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Invenciones y escándalos cívicos en el cervantismo oficial DANIEL EISENBERG Regents College E L CERVANTISMO AL QUE LLAMO «OFICIAL» es el de una entidad oficial: un ayuntamiento, una diputación, una junta o un ministerio. Este cervantismo oficial raramen- te es el del ángel. Una entidad oficial no tiene para qué apoyar la investigación, que busca los nuevos datos, nuevas interpre- taciones, nuevos textos y nuevas y más depuradas ediciones de los textos conocidos. La investigación histórica y cultural es forzosamente hostil a las estructuras existentes. Ya que no fortalece a una entidad gubernamental, el apoyo económi- co para la investigación es siempre reducido. Vaya hablar, en cambio, del cervantismo que más veces es financiado por intereses públicos: el público, el de monu- mentos, estatuas y edificios, de placas, de objetos físicos y palpables. ¿Por qué leemos a Cervantes? Porque nos sirve de algo, nos da placer, nos recrea, o nos hace meditar sobre las muchas paradojas de la vida humana. O en el peor de los casos, nos da trabajo universitario. Cuando un organismo oficial-una alcaldía, por ejemplo-- honra a Cervantes, o lo que es más frecuente, honra a sus per- sonajes, es también porque le sirve de algo. Si hay estatuas de Don Quijote y Sancho en Madrid, ciudad que no visitaron, es porque a alguno o a algunos les gusta, les hace sentir bien o les sirve políticamente. En este caso, el de las estatuas de la madrileña Plaza de España, sirvieron para defender la honra

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Invenciones y escándalos cívicos en el cervantismo oficial

DANIEL EISENBERG Regents College

E L CERVANTISMO AL QUE LLAMO «OFICIAL» es el de una entidad oficial: un ayuntamiento, una diputación,

una junta o un ministerio. Este cervantismo oficial raramen­te es el del ángel. Una entidad oficial no tiene para qué apoyar la investigación, que busca los nuevos datos, nuevas interpre­taciones, nuevos textos y nuevas y más depuradas ediciones de los textos conocidos. La investigación histórica y cultural es forzosamente hostil a las estructuras existentes. Ya que no fortalece a una entidad gubernamental, el apoyo económi­co para la investigación es siempre reducido.

Vaya hablar, en cambio, del cervantismo que más veces es financiado por intereses públicos: el público, el de monu­mentos, estatuas y edificios, de placas, de objetos físicos y palpables.

¿Por qué leemos a Cervantes? Porque nos sirve de algo, nos da placer, nos recrea, o nos hace meditar sobre las muchas paradojas de la vida humana. O en el peor de los casos, nos da trabajo universitario.

Cuando un organismo oficial-una alcaldía, por ejemplo-­honra a Cervantes, o lo que es más frecuente, honra a sus per­sonajes, es también porque le sirve de algo. Si hay estatuas de Don Quijote y Sancho en Madrid, ciudad que no visitaron, es porque a alguno o a algunos les gusta, les hace sentir bien o les sirve políticamente. En este caso, el de las estatuas de la madrileña Plaza de España, sirvieron para defender la honra

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nacional frente al nuevo interés en Cervantes en el extranjero en el siglo XIX. Así se demostró que también se le apreciaba en su propio país. Erigir un monumento es más fácil y más rápido, y menos costoso y sobre todo menos controvertido, que honrarle intelectualmente o discutir sus ideas. Incluso honrar a los personajes es una manera de rechazar las ideas del autor.

El cervantismo público sirve, entre otras cosas, para esconder verdades. Es un tipo de control social, una manera de prevenir que Cervantes tenga efectos que no sirvan al poder político vigente.

Me explico. Sus contemporáneos se equivocaron en la evaluación de Cervantes. Después de su muerte, cayó rápi­damente en un semiolvido. Resultados de esta falta de esti­ma son varios tristes hechos. No se conoce la tumba de Cer­vantes. Sus manuscritos, tanto de las obras publicadas o representadas como de las inacabadas, se perdieron en su casi totalidad. No se conserva ninguna imagen gráfica de nuestro autor.

Detengámonos un poco en este último hecho, que ilus­tra bien las corrientes culturo políticas a las cuales me refiero. No existe ninguna representación gráfica auténtica de Cer­vantes. Ni hay una posiblemente auténtica. Todos los «retra­toS» de Cervantes son imaginarios o falsos. Punto l.

Sí le retrató su amigo Jáuregui. Pero Francisco de Robles, el editor de las Novelas Ijemplares, no estimó que con­servar el retrato de Cervantes valiera el gasto de un grabado. Ni lo pensó ningún otro editor de sus obras. Para colmo, este retrato de Jáuregui se ha perdido.

Resultado: tenemos representaciones gráficas de Lope, Quevedo, Góngora, Ercilla, Garcilaso y de todos los sevi­llanos retratados por Francisco Pacheco. Los portugueses disponen de retratos de Camoes. Cervantes no despertaba el entusiasmo en vida como para que su único retrato de que hay noticia se conservara, y menos que se esculpiera e imprimiera.

Este conjunto de datos parece confirmar que Cervantes fue menos estimado en su tiempo que Lope, Quevedo y

1 Sobre ello, creo que todo está dicho en el libro de ENRIQUE LAFUEK­

TE FERRAR 1, La novela demplar de los retratos de Cervantes, Madrid, Dossat, '948.

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otros autores, y que le estimaron menos los españoles que los portugueses estimaron a Camoes. Para tapar una triste reali­dad, inaceptable a cierto concepto de la nación, se usan retra­tos falsos como si fueran, o a veces «pudieran ser» genuinos. El falso retrato atribuido a Jáuregui, por ejemplo, se encuen­tra en la red en el sitio de Micronet, que editó las Obras com­pletas de Cervantes en CD Z, en la página «Retratos de Cer­vantes» (i!) del Centro de Estudios Cervantinos 3 y también en el Proyecto Cervantes 2001 4.

En fin, hubo equivocaciones y fallos de criterio en el Siglo de Oro. La implicación es que si pudieron fallar ellos, también -¡imaginaos!- podemos fallar nosotros. Es posible que hoy viva un autor que de aquí a cuatrocientos años será celebrado y estudiado como ahora estudiamos a Cervantes. Nosotros, ciegos al «verdadero valor» de sus obras litera­rias, elogiamos en su lugar a los Argensolas de nuestros días. Corremos el riesgo de ser denostados en el futuro, expuestas nuestras cegueras, nuestras insuficiencias críticas, nuestros prejuicios, igual que nosotros nos burlamos de y nos sentimos superiores a aquellos criticastros del Siglo de Oro. Es decir, aunque han pasado cuatrocientos años, y sabemos más, somos moralmente sus iguales. Negar los errores del pasado sirve para confirmar la infalibilidad de las estructuras culturopolíticas actuales.

Ya sé que estáis impacientes, deseando que comente más estupideces. No me tiréis cosas arrojadizas. Manos a la obra.

No voy a entrar en ediciones mal pensadas, mal ejecuta­das, duplicadas o por otros motivos innecesarias y desperdi­ciadoras, aunque bien pudiera. Tampoco en documentos y textos que no son de Cervantes a pesar de sus descubridores y los lugares donde se descubrieron. Hago caso omiso de biografías noveladas y estudios esotéricos, cabalísticos o fan­tásticos, como el del autor que se presentó en el congreso de Castro del Río con libro impreso a sus expensas, en el cual había identificado la casa del Caballero del Verde Gabán, que disponía nada menos que de una sinagoga en el sótano j. Me

2 http://www.micronet.cs/multimedia/cervant.htm http://cervantes.alcala.es/retratos.htm

4 http://www.csdl.tamu.edu/cervantes/spanishjtitlepage.html 5 L. G. HORTIGÓN, E/Caba/lero del Verde Gabán, s.l., s.e. [¿Córdoba?,

el autor], 1992.

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limito a las estupideces públicas, a los monumentos, a las expresiones del sentimiento, real o fingido, de alguna enti­dad gu bernamental.

La primera, ya aludida, es la bobada de honrar a perso­najes imaginarios, como si éstos importaran más que el autor, o la autora, que los imaginó y creó. Ni en Inglaterra ni en Dinamarca se erigen monumentos a Hamlet, ni al mítico rey Artús, otra mixtificación, elogiado, tratado y estudiado como si fuera histórico.

En Italia no hay monumentos a la Beatriz de Dante ni a la Laura de Petrarca. En Estados Unidos, aunque tenemos sobradas cretinadas, como los festivales de la alcachofa, del ajo y del mulo, no hay monumentos a Tom Sawyer y Huckle­berry Finn, personajes de nuestra novela más famosa, Huckle­berry Finn. Pero en Mairena de Alcor (Sevilla) hay estatuas de Cipión y Berganza, porque pasó por allí uno solo de ellos.

Es España el único país donde los personajes literarios -en el caso más importante dos varones enamorados- intere­san más y merecen más respeto que el autor mismo, al menos de parte de las autoridades. Os acordaréis del pobre Miguel de Unamuno, tan despistado que despreciaba a Cer­vantes por mal quijotista.

Hay también la tontería -en la cual, por sus muchos y repetidos pecados, el que habla se ha encontrado metido- de señalizar la ruta de Don Quijote y después las de Don Quijo­te y Sancho. Esto, claro, no por motivos intelectuales ni aca­démicos -no son sinónimos- sino con propósito comercial: el fomento del turismo manchego. El señalizar la ruta de Don Quijote es un proyecto harto difícil cuando no sabemos cuál era su «lugar» o aldea, que Cervantes no quiso que iden­tificásemos. También nos faltan otros datos, como por ejem­plo cómo llegó de La Mancha castellana a la aragonesa, en tan poco tiempo que parece un Amadís llevado de Urganda. Además hay detallitos como ventas en ruinas, en medio de la nada, fotografiadas por Astrana Marín y otros. El señalizar­las no crearía ingresos, sino problemas de infraestructura.

Erigir monumentos a Don Quijote, a Sancho o peor todavía a Dulcinea, si a alguien se le ocurre, y hacer caso omiso de su creador, es una forma de desprestigiar a Cer­vantes, y de continuar la marginalización de que fue vícti­ma en vida.

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Los caminos recorridos por Miguel de Cervantes, en cambio, están claramente documentados en su mayor parte. En un recorrido granadino, por ejemplo, visitó Baza, Gua­dix, Motril, Almuñécar, Salobreña, Vélez Málaga y otras pequeñas ciudades de la comarca. Pero nadie ha intentado recorrer estos caminos, mucho menos señalizarlos, sino Astrana Marín y vuestro servidor presente. A final de cuen­tas, se ocupaba en el recobro de impuestos atrasados, y en la compra forzada de productos agrícolas, a precio bajo y a pago atrasado. Difícilmente una ciudad recuerda con alegría a quien vino para sacarle dinero. Señala, también, que el apoyo popular para los programas de Felipe n, a cuyas acti­vidades militares estaban destinados estos fondos y produc­tos, era bastante menos que total.

Discutamos, entonces, mal pensados intentos de conme­morar, recordar, o simplemente honrar al mismo Cervantes. No hay mejor punto de partida que Alcalá de Henares.

Alcalá de Henares se autoetiqueta la «Cuna de Cervantes». ¿Nos interesan las cunas? Cervantes abandonó Alcalá muy niño, y apenas lo menciona, como si no le gustara.

Como es lógico, no hay mucho interés por Cervantes en Alcalá. ¿Para qué? No comparte nada con los alcalaínos de hoy que no comparta también con residentes de la comarca. Sirve Cervantes simplemente como foco de orgullo local. Si hubiera nacido en Vallecas, los alcalaínos tendrían el mismo interés en él que tenían en vida, es decir, ninguno. Pero por­que nació allí, es un héroe local. Y se aprovechan de su nom­bre para muchas cosas.

¿Cómo se recuerda a Cervantes en Alcalá de Henares? ¿Qué hay allí de cervantino? Hay un sitio, abandonado, donde sabemos que Cervantes estuvo de adulto, probable­mente varias veces. Se trata del edificio donde estuvo la imprenta de Juan Gracián, en cuyo taller se compuso y se tiró La Galatea. Hay (en la misma Calle de Los Libreros) la sede del Instituto Cervantes, que se aprovecha del nombre de Cervantes para despertar interés en la lengua española G.

También el Centro de Estudios Cervantinos, donde no hay ni centro ni estudios 7. Por último, la Asociación de Cervan-

6 http://www.cervantes.es 7 http://cervantes.alcala.es

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tistas, que al menos corresponde a su nombre en ser una aso­ciación y de cervantistas. Pero no tiene ningún vínculo con Alcalá e igualmente pudiera estar domiciliada en Mairena de Alcor, o en cualquier otra parte.

Qué vulgaridad, J,a Galatea. En todo caso, la imprenta de Gracián, el único local donde Cervantes estuvo de madu­ro, está abandonada, sin placa ni conmemoración. En cam­bio, lo que se celebra en Alcalá es la supuesta Casa Natal de Cervantes 8. Que no lo sea es un hecho que se conoce en Alcalá, pero que no se debe mentar. Es su museo cervantino, instalado en el local donde estuvo la casa del padre de Miguel entre 1547 y 15 5 1, desaparecida hace siglos. La casa actual es muy posterior al siglo XVI. Pero «tiene que ser» cervantina, primero porque el museo está allí, y segundo porque no tiene Alcalá otro sitio para llevar a los niños y turistas que acuden allí en busca de recuerdos cervantinos.

Yen fin, ¿de qué pueden ufanarse los alcalaínos? ¿La Uni­versidad Complutense? Se llevó a Madrid en el siglo XIX.

Quedan los edificios, eso sí. ¿Cisneros? Un exagerado 9. Un corral del Siglo de Oro, hecho cine, ahora restaurado. Así que echan mano de Cervantes. Que se contenten, que aprendan quiénes son. No nos cansen.

Castro del Río (Córdoba) se ufana de ser nada menos que el lugar del primer encarcelamiento de Cervantes. (Peor todavía, pero esto no lo mencionan, es que allí fue breve­mente excomulgado.) Se supone que Castro sería uno de los lugares de peor recuerdo de Cervantes, el fin de un viaje suyo, donde dio la vuelta para volver a Sevilla.

Los castreños no se arrepienten de haberle encarcela­do, sino que lo celebran. Me recuerda el caso comentado por Don Quijote en el capítulo II, 8, de una mujer conten­tísima de salvarse del olvido por figurar en una sátira, aun­que hecha cual no digan dueñas, en las castas palabras de Cervantes.

En Castro hay, desde luego, la placa conmemorativa, aunque en lugar escogido arbitrariamente, pues no se sabe dónde estuvo la cárcel del siglo XVI. Y basado en su encarce-

8 Véase http://www.euro-red.comjalcala/alcala2.htm 9 V éase mi artículo "Cisneros y la quema de los manuscritos granadi­

nos»,Journal 01 Hispanic Philology, 16, '992, 1°7-24.

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lamiento, se saca la gloria castreña de haber sido en esta cár­cel donde Cervantes comenzó la redacción del Quijote (tesis rechazada por todos los cervantistas actuales) 10.

No sabemos si Cervantes estuvo alguna vez en Argama­silla de Alba (Ciudad Real). No nos consta. Lo que sí consta es que Cervantes se burla de esta pequeña ciudad, sin duda por su nombre, al final de la primera parte de Don Quijote, haciéndola sede de una erudición falsa, que echaba mano de conjeturas. Allí, donde no ha habido nunca academia ni cosa que se le pareciese, Cervantes coloca la ridícula academia argamasillesca, compuesta del rey del Congo, del Cachidia­blo, del Tiquitoc, del académico Paniaguado, del Caprichoso y del Burlador. Y fue muy de apreciar cómo seis ilustres ciu­dadanos de la Argamasilla actual se honraron con estos sobrenombres panl formar la discretísima Academia de la Argamasilla y condenarme a prisión en la Cueva de Medra­na, hasta acabar la edición crítica delQuijote, tema de mi tesis defendida delante de ellos ".

Y además de la supuesta casa de Sansón Carrasco, que se viene abajo, en Argamasilla se visita dicha cueva, donde Cer­vantes no estuvo encarcelado, ni tampoco escribió nada del Quijote 12. Pero la placa está allí, la Asociación de Cervantistas celebramos en 1995 un congreso en Argamasilla y Hartzen­busch imprimió en la cueva su por otros motivos disparata­da edición. Basada en esta serie de locuras, hace tres años no

10 Nilo defiende ya el propio GEOPPREY STAGG, autor de "Castro del Río: ¿cuna del Qui,iote?», Clavilefio, 36, '955, 1-1I. A pesar de ello, es de notar con cuánta ligereza MI(;(JEL MUNOZ V ÁZQUEZ, «Escritos documentados [sic 1 e inéditos sobre el origen y naturaleza de Miguel de Cervantes Saavedra en Córdoba en el barrio de las Azonaicas», Boletin de la Real Academia de Cór­doba, '31, julio-diciembre 1996 [1997], 13 1- 1)2, vuelve a colocar el origen de Don Quijote en Castro del Río, donde «por su mala administración y su afi­ción al juego de naipes [I!] se vio en prisión en la Cárcel de Castro del Río».

II «Que nos falta una edición crítica del Quijote», V I Juicio C rifico Literario [de] Los Académicos de la Argamas¡lla (s.1., pero Ciudad Real, Uni­versidad de Castilla-La Mancha, 1996), 37-61. Una versión más completa, acompañada de la documentación correspondiente, se ha pu blicado en Po/a­bra crítica (Estudios en homenaje a José Amezcua), ed. Serafín González Garda y Lillian von der Walde Moreno (México: Fondo de Cultura Económica y Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1998, 3°2-3'4.

12 En la página web de la vecina y más grande ciudad de Tomelloso, encontramos que Cervantes escribió lodo Don Quijote en Argamasilla: http://www.arrakis.esrtomellos/entorno.htm

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se imprimió, pero se picó en dicha cuevecita (según atestigua certificado notarial adjunto) la edición de José María Casasa­yas de los sonetos argamasillescos que cierran la primera parte de Don Quijote t l.

No es cuestión solamente de ciudades pequeñas que bus­can un motivo para enorgullecerse, o algo para celebrar. Hay el caso de Sevilla, que los sevillanos llaman «la ciudad cervan­tina por excelencia».

En la sucursal de la Caja San Fernando que ocupa el local (Sierpes, 85) donde estuvo la Cárcel Real, hay una placa con­memorativa 14. Allí en efecto se comenzó, o en las palabras del mismo Cervantes, «se engendró» Don Quijote. ¿Por eso son mejores los sevillanos actuales que si lo hubiera engen­drado en otro sitio? ¿Les vamos a agradecer el haber sido sitio de su encarcelamiento de meses? ¡Bien hecho, sevillanos!

Valladolid. En Valladolid se encuentra la única casa auténtica de Cervantes. Se identificó por el expediente del caso Ezpeleta, noble muerto en la calle delante de dicha casa. Hoyes un museo.

Lo que no se reconoce es que la casa no era toda de Cer­vantes. Fue uno de cinco inquilinos, y él, sus hermanas y una criada vivieron en un solo cuarto. Es decir, mientras tuvo la importancia y los recursos para vivir en la ciudad más cara de España en aquel momento, y en una casa fla­mante, no los tuvo para ocupar sino una pequeña parte de esta casa. Aunque esto se entiende de la guía de la casa, no deja de estar amueblada como si fuera toda de Cervantes (una antesala, una alcoba, sala de estar, comedor, cocina, estudio y biblioteca) 15.

13 Los Académicos de la Argamasilla, lugar de la Mancha, en viday mlll1rfe del/Jaleroso don Quijote de la Mancha Hoc scripserunt. Edición de José María Casasayas. 2." ed. corregida. Ciudad Real, Gráficas Cervantes [i.e., Argama­silla de Alba, el Ayuntamiento], '997. ISBN: 84-920106-8-9.

14 Reza: «En el recinto de esta casa antes Cárcel Real estuvo preso (1 j 97 Y 1602) Miguel de Cervantes Saavedra y aquí se engendró para asom­bro y delicia del mundo El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha. La Real Academia Sevillana de Buenas Letras acordó perpetuar este glorioso recuerdo. Año de '905'>' Los cervantistas posteriores a 190j han rechazado la supuesta prisión de 1602.

TS Fotos de estos cuartos se encuentran en N. SANZ y RUIZ DE LA PEÑA, La casa de Cervantes en Valladolid. Noticia histórica y guía (Valladolid,

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No olvidemos que toda esta documentación, ahora el manuscrito 1 de la Real Academia de la Lengua, fue difícil de publicar, y sin interés para la mayoría de los cervantistas, en el siglo pasado. El acceso a estos datos sobre la vida en dicha casa en 1605, era menos importante que impedir el conocimiento de las relaciones entre su hija Isabel y Diego de Urbina.

El Toboso, donde se celebró otro coloquio cervantino en 1998, dispone de la Casa de Dulcinea, nada menos. La casa de Aldonza Lorenzo, quien sería más cercana a la realidad que la doblemente ficticia Dulcinea, está sin buscarse. La casa de Dulcinea no es paJacio como lo entendía Don Quijote, sino un típico caserón, sitio para visitas de turistas y párvulos. Se explica por «mitos» sobre los amores del mismo Cervantes 16.

He dejado para último el caso más serio, el escándalo más gordo. Se trata de Esquivias, en la provincia de Toledo. Algu­no habrá notado que de todos estos congresos y coloquios ambulantes de la Asociación de Cervantistas, no se ha orga­nizado ninguno en Esquivias. Veamos por qué.

Esquivias es una de las ciudades más cervantinas de toda España, si no la más cervantina '7. Allí vivieron sus suegros y su esposa. Allí pasó unos períodos extensos, y aunque él y su mujer no se llevaron bien, todavía acudía repetidas veces a Esquivias, para escaparse de Madrid. En los archivos parroquiales se han descubierto documentos fundamentales sobre el matrimonio y sobre los familiares de Catalina.

En Esquivias hay -para la estupefacción de Miguel, si pudiera enterarse- las calles de Cervantes, de Lepanto, de Sancho Panza, Teresa Panza, Maese Nicolás, el Bachiller Sansón Carrasco, incluso de Pedro Recio. Hay el Paseo de la

Fundaciones Vega·lnclán, '972). Según los datos encontrados en http://www.fmcva.org/fmcmuseo.htm. la casa se halla amueblada con «objetos artísticos y domésticos propios de una vivienda hidalga del s. XVII». Se trata de otra falsificación. Cervantes, cuya hermana trabajaba de costurera, y vivía en un cuarto, no tendría una vivienda hidalga.

16 «Perteneció a doña Ana Martínez Zarco de Morales, a la que Cer­vantes inmortalizó con el nombre de Dulcinea (Dulce Ana»> (http://usua­rios.bitmailer.com/jemardi/monutobo.htm#4)·

'7 En cambio, Alcalá de Henares, en la página web citada en la nota 8, se proclama «el mayor centro cervantino del mundm>.

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Galatea y el Centro Comercial La Galatea. Confrontando la onomástica actual con la del mapa de Luis Astrana Marin de hace cincuenta años, publicada en su biografía 18, se ve que toda esta nomenclatura es reciente.

En Esquivias se puede visitar la «Casa de Cervantes». Pero no es auténtica. Es una casona rica, apta para museo, que tiene dos detalles significativos: un corral, yen el corral una puerta falsa 19. Y entonces un argumento a favor de ser la casa de Cervantes es que Don Qu!jote salió por una puerta falsa. Como si a un autor le fuese necesario ver una puerta falsa cada día para tener la inspiración de incorporarla a su obra. Con argumentos como éste, podemos concluir que Julio Verne tiene que haber ido a la luna para que se le ocurriera la idea de escribir su Viaje a la luna.

Repito: es la casa de Cervantes porque Don Quijote salió por una puerta falsa como la que la casa posee. La casa tam­bién contiene una sala designada como el «Mirador de Alon­so» (Alonso Quijada, entiéndase) 20. Al mismo tiempo, es «de Cervantes» y también «del modelo de Don Quijote, Alonso Quijada».

La identificación de esta casa como «de Cervantes», y su confusa doble identidad como no sólo cervantina sino tam­bién quijotesca o quijadesca, remontan al siglo XVIII (Astra­na, 1Il, 511). Publicada la identificación de la genuina en 1951, ¿a quién perjudica el que se haya convertido en museo, hasta con un falso «Despacho de Cervantes»? 2I. Aparte de pintar a Cervantes y su mujer Catalina como el matrimonio más aco­modado de Esquivias, a ninguno 22. Pero ¿qué de la auténti­ca casa en la cual vivieron, que fue el único hogar fijo que Cervantes tuvo durante 30 años?

18 Vida ejemplar] heroica de Jvf'guel de Cervantes Saavedra, Madrid, Reus, '948-58,111, entre 520 Y 521.

'9 «Esquivias. Casa de Alonso Quijada de Salazar. Puerta falsa, por donde la fantasía quiere hacer salir a Don Quijote sobre Rocinante» (Astra­na, TII, 540).

20 http://www.diputoledo.es/mirador.htm 2I Una serie de fotos de la oficial pero falsa "Casa de Cervantes» se

halla en http://www.diputoledo.es/toledoaytos/ayuntamicntos.htm?p~ ESQUIVIAS

2.2 "Se trata de una de las mejores l casas 1 del pueblo, y en tiempos pasados, seguramente la mejor» (Astrana, lII, 535).

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La auténtica casa que heredó Catalina de Palacios, en la cual vivió con su marido Miguel, fue identificada por Astra­na Marín hace cincuenta años (m, 509-543). Publicó fotos de ella (m, 439 y 512). Y así, en 1994 fui a Esquivias para verla.

Está en una plazuela donde se han colocado una placa y un busto en honor de Astrana Marín. Pero confrontando la casa actual con las fotos reproducidas por Astrana en 1951, se ve que la casa ha sido reformada en el último medio siglo. Examinándola sólo desde fuera, se nota que alguien ha cega­do una ventana, y ha cortado otra. Y esta falta de respeto me parece escandalosa 23.

Tuve el delirio de presentarme aquel día en el Ayunta­miento de Esquivias y hablar con Cristina Sánchez, Conceja­la de Cultura. Le mostré las fotos y mapas de la biografía de Astrana Marín. Su respuesta: «¡Un error! Un error de trans­cripciÓn» 24. Ya que la oficial «Casa de Cervantes» tuvo la subvención de la Junta de no sé dónde, la casa auténtica que se venga abajo o que se haga de ella un centro comercial o los apartamentos Miguel de Cervantes. Una carta mía posterior

23 Volviendo a ver la casa de Cervantes -la auténtica- en 1998, resul­ta que ha sido reformada de manera aún más atroz. La placa a Astrana ha desaparecido. Ello será tema de otra conferencia.

24 Curiosamente, se recurre a Astrana para otro propósito: «según el cervantista Astrana Marín (que tiene un monumento conmemorativo en Esquivias) fue éste "el lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acor­darme" a que se refiere Cervantes al hablar del pueblo de don Quijote» (h ttp: j jwww.diputoledo.esjtoledoaytosfayuntamientos.htm?p= ESQ UI­

VIAS). En efecto, en la página 51 del tomo IV, leemos que «tenemos por seguro que el Hidalgo Manchego salió de Esquivias (Mancha Alta de Tole­do) y fue fray Alonso Quijada» (hermano del abuelo paterno del Alonso Quijada de Salazar, dueño de la casa aludida). Hay el gran inconveniente de que, a pesar de las lucubraciones de Astrana, Esquivias no está en La Man­cha, ni La Mancha toledana, sino en La Sagra. (Para La Mancha toledana, véase http://diputoledo.es/toledoaytosjcomarcas. htm?c=La+ Mancha+ Toledana; para la inclusión de Esquivias en La Sagra, http://diputoledo. esftoledoaytosjcomarcas.htm?c=La+Sagra; sobre las varias aplicaciones geográficas del término «La Mancha" véase Astrana, IV, 1952, 75, n. 3). Según el Prólogo y los Capítulos 1 y VII de la Primera Parte, el pueblo de Don Quijote estuvo en o cerca de! Campo de Montie!, muy alejado de Esquivias; el personaje de Cervantes era Alonso Quijano en los capítulos 1, 5 Y II, 74, Y nunca es llamado Alonso Quijada. No hay nada que sugiera que el Alonso Quijada descubierto por Astrana Marín tuviera interés alguno en los libros de caballerías, ni que tuviera asomo de loco.

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a Sabino de Diego Romero, de la Asociación Cervantina de Esquivias, no mereció ni respuesta.

Todo esto nos puede enseñar muchas cosas. Es un ejem­plo de la rivalidad entre pueblos, típica de partes de la penín­sula Ibérica. Es también otra lección de los efectos del deseo de fama, potentísimo como Cervantes mismo entendió. Para sentirse bien consigo mismos, se inventan ficciones, o se adapta al autor o al héroe a las necesidades del momento. Se mantiene activamente la memoria de lo que gusta, y se olvi­da lo inconveniente.

También, nos enseña una lección de modestia. A Cer­vantes le juzgaron mal sus contemporáneos, y no estuvieron a la altura para reconocer que era mejor que todos ellos. Muchos edificios cervantinos se han perdido, sus manuscri­tos también. No vivió en la miseria, pero nunca compró una casa, ni tenía una residencia estable. También, estos contem­poráneos no reconocieron el avance literario que constituía la novela, ni que España estuvo en la vanguardia de este nuevo género, que llegaría a triunfar sobre todos los otros.

Lo mismo puede ser el caso hoy en día. Puede ser que viva hoy, dando clases a l.OOO pesetas la hora, en vez de con­ferencias de 200.000, un genio o una genia que de aquí a 400

años será héroe nacional, tema de monografías, congresos y revistas, ya muerto y sin capacidad de controlar cómo se le presenta ni de contestar a nadie. Dudo mucho que sea uno de los autores celebrados en la actualidad. Podría ser, por ejem­plo, autor de cómics o cineasta porno, que nosotros despre­ciamos igual que en la época de Cervantes se despreciaba a los libros de caballerías.

Es incómodo, incluso para mí, el concepto de futura glo­ria para el autor de cómic s o creador de porno. Pero el futu­ro traerá cambios, y los cambios siempre son incómodos. Naturalmente, quiérase o no, glorificamos lo que nos es cómodo.

¿Cómo debe una entidad honrar a Cervantes? Si quiere honrar a Cervantes, y no a sí misma, se puede bien comenzar por promover la lectura. Es lo que Cervantes más quería, porque un país fuerte y digno, sin la lectura de buenos libros, es imposible. Si no existen los libros adecuados, hacer que se escriban. Lecturas históricas, para que se entienda qué era y qué es España y los reinos de que fue hecha. No tienen que

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INVENCIONES Y EscANDALaS CíVICOS EN El. CERVA"TISMO OFICIAL 1 ° 5

ser libros de formato tradicional, pero sí bien pensados, investigados y escritos.

Después, no hay tarea cultural de mayor importancia, ni que merecería una sonrisa más ancha de Cervantes, que la protección de los bienes culturales contra el olvido. Los manuscritos literarios e históricos se deterioran por la tinta corrosiva. Algunos que eran legibles hace cincuenta años ahora no lo son, y otros que lo son hoy no lo serán dentro de poco. El deterioro del papel ácido usado entre aproximada­mente 185 ° Y 195 o, con la pérdida de numerosísimos libros y periódicos, es una crisis cultural de la más grande importan­cia. No vamos a copiar estos textos en mármol y bronce, como Don Quijote quería para el recuerdo de sus famosos hechos, pero existen otras técnicas capaces de protegerlos contra estos riesgos 25.

Y por último, editar los textos más importantes. La edi­ción de un texto importante puede tener consecuencias importantes. La edición en 1953 de la Filosofía antigua poética de Alonso Lópe:>: Pinciano, que hiw posible la Teoria de la novela en Cervantes de Edward Riley en 1962, produjo todo un renacimiento en los estudios de la novelística cervantina. De manera igual, la publicación de los Documentos cervantinos hasta ahora inéditos de Cristóbal Pérez Pastor en 1897 y 1902 hizo posible la biografia moderna de Cervantes.

En fin, las conmemoraciones cervantinas de 1905 y 1947 desaparecieron como las flores del campo. Se conservan estatuas, pero ¿a quiénes les importan las estatuas de Don Quijote y Sancho, en Madrid, El Toboso o quién sabe qué parte? Lo que queda, lo relevante, lo influyente, son los pro­yectos editoriales. El mismo Cervantes, otra vez, nos lo dice. Don Quijote habla de una persona, pero se aplica igualmen­te a una entidad política: «Una de las cosas que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gen­tes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre, porgue, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará».

25 Para una introducción, véase http://www.getty.edu/ogci/conser­vation/8_z_sp/feature_spjpreserv.htrnl

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