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Historia Caribe Universidad del Atlántico [email protected] ISSN (Versión impresa): 0122-8803 COLOMBIA 2006 Miguel Antonio Suárez Araméndiz UN PROCESO DE INDEPENDENCIA EN EL CARIBE COLOMBIANO: VALLEDUPAR, 1810- 1820 Historia Caribe, número 011 Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia pp. 87-109 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx

Independencia Valle Dupar

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Sobre las gestas de independencia en Valledupar

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Historia CaribeUniversidad del Atlá[email protected] ISSN (Versión impresa): 0122-8803COLOMBIA

2006 Miguel Antonio Suárez Araméndiz

UN PROCESO DE INDEPENDENCIA EN EL CARIBE COLOMBIANO: VALLEDUPAR, 1810- 1820

Historia Caribe, número 011 Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia

pp. 87-109

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx

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UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO, HISTORIA CARIBE, BARRANQUILLA (COL.) NO. 11, 2006

CIUDADANIA Y PROTESTA SOCIAL EN EL CARIBE COLOMBIANO

RESUMEN

Este artículo analiza las dinámicas propias del proceso de independencia en Valledupar,estableciendo la participación de los actores sociales más notables de esta ciudad y la mane-ra como estos actores lograron salvarse de la crisis política que generó la independencia einsertarse en el nuevo orden político. Se asume la independencia de Valledupar como elresultado de ambiciones de autonomía jurisdiccional de los actores sociales notables enValledupar.

PALABRAS CLAVE

Independencia, Valledupar, notables, poder político.

ABSTRACT

In this article reviews the dynamics inherents to the process of independence in Valledupar,establishing the participation the most notable social actors of this city and the way actorsmanaged to protects of the political crisis generated by independence be inserted in the new

UUUUUNNNNN PROCESOPROCESOPROCESOPROCESOPROCESO DEDEDEDEDE INDEPENDENCIAINDEPENDENCIAINDEPENDENCIAINDEPENDENCIAINDEPENDENCIA ENENENENEN ELELELELEL CARIBECARIBECARIBECARIBECARIBE

COLOMBIANOCOLOMBIANOCOLOMBIANOCOLOMBIANOCOLOMBIANO: V: V: V: V: VALLEDUPARALLEDUPARALLEDUPARALLEDUPARALLEDUPAR, 1810-1820, 1810-1820, 1810-1820, 1810-1820, 1810-182011111

MMMMMIGUELIGUELIGUELIGUELIGUEL A A A A ANTONIONTONIONTONIONTONIONTONIO S S S S SUÁREZUÁREZUÁREZUÁREZUÁREZ A A A A ARAMÉNDIZRAMÉNDIZRAMÉNDIZRAMÉNDIZRAMÉNDIZ22222

Recibido Marzo de 2006Aceptado Mayo de 2006

1 El presente trabajo constituye el acercamiento inicial de una investigación mayor titulada Redes de poder yactores sociales durante la independencia y construcción del orden republicano en Valledupar, 1770-1858, que será desarrollada como requisito para la obtención del grado de Maestría en Historia de la Universi-dad Industrial de Santander.2 Historiador Universidad del Atlántico. Candidato a Maestría en Historia “Estado Nacional Colombiano yGlobalización” de la Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga, SDER). Miembro del Grupo deInvestigación sobre Educación e Identidad Nacional de la Universidad del Atlántico. E-mail:[email protected]

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Una de las temáticas que más ha lla-mado la atención de los historiadoreslatinoamericanos y latinoamericanistases, sin duda, el referente a los proce-sos de crisis del orden monárquico his-panoamericano y las subsecuentestransformaciones de la Monarquía ab-soluta de la dinastía Borbón, en unaMonarquía constitucional y la separa-ción de los territorios americanos dela Metrópoli, y posterior creación deEstados-nacionales independientes ysoberanos.

Los avances de esta historiografía sonmuchos y muy variados, pero en gene-ral, es creciente la tendencia a identi-ficar estos procesos locales, regiona-les y nacionales dentro del conjunto delas llamadas “Revoluciones Atlánti-cas”. Desde este punto de vista, el pro-ceso coyuntural que constituyó la cap-tura en Bayona en 1808 de Carlos IVy su hijo Fernando VII, marcó el ini-cio de la crisis del mundo iberoameri-

cano y puso en juego diversos proyec-tos político-económicos de gran com-plejidad3 , en los cuales se conjugaronlas coyunturas internacionales con unaserie de complejos intereses políticosy sociales particulares. Estos, ligadosa las extensas discusiones sobre losproblemas de la soberanía y la repre-sentación americana, propendían porla defensa de viejos intereses y privi-legios que ciertos grupos poseían,mientras que, de forma paralela, se in-tentaba de garantizar el acceso a losprivilegios que el nuevo orden ofrecíaa aquellos elementos sociales que noposeían ninguno. Resultando de todoello, entre otras cosas, la conformaciónde sociedades caracterizadas por cri-sis políticas recurrentes, la invenciónde formas y prácticas políticas –quetenían como referentes tanto las for-mas políticas tradicionales como lasmodernas en un complejo proceso dehibridación–4, y la transformación po-lítica liberal de las sociedades gracias

political order. The independence of Valledupar is assumed as the result of jurisdictionalautonomy ambitions of the most notable social actors in Valledupar.

KEY WORD

Independence, Valledupar, notable social actors, political power.

3 Sobre estos proyectos ver CHUST CALERO, M. “La coyuntura de la crisis: España, América”, En: CARRERADAMAS, G. y LOMBARDA, J. (Dir.), Historia General de América Latina: La crisis estructural de lassociedades implantadas, Vol. V, Paris, UNESCO/Editorial Trotta, 2003, del mismo autor, “Españoles de amboshemisferios: el liberalismo doceañista 1810-1837”, En: MARTÍNEZ GARNICA A. (ed.), Independencia ytransición a los estados nacionales en los países andinos: nuevas perspectivas, Bogotá, OEI/UIS, 2005, pp.17-44. Sobre la experiencia napoleónica en España, resulta interesante el trabajo de Isabel Martínez Navas, “ElMinisterio Secretaría de Estado de José Bonaparte. Notas para el estudio de la Administración josefista enEspaña”, En: PÉREZ M., R. Teoría y práctica de gobierno en el Antiguo Régimen, Madrid, Marcial Pons,2001 pp. 53-1204 DEMÉLAS, M-D. La invención política: Bolivia, Ecuador y Perú en el siglo XIX, Perú, IFEA-IEP, 2003.

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a “la conjunción de actores políticosnotables con los no notables”5 , por lavía del establecimiento de redes depoder entre grupos jerárquicamenteseparados.

Pese a que el volumen de la produc-ción historiográfica sobre la Indepen-dencia es realmente enorme, aún fal-tan por develar en profundidad muchosprocesos y desvirtuar gran cantidad demitos fundacionales. En el caso parti-cular del Caribe colombiano, la mayorparte de los estudios han centrado susesfuerzos en el análisis de la provinciade Cartagena6 . Situación que no esexclusiva del Caribe colombiano y queseguramente obedece a una cierta ten-dencia liberal que privilegia el análi-sis de los bastiones patriotas sobreaquellas provincias que defendieron

una postura realista. En este sentido,un avance significativo se ha logradocon la publicación de la tesis doctoralde Steinar A. Sæther, la cual constitu-ye un avance significativo en lo querefiere al estudio de las provincias alia-das a la monarquía hispánica duranteel proceso de independencia7 .

Un mayor descuido se presenta en losespacios de hinterland de estas anti-guas provincias, donde el tratamientopoco exhaustivo de la historia local haservido sólo para destacar el papel dealgunas familias o para señalar la par-ticipación heroica de algunas ciudadesy poblaciones en momentos específi-cos de la historia nacional, la mayoríade estos no tienen en cuenta ni siquie-ra el contexto en que estos eventos sedesarrollan8 . Ligado a esto las interac-

5 CARMAGANI, M. “Elites políticas, sistemas de poder y gobernabilidad en América Latina” en Metapolítica,2:5, 1998, pp. 7-16, p. 13. Ver también: CARMAGNANI, M. y ROMANO, R. “Componentes sociales”, enCARMAGNANI, M. HERNÁNDEZ CH., A. y RUGGIERO, R., Para una historia de América I. Las estruc-turas, México, FCE-ECM, 1999, pp. 288-403.6 BELL LEMUS, G. (comp.) Cartagena de Indias: De la Colonia a la República, Santa Fe de Bogotá,Fundación Simón y Lola Guberek, 1991. CONDE CALDERÓN, J. Espacio, sociedad y conflicto en la Pro-vincia de Cartagena, 1740-1815, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1999, del mismo autor “Poder localy sentimiento realista en la Independencia de Santa Marta” En: Historia Caribe, Barranquilla, II:4 , 1999 e“Identidades Políticas y grupos de poder en el Caribe colombiano. 1828-1848”, en SÁNCHEZ MEJÍA, H. yMARTÍNEZ DURAN, L. (eds.), Historia, identidades, cultura popular y música en el Caribe Colombiano,Valledupar, Universidad Popular del César, 2004. MEISEL ROCA, A. “Entre Cádiz y Cartagena de Indias: Lared familiar de los Amador, del comercio a la lucha por la Independencia americana” En: Cuadernos de Histo-ria Económica y Empresarial. No. 12, Cartagena, Banco de la República, Julio de 2004. MÚNERA, A.Cadavía, El fracaso de la nación: región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-1810, Bogotá, Bancode la República/El Áncora Editores, 1998 y SOURDIS, A. Cartagena de Indias durante la primera Repúbli-ca 1810-1815, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 1986.7 Este historiador noruego presenta nuevas explicaciones sobre las razones que llevaron a estas dos provinciasdel Caribe neogranadino a sostener una posición abiertamente realista durante los primeros años de las luchaspor la independencia. Explora el plano de las relaciones interfamiliares de las elites locales y señala que a lasprácticas endogámicas de estas elites, fue imposible la conformación de identidades regionales que permitieranla adhesión de estas dos provincias a la causa patriótica.8 De todos los trabajos que se han realizado en este sentido, vale destacar la obra de obligada consulta delabogado valduparense Pedro Castro Trespalacios, es prácticamente el único dedicado a esta temática en Valledupar.La inserción de documentos tomados del Archivo General de Indias, y de otros archivos, son uno de los aspectosmás importantes de esta obra. Escrito en un estilo romántico liberal, busca mostrar la activa participación en laIndependencia nacional de la ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar. Ver: CASTRO TRESPALACIOS, P.Culturas aborígenes cesarenses e Independencia de Valledupar, Bogotá, Casa de Cultura de Valledupar/Sociedad Bolivariana del César, 1979.

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ciones de los grupos que se hallabanen estos espacios han sido erróneamen-te interpretadas al establecer un pro-ceso continuo de dominación, queoculta las características reales de loslazos relacionales y de las negociacio-nes que los diversos grupos establecie-ron entre sí, al igual que los grados deinterdependencia existentes entre ellos.En estas relaciones se conjugan acto-res sociales notables con aquellos noposeen ningún grado de notabilidaddentro de la división jerárquica de lasociedad. Lo cual no implica la inexis-tencia de tensiones social-raciales en-tre los diversos grupos, sino que, dadala alta jerarquización de la sociedadcolonial americana que incluso sepa-raba en subgrupos a grupos que pare-cieran a nuestros ojos uniformes (bienpor el color, por el estatus, por la ri-queza, etc.), las tensiones se manifes-taron en “diversas formas de revuelta,resistencia y adaptación que no se ba-saban en la raza ni la incluían”9 . Elterritorio que compete a esta investi-gación representa una clara muestra deesta situación, tal y como se verá enlas líneas que siguen. El estudio deestos espacios es necesario para teneruna mejor comprensión de las dinámi-cas regionales y nacionales surgidastras la crisis del orden monárquico es-pañol y para entender mejor el proce-so de transición hacia el estado-nacio-nal.

Valledupar y la Provincia de SantaMarta durante la segunda mitad delsiglo XVIII.

El Nuevo Reino de Granada no cons-tituyó una de las partes más importan-tes del conjunto de dominios america-nos de la Monarquía Hispánica. Salvopor Cartagena, Santa Fe y Popayán, lamayor parte del territorio neogranadi-no era, económica y políticamente ha-blando, de un orden secundario. Deesta manera, provincias como la deSanta Marta, cuyo carácter agreste –por el difícil proceso de ocupación delterritorio que no se logró sino hastabien entrado el siglo XIX–, con unaalta proporción de población al mar-gen del orden señorial, con una situa-ción de ingobernabilidad casi insoste-nible para la mayor parte de autorida-des civiles y eclesiásticas, constituían–dentro del orden colonial– territoriode frontera y paso de viajeros. Para elsiglo XVIII el panorama que mostrabala Provincia de Santa Marta no era ha-lagador.

Ligado a estos problemas, el pobla-miento disperso, la existencia parajesincultos, una amplia población “libre”que, al decir del Virrey Sebastián Es-lava, se encontraba al margen de toda“subordinación al cura y a la justicia”10

y niveles no muy altos de producción

9 HELG, A. “Raíces de la invisibilidad del afrocaribe en la imagen de la nación colombiana: Independencia ysociedad, 1800-1821” En: SÁNCHEZ, G. y WILLS O., M. E. (comp.) Museo, memoria y nación. Misión delos museos nacionales para los ciudadanos del futuro, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2000, pp. 219-251,p. 224.10 COLMENARES, G. Relaciones e informes de los Gobernantes de la Nueva Granada, Tomo I, Bogotá,Banco Popular, 1989, p. 50.

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agrícola y ganadera, la Provincia deSanta Marta vivía en condiciones depobreza generalizada reconocidas porla mayoría de las autoridades civiles yeclesiásticas11. Esto llevó a que duranteel siglo XVIII, esta provincia –y engeneral la mayor parte de los dominiosde la Monarquía Hispánica– experi-mentara un intenso proceso de reorde-namiento espacial que propendía porejercer control sobre el territorio, me-jorar la producción agrícola y ganade-ra de la región e insertar la poblaciónindígena y “libre de todos los colores”,por fuera del control civil y eclesiásti-co, a la fuerza de producción de loshatos ganaderos y a la cristiandad. Enun intenso proceso que requirió tantodel uso de la fuerza como de frecuen-tes negociaciones con estos grupos12.

Estos elementos configuraron dinámi-cas particulares que ligadas a la exis-tencia de fuertes elites locales y re-gionales, cuyas amplias redes de po-der les permitieron actuar de maneramás o menos articulada13, ejerciendocontrol sobre la población libre que sehallaba tanto en aldeas como en roche-las y palenques, dando a los “meca-nismos corporativos” un profundo ca-rácter territorial en el cual el elementode distinción primordial lo constituyóla notabilidad, que permitió legitimarel poder de los notables14 locales y dis-tinguirlos de los demás grupos socia-les.

En este sentido, el proceso de pobla-miento fue de gran importancia, por-que permitió consolidar las relaciones

11 Hay que señalar que esta pobreza refiere sobre todo a los problemas fiscales, pues no se podía sufragar losgastos de la burocracia local ni de la administración colonial. De tal forma, que incluso las campañas depoblamiento fueron realizadas por “empresarios” como los De Mier.12 Al respecto ver los trabajos de HERRERA ÁNGEL, M. Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial ycontrol político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadino. Siglo XVIII, Bogotá,Coedición Instituto Colombiano de Antropología e Historia/Academia Colombiana de Historia, 1999. De lamisma autora, “Confrontación territorial y reordenamiento espacial. “Chimilas” y “Españoles” en la Provinciade Santa Marta durante el siglo XVIII”, En: SÁNCHEZ MEJÍA, H. y MARTÍNEZ DURÁN, L. (comp.), Indíge-nas, poblamiento, política y cultura en el departamento del César, Valledupar, Universidad Popular delCesar, 2001, pp. 29-106 y “El arrochelamiento: Nominar para criminalizar”, en El Taller de la Historia, Cartagena,No. 2, abril de 2002, pp. 11-46. Ver también los trabajos de Hugues Sánchez Mejía, “La precariedad de unproceso de poblamiento: La gobernación de Santa Marta durante el siglo XVI”, En: SÁNCHEZ MEJÍA, H. yMARTÍNEZ DURÁN, L. (comp.), Indígenas, pp. 1-28, “Amancebamiento” y SÁNCHEZ MEJÍA, H. y SAN-TOS DELGADO, A. “Dos casos de colonización y expansión de la frontera agrícola en la gobernación de SantaMarta en la segunda mitad del siglo XVII: San Sebastián de Rábago y Santa Cruz de Pizarro”, En: HistoriaCaribe, Barranquilla, III:8 , 2003, pp. 101-114. Por último el trabajo clásico de FALS BORDA, O. Op. Cit.13 Marcello Carmagnani ha señalado al respecto de estos grupos, que tenían como característica unos “interesessociales y políticos bien definidos y con una cultura propia que se sumaba a los elementos procedentes delmundo europeo e ibérico”. Ver: CARMAGNANI, M. El otro occidente: América Latina desde la invasióneuropea hasta la globalización, México, FCE-ECM, 2004, p. 8114 Aún cuando ellos variaban de acuerdo a cada sociedad particular, se entiende por elementos notables todosaquellos actores sociales cuya posición social, dentro del contexto local o regional, les permitía ejercer algúngrado de dominio sobre los demás elementos de la sociedad. Por supuesto, esto se refiere sólo a aquellos queejercían oficios nobles: hacendados, curas, funcionarios reales, oficiales del ejército. Generalmente estos cargosestaban bajo el dominio de las notables locales (elites), lo cual aseguraba aún más su preeminencia social.

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entre hacendados y población libre dela región, asegurando el establecimien-to de los elementos corporativistas yestamentales del orden colonial, cuyoprincipio era el “orden jerárquico”. Enfin de cuentas se logró establecer undominio concertado entre notables lo-cales y la población libre de la región.Los notables locales, quienes general-mente controlaban las autoridades ci-viles, militares y eclesiásticas, tolera-ron y de alguna manera promovieron–pese a los esfuerzos oficiales15– lasprácticas sociales desordenadas de lapoblación libre16, quienes correspon-dían con estos sirviéndoles en sus ha-ciendas, parroquias y como aliadosestratégicos en sus prácticas non sanc-tas como el contrabando. Las campa-ñas de poblamiento, además de refor-zar el control sobre la población libre,atrajeron a varias familias que poste-riormente asumieron un papel prepon-derante en la vida regional.

Durante este proceso las provincias delCaribe neogranadino experimentaronun notable incremento de la población,producto en parte de los cruzamientosinterétnicos17 que lograron ser asimi-lados por los grupos de poder, coadyu-vando al incremento gradual de la pro-ducción material de las colonias ame-

ricanas, además de asegurar la expan-sión hacia territorios que aún se encon-traban sin explorar. Un reflejo de estasituación lo constituye Valledupar.Surgida como parte de las campañasde poblamiento promovidas por lasautoridades samarias a finales del si-glo XVI, se consolidó en ella un pro-ceso de producción ganadera extensi-va. Durante esta fase inicial se repar-tieron a sus pobladores un buen núme-ro de indios tributarios con lo cual, lue-go de la crisis demográfica sociedadindígena, estos pobladores lograronapropiarse de grandes extensiones detierra que reclamaban como baldías o“realengas”. Al mismo tiempo, la caí-da demográfica de los indígenas hizoque la naciente ciudad entrará en unaseria decadencia. A mediados del si-glo XVI, de los 40 vecinos con que sepobló la ciudad sólo quedaban 17.

Para el siglo XVIII, pese al panoramapoco halagador de la Provincia de San-ta Marta, la ciudad de Valledupar ha-bía logrado consolidar su economíabasada, primordialmente en la ganade-ría y, en menor medida, la agricultura.Alcanzando niveles de prosperidad quela misma capital provincial no poseía.Desde finales del siglo XVII los hatosganaderos se había consolidado y sus

15 Durante buena parte del período hispánico se trató infructuosamente de reducir y erradicar el efecto negativode “las malas costumbres” de las castas sobre la gente blanca. Al respecto de estos procesos ver: SÁNCHEZMEJÍA, H. “Amancebamiento”, y HERRERA ÁNGEL, M. “Confrontación”16 Sobre la tolerancia de las autoridades civiles y eclesiásticas con la población libre del Caribe colombiano verel trabajo de HERRERA ÁNGEL, Marta “El arrochelamiento”.17 La Provincia de Santa Marta contaba para 1793 con una población total 46985 personas, de las cuales 5093figuraban como blancos, 8638 como indios, 29034 como libres de todos los colores y 4109 como negrosesclavos. Cfr: “Padrón General de la Provincia de Santa Marta (1793)”, En: TOVAR PINZÓN, Hermes, et al.,Convocatoria al poder del número. Censos y estadísticas de la nueva Granada, 1750-1830, Bogotá, AGN,1994

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habitantes, y los de su área de influen-cia, gozaban de cierta prosperidad18 enparte gracias a los intercambios comer-ciales con los indios de la Guajira quecomerciaban con holandeses e ingle-ses. Pero lo realmente significativodentro del conjunto de la economía yla sociedad valduparense fue la hacien-da, pues además de representar el prin-cipal medio para la acumulación de ri-quezas de los elementos notables de lasociedad, constituyó un elemento aglu-tinante de la población libre de estasubregión del Caribe, articulada a lashaciendas como mano de obra o a tra-vés del abastecimiento de productos –sobre todo en aquella donde se hacianecesario, como los trapiches.

Las haciendas fueron el principal me-dio de adquisición de riquezas en po-blaciones como Valledupar, debido aque ella, junto con Valencia de Jesús,eran los principales abastecedores deproductos ganaderos de la región. Unamirada a los testamentos muestra queesta situación en el caso de la subre-gión de Valledupar. Es frecuente en-contrar en los testamentos de Valledu-par y Valencia de Jesús como bieneshatos, platanales, haciendas y ganadode los cuales, la mayor parte de ellos,no especifican ni las extensiones de lashaciendas ni el número de cabezas de

ganado que poseían. En el testamentode Jeronimo Joseph Jiménez, vecinode Valencia de Jesús, encontramos quetenía una hacienda en las sabanas deMaldonado con “casa de hato, cocinacubierta de palma y bahareque, un co-rral, un chiquero con cabras”19, ade-más de ganado vacuno y caballar, quese reproducía en el monte sin ningúncontrol20. En 1802, Emeterio Zeledo-nio Maestre, vecino de Valledupar,declaraba poseer como bienes “un hatode ganado y bestias en el paraje SanPablo de la Punta, una instancia e in-genio de trapiche y otros bienes”21 sinmencionar linderos.

Este prospero negocio, fue retratadopor José Nicolás de la Rosa al referir-se a Valencia de Jesús, de la siguientemanera:

Críase en toda aquella tierragran porción de ganados mayo-res y menores, de donde sacacon alguna abundancia para pro-veer a la provincia de Cartage-na; y son tan abundantes los pas-tos y aguadas, que muchos ve-cinos de aquella provincia man-tienen en su jurisdicción popu-losos hatos, en que esquilman lacarne, sebo, corambre, quesos ycordobanes, fuera del cruce

18 Una mirada a la composición de las riquezas de algunos vecinos de poblaciones como Valencia de Jesús nosmuestra una importante acumulación de capital, que les permitió a familias como los López Nevado, los Bolinches,los Mendivil, entre otros, establecer redes comerciales regionales, acceder a cargos eclesiásticos y civiles, vin-cularse a través de matrimonio y compadrazgo con otras familias igualmente ricas. Por las limitaciones propiasde este ensayo no nos ocuparemos de este aspecto.19 Notaria Primera de Valledupar (N.P.V.), Tomo de 1737, f. 60.20 SÁNCHEZ MEJÍA, H. Poblamiento, mestizaje y rochelas en la Provincia de Santa Marta durante elsiglo XVIII , Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 1996 (Tesis de Grado).21 N.P.V., Tomo de 1802.

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grande, y procreación de los ga-nados, que han hecho a muchospoderosos en caudales […]22.

El camino a la independencia: la cri-sis del orden monárquico en las pro-vincias del Caribe neogranadino yla independencia de Valledupar

La crisis del orden Monárquico hispa-noamericano, tuvo interesantes reper-cusiones sobre el Caribe neogranadi-no. El movimiento autonomista quepropendía por conservar la soberaníadel rey Fernando VII, por parte de lasprovincias neogranadinas, rápidamentetransformado en movimiento indepen-dentista, tuvo en el Caribe neograna-dino implicaciones peculiares, por cau-sa de la fuerte rivalidad regional entrelas principales ciudades caribeñas quepropendían por asegurarse el controlde unas sobre otras. Los intereses par-ticulares de las elites locales hicieronque las provincias se alinearan alrede-dor de los dos grandes bandos en con-flicto, pero además, que al interior deestos bandos se presentaran serios con-flictos internos que hicieron del Cari-be neogranadino uno de los escenariosmás decisivos para la independenciade la Nueva Granada.

La primera ciudad de la Audiencia deSantafe en declararse como deposita-ria de la soberanía fue Cartagena, enjunio de 1810, seguida por Mompox,ambas en la provincia de Cartagena.Entre 1808 y 1809, el Cabildo de laciudad de Cartagena, integrado porcomerciantes españoles y americanos,abogados y hacendados, entró en con-flicto con el recién llegado goberna-dor, el Brigadier General FranciscoMontes, quien intentó recuperar el po-der que el cabildo se había auto-otor-gado. Las noticias sobre la disoluciónde la Junta Central hicieron que la au-toridad de Montes se volviera insoste-nible. El Cabildo, contando con el apo-yo del comisionado especial, Antoniode Villavicencio resolvió obligar aMontes a compartir su poder con dosdiputados designados por el Cabildo23.A mediados de junio el Cabildo resol-vió remover de su cargo a Montes,poniendo en su lugar al Teniente deGobernador el Coronel Blas de Soria.Uno de los miembros del Cabildo, JoséMaría García de Toledo, organizó jun-to con el pardo Pedro Romero, la mo-vilización de un gran número de hom-bres negros y mulatos del barrio Get-semaní, al igual que de otros barriosde la ciudad, los cuales, armados conmachetes, se apostaron frente al Pala-

22 DE LA ROSA, J.N. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad y Provincia de Santa Marta,Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1975, pp. 221-222.23 EARLE, R.A. Spain and the Independence of Colombia, 1810-1825, University of Exeter Press, 2000, p.23.24 “Apuntamientos para escribir una ojeada”, En: CORRALES, M.E. (comp.), Documentos para la historiade la Provincia de Cartagena hoy Estado Soberano de Bolívar, en la Unión colombiana, 2 tomos, Bogotá,Imprenta de Medardo Rivas, 1883, T. 1, p. 127

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cio de Gobierno de la ciudad el 14 dejunio de 1810, mientras el Cabildo se-sionaba24. El Cabildo se apoyó en elregimiento Fijo y para prevenir enfren-tamientos llamó a la unión recordandolos lazos comunes (religión, derechos,etc)25

Aunque en un principio la Junta deCartagena reconoció la Regencia, laorden emitida por esta última para di-solverla, enfrió las relaciones con laelite cartagenera. La Junta intento or-ganizar un gobierno autónomo. El 11de noviembre de 1811, proclamó suindependencia absoluta de España, “ra-tificó a la Provincia de Cartagena deIndias como un Estado libre, soberanoe independiente. El 12 de enero del añosiguiente se instaló una convenciónconstituyente con 36 diputados queexpidió el 14 de junio la Constitucióndel Estado de Cartagena de Indias”26.El Estado cartagenero conformó partedel bloque de las Provincias Unidas dela Nueva Granada y fue desde esta quese lideraron las acciones militares quefinalmente llevaron a la unión de losprovincias patriotas.

La otra movida juntista la dio el Ca-bildo de Mompox. Este había adheri-do inicialmente a la Junta de Cartage-na y contaba incluso con representa-ción en ella. No obstante, desde antesde la instalación de la Junta Cartage-nera los momposinos habían comen-

zado a adoptar posiciones radicales. En1809, Vicente Talledo y Rivera seña-laba que en el Cabildo de Mompoxestaban torpedeando su posesión comoSubdelegado de la Real Hacienda. Ta-lledo acusaba a los capitulares del Ca-bildo de actuar deliberadamente en sucontra y de hecho así lo demostraronal aplazar el acto de jura que debíacumplir antes de asumir el cargo27.

Durante los meses siguientes la tensiónentre Talledo y el Cabildo de Mom-pox se agudizó y el 25 de junio de 1810se organizó en su contra una revueltade mujeres encabezada por José LuisMuñoz y el negro Luis Gonzaga Gal-van. Talledo fue depuesto de su cargocomo Comandante de Armas. La situa-ción intentó ser arreglada por una Co-misión conformada por Villavicencio,Carlos Montufar y Antonio Narváez yde la Torre, pero nada pudieron hacer.La ruptura definitiva de la Villa conCartagena se produjo el 6 de agosto de1810, cuando el Cabildo de Mompoxproclamó su independencia respecto dela Regencia y de la Junta cartagenera,adhiriendo al Congreso convocado porSantafé28 . Adicionalmente a esto amediados de 1812, surge al interior dela provincia de Cartagena un bloquerealista opuesto entre las ciudades Sin-celejo y Tolú.

El mando de la nueva Junta estuvo enmanos de los hermanos Gutiérrez de

25 “Edicto por el cual el Cabildo de Cartagena escita a los habitantes de la ciudad a procurar la unión”, 19 dejunio de 1810, En: CORRALES, M.E. (comp.), Op. Cit., T. 1, pp. 94-9526 CONDE CALDERÓN, J. Espacio, pp. 108-10927 Ibíd., p. 11228 MARTÍNEZ GARNICA, A. “La transición”, p. 53-54

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Piñeres. El 11 de octubre se declaró laerección de la provincia de Mompox.A partir de entonces, la Junta de Go-bierno fue presidida por Gabriel Gutié-rrez de Piñeres, quien se encargó de laexposición de motivos de la separaciónrespecto de Cartagena. La misma, fuedefendida en Santafé por su hermanoJosé María Gutiérrez de Piñeres29.

En la Provincia de Santa Marta la con-formación de Juntas no alcanzó un ni-vel similar y sus implicaciones no fue-ron tan severas como las de la Provin-cia de Cartagena. En febrero de 1809,tras recibirse las primeras noticias delos sucesos en España, se dio inicio auna serie de actos con los que se bus-caba ratificar “la fidelidad y sumisión”al Fernando VII30. A mediados de 1810el gobernador de la Provincia, Victorde Salcedo y Somodevilla, recibió lascomunicaciones que informaban de laconformación del Supremo Consejo deRegencia, tras lo cual se dispuso la juraante el Cabildo para obedecer al nue-vo organismo de gobierno. La Provin-cia permaneció durante estos primerosaños en una situación moderadamentetranquila. Pero durante la segunda mi-tad del 1810, la situación vario osten-siblemente. Tras la llegada de noticiassobre los acontecimientos de Santafé,un grupo de notables samarios comen-zaron a promover la conformación deuna Junta Provincial de Gobierno. En-tre estos se encontraba el Teniente deGobernador Antonio Viana, quien en

compañía del Sindico Procurado Ba-silio del Toro y “otros amigos de in-fluencia”, decidieron promover la for-mación de una junta “que se hicieracargo de los negocios del Gobierno31,conviniendo los nombres que quienesla iban a constituir, entre los cuales fi-guraba él. Este grupo también era in-tengrado por José Francisco de Múni-ve y Mozo el abogado santafereñoAgustín Gonzáles y Moreno32.

Estos promotores de la Junta buscabanla destitución del Gobernador de laProvincia, quien parecía tener pocosadeptos. Bajo la excusa de la confor-mación de la Junta, se reunieron encasa del Gobernador el 10 de agostode 1810 varios notables. Se dieron aconocer las noticias santafereñas y seconvocó a Cabildo abierto.

Por propuesta del Procurador Del Toro,se convocó a elecciones. Luego derecogidos los votos Salcedo y Somo-devilla fue elegido como presidente dela Junta, reteniendo además su cargocomo Gobernador. Para vicepresiden-te fue escogido Múnive y Mozo, comovocal nato Antonio Viana, y vocales,Pedro Gabriel Díaz Granados y Placi-do Hernández Domínguez. Tambiénhacían parte de la Junta Basilio Gar-cía, Pedro Rodríguez, Rafael Zúñiga,el teniente coronel de milicias JoséMaría Martínez Aparicio y su hijoMiguel Martínez Aparicio, José Igna-cio Díaz Granados, Manuel María

29 Ibíd ., p. 5430 RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., T. II, p. 303.31 Ibíd ., p. 31032 SÆTHER, S. A. Op. Cit., p. 161

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Dávila, Esteban Díaz Granados y Fran-cisco Javier Díaz Granados. Como se-cretario fue elegido Agustín Gutiérrezy Moreno.33

En la nueva Junta había logrado ingre-sar todos sus promotores, aunque nohabían logrado destituir al Gobernador.Esta junta tiene la particularidad elhaber albergado a buena parte de va-rios de los miembros más notables dela familia Díaz Granados, una de lasmás prominentes familias de la región.Por un lado, Pedro Gabriel Díaz Gra-nados, y cuatro de sus sobrinos (Fran-cisco Javier, Esteban, José Ignacio yVenancio Díaz Granados) habían sidodesignados como miembros de la Jun-ta. También se encontraban emparen-tados con los Díaz Granados, Múnivey Mozo, Dávila, García y Zúñiga34.Este hecho es significativo si se pien-sa que dos miembros de la familia DíazGranados (Rafael y Esteban) tambiénparticiparon del proceso de Indepen-dencia de Valledupar y se encontrabanemparentados con la familia Fernán-dez de Castro, el grupo familiar quejunto a los Mestre y otras familias no-tables lideraron la escena política du-rante este proceso.

Al igual que la Junta de Cartagena, lade Santa Marta era un organismo con-servador. Conformado por varias fami-lias notables de la ciudad, que recha-

zaba los “funestos resultados por lasocurrencias de la capital del Reyno”35

y el 15 de agosto cuando recibieron lacomunicación santafereña convocan-do al Congreso general del reino, elCabildo reaccionó comisionando aJosé María Martínez Aparicio en labúsqueda de armas en Jamaica para ladefensa de la ciudad36. La Junta Sa-maria reconoció la autoridad de la Re-gencia, se dispuso a organizar el go-bierno de la provincia teniendo en tressecciones (política, guerra y hacienda),a convocar la elección de diputadosentre los cinco cabildos de la provin-cia y repelió cualquier asomó de tur-bulencia que propendiera por la Inde-pendencia respecto de España.

La Junta respondió negativamente to-das las invitaciones de emancipaciónrealizadas por parte de la Junta santa-fereña indicando que “esos documen-tos no era capaces de variar los princi-pios que tienen jurados de obedienciaa su legítimo Soberano y en su realnombre al Supremo Consejo de Regen-cia que gobierna la Monarquía”37. Asílas cosas, la Junta no tenía intenciónalguna de desobedecer las órdenes ve-nidas de España. Incluso cuando laRegencia la desaprobó a través de laReal Orden de 19 de septiembre de1810, no tardó en disolverse. Para me-diados de 1811 la autoridad volvió arecaer sobre el Gobernador y el Cabil-

33 RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., pp. 311-31234 SÆTHER, S. A. Op. Cit., p. 16335 “Carta del Cabildo de Santa Marta a S.M. informando de la formación de la Junta y remitiendo traslado delacta del 10 de agosto”, Santa Marta, 22 de septiembre de 1810, En: RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., p. 31236 RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., pp. 315-31637 Ibíd ., p. 319

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do, con el nombramiento de un nuevoGobernador Tomás de Acosta, en ju-nio de 1811. El nuevo gobernador notardó en enfrentarse con el Congresodel Reino, el cual le dirigió una cartaal Gobernador y al Cabildo de SantaMarta el 9 de octubre de ese año, en laque aseguraba los sufrimientos del rei-no por la conducta de Santa Marta y“las hostilidades que son consiguien-tes al sistema de oponerse a la volun-tad general de los Pueblos”, le acusa-ba de hacer una “guerra sorda con es-critos siniestros y sediciosos, supo-niendo falsas noticias y turbando la pazpública”; además de convertirse en elrefugio de los “mal contentos” opues-tos al sistema repúblicano.38 Los Di-putados fueron más allá y recordaronal Gobernador y al Cabildo la preca-riedad de su situación comercial que,según señalaban, “quedaría paralizadoal momento que se les desniegue laentrada”39.

La respuesta del Cabildo no se hizoesperar, y el 15 de noviembre de 1811,respondió a los Diputados de la Uniónque:

Santa Marta no ha obligado aninguna Provincia a que obedez-ca o no a España; lo que extrañaeste gobierno es la ridícula y aunvil comparación que describen

los señores suscritos, de queporque España es un hermanooprimido de cadenas, penetradode heridas, y en el último con-flicto de su perdición dicen debeabandonarse, y perseguirse yaun tienen por delito el que San-ta Marta, se conduela de los pa-rasismos y desolación en que laha puesto el más perverso detodos los mortales. ¿Y quien asípiensa no se pone de parte deaquel malvado?; y si estos pro-cedimientos son obra de aque-lla a quien el hermano ha dadoel ser, Lengua, Religión y Cos-tumbres, ¿qué género de ingra-titud habrá que a éste iguale?40

Es notorio el uso de la metáfora de lafamilia y de la civilización desde elpunto de vista realista. Esta posiciónadoptada por el Cabildo de Santa Mar-ta, en cabeza de Esteban Díaz Grana-dos como su presidente, responde alhecho de una disputa interregional delarga data. La ciudad de Santa Martahabía sido desplazada por Cartagenacomo puerto una vez está última fuefundada, este hecho limitó el creci-miento de la provincia que quedo re-ducida a sitio de paso y como produc-tora de productos agropecuarios parael mercado regional, su situación deregión de frontera por la incapacidad

38 “Llamamiento que hacen los Diputados del Congreso de Santafé al Gobierno de Santa Marta para que arreglesu conducta al Movimiento General de la Independencia”, Santafé, 9 de Octubre de 1811, En: ORTIZ, S.E.(Comp.), Colección de documentos para la historia de Colombia, Bogotá, Editorial Kelly, 196539 Ibíd ., p. 29040 “Contestación a los señores Diputados del Congreso de las Provincias Unidas, del Ilustre Cabildo, Justicia yRegimiento de la ciudad de Santa Marta”, Santa Marta, 15 de noviembre de 1811, En: ORTIZ, S. E. (comp.),Op. Cit., p. 294

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de las autoridades de reducir la pobla-ción indígena indómita y lo costosa queresultaba su mantenimiento por losconstantes ataques de corsarios y pira-tas hicieron centrar lo esfuerzos en laúnica joya de la corona en territorioneogranadino, Cartagena. Cartagenaera el principal rival comercial de San-ta Marta. En especial durante los añosdel conflicto de la Guerra anglo-espa-ñola de 1796 a 1808, cuando SantaMarta atrajo buena parte del comerciocon el Caribe y los beneficios que re-cibía Cartagena declinaron de maneraostensible41. Igual importancia asumióen este contexto el impuesto a las ven-tas de los vienes llevados desde SantaMarta a la Plaza de Cartagena hechoque llevó al rompimiento de las rela-ciones comerciales entre las dos ciu-dades. Esta postura realista, por tanto,respondía más a la búsqueda de bene-ficios reales, por parte de Santa Mar-ta, que a una ardorosa pasión realista.

A partir de 1812, estos hechos marca-ron el inicio del conflicto entre las Pro-vincias Unidas –y especialmente laProvincia de Cartagena–, y la Provin-cia de Santa Marta, con una campañamilitar dirigida en dos frentes. Por unlado, remontando el Magdalena, encabeza de Simón Bolívar se recuperanlas poblaciones de Tenerife y el Ban-co, ocupadas por los realistas, juntocon las poblaciones de Gamarra, Gua-mal, San Antonio, Sitionuevo y Guái-maro. La recuperación de este paso fue

de gran importancia en la lucha de laIndependencia, pues impedía las comu-nicaciones entre la Unión y Cartagenay el envío de refuerzos. Por otro lado,la campaña se concentró en la toma dela plaza de Santa Marta, bajo el man-do de Labatut, quien ingresa a la ciu-dad luego de una importante victorianaval en Ciénaga. Las fuerzas de La-batut son repelidas por indios Bondas,que obligan a evacuar la ciudad42.

Además de los ataques externos, laProvincia de Santa Marta enfrentó unafuerza que desde su interior propendíapor la obtención de un mayor grado derepresentación política y de autonomíajurisdiccional. El 1 de marzo de 1810,apenas algún tiempo después de lamovida autonomista de Caracas y an-tes de las de Cartagena, Mompox ySantafé, un grupo de notables de la ciu-dad de Valledupar secundado por 400vecinos se levantó contra el AlcaldeOrdinario de la ciudad el Marqués deValde-Hoyos. El Marqués de Valde-Hoyos, se había establecido en la ciu-dad de Valledupar desde 1806 y desdeun primer momento entró en conflictocon el Alcalde de la época al exigirleinstrucciones para poder ejercer élcomo Alcalde. La situación llegó a oí-dos del Virrey quien resolvió a favorde Valde-Hoyos, logrando su nombra-miento como en 1807, bajo su autori-dad quedaron las encomiendas delMolino y Villanueva en jurisdicción deValledupar hasta el año de 1808 –es-

41 EARLE, R.A Op. Cit., p. 4342 THIBAUD, C. Repúblicas en armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de Independencia de Co-lombia y Venezuela, Bogotá, Editorial Planeta/IFEA, 2003, p. 224

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tas fueron algunas de las últimas en-comiendas de la Nueva Granada. Porsu estrecha relación con el Virrey y conDiego Frías fiscal de la Audiencia deSanta Fe, quien reprimió fuertementeal cabildo de Quito en 1809 por sumovida juntista, al parecer, el Marquésse permitía comportamientos “grose-ros” que lograron socavar los ánimosde los vecinos de Valledupar.

Los conflictos entre Valde-Hoyos ybuena parte de la población de la ciu-dad fue puesta en conocimiento de lasautoridades virreinales desde marzo de1808 cuando Juan Samano, quien en-tonces ejercía como Gobernador deRío Hacha informaba que a su llegadaa Valledupar:

[…] todos los vecinos me hanexpresado su inconformidad conlas actuaciones del Marqués deValde-Hoyos, por sus atropellos,y arbitrariedades; siendo que esun leal defensor de los fuerosReales y de las órdenes del Fis-cal perteneciente a esa SupremaAudiencia... [y admitía que] lasquejas son fundadas pero no sepuede desautorizar a un excelen-te y leal servidor de S.M.43

El levantamiento contra el Alcaldeemprendido por los notables valdupa-renses dio inicio a una serie de tensio-nes entre estos y las autoridades pro-

vinciales y virreinales, por las impli-caciones “revolucionarias” que tuvo ellevantamiento. Según información su-ministrada por el Alcalde encargado,Vicencio Ruíz de Gómez, durante ellevantamiento los vecinos gritaban“dando abajos al Alcalde Marqués deValde-Hoyos, el Exm. Virrey y mue-ras a S.M. Fernando VII. Como no ha-bían suficiente fuerza pública se pidiorefuerzos a Sn. Juan, para que las au-toridades de allí vinieran con ayuda,sin conseguir hasta ahora apoyo”44.Según Ruíz de Gómez el “bajo pue-blo” estaba dominado por los “capo-rales y cabecillas locales”, por lo quela mayor parte de los funcionarios seencontraban huyendo, y a pesar de lasgestiones realizadas por él no habíalogrado convencer a los notables de laciudad de la necesidad de reestablecerel orden real45.

No obstante la alta tendencia de estosinformes a ser exagerados, sobre todocuando se trataba de captar la atenciónde las autoridades centrales o cuandose buscaba alguna clase de auxilio,apoyo o gracia de parte de las altasautoridades virreinales, este hecho su-pone varias situaciones significativas.Por un lado, por la rapidez con que laciudad de Valledupar realizó su movi-da autonomista, poco después de laCaracas y antes que las de Cartagena,Mompox y Santafé. Por otro lado, elque hayan gritado muertes a Fernando

43 “Carta de Juan Samano a S.M.”, Valledupar, 1 de marzo de 1808, En: CASTRO TRESPALACIOS, P. Op.Cit. , p. 5944 “Carta de V. Ruiz de Gómez, Alcalde encargado de Valledupar al Sr. Virrey”, Valledupar, 21 mayo de 1810.En: CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., p. 5945 Ibíd ., p. 60

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VII constituye un hecho absolutamen-te revolucionario que no se vería apa-recer en las Provincias declaradas in-dependientes sino hasta mucho tiem-po después. Finalmente, la relación dedominio de los notables locales sobreamplios sectores de la población, cons-tituye una prueba del poder que estosejercían sobre esos sectores gracias,como establecimos líneas arriba, alpoder que les otorgaba ser poseedoresde las haciendas y jefes militares, ci-viles y eclesiásticos. Las quejas delfuncionario no se detuvieron y algu-nos días después escribe señalando que“[t]odos los días aparecen pasquinesque dicen: Abajo el Rey, viva la liber-tad”46

Este hecho ha sido visto por la histo-riografía tradicional de la región comola chispa que inició del proceso de in-dependencia de la ciudad. Pero, ¿cómoes posible que el descontento con unfuncionario real haya llevado a unmovimiento con tantas implicaciones?¿Podía realmente este hecho justificarel desconocimiento total de la autori-dad real? ¿De qué manera esta situa-ción ponía en peligro el sostenimientode la causa realista?

Como hemos señalado, con el iniciode la crisis monárquica española y delproceso de conformación de los dife-rentes organismos político-administra-tivos que se establecieron en reempla-zo temporal de la autoridad real, aflo-

raron diversos proyectos que propen-dían por garantizar la consecución delos proyectos particulares de los diver-sos grupos en conflicto. Tras conocer-se en Valledupar, las primeras noticiassobre la conformación del Consejo deRegencia, los notables de locales diri-gieron comunicaciones solicitando laparticipación de la ciudad con un di-putado en las Cortes, próximas a con-vocarse. Dadas las características tanparticulares de la convocatoria hechapor la Regencia, a este derecho sólopodían acceder las ciudades principa-les de cada virreinato y capitanía ge-neral47 , por lo cual la petición de laciudad fue negada, hecho que causódesencanto entres estas los notableslocales.

Como muchos otros cabildos hispano-americanos, el deseo del Cabildo deValledupar de participar con su propiodiputado en las Cortes de Cádiz, refle-ja al mismo tiempo las pretensiones deautonomía local y jurisdiccional. Va-lledupar, como se intentó establecerlíneas arriba, se había convertido parafinales del siglo XVIII en el epicentrode la producción ganadera y, en me-nor medida, agraria de la provincia deSanta Marta. En su seno se había esta-blecido una elite compuesta esencial-mente por medianos y grandes hacen-dados que abastecían el mercado re-gional con las carnes que se producíanen sus señoríos de límites imprecisos.Hecho que les sirvió para articular re-

46 Ibídem.47 Sobre la forma en que se llevaban a cabo estas elecciones resulta interesante el trabajo de DEMÉLAS, M-D.Op. Cit., p. 157 y ss.

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des de poder con las elites de las dosgrandes ciudades del Caribe neograna-dino y con otros notables de poblacio-nes menores. La ciudad, más prospe-ra que la misma capital provincial, al-bergaba el deseo de asegurar un espa-cio de poder en el régimen provisionalrepresentado en las Cortes.

Muy a pesar del respaldo que la ciu-dad dio a las elites samarias, de lascuales eran muy cercanas, a través delrechazo inicial de las pretensiones cen-tralistas de la Suprema Junta de Cun-dinamarca, al negarse a acudir a la in-vitación que le hicieron llegar al Ca-bildo valduparense para que se unieraal Estado que impulsaban los santafe-reños, el 24 de mayo de 181148. Losdeseos de autonomía jurisdiccional delos notables locales permitieron el es-tablecimiento de relaciones con losrecién constituidos estados de las Pro-vincias Unidas y de Cundinamarca, enun intento por insertarse en cualquierespacio de participación. Este deseofue alentado, además, por el hecho quemuchas las poblaciones de la Provin-cia comenzarán a buscar la protecciónde la Junta de Cartagena. Quedaba cla-ro entonces que la participación en lasjuntas autónomas era el mejor mediopara la obtención de autonomía juris-diccional.

En 1811, José María García Toledo,señalaba en su representación al go-bierno de Santa Marta, que la situación,para él, desatendida de los pueblos de

esa provincia deseosos de representa-ción, constituía un hecho grave. Gar-cía Toledo informaba al gobierno pro-vincial que los vecinos de los pueblosde Valledupar, Chiriguaná y Valenciade Jesús, se habían dirigido a él, comopresidente de la Junta de Cartagena,para pedir su protección contra “losdesórdenes que ya se notan”. GarcíaToledo, recordaba a los samarios laseparación iniciada de Chiriguaná res-pecto de Tamalameque, cabeza delpartido, y que Valencia de Jesús, Va-lledupar y todo ese partido se habíaalimentado “el fuego de la revolu-ción”49, como muestras de los deseosde participación de esos pueblos en elnuevo orden.

Ignoramos la respuesta del Cabildo deSanta Marta. Lo cierto es que en 1812,los notables valduparences iniciarongestiones tanto como la Junta santafe-reña como con el Gobierno de Carta-gena para adelantar en Valledupar elmovimiento de Independencia. Es asícomo en comunicación dirigida a laJunta de Santafé, los notables valdu-parenses en cabeza de María Concep-ción Loperena informan que, dada laimposibilidad de comunicarse con elgobierno de la provincia en Santa Mar-ta por encontrarse en manos de realis-tas, enviarían como comisionado deese Cabildo ante la Junta santafereñaal Subteniente Pedro Norberto Fernán-dez de Castro, uno de los hijos de Lo-perena a que negociara con Jorge Ta-deo Lozano. La reunión al parecer no

48 RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., p. 33749 CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., p. 62

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se llevó a cabo y por recomendacionesde Manuel Rodríguez Torices, Fernán-dez de Castro regresó a Cartagena,donde él y los otros miembros de lacomitiva, Pascual Díaz Granados, JoséFrancisco Maestre y Arcisclo Arzúa-ga, negociarían con Cartagena la for-ma en que debía llevarse a cabo la In-dependencia de Valledupar, en la re-unión se encontraba también SimónBolívar.

La propuesta cartagenera consistía enllevar a cabo la invasión de Santa Mar-ta desde Valledupar, hecho que fue re-chazado por Bolívar y posteriormentedescartado por el Cabildo valduparen-se50. La intensión de los cartagenerosera asegurar una base de combate con-tra los realistas. Pese al fracaso del planla reunión sirvió para establecer lazosentre Bolívar y los notables valdupa-renses, éste aprovecho la situación paraprogramar una reunión con una de laslíderes del movimiento independentis-ta en Valledupar, María ConcepciónLoperena. En noviembre de 1812, lacuñada de Loperena, Gabriela Fernán-dez de Castro de Fernández de Ma-drid51, le envío una carta solicitándoleque se reuniera con Bolívar con el pro-pósito de llevar a cabo la campaña en

Valledupar52. Días más tarde, AnitaLenoit, una francesa residente en Sa-lamina escribe a Loperena, solicitan-do igualmente apoyo para Bolívar53 Laentrevista se realizó en Chiriguana,según lo dispuesto, el 20 de enero de1813. La denuncia que posteriormen-te realizar el Coronel Juan SalvadorAnselmo Daza, quien había sido en-cargado por el gobierno de la Provin-cia de Santa Marta junto con Buena-ventura de la Sierra de controlar la si-tuación en Valledupar, presenta unadescripción detallada de la reunión.

Según el informe de Daza, María Con-cepción Loperena, su hijo Pedro Nor-berto, Acisclo Arzúaga, José Francis-co Gutiérrez, Rafael Araújo, José An-tonio de Quiroz y Francisco Luis Sotopartieron hacia Chiriguaná donde sereunirían con Bolívar en los primerodías del mes de enero. En esa reunión,Bolívar, quien había llegado el 31 dediciembre de 1812 y había sido recibi-do por José Pío del Río, alcalde de esaciudad, se reunió en casa de Brauliode Leiva con algunos vecinos de Ba-cerril, Saloa y con el comandante Es-teban Pupo, vecino del Paso, a fin derealizar acciones contra el Coronel rea-lista Vicente Villa. La reunión duró

50 Ibíd ., pp. 65-66.51 Gabriela Fernández de Castro fue la madre José Álvaro Fernández de Madrid, editor del Argos Americano deCartagena y Procurador de la Provincia de Cartagena. Gabriela Josefa estuvo casada en primeras nupcias conJosé Antonio Díaz Granados, con quien tuvo dos hijos: Rafael y María Luisa. Tras enviudar, con el gutemaltecoPedro Fernández de Madrid, quien se desempeñó como oficial real y Superintendente de la Casa de la Moneda,era hijo de uno de un oidor de la Audiencia de México. Con Fernández de Madrid, Gabriela Josefa seis hijosentre los que se encuentra José Álvaro. Los datos biográficos de Gabriel Fernández de Castro han sido tomadosde SÆTHER, S. A. Op. Cit., p. 18752 “Carta de Gabriela Fernández de Castro a María Concepción Loperena”, Cartagena, 1 de noviembre de 1812,En: CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., pp. 74-7553 “Carta de Anita Lenoit a María Concepción Loperena”, Salamina, 3 de noviembre de 1812, En: CASTROTRESPALACIOS, P. Op. Cit., pp. 66-67.

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hasta altas horas de la noche donderecibieron instrucciones de Bolívar ydel Coronel Eugenio García. El día 3de enero de 1813 Bolívar dirigió undiscurso ante la multitud congregadaen la calle ancha real de Chiriguanáque gritaba vivas a la libertad. Dazaseñala que a pesar de su advertenciaprevia el Alcalde José Pío del Río seencontraba en la manifestación, don-de Bolívar “prometió al pueblo darlelibertad al Virreinato de la Nueva Gra-nada haciendo grandísimas promesaspara acabar con la opresión y libertara todos los esclavos y negros”54. En lareunión participaron además represen-tantes de las poblaciones de Saloa, elPaso, Tamalameque y Becerril.

Tras el regreso de la Comisión, el 10de enero, se realizó un acto de jura antelos oficiales del Ejército que se encon-traban en San Juan del Cesar, Don Die-go, Becerril, Fonseca, Barrancas, Mo-renos y “a todos los de aquí [de Valle-dupar] asociados del Coronel Buena-ventura de la Sierra”55. Daza dio ins-trucciones a sus “amigos y compadresde entera confianza de los barrios paraconvencerlos de semejante proceder eimprudencia que les traería graves con-secuencias si por un momento resuel-ven hacer como las sugestiones de laseñora Loperena”. Posteriormente se

entrevistó con Loperena para manifes-tarle la inconveniencia de ella de me-terse en esas calamidades que afecta-ban el honor y disciplina de los légiti-mos vasallos de S.M. Loperena, porsupuesto, negó su participación en elhecho.

Mientras esto ocurría en Valledupar,las tropas bajo el mando del CoronelLabatut hacían su arribo a Santa Mar-ta sin encontrar resistencia armada. Laciudad había sido abandonada por lamayor parte de peninsulares que habi-taban en ella, quienes partieron haciaPortobelo56, Riohacha y algunas Islasdel Caribe57. Los que se quedaron de-bieron sufrir los castigos severos conque el Coronel Labatut, un militar al-tamente acostumbrado a los rigores dela guerra en Europa, le hizo pagar tan-to a los opuestos como a los partida-rios de la Independencia58. Labatutjustificó sus excesos señalando, en sumanifiesto al pueblo samario de 1813,que se trataba de “limpiar la ciudad delos malos españoles que la avitan tan-to por orden del gobierno de Cartage-na como por los perjuicios que hancausado al Estado y a esta Provincia ytalvez nos causarían permanenciendoentre nosotros con la impolitica y des-tructora guerra que han sostenido”59.

54 “Carta de Juan Salvador Anselmo Daza a los gobernadores de Santa Marta y Riohacha”, Valledupar, 20 deenero de 1813, En: CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., p. 7955 Ibíd ., p. 8056 SÆTHER, S.A. Op. Cit., pp. 192-19357 “Piezas relativas al abandono de la ciudad de Santa Marta por las autoridades y fuerzas realistas”, 30 de enerode 1813, En: CORRALES, M.E. Op. Cit., T. 1, pp. 561-574.58 RESTREPO TIRADO, E. Op. Cit., Tomo II, p. 35759 “Bando del ciudadano Coronel Pedro Labatut al publico de Santa Marta, mandado a publicar por José LeónGodoy. Santamarta, 5 de febrero de 1813”, AGN, Anexo, Historia, R. 7, ff. 356r-v.

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La ocupación de Labatut acabó enmarzo de ese año, cuando los indiosdel pueblo de Mamatoco, en cabeza delCacique Antonio Núñez y con la ayu-da de los indios del pueblo de Bondaentraron a la ciudad y obligaron a salira Labatut y a sus hombres a dejar laciudad60.

Días después de la toma de la ciudadde Santa Marta, los temores Juan Sal-vador Anselmo Daza se hicieron reali-dad. Para febrero de 1813, los notablesvalduparenses habían asumido el con-trol total del Cabildo, y tras negociaren Chiriguaná, en enero de ese año, elapoyo a la causa patriótica con SimónBolívar, declararon la Independenciarespecto de la capital provincial y deEspaña el 4 de febrero de ese año. Laescritura y lectura del Acta estuvo aCargo de María Concepción Lopere-na Ustáriz de Fernández de Castro,quien luego de esto procedió a quemarel escudo de armas y del retrato deFernando VII.

El movimiento estuvo encabezado porMaría Concepción Loperena Ustárizde Fernandez de Castro, una mujernotable de la región. Loperena ha sidoconsagrada por la historiografía tradi-cional como la heroína epónima porexcelencia, cuyos arrestos varoniles yardor patriótico la impulsaron a llevara cabo la Independencia en Valledu-par. Más allá de estos relatos patriote-ros, Loperena sin duda alguna, repre-

senta uno de los mejores ejemplos delos notables que, por sus relaciones yriqueza, logro movilizar no sólo a va-rios miembros de la elite local sinotambién a un amplio número de la po-blación de la ciudad y de poblacionescercanas. Loperena, viuda de JoséManuel Alonso Fernández de Castro,oriundo de Santa Marta, quien se des-empeñó como Teniente de Gobernadory tuvo a su cargo la venta de las tierrasrealengas de Valledupar y la organiza-ción de las encomiendas de esa juris-dicción. Fernández de Castro compar-tía con Loperena el hecho de ser hijosde Militares españoles que establecie-ron estrechas relaciones con las eliteslocales y que en poco tiempo lograronamasar una buena fortuna. Loperenacontrajo matrimonio con Fernández deCastro en 1775, este matrimonio fueventajoso para ambos, pues les permi-tió adquirir poder y prestancia socialen la región. Loperena logró articular-se con una de las más poderosas fami-lias de la Provincia, los Díaz Grana-dos. Esta relación no fue sólo por elmatrimonio de dos de sus hijas conmiembros de esta familia sino por lasvinculaciones previas existentes entrelos Fernández de Castro y los DíazGranados61.

La mayor parte de los firmantes tuvie-ron alguna clase de vinculación fami-liar con Loperena. Algunos de los fir-mantes fueron dos hijos de Loperena:Pedro Norberto Fernández de Castro

60 SÆTHER, S.A. Op. Cit., p. 195.61 Gabriela Fernández de Castro, cuñada de Loperena, estuvo casada en primeras nupcias con José AntonioDíaz Granados.

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Loperena, Antonio Fernández de Cas-tro Loperena. Un yerno de LoperenaRafael Díaz Granados, quien estabacasado con María Rosalía Fernándezde Castro Loperena y hermano de Es-taban Díaz Granados62, quien tambiénera yerno de Loperena por el matrimo-nio con su otra hija, María ConcepciónFernández de Castro Loperena. Nico-lás Baute, quien al parecer era naturalde las Islas Canarias, del matrimoniocon M. Josefa María Borrego, le na-cieron sus hijos José María, José Ma-nuel y Margarita. Sus dos hijos le per-mitieron integrarse por la vía del ma-trimonio a la red de los Fernández deCastro/Díaz Granados. Su hijo JoséManuel se casó con Margarita una delas hijas de Pedro Norberto Fernándezde Castro Loperena. El otro hijo deBaute, José María, se casó con Rosa-lia, hija de José María Fernández deCastro Loperena. Rosalía era además,nieta de Pascual Díaz Granados. JoséVicente Maestre, un hacendado localque se había desempeñado como Al-férez Real, y posteriormente ocupó elCargo de Teniente Militar de Valledu-par, emparentado con la familia Fer-nández de Castro Loperena a raíz delmatrimonio de su hija, María JosefaMaestre Bolaños con Pedro NorbertoFernández de Castro Araújo, hijo na-tural de José María Fernández de Cas-tro Loperena y María Josefa Araújo,

quien era a su vez sobrina de RafaelAraújo, otro de los firmantes del 4 defebrero y Rafael Araújo.63

Aquellos que no poseían vinculacio-nes familiares con la red Fernández deCatro/Díaz Granados, lo más seguro esque compartieran negocios, y diferen-tes tipos de vinculaciones personales.Estos fueron: José Valerio Caxigas,Vicente Sebastián Mestre, otro miem-bro notable de la sociedad valduparen-se, hermano del influyente sacerdoteJosé Valentín Mestre, tras el estable-cimiento de la Provincia de Valledu-par en 1851 Mestre logró convertirseen Senador por Valledupar. Juan dePlaza, Alcalde Ordinario del Cabildo,José Vicente Ustáriz, José I. Quintero,Israel de Quiroz, Juan Manuel Puma-rejo, Militar vallenato hijo de un cria-dor de ganado oriundo de España, JoséDolores Céspedes, quien se desempe-ñó como Escribano Público hasta 1815.Rafael de Armas, Agustín de Aroca yLuis Mel de León.

Esta ojeada ligera sobre las vincula-ciones muestra el poder que esta mu-jer ejercía sobre la sociedad valdupa-rense y su área de influencia. No re-sulta extraño entonces que Bolívar acu-diera a su cuñada con el fin de nego-ciar con esta el apoyo que más tardeprestó Loperena y que ha sido visto

62 Esteban Díaz Granados era uno de los pocos abogados de la Provincia de Santa Marta –según RestrepoTirado el único luego de las luchas independentistas–, egresado del Colegio Mayor del Rosario. Se convirtió enuno de los hombres más influyentes de la Provincia de Santa Marta, amigo personal del General DomingoCaycedo, vicepresidente de la República en 1830. Participó de la Junta de Gobierno de Santa Marta en 1810.63 Estos vínculos han sido identificados gracias a las obras de CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., y deMAESTRE OROZCO, A., El padre Valentín. Genealogías vallenatas, Valledupar, S.N., 2004. Otros datosfueron tomados de los protocolos notariales de la Notaria Primera de Valledupar, años 1808-1850.

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como el producto de la devoción y elsacrificio de esta heroína de la Inde-pendencia del Caribe.

Debido a que no se conservan actas delas discusiones que el Cabildo de Va-lledupar realizó durante el proceso deelaboración del Acta de Independen-cia de la ciudad, no es posible deter-minar cuales fueron las diversas pos-turas de los firmantes del Acta. La de-claración esta escrita en un lenguajepersonalista (“yo, doña ConcepciónLoperena de Fernández de Castro,mujer libre de origen realista, pero hoyrepublicana…”64), que no utiliza laretórica de las demás actas para justi-ficar la Independencia. Expresa la ad-hesión al gobierno de Jorge Tadeo Lo-zano y el compromiso de contribuir aBolívar con trescientos caballos de lashaciendas de Loperena. En mayo de1813 se produce en Riohacha una de-claración por parte de Juan Rabadánante el cabildo de esa ciudad. La de-claración de Rabadán deja entrever laexistencia de una línea de fractura alinterior del bloque firmante del acta,según la cual José Valerio de Caxigas

y Juan Plaza, quienes había huido dela reunión por “no haberse condescen-dido, a las tres primera proposiciones”.El declarante también señala las inten-siones de establecer a Valledupar“como cabecera de Provincia libre deSta. Mta.”65, Caxigas posteriormentefue condenado a destierro a la ciudadde Santa Marta en 1822, por haber ac-tuado “bajo influencias extrañas”66.

Es notorio del Acta de Independenciade Valledupar que, pese a los conflic-tos de poder con Valde-Hoyos, no sehaya esgrimido el argumento de su“mal gobierno” como una justificantede la independencia de la ciudad. Lasarengas de mueras y abajos –si llega-ron a darse– al Rey nos llevan a pen-sar que los notables valduparenses es-taban mucho más resentidos, por lanegación de su participación en lasCortes que por los excesos del Alcal-de. Es cierto, que la situación con Val-de-Hoyos, sin duda alguna, es un ele-mento importante, debido a la alta im-popularidad del funcionario. Pero, encualquier caso ese resultaba un proble-ma minúsculo si se tiene en cuenta que

64 Acta de Independencia de Valledupar. Sea notorio a cuantos ésta vieren, como yo, doña Concepción Loperenade Fernández de Castro, mujer libre de origen realista, pero hoy republicana, a nombre del Cabildo de Justiciay Regimiento de ésta ciudad ilustre, proclama libre e independiente a ésta ciudad de Valle de Upar del GobiernoEspañol, y la somete a los auspicios del Supremo Presidente Jorge Tadeo Lozano, y hace sabedores a todos losaquí presentes que la ilustre ciudad está por ésta acta ahora que son las diez de la mañana, libre y dispuesta aluchar por conseguir la libertad de todos los pueblos que guardan unión por el vínculo indescriptible del idiomay del pensamiento, pongo a disposición del General Simón Bolívar trescientos caballos de mis haciendas quellevaré en persona al ilustre General. En presencia de todos exijo juramento de fidelidad y quemo, por mispropias manos los retratos y armas de escudo de S.M. y ordeno a nombre del cabildo de que hablo, poner lospechos valientes al sacrificio en aras de la libertad de los pueblos dirigidos por su excelencia Jorge TadeoLozano. En constancia firmo en la ciudad de Valle de Upar a los cuatro días del mes de febrero de mil ochocien-tos trece… [Siguen firmas, encabezadas por la de Loperena].65 “Declaración rendida en Riohacha por Juan Rabadán”, Riohacha, 26 de mayo de 1813, En: CASTROTRESPALACIOS, P. Op. Cit., p. 8766 CASTRO TRESPALACIOS, P. Op. Cit., p. 129

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varios de los notables de la ciudad tam-bién ejercían como funcionarios civi-les67. ¿Querían tener todo el poder ypor eso lo destituyeron? Es posible.Quizá también el Alcalde, por sus es-trechas relaciones con el Virrey se hu-biera convertido en un tropiezo parasus anhelos de autonomía regional. Locierto es, desde nuestro punto de vis-ta, es que el proceso de Independenciade Valledupar, tal y como señala JorgeConde refiriéndose al “realismo vario-pinto” en la Provincia de Santa Marta,se explica más el deseo de “despojar-se del régimen jurisdiccional a que es-taban sometidas o porque la ‘Fidelidadal Rey’ les fuera impuesta”. 68

El movimiento no tendría una largavida. El primer ataque provino de lavecina ciudad de Valencia de Jesús,donde un grupo de realistas planearonuna asonada contra la ciudad que fuerepelida por José Vicente Ustáriz, peroun mes después la ciudad cayó en po-der del bloque realista conformado porel Marqués de Valde-Hoyos, Juan Sal-vador Anselmo Daza y de Buenaven-tura de la Sierra, hijo Agustín de laSierra quien había adelantado la paci-ficación de los chimilas y “había esta-blecido estrechas redes y alianza conpueblos y villas más pequeños de esevalle”69. Valde-Hoyos, reclutó gente enlos alrededores de las encomiendas queestuvieron a su cargo. Asediada y sin

el apoyo de las tropas cartageneras,pues Bolívar había partido en la recon-quista de Caracas y Labatut había sidoderrotado en Santa Marta, la ciudadterminó en manos realistas en los pri-meros días del mes de marzo. A dife-rencia de buena parte de las elites queparticiparon de los movimientos haciala Independencia del interior del país,las elites valduparenses no sufrierongrandes castigos, a pesar de los embar-gos de sus bienes. Para finales de ladécada de 1810 la ciudad sería nueva-mente liberada por las tropas de Mon-tilla. Debido a que nuestro interés secentra en el contenido político estosprocesos no nos detendremos en esteensayo en el análisis de las batallas li-bradas entre adeptos al regalismo y losseguidores de la causa patriota

Pese a lo limitado de la experienciaindependentista valduparense, duran-te el movimiento se puso de manifies-to el profundo interés de autonomíajurisdiccional de las elites locales fren-te a la capital provincial. El caso deValledupar es, si se piensa bien, un casosui géneris, que resulta interesante porvarias razones. Primero porque pese alo temprana de su movida autonomis-ta su primera experiencia independen-tista no fue más que una experienciapasajera, en parte gracias a la actitudvacilante de una elite que parece ha-ber actuado más que por entusiasmo

67 Rafael Díaz Granados se desempeñaba como Procurador General. Juan Plaza y José Antonio Fernández deCastro eran Alcaldes Ordinarios. José Vicente Maestre, Caxigas y Ustáriz eran Regidores. José Dolores Céspe-des, ejerció funciones como Escribano Público68 CONDE CALDERÓN, J. “Poder local”, p. 7969 SÆTHER, S. A. Op. Cit., p. 202

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patriótico “[…] por la necesidad paradicha elite de tomar partido”70. Segun-do porque puso de manifiesto la efec-tividad de las extensas redes a las quese encontraban vinculados de diferen-tes maneras los notables locales, tantosi se trataba de negociar con otras eli-tes como si se trataba de movilizar lossectores de la población que domina-ban. Por último, este proceso muestra

70 BERTRAND, M. “Elites y redes sociales en Guatemala en tiempos de la Independencia”, en BERTRAND,M. (coord.), Configuraciones y redes sociales. Un análisis de las relaciones sociales en América Latina,Caracas, Fondo Editorial Trópikos, 2002, pp. 111-132, p. 11371 Especialmente en las poblaciones donde la inexistencia de actores intermedios (o intermediarios culturales,según se acostumbra decir), imposibilitó el surgimiento de proyectos políticos propios entre sectores populares,como los ocurridos en Cartagena o Mompox

la debilidad de los proyectos realistasy patrióticos, en la medida que el ali-neamiento con uno y otro bando, fueel resultado de los intereses particula-ristas de las elites locales71 o de losproyectos encontrados de los diversossectores de la sociedad, este últimocaso, es más visible en la Provincia deCartagena.