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INTRODUCCIÓNALAOBRAPOÉTICA DERICARDOMIRÓ Enjuiciarcríticamentelaobradeunartista,deun poeta,es,enciertomodo,procederalenjuiciamiento delmediosocialdentrodelcualletocóvivir .Liga- zonesestrechasvinculanlacreaciónartísticaalesce- narioquele vio nacer .Yaunenloscasosenque todoparecenegarlo,elvínculoylacorrespondencia subterráneossubsisten .Mirar,entonces,conojosde indagación,haciauntiempoyunahumanidadpreci- sosparalograrelconocimientodelosdiversosingre- dientesqueformaronelcompuestodesusuelohistó- rico,resultaineludible . Laliteraturadeunpueblo,lomismoquetodassus otrasexpresionesculturales,senospresentacomore- sultadoofasedeunproceso,ymanifestándoseella mismacomoprocesotambién .Aunquenosiempre hantenidolospueblosunaliteratura .Laexpresión literariaadvienecuandoenlahistoriadeunpueblo hansidoconquistadasciertascondicionesprevias .Y enelcasoconcretodelasliteraturasqueenalgún sentidopuedantenerrelaciónconnuestropropósito, suorigennoesremotonidesconocido ."Elfloreci- 61

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INTRODUCCIÓN A LA OBRA POÉTICADE RICARDO MIRÓ

Enjuiciar críticamente la obra de un artista, de unpoeta, es, en cierto modo, proceder al enjuiciamientodel medio social dentro del cual le tocó vivir. Liga-zones estrechas vinculan la creación artística al esce-nario que le vio nacer. Y aun en los casos en quetodo parece negarlo, el vínculo y la correspondenciasubterráneos subsisten . Mirar, entonces, con ojos deindagación, hacia un tiempo y una humanidad preci-sos para lograr el conocimiento de los diversos ingre-dientes que formaron el compuesto de su suelo histó-rico, resulta ineludible.

La literatura de un pueblo, lo mismo que todas susotras expresiones culturales, se nos presenta como re-sultado o fase de un proceso, y manifestándose ellamisma como proceso también . Aunque no siemprehan tenido los pueblos una literatura . La expresiónliteraria adviene cuando en la historia de un pueblohan sido conquistadas ciertas condiciones previas . Yen el caso concreto de las literaturas que en algúnsentido puedan tener relación con nuestro propósito,su origen no es remoto ni desconocido . "El floreci-

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miento de las literaturas coincide, en la historia deOccidente, con la afirmación política de la idea na-cional. Forma parte del movimiento que, a través dela Reforma y el Renacimiento, creó los factores ideo-lógicos y espirituales de la revolución liberal y delorden capitalista. La unidad de la cultura europea,mantenida durante el Medioevo, por el latín y el Pa-pado, se rompió a causa de la corriente nacionalista,que tuvo una de sus expresiones en la individualiza-ción nacional de las literaturas" ( 1 ) .

Plena vigencia tiene, para la literatura española,cuya decisiva influencia en nosotros no es necesarioponderar, la afirmación que antecede . Caracterizadaya desde el siglo XIII adquiere entera beligerancia co-mo factor coadyuvante en la gestación de la naciona-lidad hispana. Y es una literatura muy desarrolladala que nos llega a América siguiendo la impronta delos conquistadores . Las colonias hispanoamericanasvienen a ser, de modo casi absoluto, meras prolonga-ciones de la península, pero prolongaciones que hande sufrir el poderoso influjo de un medio telúrico di-ferente, y que aporta, además, un tipo de hombrecultural y étnicamente distinto. Y si bien en lo eco-nómico y social los elementos citados, en progresióncreciente, dan la tonalidad de la vida hispanoameri-cana, en sus manifestaciones de arte, en su literatura,el patrón español y extranjero vendrá a ser dominante .

( 1 ) José CARLOS MARÍATEGUI : 7 Ensayos de Interpretaciónde la Realidad Peruana, pág. 173 .

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Antes de proseguir conviene, sin embargo, aclararalgunas cuestiones que juzgamos de esencial conoci-miento para la comprensión exacta de nuestro pro-ceso literario. Aunque es cosa aceptada la equiva-lencia, en lo medular, de la evolución histórica de lospueblos hispanoamericanos, siempre que se trate denuestro país será necesario detenerse en la considera-ción de características singulares . Una suerte espe-cial ha señalado al istmo panameño un destino propiocuya trama no es posible asimilar al desarrollo histó-rico general de Hispanoamérica . Y ese hecho provo-ca repercusiones muy acusadas en cuanto a la forma-ción de nuestra literatura se refiere. La inexistenciade una literatura colonial panameña no es un azar.Causas concretas determinaron ese no existir, mientrasen el resto de la América Hispana la Colonia veíaflorecer valiosos testimonios de una importante acti-vidad literaria . Es que el Panamá colonial, territoriode tránsito y agencia de dominación de la metrópoli,brinda un mezquino ambiente al desarrollo de las be-llas artes . Por otra parte, la instrucción de la épocano es la más apropiada garantía de un florecimientoliterario. Sólo en los conventos, y para fines exclusi-vos y privados, se impartió alguna enseñanza en aque-llos días. La escasa producción colonial, si puede ha-blarse de ello, se incuba en la tranquilidad de losclaustros, o está más o menos supeditada a exigen-cias de orden burocrático. Y no es sino al romperseel nudo esclavizante y al producirse la gesta toman-

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tica de la independencia, que crea condiciones ade-cuadas, cuando arribamos los panameños a la posi-bilidad de un germinar literario .

II

Para los intereses generales de la cultura la inde-pendencia de Hispanoamérica fue un abrirse hori-zontes. Los obstáculos que se opusieron durante lacolonia al libre tráfico intelectual fueron barridos, ylas inquietudes y anhelos de una masa heterogéneay desarrapada estremecieron el subsuelo de todo uncontinente, removiendo la fronda de su selva políticay social. Una gran parcela de actividad humana,hasta entonces inédita, reclamó para sí la atención delos hispanoamericanos, y novísimos senderos se mos-traron al impulso creador de los artistas y hombresde ciencia, dando origen a una estimable y profusabibliografía .

La separación de España tuvo para los panameñosresonancias indudables. Un ritmo nuevo y más ace-lerado sucedió a la mansedumbre de la colonia . Co-rriendo el año 1820, como heraldos de un aconteci-miento próximo o inevitable, habían aparecido las pri-meras hojas impresas -La Miscelánea y Misceláneadel Istmo de Panamá-, imbuidas de preocupacionespolíticas y arrestos liberales . Era la hora del predo-minio político, si bien triunfaba en la política el ade-mán romántico y generoso . Y es del vientre fértil deaquel mundo, en la cuarta década del siglo, de donde

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nacen los primeros poetas nacionales de algún rango .Sus voces no se dejarán oír sino llegados ya a la mitaddel ochocientos .

Fuera del clima general de la época, el reducidoy minúsculo mundo nuestro no ofrecía especiales es-tímulos a la obra y el esfuerzo artísticos . Precisa-mente por aquellos años, en 1&55, urgido por razonesde orden político y social, afirmaba don justo Aro-semena que "no sólo es difícil hallar en todo el Istmoochenta y dos personas aptas para ocupar un asientoen la Asamblea ; sino que aun cuando las hubiera, noserán conocidas en cada distrito" ( 2 ) .

Los brotes iniciales de nuestra poesía no son mani-festaciones de una decidida vocación poética . Pare-cen ser más bien el tributo pagado a la hora y al pres-tigio de la Poesía por hombres que gozaron de buenosempleos, asegurándose así el tiempo y las comodida-des propicias al ejercicio del retozo literario ; que es-carceo y retozo literario es todo ello. Son nuestrospoetas primeros funcionarios dueños de frecuentes ra-tos de ocio, mas son, también, hombres de trópico,temporalmente ubicados en un momento hiperbólicoy sensual. Hacen poesía romántica, si es que no sevuelven nostálgicos hacia el pasado, tomando ejem-plos de imitación en los clásicos españoles y los delmediterráneo antiguo. Empero, la poesía panameña

( 2 ) Justo AROSEMENA : El Estado Federal de Panamá, pág .121, en la obra Documentos Históricos sobre la Independencia delIstmo de Panamá .

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es casi siempre, y primordialmente, poesía espontánea .Poetas silvestres podríamos llamar a los más ; poetasa medias, con una cierta facilidad para la versifica-ción y dotados de una nada esquiva propensión auto-biográfica. Poetas románticos, en fin, cultores de lonovelesco, enamorados mórbidos de su propia novelapersonal . Atentos sólo a lo íntimo y anecdótico, seincapacitaron para articular la voz esencial, humana .Además, faltó contenido ideológico en casi todos . Suobra, exuberante, trivial, es pura naturaleza virgen,solicitada de una afanosa mano ordenadora .

Refiriéndose a quien ha sido considerado como lamás lograda expresión lírica de nuestra poesía de ayer-Tomás Martín Feuillet-, el poeta colombiano Ra-fael Pombo decía : "si no hubiese poseído aquella fataldote que suele aplaudirse con el nombre de facilidad;es decir, si hubiese escrito menos y pensado más, eltomo de sus poesías sería un libro de oro" ( R ) . Durojuicio que envuelve, bajo el aplauso aparente, el re-proche merecido por quien, con naturales disposicio-nes, se siente satisfecho y menosprecia el complementoinexcusable del cultivo y el estudio continuados .Y dato curioso, que señala una característica no su-perada todavía, a más de medio siglo de distancia, uncrítico americano de autoridad reconocida, Gonzalo

(') Citado por MANUEL GAMBOA, quien a su vez lo ha sidopor don GUILLERMO ANDREVE, en el prólogo a la colección de poe-sías de Tomás MARTÍN FEUILLET, con que se inicia la `Bibliotecade Cultura Nacional", pág . 2.

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Zaldumbide, prologuista de un autor de versos con-temporáneo, dice : "Canta usted por cantar, y eso eslo bueno. Canta usted porque sí, como suelen decirlas mujeres cuando las asisten razones de esas que larazón no conoce y desconoce", etc . La inquietud, eldesvelo del pensador y del artista dominados por unideal, sigue ausente en la obra de la mayor parte denuestros poetas . "Canta usted por cantar" . . . Comocantan los pájaros, porque es bella la mañana y elsol acaba de ascender ; porque muere la tarde, y sobreel flanco azuloso de los montes la luz hace milagrosde color; porque la amada de los ojos negros y pro-fundos nos ha regalado con una mirada equívoca quenuestra criolla vanidad de donjuanes recoge comoprueba de pasión . . .

III

Adentrados en el último cuarto del siglo, el 5 denoviembre de 1883, en la pequeña y marina ciudadde Panamá, nació Ricardo Miró Denis . Corre en susvenas sangre francesa, que hereda por la línea mater-na. Y hay, también, en ellas -no faltará el ascen-diente autóctono-, sangre española, heredada delpadre .

Miró vino al mundo en minutos en que se sucedíanacontecimientos importantes para la historia del Ist-mo. Meses antes de nacer, la iniciación de los traba-jos del Canal Francés abría un período de bienestareconómico para los panameños de la zona de tránsito .

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Y apenas traspuesto el primer año de su vida, di¿ co-mienzo una de las interminables guerras civiles co-lombianas, que culminó con el régimen de la rege-neración, presidido por el poeta Rafael Núñez, y queinaugura varios lustros de hegemonía conservadoraen la historia política de Colombia. Huérfano de

padre desde la más tierna edad, vivió Miró con suhermano y su madre, maestra de escuela por aqueltiempo. Aprendió sus primeras letras en ésta, su ciu-dad natal, y pasó luego a Taboga, hacia donde sumadre partiera por razones de oficio . Pero no era

gran cosa la educación de entonces, ya que, bajo elrégimen encabezado por Núñez, "la instrucción pú-blica se encontró sujeta a todos los caprichos y vai-venes del Gobierno Central y de año en año fué per-diendo aquélla todas sus conquistas" (4) .

A los catorce años marchó a Bogotá, en busca deuna instrucción superior . Durante cinco meses estu-dió dibujo en la Academia de Pintura, dirigido pordon Epifanio Garay y don Enrique Recio Gil . Estuvoluego semiinterno -cuatro meses- en el Colegio Me-nor del Rosario, bajo la rectoría de don Víctor Ma-llarino. Y ya se acomodaba a la vida del estudiante,cuando la revolución del 99, de honda repercusión enel Istmo y nuestra última experiencia colombiana,motivó la suspensión de sus estudios. Desde el pobla-do de Facatativá al de Honda, parajes por donde

(4) OCTAVIO MÉNDEZ PEREIRA: Historia de la InstrucciónPública, Panamá, 1916, pág . 41 .

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combatía en aquellos momentos la revolución, nues-tro adolescente calzó "las botas de las siete leguas".En su itinerario se cruzaron pueblos que la historiade Colombia no olvidará . Pasó por Villeta, patriade Policarpa Salavarrieta . Y en la población que pusofin a su "viaje a pie", Honda, abrió los ojos AlfonsoLópez, de quien recibiera entonces nuestro poeta in-formes que lo llevaron al hotel donde hospedaban losmiembros de un Estado Mayor que se disponía amarchar al Istmo. Como miembro de ese Estado Ma-yor -al mando del General Amaya, protector solíci-to del estudiante en aprietos- regresó Miró a la casamaterna.

Una cierta actividad intelectual se notaba en la vi-da panameña de fin de siglo. Aproximadamente me-dio centenar de publicaciones de carácter político oliterario vieron la luz en los últimos diez años del die-cinueve. Eran, sin embargo, órganos de vida efímera .De todos ellos, el de mayor importancia literaria fue"El Lápiz", fundado en 1894 . Allí se iniciaron co-mo escritores Guillermo Andreve, José de la CruzHerrera, etc . "El Lápiz" se publicaba todavía al re-tornar Miró al Istmo, y prolongó su existencia hastael año de 1903, cuando por razones políticas fue pro-hibida su publicación . Adolfo García, León A. Soto,Alejandro Dutary, poetas y escritores, editaron tam-bién periódicos de vida fugaz. Debió leer Miró aque-llas publicaciones. Y es muy posible que algunas in-fluencias se ejercieran sobre el poeta en gestación .

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Mas, la verdad obliga a decirlo, para Miró y para laliteratura nacional toda la actividad de esa etapa denuestro pasado tiene un estricto valor preparatorio,y está naturalmente sujeta a las limitaciones queobstruyeron siempre entre nosotros quehaceres de al-titud .

IV

Los sucesos de noviembre de 1903 generaron uncambio radical de la vida panameña . Junto con laRepública, el Canal trajo dineros suficientes para ase-gurar el cumplimiento de los menesteres fundamen-tales de la administración pública nacional. Ingentesoportunidades de bonanza económica y bienestar pri-vado se crearon para los hombres de alguna instruc-ción. Todas las habilidades fueron aprovechadas, ycada esfuerzo fue correspondido con prodigalidad .Los intelectuales y hombres de letras tuvieron, así,para mucho tiempo, ocupación y estimación garanti-zadas. Se organizaba entonces nuestro sistema de en-señanza, y periódicos y revistas nacían graciosamente,suministrando a la nación recién aparecida el apara-to ornamental que su nueva condición y dignidad semerecían. Vivíamos en el amanecer de una experien-cia tentadora .

Miró, que al producirse el hecho separatista actua-ba como miembro del batallón Colombia, pasó a des-empeñar cargos diversos en el servicio civil . Por en-tonces apunta su vocación poética, que avasallará en

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seguida su vieja afición de pintor y recién llegadasvehemencias de taurómaco .En 1904, para orgullo y lustre de una generación,

apareció "El Heraldo del Istmo", revista literaria deindiscutibles méritos . Darío Herrera y Alejandro Du-tary, Simón Rivas y Federico Escobar, Demetrio Fá-brega, Justo A. Facio, Ponce Aguilera, Duncan, etc.,nutrían con sus versos y prosas nuestra cultura lite-raria. Y colaboraciones del exterior, que llevaron alas páginas de la revista trabajos de Darío y Ugarte,de Urbina y Luis C . López, etc., fraternales compañe-ros del momento, robustecieron el prestigio de los li-teratos distinguidos de nuestra aurora republicana .En noviembre de ese año Miró gana su primer lauro :triunfa en un concurso abierto por la revista mencio-nada. Para ello bastaron tres sonetos mediocres, deintención patriótica .En 1906 Miró se casa . Al año siguiente conoce a

Darío, de paso por Panamá. Volverá a verlo en dosnuevas ocasiones, con motivo de los viajes del maestromodernista, obligado por la geografía a pagarnos eltributo de sus rápidas visitas. Ya en febrero de 1907se había iniciado, bajo la dirección de Miró, la publi-cación de la revista "Nuevos Ritos" . 1907 es, ade-más, fecha de la constitución del "Ateneo de Panamá" .

Las prensas de la tipografía moderna lanzan a lacalle, en 1908, Preludios, su primer libro . A fines deese año Miró es agregado al cuerpo diplomático: sele nombra con destino a Londres . Mas, por no sabe-

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mos qué circunstancias, su viaje a la capital del im-perio británico no se realiza, y pasa a ocupar un con-sulado de la República . Vive en Barcelona, dondehace amistad con Vargas Vila y con Ugarte, a quie-nes frecuenta, hasta 1911, año en que regresa al Ist-mo. De esa temporada europea es buena parte de suobra más pura, publicada en sus días en las páginasde "Nuevos Ritos", que en su ausencia quedó bajola dirección de don Gregorio Miró, su hermano. Otravez en Panamá, Miró se reincorpora a la dirección dela revista que fundara, y su labor literaria continúa,dispersa y múltiple.En 1916 aparecen los Segundos Preludios . Las

páginas iniciales del libro nos advierten que "no con-tiene versos definitivos" . Sin embargo, no obstante elcelo aclaratorio del autor, es ésa su obra conocida másimportante. Al año siguiente, en "La Revista Nue-va"', publica La Leyenda del Pacífico, poema largo,que utiliza como tema el descubrimiento del Mar delSur. Luego, otra vez la labor dispersa, no interrum-pida. La administración Porras le encarga en 1919la dirección de los Archivos Nacionales, que ejerceráhasta el año de 1927. En 1921 viaja al Perú, comomiembro de la delegación panameña a las fiestas delprimer centenario de la proclamación de su indepen-dencia. Y al Perú ha de volver al año siguiente, re-presentante ahora de un grupo de boxeadores pana-meños, en una extraña aventura deportiva . La Aca-demia de la Lengua, acabada de fundar, lo nombra

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su secretario perpetuo en 1926 . Siguen meses de es-casa producción, durante los cuales edita una peque-ña selección de versos patrióticos, para fines escolares .Y en 1929, Caminos silenciosos, sencillo, opúsculoque reúne varias de sus mejores esencias, ve la luzpública. Queda aún bastante material inédito, entreello lo último de Miró, relativamente poco. Ha pu-blicado Miró, además, algunos cuentos, y ensayos deteatro y de novia. Pero la suma, ordenación y di-vulgación de su obra en forma que permita su cono-cimiento cabal está por hacer .

Murió Ricardo Miró el 2 de marzo de 1940, poco

antes del mediodía. Hacía meses que un cansanciode todo le alejaba lentamente de las cosas de estemundo. Acaso si su postrer gran deseo fue realizarun viaje a España, donde soñaba con dirigir en per-sona la edición de sus obras.

V

¿Y cuál es, cabe preguntarse ahora, la cifra escon-dida en la obra poética de Ricardo Miró? Por la geo-grafía y por el tiempo, Miró debió navegar sobre lasaguas de la corriente modernista. Su infancia y laépoca de definición y proclamación del movimientoque encontrara en Rubén Darío su corifeo mayor secorresponden. Sin embargo, Miró no es un moder-nista, ni podía serlo. El modernismo insurge impul-sado por ansias renovadoras. Precisaba eludir las for-mas vigentes de la poesía castellana, francamente des-

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afectas a la sensibilidad de un mundo y un momentohistórico nuevos. Por otra parte, el modernismo apro-vecha y utiliza elementos de la poesía francesa de lasegunda mitad del siglo pasado, realizando una atre-vida síntesis de substancias dispares . Todo ello exi-gía, es natural, de quienes hubieron de realizarla, unesfuerzo crítico y un bagaje cultural que nuestrospoetas nacionales nunca tuvieron (*) . Y esa falta decultura nos dará, desde otra perspectiva, la explicacióndel hecho paradójico de que un elevado porcentajede nuestra poesía sea, simultáneamente, calco de mo-dalidades extranjeras y poesía espontánea. Si "delclasicismo habían pasado las letras hispanoamerica-nas al romanticismo, y de éste -o alternando conéste- a un neoclasicismo roñoso y de pega", etc . ( 5),las letras panameñas se alimentaron, con exclusividad,de la savia que ofrece el parnaso español, o del ma-terial aportado por sus discípulos más o menos feli-ces del nuevo mundo. De este modo nuestra poesíase apropia los moldes clásicos o recientes de la espa-ñola, mientras su contenido no rebasa los linderos dela queja íntima y sentimental . Contenido íntimo ysentimental, es decir, espontáneo, cuya génesis excluyetoda posibilidad de cultivo o cuidado previos . Tomannuestros poetas, sin que ellos mismos se justifiquen

(*) Un mejor conocimiento de nuestro pasado cultural meenseña que tuvimos un período afrancesado de influencia directa,y que hubo siempre entre nosotros minorías cultas y enteradas .

(') RUFINO BLANCO FOMBONA : El Modernismo y los PoetasModernistas,-pág . 21 .

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la conveniencia de su elección, el paradigma formal demás fácil acceso, y lo usan para hacernos los confi-dentes de su vida doméstica y personal . Y si pode-mos descubrir ciertas influencias, tales influencias de-nuncian, en defecto de un movimiento consciente, unamanera ingenua de manifestar respetuosa deferenciapor el original parafraseado.

Hemos dicho ya que Miró no es un modernista .Digamos ahora, lo que no es menos verdadero, queen su obra aparecen algunos de los componentes quecontribuyeron a la formación del modernismo. Talel caso, por ejemplo, de la influencia parnasiana, ejer-cida, quizá, a través de Guillermo Valencia, y quese advierte en muchos de sus sonetos . El mismo mo-vimiento modernista no deja de ejercer su influjo .La libertad de formas, que utiliza con acierto, es unaconquista modernista. En ocasiones, versos suyos nosrecuerdan a Darío, a Silva. Y no es imposible queuna investigación minuciosa llegara a establecer, apropósito de probables influencias nacionales, algúnvínculo con León A . Soto. Pero estas semejanzas,más que en influjos serios -son manifestaciones queno se repiten- hacen pensar en entretenimientos yjuegos habilidosos del autor . Porque Ricardo Miró,posromántico de pura estirpe, tiene su propio tonoinconfundible, discreto y suave, abundante en signosde nuestro medio físico natural .

Ya desde su primer libro, Preludios, donde se per-ciben las huellas vacilantes de quien se inicia, Miró

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logra poemas definitivos -algunos sonetos-, y nosmuestra los temas de su predilección, que lo llevarána encontrar su acento mejor .

Es un verso detrás del cual adivinamos la voz y elgesto románticos, dirá :

(Yo soy un Tristeque tras lo raro encaminó sus pasos) .

Y son del mismo libro los versos que siguen, llenosde musicalidad, donde inquiere el mañana -nuevogesto romántico- que no ha de contestar :

¡Mañana!.. . Yo quisiera saber la soberanagrandeza que me ocultan las combas de tu vientre ;quisiera hallar el genio poderoso que encuentrela llave que me abra las puertas del mañana .

A ocho años de distancia, los Segundos Preludiosindican un esfuerzo considerable de superación . Lainseguridad de la primera hora ha sido sustituida porel aplomo de quien maneja confiado los instrumentosvaporosos de la poesía. Un dominio perfecto del so-neto se hace patente en este libro de versos de Miró .Y él nos trae, asimismo, muchos de sus poemas máspersonales . Las garzas, Las gaviotas, Patria :

La Patria es el recuerdo . . . Pedazos de la vidaenvueltos en jirones de amor o de dolor;la palma rumorosa, la música sabida,el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor .

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La Patria son los viejos senderos retorcidosque el pie, desde la infancia, sin tregua recorrióen donde son los árboles antiguos conocidosque, al alma le conversan de un tiempo que pasó .

son aciertos que definen a Miró, y son emocionadostestimonios -algunos han sido escritos en Europa, sinque por ello dejen de ser nuestros- de su fidelidadpara con la patria entrañable. Tardes tropicales a ori-llas de la mar, cielos poblados de garzas o gaviotas via-jeras, portadoras del mensaje de su batir de alas : heahí las amorosas visiones que nos devolviera el poetadesde las costas remotas del viejo continente. Miróes el intérprete de nuestra naturaleza . Como ningu-no ha sabido responder a sus insinuaciones, que invi-tan a la melancolía, al gesto reposado y rítmico, obien nos sugieren una fuga tras la estela de humode las aves marinas .

La Leyenda del Pacífico es otro feliz acierto deMiró. El estupendo hallazgo de Balboa le ofrece laoportunidad de libertar todo un mundo de músicase imágenes que lleva dentro, para regalarnos con unainterpretación ideal del hecho materialismo. Empe-ro, son las sobrias páginas de Caminos silenciosos lasque aportan, si no lo de más valor, sí lo más carac-terístico y representativo de su obra . Y aquí se nospresenta desnudo de influencias . Todos los motivospara los cuales tiene Miró una actitud afectiva vivenen los poemas de este cuaderno . Sin una sola defec-

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ción, allí están la mujer y la luna, el mar, las gaviotasy las garzas, y, sobre todo, la noche :

Anoche deambulaba por la orilla del mary me encontré conmigo y me puse a soñar . . .

La Luna era un fantasma; el mar una lagunadonde fulgía un camino para ir hacia la Luna ;y yo pensé, ante el ancho camino plateado :¿vendrá por él la Luna a soñar a mi lado? . . .

Sobre la noche quieta y en el viento, dormido,ni rumor extraviado, ni susurro perdido . . .Y estaba muda el mar como desierto nido . . .

El humo voluptuoso del cigarrillo turcosubía en espirales trazando lento surco,y por la escala azul bajaba una hebra locade la Luna, en sigilo, y se entraba en mi boca ;y en la alta noche llena de paz y de fortuna,yo, por dentro, me iba encendiendo de Luna . . .

¡Encanto del misterio! . . . Encanto del profundosilencio que permite oír rodar el mundo,mientras van las estrellas corriendo una tras unaen pos del carro mágico donde viaje la Luna . . .

¡Encanto del misterio! . . . Honda felicidadde olvidarse de todo en esta soledadque incita a hacer el viaje hacia la eternidad! . . .

Pura dicha anhelada de estar lejos de todo,y sacudir el polvo, y limpiarnos del lodo,

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y sentir que nos vamos elevando . . . elevando . . .sin comprender a dónde, ni saber hasta cuándo! . . .

Señor: yo ya no quiero nada, nada, ni amor ;porque el amor es simple motivo de dolor . . .

Dame tan sólo paz; dame sólo el olvido;dame la gracia última de quedarme dormido,por siempre, bajo tierra, en un lugar perdidodonde no oiga palaba ni me turbe ruido . . .

Miró es un noctámbulo . Sale a buscarse a la luz dela luna, habitante solitario del mundo inefable de lasmusarañas. Y hay en este cuaderno una composi-ción -Pasma doloroso- que es como un compendiode sus más recónditos cariños poéticos .

Dolor el de quien ama a una mujer que ha sidode todos, y no puede bañarse en el olvido .

Yo la encontré en la calle como encontramos unamoneda, o como hallamos en un charco la Luna .

Tiene Miró, además, otros versos poco o nada co-conocidos. Son frutos que ilumina el ocaso, estreme-cidos por una voz nueva, de profunda nobleza. Deesos versos se publicaron algunos no hace mucho, delos cuales entresacamos los fragmentos que siguen :

Hermano: recuerda que debes partir! . . .¿El día? . . . No importa: pero ha de venir!Y es sabio que tengas hecha tu cancióncon risas y lágrimas de tu corazón.

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Y estos otros, más llenos de jugo aún :

Hombre: no seas abyecto . Tiende hacia arriba . .. Sube.Si no puedes ser águila ni paloma, sé nube .

.

.

La araña no ha llegado siquiera a la alimañaY ya ves qué prodigios de seda hace la araña.

El poeta juvenil de la naturaleza, el que cantarael sordo dolor de las garzas cautivas, encuentra ahora,en el otoño de la existencia, que las más simples formasde vida son fuente de enseñanzas aprovechables, ybusca un consuelo en la armonía del cosmos, queaguarda paciente nuestro retorno a la tierra .

¿Y qué nos dice, socialmente considerada, la obrapoética de Ricardo Miró? Creemos que ella no ad-mite una filiación precisa. La política no le ha inte-resado hasta el punto de exigirle una meditada defini-ción. Víctima de temporal desaliento, inevitable enquienes, entre nosotros, se dan a la labor cultural, ex-clama en 1908 : "Hemos tenido que agotar nuestrasexiguas facultades haciendo a un tiempo de poetas,de cuentistas, de críticos, de correctores de pruebas,para engañar a la América, para hacerle creer al Conti-nente que no nos volvemos yankis por minutos",etc . ( e ) . Oculta el fondo de la frase un indudabley elemental sentimiento antiimperialista ; mas se tratade un movimiento aislado, casi reflejo, hijo de una

(°) Ver el núm . 25 de "Nuevos Ritos", del 15 de abril de1938.

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circunstancia no política . Alguna vez momentos dehonda cordialidad humana lo solidarizarán con losmiserables, y tendremos el Poema de los siglos. Laguerra del 14 le arrancará La voz de la raza, fruto deuna sensibilidad noblemente afectada por el dolor delsangriento drama moderno . En cambio, contradic-torio, nos hablará de su desprecio por la muchedum-bre -Balsón-, o nos mostrará una afinada capaci-dad para atrapar el porte y la frialdad aristocrática,huérfana de emoción humana, del hijodalgo medieval-Honor castellano- . Es que Miró no ha sido ja-más un político militante . Como mejor se le encasi-lla políticamente es aludiendo a su indefinición . Mi-ró es un anárquico incapaz de comprender la seguraeficacia de las disciplinas .

Ése es el poeta y el hombre que hay en RicardoMiró, y desesperar por nuevos y diferentes maticesnos parece innecesario e inútil (°) . En él tenemos lamás acendrada expresión lírica de nuestra poesía y lamás firme vocación poética panameña . Para Miró lapoesía ha sido siempre gracia, nunca problema. "Suverso posee el ritmo interior, el misterio de la vidapoética. Sorprende su metáfora, es adorable su au-dacia. El endecasílabo de Miró es puro y es rítmico,quiéralo el poeta o no : nace así. Está desnuda la

(') No pretende esta afirmación sugerir que ya no quedanada por decir sobre la obra poética de Miró. La frase aludeúnicamente a que se han significado las características esencialesdel hombre y del poeta .

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plenitud poética de su obra ( 8 ) . " De ahí que ni paraél mismo haya podido explicarse lo que la poesía im-plica. En alguna parte, con miras a desentrañar el se-creto de la poesía, Miró ha dicho de ella que "es unaenfermedad incurable y que a los que la padecen seles da el nombre de poetas" ( 9) . Descontada la po-sibilidad de una definición satisfactoria del fenómenopoético, admitamos que el intento explicatorio no esmuy feliz. Pero ello nada quita ni agrega a la inte-gridad del continente irreal a cuyo conocimiento in-vitamos al lector .

Febrero de 1937 .

( H ) ENRIQUE. Ruiz VERNACCI : Carta para los del homenajea R . Miró, en «Diario de Panamá", del 31 de octubre de 1932 .

( 9 ) De una carta dirigida a la señorita María Esther Pacheco,con motivo de una discusión que suscitara la alteración de algunode los versos de Patria, publicada en 'Ta Estrella de Panamá", el24 de octubre de 1925 .

GASPAR OCTAVIO HERNÁNDEZ

Determinar la cuantía y significación del aportenegro y mulato en el proceso formativo de la nacio-nalidad es tarea urgente que pide la inteligencia ca-paz de realizarla . Hemos sufrido hasta el presente unaobstinada hipocresía firme en soslayar el problema,so pretexto de evitar imaginarias ofensas. Porque re-sulta incomprensible injuria, en efecto, la aceptaciónde una realidad que es, además, mero accidente natu-ral. Sin embargo, nuestra afición al absurdo ha lo-grado el milagro de que así sea, provocando con ello,en las peripecias de la diaria convivencia, una incó-moda sucesión de equívocos, y, desde el punto de vis-ta nacional, ciertas resistencias que difieren el conse-cuente aprovechamiento de un haber cultural en ab-soluto nuestro y por muchos conceptos digno . Estasreflexiones brotan como espontáneo preámbulo de lasnotas que siguen, porque el poeta de Melodías delpasado es parte de una tradición que arranca delmulato Urriola, se continúa en Simón Rivas y Fe-derico Escobar y llega a nuestros días con renova-do ímpetu, enriqueciendo las letras patrias condos o tres nombres capitales . No se trata, enten-

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dárnoslo, de cosa improcedente o deleznable. Alcontrario : estamos en presencia de un fenómenoque clama por su justo reconocimiento y divul-gación .

El Modernismo -¡inevitable lugar común!- sig-nificó la mayoría de edad de la literatura hispanoa-mericana, que entonces dio al mundo un grupo depoetas universales . Mas no limitó su mensaje a pre-gonar el triunfo de la poesía . Su contenido rebasó loscauces de lo poético puro. En rigor, subrayaba el des-pertar de una conciencia nueva, emergente de todoslos puntos cardinales, y que daba un Martí lo mismoque un Lugones, un González Prada lo mismo queun Rodó. El Modernismo, para la mayoría sólo ma-yúsculo acontecimiento literario, fue, todavía más -lo ha indicado Onís-, la señal de una profundacrisis histórica en que se liquidaron muchos valorestradicionales . Y si existen y se palpan análogos propó-sitos y métodos en muchos de los más conspicuos hom-bres de la hora, y sobre todo un equivalente compor-

tarse frente al mundo y sus problemas, a su influjocrecieron también algunos descarriados, individualis-tas extremos, mucho más "ellos" que su época: lostípicos "casos" en que abunda la aurora del siglo . Jo-sé Asunción Silva, julio Herrera y Reissig, MedardoÁngel Silva, Porfirio Barba Jacob, por encima o pordebajo de su disparidad, no obstante su diverso sig-nificar, aparecen al espectador de hoy ligados por ex-traña y doliente hermandad : la de sus vidas tristes,

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la de su condición -real o potencial- de suicidas,la de ser hombres conscientes y deliberadamente en-frentados a un ambiente hostil y desatento, por com-pleto ajeno a la desesperada lucha ideal que consumiósus vidas. Son nuestros poetas malditos, los ende-moniados de la nueva Canaán . El hermano paname-ñ

o de esta desolada familia continental se llama Gas-par Octavio Hernández .

De humilde familia, el 14 de julio de 1893, y enla capital del entonces Departamento, nació GasparOctavio Hernández. Asistió sólo tres años a la es-cuela de Santa Ana, pues según se ha dicho, dificul-tades económicas le obligaron a trocar el aula por unmísero empleo . Fue la primera jugarreta de un sinoadverso, contra el que se rebelará resuelto este mu-chacho sometido por la necesidad. Poeta, literato, esoha de ser, a cualquier precio, en lucha contra todos,dócil al impetuoso mandato de su vocación . Apenasadolescente, y sin que pueda señalarse la procedencia,le vemos dueño de una apreciable información litera-ria, felizmente gobernada por una mente clara y sagaz .Hay prodigios de autodidacta ante los cuales sólo cabela admiración y el pasmo. Debemos contar, empero,con el influjo del ambiente en que le tocó vivir ; por-que durante la última década del siglo pasado y losprimeros años republicanos -es fina observación dedon Alberto Calvo- la literatura fue actividad y ga-lardón del arrabal, privilegio y deber del liberalismoliterario de Santa Ana, que donó con profusión ma-

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los versos y prosas, pero también preciosas vidas a lahoguera de la guerra civil .En 1907 "El Nacional" publica los primeros ver-

sos de Hernández. Panamá ha sufrido radical trans-formación. La República, nacida cuatro años antes,crea mejores condiciones al desarrollo de la cultura ."El Heraldo del Istmo" ha sido por dos años tribunade agitación, y "Nuevos Ritos", que acaba de fun-darse, prosigue la tarea . Cinco años después, el nom-bre de Gaspar Octavio Hernández figura en la listade los colaboradores de Miró : es un consagrado .Y llega 1914, año crucial en la historia de Occidentey especialmente colmado de sucesos para el poeta . El9 de octubre se mata su hermano Dimas, joven de die-ciséis años. Tres semanas más tarde, con motivo delas fiestas patrias, habla en el cementerio -es con-cejal- en representación del Municipio . Su discur-so, mezcla curiosa, muestra tanto al literato como alhombre de reflexión. El 9 de noviembre un grupo deaficionados presenta en el Nacional Yolantha, "mi-melodrama, tema, alemán", del que Hernández ha

hecho una adaptación en verso . Y hacia el final delmes su hermano Adolfo -nuevo suicida- hace mássombría la pena del hogar . Son días de triunfos ydolores, que este mozo ávido apura por igual . Inme-diatamente será director ocasional de "Nuevos Ritos",copiloto, con Enrique Geenzier, de la revista "Estoy Aquello" que, empresa editorial también, lanza, en-tre otros, y en el año de 1915, Melodías del pasado,

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único libro de versos publicado por Gaspar (1 ) ; y alaño siguiente, Iconografías, puñado de prosas de mu-cho interés, donde pueden rastrearse sus ideas esté-ticas. Ese mismo año, en compañía de Domingo H.Turner, comanda "La Voz del Pueblo", órgano po-lítico creado para hacer la oposición liberal al go-bierno. Por último, la revista "Memphis" (1917-1919) recibirá su colaboración, primero; su decisivainspiración y dirección después . Era director de "Mem-phis" y redactor jefe de "La Estrella de Panamá"cuando, la noche del 13 de noviembre de 1918, mu-rió en forma dramática, de un ataque de hemoptisis,en la redacción del periódico, mientras se disponía acumplir, sencillamente, la faena cotidiana. Teníaveinticinco años, había hecho política, había vivido,con los fieles amigos, una ruidosa bohemia de chalecosllamativos y gestos extravagantes, y legaba al país,tras apasionada y rápida existencia, una obra breve,compleja, brillante y singular .

Gaspar Octavio Hernández es uno de los escrito-res panameños de mayor popularidad. Su nombreprovoca múltiples y sinceras simpatías . Sin embargo,esa popularidad y estima no son el corolario del es-tudio. Se basan más bien en un conocimiento dema-siado exiguo, interesado y parcial. Porque los hace-dores del prestigio de Hernández fueron, de tina parte,

( 1 ) En 1916 Hernández publicó en folleto Cristo y la mujerde Sichar, ya incluido en su libro anterior . El dato interesa a labibliografía, no a la crítica .

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todos aquellos que, por su origen humilde, popular,vieron en su exaltación una manera de autodefensa yafirmación; y de la otra, los componentes del círculomucho más extenso de los panameños preocupados enaclararse el sentido de la nacionalidad, y que encuen-tran en el Canto a la Bandera, así como en Patria yen Al Cerro Ancón, elementos de inestimable valideza ese respecto. Cuestión de política y patriotismo . Elhecho escueto dice que la obra integral de Hernándezse desconoce, por insólito que parezca . La razón estáen que sus libros son poco menos que imposibles deconseguir, y en nuestra desorganización cultural, obs-táculo insalvable que priva al estudioso del necesariomaterial de consulta. Por lo mismo, la fama merecidade Hernández debe apoyarse en más sólidos cimientos,que no pueden resultar sino de la frecuentación y aná-lisis de su obra . Tal parecer no implica -quede bienclaro- la desestimación de trabajos meritorios que,como el artículo de Santiago L . Benuzzi para "Estoy Aquello", al publicarse Melodías del pasado, el en-sayo de Simón Eliet inserto en el número 6, tomo V,de "La Revista Nueva" y el Elogio, de Demetrio Korsi,que antecede a las poesías de La copa de amatista,constituyen lo mejor de cuanto existe escrito en tornoa su quehacer. Pero, antes que estudios críticos, aque-llos trabajos son cordiales testimonios de amistad .

Ahora bien : esa condición de tierra virgen que hedeclarado corresponde a la obra de Hernández nose constriñe a su caso particular . Es contingencia fre-

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cuente en relación con nuestros hombres relevantes .Según enseñan los hechos, no hemos llegado al puntode madurez que exige la valoración serena y objetivade nuestras poetas, de nuestros literatos, de nuestrospensadores, que los hay. De ahí esa confusión irri-tante que equipara al escritor responsable el charla-tán, al artista honesto el analfabeto audaz . Y de ahítambién la profusa y contradictoria cantidad de jui-cios que vocean sobra de inconsciencia y superficiali-dad. Desgraciadamente, yo no traigo el remedio. Nopretendo aquí, ni mucho menos, iniciar la revista ge-neral que, en mi sentir, las exigencias culturales de lanación reclaman. Quiero, sí, ordenar una serie deimpresiones que la lectura atenta de Gaspar OctavioHernández me sugiere, y para las que pido estrictavigencia personal.

Un modernista, aunque rezagado : eso es, en buenacuenta, Gaspar Octavio Hernández. Cuando apa-rece en escena, la obra esencial del movimiento estácumplida. Quedarán para la posteridad sus grandesconquistas formales, los ¡límites horizontes que su es-fuerzo ganó. Ocurre entonces la reacción posromán-tica, el retorno a lo sentimental . Mas, sin ser del todoajeno a la corriente, Gaspar Octavio Hernández in-cidirá en lo fundamental modernista: multiplicidadmétrica y estrófica, sensualismo musical y cromático,paganismo y exotismo que, si bien literarios, no poreso dejan de ser. Pero, como insinuábamos, su exa-cerbado individualismo, su tristeza y su tropicalismo

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congénitos garantizan un insobornable fondo román-tico, que traicionará todas sus tentativas. En Her-nández tenemos un romántico irreductible que seexpresa en modernista. Y no hay contradicción enlo expuesto. El aparente antagonismo se explica, enmi opinión, por el carácter provisional, de mero en-sayo, que informa su obra . Recordemos que muereprematuramente. Y para el joven poeta del año 14no podía haber nada más digno de simpatía y estudioque la experiencia modernista, que daba la tónica alambiente dentro del cual acaece su primer encuentrocon la poesía. Sólo el tiempo podía llevarle -a tra-vés del modernismo- hasta el hontanar de la tradi-ción castellana y hacia los movimientos foráneos quecoadyuvaron a su plasmación, permitiéndole las me-ditaciones y confrontaciones que le conducirían aldescubrimiento de su propio yo . Y el tiempo le faltó.Con todo, sus ejercicios poéticos, llamémosles así,suponen uno de los más importantes haberes de lapoesía panameña .

Agrada en Gaspar Octavio Hernández su deco-rosa y múltiple expresión formal. En un país dondeel escritor disciplinado es ente fabuloso, sorprende suempeño en eludir lo chabacano, en mantener dentrode su conveniente nivel la dignidad del verso. Fu¿extraordinario versificador, y poeta . Sólo que el poe-ta no pudo vencer al literato . Hombre imaginativoy original, realizó cosas que no tienen par en nuestroparnaso. Otros habrá de más pura emoción: ningu-

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no su igual en el plausible anhelo de superar lo tri-llado y vulgar.

Sin pretensiones de acierto, creo percibir tres mo-mentos en la poesía de Hernández . El primero -losdos tercios de su producción- nos ofrece al mucha-cho ególatra, con pasión entregado a deleites verbales,al placer de medirse, vencedor de problemas técnicos

que él mismo se plantea. Un noble afán le aconsejaejercitarse en todos los metros, en todas las combina-ciones estróficas . Y siempre para hablarnos de sí. Noscanta sus tristezas, sus fantasías de Don Juan deltrópico, o bien nos deja cuadros que copia de la na-turaleza cuando no saca del acervo de sus afiebradaslecturas . Es una poesía de fuga, de negación de s .ucircunstancia, que el poeta cree domeñar acogiéndosea embelecos. Sin embargo, acierta una y varias ve-ces. Cristo y la mujer de Sichar, Melodías del pa-sado, Enigma, están entre los mejores poemas deeste momento. Viene luego, sin que se perciban no-vedades de orden formal, lo que corresponde a suvisión políticosocial del mundo . Entre orgulloso ydesencantado, hace el descubrimiento de su persona :

Ni tez de nácar, ni cabellos de oroveréis ornar de galas mi figura;ni la luz del zafir, celeste y pura,veréis que en mis pupilas atesoro .

Con piel tostada de atezado moro ;con ojos negros de fatal negrura,

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del Ancón a la falda verde oscuranací frente al Pacífica sonoro .

Soy hijo del Mar . . . Porque en mi almahay -como sobre el mar- noches de calma,indefinibles cóleras sin nombre

y un afán de luchar conmigo mismo,cuando en penas recónditas me abismopienso que soy un mar trocado en hombre!

para en seguida dedicar un poco de atención al pro-blema de la injusticia, a la suerte de la nacionalidad .Ha visto con sus ojos el arribo y afianzamiento delvecino yanqui, y guarda en sus reconditeces hondasdudas y temores . por el porvenir de la patria nacien-te. De ahí composiciones como Canto a la Bandera,como Azul, como cierto soneto A Panamá, vivas pro-testas al propio tiempo que angustiado advertir. Yrotundo mentís a la tesis de quienes han negado larebeldía políticosocial de Hernández. Por último, enfeliz muestra, aparece el tema popular en sus Can-tares de Castilla de Oro :

Corazón, no la recuerdes!Si se olvidó de nosotros,corazón no la recuerdes!Estarán mirándose otrosen sus claras ojos verdes! . . .

Cuando una mujer te olvideno te duelas de su olvido;

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cuando una mujer te olvidepiensa en lo que te ha queridoy . . . al olvido, dale olvido!

II

Las rosas y las mujeresson legítimas hermanas :las unas, porque nos pican,las otras, porque nos matan .

En una flor bebí mieles,hiel en una mujer falsa :la flor murió con la aurora . . .y aun no se muere la ingrata!

donde asoma la influencia española, pero donde sevislumbra asimismo un aproximarse Hernández a suverdadero ser. Porque en estos cantares hay natu-ralidad, gracia espontánea, equilibrio entre continen-te y contenido. El estilo poético de Hernández haevolucionado, serenándose. Aquel esforzado bata-llar con la forma, aquella elocución a ratos cultera-na, están superados. El poeta habla ahora con lasencillez decidora de quien expresa su más íntimaverdad. Creo yo que puesto en este tono Hernándeznos iba a dar su mensaje cabal.

Y queda por ver otro aspecto importante de sulabor. Índice de su preocupación nacionalista son susescritos en prosa. Aparte de unos pocos cuentos y fan-tasías donde se afirman y comprueban sus caracterís-

JUAN ANTONIO SUSTO

I

Suele escasear en Panamá, por razones que sobraenumerar aquí, la afición por las faenas culturales .Poseemos, sin embargo, unas cuantas vocaciones cier-tas, por desgracia no siempre acompañadas de lapericia necesaria . Y es lástima, porque la sola incli-nación natural no basta, por muy nobles propósitosque abrigue. Valores consagrados hay en nuestromedio cuya obra -mera afición y buena voluntad-sucumbe al más leve ejercicio de crítica rigurosa, úni-co procedimiento honesto de valoración. De ahí queal encontrar personas en quienes se realiza la envi-diable armonía disposición-capacidad, un justo deseode exaltación nos impulse al aplauso . Es lo que ha-cemos ahora con Juan Antonio Susto, vocación só-lidamente asentada en una técnica .

II

Nacido el 26 de junio de 1896, en la ciudad dePanamá, hizo estudios primarios en la Escuela de SanFelipe, de los Hermanos Cristianos, pasó luego al Li-

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JUAN ANTONIO SUSTO

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bibliógrafo, casi ignorada, donde está su más valiosacontribución a nuestra vida cultural .

III

Para burla de todos los precedentes, Juan AntonioSusto no tiene vanidad literaria . Es el primero enrestar importancia a su propia obra, que no se hapreocupado por ordenar y publicar en la forma quemerece. Sus biografías de panameños de la épocacolonial, que hace tres lustros vieron la luz en las pá-ginas de "La Estrella de Panamá", constituyen enverdad un diccionario histórico biográfico, bastantepor sí solo para hacer perdurable su nombre. Cosasimilar ocurre con su Bibliografía panameña, quereúne varios miles de fichas, y que el autor conservainédita. Y sus ensayos y monografías sobre temasde historia nacional -cito, entre otros, sus Catálogode la Audiencia de Panamá (1926) ; Panamá en elArchivo de Indias (1927) ; Manuel Joseph de Ayala(1930) ; Panameños de la Época Colonial (1939) ;Cartografía Colonial Panameña ("Boletín' - ', 1943)-suministran material suficiente para formar libros delmáximo interés, porque Juan Antonio Susto sabe loque hace, y lo hace siempre apoyándose en materialdocumental de buena ley. Pero, como decía, Sustocarece de vanidad. En cambio, es generoso a más nopoder. Apenas si hay persona dedicada al estudio denuestras realidades que no le deba señalados servicios .Y todavía le queda esa su bendita pasión de bi-

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bibliógrafo antes aludida, índice de su amor por estatierra, y de su responsabilidad cultural. Porque JuanAntonio Susto posee la más completa colección delibros y folletos panameños que existe en el país, pre-mio de un paciente y dilatado esfuerzo, que no des-maya ni mengua -Susto es un gran trabajador-, einsustituible arsenal para el que quiera de verdad aden-trarse en el conocimiento de la historia y de la vidaintelectual panameñas . Ese solo esfuerzo le da de-recho a la gratitud nacional . No obstante, Susto loadelanta con toda humildad, como si fuera obliga-ción. Porque está en su índole natural, porque conello goza y se recrea . Así es, sencillamente, Juan An-tonio Susto. Así proceden, por lo demás, los autén-ticos creadores de cultura ; solitarios y a veces igno-rados, lejos de la marea de las humanas veleidades .Pero, por encima de todo, a pesar de su descuido, apesar de su humildad, en el caso de Juan AntonioSusto queda una certidumbre : su obra perdurará .Enraizada firmemente en el pasado del Istmo, puedeesperar confiada el porvenir .

Panamá, junio de 1946 .

IGNACIO DE J. VALDÉS JR.

Con la publicación de Alma (Cía. Editora Na-cional S. A., Panamá, R . de P., 1945), Nacho Val-dés agrega un meritorio aporte al escaso haber denuestra bibliografía, al mismo tiempo que nos obligaa ensayar la revista crítica de su labor, a sopesar elalcance de su mensaje . Y el intento vale la pena,porque la obra realizada por Valdés jr . constituye unode los más importantes documentos de nuestra lite-ratura.

Nacido en el año 1902, en el corazón del Istmo,Ignacio de J. Valdés jr. vivirá su infancia y juventuden su pueblo natal, en la época crítica que ve ope-rarse la transformación del país, luego del adveni-miento de la República, cuando se rompe el equilibriorelativo de nuestra vida campesina por influjo delcreciente poderío de la Capital . La intimidad de esetremendo drama histórico, el proceso de desgajamien-to, si así puede llamarse, de que son protagonistasmiles de interioranos fatalmente atraídos por la ciu-dad, lo mismo que la ascendente marea de usos ycostumbres urbanos que penetran la campiña minan-do y desintegrando nuestro sistema provinciano, y aun

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la resistencia heroica de las viejas familias campe-sinas, fieles a su tradición y cada vez más anacróni-cas supervivencias de un mundo que tramonta : heaquí los elementos del tema, múltiple y uno, de laobra literaria de Nacho Valdés. Y Nacho, que sien-te y vive en carne propia el dolor campesino, ayer yhoy preocupación y angustia de todo buen panameño,realiza su tarea a plena conciencia, con la recónditaintención de retardar o detener el alud exterminador,y a cuyo inmisericorde avance se anticipa, para de-jarnos en el gran lienzo mural que supone su obra,los trazos aun visibles de una sociedad que fue . Es-te solo hecho le confiere categoría histórica, y daa su producción el carácter documental a que antesaludía .

En rigor, Nacho es la figura central de un movi-miento de afirmación vernácula, replica al exotismoidealista que caracterizó la literatura de los primerostres lustos republicanos; movimiento que registra an-tecedentes, es verdad, pero que se consolida sólo apartir de él. Hasta su aparición, el cuento panameño,de escasa historia, no logró conquistas mayores quelas alcanzadas por los hombres de la pléyade moder-nista. De los débiles brotes de mediados de siglo, hu-mildes heraldos de un genero naciente, pasamos, haciafines del ochocientos, sin trabazón visible, al naturalis-mo de Ponce Aguilera, que ofrece una obra ya muyestimable. Viene en seguida la generación adicta a Da-río, que nos da la prosa en tono mayor de Darío He-

IGNACIO DE J . VALDÉS JR .

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rrera, el gran cuentista del momento, y narracionesde Simón Rivas, Alejandro Dutari y Gaspar OctavioHernández. Caracteriza este período, sin embargo,un permanente ímpetu de fuga, un escaparse de lacircunstancia ambiente. La literatura es, entonces,condición de extranjería . Se vive en países remotos,en mundos imaginarios . París y Oriente son realida-des más fuertes que el contorno tropical. Y hastaAdán y Eva, en algún delicioso cuento de Hernán-dez, usurpan el puesto al hombre y la mujer pana-meños.

La transición se inicia con la quiebra del moder-nismo, a través de cuentistas de ocasión . Y no essino en el año de 1929, con Cuentos panameñas de

la ciudad y del campo -Valdés jr. se había estrena-do como poeta el año anterior-, cuando nuestrosnoveladores tratan resueltamente el tema nativo, y seproponen como meta y función mostrar aspectos va-rios de la realidad nacional . Las "breves palabras"que inician el volumen tienen, a ese respecto, el valorde un manifiesto . "En estos mis Cuentos del Campointento retratar lo más fielmente posible el alma denuestros campesinos, con sus grandes pasiones, susamores y sus odios, sus creencias y sus costumbrespatriarcales . Rico filón éste, inexplorado aún, porobra y gracia de nuestra desidia y nuestro despreciohacia lo propio, por el afán de ir a buscar en los aje-nos trigales el material que entre nosotros abunda."El llamado encuentra eco, y el año siguiente aparece

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Alma campesina, de José E . Huerta, excelente con-tribución a la literatura vernácula . Responden tam-bién escritores como Moisés Castillo, como LucasBárcena, como Graciela Rojas Sucre, señalados ex-ponentes de nuestra literatura nativista . Posterior-mente, a partir de Sinán, el cuento panameño, dueñoahora de otras técnicas y procedimientos, comienzauna etapa nueva, de ambición universalista, pero sinrenegar de lo propio, sin descuidarlo ni negarlo, an-tes bien, incorporando a su quehacer al hombre y alpaisaje terrígenos. Y vemos en la obra de Sinán, deJosé María Sánchez, de José A . Cajar, de RamónH. Jurado -que en conjunto repele todo intento defiliación vernacular o "criollista"- afirmarse la raízpanameña, penetrarse más hondamente en las esen-cias de la nacionalidad.

Pero, volvamos a Nacho Valdés, motivo de estaslíneas. En el año de 1943 Nacho, que no ha dejadode trabajar, prodigándose en diarios y revistas, pu-blica Sangre criolla, donde mantiene viva su vigilanteactitud de siempre y renueva su inicial profesión defe. Sin que se pueda hablar de progresos estilísticos,de modalidades inéditas, es éste el libro que lo repre-senta mejor. Hay aquí más afinada observación, yaciertos temáticos de primer orden . Por último, Na-cho acaba de ofrecernos Alma, el libro origen de estanota, donde recoge, junto a un manojo de nuevoscuentos, esta vez de ambiente cosmopolita, artículosy crónicas nacidos casi todos al calor de su experiencia

IGNACIO DE J . VALDÉS JR .

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europea, pues Nacho ejerció por algunos años nues-tra representación consular .

No obstante la importancia que nadie puede re-gatear a su obra, Nacho Valdés no es un atildadoescritor . Lo cual no quiere decir que escriba incorrec-tamente. Periodista por vocación, por deber profe-sional, su estilo denuncia la llaneza del que escribepor necesidad cotidiana . Lo que en su caso específicono es circunstancia de lamentar, porque así llega máspronto al corazón y a la inteligencia del pueblo . Na-cho es un escritor popular que nos cuenta en fablasencilla las peripecias del hombre común . Nada hayfalso en Valdés jr. Siempre es honesto y veraz . Cosasque dichas por otro sonarían cursis o convencionales,en sus labios resultan nobles y verdaderas . En elloestriba su valor ; por eso la extensa simpatía de quegoza, que lo ha convertido en el escritor más popularde Panamá . Y todo por virtud natural de su obra .Haberlo conseguido no es poca cosa. Y el galardónmejor de una hidalga actividad literaria .

Panamá, octubre de 1945 .

LAS MUJERES EN LA POESÍAPANAMEÑA

Los tratados de preceptiva suelen decir que en lacronología de las literaturas la poesía -la épica-ocupa el primer lugar . La aseveración encuentra fir-me apoyo en la experiencia de las grandes literaturas .Homero está en los orígenes mismos de la Hélade .La Chanson de Roland es antes que la lírica y el granteatro francés. El Poema de Mío Cid muy anteriora La Celestina y Don Quijote .

Al parecer, las cosas han cambiado . Sin embargo,y en el caso concreto de los pueblos hispanoamerica-nos, que toman su lengua de España, y de la Españaque ya preparaba su estupendo Siglo de Oro, el fe-nómeno vuelve a repetirse . En efecto, nuestros pue-blos han producido, por sobre toda otra cosa, valorespoéticos. La primera promoción de valores america-nos de importancia universal -descontado el caso ais-lado de un Bello, de un José Hernández- es la pro-moción modernista: Darío, Silva, Valencia, Herreray Reissig. Vienen luego Gallegos, Güiraldes, Riveray los demás novelistas medulares . Y es justamenteahora cuando alumbra Hispanoamérica su prime-

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ra hornada de críticos y ensayistas trascendentes .Conforme a ese orden evolutivo aquí también, en

Panamá, la literatura empieza a interesarnos con laobra de los poetas. Son los poetas de fin de siglo, ylos que dan sustento a la poesía republicana, quienesprimero alcanzan cimas estimables, creando el panora-ma inicial en que habrá de centrar su atención el ca-tador de nuestro paisaje espiritual . Y, dato expresivoy amable, buena parte de esa obra es debida a muje-res. Intentar su examen sumario es el propósito deestos apuntes. Mas, antes de continuar, unas previasy nunca inútiles palabras aclaratorias . No tenemosnosotros, todavía, grandes poetas ; ni podemos gloriar-nos de poseer grandes poetisas. Delmira Agustini,María Eugenia Vaz Ferreira, verbigracia, son logrosdifíciles, si es que no imposibles, en un medio litera-rio carente de tradiciones fertilizantes. Y ello nodebe ser motivo de pena o desaliento, porque razonespoderosas así lo determinan. Tenemos, en cambio,y conviene celebrarlo, unos cuantos poetas y prosis-tas que obligan nuestro interés, y a quienes debemosestudiar y situar en su justa significación, pues cons-tituyen nuestro haber de hoy -casi todo nuestro ha-ber- y el fundamento de lo que será la literaturapanameña de mañana.

Con doña Amelia Denis empieza nuestra poesíafemenina. Nacida el 28 de noviembre de 1836, per-

MUJERES EN LA POESÍA PANAMEÑA

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tenece a la generación romántica . Hija de una pa-nameña y de un hijo de francés, de quien heredoquizá esa su avasalladora preocupación por lo polí-tico y social, doña Amelia creció en un ambiente hos-til a la educación de la mujer . No obstante, mostrótemprana afición por la literatura, afición que se viofavorecida por la circunstancia de ser su padre, segúnse dice, editor de un periódico, donde la juvenil poe-tisa publico sus primeros versos . De su doble expe-riencia conyugal, pues doña Amelia casó -y enviu-do- dos veces, queda numerosa descendencia, tantoaquí como en Nicaragua, donde vivió doña Ameliamuchos años de su vida. En 1906 visito el Istmo porúltima vez. Murió en Managua, el 16 de julio de1911 . En la ciudad que honran los restos de Darío,el año de 1927, los talleres gráficos Rebelo editaronHojas secas, volumen que recoge buena parte de suobra. Libro lamentable, sin embargo, cuya sola virtudestá en su condición de único .Acaece con doña Amelia -sucede a menudo con

nuestros valores nacionales- que no se le conoce, ose le conoce a medias . Su celebridad descansa íntegrasobre el poema Al Cerro Ancón, elemento insustitui-ble en el haber sentimental de tres generaciones . Encambio, del resto de su obra pocos saben. Y ese nosaber, nada extraño en el hombre de la calle, resultainexcusable en el profesional de las letras, en el estu-dioso de nuestra cultura .

Ahora bien : si, por una parte, la autora del men-

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cionado poema merece la recordación agradecida delos panameños, por la otra, es claro que una reputa-ción de gran poeta no puede cimentarse en un poemaaislado. Y el estudio de la obra de doña Amelia, aten-dida su intrínseca calidad, nos dice que fué mediana

poetisa. En general, su verso es pobre, y una excesiva

preocupación por lo doméstico y cuotidiano resta al-tura a su labor. Imaginaba la creación poética comobrote súbito de inspiración, ajeno a toda clase de afa-nos técnicos, formales. Su estética, si así puede lla-mársele, se resume en los versos que transcribo . Sonel mejor fundamento de mi aserto :

Me han contado que muchos trovadores

que cantan al perfume de las florespiensan toda una noche al escribir,yo nunca escribo así ni lo podría (1) ,mi canto es un suspiro de agoníaes una aspiración de mi existir .

Lo que dura en su paso ese suspirodura mi pensamiento en cada girollevando en pos de sí la inspiración,si no vuela mi pluma, se evaporala visión celestial y creadoracon que sueña mi amante corazón .

Imposible encontrar aquí, como no se encuentratampoco en toda su producción, nada que permita

(r) Los versos subrayados lo han sido por mí . R. bl .

MUJERES EN LA POESÍA PANAMEÑA

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deducir enseñanzas cultas para el poeta . Su verso esespontaneidad del momento, respuesta a la sugestiónde un instante. Para doña Amelia no hay problemas

poéticos, ni sabe ella de la lucha por lograr la expre-sión exacta y bella, el justo matiz de pensamiento .Pero, lejos de mí toda intención inculpadora . Notienen mis palabras sentido de reproche. Precisa-mente en esa facilidad para darse, en su ingenuidad

poética, está su mayor virtud. Y ello nos explica suobra, lo mejor de su obra, que es su fuerte contenido

político y social . Casi estoy por creer que sólo esascondiciones la hicieron posible. Porque, de meditar-lo, quizá doña Amelia no hubiera escrito nunca susencendidos poemas contra la injusticia y la hipocre-sía de un mundo cruel y pacato . Sorprende el tonode su poesía, consideradas la sociedad y la época en

que le tocó vivir . Personaje de un escenario limitado,donde el uso de la Puerta de Tierra indicaba toda-vía la persistencia de hondos antagonismos sociales,su canto debió parecer blasfemia o incómodo desen-fado a los oídos de cierta gente. Con versos decla-matorios, que a ratos suenan a panfleto, doña Ameliava pidiendo justicia para todos, fustigando remilgos,exaltando el trabajo, y aun solicitando de dos pue-blos sureños en guerra -Chile y Perú- que ponganfin a una lucha para ella insensata por ser lucha en-tre hermanos. Y a los setenta años -fijaos bien :

¡a los setenta años!-, presa de inquietud por la suer-te de la tierra amada, la poetisa logra su magnífi-

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co canto al Ancón, culminación feliz de una vida yuna obra .

Hay una vibración emocional trascendente en estepoema. Traduce por primera vez el sentimiento na-cional frente a la interrogante que planteaba el pe-ligroso vecindaje importado con noviembre de 1903 .Como ha señalado finamente la señorita Maria Aba-día (2) , el canto Al Cerro Ancón tiene un sentido"elegíaco", es responso que se anticipa al dolor deuna Patria frustrada; y es, asimismo, intuitiva ad-vertencia ante la amenaza que engendra y condicionanuestra agonía . Y ese solo hecho nos obliga ; porello le debemos eterna gratitud, y por ello, también,no importa la modesta significación artística de suobra, su canto la eternizará en el corazón de las ge-neraciones que han de sucedernos . En su vigencianacionalista, en su contenido limpiamente humano yliberal, están las razones que hacen amable y perdu-rable la obra de Amelia Denis .

Muy otro el tono emotivo de Nicolle Garay . Naceen esta ciudad el 10 de septiembre de 1873 . Perte-nece, pues, al grupo inicial de los poetas de la Repú-blica. Su juventud gozó de un ambiente propicio .Nieta de un artista tallador, hija de un pintor, her-mana de un amigo de las artes, encontró en su hogar

( 2 ) Ver, en el cuaderno Medio siglo de vida panameña, eldiscurso con que la señorita María Abadía recibió, a nombre dela Escuela Profesional, el busto de doña Amelia Denis, donadopor don Gervasio García .

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elementos favorables. A más de eso, vinculacionesfamiliares por la línea materna le permitieron recibiruna educación entonces excepcional . Viajó mucho.En Bogotá, cuna de su padre, estuvo en más de unaocasión. Y una plural experiencia de Europa, dondevivió parte de sus años infantiles, acabó de completarsu educación estética. De aficiones artísticas muy va-riadas, la música le atrajo vivamente. Fue directoradel Conservatorio Nacional de Música, y dejó algunascomposiciones musicales, elocuente testimonio de sudevoción. Ejerció, además, el profesorado, en nues-tras escuelas secundarias para mujeres. Murió el 19de junio de 1928, en la ciudad que la viera nacer .Dos años después de su muerte, la Escuela Profesio-nal reunió en volumen sus versos y prosas, pues ellasiempre se mostró remisa a publicar ( '8 ) . El volumen,como en el caso de doña Amelia, único, se beneficiacon un prólogo de su hermano, don Narciso Garay,portador de una copiosa información acerca de su viday de su obra .

Pero, subamos al alcor donde habita su musa. Sien doña Amelia hay un indudable fondo romántico,en Nicolle es evidente la influencia modernista . Y sien la ilustre cantora del Ancón hemos advertido la-gunas, en Nicolle Garay -escribió versos en fran-cés e italiano- encontramos un fondo apreciable decultura. Hecho que presta a su obra un interés es-

(') Ver NICOLLE GARAY : Versos y Presas. Bruselas, 1930 .

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pecial; hecho ejemplar, digno de señalarse aquí . Por-que nada descalifica tanto nuestra literatura como eseabsurdo cultivo de la ignorancia, ese despreciar lacultura, que es, parcialmente, técnica . Nuestros es-critores son, las más de las veces, recipientes de emo-ciones que desbordan por ausencia de un sistemaconductor. Abunda el material bruto, faltan las ade-cuadas vías expresivas . Y, de más está decirlo, asíno es posible alcanzar obra de valor universal . Seme-jante negligencia viene a ser cada día más culpable,porque nunca como ahora fue más rigurosa para elescritor la necesidad de imponerse disciplinas cultas .

En Nicolle Garay consuela su responsabilidad deescritora . Puede que su obra carezca de una sobre-saliente significación estética, pero su huerto líricoestá vigilado por la mano diligente de la floricultura,que va limpiando el suelo de escollos sorpresivos . Supoesía, índice de una austera elegancia espiritual, y,tal vez, de un velado sufrir de solitaria, tiene un ca-riñoso tono menor, penetrado de suave sentimenta-lismo. Sin embargo, junto a la artista acogedora, dis-creta, vive otra, llena de simpatía cordial hacia elhombre y el paisaje nativos . Hay en esta vislumbresde un nacionalismo alerta, y una cierta actitud de-fensiva frente a la influencia avasalladora del impe-rial conquistador. Y esa actitud, que es natural enella, y personal e íntima, se apoya en una clara va-loración de lo tradicional, y en su secreto dolor porla nostalgia de una Colombia dividida. Para Nicolle

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nuestra separación de Colombia fue una prueba do-lorosa, que le despojó momentáneamente de muchascosas que había aprendido a amar con amor entra-ñable .

El afecto a las letras encontrará en Nicolle Garayuna poetisa siempre grata . Su cultura, y la expresiónmesurada de su obra, suponen un apacible refugio,donde la alegría de la mañana es tan dulce como lamelancolía del atardecer . Por otra parte, su devo-ción nacionalista, su alegre identificación con todo lotípico nuestro, dan a su labor poética un significadoque la emparenta, en cierto modo, con Amelia Denis .A ese respecto es importante, y vale la pena estudiarel fenómeno, el hecho de que sea en la obra de nues-tras mujeres donde la preocupación por el futuroamenazado de nuestro país aparezca con más vivapresencia .

Una coyuntura feliz llega, para nuestra culturaliteraria, con el advenimiento de la República . Sólodentro del ámbito republicano creamos los paname-ños verdaderos movimientos literarios . Etapa fun-damental y primaria es, en ese sentido, la que encie-rra la labor de los tres lustros iniciales .

Y bien: ¿entre todo ese efervescente bullir, dóndeencontrar las mujeres? La poetisa de ese instante,porque Nicolle Garay no publicó casi nada mientrasvivió, es Zoraida Díaz, nacida en 1881 . Zoraida Díaztiene el mérito especial -observa Diego Domínguez-de ser la primera panameña que publica un libro de

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versos. En efecto, de los talleres gráficos "El Tiempo"sale, en el año de 1922, Nieblas del alma, breve folletodonde la poetisa reúne casi toda su obra, no muyextensa.

Eco fiel de su verdad, la verdad de una mujermaltratada por la vida, se nutre este libro, y es lás-tima, de una poesía domestica y local . Sin embargo,doña Zoraida tiene sus aciertos : su sonetillo Deseoses pieza de antología. Luego de prolongado silencio,publicó en "Rumbos" un poema que implica consi-derable esfuerzo de superación . A tono con el nivelde los tiempos, su musa acepta y refleja lo que po-demos considerar como problema capital de nuestrosdías : el problema de la conciencia que cada hombretiene del dolor de los demás, y de la inteligencia deese dolor como hijo de circunstancias sociales suscep-tibles de modificarse. Pero, la poetisa ha vuelto aenmudecer. Hoy vive entre nosotros, en esta ciudadcapital, al margen de toda actividad literaria .

En mi indice de la poesía panameña contemporánea-Ercilla, 1941-, aventuro una división, natural-mente arbitraria y convencional, de la historia denuestra poesía republicana. Tres grupos, digo allí,pueden advertirse en su desarrollo . El primero, y másnumeroso, incluye a los poetas nacidos al calor delmodernismo. Se prolonga hasta el año de 1929, enque Miró publica su último libro, y aparece Onda,de Sinán. El segundo, imposible de encerrar en mu-

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rallas temporales, lo integra un núcleo pequeño peroimportante, y es un grupo de transición . Por último,el grupo de nuestros poetas más jóvenes, que se iniciacon el retorno de Sinán, de vuelta al país en 1931 .

María Olimpia de Obaldía, la poetisa que corres-ponde considerar ahora, es la última representante delprimer período. Nace en Dolega, provincia de Chi-riquí, el 9 de septiembre de 1891 . Terminada su ins-trucción primaria, que recibe en su pueblo natal, es-tudia para maestra. Ejerce luego la profesión hastael año de 1918, en que se une matrimonialmente a donJosé de Obaldía. Desde entonces, el hogar y la poesíason sus pasiones. En 1926 publica Orquídeas ( 4 ) . Afines de 1929 la nación le tributa un homenaje, y esdeclarada "María Olimpia de Panamá" . Al año si-guiente, el Instituto Nacional, en gesto plausible queconviene imitar, encarga al profesor Enrique Ruiz Ver-nace¡ una selección de sus poemas, y publica un peque-ño y precioso volumen, con prólogo del compila-dor () . La poetisa guarda, además, desde hace años,un libro inédito : Selvática . De sus poemas se publica-ron algunos en la revista "Acercamiento", de agostode 1939. Hoy vive en David, cabecera de su pro-vincia natal.

El caso de María Olimpia es singular . En un medio

(4) MARÍA OLIMPIA DE OBALDÍA : Orquídeas . Imp. Nacional,Panamá, 1926 .

(5) MARÍA OLIMPIA DE OBALDÍA : Breviario Lírico . Imp. Na-cional, Panamá, 1930 .

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como el nuestro, moroso en el reconocimiento de susvalores, su aparición va seguida de inusitado éxito . Suúnico libro publicado data de 1926 . Tres años des-pués la crítica nacional la señala como nuestra máximavoz lírica femenina. Y no cabe otra cosa que celebrarjubilosos la ocurrencia, porque, para nuestro regalo,María Olimpia de Obaldía nos llega adornada de muyestimables virtudes poéticas .

Es ella misma quien ha dicho, con más ingenuidadque desdén, que sus poesías "no siguen ninguna escue-la, ni se ciñen a reglas" . Y hay quienes han queridointerpretar ese decir como confesión inesperada deinefable ignorancia . Error. El Modernismo, y a Ma-ría Olimpia no podemos situarla fuera de la órbita mo-dernista, más que escuela fue clima, ambiente dentrodel cual proliferaron poetas de diverso acento y conte-nido. No pertenece María Olimpia a ninguna escuela .Pero es dueña de su oficio, conoce el secreto de laartesanía poética. Porque encontramos en su obraaciertos de ejecutante, lo que quiere decir que sabe demedidas y acentos -un poema suyo figura, comoejemplo, en la Métrica de Vicuña Cifuentes-, delo que tiene en poesía valor instrumental ; y aciertosde ejecutante al servicio de una auténtica emociónpoética. De otra manera no es posible explicar laponderación de su verso, el, equilibrio de su mejorpoesía. Refiriéndose a esa virtud ponderadora, Enri-que Ruiz Vernacci ha escrito : "Para mí uno de losextraordinarios aciertos de María Olimpia está en

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guardarse de esos vicios azucarados y empalagosos, encomprender el límite exacto; indica esta cualidad sualta raigambre intelectual, su figura cordial." Noobstante moverse en un terreno de suyo difícil para elquehacer estético -porque en María Olimpia cantanla madre, la esposa, la maestra, y cantan con su acentomejor-, su mensaje nos llega limpio y entero . Haycontención, discreta contención, en su alegría de ma-dre ; y hay elegancia, recatada elegancia, en su orgu-llo de esposa . Y en el subsuelo de su emoción, dandovigor a sus raíces, siempre, invariable, su fondo decristiana . Su- obra, a un mismo tiempo sencilla ynatural, posee un gran dignidad . En el camino de suaventura poética -navegación pausada y feliz- Ma-ría Olimpia de Obaldía reasume, ahora con más al-to sino, su perdida función magistral . Para benefi-cio de nuestras mujeres, en el panorama de nuestralírica su figura inconfundible vivirá ejerciendo cá-tedra de templanza, de femenino orgullo y espiritua-lidad .

Y he aquí a las poetisas del grupo medio . OfeliaHooper, a quien clasificamos, junto con Ana IsabelIllueca, dentro del núcleo de transición, es quizá laescritora panameña más influída por las literaturaseuropeas contemporáneas . Maestra y Bachiller delInstituto Nacional, egresada también de la Universi-dad. Nos viene de un rincón de la península de Azue-ro, rincón que a través de sus escritos adivinamos llenode poesía. En el año de 1926 publicó Primicias, puña-

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do de prosas con que se presentó al público (5 . Deentonces a esta fecha ha escrito varios libros, auninéditos, y que en conjunto forman una de las máspuras obras líricas de nuestra literatura .

Ofelia Hooper, poetisa, tiene la originalidad depreferir la prosa al verso . Y parece haber renunciadodefinitivamente a escribir renglones cortos . Pero suobra está toda llena de poesía, y debemos considerarlaobra de poetisa. Su trato con la literatura europea dela inmediata postguerra, expresión casi toda de uncomplejo y desorbitado psicologismo, señala un mo-mento de su actividad creadora . De esa etapa sonDiario de un deseo dejado atrás, y otros dos o tresopúsculos, que una coquetería de autora se empeña endesestimar. Por otra parte, la vocación de la maestraha puesto toda su infinita capacidad lírica al serviciode la literatura infantil. Sus escritos de este géneronos recuerdan a Juan Ramón Jiménez, al Juan Ramónde Platero y yo, pero traducido a nuestro ambientecampesino, donde pintorescas creencias añejas y le-yendas seculares ofrecen abundante material. Y riva-lizando con la escritora, sustentándola a veces, lo me-jor de Ofelia Hooper, la mujer de acusada concienciasocial, la panameña entrañablemente interesada en eldestino de su país, cordialmente compenetrada de lasangustias y esperanzas de su pueblo . De Ofelia Hoo-per, lírica enseña, maestra, mujer, tenemos el derechoy la obligación de esperar mucho.

( O ) OPELIA HOOPER : Primicias . Imp. Nacional, Panamá, 1926 .

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Nada más opuesto al lirismo de Ofelia Hooper quela obra poética de Ana Isabel Illueca . Nacida con laRepública, recibe grado de maestra y ejerce la profe-sión. Luego, en la Universidad, alcanza el profesora-do de castellano, que ahora ejerce en una de nuestrasescuelas de segunda enseñanza . No ha publicadolibros Ana Isabel, pero ha escrito poemas en cantidadsuficiente para hacerlo . Durante muchos meses sirvióuna página poética en la revista "Acercamiento",prestando con ello un real servicio a las letras na-cionales .

Ana Isabel Illueca, poetisa popular, dice conmucho valor cuanto piensa y siente. Ubicada dentrode la poética anterior, su obra evoluciona en un sentidotemático. Como sucede con el poeta Korsi, y en eldominio del cuento con Ignacio de J. Valdés jr., JoséE. Huerta, etc., Ana Isabel Illueca tiene una signifi-cación positiva desde el punto de vista de lo que po-dríamos llamar "nuestro nacionalismo literario". Esesigno es aplicable sobre todo a su obra última, dedica-da a cantar lo típico de nuestra vida campesina . Sinembargo, y es, más o menos, la deficiencia que podríaseñalarse en la obra de los poetas y prosistas orientadosen ese sentido, su ruralismo es todavía descriptivo yexterno, por tanto, superficial . Creo yo que más quedescribirnos el paisaje y la indumentaria del habitantede nuestra campiña, la literatura interesada en lo típicopanameño debe darnos estados de alma, traducir laverdad intelectual y emocional de los diversos tipos

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humanos que integran nuestra suma demográfica .Pero, no hay por que desesperar . Eso ha de venir, esaliteratura nos llegará con nuestra madurez de nación .Y cuando sea una realidad, cuando una literaturapanameña independiente pregone nuestra emancipa-ción espiritual, la obra de los poetas y escritores referi-dos deberá ser interpretada como precedente necesa-rio, asumirá la significación de etapa previa . En elcómputo total de esa labor preparatoria, el aporte deAna Isabel Illueca le asegura una destacada repre-sentación .

Próximo el término de este panorama, penetramosla frontera de lo que se ha llamado entre nosotros,con harta impropiedad, poesía de vanguardia. Y digoimpropiamente porque, en rigor de verdad, en Panamáno hemos vivido la experiencia . Lo que, generalizan-do, se llamó vanguardismo tuvo una existencia efíme-ra. Movimiento natural y lógico en la Europa de post-guerra, a nosotros nos vino con retraso, y de prestado,cuando en su lugar de origen la batalla vanguardistahabía pasado, y un retorno a lo romántico, y, en Espa-ña, la vuelta a Góngora, denunciaban, en los poetasnuevos, la necesidad de hallar entronques tradiciona-les. Apenas si Onda, de Sinán, Poemas de ausencia,de Bermúdez y Kodak, de Demetrio Herrera S ., pue-den considerarse, con reservas, como manifestacionesde vanguardia . Existe, sí, en la poesía de nuestros poe-tas más jóvenes, lo que constituye la medula de la nue-va sensibilidad . De una parte, la tendencia culta y

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subjetiva ; de la otra, la corriente grávida de emociónsocial. Y en el terreno de la forma, junto a la liber-tad, que se conserva, el renacimiento de viejas combi-naciones métricas, especialmente del romance, el sone-to y la silva. En ese único sentido cabe hablar entrenosotros de poesía nueva .

Eda Nela -en la vida familiar Dora Pérez, señorade Zárate- es la panameña que primero pisa la ínsulaencantada de la nueva poesía. A raíz del retorno deSinán se incorporó al pequeño grupo de los innova-dores . Por entonces colaboró frecuentemente en perió-dicos y revistas. Es maestra normal y profesora decastellano. Acaba de publicar Parábola, su primerlibro .Rosa Elvira Álvarez, la poetisa de Nostalgia

(1942) (7), nació en David . Finalizados sus estudiosen la Escuela de María Inmaculada, marchó al exte-rior. En Los Ángeles, donde vive desde hace muchosaños, hizo estudios medios, y tomó algunos cursos en laUniversidad . Trabajó para el cine, que abandonópara contraer matrimonio .Rosa Elvira Álvarez trae a la poesía panameña

una voz nueva y personal . Sus poemas traducen untemperamento complejo, donde mística y erotismoconviven en extraña hermandad . Y son expresión deldestierro, nostálgico suspirar por el verdor soleado

(7) ROSA ELVIRA ÁLVAREZ: Nostalgia . Editorial Darío, LosAngeles, California, 1942 .

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de la patria ausente . Allí su anhelar y su desesperar ;allí todas las luces y las sombras del trópico, de ese tró-pico que gobierna sus ansias cada vez que el frío .invierno del norte pone su nota blanca sobre las cosas .Particularmente dotada para el manejo del verso octo-sílabo, es la primera poetisa panameña en cuya obrael romance desempeña papel importante, y, muy posi-blemente, la que primero los escribe .

Esther María Osses ofrece un caso especial. Ubica-da dentro de la última promoción poética, que creceen pleno auge de la poesía nueva postvanguardista, sucanto es anacrónico. Tanto formal como esencial-mente su poesía -romanticismo de mujer, y de mu-jer tropical- pertenece al ciclo anterior . Pero susdotes naturales le han permitido logros de auténticabelleza. Acaba de publicar Mensaje (1946) ( 8), don-de agrega a sus poemas primeros su producción última,sin duda superior.

Stella Sierra, de aparición muy reciente, nos brindael final de este rápido examen . Desde su obra inicialla poetisa evidenció una grata y peculiar tonalidadpoética, sin precedentes en el Istmo. No obstante vein-ticinco años de profundos trastornos en la estética deOccidente, la poesía de nuestras mujeres permaneciófiel a sí misma, incapaz de vencer la tiranía de lo perso-nal, de intentar una ampliación de horizontes que re-basara una temática indigente y se planteara la reva-

( 8 ) ESTHER MARÍA Osses: Mensaje. Imp . Nacional, Guate-mala, 1946.

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loración de los supuestos mismos de la poesía . En ha-ber superado esa etapa, en haberla, en cierto modo,vencido, estriba uno de los méritos de Stella Sierra .Porque sorprende la propiedad de su lenguaje, la pu-reza de su concepción, su dignidad estética.

Stella Sierra logró su consagración nacional el añode 1942, cuando el Ayuntamiento de Panamá le pre-mió su Sinfonía jubilosa en doce sonetos (0) , im-presa en el año de 1944, en Buenos Aires. Publicódespués, el mismo año, Canciones de Mar y Luna (10),cuaderno que reúne diecinueve de sus primeros poe-mas. Stella Sierra es la señora de Enrique Ruiz Ver-nacci .

El itinerario está cumplido . No sé si con el la in-tención de este ensayo, primordialmente informativo .Quizá el empeño se frustre en su ambición desboca-da. De todos modos, la reconsideración atenta de laobra de nuestras poetisas me afirma en el convenci-miento de que vamos creando ya una literatura, y deque, en el proceso de ese crear, la contribución denuestras mujeres no es escasa ni despreciable .

Octubre de 1939 .

( 0 ) STELLA SIERRA : Sinfonía jubilosa en doce sonetos . Imp .López, Buenos Aires, 1944 .

('o) STELLA SIERRA : Canciones de Mar y Luna. Imp. de laAcademia, Panamá, 1944 .