REGULACIÓN DEL EMPLEO DE LA FUERZA EN SITUACIONES DE
CONFLICTO ARMADO Y OTRAS SITUACIONES DE VIOLENCIA INTERNA QUE
NO ALCANZA DICHO UMBRAL
Contribución del sistema interamericano de derechos humanos1
Carolina Loayza Tamayo
INTRODUCCION
El Estado – social2 y democrático de derecho –, tiene entre sus fines primordiales
garantizar la plena vigencia de los derechos fundamentales de su población, así
como de promover y mantener un clima adecuado de justicia, paz y seguridad3,
para que ello sea posible:
Los derechos humanos y la seguridad ciudadana no son valores contrapuestos, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en adelante la Comisión, la
Comisión Interamericana ó CIDH, ha señalado que, “El Estado tiene el deber de
proteger a la ciudadanía, de tomar medidas razonables para prevenir la violencia,
y de responder a los crímenes violentos con la debida diligencia y
proporcionalidad”4. Para ello, “El Estado debe ejercer sus deberes teniendo en
mente el derecho a la igualdad ante la ley, y diseñar e implementar políticas
integrales que garanticen la seguridad ciudadana y los derechos humanos, tanto
los derechos civiles y políticos como los derechos económicos, sociales y
culturales”5.
1 La presente investigación contó con la colaboración de las señoritas Adriana Kesler y Ashley Werner, ambas pasantes en el Centro de Investigación y Asistencia Legal en Derecho Internacional - IALDI. 2 El Estado social “no solamente encierra exigencias concretas del particular frente al poder público, sino que tiene sentido pleno cuando pone de manifiesto que una democracia solo puede funcionar si esta se extiende a la sociedad y ofrece a todas las clases sociales las mismas oportunidades en el proceso económico”. Ver: LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Artículo 44 Deberes Fundamentales del Estado. En: La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo Tomo I. Primera Reimpresión Febrero 2006, Gaceta Jurídica. Lima, 2006, pág. 699. 3 Constitución Política del Perú 1993, artículo 44. 4 CIDH. Observaciones preliminares de la visita de la CIDH a Jamaica, 5 de diciembre de 2008. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2008/59.08sp.htm 5 Ibíd.
En la actualidad, el Estado en su propósito de otorgar seguridad a su población,
no sólo debe enfrentar las amenazas tradicionales –conflictos externos-, sino
principalmente las no tradicionales: extrema pobreza, tráfico de armas,
narcotráfico, terrorismo, delincuencia urbana –pandillaje, “barras bravas”6-,
deterioro medio ambiental, desastres naturales7, corrupción, etc. Para responder a
tales amenazas, los organismos estatales encargados de hacer cumplir la ley y
prestar asistencia cuando sea necesario, disponen de numerosos medios legales,
entre ellos el arresto, la detención, la investigación penal y el empleo de la fuerza y
de las armas de fuego.
En este Estado social y democrático de derecho, el Estado como institución y la
sociedad, se encuentran fuertemente vinculados para la realización de los fines
políticos, sociales, económicos y culturales8. En este contexto, la persona
humana, en su dimensión individual y/o colectiva desempeña un rol activo en la
consecución de tales fines. Por ello, cuando el Estado falla en su función de
otorgar bienestar general –justicia y desarrollo- a su población, sobre la base de la
igualdad de oportunidades, su población recurre a diversos medios para llamar la
atención del Estado en el cumplimiento de sus fines, v.g. motines en los centros
penitenciarios, protestas públicas, toma de calles o carreteras, etc., dando lugar a
enfrentamientos entre los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la
población. Los golpes de Estado, son también escenarios que generan este tipo
de enfrentamientos. Un ejemplo de esta situación se ha venido produciendo en
Honduras desde el golpe de Estado ocurrido el 28 de junio de 2009. La Comisión
Interamericana ha recibido información sobre las amenazas y hostigamientos que
han recibido defensoras y defensores de los derechos humanos, periodistas,
comunicadores sociales, maestros entre otros, por su actividad en contra del golpe
6 Son también conocidos como “Hooligans”. 7 LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Ob. Cit., pág.697. Ver también: ALEGRIA VARONA, Ciro. La seguridad como derecho humano. En Pensamiento Constitucional, BNº 4, A IV, MDC y Fondo Editorial PUCP, Lima 1997, pág. 159 y ss. 8 LEÓN VÁSQUEZ, Jorge Luis. Ob. Cit., pág. 694.
de Estado. Asimismo, recibió información sobre amenazas y agresiones contra
comunicadores para impedir que sigan cumpliendo con su labor.9
Se ha podido verificar en los últimos años el incremento de la protesta social en
los países del continente americano, que más allá de su legitimidad o no, ha
llevado a los Estados a criminalizarla en su afán de impedirla y de restablecer la
paz, y al uso de medios legales para hacer cumplir la ley, v.g. la fuerza y armas de
fuego, con el argumento de mantener el orden y la garantía de los derechos de los
demás miembros de su población.
En los contextos descritos supra, el empleo de la fuerza por los órganos estatales
de hacer cumplir la ley y/o de proporcionar asistencia, da lugar a enfrentamientos
con la población a las que deben garantizar justicia, paz, seguridad y bienestar
general, generando un impacto negativo en las relaciones entre el Estado y la
población. Estos escenarios pueden dar lugar a un uso ilícito de la fuerza, en tanto
innecesario, desproporcionado a la circunstancia, en violación del derecho a la
vida, a la integridad y a la libertad, que al no ser reparados por el Estado, han
dado lugar a denuncias ante el Sistema internacional de protección de los
derechos humanos, específicamente del Sistema Interamericano de derechos
humanos, en adelante el Sistema Interamericano ó el SIDH. Ello, ha permitido el
desarrollo de importantes criterios a ser observados por los organismos de los
Estados del Sistema, en cuanto al uso de la fuerza y de las armas de fuego,
previniendo futuras violaciones a los derechos humanos. En el presente trabajo
trataremos de identificar esos criterios.
El presente documento está estructurado de la siguiente manera:
I. En la primera parte se describe de manera breve al Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, las características básicas, las
funciones y competencias de la Comisión y la Corte interamericanas de
9 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe Honduras: Derechos Humanos y Golpe de Estado de 20 de enero de 2010. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 55. 30 diciembre 2009. Original: Español. En: http://cidh.org/countryrep/Honduras09sp/Indice.htm
Derechos Humanos, en adelante la Corte, la Corte Interamericana, o la
Corte IDH.
II. Luego se describirá la labor de la CIDH en ejercicio de sus
competencias de elaborar informes, realizar visitas in loco, y
pronunciarse sobre situaciones de violación de derechos humanos en
los países del hemisferio.
III. En tercer lugar mencionaremos los casos decididos por la Comisión y la
Corte en los últimos años, relacionados con el uso de la fuerza, con el
objeto de tener una idea de las tendencias jurisprudenciales actuales de
ambos órganos.
IV. Finalmente identificaremos algunos estándares del SIDH respecto al uso
de la fuerza y de las armas de fuego, respecto a la obligación general de
los Estados de respetar y garantizar las normas de protección de la
persona vinculado al uso de la fuerza; de los derechos posibles de ser
afectados por el uso de la fuerza, v.g. el Derecho a la vida como
principio rector del Derecho Internacional de ls Derechos Humanos, en
adelante el DIDH y el derecho a la integridad; finalmente sobre los
deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza.
V. Finalmente formularemos nuestras conclusiones
En cada uno de los temas me referiré a la práctica de la Comisión y a la
jurisprudencia de la Corte, en cuanto sea pertinente, así como a los estándares
establecidos en su Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos
adoptado el 31 de diciembre de 2009, así como a la jurisprudencia de la Corte.
I. Del Sistema Interamericano de Derechos Humanos
Tal como señala Sergio García Ramírez10, el SIDH, en sentido amplio
comprenden además de la Comisión y la Corte interamericanas, a los Estados y
10 Sergio García Ramírez fue Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en adelante la Corte ó la Corte Interamericana.
sus instancias internas;11 mientras que en sentido estricto comprende a sus
órganos. Es decir, el SIDH descansa principalmente en la labor de sus órganos:
La Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, en adelante la Convención
Americana o la CADH, fue suscrita el 22 de noviembre de 1969 en San José,
Costa Rica, durante la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos
Humanos12. La Convención Americana,
“… establece un sistema de protección internacional de derechos con
fundamento en que los derechos esenciales del [ser humano] no nacen del
hecho de ser nacional de un determinado Estado sino de los atributos de la
persona humana, sistema además de naturaleza coadyuvante o
complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados
americanos. Es decir, la obligación de proteger los derechos humanos
recae, en primer lugar, en el Estado y solo subsidiariamente en los órganos
de protección establecidos en la Convención: la Comisión y la Corte
interamericanas de Derechos Humanos...”.13
En ese sentido, el Sistema Interamericano no busca desplazar a los Estados de su
rol fundamental en la protección de los derechos humanos de su población, sino
de reforzarla. La Convención Americana estableció que la Comisión y la Corte son
los órganos “competentes para conocer de los asuntos relacionados con el
cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados Partes en esta
Convención”14.
11 GARCÍA RAMÍREZ, Sergio. Una reflexión “pragmática” sobre el Sistema Interamericano, en Revista CEJIL: Debates sobre derechos humanos y el Sistema Interamericano, Número 1, 2005, págs. 5 a 11. 12
Llevada a cabo del 7-22 de noviembre de 1969. Véase: http://www.corteidh.or.cr/tablas/15388.pdf Revisado el 19 de agosto de 2011. Véase el documento OEA/Ser.K/XVI/1.2. 13 VENTURA ROBLES, Manuel. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. En: http://www.bibliojuridica.com/libros/1/107/12.pdf. 25 de abril de 2010, 11.06 p.m. 14 Convención Americana, artículo 33.
1. De la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana
La Comisión Interamericana es un órgano de naturaleza cuasi-judicial15, mientras
que la Corte Interamericana es una institución de naturaleza judicial autónoma.
La Comisión Interamericana se compone de siete miembros, que deberán ser
personas de alta autoridad moral y reconocida versación en materia de derechos
humanos16, elegidas/os a título personal por la Asamblea General de la
Organización de Estados Americanos, en adelante OEA, de una lista de
candidatas y/o candidatos propuesta por los gobiernos de los Estados
miembros17; por cuatro años y sólo podrán ser reelegidas/os una vez18. No
pudiendo formar parte de la Comisión más de un nacional de un mismo Estado.
La Corte Interamericana está compuesta por siete juezas/ces, nacionales de los
Estados miembros, elegidas/os a título personal; deben ser abogadas/os de la
más alta autoridad moral, con reconocida competencia en materia de derechos
humanos, que reúnan las condiciones que requiera para el ejercicio de las más
elevadas funciones judiciales, la ley de su país del cual sean nacionales o del
15 “Mientras que la Comisión, en tanto órgano con múltiples funciones y facultades, cuasi-judiciales y de otras características, no dicta propiamente sentencias y, desde esta perspectiva, no establece jurisprudencia”. DULITTZKY, Ariel E. “El principio de igualdad y no discriminación. Claroscuros de la jurisprudencia interamericana. En: http://www.estadodederechocdh.uchile.cl/media/publicaciones/documentos/I_ArielDulitzky.doc. (25 de abril de 2010, 11.21 p.m.). “La naturaleza de la Comisión es también cuasi judicial porque trabaja como un tribunal: recibe denuncias, las tramita, las investiga y emite resoluciones. Pero estas resoluciones imponen como sanción máxima una sanción de índole moral: la publicación”. VENTURA ROBLES, Manuel. Ob. cit. En: http://www.bibliojuridica.com/libros/1/107/12.pdf. 25 de abril de 2010, 11.06 p.m. En ese sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, determina si el Estado violó o no los derechos consagrados en la Convención Americana en perjuicio de una o más personas. Esta constatación de hecho de la Comisión tiene implicancias jurídicas para el Estado concernido, en el sentido que no podrá ignorar tal situación. Asimismo, formula recomendaciones a los Estados cuando ha determinado su responsabilidad internacional, respecto de las cuales, debe realizar todos los esfuerzos para darles cumplimiento, de conformidad con el Principio Pacta Sunt Servanda y de Buena Fe. Véase en Corte IDH. Caso Loayza Tamayo. Sentencia de fondo de 17 de septiembre de 2010, párr. 80. 16 Convención Americana, artículo 34. 17 Ibídem, artículo 36.1 18 Ibídem, artículo 37.
Estado que las/os proponga como candidatos. No pudiendo haber dos juezas/ces
de la misma nacionalidad19.
Las/os juezas/ces son elegidas/os por la Asamblea General de la OEA de una lista
de candidatas/os propuesta por los Estados miembros, en votación secreta y por
mayoría absoluta de votos20. Las juezas/ces serán elegidos para un período de
seis años y sólo podrán ser reelegidos una vez 21.
2. De las funciones de la Comisión Interamericana y de la Corte
Interamericana
La Comisión Interamericana tiene como función principal, promover la
observancia y la defensa de los derechos humanos y de servir como órgano
consultivo de la Organización en esta materia22. La Convención Americana
determinó su estructura, competencia y procedimiento así como los de los otros
órganos encargados de esa materia, es decir, los de la Corte.
De acuerdo a la Convención, la Comisión en ejercicio de su mandato de promover
la observancia y la defensa de los derechos humanos, tiene las siguientes
funciones y atribuciones23:
a) estimular la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de América;
b) formular recomendaciones, cuando lo estime conveniente, a los gobiernos de
los Estados miembros para que adopten medidas progresivas en favor de los
derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus preceptos
19 Ibídem, artículo 52. 20 Ibídem, artículo 53.1 21 Ibídem, artículo 54. 22 Carta de la OEA, artículo 106. 23 Convención Americana, artículo 41. La Comisión tiene la función principal de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos, y en el ejercicio de su mandato tiene las siguientes funciones y atribuciones…
constitucionales, al igual que disposiciones apropiadas para fomentar el
debido respeto a esos derechos;
c) preparar los estudios e informes que considere convenientes para el
desempeño de sus funciones24;
d) solicitar de los gobiernos de los Estados miembros que le proporcionen
informes sobre las medidas que adopten en materia de derechos humanos;
e) atender las consultas que, por medio de la Secretaría General de la
Organización de los Estados Americanos, le formulen los Estados miembros
en cuestiones relacionadas con los derechos humanos y, dentro de sus
posibilidades, les prestará el asesoramiento que éstos le soliciten;
f) actuar respecto de las peticiones y otras comunicaciones en ejercicio de su
autoridad de conformidad con lo dispuesto en los artículos 44 al 51 de esta
Convención25
, y
g) rendir un informe anual a la Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos26.
A través de su reglamento, la Comisión ha ampliado su mandato y funciones
previstas en la Convención, para ejecutar programas, estudios o proyectos
especiales a través de relatorías y grupos de trabajos creados con mandatos
ligados al cumplimiento de sus funciones de promoción y protección de los
derechos humanos respecto de las áreas temáticas que resulten de especial
interés a ese fin27; solicitar a los Estados la adopción de medidas cautelares a
24 Reglamento de la CIDH, Artículo 58.- La Comisión rendirá un informe anual a la Asamblea General de la OEA. Además, la Comisión preparará los estudios e informes que considere convenientes para el desempeño de sus funciones, y los publicará del modo que juzgue oportuno. Una vez aprobada su publicación, la Comisión los transmitirá por intermedio de la Secretaría General a los Estados miembros de la OEA y sus órganos pertinentes. La CIDH elabora también Informes sobre Derechos Humanos de un Estado, Reglamento de la CIDH, art. 60; informes temáticos regionales sobre la situación de un derecho o de grupos determinados de personas en todo el continente o en una región en particular, un ejemplo de informe temático regional es uno sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos. 25 La actuación respecto de las peticiones que le formulen tanto los individuos y los Estados es una de las más importantes labores de la Comisión. Convención Americana, artículos 44 y 45. 26 Véase nota 24 supra. Este informe está previsto en el artículo 41.g de la Convención Americana y regulado en el artículo 59 del Reglamento de la CIDH. 27 Reglamento de la CIDH (2009), articulo 15.
solicitud de parte o de oficio para atender situaciones de gravedad y urgencia para
prevenir daños irreparables a las personas o al objeto del proceso en conexión
con una petición o caso pendiente28, realizar observaciones in loco29, así como
celebrar audiencias por iniciativa propia o a solicitud de parte interesada con el
objeto recibir información de las partes con relación a alguna petición, caso en
trámite ante la Comisión, seguimiento de recomendaciones, medidas cautelares, o
información de carácter general o particular relacionada con los derechos
humanos en uno o más Estados miembros de la OEA30.
La Convención estableció como competencia de la Corte la de interpretación y
aplicación de la misma sobre cualquier caso que le sea sometido31 a su decisión
por la Comisión o por el Estado interesado32. También estableció que los
Estados miembros de la Organización podrán consultar a la Corte acerca de la
interpretación de esta Convención o de otros tratados concernientes a la
protección de los derechos humanos en los Estados americanos, o acerca de la
compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas y los mencionados
instrumentos internacionales. Asimismo, podrán consultarla, en lo que les
compete, los órganos enumerados en el capítulo X de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos
Aires33.
A través de los procedimientos de peticiones, casos y solicitud de medidas
cautelares, así como de elaboración de informes temáticos y comunicados de
prensa, la Comisión Interamericana ha tenido la oportunidad de pronunciarse
sobre el uso de la fuerza en situaciones de violencia interna que no alcanzan el
umbral de los conflictos armados. Del mismo modo, la Corte Interamericana en el
28 Ibíd., artículo 25. 29 Convención Americana. Capítulo IV, arts. 53-57. 30 Ibíd. Capítulo V, arts. 61 -70. 31 Convención Americana, artículo 62.1, 61.3. 32 Ibíd. Artículos 51.1, 61. 33 Ibídem, artículo 64.
ejercicio de su competencia contenciosa que establecido algunos lineamientos
sobre el uso de la fuerza.
II. Criterios desarrollados por la CIDH en ejercicio de sus competencias
distintas al sistema de peticiones respecto al uso de la fuerza
Se ha encontrado que la CIDH viene desarrollando importantes criterios en el
uso de la fuerza a partir de sus informes sobre la situación de los derechos
humanos en los Estados, en sus visitas in loco y en sus notas de prensa, por lo
que consideramos útiles su revisión para el tratamiento del tema. No se incluirá
el Informe temático sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos, para
tratarlo transversalmente en el análisis de los ítems V y VI.
1. Informes sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela34
En su Informe del 30 de diciembre de 2009 en cuanto a la situación de los
Derechos Humanos en Venezuela, la Comisión consideró que la intolerancia
política, la falta de independencia de los poderes del Estado frente al ejecutivo, las
restricciones a la libertad de expresión y a la protesta pacífica, la existencia de
un ambiente hostil para el libre ejercicio de la participación política en disenso y
para la actividad de monitoreo por parte de las organizaciones de derechos
humanos, la inseguridad ciudadana, la violencia que afecta a las personas
privadas de su libertad, a sindicalistas, a mujeres y a campesinos, y sobre todo la
impunidad en la que se encuentran los casos de violaciones a los derechos
humanos, son factores que contribuyen al debilitamiento del Estado de
Derecho y la democracia en Venezuela y han tenido como consecuencia
serias restricciones al pleno goce de los derechos humanos reconocidos en la
Convención Americana.
34 CIDH. Informe sobre Democracia y Derechos Humanos en Venezuela. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 54. 30 diciembre 2009. En: http://www.cidh.org/countryrep/Venezuela2009sp/VE09.indice.sp.htm
La Comisión reiteró al Estado de Venezuela que es su deber garantizar que en las
movilizaciones sociales que se llevan a cabo en ejercicio del derecho de reunión y
manifestación pacífica se protejan los derechos a la vida, a la integridad personal y
a la libertad personal de todos los manifestantes. Acorde con lo sostenido por la
Comisión en anteriores oportunidades, señaló que el Estado se encuentra
facultado para imponer limitaciones razonables a las manifestaciones, a efectos de
asegurar que las mismas sean de carácter pacífico o para contener a aquellas
personas que se manifiestan en forma violenta. Sin embargo, en el ejercicio de
esta facultad, el obrar de sus agentes debe limitarse al empleo de las medidas
más seguras y menos lesivas para las personas, ya que la dispersión de una
manifestación debe justificarse en el deber de protección de las mismas.
Congruentemente, el uso legítimo de la fuerza pública en las referidas situaciones,
supone, necesariamente, que la misma sea proporcional al objetivo legítimo que
se persiga, reduciendo al mínimo la posibilidad de ocasionar lesiones personales y
pérdida de vidas humanas35.
La Comisión afirmó que, “el derecho de reunirse y manifestar pacíficamente,
implica que las autoridades estatales deben abstenerse de impedir el ejercicio de
este derecho, así como también deben prever medidas para evitar que terceros lo
impidan. Esto significa que el Estado debe adoptar las medidas necesarias para
que las manifestaciones puedan llevarse a cabo de manera eficaz y pacífica,
incluyendo medidas como la desviación del tráfico y la protección policial de las
manifestaciones y concentraciones, cuando sea necesario”36.
Para la Comisión “teniendo en cuenta el alto grado de protección que merecen el
derecho de reunión y la libertad de expresión como derechos que materializan la
participación ciudadana y la fiscalización del accionar del Estado en cuestiones
públicas, el Estado debe abstenerse de aplicar figuras penales que tengan por
objeto restringir el ejercicio del derecho de manifestación pacífica”. En sus
35 Ibíd., párr. 173 36 Ibídem., párr. 174.
observaciones al presente Informe el Estado expresó “que cada vez que los
sectores afectos a la oposición al gobierno, pretendan alterar el orden público
violando las leyes de la República serán sometidos a juicio, sin que esto se puede
(sic) interpretar como una restricción del ejercicio del derecho a la manifestación
pacífica, ni una criminalización a la legítima movilización y protesta social”37.
La Comisión recordó que “el ejercicio efectivo de la democracia requiere como
presupuesto, el ejercicio pleno de los derechos y libertades fundamentales de los
ciudadanos. Así, la criminalización de la legítima movilización y protesta social,
sea a través de represión directa a los manifestantes, o a través de la iniciación de
procesos judiciales, es incompatible con una sociedad democrática donde las
personas tienen el derecho de manifestar su opinión”38.
Finalmente, la Comisión respecto de los derechos políticos y la participación en la
vida pública en Venezuela, en particular lo relativo a las restricciones al acceso y
ejercicio de los derechos políticos en condiciones de igualdad, los actos de
represalia contra miembros de la oposición y la criminalización de las
manifestaciones pacíficas, instó al Estado de Venezuela a
“adoptar las medidas necesarias para garantizar el respeto irrestricto de los
derechos políticos para los ciudadanos y autoridades de todas las
tendencias políticas, así como también a asegurar el pleno ejercicio de los
derechos estrechamente vinculados con la participación política, como son
la libertad de reunión y expresión, todo lo anterior a la luz de las normas de
la Convención Americana”39.
37 Ibídem., párr. 175. 38 Ibídem., párr. 176. 39 Ibídem., párr. 177.
A efectos de garantizar el derecho a la manifestación pacífica como forma de
participación social y ejercicio de los derechos de reunión y libertad de expresión,
la CIDH recomendó a Venezuela40:
1. Adoptar las medidas necesarias para garantizar que en las
movilizaciones sociales se proteja el derecho a la vida y la
integridad personal de todos los manifestantes.
2. Abstenerse de todo uso arbitrario y/o excesivo de la fuerza en el
marco de manifestaciones.
3. Asegurar que las medidas que se utilicen para controlar
manifestaciones que se tornen violentas sean las más seguras y
menos lesivas a las personas, y que se encuentren siempre
limitadas por los principios de legalidad necesidad y
proporcionalidad.
4. Investigar y sancionar todo uso excesivo de la fuerza como
método de represión de manifestaciones pacíficas, así como toda
afectación al derecho a la vida e integridad física por parte de
particulares en estos eventos, a efectos de garantizar que no se
repitan excesos.
5. Abstenerse de aplicar figuras penales que tengan por objeto
restringir el ejercicio del derecho de manifestación pacífica.
6. Adoptar las medidas para que los funcionarios públicos se
abstengan de hacer declaraciones que intimiden a quienes deseen
ejercer su derecho a la manifestación pacífica, amenazándolos
40 Ibídem., párr. 179.
con aplicar severamente el uso de la fuerza o figuras penales que
establezcan penas de prisión.
7. Implementar las medidas necesarias para asegurar un trato
igualitario a quienes protestan en contra o a favor del gobierno.
8. Dar cumplimiento efectivo a las recomendaciones de la Corte
Interamericana en su sentencia del caso “El Caracazo”, entre
ellas: (a) adoptar las medidas necesarias para formar y capacitar
a todos los miembros de sus cuerpos armados y de sus
organismos de seguridad sobre los principios y normas de
protección de los derechos humanos y sobre los límites a los que
debe estar sometido, aun bajo los estados de excepción, el uso de
las armas por parte de los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley; (b) ajustar los planes operativos tendientes a
encarar las perturbaciones del orden público a las exigencias del
respeto y protección de tales derechos, adoptando, al efecto, entre
otras medidas, las orientadas a controlar la actuación de todos los
miembros de los cuerpos de seguridad en el terreno mismo de los
hechos para evitar que se produzcan excesos; y (c) garantizar
que, de ser necesario emplear medios físicos para enfrentar las
situaciones de perturbación del orden público, los miembros de
sus cuerpos armados y de sus organismos de seguridad utilizarán
únicamente los que sean indispensables para controlar esas
situaciones de manera racional y proporcionada, y con respeto al
derecho a la vida y a la integridad personal.
2. Observaciones de la CIDH de las Visitas in loco
La Comisión viene desarrollando criterios en el uso de la fuerza a partir de
sus visitas in loco.
Visita a Jamaica41
La CIDH realizó a invitación del gobierno, una visita in loco a Jamaica, del 17 al 21
de agosto de 2009. El objetivo de la visita fue observar la situación de derechos
humanos dado que en Jamaica existen niveles extremadamente altos de violencia.
En sus observaciones preliminares, la CIDH confirmó entre otros que, desde 2004,
la violencia ha resultado en más de 700 muertes a causa de la acción de la policía.
Algunas de estas muertes tuvieron lugar en circunstancias que podrían indicar que
se trató de ejecuciones extrajudiciales cometidas por agentes de la policía.
Además del uso de la fuerza letal, la Comisión recibió información de que la policía
frecuentemente hace uso excesivo de la fuerza, y conduce arrestos y detenciones
arbitrarias.
La Comisión constató que el elevado número de casos de uso excesivo de la
fuerza por parte de la policía que culminó con muertos y heridos, así como la falta
de clarificación y determinación de responsabilidades en muchos de esos casos,
ha contribuido a una situación de impunidad que socava la credibilidad de la
policía y la confianza de la gente en la institución. Constató también que esta falta
de credibilidad limita gravemente la capacidad de respuesta de la policía ante el
crimen, creando un círculo vicioso que debe superarse para poder avanzar en la
recuperación de la paz y el orden.
Las principales víctimas de los crímenes violentos en Jamaica son personas que
viven en las zonas urbanas marginales, pobres y superpobladas, y padecen altas
tasas de desocupación y falta de acceso a educación, salud y vivienda.
La Comisión confirmó la necesidad de reformar la administración de justicia, que
ha demostrado ser ineficiente para dar respuestas a las necesidades de las
personas. Constató que la administración de justicia contribuye a la perpetuación
de la violencia a través de los altos índices de impunidad para crímenes violentos
y, en particular, para el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía en
41 Comunicado de prensa No. 59/08, http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2008/59.08sp.htm
circunstancias que no han sido aclaradas. A este respecto, los niveles persistentes
de violencia letal e impunidad, incluyendo la ausencia de determinación de
responsabilidades por los excesos de la policía, han creado un ambiente de miedo
e intimidación en todos los sectores de la población. Esto ha generado que las
personas se abstengan de buscar recursos legales ante las tribunales. Este temor
y la falta de confianza de las personas en las instituciones han sido identificados
por las autoridades policiales y judiciales como uno de los obstáculos
fundamentales para obtener testimonios en procesos penales.
La Comisión constató que la mayoría de las instituciones que participan en la
administración de justicia carecen de los recursos necesarios para llevar a cabo su
trabajo, y que el diseño del sistema y de los procedimientos aplicados requiere
reformas profundas.
La impunidad para los casos de uso de fuerza letal por parte de la policía resulta
especialmente preocupante para la Comisión. Solo un mínimo porcentaje de
agentes de policía son encausados en casos de muertes ocasionadas por la
policía, y en los casos en que son juzgados, los procesos son lentos y atiborrados
de obstáculos, y terminan casi siempre en exoneración de responsabilidad. Solo
un oficial de policía ha sido condenado en los últimos años por ejecución
extrajudicial.
La Oficina de Investigaciones Especiales carece de recursos para investigar las
denuncias de muertes ilegales y abuso policial, no impulsa investigaciones, y sus
oficiales continúan formando parte de la fuerza policial, generando la percepción
de que la oficina no cuenta con suficiente independencia. Las autoridades
indicaron que el Parlamento está debatiendo la creación de una nueva Comisión
Independiente de Investigación para investigar las muertes ocasionadas por la
policía. La Comisión enfatiza que es crucial que cualquier cuerpo investigativo de
esta naturaleza sea investido con la independencia y la autonomía necesaria para
cumplir su mandato, incluyendo los recursos adecuados.
Visita a Honduras
La CIDH realizó una visita in loco a Honduras, entre el 17 al 21 de agosto de
200942. El objetivo de la visita fue observar la situación de derechos humanos en
el contexto del golpe de Estado del 28 de junio de 2009. En sus observaciones
preliminares, la CIDH confirmó, entre otros, la existencia de un patrón de uso
desproporcionado de la fuerza pública, detenciones arbitrarias, y control de la
información dirigido a limitar la participación política de un sector de la ciudadanía.
La Comisión constató la represión ejercida contra las manifestaciones a través de
la colocación de retenes militares, la aplicación arbitraria de toques de queda,
detenciones de miles de personas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, y
malas condiciones de detención. De particular gravedad es la muerte de cuatro
personas y varios heridos de arma de fuego. La Comisión consideró necesaria una
investigación exhaustiva de estas muertes, en consideración que recibió
información que podría vincular estas muertes con el accionar de agentes del
Estado. Asimismo, la Comisión fue informada de que las manifestaciones se han
realizado en general en forma pacífica, salvo en algunos casos en que se han
registrado actos de violencia, incluidos algunos graves, contra personas y contra la
propiedad, tales como el incendio de un restaurante y de un autobús, y la agresión
contra un diputado y varios periodistas. Por otro lado, la Comisión pudo
constatar que la ruptura del orden constitucional originada por el golpe de Estado
está acompañada de una fuerte presencia militar en distintos ámbitos de la vida
civil, la suspensión de garantías mediante la implementación de un toque de
queda que no cumple con los estándares del derecho internacional y la
irregularidad en la eficacia de los recursos judiciales para salvaguardar los
derechos esenciales de las personas. La Comisión reiteró que, los órganos del
SIDH han sostenido en reiteradas oportunidades que el sistema democrático es la
42 La delegación estuvo compuesta por la Presidenta de la CIDH, Luz Patricia Mejía Guerrero; el Primer Vicepresidente, Víctor Abramovich; el Segundo Vicepresidente y Relator para Honduras, Felipe González; el Comisionado Paolo Carozza, el Secretario Ejecutivo, Santiago A. Canton. También fue parte de la delegación la Relatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Catalina Botero.
garantía principal para la vigencia de los derechos humanos. En ese sentido, la
Comisión considera que únicamente el retorno a la institucionalidad democrática
en Honduras permitirá que se den las condiciones para el efectivo cumplimiento
de los derechos humanos de todos los habitantes de Honduras. La Comisión
considera fundamental que el gobierno de facto adopte medidas urgentes para
garantizar el derecho a la vida, integridad personal y libertad personal de todas las
personas. Es indispensable que se realicen investigaciones serias, exhaustivas,
conclusivas e imparciales de todos los casos de violaciones a los derechos
humanos. Destacó también la necesidad de que los responsables sean
debidamente juzgados y sancionados, y que se repare adecuadamente a los
familiares y víctimas de las violaciones atribuibles a agentes del Estado. En este
sentido, es de fundamental importancia que se facilite, se profundice y no se
ponga ningún obstáculo a la tarea que debe realizar la Fiscalía de Derechos
Humanos para que pueda investigar la totalidad de las violaciones ocurridas en el
contexto del golpe de Estado43.
3. Comunicados de Prensa
Importantes criterios en el uso de la fuerza vienen también desarrollados
por la Comisión en sus comunicados de prensa.
Comunicado de Prensa N° 35/09 de 8 de junio de 2009 – Perú
La CIDH condenó enérgicamente los graves hechos de violencia que tuvieron
lugar el 5 de junio en Bagua, en el norte de Perú, que habrían ocasionado la
muerte de varias personas. Según la información recibida, por lo menos 30
personas habrían muerto y otras habrían resultado heridas, incluyendo líderes
indígenas y miembros de las fuerzas de seguridad, como resultado de un
operativo de la Policía Nacional del Perú para dispersar el bloqueo que grupos
43 CIDH. Comunicado de Prensa N° 60/09 de 21 de agosto de 2009. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/60-09sp.htm
indígenas mantenían en la carretera de acceso a la ciudad de Bagua. El acto de
protesta había sido organizado por pueblos indígenas de la Amazonía peruana
tras la adopción de decretos legislativos que afectarían el derecho de propiedad
sobre sus tierras y territorios. La Comisión Interamericana recordó al Estado su
obligación de esclarecer judicialmente estos hechos de violencia y reparar sus
consecuencias. La información recibida por la CIDH señala que los centros de
atención a la salud en Bagua no estarían capacitados para brindar asistencia a la
gran cantidad de indígenas que resultaron heridos. La CIDH llamó al Estado
peruano a adoptar las medidas necesarias para garantizar el acceso a servicios de
salud a todos los heridos. Asimismo, la CIDH hizo un llamado a las partes a
promover un proceso de diálogo para la búsqueda de una solución que respete los
derechos humanos. Cabe resaltar la importancia de adoptar mecanismos para
evitar el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes públicos en marchas y
manifestaciones de protesta. Como ha manifestado la CIDH: “La criminalización
de la legítima movilización y protesta social, sea a través de represión directa a los
manifestantes, o a través de investigación y proceso criminal, es incompatible con
una sociedad democrática donde las personas tienen el derecho de manifestar su
opinión”.
Por último, la CIDH al haber tomado conocimiento que el 9 de mayo el Gobierno
declaró el estado de sitio, recordó al Estado peruano que el artículo 27 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Opinión Consultiva 9/87 de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos enumeran los derechos que no
pueden ser suspendidos, entre otros, el derecho a la vida, a la integridad personal
y a las garantías judiciales indispensables para la protección de estos derechos.
En vista de la información recibida según la cual varias personas habrían sido
detenidas durante los incidentes sin que se informara sobre su identidad o su
paradero, la CIDH llama al Estado peruano a respetar su derecho a la integridad
personal y a las garantías judiciales44.
44 CIDH. Comunicado de Prensa N° 35/09 - Perú. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/35-09sp.htm
Comunicado de Prensa N° 64/09 de 22 de septiembre de 2009 –
Honduras
La CIDH instó al gobierno de facto de Honduras, y en especial a las fuerzas de
seguridad del Estado, a respetar las manifestaciones públicas y el derecho a la
libertad de expresión de todas las personas.
La CIDH recibió información que indica que el Presidente Manuel Zelaya Rosales
habría regresado a Honduras y que estaría en la Embajada de Brasil en
Tegucigalpa. Asimismo, recibió versiones periodísticas que indican que algunos
sectores sociales de Honduras estarían organizando manifestaciones de apoyo al
mandatario. Durante su visita a Honduras del 17 al 21 de agosto de 2009, la
Comisión tomó conocimiento de que en las manifestaciones que fueron reprimidas
en todo el territorio, incluyendo Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma,
Comayagua y la localidad de El Paraíso, hubo un patrón de uso excesivo de la
fuerza pública. Efectivamente, varias de las manifestaciones realizadas desde el
28 de junio de 2009 fueron disueltas por la fuerza pública, tanto policial como
militar, dejando como consecuencia muertes, torturas, malos tratos, cientos de
heridos y miles de detenciones arbitrarias.
La CIDH encuentra necesario reiterar que la participación política y social a través
de la manifestación pública es esencial en la vida democrática de las sociedades,
y que reviste un interés social imperativo. Las personas de todos los sectores
políticos tienen el derecho de ejercer plena y libremente su derecho de libertad de
expresión y su derecho de reunión, sin violencia y de conformidad con la ley y las
normas interamericanas de protección de los derechos humanos. Como lo han
señalado la Comisión y la Corte Interamericanas, los Estados no sólo no deben
interferir con el ejercicio de estos derechos sino que deben adoptar medidas para
asegurar su ejercicio efectivo. La Comisión Interamericana considera fundamental
que el gobierno de facto adopte medidas urgentes para garantizar los derechos a
la vida, integridad personal y libertad personal. Todas las personas sin distinción
deben estar igualmente protegidas en el ejercicio de sus derechos a la libertad de
expresión, reunión y participación política45.
Comunicado de Prensa No. 65/09 de 22 de septiembre de 2009 –
Honduras
La CIDH condenó enérgicamente el uso excesivo de la fuerza en la represión de
las manifestaciones que tuvieron lugar en Tegucigalpa, en los alrededores de la
Embajada de Brasil, donde se encuentra el Presidente Manuel Zelaya Rosales.
Según la información recibida, después de la llegada del Presidente Zelaya a
Honduras el 21 de septiembre de 2009, el gobierno de facto instauró un toque de
queda, el cual se mantiene vigente, y ordenó el cierre de los aeropuertos. En este
marco, fuerzas policiales y militares reprimieron a los manifestantes en la zona de
la Embajada, aplicando uso excesivo de la fuerza, utilizando bombas lacrimógenas
y balas de goma. Asimismo, se recibió información de que cientos de personas
fueron detenidas y de que agentes estatales arrojaron bombas lacrimógenas a la
sede del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras
(COFADEH), cuando se estaban recibiendo denuncias y testimonios de personas
heridas durante la represión. La CIDH fue informada además que la Embajada de
Brasil en Honduras estaría rodeada por fuerzas de seguridad del Estado y aislada
de toda comunicación con el exterior tras la aplicación de un corte de energía
eléctrica en la zona. Otros cortes de energía eléctrica sacaron del aire a radio
Globo y Canal 36. La CIDH hizo un llamado urgente al régimen de facto a adoptar
todas las medidas necesarias a fin de garantizar el derecho a la vida, la integridad
y la seguridad de todas las personas. En especial, la Comisión urge a las
autoridades de facto a respetar el derecho a la vida y a la integridad de las
personas detenidas, así como del Presidente Manuel Zelaya Rosales, de los
miembros de su familia y de su gabinete que están actualmente refugiados en la
45 CIDH. Comunicado de Prensa N° 64/09. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/64-09sp.htm
Embajada, del personal diplomático brasileño y de todas las personas que se
encuentran en la Embajada. Asimismo, la Comisión Interamericana urgió a las
autoridades de facto a investigar el uso excesivo de la fuerza utilizado en la
represión de la manifestación de apoyo al Presidente Manuel Zelaya y a sancionar
a los responsables de las violaciones a los derechos humanos que se determinen
en las investigaciones. Asimismo, la CIDH reitera su llamado al gobierno de facto
de Honduras a respetar las manifestaciones públicas y recuerda que todas las
personas sin distinción deben estar igualmente protegidas en el ejercicio de sus
derechos a la libertad de expresión, reunión y participación política. En este
sentido, la Comisión Interamericana expresó su profunda preocupación por la
reiterada utilización de diversos estados de emergencia en Honduras, en este
caso el toque de queda, para suspender derechos fundamentales y para evitar las
manifestaciones públicas46.
Comunicado de Prensa No. 12/10 de 2 de febrero de 2010 – Venezuela
La CIDH expresó su preocupación por los graves hechos de violencia ocurridos en
las manifestaciones llevadas a cabo en varias ciudades de Venezuela durante la
semana del 25 de enero de 2010, tanto a favor como en contra del Gobierno del
Presidente Hugo Chávez, en donde por lo menos dos manifestantes habrían
perdido la vida en el marco de protestas a favor y en contra del Gobierno, además
de varios agentes públicos y manifestantes heridos por uso indebido de la fuerza
por parte de las autoridades y por la acción de los propios manifestantes, tanto
partidarios como adversos al Gobierno venezolano. Los informes de prensa
indican igualmente que la policía dispersó a los manifestantes con bombas
lacrimógenas y perdigones, y que fueron detenidos varios estudiantes
universitarios. La Comisión Interamericana recordó al Estado venezolano su deber
de ejercer el control de las manifestaciones dentro del marco de respeto de los
estándares interamericanos de derechos humanos. Como lo ha manifestado
46 CIDH. Comunicado de Prensa N° 65/09. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2009/65-09sp.htm
anteriormente: “La Comisión considera que los agentes pueden imponer
limitaciones razonables a los manifestantes para asegurar que sean pacíficos o
para contener a los que son violentos, así como dispersar manifestaciones que se
tornaron violentas u obstructivas. No obstante, el accionar de las fuerzas de
seguridad no debe desincentivar el derecho de reunión sino protegerlo, por ello la
desconcentración de una manifestación debe justificarse en el deber de protección
de las personas. El operativo de seguridad desplegado en estos contextos debe
contemplar las medidas de desconcentración más seguras y rápidas y menos
lesivas para los manifestantes.” Asimismo recordó al Estado venezolano que tiene
el deber de investigar los hechos violatorios de derechos humanos con arreglo al
debido proceso, hasta su pleno esclarecimiento, así como juzgar a los
responsables y reparar las consecuencias de las violaciones.
Finalmente, la CIDH llama al diálogo y al ejercicio pacífico del derecho de
manifestación y reunión en Venezuela. Asimismo, la Comisión Interamericana
seguirá de cerca la evolución de los acontecimientos y continuará cumpliendo sus
tareas de promoción y defensa de los derechos humanos conforme a los
instrumentos que rigen su mandato47.
Comunicado de Prensa Nº No. 26/10 de 8 de marzo de 2010 –
Honduras
La CIDH condenó y lamentó los asesinatos de tres miembros activos de la
resistencia al golpe de estado, registrados en el último mes en Honduras.
Asimismo, la CIDH deplora los secuestros, detenciones arbitrarias, torturas,
violaciones sexuales y allanamientos ilegales de que han sido víctimas personas
activas en la resistencia contra el golpe de Estado y sus familiares. La CIDH
expresa también su profunda preocupación ante la información recibida de que
hijos e hijas de activistas están siendo amenazados y hostigados, y que en dos
casos han sido asesinados. Según la información recibida, el 3 de febrero de
47 CIDH. Comunicado de Prensa Nº 10/10. En: http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2010/12-10sp.htm
2010, Vanessa Zepeda Alonzo, de 29 años de edad, quien era activa en el Frente
de Resistencia y afiliada al Sindicato de Empleados de la Seguridad Social, fue
encontrada muerta en Tegucigalpa. Según testigos oculares, su cuerpo fue
lanzado desde un carro. Asimismo, el 15 de febrero de 2010, Julio Funez Benitez,
miembro activo de la resistencia y afiliado al Sindicato de Trabajadores de
SANAA, fue asesinado de dos balazos mientras conversaba en la acera de su
residencia en la Colonia Brisas de Olancho, por sujetos desconocidos que se
transportaban en una motocicleta. Finalmente, el 24 de febrero de 2010 fue
asesinada en su domicilio Claudia Maritza Brizuela, de 36 años de edad, hija del
dirigente sindical y social Pedro Brizuela, que participa activamente en la
resistencia. Dos desconocidos llamaron a la puerta y al abrir, Claudia Brizuela fue
asesinada a balazos, frente a sus hijos de 2 y 8 años de edad. La Comisión
observa con consternación que se estaría asesinando, secuestrando agrediendo y
amenazando a los hijos y a las hijas de los líderes del Frente de Resistencia,
como una estrategia para acallarlos. En este sentido, el 17 de febrero de 2010
apareció ahorcada Dara Gudiel, de 17 años de edad, en la Ciudad de Danlí,
departamento del Paraíso. Dara Gudiel era hija del comunicador social Enrique
Gudiel, quien dirige un programa de radio llamado “Siempre al Frente con el
Frente”, donde se transmiten informaciones sobre la resistencia. Días antes de
aparecer ahorcada, Dara Gudiel había sido liberada, luego de permanecer
secuestrada dos días durante los cuales habría sido maltratada físicamente. Por
otra parte, el 9 de febrero de 2010 fueron secuestrados cinco miembros de
una familia que es activa en la resistencia, por siete hombres fuertemente
armados que vestían uniforme militar y tenían el rostro cubierto con gorros
pasamontañas. Una de las personas secuestradas era una joven que había
denunciado en agosto de 2009 haber sido violada sexualmente por cuatro
policías luego de haberla detenido en una manifestación contra el golpe de
Estado perpetrado el 29 de junio. El 9 de febrero, los hombres armados
interceptaron el vehículo en el cual viajaba la joven junto con su hermano, su
hermana y otras dos personas; cuando les ofrecieron las llaves del auto,
respondieron que lo que querían era a la joven, “a ver si esta vez los denunciaba”.
Los cinco fueron obligados a punta de pistola a caminar montaña adentro, donde
dos de las mujeres fueron violadas sexualmente; la tercera fue víctima de robo y
amenazas de muerte, y los dos hombres fueron sometidos a torturas físicas.
Fueron liberados horas después. Estos hechos se dan en un contexto de grave
hostigamiento contra los miembros activos de la resistencia en Honduras, en el
cual durante el último mes se han producido más de medio centenar de
detenciones, ocho casos de torturas, dos secuestros, dos violaciones sexuales y
un allanamiento de domicilio. Estas agresiones se han realizado contra miembros
de la resistencia, sindicalistas y comunicadores sociales, así como sus hijos e
hijas. La Comisión señaló que Honduras debe adoptar medidas urgentes para
garantizar los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal. Para la
CIDH, tTodas las personas sin distinción deben estar igualmente protegidas en el
ejercicio de sus derechos a la libertad de expresión, reunión y participación
política. La CIDH encuentra necesario reiterar que la participación política y social
a través de la manifestación pública es esencial en la vida democrática de las
sociedades, y que reviste un interés social imperativo. Las personas de todos los
sectores políticos tienen el derecho de ejercer plena y libremente su derecho de
libertad de expresión y su derecho de reunión, sin violencia y de conformidad con
la ley y las normas interamericanas de protección de los derechos humanos.
Como lo han señalado la Comisión y la Corte Interamericanas, los Estados no sólo
no deben interferir con el ejercicio de estos derechos sino que deben adoptar
medidas para asegurar su ejercicio efectivo.48
Comunicado de Prensa No. 55/10 de 27 de mayo de 2010 – Jamaica
La CIDH expresó su profunda preocupación por la ola de violencia que atraviesa
Jamaica desde el 23 de mayo de 2010. De acuerdo a la información recibida por la
CIDH, más de 40 personas habrían muerto y más de 30 habrían resultado heridas
como resultado de enfrentamientos violentos en Kingston entre policías y civiles, y
48 CIDH. Comunicado de Prensa N° 26/10. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2010/26-10sp.htm
más de 200 personas habrían sido detenidas. De acuerdo a la información
disponible, esta ola de violencia estaría vinculada a la lucha contra el crimen
organizado; específicamente, a las acciones adoptadas por el Gobierno para
arrestar a Christopher Coke, en relación a cargos por tráfico de drogas y armas.
Asimismo, la CIDH tomó conocimiento que el Gobierno declaró estado de
emergencia el 23 de mayo de 2010. La Comisión lamenta profundamente las
muertes ocurridas en este contexto y hace un llamado urgente al Estado de
Jamaica a realizar una investigación diligente, efectiva e imparcial sobre estos
hechos. Para la Comisión, el uso legítimo de la fuerza pública implica, entre otros
factores, que ésta debe ser tanto necesaria como proporcionada al objetivo
legítimo que se persiga. El grado de fuerza ejercido por los funcionarios del Estado
para que se considere adecuado con los parámetros internacionales, no debe ser
más que el “absolutamente necesario”. Los Principios Básicos sobre el Empleo de
la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargados de Hacer
Cumplir la Ley contemplan que “los funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley, en el desempeño de sus funciones, utilizarán en la medida de lo posible
medios no violentos antes de recurrir al empleo de la fuerza y de armas de fuego”.
La CIDH ha dicho asimismo que los agentes del Estado sólo pueden emplear la
fuerza letal en forma excepcional, en caso de peligro directo o inminente de
muerte o de lesiones que pueden provocar la muerte del propio agente o de otra
persona. La Comisión señaló que, la jurisprudencia del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos deja en claro que los agentes del Estado tienen la obligación
de hacer cumplir la ley y mantener el orden aun cuando se produzcan en algunos
casos muertes o lesiones corporales durante dicho proceso como resultado del
uso proporcional de la fuerza. Asimismo, la fuerza utilizada no debe ser excesiva.
Cuando se usa fuerza excesiva, no se respeta la integridad personal, y toda
privación de la vida resultante es arbitraria. La CIDH instó al Estado de Jamaica a
adoptar todas las medidas necesarias a fin de garantizar el derecho a la vida, la
integridad y la seguridad de todas las personas. En relación a la declaración del
estado de emergencia, la CIDH recuerda que la Convención Americana sobre
Derechos Humanos establece la suspensión de garantías como un mecanismo
excepcional para que se suspenda el goce y ejercicio de algunos derechos en
caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la
independencia o seguridad del Estado parte. De conformidad con el artículo 27 de
la Convención Americana, el alcance de las suspensiones debe ser el
estrictamente necesario para paliar la situación de emergencia, lo cual implica
limitar su alcance temporal, espacial y los derechos que se suspenden. Cada uno
de los actos de implementación de suspensión de garantías debe ser razonable,
esto es, debe ser estrictamente adecuado a la causa y el alcance del estado de
excepción, sin que exista ningún tipo de discriminación.
El 27 de mayo de 2010, la CIDH solicitó información urgente al Estado de Jamaica
sobre la muerte de civiles y de personal de seguridad en el marco de esta ola de
violencia; sobre las medidas que el Estado haya adoptado a fin de minimizar la
pérdida de vidas; sobre las acciones del Estado para ofrecer en forma inmediata la
asistencia que requieran las víctimas de la violencia; sobre las medidas adoptadas
para investigar y establecer las circunstancias y eventualmente determinar las
responsabilidades por cada una de las muertes que tuvo lugar en el contexto de
estos hechos; y sobre las medidas adoptadas para asegurar que el estado de
emergencia declarado se implemente en conformidad con las obligaciones
asumidas por Jamaica bajo la Convención Americana sobre Derechos Humanos.49
Comunicado de Prensa Nº 77/10 – Panamá
La CIDH expresó su preocupación por los graves hechos de violencia ocurridos en
una manifestación que tuvo lugar el 8 de julio de 2010 en Changuinola, Bocas del
Toro, Panamá. Según la información recibida por la Comisión, trabajadores de
fincas bananeras de la provincia de Bocas del Toro decretaron paro general de
labores a partir del 2 de julio de 2010, como medida de protesta contra la
aprobación de la Ley 30, aprobada el 12 de junio por la Asamblea Nacional de
49 CIDH: Comunicado de Prensa Nº 55/10. En: http://www.cidh.oas.org/Comunicados/Spanish/2010/55-10sp.htm
Panamá y sancionada por el Presidente el 16 de junio. Se indica que el 8 de julio,
una manifestación organizada en el marco de la protesta contra algunos aspectos
de esta ley relacionados con derechos sindicales y el derecho de huelga, fue
reprimida por las fuerzas de seguridad, con un resultado de al menos dos
personas muertas, más de un centenar de heridos y otro centenar de detenidos.
La Comisión fue informada que se habrían librado órdenes de detención contra, al
menos, 17 sindicalistas, las cuales posteriormente se habrían anulado. Asimismo,
el 21 de julio el Gobierno de Panamá informó sobre la creación de una comisión
especial para investigar los hechos. La Comisión Interamericana recordó al Estado
panameño su deber de ejercer el control de las manifestaciones dentro del marco
de respeto de los estándares interamericanos de derechos humanos. Como lo ha
manifestado anteriormente: “La Comisión considera que los agentes pueden
imponer limitaciones razonables a los manifestantes para asegurar que sean
pacíficos o para contener a los que son violentos, así como dispersar
manifestaciones que se tornaron violentas u obstructivas. No obstante, el accionar
de las fuerzas de seguridad no debe desincentivar el derecho de reunión sino
protegerlo, por ello la desconcentración de una manifestación debe justificarse en
el deber de protección de las personas. El operativo de seguridad desplegado en
estos contextos debe contemplar las medidas de desconcentración más seguras y
rápidas y menos lesivas para los manifestantes.” Asimismo, recordó al Estado
panameño que tiene el deber de investigar los hechos violatorios de derechos
humanos con arreglo al debido proceso, hasta su pleno esclarecimiento, así como
juzgar a los responsables y reparar las consecuencias de las violaciones.50
III. Decisiones de la Comisión Interamericana y de la Corte Interamericana
sobre el uso de la fuerza
En esta parte del documento se presenta un resumen de los casos que han sido
admitidos, y han merecido pronunciamiento sobre el fondo, con informe de
50 CIDH. Comunicado de Prensa Nº 77/10. En: http://www.cidh.org/Comunicados/Spanish/2010/77-10sp.htm
solución amistosa o enviados a la Corte por la CIDH, y que han merecido su
pronunciamiento, durante los últimos años. Los casos decididos recientemente
permiten observar cuales son las tendencias y las problemáticas que la CIDH ha
atendido y está atendiendo en materia de protección respecto al uso de la fuerza
por los Estados.
1. Decisiones de la CIDH
Informe de Admisibilidad Nº 01/09, petición 1491-05, Benito Antonio
Barrios y otros, Venezuela, 17 de enero de 200951
La CIDH declaró admisible una petición presentada por Eloísa Barrios y otros en la
cual se alega la responsabilidad de agentes de la República Bolivariana de
Venezuela por la detención ilegal y la ejecución extrajudicial de Benito Antonio
Barrios ocurrida el 28 de agosto de 1998, en el pueblo rural de Guanayen,
municipio de Urdaneta. Durante el trámite de la petición se añadieron alegatos
sobre la presunta ejecución extrajudicial de Rigoberto Barrios, las detenciones
ilegales y violaciones contra el derecho a la integridad personal de varios
miembros de la familia Barrios por parte de agentes del Estado y el subsecuente
desplazamiento de dichos miembros.
Los peticionarios indicaron que el presente caso se ubica en el marco de una
reconocida práctica de ejecuciones extrajudiciales y de uso excesivo e
indiscriminado de la fuerza por parte de las policías regionales. Precisaron que el
pueblo rural de Guanayen, en el municipio de Urdaneta, al sur del Estado Aragua,
es un lugar que, por su ubicación geográfica, dificulta el control efectivo sobre los
funcionarios de los organismos de seguridad. Según los peticionarios, esta
situación ha favorecido la configuración de una práctica sistemática de
ejecuciones extrajudiciales en la región, de uso excesivo y arbitrario de la fuerza,
así como de mecanismos de impunidad alrededor de tales situaciones.
51 http://www.cidh.org/annualrep/2009sp/Venezuela1491-05.sp.htm
La CIDH consideró que las alegaciones de los peticionarios relativas a – entre
otros – la presunta violación del derecho a la vida y a la integridad personal,
podrían caracterizar, entre otro, posibles violaciones a los derechos protegidos en
los artículos 4.1, 5.1 y 5.2, en concordancia con el artículo 1.1 de la Convención
Americana en perjuicio de Benito Antonio Barrios y de Rigoberto Barrios.
Informe de Admisibilidad Nº 22/09, petición 908-04, Igmar Alexander
Landaeta Mejías, Venezuela, 20 de marzo de 200952
La CIDH declaró admisible una petición en representación de las presuntas
víctimas, el fallecido Igmar Alexander Landaeta Mejías y su padre Ignacio
Landaeta Muñoz contra la República Bolivariana de Venezuela por la presunta
violación de los derechos consagrados en los artículos 4.1 (vida) y 5 (integridad
personal). El peticionario indicó que el joven Igmar Landaeta fue privado de su
vida el 17 de noviembre de 1996 en el municipio Santiago Mariño, Estado Aragua,
por parte de dos funcionarios policiales adscritos al Cuerpo de Seguridad y Orden
Público, CSOPEA, del mismo Estado. Los hechos ocurrieron como parte de un
patrón de ejecuciones extrajudiciales cometidas por parte de funcionarios de las
policías regionales de Venezuela, mediante un modus operandi determinado y con
un índice particularmente elevado en el Estado Aragua. Según señaló el
peticionario, el Estado no investigó adecuadamente los hechos pues las
autoridades tanto policiales como del Ministerio Público encargadas de impulsar la
investigación, actuaron de manera negligente lo que resultó en la absolución de
los funcionarios y la consecuente situación de impunidad de los hechos. La
Comisión consideró que los hechos alegados en la petición podrían caracterizar
violación a los derechos consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención
Americana en perjuicio de Igmar Alexander Landaeta Mejías, así como del
derecho consagrado en el artículo 5 (entre otro) de la Convención Americana en
52 http://www.cidh.org/annualrep/2009sp/Venezuela908-04.sp.htm
perjuicio de sus familiares, todo en conexión con las obligaciones establecidas en
el artículo 1.1 del mismo instrumento.
2. Sentencias de la Corte IDH
Caso El Frontón Vs. Perú, Durand y Ugarte vs. Perú, sentencia de 16
de agosto de 200053
En inicios de 1986 Nolberto Durand Ugarte y Gabriel Pablo Ugarte Rivera fueron
detenidos y procesados por la presunta comisión del delito de terrorismo. Los
señores Durand Ugarte y Ugarte Rivera fueron trasladados por orden judicial a El
Frontón.
El 18 de junio de 1986 se produjeron motines simultáneos en tres centros
penitenciarios de Lima, entre ellos el Pabellón Azul del CRAS San Juan Bautista,
(ex-El Frontón) donde se encontraban los detenidos Nolberto Durand Ugarte y
Gabriel Pablo Ugarte Rivera. Los presos asumieron el control de los pabellones,
luego de haber tomado a efectivos de la Guardia Republicana como rehenes y de
haberse apoderado de las armas de fuego que portaban algunos de ellos. Ante
esta situación, las autoridades penitenciarias, en coordinación con las autoridades
judiciales competentes, iniciaron negociaciones con los amotinados, en las que se
avanzó hasta conocer sus reclamos.
El entonces Presidente de la República del Perú54 convocó al Consejo de
Ministros a una sesión extraordinaria el día 18 de junio de 1986, con participación
del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Esta reunión se realizó dentro del
marco jurídico señalado por el Decreto Supremo No. 012-86-IN, de 2 de junio de
1986, que “prorrog[ó] el Estado de Emergencia en la Provincia de Lima y en la
Provincia Constitucional del Callao [y decretó que las] Fuerzas Armadas
53 http://wwwj.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_68_esp.pdf 54 Alan García Pérez.
continuaran con el control del orden interno” en dichas provincias. En la citada
reunión se decidió que después de la intervención de la Comisión de Paz para
obtener la rendición de los amotinados, se ordenara al Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas debelar el motín.
El 19 de junio de 1986 el Presidente de la República dictó el Decreto- Supremo
No. 006-86-JUS, mediante el cual declaró los penales como “zona militar
restringida” y los dejó formalmente bajo la jurisdicción del Comando Conjunto de
las Fuerzas Armadas, mientras durara el estado de emergencia prorrogado
conforme al Decreto Supremo No. 012-86-IN. Esta norma impidió el ingreso de
autoridades civiles y judiciales a El Frontón, y dio a la Marina de Guerra del Perú
el control absoluto del penal. El citado decreto se publicó en el diario oficial al día
siguiente, 20 de junio de 1986, con la indicación expresa de que regiría desde su
promulgación (que ocurrió el 19 de junio de 1986), aun cuando los operativos
militares realizados el 18 y 19 de junio ya habían concluido y los motines estaban
controlados. El develamiento del motín del penal El Frontón fue encomendado a la
Marina de Guerra y la Guardia Republicana bajo las órdenes del Comando
Conjunto. El operativo comenzó a las 3:00 horas del 19 de junio. La Fuerza de
Operaciones Especiales (FOES) procedió a la demolición del Pabellón Azul, lo que
produjo la muerte o lesiones a un gran número de reclusos. El Pabellón Azul era
un área aislada del establecimiento penal, en la que ocurrieron los hechos.
Para investigar los hechos relacionados con el debelamiento del motín, el
Congreso de la República del Perú nombró una Comisión Investigadora, la cual, al
concluir su trabajo, presentó dos informes, uno en mayoría y otro en minoría. El
informe de mayoría, en el punto 14 de sus conclusiones, indicó que “[d]el resultado
logrado se infiere, sin embargo, la desproporción del potencial bélico empleado. La
demolición final, luego de la rendición producida a las 14:30 horas del día
diecinueve, no tendría explicación lógica y en consecuencia sería injustificada”.
Asimismo, el informe de minoría señaló, en el apartado relativo a las cuestiones
previas, que está demostrado que el gobierno, al incumplir con su obligación de
proteger la vida humana, dio órdenes que trajeron como consecuencia un
injustificable número de muertes. Asimismo, el informe señaló que la opción
tomada de debelar los motines a través de la fuerza militar, en el plazo más breve
y perentorio, significaba poner en grave e innecesario peligro la vida de los
rehenes y los internos y que la fuerza militar utilizada fue desproporcionada en
relación al peligro realmente existente y las formas de ataque implementadas
tampoco revelaron precaución alguna por reducir los costos humanos del
debelamiento.
Caso Las Palmeras vs Colombia, sentencia de 6 de diciembre de
200155
El 23 de enero de 1991 el Comandante Departamental de la Policía de Putumayo
ordenó a miembros de la Policía Nacional llevar a cabo una operación armada en
la localidad de Las Palmeras, Municipio de Mocoa, Departamento de Putumayo.
La Policía Nacional fue apoyada por efectivos del Ejército. En la mañana de ese
mismo día, se encontraban en la escuela rural de Las Palmeras unos niños que
esperaban el comienzo de las clases y dos trabajadores, Julio Milciades Cerón
Gómez y Artemio Pantoja, que reparaban un tanque séptico. En un terreno lindero
se hallaban los hermanos Wilian Hamilton y Edebraes Norverto, ambos Cerón
Rojas, ordeñando una vaca. El maestro Hernán Javier Cuarán Muchavisoy estaba
por llegar a la escuela. Las fuerzas del Ejército abrieron fuego desde un
helicóptero e hirieron al niño Enio Quinayas Molina, en ese entonces de seis años,
quien se dirigía a la escuela. La Policía detuvo en la escuela y en sus alrededores
al maestro Cuarán Muchavisoy, a los trabajadores Cerón Gómez y Pantoja, a los
hermanos Wilian Hamilton y Edebraes Cerón y a otra persona no identificada que
podría ser Moisés Ojeda o Hernán Lizcano Jacanamejoy. La Policía Nacional
ejecutó extrajudicialmente por lo menos a seis de estas personas. Los miembros
de la Policía Nacional y del Ejército realizaron numerosos esfuerzos para justificar
su conducta. En este orden de ideas, vistieron con uniformes militares los
cadáveres de algunas de las personas ejecutadas, quemaron sus ropas y
55 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_90_esp.pdf
amedrentaron a varios testigos del caso. Igualmente, la Policía Nacional presentó
siete cadáveres como pertenecientes a subversivos muertos en un presunto
enfrentamiento. Entre esos cadáveres se encontraban seis cuerpos de las
personas detenidas por la Policía y un séptimo, cuyas circunstancias de muerte no
han sido esclarecidas. Como consecuencia de los hechos descritos, se iniciaron
procesos de carácter disciplinario, administrativo y penal. El proceso disciplinario
realizado por el Comandante de la Policía Nacional de Putumayo se falló en cinco
días y se absolvió a todos los que participaron en los hechos de la localidad de
Las Palmeras. Asimismo, se iniciaron dos procesos contenciosos administrativos
en los que se reconoció expresamente que las víctimas del operativo armado no
pertenecían a ningún grupo armado y que el día de los hechos estaba realizando
sus tareas habituales. Estos procesos permitieron comprobar que la Policía
Nacional ejecutó extrajudicialmente a las víctimas cuando se encontraban en
estado de indefensión. En cuanto al proceso penal militar, después de siete años
aún se encontraba en la etapa de investigación y todavía no se había acusado
formalmente a alguno de los responsables de los hechos.
Caso “El Caracazo” Vs. Venezuela, sentencia de 11 noviembre de
199956
El 16 de febrero de 1989 el entonces Presidente de Venezuela, Carlos Andrés
Pérez, anunció una serie de medidas de ajuste económico para refinanciar la
deuda externa a través del Fondo Monetario Internacional, las cuales se pusieron
en práctica el 27 de febrero de 1989.
Este día un número indeterminado de personas provenientes de los estratos
populares iniciaron una serie de disturbios en la ciudad de Garenas, Estado de
Miranda, como consecuencia del aumento de las tarifas de transporte urbano y de
la falta de reconocimiento del pasaje preferencial estudiantil por parte del Poder
Ejecutivo. Dichos disturbios se propagaron después a otras zonas del área
56 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_58_esp.pdf
metropolitana de Caracas. Los disturbios consistieron principalmente en la quema
de vehículos destinados al transporte urbano y en el saqueo y la destrucción de
locales comerciales, hechos que produjeron cuantiosos daños a propiedades
públicas y privadas. Como un sector de la Policía Metropolitana se encontraba en
huelga, ella no intervino oportunamente para controlar los disturbios. El entonces
Presidente de la República llamó al Ministro de Defensa y le ordenó que
procediera a la movilización de los efectivos militares.
El control de la situación se encomendó a fuerzas militares, para lo cual se trajeron
del interior del país, aproximadamente nueve mil efectivos. Dichas fuerzas
militares estaban integradas por jóvenes de 17 y 18 años reclutados en febrero de
1989 quienes fueron equipados con armas de asalto (FAL o Fusil Automático
Ligero, 7.62mm) para controlar la población civil y vehículos blindados AMX-13.
Los oficiales usaron pistolas de gran potencia calibre 9mm.
El 28 de febrero de 1989 el Poder Ejecutivo emitió el Decreto Nº 49, el cual ordenó
la suspensión de garantías establecidas en la Constitución venezolana, entre ellas
libertad individual; inviolabilidad de domicilio; libertad de expresión; derecho a
reunión y derecho a la manifestación pacífica. Las garantías constitucionales
fueron restablecidas el 22 de marzo de 1989. Las fuerzas armadas de Venezuela
durante los 23 días que duró la suspensión de garantías y, particularmente, a
partir del 1 de marzo de 1989, tuvieron el control del territorio y de la población;
también dispusieron para los primeros días un toque de queda que obligaba a la
personas a permanecer en sus casas entre las 6 p.m. y 6 a.m.
Durante el período de excepción los órganos de seguridad del Estado,
conjuntamente con la Policía Metropolitana, la Guardia Nacional y el Ejército,
realizaron una serie de operativos tendientes a reprimir los actos de violencia. Los
sucesos de febrero y marzo de 1989 dejaron un saldo de 276 muertos, numerosos
lesionados, varios desaparecidos y cuantiosas pérdidas materiales. Sin embargo,
dicha lista fue desvirtuada por la posterior aparición de fosas comunes. A partir del
28 de febrero de 1989 se aplicó a la población civil un plan militar secreto
denominado Ávila.
La mayoría de las muertes fueron ocasionadas por disparos indiscriminados
realizados por agentes del Estado venezolano mientras que otras fueron el
resultado de ejecuciones extrajudiciales. Existió un patrón común de
comportamiento caracterizado por el uso desproporcionado de la fuerza armada
en los barrios populares. Dicho comportamiento incluyó el ocultamiento y
destrucción de evidencia, así como el empleo de mecanismos institucionales que
han asegurado la impunidad de los hechos. En los días subsiguientes a los
sucesos, el Estado ordenó, a través del Poder Ejecutivo, que se procediera a la
inhumación de un número aún no determinado de cadáveres en fosas comunes
ubicadas en el sector denominado “La Peste I y II del Cementerio General del Sur
de Caracas, para el cumplimiento de instrucciones precisas de carácter sanitario”.
Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, sentencia de 25 de
noviembre de 200657
A partir del golpe de estado de 5 de abril de 1992, y con el fin de combatir a
grupos subversivos y terroristas, el Estado implementó en las prisiones prácticas
incompatibles con la efectiva protección del derecho a la vida y otros derechos,
tales como ejecuciones extrajudiciales y tratos crueles e inhumanos, así como el
uso desproporcionado de la fuerza en circunstancias críticas.58
Entre el 6 y 9 de mayo de 1992, agentes del Estado peruano utilizaron en el centro
penal Miguel Castro Castro, ubicado en San Juan de Lurigancho en la ciudad de
Lima, fuerza excesiva e inclusive material bélico que ocasionó la destrucción
parcial de los pabellones del centro penal, luego de una operación militarizada de
57 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_160_esp.pdf 58 Cfr. informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR, suscrito el 27 de agosto de 2003 en la ciudad de Lima, Perú, Tomo V, sección 2.22, Las Cárceles, págs. 697 a 721 (expediente de anexos a la demanda, anexo 6, correspondiente a un disco compacto).
traslado de internos, llamada “Mudanza 1”. Se produjo la muerte de al menos 42
internos; 175 resultaron heridos; y otros 322 fueron sometidos a trato cruel,
inhumano y degradante por diversos períodos de tiempo.
El primer acto del “operativo” fue realizado en la madrugada del 6 de mayo de
1992. No existía un motín cuando se realizó el primer acto del “operativo”, ni otra
situación de fuerza o despliegue de violencia alguna que ameritara el uso legítimo
de la fuerza por los agentes del Estado. Se trató más bien de un ataque ejecutado
para atentar contra la vida e integridad de las internas e internos que se
encontraban en los pabellones 1A y 4B del Penal Miguel Castro Castro. La
resistencia que opusieron los internos se presentó después del ataque, como
reacción normal a la ofensiva de las fuerzas de seguridad, por un instinto natural
de defensa de la vida e integridad física. La mayoría de los internos fueron
perpetrados como castigos colectivos, tales como: golpes con varas de metal en
las plantas de los pies, comúnmente identificados como golpes de falanga;
aplicación de choques eléctricos; golpizas realizadas por muchos agentes con
palos y puntapiés que incluían golpes en la cabeza, las caderas y otras partes del
cuerpo en que las víctimas tenían heridas; y el uso de celdas de castigo conocidas
como el “hueco”.
Asunto de la Comunidad de Paz de San José Apartadó (Colombia)59
La Comunidad de Paz de San José Apartadó, creada en 1997 y asentada en la
región del Urabá antioqueño, uno de los epicentros del conflicto armado interno
que se desarrolla en la República de Colombia, está conformada de
aproximadamente 1200 personas que se encuentran asentadas en las veredas
(pequeños poblados rurales) y en zonas humanitarias, ubicadas en el municipio de
San José de Apartadó.60
59 8 resoluciones de la Corte IDH y su Presidente en: http://www.corteidh.or.cr/pais.cfm?id_Pais=9. 60 San Josesito, La Antena, La Cristalina, Arenas Altas, La Unión, Mulata y La Esperanza.
Desde su creación La Comunidad de Paz de San José de Apartadó está
confrontada con más de 150 homicidios y “desapariciones” de miembros de esa
comunidad. Miembros de la XVII Brigada del Ejército Nacional, a veces
conjuntamente con miembros de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y
Urabá, ACCU, por ejemplo: retuvieron miembros de la comunidad, los golpearon
saltando sobre ellos, les colocaron trapos mojados en la cara y los acusaron de
ser guerrilleros; desnudaron a otros e hicieron tender en el piso. Luego les
“colocaron revólveres y machetes en el cuello y les dijeron que los iban a matar”.
Amenazaron a otros de la misma manera, les incendiaron su casa y mataron sus
animales. Torturaron y asesinaron a muchos otros miembros de la comunidad.
Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24
de noviembre de 200961
Los días 6, 7, 8 y 9 de diciembre de 1982, miembros del Ejército de Guatemala
masacraron aproximadamente 300 personas (hombres, mujeres, niños y
ancianos), pobladores del Parcelamiento Las Dos Erres, Aldea Las Cruces,
ubicado en el municipio de la Libertad, Departamento de Petén. La investigación
de los hechos relativos a la masacre, la identificación de los responsables
materiales e intelectuales de los mismos y la aplicación de las sanciones
correspondientes fue denegada por las instituciones guatemaltecas.
Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela.
Sentencia de 5 de julio de 200662
El 27 de noviembre de 1992 se produjo el segundo intento de golpe de Estado
contra el gobierno del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez. El alzamiento fue
llevado a cabo por parte de un grupo cívico-militar conformado por altos oficiales
de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas y varios civiles opositores al
Gobierno. La ciudad de Caracas fue particularmente afectada por el intenso
61 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_211_esp.pdf 62 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_150_esp.pdf
bombardeo al que fue sometida. Los disturbios se extendieron por amplios
sectores de la ciudad. La insurrección fue controlada por el Gobierno el mismo día
27 de noviembre de 1992, provocando la rendición de los involucrados, su huída y
el posterior asilo en Perú de cerca de un centenar de los alzados.
La madrugada del 27 de noviembre de 1992, hubo una ejecución extrajudicial de
37 reclusos del Retén de Catia, ubicado en la ciudad de Caracas, Venezuela.
Estos hechos ocurrieron después del segundo intento de golpe militar en
Venezuela, el cual ha originado una agitación al interior del citado retén.
Según una versión, los guardias del centro penitenciario y tropas del Comando
Regional 5 de la Guardia Nacional y de la Policía Metropolitana intervinieron
masivamente, con uso desproporcionado de la fuerza y disparando
indiscriminadamente a la población reclusa. Los guardias del Retén abrieron las
puertas de las celdas anunciando a los reclusos que quedaban en libertad,
esperaron la salida de los internos y dispararon contra ellos. Otras versiones de lo
ocurrido indican que se generó un intento masivo de fuga que fue reprimido por las
autoridades con exceso en el uso de la fuerza. En estos hechos habrían
intervenido la guardia penitenciaria, la Policía Metropolitana y posteriormente la
Guardia Nacional.
A pesar de las distintas versiones de lo ocurrido, lo que queda claro es que las
muertes de las víctimas del presente caso fueron producidas por heridas con
armas de fuego, y en muchas de ellas, la trayectoria de los proyectiles indica que
fueron ejecutadas extrajudicialmente.
IV. Estándares del SIDH respecto al uso de la fuerza y de las armas de fuego.
Se ha podido identificar de la revisión de las notas de prensa y de los informes de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como de las sentencias de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos algunos estándares para la
protección de personas vinculados al uso de la fuerza, establecidos por estos
órganos, tales como:
- La obligación general de los Estados de respetar y garantizar las normas de
protección de la persona vinculado al uso de la fuerza
- Derechos de toda persona a la vida y a la integridad que son especialmente
vulnerados por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y que
usan la fuerza en ese propósito
- Los deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza
- Deber del Estado de investigar
1. La obligación general de los Estados de respetar y garantizar las
normas de protección de la persona vinculado al uso de la fuerza
La obligación general de los Estados en el SIDH, lo constituye el deber de respetar
y garantizar las normas de protección. Este deber incluiría también el de respetar y
garantizar las normas del DIH, en virtud que el respeto y garantías deben ser
observadas en toda circunstancia. Más aún cuando las obligaciones derivadas
tanto del DIDH como del DIH coinciden –en gran medida – con las del DIH,
específicamente respecto a la obligación del Estado de proteger a su población
civil en un conflicto armado [interno].
La Corte Interamericana tuvo la posibilidad de constatar que
“el artículo 1.1 impone a los referidos Estados los deberes
fundamentales de respeto y garantía de los derechos, de tal modo
que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la
Convención que pueda ser atribuido, según las reglas del Derecho
Internacional, a la acción u omisión de cualquier poder u órgano de
éstos, independientemente de su jerarquía, constituye un hecho
imputable al Estado que compromete su responsabilidad
internacional”.63
63 Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 81.
El entonces Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y actual Juez
de la CIJ, Antonio Cancado Trindade, en su voto concurrente en el Caso Las
Palmeras vs Colombia64, y posteriormente en el Asunto de la Comunidad de Paz
de San José Apartadó, señaló que, conforme al artículo 1.1 de la CADH65, los
Estados partes tienen la obligación general de “respetar y hacer respetar” las
normas de protección, “en todas las circunstancias”66.
Respecto a lo que debemos entender por “en todas circunstancias”, Cancado
Trindade, señala que esa obligación –la de respetar y hacer respetar las normas
de protección en todas circunstancias- es un denominador común entre la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros tratados de derechos
humanos, así como de Derecho Internacional Humanitario, “capaz de de
conducirnos a la consolidación de las obligaciones erga omnes de protección del
derecho a la vida, en cualesquiera circunstancias, tanto en tiempo de paz como de
conflicto armado interno”. En ese sentido señaló:
8. Cabe igualmente tener en mente la obligación general de los
Estados Partes en la Convención Americana de respetar y hacer
respetar las normas de protección, en todas las circunstancias (artículo
1(1)). Dicha obligación es el denominador común entre la Convención
Americana y otros tratados de derechos humanos, así como de
Derecho Internacional Humanitario, "capaz de conducirnos a la
consolidación de las obligaciones erga omnes de protección del
64 Corte IDH. Caso Las Palmeras. Vs. Colombia. Sentencia de 6 de diciembre de 2001 (Fondo). Voto Concurrente, párr. 9: “En nada sorprende que el deber general y fundamental del artículo 1(1) de la Convención Americana encuentre paralelo en otros tratados de derechos humanos y de Derecho Internacional Humanitario5”. 65 Art. 1 CADH. Obligación de respetar los derechos. 1. Los Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 66 Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006, párr. 8. Véase también…
derecho fundamental a la vida, en cualesquiera circunstancias, tanto en
tempo de paz como de conflicto armado interno", - como acrecenté en
mi referido Voto (párr. 8) en el caso Las Palmeras.
Con relación al deber general de respetar y garantizar el ejercicio de los derechos
protegidos, Antonio Cancado agrega que dicho deber es un elemento a "tomarse
en cuenta para la consolidación de la oponibilidad de obligaciones de protección a
todos los Estados Partes en dichos tratados, y en particular de los tratados de
derechos humanos, dotados de mecanismos propios de supervisión". Para Cancado
se trata de “una obligación general, que existe para todos los Estados Partes inter se
(en tiempos tanto de paz como de conflicto armado), de asegurar la integridad y
efectividad de la Convención: "este deber general de protección (la garantía
colectiva) es de interés directo de cada Estado Parte, y de todos ellos en conjunto
(obligación erga omnes partes)" Se trataría entonces que esta obligación -la de
respetar y garantizar los derechos protegidos- no solo es una obligación erga
omnes, en el sentido de generar obligaciones para todos los Estados partes para
sí mismos, sino además que se trata de una obligación para todos los Estados de
asegurar entre sí su observancia. Precisamente la Corte Internacional de Justicia
en su OC sobre la Construcción del Muro por Israel en territorio Palestino incluida
Jersusalén Oriental del año 2004, se ha referido a ese aspecto de las obligaciones
que generan los Tratados de Derechos Humanos67.
67 Corte IDH. Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000. Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, párr. 9: Este denominador común, el deber general de respetar y garantizar el ejercicio de los derechos protegidos, es un elemento a "tomarse en cuenta para la consolidación de la oponibilidad de obligaciones de protección a todos los Estados Partes en dichos tratados, y en particular de los tratados de derechos humanos, dotados de mecanismos propios de supervisión". Tratase, - concluí, - de una obligación general, que existe para todos los Estados Partes inter se (en tiempos tanto de paz como de conflicto armado), de asegurar la integridad y efectividad de la Convención: "este deber general de protección (la garantía colectiva) es de interés directo de cada Estado Parte, y de todos ellos en conjunto (obligación erga omnes partes)".
Respecto a las obligaciones que impone la CADH a los Estados partes coinciden –
en gran medida- con las del DIH68, específicamente sobre la obligación del Estado
de proteger a su población civil en un conflicto armado interno, el Juez Cancado
señaló:
16. No hay que pasar desapercibido, a ese respecto, que las obligaciones
que impone la Convención Americana a los Estados Partes coinciden
en gran medida con las del Derecho Internacional Humanitario, el cual
determina la obligación del Estado de proteger su población civil en un
conflicto armado (interno).
Cancado enfatizó que “en varios otros casos, la Corte Interamericana ha tenido
presente la normativa del Derecho Internacional Humanitario, como elemento de
interpretación de las normas pertinentes de la Convención Americana, para efectos
de su aplicación en las circunstancias del caso materia de su análisis”. Ese el caso
de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia69; el Caso De La
Cruz Flores contra el Estado de Perú, sentencia de 17 de noviembre de 2004, Caso
de La Masacre de Dos Erres70. En este último caso, la Corte señaló:
191. Finalmente la Corte nota que, en el contexto de un conflicto
armado interno, las obligaciones del Estado a favor de los niños se
definen en el artículo 4.3 del Protocolo adicional II a los Convenios
de Ginebra. Dicho artículo establece que: “[s]e proporcionarán a los
niños los cuidados y la ayuda que necesiten, y, en particular: […] b)
se tomarán las medidas oportunas para facilitar la reunión de las
familias temporalmente separadas […]”. De acuerdo con el Comité
68 El DIH es un“orden jurídico que “determina la obligación del Estado de proteger su población civil en un conflicto armado (interno)”. Véase: Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000. Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, párr. 16. 69 Corte IDH. Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000, Sentencia de 24 de noviembre de 2000. 70 Caso de la Masacre de Las Dos Erres Vs. Guatemala. Sentencia de 24 de noviembre de 2009. (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas
Internacional de la Cruz Roja esta obligación ha sido definida como
que “las partes en conflicto deben hacer lo posible por reestablecer
los lazos familiares, es decir, no solo permitir las búsquedas que
emprendan los miembros de familias dispersas, sino facilitarlas
incluso”71.
La Corte IDH en varios casos ha considerado la normativa del DIH, como
elemento de interpretación de las normas pertinentes de la CADH, para efectos de
su aplicación.
Existe un gran potencial de los mecanismos de protección existentes, accionados
para proteger colectivamente los miembros de toda una comunidad.
El menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la CADH, puede ser
atribuido a la acción u omisión de cualquier órgano o poder estatal (según las
reglas del Derecho internacional), independientemente de su jerarquía,
constituyendo un hecho imputable al Estado, siendo responsable
internacionalmente.
Cancado concluyó que el asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en
Colombia ¨revela las nuevas dimensiones de la protección internacional de los
derechos humanos, demuestra además el gran potencial de los mecanismos de
protección existentes, accionados para proteger colectivamente los miembros de
toda una comunidad (sugiriendo una afinidad con las class actions), aunque la base
de acción sea la lesión - o la probabilidad o inminencia de lesión - a derechos
individuales.”72
2. Los derechos posibles de ser afectados por el uso de la fuerza
71 Comentario del Protocolo adicional II a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional. Apartado B. Reunión de Familias, párr. 4553, Disponible en http/www.icrc.org. 72 Voto concurrente del juez A. A. Cancado Trindade, Asunto Comunidad de Paz de San José de Apartadó en Colombia, 24 de noviembre de 2000, Parr. 18.
Los Derechos de toda persona a la vida y a la integridad son especialmente
vulnerados por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y que usan la
fuerza en ese propósito.
Estos derechos se encuentran proclamados en los artículos 4 y 5 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo 3 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). Los mismos derechos se
reconocen también en los artículos 6.1 y 9.1 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP).
a. El derecho a la vida como principio rector en el DIDH:
El derecho a la vida es el derecho humano por excelencia, ya que si no existiera
garantías efectivas para protegerlo, los otros derechos humanos carecerían de
sentido.73
El artículo 4.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consagra el
derecho a la vida en los siguientes términos:
“Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho
estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la
concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”
Respecto al derecho a la vida, la Corte IDH ha señalado que dicho derecho:74
es un derecho humano fundamental.
Su goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de los demás
derechos humanos.
No se sujeta a restricciones.
73 Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Recomendación. Parr. 37. 74 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 63.
Forma parte del núcleo inderogable de conformidad con el
artículo 27.2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos75.
No se suspende en casos de guerra, peligro público u otras
amenazas a la independencia o seguridad de los Estados partes.
El derecho a la vida se encuentra también consagrado en otros instrumentos
internacionales, como: la el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, artículo 6.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
artículo 6.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño y los artículos 3 y 4 de
la Convención de Belém do Pará.76
b. El derecho a la integridad personal
El derecho a la integridad personal se encuentra regulado en el artículo 5.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos que dispone que
“Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psíquica y moral.”
Asimismo, el derecho a la integridad está consagrado en los artículos I, XXV y
XXVI de la Declaración Americana, los artículos 3 y 5 de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos; los artículos 7 y 9 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, el artículo 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño, los
artículos 1 y 2 de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Tortura, el
artículo 7 del Estatuto de Roma, los artículos 3 y 4 de la Convención de Belém do
75 Art. 27 CADH. Suspensión de garantías. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy
DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 4433.. 2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos. 76 CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 110066..
Pará, los artículos 14 y 15 de la Convención sobre los Derechos de Personas con
Discapacidad y los artículos 1 y 2 de la Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura.77
Acciones de agentes estatales que vulneran este derecho pueden ser en especial
los casos de torturas; tratos crueles, inhumanos o degradantes; o el uso ilegítimo
de la fuerza no letal.78
3. Los deberes y responsabilidades del Estado en el uso de la fuerza
1) Los deberes del Estado en el uso de la fuerza
El Estado debe en primer lugar hacer uso racional y excepcional de la fuerza,
especialmente cuando se trata de fuerza letal. Además debe crear un marco
legislativo para la regulación de la fuerza como también capacitar y entrenar los
agentes estatales en el uso de la fuerza.
a. El uso de la fuerza por los cuerpos de seguridad (agentes) estatales
Los organismos encargados de hacer cumplir la ley de todo el mundo disponen de
numerosos medios legales coercitivos para cumplir sus deberes de aplicar la ley
entre ellos: arresto, la detención, la investigación penal y el empleo de la fuerza y
de armas de fuego, este último en los casos que sea necesario e inevitable, es
decir su empleo tiene carácter de excepcionalidad.
Los Estados deben vigilar que sus cuerpos de seguridad, a quienes les está
atribuido el uso de la fuerza legítima, respeten el derecho a la vida.79
77 CIDH. Innffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 112211.. 78 CIDH. Innffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099.. PPaarrrr.. 112222.. 79 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 66. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099.. PPaarrrr.. 111133..
La Corte IDH reconoce la existencia de la facultad, e incluso, la obligación del
Estado de garantizar la seguridad y mantener el orden público.80 De manera
especial lo ha reconocido esta facultad estatal dentro de las cárceles.81 Así la
Corte IDH en el Caso Neira Alegría, un caso relacionado al uso de la fuerza en
centros penitenciarios peruanos, la Corte señaló que “El Estado tiene la obligación
de hacer cumplir la ley y mantener el orden”82. Y, los agentes del Estado tienen el
derecho y la responsabilidad de hacer cumplir la ley y mantener el orden, aún
cuando se produzcan, en algunos casos muertes o lesiones corporales durante
dicho proceso como resultado del uso proporcional de la fuerza.83
La Corte ha señalado, la Convención Americana sobre Derechos Humanos no
permite expresamente el uso de la fuerza necesaria, incluso para controlar el
delito y la violencia que podría dar lugar a muertes, aunque precisa que “el uso de
la fuerza debe ser prudente, proporcionada y limitada”.84
Sin embargo, la persona tiene derecho a no ser víctima del uso desproporcionado
de la fuerza y el Estado el deber de usar ésta de modo excepcional y
racionalmente.85 El uso de la fuerza debe estar
definido por la excepcionalidad, y debe ser
planeado y limitado proporcionalmente por las autoridades.
En este sentido, la Corte ha exigido que sólo pueda hacerse uso de la fuerza
cuando se hayan agotado y hayan fracasado todos los demás medios de control
menos graves y violatorios de los derechos humanos.86
b. El uso de la fuerza letal y armas de fuego por agentes estatales 80 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 70. 81 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 70. 82 Caso Neira Alegría y otros, Sentencia del 19 de julio de 1995, párrafo 61. 83
Ibíd. 84 Ibídem. Véase también Caso Velásquez Rodriguez, Sentencia del 29 de julio de 1988, párrafos 54, 74, 75. 85 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 67. 86 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 67.
Cfr. Caso del Centro Penitenciario Regional Capital Yare I y II. Medidas Provisionales. Resolución de la Corte de 30 de marzo de 2006, considerando décimo quinto, e Internado Judicial de Monagas (La Pica). Medidas Provisionales. Resolución de la Corte de 9 de febrero de 2006, considerando décimo séptimo.
Para la Corte IDH, el uso letal y las armas de fuego, deben estar prohibidos como
regla general.87
En consecuencia, como ya hemos señalado previamente el uso de la fuerza para
hacer cumplir la ley, es ya una excepción, por lo que el uso letal de la misma se
ubica en “un mayor grado de excepcionalidad” así lo señaló la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Montero Aranguren.88
Por lo que su uso excepcional debe:
- formularse por ley, e
- interpretarse restrictivamente, de manera que sea minimizado en
toda circunstancia, debe ser el “absolutamente necesario” en
relación con la fuerza o amenaza que se pretende repeler.89
Ante el uso excesivo de la fuerza, toda privación de la vida es arbitraria, entendido
el uso excesivo de la fuerza como aquella no necesaria ni proporcional.90
Respecto a las armas de fuego, la Corte remitiéndose a los “Principios Básicos
sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales
Encargado de Hacer Cumplir la Ley” de las Naciones Unidas91 ha señalado que
éstas deben usarse excepcionalmente, y sólo podrá hacerse “uso intencional” de
armas letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger una vida92:
- En caso de defensa propia o de otras personas
- En caso de peligro inminente de muerte o lesiones graves
87 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 68. 88 Ibíd. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree
ddee 22000099.. PPaarrrr.. 111144.. 89 Ibíd. Véase también: CIDH. IInnffoorrmmee ssoobbrree SSeegguurriiddaadd CCiiuuddaaddaannaa yy DDeerreecchhooss HHuummaannooss ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree
ddee 22000099.. PPaarrrr.. 111155.. 90 Ibíd. 91 Adoptado por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento de los Delincuentes, La Habana, Cuba, 27 de agosto a 7 de septiembre de 1990, Principio 9. 92 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 69.
- Propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave
que signifique una seria amenaza para la vida
- Con el objeto de detener a una persona que represente ese peligro y
oponga resistencia a su autoridad o impedir su fuga.
c. La creación de un marco normativo que regule el uso de la fuerza
Los Estados tienen la obligación de crear un marco normativo adecuado que
disuada cualquier amenaza del derecho a la vida.93 Esta obligación de los Estados
se basa en el papel fundamental que se le asigna en la Convención: los Estados
tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones necesarias para
que no se produzcan violaciones al derecho de la vida, así como el deber de
impedir que sus agentes, o particulares, atenten contra el mismo.94
Conforme al objeto y el propósito de la CADH, el derecho a la vida debe ser
interpretado y aplicado – en la jurisdicción nacional – de manera que sus
salvaguardas sean efectivas (effet utile).95 Es así que el artículo 4 de la
Convención, relacionado con el artículo 1.1 de la misma, no sólo presupone que
ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino
que además requiere que los Estados adoptan “todas” las medidas “apropiadas y
necesarias” para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva) de
las personas que se encuentran bajo su jurisdicción.96 Los Estados deben vigilar
que sus cuerpos de seguridad, a quienes les está atribuido el uso de la fuerza
legítima, respeten el derecho a la vida97 y deben adoptar todas las medidas
necesarias para prevenir las ejecuciones arbitrarias por parte de sus propios
agentes de seguridad, situación que se ve agravada cuando existe un patrón de
violaciones a los derechos humanos.98
93 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 75. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Recomendación 6, 13, 14. 94 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 64. 95 Ibíd. 96 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 65. 97 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 66. 98 Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 87.
En ese sentido, la legislación interna – normas y reglamentaciones – debe
establecer “pautas lo suficientemente claras” y especificaciones mínimas que
provea al ordenamiento de medios y métodos respetuosos de los derechos
humanos, que permita al Estado estar preparados para encarar situaciones de
perturbación de orden público. Al menos la legislación debe contener
especificaciones mínimas.
La Corte remitiéndose a los “Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de
Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargado de Hacer Cumplir la Ley” de las
Naciones Unidas exige que las normas y reglamentaciones deben contener las
siguientes directrices que:
- especifiquen las circunstancias en que tales funcionarios estarían
autorizados a portar armas de fuego y prescriban los tipos de armas
de fuego o municiones autorizados,
- aseguren que las armas de fuego se utilicen solamente en
circunstancias apropiadas y de manera tal que disminuya el riesgo
de daños innecesarios,
- prohíban el empleo de armas de fuego y municiones que puedan
provocar lesiones no deseadas o signifiquen un riesgo injustificado,
- reglamenten el control, almacenamiento y distribución de armas de
fuego, así como los procedimientos para asegurar que los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respondan de las
armas de fuego o municiones que se les hayan entregado,
- señalen los avisos de advertencia que deberán darse, siempre que
proceda, cuando se vaya a hacer uso de un arma de fuego y
- establezcan un sistema de presentación de informes siempre que los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley recurran al empleo
de armas de fuego en el desempeño de sus funciones.99
99 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 75.
A través de esta normatividad se debe establecer un sistema de justicia efectivo
capaz de investigar, castigar y dar reparación por las violaciones por parte de
agentes estatales o particulares.100
d. Capacitación y entrenamiento a los agentes estatales en el uso de la
fuerza
Una adecuada legislación respecto a las posibilidades del uso de la fuerza, “no
cumpliría su cometido” si los Estados no forman –entrenamiento adecuado – y
capacitan a los miembros de sus cuerpos armados y organismos de seguridad
sobre los principios y normas de protección de los derechos humanos y sobre los
límites a los que debe estar sometido, aun bajo los estados de excepción.101
Los agentes del Estado deben “conocer” las disposiciones legales sobre el uso de
la fuerza y las armas de fuego, siendo imprescindible que tengan un
entrenamiento adecuado para que en el evento que deban decidir acerca del uso
de la fuerza y armas, “posean los elementos de juicio” para hacerlo.102 Además, es
importante destacar que en tanto el entrenamiento de los miembros de las fuerzas
armadas del Estado está dirigido a derrotar al enemigo, y no a la protección y
control de civiles, entrenamiento que es propio de los entes policiales, los Estados
deben limitar el uso de las fuerzas armadas para el control de disturbios
internos.103
Los cuerpos armados del Estado no están preparados para encarar situaciones de
perturbación del orden público mediante la aplicación de medios y métodos
respetuosos de los derechos humanos.104
100 Ibíd. 101 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 77. 102 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 78. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Recomendación 9, 13, 14. 103 Ibíd. 104 Caso El Caracazo vs. Venezuela. Reparaciones, Sentencia de 29 de agosto de 2002, párr. 127.
2) deber del Estado de investigar
El Estado debe investigar la legalidad del uso de la fuerza y las causas de las
muertes. Lo debe hacer en un plazo razonable. El Estado debe responder al
derecho a conocer la verdad lo que puede entrar en conflicto con la prescripción y
la amnistía.
a. Deber del Estado de investigar la legalidad del uso de la fuerza
La prohibición general de privar la vida arbitrariamente “sería inefectiva”, en la
práctica, si no existieran procedimientos para verificar la legalidad del uso de la
fuerza ejercida por los agentes estatales.105 Es un deber propio del Estado
“investigar los hechos” que conllevaron a violaciones de los derechos humanos106
y una vez que se tenga conocimiento del uso de armas por agentes de seguridad
con “consecuencias letales”, el Estado debe iniciar ex officio y sin dilación, una
investigación seria, imparcial y efectiva.107
El deber de investigar es una “obligación de medio, no de resultados”.108 Deber
que debe ser asumido por el Estado como un deber jurídico propio y no como una
simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, o como una mera
gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de las
víctimas o de sus familiares o de la aportación privada de elementos
probatorios.109
105 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 79. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Recomendación 13, 14. 106 Ibíd. 107 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 79. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Parr. 45, 119. 108 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 93. 109 Ibíd.
El deber de investigar del Estado, comprende:
Investigar a todos los presuntos responsables, incluyendo la
“participación intelectual” de altos oficiales y funcionarios estatales y los
responsables materiales de los hechos y
Investigar la ubicación e identidad de las víctimas fallecidas.110
El Estado tiene la obligación de
desarrollar una investigación que se siga en la jurisdicción interna que
sea “completa y exhaustiva”111
,
investigar con la “debida diligencia” todos los hechos112,
examinar de “forma completa y exhaustiva” la multiplicidad de
afectaciones ocasionados a los pobladores.113
La Corte ha señalado que la “falta de investigación de hechos graves” (contra la
integridad personal como torturas y violencia sexual en conflictos armados y/o
dentro de patrones sistemáticos) constituye el incumplimiento de obligaciones
internacionales del Estado, con las cuales contravienen normas inderogables (jus
cogens).114
La Corte Europea de Derechos Humanos ha señalado:
Las investigaciones sobre uso excesivo de la fuerza deben ser públicas
–“estar abiertas al escrutinio público”- con el “objeto de asegurar la
responsabilidad de los agentes estatales”;
La evaluación “debe hacerse sobre todas las circunstancias y el
contexto de los hechos, incluyendo las acciones de planeación y control
de los hechos bajo examen”.115
110 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 152. 111 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 136. 112 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 137. 113 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 148. 114 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 140. 115 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 82.
Cualquier carencia o defecto en la investigación que perjudique la eficacia para
establecer las causas de la muerte o identificar a los responsables materiales o
intelectuales, implicará que el Estado no estaría cumpliendo con la obligación de
proteger el derecho a la vida.116
El Estado debe procurar mecanismos judiciales “efectivos” para investigar,
individualizar y sancionar a los responsables.117 La Corte exige la efectividad no
sólo en la investigación, sino también en la persecución, captura, enjuiciamiento y
eventual sanción de todos los responsables.118
En supuesto que se produzcan muertes o lesiones a una o más personas el
Estado tiene la obligación de proveer una “explicación satisfactoria y convincente”
de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante
elementos probatorios adecuados.119
Es derecho de los familiares de la víctima a conocer el destino de ésta y,
de ser el caso, dónde se encuentran sus restos.
El Estado tiene la obligación de satisfacer estas expectativas con los
medios a su alcance.120
El Estado a través de sus autoridades competentes debe adoptar las medidas
razonables para asegurar el “material probatorio necesario” para la investigación.
Deben gozar de independencia – de los funcionarios involucrados –, de jure y de
facto, es decir no sólo jerárquica o institucional, sino también independencia
real.121
116 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 83. 117 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 130. 118 Caso Baldeón García vs. Perú.Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 94. 119 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 80. 120 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 147. 121 Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela. Sentencia de 5 de julio de 2006. Parr. 81.
Las autoridades estatales tienen la obligación de colaborar en la recaudación de la
prueba para alcanzar los objetivos de la investigación y deben “abstenerse de
realizar actos que impliquen obstrucciones” en el avance del proceso
investigativo.122
La Corte, considera dentro de las obstaculizaciones en la investigación “las
amenazas e intimidaciones sufridas por los testigos que prestan sus declaraciones
en el proceso interno”. Que se convierten “en medios para perpetuar la
impunidad”.123
Ante las obstaculizaciones, el Estado debe iniciar las acciones disciplinarias,
administrativas o penales, de acuerdo con su legislación interna, de las posibles
autoridades estatales que han obstaculizado e impedido la investigación de los
hechos, también de los responsables de las irregularidades procesales y hechos
de hostigamiento.124
b. La investigación de las causas de las muertes
La Corte, en base en el “Manual sobre la Prevención e Investigación Efectiva de
Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias de Naciones Unidas”, ha
especificado los principios rectores que se deben observar cuando una muerte
pudo ser causa de una ejecución extrajudicial; señalando que las autoridades que
conducen una investigación deben:
Identificar a la víctima;
Recuperar y preservar el material probatorio relacionado con la muerte,
con el fin de ayudar cualquier investigación;
Identificar posibles testigos y obtener sus declaraciones en relación con
la muerte que se investiga;
122 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 144. 123 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 145. 124 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009.
Determinar la causa, forma, lugar y momento de la muerte, así como
cualquier procedimiento o práctica que pueda haberla provocado;
Distinguir entre muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio;
Investigar exhaustivamente la escena del crimen: se deben realizar
autopsias y análisis de restos humanos, por profesionales competentes
y empleando los procedimientos más apropiados.125
La carencia o defecto en la investigación que perjudique la eficacia para
establecer la causa de la muerte, implica que el Estado no cumple con la
obligación de proteger el derecho a la vida.126
c. El plazo razonable para las investigaciones
El artículo 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone que
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter.”
La Corte IDH ha señalado que el “plazo razonable” conforme al artículo 8.1 de la
CADH es en relación a la “duración total del procedimiento que se desarrolla hasta
que se dicta sentencia definitiva”.127
Cualquier retardo injustificado en el proceso penal (que investiga a los
responsables de violaciones a los derechos humanos) es atribuible a la falta de
voluntad e interés de las autoridades judiciales del Estado que han conocido de
125 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 96. 126 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 97. Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee 22000099. Parr. 46. 127 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 132.
los mismos. El retardo excesivo en la investigación viola el plazo razonable y es
atribuible al Estado.128
d. El derecho a conocer la verdad
El derecho a conocer la verdad se encuentra subsumido en el derecho de la
víctima o de sus familiares a obtener de los órganos competentes del Estado el
esclarecimiento de los hechos violatorios y las responsabilidades
correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento.129
El derecho a la verdad es una justa expectativa que el Estado (en el contexto de
una sociedad democrática) debe satisfacer mediante:
Su obligación de investigar las violaciones de los derechos humanos;
La divulgación pública de los resultados del proceso penales y de
investigación.130
El derecho a la verdad, al ser reconocido y ejercido en una situación concreta,
constituye un “medio importante de reparación” para la víctima y sus familiares.131
El Estado actúa en detrimento del derecho a la verdad cuando:
No realiza con “debida diligencia” las acciones necesarias para ejecutar
las órdenes de aprehensión vigentes.
No brinda colaboración que requieran los tribunales.132
El conocer la verdad facilita a la sociedad la búsqueda de formas de prevenir este
tipo de violaciones en el futuro.
i. La prescripción y la amnistía
128 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 135. 129 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 151. 130 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 149. 131 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 196. 132 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 149.
La prescripción y la amnistía llevan en muchos casos a la impunidad de los
responsables de violaciones al derecho a la vida y la integridad personal y son por
ende incompatible a los derechos humanos.
ii. La impunidad
La Corte ha definido la impunidad como “la falta en su conjunto de investigación,
persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana”.133
El actuar de las autoridades estatales convierte el aparato judicial en un sistema
indiferente ante la impunidad si, por falta de voluntad y desinterés, ellas impiden el
acceso a la justicia de las víctimas.134
La Corte ha señalado que el Estado tiene la obligación de combatir esta situación
por todos los medios disponibles, ya que ésta propicia la repetición crónica de las
violaciones de derechos humanos.135
Los Estados deben investigar la privación del derecho a la vida y castigar a los
responsables, especialmente cuando están involucrados agentes estatales, de lo
contrario estaría creando, dentro de un ambiente de impunidad, las condiciones
para que se repitan estos hechos.136
- Su incompatibilidad con las graves violaciones a los dd.hh.
La Corte IDH ha señalado en su jurisprudencia que figuras como la prescripción y
la amnistía son incompatibles en casos de graves violaciones a los derechos
humanos.137
133 Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 195. 134 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 152. 135 Ibíd. 136
Caso Baldeón García vs. Perú. Sentencia de 6 de abril de 2006. Parr. 91. 137 Véase también: CIDH. Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos ddeell 3311 ddee ddiicciieemmbbrree ddee
22000099. Parr. 46.
El Estado tiene la obligación de:
Garantizar que los procesos internos (a efectos de investigar y sancionar
a los responsables de violaciones a los derechos humanos) surtan sus
debidos efectos;
Abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y otros
excluyentes de responsabilidad.138
Ninguna ley ni disposición de derecho interno puede impedir a un Estado cumplir
con la obligación de investigar y sancionar a los responsables de violaciones a los
derechos humanos, el Estado no puede excusarse de su responsabilidad
internacional.139
El Estado no podrá aplicar leyes de amnistía ni argumentar prescripción,
irretroactividad de la ley penal, cosa juzgada, ni el principio non bis in idem, o
cualquier excluyente similar de responsabilidad, para excusarse de su
responsabilidad de investigar y sancionar a los responsables de crímenes
cometidos.140
138 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 129. 139 Ibíd. 140 Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, sentencia de 24 de noviembre de 2009. Parr. 233.