uno de sus viajes, incluidos los de alto riesgo como es el caso de México, República Centroafricana y Egipto, el Papa se ha movido con libertad, sin miedos ni complejos. Hay que recordar que poco antes de viajar a Centroáfrica, muchos le aconsejaban desistir de su propósito, incluidos los servicios de inteligencia franceses. El Papa, con el humor y la chispa que lo caracterizan, respondió que tenía más miedo a los mosquitos que al terrorismo… Sin duda también en esta ocasión habrá habido quien le aconsejara no visitar el país sudamericano. Bogotá, Medellín y Cartagena –destinos de su visita– no gozan de buena fama debido, entre otras cosas, a los cárteles de la droga y la delincuencia común. u e c q t q d l l z S s s t d d d t c c d a s e t c N a d v y s d t Visita del Papa a Colombia –Francisco, el de Roma como el de Asís– 4 Esquila Misional noviembre 2017 Por: P. Jorge GARCÍA C., mccj «No entendía que hubiera necesitado de tantas palabras para explicar lo que se sentía en la guerra, si con una sola bastaba: miedo» (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, cap. 15). IGLESIA SIN FRONTERAS IGLESIA SIN FRONTERAS

IGLESIA SIN FRONTERAS Visita del Papa a Colombiaesquilamisional.org/noviembre2017/masalladelanoticia.pdf · tor de la revista Iglesia Sin Fronteras con sede en Bogotá, publicó en

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El viaje del papa Francisco a Colombia ha sido uno de los más esperados y comen-tados. ¿Motivo? La situación de violencia que ha vivido el país en las últimas tres dé-cadas y el proceso de pacificación y des-

arme de estos últimos años que ha involucrado a las dos grandes fuerzas en conflicto; así como a la Igle-sia católica y a la diplomacia nacional e internacional.

El padre Francisco Carrera, comboniano direc-tor de la revista Iglesia Sin Fronteras con sede en Bogotá, publicó en el número de octubre un re-portaje que comienza así: «La presencia sencilla y cercana del papa Francisco durante su reciente visita a Colombia, sus gestos cariñosos hacia los menos afortunados y su mensaje claro y rotun-do han dejado una huella que, sin duda, va a in-fluir en cómo la Iglesia colombiana vive su misión evangelizadora en el futuro inmediato».

El mismo padre Carrera, haciendo un análisis del hecho, afirma que «de entre los muchos as-

pectos relevantes de su visita apostólica, es im-portante destacar las enseñanzas que el Santo Padre nos ha dejado sobre cómo vivir la misión que el Señor nos ha encomendado a la Iglesia –a todos los bautizados que la formamos– en la situa-ción concreta que vive Colombia».

Como en cada uno de sus viajes, incluidos los de alto riesgo como es el caso de México, República Centroafricana y Egipto, el Papa se ha movido con libertad, sin miedos ni complejos. Hay que recordar que poco antes de viajar a Centroáfrica, muchos le aconsejaban desistir de su propósito, incluidos los servicios de inteligencia franceses. El Papa, con el humor y la chispa que lo caracterizan, respondió que tenía más miedo a los mosquitos que al terrorismo…

Sin duda también en esta ocasión habrá habido quien le aconsejara no visitar el país sudamericano. Bogotá, Medellín y Cartagena –destinos de su visita– no gozan de buena fama debido, entre otras cosas, a los cárteles de la droga y la delincuencia común.

Sea como fuere, el viaje de Francisco ha sido una bendición para aquel país hermano y, también en esta ocasión, sus gestos y sus palabras quedan como herencia de un hombre bueno y de un pastor que desde antes de iniciar su pontificado se ha carac-terizado por sus opciones proféticas y evangélicas.

Como botón de muestra recogemos algo de lo que dijo a los obispos: «Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente. Háganlo con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el cora-zón indiviso, libre de compromisos o servilismos. Sólo Dios es Señor y a ninguna otra causa se debe someter nuestra alma de pastores».

A ellos les dijo también: «Colombia tiene nece-sidad de su mirada propia de obispos, para sos-tenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método, la superación de las desigualdades que son la raíz de tantos sufrimien-tos, la renuncia al camino fácil pero sin salida de la corrupción, la paciente y perseverante consolida-ción de la “res publica” que requiere la superación de la miseria y de la desigualdad».

Como en todos sus viajes, el Papa provocó a los católicos para que sean Iglesia misionera, sembradora de paz que enciendan la llama de la esperanza. Para eso, en el encuentro con las au-toridades del país, invitó a todos los colombianos, con palabras de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, para que vivan «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segun-da oportunidad sobre la tierra» (Discurso de acep-tación del Premio Nobel, 1982).

Visita del Papa a Colombia–Francisco, el de Roma como el de Asís–

4 Esquila Misional • noviembre 2017

Por: P. Jorge GARCÍA C., mccj

«No entendía que hubiera necesitado de tantas palabras para explicar lo que se sentía en la guerra, si con una sola bastaba: miedo»

(Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, cap. 15).

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5noviembre 2017 • Esquila Misional

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cho. Soy una persona mayor y no sé mucho sobre tecnología. Les mando un fraternal abrazo y rueguen a Dios por mi salud: columna, rodillas y una catarata en el ojo derecho, ya que con el izquierdo no veo nada. Gracias por sus bendiciones.

Enriqueta Balderrama (Chihuahua, Chih.)

Me gusta leer sus revistas mensuales, que tienen fundamentos sólidos para la juventud y para quienes las leen. Espero seguir contando con sus revistas. ¡Dios los bendiga y les dé más!

María Natividad Serna (Lagos de Moreno, Jal.)

Soy la responsable de comunicación y editora del blog de Cristianisme i Justícia. No hay ningún problema en que reproduzcan el artículo «Cuando un obispo hace “de escudo

humano”». Solamente les pedimos que hagan constar que fue publicado originalmente en catalán en la revista Foc Nou y en castellano en el blog de Cristianisme i Justicia. Un abrazo.

Sonia Herrera

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5noviembre 2017 • Esquila Misional

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pectos relevantes de su visita apostólica, es im-portante destacar las enseñanzas que el Santo Padre nos ha dejado sobre cómo vivir la misión que el Señor nos ha encomendado a la Iglesia –a todos los bautizados que la formamos– en la situa-ción concreta que vive Colombia».

Como en cada uno de sus viajes, incluidos los de alto riesgo como es el caso de México, República Centroafricana y Egipto, el Papa se ha movido con libertad, sin miedos ni complejos. Hay que recordar que poco antes de viajar a Centroáfrica, muchos le aconsejaban desistir de su propósito, incluidos los servicios de inteligencia franceses. El Papa, con el humor y la chispa que lo caracterizan, respondió que tenía más miedo a los mosquitos que al terrorismo…

Sin duda también en esta ocasión habrá habido quien le aconsejara no visitar el país sudamericano. Bogotá, Medellín y Cartagena –destinos de su visita– no gozan de buena fama debido, entre otras cosas, a los cárteles de la droga y la delincuencia común.

Sea como fuere, el viaje de Francisco ha sido una bendición para aquel país hermano y, también en esta ocasión, sus gestos y sus palabras quedan como herencia de un hombre bueno y de un pastor que desde antes de iniciar su pontificado se ha carac-terizado por sus opciones proféticas y evangélicas.

Como botón de muestra recogemos algo de lo que dijo a los obispos: «Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente. Háganlo con humildad, sin la vana pretensión de protagonismo, y con el cora-zón indiviso, libre de compromisos o servilismos. Sólo Dios es Señor y a ninguna otra causa se debe someter nuestra alma de pastores».

A ellos les dijo también: «Colombia tiene nece-sidad de su mirada propia de obispos, para sos-tenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método, la superación de las desigualdades que son la raíz de tantos sufrimien-tos, la renuncia al camino fácil pero sin salida de la corrupción, la paciente y perseverante consolida-ción de la “res publica” que requiere la superación de la miseria y de la desigualdad».

Como en todos sus viajes, el Papa provocó a los católicos para que sean Iglesia misionera, sembradora de paz que enciendan la llama de la esperanza. Para eso, en el encuentro con las au-toridades del país, invitó a todos los colombianos, con palabras de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, para que vivan «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segun-da oportunidad sobre la tierra» (Discurso de acep-tación del Premio Nobel, 1982).

Visita del Papa a Colombia–Francisco, el de Roma como el de Asís–

«No entendía que hubiera necesitado de tantas palabras para explicar lo que se sentía en la guerra, si con una sola bastaba: miedo»

(Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, cap. 15).

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