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REGULACIÓN DEL EMPLEO DE LA FUERZA EN SITUACIONES DE CONFLICTO ARMADO Y OTRAS SITUACIONES DE VIOLENCIA INTERNA QUE NO ALCANZA DICHO UMBRAL Contribución del sistema interamericano de derechos humanos 1 Carolina Loayza Tamayo INTRODUCCION El Estado social 2 y democrático de derecho , tiene entre sus fines primordiales garantizar la plena vigencia de los derechos fundamentales de su población, así como de promover y mantener un clima adecuado de justicia, paz y seguridad 3 , para que ello sea posible: Los derechos humanos y la seguridad ciudadana no son valores contrapuestos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en adelante la Comisión, la Comisión Interamericana ó CIDH, ha señalado que, “El Estado tiene el deber de proteger a la ciudadanía, de tomar medidas razonables para prevenir la violencia, y de responder a los crímenes violentos con la debida diligencia y proporcionalidad” 4 . Para ello, “El Estado debe ejercer sus deberes teniendo en mente el derecho a la igualdad ante la ley, y diseñar e implementar políticas integrales que garanticen la seguridad ciudadana y los derechos humanos, tanto los derechos civiles y políticos como los derechos económicos, sociales y culturales” 5 . 1 La presente investigación contó con la colaboración de las señoritas Adriana Kesler y Ashley Werner, ambas pasantes en el Centro de Investigación y Asistencia Legal en Derecho Internacional - IALDI. 2 El Estado social “no solamente encierra exigencias concretas del particular frente al poder público, sino que tiene sentido pleno cuando pone de manifiesto que una democracia solo puede funcionar si esta se extiende a la sociedad y ofrece a todas las clases sociales las mismas oportunidades en el proceso económico”. Ver: LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Artículo 44 Deberes Fundamentales del Estado. En: La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo Tomo I. Primera Reimpresión Febrero 2006, Gaceta Jurídica. Lima, 2006, pág. 699. 3 Constitución Política del Perú 1993, artículo 44. 4 CIDH. Observaciones preliminares de la visita de la CIDH a Jamaica, 5 de diciembre de 2008. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2008/59.08sp.htm 5 Ibíd.

INTRODUCCION - ialdi.files. · PDF fileEstados del Sistema, en cuanto al uso de la fuerza y de las armas de fuego, previniendo futuras violaciones a los derechos humanos. En el presente

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REGULACIÓN DEL EMPLEO DE LA FUERZA EN SITUACIONES DE

CONFLICTO ARMADO Y OTRAS SITUACIONES DE VIOLENCIA INTERNA QUE

NO ALCANZA DICHO UMBRAL

Contribución del sistema interamericano de derechos humanos1

Carolina Loayza Tamayo

INTRODUCCION

El Estado – social2 y democrático de derecho –, tiene entre sus fines primordiales

garantizar la plena vigencia de los derechos fundamentales de su población, así

como de promover y mantener un clima adecuado de justicia, paz y seguridad3,

para que ello sea posible:

Los derechos humanos y la seguridad ciudadana no son valores contrapuestos, la

Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en adelante la Comisión, la

Comisión Interamericana ó CIDH, ha señalado que, “El Estado tiene el deber de

proteger a la ciudadanía, de tomar medidas razonables para prevenir la violencia,

y de responder a los crímenes violentos con la debida diligencia y

proporcionalidad”4. Para ello, “El Estado debe ejercer sus deberes teniendo en

mente el derecho a la igualdad ante la ley, y diseñar e implementar políticas

integrales que garanticen la seguridad ciudadana y los derechos humanos, tanto

los derechos civiles y políticos como los derechos económicos, sociales y

culturales”5.

1 La presente investigación contó con la colaboración de las señoritas Adriana Kesler y Ashley Werner, ambas pasantes en el Centro de Investigación y Asistencia Legal en Derecho Internacional - IALDI. 2 El Estado social “no solamente encierra exigencias concretas del particular frente al poder público, sino que tiene sentido pleno cuando pone de manifiesto que una democracia solo puede funcionar si esta se extiende a la sociedad y ofrece a todas las clases sociales las mismas oportunidades en el proceso económico”. Ver: LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Artículo 44 Deberes Fundamentales del Estado. En: La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo Tomo I. Primera Reimpresión Febrero 2006, Gaceta Jurídica. Lima, 2006, pág. 699. 3 Constitución Política del Perú 1993, artículo 44. 4 CIDH. Observaciones preliminares de la visita de la CIDH a Jamaica, 5 de diciembre de 2008. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2008/59.08sp.htm 5 Ibíd.

En la actualidad, el Estado en su propósito de otorgar seguridad a su población,

no sólo debe enfrentar las amenazas tradicionales –conflictos externos-, sino

principalmente las no tradicionales: extrema pobreza, tráfico de armas,

narcotráfico, terrorismo, delincuencia urbana –pandillaje, “barras bravas”6-,

deterioro medio ambiental, desastres naturales7, corrupción, etc. Para responder a

tales amenazas, los organismos estatales encargados de hacer cumplir la ley y

prestar asistencia cuando sea necesario, disponen de numerosos medios legales,

entre ellos el arresto, la detención, la investigación penal y el empleo de la fuerza y

de las armas de fuego.

En este Estado social y democrático de derecho, el Estado como institución y la

sociedad, se encuentran fuertemente vinculados para la realización de los fines

políticos, sociales, económicos y culturales8. En este contexto, la persona

humana, en su dimensión individual y/o colectiva desempeña un rol activo en la

consecución de tales fines. Por ello, cuando el Estado falla en su función de

otorgar bienestar general –justicia y desarrollo- a su población, sobre la base de la

igualdad de oportunidades, su población recurre a diversos medios para llamar la

atención del Estado en el cumplimiento de sus fines, v.g. motines en los centros

penitenciarios, protestas públicas, toma de calles o carreteras, etc., dando lugar a

enfrentamientos entre los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la

población. Los golpes de Estado, son también escenarios que generan este tipo

de enfrentamientos. Un ejemplo de esta situación se ha venido produciendo en

Honduras desde el golpe de Estado ocurrido el 28 de junio de 2009. La Comisión

Interamericana ha recibido información sobre las amenazas y hostigamientos que

han recibido defensoras y defensores de los derechos humanos, periodistas,

comunicadores sociales, maestros entre otros, por su actividad en contra del golpe

6 Son también conocidos como “Hooligans”. 7 LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Ob. Cit., pág.697. Ver también: ALEGRIA VARONA, Ciro. La seguridad como derecho humano. En Pensamiento Constitucional, BNº 4, A IV, MDC y Fondo Editorial PUCP, Lima 1997, pág. 159 y ss. 8 LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Ob. Cit., pág. 694.

de Estado. Asimismo, recibió información sobre amenazas y agresiones contra

comunicadores para impedir que sigan cumpliendo con su labor.9

Se ha podido verificar en los últimos años el incremento de la protesta social en

los países del continente americano, que más allá de su legitimidad o no, ha

llevado a los Estados a criminalizarla en su afán de impedirla y de restablecer la

paz, y al uso de medios legales para hacer cumplir la ley, v.g. la fuerza y armas de

fuego, con el argumento de mantener el orden y la garantía de los derechos de los

demás miembros de su población.

En los contextos descritos supra, el empleo de la fuerza por los órganos estatales

de hacer cumplir la ley y/o de proporcionar asistencia, da lugar a enfrentamientos

con la población a las que deben garantizar justicia, paz, seguridad y bienestar

general, generando un impacto negativo en las relaciones entre el Estado y la

población. Estos escenarios pueden dar lugar a un uso ilícito de la fuerza, en tanto

innecesario, desproporcionado a la circunstancia, en violación del derecho a la

vida, a la integridad y a la libertad, que al no ser reparados por el Estado, han

dado lugar a denuncias ante el Sistema internacional de protección de los

derechos humanos, específicamente del Sistema Interamericano de derechos

humanos, en adelante el Sistema Interamericano ó el SIDH. Ello, ha permitido el

desarrollo de importantes criterios a ser observados por los organismos de los

Estados del Sistema, en cuanto al uso de la fuerza y de las armas de fuego,

previniendo futuras violaciones a los derechos humanos. En el presente trabajo

trataremos de identificar esos criterios.

El presente documento está estructurado de la siguiente manera:

I. En la primera parte se describe de manera breve al Sistema

Interamericano de Derechos Humanos, las características básicas, las

funciones y competencias de la Comisión y la Corte interamericanas de

9 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe Honduras: Derechos Humanos y Golpe de Estado de 20 de enero de 2010. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 55. 30 diciembre 2009. Original: Español. En: http://cidh.org/countryrep/Honduras09sp/Indice.htm

Derechos Humanos, en adelante la Corte, la Corte Interamericana, o la

Corte IDH.

II. Luego se describirá la labor de la CIDH en ejercicio de sus

competencias de elaborar informes, realizar visitas in loco, y

pronunciarse sobre situaciones de violación de derechos humanos en

los países del hemisferio.

III. En tercer lugar mencionaremos los casos decididos por la Comisión y la

Corte en los últimos años, relacionados con el uso de la fuerza, con el

objeto de tener una idea de las tendencias jurisprudenciales actuales de

ambos órganos.

IV. Finalmente identificaremos algunos estándares del SIDH respecto al uso

de la fuerza y de las armas de fuego, respecto a la obligación general de

los Estados de respetar y garantizar las normas de protección de la

persona vinculado al uso de la fuerza; de los derechos posibles de ser

afectados por el uso de la fuerza, v.g. el Derecho a la vida como

principio rector del Derecho Internacional de ls Derechos Humanos, en

adelante el DIDH y el derecho a la integridad; finalmente sobre los

deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza.

V. Finalmente formularemos nuestras conclusiones

En cada uno de los temas me referiré a la práctica de la Comisión y a la

jurisprudencia de la Corte, en cuanto sea pertinente, así como a los estándares

establecidos en su Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos

adoptado el 31 de diciembre de 2009, así como a la jurisprudencia de la Corte.

I. Del Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Tal como señala Sergio García Ramírez10, el SIDH, en sentido amplio

comprenden además de la Comisión y la Corte interamericanas, a los Estados y

10 Sergio García Ramírez fue Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en adelante la Corte ó la Corte Interamericana.

sus instancias internas;11 mientras que en sentido estricto comprende a sus

órganos. Es decir, el SIDH descansa principalmente en la labor de sus órganos:

La Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos, en adelante la Convención

Americana o la CADH, fue suscrita el 22 de noviembre de 1969 en San José,

Costa Rica, durante la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos

Humanos12. La Convención Americana,

“… establece un sistema de protección internacional de derechos con

fundamento en que los derechos esenciales del [ser humano] no nacen del

hecho de ser nacional de un determinado Estado sino de los atributos de la

persona humana, sistema además de naturaleza coadyuvante o

complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados

americanos. Es decir, la obligación de proteger los derechos humanos

recae, en primer lugar, en el Estado y solo subsidiariamente en los órganos

de protección establecidos en la Convención: la Comisión y la Corte

interamericanas de Derechos Humanos...”.13

En ese sentido, el Sistema Interamericano no busca desplazar a los Estados de su

rol fundamental en la protección de los derechos humanos de su población, sino

de reforzarla. La Convención Americana estableció que la Comisión y la Corte son

los órganos “competentes para conocer de los asuntos relacionados con el

cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados Partes en esta

Convención”14.

11 GARCÍA RAMÍREZ, Sergio. Una reflexión “pragmática” sobre el Sistema Interamericano, en Revista CEJIL: Debates sobre derechos humanos y el Sistema Interamericano, Número 1, 2005, págs. 5 a 11. 12

Llevada a cabo del 7-22 de noviembre de 1969. Véase: http://www.corteidh.or.cr/tablas/15388.pdf Revisado el 19 de agosto de 2011. Véase el documento OEA/Ser.K/XVI/1.2. 13 VENTURA ROBLES, Manuel. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. En: http://www.bibliojuridica.com/libros/1/107/12.pdf. 25 de abril de 2010, 11.06 p.m. 14 Convención Americana, artículo 33.

1. De la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana

La Comisión Interamericana es un órgano de naturaleza cuasi-judicial15, mientras

que la Corte Interamericana es una institución de naturaleza judicial autónoma.

La Comisión Interamericana se compone de siete miembros, que deberán ser

personas de alta autoridad moral y reconocida versación en materia de derechos

humanos16, elegidas/os a título personal por la Asamblea General de la

Organización de Estados Americanos, en adelante OEA, de una lista de

candidatas y/o candidatos propuesta por los gobiernos de los Estados

miembros17; por cuatro años y sólo podrán ser reelegidas/os una vez18. No

pudiendo formar parte de la Comisión más de un nacional de un mismo Estado.

La Corte Interamericana está compuesta por siete juezas/ces, nacionales de los

Estados miembros, elegidas/os a título personal; deben ser abogadas/os de la

más alta autoridad moral, con reconocida competencia en materia de derechos

humanos, que reúnan las condiciones que requiera para el ejercicio de las más

elevadas funciones judiciales, la ley de su país del cual sean nacionales o del

15 “Mientras que la Comisión, en tanto órgano con múltiples funciones y facultades, cuasi-judiciales y de otras características, no dicta propiamente sentencias y, desde esta perspectiva, no establece jurisprudencia”. DULITTZKY, Ariel E. “El principio de igualdad y no discriminación. Claroscuros de la jurisprudencia interamericana. En: http://www.estadodederechocdh.uchile.cl/media/publicaciones/documentos/I_ArielDulitzky.doc. (25 de abril de 2010, 11.21 p.m.). “La naturaleza de la Comisión es también cuasi judicial porque trabaja como un tribunal: recibe denuncias, las tramita, las investiga y emite resoluciones. Pero estas resoluciones imponen como sanción máxima una sanción de índole moral: la publicación”. VENTURA ROBLES, Manuel. Ob. cit. En: http://www.bibliojuridica.com/libros/1/107/12.pdf. 25 de abril de 2010, 11.06 p.m. En ese sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, determina si el Estado violó o no los derechos consagrados en la Convención Americana en perjuicio de una o más personas. Esta constatación de hecho de la Comisión tiene implicancias jurídicas para el Estado concernido, en el sentido que no podrá ignorar tal situación. Asimismo, formula recomendaciones a los Estados cuando ha determinado su responsabilidad internacional, respecto de las cuales, debe realizar todos los esfuerzos para darles cumplimiento, de conformidad con el Principio Pacta Sunt Servanda y de Buena Fe. Véase en Corte IDH. Caso Loayza Tamayo. Sentencia de fondo de 17 de septiembre de 2010, párr. 80. 16 Convención Americana, artículo 34. 17 Ibídem, artículo 36.1 18 Ibídem, artículo 37.

Estado que las/os proponga como candidatos. No pudiendo haber dos juezas/ces

de la misma nacionalidad19.

Las/os juezas/ces son elegidas/os por la Asamblea General de la OEA de una lista

de candidatas/os propuesta por los Estados miembros, en votación secreta y por

mayoría absoluta de votos20. Las juezas/ces serán elegidos para un período de

seis años y sólo podrán ser reelegidos una vez 21.

2. De las funciones de la Comisión Interamericana y de la Corte

Interamericana

La Comisión Interamericana tiene como función principal, promover la

observancia y la defensa de los derechos humanos y de servir como órgano

consultivo de la Organización en esta materia22. La Convención Americana

determinó su estructura, competencia y procedimiento así como los de los otros

órganos encargados de esa materia, es decir, los de la Corte.

De acuerdo a la Convención, la Comisión en ejercicio de su mandato de promover

la observancia y la defensa de los derechos humanos, tiene las siguientes

funciones y atribuciones23:

a) estimular la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de América;

b) formular recomendaciones, cuando lo estime conveniente, a los gobiernos de

los Estados miembros para que adopten medidas progresivas en favor de los

derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus preceptos

19 Ibídem, artículo 52. 20 Ibídem, artículo 53.1 21 Ibídem, artículo 54. 22 Carta de la OEA, artículo 106. 23 Convención Americana, artículo 41. La Comisión tiene la función principal de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos, y en el ejercicio de su mandato tiene las siguientes funciones y atribuciones…

constitucionales, al igual que disposiciones apropiadas para fomentar el

debido respeto a esos derechos;

c) preparar los estudios e informes que considere convenientes para el

desempeño de sus funciones24;

d) solicitar de los gobiernos de los Estados miembros que le proporcionen

informes sobre las medidas que adopten en materia de derechos humanos;

e) atender las consultas que, por medio de la Secretaría General de la

Organización de los Estados Americanos, le formulen los Estados miembros

en cuestiones relacionadas con los derechos humanos y, dentro de sus

posibilidades, les prestará el asesoramiento que éstos le soliciten;

f) actuar respecto de las peticiones y otras comunicaciones en ejercicio de su

autoridad de conformidad con lo dispuesto en los artículos 44 al 51 de esta

Convención25

, y

g) rendir un informe anual a la Asamblea General de la Organización de los

Estados Americanos26.

A través de su reglamento, la Comisión ha ampliado su mandato y funciones

previstas en la Convención, para ejecutar programas, estudios o proyectos

especiales a través de relatorías y grupos de trabajos creados con mandatos

ligados al cumplimiento de sus funciones de promoción y protección de los

derechos humanos respecto de las áreas temáticas que resulten de especial

interés a ese fin27; solicitar a los Estados la adopción de medidas cautelares a

24 Reglamento de la CIDH, Artículo 58.- La Comisión rendirá un informe anual a la Asamblea General de la OEA. Además, la Comisión preparará los estudios e informes que considere convenientes para el desempeño de sus funciones, y los publicará del modo que juzgue oportuno. Una vez aprobada su publicación, la Comisión los transmitirá por intermedio de la Secretaría General a los Estados miembros de la OEA y sus órganos pertinentes. La CIDH elabora también Informes sobre Derechos Humanos de un Estado, Reglamento de la CIDH, art. 60; informes temáticos regionales sobre la situación de un derecho o de grupos determinados de personas en todo el continente o en una región en particular, un ejemplo de informe temático regional es uno sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos. 25 La actuación respecto de las peticiones que le formulen tanto los individuos y los Estados es una de las más importantes labores de la Comisión. Convención Americana, artículos 44 y 45. 26 Véase nota 24 supra. Este informe está previsto en el artículo 41.g de la Convención Americana y regulado en el artículo 59 del Reglamento de la CIDH. 27 Reglamento de la CIDH (2009), articulo 15.

solicitud de parte o de oficio para atender situaciones de gravedad y urgencia para

prevenir daños irreparables a las personas o al objeto del proceso en conexión

con una petición o caso pendiente28, realizar observaciones in loco29, así como

celebrar audiencias por iniciativa propia o a solicitud de parte interesada con el

objeto recibir información de las partes con relación a alguna petición, caso en

trámite ante la Comisión, seguimiento de recomendaciones, medidas cautelares, o

información de carácter general o particular relacionada con los derechos

humanos en uno o más Estados miembros de la OEA30.

La Convención estableció como competencia de la Corte la de interpretación y

aplicación de la misma sobre cualquier caso que le sea sometido31 a su decisión

por la Comisión o por el Estado interesado32. También estableció que los

Estados miembros de la Organización podrán consultar a la Corte acerca de la

interpretación de esta Convención o de otros tratados concernientes a la

protección de los derechos humanos en los Estados americanos, o acerca de la

compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas y los mencionados

instrumentos internacionales. Asimismo, podrán consultarla, en lo que les

compete, los órganos enumerados en el capítulo X de la Carta de la

Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos

Aires33.

A través de los procedimientos de peticiones, casos y solicitud de medidas

cautelares, así como de elaboración de informes temáticos y comunicados de

prensa, la Comisión Interamericana ha tenido la oportunidad de pronunciarse

sobre el uso de la fuerza en situaciones de violencia interna que no alcanzan el

umbral de los conflictos armados. Del mismo modo, la Corte Interamericana en el

28 Ibíd., artículo 25. 29 Convención Americana. Capítulo IV, arts. 53-57. 30 Ibíd. Capítulo V, arts. 61 -70. 31 Convención Americana, artículo 62.1, 61.3. 32 Ibíd. Artículos 51.1, 61. 33 Ibídem, artículo 64.

ejercicio de su competencia contenciosa que establecido algunos lineamientos

sobre el uso de la fuerza.

II. Criterios desarrollados por la CIDH en ejercicio de sus competencias

distintas al sistema de peticiones respecto al uso de la fuerza

Se ha encontrado que la CIDH viene desarrollando importantes criterios en el

uso de la fuerza a partir de sus informes sobre la situación de los derechos

humanos en los Estados, en sus visitas in loco y en sus notas de prensa, por lo

que consideramos útiles su revisión para el tratamiento del tema. No se incluirá

el Informe temático sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos, para

tratarlo transversalmente en el análisis de los ítems V y VI.

1. Informes sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela34

En su Informe del 30 de diciembre de 2009 en cuanto a la situación de los

Derechos Humanos en Venezuela, la Comisión consideró que la intolerancia

política, la falta de independencia de los poderes del Estado frente al ejecutivo, las

restricciones a la libertad de expresión y a la protesta pacífica, la existencia de

un ambiente hostil para el libre ejercicio de la participación política en disenso y

para la actividad de monitoreo por parte de las organizaciones de derechos

humanos, la inseguridad ciudadana, la violencia que afecta a las personas

privadas de su libertad, a sindicalistas, a mujeres y a campesinos, y sobre todo la

impunidad en la que se encuentran los casos de violaciones a los derechos

humanos, son factores que contribuyen al debilitamiento del Estado de

Derecho y la democracia en Venezuela y han tenido como consecuencia

serias restricciones al pleno goce de los derechos humanos reconocidos en la

Convención Americana.

34 CIDH. Informe sobre Democracia y Derechos Humanos en Venezuela. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 54. 30 diciembre 2009. En: http://www.cidh.org/countryrep/Venezuela2009sp/VE09.indice.sp.htm

La Comisión reiteró al Estado de Venezuela que es su deber garantizar que en las

movilizaciones sociales que se llevan a cabo en ejercicio del derecho de reunión y

manifestación pacífica se protejan los derechos a la vida, a la integridad personal y

a la libertad personal de todos los manifestantes. Acorde con lo sostenido por la

Comisión en anteriores oportunidades, señaló que el Estado se encuentra

facultado para imponer limitaciones razonables a las manifestaciones, a efectos de

asegurar que las mismas sean de carácter pacífico o para contener a aquellas

personas que se manifiestan en forma violenta. Sin embargo, en el ejercicio de

esta facultad, el obrar de sus agentes debe limitarse al empleo de las medidas

más seguras y menos lesivas para las personas, ya que la dispersión de una

manifestación debe justificarse en el deber de protección de las mismas.

Congruentemente, el uso legítimo de la fuerza pública en las referidas situaciones,

supone, necesariamente, que la misma sea proporcional al objetivo legítimo que

se persiga, reduciendo al mínimo la posibilidad de ocasionar lesiones personales y

pérdida de vidas humanas35.

La Comisión afirmó que, “el derecho de reunirse y manifestar pacíficamente,

implica que las autoridades estatales deben abstenerse de impedir el ejercicio de

este derecho, así como también deben prever medidas para evitar que terceros lo

impidan. Esto significa que el Estado debe adoptar las medidas necesarias para

que las manifestaciones puedan llevarse a cabo de manera eficaz y pacífica,

incluyendo medidas como la desviación del tráfico y la protección policial de las

manifestaciones y concentraciones, cuando sea necesario”36.

Para la Comisión “teniendo en cuenta el alto grado de protección que merecen el

derecho de reunión y la libertad de expresión como derechos que materializan la

participación ciudadana y la fiscalización del accionar del Estado en cuestiones

públicas, el Estado debe abstenerse de aplicar figuras penales que tengan por

objeto restringir el ejercicio del derecho de manifestación pacífica”. En sus

35 Ibíd., párr. 173 36 Ibídem., párr. 174.

observaciones al presente Informe el Estado expresó “que cada vez que los

sectores afectos a la oposición al gobierno, pretendan alterar el orden público

violando las leyes de la República serán sometidos a juicio, sin que esto se puede

(sic) interpretar como una restricción del ejercicio del derecho a la manifestación

pacífica, ni una criminalización a la legítima movilización y protesta social”37.

La Comisión recordó que “el ejercicio efectivo de la democracia requiere como

presupuesto, el ejercicio pleno de los derechos y libertades fundamentales de los

ciudadanos. Así, la criminalización de la legítima movilización y protesta social,

sea a través de represión directa a los manifestantes, o a través de la iniciación de

procesos judiciales, es incompatible con una sociedad democrática donde las

personas tienen el derecho de manifestar su opinión”38.

Finalmente, la Comisión respecto de los derechos políticos y la participación en la

vida pública en Venezuela, en particular lo relativo a las restricciones al acceso y

ejercicio de los derechos políticos en condiciones de igualdad, los actos de

represalia contra miembros de la oposición y la criminalización de las

manifestaciones pacíficas, instó al Estado de Venezuela a

“adoptar las medidas necesarias para garantizar el respeto irrestricto de los

derechos políticos para los ciudadanos y autoridades de todas las

tendencias políticas, así como también a asegurar el pleno ejercicio de los

derechos estrechamente vinculados con la participación política, como son

la libertad de reunión y expresión, todo lo anterior a la luz de las normas de

la Convención Americana”39.

37 Ibídem., párr. 175. 38 Ibídem., párr. 176. 39 Ibídem., párr. 177.

A efectos de garantizar el derecho a la manifestación pacífica como forma de

participación social y ejercicio de los derechos de reunión y libertad de expresión,

la CIDH recomendó a Venezuela40:

1. Adoptar las medidas necesarias para garantizar que en las

movilizaciones sociales se proteja el derecho a la vida y la

integridad personal de todos los manifestantes.

2. Abstenerse de todo uso arbitrario y/o excesivo de la fuerza en el

marco de manifestaciones.

3. Asegurar que las medidas que se utilicen para controlar

manifestaciones que se tornen violentas sean las más seguras y

menos lesivas a las personas, y que se encuentren siempre

limitadas por los principios de legalidad necesidad y

proporcionalidad.

4. Investigar y sancionar todo uso excesivo de la fuerza como

método de represión de manifestaciones pacíficas, así como toda

afectación al derecho a la vida e integridad física por parte de

particulares en estos eventos, a efectos de garantizar que no se

repitan excesos.

5. Abstenerse de aplicar figuras penales que tengan por objeto

restringir el ejercicio del derecho de manifestación pacífica.

6. Adoptar las medidas para que los funcionarios públicos se

abstengan de hacer declaraciones que intimiden a quienes deseen

ejercer su derecho a la manifestación pacífica, amenazándolos

40 Ibídem., párr. 179.

con aplicar severamente el uso de la fuerza o figuras penales que

establezcan penas de prisión.

7. Implementar las medidas necesarias para asegurar un trato

igualitario a quienes protestan en contra o a favor del gobierno.

8. Dar cumplimiento efectivo a las recomendaciones de la Corte

Interamericana en su sentencia del caso “El Caracazo”, entre

ellas: (a) adoptar las medidas necesarias para formar y capacitar

a todos los miembros de sus cuerpos armados y de sus

organismos de seguridad sobre los principios y normas de

protección de los derechos humanos y sobre los límites a los que

debe estar sometido, aun bajo los estados de excepción, el uso de

las armas por parte de los funcionarios encargados de hacer

cumplir la ley; (b) ajustar los planes operativos tendientes a

encarar las perturbaciones del orden público a las exigencias del

respeto y protección de tales derechos, adoptando, al efecto, entre

otras medidas, las orientadas a controlar la actuación de todos los

miembros de los cuerpos de seguridad en el terreno mismo de los

hechos para evitar que se produzcan excesos; y (c) garantizar

que, de ser necesario emplear medios físicos para enfrentar las

situaciones de perturbación del orden público, los miembros de

sus cuerpos armados y de sus organismos de seguridad utilizarán

únicamente los que sean indispensables para controlar esas

situaciones de manera racional y proporcionada, y con respeto al

derecho a la vida y a la integridad personal.

2. Observaciones de la CIDH de las Visitas in loco

La Comisión viene desarrollando criterios en el uso de la fuerza a partir de

sus visitas in loco.

Visita a Jamaica41

La CIDH realizó a invitación del gobierno, una visita in loco a Jamaica, del 17 al 21

de agosto de 2009. El objetivo de la visita fue observar la situación de derechos

humanos dado que en Jamaica existen niveles extremadamente altos de violencia.

En sus observaciones preliminares, la CIDH confirmó entre otros que, desde 2004,

la violencia ha resultado en más de 700 muertes a causa de la acción de la policía.

Algunas de estas muertes tuvieron lugar en circunstancias que podrían indicar que

se trató de ejecuciones extrajudiciales cometidas por agentes de la policía.

Además del uso de la fuerza letal, la Comisión recibió información de que la policía

frecuentemente hace uso excesivo de la fuerza, y conduce arrestos y detenciones

arbitrarias.

La Comisión constató que el elevado número de casos de uso excesivo de la

fuerza por parte de la policía que culminó con muertos y heridos, así como la falta

de clarificación y determinación de responsabilidades en muchos de esos casos,

ha contribuido a una situación de impunidad que socava la credibilidad de la

policía y la confianza de la gente en la institución. Constató también que esta falta

de credibilidad limita gravemente la capacidad de respuesta de la policía ante el

crimen, creando un círculo vicioso que debe superarse para poder avanzar en la

recuperación de la paz y el orden.

Las principales víctimas de los crímenes violentos en Jamaica son personas que

viven en las zonas urbanas marginales, pobres y superpobladas, y padecen altas

tasas de desocupación y falta de acceso a educación, salud y vivienda.

La Comisión confirmó la necesidad de reformar la administración de justicia, que

ha demostrado ser ineficiente para dar respuestas a las necesidades de las

personas. Constató que la administración de justicia contribuye a la perpetuación

de la violencia a través de los altos índices de impunidad para crímenes violentos

y, en particular, para el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía en

41 Comunicado de prensa No. 59/08, http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2008/59.08sp.htm

circunstancias que no han sido aclaradas. A este respecto, los niveles persistentes

de violencia letal e impunidad, incluyendo la ausencia de determinación de

responsabilidades por los excesos de la policía, han creado un ambiente de miedo

e intimidación en todos los sectores de la población. Esto ha generado que las

personas se abstengan de buscar recursos legales ante las tribunales. Este temor

y la falta de confianza de las personas en las instituciones han sido identificados

por las autoridades policiales y judiciales como uno de los obstáculos

fundamentales para obtener testimonios en procesos penales.

La Comisión constató que la mayoría de las instituciones que participan en la

administración de justicia carecen de los recursos necesarios para llevar a cabo su

trabajo, y que el diseño del sistema y de los procedimientos aplicados requiere

reformas profundas.

La impunidad para los casos de uso de fuerza letal por parte de la policía resulta

especialmente preocupante para la Comisión. Solo un mínimo porcentaje de

agentes de policía son encausados en casos de muertes ocasionadas por la

policía, y en los casos en que son juzgados, los procesos son lentos y atiborrados

de obstáculos, y terminan casi siempre en exoneración de responsabilidad. Solo

un oficial de policía ha sido condenado en los últimos años por ejecución

extrajudicial.

La Oficina de Investigaciones Especiales carece de recursos para investigar las

denuncias de muertes ilegales y abuso policial, no impulsa investigaciones, y sus

oficiales continúan formando parte de la fuerza policial, generando la percepción

de que la oficina no cuenta con suficiente independencia. Las autoridades

indicaron que el Parlamento está debatiendo la creación de una nueva Comisión

Independiente de Investigación para investigar las muertes ocasionadas por la

policía. La Comisión enfatiza que es crucial que cualquier cuerpo investigativo de

esta naturaleza sea investido con la independencia y la autonomía necesaria para

cumplir su mandato, incluyendo los recursos adecuados.

Visita a Honduras

La CIDH realizó una visita in loco a Honduras, entre el 17 al 21 de agosto de

200942. El objetivo de la visita fue observar la situación de derechos humanos en

el contexto del golpe de Estado del 28 de junio de 2009. En sus observaciones

preliminares, la CIDH confirmó, entre otros, la existencia de un patrón de uso

desproporcionado de la fuerza pública, detenciones arbitrarias, y control de la

información dirigido a limitar la participación política de un sector de la ciudadanía.

La Comisión constató la represión ejercida contra las manifestaciones a través de

la colocación de retenes militares, la aplicación arbitraria de toques de queda,

detenciones de miles de personas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, y

malas condiciones de detención. De particular gravedad es la muerte de cuatro

personas y varios heridos de arma de fuego. La Comisión consideró necesaria una

investigación exhaustiva de estas muertes, en consideración que recibió

información que podría vincular estas muertes con el accionar de agentes del

Estado. Asimismo, la Comisión fue informada de que las manifestaciones se han

realizado en general en forma pacífica, salvo en algunos casos en que se han

registrado actos de violencia, incluidos algunos graves, contra personas y contra la

propiedad, tales como el incendio de un restaurante y de un autobús, y la agresión

contra un diputado y varios periodistas. Por otro lado, la Comisión pudo

constatar que la ruptura del orden constitucional originada por el golpe de Estado

está acompañada de una fuerte presencia militar en distintos ámbitos de la vida

civil, la suspensión de garantías mediante la implementación de un toque de

queda que no cumple con los estándares del derecho internacional y la

irregularidad en la eficacia de los recursos judiciales para salvaguardar los

derechos esenciales de las personas. La Comisión reiteró que, los órganos del

SIDH han sostenido en reiteradas oportunidades que el sistema democrático es la

42 La delegación estuvo compuesta por la Presidenta de la CIDH, Luz Patricia Mejía Guerrero; el Primer Vicepresidente, Víctor Abramovich; el Segundo Vicepresidente y Relator para Honduras, Felipe González; el Comisionado Paolo Carozza, el Secretario Ejecutivo, Santiago A. Canton. También fue parte de la delegación la Relatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Catalina Botero.

garantía principal para la vigencia de los derechos humanos. En ese sentido, la

Comisión considera que únicamente el retorno a la institucionalidad democrática

en Honduras permitirá que se den las condiciones para el efectivo cumplimiento

de los derechos humanos de todos los habitantes de Honduras. La Comisión

considera fundamental que el gobierno de facto adopte medidas urgentes para

garantizar el derecho a la vida, integridad personal y libertad personal de todas las

personas. Es indispensable que se realicen investigaciones serias, exhaustivas,

conclusivas e imparciales de todos los casos de violaciones a los derechos

humanos. Destacó también la necesidad de que los responsables sean

debidamente juzgados y sancionados, y que se repare adecuadamente a los

familiares y víctimas de las violaciones atribuibles a agentes del Estado. En este

sentido, es de fundamental importancia que se facilite, se profundice y no se

ponga ningún obstáculo a la tarea que debe realizar la Fiscalía de Derechos

Humanos para que pueda investigar la totalidad de las violaciones ocurridas en el

contexto del golpe de Estado43.

3. Comunicados de Prensa

Importantes criterios en el uso de la fuerza vienen también desarrollados

por la Comisión en sus comunicados de prensa.

Comunicado de Prensa N° 35/09 de 8 de junio de 2009 – Perú

La CIDH condenó enérgicamente los graves hechos de violencia que tuvieron

lugar el 5 de junio en Bagua, en el norte de Perú, que habrían ocasionado la

muerte de varias personas. Según la información recibida, por lo menos 30

personas habrían muerto y otras habrían resultado heridas, incluyendo líderes

indígenas y miembros de las fuerzas de seguridad, como resultado de un

operativo de la Policía Nacional del Perú para dispersar el bloqueo que grupos

43 CIDH. Comunicado de Prensa N° 60/09 de 21 de agosto de 2009. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/60-09sp.htm

indígenas mantenían en la carretera de acceso a la ciudad de Bagua. El acto de

protesta había sido organizado por pueblos indígenas de la Amazonía peruana

tras la adopción de decretos legislativos que afectarían el derecho de propiedad

sobre sus tierras y territorios. La Comisión Interamericana recordó al Estado su

obligación de esclarecer judicialmente estos hechos de violencia y reparar sus

consecuencias. La información recibida por la CIDH señala que los centros de

atención a la salud en Bagua no estarían capacitados para brindar asistencia a la

gran cantidad de indígenas que resultaron heridos. La CIDH llamó al Estado

peruano a adoptar las medidas necesarias para garantizar el acceso a servicios de

salud a todos los heridos. Asimismo, la CIDH hizo un llamado a las partes a

promover un proceso de diálogo para la búsqueda de una solución que respete los

derechos humanos. Cabe resaltar la importancia de adoptar mecanismos para

evitar el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes públicos en marchas y

manifestaciones de protesta. Como ha manifestado la CIDH: “La criminalización

de la legítima movilización y protesta social, sea a través de represión directa a los

manifestantes, o a través de investigación y proceso criminal, es incompatible con

una sociedad democrática donde las personas tienen el derecho de manifestar su

opinión”.

Por último, la CIDH al haber tomado conocimiento que el 9 de mayo el Gobierno

declaró el estado de sitio, recordó al Estado peruano que el artículo 27 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Opinión Consultiva 9/87 de

la Corte Interamericana de Derechos Humanos enumeran los derechos que no

pueden ser suspendidos, entre otros, el derecho a la vida, a la integridad personal

y a las garantías judiciales indispensables para la protección de estos derechos.

En vista de la información recibida según la cual varias personas habrían sido

detenidas durante los incidentes sin que se informara sobre su identidad o su

paradero, la CIDH llama al Estado peruano a respetar su derecho a la integridad

personal y a las garantías judiciales44.

44 CIDH. Comunicado de Prensa N° 35/09 - Perú. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/35-09sp.htm

Comunicado de Prensa N° 64/09 de 22 de septiembre de 2009 –

Honduras

La CIDH instó al gobierno de facto de Honduras, y en especial a las fuerzas de

seguridad del Estado, a respetar las manifestaciones públicas y el derecho a la

libertad de expresión de todas las personas.

La CIDH recibió información que indica que el Presidente Manuel Zelaya Rosales

habría regresado a Honduras y que estaría en la Embajada de Brasil en

Tegucigalpa. Asimismo, recibió versiones periodísticas que indican que algunos

sectores sociales de Honduras estarían organizando manifestaciones de apoyo al

mandatario. Durante su visita a Honduras del 17 al 21 de agosto de 2009, la

Comisión tomó conocimiento de que en las manifestaciones que fueron reprimidas

en todo el territorio, incluyendo Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma,

Comayagua y la localidad de El Paraíso, hubo un patrón de uso excesivo de la

fuerza pública. Efectivamente, varias de las manifestaciones realizadas desde el

28 de junio de 2009 fueron disueltas por la fuerza pública, tanto policial como

militar, dejando como consecuencia muertes, torturas, malos tratos, cientos de

heridos y miles de detenciones arbitrarias.

La CIDH encuentra necesario reiterar que la participación política y social a través

de la manifestación pública es esencial en la vida democrática de las sociedades,

y que reviste un interés social imperativo. Las personas de todos los sectores

políticos tienen el derecho de ejercer plena y libremente su derecho de libertad de

expresión y su derecho de reunión, sin violencia y de conformidad con la ley y las

normas interamericanas de protección de los derechos humanos. Como lo han

señalado la Comisión y la Corte Interamericanas, los Estados no sólo no deben

interferir con el ejercicio de estos derechos sino que deben adoptar medidas para

asegurar su ejercicio efectivo. La Comisión Interamericana considera fundamental

que el gobierno de facto adopte medidas urgentes para garantizar los derechos a

la vida, integridad personal y libertad personal. Todas las personas sin distinción

deben estar igualmente protegidas en el ejercicio de sus derechos a la libertad de

expresión, reunión y participación política45.

Comunicado de Prensa No. 65/09 de 22 de septiembre de 2009 –

Honduras

La CIDH condenó enérgicamente el uso excesivo de la fuerza en la represión de

las manifestaciones que tuvieron lugar en Tegucigalpa, en los alrededores de la

Embajada de Brasil, donde se encuentra el Presidente Manuel Zelaya Rosales.

Según la información recibida, después de la llegada del Presidente Zelaya a

Honduras el 21 de septiembre de 2009, el gobierno de facto instauró un toque de

queda, el cual se mantiene vigente, y ordenó el cierre de los aeropuertos. En este

marco, fuerzas policiales y militares reprimieron a los manifestantes en la zona de

la Embajada, aplicando uso excesivo de la fuerza, utilizando bombas lacrimógenas

y balas de goma. Asimismo, se recibió información de que cientos de personas

fueron detenidas y de que agentes estatales arrojaron bombas lacrimógenas a la

sede del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras

(COFADEH), cuando se estaban recibiendo denuncias y testimonios de personas

heridas durante la represión. La CIDH fue informada además que la Embajada de

Brasil en Honduras estaría rodeada por fuerzas de seguridad del Estado y aislada

de toda comunicación con el exterior tras la aplicación de un corte de energía

eléctrica en la zona. Otros cortes de energía eléctrica sacaron del aire a radio

Globo y Canal 36. La CIDH hizo un llamado urgente al régimen de facto a adoptar

todas las medidas necesarias a fin de garantizar el derecho a la vida, la integridad

y la seguridad de todas las personas. En especial, la Comisión urge a las

autoridades de facto a respetar el derecho a la vida y a la integridad de las

personas detenidas, así como del Presidente Manuel Zelaya Rosales, de los

miembros de su familia y de su gabinete que están actualmente refugiados en la

45 CIDH. Comunicado de Prensa N° 64/09. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/64-09sp.htm

Embajada, del personal diplomático brasileño y de todas las personas que se

encuentran en la Embajada. Asimismo, la Comisión Interamericana urgió a las

autoridades de facto a investigar el uso excesivo de la fuerza utilizado en la

represión de la manifestación de apoyo al Presidente Manuel Zelaya y a sancionar

a los responsables de las violaciones a los derechos humanos que se determinen

en las investigaciones. Asimismo, la CIDH reitera su llamado al gobierno de facto

de Honduras a respetar las manifestaciones públicas y recuerda que todas las

personas sin distinción deben estar igualmente protegidas en el ejercicio de sus

derechos a la libertad de expresión, reunión y participación política. En este

sentido, la Comisión Interamericana expresó su profunda preocupación por la

reiterada utilización de diversos estados de emergencia en Honduras, en este

caso el toque de queda, para suspender derechos fundamentales y para evitar las

manifestaciones públicas46.

Comunicado de Prensa No. 12/10 de 2 de febrero de 2010 – Venezuela

La CIDH expresó su preocupación por los graves hechos de violencia ocurridos en

las manifestaciones llevadas a cabo en varias ciudades de Venezuela durante la

semana del 25 de enero de 2010, tanto a favor como en contra del Gobierno del

Presidente Hugo Chávez, en donde por lo menos dos manifestantes habrían

perdido la vida en el marco de protestas a favor y en contra del Gobierno, además

de varios agentes públicos y manifestantes heridos por uso indebido de la fuerza

por parte de las autoridades y por la acción de los propios manifestantes, tanto

partidarios como adversos al Gobierno venezolano. Los informes de prensa

indican igualmente que la policía dispersó a los manifestantes con bombas

lacrimógenas y perdigones, y que fueron detenidos varios estudiantes

universitarios. La Comisión Interamericana recordó al Estado venezolano su deber

de ejercer el control de las manifestaciones dentro del marco de respeto de los

estándares interamericanos de derechos humanos. Como lo ha manifestado

46 CIDH. Comunicado de Prensa N° 65/09. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/65-09sp.htm

anteriormente: “La Comisión considera que los agentes pueden imponer

limitaciones razonables a los manifestantes para asegurar que sean pacíficos o

para contener a los que son violentos, así como dispersar manifestaciones que se

tornaron violentas u obstructivas. No obstante, el accionar de las fuerzas de

seguridad no debe desincentivar el derecho de reunión sino protegerlo, por ello la

desconcentración de una manifestación debe justificarse en el deber de protección

de las personas. El operativo de seguridad desplegado en estos contextos debe

contemplar las medidas de desconcentración más seguras y rápidas y menos

lesivas para los manifestantes.” Asimismo recordó al Estado venezolano que tiene

el deber de investigar los hechos violatorios de derechos humanos con arreglo al

debido proceso, hasta su pleno esclarecimiento, así como juzgar a los

responsables y reparar las consecuencias de las violaciones.

Finalmente, la CIDH llama al diálogo y al ejercicio pacífico del derecho de

manifestación y reunión en Venezuela. Asimismo, la Comisión Interamericana

seguirá de cerca la evolución de los acontecimientos y continuará cumpliendo sus

tareas de promoción y defensa de los derechos humanos conforme a los

instrumentos que rigen su mandato47.

Comunicado de Prensa Nº No. 26/10 de 8 de marzo de 2010 –

Honduras

La CIDH condenó y lamentó los asesinatos de tres miembros activos de la

resistencia al golpe de estado, registrados en el último mes en Honduras.

Asimismo, la CIDH deplora los secuestros, detenciones arbitrarias, torturas,

violaciones sexuales y allanamientos ilegales de que han sido víctimas personas

activas en la resistencia contra el golpe de Estado y sus familiares. La CIDH

expresa también su profunda preocupación ante la información recibida de que

hijos e hijas de activistas están siendo amenazados y hostigados, y que en dos

casos han sido asesinados. Según la información recibida, el 3 de febrero de

47 CIDH. Comunicado de Prensa Nº 10/10. En: http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2010/12-10sp.htm

2010, Vanessa Zepeda Alonzo, de 29 años de edad, quien era activa en el Frente

de Resistencia y afiliada al Sindicato de Empleados de la Seguridad Social, fue

encontrada muerta en Tegucigalpa. Según testigos oculares, su cuerpo fue

lanzado desde un carro. Asimismo, el 15 de febrero de 2010, Julio Funez Benitez,

miembro activo de la resistencia y afiliado al Sindicato de Trabajadores de

SANAA, fue asesinado de dos balazos mientras conversaba en la acera de su

residencia en la Colonia Brisas de Olancho, por sujetos desconocidos que se

transportaban en una motocicleta. Finalmente, el 24 de febrero de 2010 fue

asesinada en su domicilio Claudia Maritza Brizuela, de 36 años de edad, hija del

dirigente sindical y social Pedro Brizuela, que participa activamente en la

resistencia. Dos desconocidos llamaron a la puerta y al abrir, Claudia Brizuela fue

asesinada a balazos, frente a sus hijos de 2 y 8 años de edad. La Comisión

observa con consternación que se estaría asesinando, secuestrando agrediendo y

amenazando a los hijos y a las hijas de los líderes del Frente de Resistencia,

como una estrategia para acallarlos. En este sentido, el 17 de febrero de 2010

apareció ahorcada Dara Gudiel, de 17 años de edad, en la Ciudad de Danlí,

departamento del Paraíso. Dara Gudiel era hija del comunicador social Enrique

Gudiel, quien dirige un programa de radio llamado “Siempre al Frente con el

Frente”, donde se transmiten informaciones sobre la resistencia. Días antes de

aparecer ahorcada, Dara Gudiel había sido liberada, luego de permanecer

secuestrada dos días durante los cuales habría sido maltratada físicamente. Por

otra parte, el 9 de febrero de 2010 fueron secuestrados cinco miembros de

una familia que es activa en la resistencia, por siete hombres fuertemente

armados que vestían uniforme militar y tenían el rostro cubierto con gorros

pasamontañas. Una de las personas secuestradas era una joven que había

denunciado en agosto de 2009 haber sido violada sexualmente por cuatro

policías luego de haberla detenido en una manifestación contra el golpe de

Estado perpetrado el 29 de junio. El 9 de febrero, los hombres armados

interceptaron el vehículo en el cual viajaba la joven junto con su hermano, su

hermana y otras dos personas; cuando les ofrecieron las llaves del auto,

respondieron que lo que querían era a la joven, “a ver si esta vez los denunciaba”.

Los cinco fueron obligados a punta de pistola a caminar montaña adentro, donde

dos de las mujeres fueron violadas sexualmente; la tercera fue víctima de robo y

amenazas de muerte, y los dos hombres fueron sometidos a torturas físicas.

Fueron liberados horas después. Estos hechos se dan en un contexto de grave

hostigamiento contra los miembros activos de la resistencia en Honduras, en el

cual durante el último mes se han producido más de medio centenar de

detenciones, ocho casos de torturas, dos secuestros, dos violaciones sexuales y

un allanamiento de domicilio. Estas agresiones se han realizado contra miembros

de la resistencia, sindicalistas y comunicadores sociales, así como sus hijos e

hijas. La Comisión señaló que Honduras debe adoptar medidas urgentes para

garantizar los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal. Para la

CIDH, tTodas las personas sin distinción deben estar igualmente protegidas en el

ejercicio de sus derechos a la libertad de expresión, reunión y participación

política. La CIDH encuentra necesario reiterar que la participación política y social

a través de la manifestación pública es esencial en la vida democrática de las

sociedades, y que reviste un interés social imperativo. Las personas de todos los

sectores políticos tienen el derecho de ejercer plena y libremente su derecho de

libertad de expresión y su derecho de reunión, sin violencia y de conformidad con

la ley y las normas interamericanas de protección de los derechos humanos.

Como lo han señalado la Comisión y la Corte Interamericanas, los Estados no sólo

no deben interferir con el ejercicio de estos derechos sino que deben adoptar

medidas para asegurar su ejercicio efectivo.48

Comunicado de Prensa No. 55/10 de 27 de mayo de 2010 – Jamaica

La CIDH expresó su profunda preocupación por la ola de violencia que atraviesa

Jamaica desde el 23 de mayo de 2010. De acuerdo a la información recibida por la

CIDH, más de 40 personas habrían muerto y más de 30 habrían resultado heridas

como resultado de enfrentamientos violentos en Kingston entre policías y civiles, y

48 CIDH. Comunicado de Prensa N° 26/10. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2010/26-10sp.htm

más de 200 personas habrían sido detenidas. De acuerdo a la información

disponible, esta ola de violencia estaría vinculada a la lucha contra el crimen

organizado; específicamente, a las acciones adoptadas por el Gobierno para

arrestar a Christopher Coke, en relación a cargos por tráfico de drogas y armas.

Asimismo, la CIDH tomó conocimiento que el Gobierno declaró estado de

emergencia el 23 de mayo de 2010. La Comisión lamenta profundamente las

muertes ocurridas en este contexto y hace un llamado urgente al Estado de

Jamaica a realizar una investigación diligente, efectiva e imparcial sobre estos

hechos. Para la Comisión, el uso legítimo de la fuerza pública implica, entre otros

factores, que ésta debe ser tanto necesaria como proporcionada al objetivo

legítimo que se persiga. El grado de fuerza ejercido por los funcionarios del Estado

para que se considere adecuado con los parámetros internacionales, no debe ser

más que el “absolutamente necesario”. Los Principios Básicos sobre el Empleo de

la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargados de Hacer

Cumplir la Ley contemplan que “los funcionarios encargados de hacer cumplir la

ley, en el desempeño de sus funciones, utilizarán en la medida de lo posible

medios no violentos antes de recurrir al empleo de la fuerza y de armas de fuego”.

La CIDH ha dicho asimismo que los agentes del Estado sólo pueden emplear la

fuerza letal en forma excepcional, en caso de peligro directo o inminente de

muerte o de lesiones que pueden provocar la muerte del propio agente o de otra

persona. La Comisión señaló que, la jurisprudencia del Sistema Interamericano de

Derechos Humanos deja en claro que los agentes del Estado tienen la obligación

de hacer cumplir la ley y mantener el orden aun cuando se produzcan en algunos

casos muertes o lesiones corporales durante dicho proceso como resultado del

uso proporcional de la fuerza. Asimismo, la fuerza utilizada no debe ser excesiva.

Cuando se usa fuerza excesiva, no se respeta la integridad personal, y toda

privación de la vida resultante es arbitraria. La CIDH instó al Estado de Jamaica a

adoptar todas las medidas necesarias a fin de garantizar el derecho a la vida, la

integridad y la seguridad de todas las personas. En relación a la declaración del

estado de emergencia, la CIDH recuerda que la Convención Americana sobre

Derechos Humanos establece la suspensión de garantías como un mecanismo

excepcional para que se suspenda el goce y ejercicio de algunos derechos en

caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la

independencia o seguridad del Estado parte. De conformidad con el artículo 27 de

la Convención Americana, el alcance de las suspensiones debe ser el

estrictamente necesario para paliar la situación de emergencia, lo cual implica

limitar su alcance temporal, espacial y los derechos que se suspenden. Cada uno

de los actos de implementación de suspensión de garantías debe ser razonable,

esto es, debe ser estrictamente adecuado a la causa y el alcance del estado de

excepción, sin que exista ningún tipo de discriminación.

El 27 de mayo de 2010, la CIDH solicitó información urgente al Estado de Jamaica

sobre la muerte de civiles y de personal de seguridad en el marco de esta ola de

violencia; sobre las medidas que el Estado haya adoptado a fin de minimizar la

pérdida de vidas; sobre las acciones del Estado para ofrecer en forma inmediata la

asistencia que requieran las víctimas de la violencia; sobre las medidas adoptadas

para investigar y establecer las circunstancias y eventualmente determinar las

responsabilidades por cada una de las muertes que tuvo lugar en el contexto de

estos hechos; y sobre las medidas adoptadas para asegurar que el estado de

emergencia declarado se implemente en conformidad con las obligaciones

asumidas por Jamaica bajo la Convención Americana sobre Derechos Humanos.49

Comunicado de Prensa Nº 77/10 – Panamá

La CIDH expresó su preocupación por los graves hechos de violencia ocurridos en

una manifestación que tuvo lugar el 8 de julio de 2010 en Changuinola, Bocas del

Toro, Panamá. Según la información recibida por la Comisión, trabajadores de

fincas bananeras de la provincia de Bocas del Toro decretaron paro general de

labores a partir del 2 de julio de 2010, como medida de protesta contra la

aprobación de la Ley 30, aprobada el 12 de junio por la Asamblea Nacional de

49 CIDH: Comunicado de Prensa Nº 55/10. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2010/55-10sp.htm

Panamá y sancionada por el Presidente el 16 de junio. Se indica que el 8 de julio,

una manifestación organizada en el marco de la protesta contra algunos aspectos

de esta ley relacionados con derechos sindicales y el derecho de huelga, fue

reprimida por las fuerzas de seguridad, con un resultado de al menos dos

personas muertas, más de un centenar de heridos y otro centenar de detenidos.

La Comisión fue informada que se habrían librado órdenes de detención contra, al

menos, 17 sindicalistas, las cuales posteriormente se habrían anulado. Asimismo,

el 21 de julio el Gobierno de Panamá informó sobre la creación de una comisión

especial para investigar los hechos. La Comisión Interamericana recordó al Estado

panameño su deber de ejercer el control de las manifestaciones dentro del marco

de respeto de los estándares interamericanos de derechos humanos. Como lo ha

manifestado anteriormente: “La Comisión considera que los agentes pueden

imponer limitaciones razonables a los manifestantes para asegurar que sean

pacíficos o para contener a los que son violentos, así como dispersar

manifestaciones que se tornaron violentas u obstructivas. No obstante, el accionar

de las fuerzas de seguridad no debe desincentivar el derecho de reunión sino

protegerlo, por ello la desconcentración de una manifestación debe justificarse en

el deber de protección de las personas. El operativo de seguridad desplegado en

estos contextos debe contemplar las medidas de desconcentración más seguras y

rápidas y menos lesivas para los manifestantes.” Asimismo, recordó al Estado

panameño que tiene el deber de investigar los hechos violatorios de derechos

humanos con arreglo al debido proceso, hasta su pleno esclarecimiento, así como

juzgar a los responsables y reparar las consecuencias de las violaciones.50

III. Decisiones de la Comisión Interamericana y de la Corte Interamericana

sobre el uso de la fuerza

En esta parte del documento se presenta un resumen de los casos que han sido

admitidos, y han merecido pronunciamiento sobre el fondo, con informe de

50 CIDH. Comunicado de Prensa Nº 77/10. En: http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2010/77-10sp.htm

solución amistosa o enviados a la Corte por la CIDH, y que han merecido su

pronunciamiento, durante los últimos años. Los casos decididos recientemente

permiten observar cuales son las tendencias y las problemáticas que la CIDH ha

atendido y está atendiendo en materia de protección respecto al uso de la fuerza

por los Estados.

1. Decisiones de la CIDH

Informe de Admisibilidad Nº 01/09, petición 1491-05, Benito Antonio

Barrios y otros, Venezuela, 17 de enero de 200951

La CIDH declaró admisible una petición presentada por Eloísa Barrios y otros en la

cual se alega la responsabilidad de agentes de la República Bolivariana de

Venezuela por la detención ilegal y la ejecución extrajudicial de Benito Antonio

Barrios ocurrida el 28 de agosto de 1998, en el pueblo rural de Guanayen,

municipio de Urdaneta. Durante el trámite de la petición se añadieron alegatos

sobre la presunta ejecución extrajudicial de Rigoberto Barrios, las detenciones

ilegales y violaciones contra el derecho a la integridad personal de varios

miembros de la familia Barrios por parte de agentes del Estado y el subsecuente

desplazamiento de dichos miembros.

Los peticionarios indicaron que el presente caso se ubica en el marco de una

reconocida práctica de ejecuciones extrajudiciales y de uso excesivo e

indiscriminado de la fuerza por parte de las policías regionales. Precisaron que el

pueblo rural de Guanayen, en el municipio de Urdaneta, al sur del Estado Aragua,

es un lugar que, por su ubicación geográfica, dificulta el control efectivo sobre los

funcionarios de los organismos de seguridad. Según los peticionarios, esta

situación ha favorecido la configuración de una práctica sistemática de

ejecuciones extrajudiciales en la región, de uso excesivo y arbitrario de la fuerza,

así como de mecanismos de impunidad alrededor de tales situaciones.

51 http://www.cidh.org/annualrep/2009sp/Venezuela1491-05.sp.htm

La CIDH consideró que las alegaciones de los peticionarios relativas a – entre

otros – la presunta violación del derecho a la vida y a la integridad personal,

podrían caracterizar, entre otro, posibles violaciones a los derechos protegidos en

los artículos 4.1, 5.1 y 5.2, en concordancia con el artículo 1.1 de la Convención

Americana en perjuicio de Benito Antonio Barrios y de Rigoberto Barrios.

Informe de Admisibilidad Nº 22/09, petición 908-04, Igmar Alexander

Landaeta Mejías, Venezuela, 20 de marzo de 200952

La CIDH declaró admisible una petición en representación de las presuntas

víctimas, el fallecido Igmar Alexander Landaeta Mejías y su padre Ignacio

Landaeta Muñoz contra la República Bolivariana de Venezuela por la presunta

violación de los derechos consagrados en los artículos 4.1 (vida) y 5 (integridad

personal). El peticionario indicó que el joven Igmar Landaeta fue privado de su

vida el 17 de noviembre de 1996 en el municipio Santiago Mariño, Estado Aragua,

por parte de dos funcionarios policiales adscritos al Cuerpo de Seguridad y Orden

Público, CSOPEA, del mismo Estado. Los hechos ocurrieron como parte de un

patrón de ejecuciones extrajudiciales cometidas por parte de funcionarios de las

policías regionales de Venezuela, mediante un modus operandi determinado y con

un índice particularmente elevado en el Estado Aragua. Según señaló el

peticionario, el Estado no investigó adecuadamente los hechos pues las

autoridades tanto policiales como del Ministerio Público encargadas de impulsar la

investigación, actuaron de manera negligente lo que resultó en la absolución de

los funcionarios y la consecuente situación de impunidad de los hechos. La

Comisión consideró que los hechos alegados en la petición podrían caracterizar

violación a los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención

Americana en perjuicio de Igmar Alexander Landaeta Mejías, así como del

derecho consagrado en el artículo 5 (entre otro) de la Convención Americana en

52 http://www.cidh.org/annualrep/2009sp/Venezuela908-04.sp.htm

perjuicio de sus familiares, todo en conexión con las obligaciones establecidas en

el artículo 1.1 del mismo instrumento.

2. Sentencias de la Corte IDH

Caso El Frontón Vs. Perú, Durand y Ugarte vs. Perú, sentencia de 16

de agosto de 200053

En inicios de 1986 Nolberto Durand Ugarte y Gabriel Pablo Ugarte Rivera fueron

detenidos y procesados por la presunta comisión del delito de terrorismo. Los

señores Durand Ugarte y Ugarte Rivera fueron trasladados por orden judicial a El

Frontón.

El 18 de junio de 1986 se produjeron motines simultáneos en tres centros

penitenciarios de Lima, entre ellos el Pabellón Azul del CRAS San Juan Bautista,

(ex-El Frontón) donde se encontraban los detenidos Nolberto Durand Ugarte y

Gabriel Pablo Ugarte Rivera. Los presos asumieron el control de los pabellones,

luego de haber tomado a efectivos de la Guardia Republicana como rehenes y de

haberse apoderado de las armas de fuego que portaban algunos de ellos. Ante

esta situación, las autoridades penitenciarias, en coordinación con las autoridades

judiciales competentes, iniciaron negociaciones con los amotinados, en las que se

avanzó hasta conocer sus reclamos.

El entonces Presidente de la República del Perú54 convocó al Consejo de

Ministros a una sesión extraordinaria el día 18 de junio de 1986, con participación

del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Esta reunión se realizó dentro del

marco jurídico señalado por el Decreto Supremo No. 012-86-IN, de 2 de junio de

1986, que “prorrog[ó] el Estado de Emergencia en la Provincia de Lima y en la

Provincia Constitucional del Callao [y decretó que las] Fuerzas Armadas

53 http://wwwj.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_68_esp.pdf 54 Alan García Pérez.

continuaran con el control del orden interno” en dichas provincias. En la citada

reunión se decidió que después de la intervención de la Comisión de Paz para

obtener la rendición de los amotinados, se ordenara al Comando Conjunto de las

Fuerzas Armadas debelar el motín.

El 19 de junio de 1986 el Presidente de la República dictó el Decreto- Supremo

No. 006-86-JUS, mediante el cual declaró los penales como “zona militar

restringida” y los dejó formalmente bajo la jurisdicción del Comando Conjunto de

las Fuerzas Armadas, mientras durara el estado de emergencia prorrogado

conforme al Decreto Supremo No. 012-86-IN. Esta norma impidió el ingreso de

autoridades civiles y judiciales a El Frontón, y dio a la Marina de Guerra del Perú

el control absoluto del penal. El citado decreto se publicó en el diario oficial al día

siguiente, 20 de junio de 1986, con la indicación expresa de que regiría desde su

promulgación (que ocurrió el 19 de junio de 1986), aun cuando los operativos

militares realizados el 18 y 19 de junio ya habían concluido y los motines estaban

controlados. El develamiento del motín del penal El Frontón fue encomendado a la

Marina de Guerra y la Guardia Republicana bajo las órdenes del Comando

Conjunto. El operativo comenzó a las 3:00 horas del 19 de junio. La Fuerza de

Operaciones Especiales (FOES) procedió a la demolición del Pabellón Azul, lo que

produjo la muerte o lesiones a un gran número de reclusos. El Pabellón Azul era

un área aislada del establecimiento penal, en la que ocurrieron los hechos.

Para investigar los hechos relacionados con el debelamiento del motín, el

Congreso de la República del Perú nombró una Comisión Investigadora, la cual, al

concluir su trabajo, presentó dos informes, uno en mayoría y otro en minoría. El

informe de mayoría, en el punto 14 de sus conclusiones, indicó que “[d]el resultado

logrado se infiere, sin embargo, la desproporción del potencial bélico empleado. La

demolición final, luego de la rendición producida a las 14:30 horas del día

diecinueve, no tendría explicación lógica y en consecuencia sería injustificada”.

Asimismo, el informe de minoría señaló, en el apartado relativo a las cuestiones

previas, que está demostrado que el gobierno, al incumplir con su obligación de

proteger la vida humana, dio órdenes que trajeron como consecuencia un

injustificable número de muertes. Asimismo, el informe señaló que la opción

tomada de debelar los motines a través de la fuerza militar, en el plazo más breve

y perentorio, significaba poner en grave e innecesario peligro la vida de los

rehenes y los internos y que la fuerza militar utilizada fue desproporcionada en

relación al peligro realmente existente y las formas de ataque implementadas

tampoco revelaron precaución alguna por reducir los costos humanos del

debelamiento.

Caso Las Palmeras vs Colombia, sentencia de 6 de diciembre de

200155

El 23 de enero de 1991 el Comandante Departamental de la Policía de Putumayo

ordenó a miembros de la Policía Nacional llevar a cabo una operación armada en

la localidad de Las Palmeras, Municipio de Mocoa, Departamento de Putumayo.

La Policía Nacional fue apoyada por efectivos del Ejército. En la mañana de ese

mismo día, se encontraban en la escuela rural de Las Palmeras unos niños que

esperaban el comienzo de las clases y dos trabajadores, Julio Milciades Cerón

Gómez y Artemio Pantoja, que reparaban un tanque séptico. En un terreno lindero

se hallaban los hermanos Wilian Hamilton y Edebraes Norverto, ambos Cerón

Rojas, ordeñando una vaca. El maestro Hernán Javier Cuarán Muchavisoy estaba

por llegar a la escuela. Las fuerzas del Ejército abrieron fuego desde un

helicóptero e hirieron al niño Enio Quinayas Molina, en ese entonces de seis años,

quien se dirigía a la escuela. La Policía detuvo en la escuela y en sus alrededores

al maestro Cuarán Muchavisoy, a los trabajadores Cerón Gómez y Pantoja, a los

hermanos Wilian Hamilton y Edebraes Cerón y a otra persona no identificada que

podría ser Moisés Ojeda o Hernán Lizcano Jacanamejoy. La Policía Nacional

ejecutó extrajudicialmente por lo menos a seis de estas personas. Los miembros

de la Policía Nacional y del Ejército realizaron numerosos esfuerzos para justificar

su conducta. En este orden de ideas, vistieron con uniformes militares los

cadáveres de algunas de las personas ejecutadas, quemaron sus ropas y

55 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_90_esp.pdf

amedrentaron a varios testigos del caso. Igualmente, la Policía Nacional presentó

siete cadáveres como pertenecientes a subversivos muertos en un presunto

enfrentamiento. Entre esos cadáveres se encontraban seis cuerpos de las

personas detenidas por la Policía y un séptimo, cuyas circunstancias de muerte no

han sido esclarecidas. Como consecuencia de los hechos descritos, se iniciaron

procesos de carácter disciplinario, administrativo y penal. El proceso disciplinario

realizado por el Comandante de la Policía Nacional de Putumayo se falló en cinco

días y se absolvió a todos los que participaron en los hechos de la localidad de

Las Palmeras. Asimismo, se iniciaron dos procesos contenciosos administrativos

en los que se reconoció expresamente que las víctimas del operativo armado no

pertenecían a ningún grupo armado y que el día de los hechos estaba realizando

sus tareas habituales. Estos procesos permitieron comprobar que la Policía

Nacional ejecutó extrajudicialmente a las víctimas cuando se encontraban en

estado de indefensión. En cuanto al proceso penal militar, después de siete años

aún se encontraba en la etapa de investigación y todavía no se había acusado

formalmente a alguno de los responsables de los hechos.

Caso “El Caracazo” Vs. Venezuela, sentencia de 11 noviembre de

199956

El 16 de febrero de 1989 el entonces Presidente de Venezuela, Carlos Andrés

Pérez, anunció una serie de medidas de ajuste económico para refinanciar la

deuda externa a través del Fondo Monetario Internacional, las cuales se pusieron

en práctica el 27 de febrero de 1989.

Este día un número indeterminado de personas provenientes de los estratos

populares iniciaron una serie de disturbios en la ciudad de Garenas, Estado de

Miranda, como consecuencia del aumento de las tarifas de transporte urbano y de

la falta de reconocimiento del pasaje preferencial estudiantil por parte del Poder

Ejecutivo. Dichos disturbios se propagaron después a otras zonas del área

56 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_58_esp.pdf

metropolitana de Caracas. Los disturbios consistieron principalmente en la quema

de vehículos destinados al transporte urbano y en el saqueo y la destrucción de

locales comerciales, hechos que produjeron cuantiosos daños a propiedades

públicas y privadas. Como un sector de la Policía Metropolitana se encontraba en

huelga, ella no intervino oportunamente para controlar los disturbios. El entonces

Presidente de la República llamó al Ministro de Defensa y le ordenó que

procediera a la movilización de los efectivos militares.

El control de la situación se encomendó a fuerzas militares, para lo cual se trajeron

del interior del país, aproximadamente nueve mil efectivos. Dichas fuerzas

militares estaban integradas por jóvenes de 17 y 18 años reclutados en febrero de

1989 quienes fueron equipados con armas de asalto (FAL o Fusil Automático

Ligero, 7.62mm) para controlar la población civil y vehículos blindados AMX-13.

Los oficiales usaron pistolas de gran potencia calibre 9mm.

El 28 de febrero de 1989 el Poder Ejecutivo emitió el Decreto Nº 49, el cual ordenó

la suspensión de garantías establecidas en la Constitución venezolana, entre ellas

libertad individual; inviolabilidad de domicilio; libertad de expresión; derecho a

reunión y derecho a la manifestación pacífica. Las garantías constitucionales

fueron restablecidas el 22 de marzo de 1989. Las fuerzas armadas de Venezuela

durante los 23 días que duró la suspensión de garantías y, particularmente, a

partir del 1 de marzo de 1989, tuvieron el control del territorio y de la población;

también dispusieron para los primeros días un toque de queda que obligaba a la

personas a permanecer en sus casas entre las 6 p.m. y 6 a.m.

Durante el período de excepción los órganos de seguridad del Estado,

conjuntamente con la Policía Metropolitana, la Guardia Nacional y el Ejército,

realizaron una serie de operativos tendientes a reprimir los actos de violencia. Los

sucesos de febrero y marzo de 1989 dejaron un saldo de 276 muertos, numerosos

lesionados, varios desaparecidos y cuantiosas pérdidas materiales. Sin embargo,

dicha lista fue desvirtuada por la posterior aparición de fosas comunes. A partir del

28 de febrero de 1989 se aplicó a la población civil un plan militar secreto

denominado Ávila.

La mayoría de las muertes fueron ocasionadas por disparos indiscriminados

realizados por agentes del Estado venezolano mientras que otras fueron el

resultado de ejecuciones extrajudiciales. Existió un patrón común de

comportamiento caracterizado por el uso desproporcionado de la fuerza armada

en los barrios populares. Dicho comportamiento incluyó el ocultamiento y

destrucción de evidencia, así como el empleo de mecanismos institucionales que

han asegurado la impunidad de los hechos. En los días subsiguientes a los

sucesos, el Estado ordenó, a través del Poder Ejecutivo, que se procediera a la

inhumación de un número aún no determinado de cadáveres en fosas comunes

ubicadas en el sector denominado “La Peste I y II del Cementerio General del Sur

de Caracas, para el cumplimiento de instrucciones precisas de carácter sanitario”.

Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, sentencia de 25 de

noviembre de 200657

A partir del golpe de estado de 5 de abril de 1992, y con el fin de combatir a

grupos subversivos y terroristas, el Estado implementó en las prisiones prácticas

incompatibles con la efectiva protección del derecho a la vida y otros derechos,

tales como ejecuciones extrajudiciales y tratos crueles e inhumanos, así como el

uso desproporcionado de la fuerza en circunstancias críticas.58

Entre el 6 y 9 de mayo de 1992, agentes del Estado peruano utilizaron en el centro

penal Miguel Castro Castro, ubicado en San Juan de Lurigancho en la ciudad de

Lima, fuerza excesiva e inclusive material bélico que ocasionó la destrucción

parcial de los pabellones del centro penal, luego de una operación militarizada de

57 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_160_esp.pdf 58 Cfr. informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR, suscrito el 27 de agosto de 2003 en la ciudad de Lima, Perú, Tomo V, sección 2.22, Las Cárceles, págs. 697 a 721 (expediente de anexos a la demanda, anexo 6, correspondiente a un disco compacto).

traslado de internos, llamada “Mudanza 1”. Se produjo la muerte de al menos 42

internos; 175 resultaron heridos; y otros 322 fueron sometidos a trato cruel,

inhumano y degradante por diversos períodos de tiempo.

El primer acto del “operativo” fue realizado en la madrugada del 6 de mayo de

1992. No existía un motín cuando se realizó el primer acto del “operativo”, ni otra

situación de fuerza o despliegue de violencia alguna que ameritara el uso legítimo

de la fuerza por los agentes del Estado. Se trató más bien de un ataque ejecutado

para atentar contra la vida e integridad de las internas e internos que se

encontraban en los pabellones 1A y 4B del Penal Miguel Castro Castro. La

resistencia que opusieron los internos se presentó después del ataque, como

reacción normal a la ofensiva de las fuerzas de seguridad, por un instinto natural

de defensa de la vida e integridad física. La mayoría de los internos fueron

perpetrados como castigos colectivos, tales como: golpes con varas de metal en

las plantas de los pies, comúnmente identificados como golpes de falanga;

aplicación de choques eléctricos; golpizas realizadas por muchos agentes con

palos y puntapiés que incluían golpes en la cabeza, las caderas y otras partes del

cuerpo en que las víctimas tenían heridas; y el uso de celdas de castigo conocidas

como el “hueco”.

Asunto de la Comunidad de Paz de San José Apartadó (Colombia)59

La Comunidad de Paz de San José Apartadó, creada en 1997 y asentada en la

región del Urabá antioqueño, uno de los epicentros del conflicto armado interno

que se desarrolla en la República de Colombia, está conformada de

aproximadamente 1200 personas que se encuentran asentadas en las veredas

(pequeños poblados rurales) y en zonas humanitarias, ubicadas en el municipio de

San José de Apartadó.60

59 8 resoluciones de la Corte IDH y su Presidente en: http://www.corteidh.or.cr/pais.cfm?id_Pais=9. 60 San Josesito, La Antena, La Cristalina, Arenas Altas, La Unión, Mulata y La Esperanza.

Desde su creación La Comunidad de Paz de San José de Apartadó está

confrontada con más de 150 homicidios y “desapariciones” de miembros de esa

comunidad. Miembros de la XVII Brigada del Ejército Nacional, a veces

conjuntamente con miembros de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y

Urabá, ACCU, por ejemplo: retuvieron miembros de la comunidad, los golpearon

saltando sobre ellos, les colocaron trapos mojados en la cara y los acusaron de

ser guerrilleros; desnudaron a otros e hicieron tender en el piso. Luego les

“colocaron revólveres y machetes en el cuello y les dijeron que los iban a matar”.

Amenazaron a otros de la misma manera, les incendiaron su casa y mataron sus

animales. Torturaron y asesinaron a muchos otros miembros de la comunidad.

Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24

de noviembre de 200961

Los días 6, 7, 8 y 9 de diciembre de 1982, miembros del Ejército de Guatemala

masacraron aproximadamente 300 personas (hombres, mujeres, niños y

ancianos), pobladores del Parcelamiento Las Dos Erres, Aldea Las Cruces,

ubicado en el municipio de la Libertad, Departamento de Petén. La investigación

de los hechos relativos a la masacre, la identificación de los responsables

materiales e intelectuales de los mismos y la aplicación de las sanciones

correspondientes fue denegada por las instituciones guatemaltecas.

Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela.

Sentencia de 5 de julio de 200662

El 27 de noviembre de 1992 se produjo el segundo intento de golpe de Estado

contra el gobierno del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez. El alzamiento fue

llevado a cabo por parte de un grupo cívico-militar conformado por altos oficiales

de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas y varios civiles opositores al

Gobierno. La ciudad de Caracas fue particularmente afectada por el intenso

61 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_211_esp.pdf 62 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_150_esp.pdf

bombardeo al que fue sometida. Los disturbios se extendieron por amplios

sectores de la ciudad. La insurrección fue controlada por el Gobierno el mismo día

27 de noviembre de 1992, provocando la rendición de los involucrados, su huída y

el posterior asilo en Perú de cerca de un centenar de los alzados.

La madrugada del 27 de noviembre de 1992, hubo una ejecución extrajudicial de

37 reclusos del Retén de Catia, ubicado en la ciudad de Caracas, Venezuela.

Estos hechos ocurrieron después del segundo intento de golpe militar en

Venezuela, el cual ha originado una agitación al interior del citado retén.

Según una versión, los guardias del centro penitenciario y tropas del Comando

Regional 5 de la Guardia Nacional y de la Policía Metropolitana intervinieron

masivamente, con uso desproporcionado de la fuerza y disparando

indiscriminadamente a la población reclusa. Los guardias del Retén abrieron las

puertas de las celdas anunciando a los reclusos que quedaban en libertad,

esperaron la salida de los internos y dispararon contra ellos. Otras versiones de lo

ocurrido indican que se generó un intento masivo de fuga que fue reprimido por las

autoridades con exceso en el uso de la fuerza. En estos hechos habrían

intervenido la guardia penitenciaria, la Policía Metropolitana y posteriormente la

Guardia Nacional.

A pesar de las distintas versiones de lo ocurrido, lo que queda claro es que las

muertes de las víctimas del presente caso fueron producidas por heridas con

armas de fuego, y en muchas de ellas, la trayectoria de los proyectiles indica que

fueron ejecutadas extrajudicialmente.

IV. Estándares del SIDH respecto al uso de la fuerza y de las armas de fuego.

Se ha podido identificar de la revisión de las notas de prensa y de los informes de

la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como de las sentencias de

la Corte Interamericana de Derechos Humanos algunos estándares para la

protección de personas vinculados al uso de la fuerza, establecidos por estos

órganos, tales como:

- La obligación general de los Estados de respetar y garantizar las normas de

protección de la persona vinculado al uso de la fuerza

- Derechos de toda persona a la vida y a la integridad que son especialmente

vulnerados por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y que

usan la fuerza en ese propósito

- Los deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza

- Deber del Estado de investigar

1. La obligación general de los Estados de respetar y garantizar las

normas de protección de la persona vinculado al uso de la fuerza

La obligación general de los Estados en el SIDH, lo constituye el deber de respetar

y garantizar las normas de protección. Este deber incluiría también el de respetar y

garantizar las normas del DIH, en virtud que el respeto y garantías deben ser

observadas en toda circunstancia. Más aún cuando las obligaciones derivadas

tanto del DIDH como del DIH coinciden –en gran medida – con las del DIH,

específicamente respecto a la obligación del Estado de proteger a su población

civil en un conflicto armado [interno].

La Corte Interamericana tuvo la posibilidad de constatar que

“el artículo 1.1 impone a los referidos Estados los deberes

fundamentales de respeto y garantía de los derechos, de tal modo

que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la

Convención que pueda ser atribuido, según las reglas del Derecho

Internacional, a la acción u omisión de cualquier poder u órgano de

éstos, independientemente de su jerarquía, constituye un hecho

imputable al Estado que compromete su responsabilidad

internacional”.63

63 Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 81.

El entonces Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y actual Juez

de la CIJ, Antonio Cancado Trindade, en su voto concurrente en el Caso Las

Palmeras vs Colombia64, y posteriormente en el Asunto de la Comunidad de Paz

de San José Apartadó, señaló que, conforme al artículo 1.1 de la CADH65, los

Estados partes tienen la obligación general de “respetar y hacer respetar” las

normas de protección, “en todas las circunstancias”66.

Respecto a lo que debemos entender por “en todas circunstancias”, Cancado

Trindade, señala que esa obligación –la de respetar y hacer respetar las normas

de protección en todas circunstancias- es un denominador común entre la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros tratados de derechos

humanos, así como de Derecho Internacional Humanitario, “capaz de de

conducirnos a la consolidación de las obligaciones erga omnes de protección del

derecho a la vida, en cualesquiera circunstancias, tanto en tiempo de paz como de

conflicto armado interno”. En ese sentido señaló:

8. Cabe igualmente tener en mente la obligación general de los

Estados Partes en la Convención Americana de respetar y hacer

respetar las normas de protección, en todas las circunstancias (artículo

1(1)). Dicha obligación es el denominador común entre la Convención

Americana y otros tratados de derechos humanos, así como de

Derecho Internacional Humanitario, "capaz de conducirnos a la

consolidación de las obligaciones erga omnes de protección del

64 Corte IDH. Caso Las Palmeras. Vs. Colombia. Sentencia de 6 de diciembre de 2001 (Fondo). Voto Concurrente, párr. 9: “En nada sorprende que el deber general y fundamental del artículo 1(1) de la Convención Americana encuentre paralelo en otros tratados de derechos humanos y de Derecho Internacional Humanitario5”. 65 Art. 1 CADH. Obligación de respetar los derechos. 1. Los Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 66 Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006, párr. 8. Véase también…

derecho fundamental a la vida, en cualesquiera circunstancias, tanto en

tempo de paz como de conflicto armado interno", - como acrecenté en

mi referido Voto (párr. 8) en el caso Las Palmeras.

Con relación al deber general de respetar y garantizar el ejercicio de los derechos

protegidos, Antonio Cancado agrega que dicho deber es un elemento a "tomarse

en cuenta para la consolidación de la oponibilidad de obligaciones de protección a

todos los Estados Partes en dichos tratados, y en particular de los tratados de

derechos humanos, dotados de mecanismos propios de supervisión". Para Cancado

se trata de “una obligación general, que existe para todos los Estados Partes inter se

(en tiempos tanto de paz como de conflicto armado), de asegurar la integridad y

efectividad de la Convención: "este deber general de protección (la garantía

colectiva) es de interés directo de cada Estado Parte, y de todos ellos en conjunto

(obligación erga omnes partes)" Se trataría entonces que esta obligación -la de

respetar y garantizar los derechos protegidos- no solo es una obligación erga

omnes, en el sentido de generar obligaciones para todos los Estados partes para

sí mismos, sino además que se trata de una obligación para todos los Estados de

asegurar entre sí su observancia. Precisamente la Corte Internacional de Justicia

en su OC sobre la Construcción del Muro por Israel en territorio Palestino incluida

Jersusalén Oriental del año 2004, se ha referido a ese aspecto de las obligaciones

que generan los Tratados de Derechos Humanos67.

67 Corte IDH. Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000. Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, párr. 9: Este denominador común, el deber general de respetar y garantizar el ejercicio de los derechos protegidos, es un elemento a "tomarse en cuenta para la consolidación de la oponibilidad de obligaciones de protección a todos los Estados Partes en dichos tratados, y en particular de los tratados de derechos humanos, dotados de mecanismos propios de supervisión". Tratase, - concluí, - de una obligación general, que existe para todos los Estados Partes inter se (en tiempos tanto de paz como de conflicto armado), de asegurar la integridad y efectividad de la Convención: "este deber general de protección (la garantía colectiva) es de interés directo de cada Estado Parte, y de todos ellos en conjunto (obligación erga omnes partes)".

Respecto a las obligaciones que impone la CADH a los Estados partes coinciden –

en gran medida- con las del DIH68, específicamente sobre la obligación del Estado

de proteger a su población civil en un conflicto armado interno, el Juez Cancado

señaló:

16. No hay que pasar desapercibido, a ese respecto, que las obligaciones

que impone la Convención Americana a los Estados Partes coinciden

en gran medida con las del Derecho Internacional Humanitario, el cual

determina la obligación del Estado de proteger su población civil en un

conflicto armado (interno).

Cancado enfatizó que “en varios otros casos, la Corte Interamericana ha tenido

presente la normativa del Derecho Internacional Humanitario, como elemento de

interpretación de las normas pertinentes de la Convención Americana, para efectos

de su aplicación en las circunstancias del caso materia de su análisis”. Ese el caso

de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia69; el Caso De La

Cruz Flores contra el Estado de Perú, sentencia de 17 de noviembre de 2004, Caso

de La Masacre de Dos Erres70. En este último caso, la Corte señaló:

191. Finalmente la Corte nota que, en el contexto de un conflicto

armado interno, las obligaciones del Estado a favor de los niños se

definen en el artículo 4.3 del Protocolo adicional II a los Convenios

de Ginebra. Dicho artículo establece que: “[s]e proporcionarán a los

niños los cuidados y la ayuda que necesiten, y, en particular: […] b)

se tomarán las medidas oportunas para facilitar la reunión de las

familias temporalmente separadas […]”. De acuerdo con el Comité

68 El DIH es un“orden jurídico que “determina la obligación del Estado de proteger su población civil en un conflicto armado (interno)”. Véase: Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000. Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, párr. 16. 69 Corte IDH. Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000, Sentencia de 24 de noviembre de 2000. 70 Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas

Internacional de la Cruz Roja esta obligación ha sido definida como

que “las partes en conflicto deben hacer lo posible por reestablecer

los lazos familiares, es decir, no solo permitir las búsquedas que

emprendan los miembros de familias dispersas, sino facilitarlas

incluso”71.

La Corte IDH en varios casos ha considerado la normativa del DIH, como

elemento de interpretación de las normas pertinentes de la CADH, para efectos de

su aplicación.

Existe un gran potencial de los mecanismos de protección existentes, accionados

para proteger colectivamente los miembros de toda una comunidad.

El menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la CADH, puede ser

atribuido a la acción u omisión de cualquier órgano o poder estatal (según las

reglas del Derecho internacional), independientemente de su jerarquía,

constituyendo un hecho imputable al Estado, siendo responsable

internacionalmente.

Cancado concluyó que el asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en

Colombia ¨revela las nuevas dimensiones de la protección internacional de los

derechos humanos, demuestra además el gran potencial de los mecanismos de

protección existentes, accionados para proteger colectivamente los miembros de

toda una comunidad (sugiriendo una afinidad con las class actions), aunque la base

de acción sea la lesión - o la probabilidad o inminencia de lesión - a derechos

individuales.”72

2. Los derechos posibles de ser afectados por el uso de la fuerza

71 Comentario del Protocolo adicional II a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional. Apartado B. Reunión de Familias, párr. 4553, Disponible en http/www.icrc.org. 72 Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000, Parr. 18.

Los Derechos de toda persona a la vida y a la integridad son especialmente

vulnerados por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y que usan la

fuerza en ese propósito.

Estos derechos se encuentran proclamados en los artículos 4 y 5 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo 3 de la

Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). Los mismos derechos se

reconocen también en los artículos 6.1 y 9.1 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos (PIDCP).

a. El derecho a la vida como principio rector en el DIDH:

El derecho a la vida es el derecho humano por excelencia, ya que si no existiera

garantías efectivas para protegerlo, los otros derechos humanos carecerían de

sentido.73

El artículo 4.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consagra el

derecho a la vida en los siguientes términos:

“Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho

estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la

concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”

Respecto al derecho a la vida, la Corte IDH ha señalado que dicho derecho:74

es un derecho humano fundamental.

Su goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de los demás

derechos humanos.

No se sujeta a restricciones.

73 Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Recomendación. Parr. 37. 74 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 63.

Forma parte del núcleo inderogable de conformidad con el

artículo 27.2 de la Convención Americana de Derechos

Humanos75.

No se suspende en casos de guerra, peligro público u otras

amenazas a la independencia o seguridad de los Estados partes.

El derecho a la vida se encuentra también consagrado en otros instrumentos

internacionales, como: la el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos, artículo 6.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,

artículo 6.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño y los artículos 3 y 4 de

la Convención de Belém do Pará.76

b. El derecho a la integridad personal

El derecho a la integridad personal se encuentra regulado en el artículo 5.1 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos que dispone que

“Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,

psíquica y moral.”

Asimismo, el derecho a la integridad está consagrado en los artículos I, XXV y

XXVI de la Declaración Americana, los artículos 3 y 5 de la Declaración Universal

de los Derechos Humanos; los artículos 7 y 9 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos, el artículo 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño, los

artículos 1 y 2 de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Tortura, el

artículo 7 del Estatuto de Roma, los artículos 3 y 4 de la Convención de Belém do

75 Art. 27 CADH. Suspensión de garantías. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy

DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 4433.. 2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos. 76 CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 110066..

Pará, los artículos 14 y 15 de la Convención sobre los Derechos de Personas con

Discapacidad y los artículos 1 y 2 de la Convención Interamericana para Prevenir

y Sancionar la Tortura.77

Acciones de agentes estatales que vulneran este derecho pueden ser en especial

los casos de torturas; tratos crueles, inhumanos o degradantes; o el uso ilegítimo

de la fuerza no letal.78

3. Los deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza

1) Los deberes del Estado en el uso de la fuerza

El Estado debe en primer lugar hacer uso racional y excepcional de la fuerza,

especialmente cuando se trata de fuerza letal. Además debe crear un marco

legislativo para la regulación de la fuerza como también capacitar y entrenar los

agentes estatales en el uso de la fuerza.

a. El uso de la fuerza por los cuerpos de seguridad (agentes) estatales

Los organismos encargados de hacer cumplir la ley de todo el mundo disponen de

numerosos medios legales coercitivos para cumplir sus deberes de aplicar la ley

entre ellos: arresto, la detención, la investigación penal y el empleo de la fuerza y

de armas de fuego, este último en los casos que sea necesario e inevitable, es

decir su empleo tiene carácter de excepcionalidad.

Los Estados deben vigilar que sus cuerpos de seguridad, a quienes les está

atribuido el uso de la fuerza legítima, respeten el derecho a la vida.79

77 CIDH. Innffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 112211.. 78 CIDH. Innffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 112222.. 79 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 66. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099.. PPaarrrr.. 111133..

La Corte IDH reconoce la existencia de la facultad, e incluso, la obligación del

Estado de garantizar la seguridad y mantener el orden público.80 De manera

especial lo ha reconocido esta facultad estatal dentro de las cárceles.81 Así la

Corte IDH en el Caso Neira Alegría, un caso relacionado al uso de la fuerza en

centros penitenciarios peruanos, la Corte señaló que “El Estado tiene la obligación

de hacer cumplir la ley y mantener el orden”82. Y, los agentes del Estado tienen el

derecho y la responsabilidad de hacer cumplir la ley y mantener el orden, aún

cuando se produzcan, en algunos casos muertes o lesiones corporales durante

dicho proceso como resultado del uso proporcional de la fuerza.83

La Corte ha señalado, la Convención Americana sobre Derechos Humanos no

permite expresamente el uso de la fuerza necesaria, incluso para controlar el

delito y la violencia que podría dar lugar a muertes, aunque precisa que “el uso de

la fuerza debe ser prudente, proporcionada y limitada”.84

Sin embargo, la persona tiene derecho a no ser víctima del uso desproporcionado

de la fuerza y el Estado el deber de usar ésta de modo excepcional y

racionalmente.85 El uso de la fuerza debe estar

definido por la excepcionalidad, y debe ser

planeado y limitado proporcionalmente por las autoridades.

En este sentido, la Corte ha exigido que sólo pueda hacerse uso de la fuerza

cuando se hayan agotado y hayan fracasado todos los demás medios de control

menos graves y violatorios de los derechos humanos.86

b. El uso de la fuerza letal y armas de fuego por agentes estatales 80 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 70. 81 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 70. 82 Caso Neira Alegría y otros, Sentencia del 19 de julio de 1995, párrafo 61. 83

Ibíd. 84 Ibídem. Véase también Caso Velásquez Rodriguez, Sentencia del 29 de julio de 1988, párrafos 54, 74, 75. 85 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 67. 86 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 67.

Cfr. Caso del Centro Penitenciario Regional Capital Yare I y II. Medidas Provisionales. Resolución de la Corte de 30 de marzo de 2006, considerando décimo quinto, e Internado Judicial de Monagas (La Pica). Medidas Provisionales. Resolución de la Corte de 9 de febrero de 2006, considerando décimo séptimo.

Para la Corte IDH, el uso letal y las armas de fuego, deben estar prohibidos como

regla general.87

En consecuencia, como ya hemos señalado previamente el uso de la fuerza para

hacer cumplir la ley, es ya una excepción, por lo que el uso letal de la misma se

ubica en “un mayor grado de excepcionalidad” así lo señaló la Corte

Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Montero Aranguren.88

Por lo que su uso excepcional debe:

- formularse por ley, e

- interpretarse restrictivamente, de manera que sea minimizado en

toda circunstancia, debe ser el “absolutamente necesario” en

relación con la fuerza o amenaza que se pretende repeler.89

Ante el uso excesivo de la fuerza, toda privación de la vida es arbitraria, entendido

el uso excesivo de la fuerza como aquella no necesaria ni proporcional.90

Respecto a las armas de fuego, la Corte remitiéndose a los “Principios Básicos

sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales

Encargado de Hacer Cumplir la Ley” de las Naciones Unidas91 ha señalado que

éstas deben usarse excepcionalmente, y sólo podrá hacerse “uso intencional” de

armas letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger una vida92:

- En caso de defensa propia o de otras personas

- En caso de peligro inminente de muerte o lesiones graves

87 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 68. 88 Ibíd. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree

ddee 22000099.. PPaarrrr.. 111144.. 89 Ibíd. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree

ddee 22000099.. PPaarrrr.. 111155.. 90 Ibíd. 91 Adoptado por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento de los Delincuentes, La Habana, Cuba, 27 de agosto a 7 de septiembre de 1990, Principio 9. 92 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 69.

- Propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave

que signifique una seria amenaza para la vida

- Con el objeto de detener a una persona que represente ese peligro y

oponga resistencia a su autoridad o impedir su fuga.

c. La creación de un marco normativo que regule el uso de la fuerza

Los Estados tienen la obligación de crear un marco normativo adecuado que

disuada cualquier amenaza del derecho a la vida.93 Esta obligación de los Estados

se basa en el papel fundamental que se le asigna en la Convención: los Estados

tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones necesarias para

que no se produzcan violaciones al derecho de la vida, así como el deber de

impedir que sus agentes, o particulares, atenten contra el mismo.94

Conforme al objeto y el propósito de la CADH, el derecho a la vida debe ser

interpretado y aplicado – en la jurisdicción nacional – de manera que sus

salvaguardas sean efectivas (effet utile).95 Es así que el artículo 4 de la

Convención, relacionado con el artículo 1.1 de la misma, no sólo presupone que

ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino

que además requiere que los Estados adoptan “todas” las medidas “apropiadas y

necesarias” para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva) de

las personas que se encuentran bajo su jurisdicción.96 Los Estados deben vigilar

que sus cuerpos de seguridad, a quienes les está atribuido el uso de la fuerza

legítima, respeten el derecho a la vida97 y deben adoptar todas las medidas

necesarias para prevenir las ejecuciones arbitrarias por parte de sus propios

agentes de seguridad, situación que se ve agravada cuando existe un patrón de

violaciones a los derechos humanos.98

93 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 75. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Recomendación 6, 13, 14. 94 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 64. 95 Ibíd. 96 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 65. 97 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 66. 98 Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 87.

En ese sentido, la legislación interna – normas y reglamentaciones – debe

establecer “pautas lo suficientemente claras” y especificaciones mínimas que

provea al ordenamiento de medios y métodos respetuosos de los derechos

humanos, que permita al Estado estar preparados para encarar situaciones de

perturbación de orden público. Al menos la legislación debe contener

especificaciones mínimas.

La Corte remitiéndose a los “Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de

Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargado de Hacer Cumplir la Ley” de las

Naciones Unidas exige que las normas y reglamentaciones deben contener las

siguientes directrices que:

- especifiquen las circunstancias en que tales funcionarios estarían

autorizados a portar armas de fuego y prescriban los tipos de armas

de fuego o municiones autorizados,

- aseguren que las armas de fuego se utilicen solamente en

circunstancias apropiadas y de manera tal que disminuya el riesgo

de daños innecesarios,

- prohíban el empleo de armas de fuego y municiones que puedan

provocar lesiones no deseadas o signifiquen un riesgo injustificado,

- reglamenten el control, almacenamiento y distribución de armas de

fuego, así como los procedimientos para asegurar que los

funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respondan de las

armas de fuego o municiones que se les hayan entregado,

- señalen los avisos de advertencia que deberán darse, siempre que

proceda, cuando se vaya a hacer uso de un arma de fuego y

- establezcan un sistema de presentación de informes siempre que los

funcionarios encargados de hacer cumplir la ley recurran al empleo

de armas de fuego en el desempeño de sus funciones.99

99 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 75.

A través de esta normatividad se debe establecer un sistema de justicia efectivo

capaz de investigar, castigar y dar reparación por las violaciones por parte de

agentes estatales o particulares.100

d. Capacitación y entrenamiento a los agentes estatales en el uso de la

fuerza

Una adecuada legislación respecto a las posibilidades del uso de la fuerza, “no

cumpliría su cometido” si los Estados no forman –entrenamiento adecuado – y

capacitan a los miembros de sus cuerpos armados y organismos de seguridad

sobre los principios y normas de protección de los derechos humanos y sobre los

límites a los que debe estar sometido, aun bajo los estados de excepción.101

Los agentes del Estado deben “conocer” las disposiciones legales sobre el uso de

la fuerza y las armas de fuego, siendo imprescindible que tengan un

entrenamiento adecuado para que en el evento que deban decidir acerca del uso

de la fuerza y armas, “posean los elementos de juicio” para hacerlo.102 Además, es

importante destacar que en tanto el entrenamiento de los miembros de las fuerzas

armadas del Estado está dirigido a derrotar al enemigo, y no a la protección y

control de civiles, entrenamiento que es propio de los entes policiales, los Estados

deben limitar el uso de las fuerzas armadas para el control de disturbios

internos.103

Los cuerpos armados del Estado no están preparados para encarar situaciones de

perturbación del orden público mediante la aplicación de medios y métodos

respetuosos de los derechos humanos.104

100 Ibíd. 101 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 77. 102 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 78. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Recomendación 9, 13, 14. 103 Ibíd. 104 Caso El Caracazo vs. Venezuela. Reparaciones, Sentencia de 29 de agosto de 2002, párr. 127.

2) deber del Estado de investigar

El Estado debe investigar la legalidad del uso de la fuerza y las causas de las

muertes. Lo debe hacer en un plazo razonable. El Estado debe responder al

derecho a conocer la verdad lo que puede entrar en conflicto con la prescripción y

la amnistía.

a. Deber del Estado de investigar la legalidad del uso de la fuerza

La prohibición general de privar la vida arbitrariamente “sería inefectiva”, en la

práctica, si no existieran procedimientos para verificar la legalidad del uso de la

fuerza ejercida por los agentes estatales.105 Es un deber propio del Estado

“investigar los hechos” que conllevaron a violaciones de los derechos humanos106

y una vez que se tenga conocimiento del uso de armas por agentes de seguridad

con “consecuencias letales”, el Estado debe iniciar ex officio y sin dilación, una

investigación seria, imparcial y efectiva.107

El deber de investigar es una “obligación de medio, no de resultados”.108 Deber

que debe ser asumido por el Estado como un deber jurídico propio y no como una

simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, o como una mera

gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de las

víctimas o de sus familiares o de la aportación privada de elementos

probatorios.109

105 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 79. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Recomendación 13, 14. 106 Ibíd. 107 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 79. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Parr. 45, 119. 108 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 93. 109 Ibíd.

El deber de investigar del Estado, comprende:

Investigar a todos los presuntos responsables, incluyendo la

“participación intelectual” de altos oficiales y funcionarios estatales y los

responsables materiales de los hechos y

Investigar la ubicación e identidad de las víctimas fallecidas.110

El Estado tiene la obligación de

desarrollar una investigación que se siga en la jurisdicción interna que

sea “completa y exhaustiva”111

,

investigar con la “debida diligencia” todos los hechos112,

examinar de “forma completa y exhaustiva” la multiplicidad de

afectaciones ocasionados a los pobladores.113

La Corte ha señalado que la “falta de investigación de hechos graves” (contra la

integridad personal como torturas y violencia sexual en conflictos armados y/o

dentro de patrones sistemáticos) constituye el incumplimiento de obligaciones

internacionales del Estado, con las cuales contravienen normas inderogables (jus

cogens).114

La Corte Europea de Derechos Humanos ha señalado:

Las investigaciones sobre uso excesivo de la fuerza deben ser públicas

–“estar abiertas al escrutinio público”- con el “objeto de asegurar la

responsabilidad de los agentes estatales”;

La evaluación “debe hacerse sobre todas las circunstancias y el

contexto de los hechos, incluyendo las acciones de planeación y control

de los hechos bajo examen”.115

110 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 152. 111 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 136. 112 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 137. 113 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 148. 114 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 140. 115 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 82.

Cualquier carencia o defecto en la investigación que perjudique la eficacia para

establecer las causas de la muerte o identificar a los responsables materiales o

intelectuales, implicará que el Estado no estaría cumpliendo con la obligación de

proteger el derecho a la vida.116

El Estado debe procurar mecanismos judiciales “efectivos” para investigar,

individualizar y sancionar a los responsables.117 La Corte exige la efectividad no

sólo en la investigación, sino también en la persecución, captura, enjuiciamiento y

eventual sanción de todos los responsables.118

En supuesto que se produzcan muertes o lesiones a una o más personas el

Estado tiene la obligación de proveer una “explicación satisfactoria y convincente”

de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante

elementos probatorios adecuados.119

Es derecho de los familiares de la víctima a conocer el destino de ésta y,

de ser el caso, dónde se encuentran sus restos.

El Estado tiene la obligación de satisfacer estas expectativas con los

medios a su alcance.120

El Estado a través de sus autoridades competentes debe adoptar las medidas

razonables para asegurar el “material probatorio necesario” para la investigación.

Deben gozar de independencia – de los funcionarios involucrados –, de jure y de

facto, es decir no sólo jerárquica o institucional, sino también independencia

real.121

116 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 83. 117 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 130. 118 Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 94. 119 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 80. 120 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 147. 121 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 81.

Las autoridades estatales tienen la obligación de colaborar en la recaudación de la

prueba para alcanzar los objetivos de la investigación y deben “abstenerse de

realizar actos que impliquen obstrucciones” en el avance del proceso

investigativo.122

La Corte, considera dentro de las obstaculizaciones en la investigación “las

amenazas e intimidaciones sufridas por los testigos que prestan sus declaraciones

en el proceso interno”. Que se convierten “en medios para perpetuar la

impunidad”.123

Ante las obstaculizaciones, el Estado debe iniciar las acciones disciplinarias,

administrativas o penales, de acuerdo con su legislación interna, de las posibles

autoridades estatales que han obstaculizado e impedido la investigación de los

hechos, también de los responsables de las irregularidades procesales y hechos

de hostigamiento.124

b. La investigación de las causas de las muertes

La Corte, en base en el “Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de

Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias de Naciones Unidas”, ha

especificado los principios rectores que se deben observar cuando una muerte

pudo ser causa de una ejecución extrajudicial; señalando que las autoridades que

conducen una investigación deben:

Identificar a la víctima;

Recuperar y preservar el material probatorio relacionado con la muerte,

con el fin de ayudar cualquier investigación;

Identificar posibles testigos y obtener sus declaraciones en relación con

la muerte que se investiga;

122 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 144. 123 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 145. 124 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009.

Determinar la causa, forma, lugar y momento de la muerte, así como

cualquier procedimiento o práctica que pueda haberla provocado;

Distinguir entre muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio;

Investigar exhaustivamente la escena del crimen: se deben realizar

autopsias y análisis de restos humanos, por profesionales competentes

y empleando los procedimientos más apropiados.125

La carencia o defecto en la investigación que perjudique la eficacia para

establecer la causa de la muerte, implica que el Estado no cumple con la

obligación de proteger el derecho a la vida.126

c. El plazo razonable para las investigaciones

El artículo 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone que

“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y

dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,

independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la

sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para

la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,

fiscal o de cualquier otro carácter.”

La Corte IDH ha señalado que el “plazo razonable” conforme al artículo 8.1 de la

CADH es en relación a la “duración total del procedimiento que se desarrolla hasta

que se dicta sentencia definitiva”.127

Cualquier retardo injustificado en el proceso penal (que investiga a los

responsables de violaciones a los derechos humanos) es atribuible a la falta de

voluntad e interés de las autoridades judiciales del Estado que han conocido de

125 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 96. 126 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 97. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099. Parr. 46. 127 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 132.

los mismos. El retardo excesivo en la investigación viola el plazo razonable y es

atribuible al Estado.128

d. El derecho a conocer la verdad

El derecho a conocer la verdad se encuentra subsumido en el derecho de la

víctima o de sus familiares a obtener de los órganos competentes del Estado el

esclarecimiento de los hechos violatorios y las responsabilidades

correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento.129

El derecho a la verdad es una justa expectativa que el Estado (en el contexto de

una sociedad democrática) debe satisfacer mediante:

Su obligación de investigar las violaciones de los derechos humanos;

La divulgación pública de los resultados del proceso penales y de

investigación.130

El derecho a la verdad, al ser reconocido y ejercido en una situación concreta,

constituye un “medio importante de reparación” para la víctima y sus familiares.131

El Estado actúa en detrimento del derecho a la verdad cuando:

No realiza con “debida diligencia” las acciones necesarias para ejecutar

las órdenes de aprehensión vigentes.

No brinda colaboración que requieran los tribunales.132

El conocer la verdad facilita a la sociedad la búsqueda de formas de prevenir este

tipo de violaciones en el futuro.

i. La prescripción y la amnistía

128 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 135. 129 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 151. 130 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 149. 131 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 196. 132 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 149.

La prescripción y la amnistía llevan en muchos casos a la impunidad de los

responsables de violaciones al derecho a la vida y la integridad personal y son por

ende incompatible a los derechos humanos.

ii. La impunidad

La Corte ha definido la impunidad como “la falta en su conjunto de investigación,

persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las

violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana”.133

El actuar de las autoridades estatales convierte el aparato judicial en un sistema

indiferente ante la impunidad si, por falta de voluntad y desinterés, ellas impiden el

acceso a la justicia de las víctimas.134

La Corte ha señalado que el Estado tiene la obligación de combatir esta situación

por todos los medios disponibles, ya que ésta propicia la repetición crónica de las

violaciones de derechos humanos.135

Los Estados deben investigar la privación del derecho a la vida y castigar a los

responsables, especialmente cuando están involucrados agentes estatales, de lo

contrario estaría creando, dentro de un ambiente de impunidad, las condiciones

para que se repitan estos hechos.136

- Su incompatibilidad con las graves violaciones a los dd.hh.

La Corte IDH ha señalado en su jurisprudencia que figuras como la prescripción y

la amnistía son incompatibles en casos de graves violaciones a los derechos

humanos.137

133 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 195. 134 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 152. 135 Ibíd. 136

Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 91. 137 Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee

22000099. Parr. 46.

El Estado tiene la obligación de:

Garantizar que los procesos internos (a efectos de investigar y sancionar

a los responsables de violaciones a los derechos humanos) surtan sus

debidos efectos;

Abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y otros

excluyentes de responsabilidad.138

Ninguna ley ni disposición de derecho interno puede impedir a un Estado cumplir

con la obligación de investigar y sancionar a los responsables de violaciones a los

derechos humanos, el Estado no puede excusarse de su responsabilidad

internacional.139

El Estado no podrá aplicar leyes de amnistía ni argumentar prescripción,

irretroactividad de la ley penal, cosa juzgada, ni el principio non bis in idem, o

cualquier excluyente similar de responsabilidad, para excusarse de su

responsabilidad de investigar y sancionar a los responsables de crímenes

cometidos.140

138 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 129. 139 Ibíd. 140 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 233.