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INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA. 1.1 Concepto de Ética. En la trascendencia del estudio de la ética es equivoco que se pretenda dar un concepto de la misma desde una perspectiva única, entendiendo esto como el sentido natural (Univoco), simple de esencia, luego entonces con la finalidad de no establecer confusión es necesario advertir que dicho concepto tendrá que ser retomado desde el principio del saber es decir desde un modelo filosófico el cual indica que la ética: “Es la ciencia filosófica que estudia los actos humanos en cuanto relacionados con el fin último del hombre. [LUZ, García Alonso, Ética y Filosofía de la Moral, Diana, México, 1993, p. 300] A lo referido, es necesario establecer como prioridad que son los actos humanos pues sin ello es impensable comprender dicho concepto, por tal ende diremos que: Acto humano es, el hecho que realiza el hombre libremente. [Cfr. Ibidem, p.294] Lo cual crea mucha disputa ya sea en el sentido del acto libre o del acto voluntario, pues se debe considerar que pudiese ser que el acto sea oponible al hombre, que sería un acto determinado al que no gobierna la voluntad, como puede ser la propia orden. Aunque es necesario advertir que del acto al que nos referimos es del acto voluntario toda vez que son los que realizamos con conocimiento de la inteligencia y consentimiento de la voluntad. Así, los actos voluntarios serán aquellos que procedan de nuestra voluntad con conocimiento previo del fin, que sabemos qué fin tenemos enfrente y luego lo queremos conseguir. Así entonces los actos humanos se determinan como actos voluntarios los cuales se especifican en actos voluntarios elícitos o imperados, concibiendo a los primeros como “el acto propio de la misma voluntad (amar, odiar etc.)”. Entendiendo como Actos imperado a “el acto que realiza otra facultad por impulso o impero de la voluntad (pensar, caminar) el hombre tiene dominio sobre estos actos. [Idem]

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INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA.

1.1 Concepto de Ética.

En la trascendencia del estudio de la ética es equivoco que se pretenda dar un concepto de la misma desde una perspectiva única, entendiendo esto como el sentido natural (Univoco), simple de esencia, luego entonces con la finalidad de no establecer confusión es necesario advertir que dicho concepto tendrá que ser retomado desde el principio del saber es decir desde un modelo filosófico el cual indica que la ética: “Es la ciencia filosófica que estudia los actos humanos en cuanto relacionados con el fin último del hombre. [LUZ, García Alonso, Ética y Filosofía de la Moral, Diana, México, 1993, p. 300]

A lo referido, es necesario establecer como prioridad que son los actos humanos pues sin ello es impensable comprender dicho concepto, por tal ende diremos que: Acto humano es, el hecho que realiza el hombre libremente. [Cfr. Ibidem, p.294]

Lo cual crea mucha disputa ya sea en el sentido del acto libre o del acto voluntario, pues se debe considerar que pudiese ser que el acto sea oponible al hombre, que sería un acto determinado al que no gobierna la voluntad, como puede ser la propia orden. Aunque es necesario advertir que del acto al que nos referimos es del acto voluntario toda vez que son los que realizamos con conocimiento de la inteligencia y consentimiento de la voluntad. Así, los actos voluntarios serán aquellos que procedan de nuestra voluntad con conocimiento previo del fin, que sabemos qué fin tenemos enfrente y luego lo queremos conseguir.

Así entonces los actos humanos se determinan como actos voluntarios los cuales se especifican en actos voluntarios elícitos o imperados, concibiendo a los primeros como “el acto propio de la misma voluntad (amar, odiar etc.)”.

Entendiendo como Actos imperado a “el acto que realiza otra facultad por impulso o impero de la voluntad (pensar, caminar) el hombre tiene dominio sobre estos actos. [Idem]

Por lo tanto se considera que la ética es una ciencia que estudia la moralidad de los actos humanos; para ello atiende a la referencia que guarda respeto al fin último del hombre.

1.2 Diferencia de ética y moral

Ahora bien, es indispensable advertir la diferencia que existe entre la moral y la ética, por lo cual es necesario mencionar un concepto de moral con el objeto de establecer un contraste entre ambas acepciones y poder distinguir sus similitudes y diferencias, por lo que diremos que la Moral es: “La actividad humana que consiste en la relación del orden o desorden del acto humano y el fin eterno del hombre”. [Ibidem. p.300]

“La moral solamente existe en la medida en que el hombre crea el medio ambiente o la naturaleza para que sea parte de su actividad, y aquel crea mediante el conocimiento de lo bueno visto desde otras experiencias de la vida, es

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decir, de la ética”.[ZARAGOZA, Martínez Edith Mariana, Ética y Derechos Humanos, México, Iure editores, año 2006, p.3]

Así es entonces, la mejor comprensión de lo que sería la moralidad, determinaría que la moralidad se predica del acto humano mismo. Por lo cual la relación intrínseca que existe entre la conducta libre de las criaturas inteligentes y el fin último de estas criaturas, se le llama comúnmente moralidad. Y sus fuentes de la moralidad: Son los elementos o constitutivos del acto que se han de considerar para determinar si un acto humano es conforme o desconforme a la norma objetiva de moralidad.

En tal sentido iniciaremos con la primera distinción desde su vocablo, diciendo que la acepción etimológica de ética proviene del griego ethos, que significa “modo de ser” o “carácter” en cuanto a la vida que el hombre adquiere en el sentido de lo bueno y lo positivo. Por otro lado el termino moral deriva del latín “mor o mores” determinando a la costumbre o conjunto de reglas adquiridas por el habito, en ese entendido la moral es comprendida como las reglas adquiridas por el hombre para su adecuada integración en la sociedad. [Ibidem. p.2]

Las circunstancias son aquellos accidentes que rodean al acto humano moral. Son las condiciones accidentales que modifican la moralidad substancial, que sin ellas tenía ya el acto humano. Por lo que la ética es una ciencia normativa por que pretende dirigir el comportamiento humano frente al fin último del hombre.

Ahora bien para tener una comprensión mencionaremos los siguientes puntos:

La ética tiende a determinar el significado de la vida humana. La ética, como filosofía de la moral; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir.

La moral: es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. A menudo es un conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es a decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.

La moral es la ciencia de las costumbres. Son los actos o modos de comportamiento de los hombres en la vida diaria buscando el bien común y propio.

La moral tiene dos aspectos: el normativo y el factico. Por una parte comprende normas y principios que tienden a regular la conducta de los hombres y por la otra, el conjunto de actos humanos que se ajustan a ellos, cumpliendo su exigencia de realización.

La ética tiende a determinar la significación de la vida humana, acude a la asistencia de varios conocimientos auxiliares, como la psicología, la historia y los diversos sabedores de la filosofía. Así mismo se determina como una práctica, puesto que tiene como finalidad estudiar los medios particulares, las

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virtudes, los deberes etc., así como establecer formas de conciencia, ocupándose en determinar las condiciones del deber ser.

La moral, busca formular principios generales, para regular un sistema social con la intención de que sean permanentes pero que se modificará según ocurran las condiciones de vida en un espacio y tiempo específicos.

La ética busca establecer formas de conciencia. [Cfr. Ibidem. p.7 y 8] La Ética tendría por objeto de estudio a la moralidad positiva y sería una

disciplina descriptiva y empírica que, en el plano de las causas próximas o científico, se limita a informar de las conductas morales que un determinado grupo exige a sus miembros.

La Moral, en cambio, tiene por objeto el estudio las conductas que idealmente debe seguir el ser humano si se quiere desarrollar íntegramente como tal. La moral señala ideales de perfección. No es una disciplina empírica, pues esos ideales no pueden ser conocidos por la mera experiencia. Tampoco es descriptiva, pues no se concentra en lo que pasa sino en lo que debe pasar. La Moral es una disciplina filosófica, pues plantea en el plano de las últimas causas (la perfección integral del ser humano y los valores a los que debe tender) el problema de las conductas debidas, permitidas y prohibidas. Puesto que hay diferentes modelos de perfección integral, es claro que habrá también diferentes morales.

Las diferencias entre Ética y Moral son patentes. En un determinado grupo social puede haber clara conciencia que la corrupción y el adulterio son malos y que, lejos de contribuir al plano desarrollo humano, son conductas que degradan al hombre y contribuyen al envilecimiento de las costumbres del grupo. En el plano de la Moral, ese grupo formulará y enseñará la prohibición de la corrupción y del adulterio, Sin embargo, por debilidad humana o por costumbres enraizadas o por atender más a otros fines (como puede ser el de vivir económicamente mejor o el de lograr el falso prestigio que suele acompañar a la fama de Don Juan), es posible que ese mismo grupo no sólo tolere la corrupción y el adulterio sino que hasta los fomente. Así en el plano de la Ética no practicará lo que predica en el plano de la Moral. [Cfr.PÉREZ Fernández del Castillo Bernardo, Deontología Jurídica. Ética del Abogado,2ª ed. Ed. Porrúa, México 1997, Págs. 5 y 6.]

Entonces, Moral y Ética entradamente contradicción y provocarán conflictos morales en los mejores miembros del grupo. Se puede decir que en general en todo grupo social se da distanciamiento entre los ideales de su Moral y aquellos que practica en su Ética. Aquellos suelen señalar altos niveles de perfección que casi siempre son difíciles de alcanzar; los últimos se adaptan al nivel moral de la mayoría del grupo y se contentan con mucho menos, quedan satisfechos con conductas que la mayoría del grupo es capaz de practicar. Sin embargo, no confundamos la Ética con las malas costumbres. En nuestro ejemplo, si el grupo social llega a tolerar, y hasta a fomentar la corrupción y el adulterio, su proceder, para que sea ético, buscará fundamentarse en valores que seguirán siendo morales, como la conveniencia de la corrupción para facilitar la extensión de la riqueza o para simplificar los trámites y, en el caso del adulterio, la exaltación de la libertad privada y el rechazo del puritanismo.

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Aceptar la corrupción y el adulterio con clara conciencia de que son malos y sin ninguna justificación de raigambre moral es proceder a la vez contra la Moral y contra la Ética.

En resumen, la Ética es aquella parte de la Moral que se cumple, practica y se exige de hecho a la generalidad del grupo, porque ese mismo grupo es capaz de practicada, y todos sabemos por experiencia propia que no somos capaces de practicar todos los altos ideales que nos dicta nuestra conciencia; a veces nos tenemos que contentar con seguidos a alguna distancia. Con mayor motivo, en un grupo social sólo se suele exigir a la generalidad de sus miembros aquellas conductas morales cuya práctica es aceptada por la mayoría.

Entonces aparece la Ética o moralidad positiva. Si lo que se ‘pretende es que el individuo se adapte e incorpore a su grupo, la Ética tiene la respuesta. Pero, si lo que uno aspira es entender el desarrollo integral del ser humano y las conductas encaminadas a lograrlo, entonces hay que acudir a la Moral. En consecuencia la Ética realiza un estudio de causas próximas, en realidad estudio psicológico y sociológico, de las condiciones sociales que hacen posible la adaptación, mientras que la Moral se aplica a un estudio abiertamente filosófico: cuál es el papel que debe desempeñar el ser humano en el universo del que forma parte y qué responsabilidad tenemos cada uno de nosotros en contribuir a la realización de ese papel, aunque para ello debamos oponemos en ocasiones a las exigencias éticas del grupo social al que pertenecemos. Para lograr la visión integral del ideal de la perfección humana, la Moral tiene que acudir a la Religión, en cambio la Ética puede y suele ser planteada en un plano de la mera razón. [VILLORO, Toranzo Miguel, Deontología Jurídica México, Textos Universitarios, Universidad Iberoamericana, 1987, p.p. 7, 19, 23]

Sin embargo, entre Ética y Moral no hay divorcio. Toda Ética refleja, aunque no lo pretenda, las aspiraciones morales predominantes en el grupo, se alimenta de ellas y las explícitas en exigencias que hace obligatorias para los miembros del grupo, exigencias que son morales y no meras presiones coactivas. Por otra parte, aunque la Moral tiene como primerísima función la transformación de los individuos, también tiende por medio de ellos a plasmarse en moralidad positiva, es decir, en conductas que sean practicadas y vividas por el grupo. Aunque son dos disciplinas diferentes, cada una con su método propio, la Ética y la Moral en realidad estudian el mismo fenómeno: la conducta humana en cuanto regulada por aspiraciones espirituales y ya no meramente egoístas. La Ética observa esa espiritualidad ya plasmada y lograda en las costumbres morales del grupo y actuante como exigencias vividas por el mismo; la Moral la contempla en sus ideales de perfección, con frecuencia alejados de la práctica pero siempre presentes como las metas que debería realizar el ser humano, como centros de polarización de todo lo más notable y generoso que late en nosotros.

1.3 Carácter científico de la ética.

La ética se podría catalogar como científica si partimos de que la palabra ciencia proviene del latín scientia, que a su vez se deriva de sciere, que significa conocer. Dicho término, en su sentido más amplio, se refiere al conocimiento sistematizado

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en cualquier campo, sin embargo se aplica a la organización de la experiencia sensorial, que es objetivamente clarificable.

Luego entonces, los conocimientos que busca propagar la ética derivan de una experiencia clarificable en algún espacio y tiempo y sistemáticamente organizados.

La ciencia es un saber por causas, las cuales pueden ser necesarias y contingentes. Las necesarias son infalibles y predecibles, las contingentes no lo son. El saber sobre las primeras es el científico y sobre las segundas es el saber artístico. Así la ciencia versa sobre lo necesario. La ética por ser ciencia versará sobre lo necesario. [Cfr. LUZ, García Alonso, op. cit. supra nota 1, pp.16-22]

“La ética es una ciencia cuya evidencia mediática es intrínseca. Es decir, no depende de la autoridad de la Revelación divina, sino de la luces de la razón natural.

Así cómo es posible, sin recurso a los deberes religiosos, demostrar la existencia de Dios y conocer algo de su esencia, también es posible penetrar en la naturaleza humana y juzgar de la bondad o maldad de su conducta moral.

Por lo tanto en el desarrollo de la ciencia Ética no se utilizaran argumentos apoyados en la Revelación o en la Fe religiosa.

Lo anterior se opone a confesar que, sin los datos de la Teología moral, la Ética no alcanza todas las verdades necesarias para conducir al hombre a su fin último. Y que, por lo tanto, la ética es una ciencia incompleta”.(sic)[ 12 Ibidem. p.21]

1.4 Método de la Ética.

Como en todo conocimiento sistematizado es necesario distinguir la forma o herramienta con la cual se adquiere este, ya que a medida en que se profundiza en el saber de la materia a tratar es menester conocer el camino por el cual se va guiar el aprendizaje, a esto lo llamamos método, en el caso que nos ocupa es prescindible señalar que, el método a ocupar puede ser variado en cuanto a su estructura y a su objeto de estudio, toda vez que la ética trata de comprender los actos derivados de la interacción social que afectan a otros, o a determinados grupos sociales o a la sociedad en su conjunto. Es por ello que su principal base metodológica se ciñe al método antropológico el cual nos dice que: “La ética opera con realidades físicas, ya que son las mismas que la de la antropología: los actos humanos pero en su relación con el fin último del hombre. Así como los actos humanos son asuntos de la psicología racional que es un tratado de la física filosófica y se mueve en el primer grado de alejamiento de la materia, asi la relación de los actos humanos con el fin último del hombre, o moralidad se mueve lo mismo en este primer grado”. [LUZ, García Alonso, op. cit. supra nota 1, pp.21-22]

1.5. Criterios de la conducta humana.

En las relaciones cotidianas de unos individuos con otros surgen constantemente problema como éstos: ¿Debo cumplir la promesa x que hice ayer a mi amigo Y, a pesar de que hoy me doy cuenta de que su cumplimiento me producirá ciertos

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perjuicios? Si alguien se acerca a mí sospechosamente en la noche y temo que pueda atacarme, ¿debo disparar sobre él, aprovechando que nadie puede observarme, para evitar el riesgo de ser atacado? Con referencia a los actos criminales cometidos por los nazis en la segunda guerra mundial, ¿los soldados que, cumpliendo órdenes militares, los llevaron a cabo, pueden ser condenados moralmente? ¿Debo decir la verdad siempre, o hay ocasiones en que debo mentir? Quien en una guerra de invasión sabe que su amigo Z está colaborando con el enemigo, ¿debe callar, movido por su amistad, o debe denunciarlo como traidor? ¿Podemos considerar que es bueno el hombre que se muestra caritativo con el mendigo que toca a su puerta, y que durante el día -como patrón- explota implacablemente a los obreros y empleados de su empresa? Si un individuo trata de hacer el bien, y las consecuencias de sus actos son negativas para aquellos a los que se proponía favorecer, ya que les causa más daño que beneficio, ¿debemos considerar que ha obrado correctamente, desde un punto de vista moral, cualesquiera que hayan sido los resultados de su acción?

En todos estos casos se trata de problemas prácticos, es decir, problemas que se plantean en las relaciones efectivas, reales de unos individuos con otros, o al juzgar ciertas decisiones y acciones dé ellos.

Se trata, a su vez, de problemas cuya solución no sólo afecta al sujeto que se los plantea, sino también a otra u otras personas que sufrirán las consecuencias de su decisión y de su acción. Las consecuencias pueden afectar a un solo individuo (¿debo decir loa verdad o debo mentir a X?) en otros casos, se trata de acciones que afectan a varios de ellos o a grupos sociales (¿debieron cumplir los soldados nazis las órdenes de exterminio de sus superiores?) Finalmente las consecuencias pueden afectar a una comunidad entera como la nación (¿debo guardar silencio, en nombre de la amistad, ante los pasos de un traidor?).

En situaciones como las que, por vía de ejemplo, acabamos de enumerar, los individuos se enfrentan a la necesidad de ajustar su conducta a normas que se tienen Por dignas adecuadas o dignas de ser cumplidas.

Esas normas son aceptadas íntimamente y reconocidas como obligatorias; de acuerdo con ellas los individuos comprenden que tienen el deber de actuar en una y otra dirección. En estos casos decimos que el hombre se comporta moralmente y en este comportamiento suyo se pone de manifiesto una serie de rasgos característicos que lo distinguen de otras formas de conducta humana. Acerca de este comportamiento, que es el fruto de una decisión reflexiva, y por tanto no puramente espontáneo o natural, los demás juzgan, conforme también a normas establecidas y formulan juicios como éstos: "X hizo bien al mentir en aquellas circunstancias"; "z debió denunciar a su amigo traidor", etcétera.

Así, pues, tenemos por un lado actos o modos de comportarse los hombres ante ciertos problemas que llamamos morales, y, por el otro, juicios con los que dichos actos son aprobados o desaprobados moralmente. Pero, a su vez, tanto los actos como los juicios morales presuponen ciertas normas que señalan lo que se debe hacer. Así, por ejemplo, el juicio "z debió denunciar a su amigo traidor", presupone la norma "pon los intereses de la patria por encima de la amistad".

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Nos encontramos, pues, en la vida real con problemas prácticos del tipo de los enumerados a los que nadie puede sustraerse. Y, para resolverlos, los individuos recurren a normas, realizan determinados actos, formulan juicios, y en ocasiones, emplean determinados argumentos o razones para justificar la decisión adoptada, o el paso dado.

Todo esto forma parte de un tipo de conducta efectiva, tanto de los individuos como de los grupos sociales, y tanto de hoy como de ayer. En efecto, el comportamiento humano practico-moral, aunque sujeto a cambio de un tiempo a otro y de una a otra sociedad, se remonta a los Orígenes mismos del hombre como ser social.

A este comportamiento práctico-moral que se da ya en las formas más primitivas de comunidad, sucede posteriormente -muchos milenios después- la reflexión sobre él. Los hombres no sólo actúan moralmente (es decir, se enfrentan a ciertos problemas en sus relaciones mutuas, toman decisiones y realizan ciertos actos para resolverlos, y a la vez juzgan o valoran de un modo u otro esas decisiones y esos actos), sino que también reflexionan sobre ese comportamiento práctico, y lo hacen objeto de su reflexión o de su pensamiento. Se pasa así del plano de la práctica moral al de la teoría moral; o también, de la moral efectiva, vivida, a la moral reflexiva.

Cuando se da este paso, que coincide con los albores del pensamiento filosófico, estamos ya propiamente en la esfera de los problemas teórico-morales o éticos.

A diferencia de los problemas práctico-morales, los éticos se caracterizan por su generalidad. Si al individuo concreto se le plantea en la vida real una situación dada el problema de cómo actuar de manera que su acción pueda ser buena, o sea, valiosa moralmente, tendrá que resolverlo por sí mismo con ayuda de una norma que él reconoce y acepta íntimamente. Será inútil que recurra a la ética con la esperanza de encontrar en ella lo que debe hacer en cada situación concreta. La ética podrá decirle, en general, lo que es una conducta sujeta a normas, o en qué consiste aquello -lo bueno- que persigue la conducta moral dentro de la cual entra la de un individuo concreto, o la de todos. El problema de qué hacer en cada situación concreta es un problema práctico-moral, no teórico-ético. En cambio, definir qué es lo bueno no es un problema moral que corresponda resolver a un individuo con respecto a cada caso particular, sino un problema general de carácter teórico que toca resolver al investigador de la moral, es decir, al ético. Así, por ejemplo, Aristóteles se plantea, en la Antigüedad griega, el problema teórico de definir lo bueno. Su tarea es investigar el contenido de lo bueno, y no determinar lo que el individuo debe hacer en cada caso concreto para que su acto pueda considerarse bueno. Cierto es que esta investigación teórica no deja de tener consecuencias prácticas, pues al definirse qué es lo bueno se está señalando un camino general, en el marco del cual, los hombres pueden orientar su conducta en diversas situaciones particulares. En este sentido, la teoría puede influir en el comportamiento moral-práctico. Pero, ello no obstante, el problema práctico que el individuo tiene que resolver en su vida cotidiana, y el teórico que el investigador ha de resolver sobre la base del material que le brinda la conducta moral efectiva de los hombres, no pueden identificarse. Muchas teorías éticas han

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girado en' torno a la definición de lo bueno, pensando que si sabemos determinar lo que es, podremos entonces saber lo que debe hacerse o no. Las respuestas acerca de qué sea lo bueno varían, por supuesto, de una teoría a otra: para unos, lo bueno es la felicidad o el placer, para otros, lo útil, el poder, la auto producción del ser humano, etcétera. [14 PÉREZ Fernández del Castillo Bernardo, Deontología Jurídica. Ética del Abogado,2ª ed. Ed. Porrúa, México 1997, pp. 1-50]

1.5.1 Criterio basado en el placer.

Al igual que de la misma filosofía griega de Nicómaco, se distingue ahora el placer humano, siendo este pieza clave para determinar el comportamiento o conducta de una persona y en el cual se sientan las primeras bases del comportamiento humano. Pensemos simplemente en que la persona desde que nace pretende saciar en primer lugar su instinto de supervivencia al clamar que la madre de este recién nacido sacie su necesidad de hambre. Ahora bien podemos inferir que el menor aprende de forma temporal; toda vez que intuye que cada vez que tenga hambre bastara con un chillido manifiesto para que la madre acuda a su auxilio con la finalidad de atenderlo.

Es de suma importancia para el presente análisis por lo tanto saber que es el criterio, lo cual diremos: El termino criterio tiene su origen en un vocablo griego que significa “juzgar”. El criterio es el juicio o discernimiento de una persona. Por ejemplo: “A mi criterio, el árbitro tendría que haber sancionado falta contra el arquero”, “El criterio artístico de estas polémicas obras es cuestionado por muchas personas”.

El criterio, por lo tanto, es una especie de condición subjetiva que permite concretar una elección. Se trata, en definitiva, de aquello que sustenta un juicio de valor. Una misma situación puede entenderse de formas distintas de acuerdo al criterio. Si una madre le da una bofetada a su hijo cuando éste la desobedece, algunas personas estarán de acuerdo y otras condenarán la acción. De acuerdo al criterio del primer grupo, la bofetada supone un castigo que sirve como lección y mejora la conducta del niño. Quienes no están a favor, en cambio, tendrán un criterio diferente al creer que el castigo físico nunca es positivo.

Un criterio también es un requisito que debe ser respetado para alcanzar un cierto objetivo o satisfacer una necesidad. Los criterios de textualidad señalan las reglas que deben ser cumplidas para considerar que un conjunto de oraciones constituye un texto. Estos criterios son la aceptabilidad, la cohesión, la coherencia, la informatividad, la intencionalidad, la intertextualidad y la situacionalidad. Esto quiere decir que si varias oraciones o párrafos aparecen en un mismo contexto y cumplen con estos criterios, el contenido puede considerarse como un texto. De lo contrario, puede tratarse de palabras o frases aisladas que carecen de sentido como unidad

De esta forma el ser humano ya en una etapa de niñez comprenderá que el placer se dará en función de los consentimientos de los padres y de lo que el de forma directa o indirecta observa, creando ya en su psique un funcionamiento característico de imitación hacia sus progenitores u otros niños, luego entonces el placer de saciar sus necesidades básicas o no creara un comportamiento en el

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menor el cual va hacer eje rector de la formación de su criterio. Lo mismo sucede con el adolecente el cual empieza a crear en su mente necesidades ubicadas a productos suntuarios que devienen en la moda, los slogan publicitarios y demás artículos que se pueden mostrar a través de revistas, comerciales, etc., lo anterior crea especulación en el adolecente pues juega un roll muy importante la educación que este adolecente tenga en casa, en la escuela y en función de el acercamiento que este tenga con sus padres y de la comunicación misma.

Luego entonces, se refiere que el criterio basado en el placer determina una de las funciones más poderosas de la conducta humana, pues este puede devenir de las necesidades fisiológicas mismas o de las artificiales creadas por la sociedad, creando así unas series de comportamientos diversos en las personas mismas, los cuales son muy complejos para identificarlos y pueden producir en la persona desviaciones conductuales que pudiesen constituir delitos [Idem.]

1.5.2 Criterio basado en el súper yo.

Abordando el presente tema, es necesario al igual que el tema anterior determinar lo que es el criterio pero para el efecto de no ser repetitivos, daremos fluidez al súper yo, esta determinación es característica de las clasificaciones de los vocablos del ello, yo y súper yo, en énfasis nos inclinaremos mas por el último diciendo: que el súper yo no es otra cosa que la contra del ello mismo estableciendo que el ello no es más que el instinto y el súper yo es la misma moral creada desde la base de nuestro hogar supeditada por valores, es decir los pensamientos morales y ético recibidos de la cultura, y consta de dos subsistema como pueden ser la conciencia moral la cual se refiere a la capacidad para la auto evaluación, la crítica y el reproche, y el ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas, y en el súper yo es una enseñanza clásica freudiana y que no es más que una instancia que no está presente desde el inicio de la vida del sujeto, sino que surge en consecuencia de la internalización de la figura del padre como resultado de la resolución del complejo de Edipo. En tal sentido diremos que no es otra el criterio que resulta de esta es la imitación de conductas paternales a través de enseñanzas que determinan cómo comportarnos y analizar los comportamientos en una molaridad de lo bueno y lo malo.

1.5.3 Criterio basado en la presión social.

Al igual que los capítulos anteriores es menester señalar que una de las causa que generan criterios son las conductas sociales, las cuales pueden ser estas sujetas a líderes espirituales, grupos definidos como políticos, universitarios, o hasta raciales, es necesario plantear aquí el siguiente señalamiento en el cual se basa la adopción de criterio en razón a la función de pensar o enajenarse en el fanatismo el cual emplea la misma manipulación de sujeto a sujeto o la mediática misma, toda vez que es una pasión exacerbada, consta de una pasión y entusiasmo desmedido, en algunas ocasiones fanático o frenético. Lo anterior crea en el sujeto, medios de comportamiento por la presión que ejerce este grupo en el individuo.

1.5.4 Criterio Legal

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Se basa principalmente como la perspectiva que tiene una persona en su comportamiento basada en pensamiento de justicia y equidad, suele versar principalmente en las observaciones de los funcionarios públicos de rango, como ministros o magistrados pertenecientes a la función judicial, así como también para los abogados y servidores públicos, los cuales tratan de aclarar el panorama judicial, desde la perspectiva del razonamiento jurídico.

1.5.5 Criterio axiológico

Desde la determinación de los valores en menester situar aquí que la determinación y el fomento de los valores, crean en el individuo determinaciones de comportamiento básico el cual emplea, estos con la finalidad de demostrar la conducta dentro de un grupo social para ser aceptado por el mismo, mas aun cuando se trata de la relación laboral en que este se desenvolverá, o la situación cognoscitiva, afectiva, o psicológica. De esta forma se advierte que el criterio de valor se fomenta en la familia misma.

La ética vista a través de las diversas figuras sociales como matrimonio, familia, comunidad vecinal, comunidad educativa y otras.

El individuo en cuanto ser social forma parte de diversos grupos sociales. El primero al que pertenece y cuya influencia siente, sobre todo en la primera etapa de su vida (niñez y adolescencia), es la familia. Pero desde el momento en que se integra, de un modo u otro en la estructura económica de la sociedad, es miembro de un grupo humano más amplio -la clase social- y, den-tro de ella, por su ocupación específica, queda adscrito a una comunidad de trabajo, oficio o profesión. El individuo es, asimismo, ciudadano de un Estado u organización política y jurídica a la que se halla sujeta la población de un territorio, sobre la que aquél ejerce su poder por medio del Gobierno. El Estado no se confunde con la nación, que es una comunidad humana establecida históricamente y surgida sobre la base de la comunidad de territorio, de vida económica, de fisonomía espiritual y de tradición y cultura nacionales. Un Estado puede ser multinacional, es decir, comprender varias naciones. El individuo, por ello, es ciudadano de un Estado y, a la vez, tiene una patria. Finalmente, los Estados y las naciones forman parte de una comunidad internacional. Los individuos, por tanto, no sólo se sienten miembros de una comunidad humana determinada, sino de una comunidad internacional a cuyos problemas (los que plantean las relaciones entre unos Estados y otros, o entre las diferentes naciones, o entre los pueblos) no pueden sustraerse.

Esta multitud de grupos sociales, a los que se halla vinculado el individuo por diversos hilos, influye de distinto modo en la moralización del individuo, al trazar condiciones y exigencias específicas a su comportamiento moral. Pero, al mismo tiempo, su propia actuación como comunidades humanas tiene un significado moral en cuanto que contribuyen objetivamente ---en un sentido u otro--- a la realización de cierta moral, o a limitar o impedir el desarrollo de otra.

Detengámonos ahora en las peculiaridades del papel que desempeñan algunas de las comunidades humanas antes enumeradas en el terreno moral.

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La familia.--Por ser la forma más elemental y primitiva de comunidad humana, la familia ha sido llamada la célula social. En ella se realiza el principio de la propagación de la especie y se efectúa, en gran parte, el proceso de educación del individuo en sus primeros años, así como la formación de su personalidad.

Por todo esto, reviste gran importancia desde el punto de vista moral. En sentido estricto, es la comunidad formada por padres e hijos. Comprende, pues, fundamentalmente las relaciones entre los esposos y entre padres e hijos. En fa familia se entretejen lazos naturales o biológicos (de sangre), y relaciones sociales, que son las dominantes e influyen sobre todo en la forma y función de la comunidad familiar. Su base es el amor como sentimiento que se eleva sobre la atracción mutua de carácter sexual, cimentando así sobre bases más firmes la unión de los cónyuges.

Como institución social, la familia ha evolucionado históricamente pasando por diferentes fases en las que se han ido modificando la posición del hombre y la mujer, así como las relaciones entre padres e hijos.

Después de conocerse en los tiempos prehistóricos el matrimonio de grupo, en el que ningún miembro de la comunidad era excluido de las relaciones sexuales entre ellos, es decir, no existían condiciones restrictivas para el matrimonio, y se daban tanto la poliandria (mujer con varios maridos) como la poligamia (hombre con varias mujeres), se pasa ---con el tránsito de la comunidad primitiva a la sociedad dividida en clases---, a la monogamia (matrimonio por parejas) y al patriarcado (determinación de la línea de descendencia no sólo por la madre, sino también por el padre). Con la familia patriarcal, la mujer queda sometida socialmente al varón y sujeta a una dependencia material respecto de él.

La monogamia es la forma de unión conyugal que domina, desde entonces, en nuestra sociedad. Con su aparición se crearon las condiciones para el matrimonio cimentado en el amor y el consentimiento libre de los cónyuges. Sin embargo, durante largos siglos, el sometimiento social y material de la mujer convirtió, en la práctica, la monogamia en una poligamia unilateral (sólo para el hombre), con lo cual se minaba la base misma del matrimonio: la fidelidad, producto del amor. Los prejuicios de casta o de clase en el pasado, y el culto del dinero, en nuestra época, unidos al tradicional sometimiento social de la mujer, han sido obstáculos graves al matrimonio por amor, y, con ello, han llevado la inmoralidad a la familia. Por esto, el fortalecimiento moral de ella está vinculado a la emancipación social de la mujer. Hay que registrar, en este punto, que desde hace medio siglo ---y en relación estrecha con el proceso de liberación social de los pueblos y de las propias exigencias de la producción--- se opera un proceso de emancipación social y material, cada vez mayor, de la mujer. Esta emancipación de la mujer va acompañada a veces, de los lamentos de quienes añoran los tiempos pasados en las que el hambre veía en ella, sobre todo, un objeto de explotación y, en casos privilegiados, de adorno. Pero en la medida en que, en nuestra época, la mujer participa cada vez más activamente en la vida económica, social y cultural, se debilita la dependencia social y material a que estaba sujeta, y sus relaciones con los hombres cobran un carácter más puro y libre, es decir, más humano.

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Algo semejante ocurre en nuestros días con el cambio que se opera en las relaciones entre padres e hijos, y, en general, entre las jóvenes de ambos sexos. La rebeldía de los hijos contra las relaciones autoritarias del pasado, entrañan una rebelión contra principios morales que ya no corresponden a la forma y función de la familia en nuestro tiempo. Lo anterior no representa la disolución de la familia ni mucho menos de la moral, como tampoco representan tal disolución las relaciones más libres entre los jóvenes de ambos sexos. De lo que se trata, en realidad, es de una gradual liberación de la mujer de su dependencia social y material, así coma de la desaparición de la educación patriarcal y autoritaria de los hijos. Lo que se hunde cada vez más con la pretendida disolución de la familia tradicional, es la justificación moral de vastos sectores sociales a la sustitución del amor por el dinero como fuente de la unión conyugal, a la prédica de la monogamia y la práctica de la poligamia, y a la manipulación de la mujer de los jóvenes como objetos carentes de iniciativa y libertad propias.

La familia sólo puede cumplir hoy su alta función moral, tanto por lo que se refiere a los miembros que la integran, como por lo que toca a la moralización de la sociedad, si constituye una comunidad basada no en la autoridad de la sangre o del dinero, sino en el amor y fidelidad de las cónyuges, y en la solida-ridad, confianza, ayuda y respecto mutuos de padres e hijos. Pero, a su vez, como verdadera célula social sólo cumplirá su función si no se separa del tejido social y no reduce su bien propio al estrecho círculo familiar, desvinculándose de las intereses de los demás. La familia conservará un alto valor moral para ella y para la sociedad, si es una comunidad libre, no egoísta, amorosa y racional.

Las clases sociales---Los individuos tienen intereses y aspiraciones comunes como miembros de los grupos humanos que llamamos clases sociales y que se distinguen, sobre todo, por el lugar que ocupan en la producción (particularmente con respecto a las relaciones de propiedad y de distribución de la riqueza social). La pertenencia de un individuo a una clase social es un hecho objetivo, determinado fundamentalmente por la estructura económica de la sociedad, y es independiente, por tanto, del grado de conciencia que el individuo tenga de su condición de miembro de la clase, de los intereses o misión histórico-social de ella. Por esta razón, para no confundir ambos planos se distingue la existencia objetiva de la clase social y la conciencia que sus miembros tengan de su verdadera naturaleza y misión.

Los intereses, necesidades y aspiraciones comunes a los miembros de una clase social dada hallan expresión en un conjunto de ideas (o ideología) de la que forman parte sus ideas morales. Una virtud moral como la lealtad adquiere diferente contenido de acuerdo con la estructura social vigente: una es, por ejemplo, la lealtad absoluta propia de la comunidad primitiva (sociedad no dividida aún en clases) y otra la lealtad ---o conjunto de lealtades--- en una sociedad dividida en clases y, además, jerarquizada como la feudal: lealtad del siervo a su señor, de un señor feudal a otro más poderoso, y de éste al rey.

Las ideas morales cambian de una época a otra, al ser desplazadas en su hegemonía económica y política unas clases por otros. Con esto se pone de relieve la naturaleza particular de la moral en las sociedades clasistas frente a la

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pretensión de una moral universalmente válida en ellas. Pero reconocer esta particularidad no significa que todas las morales concretas hayan de situarse en el mismo plano, dado que cada una contribuye en distinto grado ---como ya vimos al analizar su historicidad--- al progreso moral. [Sanabria, José Rubén, Ética, Porrúa, México, págs. 51-54.]

1.5.6 Criterio basado en el yo profundo.

Son muchos los componentes del perfil de la persona madura. La selección que hacemos a continuación no es puramente teórica. En la práctica del análisis de la persona, cuando ésta ofrece manifestaciones de comportamiento maduro hemos encontrado presentes, al menos, todos y cada uno de los rasgos que discutiremos a continuación, no tampoco con una intención teórica sino con una finalidad práctica de provecho personal visto desde el yo profundo.

Objetividad. La objetividad es un rasgo de madurez que consiste en el adecuado aprecio de la realidad, tanto interior como exterior. Consideraremos a la realidad interior desde cuatro dimensiones que nos parecen muy importantes, y que son: las virtudes, los defectos, las habilidades y las limitaciones.

Entendemos por virtud las "fuerzas" del individuo y las fuerzas principales son las virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza y fortaleza. La prudencia entendida como aquella fuerza que permite al hombre poner los medios para lograr los fines que se propone; la justicia como el dar a cada quien lo suyo; la templanza que consiste en cuidar las proporciones y la fortaleza, consiste en acometer y soportar las funciones del exceso en cuanto al ello.

Los defectos son lo contrario de las virtudes cardinales y de sus virtudes derivadas: el pesimismo, la inconstancia, el desorden, la deslealtad, etcétera. Las limitaciones; como su nombre indica, son aquellos límites del hombre derivados de su propia finitud y de su constitución personal. Así, una limitación puede ser el no "tener oído" para tocar un instrumento, el carecer de un tipo de inteligencia determinada, etcétera. Una limitación, además, no puede ser superada en la línea de la misma limitación, en todo caso, puede haber una compensación en donde otra facultad supla: y en eso se distingue del defecto, de cuya superación nosotros podemos responder. En el ejemplo del instrumento, el individuo con falta de oído para la música tendrá que aprender a tocarlo siguiendo un método durante mucho tiempo, o bien dedicarse a otra actividad.

Por habilidades entendemos aquellas “dotes” especiales que un sujeto posee para alguna actividad. La objetividad en relación a la realidad interna consistiría, pues, en aceptar que cada uno, como persona irrepetible, tiene sus propias virtudes y defectos, habilidades y limitaciones. Es falta de objetividad el que un sujeto YO crea que sólo es portador de virtudes, o bien que sólo tenga defectos; o que infravalore las limitaciones y dé excesivo peso a sus habilidades.

La idea que sobre sí mismo se tiene influye en buena medida en la percepción del exterior, es decir de lo que está fuera de mí, la realidad externa.

Por lo que es determinante en este punto analizar lo que es la: Autonomía. Entendiendo a esta como la capacidad del individuo de decidir por sí mismo.

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Autónomo es el que no se deja llevar por el qué dirán, sino que tiene claro lo que hay que hacer, independientemente de la opinión de quienes le rodean.

Es autónomo quien ha logrado "digerir" que en la vida hay tres tipos de personas: las que lo aceptan como individuo, lo buscan y lo reconocen; las que lo odian, lo evitan y lo rechazan y aquéllos para quienes es indiferente. Autónomo es también quien no deja llevar por los modos del momento y las opiniones de café.

Por lo tanto lo Autónomo, por fin, es el que sabe escuchar las opiniones de los otros, como un material valido pero no como un condicionante de las propias decisiones.

Luego entonces diríamos que la Capacidad de amar seria Ama en forma madura quien quiere la mejor para el que ama. Esto trae como consecuencia la búsqueda de su desarrollo: que aquél a quien se ama sea objetivo, autónomo y libre. La persona que ama se ha preocupado de conocer a quien ama, ya que, como se dice, “no se ama sino lo que se conoce”; el amor supone el respeto ante el ser del amado, que es, como dijimos, Único e irrepetible. El amor está más en compartir que en el gozo propiamente dicho; más aún, a veces el dolor y las contradicciones son lo que fortalece y aviva el amor.

De lo que esa persona ama como bien supremo podemos deducir su valor, ya que "la calidad de nuestro amor da la calidad de nuestro ser".

El hombre que ama maduramente ama con pudor, cuya función -como dice Viktor Frankl- es protectora: "su tarea consiste en impedir que algo se convierta en objeto –objeto de espectadores-. Cuando esto sucede se pierde espontaneidad de la entrega al convertirse en objeto de observación". El amor implica también la aceptación de sí mismo y de los demás -entendiendo aceptación como conciencia de sí mismo-, los elementos que mencionamos al hablar de la objetividad (virtudes, defectos, limitaciones, habilidades); implica aceptar y poner los medios para comprender la naturaleza del comportamiento del ser amado, los cambios en la forma de pensar, querer y actuar, las inconsistencias y aparentes contradicciones.

Aceptar a otro supone forzosamente respetar su punto de vista que puede ser distinto o contrario al propio. Una persona que no se acepta a sí misma tampoco podrá aceptar a otros.

Cuando una persona ama dentro del contexto de la madurez, su amor no está condicionado en forma importante por el halago y la crítica de aquel a quien ama: es, hasta cierto punto, independiente de ambas. Pues se ama la unicidad, la irrepetibilidad del ser amado. Quien ama busca y encuentra en la diaria convivencia, la ocasión de demostrarlo mediante una actitud de servicio y de entrega generosa dándose más que dando. Amar supone comprender, aceptar a quien se ama. Se captan las facetas del otro y se aceptan. Van Kastel decía con razón que aquel que ama está más ahí donde ama que no ahí donde respira, queriéndonos decir que está más en el objeto de su amor que en sí mismo.

Sentido de responsabilidad. La responsabilidad es la capacidad de responder adecuadamente, teniendo como marco de referencia los valores a los que se

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aspira. La responsabilidad implica, en cierto modo, una obligación que a su vez lleva un sentido. De modo que responsabilidad y sentido confluyen hacia un mismo fin. La responsabilidad implica una limitante respecto de aquellos otros aspectos que no están directamente relacionados con la respuesta de ese momento: Pero el hecho mismo de tal limitación, resulta enriquecedor para la persona, ya que así se va estructurando y fraguando su personalidad. Tagore decía: "El río tiene dos límites: las orillas; pero si no fuera por estos límites dejaría de ser río, sería otra cosa distinta", Así la responsabilidad va haciendo que el sujeto sea eso y no otra cosa, se atenga a aquello a lo que aspira, y no se desparrame profusamente.

Dijimos que la responsabilidad implica una obligación, y, en efecto, podemos ver que quien actúa responsablemente se ve obligado en un determinado sen-tido: lo que me obliga para algo, y en ese algo está el sentido. El padre de familia que con sentido de responsabilidad castiga a sus hijos, lo hace con un sentido: formarlos, educarlos.

Así entonces se puede entender que el yo profundo versa en tres esferas como la cognoscitiva, la afectiva y la social como pudiese ser el Trabajar productivamente. Cuando el individuo trabaja, es decir, despliega energías que lo conducen a alcanzar algo y obtiene resultados de su trabajo, decimos que trabaja productivamente. No nos referimos sólo, obviamente, a resultados de tipo económico, sino a resultados en el sentido amplio de la palabra -esto es, al logro de lo pretendido-, de modo que se implicarían aquí tanto la satisfacción de necesidades más materiales como las más espirituales: también quedaría incluido aquí el descubrimiento y el desarrollo del individuo. En este sentido el trabajo es un medio de correalización. Un hombre que trabaja en forma madura lo hace independientemente del estado de ánimo que padece en ese momento, y lo hace porque lo tiene que realizar, de modo que supone trabajar en forma constante, sin desánimos por las lógicas dificultades y problemas que van apareciendo, sino que por el contrario, ve en ellas la oportunidad para su desarrollo personal.[Cfr. SÁNCHEZ, Vázquez Adolfo, Ética, Grijalbo, México, 1969, págs., 101, 173-175,176-177, 178.]