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Informe omniprom 2010 sobre el libro en México

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Marcelino ElosuaCoordinador de obra

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Marcelino ElosuaCoordinador de obra

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No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Reservados todos los derechos, incluido el derecho de venta, alquiler, préstamo o cualquier otra forma de cesión del uso del ejemplar.

Editorial y patrocinadores respetan íntegramente los textos de los autores, sin que ello suponga compartir lo expresado en ellos.

© Marcelino Elosua 2010© LID Editorial Mexicana 2010, de esta ediciónImpreso en México / Printed in Mexico

ISBN: 978-607-7610-20-5Editora: Elvia Navarro JuradoCoordinación editorial: Amanda Solís TapiaDiseño de portada: Benjamín AcevesImpresión: Documaster

Primera edición: noviembre de 2010

Presidente: Jaime Del Valle Comité Editorial de México:Ignacio Aranguren, Carlos Alcérreca, José Delacerda, Marcelino Elosua, Jorge Fabre, María Fonseca,Alfonso González, Agustín Llamas, Julio Quesada y Jorge Smeke.

Biblioteca omnipromEditado por LID Editorial MexicanaHomero 109, 1405. México DF 11570Tel. +52 (55) [email protected]

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Índice

Cartas de presentación ........................................................... 9

Introducción .............................................................................11

Entorno económico y político de México ..............................151. México de cara a la recuperación económica ................152. Crecimiento económico ..................................................163. Crecimiento global ..........................................................174. Inflación y política monetaria ..........................................215. Sector externo ................................................................256. Comentarios finales ........................................................29

Entorno sectorial del libro e industrial culturales en México ....311. Los pesos de la cultura ..................................................322. El tiempo libre del mercado mexicano ...........................333. Industrias culturales en la era digital: libros electrónicos ....52

El editor independiente: ¿solo ante el peligro? De la autopromoción a la creación de comunidades ....................57

1. De la wikinomía al wikicosmos .......................................582. De Internet a la web 2.0. .................................................593. El nacimiento del editor wiki ...........................................604. El protagonismo del prosumidor ....................................615. La página web: de escaparate a comunidad .................616. Marketing editorial en las redes sociales ........................677. Metamarketing: reflexión final .........................................69

La edición académica en las universidades mexicanas......71

01

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La importación de libros y la determinación del precio ......771. Ley del precio único .......................................................81

La librería en la era de la turbulencia ....................................911. Introducción ....................................................................912. Problemática librera ........................................................923. Hacia qué rumbos navegar ............................................974. Conclusiones ................................................................99

Apuntes sobre la promoción editorial en México ................101

No se trata de la palabra escrita ............................................1191. Los espacios en blanco de la expresión popular son

llenados en la red ..........................................................1202. Creatividad del usuario .................................................1223. Información por todos lados .........................................1244. Medios sociales y apertura ...........................................124

Realidad y futuro del libro digital y sus canales de venta...127

Marketing digital del libro en papel y electrónico ................1411. Abandonar el viejo modelo ...........................................1412. Ventajas y obstáculos del libro electrónico ...................1443. Estrategias y acciones de marketing online en el mundo

del libro .........................................................................148

Los libros, España e Iberoamérica ........................................167

FIL Guadalajara: las historias del libro y la lectura ..............1751. Lectores ........................................................................1762. Ciudad...........................................................................177

0506

0708

0910

1112

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El mercado del libro en español y las industrias culturales en EE.UU. ...............................................................179

1. El mercado hispano y las industrias culturales en Estados Unidos ...........................................................................179

2. La penetración y conservación lingüística del español .... 1823. El mercado editorial ......................................................1844. America Reads Spanish ................................................189

Ventaja competitiva: de la capacidad de distribución al marketing digital ............................................................................191

La esencia de este informe.....................................................197

Autores

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En Ixe Grupo Financiero estamos convencidos de la responsabilidad que tenemos de difundir ideas y conocimientos que agreguen valor a las diferentes comunidades con las que interactuamos en diferentes ámbitos. Entendemos que nuestra presencia en el sistema financiero mexicano no se debe limitar a la intermediación de recursos sino que tenemos que ir mucho más allá. Tenemos la obligación moral de contribuir de manera solidaria a generar mejores condiciones de vida en los sectores más desprotegidos así como impulsar una cultura de calidad y excelencia en beneficio de todos aquellos que se vinculan con nuestro grupo.

La promoción de una mayor cultura a través de los libros es el vehículo ideal para contribuir a mejorar la calidad de la educación en nuestro país y, de esta forma, aspirar a tener mejores condiciones de vida. Con este propósito, Ixe Grupo Financiero ha iniciado con entusiasmo y empuje la Biblioteca Ixe, a través de la cual desarrollamos obras con temática de interés general como economía, finanzas, inversiones, investigación sectorial, medio ambiente, cultura empresarial y promoción de valores.

Con esta nueva vinculación entre Ixe y el sector editorial de nuestro país, esperamos aportar nuestro granito de arena para lograr un mejor México, en donde la cultura sea uno de los catalizadores para alcanzar un mayor progreso.

Enrique Castillo Sánchez MejoradaPresidente del Consejo de Administración

Ixe Grupo Financiero

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Omniprom tiene una vocación de servicio profesional y puntual a toda la industria editorial, bajo el lema de promoción integral del libro en México. Desde junio de 2009 ofrecemos una cartera de servicios muy amplia y flexible, para que cada cliente configure el posicionamiento de su fondo editorial con libertad, pagando sólo por lo que realmente quiere demandar.

Los objetivos finales son la transparencia y la eficacia, saber donde están los libros en cada momento y venderlos al precio más competitivo posible con la mejor promoción e información al lector. Operamos la librería virtual espadadeluz.com, nombre que simboliza a la vez el deseo de que la cultura ilumine todas las capas sociales y estados y que las nuevas tecnologías encuentren un cauce de transmisión adecuado. Por ello, y como muestra, somos la primera librería que vende libros seminuevos a mitad de precio y libros digitales.

Imbuidos de este espíritu de información clara y plena, nos pareció que nuestros clientes se beneficiarían al agrupar las estadísticas ya disponibles, analizarlas, y recabar las opiniones, estrategias y conclusiones de los distintos actores del sector. Este es el segundo año en que el Informe Omniprom ve la luz y sirve para suscitar un debate que mejore la industria y para ayudar en la toma de decisiones de cada empresa.

Queremos agradecer la desinteresada colaboración de los 16 autores y del coordinador de la obra, Marcelino Elosua, porque el entusiasmo y esfuerzo de todos ellos han sido la clave para que este informe sea mejor y más útil cada año.

Noé VillaseñorDirector general

Omniprom

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Introducción

Cuando hace más de un año nos planteamos realizar este informe con ca-rácter anual ya sabíamos que no iba a ser fácil cubrir los objetivos que nos fijamos: que complementase a la vez que resumiera y divulgara los estudios ya disponibles de los órganos del sector, que se diera la voz a los verdaderos actores, editores, distribuidores y libreros, que éstos pudieran plantear sus objetivos, opiniones y sugerencias y que tuviera un carácter eminentemente práctico, que sirviera para entender el mercado y tomar decisiones. Aunque dirigido esencialmente a presentar el mercado del libro mexicano a edito-res extranjeros, creemos que este informe es muy útil también para todos los actores de este mercado porque la amplitud, novedad y frescura de los temas tratados aseguran que siempre se van a poder encontrar un par de datos desconocidos o actualizados y al menos una idea buena nueva.

Estamos satisfechos con el primer informe que presentamos en la FIL de 2009 con asistencia de un gran número de editores. La comparativa de pre-cios y la información que presentamos sobre el libro digital han sido muy estudiadas y comentadas y, un año después, se ha demostrado que eran correctas y adelantadas a su tiempo. En línea con nuestros objetivos, este año hemos cambiado un poco el formato para dar la palabra en cada capí-tulo a un experto que se hace responsable de su contenido. En este sentido mi responsabilidad ha sido el seleccionar a estos autores tratando de que aportasen puntos de vista originales y complementarios, más que de asegu-rar la homogeneidad o profundidad del contenido.

Empezamos con el entorno económico y cultural de México, analizados por Manuel Guzmán y Lucía Martín respectivamente, ambos del servicio de es-tudios de Ixe Grupo financiero. Alejandro Ramírez de librerías Gandhi y Noé Villaseñor de Omniprom aportan el punto de vista de un librero y un distri-buidor. Isabel Mercedes de editorial Ra-Ma y Raúl López de LID Editorial han realizado una investigación específica para este informe dada la relevancia de la comparativa de precios de los mismos títulos entre México y España y dependiendo de si se usan distribuidores independientes o el editor tiene filial comercializadora en México.

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La aportación de varios editores contribuye a enriquecer la visión al tocar aspectos específicos del libro de texto y de producción digital, marketing di-gital y promoción en medios. Han aportado su experiencia Hilda Hernández, directora editorial del ITESO y coordinadora nacional de la red ALTEXTO que agrupa las editoriales universitarias y académicas de México, Francisco Javier Jiménez de Fórcola, Carlos Díaz del diario El Universal y José Antonio Menor, Raúl Vázquez y Bertha Herrerías de LID Editorial.

La visión institucional se ha enriquecido con los capítulos de Antonio Mª Ávila de la FGEE, de Nubia Macías de la FIL y de Ignacio Domínguez de la Oficina comercial de España en Miami. Terminamos con unas conclusiones personales fruto de mi reflexión sobre lo que los demás autores nos han aportado a lo largo del libro.

Los autores nos hemos basado en nuestro conocimiento del mercado y en opiniones formadas a lo largo de muchos años de experiencia y citamos la bibliografía y los estudios de terceros usados en su lugar correspondiente. Queda claro que son opiniones personales que no comprometen a las em-presas o instituciones en que participamos.

Tengo que agradecer infinitamente la entusiasta colaboración de todos los autores, y la labor de edición y corrección de Elvia Navarro y Amanda Solís de LID Editorial. Pido disculpas por los errores que hayamos podido cometer y a usted, querido lector, le agradezco el tiempo que dedica a este informe y su apoyo para mejorar la edición de 2011 que ya hemos empezado a preparar.

Marcelino ElosuaCoordinador de la obra

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01Entorno económico y político de México

Manuel Guzmán Moreno

1. México de cara a la recuperación económica

Después de la profunda recesión que vivió el mundo en 2009, la gran in-cógnita que se enfrenta está relacionada con la verdadera capacidad de recuperación económica y si será necesaria la instrumentación de nuevos programas de estímulos a fin de inyectar un mayor dinamismo a la activi-dad productiva.

En un entorno caracterizado por la presencia de indicadores mixtos en cuanto a la velocidad del crecimiento económico, en 2010 surgieron nuevos factores de riesgo que agravaron los temores de una doble caída y que en diversos momentos impactaron el desempeño de los mercados financieros. En este sentido vale la pena señalar que la mayor parte de las perturbacio-nes financieras en 2010 se han asociado a los problemas fiscales en Europa y su repercusión sobre la percepción de riesgo soberano de cada uno de los países que forman parte de la comunidad europea.

En el caso particular de México, además de los cuestionamientos sobre la reactivación económica por la dependencia de la actividad industrial en Es-tados Unidos, se presentaron presiones inflacionarias importantes en el pri-mer trimestre del año, que después se revirtieron, pero que en su momento originaron dudas sobre la posible evolución de la política monetaria.

A continuación se presenta un análisis de la situación económica mundial y su impacto sobre el desempeño del PIB México y en general sobre los mercados financieros, haciendo énfasis en el balance de riesgos que se enfrenta en la actualidad y los cambios necesarios para que la economía del país opere bajo mayores condiciones de holgura en el futuro, generándose de esta forma una expansión productiva más sólida, con mayor estabilidad financiera y mayores niveles de empleo y consumo.

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2. Crecimiento económico

Quizá uno de los principales aspectos que hay que destacar en 2010, es que la economía mundial continuó consolidando el proceso de recuperación ini-ciado en el segundo semestre de 2009, aunque con diferencias importantes entre países y regiones.

Los países desarrollados mostraron un avance relativamente modesto ante la presencia de fuertes presiones fiscales y lo restrictivo que han resultado los programas instrumentados a fin de mejorar el estado de sus finanzas pú-blicas, lo que ha limitado el avance de la demanda privada que sigue siendo débil y se ubica en la mayor parte de los casos aún por debajo de los niveles existentes antes de iniciada la crisis.

La mayor parte de estos países ha mantenido los estímulos fiscales y mone-tarios con el propósito de incentivar un mayor crecimiento económico y una mayor demanda; no obstante, el alto costo fiscal sigue causando incerti-dumbre sobre la capacidad de esas economías para sostener un crecimien-to vigoroso en los próximos años.

Cuadro 1.1. Crecimiento económico primer y segundo trimestres de 2010 de paí-ses avanzados y emergentes

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Contrariamente, las economías emergentes mostraron un mejor desempe-ño económico basado en un dinamismo importante de las exportaciones, la demanda global de materias primas y en una calidad fundamental mu-cha más sólida que la mostrada por los países desarrollados. De hecho, en algunos casos se han empezado a registrar presiones inflacionarias como resultado de una mayor demanda, lo que ha motivado que algunos bancos centrales hayan empezado a instrumentar una política monetaria restrictiva.

Esto último ha dado origen a un fenómeno interesante a nivel internacional y tiene que ver con la canalización de un importante flujo de recursos a los paí-ses emergentes con el propósito de aprovechar el amplio diferencial de tasas.

Pero el entorno estrictamente macroeconómico se vio enrarecido en 2010 por una serie de eventos sociales y naturales que finalmente tuvieron o ten-drán implicaciones económicas serias. Por mencionar sólo algunos de ellos, habrá que destacar las huelgas y disturbios en países europeos en los que los programas de ajuste han ocasionado una reacción incluso violenta de los sindicatos y la sociedad en general.

En la misma línea se encuentra la erupción de un volcán en Islandia que ter-minó por afectar seriamente la actividad económica mundial durante algu-nas semanas. Se estima que las líneas aéreas perdieron doscientos millones de dólares (md) por día, además de dañar el comercio de flores, verduras y electrónicos ante el retraso de vuelos.

De igual forma la industria mundial que funciona bajo el esquema de just in time también resintió los efectos de la falta de insumos; tal es el caso de Nis-san que tuvo que suspender la producción de tres modelos en Japón como resultado de la falta de suministro de autopartes europeas, lo que derivó en el recorte de la producción de dos mil unidades en dos plantas del país asiático.

El desastre petrolero que se presentó en las costas estadounidenses del Golfo de México fue igualmente dramático. Aunque es difícil estimar el im-pacto económico del derrame de crudo, llama la atención que la compañía British Petroleum haya desembolsado recursos por 3,120 md en esfuerzos de limpieza y contención, sin considerar el impacto en la industria pesquera, el turismo y, por supuesto, el daño ecológico.

3. Crecimiento global

La recuperación de la economía mundial continuó en 2010, aunque se pre-sentaron sombras que hicieron cuestionar la verdadera fortaleza de dicha reactivación para el futuro cercano, destacando la debilidad fiscal de Europa y de su sistema financiero.

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El proceso de crecimiento económico observó marcadas diferencias entre bloques económicos. Así, la expansión de las economías avanzadas ha re-sultado más limitada como resultado de un avance modesto del consumo interno que sigue siendo inferior a los niveles precrisis.

A pesar de presentar un entorno sin lugar a dudas complicado, hay que destacar que la zona euro creció 0.80% en el primer trimestre del año a tasa anualizada y en el segundo 1%. Es importante tener presente que la depreciación del euro en el segundo trimestre de 2010 junto con la mayor actividad productiva en otras regiones del mundo, estimularon las exporta-ciones de los países europeos, destacando el caso de Alemania que registró un crecimiento de 2.2% en el segundo trimestre del año y en menor medida Francia que creció 0.6% en el mismo lapso.

En Estados Unidos, principal socio comercial de México, se pudo observar también un mayor dinamismo en 2010. Después de registrar una contrac-ción de 2.4% en 2009, la mayor caída en más de seis décadas, en el primer trimestre la economía aumentó 3.7% y en el segundo 1.6%.

La cifra del segundo trimestre tiene varias interpretaciones; por un lado, se ligan ya cuatro trimestres con variaciones positivas, lo que significa que técnicamente la crisis quedó atrás. Por otro lado, se compara desfavora-blemente con el crecimiento del primer trimestre, lo que anticipa que en la segunda parte de 2010 se registrará una expansión más débil.

Aún más, cuando se analiza el comportamiento de cada uno de los elemen-tos de la demanda agregada se pueden observar algunas tensiones que podrían a su vez derivar en riesgos futuros para el crecimiento económico de Estados Unidos. Tanto la inversión como las exportaciones mostraron una marcada desaceleración durante el segundo trimestre; sin embargo, lo que más llama la atención es el escaso dinamismo del consumo, que en el lapso mencionado creció sólo 2%.

Es importante destacar que el consumo privado representa cerca de 70% de la economía de Estados Unidos, por lo que su escasa recuperación sig-nifica no sólo una menor demanda de productos domésticos, sino también de productos importados, y es precisamente este punto el que debe de preocupar ya que el principal canal de transmisión de la recuperación obser-vada hasta ahora en México ha sido el sector externo.

Si bien el conjunto de economías avanzadas han registrado un avance mo-derado en el segundo trimestre del año como resultado de una demanda pri-vada débil, las economías emergentes observaron una expansión económica extraordinaria como reflejo de la fortaleza de sus exportaciones y su demanda interna. Así por ejemplo, China creció 10.3% en términos anuales en el segundo

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trimestre del año, mientras que Perú se unió al selecto grupo de países emer-gentes que crece a tasas de dos dígitos al expandirse 10.1% en el mismo lapso.

Cuadro 1.2. PIB y demanda agregada en Estados Unidos

Hacia delante, es previsible una mayor desaceleración de la economía global como resultado básicamente de tres factores: 1) el proceso de recuperación económica inició en el segundo semestre de 2009, lo que implica que la base de comparación será más complicada; 2) algunos países emergentes han em-pezado a registrar presiones inflacionarias derivadas de una recuperación excepcional, lo que se ha traducido en el retiro de estímulos monetarios y en una expectativa de menor crecimiento económico en el futuro cercano, y 3) la persis-tencia de niveles elevados de desempleo en Estados Unidos seguirá afectando el gasto en consumo privado en ese país, limitando el proceso de recuperación.

A pesar de la inminente desaceleración económica mundial, difícilmente se puede pensar en una segunda recesión. Después de todos los apoyos finan-cieros destinados a lo largo de los dos últimos años para enfrentar la crisis económica mundial parecería difícil que los gobiernos tiraran todo por la borda. Más bien se abre la posibilidad de que se aprueben nuevos mecanis-mos de apoyo, diferentes a los tradicionales; la propia FED y el gobierno de Japón empiezan a dibujar nuevos esquemas de estímulo económico.

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De la mano de un desempeño favorable de la economía estadounidense en la primera parte de 2010, la producción industrial en México mostró una ex-pansión sobresaliente. El principal canal de transmisión de la recuperación hacia México se encuentra en el sector exportador.

Cuadro 1.3. Exportaciones. Var. anual

Después de un largo periodo en el que las exportaciones mexicanas regis-traron variaciones negativas, a partir de noviembre de 2009 se pudo obser-var un cambio de tendencia en las ventas de productos mexicanos en el exterior. Efectivamente, en octubre de 2009 las exportaciones cayeron 10% en términos anuales y en noviembre se presentó un incremento de 10%, la primera variación positiva en catorce meses; a partir de este momento se aceleraron de manera impresionante las ventas al exterior hasta alcanzar un crecimiento de 44% en mayo de 2010.

Si se analizan las exportaciones por producto, las petroleras crecieron 69% en el primer semestre de 2010 mientras que en las manufactureras el avance fue de 35%. Es importante destacar que dentro del sector manufacturero, destacaron las exportaciones automotrices que registraron un crecimiento de 78% en el primer semestre respecto al mismo lapso de 2009.

Sin lugar a dudas, el motor de la economía mexicana es el sector automo-triz; tanto que a diferencia de lo que sucedía en el pasado, la principal fuente de divisas para México proviene de las ventas externas de autos, seguida por los ingresos provenientes de la venta de petróleo.

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Cuadro 1.4. Principales fuentes de divisas

Si bien las exportaciones de autos han mostrado un desempeño extraordi-nario, las ventas internas no han corrido con la misma suerte. En los prime-ros cinco meses de 2010, las ventas internas de autos crecieron sólo 4%, lo que explica la iniciativa gubernamental para exentar a los consumidores del pago de la tenencia vehicular. Aunque esta medida se percibió como limi-tada ya que sólo aplica para vehículos nuevos con un valor igual o inferior a doscientos cincuenta mil pesos, en el mes de agosto se pudo observar un desempeño más favorable al incrementarse 14%.

4. Inflación y política monetaria

A diferencia de lo ocurrido en países que han registrado presiones inflaciona-rias como resultado de la fuerte expansión económica, en México los precios han mantenido una tendencia positiva, aunque también se han presentado sobresaltos que en el futuro podrían determinar un cambio de tendencia.

De acuerdo con el Banco de México la inflación correspondiente al mes de marzo fue de 0.71%, muy cerca del nivel esperado por el mercado, con lo

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que la inflación anual se incrementó de 4.83% en febrero a 4.97%. Con los datos de inflación a marzo, la variación de los precios en el primer trimestre de 2010 se ubicó en 4.75%, es decir, se ubicó en el límite superior del rango esperado por el Banco de México para dicho periodo (4.25-4.75%).

1.5. Ventas internas y externas de autos. Var. Anual

Si se analiza con detalle el comportamiento de los precios hay un par de cosas que preocupan. Por un lado, a principios de abril se decretó el cuar-to incremento en los precios de las gasolinas, de manera tal que la Magna (que es la que consume 90% de los automovilistas) acumuló un incremento de 4.1%, el diesel 3.3% y la gasolina Premium 2.2%. Hacia adelante, la Secretaría de Hacienda ha manifestado que continuará el ritmo mensual de ajuste de las gasolinas, lo que sin lugar a dudas contribuirá a que la inflación general se vea presionada.

Otro tema relacionado con la inflación y al que se le dio poca importancia, es el fuerte crecimiento del subíndice de frutas y verduras. En el primer trimestre del año este subíndice acumuló un incremento de 16%, lo que representó la mayor variación desde el primer trimestre de 1990 cuando el incremento fue de 32%. La mayor inflación en 21 años de las frutas y verduras fue resultado de una condición climatológica atípica caracterizada por lluvias en enero y febrero y por temperaturas relativamente bajas en la mayor parte del país.

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Cuadro 1.6. Inflación

Estos factores determinaron que las cosechas fueran particularmente ma-las, lo que finalmente afectó de manera importante el precio de algunos vegetales. Este es el caso de la cebolla, que tan sólo en el primer trimestre subió 153%, el chayote 129%, el pepino 71% y el tomate 60%, por mencio-nar algunos de los productos con mayores alzas.

Por otro lado, las expectativas de inflación también se deterioraron en el primer trimestre del año. De acuerdo con la Encuesta de Expectativas Eco-nómicas del Sector Privado levantada por Banco de México en el mes de marzo, el pronóstico de inflación para 2010 se incrementó de 5.21% en febrero a 5.28% en marzo, es decir, por encima del límite superior esperado por el Banco de México (5.25%).

De esta forma, los dos principales determinantes de la política monetaria se vieron bajo presión. Dos elementos que matizaron de alguna manera estas pre-siones fueron las revisiones salariales, que en el primer cuarto del año no se dispararon y, por otro lado, que en Estados Unidos la inflación se mantuvo en niveles muy bajos, lo que explicó que la FED manifestara su intención de man-tener las tasas en niveles bajos durante un periodo prolongado de tiempo.

En el segundo trimestre de 2010, las condiciones inflacionarias cambiaron diametralmente. Por un lado, se revirtió totalmente el impacto que tuvo el su-bíndice de frutas y verduras y, por otro, la apreciación del tipo de cambio tuvo una influencia positiva sobre el desempeño de las mercancías. De esta forma,

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en los tres meses que comprenden el segundo trimestre se presentaron caí-das en precios, fenómeno que no se presentaba en México desde 1969.

Finalmente, el balance de la trayectoria de la inflación en el primer semestre de 2010 se puede catalogar como positivo, lo que amplía el margen de ma-niobra para que el Banco de México mantenga niveles bajos de tasas de interés, promoviendo de esta forma un mayor dinamismo económico.

Este comportamiento no se presentó en otros países en los que el fuerte dina-mismo de la demanda agregada generó presiones inflacionarias, por lo que las autoridades financieras decidieron iniciar el retiro de estímulos monetarios.

Vale la pena destacar que también se ha conformado un grupo de países avanzados que han iniciado el ciclo de alza en las tasas de interés. Este es el caso de Australia que desde octubre de 2009 decidió incrementar las ta-sas de interés ante la presencia de señales de una recuperación económica más fuerte de lo estimado inicialmente. Más adelante, en marzo de 2010, Canadá aumentó su tasa de referencia, asumiendo el liderazgo dentro del bloque de países desarrollados que forman parte del G7 en cuanto el retiro de estímulos monetarios.

Cuadro 1.7. Tasas de política por países

Claramente, los países emergentes han sido más activos en materia de política monetaria. En febrero, India aumentó su tasa de política después de que los

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precios al consumidor registraran una variación anual de 9%; Brasil, hizo lo propio en un par de ocasiones a lo largo del primer semestre de 2010 y Perú se convirtió en el segundo país latinoamericano en aumentar su tasa de interés en los meses de mayo, junio, julio y agosto, como respuesta a una fuerte expansión económica, sobre todo en el segundo trimestre cuando el PIB aumentó 12%.

En el caso de México y con una tendencia positiva de los precios, seguramen-te el Banco de México pospondrá la decisión de aumentar la tasa de interés hasta el segundo semestre de 2011, lo que contribuirá a inyectar un mayor es-tímulo a la actividad productiva del país y a una mayor generación de empleo.

5. Sector externo

El fuerte desempeño de las exportaciones mexicanas ha contribuido de ma-nera decidida a la recuperación de la economía mexicana. Además de las ventas al exterior, la Inversión Extranjera Directa (IED) registró un desempeño favorable en la primera parte de 2010 y las exportaciones petroleras aumen-taron significativamente a pesar de la caída en la producción gracias al incre-mento de los precios.

El positivo desempeño del sector externo de México en el primer semestre de 2010 se vio reflejado en una acumulación de reservas internacionales de diez mil millones de dólares (mmd), con lo que el saldo se ubicó en 100.4; tan sólo en el mes de junio se acumularon 3.3 mmd y se rebasó por primera vez la barrera de los cien mil millones de dólares.

Más allá del tema estrictamente anecdótico, el hecho de que las reservas internacionales se ubiquen por encima de los cien mmd, es un reflejo de la fortaleza del sector externo de México, lo que significa que el país cuenta con un blindaje más sólido ante los eventos de incertidumbre que se presen-tan en el mundo y su impacto en la volatilidad de los mercados financieros.

Vale la pena tener presente que el incremento en las reservas tuvo dos compo-nentes: por un lado, los dólares que Pemex ha vendido a Banco de México y, por otro, un mecanismo establecido por éste a partir de marzo, que busca aumentar el ritmo de acumulación de reservas internacionales, sobre todo a raíz de que el monto del que se disponía a principios de año se comparaba desfavorablemen-te frente a otros países con una calificación soberana similar a la de México.

Este mecanismo consistió en subastar entre las instituciones bancarias del país 600 millones de dólares en opciones el último día hábil de cada mes. Es-tas opciones pueden ser ejercidas por las instituciones a lo largo del siguiente mes siempre y cuando el tipo de cambio en el momento de ejercicio no se ubique por encima del promedio móvil de los últimos veinte días.

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Cuadro 1.8. Reservas internacionales

Este mecanismo consistió en subastar entre las instituciones bancarias del país seiscientos millones de dólares en opciones el último día hábil de cada mes. Estas opciones pueden ser ejercidas por las instituciones a lo largo del siguiente mes siempre y cuando el tipo de cambio en el momento de ejercicio no se ubique por encima del promedio móvil de los últimos veinte días.

Este mecanismo ha sido altamente exitoso y refleja la perspectiva de los agentes económicos en el sentido de que el tipo de cambio se apreciará en el futuro. De esta forma, la venta de dólares que Pemex hace a Banco de México y el mecanismo de subasta de dólares han contribuido a robustecer el saldo de las reservas internacionales de México y, en esta medida, a au-mentar el blindaje del país ante eventos adversos.

Es importante destacar que aunque la recuperación económica continuó en 2010, los mercados financieros no han estado exentos de una fuerte volatili-dad asociada a la incertidumbre originada por los desequilibrios fiscales que tienen algunos países, principalmente los europeos.

Así, después de que Grecia atravesara por un lapso complicado por el ries-go de default asociado a sus problemas fiscales y de falta de crecimiento,

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surgió el caso de Hungría, también acosado por los desequilibrios fiscales. Si bien, el Banco Central Europeo enfrentó el problema fiscal de práctica-mente todos los países de la zona euro a través del mayor paquete de recur-sos jamás aprobado (750 mil millones de euros), en el transcurso de la crisis de los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) se presentó un incremento importante en la aversión al riesgo.

Cuadro 1.9. EMBI de países emergentes

Vale la pena destacar que, excluyendo a España, el resto de los países que conforman el grupo PIGS tiene un peso específico pequeño dentro del Pro-ducto Interno Bruto de la zona euro. El PIB de Grecia representa sólo 2% del total y el de Hungría menos de 1%; hay que tener presente, además, que asociado al tamaño de estos países su integración comercial con el resto del mundo es de poca relevancia.

La gran volatilidad que el problema fiscal en Europa ocasionó no se relacio-nó con el impacto que podría tener sobre el crecimiento mundial sino con el alto endeudamiento de estos países y el amplio margen de concentración de dicha deuda en los propios países europeos.

El 60% de la deuda de los PIGS se encuentra concentrado dentro de los propios países europeos, principalmente en Alemania, Francia y Reino Unido, de forma tal que la posibilidad de que uno de estos países entrara en mo-

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ratoria podría afectar al sistema bancario europeo y, por efecto dominó, al sistema financiero internacional.

Aunque se contuvo este problema, los mercados financieros acusaron una gran volatilidad y un fuerte incremento en los niveles de aversión al riesgo, sobre todo en los mercados emergentes y, por supuesto, en México. Esta aversión al riesgo se vio reflejada en el movimiento errático y alcista en las monedas emergentes toda vez que los recursos financieros buscaron desti-nos de inversión considerados como más seguros.

Cuadro 1.10. Índice de monedas emergentes

El peso mexicano se vio presionado por este entorno; sin embargo, es importante observar que, una vez que se cerraron los paréntesis de in-certidumbre, el peso fue la moneda que resultó no sólo la más defensiva sino también la que más se ha apreciado a lo largo de 2010. Así, se puede aseverar que los movimientos de depreciación del peso a lo largo de 2010 han sido resultado de un proceso global de aversión al riesgo y no como en el pasado, a un fenómeno de fuga de capitales que afectara la solidez de la balanza de pagos.

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6. Comentarios finales

El entorno en el que se ha desempeñado la economía mexicana ha mos-trado dos fases en 2010. La primera se puede ubicar en el primer semestre del año y corresponde a un repunte importante de la actividad económica motivada a su vez por una demanda de productos mexicanos en el extran-jero, principalmente de Estados Unidos. Las exportaciones fungieron como motor de la recuperación económica y promovieron también un crecimiento importante en los niveles de empleo.

En la segunda fase, el Producto Interno Bruto de México empezó a registrar indicios de desaceleración en el ritmo de actividad económica. El menor crecimiento de la economía mexicana tiene principalmente tres fuentes: 1) un avance más débil de la economía de Estados Unidos, 2) el retiro de estí-mulos monetarios en algunos países emergentes que hasta ahora han sido la principal fuente de expansión económica del mundo, y 3) una base de comparación más difícil, toda vez que el proceso de recuperación econó-mica inicio precisamente en el tercer trimestre de 2009, lo que hace que el comparativo a doce meses sea más complicado.

Es importante destacar que ante las voces que auguran una segunda rece-sión, la evidencia apunta hacía un menor ritmo de actividad económica a nivel mundial, no hacia una recesión. El consumo en Estados Unidos repre-senta 30% del consumo mundial, de manera tal que, en tanto no se genere mayor empleo y se restituya la confianza de los consumidores, el gasto en ese país seguirá siendo bajo, lo que representará un freno al crecimiento económico del mundo.

Aunque la actividad económica en México se ha moderado, para el cierre de 2010 se registrará un crecimiento cercano a 4.5% y para 2011 de 3.2%. Cla-ramente México no enfrentará un episodio de contracción como el observado en 2009, sin embargo, es importante hacer los cambios necesarios para que el crecimiento sea cercano a 6% que es el nivel de crecimiento potencial.

De no avanzar en las reformas estructurales pendientes, la fiscal, la energé-tica y la laboral, entre otras, México estará condenado a enfrentar nueva-mente un periodo prolongado de crecimiento bajo. El gran reto para el país es abatir la pobreza y generar las condiciones para elevar el nivel de vida de los mexicanos.

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02Entorno sectorial del libro e industrias culturales en México

Lucía Emanuela Martín

A pesar de las múltiples definiciones que se han desarrollado en torno a las llamadas industrias culturales, recientemente se ha llegado a un claro consenso de que son ellas los únicos sectores productivos dentro de un país capaces de cumplir con un papel dual que cruza la frontera entre la economía y la cultura.

Por un lado, las industrias culturales generan buena parte de la riqueza, los empleos y el consumo de un país, y aunque al momento las metodologías respecto a cómo medir este impacto continúan presentando discrepancias, re-sulta indudable que su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones es significativo. Por otro lado, se constituyen como el princi-pal vehículo de transmisión de identidad cultural, al tiempo que refuerzan y construyen los valores, el sentido de pertenencia, y los usos y costumbres de una nación.

Un extenso debate se ha desarrollado en torno a las actividades que pueden ser consideradas como industrias culturales. La tarea no es fácil desde el momento en que la simple definición de esta industria ha sido el tema central de una extensa bibliografía que, a lo largo del tiempo, ha logrado establecer ciertas características que permiten delimitar algunas actividades dentro de este rubro. El término de industria cultural, empleado por primera vez por la Escuela de Frankfurt en 1923, ha experimentado numerosas transforma-ciones que han tratado de incorporar los cambios sociales y tecnológicos sucedidos en el último siglo.1

En 1992, Juan Carlos Cebrián Echarri decía que en el futuro resultaría impo-sible hablar de cultura a secas, sin referirse a los medios de comunicación de masas.2 Hoy, el futuro ha llegado y cualquiera de los estudios sobre consumo cultural incluye a los medios de comunicación de masas y el uso de las nue-vas tecnologías. Esto aumenta el universo de ramas que pueden ser recono-cidas como industrias culturales, lo que forzosamente obliga a buscar una

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definición estricta que delimite los sectores que serán tomados en cuenta.

Para el presente capítulo, se hablará de industrias culturales como «aquéllas que combinan creación, producción y comercialización de contenidos que son intangibles y culturales en su naturaleza. Estos contenidos están prote-gidos por derechos de autor y pueden tomar forma de bien o servicio».3 Las industrias culturales se distinguen, además, por compartir tres características: contribuyen a la creación de contenido simbólico, su consumo se incrementa a medida que aumenta el ingreso disponible, y -debido a la globalización los bienes culturales- circulan cada vez más en los mercados globales.

De esta forma, pueden ser incluidas en este ramo la industria literaria, musical, danza, dramática, pictórica o de dibujo, arquitectura, cinematográfica y audiovi-sual, programas de radio y televisión, programas de cómputo, fotografía. Por su relevancia económica e influencia social, en este capítulo se analizará la situación actual y perspectivas de la industria televisiva, radio, el sector editorial, los mu-seos, el cine, Internet y los libros electrónicos en México, además del patrón de uso de tiempo libre de los mexicanos y su relación con el consumo cultural.

1. Los pesos de la cultura

Es precisamente la dificultad que subyace en la inclusión o exclusión de actividades específicas dentro del rubro de industrias culturales uno de los principales factores que ha entorpecido su medición en términos económi-cos. Asimismo, al ser industrias intensivas en mano de obra, su producción impacta en externalidades positivas reflejadas en la creación de empleos y la provisión de servicios de distribución y comercialización a través de industrias conexas, lo que también añade complejidad a esta medición.

Pese a que las metodologías suelen diferir y no hay disponibles revisiones sis-temáticas del impacto económico que las industrias culturales tienen sobre las naciones, algunos resultados sugieren que la participación de este sector en la economía mundial es de aproximadamente 7%, con una contribución notoria-mente mayor en las economías industrializadas que dentro de las economías emergentes. A nivel global, Estados Unidos se encuentra a la cabeza con una participación de 11.95% en 2002, seguido de países europeos como España con 4.5% o Reino Unido con 5.5% en 1997. En la región latinoamericana, esta participación asciende en promedio a 4%, con disparidad entre los países que la integran. En Perú la contribución es de apenas 0.6%, en Brasil de 1.36%, Colombia con 1.7% y Argentina con 3% durante 2005.

En el caso de México, estudios como el de Quartesan (2007) ubican esta contribución respecto al PIB en 5.7% en 1998, en tanto que otros como Piedras (2004) asigna una participación de 6.7% en 1998 y Piedras (2007) de

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7.3% en 2003, o el elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) que calcula una participación de 5.2% para 1998.4

Es de notarse que, aun cuando pudiesen presentarse diferencias metodoló-gicas entre estos cálculos, todos ellos encuentran porcentajes que superan la participación de algunos de los sectores productivos mexicanos más impor-tantes. El peso de las industrias culturales es mayor al del sector automotriz, principal industria manufacturera de México, cuyo valor se cuenta en 3.3% del PIB; supera al sector agropecuario, el cual a pesar de emplear a 15% de la población ocupada del país tiene un peso de sólo 5% en la economía; y se coloca cerca del turismo, industria que significa la cuarta entrada de divisas más importante a México, y la cual participa con 8% del PIB.

Demostrada su importancia, es necesario contar con una metodología estándar y periódica que permita dar seguimiento al comportamiento y evolución del valor de las industrias culturales en el tiempo. Aunque como parte de la conta-bilidad nacional y derivado del esfuerzo de las cámaras reguladoras de algunos subsectores, se cuentan con datos independientes de la mayor parte de las ra-mas que integran a las industrias culturales, lo cierto es que no se tiene una me-dición integral de la industria cultural mexicana, tal y como se cuantifica cada mes el valor de la industria minera, la de la construcción o el sector automotriz.

Hace falta una verdadera gestión cultural, que reconozca la importancia del sector cultural como generador de valor y empleo. El primer paso para ello es medir realmente qué es lo que se tiene y así poder realizar una pla-neación adecuada de desarrollo a corto, mediano y largo plazo.

Si deseamos tomar en serio el asunto de las industrias culturales, sería ne-cesario integrarlo en las preocupaciones públicas bajo el mismo título que el empleo, el turismo, la defensa o las finanzas. Para eso sería necesario contar con cifras y con métodos de producción seguros de estas cifras, para poder-las así interpretar correctamente y utilizarlas como herramientas de convicción en el debate público.5

2. El tiempo libre del mercado mexicano

Para las industrias culturales, una primera mirada hacia el mercado mexica-no muestra un potencial con características que difícilmente se pueden en-contrar en otro país: una población de 107 millones de personas, en su ma-yoría jóvenes (70% de la población tiene menos de 30 años), y cuyo ingreso se ha incrementado consistentemente en los últimos años, crecimiento que ha sido acompañado por un ensanchamiento de la clase media. Aunado a esto, México se constituye como el onceavo mercado de mayor importancia a nivel internacional y la nación hispanoparlante más grande de América Latina y del mundo, cuenta con estabilidad económica y con perspectivas

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de crecimiento que rondan tasas de 3%, además de que por la estructura de mercado una parte considerable de sus industrias brinda margen de entrada para nuevos competidores.

Sin embargo, un análisis más profundo de los patrones de comportamiento de los consumidores mexicanos, deja ver que existen barreras que impiden la plena penetración de las industrias culturales en el mercado mexicano. Una de las principales es que los mexicanos se encuentran dentro del grupo de países con jornadas más prolongadas de trabajo y que destina una me-nor cantidad de tiempo a las actividades recreativas.

El último estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desa-rrollo Económico (OCDE) encontró que México y Japón son los únicos países que pasan un mayor periodo del día trabajando que en actividades considera-das de ocio, como ver televisión, leer un libro, utilizar la computadora, realizar algún deporte, o socializar con familiares y amigos. México es además el único país de la muestra en donde el tiempo dedicado al trabajo no remunerado, el cual contempla actividades como cocinar, limpiar la casa o cuidar a los niños, también ocupa una mayor proporción de tiempo de las actividades de ocio.

Cuadro 2.1. Porcentaje de tiempo dedicado al ocio y otras actividades en un día pro-medio (%)

De acuerdo con el estudio Society at a Glance 2009 publicado por la OCDE, los mexicanos destinan en promedio 20.3% de su día (5.5 horas) al trabajo remunerado o al estudio, 20.6% (4.9 horas) al trabajo no remunerado, 15.8% (3.7 horas) en actividades de ocio, y 42.7% (10.2 horas) en actividades de cuidado personal que incluyen las horas de sueño, las destinadas a comer, a servicios personales relacionados con la higiene, las visitas al doctor, el estilista, etcétera. Esta proporción de ocio diaria es menor que la de los noruegos que destinan 6.6 horas diarias a este tipo de actividades (prácti-camente el doble de tiempo que un mexicano), los finlandeses y alemanes que ocupan 6 horas diarias para el ocio, o los estadounidenses y españoles con 5.2 horas destinadas a este fin. Esta relación es consistente con otros

Fuente: Elaboración propia con información de Society at a Glance 2009, OCDE.

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resultados que colocan a México a la cabeza de los países con jornadas de trabajo más largas, ya que una tercera parte de los trabajadores mexicanos tienen una jornada laboral mayor a 48 horas durante la semana, a menudo en busca de ingresos complementarios.

Se puede inferir que el poder adquisitivo es uno de los factores que limita el ejercicio de actividades de ocio de los mexicanos. Sin embargo, el hecho de que países como Turquía, cuyo ingreso per cápita es prácticamente igual al de México, destinen más tiempo a realizar actividades de ocio, sugiere que otros factores tanto culturales como económicos son los que determinan este comportamiento.

Por ejemplo, que los mexicanos mantengan largas horas de trabajo, general-mente ineficientes, puede deberse al alto grado de desigualdad que prevalece en México (aunque el ingreso per cápita se ha incrementado consistentemente en los últimos años, más de dos terceras partes de la población continúa teniendo una renta mensual menor a los 639 dólares mensuales). Las perso-nas de menores ingresos buscan allegarse de mayores recursos trabajando largas horas durante el día e incluso durante los fines de semana.

Sobre este tema, hay estudios que demuestran que en México hay instau-rada una cultura laboral que premia al que más horas permanece en la ofi-cina, y no necesariamente al que consigue mejores resultados. En México el incremento en la productividad suele provenir de jornadas más largas de trabajo y no de un uso más eficiente del tiempo. Debido a que la tendencia global apunta hacia jornadas laborales de cuarenta horas semanales, los trabajadores tienden a demandar una mayor cantidad de tiempo libre, lo que debería tener un efecto positivo sobre las industrias culturales. En México, este círculo virtuoso no se ha cerrado, ya que el tiempo de descanso conti-núa limitado por las horas laborales.

Otro aspecto clave en donde se puede encontrar alguna explicación a los hábitos de la población es el nivel educativo. La educación en México pre-senta dos problemas: su calidad se encuentra por debajo de los estándares internacionales, y la eficiencia terminal (entendida como el porcentaje de alumnos que concluye cada uno de los niveles educativos) aún es baja. La consecuencia es que las preferencias de los mexicanos se orienten hacia las industrias culturales dedicadas al entretenimiento, y no necesariamente a aquellas vinculadas con actividades cuyo perfil se encuentra más enfocado al enriquecimiento académico y cultural.

Al descomponer las actividades a las que los mexicanos dedican el tiempo de ocio diario, se distingue una fuerte predilección por los medios masivos. Ver televisión y escuchar radio ocupan 48% del tiempo de ocio de los mexi-canos, aproximadamente, 1.7 horas diarias. Sorprendente resulta que éste

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no es un patrón internacional, ya que México es el país en donde más tiem-po se dedica estas actividades (como proporción del total destinado a ocio), además de que para gran parte del resto de las naciones comprendidas en la muestra son otras actividades de ocio ajenas a los medios masivos las que les ocupan mayor tiempo.

En cuanto a otras preferencias, 33% o 1.2 horas se destinan a otras acti-vidades de ocio como utilizar juegos de computadora, hablar por teléfono, utilizar Internet, ir al teatro o museos o leer un libro (desafortunadamente la encuesta no incluye un mayor detalle sobre la desagregación de tiempo en dichas actividades). Visitar a los amigos ocupa 37 minutos del día, atender eventos sociales 18 minutos y hacer ejercicio 14 minutos diarios.

Cuadro 2.2. Participación de «ver televisión» en el tiempo destinado a activida-des de ocio (%)

Fuente: Elaboración propia con información de Society at a Glance 2009, OCDE.

Estos resultados indican que, por el lado de la demanda mexicana, se pre-senta una clara fragmentación hacia el consumo de industrias culturales. Por otra parte, existen ciertos sectores culturales naturalmente favorecidos por las características, hábitos, y el patrón de consumo de los mexicanos, como los medios de comunicación o los medios digitales. Otros como las actividades fuera de casa (en donde podrían ubicarse el teatro, los museos, o el deporte) o aquéllas que requieren de un nivel educativo mayor, como la lectura de libros, requerirán de cambios estructurales, o de nuevas iniciativas de promoción que les permitan entrar con mayor fuerza al mercado mexicano.

2.1. Televisión

La televisión es el medio de comunicación con mayor alcance en México, con una penetración de 98.9% en el país. Este nivel de penetración signi-fica que 20.9 millones de hogares mexicanos tienen acceso a la televisión. Como se ha mencionado, es indudable que el mexicano promedio destina

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una mayor proporción de su tiempo libre a ver televisión que al disfrute de cualquier otra industria cultural. De acuerdo con la agencia de medios Ha-vas, en promedio, un mexicano destina cuatro horas y media diarias para ver televisión, tiempo equivalente a 18% del día.

El género de las telenovelas es el que goza de mayor popularidad no sólo en México sino en Latinoamérica. Sin excepción, cada año el mayor rating de las televisoras proviene de la emisión de este género televisivo.6 Títulos como La fea más bella, Destilando amor, Amor real, La madrastra, Mujeres engañadas y Fuego en la sangre se colocan como los programas de la televisión mexicana con mayor audiencia en este siglo. Es así como la televisión, y en particular, el género de telenovelas, funge no sólo como medio de entretenimiento, sino como escuela, periódico y comunidad social.7

Existe un extenso debate en torno a la influencia y repercusión que las tele-novelas ejercen sobre la sociedad mexicana, ya que reflejan en buena medi-da la identidad cultural mexicana. En general todas las telenovelas giran en torno a la misma trama: la lucha de los protagonistas por defender su amor. Sin embargo, recientemente este género televisivo también ha servido para integrar temas y problemas sociales contemporáneos, como el maltrato a la mujer, la migración e incluso eventos políticos relevantes.

Las telenovelas se constituyen como el modelo de negocio más importante de la televisión mexicana, y se puede decir, que ellas han llevado a la principal televisora de México a convertirse en una de las empresas de medios más fuertes del globo. Televisa es la compañía de medios de comunicación más grande en el mundo de habla hispana. Su principal segmento es televi-sión abierta, cuya programación tiene una amplia aceptación en el mercado obteniendo una participación de 72.1% de la audiencia mexicana, lo que la convierte en la opción natural para los anunciantes (TV Azteca, principal competidor de Televisa, cuenta con aproximadamente el 30% restante).

Cuadro 2.3. Ingresos generados por el segmento de televisión abierta

Fuente: Elaboración propia con información de los Reportes Financieros de Televisa y Tv Azteca.

En México, alrededor de 75% del gasto publicitario se dedica a la transmi-sión a través de televisión abierta. A pesar de que Televisa no proporciona datos a este respecto, los costos para los anunciantes en el prime time u horario estelar de Televisa (transmitido de 7 P.M. a 11 P.M. en el segmento

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de barra de telenovelas) se incrementan drásticamente.

Otro aspecto de interés es que las telenovelas se constituyen como el producto más exportable de la televisión mexicana. Televisa cuenta con una producción anual de 64 mil 700 horas de programación, de las cuales exporta cuarenta mil setecientos a más de cien países. Las telenovelas son el principal producto de exportación de Televisa. Por ejemplo, en 2009 Televisa firmó con la televisora más importante de China, China Central Televisión (CCTV), un acuerdo para transmitir la telenovela Betty la fea en el país asiático. Con ello, Televisa dio uno de los pasos más fir-mes para consolidarse como uno de los líderes de entretenimiento a nivel mundial, al duplicar su público potencial a dos mil trescientos millones de telespectadores.

La versión china de Betty la fea se ubicó en el segundo puesto del prime time chino, con una audiencia de 280 millones de televidentes en las prime-ras dos temporadas.8 De acuerdo con Televisa, la telenovela se ha conver-tido en un fenómeno social sin precedentes en China, lo que da cuenta del potencial de comercialización con el que cuenta este género.

2.2. Radio

El 87.3% de los mexicanos escucha habitualmente la radio. De éstos, 35.3% lo hace de dos a cuatro horas diarias, 24.1% más de cuatro horas, y 22.4% de una a dos horas diarias. La radio es el complemento de la televisión por excelencia, al ser el único medio masivo que prácticamente iguala la pene-tración de la industria televisiva (98% de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión -CIRT-). La radio es el medio con ma-yor audiencia durante las primeras horas del día en el espacio de las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde, para cederle después el lugar a la televisión, quien acapara la audiencia hasta que termina la jornada. General-mente, la audiencia se entera e informa por medio de la radio, para después asociar imágenes a esta información a través de la televisión.

En México, existen aproximadamente cuarenta millones de aparatos de ra-dio, mientras que en la capital mexicana se calcula hay más de tres de ellos en cada hogar.9 A diferencia de la televisión, el consumo de la radio se en-cuentra asociado generalmente a los estratos socioeconómicos altos: los niveles A, B y C+ cuentan con un nivel de penetración de 91%, el C y D+ cuentan con penetraciones respectivas de 88% y 87%, y el nivel D y E con 84%. El principal factor que ocasiona este resultado es que la radio se en-cuentra con mayor frecuencia encendida en los automóviles de las personas del segmento A, B y C.Cuadro 2.4. Audiencias de radio y televisión en la toma de decisiones

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Fuente: Elaboración propia con información de la Asociación de Radiodifusores del Valle de México e Ipsos Bims.

Otra de las particularidades que caracteriza a la radio es que transmite una gama de programas mucho más diversa que la barra ofrecida por la televisión. A través de las mil 338 estaciones radiodifusoras de la República Mexicana, la radio ofrece programaciones específicas que cubren todos los gustos y con-diciones sociales y económicas. Esto convierte a este medio en una excelente alternativa para los anunciantes, quienes pueden aprovechar una menor tarifa de publicidad que la que tendrían que pagar en otros medios como la televi-sión, el cine o las revistas, al tiempo que se aseguran de llegar a su mercado objetivo aprovechando la selectividad de la programación.

Un estudio realizado por la Asociación de Radiodifusores del Valle de Mé-xico e Ipsos Bimbsa muestra que el incremento en el alcance que puede tener un producto si se anuncia en radio y televisión puede ser de hasta 15%, comparado con el que tendría si se anunciara únicamente en la televisión. Ello demuestra que la radio y la televisión pueden ser com-plementos ideales para la publicidad, al lograr cubrir la mayor parte de la audiencia a lo largo del día.

Siguiendo datos provistos por Radiomex, entre los gustos de programa-ción preferidos por los radioescuchas mexicanos se encuentra la música con 87% de menciones, los noticiarios (46.8%), deportes (14.6%), pro-gramas de entrevistas (10.6%), asesoría y orientación (6%) y discusión política (5.6%). Esto explica que a la cabeza de las estaciones de radio preferidas por el público se encuentran las musicales, con el género de música grupera a la cabeza, seguida por los géneros juveniles en inglés y español, pero también español e inglés del recuerdo. Más atrás se posi-cionan los programas hablados, junto con otros géneros musicales como el tropical o el norteño.2.3. Industria cinematográfica

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El cine se sitúa como la forma de entretenimiento visual más socorrida en-tre las familias mexicanas después de la televisión. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), durante 2008 asistieron 182 millones de personas a las 4 mil 310 salas de cine del país. Este nivel de asistencia se ubica entre los más altos del mundo, lo que convierte a la industria de exhibición del cine como una de las más rentables dentro de las industrias culturales. Con un precio promedio de 43 pesos por boleto en 2009, los ingresos generados por esta industria al año ascienden a 7 mil 097 millones de pesos.

Cuadro 2.5. Asistencia al cine por países

Fuente: Elaboración propia con información de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del

Videograma e Imcine.

Pese a esto, la industria del cine se compone de tres sectores a lo lar-go de la cadena productiva: la producción, distribución y exhibición de películas. Es por ello oportuno aclarar que éste último lleva una cla-ra ventaja sobre los sectores de producción y distribución, porque la mayor exhibición en los cines mexicanos se compone de largometrajes producidos en Hollywood. En los últimos años, en promedio 17% de las películas estrenadas en salas nacionales corresponden a películas mexicanas. En 2009, de las 226 películas que se estrenaron, solamen-te 54 fueron producidas domésticamente. Asimismo, la asistencia a ver películas mexicanas se mantiene por debajo de los quince millones mi-llones de personas por año, lo que proporcionalmente significa 7% de la asistencia total.

El dominio de Hollywood en las salas de cine no es un fenómeno exclusivo de México. Se calcula que las producciones de Estados Unidos acaparan 85% de las audiencias de películas en el mundo. En América Latina es par-ticularmente fuerte esta presencia, toda vez que la capacidad de producción de la región es realmente pequeña, con una participación que ronda 3% de la producción mundial de largometrajes.10

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Cuadro 2.6. Estreno de películas en salas mexicanas por país de origen

Fuente: Elaboración propia con información de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Video-

grama e Imcine.

En el caso de Europa, existe una fuerte regulación y apoyos gubernamen-tales que promueven tanto la producción como la exhibición de películas europeas, convirtiendo a Francia y España como los mayores producto-res de cine luego de Estados Unidos. Sin embargo, el modelo europeo está basado principalmente en subsidios y capitales semilla que derivan muchas veces en el derecho de regular el contenido de las cintas, lo que dificulta la exportación de material y resulta en que 80% de la producción europea no se exhiba fuera de la región.

Cuadro 2.7. Asistentes a salas mexicanas por tipo de película

Fuente: Elaboración propia con información de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Video-

grama e Imcine.

Con todo, México es el tercer productor de la región latinoamericana (después de Argentina y Brasil) y como se puede observar en el cuadro siguiente la pro-ducción de películas mexicanas ha mostrado un repunte en los últimos años. Esto se debe a dos fenómenos principales. El primero, un nuevo concepto de cine, generalmente conocido como nuevo cine mexicano cuyo contenido in-tenta retratar la realidad social de México con temas como la violencia urbana, la corrupción, el narcotráfico o la migración. Aunque para muchos cuestiona-ble, esta nueva propuesta del cine producido en México ha tenido una buena

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aceptación en los festivales internacionales de cine e incluso algunos de sus directores han comenzado a realizar coproducciones con Estados Unidos.

Cuadro 2.8. Producción de películas mexicanas

Fuente: Elaboración propia con información de Imcine y «Factores relevantes de la industria cinematográfica

en México».

El segundo, un incremento sustancial en los apoyos gubernamentales desti-nados a la producción de películas mexicanas a través de subsidios y fondos semilla, y cambios a la regulación impositiva que promueven la participación de las instituciones financieras en la producción de cintas mexicanas. De las 54 películas producidas durante 2009, 42 fueron producidas con la partici-pación de recursos públicos, el mayor nivel de la última década. En 2009, la inversión del Estado mexicano en la producción cinematográfica ascendió a 73.3 millones de dólares.

Asimismo, el gobierno ha instrumentado otro tipo de mecanismos como el de-cretado en el artículo 226 de la Ley de Impuesto sobre la Renta, en donde se otorga un estímulo fiscal por los proyectos cinematográficos que financien per-sonas físicas o morales, con independencia de la actividad que desempeñan. De esta forma, los particulares reciben un crédito fiscal equivalente al monto que aporten a los proyectos contra el impuesto sobre la renta o impuesto al activo. El monto máximo posible a distribuir entre los aspirantes del beneficio es de quinientos millones de pesos por cada ejercicio fiscal y la aportación de cada contribuyente no puede exceder de veinte millones de pesos.

Este nuevo esquema ha sido altamente efectivo al crear un amplio interés por parte de instituciones financieras y empresas para participar en los pro-yectos. En los cuatro años de aplicación (2006-2009), se ha otorgado finan-ciamiento a ciento noventa películas. Además, en 2009 alcanzó la meta de financiamiento de quinientos millones de pesos, y para el ejercicio 2010 ya no se están recibiendo proyectos, toda vez que al tercer trimestre del año en curso se ha rebasado el monto disponible.

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Cuadro 2.9. Inversión gubernamental en la producción cinematográfica (millones de dólares)

Fuente: Elaboración propia con información de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Video-

grama e Imcine.

Lo cierto es que aún con el incremento de los últimos años, los apoyos guber-namentales al cine mexicano son notablemente inferiores que aquéllos otorga-dos por los principales países productores. En repetidas ocasiones, se toma como ejemplo de éxito el esquema de financiamiento gubernamental del cine europeo, en donde los incentivos impositivos provistos por el gobierno repre-sentan la principal forma de apoyo para la industria cinematográfica europea, aunque también existen las formas de financiamiento que contemplan subsi-dios y fondos semilla.

Sin embargo, existen dos aspectos que le añaden vulnerabilidad a este mo-delo. El primero, que al ser altamente dependientes a las finanzas públicas, en momentos de debilidad fiscal la industria cinematográfica puede resultar seriamente afectada. Simplemente en este momento, Europa atraviesa por la mayor crisis fiscal de su historia. El segundo, que el financiamiento gu-bernamental puede disminuir la especialización de los papeles de director y productor, ya que son los mismos creadores de películas los que asumen el rol gerencial necesario para obtener recursos públicos.

A diferencia de Estados Unidos, la industria cinematográfica del resto de los países se caracteriza generalmente porque los directores de las pelícu-las asumen el papel de productor. Este bajo nivel de especialización deriva en productos con poca viabilidad financiera, debido a que los directores-productores están más concentrados en evaluar los aspectos creativos de la producción que en evaluar la rentabilidad económica.

De acuerdo con el documento Factores relevantes de la Industria cinemato-gráfica en México, la película Perfume de violetas (2000) tuvo un costo de 7.3 millones de pesos. La película registró un buen récord de asistencia con más de un millón de boletos vendidos, equivalentes a 27.8 millones de pesos.

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De éstos, 3.7 millones de pesos (15% de los ingresos brutos en taquilla) re-gresaron al gobierno en forma de IVA, lo que restituye a la federación parte de los subsidios otorgados al sector. Del resto, 5.2 millones fueron cobrados por el distribuidor (0.9 por concepto de comisión y 4.3 por recuperación de gastos de lanzamiento), el exhibidor retuvo 15.6 millones de los ingresos generados en taquilla (60% de los ingresos netos recibidos por el exhibidor por venta de boletos), y tan sólo 3.9 millones de los ingresos netos llegaron al productor.

De esta forma, la mayor parte de los ingresos son captados por el exhibi-dor, quien además genera beneficios de negocios paralelos en donde se encuentran: dulcerías, estacionamiento, fuente de sodas, publicidad. Éstos en algunos casos superan los recibidos por boletos vendidos. En México existen quince empresas de exhibición de cine, de las cuales cinco acapa-ran más de 85% de los ingresos totales: Cinépolis (Organización Ramírez), Multimedios Cinemas, Cinemas Lumiére, Cinemex y Cinemark.

2.4. Sector editorial y de revistas

En México, el nivel promedio de lectura es bajo, aunque existe una marcada dispersión entre estratos sociodemográficos. Actualmente no hay disponi-ble una metodología estándar y sistemática reconocida a nivel internacional para capturar el consumo de libros. Sin embargo, diversas fuentes tanto nacionales como internacionales han realizado ejercicios con el objeto de medir el nivel de lectura entre países. Algunos resultados son:

• La Encuesta Nacional de Lectura 2009 publicada por el CONACUL-TA señala un promedio de consumo de 2.9 libros al año.

• El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ubica en 1.5 la cantidad de libros leídos anualmente.

• Consulta Mitofsky calcula 2.3 libros leídos al año por un mexicano en el centro del país y 3.2 libros leídos anualmente por estudiantes universitarios.

• La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala un promedio de dos libros por año.

• La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cien-cia y la Cultura (UNESCO) otorga un promedio de 1.2 libros a este indicador.

Todas ellas apuntan hacia un nivel anual de lectura de entre uno y tres libros por año, muy lejos del promedio de 25 libros recomendado por la UNESCO

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y aún más lejos de los más de cuarenta libros que se leen en países como Finlandia o Canadá. Esto deriva en que la ONU ubique a México en el lugar 107 de 108 dentro de los países con hábitos de lectura más desarrollados. En México solamente 2% de la población cuenta con hábitos de lectura, mientras que 91% de los japoneses ha desarrollado este hábito, 67% de los alemanes y 65% de los coreanos.

Este bajo consumo se traduce en una industria mexicana de tamaño mo-desto. En términos del Producto Interno Bruto (PIB), la industria editorial tie-ne una participación de 0.4%. El gobierno es uno de los principales actores dentro de la industria, tanto en su papel de consumidor como en su papel de productor (Estado-comprador, Estado-editor). Poco más de la tercera parte de las ventas de libros de la industria privada es adquirida por el gobierno, además de que éste a través de la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito (CONALITEG) edita más de 50% de la producción nacional (120 millones de libros al año).

Por su parte, la industria privada se encuentra compuesta por 229 editores. La concentración de la industria es marcada, ya que del total de editores, doce son considerados macro (facturan anualmente más de 200 millones de pesos al año) y obtienen 55.3% de los ingresos totales del sector. La pro-ducción del sector privado asciende a 129.3 millones de libros cuyas ventas dejan ganancias por siete mil millones de pesos.

La reproducción no autorizada o piratería es uno de los obstáculos más afianzados y nocivos para el desarrollo del sector. Desafortunadamente, la naturaleza ilícita de esta actividad impide contar con información dura que permita hacer un diagnóstico preciso del daño que la piratería ocasiona al sector editorial. Aun así existen algunos estudios y estimaciones que tratan de cuantificar este problema. De acuerdo con el Consejo del Centro Mexica-no de Protección y Fomento de los Derechos de Autor, México encabeza en América Latina la piratería de libros; la CANIEM estima que dos de cada diez libros ofrecidos en México son piratas y que esto ocasiona pérdidas anuales de más de mil doscientos cincuenta millones de pesos (alrededor de 10% de la producción anual); el Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor calcula que se reproducen ilegalmente diez millones de ejemplares al año.

En México los bajos índices de lectura y los malos resultados en compren-sión y asimilación de ésta se atribuyen a la escasa disponibilidad de textos y a la inaccesibilidad de los estratos de menores ingresos por su alto costo. Es por ello que en México los libros están exentos del Impuesto al Valor Agregado (IVA), es decir, el consumidor no paga gravamen alguno de IVA, al ser considerado un producto indispensable para la supervivencia humana (al igual que los alimentos y las medicinas); y por el otro, da el beneficio a

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los productores de este bien de solicitar la devolución de los impuestos que pagaron a sus proveedores durante toda la cadena de producción y comer-cialización del libro.

Asimismo, la ley de precio único de libros aprobada en abril de 2008 esta-blece la obligación para editores e importadores de textos de fijar un pre-cio único de venta al público (precio único) para los materiales que edite o importe. El argumento es que el precio único permite que todos los títulos compitan entre sí en el mercado en igualdad de condiciones de precio para todos los habitantes, eliminando el problema de concentración de librerías y políticas de descuento.

Cuadro 2.10. Precio promedio de libros por tipo (pesos)

Fuente: Elaboración propia con información de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica en México.

Ambas medidas colocan al precio de los libros como la principal limitante para estimular el fomento a la lectura en México. Sin embargo, el argumen-to es debatible y en torno a su aplicación existe una gran controversia que ha derivado en que, una y otra vez, se presenten propuestas por diferentes actores para su eliminación. Lo cierto es que, como en todo, hay puntos a favor y en contra, y casos de éxito y fracaso en países que han instru-mentado estas disposiciones. Para muchos, regular el precio de los libros es sólo una solución frágil a un problema grave, cuyo origen se encuentra en un sistema educativo débil, y la falta de fomento a la lectura desde la escuela y la casa.

Este último punto encuentra algún reflejo en el sector editorial de revistas, en donde los precios recorren un amplio rango que va de tres a ochocientos ochenta pesos, y aún así la industria ha logrado duplicar su tiraje en menos de una década. En México existen quinientos cuarenta y dos editores de revistas que producen más de mil trescientos títulos, con un tiraje de setecientos mi-llones de ejemplares.11 Grupo Editorial Televisa, Expansión, Notmusa, Aéreas, Conde Nast, Grupo Medios Editores y Armonía se cuentan entre los grupos editoriales más importantes, con una participación en el mercado de 90%.

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Las revistas de espectáculos son las preferidas entre los lectores mexi-canos con un tiraje de 118 millones de ejemplares. Le sigue el género magazine con 95 millones de ejemplares, las historietas con 65 millones, el entretenimiento con 44 millones y las informativas con 36 millones. En-tre las publicaciones con mayores ventas se encuentran: Tv y Novelas, Tv Notas, Muy interesante, H (para hombres), Revista Quo, Tú, Vanidades, Cocina Fácil, Conozca Más y Maxim.

2.5. Museos

Cuatro de cada diez mexicanos han declarado nunca haber visitado un mu-seo, a pesar de que los 1,153 museos de la República Mexicana la colocan dentro de las naciones con la mayor cantidad de salas en el mundo. Si bien es cierto que diferencias en las definiciones pueden conducir a considera-bles dificultades al momento de comparar estadísticas, el Distrito Federal, capital mexicana, es considerada como la ciudad con el mayor número de museos a nivel internacional, con 115 museos y 45 galerías. La Secretaría de Turismo de Londres adjudica 250 museos a esta ciudad, lo que abre el debate en torno a lo que puede o no ser considerado museo, pero, aún así, algunos ubican al Distrito Federal por encima de ciudades como París, en la que se cuentan 76 museos, o Nueva York con 80 museos.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), 44.7 millones de personas o 43% de la población visitaron los museos de la República Mexicana, en un año. Las entidades que tuvieron un mayor aforo fueron el Distrito Federal con veinte millones de personas, Nuevo León con 2.6 millones y Jalisco 2.19 millones. Aunque por sí sola, esta cifra no parecería revelar un problema mayor, al momento de compararla con el número de visitas realizadas en otros países, denota la falta de in-terés de la población por visitar museos. En Francia, el número de visitas anuales ascendió a 65 millones durante 2000, lo que representa 109% de la población de aquel año; el número de visitantes en Reino Unido durante 1999 fue de 74.6 millones, 125% de su población; Alemania recibió 102.6 millones de visitantes en sus museos durante 2006, cifra que representa 124% de su población.

Este fenómeno mantiene un estrecho vínculo tanto con el nivel educativo como con la capacidad económica de la población. Una encuesta realizada por la empresa encuestadora Consulta Mitofsky en 2009 indica que 42% de los mexi-canos encuestados nunca ha asistido a un museo, es decir, cuatro de cada diez encuestados. De aquéllos que afirmaron haber asistido alguna vez, 86% manifestó contar con estudios superiores, 61% con estudios de secundaria y bachillerato, y 37% con estudios de primaria. Asimismo, 87% pertenece al segmento económico alto, 65% al segmento medio y 29% al segmento bajo.12

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La Encuesta a Públicos de Museos 2008-2009 (EPM08-09) publicada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) confirma esta relación.13 El 18.3% de los visitantes a museos que participaron en esta en-cuesta tiene un grado de estudios de preparatoria incompleta, 17.7% y 17.1% cuenta con una escolaridad respectiva de licenciatura incompleta y licen-ciatura completa. El grado de primaria incompleta obtuvo un porcentaje de 14.5. Aquellos grados con menores menciones fueron primaria completa con 2%, posgrado con 2.5% y sin estudios con 0.4%.

Para medir el nivel socioeconómico de los asistentes a museos, la encuesta utilizó como indicador indirecto el número de focos existentes en su lugar de residencia. La mayor incidencia en cuanto a la posesión de focos en los hogares de los públicos se ubicó en el rango de seis a diez con 42.5%, se-guido por la categoría de 11 a 15 con 20.5%, lo que indica que el grueso de asistentes está compuesto por individuos de clase media. Con porcentajes de 12.7 y 11%, se ubicaron los grupos de 1 a 5 focos y más de 20.

Cuadro 2.11. Asistencia a museos por nivel educativo

Fuente: Elaboración propia con información de la Encuesta a Públicos de Museos 2008-2009.

Resulta de particular importancia que el hábito de visitar museos se ad-quiere a través del tiempo. La EPM08-09 muestra que 61.4% del total de la muestra declaró haber sido llevado por sus padres a visitar museos cuando era niño. El hecho de que los padres promuevan en los hijos la idea de que el museo no es un lugar aburrido y que puede convertirse en una actividad, no solamente de aprendizaje, sino también de entretenimiento, aumenta las probabilidades de que el niño desarrolle este hábito a lo largo de su vida, y que lo transmita también a sus hijos. El hábito de visitar museos se reprodu-ce, y en este proceso es importante que los padres elijan aquellos lugares que puedan ser de interés y gusto para los niños.

Lo anterior también implica un reto para los museos, ya que la inclusión de actividades interactivas es altamente valorada por los usuarios. Siguiendo los resultados de la EPM08-09, a 90.7% de los usuarios les gustaría disfru-

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tar de actividades interactivas en los museos. De aquí se desprende que la innovación es parte fundamental para incrementar el uso y disfrute de estos espacios. El concepto tradicional de museo se ha transformado, y estos es-pacios han pasado de ser instituciones reservadas para un público élite, en donde los visitantes se limitan a ser simples observadores, a convertirse en espacios que pretenden ser accesibles, disfrutados, y comprendidos por toda la población.

Es así como cada vez más museos diseñan estrategias y dinámicas que pro-mueven el contacto e interacción de los usuarios con el contenido artístico, científico o tecnológico exhibido en el museo. Ésta es la única forma en que los museos se pueden convertir en verdaderos generadores de cultura y cien-cia, y contribuir de manera activa con el desarrollo educativo del país.

Por ejemplo, existe una correlación directa entre el número de museos de ciencia en un país y la inversión, investigación y producción científica. Los ocho países que tienen un mayor número de museos de ciencia producen 89% de los avances científicos a nivel mundial.14

Cuadro 2.12. Museos de ciencia e inversión en ciencia como % del PIB.

Fuente: Elaboración propia con información de ¿Dónde está el museo? Ideas sobre los usos y significados de

los museos de la ciencia.

2.6. Internet

El número de usuarios de Internet se ha triplicado en la última década, con-virtiéndose así en el medio masivo de comunicación que ha tenido la mayor expansión de los últimos años en comparación con su corta edad. En 2010, el número de usuarios de Internet en el mundo ha sobrepasado los 6 mil 800 millones, con China encabezando esta lista. Aproximadamente uno de cada tres chinos (31.6%) se encuentran conectados a la red, cifra equivalente a cuatrocientos veinte millones de internautas que contribuyen con 21.4% de los usuarios totales del mundo. En segundo sitio se coloca Estados Unidos, en donde la cobertura llega a siete de cada diez norteamericanos y los usua-rios alcanzan los 259 millones.

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Después de Brasil, México es el segundo latinoamericano en la lista de paí-ses con más usuarios de Internet, situándose en el lugar catorce. Con treinta millones de usuarios mexicanos, la penetración de Internet es de 27.2%, es decir menos de la tercera parte de la población mexicana tiene acceso a Internet, lo que coloca al país por debajo de naciones como Nigeria, Irán o Turquía. La falta de competencia en el sector telecomunicaciones, el acceso limitado de la población a una computadora y tarifas que aún son al-tas para la mayor parte de los usuarios se constituyen como los principales factores que dificultan la plena expansión de este sector en México.

2.13. Ranking de países con mayor número de usuarios de Internet

Fuente: Elaboración propia con información de Imciney «Factores relevantes de Internet World Stats».

La promoción de competencia en la industria de telecomunicaciones ha sido una de las prioridades para el gobierno mexicano durante mucho tiempo, aunque la estructura del mercado ha permanecido intacta. Teléfo-nos de México (Telmex) continúa controlando el mercado mexicano de In-ternet, con su servicio de conexión de banda ancha, Infinitum, presente en 83.9% de todas las conexiones realizadas en el país. Le siguen Megacable (5.2% del mercado), Cablemás (2.9%) y Cablevisión, quien junto con Tele-visa, proporciona servicios de Triple Play -servicio integrado de telefonía, televisión por cable e Internet- con una participación de 2.6%.

Actualmente el servicio de Infinitum, que incluye acceso ilimitado a Internet de banda ancha de hasta 1 Mb de velocidad, tiene un costo de 389 pesos

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mensuales (45 dólares al mes). En noviembre de 2009, Telmex anunció el incremento de 25% en la velocidad de descarga de su servicio para hacer frente a las mejoras en velocidad ofrecida por sus principales competidores. Sin embargo, la tarifa por este servicio no disminuyó.

Recientemente se han dado algunos pasos de suma importancia para que nuevos operadores incentiven la competencia y se reduzcan las ta-rifas por este servicio. El pasado 10 de julio de 2010, el consorcio con-formado por Telefónica, Televisa y Megacable ganó la licitación de fibra óptica lanzada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Con ello, estos operadores podrán expandir los servicios de Internet y aumentar la cobertura, lo que seguramente incentivará la competencia a los paquetes ofrecidos por Telmex.

Este grupo de empresas se comprometió a invertir mil 300 millones de pe-sos adicionales para incrementar la cobertura en regiones en donde actual-mente hay un solo operador y ampliar la capacidad actual de banda ancha a través de infraestructura. La operación de este proyecto podrá estar lista dentro de un plazo máximo de 18 meses, con lo que el gobierno fede-ral está dando uno de los pasos más firmes para alcanzar la meta sectorial del sexenio, establecida en 2006, con un objetivo de penetración de banda ancha de 22% hacia 2012 (actualmente la penetración es de 11.3%).

Cuadro 2.14. Pronóstico de usuarios de Internet (2007-2014)

Fuente: Elaboración propia con información de Business Monitor.

Bajo las circunstancias actuales, los usuarios de Internet en México podrán alcanzar 35.3 millones de usuarios en 2011, 37.8 en 2012, 39.9 en 2013 y 41.6 millones en 2014. De éstos, poco menos de la mitad podría tener ac-ceso a banda ancha, unos 20 millones, con lo que la penetración de banda ancha en México sería de 18%. Es decir, a pesar de las medidas tomadas por el gobierno federal, es altamente probable que la meta sectorial en pe-netración de banda ancha establecida para 2012 sea alcanzada hasta bien entrada la siguiente administración.

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Actualmente, de los treinta millones millones de usuarios de Internet en México, trece millones tienen acceso desde su casa. Del resto de los usua-rios, la mayor proporción se conecta desde su trabajo, la escuela, o desde los establecimientos conocidos como cafés-Internet. Resulta interesante que 36% de aquéllos que reportan tener acceso fuera de su casa, tiene una computadora. Esto pone en evidencia dos factores clave en la industria: el primero, que aunque los precios han caído, esto no ha sido suficiente para incentivar la contratación de este servicio aún para aquellas personas que tienen computadora; el segundo, que existe un mercado potencial amplio que ha traspasado la barrera que impone la posesión de una computadora y que podría ser alcanzado con relativa facilidad.

Algunas encuestas indican que los usuarios de Internet utilizan este medio principalmente para estar interconectados con otros cibernautas. De acuer-do con datos de la Encuesta Nacional de Lectura 2009, 52.7% de los en-cuestados aseguró que utiliza Internet para revisar su correo electrónico y 44.7% para chatear.15 Sin embargo, el uso de Internet con fines académicos también es extensivo hacia áreas culturales y académicas. El 45.5% de los encuestados dijo utilizar Internet para estudiar, en tanto que 2.5% lo utiliza para leer periódicos o revistas.

Cuadro 2.15. Principales usos de Internet

Fuente: Elaboración propia con información de la Encuesta Nacional de Lectura 2009.

3. Industrias culturales en la era digital: libros electrónicos

Sin duda alguna, las tecnologías de la información, y particularmente Inter-net, han cambiado por completo la forma en la que los individuos tienen contacto con la cultura. Actualmente, los cibernautas tienen acceso a cien-tos de miles de páginas de información con sólo teclear unas cuantas pa-labras en un «buscador»; noticias provenientes de todas partes del mundo están a nuestra disposición, y la información fluye las 24 horas del día.

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En opinión de algunos analistas, nos hemos convertido en una sociedad que ya no tiene paciencia para explorar, investigar, analizar, reflexionar, y solucionar problemas. Debido a las soluciones «instantáneas» y el confort proporcionado por la tecnología, los individuos se han convertido en buscadores de información rápida que, sin procesar, vierten en documentos de trabajo, tareas escolares y exposiciones, cuyo contenido en muchas ocasiones no alcanzan a comprender.

La supremacía de la tecnología ha tenido también un efecto significativo so-bre la forma en que las personas interactúan. La importancia de las relacio-nes personales, uno-uno, ha cedido para dar paso a largas conversaciones por celular, mensajes SMS, participación en blogs, y sesiones de chat por Internet. Nuevamente, algunos analistas opinan que estas formas imperso-nales de comunicación han erosionado las habilidades interpersonales de comunicación entre los individuos, los cuales pueden sentirse incómodos en situaciones que requieran interacción directa con otras personas.

El escenario planteado al hablar de tecnología y cultura suele ser catastrófi-co. Es recurrente citar la nueva escritura cibernética como uno de los suce-sos que advierten el atropello de la tecnología sobre la cultura. Se dice que la nueva escritura que generaliza el uso de signos como «x» para escribir la preposición «por», «+» para decir «más», o «2» para escribir palabras que terminan en «dos» como «salu2» o «cansa2», será incorporada al lenguaje de manera tal, que las nuevas generaciones probablemente no conocerán la estructura gramatical correcta.

De la misma forma, la proliferación de extractos de libros en forma electróni-ca, ensayos, enciclopedias, o cursos en línea, todos ellos de manera gratuita y fácilmente descargables, amenazan con desaparecer al libro en su forma tradicional. Cada vez más las nuevas generaciones recurren a la expresión «todo lo encuentras en Internet», lo que se traduce en que los usuarios pre-fieren comprar las versiones descargables de libros y formar extensas biblio-tecas digitales que difícilmente leerán.

Hasta ahora, parecería existir una desvinculación entre la tecnología y la cul-tura tradicional, si podemos llamar, de alguna forma, a esa clase de cultura que conocieron las generaciones pasadas. Quizá esto ha sucedido como consecuencia del acelerado ritmo con el que se han desarrollado nuevas tecnologías, el cual se contrapone con el lento proceso con el que la socie-dad realiza cambios culturales.

Es por ello que suele pensarse que la tecnología es la que continuamente está modificando o influyendo en la cultura de las sociedades, sin tomar en cuenta que la cultura también impacta a la tecnología en todo momento. Por ejemplo, las compañías celulares han diseñado nuevos modelos de teléfo-nos celulares para la cultura islámica con sofisticadas funciones amigables

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con sus prácticas religiosas. Estos celulares están programados para recor-dar el horario correspondiente al rezo, orientar a los usuarios para llegar a la Meca y deshabilita llamadas entrantes durante las ceremonias religiosas.

Al final la relación entre la tecnología y la cultura es endógena, y ambas con-tinuarán retroalimentándose. Actualmente resulta difícil imaginar una forma de vida en donde la tecnología no esté presente, por lo que la discusión debería centrarse en la manera en que se podría explotar el uso de nuevas tecnologías a favor de la cultura, y no en la forma de tratar de desvincular estos dos fenómenos.

Probablemente el libro electrónico es la unión más cercana entre tecnolo-gía y cultura disponible en el mercado. Este dispositivo es atractivo porque ofrece características difíciles o imposibles de encontrar en un libro impreso, tales como hipervínculos, contenido multimedia, funciones de edición, inte-ractividad, funciones descargables. Los libros electrónicos pueden almace-nar una gran cantidad de libros, por lo que los usuarios se liberan de cargar y transportar elevados volúmenes de libros tradicionales.

Sin embargo, hasta ahora han sido cuatro factores principales los que han res-tringido el desarrollo pleno de este producto: el costo de producción, el desa-rrollo, el contenido y la cultura.16 El desarrollo de un libro electrónico es más complejo que el de otros dispositivos ya que necesita de tecnología más so-fisticada y batería de mayor duración, lo cual eleva el costo de producción e impide que los precios sean accesibles para un usuario que lee pocos libros. Además no todos los libros están disponibles en versión digital y aún existen barreras culturales que impiden ver al libro electrónico como sustituto de un libro en papel.

Con todo, las principales empresas de productos electrónicos continúan desarrollando tecnologías que muy probablemente abaratarán los costos y harán asequible este producto para más usuarios. El proceso será lento y aún falta ver si en verdad los factores culturales permitirán desarrollar un mercado que demande este dispositivo. Aun así, lo más valioso en esta transformación será que los usuarios contarán con más opciones en la in-dustria editorial. Como sucede en cualquier transformación estructural, ha-brá ganadores y perdedores en la industria, pero lo importante es asimilar y entender que de aquí en adelante la cultura y la tecnología continuarán conviviendo, y compitiendo, en el mismo espacio.

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1 El término industria cultural fue utiliza-do por primera vez por la escuela de Frankfurt en 1923, e intenta reflejar la expansión del mercado cultural o cultura de masas, y los principios de la organi-zación industrial a la producción cultural.

2 ALMANZA, Verónica, octubre 2005, «Los estudios sobre consumo cultural: algunas observaciones metodológicas», Revista Razón y Palabra.

3 Jornadas de Derechos de Autor orga-nizadas por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en cooperación con el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR) en la Ciudad de México con la asistencia aca-démica de la Universidad Panamericana de México. 6 y 7 de septiembre de 2005.

4 Quartesan (2007) tomo como referencia

el cálculo realizado en Piedras (2004) con la salvedad de que en éste sola-mente considera los componentes de la economía formal, en tanto que Piedras (2004, 2007) incluye el componente de «economía sombra» o actividades infor-males o ilegales.

5 Paul Tolila.

6 El rating en un horario determinado se define como el número de televisores en-cendidos y sintonizados en alguno de los programas de la compañía como porcen-taje del total de telehogares en el país.

7 QUARTESAN, Alexandra, et al, septiem-bre 2007, «Las industrias culturales en América Latina y el Caribe», Banco In-ternacional de Desarrollo.

8 Periódico El Informador, consultado el 5 de octubre de 2010. Disponible en http://www.informador.com.mx/entrete-nimiento/2009/85396/6/la-fea-mas-be-lla-ocupa-segundo-lugar-de-audiencia-en-china.htm

9 HERNÁNDEZ, César, «Radio: un medio de comunicación para todos los tiem-pos», Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión.

10 Riding (2003) en Quartesan (2007).

11 Últimos datos proporcionados por la Cámara Nacional de la Industria Edito-rial Mexicana (CANIEM) correspondien-tes a 2005.

12 La respuesta es múltiple por lo que los porcentajes no necesariamente suman 100%. La encuesta fue realizada a mil mexicanos mayores de 18 años con cre-dencial para votar residentes en el terri-torio nacional en viviendas particulares. El periodo de aplicación fue del 13 al 17 de febrero de 2009.

13 La Encuesta a Públicos de Museos 2008-2009 fue aplicada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. La metodología realizada tomó como refe-rencia la realizada en el Museo de la Ci-vilización de la ciudad de Québec (2001) y la población objetivo se definió como las personas mayores de 15 años que realizaron la visita a los museos inclui-dos en la muestra. Se obtuvieron cinco mil novecientas encuestas.

14 ¿Dónde está el museo? Ideas sobre los usos y significados de los museos de la ciencia. El Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innova-ción CTS+I. Palacio de Minería del 19 al 23 de junio de 2006.

15 Respuesta múltiple, los porcentajes no necesariamente suman 100%.

16 «Will the ebook finally replace paper», octubre 2006, The Guardian, disponible en Internet: http://www.guardian.co.uk/technology/2006/oct/05/guardianwee-klytechnologysection4

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03El editor independiente: ¿solo ante el peligro?De la autopromoción a la creación de comunidades

Francisco Javier Jiménez

Sitúense ustedes: nos encontramos en Hadleyville, un pequeño pueblo del es-tado de Wisconsin, EE.UU. Nuestro héroe, Will Kane (interpretado por Gary Co-oper), está a punto de enfrentarse cara a cara a Frank Miller, un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, quien ahora ha decidido vengarse del sheriff. Se sabe que Miller llegará en el tren del mediodía a la estación a las afue-ras del pueblo, donde le esperan sus tres compinches. Con rostro duro, azotado por el polvo del camino y lacerado por un sol que se acerca a su cenit, Kane está dispuesto a luchar, pero sus vecinos le aconsejan que se vaya del pueblo. Final-mente, con todo en su contra, Kane se enfrenta en solitario a los cuatro pistoleros.

El final de esta historia, un clásico del Far West, es conocido por casi todos ustedes; no dejamos de estar ante una narración cinematográfica fiel al gé-nero épico, donde el héroe se enfrenta a las fuerzas del mal con sus propios medios, solo y armado únicamente con su espada (en este caso, su revólver).

Frente a la claridad meridiana que preside este combate al sol (podríamos decir un mediodía nietzscheano, donde las cosas no tienen sombra), ningu-no de nosotros tiene en cambio muy claro cuál va a ser el futuro a medio y largo plazo del editor pequeño, independiente, cultural, en un entorno hostil como el que estamos viviendo, caracterizado por:

• Crisis económica y social;

• Contracción del consumo y fractura de la regularidad de los tradicio-nales ciclos de consumo del libro;

• Sobredimensión de la oferta, no ajustada a demanda;

• Nuevos hábitos de consumo (low cost y horizontalización de la demanda);

• Crecimiento de nuevos puntos de venta: cadenas y grandes superficies;

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• Colapso del modelo de distribución tradicional (intensivo/extensivo), pendiente de una revolución logística;

• Cambio de paradigma editorial: del «sólido» al «líquido»: desmate-rialización de los contenidos, guerra de los soportes;

• Incertidumbre ante los nuevos modelos de negocio: ¿descarga o nube (streaming)?;

• Hiperfragmentación de los mercados y economías long tail…

Disculpen, pues, esta poco ortodoxa referencia cinematográfica que sir-ve de pórtico a mi artículo, que versará, en primer lugar, sobre la evolu-ción que en la era Google está viviendo el trabajo del editor, lo que está provocando un verdadero cambio de paradigma en la promoción del libro y el marketing editorial; y, en segundo lugar, sobre la oportunidad real que las nuevas herramientas 2.0 brindan al editor para la promoción y venta de sus libros.

1. De la wikinomía al wikicosmos

La accesibilidad y desarrollo cada vez mayores de las Nuevas Tecnologías de la Información han propiciado el surgimiento de nuevos modelos de ne-gocio (la denominada wikinomía) y, sobre todo, una nueva forma de innova-ción y de creación de valor basadas en el compartir el conocimiento, en un macro entorno que podríamos denominar wikicosmos.

Wiki es más que un modelo de programa, es una «metáfora de la nueva era de la colaboración y la participación», una «fuerza colectiva masiva» que está generando la posibilidad de nuevos modelos de negocio, precisamente porque ha generado ya una nueva cultura o «Weltanschauung» que, para el caso que nos ocupa, da paso a nuevos y potentes modelos de comunica-ción y promoción para el sector del libro.

La wikinomía se fundamenta en cuatro ideas principales, cuya puesta en práctica en los entornos virtuales está transformando ya la labor del editor:

• Apertura: la transparencia constituye una fuerza novedosa y po-tente, clave en la comunicación, promoción y relaciones públicas del editor. El editor no será lo mejor de sí mismo si no está dispues-to a darse y abrirse a sus posibles seguidores. El mercado online es de audiencias.

• Interacción entre iguales: la comunicación y promoción deben potenciar la horizontalidad, en vez de la jerarquía o la verticalidad

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tradicionales. El respeto y la relación entre iguales deben marcar las acciones de comunicación y marketing online del editor.

• Compartir: este fenómeno está revolucionando la economía basada en la propiedad intelectual, bajo el principio «compartir para fideli-zar»; se trata no sólo de lograr «amigos», sino de conquistar y sedu-cir aliados y cómplices del proyecto editorial.

• Actuación global: no sólo se trata de pensar globalmente, sino de actuar globalmente, construyendo el proyecto editorial desde un planteamiento estratégico y coherente integrado de todas las accio-nes de comunicación, promoción y marketing, en consonancia con la identidad de la editorial.

2. De Internet a la web 2.0

Mientras que la antigua costumbre de navegar por Internet, en la web 1.0, tenía más que ver con visitar páginas y se basaba en una relación pasiva con este medio, la instauración de la web 2.0 ha dotado a Internet de un marcado sesgo relacional: «la nueva Internet tiene que ver más con parti-cipar en comunidades y colaborar de forma activa». Todos participamos en esta plataforma, que «está transformando casi todos los aspectos de los asuntos humanos», de tal manera que Internet ha llegado a traspasar las fronteras del mundo virtual y ya está instalado en el mundo físico, inter-conectando infinidad de objetos de nuestra vida diaria, desde puertas de hotel hasta automóviles.

El uso de Internet se ha convertido en una práctica social más. En muy pocos años, más de media humanidad estará conectada a Internet. Este poderoso canal de distribución, comercialización, marketing y publicidad ofrece muchas posibilidades a la industria del libro. La generalización de su uso hace posible que el editor interactúe, desde su mesa de trabajo y a escala planetaria, con millones de usuarios a los que no sólo puede vender sus libros, sino convertirlos en aliados estratégicos de sus pro-puestas editoriales.

Ahora bien, Internet puede ser el gran aliado de la industria editorial si se saben comprender sus idiosincrasias y especificidades. El sector del libro está abocado a un conocimiento exhaustivo de este canal, ya que para los editores independientes se convertirá en casi su principal forma de alcanzar y sostener un grado amplio de visibilidad, en este caso, virtual. 3. El nacimiento del editor wiki

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Los nuevos editores wikis deben comenzar entendiendo que el libro, en su concepto y acepción tradicional, es un objeto de consumo que debe com-petir en un entorno con numerosas formas de ocio. Este desplazamiento del eje educativo-formación hacia los mercados de consumo ocio-cultural discurre en paralelo a un cambio generacional muy importante. Generacio-nes educadas con tecnologías informacionales muy diversas no atribuyen al libro el valor simbólico-funcional de generaciones pretéritas.

El problema al que se enfrenta el nuevo editor no es ya crear valor, sino cómo trasmitirlo, en un mundo globalizado en el que la información que se produce es inabarcable. La información ya no es poder, el verdadero poder radica en interrelacionarla y entenderla. La actual generación de información está en manos de usuarios que interactúan entre sí. Estas comunidades digitales co-crean, comentan, analizan, opinan, valoran, prescriben y compran, funda-mentalmente productos y servicios relacionados con sus entornos, gustos, aficiones y áreas de interés, y tanto es así que acaban por influir en las marcas.

El cociente de éxito de una editorial con sensibilidad wiki vendrá determi-nado por su capacidad de construir comunidades (generar audiencias) e interactuar con redes sociales. La web 2.0 no ha traído el fin de las editoria-les como intermediarias entre el autor y el lector. No obstante, los editores independientes son aún bastante impermeables a la cultura 2.0. No sólo tienen un conocimiento muy rudimentario de en qué consiste instrumental y sociológicamente dicho cambio cultural y social, sino que pretenden estar al día con las rudimentarias herramientas utilizadas en sus propias webs o con sus aún torpes incursiones en las redes sociales.

Las «colaboraciones lúdicas» de las comunidades de clientes y lectores, en esta economía del conocimiento compartido, abren numerosos retos y opor-tunidades a las editoriales del futuro. El editor como autopromotor deberá ser capaz de generar valor añadido, incorporando las nuevas herramientas del marketing a su tarea editorial diaria, y adaptándolas a un entorno que, antes que mercado, es por encima de todo «conversación»: «el arte de es-cuchar, aprender y compartir». El editor no puede olvidar que ahora mismo Internet es el primer medio informacional de conformación de opiniones, por lo que debe aprender a adaptarse a este nuevo ecosistema.

Adaptación implica que el editor no podrá seguir utilizando de la misma manera las herramientas del marketing tradicional sino que, como veremos más adelante, deberá aprender un nuevo lenguaje para evitar irrumpir en las redes sociales como un elefante en una cacharrería. No obstante, adaptarse no es incompatible, de todas formas, con «ser fiel» a uno mismo. Permítan-me que traiga a colación las reflexiones del editor alemán Kurt Wolff: «Una empresa que edite al año entre cien y cuatrocientos libros (y bien sabemos que hay muchas de ese tipo), puede ser muy respetable, y puede contar con

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buenos libros, pero, por supuesto, nunca llegará a ser la expresión personal e individual de un editor». Wolff, con una visión comprometida y militante de su profesión, subraya que la actividad editorial, aquélla que considera que los libros que merece la pena editar son los que la gente debería leer (y no los que la gente quiere leer), se basa en el entusiasmo y en el buen gusto. En definitiva, el editor como autopromotor.

4. El protagonismo del prosumidor

La revolución de la cultura 2.0 ha supuesto la transformación del consu-midor, que ha pasado de ser un actor pasivo, propio de los modelos de desarrollo capitalista de generaciones anteriores, a implicarse activamente en las comunidades virtuales. Los consumidores, en el sector del libro, tam-bién son productores o prosumidores, en tanto que pueden colaborar en el diseño, la creación y la producción de los productos editoriales. El consumi-dor realmente coopera para innovar y producir los productos que consume. Los prosumidores, en este sentido, están creando sus propias comunidades virtuales, comparten información sobre los libros, colaboran en proyectos adaptados a sus inclinaciones e intereses, e incluso intercambian informa-ción sobre sus libros preferidos, sus últimas lecturas, consejos prácticos, recomendaciones, sus fotos, y un largo etcétera.

El prosumidor ha revolucionado ya el mundo de la economía: no vivimos ni producimos ya en un mercado de consumo, sino en un mercado de crea-ción, de co-creación. Los editores deberemos invitar a nuestros lectores a que nos asesoren y participen activamente en la promoción de nuestros libros y, quizá dentro de poco, en el diseño de cubiertas, en la elección de autores (que también se han incorporado activamente en la promoción vir-tual de su obra) y hasta en la planificación de nuestras colecciones.

Esto supone para los editores, a cortísimo plazo, escuchar (con inteligencia emo-cional) a los lectores, e implica «cualquier medida para que los clientes más leales e implicados compartan su capital intelectual de forma gratuita». Si los editores pretendemos mantenernos en el mercado en las próximas décadas de-beremos encontrar la manera de incorporar esa colaboración y ese conocimiento de los prosumidores a nuestras empresas y proyectos, y conseguir fidelizarlos.

5. La página web: de escaparate a comunidad

La página web de la editorial sigue siendo para el editor independiente una mezcla de tarjeta de visita de la empresa y, en muchos casos aún, la excusa para montar una tienda virtual cuyo objetivo principal es la venta directa de sus libros (saltando así por encima del canal de distribución

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comercial). Sin entrar en mayores valoraciones, su planificación y diseño se enfoca, por tanto, desde un planteamiento meramente comercial (con carrito de la compra incluido), convirtiéndose verdaderamente así en el escaparate donde el editor-tendero «dispone» y «expone» su mercancía como en los mejores mercadillos de delicatessen del lugar; eso sí, con mucho «estilo». En la mayoría de los casos, finalmente, la web, mejor o peor diseñada (estética, funcional y operativamente), no deja de ser una obligación que a la empresa le viene impuesta por los nuevos usos y costumbres virtuales del sector.

Eso sí, nuestro mayor empeño es que no falte ninguna información, trasla-dando sin más la mentalidad analógica, que se ha pasado la vida editando catálogos en papel, al entorno virtual, sin ningún filtro o adaptación. «Los editores tienden a sobrestimar o sobrevalorar la valía y calidad de sus conte-nidos», también aquéllos que «ofrecen» en sus páginas webs. Lo que ocurre es que estas páginas webs, en la mayoría de los casos, son todavía bastante rudimentarias para los estándares de la cultura 2.0. Les recuerdo los diver-sos informes que dosdoce, en los últimos años, o Anatomía de la edición, en los últimos meses, vienen ofreciendo sobre estos temas.

En la cultura 2.0, nuestra página web de la editorial probablemente siga siendo la principal, pero no única, puerta de entrada y oportunidad de con-tacto de nuestros lectores con el contenido de nuestros libros; es más, en muchos casos, dado las dificultades que tienen nuestros libros de alcanzar una visibilidad física en el punto de venta, la visita puntual a nuestra página web se convertirá en la única oportunidad de que dichos lectores (com-pradores en potencia) logren tener noticia de lo que hacemos. De tal forma que, en la era Google, el diseño, no sólo estético, sino cognitivo y hasta emocional de nuestra página web se convierte para el editor independiente, sin lugar a dudas, en una de las decisiones estratégicas de marketing online más importantes a planificar.

Los nativos digitales, los nuevos usuarios de Internet, pertenecen a una ge-neración que, más allá de la sociedad de la información horizontal, buscan contenidos ricos y cualificados, con valor añadido. Además, participan ac-tivamente en comunidades de intereses afines, vuelcan contenidos propios de su interés y propician la posibilidad de compartirlos con otros. Nuestras páginas webs son planas, simples catálogos virtuales, donde seguimos em-peñados en organizar la información en función de criterios editoriales, y no pensando en la persona que nos puede visitar; siguen siendo por tanto lugares fríos donde el tiempo de visita es tan corto como dos caladas de ci-garrillo. La cultura 2.0, ante la que aún somos tan permeables, está de todas formas mutando rápidamente.Ante la próxima generación, la tercera de Internet, que propiciará la eclosión de la web semántica, el editor está en la encrucijada. La cultura de la des-

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carga legal, con contenidos muy enriquecidos, irá a más, y hay que saber ver la oportunidad de negocio real que todo esto puede representar. En ese sentido, el que las páginas web de los editores pongan a disposición de los usuarios numerosos contenidos gratuitos descargables al día de hoy es un apoyo y estímulo evidente a la compra de libros. Pero los editores deberán evolucionar muy rápidamente, dotando a sus páginas web de la estructura semántica compleja que resulte atractiva a las nuevas necesidades y gustos de los usuarios, y en definitiva para adaptarlas a los nuevos entornos.

El modelo que debemos trascender y superar, definitivamente, es el de una web corporativa plana, con bajo nivel de interactividad, dedicada exclu-sivamente a la venta y al autobombo, con un marcado sesgo comercial, con tienda incluida. Es muy probable, incluso recomendable, que se deba abandonar la venta directa para pasar a convertirse en un lugar cálido que suministre información valiosa para su audiencia, promoviendo en cambio su integración en grandes portales de venta en donde se agrupen, a ser posi-ble, con numerosos editores con los que compartan sinergias operativas.

La web de una editorial independiente y con una marcada identidad cultu-ral –entendida como una editorial pequeña en producción y con un nivel de recursos e infraestructuras limitadas– hay que imaginarla en un futuro próxi-mo integrada en una red social en la que interactuarán miles de entendidos en literatura, humanidades, ciencia, arte, con la implicación de cientos de lectores en diferentes idiomas, con todo su concepto editorial y colecciones «en abierto». El editor, al gestionar su página web, deberá ejercer las veces de autopromotor, vehiculando sus relaciones con sus lectores a través de una plataforma dinámica, entendida en términos de comunidad, desde la que proyectará, con enlaces a multicanales, sus propuestas y sugerencias.

Desde estos planteamientos, y con cierta sensibilidad wiki, en el sello que dirijo, Fórcola Ediciones, hemos tenido en cuenta diez claves estratégicas a la hora de diseñar la web de la editorial, que comparto aquí con ustedes con el ánimo de trasmitirles mi experiencia personal. Cada uno deberá no obstante encontrar su camino. No hay recetas que valgan, y cada editor deberá abor-dar el diseño de su propia web precisamente, al modo de Kurt Wolff, como «expresión personal e individual» de su empresa. Estas diez claves serían:

I. Fuerte identidad: haciendo una analogía de las reflexiones de Roma-no Montroni volcadas en su libro Vender el alma: el oficio de librero, podemos considerar que la página web de un editor independiente debe lograr una «fuerte identidad». La web no puede ser simple-mente el catálogo virtual de la editorial, organizado por colecciones o demás criterios intra-editoriales. El giro del marketing de producto al marketing de cliente se hace imprescindible, de tal forma que la

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información cualitativa enriquecida de los libros de la editorial debe disponerse de una forma atractiva y ajustada a las previsibles nece-sidades de la potencial audiencia. La web debería tener por tanto una fuerte personalidad, fiel reflejo de la de su editor responsable. La marcada y singularizada identidad personal es una de las piezas estratégicas más potentes de la web de la empresa para un editor independiente, pequeño y cultural.

II. Un objetivo claro: más allá de diseños más o menos ajustados a la cultura 2.0, de cuyos reclamos a veces abusamos en demasía, la pá-gina web de la editorial debe tener muy claro cuál es su objetivo: convertirse en un «punto de referencia» para su comunidad. Para ello, la claridad de su planteamiento general debe ser, como diría Ortega de la filosofía, la virtud principal que brille en su puesta en escena. Para conocernos mejor, nuestros lectores deben recono-cernos, no se lo pongamos difícil. A veces, un perfume demasiado intenso nos disuade de acercarnos a alguien. Y dado que el rostro, según Julián Marías, es lo primero que conocemos de una persona, el diseño de la web tendrá apenas maquillaje, como si fuese efecti-vamente eso, su cara, reflejo de su personalidad.

III. Planteamiento estratégico: para ello, su diseño y su organización no pueden corresponder simplemente a criterios estéticos ni meramente funcionales. Desde la sencillez en su manejo, que finalmente es lo más valorado por los usuarios, hay que dotar a la web de una ope-ratividad fácilmente asumible por el lector curioso. Éste, sin solución de continuidad, deberá acceder a todos los contenidos de forma ágil, sencilla. Por todos los medios, deberemos evitar la frustración de un lector que no encuentra lo que quiere y encuentra lo que no quiere. Por tanto, toda la información técnica deberá pasar al lugar que le co-rresponde: no estará por tanto en primera línea, sino que ésta vendrá ocupada por otro tipo de información, cualitativamente más jugosa e interesante para el lector. Esto afecta, por tanto, a la organización interna de la página web; una de las posibilidades a manejar es que su despliegue y disposición reproduzca la estructura de un blog.

IV. Narrativa: según la terminología del sociólogo francés Marc Augé, los «no-lugares» «no crean identidad singular, ni relación, sino sole-dad y similitud, ni dan lugar a la historia, transformada simplemente en espectáculo». En la cultura 2.0, la web de la editorial deja de ser un mero portal informativo, tan frío, plano y esquemático como una pantalla de «Llegadas» y «Salidas» ubicada en un típico «no-lugar», la sala de espera de un aeropuerto internacional. Por el contrario, la web debería tener un marcado carácter narrativo, precisamente para propiciar que sea un lugar de encuentro, «identitario, relacional

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e histórico», que invite a permanecer en ella. En definitiva, un ver-dadero home donde nuestros lectores se sientan como en casa, un lugar donde se les cuenta algo que despierta su interés. Para ello, un blog, incorporado a la web, sería la herramienta óptima mediante la que el editor se comunicase con sus lectores. Contándome a mis lectores cuento de paso la editorial.

V. Dialógica: el yo narrativo cobra su sentido último en el encuentro con el tú. Para el filósofo francés Martin Buber, el diálogo es una «comunicación existencial» entre Yo y Tú. «Pero hay que distinguir entre el diálogo auténtico y el falso». El diálogo falso, el monólogo, es aquél en el cual los hombres creen que se comunican mutua-mente, cuando lo único que hacen en verdad es alejarse unos de otros: una forma de diálogo no auténtico es el «diálogo técnico», en el cual hay solamente comunicación de conocimiento objetivo. El diálogo auténtico, por el contrario, es aquél en el cual se es-tablece una relación viva entre personas como personas. Sobre esta filosofía el blog, o cualquier nueva entrada sobre una nove-dad, debería disponer de la posibilidad de hacer comentarios por parte de los lectores, comentarios a los que no se aplicará ningún tipo de filtro ni se moderan previamente. En coherencia con la corriente filosófica denominada personalismo, que considera que la realidad radical de la existencia es la persona, el editor debería contestar cualquier tipo de comentario que sus lectores tuviesen a bien incluir en su web, en tanto oportunidad de un encuentro per-sonal único e irrepetible.

VI. Coherencia: el principio rector que debe guiar cualquier empresa, también una editorial, es la venta y la obtención de beneficios. Obviamente, la página web de la editorial no puede sino secun-darlo, y no debe perderlo como motor principal de su actuación. En ese sentido, todo el marketing y la comunicación online de la editorial, vehiculado a través de la página web, han de ponerse al servicio de ese objetivo, sin olvidar que si nos siguen y les gustamos, nuestros lectores terminarán comprándonos. De esta forma, más allá de facilitar los datos técnicos esenciales de cada uno de los títulos del catálogo, la web debe posicionar en primer lugar una información lúdica y atractiva de cada libro, con el ob-jetivo de captar la atención y el interés de nuestros lectores. Una forma de certificar que estamos consiguiendo nuestro objetivo es comprobar, con las herramientas estadísticas oportunas, cuál es el número de visitantes y, quizá más importante, el tiempo de per-manencia medio de cada uno.

VII. Constancia: como cualquier relación personal, el mantenimiento de la página web de la editorial requiere tiempo, en términos cuantitati-

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vos, pero sobre todo dedicación, en términos ya cualitativos. Nues-tros lectores y futuros compradores premiarán la regularidad de nuestras entradas, en el blog y también en las redes sociales en las que intervengamos, señal de que cumplimos esa parte del contrato no escrito que toda relación personal sobreentiende; es una mane-ra muy gráfica de decir a mis lectores «tú me importas». La falta de regularidad, el desaliño de la página, su escasa renovación, lanzan un mensaje subliminal de abandono y falta de dedicación. Por el contrario, las diversas actualizaciones, con distintos frentes abiertos, desde co-municación de eventos, ampliación de la información de cada libro, con reseñas de prensa, fotos, noticias, o las propias entradas del blog, hacen de la web de la editorial un portal dinámico. La actualización cons-tante de la web, finalmente, es premiada por los buscadores de Google.

VIII. Integrada: la disposición, organización y diseño de la web y de su contenido han de guardar una coherencia con el resto de las acciones de la editorial; en ese sentido, ha de integrarse como una acción más dentro del plan de comunicación, promoción y de marketing de la empresa, tanto offline como online. En lo que aquí nos ocupa, la web ha de tener enlaces fácilmente reconocibles y localizables a los perfiles, personal del editor o corporativo de la editorial, en las redes sociales, bien sea Facebook, bien Twitter, LinkedIn. Nuestra presencia en las redes sociales establece siner-gias y apoyos cruzados que tienen como objetivo último lograr la máxima visibilidad del proyecto editorial.

IX. De la fidelidad a la complicidad: la venta de ejemplar por ejemplar, uno a uno, es el pan nuestro de cada día del editor independiente. En ese sentido, al igual que para un pequeño editor no hay jornada laboral, porque vida y trabajo se funden en un todo implicado, todo momento del día, todo encuentro personal es oportunidad legítima de promoción y venta de los libros de la editorial. Entendámonos: sí, yo he venido aquí a «hablar de mi libro», lo cual es legítimo. Otra cosa es cómo se lo cuente a ustedes, cómo les trate. ¿Como simples clien-tes, compradores potenciales? Obviamente no, porque no les estoy vendiendo a ustedes cualquier cosa, les estoy invitando a conocerme, para ello entablo una relación personal con cada uno de ustedes. No vale ya el «chocolate para todos», sino que como en la psicoterapia holista, cada paciente requiere su particular terapia (existen tantas terapias como pacientes). Necesito mercado, pero para eso preciso crear audiencia. Como no soy un «editor churrero», les trato a ustedes como personas, y trato por todos los medios de lograr que nuestra re-lación sea duradera. En ese sentido, busco, obviamente, que ustedes me sean fieles, y no me dejen tirado por otra a la mínima de cambio. ¿Cómo lograr eso? Implicándoles en el proyecto. La editorial debe

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lograr que sus colaboradores y amigos se sientan desde el principio cómplices del proyecto. En esto al editor le debe guiar el convenci-miento de que nunca podrá lograr hacer bien su trabajo si pretende llevarlo a cabo en solitario. Definitivamente, el editor wiki no está solo ante el peligro, o no debería estarlo.

X. Auténtica: el «editor artesano», «que ejerce un cierto poder definitorio en el terreno literario o humano», parece el más próximo a las riberas de la cultura 2.0. Un editor con una marcada personalidad, veíamos, que desde sus acciones e iniciativas virtuales, propicia un encuentro personal con sus lectores. El editor, lejos ya de cualquier torre de mar-fil, ejerce su compromiso por la edición «sí», en «una lucha que cada día resulta más dura no tanto porque no se considere correcta esa línea, sino para tratar de oponer un baluarte más eficaz a la agresión de la edición ‘no’». La mejor arma de la que dotarse en esa lucha diaria es la autenticidad, y el mejor escudo contra los vaivenes del mercado es la credibilidad. Editar y vender libros no está reñido con aportar un contenido valioso y ejercer una profesión con un marcado compromiso intelectual y cívico. La única manera de desterrar la ima-gen de fenicios que por desgracia tenemos socialmente los editores es ejerciendo con dignidad y autenticidad nuestro trabajo.

6. Marketing editorial en las redes sociales

Para finalizar, me gustaría dar un par de pinceladas al tema del marketing editorial en redes sociales. La cultura 2.0 se ha popularizado y consolidado en los últimos años, lo cual ha llevado al sector del libro a asumir, sin lugar a dudas, el poder prescriptor que la blogosfera puede llegar a tener en potencia para ciertos lectores.

El marketing online ha cobrado un importante protagonismo en las acciones de marketing de las editoriales. Ahora bien, lo sorprendente es que todo este movimiento está basado aún en meras expectativas, y las herramientas de análisis del impacto real de dichas acciones en la cuenta de resultados están poco desarrolladas.

La consolidación de la cultura 2.0 y la popularizaron de las redes sociales han llevado a muchos editores a embarcarse a brazo partido en la promoción de sus libros en la red de redes. El problema es que tras las distintas acciones llevadas a cabo podemos sospechar que no ha habido ninguna planificación, y que el editor se ha lanzado sin pensar en busca de resultados inmediatos, traducibles en número de ejemplares vendidos, lo cual se nos hace difícil de calcular.

El marketing online ha despuntado en los últimos años de manera sorprendente,

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de tal forma que está llevando a muchos editores a fiarlo todo ciegamente al nuevo medio. Pero no podemos olvidar que el marketing online «no es un nuevo tipo de marketing, sino tan sólo la aplicación de las tradicionales herramientas del marketing a un medio ya no tan nuevo, Internet, que no deja de ser un metamedio, donde todos los medios confluyen».

Las editoriales han desembarcado en las redes sociales y utilizan el nanoblogging sin saber muy bien a qué atenerse con los posibles resultados. La primera impresión es que todavía con muy escasos resultados tangibles. Quizá el error esté en pensar que uno, el online, viene a sustituir al otro, offline.

La presencia de las editoriales en las redes sociales requiere, antes que nada, una planificación, coordinada e integrada con el resto de acciones de marketing online de la editorial. En ese sentido, siguiendo las recomendaciones que sobre este asunto han volcado en Anatomía de la edición en alguna ocasión Alberto Vicente y Silvano Gozzer, la acción del editor en las redes sociales en las que participa se podría resumir en diez estrategias clave:

I. Elegir un perfil coherente con la editorial: personal, en Facebook, de marca en Twitter.

II. Transmitir contenidos definidos y de forma estratégica: evitar la verborrea.

III. Mantener una regularidad en nuestros mensajes.

IV. Aportar valor, no sólo hablar de nuestras novedades.

V. Evitar el bombardeo de mensajes y el lenguaje comercial.

VI. Procurar contestar a los comentarios o retwitteos.

VII. Seguir el hilo de las conversaciones y liderar alguna.

VIII. Aportar, experiencias, enlaces (no sólo a nuestra web), fotos y curiosidades de interés.

IX. Redirigir el tráfico de los enlaces a información atractiva de nuestros autores, de nuestros libros, o a temas relacionados con la temática de los mismos.

X. Generar complicidades en torno a la editorial.

7. Metamarketing: reflexión final

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¿El marketing online ha destronado al marketing offline? El objetivo principal de una editorial sigue siendo la venta de sus libros y la obtención de un beneficio. En ese sentido, todo marketing online que olvide coordinar sus acciones para apoyar ese objetivo último está equivocado y es una pérdida de tiempo para el editor. Por tanto, el online debe estar bien acompasado con las acciones que se realicen en el canal de suministro (flujo de información) y en la distribución y comercialización de los libros (promoción, campañas, política de descuento, visita a librerías, etcétera).

De poco servirá al editor wiki un despliegue inteligente e imaginativo en las redes sociales, una compacta web corporativa 2.0 y cientos de seguidores en la red, si no es capaz de suministrar a tiempo la información vital para una correcta distribución de sus libros. De nada servirá su dedicación a lograr una potente visibilidad virtual de sus libros, de su marca y de sus autores en Internet, si no logra complementar todo ello con el funcionamiento eficaz de un modelo de distribución física de sus libros adecuado a sus necesidades, o si no logra la complicidad de la masa crítica suficiente de librerías y puntos de venta que le generen el retorno de ventas suficiente para sobrevivir.

Por tanto, y a modo de resumen, como Paradigma Libro ha apuntado en más de una ocasión, una editorial está obligada a mantener de manera permanente las variables del mix-marketing, en una combinación equilibrada entre las tradicionales cuatro «pes» (producto, precio, promoción y place-distribución), y las no tan nuevas cuatro «ces» (canal, contenido, comercio y comunidad), tanto en sus acciones online como en sus iniciativas offline:

• Marketing corporativo y de marca.

• Marketing de producto.

• Marketing de gestión por categorías, a caballo entre el producto y la distribución.

• Marketing de distribución (canal).

• Marketing de promoción y publicidad.

Promoción y publicidad, así como el resto de acciones de marketing, han de tener su impacto y acción tanto en el entorno digital como en el canal físico de venta en librerías, por lo que el marketing online ha de coordinarse constantemente con las acciones comerciales de la editorial. Es obvio que la irrupción de Internet y la consolidación de la cultura 2.0 han desplazado las audiencias y un cierto nivel de prescripción hacia otros medios no tradicionales, como redes, blogs, comunidades, foros, chats, etcétera, pero todos ellos no son mercados, sino espacios de conversación. Todas

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las acciones de marketing online, por tanto, han de ser secundadas por acciones push/pull en los puntos de venta.

El metamarketing responde a la necesidad de equilibrar con sabiduría las dife-rentes variables del marketing, para lograr apoyos simultáneos entre las iniciativas offline y las actuaciones, comunicaciones y promociones online. Es, por tanto, un arma estratégica en proyectos que simultaneen la visibilidad virtual con la física, y por lo tanto, clave para coordinar la presencia en redes sociales y el diseño y organización de nuestra página web, por un lado, con la construcción de una sólida política de ventas, por otro.

En definitiva, las tradicionales estrategias de marketing y herramientas de negociación comerciales son susceptibles, por tanto, de verse complementadas, que no sustituidas, con un «apoyo cruzado» desde el marketing online. Por su parte, las acciones de éste lograrán su legitimidad si logran incrementar, no sólo la visibilidad virtual de la editorial, sino sus ventas en línea.

Por otro lado, la presencia activa en redes por parte de la editorial es un arma de doble filo. Presencia no es garantía de éxito. Al día de hoy pocos editores se resisten al canto de sirena de la blogosfera. La duda que queda pendiente de despejar es si estarán dispuestos a escuchar cosas que no les gusten. Quizá debería recordar cada uno de ellos las palabras de Wilde, y aceptar que en la red lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien.

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04La edición académica en las universidades mexicanas

Hilda Elena Hernández

En los pocos estudios que existen sobre la edición universitaria en América La-tina es común encontrar la reseña de problemas comunes: carencia de criterios y políticas editoriales claramente definidos, catálogos inconsistentes, escasa profesionalización en el trabajo editorial, carencia de personal para la promo-ción y comercialización del libro, bajas ventas y altos índices de devolución.

Sin embargo, cualquier intento de comprender lo que sucede en la edición uni-versitaria debe considerar las lógicas particulares en la que ésta se inscribe.

Es decir, que el mundo editorial no es un solo mundo; está integrado por una pluralidad de mundos estructurados de distintas maneras, con sus propias características y peculiaridades.

En este sentido, los mundos de la edición académica universitaria y de la edición académica comercial, son distintos. El sociólogo norteamericano John B. Thompson propone utilizar el concepto de campo para entender que ambos mundos editoriales, el universitario y el comercial, pertenecen a universos que están estructurados de maneras muy diferentes.

Así, las editoriales universitarias no se dan en el vacío, existen dentro de un campo, es decir, de un espacio estructurado de poder y recursos con sus propias formas de competencia y recompensa. El campo es un lugar social en el que interactúan actores con distintos capitales, con diferentes tipos y cantidades de poder y recursos.

Si se parte del hecho de que la edición académica tiene tres campos distin-tos y específicos (las publicaciones académicas o monografías, los libros de texto universitario y las revistas o edición científica) es necesario entender las lógicas de estos campos, quiénes son sus actores y cuáles son sus prác-ticas y sus formas específicas de competencia y recompensa.

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Mientras el campo de los libros de texto, el verdaderamente rentable, está dominado por la edición comercial, son los campos de la edición académica y de la científica los que le dan salida al trabajo de investigación de la uni-versidad. Aunque con fines distintos, el campo de la edición académica o de monografías con fines de difusión, y el campo de la edición científica con fines de certificación, en ambos ocupa un lugar central un sistema particular de competencias y recompensas, que hace avanzar a los académicos en sus respectivas carreras y que los puede dotar incluso de la reputación del más alto valor simbólico. Este sistema, por más que resulte perverso o in-comprensible para el editor académico del mundo comercial, es finalmente dentro del cual se deciden las publicaciones del mundo universitario.

Aunado a lo anterior, la edición universitaria se da dentro de las lógicas in-ternas de la institución de adscripción. Para empezar, es muy común que en las universidades las áreas editoriales ocupen una posición sumamente ambigua: se les considera como unidades académicas pero se les evalúa como unidades de negocio. Luego, aunque nos sorprenda, todavía se pone al frente de ellas a profesores o funcionarios que asumen el encargo como una función más bien burocrática antes que profesional, por lo que privan la inestabilidad y los cambios frecuentes de equipos editoriales. Para cerrar la pinza, rara vez las áreas editoriales están dotadas de autoridad, ya no diga-mos autonomía y, por lo tanto, están obligadas a publicar lo que se decide desde otros campos y lógicas.

De otro lado, la edición académica universitaria enfrenta también la seve-ra crisis económica, que se vive sobre todo a partir del año 2001, con la baja en los índices de crecimiento de nuestra actividad editorial, las altí-simas devoluciones de los libreros, la brutal caída en los presupuestos de las bibliotecas para la adquisición de monografías, la reducción constante de presupuestos, el cada vez mayor escrutinio financiero al que está sien-do sometida nuestra actividad y, en general, la vulnerabilidad en la que se desarrolla la tarea editorial. En fin, se trata de un panorama que pone de manifiesto el enorme riesgo al que se enfrentan nuestras editoriales, en un momento en el que las universidades viven serias presiones financieras que las obligan a decidir sobre lo qué es esencial o no.

Además de la crisis económica, otro asunto clave, que comparte la edición académica universitaria mexicana con la edición comercial, es el relativo a la distribución y sus problemas comunes: la extensa geografía del país, las deficientes vías de comunicación, los ineficientes sistemas de envíos públi-cos, los altos costos de los sistemas privados de envío, la falta de espacios de exhibición (pocas librerías y sobre-oferta de novedades editoriales).

Este problema se agrava con la concentración extrema en las grandes ciu-dades: En México existen menos de cuatrocientas librerías: 40% se con-

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centra en el Distrito Federal, mientras que el resto se localiza en 6% de municipios del país. Esto es, 94% de municipios de nuestro país no tienen una sola librería.

Finalmente, está el bajo nivel educativo y el empobrecimiento cada vez ma-yor de nuestras poblaciones. Es decir, debilidades estructurales en la capa-cidad de consumo.

¿Qué publican, cómo publican y cómo distribuyen y venden las editoriales académicas universitarias de México?

De acuerdo con el estudio El espacio latinoamericano del libro, publicado en 2006 por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), las editoriales universitarias representan 5% de las empresas editoriales del país y producen 9.3% de las novedades anuales. Las categorías temáticas en las que más publican son, sobre todo, ciencias sociales y sus subcategorías, y literatura. En todas las áreas temáticas publi-can más del doble de títulos de los que publican los editores académicos no universitarios, es decir, los comerciales, y sus tirajes van de los trescientos a los mil ejemplares. El CERLALC realizó este estudio con información de las publicaciones registradas en la agencia mexicana del ISBN.

En octubre de 2010, en ALTEXTO red de Editoriales Universitarias y Acadé-micas de México, que tengo el honor de presidir, realizamos un estudio a partir de la información proporcionada directamente por los directores edi-toriales de las instituciones que integran la red.

En el estudio participaron 41 de las 51 instituciones afiliadas a la red, y cinco instituciones invitadas, es decir, un total de 46 editoriales universitarias y académicas de las instituciones de educación superior de México.

En este universo de 46 instituciones, que puede verse en el cuadro 4.1, están desde las universidades públicas más grandes y con mayor producción editorial, como son la Universidad Nacional Autónoma de México, la Uni-versidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma Metropolitana, las universidades públicas y autónomas de casi todos los estados de la Repú-blica Mexicana, prácticamente todos los centros públicos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y las universidades privadas que registran producción editorial, de manera destacada el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

¿Cuánto publican las instituciones de educación superior de México? De acuerdo a este estudio, 12 instituciones (26%) publican menos de 20 títulos al año; 20 (43%) publican entre 20 y 49 títulos; 6 instituciones (13%) publi-

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can entre 50 y 99 títulos, y 4 (9%) publican más de 100 títulos. Estas cuatro son: el Colegio de México, que publica cien títulos, la Universidad Autónoma Metropolitana con trescientos títulos anuales, la Universidad de Guadalaja-ra, que publica entre doscientos cincuenta y trescientos libros al año, y la Universidad Nacional Autónoma de México, que publica un promedio de mil trescientos títulos al año.

Lo que más publican las universidades mexicanas son libros de ciencias so-ciales y humanidades (90%), y entre sus subcategorías destacan la historia (48%) y la literatura (37%).

Sobresale el hecho de que apenas 11% declara publicar libro de texto universitario, es decir, sólo cinco universidades: el Tec de Monterrey, la Uni-versidad Autónoma de Chapingo, la Universidad Autónoma de Yucatán, la Universidad de Colima y la Universidad de Guadalajara.

Comentario aparte merecen las dos últimas. La Universidad de Guadalajara que, por medio de su Editorial Universitaria, publica libro de texto a nivel me-dio superior y superior; libros que durante 2009 registraron ventas promedio de poco más de ocho mil quinientos ejemplares por título.

Por su parte, la Universidad de Colima, a través del Centro Universitario de Producción de Medios Didácticos, produce material multimedia interactivo, desde discos compactos hasta sitios web educativos.

En cuanto a la distribución que realizan, 32 (70%) de las instituciones de educación superior de México cuenta con librería propia o concesionada en sus campi; 18 (39%) distribuye sus publicaciones a nivel nacional y 21 (46%) a nivel internacional.

Cuadro 4.1. Instituciones de educación superior que participaron en el estudio

1 Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES)2 Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)3 El Colegio de la Frontera Norte (COLEF)4 El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR)5 El Colegio de Jalisco (COLJAL)6 El Colegio de México (COLMEX)7 El Colegio de Michoacán (COLMICH)8 El Colegio de Sonora (CONSON)9 El Colegio de San Luis (COLSAN)10 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-México)11 Instituto Nacional de Ecología (INECOL)

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12 Instituto Nacional de Salud Pública (INSP)13 Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO)14 Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM)15 Universidad Anáhuac16 Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN)17 Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA)18 Universidad Autónoma de Baja California (UABC)19 Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS)20 Universidad Autónoma de la Ciudad de México21 Universidad Autónoma de Coahuila 22 Universidad Autónoma de Chapingo23 Universidad Autónoma de Chihuahua24 Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ)25 Universidad Autónoma de Hidalgo26 Universidad Autónoma de Nayarit27 Universidad Autónoma de Querétaro28 Universidad Autónoma de Tlaxcala29 Universidad Autónoma de Yucatán30 Universidad Autónoma de Zacatecas31 Universidad Autónoma del Estado de México32 Universidad Autónoma del Estado de Morelos33 Universidad Autónoma Metropolitana34 Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas35 Universidad de Colima36 Universidad de Guadalajara37 Universidad de Guanajuato38 Universidad de las Américas-Puebla39 Universidad de Quintana Roo40 Universidad Iberoamericana41 Universidad Juárez del Estado de Durango42 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo43 Universidad Nacional Autónoma de México44 Universidad Pedagógica Nacional45 Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla46 Universidad Veracruzana

Cuadro 4.2. ¿Qué publican las universidades mexicanas?

Disciplinas PorcentajeCiencias Sociales y Humanidades 90%Historia 48%Literatura 37%Filosofía 24%Economía 20%

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Educación 15%Artes, Recreación y Deportes 24%Biología, Botánica, Ecología y Zoología 24%Ciencias Puras 24%Tecnología y Ciencias Aplicadas 24%Ciencias Económico Administrativas 22%Diseño, Arquitectura y Desarrollo Urbano 22%Texto universitario 11%Medicina y Enfermería 9%

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05La importación de libros y la determinación del precio

Noé Villaseñor González

En México existen 75 millones de personas que son susceptibles de comprar libros, ya sea para sus estudios o para la capacitación al trabajo. Esto de acuerdo al censo económico y de población de 2005. Si el consumo per cápi-ta de lectura está entre 1 y 2.5 quiere decir que en México se presume se leen ciento cuarenta millones de libros al año; si tan sólo creciera un punto este consumo estaríamos hablando de doscientos diez millones de ejemplares y, si como se ve en las tendencias, el gobierno deja en manos de la industria privada la producción de libros, el mercado mexicano será uno de los más atractivos de América.

En 2003, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes publicó el Atlas de infraestructura cultural en México, donde se dice que en el país existían 1,146 librerías. En 2004, la Oficina Comercial y Económica de la Embajada de España en México, publicó El sector editorial en México donde se cal-culaban seiscientas librerías en el país, una por cada doscientos mil habi-tantes. Dos cifras muy diferentes de dos instituciones muy serias; lo cierto es que existen muchísimos más puntos de venta donde se venden libros, aunque no de forma exclusiva e incluso de forma marginal.

Por otro lado, las grandes cadenas privadas de librerías como Porrúa, Sótano, Gandhi, Gonvill, Libro Club siguen abriendo nuevas librerías, creo que sin el apoyo estatal. Las cadenas de librerías Educal y Fondo de Cultura Econó-mica, que son empresas que de alguna forma dependen del erario público, también siguen abriendo nuevos puntos de venta. El único pero es que las establecen en los municipios de mayor población, dejando a muchos otros sin librerías; hay datos que indican que más de 90% de los municipios no cuenta con una librería con las características de las existentes en la capital.

México tiene uno de los más altos potenciales de consumo de libros del mundo: 90% de la población mayor a 6 años sabe leer por lo que llevar el índice de lectura de 2.5 a un número mayor no es difícil; las autoridades y la indus-

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tria están encontrándose en el camino para conseguirlo.

La distribución de libros en México se enfrenta a la falta de uniformidad de los procesos administrativos de los detallistas. Cada librero, del tamaño que sea, tiene un sistema informático diferente al de los demás; sus procesos de compras, ventas, pagos son dispares, por lo que el trabajo de las empresas que les proveen de libros es complicado y se debe adaptar a esos procesos administrativos de cada uno de sus clientes.

El reto es minimizar costos y optimizar servicios que resulten en el creci-miento de resultados; el camino es coincidir en empresas de servicios los procesos que se repiten en la distribución de los libros. Adquiere mucho sentido tener equipos comerciales que atiendan varias editoriales; tiene sen-tido hacer la logística de los productos por medio de una empresa y dejar de hacerlo cada quien por su parte. La noticia es que ya existen en México empresas que dan ese servicio. Para las empresas españolas que han pla-neado establecerse en nuestro país es importante analizar esta oferta.

Los editores interesados en el extenso mercado mexicano, deben conside-rar a su distribuidor como un socio estratégico; deben, incluso, estar dis-puestos a editar e imprimir en México todas las obras que sean necesarias.

También es conveniente que estén dispuestos a incrementar sus tiros consi-derando los ejemplares que exportarán desde España o cualquier otro país, y establecer el precio de venta para México a partir de sus costos y rentabi-lidad y no a partir del precio de venta del país de origen.

Si bien México tiene un mercado potencial más grande que el de muchos países, también tiene una economía menor a la de los países de donde importa libros, principalmente de España; por lo tanto, se venderán más ejemplares en México si el precio es adecuado a su poder adquisitivo y no, como hasta ahora sucede, que en la mayoría de las ocasiones los libros se venden por arriba del precio del país de origen.

Algunas editoriales visionarias, españolas y de otros países, han diseñado su pro-yecto comercial en México a largo plazo y eligieron el camino de las coediciones o la impresión bajo demanda. Estas empresas propusieron una salida inteligente a sus distribuidores, mediante una fórmula que desactivó el problema de la paridad frente al euro y el dólar, lo que permitió que muchas novedades se presentaran en el país de origen y México al mismo tiempo y a precios razonables.

Ésta ha sido una salida para un problema cambiario cuya solución está lejos de las manos del gremio. Pero no todas las novedades son publicadas simul-táneamente; los distribuidores-coeditores no aceptan que todas las obras se editen en nuestro país, por lo que parte del catálogo se sigue importando, con

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el esquema tradicional que automáticamente provoca precios muy altos. La propuesta de fijar el precio con base en costos permitirá establecer precios adecuados a la economía del mercado mexicano.

Estas soluciones suponen romper las fórmulas tradicionales en la relación editor-distribuidor, pues dejan de hacer únicamente un intercambio comercial para convertirse en socios estratégicos, en donde el distribuidor pasa de ser comercializador a editor-distribuidor. La globalización y las nuevas tecnolo-gías, no sólo lo permiten, también obligan a llevar a cabo operaciones de este tipo, buscando permanecer y consolidarnos en el mercado.

El texto siguiente está tomado de Internet. Desafortunadamente desconoz-co al autor, pero coincido totalmente con él o ella:

Hablamos de cambios y casi siempre pensamos en todos aquéllos que están ocu-rriendo en el mundo, en los grandes negocios y las grandes industrias, pero ya nos cuesta trabajo pensar en que los cambios han de darse igualmente en nuestro ramo. El caso de la distribución de libros también ha entrado en una etapa de redefinición, pues no es posible quedarnos con la idea del comercio puro, la com-pra-venta que durante muchos años funcionó. Las nuevas tecnologías han hecho exactamente lo contrario de lo que en algún tiempo nos llegó a atemorizar a los que nos dedicamos a la edición y comercialización de libros: la desaparición del libro en soporte de papel. Por el contrario, gracias a estas nuevas tecnologías, lo que se ha desarrollado es la posibilidad de hacer libros de manera sencilla, económica y eficiente, por eso es que ahora, como nunca, se están produciendo libros de papel en una cantidad muy grande. Esto genera una competencia encarnizada por los pocos espacios disponibles para la exhibición de novedades y, sobre todo, limita a una vida muy corta el paso del libro por los canales de venta. Es decir, cada vez tenemos libros menos rentables, producto de esta saturación de novedades y del decreciente espacio en los puntos de venta. Ante esta realidad, la primera conse-cuencia es el aumento de las devoluciones en forma brutal. A su vez, esto genera una doble problemática, por un lado el incremento en los costos finales para ven-der un libro, y por el otro, la escalada de remanentes en el almacén.

El primer punto se deja sentir cuando es indispensable hacer un trabajo de recu-peración de los libros devueltos, pues si acaso fueron retractilados, esta envoltura protectora les permite reingresar nuevamente al circuito comercial regular, sustitu-yendo, por supuesto, esta cubierta; peor todavía si el retractilado no existe, porque muchas de las veces la devolución queda inservible y alguien tiene que absorber el costo del libro que ya no podrá regresar a los escaparates. Sin embargo, el verda-dero conflicto está en aquellos libros que finalmente no tienen salida comercial y se van quedando como invendibles. Se les ha llamado huesos, clavos, libros fríos, no importa, al final ésas son las verdaderas utilidades que un distribuidor va acumu-lando, porque luego de un tiempo, cada vez más corto, estos libros que eufemís-ticamente los contadores llaman activos, son el principio del fin de un distribuidor

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que no consigue darles una respuesta y salida rápida y ve con angustia cómo su mercancía se va deteriorando en la bodega. Aquí llegamos a un punto interesante a definir, que se refiere a buscar quién es el valiente que ha de comerse la bala de material invendible, si es el editor que selecciona los títulos y los diseña bajo su pro-pia perspectiva del mercado o es el distribuidor que no afina el olfato cuando deci-de los títulos que ha de colocar en su mercado local. Cualquiera de las respuestas implica un incremento en los precios, ya que no habrá forma de evitar que algunos libros no se vendan, eso es una realidad desde que el libro se convirtió en mercan-cía. Es decir, que si es el editor quien ha de otorgar una consignación al distribuidor, deberá considerar el costo de los invendibles, porque al final no cobrará su envío al cien por ciento. Cabe destacar que la búsqueda de mercados de remate no es hoy alternativa. Es tan grande la saturación de libros que sería necesario dividir el costo industrial entre tres o cuatro para que se acerque a un precio atractivo en estos estrechos canales comerciales. Además de que no puede perderse de vista el per-juicio que representa para un sello regular que de pronto aparezcan en librerías de viejo o puestos callejeros, bocas naturales para estos remanentes, títulos que hasta hace poco pasaban como novedades, pues inmediatamente perderá prestigio el sello o colección. Si, por el contrario, suponemos que el distribuidor es quien debe absorber el costo de los libros no vendidos, entonces será él quien tenga que multi-plicar por un factor tan fabulosamente alto que le permita continuar con su negocio de manera indefinida. De no hacerlo, se encontrará primero con que sus utilidades están en los estantes de la bodega y luego que las deudas con sus proveedores las pretenderá pagar con devoluciones, porque el dinero para pagarlas nunca pudo recuperarlo. Lo que me parece un hecho es que hay que repensar el negocio de la distribución para que no se extinga, que tenemos que cuestionarnos el cómo llevar una cadena editor-distribuidor- librero a través de una espinosa realidad en la que la venta en firme dejó de existir (Apuntes sobre la distribución en México).

Regreso recientemente de LIBER 2010, la feria del libro que este año se rea-lizó en Barcelona, y es para mí una excelente oportunidad escribir un texto que describa mis impresiones y fije mi punto de vista de lo que sucede en el mercado editorial mexicano en relación al español.

Percibí mucha preocupación de los colegas españoles sobre el medio editorial sobre la situación económica que vive su país, problemática de la que México no es ajeno, y que se centra en el tema constante de la implantación de la ley del precio fijo en México; las noticias que les llegan hablan de un efecto abso-lutamente demoledor sobre el comercio del libro acá; subidas escandalosas de precios, alejamiento de los jóvenes de las librerías, carencia de libros a bajo precio, descuento de hasta 50% a las cadenas de librerías, etcétera.

A la distancia estos rumores generan pequeñas desconfianzas que se agre-gan a las ya existentes sobre el mercado mexicano. En la medida de lo posible traté de dar a mis interlocutores la información que les permitiera tener un juicio más justo de lo que viene sucediendo en México a partir de

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la entrada en vigor de dicha ley. Éstas son algunas de mis consideraciones:

1. Ley del precio único

En primer lugar, esta ley puesta en marcha, llamada «ley del precio único del libro», en realidad se llama Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, deno-minación que revela su intencionalidad. Se publicó el 24 de julio de 2008 y entró en vigor al día siguiente.

Esta ley tiene muchos más objetivos que sólo fijar el precio de los libros. Me permito hacer una transcripción de ellos, junto con algunos comentarios sobre los mismos, con el fin de dar un marco que permita una mejor expli-cación de los problemas que se han generado con su puesta en marcha.

1.1. Propiciar la generación de políticas, programas, proyectos y acciones dirigidas al fomento y promoción de la lectura

Hasta antes de la promulgación de esta ley no se contaba con compromisos reales de las autoridades sobre el particular; los presupuestos estatales que se destinaban al fomento y promoción de la lectura se otorgaban sólo si había algún excedente o algún evento que diera impulso político a quienes autori-zaban tal gasto. Con esta ley se pretende que los presupuestos no sean mar-ginales, sino que entren en los presupuestos de gastos anuales del Estado.

1.2. Fomentar y estimular la edición, distribución y comercialización del libro y las publicaciones periódicas

Desde los años sesenta, el gobierno federal obsequia los libros de texto a todos los alumnos de primaria y, desde los noventa, también los regala a los de se-cundaria, o sea que se cubren nueve de los doce años de la educación básica. Todo esto amén de publicar libros para otros niveles educativos por medio de entidades que cuentan con presupuesto gubernamental, como el Fondo de Cultura Económica; de tal suerte que, en México, el principal productor de libros es el gobierno. Las empresas privadas creen que esta ley provocará, al corto y mediano plazo, que el Estado deje en manos de ellos la producción y comercia-lización de los libros destinados a los alumnos de educación básica.

1.3. Fomentar y apoyar el establecimiento y el desarrollo de librerías, bibliotecas y otros espacios públicos y privados para la lectura y difusión del libro

En los últimos 25 años el número de librerías en el territorio mexicano no ha

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crecido; si bien los supermercados y tiendas de autoservicio abren muchas sucursales y en ellos existen siempre áreas de venta de libros, el crecimiento del número de librerías no se nota ya que si bien unas abren, otras cierran. Desafortunadamente los censos de éstas, elaborados por instancias inte-resadas en el tema, brindan datos diferentes. Por ejemplo, mientras que algunos hablan de la existencia de unas quinientas, para el mismo año otros hablan de unas mil seiscientas. Lo claro es que, sean unas u otras, los nú-meros son muy reducidos si consideramos que la población con habilidades lectoras, es decir, los mayores de seis años, es de unos ochenta millones de personas, lo que significa que hay una librería por cada cincuenta mil perso-nas, sin tomar en cuenta la ubicación geográfica de las mismas.

1.4. Establecer mecanismos de coordinación interinstitucional con los distintos órdenes de gobierno y la vinculación de los sectores social y privado, para impulsar las actividades relacionadas con la función educativa y cultural del fomento a la lectura

Este objetivo insiste en la necesidad de incrementar el índice de lectura per cápita, que en el mejor de los casos es de 2.6 libros por año, muy por debajo de otros países latinoamericanos y de España, aunque, al igual que otros datos estadísticos sobre los libros en México, las interpretaciones se some-ten a quien elabora el estudio.

1.5. Fortalecer la cadena del libro con el fin de promover la producción editorial mexicana para cumplir los requerimientos culturales y educativos del país

Este tema es imperativo ya que el Estado, léase casi todas las instituciones de gobierno, produce más de 50% de los libros que se publican en México, por lo que es el principal competidor de la industria editorial del país. Los editores toman como una señal alentadora el hecho que la Secretaría de Educación Pública los haya convocado a presentar propuestas editoriales para la enseñanza del inglés para primaria.

1.6. Estimular la competitividad del libro mexicano y de las publicaciones periódicas en el terreno internacional

Es evidente el rezago de la industria mexicana del libro y que el déficit de intercambio comercial con España es abismal. Hacia Latinoamérica la ba-lanza comercial es más equilibrada. Tenemos el universo hispanoparlante del gran mercado de Estados Unidos, donde España nos aventaja a pesar de la distancia entre estos países; debemos consolidar el mercado nacional

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y atender los mercados externos.

1.7. Estimular la capacitación y formación profesional de los diferentes actores de la cadena del libro y de los promotores de la lectura

Creo que aquí el esfuerzo de los empresarios es crucial. Hoy por iniciativa de la Asociación de Libreros Mexicanos existe un instituto de capacitación para libreros que a pesar de los esfuerzos no logra crecer como es su intención; es imprescindible que la CANIEM incremente su catálogo de cursos para sus agremiados. Otros esfuerzos se ven en algunas universidades como la de Guadalajara, la Nacional Autónoma de México y ahora la Autónoma Me-tropolitana que han creado posgrados dirigidos al proceso editorial.

Dejé al último el objetivo que se refiere directamente al precio de los libros:

1.8. Hacer accesible el libro en igualdad de condiciones en todo el territorio nacional para aumentar su disponibilidad y acercarlo al lector

Este objetivo se fundamenta, en específico, en el capítulo V del artículo 22 de la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, que dice: «Toda persona física o moral que edite o importa libros, estará obligada a fijar un precio de venta al público para los libros que edite o importe. El editor o importador fijará li-bremente el precio de venta al público mismo que regirá como precio único».

Como se indica al inicio del texto, esta ley entró en vigor el 25 de julio de 2008, pero su reglamento se publicó hasta 2010, año en que se incrementa-ron las opiniones negativas con relación a esta ley.

Desafortunadamente, tanto en México como en España, la atención se ha cen-trado en el tema del precio de los libros, dejando al margen temas tan importan-tes como la competencia que hace el gobierno a la iniciativa privada o la falta de legislación en los programas de fomento a la lectura; un ejemplo de esto último es el presupuesto asignado a los programas como Bibliotecas de Aula y Bibliotecas Escolares, los cuales reciben fondos marginales, que dependen de los sobrantes de otros presupuestos, o bien, como lo fue la construcción de la gran biblioteca José Vasconcelos, que se construyó desviando recursos de otros programas, lo que ocasionó retrasos y carencias a este magno proyecto.

En España como en México, los que trabajamos en el medio editorial mencionamos el concepto precio fijo, mientras que los promotores de la ley insisten en que no es precio fijo, sino único. Pero, más allá del término utilizado, lo que se persigue es que cada título tenga el mismo precio en

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todo el extenso territorio nacional para impedir que las grandes cadenas co-merciales y librerías ofrezcan descuentos o, en el peor de los casos, eleven el precio fijado por los editores o distribuidores que importan libros.

1.9. ¿Qué sucede realmente?

Comparación de precios entre España y México

El precio es uno de los parámetros más importantes en el comercio del libro y uno de los más fáciles de estudiar y, sin embargo, no co-nocemos análisis comparativos publicados como el que hicimos en 2009 y ahora repetimos.

Hemos trabajado con los datos de 32 sellos editoriales españoles y se han procesado los datos de 608 títulos que se han comprobado son iguales en ambos países. Averiguar el precio español, al ser fijo, ha sido fácil y lo hemos obtenido a través de una librería virtual. Para el mexicano se han visitado tres librerías virtuales y, cuando el precio era distinto, se ha hecho la media aritmética, tanto del de tarifa como del neto. El tipo de cambio es el medio de octubre de 2010, fecha en la que se hizo el trabajo de campo en ambos países.

Aunque hay variaciones de una editorial a otra, la primera conclusión es que la política de precios de cada editorial o cada distribuidor es bastante homogénea. No hemos ponderado cada título por una posi-ble estimación de sus ventas y hemos calculado simplemente la media aritmética de cada conjunto de títulos correspondiente a cada editorial y su distribuidora correspondiente, que en muchos casos pertenece a la propia editorial.

El incremento medio de los precios de todas las editoriales analizadas es de 10% con respecto a los precios de España. Las editoriales con distri-buidor ajeno suben 20% y las que tienen cedida la distribución a su propio grupo editorial los bajan 5%. Hay, por lo tanto, 25 puntos de diferencia de media que se pueden deber a mayores costes o a mayores beneficios en los distribuidores ajenos o a una mejor información del mercado de las edi-toriales que tienen comercializadora propia. Los datos de 2009 eran 5% de media, 12% en los que usaban terceros y mantenimiento de precios en los que estaban integrados. Se supone que en México por el menor poder adquisitivo los precios deberían ser más reducidos, la crisis de la gripe AH1N1 y económica que en 2009 afectó más a México que a España también debería haber contribuido a bajar los precios y la devaluación del euro frente al peso, que ha pasado de 19.60 pesos un euro a 16.90 pesos debería haber causado asimismo una contención de los precios.

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Pero no ha sido así. Los mismos libros se venden 10% más caros en Mé-xico que en España y donde antes los distribuidores tenían un margen extra del 12% ahora es de 20% y donde los que venden a través de filia-les comercializadoras antes mantenían los precios ahora los bajan 5%. El diferencial debido al sistema de distribución que en 2009 era de doce puntos ahora es de 25. Esto deja a los editores que usan importadores tradicionales prácticamente fuera del mercado. Estos son los hechos. Es más difícil hacer conjeturas sobre las causas. Es probable que se deba a que los distribuidores ante la caída de ventas hayan aumentado sus márgenes para tratar de mantenerse rentables, mientras que las empre-sas integradas sean más rápidas en aplicar la devaluación del euro y busquen más la competitividad del conjunto de la cadena de valor.

Las medias siempre son menos dramáticas que las variaciones por tra-mos. Si miramos a lo sucedido en función de los intervalos de precios vemos que 71% de las editoriales con distribución propia bajan los pre-cios en México de los mismos títulos españoles para adecuarse al menor poder adquisitivo y 13% de las editoriales distribuidas por importadores terceros ven sus precios medios aumentados en más de 40%.

Variación de precios por editoriales Distribuidor ajeno Distribuidor propioBajan el precio 12% 71%Suben hasta 15% 25% 8%De 15% a 40% 50% 14%Suben más de 40% 13% 7%

En comparación con 2009 se ve en los distribuidores ajenos que con-centran su diferencial en el segmento de 15-40% mientras que rebajan mucho los datos escandalosos del año pasado que mostraban casi 40% de casos en más de 40% del precio. En los propios hay una concentra-ción aún más clara que el año pasado en bajar los precios.

En cuanto a la variación de precios por segmentos de precio, es decir, en relación al precio por unidad, hemos observado que los libros de menor precio y los de más precio son los que menos aumentan de precio mien-tras que a los intermedios, de entre 12 y 60 euros son a los que más se les sube el precio.

Variación en precios según precio de venta al público en España

Variación media Distribuidor ajeno Distribuidor propio

Hasta 12€ 0% 23% -12%

De 12 a 20€ 14% 25% 0%

De 20 a 60€ 9% 15% -4%

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El año pasado este análisis daba mucho peor porque eran los libros más ba-ratos los que más sufrían el diferencial de precio, cuando son los más sen-sibles a la diferencia en poder adquisitivo. Este año hemos mejorado, bien porque nuestro informe ha servido para algo, bien porque se ha aplicado el sentido común. Es probable también que haya mejorado la capacidad de impresión en México, sobre todo en las empresas con distribución propia, y por lo tanto no haya habido gastos logísticos de importación significativos. Sigue sin tener mucho sentido que los libros más caros, comprados por las élites que no están tan afectadas por el diferencial de poder adquisitivo, tengan una subida de precio porcentual inferior a la media. Puede deberse a que se repercutan algunos costes o márgenes fijos que supongan un menor porcentaje en libros más caros.

Evidentemente este análisis muestra variaciones escandalosas entre edi-toriales, incluso dentro del catálogo del mismo distribuidor ajeno, que no son objeto de un informe público.

Es curioso observar que lo fácil de realizar o replicar este análisis sólo tiene equiparación con la desidia o desinterés del editor español normal, distri-buido por un ajeno, en controlar los precios reales a los que se venden sus libros en México. Si ya 25 puntos de diferencia machacan la posible com-petitividad de un libro, eso es sólo la media. Un 13% de los títulos tienen sus precios incrementados en más de 40%, en lo que sólo se puede califi-car de política de ordeño del prestigio de ese fondo editorial, limitando su expansión comercial a favor de beneficios inmediatos para el distribuidor.

Este análisis no se ve contaminado por los libros editados por un gru-po español en el propio México con ISBN mexicano. Esos libros, como los editados por las editoriales mexicanas, suelen tener precios todavía más competitivos y son contra los que compiten los libros importados españoles pero ese análisis requeriría una comparación más cuidadosa al poder tener contenidos o calidades distintas.

En consecuencia, una política esencial para aumentar la exportación del libro español es conseguir que tengan precios reales más bajos en los mercados, usando redes y distribuidores más eficaces. Esos precios no deben ser en ningún caso superiores a los que implanta un competidor integrado y para ello deben buscarse fórmulas imaginativas, muy dis-tintas de las actuales, para lograr esa sinergia de intereses entre editor español e importador-distribuidor mexicano.

Isabel Mercedes, jefa de exportación de Editorial Ra-Ma

Raúl López, Director financiero de LID Editorial

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Como lo comenté párrafos arriba, el reglamento de los artículos que se re-fieren al precio de los libros establece que: el precio de los libros debe ser único durante los primeros 18 meses de vida del libro. Los editores e im-portadores son los responsables de fijar el precio de venta, y son también quienes deben registrar en el SPL (Sistema de Precio de los Libros), el pre-cio al que se debe vender en todo el territorio nacional. Es el CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) quien tiene bajo su cuidado dicho sistema.

Al no ser punitivas ni la ley ni el reglamento quienes tienen la anuencia para registrar los precios lo harán cuando lo deseen o incluso podrán no hacer-lo, sin reprimenda o sanción. Quien decida registrar el precio de sus títulos puede, también, cambiarlo sin dar ninguna explicación, antes de los 18 meses de los cuales habla la ley.

La vigencia del precio único se mide a partir del colofón de cada libro, por lo que las librerías podrán vender a menor precio una primera impresión y tendrá que vender al precio fijado en el SPL, si la reimpresión es anterior a los 18 meses. Esto en el tiempo generara confusiones y disgustos.

De cara a la publicación del reglamento de la ley del precio único, muchas editoriales y distribuidoras han disminuido los descuentos que le otorga-ban a sus clientes, de tal suerte que los descuentos mayores a 50% han ido desapareciendo, no sin malestar de muchos libreros; se han generado fricciones que han provocado que algún librero decida retirar de sus ana-queles los libros de editoriales con las que no llega a un acuerdo. Por fortu-na para los actores de estos acontecimientos y sus consumidores, esto ha sido por breves espacios de tiempo. Hay libreros muy importantes que se han pronunciado en contra del precio único desde la publicación de la ley, en 2008, e incluso han tomado acciones para no someterse a la misma.

Se podría pensar que al bajar los descuentos a los libreros, los precios de venta podrían bajar o, por lo menos, no subir. Lo que ha sucedido realmente ha sido un aumento natural de los precios.

Libreros importantes se han expresado diciendo que a partir de la aplica-ción del precio único se han reducido las unidades que venden, aunque los importes se mantienen y que, a largo plazo, sufrirán disminuciones en sus resultados económicos. Veo que es un problema que más ejemplares se queden en los anaqueles de las librerías debido a que los consumidores comprarán menos ejemplares que los que antes de la ley podrían comprar por la misma cantidad de dinero.

A continuación reproduzco algunas de las preocupaciones que escuché en LIBER 2010.

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«Está teniendo un efecto absolutamente demoledor sobre el comercio del libro en México».

Mi respuesta es que no, que no hay tal efecto. Grandes cadenas de librerías están en este momento abriendo nuevas sucursales, a pesar de pronunciar-se inconformes con la ley.

«Subidas escandalosas de precios».

No. Si bien algunas empresas han incrementado los precios de sus libros lo han hecho dentro de los parámetros normales en México.

«Alejamiento de los jóvenes de las librerías».

Mi percepción personal, y que comparten conmigo los vendedores de piso de muchas librerías es que actualmente los jóvenes están leyendo más y, por lo tanto, comprando más libros que antes. Es notorio en sus estadísticas un crecimiento constante en las ventas de libros para jóvenes y niños. Será con-veniente confirmarlo con las estadísticas que se publiquen en 2011 y 2012.

«Carencia de libros a bajo precio».

No. En los últimos años han aparecido no menos de diez editoriales. Leyen-da, Época, Tomo son algunos ejemplos que ofrecen amplios catálogos de libros con precios por debajo de la media. Esto atrae a otras editoriales a producir obras que compitan en precio con estas nuevas propuestas.

«Descuentos de 50% a las cadenas de librerías».

Al contrario. Muchas editoriales han negociado y logrado bajar sus des-cuentos. Están en vías de desaparecer los descuentos mayores a 45% en los catálogos activos; seguirán ofreciéndose descuentos, incluso por arriba de 50%, pero será para vender catálogos obsoletos o saldos.

En suma, mis conclusiones son:

El mercado mexicano del libro no es ajeno a los problemas económicos mundiales y locales, pero no está detenido ni en bancarrota.

Se adecuará a las nuevas normas, muy lentamente desde muchos puntos de vista, pero se adecuará.

La Ley de Fomento a la Lectura y el Libro sufrirá muchos ajustes; uno urgen-te, será la concentración de todos los actores en un solo tratamiento fiscal.

Si hacemos caso a la experiencia de librerías con mucho éxito, como Porrúa,

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Gandhi, Sótano, Gonvill, Libro Club y Casa del Libro, que están apostando a la apertura de nuevas sucursales en lugares donde no había librerías de gran oferta, estaremos en el camino correcto para desarrollar el mercado del libro.

También es importante tomar en cuenta la apuesta que hacen editoriales es-pañolas exportando libros que se venderán en México por debajo del precio en España, o por mucho al mismo precio, buscando de esta manera vender más unidades.

Empresas distribuidoras como Omniprom y otras más, han sembrado esta semilla que dará frutos al mediano plazo.

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06La librería en la era de la turbulencia

Alejandro Ramírez

1. Introducción

Los años 2009 y 2010 han sido escenarios de una transformación importan-te en la forma de comercialización y distribución del libro en México. La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, su promulgación y la de su reglamen-to, así como de los lineamientos para el registro del precio único de venta al público fueron los detonadores de un profundo cambio en las viejas prác-ticas de comercialización del libro al menudeo. La estrategia, no siempre eficaz, de ofrecer un precio bajo ya no podrá ser la principal herramienta de las librerías para incentivar la visita a sus locales y, desde luego, la compra de algún libro. Dejó de ser aplicable por la sencilla razón de que el precio de las novedades y por lo tanto el de los libros de moda y de los súper ventas será igual en todos los puntos de venta. Se esté o no de acuerdo con la ley y toda su caudal legal, la industria del libro se tiene que someter a lo que ella establece. Por si fuera poco la aparición del libro electrónico también ha provocado preocupación en el gremio librero.

Los dos hechos mencionados constituyen, desde la perspectiva de los li-breros, problemas cuyas soluciones todavía no tienen claras. Con todo y ser dos problemas reales que no se pueden ni deben soslayar me parece, sin embargo, que el comercio del libro y, desde luego, las librerías como su más ortodoxa manifestación, enfrentan problemas estructurales quizás más ur-gentes de atender, problemas que tienen su origen en la propia concepción de lo que constituye el negocio de comercializar libros.

La mayoría de quienes invierten o colaboran en una librería la conciben como un negocio de compraventa de libros, percepción hasta cierto punto lógica, sin embargo, son pocos los que caen en la cuenta que una librería, al igual que muchos otros tipos de tiendas de venta al menudeo son, esen-cialmente, centros de servicio en los que se vincula un cierto producto con

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el público interesado en él y que, en el caso de las librerías, el tradicional soporte de papel impreso y encuadernado para los contenidos puede ser sustituido por otro u otros soportes más de acuerdo con la tecnología exis-tente o con la propia naturaleza de este último.

A continuación haremos una revisión de estos asuntos y comentaremos, desde nuestra perspectiva, hacia dónde podrían derivar los esfuerzos de quienes integran la cadena de comercialización del libro.

2. Problemática librera

Los libreros enfrentan en su actividad profesional una amplia variedad de situaciones que se derivan de sus relaciones tanto con clientes como con proveedores. Y, como apuntábamos antes, la visión que tiene el librero de qué es su negocio matiza todas sus demás decisiones y acciones.

2.1. ¿Qué es una librería?

En las librerías, como en cualquier negocio, la misión y la visión que se tenga de él determinarán los objetivos, la estrategia y las acciones a seguir. En este sentido existen, obviamente, diferentes enfoques, matizados por lo que cada cual se imagina debe ser un negocio librero. Las más de las veces existe una percepción que calificaré de romántica y que le otorga a la librería la categoría de recinto cultural, sede y albergue de lo más profundo del pen-samiento humano; si bien esto puede ser cierto en alguna medida, lo que no se debe olvidar es que es ante todo un negocio y que sólo sobrevivirá en la medida que sea rentable y competitivo. Esto se logrará al satisfacer de la mejor manera las necesidades y deseos del comprador de libros, del cliente.

Como antes se mencionó, de todos los enfoques que se puedan tener de una librería, quizá el que ofrece mayores posibilidades de conducirla al éxito es el de visualizarla como un negocio de servicio más que como un negocio de compraventa. El papel del librero es servir como puente entre los generadores de contenidos, con independencia del soporte o formato en que se ofrezcan, y con el consumidor de esos contenidos. Esta perspectiva permite contem-plar con mayor amplitud la oferta que encontrará el cliente cuando visite la librería. Con frecuencia son los servicios complementarios o secundarios los que determinan la decisión de visitar una librería y no otra. Servicios como es-tacionamiento, programas de fidelidad, presentaciones de libros, ser atendido por un librero profesional, etcétera. En fin, servicios que constituyan un valor agregado serán auxiliares para mejorar el desempeño comercial de la librería. Frente a la modernidad y a las diferentes opciones que la tecnología ofrece al consumidor, los libreros deben lanzar más que un S.O.S. un S.E.S. es decir un

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buen Surtido, una adecuada Exhibición y un excelente Servicio. El cliente de la librería sólo intercambiará su dinero por el producto que le ofrecemos cuando considere que el valor de éste sea superior al costo del mismo, y no podemos olvidar que los costos en ocasiones son intangibles; comodidad, cercanía, etcétera, son elementos que contribuyen a incrementar el valor de los libros que se tienen en el estante o en la góndola.

Los problemas

Mencionábamos que la ley del libro y la aparición del libro electrónico, si bien son los más visibles, no son los únicos temas que aquejan a los libreros en México. Tanto el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) como la Cámara Nacional de la Industria Edi-torial Mexicana (CANIEM) en diferentes documentos ofrecen los resultados de varias encuestas. Mencionan entre otros los siguientes:

Cuadro 6.1. Principales problemas que afectan a las librerías y su naturaleza

Como se observa, para tener un mejor panorama hemos clasificado los pro-blemas en endógenos y exógenos; esto es necesario porque los problemas que nacen al interior de las librerías pueden ser resueltos mucho más fácil-mente que aquéllos que se derivan del entorno; desde luego hay situaciones en las que los libreros son corresponsables con este último. Resolver cada

Problema Endógeno Exógeno

Falta de formación y capacitación para los empleados de librería

X X

Falta de tecnología adecuada o tecnologíaobsoleta para gestión

X

Falta de locales adecuados XEscasez de capital de trabajo y créditos XRelación con las editoriales. Temas principales devoluciones y crédito. X X

Competencia con otro tipo de puntos de venta. XCompetencia de las editoriales a través de la venta directa (particularmente venta a escuelas y colegios). X

Competencia del sector informal y piratería (si bien este punto afecta principalmente a las editoriales, las librerías también sufren por la competencia desleal que genera).

X

Concentración de los puntos de venta en las grandes ciudades. X X

Comercialización a través de Internet. XInadecuada gestión de inventarios. XEscasa publicidad y comunicación o muy orientada a los pocos best-sellers. X

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uno de éstos problemas exige autocrítica, esfuerzo, con frecuencia realizar una inversión de algún tipo y, desde luego, diseñar una estrategia de colabora-ción con sus principales socios, los editores.

La mayoría de los problemas endógenos tiene que ver muchas veces, con la posposición de una decisión o con una visión perversa del problema; con esto quiero decir que el problema se ha enfocado bajo premisas erróneas o sólo se observan los efectos, pero no las causas.

No tener empleados capacitados es frecuentemente el resultado de una po-bre política de desarrollo del capital humano de la librería. Por otra parte, en nuestro país no existe educación formal sobre el trabajo librero, ni en el nivel técnico y, mucho menos, en el profesional. Son pocas las librerías que poseen un programa de formación y capacitación de su personal. Actualmente sólo el Instituto de Desarrollo Profesional para Libreros, S.C. (INDELI) es la única instancia que se encuentra desarrollando programas de formación para los diferentes puestos y actividades que pueden existir en las librerías.

Como se ve en el cuadro 6.1, la falta de tecnología aplicada a la gestión librera es otro problema importante. Con frecuencia el librero olvida, desde que inicia su negocio, que requerirá una serie de apoyos tecnológicos que le permitan controlar variables clave de su empresa, el control de inventario, contabilidad, nómina, control de devoluciones, etcétera. Al no considerar esta necesidad se le complica la gestión, lo que en última instancia conduce a toma de decisiones inadecuadas.

La comercialización a través de Internet ya no es opcional. Los diversos ne-gocios dedicados a la venta al detalle requieren de ampliar su base de clien-tes y mantener una relación estrecha con ellos. Las ventajas de mantener una tienda virtual que genera ingresos reales son muchas como para desde-ñar su creación sólo porque no se entiende qué es eso de vender por la red. En ese orden de ideas se debe enfrentar el tema de la comercialización de libros electrónicos; éstos encuentran su espacio natural de distribución pre-cisamente en Internet. Desde este punto de vista, me parece que de lo que estamos hablando es más de un problema de logística que de un problema de soporte de contenidos. Lo que los libreros deben encontrar es cómo in-corporarse a la cadena de distribución de los libros en soporte electrónico, y es claro por lo que nos han mostrado empresas como Amazon, sobre todo, y Barnes & Noble que éste cómo pasa ineludiblemente por Internet. Ampliar el espectro de productos a ofrecer se vuelve un imperativo y más vale que el librero del siglo XXI aprenda a comercializar productos del siglo XXI y a usar los recursos tecnológicos disponibles.

La gestión de inventarios es, desde luego, uno de los temas más importantes. Aquí tenemos dos objetivos antagónicos; por un lado, la necesidad de tener

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una alta rotación de inventario: el libro que no se mueve es una pesada carga financiera para la librería, sin contar el deterioro natural que sufre por estar expuesto a la manipulación constante de la que es objeto; por lo tanto, es im-portante tener sólo producto que sea buscado por los clientes, aunque ya sa-bemos que tener certeza sobre la venta de un título en particular es algo que requiere no tecnología sino de una bola de cristal y de talentos adivinatorios. Por otro, todos los libreros deseamos satisfacer a todos nuestros clientes; sin embargo, el volumen de la oferta editorial sobrepasa por mucho la capacidad de exhibición de cualquier librería o cadena de librerías y como apuntábamos antes, es imposible saber qué se venderá o qué no y en qué volumen, así que la probabilidad de que un cliente no encuentre lo que busca cuando visita una librería es enorme. Esta situación provoca angustia y preocupación en el librero porque ha dejado de vender y en el cliente frustración y enojo porque su necesidad, de momento, no ha sido satisfecha. La gestión de inventarios es la ciencia y casi arte de surtir a la librería de aquellos títulos que tengan la más alta probabilidad de venderse en un tiempo razonable, atender puntual-mente el resurtido, y además administrar de la mejor manera las devoluciones de aquello tomado en consignación.

Los problemas exógenos son, principalmente, de dos tipos. Aquéllos que tienen que ver con la relación que los libreros tienen con sus proveedores y aquéllos que se derivan de las circunstancias socioeconómicas que afectan al país de manera general.

Los problemas entre editores y libreros nacen, la mayoría de las veces, con la visión que tienen unos y otros de su contraparte. La perspectiva generali-zada es que se trata de un mal necesario, sin darse cuenta que la relación va más allá de la de cliente-proveedor y que, en realidad se tiene una relación de socio estratégico y que el éxito de uno contribuye al del otro.

Uno de los más ingentes puntos de fricción lo constituye la comercialización directa que realizan algunas editoriales, principalmente las dedicadas a la edi-ción de libros de texto, que se saltan el último eslabón de la cadena de co-mercialización para ofrecer de manera directa sus libros a los consumidores finales. Esta práctica le resta a las librerías la oportunidad de vender y compe-tir en igualdad de condiciones e incide de manera importante en las ventas del sector; no podemos soslayar que el libro de texto constituye la porción más robusta del mercado del libro en nuestro país. Las editoriales aprovecharían mejor sus recursos y la cadena de distribución ya establecida dejando que sean los libreros quienes lleven el producto a sus consumidores finales.

El sector informal gravita, como en todos los otros órdenes de la vida eco-nómica de México, en el del comercio del libro. La competencia desleal que representa la venta de libros en puestos instalados sobre la acera, sin costos de ninguna especie y sin carga fiscal, afecta a editoriales y librerías por igual

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ya que, con frecuencia, esa oferta está constituida por ediciones piratas o por ejemplares robados tanto de las librerías como de los almacenes de las casas editoras. En este sentido, editores y libreros deben actuar coordinadamente con las autoridades a fin de denunciar esta práctica comercial, no sólo desleal como ya se mencionó, sino ilegal las más de las veces.

Para continuar con el tema de la competencia se tendría que considerar la constituida por otro tipo de comercios legales que, sin ser librerías, incluyen en su oferta comercial al libro; es el caso de los súper e hipermercados y de algunas tiendas departamentales. Este tipo de competencias puede ser muy importante en el rubro de los libros muy vendidos o best sellers, parti-cularmente debido al número de puntos de venta que poseen, si bien por el tipo de productos que suelen ofrecer dejan amplios espacios de mercado a las librerías.

La comercialización del libro, como antes apuntábamos, no deja de ser una actividad comercial que requiere de un enfoque mercadológico más allá del halo de romanticismo y cultura que lo rodea. Y, como en todo negocio, resul-tan sin duda importantes protagonistas la publicidad y la comunicación con el consumidor. Las librerías dependen en este sentido de la promoción que las editoriales hagan de sus publicaciones: generalmente estos esfuerzos publi-citarios se orientan a las novedades; sin embargo, al observar los estantes de las librerías nos damos cuenta que el volumen de la oferta exhibida corres-ponde en un gran porcentaje a obras con meses o años de haber sido lanza-das al mercado y sobre éstas no suele haber campañas que las revitalicen. La consecuencia de esto es que los espacios de las librerías se van llenando de títulos sin venta hasta parecer bibliotecas. Por otro lado, son pocas las libre-rías que intentan establecer con sus clientes una campaña de comunicación larga, constante y coherente: En este sentido, la cadena de Librerías Gandhi es realmente ejemplar; incluso sus campañas cuentan con seguidores y en varios cursos de posgrado de negocios se estudian como casos-ejemplos de campañas eficaces y con un alto grado de recordación.

Un problema que incide, no sólo en las librerías sino en todo el ámbito de los ne-gocios, es la falta de créditos y financiamiento: resulta imposible proponer una solución, dada la actual situación económica y financiera del país y del mundo; sin embargo, existen esquemas de desarrollo de negocios que pueden resultar útiles para enfrentar la situación. Un ejemplo lo constituyen las franquicias o las alianzas con concesión de administración, un modelo que EDUCAL anunció en el XVI Congreso de Libreros, celebrado en marzo de 2010.

Afirmar que en los estantes y góndolas de las librerías no cabe más que lo que cabe es, sin duda, una perogrullada, pero con este comentario lo que interesa poner de relieve es que la capacidad de exhibición de las librerías es rebasada por mucho por la oferta editorial. Cuando un potencial clien-

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te visita una librería, las probabilidades de que salga insatisfecho son muy altas. La amplitud de oferta dificulta mantener actualizado el inventario, a la vez que dedicar espacio a ediciones no recientes. Un problema que va de la mano con el anterior es que muchos títulos son de vigencia comercial efímera lo que obliga a una extremada prudencia al momento de solicitar los títulos a las editoriales.

El tema de los espacios adecuados para montar una librería tiene que ver también con la capacidad de adecuación y/o adaptación de lo disponible; sin embargo, no se puede olvidar que un viejo aforismo del comercio al de-talle dice que las tres cosas más importantes de un negocio que pretenda vender algo es primero ubicación, después ubicación y al final ubicación.

3. Hacia qué rumbos navegar

Es claro que no existen panaceas ni soluciones universales. Las librerías, como cualquier otro negocio, no pueden, bajo riesgo de fracaso, eludir la tarea de la planeación estratégica, ni el análisis de las variables internas y externas que les permitan, en primera instancia, sobrevivir y después alcan-zar alguna ventaja competitiva.

Resulta necesaria la profesionalización del personal que colabora en las li-brerías en todos los niveles de ocupación y jerárquicos, sea cual sea el rol que desempeñe. Desde el inversionista que se lanza, por amor a los libros, a la fundación de una empresa librera, hasta el empleado de piso que cons-tituye el interlocutor directo con el potencial cliente se deben preparar para ofrecer el mejor servicio posible.

Una práctica frecuente y productiva como el empleo de consultores y ase-sores en otros ámbitos de negocio brilla por su ausencia en el librero. Esto ocurre, en parte, por la soberbia del librero y, en parte, por no entender qué puede hacer un consultor por el negocio. El consultor no le va a enseñar al librero sobre libros; en lo que le va a ayudar es en tener mejores prácticas administrativas, a identificar sus procesos clave, a diseñar los procedimien-tos más adecuados a sus necesidades y a elegir la tecnología más eficaz.

En 20091 se identificaron un total de 1,441 librerías en México. De éstas, 574 se registraron como matrices y 867 como sucursales. Como suele suceder, la mayor concentración de librerías se ha dado en las entidades con un ma-yor desarrollo económico:2 Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Veracruz, Guanajuato, Baja California, Chihuahua, Puebla, Querétaro y el Distrito Fede-ral; en esta última entidad se concentra 38% de las librerías del país. El 29% de las librerías se encuentra en ciudades con menor población. Los estados con menos librerías son: Tlaxcala (3) y Colima (3). Al revisar comparativamen-

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te la relación librerías-población los números no son mejores:3 Mientras que en España existe una librería por cada 12 mil habitantes; en Costa Rica, una librería por cada 27 mil; en Argentina, una por cada 15 mil; en México existe un local comercial que vende libros por cada 72 mil.

Lo que nos dicen estas frías cifras es que para un país de más de cien millo-nes de habitantes existe una enorme necesidad y oportunidad de mercado para nuevos puntos de venta de libros. La pregunta de por qué no hay más tiene su respuesta en la mayoría de los puntos que antes hemos tratado y en algunos otros de más largo alcance, desde la centralización de los lu-gares de producción editorial en la capital del país, situación que encarece mover los libros a otro lugar, la concentración de universidades y centros de estudio de nivel superior en las mismas localidades, hasta la situación fiscal del libro. Sobre este último punto mucho se podría discutir, pero la única solución que ayudaría a los libreros o a quien quisiese invertir en una nueva librería sería la de tasar al libro con IVA tasa cero. Esta sería la mejor manera que tendría el librero en repercutir el impuesto que tiene que cubrir en muchos de los costos en los que se incurre en la apertura y operación de una librería y que ahora absorbe.

En la reciente conferencia Techonomy (Lake Tahoe, agosto 2010) Nicholas Negroponte, el académico e inversionista –impulsor del proyecto de com-putadoras de bajo costo para los países menos desarrollados– anunciaba fatídicamente la muerte del libro físico, y precisaba que se estaba refiriendo a la sustitución del libro impreso por el digital. Por otra parte, Umberto Eco y Jean-Claude Carrière recién publican el volumen Nadie acabará con los libros (Editorial Lumen). En el título en cuestión, Eco y Carrière discuten y diseccionan el estado actual del libro; una sola frase pudiera ser la conclu-sión de la visión de estos autores: «…el libro es como la cuchara, el marti-llo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor». Desde mi punto de vista la existencia y comercialización del libro electrónico –e-book– no significa un inmediato desplazamiento del libro en formato papel –pbook– en nuestro país, si bien Phillip Kotler4 menciona en su reciente título Caótica que el libro electrónico es una de esas innovaciones perturbadoras que cambian el mercado en el que inciden. Las razones son claras para que aún no se dé este desplazamiento; por una parte el libro electrónico requiere de un dispositivo lector, cuyo costo actual en México lo pone fuera del alcance de la mayoría de la población; requiere también de un amplio catálogo de libros en español y, por supuesto, la estructura de un aparato de distribución del que no se dispone por el momento. El con-sumo del libro electrónico depende en alto grado del acceso a Internet por parte de los potenciales consumidores, así como de una cultura de compra remota. Todas estas condiciones aún no las tenemos, al menos para tener un alcance masivo. Esto, sin embargo, no quiere decir que se ignore el fenó-meno. Todo lo contrario. Lo que se puede concluir de esta situación es que

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aún se dispone de tiempo para preparar los mecanismos de distribución y comercialización del libro electrónico. Los editores en nuestra lengua ten-drán que ofrecer un mayor catálogo de publicaciones en soporte electrónico y, algo que es responsabilidad de generadores de contenidos y distribuidores: desarrollar el medio ambiente adecuado para la convivencia de los soportes existentes del libro y los que en un futuro se desarrollen; medio ambiente que necesariamente debe involucrar la alianza con los negocios libreros y la propuesta de mecanismos innovadores de venta de libros electrónicos en las librerías.

Finalmente me parece insoslayable que se profundice en temas que pare-cieran restringidos a otro tipo de negocios, pero a los cuales los libreros no podemos darnos el lujo de permanecer ajenos. La aplicación de los méto-dos y técnicas de la antropología social para el estudio de los hábitos de consumo, la motivación de compra y el neuromarketing, son disciplinas a las que nos debemos acercar. Ya hemos tenido algunos esfuerzos en este sentido; Brunetti et al5 nos ofrecen una primera aproximación a las diferentes razones por las que se puede desear adquirir un libro y por qué elegir tal o cual librería; en todo caso el principio rector de la mercadotecnia permanece válido: un producto se vende porque satisface una necesidad o deseo, real o percibido. Sin estar dedicado al mercado del libro, otra lectura sumamente orientadora es la obra de Paco Underhill6, en la que podemos encontrar las bases de la moderna ciencia que estudia cómo se comporta un consumidor. Los estudios realizados por este autor serían de ayuda hasta para el diseño de las librerías; sin embargo, pocos son los libreros que tienen acercamien-tos a este tipo de investigaciones.

4. Conclusiones

Las librerías deben transformarse y pasar de ser tiendas de libros a cen-tros de servicio, su personal debe profesionalizarse y entender el rol de asesor y consultor frente al desconocimiento o indecisión del cliente. Desde luego, es necesario que los negocios libreros se conviertan en usuarios de las modernas tecnologías informáticas y que revisen sus pro-cesos y procedimientos.

Como todos los sectores comerciales, el del libro también enfrenta una enor-me dinámica caracterizada por las innovaciones de soporte tecnológico digi-tal. La comercialización a través de Internet se ha vuelto una opción cada vez más rentable para los que se atreven a incursionar en ella. El libro electrónico llegó para quedarse y, sin duda, cada vez más incidirá en el mercado del libro. Las librerías bien harían en repasar sus actuales estrategias de negocio y pre-pararse para manejar ésta y cualquier otra forma que adopte el libro.

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Las bondades de la reciente ley del libro todavía están por verse y, a pesar de que tiene varios huecos y debilidades, el sector librero por fin cuenta con un instrumento jurídico que pretende regular la comercialización del libro. No debería transcurrir mucho tiempo sin que todos los involucrados pro-pongan una revisión tendiente a subsanar las deficiencias que la ley tiene actualmente.

Un país con la extensión territorial y la población de México debería ofrecer una buena oportunidad para el negocio del libro; sin embargo, las mismas deficiencias estructurales que afectan a otros sectores económicos también afligen al del libro y dificultan la inversión para nuevas librerías y la sobrevi-vencia de las existentes. Una medida como la de ubicar al libro en la tasa cero del IVA, en lugar de considerarlo exento, tendría efectos muy positivos en las finanzas de los negocios libreros.

Es necesario e impostergable cambiar la visión de antagonismo que muchos editores y libreros aún tienen. Considerarse eslabones de una misma cade-na no sólo es una metáfora, es una realidad que al asumirse puede conducir a un sector más sano y próspero.

1 Informe estadístico de librerías y pun-tos de comercialización de libros, 2009, México: Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM).

2 AHMED, A., 2010, «La relación editorial-librería y el panorama actual del merca-do librero», Diplomado Los procesos en la edición de libros, México: CANIEM – UNAM.

3 AHMED, A., Op cit.

4 KOTLER, P., 2010, Caótica, Bogotá: Grupo Editorial Norma.

5 BRUNETTI, COLLESEI, VESCOVI y SÒSTERO, 2004, La librería como nego-cio. Economía y administración, México: Libraria, S.A. de C.V. – Fondo de Cultura Económica.

6 UNDERHILL, P., 1999, Why We Buy. The Science of Shopping, EE.UU.: Simon & Schuster Paperbacks.

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07Apuntes sobre la promoción editorial en México

Bertha Inés Herrerías Franco

Hablar de la promoción del libro suele ser una empresa apasionante, com-pleja e interminable, a semejanza del propio asunto que trata.

Por lo tanto, no es, no podría ser, afán de este texto presentar una descripción completa de la situación de la promoción editorial en México ni un recuento exhaustivo de las políticas y acciones emprendidas para promocionar el libro en nuestro país. Se trata, eso sí, de presentar un panorama general de las circunstancias actuales de esta actividad, sus desafíos y una visión de futuro.

Para partir de una base que nos sea común a quienes participemos de es-tos conceptos, es necesario precisar el asunto del que hablamos; podría parecer obvio que tenemos una base compartida y que al decir «promoción editorial» estamos suficientemente entendidos de lo que hablamos. Pero no necesariamente es así, puesto que, a veces, los mismos términos nos con-funden en lugar de aclarar.

Aquí, al hablar de promoción editorial lo hacemos en el sentido comunica-cional, no meramente comercial del término. Es la promoción en tanto que acción de presentar, dar a conocer, difundir, proyectar el libro, mientras que para la mercadotecnia, la promoción sería la definición de una oferta, de una ac-ción concreta que propone incentivos de corto plazo a los consumidores, a fin de incrementar las ventas de la obra. Pudieran parecer lo mismo, pero no lo son. La promoción editorial podría, por ejemplo, comprender la entrevista con un autor en un diario, mientras que la promoción comercial del mismo buscaría la rebaja en el precio del libro, el paqueteo y una serie de fórmulas que incrementaran sus ventas de inmediato, a cambio de un beneficio con-creto. Por ejemplo, en una feria del libro, la decisión de estar presente es una determinación de promoción editorial; las ofertas que se presenten en ella serán de promoción comercial. Los dos términos persiguen lo mismo, pero se refieren a ámbitos distintos. La promoción editorial, a la que aquí hace-mos referencia abarca a la comercial y la comprende dentro de un proceso

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de más largo aliento. Es el esfuerzo por dar a conocer un libro y que éste sea percibido favorablemente. Una tarea monumental.

Para agosto de 2010 se calcula que, en el mundo, hay unos seiscientos millones de títulos editoriales en existencia, de los cuales están vivos unos cientro treinta millones, es decir, que hoy están asequibles y en circulación; 129,864,880 títulos, para ser más precisos.1

Si fuésemos capaces de leer uno de ellos cada minuto, durante las 24 horas del día, los 365 días del año, necesitaríamos casi 250 años para terminarlos; eso sin contar los que se producen en este preciso momento. Y tomando en cuenta, única y exclusivamente, los libros impresos. Aún así, hay quien dice que no hay nada que leer.

«Los demasiados libros» de los que hablaba Gabriel Zaid, en efecto, son de-masiados, y se sienten más cuando se trata de promoverlos. Claro que no todos están en español ni al alcance; pero, de cualquiera forma, hablamos de cifras millonarias para cada ámbito. Aunque no hay un consenso sobre el número de títulos publicado cada año en español (se calcula que solamente en España se editan unos sesenta mil títulos al año; para México hay una gran nebulosa en los datos), cualquiera de las cifras que se manejen es fabulosa.

¿Cómo hacer notar un título entre tantos? ¿Cómo destacar a un autor? ¿Cómo ganar un espacio que tantos pelean? Éstas y muchas, muchas otras, son las preguntas de la promoción en el día a día. Es fácil percibir lo arduo de la tarea de promover cada obra.

En alguna ocasión en la que hojeaba las obras en la mesa de novedades de una librería, se me acercó una persona para ponderar los valores del libro que tenía en las manos; era un libro de coyuntura política. Me convenció y, después de que lo compré, se me acercó a ofrecerme firmarlo pues ¡era el autor! A su manera, y de forma eficaz, hacía su propia labor de promoción. En nuestro medio, el que escribe un libro puede ser un artista o un sabio, pero si además lo sabe vender, es un genio.

El camino que tiene que recorrer un texto desde que sale de la mente de su autor hasta que llega a manos del lector, es uno de los más ricos y azaro-sos que se pueda concebir. No hay un trayecto igual a otro y en él conflu-yen tal cantidad de elementos, motivaciones y circunstancias que resulta casi casual o milagroso que se complete el ciclo. Por ejemplo, Harry Potter y la piedra filosofal, El Código Da Vinci, Los hombres que no amaban a las mujeres o Crepúsculo no tuvieron un arranque editorial particularmente favorecedor, ni nacieron bajo una estrategia publicitaria excepcional, pero han completado su camino.

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Esa ruta será siempre un misterio; sin embargo, a lo largo de ella hay una se-rie de luces, producto del conocimiento y la experiencia, que permiten una travesía más segura. Por ahora, en función de este texto, dejemos la fase creativa en manos de los autores; en lo que toca a la parte profesional, la de la industria, es un proceso en el que participan un gran número de elementos, técnicas, funciones, procedimientos; todos necesarios. La promoción es uno de ellos; una función clave para que el libro complete su recorrido ideal.

En un universo lleno de libros, sobresaturado de ofertas editoriales, se cuen-tan por miles, tal vez decenas de miles, los libros que duermen, se desgastan y mueren en los almacenes de las librerías o en los depósitos de los editoria-les, sin haber logrado jamás una venta. Quien no tenga un equipo de promoción profesional y un trabajo de difusión eficaz para sus obras difícilmente será reconocido, lo que equivale a decir que con trabajos podrá sobrevivir pues sus libros se quedarán en el camino.

Pro-mover es moverse antes; es prepararle el camino al libro, para que sea bien recibido y avance sin obstáculos.

Aunque la promoción editorial es una función crítica en la consecución de los fines comerciales del libro y, por lo tanto, de la empresa editorial, no es una labor estricta de venta. La promoción trabaja para que la venta se dé en las mejores condiciones, propicia el mayor conocimiento, la mejor situación para la venta y, donde no hay esas condiciones, trata de crearlas, pero no es la labor directa de venta; un libro puede estar estupendamente promociona-do: conocido, presentado, comentado, con buena crítica y no vender. Por lo tanto, los parámetros de evaluación y juicio de la promoción editorial deben ser otros que los meros resultados comerciales.

En el mundo editorial muchos lo entienden así y muchos no, pero el cam-po de la promoción editorial profesional, aquélla que requiere de cono-cimientos, investigación, técnicas, herramientas, relaciones, contactos, cada vez gana un mayor terreno, en México y en el extranjero. La cre-ciente relevancia de los departamentos de promoción en las editoriales así lo testimonia.

Los retos de la promoción son comunes en los diferentes mercados, pero la manera de enfrentarlos es distinta. Las condiciones de los mercados nor-teamericano o europeo, por ejemplo, son distintas entre sí y tienen todavía más diferencias con respecto a nuestra realidad. Es prácticamente imposible aplicar, con buenos resultados, una fórmula promocional común en todas las latitudes. Se hace necesaria siempre una adaptación al medio que permita reducir los márgenes de error y ampliar las posibilidades de éxito. A pesar de las condiciones que permite la globalización y una cierta tendencia a la uniformidad de los públicos, no es igual promocionar un libro en México que

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en España, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, etcétera, aunque seamos todos países de habla hispana. Cada mercado marca sus condiciones.

Tampoco es lo mismo promocionar un libro desde un gran grupo editorial que desde un sello independiente; la repercusión tampoco es igual según el medio de comunicación en el que aparezca. De tal manera, la promoción, siendo siempre la misma, adquiere perfiles diferenciales dependiendo de las características, definiciones y políticas de cada empresa; pero, sobre todo, de las circunstancias y condiciones de las sociedades en las que se mueve, fundamentalmente por dos elementos esenciales: los medios que utiliza y el mercado a quién van dirigidos.

Las condicionantes de la promoción editorial, por lo tanto, son de dos natu-ralezas: internas y externas. Las internas, definidas por las políticas de cada empresa y expresadas, principalmente, en los presupuestos asignados; y las externas, que tienen que ver con la relación con los medios, a través de los cuales se dan a conocer la marca (el sello) y los productos (los libros); y, desde luego, con el mercado potencial, al que se pretende llegar en las mejores condiciones para provocar una percepción favorable.

En cuanto a las primeras, las condicionantes internas, podríamos decir que todas las empresas editoriales, grandes o pequeñas, reconocen el valor y la importancia de la promoción editorial. La saben esencial para sus fines de conocimiento, comunicación, imagen, expansión y equilibrio comercial. El peso y la dirección que se le confiere dentro de la estructura depende de su esquema de negocio; para aquellas editoriales enfocadas directamente a la venta, la promoción tiene una función práctica ineludible, centrada en impul-sar la comercialización de un producto, el libro; para las editoriales que tienen una vocación comercial menos inmediata y más abierta, la promoción es una herramienta indispensable en la construcción de marca, el sello editorial. En ambos casos, la promoción ocupa una función estratégica en la empresa.

Con y sin dinero, hay una premisa básica para la promoción del libro: cono-cerlo. Un libro que no se conoce, no se puede promover adecuadamente. Cada libro es un mundo, es único y distinto; esto, que parece una perogru-llada, debe permear a cada casa editorial, más aún, al área de promoción. Hay algunas grandes editoriales que obligan a sus departamentos de co-municación a leer los libros que quieren promover, principalmente cuando se trata de textos de ficción; lo que los antiguos entendían como «conocer el percal».

Sin embargo, esto que pudiera parecer lógico y natural, no es una prácti-ca corriente en la industria. Por el contrario, lo que generalmente ocurre es que se promueve el libro sin conocerlo, «los envía-libros» de que se habla en el medio, que acaban por confundirse y confundir a quienes los reciben.

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Ese «conocer el percal» es una labor básica que facilita el trabajo de quien promueve, el editor, y de quien recibe el libro, el periodista, que requiere de mejores orientaciones para sus reseñas. El inmenso volumen de títulos, por lo regular, somete a editores y medios a una vorágine en la que se suele perder lo más importante, el libro, complicar el proceso y diluir la ocasión de pro-moción. Mientras el promotor mejor conozca la obra a promover, y mientras mejor la entienda el medio más posibilidades de éxito tendrá en la transmisión al público objetivo.

Las grandes editoriales, con una indiscutible experiencia, recomiendan seleccionar los títulos a promocionar. Hay quien afirma que no todos son promocionables y otros que, con mayor mesura, dicen que no todo es igual-mente promocionable. En cualquiera de los dos casos, cuando hay una producción constante, es necesario elegir y jerarquizar los títulos. Pero esto sólo puede darse a partir del conocimiento de cada título.

Dentro de la visión estratégica, la promoción, como decíamos, tiene como objetivo la presencia y posicionamiento del libro en la mente de los lec-tores potenciales. En la práctica, antes y ahora, se basa en la obtención de espacios, ya sea publicitarios o informativos, en los medios de comu-nicación masiva. Cuando se cuenta con un presupuesto asignado, esta promoción gira en torno a la publicidad; cuando no, el eje es una labor de relaciones públicas.

El modelo de promoción al uso, busca la compra de anuncios publicitarios en los mejores sitios y condiciones, y la consecución gratuita de referen-cias, inserciones, comentarios, entrevistas, o sea, cobertura mediática en los principales medios de comunicación, ya sea electrónicos o impresos.

Todas y cada una de las editoriales buscan los canales y oportunidades óptimos para dar a conocer sus novedades y los títulos de catálogo que consideran vigentes; sin embargo, lo hacen desde condiciones diversas, de acuerdo a las posibilidades, principalmente financieras, de cada cual.

-Por muchos años se pensó que pagando publicidad nos iba a ir muy bien; pero no fue así-, opina Abigaíl Garrido, directora comercial de Ediciones Urano México; explica que: - se pagó publicidad sin saber a qué le hacíamos publicidad y a qué no, y después vimos que eso no ayudaba a la venta -. Expone que más allá del dinero, se trata de conocer el producto y el público objetivo; pone el ejemplo de Editorial Paidós que, al no tener presupuesto para publicidad, desde hace años comenzó con fórmulas de mercadeo di-recto que le dieron buen resultado. Cuando Grupo Planeta la compró, se hicieron grandes inversiones en publicidad y no se reflejó en las ventas, por lo que se volvió al esquema anterior. -No se pueden lanzar tiros al aire -, opina, - y para la publicidad se necesita mucho dinero-.2

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Como es obvio suponer, los corporativos multinacionales, las grandes e, incluso, las medianas empresas editoriales, cuentan con un presupuesto asignado a los gastos de promoción, a veces definido por un porcentaje de su total de ventas, o por la importancia de la promoción dentro del plan empresarial estratégico, o bien, de acuerdo a la oportunidad de algún título.

Sus presupuestos anualizados les permiten contratar planes de publicidad ventajosos en los medios impresos. -Si tienes dinero te promocionas en don-de quieras-, dice Yeana González, coordinadora de Proyectos Especiales de Ediciones B México.3 Estos presupuestos, por lo general basados en porcen-tajes sobre ventas, son generados por los grandes éxitos comerciales; los libros de súper-ventas son los que generan recursos para promover a los de-más. Así podemos ver, de vez en vez, inserciones publicitarias en periódicos y revistas con novedades editoriales, excepcionalmente a plana completa. La mayor parte de las ocasiones, esa inserción se interpreta como una inversión directa: se intuye que una obra, o un autor, tienen posibilidades de convertirse en un best-seller y se hace la apuesta de inversión por ella. El diseño del plan de medios, en estos casos, se enfoca en los diarios de circulación nacional, para alcanzar una mayor cobertura; sin embargo, por lo general, cuando no hay esta intuición de un éxito posible, se dirige hacia medios especializados y atiende a públicos específicos (revistas temáticas, secciones dirigidas, etcé-tera) con la finalidad de hacer más rentable y fructífera la inversión.

Hasta 2009, antes de la crisis financiera global podíamos encontrar con re-lativa frecuencia, anuncios de cuando menos tres de las grandes casas editoriales que operan en México: Planeta, Random House-Mondadori y Santillana. Tanto en periódicos como en revistas se podían ver sus insercio-nes publicitarias, alguna a plana completa, a un promedio de ciento ochenta mil pesos. Sin embargo, a raíz de la crisis eso también cambió, y ahora aquellos anuncios han desaparecido casi por completo.

Ninguno de los corporativos multinacionales, ni las grandes empresas edi-toriales mexicanas cuentan con un presupuesto que sustente su exposición continua en medios electrónicos, ya sea la televisión o la radio. Los montos tarifarios por publicidad de canales, cadenas y estaciones resultan inac-cesibles para los editores; la televisión está fuera de sus parámetros y en la radio, por ejemplo, cuatro inserciones durante un mes (una por semana) para presentar un libro, en uno de los noticieros punteros en México, cuesta más de un millón y medios de pesos; no hay editorial que los pague. Algo similar acontece con los libreros, los distribuidores y, no se diga con los autores, por lo que, a nivel publicitario, los libros no existen en los medios electrónicos mexicanos.

Como en otras latitudes, algunas de las editoriales destinan parte de su presupuesto a las campañas de punto de venta, por lo que diseñan y pro-

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ducen materiales de exhibición y promocionales, organizan conferencias de autores o hacen presentaciones públicas; charlas masivas, carruseles de entrevista, o bien lo dirigen a funciones de relaciones públicas, con las que se buscan acercamientos con periodistas, reporteros, jefes de sección, edi-tores o directores de medios, con el fin de sensibilizarlos hacia la conveniencia de otorgar espacios a sus libros. Por lo regular, esta inversión es a costa del pago de inserciones publicitarias.

Para promover el libro en los medios no sólo hay que darlo a conocer, orien-tar y ponerlo fácil, sino que también hay que hacerlo atractivo. Como en el caso de muchos otros productos, el libro se ha hecho objeto de un gran número de promociones, que van desde las mencionadas ruedas de prensa y rondas de medios, hasta el envío de balones, tangas, botellas, etcétera dependiendo del tema del libro, acompañados de una invitación a la presen-tación; las reuniones vis a vis con el autor, ya sea en un desayuno, comida, cena o sólo un café; por supuesto, el envío de regalos, gadgets y artículos promocionales (bolígrafos, agendas, relojes, etcétera), son algunos de los ejemplos de lo que se hace, con la intención de lograr ese segmento de atención necesario para singularizar al libro.

Un ejemplo de la variedad de alternativas que se manejan es lo que hace Ediciones B, según explica Yeana González: -En promoción, nosotros tene-mos una política de no regalar libros en los medios para el auditorio, porque vendemos libros, ése es el negocio; pero sí hacemos artículos de merchan-dising para obsequiar, como playeras, tazas, mandiles, productos que re-presentan y apoyan al libro-.4

Una práctica que se ha extendido por los buenos resultados obtenidos, es la de hacer promociones basadas en la organización de viajes temáticos dependiendo de cada título. Las editoriales españolas suelen invitar a pe-riodistas y líderes de opinión a viajes por países del resto de Europa que tengan que ver con el tema o la ubicación del libro a presentar. En México, por ejemplo, algo así se hizo para la promoción del libro La historiadora, de Elizabeth Kostova; se hizo un concurso entre librerías para exhibir el libro y la ganadora obtuvo una invitación para dos personas a un viaje por Europa Oriental, en donde se ubica la acción de la novela.

Pero, ¿qué pasa cuando en la editorial no hay dinero para viajes, comidas, regalos, atenciones, etcétera? La respuesta está en la creatividad, el empe-ño, las buenas relaciones y las nuevas tecnologías.

Más allá de los medios de comunicación masiva, el gran medio entre las editoriales y los lectores es el librero. Es por ello que la labor de promoción debe poner en ellos especial atención. Algunas editoriales han cambiado el peso específico de su inversión promocional y publicitaria, y migran de los

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grandes medios de comunicación hacia los libreros y los lectores potencia-les; entienden que la complicidad con el librero es fundamental, pues son ellos, finalmente, los que deciden qué van a exponer, dónde y cómo; al fin y al cabo, si la promoción es exitosa pero el libro no está en la mesa o el anaquel, no sirve de nada.

-La conjunción entre librerías y promoción es muy importante; es cuando se ligan los departamentos de marketing y comercial, porque muchas veces ocurre que el libro aparece en prensa y no está en librerías, o, al revés, ya está en las librerías y no tiene promoción. La conjunción es la clave; que todo se dé a tiempo y el librero se comprometa con el libro, lo conozca y difunda, y no lo deje en manos de un dependiente que muchas veces no sabe de él, ni lo busca y simplemente le contesta al cliente no lo tenemos-, dice Abigaíl Garrido.5

Por eso el marketing ha vuelto la mirada hacia ellos, para dedicar más aten-ción, tiempo e inversión en esta relación clave del proceso de comercialización. El éxito en España de La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, es co-nocido como producto, en buena medida, de un trabajo de marketing y promoción hacia los libreros, a quienes se entregó el libro con anterioridad, se les convenció de que era una gran novela y ellos mismos la conocieron y promovieron, a partir de su propia convicción.

La gran mayoría, un buen número de editoriales medianas y las empresas pequeñas, no cuentan con ningún apoyo económico para sus campañas. No tienen presupuesto alguno para la compra de espacios ni para su pre-sencia en puntos de venta. Todo lo que consigan será en base a convenci-miento y relaciones personales. - No se invierte dinero, sino relaciones. Se trata de crear un capital social con los medios, de manera que la calidad de los libros y la relación con los periodistas nos permita, insertar comentarios gratis-, ejemplifica Yeana González.6

No hay secretos. Se utilizan alternativas que van desde la consecución de comentarios hasta la búsqueda de patrocinios e intercambios, en una mi-sión que sólo puede entenderse a mediano plazo y con una fuerte inversión de los insumos estructurales como tiempo, atención, esfuerzo y desgaste personal. Es una faena que requiere de buena administración, talento en la gestión y mucha creatividad.

A pesar de que los espacios parecen saturados y los canales son cada vez más estrechos, siempre habrá cabida para el libro que logre contar una buena historia o que logre convertirse en noticia. Imaginación para crear; voluntad para picar piedra y dominio de las nuevas tecnologías que, como veremos más adelante, significan una revolución, no únicamente en la promoción de los libros, sino en todo el universo editorial. Todo esto, en lo

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que respecta a los aspectos internos del trabajo editorial. En cuanto a los externos, las circunstancias no son más sencillas.

Los medios de comunicación electrónicos tienen pocos espacios para ha-blar de los libros, más allá de la inexistente compra de pautas publicitarias. Una dilatada historia de programas culturales, de opinión o simplemente hablados, se ha estrechado dramáticamente en el actual panorama de los medios electrónicos mexicanos. En los medios abiertos, si acaso encon-tramos alguna sección esporádica, como la que tiene Nicolás Alvarado en Primero Noticias, de cinco minutos a la semana para hablar de cultura en general y que, algunas veces, toca a la producción literaria; o la Dichosa Palabra, programa semanal de Canal 22, en el que, entre otros temas cul-turales, se habla de libros. Un reciente esfuerzo del Canal 22 dedicado a los libros, Entre Líneas, desapareció después de dos temporadas, para subrayar la dificultad de mantener una emisión de esta naturaleza. Los programas informativos de los canales oficiales,11 y 22, de contenido cul-tural, son una alternativa saturada.

-En los medios electrónicos el impacto es muy fuerte, pero los espacios son mínimos, además de que estamos sujetos a la agenda propia de estos programas; como la mayor parte de los programas en los que encontra-mos una oportunidad son noticiosos, como los de Carmen Aristegui o Car-los Loret de Mola, estamos a expensas de la información. Por ejemplo, una entrevista programada con un autor, se canceló porque ocurrió el rescate de los mineros en Chile y ocupó todo el tiempo-, dice Rosa María Martínez Avilés, gerente de Promoción y Publicidad de Océano México.7

En los canales de paga, hay alguna serie de inspiración literaria, como Gran-des Obras, de History Channel, o programas unitarios y fugaces, como los de entrevistas que se proyectaron el día que Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel, o el programa Página 2, que semanalmente transmite TVE Internacio-nal y que constituye un gran escaparate de novedades. Sin embargo, es muy poco y dirigido únicamente a quienes tienen acceso a la televisión de paga.

En la radio, el panorama es parecido, aunque con una mayor posibilidad de acceso, porque las tarifas publicitarias son más accesibles, aunque difíciles de costear sostenidamente. En una campaña insólita, por ejemplo, el libro Carlos Slim, retrato inédito, de José Martínez se anunció durante un mes en un noticiero y al mes siguiente se publicitó el libro Las niñas bien. 25 años después, de Guadalupe Loaeza; sin embargo, fue una campaña excepcio-nal. Por lo demás, aunque la radio es un espacio más abierto, debido al clima de libertad y la variedad de programas y contenidos, hay pocas opor-tunidades para hablar de libros, salvo en algunos espacios de Radio UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) o las estaciones del IMER (Ins-tituto Mexicano de la Radio). Los programas informativos ocasionalmente

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abren su espacio para ello, lo mismo que los programas temáticos (depor-tes, finanzas, política, etcétera) que pueden abrir los micrófonos a comentar textos que tengan que ver con su materia.

Esta dificultad de acceso se replica en los medios impresos. Los espacios dedicados a la cultura son reducidos y, dentro de ellos, aún menores los que se emplean en libros. Por ejemplo, el periódico Excélsior, en su sección de negocios, los sábados reseña dos títulos; Reforma, en «El Ángel» presenta semanalmente tres títulos; «Milenio Semanal» publica alguna reseña literaria; en «Kiosco», de El Universal, eventualmente aparecen comentarios sobre libros; lo mismo que El Economista en la sección «Arte», «Ideas» y «Gente», o El Financiero, en su sección cultural.

-Los medios son nuestros grandes aliados, pero los espacios son muy re-ducidos y el acceso a ellos es difícil-, explica Martínez Avilés, quien agrega que: -Además, hay una tendencia elitista, en la que se prefiere a los libros literarios sobre los de no-ficción, y si el autor no tiene el renombre de un escritor famoso, resulta más difícil conseguir una espacio, a menos de que sea noticia, como el libro de Carlos Ahumada, que se mencionó en todos los medios, pero no por el libro, sino por las declaraciones que hacía; pero entonces, ¿en dónde quedan los temas que no son coyunturales?-8, se pregunta, y la duda se multiplica porque los espacios son insuficientes.

-En los medios, cuando hay apuros económicos, lo primero que quitan es la sección cultural- dice González, de Ediciones B, -y eso nos afecta directa-mente porque vendemos un producto cultural y no podemos competir con otro tipo de productos comerciales, porque los libros no se venden así-.9 Durante los últimos tiempos, a raíz de las cíclicas crisis económicas, de la creciente competencia, de la búsqueda de audiencias más amplias, popula-res y juveniles, y otros factores, entre los que no falta un real desinterés, los periódicos y revistas han perdido sus secciones y suplementos culturales.

Con una larga tradición en el periodismo mexicano, en la que hay notabilísi-mos ejemplos que han constituido hitos en la cultura nacional, los espacios culturales en los últimos tiempos han ido a la baja, en una pendiente que, por momentos, parece imparable y que enfatiza la visión de los medios de que el espacio dedicado a la cultura es prescindible.

Hasta hace poco, el panorama de los suplementos culturales era amplio; se podían contar «El Ángel» de Reforma; «La Jornada Semanal», de La Jorna-da; «Confabulario», de El Universal; «Laberinto», de Milenio; «Sábado», de Unomásuno; «Arena», de Excélsior; «La Crónica Dominical», de La Crónica; «El Semanario Cultural», de Novedades o «El Gallo Ilustrado», de El Día. De ellos, actualmente sólo quedan tres y algunas secciones culturales se han reducido al mínimo, como apéndices de otras secciones.

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-Esta desaparición es penosa y terrible- dice José Emilio Pacheco, Premio Cervantes de Literatura 2009, -el espacio para la cultura se ha sustituido por espacios para el deporte y para los ricos-, agrega y ejemplifica: -cuando David Huerta y yo publicamos nuestros primeros libros, teníamos cinco, seis o siete reseñas o críticas, buenas o malas, a favor o en contra, pero existían. Hoy, hay poetas jóvenes que llegan a publicar su quinta o sexto libro y jamás han tenido una mención en la prensa-.10

Algo similar ha sucedido con las revistas literarias que nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Más allá de su valor como espacios para la reflexión, la creatividad, la imaginación o el placer estético, parecieran condenados a una breve existencia, con independencia de la calidad de sus textos, in-vestigaciones, traducciones, selecciones, diseño editorial o colaboraciones y firmas participantes. En los últimos tiempos podemos contar a Hoja por Hoja (mensual), Blanco Móvil (trimestral), Alforja (trimestral), Líneas de Fuga (trimestral), Vozotra (bimestral), La Tempestad (bimestral), Fahrenheit (bimes-tral) o El Poeta y su Trabajo (cuatrimestral), SP (bimestral), con una presencia irregular y que si bien constituyen espacios posibles son muy pequeños y sumamente inestables.

Al mismo tiempo, frente al descenso de estos espacios, en el horizonte de los impresos, se han mantenido firmes revistas culturales de gran solidez, principalmente Letras Libres y Nexos, que significan, sin embargo, un es-pacio breve para las críticas y reseñas editoriales; lo mismo que ocurre con otro tipo de publicaciones que cuentan con una pequeña sección de libros y que van desde Proceso hasta Vanidades, pasando por Expansión o Mundo Ejecutivo. Paralelamente a esto han crecido otras publicaciones, de carácter híbrido, que han aumentado sus espacios dedicados a la cultura y las artes, entre ellos, la literatura. Son revistas culturales, contraculturales, especta-culares y digitales que apuestan por una imagen de la cultura más abierta, juvenil, rebelde y… comercial.

-Las revistas culturales en México hace tiempo que están a la baja por una razón obvia: tienen menos lectores que los que dicen que tienen-, asegura Gerardo Lammers, editor de la revista Wow, y añade: -Desde mi punto de vista, tienen pocos lectores porque no se han renovado en sus conceptos de lo que es y no es la cultura-.11 Entre este tipo de revistas híbridas, que abren el concepto cultura y lo hacen convivir con lo comercial y depender él, están Gatopardo, Rolling Stone, Algarabía, Quo, Celeste, La Revista, Life & Style, Wow, etcétera.

Las excepciones, en esta permanente dificultad por abrir espacios, las cons-tituyen los libros o los autores que, por sí mismos, son noticia; los que han ganado un premio, los que son una autoridad en una materia relevante; los libros cuya temática es coyuntural, por la actualidad política o económica,

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un escándalo o coincidencia, etcétera. Lo fue Xavier Velasco al ganar el Pre-mio Alfaguara 2003, con Diablo guardián; lo fue Apocalipstck, a la muerte de Carlos Monsiváis; lo fue Lydia Cacho con Los demonios del edén, etcétera. Sin embargo, son eso: excepciones. Los espacios, reducidos, limitados y saturados tienen una larga lista de espera y los volúmenes se apilan en las mesas de los líderes de opinión. De esta manera, la consecución de inser-ciones, menciones, entrevistas o comentarios de los libros en los medios de comunicación, es una tarea sumamente ardua.

Yeana González apunta una posibilidad: la participación oficial. -El Estado podría apoyar a la industria editorial si nos ayudara con espacios para la promoción. Que no nos diera dinero, pero que abriera espacios para pro-mover los libros, como los tiene el Fondo de Cultura Económica o la UNAM, que son instituciones que tienen ese tipo de apoyo-.12

Finalmente y lo más importante, más allá de los medios: el público objetivo. Como lo muestran los diferentes estudios realizados desde el sector públi-co, en entidades como el CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) o desde el privado con organismos como la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial en México), los índices de lectura en Méxi-co, si bien bajos, han ido en aumento, quizá no a los ritmos deseables, pero se ha notado una tendencia a la alza, sobre todo entre los públicos jóvenes.

Según los informes oficiales de la UNESCO, en los años ochenta, el índice de lectura de México era de 1.2 libros por persona al año, cuando el orga-nismo recomienda la lectura de, cuando menos, cuatro libros para garantizar un nivel mínimo de desarrollo cultural y recomienda un promedio de 25. Para los últimos informes presentados por el mismo organismo, en 2009, se avanzó hasta 1.8 libros por persona al año, mejor que el mencionado anteriormente, pero aún insuficiente. En su lista de 108 naciones, México ocupa el penúltimo lugar en hábitos de lectura. Los primeros lugares los tienen Noruega, Finlandia, Canadá y Japón, con promedios de lectura por encima de los cuarenta títulos por año.13 CONACULTA, por su parte los ubi-ca en 2.9 libros por año y la Secretaría de Educación Pública reconoce que, a pesar de que el nivel de cobertura de la educación básica y el promedio de escolaridad ya es de 7.7 grados, la afición de leer libros «no es todavía una costumbre» de los mexicanos.14

-Sabemos que en México se lee más que antes, pero no lo suficiente. Todo tiene que ver con el hábito de la lectura. Desde la misma formación de lecto-res, de cómo se habla de la lectura en las escuelas, pasar del debe de al juega con; que se entienda como ejercicio lúdico, como ir a cine, al teatro, o jugar dominó. Quitarle esa etiqueta de que eres culto porque lees y yo no porque prefiero ir al cine; verlo como una actividad divertida; hasta entonces, el nicho de los lectores crecerá, como ha crecido el del cine o el del teatro y habrá

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un crecimiento sólido y sostenido, tendremos críticos y comentaristas, los medios darán más espacios, habrá una promoción más consistente, etcétera. Me parece muy bien que ahora la sección de «Cultura» sea un apéndice de «Espectáculos», «Estilos» o «Moda» porque así, cuando menos, tendremos oportunidad de que los que leen esas secciones, que son muchos más que los de Cultura, vean y se enteren de Cultura simplemente porque se atraviesa; lo malo es que cuando aumentan las notas de espectáculos desaparecen las de cultura. En resumen, creo que es una cuestión multifactorial, que empieza por el hábito de la lectura-15, analiza Martínez Avilés, de Océano.

Día con día, en México se lee más. Las cifras lo corroboran. A pesar del atraso, se reconoce el avance logrado. Esta circunstancia es debida, segu-ramente, a un impulso desde muchas posiciones: las campañas oficiales, la aparición de títulos de gran popularidad, la realización de ferias y even-tos atractivos, y otros factores que inciden significativamente, entre los que está incluso, con todo lo que representa, la piratería, que ha llevado muchos título atractivos a las calles, a pesar de la gravedad de su activi-dad en contra de la propia industria.

Este interés en aumento contrasta con la reiteradamente corta oportunidad de obtener espacios en los medios para la difusión de los libros, sean de fic-ción o no ficción. Ésta es una de las circunstancias que diferencia y singula-riza, la condición de la promoción editorial en cada país hispanoamericano; no es lo mismo la promoción editorial en España, en donde hay un gran nú-mero de medios especializados, espacios abiertos, líderes de opinión inte-resados, costumbre de participación, etcétera y, sobre todo, una plataforma cultural amplia y profunda, a un medio como el mexicano que, a pesar de la experiencia de los pioneros y los esfuerzos actuales, se encuentra en una etapa formativa, en lo educativo y editorial; como anteriormente menciona-mos, el mundo de habla hispana es un inmenso mosaico de posibilidades y características diversas, con el vínculo común del idioma.

Otro de los elementos diferenciales del mercado mexicano es la importan-cia de la exhibición y venta de los libros en locales comerciales que no son librerías; lo que se conoce como la comercialización en cadenas y grandes superficies: espacios de venta que van desde tiendas/restaurantes como Sanborn´s y grandes almacenes, como Liverpool, hasta tiendas de auto-servicio como Comercial Mexicana, Wal-Mart, Soriana, etcétera. Dada la afluencia a estas grandes tiendas frente al tráfico en las librerías, la exhibi-ción y venta de libros en aquéllas supone importantes beneficios comercia-les y de imagen para la obra editorial.

-Es necesario estar, aunque no es un buen negocio, porque compran en firme pero exigen condiciones que a nadie se le dan; sin embargo, lo impor-tante es que tienen puntos de venta en donde no hay librerías; tienen tiendas

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por toda la República. Educal también tiene muchos puntos de venta, más de cien, pero es un esfuerzo del gobierno que no se ha sabido armar. En cambio, estas tiendas y almacenes tienen una presencia muy importante; mucha gente que jamás va a una librería, compra libros porque los ve ahí. Y hay que estar, aunque nos cueste-16, confirma Garrido, de Urano.

El 2009, año de pesadilla para tantos, incluso para la industria editorial, tam-bién ha sido un año de despegue. Los números así lo indican. Desde 2006 no se había presentado un año bueno para la industria editorial mexicana; pero aunque en 2009 los resultados fueron negativos en todos los rubros, desde producción hasta comercialización, se sentaron las bases para que ahora comiencen a mejorar.

Según los estudios presentados por la CANIEM en su Encuesta de per-cepción y expectativas del sector editorial, 2009 fue negativo para la em-presa editorial: producción (un decremento de 9.8% en producción, con aumento del costo y del valor del papel con respecto a 2008); comercia-lización (baja de 23.6% en la venta de ejemplares y descenso en la factu-ración, con aumento del precio promedio por edición y en la devolución); empleo (reducción de 6.4% en promedio), etcétera.17 Sin lugar a dudas un panorama adverso. Frente a ello, México presenta, también, argumentos favorables: es uno de los mercados potenciales más dinámicos y atracti-vos del mundo, con perspectivas de desarrollo ciertas, con una economía estable y un público potencial en continuo crecimiento. A los números de 2009 sólo los sostiene ese futuro inmediato, que en 2010 ha comenzado dar muestras de vigor.

¿Qué ha significado esta crisis para la promoción del libro? Más allá de la baja en las ventas y de los aumentos en los precios, con el ingrediente condicio-nante de la entrada en vigor del precio único, para la promoción ha sido un doble reto: abrir espacios y demostrar que el libro es de interés general.

En adelante el camino sería el mismo, con las variantes esbozadas, si no fuera porque la industria editorial como el mundo mismo, vive una gran re-volución: la de la tecnología, la virtualidad y las redes sociales. Con el uso del Internet la manera de leer, comprar y promover libros vive una gran trans-formación. Las páginas literarias y sobre libros, los foros especializados, los encuentros virtuales, los blogs culturales, los medios digitales, el boca a boca virtual y, de una forma arrasadora, las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, han comenzado esta silenciosa revolución.

-Es inevitable que vayamos para allá-, señala Ediciones B México, en la voz de Yeana González, -Está en nuestras casas, ya lo tenemos. Usare-mos cada vez más las herramientas virtuales para llegar al público. Para llegar a todos, pero de forma mucho más segmentada; vamos a llegar al

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público que queremos llegar, al que le interesa cada género; mucho más rápido. Ya lo estamos haciendo-, dice convencida, y se explica: -Libros sin promoción pagada ya los están comprando en Morelia, Quintana Roo, en Zacatecas, porque se enteraron por Internet que se publicaron; y fue sin invertir, sólo lo mínimo-.18

Las nuevas tecnologías y redes son ya el presente. El tráfico de títulos por Internet es inmenso y continuo. Libros, colecciones, autores, editoriales, tienen sus páginas, algunos con miles de seguidores como Stephenie Me-yer, Dan Brown o Stephen King. Hay noticias, comentarios, blogs, librerías virtuales…; es ya un universo propio y autónomo. -Ahí nos vamos a con-centrar-19, dice Abigaíl Garrido, de Urano México. Por su parte, Planeta ha elaborado campañas basadas en las redes sociales, como «el fenómeno Moccia», que tiene un público básicamente juvenil y adolescente. -Autores hay muchísimos en Facebook, pero muy pocos en Twitter. Se necesita de un desarrollo especial y participación propia; los autores no son tan mediáticos como los actores o cantantes, pero tienen redes sociales importantes. Re-des bastante grandes-20, explica Martínez Avilés, de Océano.

Sin embargo, para muchas editoriales, Internet es el gran enigma. Coinciden en que es una tendencia irreversible, pero todavía muy imprecisa. –Quiero conocer un libro que haya agotado ediciones sólo por los comentarios de Internet-, dice Juan Cerezo, director Literario de Tusquets. Sin embargo, admite que: -A todas las páginas que hemos abierto les han llovido comen-tarios al mismo instante de salir el libro–21 y explica que con quien mejor les ha funcionado es con Murakami. Sobre el tema, Martínez de Océano México opina que: –En México, todavía nos falta tiempo. Hay intentos serios, pero les falta posicionamiento. Por ejemplo, CNN está haciendo cosas intere-santes con dos portales; El Universal, que tiene una página muy leída, pero es todavía la imagen de un diario, etcétera. Internet llegará a ser, pero en México todavía no es. Hay trabajos serios y otros que no-, y concluye: -Hay medios que ya están haciendo aplicaciones para el iPhone y el iPad y nos abren nuevas posibilidades, pero finalmente ¿cuántas personas tienen hoy una iPad o una BlackBerry en México? Todavía nos falta; para la promoción siguen siendo básicos los medios masivos, aunque vamos para allá-.22

Las redes sociales ya han dado la voz de alerta sobre el peligro que para la esencia de las mismas implica el abordaje de la promoción y la publicidad. Ya hay movimientos en contra de que la red social sea utilizada con fines comerciales. Los mensajes son: estoy en una red social, de personas, no de productos; es una comunicación de convivencia, no de venta; salte o te sa-camos. Es por ello que el uso de las redes sociales con fines de promoción es un asunto particularmente delicado. Para resolverlo hay que volver al principio básico de la publicidad: su valor de información; es buena, positiva y favorable en tanto que me informa de satisfactores para mis necesidades.

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Hay que preservarla del abuso, de la demasía y el engaño, puesto que no únicamente no funcionaría, sino que se revertiría dentro de esa extraordina-ria maleabilidad y capacidad de respuesta que tienen las redes sociales. Hay que entenderlas como un ente vivo, dinámico, crítico y rico en alternativas.

Con respecto a los avances tecnológicos, aspectos que estimulan la imagina-ción editorial son el libro electrónico y las librerías virtuales. La misma Rosa María Martínez Avilés, lo señala: - Nos lo hemos planteado, pero todavía no lo hemos definido: ¿cómo promocionaremos el ebook? Es algo que tendremos que definir en poco tiempo y hay problemas desde la legislación hasta la comercialización; hay muchos temas en el aire, como los derechos, las coberturas, los cobros, etcétera; pero, es un hecho que todas las plataformas tendrán que convivir en un proceso indefinido, al que toda la industria le tiene que entrar de lleno -.23

Respecto de las librerías virtuales, cuyo avance también se ve inexorable, González, de Ediciones B opina que: - Una de las grandes ventajas de las librerías virtuales es su capacidad de exhibición. A las editoriales nos ayu-darán mucho porque van a romper el círculo vicioso de las novedades, que obligan a que el tiempo de exhibición preferencial de un libro sea cada vez menor. Ahora es de tres meses, pero hay una gran presión para que los libros estén rotando continuamente en las mesas de exhibición de las librerías y es muy poco el tiempo que se tiene para lograr su reconocimiento y venta. En las librerías virtuales el libro puede estar exhibido de forma permanente, sin desgaste ni caducidad. Es una buena noticia en contra de la guerra de las novedades-.24 Para Océano, las librerías virtuales son un camino cierto; piensan seguir promocionando sus libros, pero no venderlos directamente, pues -la política de Océano es no hacer competencia a sus clientes-, que son quienes venden directamente sus libros.25

Sin embargo, frente a esta postura en la que las funciones de los distintos componentes de la industria se ven como complementarios, la realidad nos muestra una industria fragmentada, en donde cada uno de los sectores que la conforman, editores, distribuidores, libreros, instituciones parecen cami-nar por senderos inconexos, y aún más: para cada sector tampoco hay ac-ciones conjuntas, ni objetivos compartidos que fortalezcan su postura ante políticas que no le favorezcan o propicien abordar el gran cambio tecnoló-gico de una forma sinérgica. La unidad de la industria aparece así, también, como uno de los grandes desafíos.

En promoción, a la regla de oro mencionada, el «conocer el percal», habrá que reconocer otra: estar cerca del cliente que, ahora más que nunca, está al alcance, gracias a los inmensos recursos tecnológicos al uso. Junto con estas dos reglas básicas, una más, que define el quehacer promocional en las edi-toriales y que se repite en boca de todos los protagonistas: -no hay más que picar piedra-. Con mejores herramientas, pero la faena es la misma.

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En suma, podríamos decir que, en México, la promoción del libro, como la industria editorial toda, está en un punto de inflexión. Con un panorama difí-cil, complejo y un futuro incierto pero promisorio, explora los senderos de la virtualidad, lo digital y las redes sociales, que abren todo un nuevo horizonte para encontrarse con su inmenso público potencial.

1 PALAZZESI, Ariel, 2010, «Libros en el mundo», NeoTeo, abc.es

2 GARRIDO, Abigaíl V., octubre 2010, En-trevista, México, D. F.

3 GONZÁLEZ, Yeana, octubre 2010, En-trevista, México. D. F.

4 Ibidem.

5 GARRIDO, Abigaíl, entrevista citada.

6 GONZÁLEZ, Yeana, entrevista citada.

7 MARTíNEZ, Avilés, Rosa María, 2010, Entrevista, México, D. F.

8 Ibidem.

9 GONZÁLEZ, Yeana, entrevista citada.

10 Notimex, 2008, «Critica José Emilio Pacheco desaparición de suplementos culturales», La Jornada, México, D. F:

11 GóMEZ, Fernando, 2005, «Revistas cul-turales en México», Nueva Revista de Po-lítica, Cultura y Arte No. 101, México, D. F.

12 GONZÁLEZ, Yeana, entrevista citada.

13 Indicadores de niveles educativos y cul-turales, 2008, París: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

14 Encuesta Nacional de Lectura, 2009, México: Secretaría de Educación Pública.

15 MARTíNEZ, Avilés, Rosa María, entre-vista citada.

16 GARRIDO, Abigaíl, entrevista citada.

17 Informe de actividades, 2009, México: Cámara Nacional de la Industria Edito-rial Mexicana.

18 GONZÁLEZ, Yeana, entrevista citada.

19 GARRIDO, Abigaíl, entrevista citada.

20 MARTíNEZ Avilés, Rosa María, entre-vista citada.

21 ITURBE, Antoni G, 2010, «Bibliotecas, el valor de la palabra», que-leer.com

22 MARTíNEZ, Avilés, Rosa María, entre-vista citada.

23 Ibidem.

24 GONZÁLEZ, Yeana, entrevista citada.

25 MARTíNEZ, Avilés, Rosa María, entre-vista citada.

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08No se trata de la palabra escrita

Carlos Díaz

No se trata de la palabra escrita. Ésa ha sido dada por muerta varias oca-siones. Cada innovación en las tecnologías de la información augura, para muchos, el fin de la lectura y su sustitución por métodos menos orgánicos para estar en contacto con la actualidad.

Antes libros; ahora es temporada de caza de diarios y revistas, cuya vigencia y vitalidad no ha disminuido a pesar de que se denomina a nuestra sociedad como audiovisual. Las rotativas no han dejado de funcionar, ni ha disminui-do el interés de la gente por escribir.

Los medios impresos son la expresión más acabada del periodismo y so-porte fundamental de los valores democráticos. La prensa ha acompañado a la humanidad desde el siglo XIX, y deja testimonio único de cada aspecto de nuestra vida.

Las palabras en un ejemplar de periódico tienen que ser acabadas y verifica-das. Una vez impresas, perdurarán mientras lo haga el papel en que están. La entrega en el hogar del suscriptor es el cierre del pacto del periodista con la sociedad: aquí está lo que es importante para todos y quiero que lo sepan. Y se va el prestigio en ello.

«Un buen periódico, supongo, es la nación hablando consigo misma», es-cribió Arthur Miller.

Esto ha ocurrido porque la lectura es el modo más eficaz de obtener información. Es popular y sencillo. Uno puede compartir un diario con alguien más y esperar que llegue a las mismas conclusiones o que tengan elementos de discusión.

El saber leer y escribir es el principio de la movilidad social. Quien aspire a una mejor vida deberá tener forma de comunicar sus ideas a todos.

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Pero el papel sólo ha sido el medio para ello. La palabra escrita, ya no será impresa, sino que sobrevivirá en su representación digital, accesible por complejos dispositivos.

La palabra escrita se muda de trinchera, y convivirá por unos años en su ver-sión analógica como en la digital, hasta que esta última sea la que sobreviva.

Los libros, como leemos en este reporte, hacen lo mismo y se manifiestan en formatos digitales e impresos para que el lector tenga opciones. Quienes apuntan a una desaparición de la palabra ante el privilegio que se le da a la imagen en nuestra sociedad, podrían estar equivocados.

Eventualmente, es cierto, los diarios desaparecerán. Ya sea en 2023 como se pronosticó que ocurrirá en Australia, o más adelante, lo único verdadero es que se dejarán de imprimir los periódicos. Las razones económicas o ecológicas no serán tan importantes como el hecho en sí. En un futuro que quizás alcancemos a vivir, podremos leer, a ocho columnas: «Ésta es nuestra última edición».

Y entonces se volverá a decir que dejaremos de leer.

Si tuviera que dar un pronóstico es que no sucederá. El ascenso de Internet 2.0, de los medios sociales, de la conexión por teléfonos móviles e incluso de los dispositivos que los aprovechan como la iPad o la nueva generación de tabletas, no han hecho sino popularizar a la palabra.

Y se hace popular tanto para los periodistas como para los usuarios de los medios de comunicación en general.

Internet es el soporte ideal para hacer crítica más breve, contundente, de ejemplificar con multimedia, con la posibilidad de ampliar lectores.

Así, aunque los principios básicos del periodismo no cambian (equilibrio de fuentes y verificación de hechos, por ejemplo), los medios en general se vuel-ven más abiertos y hay prácticas que tendrán que variar. Ahora el reportero tiene retroalimentación directa con sus lectores. Fácilmente puede abstenerse de usar Twitter o Facebook, o evitar leer los comentarios sobre sus notas, pero al hacerlo pierde la oportunidad de mejorar su trabajo y de encontrar vetas nuevas en historias que podrían fácilmente agotarse en una edición.

1. Los espacios en blanco de la expresión popular son llenados en la red

Todos tienen cabida en algo tan amplio ya sea para opinar o para mantener-se en contacto con las personas que les interesan. Cuando el lector entra en

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contacto con una noticia en Internet, la hace suya, por eso he usado indis-tintamente el término «lector» o «usuario». Inmediatamente se vuelve vocero de su comunidad o su contexto.

Es prácticamente un contrasentido esperar lectorías y evitar darle espacios de expresión a los usuarios, o la posibilidad de que la comparta por sus cuentas de medios sociales. La información deja de ser del generador y pasa a ser juzgada por sus méritos por la comunidad digital.

Leer comentarios sobre las notas de los diarios online que los aceptan es una aventura. Hay varios usuarios que escriben con una cantidad enorme de faltas de ortografía y eso es un indicativo de que no han tenido mucha oportunidad de ejercitar su escritura. Pero eso es lo increíble del asunto: que se atreven a ser juzgados por sus ideas. O al menos a tratar de argumentar en temas de los que conocen (o no), pero en los que nadie les había pedido su opinión. El espacio en blanco es la oportunidad.

Es lo más cercano a un diálogo si el medio tiene suficiente gente para res-ponder cada comentario.

Es cierto que en muchas ocasiones los comentarios son más bien la expre-sión de una frustración, también lo es que no hay manera de evitarlo. Sería deseable que hubiera una mayor argumentación y no todo se redujera, como sucede en la mayor parte de las aportaciones, en insultos hacia el otro que piensa distinto. A falta de un estudio serio sobre eltema (que desconozco si existe), es posible concluir que estos choques de puntos de vista son tan pro-pios de una sociedad cualquiera, como cualquier otra, excepto que de esta forma son evidentes.

Es decir, no es posible abstraernos de nuestro carácter nacional cuando nos incorporamos a las plataformas digitales. Los mejores argumentos son desarmados por una falta de ortografía, o por mantener ciertas posturas po-líticas. Eso en otros países no es considerado un sesgo, pero en México, sí. Tal vez se deba a que los mexicanos están en la adolescencia digital y tienen que aprender a comportarse en la red, usando los códigos de convivencia que son claros en otros países.

Al margen de esto, el hecho de que la gente pierda el miedo a expresarse de manera escrita es un gran triunfo para Internet.

Tal vez a este éxito contribuya el que exista una enormidad de gente que sepa leer y escribir, y que prefiera enviar un correo electrónico cuando antes hacía una llamada y no quedaba registro de lo que dijo.

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2. Creatividad del usuario

La popularidad y la rápida adopción de nuevas formas de comunicación como Twitter, podrían tener orígenes más profundos.

El lingüista Noam Chomsky escribió alguna vez que «el lenguaje es un es-pejo de la mente». Aunque matiza que esta metáfora no debería de tomarse «muy literalmente», si le queda claro que conforme el conocimiento avanza, así debe de hacerlo el lenguaje.

«El uso normal del lenguaje no es un ejercicio de algún hábito o habilidad. Típicamente, el uso del lenguaje es creativo, en el sentido de que constan-temente incluye la producción e interpretación de nuevas formas, nuevas en la experiencia del usuario del lenguaje o aun en la historia del lenguaje» (Entrevista a Noam Chosmky de Lillian Putnam en Reading Instruction Jour-nal, Otoño 1987).

Sin querer polemizar, quizás esto explique el simplismo con el que la gen-te se refiere a los niños que enseguida aprenden a usar los teléfonos más complicados para comunicarse: «estas nuevas generaciones vienen con un chip integrado».

La movilidad, la posibilidad de llevar la discusión a dónde está la acción y hacer el esfuerzo de describirla en ciento cuarenta caracteres, favorece a la más fiel diseminación de los hechos. Parafraseando a Chosmky, el uso de Twitter es eminentemente creativo, y aumenta la posibilidad de la compren-sión de un hecho concreto. Cuando una gran cantidad de personas tuitean sobre un tema, disminuye la posibilidad de que haya elementos faltantes en la información.

Esto no quiere decir que no pueda prestarse su uso a fines alejados del bien común, sino que a pesar de ello, es eficiente. Hay infinidad de ejemplos en los que Twitter ha sido más certero que los medios tradicionales, incluso que la televisión, en los detalles de una noticia. Es por eso que prefiero el término medios sociales, que redes sociales, para referirse a Twitter, o Facebook, por mencionar algunos de los más populares.

Esta multiplicidad de «plumas virtuales» aportando información representa un enorme reto para los profesionales de la verificación de los hechos. Hay perio-distas que prefieren desdeñar la información aportada por medios sociales, pero hay una enorme cantidad de ellos que han sabido mezclarse. A final de cuentas, deberían de ser expertos en la palabra y por tanto, podrían aportar al debate.

Quienes lo entienden crean «géneros» nuevos. Hay una cuenta en Twitter llamada @microcuentos, que respeta el límite de los ciento cuarenta caracteres

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y publica historias como ésta: «Lo primero que ella miraba en un hombre eran las manos. Soñaba con encontrar sangre ajena entre sus dedos, piel bajo sus uñas asesinas. S.»

No creo que el recelo a las nuevas formas de comunicación y a los aparatos que las soportan justifique el dejar de intentar entender cómo las usa la gen-te. Es un asunto de sobrevivencia de nuestra sociedad.

El relativo fácil acceso de la población a una computadora conectada a In-ternet es el mayor aliado de la democracia actual. Es imposible mantener a la gente alejada de la información y de lo que puede leer. Las cifras de alfabetización sólo tienen sentido si la gente puede ejercer sus habilidades.

¿Sirve una población que sepa leer y escribir callada ante los sucesos que les afectan?, ¿se pueden reprimir las ideas de las personas cuando lo que más se ha popularizado en el mundo en la última década son las tecnologías para dar voz a los que antes no la tenían?

México es uno de los países más enganchados a los medios sociales. A pesar de la situación económica, hay una tendencia creciente a hacer uso de ellos. De las quinientas millones de personas registradas en Facebook, hay trece millones de mexicanos. Además, México es uno de los países latinoamericanos con mayor número de cuentas en Twitter y el segundo más activo, sólo detrás de Venezuela.

Es que, dejando de lado el potencial creativo, los medios sociales se convierten en un canal de noticias. Los países en desarrollo, o con democracias inestables o inexistentes, tienen un enorme potencial de crecimiento porque su pobla-ción ha sido ignorada por los medios oficiales o privados. Hay una necesidad de hablar, de ser escuchados. La gente pide explicaciones convincentes a sus problemas.

Para los mexicanos no es un acceso de moda. Han adoptado Internet a pe-sar de que está fuera del alcance de la mayor parte de la población.

En marzo de este año, la compañía estatal de medios electrónicos de Gran Bretaña, la BBC, ofreció los resultados de una encuesta que realizó en 26 paí-ses. Los encuestados respondieron preguntas sobre la red. En ella, 79% cree que el acceso a Internet es un derecho fundamental, un porcentaje que subió en los consultados en México a 94%. De la misma manera, mientras que 72% de los mexicanos piensa que nunca debe ser regulado por el gobierno, a nivel mundial sólo la mitad de la gente piensa eso.

La inmediatez del mensaje, y las variedades de la información que la gente se envía, sobrepasa a la respuesta de organizaciones y gobierno. Un caso claro sería la gran cantidad de hashtags, o etiquetas, que los usuarios de

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Twitter han creado para ponerse en alerta ante los cada vez más numerosos eventos de violencia en México.

Existen etiquetas como mexicorojo, balacera o reynosafollow que la gente puede seguir para enterarse de zonas de riesgo. Ya adentrados en el men-saje corto y en la ciudad del hecho, la oportunidad y exactitud de la informa-ción puede salvar vidas.

Desafortunadamente, hay varios ejemplos en que mensajes enviados con la intención de generar miedo logran su objetivo. Una simple amenaza basta para obligar a la gente a permanecer en sus hogares o a que las autoridades destinen recursos para desmentirla.

Es un reto enorme para todos enfrentarse a los enormes volúmenes de infor-mación que se generan todos los días. Los ejércitos de nuevos redactores de su vida inundan Internet a veces con detalles muy personales de su vida, y en ocasiones con datos de asombroso valor. Sin embargo, separar la paja del trigo es sumamente difícil, y no solamente por la complejidad de confir-mar cada hecho, sino por ser humanamente imposible.

3. Información por todos lados

Una investigación del semanario The Economist (Data, data everywhere, 27 de febrero de 2010), concluye que sólo 5% de todos los datos que se comparten en Internet están estraucturados; es decir, vienen en un formato estándar. Un sólo ejemplo: Wal-Mart, la compañía estadouni-dense de ventas al menudeo, genera un millón de transacciones por hora. Esta información equivale a 2.5 petabytes, o lo que es lo mismo, a 167 veces la información contenida en los libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la más grande del mundo con 165 millas lineales de libreros.

En 2010 serán generados a nivel global mil doscientos exabytes de con-tenido digital, cada uno equivalente a mil petabytes. Por cierto, de ellos, sólo cinco exabytes son de contenido original, aproximadamente 0.41%.

4. Medios sociales y apertura

Ganar confianza no es una labor fácil. Al hablar con una persona podemos encontrar marcas de verdad en sus expresiones o la manera como expresa una palabra, algo imposible de hallar en un mensaje sin haber generado cierta habilidad en la escritura.

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Los llamados emoticones no son suficientes para expresar sarcasmo, por ejemplo, porque está orientado al lenguaje hablado.

Rara vez se usan de la misma forma la mayoría de las figuras retóricas, las cuales hemos aprendido a usar sin saber bien como funcionan correc-tamente. Creo, que como es natural, la práctica constante de la escritura llevará a los usuarios a utilizarlas eventualmente.

Saber escribir en forma y fondo es una cualidad cada vez más apreciada. Es la más valiosa característica de un contribuyente habitual en los foros de discusión y de quienes deseen que sus ideas se distribuyan efectivamente.

Los medios sociales más populares son aquéllos que usan primordialmente la palabra. YouTube, por ejemplo, a pesar de su gran uso, no es reconocido por ser un espacio de discusión, sino de difusión.

Pero la apertura y la generación de credibilidad que proporcionan los me-dios sociales no se alcanza con iniciarse en una cuenta. En cuanto uno somete sus ideas al libre mercado de la aceptación, puede ver bajar o subir sus seguidores. Políticos o artistas, por ejemplo, sufren al tratar de generar esa aceptación, sobre todo porque los medios sociales aumentan la propor-ción de las cosas. Una vez dentro, uno se somete a las reglas. Y romperlas no significa una pena corporal, sino ser expulsado de la tribu digital. Los bienes son virtuales y el dinero no significa nada.

Además, alcanza segmentos de la población que generalmente son asocia-dos con un desinterés por la lectura. Los jóvenes no usan tanto los busca-dores sino que comparten contenidos por los Social Media.

Tanto Facebook como Twitter son los más populares ahora. México para Twitter, por ejemplo, representa el séptimo mercado a nivel mundial por ser usado por 13.5% de la población con acceso a Internet.

Para los periodistas, como expliqué arriba, es un enorme reto enfrentarse a una sociedad tan dinámica que habla consigo misma cada vez más. Hallar un resquicio para dar a conocer información verificada se ha vuelto una labor que requiere ingenio. Además, requiere empresas flexibles, adaptables rápi-damente al entorno cambiante y a las nuevas tecnologías.

Las empresas editoriales de diarios tradicionales son empresas de tecno-logía, llenas de personas capacitadas en la elaboración de mensajes, pero que no saben cuáles son los canales de distribución en los que perdurarán. Difícilmente alguien llegará con la solución. Mientras que surgen compañías formadas exclusivamente en plataformas digitales, con nóminas bajas y sa-larios acordes a sus ingresos, los periódicos tradicionales tienen que cargar

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con los métodos de distribución tradicionales que son caros, nóminas altas y tecnología que cada vez se hace más obsoleta.

Sin embargo, es claro que aunque han ganado algunas batallas, los nuevos medios surgidos de la economía digital no han ganado suficiente respetabili-dad o credibilidad para desplazar a los venerables diarios. Éstos siguen con la ventaja de años de luchar contra el radio y la televisión y tienen la energía de los profesionales más dedicados de todo el periodismo moderno.

Los retos actuales son los mismos de siempre: ¿cómo generar notas de calidad con menos dinero?, y ¿tenemos los profesionales para ello? Las re-dacciones de todo el mundo están perfeccionando sus métodos de trabajo y acelerando la capacitación. Al mismo tiempo se asesoran para encontrar las mejores formas de financiamiento que les permitan sobrevivir.

La palabra impresa sobrevivirá no porque pueda ser visualizada en pantallas táctiles o de alta resolución. Se mantendrá mientras la gente quiera leer y eso está sucediendo.

Es por eso que la tecnología y las plataformas de difusión de datos son las mejores noticias para la creatividad y la prensa. Se trata de espacios sin ataduras, donde quién está, lo hace porque quiere.

Y cómo escribió Thomas Jefferson en 1816, «cuando la prensa es libre, y cada hombre puede leer, todo está a salvo».

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09Realidad y futuro del libro digital y sus canales de venta

José Antonio Menor

Muchas han sido las variaciones producidas desde lo que publicamos en el Informe omniprom 2009, aunque si hubiésemos de destacar una por encima de todas ésta ha sido el resurgimiento del segmento de las tabletas en un movimiento del mercado que confirma lo que anticipamos el año pasado cuando afirmábamos que el lector en blanco y negro y sin sonido tenía los días contados.

Sin duda, en el resurgimiento de esta segunda generación de tabletas (la primera apareció en 2007 abanderada por la versión del sistema operativo específico de Microsoft y el lanzamiento de diversos dispositivos que fue-ron abandonados ante la falta de un mercado propio y la imposibilidad de competir con el ordenador portátil en un terreno en el que éstos claramente tenían ventaja) ha tenido mucho que ver el lanzamiento del iPad, la versión actualizada y mejorada de Apple.

El aparato publicitario de la multinacional de Cupertino, capaz de convertir en objeto de deseo el nuevo dispositivo casi desde su fase de prototipo, ha ayudado al éxito de comercialización de un producto en cuyo segmento en el que pocos parecían dispuestos a invertir el dinero que costaban los lecto-res de libros electrónicos más avanzados.

Pero no podemos pensar únicamente en una jugada mercadológica. Las tabletas superan con creces el precio de los lectores más potentes, pero igualmente superan con creces la funcionalidad y las aplicaciones prácticas. Además, la vinculación de todo tipo de utilidades lanzadas anteriormen-te para el iPhone a la plataforma de aplicaciones informáticas han servido como argumento para convencer a miles de usuarios de la utilidad y de la potencialidad del iPad.

El éxito de Apple ha animado al resto de fabricantes electrónicos a actua-lizar sus dispositivos (como Courier, en el caso de Microsoft) o a entrar en un mercado nuevo (como el Playbook, de RIM, el fabricante de Blackberry).

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El lanzamiento tardío de estos productos ha permitido una mejora con res-pecto a las críticas presentadas ante el lanzamiento del iPad (por ejemplo, muchos de ellos permiten trabajar en modo multitarea, algo que se ha criti-cado muy duramente al iPad), aunque sin duda el haber sido el primero hace que el iPad disfrute de una cómoda posición de liderazgo en su segmento.

Los avances en nuevos materiales (como el descubrimiento del grafeno cu-yas aplicaciones prácticas parecen infinitas) auguran nuevas generaciones en muy breve tiempo (la dilación con la siguiente probablemente se deberá más a un criterio comercial que técnico) y nos hacen pensar en que este tipo de lectores reducirán su peso al tiempo que amplían sus capacidades, con pantallas táctiles más resistentes y con mayor funcionalidad, que permitirán un aumento de la interacción entre el lector (tal vez sería más apropiado de-cir el usuario) y el libro electrónico (claramente diferenciado del actual libro en papel por sus funcionalidades multimedia y su facilidad para la interco-nexión con otros usuarios).

Anticipábamos igualmente la tendencia a un dispositivo único en el que se integran funciones más allá de la lectura y visualización de texto y gráficos. El iPad, por ejemplo, incluye GPS, conexión a Internet, reproductor multimedia, un sinfín de aplicaciones para todo tipo de usos… así como la posibilidad de ampliar sus funcionalidades (puede conectarse a una cámara o a un proyec-tor). Quizá el elemento más útil que aún le falta por añadir es el que corres-ponde como función distintiva en su hermano pequeño (el teléfono), pero el hecho de que ya hayan surgido tabletas que incorporan este uso (como el ViewPad de ViewSonic) permite pensar que tal vez en la próxima generación se incluya una conexión para micrófono que permita utilizar el dispositivo como teléfono (toda vez que técnicamente no es complicado pues dispone de una gama que incluye conexión 3G para la navegación y la compra de productos).

Este avance en el ámbito de los soportes ha devenido en un avance en para-lelo en el terreno de los libros electrónicos. Donde el año pasado aventurába-mos («el libro electrónico incorporará no sólo texto y gráficos sino sonido (será audiovisual en color) y, además, será interactivo ([permitirá] compartir reseñas con el autor y otros lectores), ampliable y actualizable»), hoy constatamos como hecho cierto. El libro electrónico ha crecido en apenas doce meses más allá de las expectativas más optimistas para tan breve espacio de tiempo, lo que nos hace pensar en qué nos espera para el próximo año.

En cualquier caso, el renacimiento (o el nacimiento, teniendo en cuenta las sustanciales diferencias existencias con la generación anterior) de las ta-bletas no ha significado la muerte automática del libro electrónico. Amazon ha renovado su dispositivo estrella con dos versiones: Kindle DX y Kindle 3 (lanzados en julio y agosto de 2010, respectivamente) en el que se mantiene la apuesta por la tinta electrónica en un dispositivo cuya capacidad para leer

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libro electrónico se limita a versiones en pantalla del formato tradicional de la página en papel (tanto en el caso de libros como periódicos).

Amazon no está sola en esta carrera, y otros distribuidores como Barnes and Noble mantienen su apuesta (en el caso de B&N con el Nook para el que también ha lanzado una segunda versión). Recientemente, la multi-nacional de la distribución FNAC (integrada en el grupo francés Pinault Printemps Redoute) ha anunciado su intención de lanzar su propio lector (FnacBook) con el que pretende competir en este segmento. También otros fabricantes no directamente relacionados con la distribución de li-bros (como es el caso del gigante nipón de la electrónica de consumo Sony) han mantenido su interés en este mercado adaptando la oferta de sus dispositivos a las últimas tecnologías disponibles. Con respecto a la anterior hornada de lectores, podemos decir que los mayores avances se han centrado en la incorporación de posibilidad de conexión 3G y WiFi y el aumento del tamaño de la pantalla (aunque siguen siendo monocro-mas, la tinta electrónica en color está por llegar, y, por norma general, sensiblemente más pequeñas que las de las tabletas).

El aumento de competencia ha hecho que la mayoría de fabricantes y editoriales se hayan decantado por un formato universal y normalizado (el ePub, que permite presentar el contenido en cualquier tipo de pantalla gracias a su configuración como texto fluido). Este formato ofrece una gran versatilidad y es fácilmente adaptable para la transformación de libros en papel en libros electrónicos (tanto Adobe InDesign como Quark Xpress en sus últimas versiones ofrecen sencillas opciones de exportación a dicho formato).

El formato ePub, se basa en la norma XML lo que ofrece mayores posibili-dades que el formato hasta ahora mayoritariamente utilizado, el PDF [Por-table Document File o Archivo de Documento Portátil]. La principal mejora que ofrece es su extremada flexibilidad unida a otras características que ya se podían gestionar desde los PDFs de última generación (inclusión de metadatos y contenido multimedia; y protección de derechos de autor con sistemas digitales). Esta flexibilidad permite que el fichero resultante pue-da ser visionado en todo tipo de dispositivos electrónicos (desde teléfonos móviles hasta lectores de libros electrónicos, ordenadores y, por supues-to, tabletas), que el contenido sea fácilmente fraccionable (lo que ayuda a su comercialización a través de la venta de suscripciones de contenido y la posibilidad de realizar libros en papel a medida para cada cliente en impresión bajo demanda) o la impresión en cualquier sistema. La disponi-bilidad de un producto digital en soporte electrónico permite además la actualización de datos, lo que hace que el contenido no pierda valor por la caducidad de sus datos.

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Quizá uno de los datos más interesantes a tener en cuenta en el caso del libro de no ficción es la posibilidad de la fácil fragmentación de los conte-nidos y su posterior explotación a través de suscripciones. Las editoriales pueden de esta forma organizar todos los contenidos recogidos en su catá-logo en áreas de conocimiento y así explorar una nueva forma de venta de los mismos que desvincula el contenido del continente (el libro) y del autor.

Esta forma de explotación es especialmente pertinente combinada con la computación en la nube cuyo modelo pretende explorar Google (a través de Google Editions) o la italiana Casalini y que probablemente se impon-drá en otras plataformas de distribución y comercialización. Aunque en el caso de Google Editions y Casalini el acceso al contenido es para siempre, la computación en la nube permite otro tipo de explotación en la que los usuarios puedan tener acceso a un contenido durante un periodo determi-nado. Concluido ese periodo, el acceso se anula y si se desea volver a ac-ceder al contenido, hay que renovar la licencia. Este modelo está implan-tándose rápidamente en el caso de bibliotecas, aunque parece claro que la venta institucional es el siguiente paso natural y que, tarde o temprano, llegará al consumidor final.

A nivel editorial, la implantación de estos formatos de libro digital exigen una mayor especialización por parte de los editores que deben convertirse en guías para los autores y acompañarles en el proceso de creación de conteni-dos sugiriendo ampliaciones y recursos que incorporar al formato final.

Al respecto de qué hacer con el contenido ya existente hemos de señalar que los precios de digitalización están experimentando una caída vertigino-sa en sus costes y que la entrada de proveedores en países como la India nos hace prever que aún se recortarán más. En la actualidad el libro de texto sin imágenes ni gráficos es mínimo y en el caso de otros libros varía en fun-ción de la complejidad.

En cualquier caso, desde este estudio debemos reseñar que no sirve con una simple digitalización del contenido en papel y que lo deseable es adaptar los contenidos a las funcionalidades y opciones que ofrece el formato del libro digital para enriquecer el contenido. En muchos senti-dos, el valor del contenido dependerá de la medida en la que se incorpo-ren recursos e información.

Esto ha de tenerse en cuenta a la hora de priorizar la digitalización de conte-nidos. Sin duda de poco sirve invertir en la digitalización de productos cuyo contenido final va a ofrecer poco valor al usuario/lector. Igualmente también deberíamos tener en cuenta las posibilidades comerciales de explotación (por ejemplo, una editorial especializada debería centrar sus esfuerzos en aquellos contenidos que sean más flexibles a la hora de ser vendidos).

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La venta de estos contenidos ofrece una posibilidad de venta directa que inci-de en una reducción del coste final pero como ya anticipábamos en el Informe omniprom 2009, esta reducción de coste tanto en la distribución como en la producción (una reducción relativa y no exenta de polémica pues si bien es cierto que la duplicación de copias tiene un coste mínimo, la inversión para generar contenido es mayor habida cuenta del enriquecimiento del mismo con recursos audiovisuales y multimedia) no justifica por si sola el recorte en el precio que desde ciertos sectores ajenos a la industria editorial se anticipa.

Es obligación del sector reivindicar el valor que sin duda añadimos los editores a los contenidos. Incluso en aquellos casos (como libro de fic-ción) en los que ese valor queda aparentemente más diluido, parece oportuno reivindicar la importancia de seleccionar y ubicar una determi-nada obra para un determinado público. En un mundo en el que cada vez más voces claman por un futuro de autoedición y multinacionales como Amazon lanzan formatos como Kindle Single destinado a favorecer ese proceso acercando a autor y lector por encima de intermediarios, es de recibo que las editoriales reclamemos nuestro poder como prescriptores y filtro necesario que ayudan al lector a enfrentarse a un auténtico tsuna-mi incontrolable de novedades en el que, de otra forma, los libros de verdadero valor podrían quedar diluidos y ser prácticamente trasparentes frente a otros libros de menor entidad.

Estamos en un momento en el que no parece claro cuál es el eslabón más débil en la cadena de valor. Si bien parece que el editor está en una mejor posición para competir frente al distribuidor, merece la pena preguntarse si el planteamiento de que el editor puede acceder directamente al lector es tan literal y fácil de aplicar como en principio puede parecer siguiendo el modelo de comunicación basado en la red.

La editorial debe decidir si comercializar los libros electrónicos a través de su propia plataforma de venta, a través de distribuidores en línea o en am-bas opciones. Vender contenido a través de una plataforma de venta propia tiene un elevado coste que debe considerarse antes de tomar una decisión.

El primer coste en el que se incurre es el relacionado con el desarrollo de la plataforma electrónica para la gestión de la venta. Aunque pueda parecer que en principio es un coste fijo, tiene asociados unos costes variables relaciona-dos con la actualización de las funciones a los avances técnicos que se vayan produciendo. La inversión en este capítulo es muy importante y para reducirla y hacer más atractiva la propuesta, son bastantes los proveedores que ofre-cen un modelo de financiación mixta en el que se asume una rebaja del precio inicial a cambio de un porcentaje en la venta de libros (que suele estar entre 25% y 50%, porcentaje en el que se incluyen el resto de gastos derivados que se especifican a continuación). La adopción de uno u otro sistema (con o sin

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participación del proveedor) dependerá de la estimación de venta, del número de obras que se van a poner a la venta.

Asociado al lanzamiento de una plataforma propia está la protección de derechos de las obras. Adobe es el principal proveedor en sistemas de ges-tión de derechos digitales [Digital Rights Management o DRM en su abreviatura en inglés] y percibe 5% del precio de venta al público de todas las obras vendidas además de cobrar un coste fijo anual de unos siete mil dólares en concepto de licencia para el uso de las aplicaciones informáticas necesarias.

Otro coste a tener en cuenta es el de almacenamiento en servidores para su acceso posterior a través de conexiones en línea y el pago por el ancho de banda necesario para las transacciones electrónicas. Este coste puede alcanzar unos cinco dólares por libro al trimestre en el caso de editoriales con un número reducido de títulos en catálogo pero puede descender por debajo de un dólar para editoriales con un fondo mayor. En algunos casos este coste puede reducirse aún más o incluso eliminarse en función del tipo de acuerdo al que se alcance en el momento de negociar la incorpora-ción del fondo editorial.

El cobro a través de tarjeta de crédito también tiene un coste añadido pues normalmente se retiene 5% del precio de venta al público en cada compra. Existe la posibilidad de eliminar este coste si se redirige la compra a la pa-sarela de pago propia (en el caso de que se disponga de tienda virtual en el sitio en la red corporativo), pero la reducción de coste incide en una mayor dedicación de recursos en la gestión de los pedidos (aunque, por otra parte, permite un control más exhaustivo de las ventas producidas).

La suma de todos estos costes incide en una elevada carga que hace que la mayoría de las editoriales opten por la solución que ofrecen los distribuido-res en línea de libros electrónicos ya establecidos (cuyo modelo de negocio se sostiene al compartir su estructura de costes entre varias editoriales, ra-cionalizando y optimizando la gestión comercial para ofrecer un servicio de mayor calidad para el comprador final).

En el área de la distribución existen dos modelos de explotación para la comercialización de libros electrónicos: el modelo de agencia y el modelo de reventa. El modelo de agencia se fundamenta en que es el editor quién fija el precio de venta sobre el que el distribuidor percibe un margen. Tras un momento inicial (tal y como recogíamos en el Informe omniprom 2009) en el que no había un uso común, finalmente se ha impuesto 30% para el distribuidor como norma en el sector. En ese 30% se incluyen los costes de almacenaje, gestión de derechos digitales y los gastos derivados de las compras mediante tarjeta de crédito. Dos gigantes en el ámbito electrónico

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como Apple y Google aplican ya este modelo. El precio medio de los libros electrónicos comercializados en este sistema tiene un descuento de 30% con respecto al precio de venta al público de su versión en papel.

En el caso del modelo de reventa también corresponde al editor fijar un precio de venta al distribuidor al que ofrece un descuento (normalmente entre 30% y 60%). Éste fija el precio final y lo vende al precio que conside-ra oportuno y que no siempre tiene que ver con el valor del libro como tal. Esto hace que en ocasiones el precio de venta al público sea el precio con el que el distribuidor compra el libro al editor (sin ningún margen) o incluso inferior a éste. ¿A qué obedece esta estrategia en principio suicida? Funda-mentalmente a que en el caso de estos distribuidores su negocio no está en la venta de contenidos sino de soportes. Amazon, por ejemplo, reduce sus márgenes para ganar cuota (el precio es una de las razones principales de compra para el lector) y logra así difundir el Kindle, donde realmente hace el margen que sostiene su modelo de negocio.

Este planteamiento se convierte en un arma de doble filo para los editores y lectores. En primer lugar busca la conversión en un sistema monopolístico en el que, alcanzada esa posición de dominio absoluto del mercado, surgi-rían muchas dudas acerca de qué manera se gestionarían los contenidos. Igualmente también constituye una alteración de la oferta pues el precio al que se venden los libros electrónicos no se corresponde con el precio real. De esta forma el comprador siente que el precio más bajo es el precio justo por el que el resto de plataformas debe comercializar sus libros sin reparar que el descuento aplicado por este tipo de distribuidores que únicamente es sos-tenible a través de la venta de dispositivos.

Parece pues claro que la opción ideal para las editoriales, y para asegurar el futuro del libro electrónico de calidad, pasa por que el precio no esté en manos de las empresas dedicadas al desarrollo de tecnología sino que éste continúe en manos del editor según el modelo de agencia (recordemos que en el caso del libro en papel el precio lo fija el editor y es único por ley). De esta forma se garantiza la competencia en igualdad de condiciones para todos los actores involucrados y se evita el establecimiento de monopolios.

La estrategia ideal para una editorial que desea vender sus libros en for-mato electrónico pasa por estar presente en el mayor número de puntos de venta en línea y con el modelo de agencia y el reparto 30/70 del precio de venta al público con el distribuidor. Esta multiplicidad de puntos de venta redunda en una mayor facilidad para que el cliente encuentre el producto y así pueda adquirirlo. De cara a la estrategia mercadológica en la red del libro incide en que los esfuerzos que individualmente realicen cada uno de los distribuidores sumará esfuerzos y se traducirá en visitas y potenciales ventas del libro electrónico.

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Además de esta presencia múltiple es igualmente importante ser riguroso y selectivo para garantizar la presencia de nuestro catálogo en los distri-buidores especializados por temáticas pues aunque las ventas inicialmente puedan parecer inferiores, a medio y largo plazo se traducirán en una mayor difusión al estar dirigidos al público objetivo verdaderamente real. Nuestros libros deben estar allá donde estén nuestros potenciales clientes.

La distribución digital en línea de los libros electrónicos. Algunos casos prácticos.

A continuación presentamos un breve informe con los principales distri-buidores de libro electrónico con un análisis de sus modelos de negocio y de las ventajas y desventajas que cada uno de ellos ofrece a los editores.

Apple

El fabricante de dispositivos (iPhone y iPad) dispone de dos tiendas (iTunes y AppleStore) que, al día de hoy, constituyen uno de los principales canales para la venta de libros digitales. iTunes nació como tienda para la venta de música y poco a poco ha ido ampliando el rango de productos para vender otros contenidos en formato audio (por ejemplo productos de formación y mejora personal como conferencias), formato audiovisual (películas y series de televisión) y libros electrónicos. AppleStore surgió con el lanzamiento del iPhone y en él se comercializan las aplicaciones (pequeños programas que se integran en el sistema operativo del iPad y del iPhone/iPod).

El rápido posicionamiento del iPad como líder absoluto en el mercado de las tabletas así como las mejoras a nivel tecnológico ofrecidas el iPhone 4 (con mejoras en la resolución en la pantalla destinadas a optimizar la experiencia de la lectura en pantalla) ha servido para consolidar la oferta de libros elec-trónicos tanto en su formato tradicional (si es que ante la juventud del sector podemos hablar de tal formato) que no es otro que el basado en el formato ePub como en el de aplicaciones específicas que también entran dentro del mercado de libro electrónico (las editoriales pueden presentar sus produc-tos en cualquiera de estos dos formatos, si bien las aplicaciones tienen un proceso de validación más largo).

Si tenemos en cuenta, que ambos dispositivos, además ofrecen conexión a la red y posibilidad de desarrollos a medida, nos damos cuenta de que las posibilidades para el libro electrónico son infinitas. Podremos añadir con-tenidos interactivos, lectura social, elementos audiovisuales, hipervínculos con contenido en la red, creación de clubes de lectura, encuentros digitales

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con los autores, consultas lexicográficas instantáneas, comentarios y apun-tes escritos sobre el propio libro, etcétera.

El acceso a iTunes para la compra de libros se hace a través de una aplica-ción gratuita (iBookstore) que se lanzó conjuntamente con el nacimiento del iPad. El acceso a través de iTunes (independientemente si se hace a través de la propia iTunes, de la AppleStore o de la iBookstore) ofrece la ventaja al usuario de que únicamente es necesaria la activación de la cuenta (con la inclusión de los datos de la tarjeta de crédito) una vez y así se realizan com-pras sin importar qué producto está interesado en comprar (aplicaciones, libros, música, películas…).

El modelo de explotación de Apple con respecto a las editoriales es el de agencia. Es el editor quién fija el precio de venta al público y la multinacional con sede en California percibe 30% del mismo. Apple informa mensualmen-te de las ventas que se han producido y liquida con la editorial.

Las aplicaciones como decíamos son desarrollos informáticos que realizan empresas informáticas y que siguen las especificaciones técnicas y de pro-gramación especificados en el manual de desarrollo informático [Software Development Kit, SDK].

El tipo de aplicaciones desarrolladas y que se venden en el AppleStore inclu-ye videojuegos, aplicaciones empresariales, redes sociales, GPS, aplicacio-nes relacionadas con la música, de fotografía… y, por supuesto, libros. La categoría de libros en la AppleStore ha pasado a ser este año la que cuenta con mayor número de aplicaciones por delante de los videojuegos.

Cualquier editor puede contratar el desarrollo de una aplicación especí-fica para el contenido de un libro y ponerlo a la venta en AppleStore. La principal ventaja que ofrece es la flexibilidad y versatilidad que deviene en un producto mucho más audiovisual e interactivo que lo que se puede desarrollar con el formato de ePub. El desarrollo informático a medida mul-tiplica las posibilidades exponencialmente y la imaginación se convierte en el único límite.

Ejemplos de este tipo de desarrollo son libros animados interactivos para niños, libros para adultos con redes sociales en el propio libro para que puedan ir comentado lo que leen con otros lectores que han adquirido la aplicación, diccionarios multilingües con archivos de audio que te enseñan a pronunciar las palabras correctamente, libros que incluyen vídeos del autor comentando su obra… Las posibilidades son infinitas y los editores deben explotar al máximo estas capacidades tecnológicas para crear contenidos de valor añadido para el lector que provoquen que la compra de un libro electrónico sea algo más que un libro tradicional.

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El precio de las aplicaciones suele ser más reducido dado que en muchos ca-sos y desde el lanzamiento del iPhone éstas han sido tradicionalmente ofreci-das con versiones gratuitas y de pago. Esto ha acostumbrado a los usuarios a pagar cantidades muy reducidas a cambio de tener publicidad insertada (publi-cidad que toleran conscientes de que subvenciona el precio de la aplicación).

Los ingresos generados por la publicidad van directamente (salvo que se haya contratado a un proveedor para la gestión de la misma) al propietario de la aplicación que, en este caso, es el editor. Apple va a lanzar iAd que servirá para gestionar la publicidad para sus aplicaciones y aunque todavía no está muy claro cómo se va a desarrollar, parece que finalmente servirá para simplificar el proceso. El autor de la aplicación la subirá al AppleStore y Apple se encargará de buscar a los anunciantes más adecuados para el tema de la aplicación, insertando automáticamente los mensajes y gestio-nando las impresiones de los mismos. A cambio Apple percibirá 40% de la publicidad y liquidará mensualmente con los propietarios de las aplicacio-nes. Hasta ahora este trabajo lo hacían empresas especializadas que nor-malmente tenían dificultades a la hora de localizar anunciantes para cada aplicación. De esta manera Apple facilita y simplifica el proceso y, de paso, obtiene unos elevados ingresos.

Por último debemos reseñar las aplicaciones desarrolladas por distribuidores en línea. Éstos desarrollan sus propias aplicaciones que no son más que tiendas de libros electrónicos para comprar y visualizar a través de un visor integrado en la propia aplicación. Las funcionalidades extras que cada uno incorpore son diferentes en cada caso. En todos estos casos se trata de aplicaciones que sim-plemente ofrecen una tienda especializada como la propia iBookstore. El trata-miento de estas ventas desde el punto de vista comercial es idéntico al que se produce en el sitio en la red del distribuidor, por lo que las condiciones son las mismas que se acordaron con el distribuidor y esta aplicación es, simplemente, un canal más. Amazon, Barnes and Noble, Todoebook, Movistar o Stanza son algunos de los distribuidores que tienen, o han anunciado, aplicaciones para iPhone y iPad para la venta de libros electrónicos.

Google

El buscador lleva ya varios años poniendo a alcance de los lectores libros a través de su aplicación Google Books (un buscador que localiza información en libros impresos digitalizados previamente e incorporados a su base de datos). Uno de los objetivos de la compañía de Larry Page y Sergei Bryn era el indexar todo el contenido de las obras que fuera posible con el objetivo de comercializar la publicidad que se pudiese generar a través de esta modali-dad de búsqueda. Los resultados se ofrecían con una serie de limitaciones (visualización siempre por debajo de 20% de la obra y con las opciones de

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copiar e imprimir deshabilitadas) y, en el caso de títulos vivos, se incluían los enlaces de tiendas en línea en las que el libro esté disponible. Para ganarse a los editores, siempre aparece en primer lugar el sitio del editor y, en caso de que no disponga de tienda virtual propia, corresponde a éste decidir cuál es la tienda recomendada que aparece como primera opción para la adqui-sición del libro.

Este escenario cambia con el lanzamiento de Google Editions. En este caso las búsquedas ofrecen los mismos resultados para el usuario que Google Books, pero permiten que éste adquiera el libro para su consulta mediante una compra en la nube. Esta modalidad implica que el archivo del libro elec-trónico permanece accesible para el lector desde su cuenta de usuario en Google pudiendo acceder al mismo desde cualquier navegador en cualquier dispositivo (un ordenador, un teléfono móvil, una tableta, un lector de libros electrónico…) cuyo único requerimiento es que éste disponga de conexión a la red. Es decir, que el libro en ningún momento se descarga al dispositivo (lo que ahorra espacio en el disco duro del usuario y permite un control más seguro sobre los usos que éste hace del libro, por ejemplo cerrando zonas geográficas desde la que el libro puede ser, o no, accesible).

La explotación comercial que Google plantea para este modelo depende del lugar en el que se realice la compra del libro. En el caso de que el usuario adquiera un libro electrónico navegando por la página de Google Books, en-tonces el buscador percibe 37% del precio de venta al público (en Estados Unidos este porcentaje ha sido fijado en 30%). En el caso de que el usuario decida comprar el libro para su visor de Google Editions desde la tienda vir-tual en el sitio en la red de la editorial, entonces el margen es de entre 10% y 15% para Google (que se encarga de gestionar todos los procesos de com-pra). Finalmente si la compra se realiza desde la tienda de un distribuidor, entonces el margen que se reparten la librería y Google ya varía y depende del acuerdo al que lleguen con cada una de ellas. En todo caso, la editorial sigue obteniendo el mismo margen que tenga con esa librería en línea. Ese margen que tiene la librería es el que se tiene que repartir con Google cuan-do se produce una compra de este tipo.

En principio, Google ha establecido que el precio de venta al público sea fija-do por los propios editores, al contrario que en el caso de Amazon y la opción que parece tener más popularidad es la de mantener el precio del libro elec-trónico pues al fin y al cabo lo único que varía es la forma de compra pues el contenido y el formato es el mismo que el de cualquier otro canal.

Google Editions posee su propio sistema de visualización. Google se en-carga de adaptar el formato a este sistema partiendo para ello de práctica-mente cualquier formato (PDF, Quark, InDesign, Word…) e incluso, si no es posible de otra forma, desde un libro físico.

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Telefónica

Recientemente el gigante de las telecomunicaciones español ha anunciado el lanzamiento de un servicio de venta de libros electrónicos bajo el para-guas de su marca a nivel mundial Movistar. En sus planes de lanzamiento se plantea trabajar en exclusiva con Libranda y Publidisa cuyos títulos serán los únicos que se puedan adquirir a través de Movistar eBooks y quienes ges-tionen la incorporación de nuevas editoriales a la plataforma de Telefónica.

Las compras se gestionan a través de la descarga del contenido al disposi-tivo (en principio compatible con teléfonos móviles, tabletas, ordenadores, lectores de libros electrónicos…). La compra del contenido es independiente del dispositivo de forma que si un mismo usuario desea traspasar el conteni-do a otro no tendrá que volver a pagar. Este concepto ha sido denominado por Telefónica como de uso conectado en el que la lectura, el acceso a los libros electrónicos y la sincronización quedan abiertos a todos los dispositi-vos del usuario que puede iniciar la lectura en su teléfono móvil y pasar a su iPad sin mayores problemas (este es precisamente el modelo de Apple para todos sus dispositivos: ordenadores, iPhone, iPad y iPod).

Las ventajas para el editor son varias. En primer lugar la aplicación Movistar eBooks se va a incluir en todos los dispositivos de Movistar de serie. Ade-más la compañía va a utilizar su maquinaria de promoción (alertas, servicios de comunicación, etcétera) para la promoción de su tienda. El usuario perci-be la compra como un proceso fácil de gestionar (se carga directamente so-bre su factura de consumo telefónico y de datos), lo que incentiva la venta. El lanzamiento de Movistar Books será para España y Latinoamérica.

En la actualidad están intentando llegar a un acuerdo con Adobe para sin-cronizar los datos del usuario que compra y evitar un doble acceso como usuario (a la aplicación de Movistar eBooks y a la licencia de Adobe), algo que reduciría y facilitaría significativamente el proceso de compra, descarga y gestión de un libro electrónico.

Libranda

Libranda es la plataforma de distribución de libros electrónicos que tiene como socios a siete de los mayores grupos editoriales en lengua españo-la como son Planeta, Random House Mondadori, Santillana, SM, Wolters Kluwer, Grup 62 y Roca Editorial.

Su papel no es la venta directa de libros electrónicos, sino que la plataforma ha sido constituida como distribuidor a terceros: librerías en la Red o tiendas especializadas de libros electrónicos. Actúa como operador logístico que

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presta servicios de almacenaje y distribución digital a las editoriales y a las tiendas en línea, poniendo a disposición de las mismas el contenido digital de las editoriales con las que trabaja.

En la actualidad ha firmado acuerdos con Apple, Movistar, El Corte In-glés, Fnac, Casa del libro, Abacus, todoebook, Leer-e, Grammata o Bu-bok entre otros. Además están negociando con Amazon, Barnes&Noble y Google. Han llegado a acuerdos con ciento cincuenta editoriales (con un fondo total de unos mil cuatrocientos títulos) y con más de doscientos canales de venta.

Piden exclusividad con contratos son anuales y un descuento de 45% del precio de venta del libro electrónico que se reparten con la librería en línea. En el caso de que la editorial disponga de acuerdos privados con alguno de los canales con los que ellos trabajan, entonces el descuento es de 15%, respetando lo anteriormente pactado entre editorial y librería.

En el caso de Apple, Amazon y Barnes&Noble, obtienen 2% por costes admi-nistrativos ya que la gestión de los libros electrónicos con estas plataformas no las realizan ellos. Estas tres compañías demandan el archivo electrónico como tal y directamente se encargan del almacenaje y de la gestión de compra y descarga, con lo que el papel de Libranda es testimonial y sólo se explica por la exclusividad que tienen sobre esas obras electrónicas y que obliga a cualquier tercero a tener que firmar con ellos si quieren vender ese libro.

Libranda supone un interesante esfuerzo monopolístico de los grupos edi-toriales más potentes del país. El que pidan exclusividad sobre los libros electrónicos, los márgenes que demandan, su voluntad de transplantar el modelo de distribución física tradicional al de distribución electrónica y los pocos títulos de que disponen, que hace sospechar que ni siquiera tienen los de sus propios socios, despiertan ciertas inquietudes sobre su futuro.

Overdrive

Overdrive es un distribuidor de libros electrónicos norteamericano que dis-tribuye libros electrónicos a nivel mundial. Ofrecen un acuerdo basado en el modelo de agencia adscrito al sistema de 30/70 de comisión.

Entre sus clientes principales cuenta con Microsoft, HarperCollins, Random House y McGraw-Hill. Tiene acuerdos con bibliotecas (entre otras con la red de bibliotecas públicas de Nueva York, Los Ángeles y Chicago y, a menor escala con bibliotecas de Singapur, México, Canadá o Australia). Recien-temente han llegado a un acuerdo con la multinacional del entretenimiento Disney para agregar seiscientos libros digitales a su catálogo.

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Kobo

Kobo comercializa su propio lector de libros electrónicos y tiene un fondo de «más de 2.2 millones de libros electrónicos, periódicos y revistas», según la información de su sitio corporativo. Este fondo es comercializado direc-tamente a través de su plataforma en formatos universales (ePub y PDF). Trabajan con modelo de agencia para cualquier proveedor que desee comer-cializar sus contenidos para su plataforma (que además del lector de libros electrónicos se complementa con una serie de aplicaciones que permiten convertir otros dispositivos como tabletas o teléfonos móviles en lectores). Su lector es muy similar al Nook (las principales diferencias están en una ligera variación de tamaño y peso y el número de colores disponibles, en ambos casos a favor del Kobo).

Llegados a este punto es momento de plantearnos de qué forma afecta la aparición del libro electrónico al modelo tradicional que aún sigue plena-mente vigente (de hecho el porcentaje de venta de libro electrónico sigue siendo muy menor en comparación con la venta de libro en papel). Está claro que no se trata de perder la cabeza y abandonarse deslumbrados por las posibilidades que ofrece el libro digital.

Toda transición exige una dosis de cálculo y sangre fría para poder garanti-zar el futuro a medio y largo plazo del sector. En cualquier caso tenemos que tener en cuenta que la llegada del libro electrónico no es el futuro del libro, es el presente. Este formato abre un nuevo horizonte para la explotación de los contenidos y exige un esfuerzo constante por parte de las editoriales para adaptarse a las exigencias y retos que se nos plantean. En juego está la supervivencia inmediata y para poder afrontar el cambio con garantías debemos invertir en formación y estar preparados para competir con otras formas de conocimiento y ocio que compiten directamente con el libro.

Entre las amenazas a las que nos enfrentamos está la piratería y la deva-luación del valor del contenido percibido por el lector. Ante lo primero sólo nos queda ser prudentes e intentar adoptar las herramientas que, a día de hoy, permiten proteger el contenido (aún a sabiendas de que en muchos casos es una batalla perdida). Quizá el mayor impulso contra la misma sea la educación de nuestros lectores para que aprendan a valorar el precio de los libros en su justa medida. Ahí entra en juego la segunda parte de esta ecuación de amenaza y para ello debemos hacer un esfuerzo para hacer que el libro en papel, que pudiera compararse al cine en blanco y negro mudo (frente a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías), ter-mine convirtiéndose verdaderamente en color y con un registro de sonidos que cautiven al espectador/lector. De ello depende, ni más ni menos, que la subsistencia de nuestro sector.

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10Marketing digital del libro en papel y electrónico

Raúl Vázquez

En un momento crucial y de revolución para el mundo del libro, con la irrupción del libro electrónico y sus nuevas posibilidades de comercialización y distribución, y un mercado estancado y anclado en viejos modelos, el reto que se nos plantea a los profesionales del marketing que operamos en este sector es apasionante.

Las nuevas herramientas del mundo online, así como los nuevos gustos y preferencias de los lectores, nos hacen parar y reflexionar cómo queremos dibujar el nuevo panorama del sector, en donde el peligro de no adaptarnos a las nuevas tendencias puede llevar a las editoriales a perder el control so-bre lo más valioso de la cadena del libro: el contenido.

Quizás todo pase por un cambio en la cultura y en la estructura de trabajo de las editoriales que deben apostar por un enfoque más tecnológico y más orientado a Internet, especialmente en el ámbito del marketing.

1. Abandonar el viejo modelo

El primer paso para planificar una correcta estrategia de marketing online para libros, tanto físicos como digitales, es darse cuenta de que las cosas han cambiado y están cambiando a una velocidad de crucero.

No nos sirven las antiguas técnicas ni los antiguos dogmas establecidos para vender libros.

La venta online, los libros electrónicos con sus infinitas posibilidades de modelos de negocio y distribución y la aparición de las redes sociales, son las claves de un nuevo modelo de marketing para editoriales que, en mi opinión, debe basarse en una estrategia online por motivos de rentabilidad y adecuación a los nuevos tiempos.

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1.1. Antes compraba un libro por… y ahora por…

Las principales razones que motivaban a un lector a comprar una determi-nada obra eran: la recomendación de un crítico o de un conocido, una re-seña en el suplemento dedicado a los lectores de algún periódico o porque descubría el libro mientras se daba una vuelta por una librería.

En la actualidad, las anteriores motivaciones continúan vigentes, pero van perdiendo fuerza a medida que los potenciales clientes encuentran información y canales más cómodos o más adecuados a sus hábitos. Por ejemplo, ahora compramos libros porque vemos comentarios positivos en blogs especializados, porque vemos que algún conocido lo recomienda en las redes sociales, porque nos llegan las novedades a nuestro email o porque navegamos en la tienda de libros electrónicos que son compatibles con nuestro lector, el cual estamos deseando llenar de contenidos.

No sólo eso, la compra online está creciendo rápidamente por la comodidad que supone para los lectores el que te envíen los libros a casa y por la facili-dad de búsqueda de títulos relativos a áreas o temáticas de nuestro interés.

1.2. La publicidad pierde eficacia

Según un estudio de Nielsen de 2009, las principales motivaciones que lle-van a la compra de algún producto son:

• Recomendaciones de conocidos: 90%

• Opiniones online de consumidores: 70%

• Webs corporativas: 70%

• Contenido editorial (artículos en prensa): 69%

• Televisión: 62%

• Diarios: 61%

• Radio: 55%

• Publicidad online: 41%

• Banners: 33%

• SMS: 24%

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Como vemos la publicidad tradicional pierde fuerza a favor de las recomen-daciones y opiniones de terceros. Los consumidores desconfían de la pu-blicidad y prefieren guiar sus compras tras conocer experiencias de otros. Y no hay mejor ámbito que las redes sociales e Internet para que los usuarios encuentran mucha más información, recomendaciones y opiniones.

1.3. Nuevos medios, nuevas herramientas

Los nuevos medios y plataformas en las que los clientes buscan recomen-daciones que motiven su elección hacia un producto u otro son nuevos: las redes sociales, páginas que comparan precios, páginas web, tiendas online, etcétera. Estas nuevas herramientas permiten a las compañías poder tener presencia en estos nuevos canales y realizar sus políticas de marketing. Eso sí, no hay que transplantar las antiguas estrategias y objetivos al mundo online.

La comunicación empresarial en el mundo online y las redes sociales no debe tener un carácter demasiado comercial, sino más orientado a atraer usuarios por el atractivo de los contenidos y a favorecer la con-versación online. No sólo queremos comprar, queremos compartir las sensaciones y conocimientos que nos provoca un libro con otros que también lo han leído.

Los nuevos canales y plataformas nos permiten llegar a nichos y segmen-tos de mercado mucho más reducidos pero más fácilmente localizables y mejorar la capacidad de realizar un marketing personalizado e incluso un marketing one to one.

1.4. No pienses en libros, piensa en contenidos

Los editores ya no sólo pueden explotar comercialmente los contenidos de sus obras a través de la venta de libros tradicionales. Con la llegada del libro electrónico y el formato ePub, el contenido se hace «fluido» y adaptable a muy bajo coste a multitud de nuevas plataformas y modelos de negocio online.

El mismo libro se puede vender en formato electrónico, fragmentado por ca-pítulos, por suscripción, por pago por visión, en formato audiolibro, en una aplicación para un teléfono móvil, a través de una web e infinidad de canales que existen y otros que quedan por descubrir.

El paso inicial que supone la digitalización al formato ePub abre nue-vas puertas para la venta de los contenidos que conforma un libro tal y como lo conocemos.

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1.5. Escribe las sinopsis, índices, títulos para que se indexen mejor en Google

La importancia de aparecer en los primeros resultados de búsqueda, tanto para libros como para autores o editoriales, es sabida. Y la primera fase para tener un buen posicionamiento natural es tener cultura de posicionamiento para todas las acciones de marketing que realicemos. Desde cómo redactar una sinopsis que mandaremos a un distribuidor online hasta cómo estruc-turar la ficha de un libro en nuestra página web, es vital pensar en la mejor manera de que esos contenidos se indexen.

Es frustrante para un lector no encontrar un título en una librería física, pero lo es más aún no encontrarlo en Internet.

1.6. Venta de libros físicos y online al mismo tiempo

Lo ideal es ofrecer al usuario las versiones física y digital de los libros, El usuario decidirá cuál le conviene más. El mundo del libro electrónico va creciendo poco a poco y son muchos los usuarios que, al plantearles ambas opciones de compra, deciden probar con los libros electrónicos. Y el caso es que la mayoría repita.

Como ejemplo de una acción de marketing para la venta de un libro en formato papel y electrónico vemos cómo lo hizo la editorial que publicó la última novela de Ken Follet La caída de los gigantes. Antes que la versión en papel, se puso a la venta el libro electrónico a un precio de 19.90 dólares. A los pocos días se realizó el lanzamiento de la obra en papel a un precio de 19.13 dólares, que representa 4% menos. Lo que puede parecer algo sin sentido tiene una explicación clara: Amazon (por mucho que diga a la opinión pública) sigue siendo quién pone los precios y lo que quería era captar a los lectores más admiradores de Ken Follet que estaban deseando ser los primeros en leer su última obra (los early adopters que llaman en el mundo de la tecnología). Por ello lanzaron el libro electrónico en primer lugar para captar a ese público que no le importa el precio a pagar. Ahora bien, aunque muchos consumidores se quejaron de estos precios, también es cierto que a muchos otros no pareció importarles, ya que, por ejemplo, la novela de Follet para Kindle lleva ocho días en los primeros puestos de la lista de más vendidos.

2. Ventajas y obstáculos del libro electrónico

2.1. Ventajas

Para los editores:

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• Todos los nuevos modelos de negocio que se abren: libros elec-trónicos, ventas por suscripción, por pay per view, por licencia de uso, aplicaciones informáticas, libros en el móvil, audiolibros, ventas fragmentadas por capítulos, libros en la nube, etcétera.

• Posibilidad de aumentar la visibilidad y las ventas de obras de fondo de catálogo: la feroz rotación de libros que se vive en las librerías físicas no ocurre en el mundo online. Los libros no ocupan espacio (sólo en el servidor) y es posible disponer de todo el catálogo en la web (que es gratis y no ocupa espacio).

• Ahorro en coste de impresión, aunque surgen los gastos de digitali-zación que son algo menores.

• Distribución global: en todas partes del mundo a un solo clic de distancia.

Para el usuario:

• Contenidos inmediatos.

• Más baratos, generalmente 30% menos que la versión en papel.

• Más contenidos extras: hacer de la experiencia de lectura algo dife-rente. Lectura social.

• No almacenamiento físico.

• Actualizaciones.

• Servicios alternativos: adaptados al usuario y al lugar en el que está consumiendo el libro.

• Personalización de las ofertas a los gustos del usuario.

• Pueden recuperar el libro si lo pierde, a diferencia del mundo físico.

• Se puede leer hasta en doce dispositivos, según la elección de la editorial a la hora de configurar el DRM.

2.2. Obstáculos

• No hay contenido suficiente = piratería.

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El hecho de que no haya suficientes contenidos de libros electrónicos en espa-ñol fomenta la piratería. Se han hecho muchos avances pero no los suficientes.

Los esfuerzos de comunicación en medios, las expectativas creadas en los consumidores, la gran oferta de dispositivos de lectura no se corresponden con los esfuerzos de las editoriales en cuanto a poner a disposición de los lectores su catálogo en formato electrónico.

Hay mucha información sobre lectores, iPads y libros en iPhone en los me-dios de comunicación, pero cuando le preguntas a un usuario medio sobre ello suelen tener una idea bastante distorsionada sobre cómo es el proceso de compra de un libro electrónico. De hecho, no se comunica lo suficiente que cuando compras un libro digital lo puedes leer en seis dispositivos.

Hay que aprovechar además el hecho de que la compra de un libro electró-nico es inmediata. Es decir, el usuario lo paga y en el momento lo adquiere. Uno de los principales objetivos del ecommerce es que el usuario obtenga su producto cuanto antes mejor y con los libros electrónicos se consigue.

Al no haber suficiente información sobre libros electrónicos, la mayoría de los lectores esperan comprar un lector digital y disponer de multitud de títulos gratuitos al instante. Bajando libros pirateados de inmediato. Si se comunicara que éstos tienen un precio menor que los físicos, si se les facilitara el proceso de compra, si se les añadiese funcionalidades de valor agregado como conte-nidos audiovisuales o posibilidad de compartir sus impresiones sobre el libro con otros usuarios que lo han adquirido, la percepción de valor de los libros digitales aumentaría enormemente y sería más fácil la venta de los mismos.

• Distribuidores poniendo precios: Modelos de distribución de agen-cia o de reseller.

Como hemos visto en el capítulo anterior, el editor debe seguir teniendo el control de los precios de venta que se establecen. El ejemplo del modelo de Amazon supone un riesgo para el mundo editorial. Los distribuidores online desean fijar los precios más baratos posibles para ganar muy poco margen (o incluso perder) pero ganar volumen (para hacerse un monopolio) o para obtener ingresos a través de líneas de negocio paralelas como la venta de dispositivos electrónicos.

La percepción de precio de un libro electrónico por parte del consumidor ya es baja debido a la falta de información sobre lo que es un libro electrónico y las múltiples posibilidades que les ofrece a un precio menor. Si a esto añadimos que los distribuidores fijen precios extremadamente bajos, todo provoca que los usuarios no pretendan pagar más dinero por un libro que el establecido por los grandes distribuidores que se están haciendo con todo el mercado entre dos o tres compañías.

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Los editores no deben aceptar esto y el modelo de agencia, con el precio fijado por el autor y con un margen de 30% para el distribuidor se impone si queremos que el mundo del libro sobreviva tal y como lo conocemos.

• DRM ¿sí o no?

El DRM es asumido por el distribuidor. El principal coste es el de las licen-cias de Adobe y el tecnológico que adaptará a la tienda online la plataforma de descarga de libros electrónicos.

El 5% de coste que supone poner DRM a un libro electrónico no es el prin-cipal problema ya que no se carga en el precio final que paga el lector, es más un problema de dificultad a la hora de descarga y lectura por parte del usuario provocado por falta de información.

• IVA 18% para libros electrónicos.

El hecho de que en España los libros en papel tengan 4% de IVA y los elec-trónicos 18% es un freno para el crecimiento del sector.

• Precios.

El precio que se les debe poner a los libros electrónicos ha sido y es uno de los principales motivos de debate y análisis por parte de los editores desde hace unos años a la actualidad.

A modo de recuerdo podemos ver los datos del estudio que la FGEE (Fede-ración de Gremios de Editores de España) realizó en 2008 y que consistía en una encuesta realizada a editores preguntando sobre el precio de venta al pú-blico de los libros electrónicos. En esa encuesta, 40% de las 277 editoriales encuestadas considera que el precio de venta al público de los libros digitales debería ser 50% más barato que su versión en papel. El 27% de las edi-toriales encuestadas opina que el PVP de los libros electrónicos debería ser 30% más barato que las ediciones impresas, mientras que 21% señala que deberían tener al menos 15% de descuento. El 10.5% considera que ambas versiones (digital y papel) deberían tener el mismo precio, y tan sólo 2.5% opina que las versiones digitales deberían ser más caras que las ediciones en papel.

En la actualidad se ha establecido como estándar fijar el precio de los li-bros electrónicos 30% menos que la versión en papel. Es lo que la mayoría de las editoriales practica y la única manera de salvaguardar el mundo del libro en un futuro.

En otros países, como Reino Unido, el precio para los libros digitales está establecido como norma general en 20% menor que los libros físicos.

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3. Estrategias y acciones de marketing online en el mundo del libro

Antes de planificar y ejecutar nuestras estrategias y acciones de marketing online es necesario definir nuestro modelo de negocio online fijando objeti-vos prioritarios y secundarios: aumentar las ventas online, mayor visibilidad de marca, difusión de novedades, etcétera.

3.1. Replanteamiento de la página web

Acepta la realidad

Antes de nada, hay que aceptar los siguientes puntos:

• Ningún usuario (o muy pocos) va a teclear tu dominio en el navegador.

• Esperan que tú les informes, no que ellos tenga que ir a ti a buscar información.

• Quieren que les informes en sus medios o plataformas preferidas.

• Quieren mover tus contenidos si son interesantes. Si no te penaliza-rán duramente.

• No desean que les bombardees con demasiada información ni que sólo les envíes novedades de libros con su botón de compra: para eso ya están las empresas de venta por Internet.

• Esperan que la web y las herramientas que les pongas a su disposición creen una plataforma en la que puedan establecer una conversación, tanto con la empresa como con otros usuarios. Hay que escuchar, con-versar con tus usuarios y extraer conclusiones de lo que aportan.

• Anhelan sentirse únicos, especiales, que les tratas de uno en uno.

• Si puedes crea apóstoles de tu marca, de tus libros, de tus autores, etcétera.

Uno de los principales objetivos de cualquier responsable de marketing, es-pecialmente si es de marketing online, cuando llega a una compañía es la de rediseñar la página web. Uno de los motivos fundamentales de ello es que las tendencias, herramientas y tecnologías avanzan a una velocidad de vér-tigo y la plataforma de la que dispones se ha podido quedar obsoleta en un

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plazo muy corto de tiempo. A ello hay que añadir los nuevos usos y gustos que los usuarios desarrollan y adaptan a su comportamiento online. Hay que estar muy atentos a los avances que se vayan produciendo y ofrecer a tus usuarios lo que demanden en cada momento.

Por ello, antes de nada hay que plantearse los objetivos que queremos al-canzar con nuestra o nuestras páginas webs corporativas y crear ese eco-sistema de contenidos e información en el que la página de la compañía adquiera el papel central de aglutinador.

Es necesario realizar un análisis de nuestra web actual y extraer sus puntos fuer-tes y sus debilidades, estudiar a fondo las visitas y el comportamiento de los visitantes a través de Google Analytics o cualquier otra herramienta y, a partir de ahí, establecer los objetivos que queremos lograr con la nueva página web.

¿Para qué queremos la web?

Potenciar las ventas online de libros físicos y electrónicos, crear valor de mar-ca para la editorial, dar a conocer las novedades, informar del catálogo edi-torial, aumentar la presencia y la reputación online de los autores, etcétera.

Aumentar las ventas online

Seguramente éste sea el objetivo principal de la mayoría de las editoriales: vender libros online. Y es muy entendible, pero no debe ser el objetivo di-recto y único, sino que una buena estrategia online nos lleve a él. Hay que atraer a los usuarios a tu web y a partir de ahí lograr que compren esos libros.

Para ello es necesario:

• Conseguir visitas.

• Repeticiones de las visitas.

• Aumentar el tiempo de permanencia en la web.

• Enlazar con redes sociales.

• Que los usuarios difundan tu información porque la consideran in-teresante o útil.

• Ventas.

• Repetición de ventas.

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• Que la web sea una fuente de información interesante para nuestro público objetivo.

• Permitir que los lectores opinen, participen y voten.

Conclusión: lo que queremos es que sea una referencia en cuanto a con-tenido de calidad de expertos en las materias. Un sitio de referencia para nuestros lectores objetivos.

Una vez en la tienda online:

• Extrema facilidad de compra.

• Envíos rápidos y sin problemas, tanto en libros físicos como en elec-trónicos. Para estos últimos se hace necesario y muy útil poner a dis-posición de los usuarios una pequeña guía que explique cómo es el proceso de descarga del libro electrónico, contar en cuántos y cuáles dispositivos podrá leer el mismo y otra serie de preguntas frecuentes que ayuden a los lectores a la hora de comprar libros electrónicos.

• Personalización de ofertas.

• Ofrece libros o productos relacionados: por tema del libro, por autor, por materias relacionadas, por compras pasadas… Hay que cate-gorizar bien el libro, ya sea por palabras clave que insertas a mano o por posicionamiento natural del contenido de la sinopsis, índice, autor, etcétera.

• Fichas completas de los libros y de los autores, para una mejor indexación en los buscadores, para conseguir una información rela-cionada completa que nos ayude a aumentar las ventas relacionadas o mejorar el conocimiento del libro o del autor.

• Contenidos no de venta: noticias, videos, próximos eventos, invi-taciones personalizadas, acceso a perfil, blogs o redes sociales del autor o autores.

• Disponer de un ranking de los libros más vendidos o más comentados.

• Visualización de contenido parcial del libro en la propia ficha de compra: aumenta la permanencia en la web, obtiene mayor viralidad por parte de los usuarios e incrementa el número de ventas.

• Posibilidad de enviar a amigos fomentando el «boca-oído» online.

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• Botón de compra o call to action visible y destacado.

• Botón «Me gusta» en Facebook o poder difundirlo a través de re-des sociales mediante panales de botones que incluyen todas las redes sociales que nos imaginemos.

3.2. Involucra a tus usuarios, a tus autores y a tus empleados en los contenidos de la web

Aumentar las visitas a tu página web y, en consecuencia, aumentar las ven-tas online así como la visibilidad y reputación de tu marca, está directamente relacionado con el hecho de crear unos contenidos interesantes para tu pú-blico objetivo y crear una conversación a partir de los mismos entre usua-rios, autores y empleados.

Obviamente, hay otros métodos como la publicidad online, SEM, email mar-keting, intercambio de enlaces, reseñas en medios de comunicación, Ad-Words de Google, etcétera.

Pero la manera más barata, efectiva y prolongada en el tiempo es lograr que tu sitio web sea un punto de encuentro habitual para tus usuarios objetivos.

Para ello hay que:

• Incluir noticias actuales y relacionadas con los temas y contenidos de tus libros o de tus autores. Intenta categorizar estas noticias se-gún las materias de tus libros.

• Crear una comunidad de lectores: se pueden fomentar los clubes de lectura u otras actividades que favorezcan la idea de comunidad.

• Promover el contacto con tus estrellas: los autores. A través de charlas online, acceso a sus blogs y redes sociales.

• Creación red social de escritores.

• Crear una cultura corporativa volcada en la creación de contenidos de calidad y en la escucha a los clientes y usuarios.

3.3. SEO

El Search Engine Optimization es y será uno de los aspectos claves para cualquier compañía. Aunque sea una organización que no base su modelo

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de negocio en la venta online, el hecho de no disponer de una correcta visi-bilidad en Internet es algo catastrófico.

Si hablamos del mundo editorial en el que la venta de libros físicos y elec-trónicos online se postula como unos de sus pilares de negocio, nos damos cuenta de la importancia que toma una buena planificación y trabajo de SEO en las páginas web.

¿Cómo realizar un correcto y efectivo posicionamiento natural en los buscadores?

El ranking de uso de buscadores es el siguiente:

• Google: 77,93%

• Yahoo: 12,61%

• Msn (Live Search): 6,76%

• Ozú : 2,25%

• Lycos : 0,45%

• Otros: 3,15%

Por tanto, podemos deducir que la mayoría de nuestros esfuerzos se deben dirigir a lograr entender cómo funciona el motor de búsqueda de Google para lograr un buen posicionamiento natural. El SEO es una actividad bastante com-pleja y no siempre matemática. No vamos a desplegar un tratado sobre buenas prácticas o estrategias SEO, simplemente una serie de consejos básicos funda-mentales para que el posicionamiento natural de la página web sea adecuado.

Google entiende una página basándose en:

• Palabras clave.

• Frecuencia de las palabras.

• Tamaño y ubicación de las letras.

• Es importante la frescura y la relevancia de los contenidos, así como su actualización.

• Dominio acorde con las palabras clave que pretendemos que nos definan.

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• Etiquetas bien elaboradas: título, descripción, keywords o palabras clave, contenido en el que aparezcan las mismas y etiquetas ALT en todas nuestras imágenes y videos. Las etiquetas ALT se usan para describir las imágenes y videos otorgándoles una información que se inserta en el código HTML de la web y que ayudan a que los bus-cadores lean e interpreten estas imágenes o videos.

Elementos que ayudan a un buen posicionamiento natural:

• Diseño en HTML.

• Breadcrumbs (rutas de enlaces internos que ayudan al usuario a sa-ber en qué parte de la web está y que favorecen el posicionamiento natural) y enlaces amigables.

• Usabilidad.

• Web visibles en móvil.

• Ayuda hacer una campaña en Google AdWords.

Si diseñan sus sitios webs con las siguientes tecnologías y elementos, los bus-cadores tendrán mayor dificultad en indexar correctamente sus contenidos:

• Flash: se puede sustituir por Jquery o el nuevo HTML 5, con presta-ciones similares e indexable en buscadores.

• Marcos.

• Aplicaciones web realizadas en Java.

• Imágenes y videos sin etiquetas ALT.

3.4. Blogs

Los blogs nacieron hace diez años y se han convertido en una herramienta esencial de marketing y comunicación para todo tipo de compañías.

Según eMarketer, 34% de las compañías estadounidenses utilizará el blog para conseguir sus objetivos de marketing este año, un porcentaje que cre-cerá hasta 43% en 2012.

Las compañías se dieron cuenta de la fuerza que tomaban los blogs y los

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están utilizando para mejorar y potenciar funciones corporativas como la comunicación, generación de opinión y prescripción, atención al cliente y creación de marca, además de aprovechar la funcionalidad más potente que nos ofrecen los blogs que es la de conversar con nuestros clientes y no clientes. El hecho de escuchar y de conversar es el mayor valor de las he-rramientas del denominado marketing 2.0. y ése es el principal objetivo que debemos conseguir de ellas.

Hay que reconocer que los blogs están perdiendo fuerza con las nue-vas formas de comunicación a través de redes sociales como Facebook, LinkedIn o Twitter, pero es posible integrar ambas formas de comunicación sincronizando los contenidos, de tal manera que aparezcan al mismo tiem-po en todas las herramientas. Por ejemplo, es muy fácil escribir un tweet en Twitter y que esté sincronizado para aparecer a la vez en Facebook, LinkedIn y en los blogs que gestionemos. La tecnología nos permite subir el contenido una sola vez y que se publique en varias plataformas de ma-nera inmediata. Así compartimos la misma información con usuarios que llegan a nosotros a través de diferentes medios y a través de diferentes redes. El lugar en el que los usuarios lean nuestros contenidos, segmenta el público objetivo. No es lo mismo la gente que sabe de nosotros a través de Tuenti que la que lo hace a través de LinkedIn, por ello también es ne-cesario ofrecer contenidos personalizados en cada una de las plataformas.

Es necesario conectar los blogs particulares de los autores con los corporati-vos e incluir los contenidos de los mismos segmentados por áreas de interés.

Publicidad y acciones de relaciones públicas con webs y blogs

Antes de nada se precisa determinar blogs más idóneos para nuestros ob-jetivos. Hay blogs y redes sociales especializadas en cultura, libros, etcétera que tienen niveles altos de audiencias especializadas. Con ello, pretende-mos establecer estrategias, ya sean de pago (publicidad o patrocinios) o gratuitas (mediante labor de comunicación) que nos permitan aumentar la visibilidad de la marca en la red, afinidad – reseñas, recomendaciones, bus-car enlaces en páginas externas con alto Page Rank.

Otra acción a elaborar es ayudar a los autores a promocionarse y promocio-narse de la mejor manera a través de sus blogs.

3.5. Librositios

Se trata de pequeñas páginas web o minisites para un libro en concreto. Importante proveer de contenidos audiovisuales y de herramientas que per-mitan la interactividad entre usuarios (que comparten su gusto por el libro).

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El tener un librositio con su propio dominio, ayuda mucho a la hora de la búsqueda del mismo en Internet así como favorece al posicionamiento de la web corporativa.

Es positivo habilitar una zona privada en estos librositios para los usuarios que ya han comprado el libro, en físico o en digital, en la que les podamos ofrecer contenidos extras, actualizaciones, invitaciones a eventos relacio-nados con el libro o descuentos y promociones especiales. Se convierte en una herramienta de fidelización y de valor añadido para nuestros clientes.

3.6. Redes sociales

La importancia que tiene y que va a tener una buena presencia de las com-pañías en las redes sociales para sus resultados de negocio, es algo que está calando en el mundo empresarial.

Sirvan los siguientes datos:

• El uso de Redes sociales se incrementó en España en 500% en 2009 (según Estudio Telefónica España «La sociedad de la Informa-ción en España 2009»).

• España es el segundo país del mundo que más utiliza las redes so-ciales (según Nielsen).

• Tres de cada cuatro internautas españoles, son usuarios de redes sociales y dedican 5.3 horas al mes por usuario (según la empresa de medición Comscore).

• Alta presencia de las editoriales en las redes sociales: El 68.6% de los profesionales del libro encuestados considera que tener presen-cia activa en redes sociales será la medida que tendrá mayor impor-tancia en su estrategia de marketing online del próximo año. 59.6% de las editoriales encuestadas utiliza las redes sociales (Facebook, Twitter, Tuenti, etcétera) para la promoción de sus libros y autores. 18.8% de los encuestados manifestó que utiliza las redes sociales para potenciar la imagen de marca de la editorial en la red, mientras que 18.4% utiliza las redes sociales con fines profesionales, como, por ejemplo, identificar posibles candidatos para incorporar a sus equipos, contactar con nuevos traductores o ilustradores, etcétera.

EL SMM (Social Media Marketing) se ha convertido en el centro, el dinamiza-dor y el aglutinador de las políticas y acciones online de publicidad, comu-nicación, atención al cliente e investigación de mercados.

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Apostar por las redes sociales puede ser muy rentable para las marcas. Gracias a ellas una compañía puede aumentar sus ventas y darse a conocer entre nuevos clientes. Sin embargo, esta labor exige unas elevadas dosis de esfuerzo y constancia. Para ganarse al cliente hay que mimarlo con atencio-nes, escucharle, conversar con él, ofrecerle ofertas especiales personaliza-das que le hagan sentirse único y fidelizarle. Si conseguimos esto, no sólo tendremos un cliente, sino que dispondremos de lo más valioso que puede obtener una empresa: un cliente evangelizador de nuestra marca. Alguien que siempre va a hablar bien de tu marca y/o de tus productos. Algo que, en el mundo del libro en el que es tan importante el boca-oído para el éxito de un libro, se convierte en fundamental.

Pese al enorme crecimiento de los nuevos medios sociales, la inversión de las compañías es todavía bastante limitada y muy mejorable. Muchas em-presas se muestran reacias a Facebook o Twitter por desconocimiento, por miedo a comentarios negativos de clientes o por falta de tiempo o personal para gestionar la presencia de las marcas en las redes sociales. Sin embar-go, los datos corroboran que superar los miedos tiene premio, puesto que más de un tercio de los fans de una marca en las redes sociales estaría dis-puesto a comprar productos de dicha marca. Además, 92% de los seguido-res de una empresa en los medios sociales recomendaría dicha compañía a otros usuarios. Si trasladamos esto al mundo editorial, nos damos cuenta de que 92% de los fans de un libro con presencia en Facebook recomendaría este libro. Si tenemos en cuenta el poder multiplicador de los comentarios, tanto positivos como negativos, en las plataformas como Facebook, Twitter o LinkedIn, nos hacemos una idea de los beneficios que podremos obtener. Estamos creando evangelizadores.

Los anuncios publicitarios, seguidos de las recomendaciones de amigos y las búsquedas en la web, son los que más consiguen «enganchar» a nuevos fans de una marca en las redes sociales.

Siguiendo con el estudio de DDB, un usuario es, de media, fan de nueve marcas en las redes sociales.

Los seguidores de una marca han llegado a serlo por:

• Conseguir beneficios y ofertas exclusivas.

• Empatía con la empresa.

• Acceder a información sobre la organización.

• La posibilidad de opinar sobre sus productos y acciones.

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¿Qué esperan los fans de una empresa, marca o producto en las redes sociales?

Un tratamiento especial en forma de ofertas, vales descuento y contenidos exclusivos. En definitiva, buscan sentirse especiales, clientes VIP, sentir que son escuchados, conversar con nosotros, acceder las novedades antes que na-die, eventos especiales sólo para ellos, etcétera.

Algunas buenas acciones son, por ejemplo, informar de un nuevo lanza-miento de un libro a los fans de Facebook. El hecho de que cuenten con esa información antes que los propios medios de comunicación les hará sentirse especiales y lo recompensarán difundiendo esta información consiguiendo gran ruido en la red.

También se pueden organizar encuentros online con los autores, pedirles opinión para portadas, encuestas sobre cuál o cómo debe ser nuestro si-guiente lanzamiento…

Involucra a los CEOs en la comunicación en las redes sociales

Según el reciente estudio Socialising Your CEO: From (Un)Social to Social, publicado por Weber Shandwick, 64% de los CEOs de las principales com-pañías del mundo no tienen presencia en el entorno digital.

Es decir, no utilizan el entorno digital y los medios sociales para contactar y con-versar con sus principales stakeholders. Sin embargo, es un hecho comprobado que la participación de los máximos responsables empresariales enriquece la comunicación y aporta un valor diferencial muy valorado por los usuarios.

Establecer tus propios KPIs

Tus propios Key Performance Indicators, es decir los elementos de medición que consideres clave para conseguir tus objetivos de marketing en redes so-ciales. Éstos pueden ser: aumentar las ventas online, conseguir notoriedad para tu marca y para tus libros, ofrecer servicios de valor añadido para tus lectores, conseguir una red que aglutine los temas que interesan a tu público objetivo y crear una conversación con ellos, informar de eventos…

Mide los resultados en las Redes Sociales

Mediante los paneles de control y estadísticas de las propias redes, que te ofrecen multitud de datos estadísticos sobre visitas, número de fans, núme-

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ro de comentarios e información geográfica así como otras herramientas como bit.ly, que no es más que un shortlinker que reduce la longitud de tus enlaces para poder optimizar el uso de caracteres en Twitter. Estos short-linkers además disponen de un panel de control que te informa de cuántos usuarios han hecho clic en el enlace y te proporcionan información sobre cuándo, dónde y desde dónde provenían (Facebook, Twitter, webs…).

3.7. Análisis de las redes sociales como instrumentos de marketing editorial

Podemos dividir las redes sociales dentro de tres grupos:

• Generalistas: Facebook, Twitter, Myspace, Tuenti, YouTube, etcétera.

• Profesionales: LinkedIn, Xing, Viadeo, etcétera.

• Especializadas: Ediciona, Militeraturas, red de bibliotecarios, etcétera.

Como hemos comentado antes, la propia red segmenta al público objetivo, si bien varios usuarios pertenecientes al mismo segmento pueden utilizar varias redes a la vez.

Redes sociales generalistas: Facebook, Twitter y Youtube

Facebook

Con más de quinientos millones de usuarios en todo el mundo, la empresa creada por Mark Zuckerberg se ha convertido en un monstruo empresarial que hace frente al mismo Google. Las compañías se han dado cuenta del potencial que tiene cuidar su presencia en Facebook y utilizarlo como una potente herramienta de marketing online.

Elige tu presencia en Facebook

Hay tres opciones para disponer de presencia en Facebook:

• Páginas oficiales: creas tu página oficial (tienes que confirmar que eres representante legal de la empresa). Es usada para marcas, em-presas, productos, servicios, etcétera. Lo positivo es que indexa en Google y en el resto de buscadores y que es personalizable: puedes modificar tu imagen, aplicaciones, muro, eventos, etcétera.

• Grupos: básicamente se crean para aglutinar a usuarios que com-parten un interés común por la información de la que se habla en

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el grupo. Por ejemplo, hay grupos de alumnos de escuelas, grupos en torno a ideologías políticas, grupos de expertos en áreas em-presariales y millones de grupos más para cualquier cosa que nos podamos imaginar. Básicamente se crean para reunir personas. Se pueden enviar mensajes directos a cada uno de los miembros del grupo por lo que son muy positivos para hacer una versión de email marketing a través de Facebook.

• Perfil personal: el perfil de cada individuo en Facebook. Hay usua-rios que disponen de un perfil personal y otro profesional aunque, a diferencia de LinkedIn, no es tan fácil diferenciar ambos, ya que Facebook está concebida como una red social de amigos y no rea-liza distinciones entre perfiles profesionales y personales. El perfil personal indexa en Google y en el resto de buscadores y también es personalizable.

Personaliza tu presencia en Facebook

Personaliza tu home, celebra ocasiones y adapta tu logo según diferentes pro-mociones o fechas especiales. Configura hacia dónde quieres dirigir tus usua-rios cuando acceden a tu perfil: hacia el muro, hacia la pestaña de información o crea tu propia pantalla home customizada con FBML estático o HTML. Con las aplicaciones que usan Facebook Static FBML diseñas tu presencia personali-zada en Facebook creando una sección única y a medida en tu página.

Crea un enlace amigable de tu dirección de Facebook

Cuando la página que has creado tiene más de cincuenta fans, tienes la posibilidad de crear una dirección única y amigable del estilo Facebook.com/tuempresa.

Esto ayuda mucho para ser usada de manera más sencilla en comunica-ciones, para ganar posicionamiento natural en los buscadores y para ganar notoriedad y recuerdo entre los usuarios.

Actualiza contenidos pero no seas pesado

Es muy importante ofrecer a tus seguidores contenidos de su interés de ma-nera periódica, pero sin caer en el error de subir informaciones cada cinco minutos. Hay que tener en cuenta que tus contenidos o noticias son uno más entre la multitud de mensajes de otras páginas, grupos o amigos que se van acumulando en el muro de los seguidores. Poca información (2 o 3 con-

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tenidos diarios), actual y de mucho interés. Y los objetivos que debes lograr son generar debates, escuchar a tus seguidores y provocar conversaciones entre los diferentes actores: editores, autores, lectores, etcétera.

Utiliza las aplicaciones

En Facebook dispones de multitud de aplicaciones (la mayoría de ellas gratuitas, otras baratas e incluso las puedes desarrollar a medida) como herramientas de comunicación, eventos, conversaciones autor – lectores, encuestas, tiendas online, ofertas exclusivas con cupones promocionales, videos, audio, foros, podcasts, canales RSS y un sinfín de aplicaciones de lo más variado.

Lleva visitas a tu perfil en Facebook

A través de widgets: paneles o insignias de Facebook como el botón de «Hazte fan», el panel de usuarios, etcétera. Éstos los puedes insertar en blogs, páginas web, acciones de email, newsletters, firmas de los emails, etcétera. Hay de varios tipos y Facebook te permite personalizarlos y mo-dificarlos a tu medida entregándote en código en HTML para su correcta inserción en cualquier tipo de escenario.

Campañas de publicidad en Facebook

Según datos de Comscore, la proporción de Facebook en todas las impresio-nes publicitarias online en Estados Unidos aumentó en los últimos doce meses de 9% a 23%. Ninguna otra empresa ha crecido a un ritmo tan espectacular en el último año.

Realizar campañas publicitarias en Facebook es una posibilidad a estudiar. Es innegable la capacidad de segmentación que permite la red social. Puedes crear un anuncio y que sólo vaya dirigido a un segmento de población que tú decidas filtrando por campos como edad, estudios, localización geográfica y por palabras clave que se encuentren en las preferencias de los usuarios.

Por ejemplo, podemos realizar una campaña de publicidad en Facebook para vender un libro de cocina en la que el anuncio sólo aparezca a usuarios que sean mujeres, en Madrid, entre 20 y 45 años y que, entre sus preferencias, pá-ginas y grupos que siguen se encuentre la palabra cocina. El propio sistema, a medida que vas introduciendo variables, te va indicando el número de personas que forman ese grupo.

A partir de ahí, seleccionas si prefieres la campaña por coste por clic (te cobran

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por cada clic que un usuario realiza) o coste por mil impresiones (cobran una cantidad fija por cada mil veces que aparece el anuncio). Decides el presupues-to que quieres invertir en la misma y la cantidad se va restando cada vez que hay un clic o se llegan a las mil impresiones. Todo ello con unas herramientas de medición de resultados que te ofrecen datos muy precisos y completos.

En principio parece que se trata de la plataforma definitiva para realizar campañas de marketing online, pero los resultados no son los mejores, so-bre todo si utilizamos la campaña para venta online. Según el estudio que realizó la compañía Zynga, en Facebook, sólo 4% de los usuarios hace clic en algún anuncio. Sabiendo que, según ha asegurado Facebook, 50% de los usuarios entran diariamente, unos doscientos cincuenta millones, se podría afirmar que 4% de los usuarios de Facebook, aproximadamente, hace clic en algún anuncio cada día.

Y el dato más importante y sobre el que no hay cifras clara, el ratio de conver-sión a compra, es muy reducido. Si tenemos en cuenta que en una campaña de marketing online tradicional suele estar entre 1 y 4%, en Facebook.

Twitter

La red social de los ciento cuarenta caracteres (son el máximo que puedes escribir en cada mensaje) ha tomado una gran importancia como instrumento de comunicación online empresarial. Ya sea a través de perfiles de empresa o personales, la cantidad de información y de contenidos que se pueden trans-mitir, sumado a la facilidad de consumo y poder de viralidad de los mismos hacen que el uso de Twitter se haya extendido de manera exponencial.

Una de sus ventajas principales es la capacidad de sincronizar todas tus comunicaciones en las redes sociales a partir de tus mensajes en Twitter. Es necesario escribir el contenido una sola vez en Twitter y se aparecerá al mismo tiempo en otras redes como Facebook, YouTube o LinkedIn.

Muy potente para comunicar eventos, presentaciones de libros, novedades, noticias o incluso para retransmitir eventos online en directo o llevar a cabo encuentros online con autores, por ejemplo. Con una buena red de seguido-res se conseguirá una gran viralidad de nuestros contenidos, siempre que éstos sean interesantes y consigan atención.

Youtube

La herramienta perfecta para crear nuestro propio canal de televisión. Youtube nos permite compartir videos e insertarlos en nuestras páginas webs, blogs

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y redes sociales de manera sencilla y gratuita. La compañía que compró Google, es la tercera herramienta en el ranking de búsquedas, por detrás de Google y Yahoo. Si a esto añadimos que los videos de YouTube están empezando a aparecer en Google en los resultados naturales de búsqueda, nos da una idea de la importancia que tiene para una empresa contar videos debidamente preparados para su indexación en términos de posicionamiento natural.

En YouTube, además de videos con nuestros eventos, mensajes de nuestros autores, videos corporativos, etc, tenemos que tener en cuenta una nueva y novedosa acción que se está realizando: los trailers de libros. Son pequeños videos de uno o dos minutos en los que se presenta el libro de similar ma-nera que lo hacen los trailers de las películas. Usan mensajes de los autores, imágenes y piezas de video para lograr despertar en el usuario la curiosidad y la atención por el libro.

Se puede enlazar los videos que subamos con Facebook de manera auto-mática mediante aplicaciones y dispone de la posibilidad de mandar actua-lizaciones a suscriptores.

Redes sociales profesionales: LinkedIn y Xing

Aunque surgieron a la sombra de las redes sociales personales o en entor-nos de amistad, las redes profesionales han avanzado a la misma velocidad que sus predecesoras. Hasta tal punto que se han convertido en uno de los puntos principales que los departamentos de recursos humanos utilizan para búsqueda de candidatos.

El networking entre profesionales ha experimentado un avance exponen-cial gracias a herramientas como LinkedIn o Xing, por nombrar las dos que cuentan con mayor número de usuarios.

El intercambio de conocimiento entre profesionales, la captación de talento por parte de consultoras de selección y departamentos de recursos huma-nos así como la difusión y organización de eventos, han convertido a estas redes en un canal de información perfecto para profesionales.

LinkedIn

Quizás en LinkedIn no es tan importante la presencia corporativa y son los empleados los que a través de sus perfiles y de su actividad generan marca y dan a conocer productos y servicios. Crean grupos de debate de su área de expertise, suben presentaciones, comunican los próxi-mos eventos, comparten conocimiento e información con sus iguales

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en otras compañías y mediante esas acciones van creando visibilidad de marca y productos.

Al igual que Facebook, en LinkedIn dispones de aplicaciones gratuitas que sirven como herramientas para subir y compartir presentaciones (como Sli-deshare), sincronizar contenidos con blogs o Twitter, compartir calendarios, etcétera.

En resumen, LinkedIn es la herramienta ideal para conseguir contactos, para estar informado de las últimas novedades dentro de tu área profesional y para difundir contenidos relacionados con tu empresa (usando siempre un tono no comercial). Procura no convertir tus comunicaciones en un diálogo unidireccional y no uses LinkedIn como una plataforma de email masivo porque te pueden considerar spam.

El principal valor es que la empresa está representada por sus empleados y eso la da una cara. La humaniza en la imagen que transmite en la red.

Redes sociales especializadas

Además de las redes sociales generales que hemos comentado anterior-mente, existen multitud de redes sociales especializadas de gran interés para los objetivos de marketing de una editorial como pueden ser Ediciona, Militeraturas, Red de bibliotecarios, Papel en blanco, etcétera. Aunque és-tas son sólo las del mundo editorial en general. También es positivo buscar aquellas redes que traten sobre temas de tecnología para estar informados de las novedades relacionadas con el libro electrónico.

Según sean los temas de los que tratan tus libros, existirán multitud de blogs y redes sociales especializadas en esos mismos temas. Con una pequeña labor de investigación en la red será fácil ver cuáles son las más adecuadas para tus esfuerzos en marketing.

Estas redes sirven para crear una comunidad de lectores y usuarios agrupa-dos en torno a unos mismos gustos o intereses. Favorecen la conversación entre los actores intervinientes en el mundo del libro y generación recomen-daciones y prescripciones a través del «boca-oído» llevado al mundo online.

Encuentra dónde está tu nicho, qué leen, a quién siguen y te serán fieles.

3.8. Creación de tus propias redes sociales

Herramientas como Ning, Elgg, Dolphin o incluso desde Wordpress instalan-

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do el plugin Buddypress te pueden ayudar a crear tus propias redes sociales o comunidades online. Las puedes configurar y personalizar a tu gusto. Pue-des hacer que sean cerradas y tener el control de quién tiene acceso y quién no, además de añadir contenidos especiales o tenerlas en tu propio dominio para facilitar posicionamiento externo en buscadores.

Es muy útil crear una red social de tus autores, por ejemplo, que se convierta en un referente de información de expertos en los temas sobre los que escriben. Si es posible, automatizar que el contenido que estos autores vayan subiendo a sus redes sociales o blogs aparezca en esta red social propia (a través de RSS o algún otro método) es una opción que nos reportaría grandes beneficios.

3.9. Ecosistema de Información entre webs, librositios, blogs y redes sociales

Esto es a lo que debemos aspirar: a disponer de un ecosistema completo de presencia online en la que nuestros contenidos lleguen segmentados al público en las plataformas y medios que ellos prefieran.

Para ello debes conectar tus sitios sociales (sincronizando contenidos), dar protagonismo a tus autores (que arrastrarán a seguidores y conversarán con ellos) y produciendo contenidos de valor añadido que susciten la atención y el interés de los usuarios.

3.10. Clubes de lectura

Algo novedoso en el mundo online (que no en el físico); está pensado para que sean los propios usuarios los que creen y se unan a clubes de lectura en torno a un libro, autor o tema. Se les otorgan las herramientas necesarias en la página web de la editorial o en una tienda online y el objetivo es atraer a nuevos usuarios, conocer sus opiniones, crear debate y aumentar la visibi-lidad de la página web así como la difusión del libro o autor.

Para ello se pueden ofrecer descuentos especiales para los miembros del club en exclusiva u otras acciones de marketing con las que consigamos fidelizar a estos usuarios y hacerles sentir VIP.

3.11. Widgets

Los widgets son pequeños programas informáticos o aplicaciones desarro-lladas para infinidad de tareas normalmente. Las más comunes son facilitar el acceso a funciones que el usuario realiza con frecuencia y convertir estas

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acciones en algo mucho más visual y atractivo. Permiten interactuar con servicios e información (como lectores de RSS), calendarios, agendas, jue-gos, información del tiempo…

Los widgets en el mundo del libro se suelen usar para promocionar los li-bros facilitando su viralidad a través de redes sociales, para una distribución múltiple del contenido o para visualizar un porcentaje de hojeo de la obra gratuita.

Están siendo utilizados por las editoriales Harper Collins, Random House o MacMillan para promocionar sus libros en la Red. Además, el pasado mes de septiembre, Google incorporó una nueva funcionalidad a su buscador de libros que permite a editoriales y autores llevar sus contenidos a sus webs o a las de las librerías para que el lector decida dónde quiere consultarlo.

En resumen, el mundo editorial debe reconvertirse desde su cultura y sus procesos de trabajo para adaptarse a un mundo del libro en plena ebullición y transformación para no perder las oportunidades que el libro electrónico ofrece. Una visión más tecnológica, orientación al usuario en Internet y en las redes sociales y pensando más en contenidos adaptables a nuevos for-matos que en libros tradicionales son las claves para cambiar la mentalidad y abrirla a los nuevos retos que se plantean al sector.

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11Los libros, España e Iberoamérica

Antonio María Ávila

Tras la llegada de Cristóbal Colón, como es lógico, se inició un intenso co-mercio entre la península ibérica y el continente que ya empezaba a cono-cerse con el nombre de «América».

Era, como también parece natural, un comercio de doble dirección: pro-ductos europeos que iban hacia América y productos americanos que se enviaban a Europa. Desde el principio, entre esos productos que marchaban hacia América se encontraban los libros.

El comercio del libro, como correspondía a las condiciones e ideas imperan-tes en la época, estaba sometido a un control exhaustivo del poder político. Los libros salían, en teoría, exclusivamente de la imprenta de un alemán afincado en Sevilla, Cromberger, a quién se le otorgó el monopolio de la ex-portación, para lo cual desde el principio se dictó una extensa y exhaustiva regulación en la que se establecía qué podía y no podía leerse.

La primera norma para regular el comercio y la circulación de libros con el Nuevo Mundo se dictó en 1506, con el único objeto de prohibir las obras de entretenimiento y ficción, especialmente las novelas de caballería (sobre las que pronto se inicia un intenso tráfico clandestino) con la disculpa de que había que proteger a los lectores (hoy hubiéramos dicho protección al consumidor) de tan pernicioso recreo. Esa prohibición –señal de su escasa vigencia–, se repitió en 1531 (Cédula de Uceda), en 1536 (Instrucciones del virrey Mendoza) y en 1543 (Instrucciones del príncipe Felipe como regente de Castilla). Por el contrario, desde el principio hubo un fuerte comercio del libro religioso que, curiosamente, todavía hoy, 2010, sigue siendo uno de los subsectores del libro con más salida.

Por tanto, desde el principio, el comercio del libro tuvo como rasgo idiosin-crático, que por desgracia aún se mantiene en algunos países, una interven-ción del poder público con espíritu autoritario y represivo.

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Pronto surgieron en América, por un lado, las primeras bibliotecas, como la de Fray Juan de Zumárraga, Juan Palafox y la de los colegios de jesuitas y dominicos; y, por otro, se estableció la primera imprenta que continuaría la tradición literaria precolombina, como los códices aztecas y mayas. Cu-riosamente es también un Cromberger, al parecer, quien firma el 12 de julio de 1539 un contrato con Giovanni Paolo, para que se traslade a México a instalar una sucursal de su taller desde donde se imprimiera, por encargo del obispo Zumárraga, el libro más antiguo impreso en América, La Biblia, así como otros libros de doctrina cristiana en lengua azteca y castellana.

Valga todo lo anterior como muestra de unas relaciones entre España y Amé-rica ya antiguas y que hemos narrado para demostrar algunas hipótesis: 1) el comercio del libro existió desde el primer momento en que se establecieron las relaciones entre España y América, 2) la industria del libro –a través de la imprenta– se instaló rápidamente en América, 3) desde el principio hubo una gran presencia del libro religioso, lo cual sigue siendo hoy una realidad, 4) el poder político quiso desde los inicios mediatizar lo que debía leerse y comercializarse, lo cual hoy se sigue intentando por parte de algunos go-biernos como demostración de que el espíritu de censura y ataque a la libertad por desconsideración al ciudadano es difícil de erradicar, y 5) en ese comercio, desde el principio, intervenían gentes de otros lugares de Europa.

Pues bien, tengo que decir que con datos actuales, España, en lo que se refiere al comercio del libro, está como estaba en el siglo XVI, en una encru-cijada. Su producción exterior se dirige en 55% hacia el continente ameri-cano, prácticamente a todos los países, quizá menos a Canadá, y en 45% a otros destinos, especialmente europeos.

Por otro lado, las editoriales son empresas que están muy globalizadas y donde junto al capital español, hay capital alemán, francés u holandés. Es-tán presentes a través de filiales en los diversos países americanos, incluido Estados Unidos (probablemente las más extendidas sean Santillana y Océa-no), pero también tienen filiales en diversos países europeos, y ello como demostración de que las empresas editoriales comparten la misma lógica económica que cualquier otra empresa de cualquier otro sector exportador: con un proceso inicial de exportación directa, nombramiento de represen-tante comercial, creación de depósitos comerciales y, por último, estableci-miento de filiales con producción propia.

Esas relaciones comerciales entre España y América, junto a razones endó-genas de carácter lingüístico y filológico que no nos incumbe analizar, han sido decisivas para el mantenimiento de la unidad del idioma español. Pen-semos en el valor que tiene que sean las mismas personas o empresas, los que se instalan en un lado u otro del Atlántico para producir y comercializar libros (muchas editoriales americanas, como la colombiana Norma, tienen

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varios sellos editoriales en España; al igual que pequeñas casas editoriales, tipo Katz, Amorroutu, o no tan pequeñas, como F.C.E., están instaladas en España) y la aportación cualitativa, de valor incalculable, que sin duda hacen al idioma común, el español.

Por último, me gustaría eliminar dos falsas ideas que existen en este notable e importante comercio:

1. La primera, que sea un comercio que alguien debe dominar, gene-ralmente algunos hablantes naturales. Lo que ocurrió desde media-dos del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial muestra que no hay una relación «natural». El comercio del libro en español estuvo dominado desde Francia por editoriales francesas, principalmente Garnier. Esto es, no hay ninguna supremacía natural, sino que de-ben establecerse lazos y redes comerciales que deben trabajarse y cuidarse continua, cotidiana y delicadamente, porque construir-los cuesta esfuerzo, tiempo, y recursos económicos, pero destruir-lo es relativamente fácil. Eso es lo que aprendieron las editoriales españolas y lo que les inculcaron desde la Federación de Gremios de Editores de España: trabajo, trabajo y trabajo, que se concreta en la asistencia a ferias, misiones comerciales, etcétera, existiendo hoy una importante y notable red comercial desde España a, prác-ticamente, todos los países americanos por los que circulan todas las editoriales grandes, medianas y pequeñas, y se da el caso –no se debe olvidar el esfuerzo de construcción- que a veces hay más libros españoles en Ecuador, enviados desde España, que libros peruanos en Ecuador, a pesar de la vecindad de esos dos países, ejemplo extensible al resto de los países.

Pero insisto en el concepto «artificial» y no natural de las redes co-merciales. Todo es producto del esfuerzo y el trabajo. A veces se nos reprocha que hay libros españoles en Y y no de Y en España, pero ¿las editoriales de Y hablan con los editores, distribuidores y libreros españoles para enseñar y exportar sus libros? Para introducirse en el mercado español el sitio natural es LIBER pero no suelen acudir a hacer ese trabajo prosaico.

2. La segunda idea, falsa idea, es que sólo hay exportación de libros españoles en el continente americano. Al margen de que si esa afir-mación fácticamente fuera cierta sería accidental y no permanente, el hecho cierto es que junto a los libros españoles existe una gran cantidad de libros norteamericanos. Los estudios estadísticos de CERLALC revelan que la edición española en Iberoamérica (si se cuenta Estados Unidos, aún se reduciría más la cuota de mercado) es sólo de 27-29% y la exportación de editoriales norteamericanas

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es de 25%, y casi tienen una situación de monopolio respecto a los libros científico-técnicos.

Ello revela nuevamente la importancia de las redes comerciales, el trabajo cotidiano y el importante esfuerzo que aún nos toca hacer, a todos los sectores involucrados en el comercio del libro.

Un último aspecto que quiero destacar es la escasa presencia de las editoriales iberoamericanas en el mercado americano, aunque el mer-cado del español en la gran nación norteamericana sea marginal, y en los últimos años se haya incrementado su presencia, la situación es cla-ramente insatisfactoria y manifiestamente mejorable, ello contando con que nuestros competidores son las propias editoriales norteamericanas que comienzan a producir libros en español. Curiosamente en este mer-cado norteamericano los subsectores en los que hay más presencia de español, incluso por parte de la producción norteamericana, son los de libros religiosos, infantiles y juveniles, generalmente para las redes bi-bliotecarias de las ciudades con fuerte presencia de población hispana, para el público anglosajón y las bibliotecas universitarias, que siguen prefiriendo los libros de literatura y ensayo y que, hoy por hoy, siguen siendo los principales compradores de libros en español.

En mi opinión, para la expansión del español, idioma común, el creci-miento en este mercado es estratégico y clave.

La Federación de Gremios de Editores de España ha sido siempre muy consciente de esta situación y, por eso lanzó, hace ya unos años, el progra-ma America Reads Spanish, que fue precedido de un estudio de marketing estratégico del mercado del libro en español en Estados unidos, y del que se dio publicidad abierta en LIBER y se puso a disposición de todas las Cá-maras del Libro iberoamericano.

Ese mismo programa, que tiene web propia, newsletter, e incluso un canal de televisión, ha elaborado dos libros con las lecturas esenciales del español para el mercado norteamericano: uno de literatura para adultos y otro, que lleva dos ediciones, del libro infantil y juvenil, del que se han distribuido más de ochenta mil ejemplares. Para su elaboración se ha contado tanto con la ayuda del Instituto Cervantes de Nueva York, como de los bibliotecarios nor-teamericanos y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y, por supuesto, en esa guía esencial había libros de todas las nacionalidades iberoamericanas, no sólo españolas.

Este programa está teniendo un efecto importante en el incremento de la exportación, no sólo española, sino también mexicana y colombiana, al mer-cado norteamericano.

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Otra actividad que también puede contribuir a dinamizar el mercado del libro en español, es la tecnología desarrollada a través de DILVE.

DILVE es un repertorio centralizado de información comercial del libro espa-ñol en venta con capacidad para integrar contenidos ricos (imágenes, tex-tos, audios, videos…) con prestaciones para editores (gestor de contenidos, solicitud ISBN, extracciones en distintos formatos…) y funcionalidades para usuarios (extracciones en el formato del usuario, programaciones, búsque-das almacenadas…) basado en el estándar internacional ONIX (no impuesto como requisito) y en evolución.

Cuadro 11.1. Diagrama de operación DILVE

Dicha tecnología, permite a los editores introducir una información rica so-bre los libros, según su leal saber y entender, quedando normalizada en el lenguaje ONIX.

Por qué ONIX:

- Estándar «abierto» y en evolución continua.

Mantenido por EDItEUR (organización internacional con partici-pación de más de noventa entidades del sector en 17 países). No vinculado a ninguna empresa de informática.

- Estándar internacional, refrendado por el uso real.

171

Distribuidor...

...de libros ... ...a información

DILVEEditorial

Editorial

Tienda www 1

Distribuidor A

Web Lectura A

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Adoptado en Canadá, Australia, Reino Unido, Estados Unidos. y otros como formato estándar para repositorios de información bi-bliográfica y para el intercambio en el sector del libro.

- Orientado, desde su creación, al sector editorial.

Creado con la intención de cubrir las necesidades reales del sector editorial. Incluye campos orientados a la distribución, comercializa-ción, etcétera, además de los bibliográficos.

- Contempla la inclusión de contenidos «ricos».

Pensado para incluir contenidos «ricos» (imágenes, textos, audio, vídeo...) con vistas a su explotación en entornos electrónicos cen-trados en Internet.

- Basado en XML.

XML es un sistema de intercambio potente y flexible. Su utilización es cada vez mayor en todos los ámbitos de la informática.

Cuadro 11.2. Diagrama de flujo DILVE

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Editorial A

Editorial A

Formato CSV1

Formato CSV2

Interfaz de entrada Interfaz de Salida

Tienda www1 Tienda www2

Distribuidor A

Distribuidor B

Editorial X

Consulta Online Web lectura A Biblioteca Xy

Archivo HTMLFormato 1

Archivo ONIX

Web server 1Adaptador 1

Web service n

BB.DD.

Adaptador 1Adaptador 2

Adaptador n

Formato ONIXFormato ONIX

Administración

Acceso Online

Editorial B

Editorial C Archivo CSMFormato X

Archivo textoFormato A

Archivo textoFormato B

ConsultaInteractiva Web Service Archivo Texto

MARC

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ONIX en DILVE:

- DILVE utiliza ONIX como estándar de referencia.

Semántica:

o Definición de campos y requerimientos de codificación.

o Listas de códigos.

Sintáxis:

o XML para el almacenamiento de la estructura de archivos (ONIX-DTD definition).

- Entradas CSV en DILVE

o Archivos CSV siempre que sean semánticamente correctos, desde la perspectiva de ONIX.

o Archivos CSV «parciales» (p.e. sin todos los campos) para registros existentes.

- Almacenamiento en ONIX

o Creado, desde el principio, con la intención de cubrir las necesidades reales del sector editorial.

o Incluye campos orientados a la distribución, comercializa-ción, etc. Además de los puramente bibliográficos.

ONIX es el lenguaje internacional y del que se está haciendo uso, dado que funciona solamente en Internet y es usado por bibliotecas, tiendas en línea, grandes almacenes…, puede ser la base para la creación de una gran base de datos del libro en español disponible en la Red, y por la cual la Federa-ción de Gremios de Editores de España firmó un convenio con CERLALC y GIE, cediendo gratuitamente la tecnología para elaborar bases de datos internacionales que, a su vez, se integrarían en esa gran base de datos a la que nos referíamos.

Éstos son solamente dos ejemplos, pero hay muchos más de dinamización de mercado que permiten crecer al libro español.

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12FIL Guadalajara: las historias del libro y la lectura

Nubia Macías

En los pasillos y salones de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara abundan las historias. Están por todas partes: contenidas en las páginas de los miles de libros que se ofertan a lo largo y ancho de 34 mil metros cuadrados de exhibición y, también, en los más de 600 mil lectores y 17 mil editores, agentes literarios, libreros, bibliotecarios, distribuidores, autores, ilustradores, promotores de lectura y traductores, entre otros profesionales, que la visitan año con año. Son historias que no se limitan al recinto ferial y que, como la propia feria, dejan su huella en diversos espacios de la zona metro-politana de Guadalajara y otros municipios de Jalisco.

La historia de la FIL Guadalajara comenzó en 1987, impulsada por la Uni-versidad de Guadalajara. Desde entonces ha crecido hasta convertirse en la mayor plataforma de promoción y negocios para el libro en español. Los tra-bajadores de la cadena del libro han encontrado en ella un foro propicio para la profesionalización y el establecimiento de relaciones comerciales con sus pares de otros países. Para los visitantes, la feria es ya un espacio en el que, cada año, pueden tener acceso a un amplio programa literario y académico y a las diversas actividades culturales que organiza la ciudad, región o país invitado de honor.

Los beneficios de la FIL, como las historias que suscita (la de quien encontró por fin un libro tan estupendo como escurridizo; la de quien por primera vez pudo conversar, en corto, con su autor predilecto; la de quien bailoteó toda la noche con un grupo extranjero en la explanada de la feria) apuntan a diferentes rubros. Por el lado económico, durante nueve días de actividades la FIL genera en el estado una derrama económica anual superior a los cien millones de dóla-res, gracias al incremento de la ocupación hotelera, las reservaciones en restau-rantes, la contratación de servicios de montaje y catering en Expo Guadalajara, el uso de taxis o los recorridos turísticos que muchos de los asistentes de otras ciudades, estados y países hacen en los municipios de Jalisco.

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Con su Salón de Derechos, en el que participan más de cien empresas; la visita constante de bibliotecarios que acuden a hacer sus compras en Guadalajara y la presencia de alrededor de ciento ochenta agentes literarios, la feria es un importante centro de negocios que, con el paso de los años, se ha converti-do en una cita ineludible para la industria del libro en español. Y más allá de los aspectos económicos, programas como el Foro Internacional de Editores, el Foro Internacional de Edición Universitaria, el Coloquio de Bibliotecarios, el Encuentro de Promotores de Lectura, el Congreso de Traducción e Interpreta-ción San Jerónimo y el Foro Internacional de Ilustradores ofrecen capacitación constante para todos aquellos que trabajan en la cadena del libro.

1. Lectores

Martin Amis, Alessandro Baricco, John Boyne, James Ellroy, Carlos Fuentes, Rubem Fonseca, Gabriel García Márquez, Juan Gelman, William Golding (†), Nadine Gordimer, António Lobo Antunes, Juan Marsé, Carlos Monsiváis (†), Augusto Monterroso (†), Toni Morrison, José Emilio Pacheco, Fernando del Paso, José Saramago (†)… muchos son los escritores que, gracias a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, han acudido a la ciudad para charlar sobre sus textos, debatir sobre el universo del libro y la lectura o contar, de viva voz, sus historias a los lectores. O para escuchar, como ha ocurrido en no pocas ocasiones, las experiencias del público en torno a sus libros.

Los reconocimientos que se conceden en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, como el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el Mérito Editorial, el Homenaje al Biblió-filo o el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, entre otros, también han servido para dar a conocer el trabajo de reconocidos escritores y profesionales que, por sí mismos, constituyen historias de éxito en el ámbito de la industria editorial y la difusión del conocimiento.

Entre tantas historias, una de las más exitosas es la que engloba gran parte de los esfuerzos de la FIL Guadalajara: la promoción del libro y la lectura. Además del programa literario y las presentaciones de libros, la feria planea una serie de actividades cuyo fin es la creación de lectores. Desde el maratón de lectura del Día Mundial del Libro (que organiza en Guadalajara y más de ochenta municipios de Jalisco cada 23 de abril) hasta el programa Ecos de la FIL (con el que muchos autores acuden a las preparatorias de Jalisco para encontrarse con los estudiantes), la feria propone distintos foros para que los lectores -actuales o potenciales- se relacionen con los escritores y sus textos.

Uno de esos foros es El placer de la lectura, donde los autores se presentan ante un público para hablar de los libros que han disfrutado o de aquellos que los impulsaron a convertirse en escritores. De manera similar, Los lec-

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tores presentan es un programa en el que los invitados conviven con su público, siempre en plan de camaradería y en un ambiente fresco y relajado. FIL Niños, el espacio de la feria donde más de ciento cuarenta mil pequeños se animan año con año a crear sus propias historias de lectura, ofrece para ese fin una serie de talleres, actividades recreativas y espectáculos, además de un área de exhibición propia donde aprenden el valor económico de los libros, pero también el de las historias y el conocimiento que contienen.

2. Ciudad

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara constituye uno de los festiva-les culturales más ricos y completos del país. Con una amplia delegación de escritores y artistas, el invitado de honor de la feria trae a la ciudad lo mejor de su cultura, representada en exposiciones de arte, conciertos, espectáculos escénicos, cine y gastronomía. El Museo de las Artes de la Universidad de Gua-dalajara, Casa Escorza, Casa Vallarta, el Cineforo de la UdeG, el Paraninfo uni-versitario, el Teatro Diana, el Museo de Arte de Zapopan y el Instituto Cultural Cabañas, entre otros espacios, acogen algunas de estas manifestaciones y ex-tienden los alcances de la FIL más allá del recinto ferial de Expo Guadalajara.

En Guadalajara hay, hoy día, más librerías que las que había en 1987, cuan-do la feria se fundó con la intención de animar la vida literaria y la industria del libro en el país. Con 24 años de actividad, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara no tiene una sola historia; tiene miles: las de aquellos que la han visitado y las de quienes han escrito, editado, leído o comprado un libro. Son las de los editores, los escritores, los artistas, los bibliotecarios y los in-vitados de honor, pero sobre todo de los visitantes que cada año se acercan con la intención de conseguir un libro o escuchar, en alguno de los muchos salones de la FIL, lo que su autor favorito tiene que decir. Y la mejor historia de todas es la que pone, en el centro del conocimiento, a la lectura.

Cuadro 12.1. Estadísticas FIL Guadalajara 2009

Estadísticas FIL Guadalajara 2009

Público asistente 606,008Editoriales 1,925Países representados en editoriales 40Profesionales del libro 17,112Agentes literarios 179

Empresas que participaron en el Salón de Derechos 104

Asistentes a FIL niños 142,126

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Invitados de honor en FIL Guadalajara

2010 Castilla y León2009 Los Ángeles–usa

2008 Italia2007 Colombia2006 Andalucía2005 Perú2004 La cultura catalana2003 Québec2002 Cuba2001 Brasil2000 España1999 Chile1998 Puerto Rico1997 Argentina1996 Canadá1995 Venezuela1994 Nuevo México-usa

1993 Colombia1992 Sexta edición1991 Quinta edición1990 Cuarta edición1989 Tercera edición1988 Segunda edición1987 Primera edición

Actividades de FIL Joven 84Medios 490

Representantes de medios acreditados 1,632

Presentaciones de libros en la FIL 455Foros literarios 43Foros académicos 21Actividades artísticas y musicales 57Actividades para profesionales 71Premios y homenajes 13Patrocinadores y auspiciantes 60

Páginas vistas en el sitio web durante los nueve días de FIL 2’173,515

Cuadro 12.2. Invitados de honor en FIL Guadalajara

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13El mercado del libro en español y las industrias culturales en EE.UU.

Ignacio Domínguez

1. El mercado hispano y las industrias culturales en Estados Unidos

El éxito comercial de las industrias culturales españolas en Estados Unidos, se encuentra ligado estrechamente al posicionamiento que nuestra lengua y cultura consigan en este país en un futuro próximo. Este posicionamiento colectivo posee unas condiciones mucho más estrictas que las de cualquier producto o servicio individual, debido a su carácter grupal y multidimensio-nal. Su éxito viene determinado no sólo por el reconocimiento y aceptación de unas señas de identidad foráneas sino por la determinación individual e institucional de aceptarlas y adoptarlas, al menos parcialmente, como parte de su existencia y actividad natural.

En la nueva economía global el posicionamiento cultural es un factor impor-tante del acercamiento político y comercial que numerosos países buscan con Estados Unidos. En este sentido el sustancial incremento de la población hispana dentro de sus fronteras supone un primer peldaño sobre el que Espa-ña se esfuerza en crear una inercia de colaboración e intercambio, la cual nos permita desarrollar políticas de intercambio diplomático y comercial.

Según decenas de artículos de prensa de la última década, Estados Unidos es el segundo país del mundo en número de habitantes de habla hispana, existiendo una clara tendencia a que esta población aumente de manera ex-ponencial hasta convertirse en más de 25% del total de su población hacia mediados de siglo.

La fuente que estadistas y expertos en comercio exterior utilizamos para esta medición son los datos oficiales del censo de Estados Unidos. Sin em-bargo, cada vez que sus cifras demográficas y económicas son actualizadas se genera en los medios el mismo debate que trata de definir el segmento de población hispana y trata de responder a la pregunta: ¿quiénes son los

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hispanos?

Los elementos identificativos de este grupo de población dentro de Estados Unidos se han difuminado con el tiempo, tanto en lo que respecta a sus atri-butos físicos externos, como en aquellos elementos culturales y lingüísticos que lo enmarcan de manera más clara.

En un espíritu de respeto y con el objetivo de fomentar la adhesión cultural de los hispanos residentes en los Estados Unidos, los legisladores del país deter-minaron que se contabilizaría como hispano a cualquier persona se definiera como tal en el formulario del censo, desechando cualquier obligatoriedad de hacerlo por características como el color de la piel, la raza o la lengua materna. En palabras de los administradores del censo «hispanos son todos los que se definen como tales y ninguno de los que se no quiera identificarse así».

De esta forma, los datos oficiales que Estados Unidos ofrecen de forma re-gular reflejan las cifras de aquellos que se autoidentifican como hispanos, y que pueden o no coincidir con el criterio seguido por otras variadas fuentes. Cabe, por lo tanto, pensar que estas cifras oficiales reflejen un número sen-siblemente menor de lo que otros estudios puedan estimar al contabilizar datos migratorios, de parentesco o de cualquier otra naturaleza.

Es un hecho constatado que el número de nativos de Estados Unidos que se autoidentifican como hispanos no llega a acercarse a las de hispanos que deciden no hacerlo no simplemente no contestan el cuestionario del censo por razones de otra índole.

Todas estas consideraciones indican la dificultad de medir una de las varia-bles predictivas más importantes del éxito de nuestro comercio exterior de libros y, en general, de las industrias culturales de España.

Es indiscutible que para consumir consistentemente libros o contenidos au-diovisuales españoles de cualquier tipo es necesario tener un conocimiento avanzado de nuestro idioma. La conservación de nuestra lengua a través de las distintas generaciones es, por lo tanto, el verdadero reto para todos aquéllos que deseamos mantener nuestra identidad cultural en Estados Unidos.

Si bien el continuo flujo migratorio que se mantuvo durante el siglo pasado no llegó a producir una masa crítica que propiciara un reconocimiento social de la comunidad hispana en Estados Unidos, el volumen alcanzado hoy por esta población le ha permitido desprenderse en parte de un estigma que aún provoca la pérdida del idioma español en buena parte de los hijos de estos inmigrantes. Tan sólo recientemente se viene observando una tendencia cla-ra, en las clases sociales más altas de esta población, hacia la recuperación

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de sus señas de identidad, impulsadas en parte por su creciente poder eco-nómico y político en el país.

Económicamente, el potencial del segmento de hispanohablantes se puede comprobar a través de la notable popularidad y éxito comercial de los medios de comunicación hispana en Estados Unidos (televisión, prensa y radio.) La televisión en español está creciendo impulsada en parte por las nuevas posi-bilidades de distribución selectiva que ofrece la televisión digital. Además de los principales canales en español, que son Univisión y Telemundo, los cana-les temáticos y la amplia oferta de la televisión por cable y satélite amplían y diversifican la oferta de contenidos audiovisuales en nuestra lengua.

Cabe destacar que cada vez es mayor el número de hispanos-estadouni-denses de cualquier generación que pueden ser capaces de entender y, por tanto, consumir contenidos culturales en ambas lenguas. Sin embargo, las presiones populares de ciertos grupos han llevado a muchos políticos estadounidenses a establecer leyes a nivel estatal y local que rechazan el español como segunda lengua oficial en sus correspondientes demarca-ciones. Esta presión, combinada con la necesidad de contar con el voto hispano produce casos paradójicos como el del candidato republicano al senado Marco Rubio, que siendo proponente del «English Only» realiza y emite anuncios televisivos en lengua española a sus potenciales votantes.

El rechazo del español como lengua oficial se basa no sólo en una necesidad de conservar los aspectos culturales americanos, sino también en el deseo de reducción de costes de empresas y gobiernos locales, que se ven forza-dos a asignar grandes recursos económicos a ofrecer en ambas lenguas su oferta, servicios de atención al cliente y otros elementos de comunicación.

En el plano cultural, un sólido posicionamiento requiere conectar con el con-sumidor final en un plano que va más allá del puramente lingüístico. Una conexión eficaz exige la adaptación editorial de cualquier contenido. Dicha eficacia pasa por un conocimiento muy profundo por parte de los producto-res de los gustos y hábitos de consumo de primeras y segundas generacio-nes de hispanos-estadounidenses.

Los gustos de estos consumidores suelen ser de carácter más heterogé-neo en primeras generaciones, para generalizarse de manera significativa en hijos y nietos nacidos y criados en Estados Unidos. De esta manera, en muchas ocasiones el manejo de una lengua común en el hogar no indica un potencial real de consumo de idénticos contenidos. Cabe notar que según estadísticas recogidas por varios estudios a nivel nacional, 53% de la po-blación hispana de Estados Unidos se considera hoy bicultural y 60% habla español de manera regular en sus hogares.

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No conocer o confundir estas variables dificulta la aceptación de los pro-ductos por el canal de distribución y la elección de mensajes de comunica-ción no apropiados para este público, que es quien finalmente asegurará el futuro de nuestro posicionamiento cultural y comercial en este país.

Como ejemplo del poder de la cultura en el consumo, cabe destacar el hecho de que en ciudades como Miami, nuestros productos y servicios culturales se consumen en mucha mayor medida que en otras ciudades de Estados Uni-dos. Su aceptación viene determinada por la mayoritaria comunidad cubana de esta ciudad, y el posicionamiento cultural de España en este país, del que se han beneficiado otras industrias de servicios en las últimas décadas.

Es importante por lo tanto, que las editoriales (y en general todos los proveedo-res de contenido) tengan en cuenta este diferente contexto cultural que incluye el propio lenguaje utilizado. Es siempre recomendable apostar por un vocabula-rio del español que sea simple y comprensible por toda la comunidad hispana.

Traducir este potencial a un volumen constante y creciente de exportaciones es una asignatura pendiente para las empresas españolas, las cuales han de analizar el mercado teniendo en cuenta las circunstancias descritas.

Las administraciones españolas necesitan igualmente dotar los planes de promoción comercial de herramientas que potencien y alineen no sólo ima-gen y mensaje, sino razones de valor que justifiquen una asimilación lingüís-tica, la cual permita un consumo más constante de contenidos culturales y productos comerciales.

2. La penetración y conservación lingüística del español

En Estados Unidos se hablan cientos de idiomas y dialectos además del in-glés, siendo el español el más común entre ellos. Nuestro idioma no sólo ha sido capaz de posicionarse de forma decisiva en este país sino que además posee reconocimiento de segundo idioma oficial en algunas localidades del sur de Estados Unidos.

Dentro del público más joven, de un total de algo más de 53.4 millones con edad inferior a 18 años, 79.7% únicamente habla inglés en casa. En el resto de hogares (20.3%) se habla otro idioma diferente, donde 15.1% de esos jóvenes habla inglés muy bien y el 5.2% reconoce no hablarlo tan bien. En edades superiores a 18 años el número total de la población es de 225.6 millones y las cifras indican situaciones parecidas: 80.5% únicamente habla inglés en casa, 10% habla muy bien inglés, hablándose otro idioma en casa y 9.5% reconoce un dominio parcial del idioma.

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Si entramos a desglosar esas cifras por razas, la conclusión, en tér-minos generales, es que la raza blanca no hispana y la raza negra no hispana tienen como único idioma el inglés mayoritariamente. Por el contrario, los hispanos y los asiáticos mantienen como idioma principal uno distinto al inglés, si bien presentan buen dominio del mismo. Los porcentajes de jóvenes menores de 18 y mayores de 18 son muy simi-lares, tanto para la raza blanca no hispana como para la raza negra no hispana, 94%, aproximadamente, del total de raza blanca o negra sólo hablan inglés, 4% aproximadamente hablan muy bien el inglés, siendo otro idioma el que se habla en casa, y 2%, aproximadamente, restante habla menos inglés.

Sin embargo, se observan diferencias significativas cuando se trata del co-lectivo de raza asiática no hispana y la raza hispana en sí misma. En el caso de hispanos se puede ver que, en edades inferiores a los 18 años, 50.3% del total de hispanos habla muy bien el inglés, siendo otro idioma el princi-pal en casa; 18.4% habla peor inglés y 31.3% solo habla inglés. En cambio, cuando se trata de edades superiores a 18 años ese porcentaje se reduce a 35.6% del total de hispanos de esa edad, lo que hace que 46.1% hable inglés peor y 18.3% únicamente inglés.

En cuanto a la raza asiática se puede llegar a las mismas conclusiones; en edades inferiores a 18 años la mayoría habla muy bien inglés siendo el idioma en casa distinto (47.5% del total de asiáticos con edad inferior a 18 años) y en edades superiores a 18 años la mayoría no habla tan bien inglés, siendo el idioma en casa distinto también (40.2% del total de asiáticos con edad su-perior a 18 años). Por tanto, en las razas asiática e hispana se ve un cambio profundo en el dominio del inglés con una correlación directa en función de la edad del individuo.

La presión de nuestra lengua en toda la sociedad provoca que los cursos de español sean los más demandados entre los cursos de idiomas dis-ponibles en el mercado, tanto en sistemas de educación pública como en productos y servicios ofertados por compañías privadas, en formato presencial y a distancia.

Es indicativo que más de ochocientos mil estudiantes en este país (52.2% a nivel nacional de estudios oficiales de primaria y secundaria) eligen el espa-ñol como segunda lengua extranjera; aunque en los últimos años el ascenso del mandarín está desviando presupuestos de estos estudios hacia provee-dores chinos de materiales de enseñanza primaria.

España ha continuado siendo el tercer país más visitado por estudiantes universitarios americanos en el mundo, lo que demuestra el poder de atrac-ción que nuestra cultura ofrece a este colectivo.

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La diseminación lingüística ha venido apoyada notablemente por el desarro-llo de las nuevas tecnologías e Internet. Los cursos de idiomas a través de la red se están haciendo cada vez más populares ente individuos y estudiantes que buscan aprender o perfeccionar su español, siendo sus principales alia-dos la flexibilidad y amplia gama de productos disponibles en formatos que van desde lo escrito hasta el audio y el video.

Uno de los resultados de esta penetración del español es la diseminación intencionada o no de la lengua dentro de contextos culturales latinos. Estos escenarios muestran costumbres y usos distintos, que despiertan curio-sidad y fomentan un cambio de costumbres e ideas que provocan nueva demanda de productos y servicios entre el público anglosajón.

3. El mercado editorial

3.1. El estado general

El potencial del mercado editorial en español en Estados Unidos es aún des-conocido, en parte debido a la dificultad de definir su tamaño real y lo que hoy se considera un lector potencial en nuestra lengua.

Es claro que la industria editorial estadounidense está apostando por el mer-cado de lengua hispana en el medio y largo plazo. Cadenas de librerías como Barnes & Noble, Waldenbooks y Borders han reconocido el potencial de este segmento y están distribuyendo cada vez más libros en nuestra lengua. Los libros en español se exhiben hoy día en las cadenas de librerías, y se compran por Internet de manera creciente. Algunas editoriales ameri-canas, no sólo empiezan a publicar autores españoles sino que además traducen al español sus best-sellers de forma regular.

En los últimos años se puede observar que la industria editorial americana está reconociendo estas tendencias y comienza a invertir tímidamente en ediciones en español. Sin embargo, estas editoriales tienen aún mucho ca-mino por recorrer en nuestra lengua, ya que el hecho de publicar en español no asegura que se va a lograr vender de manera automática. Para conseguir este éxito las casas editoriales americanas deben competir con un sector editorial exterior con mucha experiencia y bien posicionado en los canales de distribución especializados.

La mencionada presión demográfica presenta, por lo tanto, oportu-nidades a grupos editoriales de habla hispana que puedan mantener inversiones a largo plazo y que busquen de manera activa su posicio-namiento entre los distintos segmentos y nacionalidades presentes en este país.

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3.2. La distribución de libros en español

La actual crisis económica mundial ha afectado a todos los sectores del mercado y el sector editorial español no ha podido evitar este revés. En Es-tados Unidos, y debido a las razones descritas anteriormente, las editoriales españolas encuentran además la dificultad en definir el público objetivo al que dirigirse dentro del segmento de mercado hispano.

A nivel estructural, uno de los mayores problemas a los que se enfrentan nuestros libros es la poca estructura del canal de distribución de títulos en español en este país. Por un lado, nos encontramos con grandes empresas distribuidoras que no están especializadas en ningún género en concreto y por otro lado, otras que poseen una especialización geográfica, por género o tipo de cliente.

Esta estructura tiene consecuencias no deseadas como que muchas peque-ñas librerías independientes no tengan un distribuidor que ofrezca colecciones en español, y que este hecho repercuta en la cantidad de libros disponibles para sus clientes en nuestra lengua. Las grandes cadenas de librerías, por su parte, tienen una oferta generalizada que no cuenta con la suficiente ex-periencia en libros de español, lo que produce que su selección de títulos no esté en ocasiones alineada con las demandas del mercado. Esto se pone de manifiesto en el hecho de que en muchas ocasiones las personas encargadas de seleccionar libros en español para cada tienda no hablan nuestro idioma, y son asesoradas por publicaciones externas o terceros.

La elección de un distribuidor adecuado es por lo tanto vital para los editores de habla hispana. Por lo regular estos distribuidores obtienen descuentos de las edi-toriales que varían entre 40% y 60%. Esto provoca que los márgenes para libros que son importados sean bastante estrechos para la editorial, debido a los costes de transporte y manejo local de la mercancía. Una particularidad a la norma la presentan los libros infantiles donde el cliente final exige descuentos menores y permite un margen de maniobra algo mayor a editores y distribuidores.

Dentro de la distribución editorial existen dos grandes mayoristas que sir-ven al canal institucional, así como a cadenas de librerías y bibliotecas en todo el país. El más grande de estos mayoristas es Baker & Taylor, cuya actividad comenzó en 1828, como empresa que encuadernaba y publicaba libros de todas clases. Años más tarde comenzaría a distribuir títulos de otras editoriales, hasta llegar a ser hoy la empresa distribuidora de libros más grande del mundo. En años recientes Baker and Taylor ha puesto un importante énfasis en modelos de distribución e impresión bajo demanda.

El segundo gran mayorista es la empresa Ingram que presenta un perfil y público objetivo muy similar al de su máximo competidor.

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Otros distribuidores de libros en español sirven también a bibliotecas, libre-rías y centros educativos del país, presentando una alternativa más especia-lizada a los grandes mayoristas. Entre ellos, los principales son Lectorum, Brodart, Bilingual Publications, LatinAmerican BookSource, Chulainn, Puvill, Casalini, etcétera.

En el nuevo panorama digital, la coedición así como las traducciones y ventas de derechos han cobrado un papel fundamental y han provocado a muchas editoriales un replanteamiento de su estrategia de distribución en Estados Unidos. Es significativo notar que aunque no existen estudios específicos al respecto, fuentes consultadas a nivel particular sostienen que la penetración del libro electrónico en el segmento de población his-pana es proporcionalmente menor a la población de habla inglesa. Esto puede significar que el editor español tenga algo más de tiempo y ex-periencia para enunciar una estrategia coherente de libro electrónico en este país.

Para las editoriales extranjeras es tan importante una distribución consistente en Estados Unidos como el establecimiento de alianzas estratégicas con co-lectivos de prescripción (bibliotecarios y libreros) así como con los canales de comunicación de masas y los específicos de la población hispana.

3.3. En cifras

En lo referente al mercado editorial, los datos publicados por la Asociación de Editores Americanos (The Association of American Publishers – AAP) in-dican que el total de venta de libros en Estados Unidos en el año 2009 fue de 23,900 millones de dólares. Esta cifra supone una reducción de 1.8% respecto del año 2008 donde se alcanzaron 24,300 millones de dólares. En los últimos siete años la industria editorial en Estados Unidos ha tenido una tasa de crecimiento anual compuesto de 1.1%.

Las cifras de ventas de libros para adultos y libros juveniles se mantuvieron estancadas en 8,100 millones de dólares en 2009, cayendo la tasa de creci-miento anual compuesto 1.8% respecto del año anterior.

Los libros de pasta dura para adultos mostraron un sano crecimiento de 6.9%, 2,600 millones de dólares en 2009; sin embargo, los libros de pasta blanda para adultos cayeron 5.2% hasta los 2,200 millones.

Los libros de pasta dura de categoría infantil y para jóvenes mostraron un descenso de 5% hasta los 1,700 millones de dólares mientras que sus equi-valentes en pasta blanda aumentaron sus ventas en 1,500 millones de dóla-res, crecimiento equivalente a 2.2%.

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Dentro de los últimos siete años, observamos que en pasta dura los libros para adultos aumentaron sus ventas en 1.3% mientras que los libros para jóvenes aumentaron sus ventas en 0.6%. En pasta blanda la industria au-mentó sus ventas en 2.7%.

Por categoría temática las ventas de libros de educación en el nivel ele-mental y superior cayeron 13.8% hasta los 5,200 millones de dólares en el año 2009. Dentro de la categoría de libros para la enseñanza superior, que incluye venta de libros de texto, alcanzaron los 4,300 millones de dólares en el año 2009, lo que supone un aumento de 12.9% respecto del año 2008.

Por su parte, los libros de religión redujeron sus ventas en 9.0% hasta los 659 millones de dólares en el año 2009, tras varios años de crecimiento sostenido.

En cuanto a la ficción, si bien este género ha tardado en demostrar su po-tencial, datos recientes reflejan una tendencia creciente en su consumo por grupos de población adulta. Algunos de los títulos más destacados de ven-tas de los últimos meses han correspondido a esta categoría, ayudando a considerar a los escritores hispanos como participantes de pleno derecho en el mercado estadounidense en esta categoría y en su lengua materna.

Es importante notar que cada día son más las editoriales españolas que es-tudian y acometen proyectos editoriales en lengua inglesa. En esta área las editoriales LID y Roca Editorial están demostrando las posibilidades de abrir brecha en un mercado altamente competitivo.

Dentro de los formatos editoriales, los audio-libros siguen siendo un soporte popular en los Estados Unidos aunque sus ventas han descendido de ma-nera importante. En 2009 éstas fueron de 192 millones de dólares, cayendo 12.9% respecto del año anterior. Sin embargo, la tasa de crecimiento anual compuesto para este año es aún sana y se mantiene en 4.3%.

Por su parte, los libros electrónicos siguen teniendo un comportamiento ex-cepcional, superando las cifras de ventas de años anteriores y alcanzando los 313 millones de dólares en 2009. Esta cifra supuso un crecimiento de 176.6% sobre el año anterior. La competencia en el canal de distribución, así como los nuevos modelos de venta directa y la competencia de lectores digitales han provocado un descenso en los precios al público que ha gene-rado una demanda sin precedentes en este tipo de formatos.

Según las estimaciones de la industria, se espera que los márgenes de los libreros tradicionales sigan disminuyendo en favor de las grandes cadenas que ofrecen li-bros en formato electrónico y bajo demanda. Los márgenes de autores y agentes pueden estar sujetos a oscilaciones que dependerán del poder de negociación que éstos mantengan con los grandes distribuidores en nuevos formatos.

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Las editoriales españolas continúan teniendo una presencia relevante en Estados Unidos, que se manifiesta de manera más notable a través de aquéllas que tienen distribución propia en el país, y entre las que se cuentan Santillana y el consorcio Spanish Publishers. Otras editoriales es-pecializadas como Moleiro operan en mercados de nicho muy específicos, a través de un representante de ventas para todo el territorio. Por su parte, Planeta Publishing existe como sociedad y opera como tal, aunque no cuen-ta desde hace algunos años con una plataforma de distribución propia. En el área de la distribución digital de contenidos editoriales, la firma Digitalia realiza su labor desde el año 2007, radicada en la ciudad de Nueva York.

En el marco de las exportaciones españolas de libros a Estados Unidos éstas descendieron en el año 2009 con respecto al año anterior; es des-tacable el hecho de que este descenso ha sido inferior al registrado como media del resto de países a este mercado. Como mercado exterior para la industria editorial española, Estados Unidos es el segundo país receptor de nuestras exportaciones en el continente americano, sólo precedido por México.

Los datos, ofrecidos por la US Internacional Trade Comisión, indican que las exportaciones directas desde España han ganado cuota de mercado durante este periodo. Mientras en el 2008 nuestro país tenía una cuota de mercado de 1.43% el año 2009 ésta llegó a ser de 1.49%. Este incremento, aunque modesto, es significativo si se tiene en cuenta que éste incluye to-das las exportaciones en cualquier lengua, incluyendo el inglés.

Estos datos reflejan de manera parcial el resultado exportador de nuestra industria por dos motivos fundamentales: Primero es que el libro es con-siderado como producto físico de consumo, por lo que las citadas cifras no recogen el comercio de derechos de autor ni acuerdos de coedición, aunque éstos representen una buena parte de nuestro comercio editorial. En segundo lugar, las cifras no recogen el creciente comercio digital de libro electrónico, cuya naturaleza y valor añadido son evidentes.

La industria editorial española es una de las que cuenta con mayor nivel de internacionalización; esto produce un efecto de traslación del origen de expor-taciones a aquellos países donde las editoriales españolas poseen filiales que presenten mayor ventaja comparativa en términos logísticos y cambiarios.

En resumen, el panorama de mercado para nuestros libros en el medio y largo plazo ha de ser optimista, si bien habrá que ejercitar paciencia, flexibi-lidad y visión en los próximos años. Para el resto de las industrias culturales la previsión es igualmente favorable, si bien nuestro país ha de mantener el estandarte de la lengua española en Estados Unidos así como el liderazgo en su difusión institucional e individual.

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4. America Reads Spanish

En el año 2004, la Federación de Gremios de Editores de España y el ICEX pusieron en marcha el Plan de Promoción American Reads Spanish ayu-dados por la Oficina Comercial de España en Estados Unidos. El objetivo de dicho plan era incrementar nuestras exportaciones y a la vez dotar al mercado de los libros en español en este país de un interlocutor único, neu-tro y eficaz. Los datos recientes han refrendado lo acertado de la apuesta, aunque los responsables de dicho plan reconocen que todavía queda un amplio camino por recorrer en el posicionamiento del libro en español en este mercado.

Entre los hitos más importantes del plan destacan los más de siete mil suscriptores profesionales actuales a su newsletter mensual, que supone un incremento de más de 20% respecto al año anterior. Su pagina web (americareadsspanish.org) mantiene una media de más de mil consultas dis-tintas diariamente, lo que la sitúa como la primera dentro de los portales de Internet de similar naturaleza.

El plan ARS editó en el año 2005 la primera Guía Esencial de Lectura en Espa-ñol que es una recopilación de títulos en nuestra lengua, recomendados por bibliotecarios americanos a la comunidad profesional y de lectores de este país.

El plan ha realizado, por tanto, un esfuerzo relevante, siempre en permanen-te colaboración con las editoriales y sigue comprometido a continuar con este apoyo y proporcionar al español escrito el lugar que merece en esta renovada sociedad americana.

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14 Ventaja competitiva: de la capacidad de distribución al marketing digital

Marcelino Elosua

Los cambios radicales que estamos sufriendo o disfrutando en el mercado del libro, principalmente el crecimiento de las tiendas virtuales que en algu-nos países como EE.UU. y Alemania llegan ya a 30% del mercado y que se verá aumentado con la difusión del libro digital, están cambiando el factor crítico para el éxito de una editorial.

Cuando la mayoría de las ventas se hace por las librerías físicas, y sin me-nospreciar el olfato para elegir los mejores autores o la capacidad de lanzarlos con una buena campaña de relaciones públicas, la capacidad de distribución es una gran fuente de ventaja competitiva. Dado que una librería no puede tener más que un número limitado de títulos, digamos tres ediciones distin-tas del Quijote, si una editorial consigue que la suya sea una de ellas o que esté mejor colocada o que si se vende se reporte la venta y se reponga rápi-damente; tendrá una ventaja muy importante sobre sus competidores. Si la distribución cuesta entre 40% y 60%, hay muchos clientes y negociaciones, hay que ir país por país, y se necesita una infraestructura propia; el montar esa red de distribución es una ardua labor de años y tiene un gran valor. Las bodegas y la red de vendedores son un gran activo que las pequeñas editoriales envidian.

Este proceso cambia y cambiará más todavía cuando el peso de las tiendas virtuales crezca. ¿Por qué? En las tiendas virtuales prácticamente no hay li-mitación de número de títulos y el espacio que cada título tiene es el mismo, una portada y un pantallazo. Es cierto que todavía hay que abastecer a esas tiendas y que una ágil distribución es una ventaja, pero muy pronto estarán conectadas a una imprenta bajo pedido (POD) y hasta ese diferencial des-aparecerá. Las tiendas virtuales siguen estando conectadas al sector de las librerías físicas dado que en su gran mayoría son filiales de ellas y el modelo de descuentos y de compras se ha mantenido. Es cierto que las que tienen más éxito, como Amazon, son virtuales desde su nacimiento pero surgieron conectadas a alguien del sector, en este caso el mayorista Ingram, y man-

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tienen esa forma de actuar. Lo mismo pasa en España con agapea.com y en México con espadadeluz.com.

La llegada del iPad y el próximo lanzamiento de Google Editions cambia radicalmente esta situación. En el primer caso el consumidor percibe un aparato distinto y atractivo que supera a los lectores en B/N y sin sonido que se habían lanzado un año antes por el propio sector del libro, Kindle de Ama-zon y Nook de Barnes&Noble, en ambos casos con sistemas propietarios que buscaban crear una situación de cliente cautivo y con suerte para ellos de monopolio. En el segundo, se acostumbrará pronto a un nuevo sistema de consumo, por acceso y no por descarga, que ofrece innumerables ventajas al consumidor y también al editor, sobre todo en que reducirá la piratería.

Pero ha cambiado algo más. Para empezar, y como anticipábamos en el Informe omniprom 2009, los jugadores ya no son del sector, no son agrupa-ciones de editores ni librerías y tienen sus propias reglas, intereses y modelo de negocios, por ejemplo, ganan dinero con la publicidad y se conforman con un margen de 30%. Mejor dicho, en el caso de Apple, donde el editor marca el precio final de venta, algo que no extraña en España pero que casi repugna en EE.UU., con una comisión de ventas fija de 30%, ya no es un revendedor sino un agente comercial. No hace falta gastar tiempo o tener muchos vendedores para discutir esa comisión, Apple te lo deja bien claro. Ese margen fue fijado en su día con las discográficas y los proveedores de juegos y Apple simplemente lo ha extendido a los libros. Google también te lo marca con gran cortesía, será 37%, salvo que tengas unas condiciones generales de venta en Estados Unidos distintas.

Ahora negocias con un par de clientes y preparando un solo original y con-sigues estar de golpe en todo el mundo, sin inversión en ejemplares y en redes de distribución y con un coste muy razonable de 30% que incluso si hubiera más competencia podría bajar a 15% en unos años. Esta es la verdadera revolución del iPad o de Google, por encima de la que el consu-midor ve al comprar el aparatito o la licencia para guardarlo en la nube. Esas bodegas y redes de vendedores se convierten ahora en un pasivo, en una pesadilla que hay que procurar amortizar y reducir según se vaya cambian-do el mercado del mundo físico al virtual, y poniendo una vela al patrón de las causas perdidas para que el cambio sea muy, muy lento.

¿Qué consecuencias puede traer este cambio? La verdad que son muchas y, como siempre, es una fuente de oportunidades si se saben aprovechar bien. Aunque me voy a seguir enfocando en el cambio de ventaja competi-tiva, voy a apuntar un par de ellas. La primera es que será más fácil publicar en otros idiomas. Muchas veces los editores nos preocupamos porque es-tos cambios pueden facilitar la autoedición por ciertos autores más prepa-rados, lo que sin duda es cierto en el caso de los mejores; y nos olvidamos

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de que un cambio más perjudicial para los que compran muchos derechos de traducción es que los editores originales extranjeros puedan competir más fácilmente en nuestros mercados, es decir, que se integren aguas abajo. En el lado positivo, nosotros podríamos editar en otros idiomas, bien traducien-do nuestros autores, bien creando casas verdaderamente editoriales y no meramente comerciales en otros países, aprovechando que las necesida-des de capital son menores.

Otra consecuencia, ahora desde el lado logístico, es que habrá que reducir cada año un poco más la capacidad de venta y de distribución física. La crisis económica, que afecta a las ventas finales y a la capacidad de inver-sión de las librerías, ya ha provocado devoluciones y menos existencias en el punto de venta. La mejora de las comunicaciones y la frecuencia mayor de las reposiciones también bajarán el tamaño del pedido. Las librerías bus-cando ahorro de costes concentrarán parte de sus ventas de reposición en mayoristas, en operadores con sistemas de impresión bajo pedido o en plataformas de concentración para una cadena o una red de tiendas franquicia-das. Esa reducción paulatina llevará a espacios vacíos y costosos en editores y distribuidores y como no se va a estar cada año cambiando de bodega pues se terminará externalizando el proceso en operadores logísticos que compensen el menor volumen de cada cliente con el aumento de éstos. Los distribuidores exclusivos regionales que combinan una labor de promoción comercial que debe seguir siendo regional y una de distribución física que debe pasar a ser nacional tendrán que reconvertirse a ser meros agente co-merciales con uno o más grandes operadores logísticos centralizados. Los editores ganarían en control e información fidedigna al poder cruzar los da-tos de venta con los de entrega, como se hace en Gran Bretaña, y además disminuirían sus necesidades de existencias y de traspasos al tener un solo almacén. Ciertamente que este proceso se ve dificultado porque saldrían a la luz muchos trapos sucios y la mayoría de los distribuidores quebrarían, pero quizás sea inevitable.

Pero volvamos a donde nos habíamos quedado, en que la distribución pa-saba de sueño a pesadilla y ya no era la fuente de una ventaja competitiva esencial. Entonces, ¿cuál pasa a ser el factor clave? ¿Qué es ahora lo difícil, caro o complicado de hacer? Pues lograr centrar la atención del posible lector en nuestro título. Ahora que no hay sólo tres en una tienda y puede elegir entre tres mil ediciones del Quijote, y todas le llegan al mismo tiempo y además ve los precios de cada una y no queremos competir vendiendo más barato, ¿cómo logramos que compre nuestro título? Pues llevándole directamente a él mediante un buen marketing. Lógicamente y como se ex-plica en el resto de este informe dado que es el eje central de él, mediante un marketing digital, usando redes sociales específicas para el tipo de obras que publicamos.

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Creo que no es un tema que merezca muchas vueltas porque está claro, aunque no está de más reflexionar sobre lo que eso implica para el futuro de nuestras editoriales. En un mundo donde la ventaja competitiva era la dis-tribución el tamaño era lo importante. Había grandes economías de escala en las bodegas, en la visita del vendedor, en el reparto del pedido y todo eso favorecía a los grupos grandes que pudieron comprar a las editoriales pequeñas más creativas pero menos rentables.

Pido disculpas de antemano por la digresión pero hay una matización im-portante. Una librería es difícil de rentabilizar en un ambiente de distribui-dores exclusivos. Si ya es malo tener de proveedor a un monopolio, no es difícil imaginar que si tienes como proveedores a doscientos no vas a poder sobrevivir porque te ahogan los gastos fijos de atención a tantas personas con tantos procedimientos distintos. Sólo hay una red fuerte de librerías en los países como Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos donde hay un par de mayoristas importantes. Las editoriales que tienen como canal de venta principal a las librerías en países donde éstas son débiles no pueden sobrevivir. Veamos como, en el caso de España, hay diversos canales que han creado conjuntos (clusters) de editoriales que crecen, son rentables y luego pueden comprar las editoriales que sólo contaban con las librerías. Por ejemplo, en Madrid tenemos el canal de promoción directa en escuelas de Anaya, Santillana y SM; o el de multinacionales de bases de datos por suscripción de Wolters Kluvers, Elsevier y Springer; y en el Barcelona de hace unos años las ventas a domicilio de Planeta, Océano y Plaza&Janés o las de kiosco de Bruguera, Salvat y RBA. Es curioso observar, una vez más, como cada región sobresale en lo que se da bien en esa tierra, la cercanía al poder legislativo o el carácter emprendedor que no desprecia la pequeña escala. Evidentemente, estas editoriales que crecieron basándose en un ca-nal de ventas controlado por ellos, ahora son grandes grupos diversificados, al menos dentro del contexto editorial, que también venden en librerías.

¿Qué va a pasar en un mundo donde el marketing digital va a pasar a ser el factor estratégico para adelantar a tus competidores? ¿Ganará el tamaño o la especialización? No creo que haya un resultado ineludible, ganará el que ejecute mejor y se adapte más rápidamente a los cambios en el entorno. Es una cuestión de tamaños relativos y de sobresalir en lo que verdaderamente importa a cada tipo de consumidor. En el mundo del comercio hemos visto como las tiendas pequeñas especializadas del siglo XIX se vieron vencidas por los grandes almacenes en el XX que posiblemente sean derrotados por las gran-des tiendas especializadas (category killers) como Decatlon o Leroy Merlin o las grandes superficies superbaratas tipo Wal-Mart. Es una cuestión de amplitud versus profundidad de surtido, y de precio versus comodidad y ambiente.

Sí creo que conviene señalar, en este ánimo de practicidad que tiene este informe Omniprom, algunas ventajas y dificultades en cada uno de

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los dos tipos de editoriales, grupos e independientes. Las editoriales grandes y diversificadas pueden acceder mejor a formación y técnicas nuevas, arriesgarse en tecnologías todavía inciertas e invertir aunque el retorno a corto plazo no sea claro. Pero es muy probable que se tengan que concentrar en los campos donde realmente se vean fuertes a lar-go plazo y abandonar áreas donde no perseguían más que completar su catálogo. Podemos ver como McGraw casi ha dejado de editar libro profesional que no se escriba originalmente en inglés y me sorprendió oír directamente de su presidente en la feria de Nueva York que pensa-ban abandonar un segmento donde aparentemente son muy fuertes para concentrarse en otro.

Las editoriales independientes tienen un futuro más brillante del que creían tener hace unos años si realmente logran dominar las nuevas técnicas, es-pecializarse con profundidad en un campo y conectar verdaderamente con los autores y lectores de esa área. Es cierto que un autor puede autoeditarse fácilmente en un segmento muy concreto porque ahora hay programas y empresas que lo facilitan e incluso operadores como Amazon y Google lo potencian para integrarse aguas arriba y no depender tanto de los editores. Pero no es menos cierto que la actividad de editor nació para coordinar oficios distintos como el de autor, traductor, ilustrador, fabricante de papel, impresor, encuadernador y librero; y ahora que eso es fácil en el libro im-preso en B/N debe buscar nuevas oportunidades de diferenciarse, aportar valor añadido al usuario, aumentar la complejidad de las relaciones y, en consecuencia, encontrar su nuevo rol.

El libro mejorado (enhanced ebook) que incluye más imágenes, sonido, vi-deo, enlaces e índices de todo tipo, juegos, comentarios de otros autores, posibilidad de cambiar las voces o de alterar el fin de la novela por citar unos ejemplos es una posibilidad. Un autor puede escribir un guión pero si tiene que incluir en su obra el esfuerzo de muchos oficios distintos necesitará al-guien que lo produzca. Puede que no nos llamemos editores sino productores, pero alguien lo tendrá que hacer.

Otra posibilidad si eso es lo realmente importante en el segmento elegido es ofertar productos o servicios complementarios y, a lo mejor, una editorial tiene que organizar conferencias o representar a sus autores como confe-rencistas, o vender contenidos y montar sistemas de enseñanza a distancia o vender productos audiovisuales complementarios o buscar sistemas glo-bales como suscripción que favorezcan a los autores que agrupe, o tantas cosas que se pueden imaginar.

Heráclito decía que nada hay permanente excepto el cambio. Dado que lo vamos a sufrir queramos o no, hagamos lo posible por disfrutarlo y, de paso, sobrevivir.

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15 La esencia de este informe

Entre los valores de nuestro patrocinador principal, el operador logístico Omniprom, destacan la transparencia y la eficacia y considera un ejercicio de responsabilidad social contribuir a la mejora del sector difundiendo bue-nas ideas y prácticas que ayuden a mejorar el servicio a los autores y clien-tes y la eficacia y rentabilidad con que todos trabajamos. Esperamos haber contribuido a ello con este segundo informe anual.

En el primer capítulo, Manuel Guzmán, director de análisis y estrategia eco-nómica de Ixe, nos indica que los países emergentes han reaccionado mejor durante 2010 que las economías desarrolladas, destacando China y Perú con crecimientos superiores a 10%. México se estima crecerá 4.5% con un gran aumento de las exportaciones de autos y autopartes. Igual que en 2009 México sufrió un elemento tan atípico como la gripe A, en 2010 la erupción del volcán islandés que paralizó Europa unos días, algo que los editores conocimos de pri-mera mano al no poder asistir a la feria del libro de Londres, ha afectado de mayor manera al continente. Las tensiones en el riesgo soberano de Grecia, Hungría e Irlanda, y la falta de medidas estructurales realmente eficaces en Portugal y España pesan como una losa en las perspectivas de futuro de estos países. México se está consolidando como el principal mercado en el mundo hispano con un PNB superior este año al de España y, dada la juventud de su población –de los 107 millones de personas, 70% tiene menos de 30 años–, esa posición todavía mejorará en el futuro. Un editor en español, que tenga intenciones de sobrevivir dentro de diez años, donde sin duda el mercado se habrá globalizado porque para los productos digitales no hay fronteras ni costes de distribución fí-sica, debe considerar México como parte fundamental de su estrategia. Quizás con un poco de miopía sólo a efectos de venta. Y, con más vista, como caldo de cultivo de autores y oportunidades editoriales.

En el siguiente capítulo, Lucía Martín, analista del servicio de estudios de Ixe, señala el peso de las industrias culturales, 12% en EE.UU. y 4.5% del PNB en España, frente a México que está según diferentes estudios entre 5.2 y

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7.3%, muy por encima en todo caso de sectores como el automotriz 3% o el agropecuario 5%. El mercado podría ser incluso mayor, pero el número de horas de ocio de los mexicanos, 3.7 horas al día, frente a las 5.2 de España derivado de la baja productividad del trabajador nacional lo dificulta. Además en México 48% de ese tiempo se dedica a la televisión sobre todo telenove-las. Televisa con una cuota de 72% se ha convertido en el principal grupo de comunicación en español. Con treinta millones de usuarios hay más personas que se conectan a Internet en México que en España o Italia. Se espera que superen los cuarenta millones en tres años, la mitad con acceso a banda an-cha, e incluso serían más si aumentara la competencia en el sector de teleco-municaciones que está manteniendo tarifas artificialmente altas.

El sector del libro representa 0.4% del PNB y en algo más de la mitad depen-de de la administración sobre todo por el peso del libro de texto. Hay doce editores privados con una media de venta de seis millones de ejemplares al año y 217 con una media de 266 mil. En México se lee entre uno y tres libros al año por persona, gracias al peso favorable de los niños y el libro de texto, frente a los cuarenta de Finlandia. Más dramático es el puesto 107 entre 108 países que la ONU otorga a México en hábito de lectura o reconocer que sólo 2% de la población lee habitualmente frente a 91% de los japoneses. En el in-forme de 2009 ya decíamos que habrá personas que sólo vean el vaso medio vacío, el bajo índice medio de lectura; y otros lo vean medio lleno, el número absoluto de personas en las clases A y B, casi tres millones de personas, que tienen una renta per cápita, una formación y unos hábitos de lectura similares a esos mismos tres millones de personas que en España ocupan la punta de la pirámide social. Que en México sean 2.5% del total y en España 7% es irrelevante. Pero más importante todavía, de cara al futuro, es el peso de lo audiovisual y la penetración del celular, porque eso es lo que determinará el consumo del libro digital. El 70% de la población entre 10 y 80 años tiene un celular y, con la esperada rebaja de los costes, mejorará la calidad de su ter-minal y el número de personas que leerán mientras conduzcan se disparará.

Francisco Javier Jiménez, director de Fórcola Ediciones nos aporta el punto de vista de un editor independiente, sensible a las nuevas necesidades de promoción y marketing y a las posibilidades de la red 2.0. De su mano po-demos desarrollar nuestra sensibilidad wiki, encontrar las diez claves para crear un sitio (website) a la altura del nuevo prosumidor, el lector que produ-ce y consume a la vez, y como realizar el nuevo marketing.

Hilda Hernández, coordinadora nacional de la red ALTEXTO, distingue tres subsectores: texto, monografías y revistas que responden respectivamente a objetivos comerciales, de difusión y certificación. De las 51 universidades agru-padas en su asociación, sólo cuatro producen libros de texto por lo que, en su mayoría, son de producción privada y constituyen el segmento más rentable. La mayoría de los textos editados por universidades en México son de cien-

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cias sociales, humanidades y literatura.

Noé Villaseñor, director general del operador logístico Omniprom, resalta el gran potencial de crecimiento en lectores y número de librerías que tiene Mé-xico y analiza con detalle los diferentes objetivos que tiene la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro que no sólo se reduce al precio único o fijo, si bien señala que al no tener incorporado un sistema de sanciones y al haber pedido ciertas librerías quedar al margen de ella (algo posible en México) no se está cumpliendo de forma totalmente efectiva. Destaca como problema esencial la falta de uniformidad en los procesos administrativos de las librerías y de los editores lo que conduce a una ineficacia y burocracia que eleva los costes en demasía. La racionalización y unificación de estos procedimientos así como el desarrollo de operadores logísticos modernos que concentren a varias edi-toriales y faciliten el proceso de acopio de las librerías serían las medidas a adoptar. Mientras tanto, una de las conclusiones del Informe omniprom 2009 sigue siendo válida: «existe una gran inquietud por mejorar la eficacia de la relación con las librerías y poder bajar los costes de distribución pero no se percibe un liderazgo en el sector ni una predisposición a la puesta en la prác-tica de medidas ya experimentadas con éxito en el mercado español».

Isabel Mercedes, jefa de exportación de Ra-Ma y Raúl López, director finan-ciero de LID Editorial nos demuestran que la comparativa de precios de los mismos títulos entre España y México ha empeorado todavía más de 2009 a 2010. Los mismos libros se venden 10% más caros en México que en Espa-ña y donde antes los distribuidores independientes de los editores tenían un margen extra de 12% ahora es de 20% y donde los que venden a través de filiales comercializadoras antes mantenían los precios ahora los bajan 5% para adecuarse al menor poder adquisitivo del comprador medio mexicano. El diferencial debido al sistema de distribución que en 2009 era de 12 puntos ahora es de 25. Esto deja a los editores que usan importadores tradicionales prácticamente fuera del mercado. Un 13% de sus títulos tienen sus precios incrementados en más de 40%, en lo que sólo se puede calificar de política de ordeño del prestigio de ese fondo editorial, limitando su expansión co-mercial a favor de beneficios inmediatos para el distribuidor.

Alejandro Ramírez, máximo responsable de compras de librerías Gandhi, defiende la consideración de la librería no como un sitio de compraventa sino como un centro de servicios al lector, abierto a la venta por Internet y de libros electrónicos y al desarrollo de franquicias. Recoge los principales problemas endógenos y exógenos y aboga por una revisión profunda de los procedimientos internos y de la filosofía de actuación, con la ayuda de expertos externos si fuera necesario. Considera que las 1,441 librerías regis-tradas en 2009, 574 matrices o independientes (de ahí la cifra de seiscientas editoriales que algunos estudios recogen) y 867 sucursales (en las que no se incluyen puntos de venta de supermercados y grandes superficies que

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venden libros de forma marginal o temporal), son pocas para un país con tantos habitantes y, por lo tanto, percibe un potencial de desarrollo. Hay es-tados que sólo tienen tres librerías. También defiende que mejor que exento, el libro debería estar sujeto al IVA pero con tipo cero.

Bertha Herrerías, gerente de comunicación de LID Editorial, se ha basado en varias entrevistas a ejecutivos del sector. Para ellos es básico conocer el título, adecuar el mensaje al canal y colaborar con los libreros. Detalla los diferentes, y escasos, programas de radio y televisión que apoyan da difusión cultural, así como los diarios y revistas. Advierte que el uso de las redes sociales es delicado porque se esperan mensajes de igual a igual e informativos no de empresa a cliente y con el puro ánimo de vender, por lo que hay que saberlo hacer para no provocar un perjudicial rechazo.

Carlos Díaz, como director de El Universal virtual, nos ha destacado que la desaparición de los medios escritos, que da como inevitable a medio plazo, no significa que no se escriba y se lea, dado que las redes sociales se basan mucho todavía en los mensajes escritos. Surge el protagonismo del lector, que deja de ser un receptor pasivo para convertirse en un generador de opi-niones, comentador de artículos e incluso aportador de sus propias noticias. Y todavía más importante que la generación de contenidos es la redifusión de ellos; al compartirles y reenviarlos a quien se considera más interesado se está aumentando la probabilidad de que un contenido llegue a las manos de quien lo puede considerar relevante. El 94% de los mexicanos, frente a 79% mundial, considera el acceso a Internet como un derecho básico lo que demuestra su importancia como fuente de acceso a información, formación y ocio. Hay ya trece millones de mexicanos en Facebook y México es el se-gundo país latino más activo, después de Venezuela, en Twitter.

José Antonio Menor, editor de LID Editorial, nos ofrece el punto de vista de un editor sobre el libro digital en la línea del Informe omniprom 2009. Se han consolidado algunos de los avances que mencionábamos en el sentido de la preponderancia de las tabletas sobre los lectores dedicados y de los dis-tribuidores ajenos al sector del libro sobre los específicos de éste. Se con-solida el ePub como sistema, se dividen por diez los costes de digitalización y surgen nuevas posibilidades en el mercado de suscripción. Considera que los libros digitales en español están 30% por debajo de los mismos libros físicos y que es mejor método de distribución el que permite al editor fijar el precio de venta y dar una comisión del orden de 30% que es lo que en este momento cargan los dos líderes del mercado Apple y Google (agency model) que el método de reventa de dar a un concentrador los archivos para que éste los revenda a través de librerías o distribuidores virtuales (reseller model). Compara en detalle los sistemas de Apple, Google, Telefónica, Li-branda, Overdrive, Kobo y ebooks.com. Lo que decíamos en 2009 puede seguir siendo válido: «el libro digital ya está aquí y no se leerá en los que se

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presentan como los lectores (ereaders) del futuro pero que sólo se ven en B/N y carecen de sonido. El público demandará contenidos actualizables, ampliables, audiovisuales y que permitan la interconectividad. El aparato del futuro estará más cercano al celular actual que al lector que se anuncia estas [las de 2009] Navidades. El margen de la distribución tenderá a 30% y posteriormente a 15% y se impondrán las tiendas que vendan libros y a la vez otras muchas aplicaciones como noticias, información de tiendas y lugares y juegos, frente a las que sólo vendan libros».

Raúl Vázquez, gerente de marketing y producción digital de LID Editorial, entra en un conjunto muy sugerente de recomendaciones prácticas para po-tenciar el SEO (Search Engine Optimization) y el SMM (Social Media Marke-ting), consiguiendo recomendaciones de usuarios, mejorando la legibilidad de los índices por los buscadores y potenciando los sitios de una editorial o librería. Igual que durante años nuestros esfuerzos se focalizaban en conseguir un buen sitio y ahora se centran en cómo venderlo mejor y conse-guir tráfico, en estos momentos todavía estamos debatiendo cómo vamos a distribuir los libros digitales pero ya debemos estar pensando en cómo des-tacar entre la innumerable oferta que habrá con un buen marketing digital. Mantenemos una de las conclusiones del informe de 2009: «La promoción del libro al lector debe intensificarse, sobre todo por la mayor abundancia de títulos y porque será el punto donde el editor contribuya con más valor añadido a lo aportado por el autor. Esta promoción se hará cada vez más por marketing digital, usando las redes sociales, con mayor implicación del autor y con más presencia mediática de éste mediante webinars y conferencias reales o virtuales. Surgirán oportunidades en medios no masivos pero sí más direc-tos y concentrados en públicos objetivos muy seleccionados».

Antonio María Ávila, director de la FGEE, contribuye a despejar algunos mi-tos y aporta ideas estratégicas esenciales. De las exportaciones españolas de libros sólo 55% va a Hispanoamérica y no es tan claro que la ventaja de hablar el mismo idioma sea tan determinante: hasta la SGM la francesa Gar-nier dominaba el mercado porque tenía mejor red comercial y actualmente 28% de los libros comprados en Iberoamérica son españoles pero 25% son norteamericanos, que además dominan ciertos segmentos como el del libro CTA (científico-técnico-académico). Hay buenas editoriales que se han logra-do introducir en España como la colombiana Norma o la mexicana Fondo de Cultura Económica. El progreso habitual es: exportación directa esporádica, nombramiento de representantes, filial comercial y filial con producción propia. Destaca el programa America Reads Spanish y la base de datos DILVE como instrumentos muy útiles para difundir los libros en español en el extranjero.

Nubia Macías, directora de la FIL de Guadalajara, nos ilustra sobre una feria que pese a su juventud, fue fundada en 1987 por la Universidad de Gua-dalajara, es hoy la mayor plataforma de promoción del libro en español.

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En sus nueve días a caballo entre noviembre y diciembre, rebosa el recinto ampliado el año pasado de la Expo de Guadalajara, para organizar eventos en diversos centros de la ciudad y acoger a 17 mil profesionales y 600 mil lectores. También organiza actividades en otros momentos del año como el maratón de lectura del Día Mundial del Libro. Casi dos mil editoriales de cuarenta países han hecho de la FIL su punto de reunión anual con importa-dores, librerías, autores y lectores.

Ignacio Domínguez, director de industrias culturales de la Oficina comer-cial de España en Miami, matiza las cifras de hispanos, hispanohablantes e hispano-lectores. Es cierto que EE.UU. es el segundo país del mundo, detrás de México, en hispanos y que éstos representarán 25% de los nor-teamericanos en 2050 pero también que hay muchas comunidades dife-rentes (cubanos en Florida, puertorriqueños en Nueva York o mexicanos en Texas), el español no es uniforme, no todos los hispanos hablan español (31% de los menores de 18 años y 18% de los mayores no lo habla nunca) y que las tasas de lectura y de compra de libros son mucho más bajas. La demanda se cubre con editoriales americanas que publican en español y en menor medida por editoriales españolas. También menciona dos editoriales españolas que publican en inglés. La recuperación del orgullo por las raíces hispanas, fruto del creciente poder político y económico de esta minoría, podría favorecer el consumo de libros en español. Detalla los canales más específicos de distribución, prescripción y difusión del libro en español.

En el capítulo con el que cerramos este informe destaco que la capacidad de distribución va a ser irrelevante como ventaja competitiva y será sustituida por la hacer un buen marketing digital. En este sentido los grandes grupos editoriales con sellos que abarcan todas las temáticas y potentes maquinarias logísticas y comerciales podrían ser vencidos puntualmente por editoriales especializadas en nichos concretos si éstas logran crear comunidades muy cercanas con sus autores y lectores y ofrecen un conjunto de productos y servicios que cubran eficientemente sus verdaderas necesidades.

Queremos recordar que en omniprom.com se irán subiendo cuadros y esta-dísticas de común interés con lo que esperamos contribuir a una adecuada difusión de la información disponible. Invitamos a todos los lectores a criti-car, sugerir y participar para entre todos lograr un informe más completo y útil para la toma de decisiones.

El mundo seguirá cambiando y cada día lo hará más rápido. Y habrá un In-forme Omniprom 2011 sobre el libro en México todavía mejor.

Marcelino ElosuaCoordinador de la obra

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Autores

Coordinador de la obraMarcelino Elosua

Antonio Mª Ávila Álvarez (Sevilla 1955) Obtuvo el Premio Extraordinario de Licenciatura de Derecho, Licenciatura en Ciencias Políticas, es Doctor en Derecho y Doctor en Ciencias Económicas. Entre otros cargos, des-tacan: Número 1 de la XX Promoción de Administradores Civiles del Estado (1981), Secretario General de Comercio Exterior (1892-1987), Asesor Ejecutivo del Secretario de Estado de Comercio (1987-1992), Asesor del Secretario de Estado de Hacienda (1992-1997), Vicesecretario General Técnico de Economía y Hacienda (1997) y Director Ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (1997-2009). Además ha sido profesor asociado de Derecho Político hasta 1986, profesor asociado de Comercio Exterior (Universidad Carlos III) de 1994 a 1996 y desde 1997 profesor de la misma materia en TPGA de la Universidad Autónoma de Madrid. Profesor de CECO, imparte clases del Máster de Comercio Exterior y Política Comercial en la Universidad Carlos III, Santiago de Compostela, Alcalá de Henares e Instituto Universitario Carlos V de la Universidad Autónoma de Madrid. Es autor de numerosas publicaciones sobre la materia en ICE, BISE, Noticias de la Unión Europea, etcétera y libros: Manual Práctico de Comercio Exterior (Tecnos, 1986), Regulación del Comercio Internacional tras la Ronda de Uruguay (Tecnos, 1994), Política Comercial de la Unión Europea (Pirámide, 1997), Política de competencia y política comercial: ¿hacía un acuerdo mul-tilateral? (IMADE-COCIM, 2004), la Propiedad Intelectual en las Relaciones Económicas Internacionales (IMADE-COCIM, 2007).

Carlos Díaz Warns es actualmente Subdirector General Multimedia del dia-rio mexicano El Universal. Estudió Comunicación y Periodismo en la Univer-sidad Iberoamericana. De 1990 a 1994 fue productor del noticiero de PCTV, y de 1994 a 1997, su jefe de información. Enseguida, se fue a la ya desapa-

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recida Compuserve en México para ser jefe del departamento de multimedia en un proyecto llamado Mexis y luego To2.com, que fue el primer periódico en Internet sin apoyo de un medio tradicional. En 2000, pasó a formar parte de la división online de la cadena estadounidense Univision, como editor en jefe de la oficina en México. En 2002, regresó a la televisión con la misma Uni-vision para funcionar como enlace con la división Online y producir Primer Impacto y varios programas más desde la corresponsalía en México.

Ignacio Domínguez Durante los últimos quince años, su carrera se ha de-sarrollado en las áreas de comercio exterior, así como de diseño y lanza-miento de nuevas unidades de negocio, y planes de marketing y promoción. Su experiencia se centra en el diseño e implementación de procesos de internacionalización para instituciones y empresas europeas, con especial énfasis en EE.UU. En este país durante la última década obtuvo titulaciones de Máster en Business Administration, además de distintos Majors en las áreas de marketing, dirección de empresa y negocios internacionales. Resi-de desde hace más de doce años en el estado de la Florida aunque su labor se ha desarrollado a nivel nacional en los sectores público y privado. Esta dualidad le ha permitido obtener una amplia perspectiva de la situación, operativa e interacción de ambos factores económicos con los mercados en ambos lados del Atlántico.

Marcelino Elosua es licenciado en Empresariales por la Universidad Co-mercial de Deusto, en Sociología por la Complutense de Madrid y MBA y MA en Economía Internacional por la Universidad de Stanford. En 1983 inicia su trabajo como director de obra de del Diccionario empresarial Stanford, que ve la luz en 1987. Once ediciones y 200.000 ejemplares vendidos acreditan su éxito, ahora con el nombre de Diccionario LID de Empresa y Economía. A partir de esta obra ha dirigido diccionarios especializados en diferentes sectores y funciones de empresa y ha creado la mayor base de datos de términos de empresa definidos en veinte idiomas. En 1999 dirigió la obra Di-rección de empresas pequeñas y medianas en el siglo XXI, una enciclopedia de la gestión. Ha escrito las biografías de Carlos Carbonell y Heraclio Four-nier para las obras Cien empresarios andaluces y Cien empresarios vascos respectivamente.

Manuel Guzmán Moreno es licenciado en Economía y cuenta con una maestría en Economía por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, en donde es profesor en las áreas de Economía y Finanzas. Cuenta además con diferentes especialidades financieras en México y en el extranjero. Es comentarista del noticiero Cúpula empresarial, columnista del periódico El Economista y colaborador en diversas revistas especializadas. Comenzó su carrera en 1985 en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en donde se desempeño como subdirector de Análisis de Mercados Finan-cieros. En 1990 ingresó como director del área de Investigación y Desarrollo

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de Accival y posteriormente se integró a Banamex como responsable del área de Investigación de Mercados Financieros. En 1996 fue socio fundador de Fortum y responsable del área de Análisis Económico y Bursátil. A partir de 1998 se desempeñó como director de Asset Management y miembro del Comité de Inversión de SEI Investments de México. En febrero de 2002 se integró a Ixe Grupo Financiero como director de Administración de Portafo-lios. De agosto de 2007 a noviembre de 2008 fungió como director general de Inversiones. Actualmente se desempeña como director corporativo de Análisis y Estrategia Económica de Ixe Grupo Financiero.

Hilda Elena Hernández Licenciada en Ciencias de la Comunicación por el ITESO y Maestra en Edición por la Universidad de Guadalajara. Cuenta con estudios especializados en dirección editorial, gestión de proyectos y mar-keting, y edición electrónica, ofrecidos por The Book House Training Centre (Reino Unido), Marketability (Reino Unido), The George Washington Univer-sity (EUA) y The World Bank Publications (EE.UU.), entre otros. Tiene más de veinte años de experiencia en la edición académica. Es Directora Editorial del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y Coordinadora Nacional de la Red Altexto de Editoriales Universitarias y Aca-démicas de México.

Bertha Inés Herrerías Franco Licenciada en Comunicación por la Univer-sidad Iberoamericana. Especialista en comunicación corporativa e institucional, relaciones públicas y mercadotecnia. Tiene diplomados en Humanidades, Filosofía e Historia. Ha publicado textos sobre literatura, arte, historia, reli-gión y temas sociales, desde el punto de vista comunicacional. Ha trabajado en el área de recursos humanos de Banamex; en medios masivos de comu-nicación como Televisa e Imevisión, y participado en proyectos internacio-nales como la organización y desarrollo informativo de la Copa Mundial de Futbol. También, ha impartido clases en la Licenciatura en Mercadotecnia de la Escuela Bancaria y Comercial y ha sido responsable de comunicación en corporativos multinacionales como Ericsson Telecom y organismos globales como el PNUMA, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambien-te. Cuenta con experiencia en liderazgo de proyectos, trabajo en equipo, dirección, gestión y ejecución de programas, producción y edición literaria, realización de eventos, comunicación estratégica, etcétera. Actualmente es Gerente de Comunicación y Relaciones Públicas de LID Editorial Mexicana. Convencida del poder de la comunicación mantiene un compromiso parti-cular con la difusión de la cultura y las mejores prácticas en los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.

Francisco Javier Jiménez Licenciado en Filosofía por la Universidad Com-plutense de Madrid, Magister en Administración Pública por el Instituto Or-tega y Gasset y el INAP, y posgrado en Estudios avanzados de edición por la Oxford Brookes University y Publish. Con 15 años de experiencia en el

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sector, ha trabajado en librerías como Crisol o Paradox, y editoriales como Siruela y Páginas de Espuma. En 2007 funda el sello Fórcola Ediciones (for-colaediciones.com), editorial independiente dedicada a la no ficción y al en-sayo en español. Ha sido profesor de los cursos de formación de libreros del FORCEM y Publish, y actualmente imparte clases en el Máster de edición UAM-Edelvives, en el Curso de formación de editores iberoamericanos de SIALE (Sociedad Iberoamericana de Amigos del Libro y de la Edición), y en el Máster de Edición de la Universidad de Salamanca/ Santillana. En cola-boración con Manuel Gil ha escrito los siguientes libros: El nuevo paradigma del sector del libro (Trama, Madrid, 2008) y Manual de edición: Guía para editores, autores, correctores de estilo y diagramadores (CERLALC, Bogotá, 2009). Es colaborador habitual de la revista Texturas. Sus sitios: blog: forco-laediciones.com/category/blog/ Facebook: facebook.com/franciscojavier.jimenez Twitter: @Forcola e-mail: [email protected]

Raúl López es técnico en gestión empresarial por la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Ha desarrollado su carrera profesional coordinando los departamentos de administración, producción, y distribución en editoriales de carácter internacional. Actualmente es el director financiero de LID Edi-torial Empresarial.

Nubia Macías nació en San José de Gracia, Jalisco, México, en 1966. Es li-cenciada en sociología por la Universidad de Guadalajara y cursó el máster en periodismo de El País en 1993, maestría avalada por la Universidad Autónoma de Madrid. Su relación con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara data de 1987. Desde ese año y hasta 1992, se desempeñó como coordinadora de prensa de la FIL y del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. A este cargo llegó luego de haberse desempeñado como subjefa de prensa y relaciones públicas del Ayuntamiento de Tlaquepaque (1983-1986) y coordinadora de prensa del 450 aniversario de la ciudad de Guadalajara (1992). Macías posee un amplio conocimiento y experiencia en la gestión de ferias de libro. En 1990 recibió un curso profesional de entrenamiento como gerente de feria del libro en Alemania, curso auspiciado e impartido por la Fe-ria del Libro de Francfort, la más importante del mundo. Desde mediados de 2001, ocupó el cargo de subdirectora operativa de la FIL, uno de los puestos de mayor responsabilidad dentro de este proyecto, hasta que en abril de 2003 fue designada directora general. Igual de importante ha sido su trayectoria como periodista. Además de los cargos antes mencionados, cabe resaltar su papel como corresponsal en Europa, con base en España, para el Grupo Radiocentro México, el Instituto Mexicano de la Radio y el diario El Financiero. Destaca también su labor como reportera del medio cultural para el diario tapatío Público, desarrollada en el año 2000.

Lucía Emanuela Martín Es licenciada en Economía por el Instituto Tecno-lógico Autónomo de México (ITAM). A lo largo de su carrera profesional ha

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trabajado como analista económico tanto para México como para Estados Unidos en diversos centros de investigación. A partir de 2008 forma parte del Área de Análisis Económico de Ixe en donde se desempeña como ana-lista sectorial y de investigación. Es co-autora del libro La economía política del maíz en México y, a partir de 2009, participa activamente en la publica-ción de los libros que conforman el proyecto Biblioteca Ixe.

José Antonio Menor es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Alcalá y máster en Edición por la Universidad Oxford Brookes. Ha desa-rrollado su carrera profesional como editor en Arnold Publishers, Editorial Everest, AENOR, Grupo Anaya, Clave ELE y LID Editorial Empresarial donde, además de dirigir las colecciones de Historia Empresarial y For Rookies, coordinó el lanzamiento de área de desarrollo digital.

Isabel Mercedes es licenciada en Administración de Empresa por la Pon-tificia Universidad Católica Madre y Maestra de República Dominicana y máster en Dirección Internacional por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito de los negocios interna-cionales. Actualmente es responsable de Comercio Exterior de Ra-Ma, S.A. Editorial y Publicaciones.

Alejandro Ramírez Flores ha incursionado en un gran número de activida-des dentro de la industria del libro, desde la creación literaria con algunos títulos de cuentos publicados, hasta la producción editorial y comerciali-zación directa del libro colaborando en empresas líderes en su ramo como Librerías Gandhi, el INDELI y el Fondo de Cultura Económica. Actualmente es vicepresidente de la Asociación de Libreros Mexicanos A.C., y perte-nece al claustro de profesores de la Beca Juan Grijalbo-CONACULTA. Es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN, egresado de la Maestría en Administración de la UVM e Ingeniero en Sistemas por la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

Raúl Vázquez Es gerente de Marketing y Productos Digitales de LID Edito-rial. Licenciado en Publicidad y RR.PP. por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Dirección de Marketing y Gestión Comercial por ESIC. Ha desarrollado su carrera profesional en puestos de marketing de compa-ñías del ámbito de las TIC.

Noé Villaseñor González director general de Omniprom, atesora una ex-periencia de 24 años en la industria editorial, los últimos doce años ocu-pando puestos estratégicos en el área comercial de Grupo Patria, de 2005 a 2008 en la dirección comercial; de 1993 a 1996 en Ediciones Contables y Administrativas; también ha sido gerente de ventas de Editorial Posada, comprador del departamentos de libros de la cadena Sanborn’s, supervisor de ventas de Editorial Patria y gerente comercial de EDUCAL.

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