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Cuando me acuerdo de mi país Me calzo el deber, Me ofusco gentil, Me enciendo candil, Me encrespo de ser (Patricio Manns) Cuando contaba a mis amigos o conocidos de Santiago, que iba a realizar un intercambio en la Universidad Austral de Chile, muchos me respondían con sorpresa: ¿y por qué allá? ¿no se te ocurrió irte fuera del país? En la medida que este comentario comenzaba a repetirse, me daba vueltas pensando por qué podría ser tan extraño para los demás un proyecto que para mí parece tan lógico como la oportunidad de conocer nuestro país. Y me lo repetí porque uno de los motivos por los cuales me interesó estudiar Geografía fue justamente eso. Vivimos en un territorio privilegiado cuya extensión longitudinal permite que tengamos, no solo una diversidad de paisajes impresionante, sino también un sinnúmero de culturas y modos de vida vinculados a esos espacios: habitantes del altiplano chileno, la pampa del tamarugal, el norte chico, los valles centrales, la precordillera, los puertos de norte a sur, la extensa zona de los ríos, la selva valdiviana, el mar interior de Chiloé, las islas, la carretera austral, la patagonia chilena, los campos de hielo, etcétera. Si tenemos la oportunidad de permearnos de estos lugares más allá de la experiencia como mero turista, entonces estamos haciendo de ellos parte de nuestro espacio vivido: establecemos relaciones, conocemos los códigos, intercambiamos puntos de vista, adquirimos nuevos conocimientos. En otras palabras, nos volvemos parte de su vida cotidiana. Es por todo esto que, sin tener mayores vínculos con la ciudad de Valdivia (que no fuese por haber venido de vacaciones con mi familia) siempre fue un lugar que me llamó mucho la atención. Habiendo vivido prácticamente toda mi vida en Santiago, para mí era impresionante la posibilidad de tener un río, como el Calle

Intercambio en La UACh - A. Zambra

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Page 1: Intercambio en La UACh - A. Zambra

Cuando me acuerdo de mi país

Me calzo el deber,

Me ofusco gentil,

Me enciendo candil,

Me encrespo de ser

(Patricio Manns)

Cuando contaba a mis amigos o conocidos de Santiago, que iba a realizar un intercambio en la Universidad Austral de Chile, muchos me respondían con sorpresa: ¿y por qué allá? ¿no se te ocurrió irte fuera del país? En la medida que este comentario comenzaba a repetirse, me daba vueltas pensando por qué podría ser tan extraño para los demás un proyecto que para mí parece tan lógico como la oportunidad de conocer nuestro país. Y me lo repetí porque uno de los motivos por los cuales me interesó estudiar Geografía fue justamente eso.

Vivimos en un territorio privilegiado cuya extensión longitudinal permite que tengamos, no solo una diversidad de paisajes impresionante, sino también un sinnúmero de culturas y modos de vida vinculados a esos espacios: habitantes del altiplano chileno, la pampa del tamarugal, el norte chico, los valles centrales, la precordillera, los puertos de norte a sur, la extensa zona de los ríos, la selva valdiviana, el mar interior de Chiloé, las islas, la carretera austral, la patagonia chilena, los campos de hielo, etcétera. Si tenemos la oportunidad de permearnos de estos lugares más allá de la experiencia como mero turista, entonces estamos haciendo de ellos parte de nuestro espacio vivido: establecemos relaciones, conocemos los códigos, intercambiamos puntos de vista, adquirimos nuevos conocimientos. En otras palabras, nos volvemos parte de su vida cotidiana.

Es por todo esto que, sin tener mayores vínculos con la ciudad de Valdivia (que no fuese por haber venido de vacaciones con mi familia) siempre fue un lugar que me llamó mucho la atención. Habiendo vivido prácticamente toda mi vida en Santiago, para mí era impresionante la posibilidad de tener un río, como el Calle Calle, tan cerca y todos los días. Me gustaba la idea de poder estudiar y luego ir a recorrer el Jardín Botánico o el Arboretum sin tener que desplazarme largas distancias para llegar de un lugar a otro. Me intrigaba conocer compañeros venidos de lugares hasta el día de hoy desconocidos para mí. Quería experimentar cómo era vivir en un clima más frío y lluvioso de lo que estaba acostumbrada. En fin, son tantas las motivaciones que me llevaron a elegir esta ciudad para estudiar que sería difícil plasmarlas todas aquí en este momento.

Por lo pronto, me gustaría invitar a otros compañeros a ser parte de esta experiencia de intercambio nacional. Esto, no solo por la posibilidad paisajística que ofrece, sino por la oportunidad de descubrir que no hay un solo pueblo ni territorio chileno. Es tarea de todos descubrir qué tan parte de este pueblo somos nosotros mismos, para quizás con ello también tener certeza de lo que queremos de él para futuro.

Antonia Zambra Álvarez