Izaguirre, Inés - Los Desaparecidos. Recuperación de Una Identidad Expropiada

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    LOS DESAPARECIDOS

    Recuperacin de una identidad expropiada

    Ins Izaguirre

    (Publicado en Instituto de Investigaciones de laFacultad de Ciencias Sociales, Serie Cuadernos

    n 9, 1992. Reeditado en la Coleccin Fundamentosde las Ciencias del Hombre, Buenos Aires, CEAL, 1994)

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    El presente trabajo constituye un avance de una investigacin iniciada hace cinco aos enel seno de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Argentina, que tom mstarde el caracter de un proyecto formal de investigacin.1

    Desde que un grupo voluntario de amigos y colegas decidimos aproximarnos al anlisis de

    ese material invalorable y nico constitudo por los testimonios de los familiares de detenidosdesaparecidos, fu necesario ir resolviendo varios problemas de orden terico ymetodolgico.Nunca antes haba tomado tan fuertemente conciencia de que los datos de unainvestigacin son una construccin, una resultante de una serie de operaciones quetransformaran esa masa de material discursivo de contenido dramtico, aterrador, includo en lostestimonios, en una organizacin sistemtica de preguntas sobre nuestro pasado reciente.

    Preguntas formuladas a testigos ausentes, sobrevivientes de la fuerza social derrotada, en elmomento que intentaban una forma embrionaria de enfrentamiento con el enemigo poderoso quelos condenaba a la incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos. Testigos que produjeronun hecho social irreversible: la denuncia en las peores condiciones, las del miedo y la derrota en

    medio del fragor sordo, no aceptado, no reconocido por ellos mismos, del combate.

    Ins Izaguirre

    LOS DESAPARECIDOS

    1El proyecto de investigacin trata de "Los desaparecidos: significado social de una poltica de aniquilamiento" yforma parte de mi plan de trabajo del CONICET. Tiene su sede en el Instituto de Investigaciones de la Facultad deCiencias Sociales y su soporte emprico est constitudo por los testimonios de los familiares de detenidos-desaparecidos realizados durante la dictadura y obrantes en poder de La Asamblea Permanente por los DerechosHumanos, organismo del que soy miembro. El equipo de investigacin estuvo formado por Pablo Bonavena, FannyBrudny, Jorge Elbaum, Alejandro Fridman, Estela Molina y Cristina Villanueva. En las primeras etapas tambincolaboraron Susana Airoldi, Marta Bellardi y Ricardo Snitcofsky. En el procesamiento de la informacin nosayudaron Pablo Funes, Faustino Jorge y Martn Levensohn. El copiado del texto se lo debemos a Guillermo DazCutraro. A todos les agradezco su valiosa colaboracin en las distintas etapas del trabajo. El estmulo moral ypoltico ms importante que reconozco en este trabajo se lo debo a Graciela Fernandez Meijide, amiga y secretaria dela Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), y a Juan Carlos Marn, maestro y amigo, de quieneshe aprendido tanto en estos aos. Un resumen de este trabajo fu presentado en el XII Congreso Mundial deSociologa realizado en Madrid, Espaa, del 9 al 13 de Julio de 1990.

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    Recuperacin de una identidad expropiada

    por Ins Izaguirre

    1. Introduccin:

    Si bien casi no existen discrepancias entre los estudiosos del tema respecto de lacaracterizacin del perodo de los '70 en Argentina y en los paises del Cono Sur de AmricaLatina como una dcada de fuertes enfrentamientos sociales que mantuvieron, bajo distintasformas, la intensidad de la presencia popular,las diferencias aparecen cuando se intentasintetizar conceptualmente los orgenes de dichos procesos, el carcter social de las fuerzas quese enfrentaron, el proceso mismo de los enfrentamientos y la forma que adquiri el rgimen de

    dominacin desde el momento que sus fuerzas armadas ocupan el gobierno 2.

    El presente trabajo est centrado en el estudio de las luchas sociales durante la dcada del '70en nuestro pas, que adquieren a nuestro juicio caractersticas de guerra- cuyo carctertrataremos de precisar- y cuya resultante fu el aniquilamiento de una de las fuerzas sociales en

    pugna. Intentaremos tambin reflexionar sobre algunas de las consecuencias sociopolticas deesos hechos, en el momento posterior a la dictadura militar, cuando las distintas fraccionessociales reinician los movimientos suficientes como para aspirar a enfrentarse en el mbito de lalucha poltica, en las condiciones legales de la democracia parlamentaria. 3

    2La secuencia de los golpes militares en la Argentina es la siguiente:1. 6/9/1930, dura hasta febrero de 1932, en que asume el Gral. Justo, con elecciones fraudulentas.2. 4/6/1943, dura hasta el 4/6/1946, en que asume J.D. Pern.3.16/9/1955, derrocamiento del Gral. Pern.Dura hasta el 1/5/58, en que asume Arturo Frondizi.4. 28/6/1966, derrocamiento del Presidente Illia por el Gral. Ongana, que inicia un proceso militar conocido como"Revolucin Argentina".Dura hasta el 25/5/73, en que asume Hctor Cmpora.5. 24/3/1976, derrocamiento del Gno. peronista por el Gral. Videla ,que preside el autodenominado "Proceso dereorganizacin nacional".Dura hasta el 10/12/1983, en que asume Ral Alfonsn, radical. El 8/7/89 le sucede CarlosMenem, peronista. Los datos empricos concretos que se analizan en nuestro trabajo refieren particularmente alperodo 1973-83, pero la gestacin de las fuerzas sociales que se enfrentan en ese perodo remite a los aos 1943-45.

    3 El ltimo proceso de recuperacin democrtico-parlamentaria en Argentina se inicia formalmente a fines de1983, con el triunfo electoral del radicalismo bajo la conduccin de Ral Alfonsn. El estudio sistemtico de losprocesos econmicos, polticos y sociales ocurridos durante la dictadura militar de 1976-83, comenz a difundirse enlos aos subsiguientes a travs de varias investigaciones empricas (Aspiazu,Basualdo y Khavisse,1986 ;Basualdo,E.,1987 ; Asborno, M., 1988; Minujin y Vinocur,1989; Instituto Nacional de Estadstica y Censos, 1984, entre otros.Sobre el proceso de las transiciones polticas desde las dictaduras fascistas y/o gobiernos autoritarios en distintoscontextos nacionales , ver ,entre otros, O'Donnell, Schmitter y Whitehead,comps.,1988. Los autores includos en estaobra coinciden a mi juicio en aceptar la siguiente generalizacin emprica: que segn hayan sido las condiciones enque transcurri el proceso dictatorial anterior- en trminos de tiempo, espacio y de la profundidad de la derrota de losgrupos o sectores a los que quiso someter- diferentes sern tambin las alternativas , las dificultades y la duracin delos procesos de transicin hacia una forma democrtica.Para el caso argentino considero de inestimable valor la investigacin de Juan Carlos Marn ,1984 a, referida

    particularmente a los aos 1973-76, cuya interpretacin del perodo comparto plenamente.

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    Antes de avanzar en la exposicin, deseo explicitar los supuestos interpretativos bsicosdelperodo ms amplio en que se gestan y desarrollan las fuerzas sociales cuya confrontacinanalizaremos, interpretacin que comparto con un grupo de investigadores del perodo, a quienesme vincula tanto la perspectiva terica como largos aos de discusin conjunta.4

    En este punto ,slo puedo remitir al lector a la bibliografa citada, pero entiendo que unaexposicin sucinta puede ayudar a los lectores jvenes, particularmente estudiantes, a reconstruirla lgica social del perodo que precede a los hechos que investigo.

    4Me refiero a los trabajos producidos en el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO) tales comoBalv, Marn, Murmis y Otros,1973 ; Aufgang ,L. 1981 ; Jacoby,R. 1978, Marn 1982 ; Iigo Carrera y Podest,1985, entre otros.

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    2. Gnesis, formacin y desarrollo de una fuerza social de

    carcter popular.

    El perodo que se inicia en marzo de 1976 constituye a mi juicio el cierre de un ciclo del

    capital iniciado entre los aos 1943-45, y al que se puede fijar una fecha de inicio: el golpemilitar del 4 de junio de 1943. En este sentido, los limites impuestos en el tiempo por los cambiosen los perodos institucionales tienen la ventaja de sealar, aunque sea de modo indicativo, losmomentos de madurez relativa de las fuerzas sociales que expresan el cambio o la continuidad deuna poltica.1943 marca el momento en que una fraccin de la burguesa industrial argentina, para quienes laII Guerra Mundial haba establecido objetivamente una barrera proteccionista favorablenetamente a su desarrollo capitalista en trminos de sustitucin de importaciones, constituye unaalianza con una fraccin nacionalista de las fuerzas armadas quienes, por tradicin cultural einstitucional, estaban alineadas frente al conflicto mundial con el campo fascista del Eje. Junto a

    ellas se incorporan todas las fracciones civiles aglutinadas por distintas versiones delnacionalismo, de larga y activa tradicin en la Argentina 5.

    En el breve curso de dos aos, esa alianza se completa con amplios sectores delproletariado creciente, que ve expandir sus posibilidades de insercin en el mundo industrialurbano, que crece como consecuencia inevitable del cierre de los mercados impuesto por laguerra.

    Dicha alianza social, hegemonizada por aquellas fracciones de burguesa y de fuerzasarmadas nacionalistas, habra de signar desde entonces la vida poltica argentina: el peronismo 6.

    Consistente con la composicin social de esa alianza y con quienes lograron lahegemona dentro de ella, el peronismo en el poder impulsa la ciudadanizacin de las masasobreras de origen rural reciente, entendiendo por ello su incorporacin masiva a la vida urbana, alos consumos de un capitalismo industrial en expansin orientado hacia el mercado interno y a lavida sindical y poltica.

    Al mismo tiempo, reprimi sistematicamente todo intento de realizacin de aquellosintereses de clase que fueran ms all de su condicin de ciudadanos asalariadosinhibiendotoda manifestacin de lucha tendiente a la formacin de una conciencia obrera autnoma.

    La drasticidad de los cambios realizados por el gobierno de Pern entre 1945 y fines de ladcada van generando resistencias que harn posible la formacin de una fuerza social deoposicin, de la que formarn parte tanto los sectores ilustrados "liberales" de la burguesa y de la

    pequea burguesa urbanas, como aquellos sectores polticos vinculados ideolgicamente a lasluchas del campo socialista internacional, sensibilizados por la lucha antifascista desde la guerra

    5Cfr. particularmente la historia de los grupos nacionalistas y de sus actividades en Navarro Gerassi,M.,1968;Gonzlez Janzen ,I. 1984; Verbitsky,H. 1985 y Rodrguez Molas,R., 1984.

    6 Cfr. los trabajos de investigacin sobre los orgenes del peronismo : Murmis,M. y Portantiero, J.C., 1971 y

    Puigross, R. 1969.

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    civil espaola y desde la segunda guerra mundial, a diferencia de las fracciones aglutinadas por elperonismo.

    La conduccin de esta fuerza de oposicin ser ejercida por los sectores ms poderosos y

    polticamente reaccionarios de la gran burguesa argentina tradicional,que slo tenan en comncon aquellos su antiperonismo- y tambin su previo alineamiento con el campo de los "aliados"-pues su existencia y desarrollo siempre haba dependido del intercambio econmico, encondiciones dependientes, con los grandes centros capitalistas del mundo, Inglaterra primero yEstados Unidos despus.

    En 1955 la lucha interburguesa toma la forma de una guerra breve entre fraccionesmilitares, cada una de las cuales expresaba a una de las fuerzas sociales en pugna,hegemonizadas respectivamente por el peronismo "nacional" y el antiperonismo "liberal" , en laque termina triunfando esta ltima.

    A partir de ese momento los sectores obreros mayoritariamente peronistas, inician una largalucha, permanente y multiforme, contra los gobiernos de turno y contra todas sus expresionessociales, polticas y econmicas. En esa lucha sern duramente reprimidos, y ejercitarninnumerables tcticas en su intento de recuperar el gobierno y de frenar el disciplinamientoexigido por el proceso de concentracin y centralizacin capitalista, que reiniciaba su cicloascendente. 7

    Desde 1955 a 1973 las masas obreras expresan, en la accin directa, un nivel deconciencia muy superior al que logran formular ideolgicamente, cautivas en la lealtad a un

    movimiento que las identifica y las une, pero cuyas conducciones permanentemente las frenan.En ese trnsito los sectores obreros irn constituyendo nuevos vnculos con las fraccionesradicalizadas de la pequea burguesa, desencantadas ya de su alianza en la fuerza antiperonista.Dos momentos electorales - 1962 y 1973 - expresarn politicamente esta nueva alianza decarcter popular, aunque su desarrollo y alcances son diferentes en cada caso 8.

    Simultneamente las necesidades de acumulacin del capitalismo argentino tambinagudizaban la lucha al interior de la burguesa. Cada golpe militar ha significado siempre launificacin momentnea de la conduccin general de la economa y el disciplinamiento delconjunto de las fracciones subordinadas.Su resolucin ha consistido en un dominio progresivo de

    7Las tcticas ejercitadas entre 1955 y 1973 van desde la insurreccin militar, el boicot electoral, el sabotaje fabril,la transferencia de su caudal electoral a diversas alianzas polticas, las tomas masivas de fbricas , guerrillas urbanas yrurales y luchas masivas en las calles, obligando a todas las fracciones sociales a establecer un pacto poltico con elperonismo (Marn,J.C., 1984 a, pg. 51).

    8En marzo de 1962, se gesta una alianza electoral entre fracciones de izquierda y las bases peronistas, y se gananlas elecciones de la Provincia de Buenos Aires en las que se llevaba a la gobernacin al candidato peronista AndrsFramini. Dichas elecciones son anuladas por el propio presidente Frondizi, y ste es derrocado pocos das despus.Enmarzo de 1973, esa misma alianza lleva a la presidencia al candidato peronista Hctor J. Cmpora, que ser obligadoa renunciar por las fracciones peronistas de derecha , a fin de llamar a elecciones para que tome nuevamente el poder

    el Gral. Pern.

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    las fracciones vinculadas al gran capital transnacional.

    El golpe de Ongana en junio de 1966 no escapa a la regla, con el agregado de que el procesode disciplinamiento social - realizado al estilo de las viejas policas bravas - va acompaado por

    primera vez de la disolucin de los partidos polticos por decreto, con lo que cercena todaposibilidad de canalizacin de las diversas expresiones polticas y sociales, ejerciendosimultneamente una fuerte represin policial.

    La consecuencia es que, a lo largo de los tres aos siguientes, se va gestando un ampliomovimiento de protesta social en las principales ciudades del pas, que abarca no solamentesectores obreros sino amplias capas de poblacin.

    Mayo de 1969 marca un punto de inflexin en la cantidad y calidad de las luchas populares:por primera vez las movilizaciones rebasan a la represin policial, y las luchas de callesadquieren el carcter de insurreccin cuya contencin exige la presencia y represin de las

    fuerzas armadas en condiciones de guerra.9La intensidad de las luchas populares se mantiene a partir de mayo de 1969 por lo menos

    hasta 1975, constituyendo una seal de alarma para el conjunto de la burguesa.Sin embargo, acomienzos del perodono todas las expresiones de los sectores socialmente dominantes tenan lamisma evaluacin sobre las causas inmediatas y mediatas de los enfrentamientos que sacudan ala sociedad 10 . A medida que se despliega la realidad de los enfrentamientos sociales, se vamodificando la lectura que hacen las diversas fracciones de clase sobre su propia situacin:Mientras aquellas que pertenecen al campo popular van tomando conciencia de su propio poder,las fracciones dominantes de burguesa arriban a la conviccin de la necesidad de disear una

    estrategia de recuperacin de su territorialidad amenazada, tal como lo relata el GeneralLanusse, uno de sus principales estrategas:

    "La comisin de actos sediciososera un fenmeno incipiente y casi toda la comunidad,sorprendida, culpaba antes a las autoridades que a los sediciosos por la violencia queapuntaba en el horizonte. Fuera esa apreciacin un error o un acierto era la apreciacinque corresponda a la coyuntura. El gobierno, para bregar realmente por la paz, debe

    9Dichos movimientos son genricamente conocidos como "azos": cordobazo, viborazo, tucumanazo, casildazo,etc.ya que toman el nombre de la ciudad donde se gestan , o bien de algn hecho recreado por el ingenio popular.Seexpresan todos ellos con movilizaciones callejeras, si bien las alianzas sociales que constituyen , y los niveles delucha y enfrentamiento con las fuerzas represivas difieren en cada caso . Ver bibliografa citada en nota 4. Sealamosque la intervencin de las Fuerzas Armadas se produce en condiciones de guerraporque stas ocupan militarmenteel territorio cordobs, cuando se produce el cordobazo en mayo de 1969. En ese momento se suspende la vigencia delos tribunales civiles ,y los dirigentes obreros son considerados prisioneros y juzgados por tribunales militares.

    10 En mayo de 1970, por ejemplo, la jerarqua eclesistica reunida en la Conferencia Episcopal Argentina,presidida por Monseor Adolfo Tortolo,interpreta del siguiente modo la poltica del gobierno militar del Gral.Ongana :

    "Es necesario llamar a la reflexin sobre las causas de la violencia y el desencuentro nacional...La paz social no essimple ausencia de derramamiento de sangre.La opresin ejercida por los grupos de poder puede dar la impresin demantener la paz y el orden , pero en realidad no es sino germen de rebelda."

    (Cfr. Lanusse, 1977,pg. 126 y 127).

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    defender los derechos de los pobres y marginados y eliminar todo cuanto amenaza a lajusticia: marginaciones, opresiones de grupos o sectores dominantes, insensibilidad alcambio social, abuso del poder y de la fuerza, desigualdades irritantes en la distribucinde los bienes, desnivel entre precios y salarios....Unos aos despus los hechos llevaron a

    que la sociedad encarara de otra forma la lucha antisubversiva"...(texto en negritanuestro) (Lanusse, 1977, p.127)

    Pero si la sociedad, como seala Lanusse, tard en advertir la naturaleza "sediciosa" delas luchas populares, no ocurri lo mismo con las fuerzas armadas ni con otros grupos armados

    prximos a ellas.

    Mayo de 1969 es el momento, a nuestro juicio, en que los servicios de inteligencia de lasfuerzas armadas, unidos a la fraccin ms regresiva de la pequea burguesa, constituda porgrupos ideolgicos de orientacin nazifascista (Cfr. nota 5) y por cuadros policiales y militares

    vinculados a aquellos servicios 11 deciden iniciar una guerra de carcter irregular cuya definicindel "enemigo" tena un fuerte contenido de clase: los cuadros ms combativos del movimiento

    popular. 12

    Esta fuerza, cuyas apariciones orgnicas la muestran desde el inicio en una defensa cerrada delsistema (capitalista) en su versin ms retardataria, estuvo conducida polticamente por loscuadros contrarrevolucionarios del peronismo. 13

    A comienzos de los '70, tambin los sectores ms lcidos de la gran burguesa, includo elpropio Lannusse, advertidos de la creciente intensidad "armada" del conflicto social, desarrollan

    una estrategia tendiente a canalizarlo institucionalmente.14

    El levantamiento de la proscripcin alos partidos polticos, su articulacin a travs del Gran Acuerdo Nacional (GAN), el retorno de

    11 Dicha fuerza, que tiene una unidad ideolgica como fuerza contrarrevolucionaria, comienza a actuarpblicamente a partir de 1970, como Comando Nacional Benjamn Menndez (MANO).(Diario Clarn del16/12/1970 y Diario La Razn del 13/1/1971). Tambin acta como Comando Libertad y como ComandoLibertadores de Amrica.Se trata de grupos armados parapoliciales y paramilitares que, segn el lugar y el momentose adjudican distintos nombres hasta confluir en una organizacin nica : la Triple A (AAA) AlianzaAnticomunista Argentina. Acerca de esta red organizativa y de su articulacin con dirigentes y organizacionesgremiales, polticas e ideolgicas ver Gonzlez Janzen ,I. 1987 y Verbitsky H. ,1985.

    12 El intento de alianza con los cuadros gremiales y polticos combativos del cordobazo , le cuesta la vida aAugusto Timoteo Vandor , dirigente gremial peronista, que haba establecido una alianza inicial con Ongana, luegodisuelta. Cae asesinado por un grupo armado el 1/7/1969, apenas 32 das despus del Cordobazo, con cuyosdirigentes se entrevista dos semanas antes del estallido, en la propia ciudad de C'rdoba . (Revista Primera Plana del10 al 26/5/1969).

    13Al producirse el golpe militar del 24/3/1976, la Triple A deja de aparecer pblicamente con ese nombre , y susmiembros pasan a formar parte de los grupos de tareasclandestinas del rgimen militar. Cambi de mandantes perono de enemigo.

    14 Las principales organizaciones armadas - entre muchas- que militaron en dicho perodo fueron: el PartidoRevolucionario de los Trabajadores con su organizacin armada, el Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP), losMontoneros, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) , cada una de ellas con distinto origen poltico y social y

    con diferente formacin ideolgica.

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    Pern al pas, el llamado a elecciones el 11 de marzo de 1973 con la participacin del peronismo15 , constituyeron distintos momentos de esta estrategia necesaria para la nueva etapa deacumulacin que se avecinaba.

    A su vez, la fuerza social de carcter popular cuyo primer intento electoral triunfante

    haba sido anulado en 1962, logr un nuevo triunfo en 1973, pero esta vez la lucha por desalojardel gobierno a las fracciones mas radicalizadas estara a cargo del propio Pern, conduciendo a lafraccin burguesa de su movimiento, y con la colaboracin activa de aquellos grupos

    paramilitares que ya se presentan en sociedad con su denominacin definitiva: la triple A(AAA).16

    El objetivo de esta fuerza paramilitar era, como dijimos antes, el aniquilamiento de loscuadros ms combativos del movimiento popular. Para ello comenz con el aislamiento de lasorganizaciones armadas respecto de su base social : si se considera el primer ao de gobierno

    peronista, entre mayo de 1973 y abril de 1974, se producen 579 bajas del campo popular, entre

    muertos y heridos, de las cuales tan slo el 6% eran miembros de organizaciones armadas, el14% eran cuadros polticos y gremiales y el 80% eran militantes de base y masas movilizadas.17

    Al finalizar ese primer ao de gobierno peronista, y mas claramente a la muerte de Pern, el 1de julio de 1974, estaban delineadas las tres grandes fuerzas en que haba quedado dividida lasociedad argentina:

    (1) La fuerza hegemonizada ideolgicamente por el peronismo en el gobierno, con lasinclusiones y desprendimientos que hemos venido describiendo.

    (2) La fuerza conducida por las organizaciones armadas de orientacin revolucionaria,que haban sido progresivamente aisladas del campo popular, y

    (3) La fuerza conducida por la gran burguesa financiera y agroexportadora a la querespondan las corporaciones tradicionales de la burguesa argentina: los cuadros jerrquicos delclero, del poder judicial, y de las fuerzas armadas, y que, salvo excepciones, iban constituyendo-esa es mi impresin, ya que se trata de un proceso que todava no ha sido estudiado- una suertede consenso socialentre las fracciones menos politizadas de la sociedad, que reclamaban orden.

    Esta ltima fuerza, cuya veccin se hace manifiesta al concluir el segundo ao de gobiernoperonista, provocando un verdadero "golpe" econmico- conocido luego como Rodrigazo-

    produce en un solo da una devaluacin monetaria del 70%, con la consiguiente transferencia deingresos a los sectores de capital ms concentrado, y llegar triunfante al poder nueve meses

    15La nica exclusin que se acord fu la del propio Pern como candidato a Presidente. El 11/3/1973 gana lacoalicin peronista izquierdista FREJULI, o Frente Justicialista de Liberacin, que lleva a la presidencia a HctorCmpora. Este renunciar en julio de 1973 para llamar a elecciones donde ganar Pern.

    16La primera accin de la Triple A donde se presenta con ese nombre tiene lugar en noviembre de 1973, donde seproduce un atentado contra el Senador radical Hiplito Solari Irigoyen.

    17Esta informacin fu contabilizada de las noticias periodsticas de la poca, y codificada por un equipo del

    CICSO bajo la direccin de J.C.Marn. (Marn,1984 a, pg. 147).

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    despus, derrocando militarmente al gobierno peronista, el 24 de marzo de 1976.

    Contra su avance se haban producido los actos sediciosos de que hablaba Lanusse desdefines de la dcada anterior, los que se haban reproducido en forma ampliada durante el gobierno

    peronista: Marn contabiliza en esos tres aos 8509hechos armados,registrados entre algunafraccin del campo popular y alguna de los destacamentos armados del rgimen. (Idem nota 17).

    En pocos aos, a partir de marzo de 1976, esta fuerza logr subordinar a las fraccionesmenos autnomas de la burguesa industrial y financiera; centraliz y expandi sus capitalesorientndolos al mercado mundial al punto que, al comenzar la dcada del '80 haban logradoarticularse alrededor de 30 grandes grupos econmicos- cada uno de los cuales controlaba entre 2y 25 grandes empresas- y unas 60 grandes empresas transnacionales, y logr transformar elpatrn de acumulacin dominante en el perodo anterior, transfirindole su endeudamientoexterno a la sociedad, mediante relativamente sencillas medidas monetarias y administrativas

    contenidas en circulares del Banco Central, cuyo resultado se populariz como "estatizacin de ladeuda privada." 18

    La rpida realizacin de tan magna empresa necesit del uso de sus auxiliares orgnicos- lasfuerzas armadas legales y sus grupos clandestinos- largamente preparados, desde haca dcadas19 para la empresa imperial de defender la territorialidad del capitalismo en el Cono Sur. Elverdadero enemigo, las organizaciones armadas de orientacin revolucionaria y sus basessociales radicalizadas ,lo haba puesto en cuestin.

    3. La guerra: Derrota, rupturas, desarme

    Como dijimos al comienzo, si bien casi no existen discrepancias respecto de la definicindel perodo de los '70 en la Argentina como una dcada de fuertes enfrentamientos sociales, s

    parece haber una divisoria de aguas cuando se utiliza la nocin de guerra.

    Esta nocin ha quedado hoy reservada al mbito de produccin discursiva y operativa de

    18Cfr. toda la bibliografa citada en nota 3.

    19Segn datos oficiales del Departamento de Defensa de Estados Unidos, entre 1950 y 1975 , 2766 militaresargentinos recibieron instruccin especializada en ms de doce escuelas militares norteamericanas, includa la de lazona del Canal de Panam. En el mismo perodo otros 3676 militares argentinos ms fueron adiestrados en otroslugares fuera de Estados Unidos. Entre 1970 y 1975 , 69 militares argentinos recibieron instruccin especializada encontrainsurgencia e inteligencia (includos interrogatorios) en la ms famosa de todas aquellas escuelas : la Escuelade las Amricas. En pleno desarrollo de la dictadura militar , entre 1976 y 1980 fueron enviados a dicha escuela 7discpulos argentinos ms.El carcter de lite de los cursantes se puso de manifiesto en Argentina luego del 24 de marzo de 1976 : el 80 % delprimer elenco de gobernadores provinciales , includo el intendente de Buenos Aires haban participado en dichoscursos en el exterior. Durante 1987, tres oficiales argentinos ocupaban cargos de instruccin en dicha escuela ,includa la subdireccin . Cfr. Verbitsky, H. Escalera a la fama . Militares argentinos en la Escuela de las

    Amricas,en Diario Pgina 12 , 19 de marzo de 1987.

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    las Fuerzas Armadas 20 , y es particularmente negada en el mbito del discurso poltico de lamayor parte de la sociedad. Parecera que no puede ser de otro modo, pues, qu clase de guerraes sta donde el grueso de las vctimas ha desaparecido y donde la mayor parte de la poblacinno parece admitir que hubo guerra?

    El anlisis sociolgico de estos procesos sufre las mismas dificultades que elreconocimiento socialdel problema: si hiciramos una encuesta callejera seran sin duda muy

    pocas las personas que admitiran que en Argentina hubo guerra, aunque los datos del cuadro 1sealan inequvocamente que no han sido aos de paz.

    Nos proponemos fundamentar en este trabajo por qu consideramos que las luchas de los'70 en Argentina constituyeron episodios de una guerra al interior de nuestras sociedades , queuna de las condiciones de produccin de esa guerra consisti en que la totalidad de slo una delas fuerzas tena conciencia acabada de ese emprendimiento , que esa claridad fu unelemento decisivo en su triunfo, que la derrota consisti en la destruccin de ciertas

    relaciones sociales articuladas desde mucho antes por el campo popular, as como la

    constitucin de otras nuevas.El anlisis de estas rupturas permite hoy arrojar nueva luz sobrelas dificultades especficas del proceso de transicin hacia la democracia producido en la dcadadel '80.

    La violencia brutal de las operaciones militares y sociales que impuso la fuerza socialtriunfante en marzo de 1976 - sustantivizada por ella como aniquilamiento de la subversin -hagenerado una serie de procesos a nivel intersubjetivo que conocemos todava en forma muy

    precaria, ms por sus consecuencias a nivel de las conductas individuales que por sus procesos deproduccin.

    Al igual que en todo proceso de enfrentamientos, se produce primero una ruptura derelaciones sociales, proceso que se da tanto entre individuos, entre grupos o entre fraccionessociales, por el cual los trminos de la relacin quedan separados , no se reconocen ms unos aotros como formando parte de un conjunto . Tcnicamente es lo que se conoce como derrota,

    palabra que etimolgicamente significa eso, ruptura,del latn disrupta, o sea interrupcin deciertos procesos sociales previos.

    A nivel de los individuos, esta ruptura se expresa como olvido, como negacin del hechotraumtico, que reaparece ante cualquier situacin amenazante en forma de perturbacionesdiversas.21

    Socialmente se expresa como desarraigo, prdida de la memoria colectiva, de la historicidad, y

    20 Durante los 70 ,tambin las organizaciones armadas del campo popular asuman la lucha armada como elinstrumento necesario, en ese momento, para el logro de objetivos de cambio revolucionario.

    21Ver al respecto el relato de las experiencias clnicas realizadas por Elina Aguiar , 1988, en parejas afectadas

    directamente por la represin poltica.

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    es el rasgo caracterstico de los pueblos o las clases sometidos.22

    Cuando el enfrentamiento se da entre naciones, o sea entre estados de la burguesa de distintasnacionalidades, las rupturas siguen aproximadamente la siguiente secuencia: primero, ruptura de

    relaciones de intercambio- diplomtico, comercial, etc.- y sto ya configura una situacin deguerra. Si se sigue adelante puede haber operaciones militares- invasin de una nacin por otra,ocupacin militar - hasta llegar al sometimiento del pueblo ocupado.

    Aqu las rupturas se producen en detrimento de uno de los bandos, que ya no puederearticular sus fuerzas: hay derrota, o sea acumulacin de rupturas de relaciones sociales, queson capitalizadas por el bando vencedor. Comienza entonces un perodo de paz, que no es sino ladefinicin del perodo de dominio estable, hecha por el vencedor. (Marin, 1984, b). Hasta aquestamos haciendo referencia a una situacin de guerra, o de paz, en el sentido clsico de lostrminos: la guerra entre naciones o entre estados, donde los combates principales los libran sus

    fuerzas armadas. Es la situacin que tan brillantemente analiza Clausewitz a comienzos del sigloXIX, cuando reflexiona sobre las guerras napolenicas, y que constituye la mxima sintesis del

    pensamiento terico de la burguesia sobre el poder y la guerra.

    A partir de la derrota, comienza un segundo momento de este proceso dual, el momento derealizacin de la victoria: la articulacin de nuevas relaciones sociales que reemplazan a lasanteriores, en las que se reconoce quien es el vencedor, y que transformarn en estable la nuevasituacin de paz. Es el momento del desarme, aquella condicin del derrotado que garantiza porlargo tiempo su no recuperacin para rebelarse contra el vencedor.

    Es el inicio de un proceso de colonizacin - al menos subjetiva- de fundacin de unahistoricidad nueva, de una memoria nueva, heternoma. Como seala Clausewitz, si bien eldesarme del enemigo es un propsito siempre presente en cada uno de los bandos, rara vez se lorealiza en forma completa. Suele ser suficiente disuadir al oponente, convencerlo de la

    posibilidad del desarme completo para que no reinicie la lucha, o sea lograr su desarme moral.Si el desarme, a secas tiene que ver con la prdida o destruccin de los instrumentos delenfrentamiento, y por lo tanto con la prdida del correspondiente territorio, habr tantas formasde desarme como armas y territorios sean objeto de disputa. A que refiere entonces el desarmemoral?

    Cuadro 1: Argentina 1973-83. Total de bajas humanas, clasificadas por tipo, en tres momentos poltico

    institucionales.

    Tipo de bajas 25/5/73 al 23/3/76

    (a)

    24/3/76 al

    31/12/79

    (b)

    1/1/80 al

    10/12/83

    (c)

    TOTAL N %

    22Tambin Hanna Arendt analiza las consecuencias sociales de procesos como el nazismo y el stalinismo en sus

    respectivas sociedades. Cfr. Hanna Arendt , 1974.

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    Muertos

    Heridos

    Prisioneros

    reconocidos

    Prisioneros desapa-

    recidos denunciados

    1543

    1451

    5148

    794

    2286

    s/datos

    5170

    7997

    s/datos

    s/datos

    s/datos

    121

    3829 15,6

    1451 5,9

    10318 42,1

    8912 (d) 36,4

    TOTALES 8936 15453 121 24510 100,0

    Fuentes

    (a) La informacin sobre muertos y heridos est tomada de Marn, 1984, cuadro de pag.157. La informacin sobre prisioneros reconocidos legalmente como detenidos, para el

    perodo mayo del '73/ abril '74, tiene la misma fuente, pg. 147. A dicha cifra se leadicion la suma de detenidos reconocidos por el Ministerio del Interior, correspondienteal perodo noviembre '74/ marzo del '76, aparecida en el diario Clarn del 30/6/79. Faltainformacin del perodo mayo/octubre del '74.La informacin sobre prisioneros desaparecidos denunciados (PDD) corresponde en

    todos los casos a la contabilizacin de los anexos publicados por la COMISIONNACIONAL DE DESAPARICION DE PERSONAS, (CONADEP).

    (b) La informacin sobre muertos incluye los muertos de las fuerzas legales, y otrosatribudos a la accin de la subversin, segn lista presentada por el Poder Ejecutivo ensu respuesta a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), publicada porel diario La Nacin del 8/5/80, que suman 388 casos para este trienio, y 1898 muertos ensupuestos enfrentamientos con las FFAA contabilizados de los diarios del perodo, segninvestigacin realizada en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos deArgentina (APDH), por Graciela Fernndez Meijide. La informacin sobre prisionerosreconocidos est tomada del informe del Ministerio del Interior citado en (a). Comodicho informe no registra los nombres y apellidos de los prisioneros (slo da cifrasglobales) es imposible saber cuntos de ellos resultaron luego "desaparecidos". No fu

    posible obtener datos sobre heridos del perodo.

    (c) Slo se cuenta con datos de PDD.

    (d) No se han includo en el cuadro alrededor de 1000 casos de prisioneros que estuvierondesaparecidos durante un tiempo y luego fueron liberados, y con cuyo testimonio

    pudieron realizarse los Juicios a las Juntas Militares y a otros militares involucrados en la

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    guerra.

    A la conviccin de la derrota y de la imposibilidad de revertirla: Se ha quebrado la

    dimensin subjetiva de la fuerza;las rupturas de los lazos que vinculaban a las distintas partes seconsideran ms o menos permanentes. Se pierde la conciencia de conjunto.

    4. La construccin histrica del concepto de poder, en la realidad y en la teora

    revolucionaria

    Las reflexiones precedentes fueron construdas a partir del anlisis de la guerra entrenaciones, entre estados de la burguesa. En la realidad, este poder, hasta mediados del siglo XIX,no haba sido puesto en cuestin en el seno de cada sociedad: para el pensamiento burgus el

    poder era algo que estaba all, cosificado en el estado y en sus fuerzas armadas.

    1848 marca, en la realidad y en la teora revolucionaria, el inicio de ese cuestionamiento, peroes recin en 1871, con la derrota de la comuna de Pars, cuando Marx y Engels, que se habanopuesto al levantamiento porque prevean su derrota, reconocen que ese mismo enfrentamientohaba probado al proletariado de Pars que era capaz de tomar el poder. Por primera vez en lahistoria de la burguesa el poder haba cambiado de manos: se haba constitudo en poderrevolucionario.23

    Estas reflexiones son retomadas por Lenin a partir de la derrota de los revolucionariosrusos de 1905. Estudia minuciosamente a Clausewitz, y advierte la necesidad terica dereformular la teora del poder construda por la burguesa: como aproximarse al conocimientode la nueva realidad sin los instrumentos tericos adecuados? Era necesario "pensar la guerra" entrminos de la teora de la lucha de clases.

    El problema que la realidad revolucionaria planteaba con urgencia era cmo construir yacumular la fuerza social suficiente para revertir la derrota? Pero adems Cmo construir lavictoria?

    Marx haba construdo la teora de la revolucin proletaria al descubrir, en una verdaderaruptura epistemolgica con el pensamiento dominante en su tiempo, que la energa creadoradel cuerpo humano, la fuerza de trabajo, le era expropiada "pacficamente" al obrero en elmercado porque a esa situacin el obrero llegaba solo, derrotado, desarmado moral ymaterialmente. El conjunto de los obreros, el proletariado, slo poda revertir esa situacin - queera un producto histrico- tomando conciencia de ella. Una de las fuentes de ese conocimientoera la experiencia de lucha en los distintos mbitos en que se constituye el poder de la

    23Conviene revisar los textos clsicos sobre las experiencias revolucionarias de 1848 y 1871. Cfr. Marx, K. ,1851;

    Marx y Engels, 1891, edicin 1955 y Jacoby, R. 1986.

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    burguesa, y donde hay que disputrselo: lucha econmica, lucha poltica, lucha terica oideolgica. (Lenin, 1920).

    En ese mismo proceso de luchas la burguesa haba ido constituyendo las fuerzas

    auxiliares que le garantizaban el disciplinamiento de las resistencias y las rebeldas de lossectores expropiados: sus fuerzas armadas y sus policas. Estos sujetos tambin han sidolargamente disciplinados, y sometido el poder poltico de sus cuerpos ,( Foucault ,M. 1976,pg.175 y ss.)articulndolo en una relacin parcelaria, corporativa, burocrtica: la relacin delsoldado-ciudadano.

    Histricamente las clases propietarias tienen una clara conciencia de su dominio, de suterritorialidad, producida inicialmente a partir de una "acumulacin primitiva", violenta,expropiatoria, en la cual han subordinado a una amplia porcin de la sociedad. Esa violenciainicial de cada etapa de acumulacin, se resuelve habitualmente en una situacin de guerra.

    Pero una vez constitudo el territorio y con el las condiciones de existencia de unconjunto social, se establece la defensa de esa territorialidad, es decir, la delimitacin, ladefinicin de la relacin de enfrentamiento ante los "otros": se inicia entonces un perodo de paz.

    Qu es la paz? Tratemos de aproximarnos tericamente al problema. Si conceptualizamos losocial, o sea el mundo de las relaciones sociales como encuentros, como confrontacionescotidianas, como relaciones "frente a frente" entre individuos, grupos o fracciones sociales,tendremos que acordar que tn slo cierto tipo de enfrentamientos suelen ser reconocidos como

    de guerra.

    Lo caracterstico de la guerra es que los enfrentamientos (1) toman la forma de combatesarmados ,(2) que estos se producen entre dos fuerzas sociales armadas moral ymaterialmente(aunque los encuentros pueden llegar a ser individuales) y (3) que por lo menosuno de los dos bandos est decidido a aniquilar a su oponente, y organiza su estrategia ofensiva odefensiva para ello.De all que el grueso de las bajas toman la forma de muertos, heridos, o

    prisioneros.

    Para resolver los dems enfrentamientos - que no renen este conjunto de condiciones -, para

    eliminar las rebeldas de los sometidos que intentan permanentemente recuperar parte de lo queles ha sido histricamente expropiado es suficiente la represin policial. Los intentos derecuperacin son categorizados como delitos y el proceso de disciplinamiento constituye lajusticia .Estamos en un perodo de paz cuando el objetivo de la fuerza hegemnica es eldisciplinamiento , no la aniquilacin.

    En nuestra sociedad, el disciplinamiento consiste en la produccin y reproduccin de lasrelaciones sociales del cuidadano, que es un "igual" respecto de muchas relaciones, pero es

    bsicamente un" desigual"en la relacin de explotacin.

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    La ruptura de las relaciones de cuidadana hace posible rearticularlas en una fuerza social deotro signo, de signo no capitalista.As como la fuerza de trabajo, organizada socialmente,

    potencia su poder creador , tambin la fuerza poltica de los cuerpos puede ser rearticulada si selogra romper los vnculos ,las relaciones sociales en que estn subordinados.

    La participacin en las luchas, si los enfrentamientos son bien conducidos, permitir iracumulando fuerza, una fuerza social de oposicin. Esto, Cmo se logra?

    Por un lado, organizando los cuerpos sometidos en situaciones de masas no articuladaspor las fracciones dominantes. Por otro, constituyendo alianzas con otras fracciones subordinadasde la burguesa y de la pequea burguesa que sufran alguna forma de opresin o injusticia.

    El problema de la constitucin de las alianzas en el campo de la teora clsicarevolucionaria es central en la formacin de fuerza social: se trata del vnculo entre fraccionesdiferentes, que estn siendo violentadas en alguna de sus relaciones sociales. Ello permite a las

    fracciones ms expropiadas el contacto, y por ende el conocimiento de otras experiencias, deotras formas de lucha y de otras condiciones de vida:enriquece sus relaciones sociales. 24

    Lo que est sealando esta concepcin poltica - no militarista - de las luchas sociales, esla importancia de rearticular las porciones de relaciones sociales corporativizadas, fragmentadas

    por la burguesa a lo largo de su desarrollo, en la constitucin de una fuerza nueva.

    En nuestros das ha sido Foucault quien ha retomado esta lnea poltica del pensamientoclsico revolucionario en sus anlisis sobre el poder. Hoy sabemos que el poder es unadimensin de todas las relaciones sociales , que se forma, se constituye,y se realiza en los

    enfrentamientos. No es un atributo inamovible , ahistrico, de los estados de la burguesa y de susfuerzas armadas.

    Antes bien, las numerosas experiencias , exitosas y de derrota, sufridas por las burguesas amedida que se desarrollaban las experiencias revolucionarias de signo no capitalista tambin hansido procesadas por sus tericos, con resultados contradictorios: desde el punto de vista poltico,

    por ejemplo, se advierte una tendencia cada vez ms marcada a la militarizacin de lapoltica, es decir , a resolver la confrontacin en trminos de guerra. Sin duda , tienen unaenorme ventaja sobre el campo revolucionario: una larga acumulacin histrica de experienciatecnolgica, de disciplinamiento de los cuerpos, de organizacin burocrtica y de dominacin

    hegemnica.25

    Es decir, ms all de la concepcin militarista del orden social, donde los ejrcitos se

    24 En tal sentido la ltima dictadura militar argentina tuvo mucha claridad al producir, mediante mecanismoscompulsivos y de mercado , el desalojo de grandes sectores de poblacin proletaria del rea urbana de la ciudad deBuenos Aires y del conurbano, obligndola a alojarse en reas del Gran Buenos Aires mucho ms alejadas. Ello hadeterminado el aislamiento fsico y socialde los sectores ms expropiados , con lo que se dificulta la formacin dealianzas sociales concretas.

    25Raymond Aron, 1987, retoma la actualidad del pensamiento de Clausewitz en lo que se refiere a la supremaca

    de la inteligencia poltica sobre el instrumento militar, que considera confirmada por la presencia del arma nuclear.

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    transforman cada vez ms en guardianes conservadores del rgimen de dominacin, y por lotanto en gendarmes de toda fraccin social innovadora,la ventaja objetiva del modo capitalistade dominacin- y el problema a resolver por el campo revolucionario - reside en la larga seriede estructuras de comportamiento inscriptas en la conciencia de los hombres -, en la serie

    compleja de relaciones sociales establecidas, de espacios de enfrentamiento cotidiano donde lasformas burguesas de resolucin tienen la iniciativa, aunque las personificaciones que las llevanadelante no sean siempre necesariamente, burguesas.

    Imaginar la lucha de clases como grandes combates frontales entre burguesa yproletariado es una falacia: tales batallas son histricamente excepcionales.Lo cotidiano, encambio, son los infinitos espacios de confrontacin de clases a los que asistimos

    permanentemente, y donde cada clase va constituyendo, o perdiendo, territorio: all donde ungrupo o un individuo, articula una relacin solidaria, y aparece la competencia; all donde se

    proclama la participacin democrtica, y aparece la autoridad burocrtica; all donde se postula la

    igualdad, y se discrimina a los diferentes... y as siguiendo.

    5. La lucha de clases en la Argentina: una lectura diferente de la guerra

    antisubversiva

    La larga exposicin terica precedente me permite ahora fundamentar , con la lgica dela teora, lo que estamos tratando de demostrar con la lgica de los hechos: por qu estoyconvencida de que la guerra antisubversiva fu la forma cruenta, de guerra , que asumi lalucha de clases en la Argentina ( y, pensamos, tambin en los dems pases del Cono Sur de

    Amrica Latina), una guerra donde ha habido muy pocos combates en el sentido clsico, perodonde la formade enfrentamiento fu elegida dentro de lo que son las formas dominantes delcontrol social en el capitalismo : el secuestro de los cuerpos dentro de la red de aparatos deencierro que son las instituciones. (Foucault,M. , 1986, pp. 133 y 134 )

    Que la detencin y el secuestro fueron las formas dominantes elegidas por las fuerzasarmadas para enfrentar a los cuerpos populares, est indicado por el tipo de bajas, como vimos enel cuadro 1, de las cuales el 78,5 % son prisioneros, que en su inmensa mayora fueronsecuestrados en forma ilegal.

    Como hemos tratado de mostrar, haba un objetivo y una lgica capitalista para iniciar laguerra: las necesidades de acumulacin del capitalismo argentino en un contexto de crisis

    mundial. Tambin hemos visto la cuanta de las bajas. Y sin embargo, existe una fuerteresistencia entre los intelectuales a reconocer este"proceso como de guerra, la misma que existeen la mayor parte de la sociedad.

    Cules son los obstculos que impiden ese reconocimiento?Una de las principales dificultades reside, a mi juicio, en el anlisis de la distribucin de lasbajas humanas, las que resultan desfavorables, desde el inicio, para el campo popular. Si unoest pensando en trminos de una guerra convencional, los especialistas sealan, por cierto, quetiende a haber un equilibrio entre ambos bandos.

    Y en efecto, si tratamos de reconstruir las cifras del cuadro 1 en trminos de las fuerzas a

    las que pertenecan las bajas, el resultado aparece aplastante, en todo momento, para el

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    campo popular, como se aprecia en el cuadro 2.De la lectura del cuadro surgen inmediatamente varios interrogantes: si, a juzgar por la

    permanente disparidadde las bajas en todoslos perodos previos a la transicin, las fuerzas delcampo popular ya estaban derrotadas cuando se produce el golpe militar de 1976, porqu se

    prosigui con el aniquilamiento en los tres aos siguientes?

    Cuadro 2. Argentina 1973-83. Total de bajas humanas (muertos, heridos y prisioneros) segn campo al que

    pertenece la baja, en tres perodos poltico-institucionales. (**)

    Campo o fuerza sociala la que pertenece la

    baja (*)

    25/5/73 al23/3/76 N%

    24/3/76 al31/12/79 N%

    01/1/80 al10/12/83 N%

    TOTALN %

    Rgimen

    Pueblo

    987 11,0

    7949 89,0

    391 2,6

    15062 97,4

    --

    121 100

    1378 5,6

    23132 94,4

    TOTALES 8936 100 15453 100 121 100 24510 100

    (*) Las bajas acreditadas a "Rgimen" son aquellas que se atribuyen como propias las fuerzasarmadas estatales, el gobierno, o las fuerzas paramilitares (AAA) en el primer perodo.Estsltimas dejan de aparecer como tales a partir del 24/3/76.Las que acreditamos a"pueblo"incluyen las que genricamente las fuerzas estatales y las fuentes

    mencionadas en el cuadro 1 atribuan a la "subversin" , incluyendo en este concepto a losdistintos componentes del movimiento popular, y no solamente, por supuesto a lasorganizaciones armadas de orientacin revolucionaria. Ver ms adelante, cuadro 3 de estetrabajo.

    Fuentes: las mismas del cuadro 1. Adems, cfr. APDH:las cifras de la guerra sucia, BuenosAires, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, agosto de 1988, investigacin dirigida

    por Graciela Fernndez Meijide.

    La accin del terrorismo en la Argentina, informe reservado de las FFAA sin fecha ni lugar

    de edicin. Distribudo entre funcionarios pblicos, alrededor de 1980.

    (**)NOTA:La periodizacin que hemos establecido dentro del perodo ms amplio de la

    dictadura militar (1976/79 y 1980/83) tiene que ver con el momento aproximado en que caeabruptamente el nmero de bajas del campo popular, y deja de haber bajas en el campo delrgimen, por lo que suponemos que las fuerzas estatales consideran lograda la victoria militar.

    Marn ha intentado dar una respuesta para el perodo 1973/76 fundado en un anlisis

    cuyo universo no son solamente los hechos que producen bajas humanas, sino la totalidad de los

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    hechos armados del perodo26. Al distinguir entre hechos que producen bajas y hechos que noproducen bajas descubre que: (a) Del total de 8509 hechos armados, las fuerzas del campopopular tienen la iniciativa en el 63% de los casos, pero slo producen el 28% de las bajas de lasfuerzas estatales, en tanto stas slo inician el 37 % de los hechos, pero causan el 72 % de las

    bajas del campo popular. (b) Los 2/3 del total de hechos armados del perodo no producen bajashumanas, y de stos , el 82% son realizados por alguna fraccin del campo popular.

    Qu nos est indicando esta relacin, tan claramente inversa? Por una parte, que ambasfuerzas se encuentran en un estadio distinto del proceso de construccin de su poder.

    Mientras el campo popular busca formar y acumular fuerzas, noaniquilar a su oponente,las fuerzas legales - cuya fuerza material, de armas, es muy superior - estaban realizando su

    poder acumulado:su objetivo era el aniquilamiento del enemigo. El descubrimiento ha sidoproducido mediante una lectura de los hechos que, al poner en duda el discurso dominante,incorpora una porcin de la realidad que permaneca oculta: la totalidad de los hechos

    armados, en lugar del recorte que suponan "los hechos que producen bajas."

    Pero la pregunta inicial sigue inquietndonos. Sabemos ahora que ambas fuerzas estn endistintos estadios de constitucin, pero... si el campo popular estaba derrotado Por qu se siguicon el exterminio? y adems Por qu con la aniquilacin clandestina?

    Aqu vamos volviendo la mirada al cuadro 1, donde observamos que, a partir del 24 demarzo de 1976, la nica categora de bajas que se multiplica por diez es la de las detencionesseguidas de desapariciones, y ellas se realizaron, en su casi totalidad mediante operativos desecuestro de los cuerpos populares.

    Habremos planteado bien la pregunta? O nos est ocurriendo lo mismo que a Marn,que debi reconstruir sus observables, a fin de destruir la lgica parcelada del discurso de lasfuerzas estatales, que slo mostraban los muertos y heridos producidos por el enemigosubversivo?

    Cul era la mirada, sobre qu realidad dibujaban su estrategia las fuerzas armadas delrgimen?

    Si nosotros tambien focalizamos la observacin en la lgica de las bajas, terminamos noentendiendo por qu se sigui aniquilando, excepto que las fuerzas armadas estuvieran mirandoalgo ms, que no se expresa en la cuanta de las bajas.

    En este punto creemos que son los modelos de confrontacin socialmente vigenteslos queobstaculizan nuestro conocimiento.

    Uno de ellos, muy difundido a traves de los medios de comunicacin durante el perodoque sigui a la dictadura militar, y vigente tambin en la literatura poltica sobre el tema, loreduce a una guerra entre aparatos armados 27. Esta visin recortada impide reconocer la

    26Debe prestarse gran atencin a esta investigacin, no slo por el rigor puesto en la recoleccin y codificacin delos datos aparecidos en los diarios del perodo 1973 y 1976 sino por el proceso de anlisis epistemolgico riguroso ,que trata de romper la lgica de las fuerzas armadas legales en la presentacin de los hechos.(Marn, 1984 a)

    27O sea a una guerra entre fuerzas militares.

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    totalidad de la fuerza social a la que pertenece cada fuerza armada y en todo caso, son lasfuerzas armadas legales las nicas que aparecen legitimadas por el conjunto social.

    Pueden atriburseles "excesos" represivos, pero en ningun caso se cuestiona la legitimidad de

    la violencia estatal: la reificacin del poder burgus, en el estado y sus fuerzas armadas.El otro modelo de confrontacin tambin vigente, consiste en la negacin de toda lgicaa las fuerzas en pugna: esto conduce a definir en cada uno de los bandos una particular vocacinde violencia irracional. Son "dos demonios" cuya confrontacin aparece como locura. 28

    El modelo que, en cambio, orienta mi bsqueda de una lgica de los enfrentamientos- y quehe tratado de desarrollar en los acpites precedentes- es el que me permite ampliar la miradahacia la totalidad social de todas las fuerzas en pugna: el modelo de la lucha de clases en sumomento poltico- militar.

    La obligada revisin de los procesos de lucha que llev adelante el campo popular por lo

    menos desde 1955, me permite inferir que esta alianza social haba estado construyendo unaabigarrada red de articulaciones sociales, que vinculan una cantidad cada vez mayor decuerpos indciles a las directivas del rgimen, y a las necesidades de acumulacin delcapitalismo en esta regin. Por eso se sigui aniquilando.

    Esos "cuerpos indciles" estaban constituyendo una nueva territorialidad no burguesaen una variada gama de relaciones sociales, de espacios de confrontacin donde lentamentetriunfaban los modos no competitivos, solidarios, cooperativos, de intercambio humano.

    La lgica de la "guerra entre aparatos armados" se superpone con nuestraconceptualizacin y nos obliga a parcelar la mirada: slo vemos ejrcitos de distinto signo. Peroseguramente nos sorprenderamos si pudiramos relevar el nmero de asociaciones barriales, deagrupaciones de base, de centros de estudiantes, de asociaciones de fomento, de coordinadorasgremiales en lucha con sus propias burocracias domesticadas, de comisiones de fbrica, deconjuntos artsticos, en fin, el nmero de agrupamientos del campo popular que fueronbarridos, aniquilados,y que estaban mediados por los cuerpos de los desaparecidos.

    Esa era la subversin:

    "La subversin es toda accin clandestina o abierta, insidiosa o violenta, que busca la

    alteracin o la destruccin de los criterios morales y la forma de vida de un pueblo, con lafinalidad de tomar el poder e imponer desde l una nueva forma basada en una escala devalores diferentes.

    Es una forma de reaccin de esencia poltico-ideolgica dirigida a vulnerar el ordenpoltico-administrativo existente, que se apoya en la explotacin de insatisfacciones, reales ofiguradas, de orden poltico, social o econmico...

    La naturaleza de esta agresinderiva de la filosofa poltica que la origina y alimenta: el

    28Conviene releer el prlogo de Flix Luna al libro de Gillespie,R., 1987, el que constituye un ejemplo de esta

    forma de pensar la confrontacin.

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    marxismo. Esta agresin es total en el sentido absoluto de la palabra: su finalidad es la conquistade la poblacin mundial partiendo del dominio de la psiquis del hombre". (subrayados nuestros)29

    Esta era la respuesta del rgimen a nuestras preguntas: la subversin era toda accin queintentara disputar el poder, o pudiera interpretarse que intentaba, un cambio de signo nocapitalista. No solamente la lucha armada, porque ,

    "Puede emplear la fuerza pero no se limita a ella. Todas las formas de lucha y todos losprocedimientos en los diversos campos le son lcitos" (idem 29)

    Si retomamos ahora la cita de Lanusse reproducida antes en este trabajo, verificamos cmose logr, en una dcada,invertir las imgenes sociales difundidas en la poblacin. Ya no setrataba de reconocer que el origen de las luchas sociales reside en la injusticia, sino de mostrar el

    carcter delictual, ilegtimo, de todas las acciones que intentaran recuperar los espacios socialesexpropiados.

    El luchador social, poltico, gremial, estudiantil, se transform durante la guerra, endelincuente subversivo. Despus de la derrota, esta imagen desaloj a cualquier otra.

    El castigo ejemplificante- los muertos, los torturados, los desaparecidos- hizo el resto:destruy las redes sociales y construy el desarme.

    29Dela conferencia de prensa pronunciada por el entonces Jefe de Estado Mayor, Gral. Roberto Viola ,publicada

    por el Diario La Nacin del 20 /4/1977.

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    6.- Ruptura de relaciones sociales: la fuerza aniquiladora

    Retomemos ahora los conceptos que hemos venido desarrollando. Si la derrota puede serconceptualizada como una acumulacin de rupturas de relaciones sociales, nuestros datos

    debern sealarlo."La soledad es el terreno del terror" nos dice Hannah Arendt, y se fu el efectosistemticamente buscado sobre el conjunto y sobre las partes de la fuerza social derrotada.

    Las preguntas que hemos intentado contestar a travs de nuestra investigacin refieren altipo de relaciones sociales que se busc destruir. Pero sabemos que los procesos de derrota secontinan en la construccin de la victoria.Si en un primer momento las bajas son un indicio -la punta del "iceberg" - de la derrota, la victoria no se realiza si no es seguida de la construccinde nuevos procesos sociales que articulen, en una estructura diferente, a los elementos dispersosde la previa destruccin .

    Tales procesos nunca son estticos ni definitivos,y la lectura e interpretacin de loshechos econmicos,polticos e ideolgicos que se desarrollan despus de las guerras perdidas,delos genocidios, de las dictaduras totalitarias -que constituyen rupturas brutales de sistemascomplejos de relaciones sociales- nos permiten detectar la tendencia a la recomposicin defuerzas por parte de los derrotados, o su rearticulacin en nuevos sistemas de relacionessubordinadas.

    En este sentido, de acuerdo con el modelo propuesto por la teora de la lucha de clases,

    los procesos revolucionarios-que son resultante de grandes batallas y pequeos encuentros, degrandes triunfos y derrotas de las fuerzas sociales en pugna - implican recomposiciones

    profundas de la estructura social y del tejido social que la articula.

    Aparentemente esta misma observacin le cabra a los procesos contrarrevolucionarios,que, por su lgica implcita, conservadora, tienden a frenar y a detener -destruyendo- el avancede las fuerzas revolucionarias,progresivas, mientras construyen nuevas relaciones desometimiento. En ambos casos la fuerza social triunfante necesita realizar la victoria, es decir,desarticular los sistemas de relaciones vigentes que vinculen a los elementos de la fuerzaderrotada.

    Sin embargo, la similitud es abstracta, llega slo hasta aqu. No sera cientfico pensarestos procesos como simtricos, como sociolgicamente neutros.

    La meta de una fuerza revolucionaria es siempre progresiva: intenta conquistar un poderque expropia y somete a una porcin de la sociedad;intenta eliminar esa escisin, y superarla.

    La meta de la fuerza contrarrevolucionaria es impedirlo, y profundizar su dominio; porello es regresiva. Pero al mismo tiempo tiene una superioridad estratgica dada por sucarcter defensivode un territorio que considera propio. Tal como seala Clausewitz, el ataquey la defensa no son situaciones de la misma naturaleza:

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    "Si desde el punto de vista filosfico pensamos cmo surge la guerra, veremos que laconcepcin de la guerra no surge con la ofensiva, porque esta tiene como objetivo absoluto notanto el combate, sino tomar posesin de algo. La guerra surge primero con la defensa, porqueesta tiene como objetivo directo el combate, ya que la accin de detener el golpe y el combate

    son, evidentemente, una misma cosa. Detener el golpe es una accin dirigida por enterocontra el ataque, y por lo tanto, lo presupone necesariamente; pero el ataque no est dirigidohacia la accin de detener el golpe, sino hacia otra cosa: la posesin de algoy, en consecuencia,no presupone a la primera. Por consiguiente, es natural que quien haga entrar en accin primeroal elemento de la guerra, quien desde su punto de vista sea el primero que concibe dos bandosopuestos, establecer tambin las primeras leyes para la guerra y es natural que lo sea eldefensor."(Clausewitz, K. Von , 1983, p. 327).

    La fuerza social triunfante en los paises del Cono Sur, conducida por la gran burguesa

    financiera y el gran capital transnacional, unido a las fuerzas armadas , fue la que defini muchoantes que su oponente - la incipiente fuerza popular revolucionaria - cules eran los bandos. Suenorme superioridad estratgica devena no solamente de su caracter de gran propietaria delterritorio social en disputa, sino de su antiguo conocimiento de la fuerza antagnica.

    Por ello advirti mucho antes que sta que el enfrentamiento estaba planteado, logrneutralizar al resto de la burguesa, y emprendi el aniquilamiento sistemtico de los cuerpos

    populares, sin que la totalidad de la fuerza oponente tomara conciencia de que se haba iniciadouna guerra.

    Si este proceso pudo tener claridad para algunos de los grupos radicalizados del campopopular,particularmente para los cuadros armados ,se trataba de un conocimiento parcial,fragmentario, del que no participaba la totalidad de la fuerza social. Si objetivamente, lacantidad y calidad de las movilizaciones de todo tipo realizadas por el campo popular desde 1969haban avanzado "demasiado" sobre un territorio social que las fracciones dominantesconsideraban propio - al punto de considerarlos y definirlos como hechos subversivos -subjetivamente la mayor parte de las fracciones del campo popular consideraban que susreclamos no excedan la legitimidad del orden dominante.

    Ms an, el voto masivo a la alianza hegemonizada por el peronismo en marzo de 1973indicaba que su nivel de conciencia se corresponda con el estadio de las luchas democrticas queel proletariado libra permanentemente en su afn de recuperar parte de lo que todos los das se leexpropia. Eso no significa que se opusiera a los avances ms radicales; simplemente no los habahecho propios todava. 30

    Pero las fuerzas del rgimen se guiaban por los hechos. Estos le resultaban amenazantes,y se

    30 Actualmente estamos realizando una serie de entrevistas a militantes sobrevivientes ,que verifican esta

    afirmacin.

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    prepararon a defender su territorio. Para ello apelaron a la experiencia acumulada por lasburguesas del mundo desde que las fuerzas proletarias intentaron por primera vez disputarle supoder, hace ya un siglo y medio.

    As es como pusieron en marcha una serie de operaciones de aislamientode los cuerpospopulares para lograr primero su derrota y luego su desarme:

    (1) Un primer tipo de operativo de aislamiento lo cumplen los grupos paramilitares ,que logran aislar a las organizaciones armadas de su base social, eliminando fsicamentevarios centenares de militantes de base y de cuerpos movilizados en manifestaciones del campo

    popular, como vimos en el punto 2.

    La accin de estos grupos prosigue intensamente durante todo el perodo previo al golpemilitar,y se intensifica a partir de la muerte de Pern, el 1o. de julio de 1974. El ms importante,

    por la frecuencia y la envergadura de sus acciones - la Alianza Anticomunista Argentina, oTriple A - tena asesoramiento poltico y participacin directa en la formacin militar, de cuadrosnazifascistas de origen europeo, particularmente franceses, espaoles y yugoeslavos, como hasido documentado en dos investigaciones periodsticas relativamente recientes. (cfr.nota 11).

    (2) Un segundo tipo de operarativos est indicado por los secuestros, que constituan laforma dominante mediante la cual el rgimen constitua sus prisioneros, ya desde antes del golpemilitar de 1976 , y que se transforma en casi exclusiva despus del 24 de marzo de ese ao.Consista en la detencin ilegal de las personas buscadas,generalmente en horas de la noche (el

    62 % de los casos), sin orden judicial, con la cooperacin explcita de la fuerza policial del lugar,y sin informar a la familia del destino del secuestrado.

    El 75% de los operativos registrados en la muestra se hace con fuerzas uniformadas, y deestos, aproximadamente la mitad incluyen civiles armados. La casi totalidad de los 9000

    prisioneros desaparecidos fueron detenidos en estas condiciones, segn consta en los testimoniosregistrados (CONADEP, 1984). La oscuridad de la noche y la violencia del procedimiento -generalmente se obligaba a la familia a no mirar el rostro de los secuestradores, o bien se lestapaban los ojos 31- evitaba la mirada de testigos indiscretos, aislaba a los prisionerosde la

    proteccin social que esa mirada implicaba, y colocaba a cada uno de ellos en situacin de

    indefensin.

    El aislamiento a que se someta a la familia del secuestrado prosegua despus delprocedimiento: aquellas familias que acudieron a asesoramiento jurdico para la bsqueda de susfamiliares, descubrieron en muchos casos que esa tambin poda ser una accin "peligrosa".Entre 1976 y 1978 desaparecieron- del mismo modo descripto- 107 abogados defensores tanto dedetenidos legalmente reconocidos como presentantes de "habeas corpus" de secuestrados

    31Uno de los procedimientos de aislamiento del prisionero o de sus familiares consista en taparles la cabeza con

    una bolsa oscura denominada capucha.

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    desaparecidos.

    (3) El terror que se lograba provocar en las familias de los secuestrados a partir de ladetencin de sus familiares, y de la ignorancia de su paradero, constitua tambin una forma de

    aislamiento social reforzado por la abrumadora propaganda del rgimen militar, queculpabilizaba a las familias por la supuesta actividad "subversiva" del prisionero. Un indicio delgrado de terror impuesto, y de la soledad culposa que debe haber provocado, lo hemos registradoa partir de la medicin del momentoen que las familias realizan su denuncia del secuestro: de latotalidad de denuncias registradas por la CONADEP, - unas 9000 desapariciones de prisioneros-alrededor del 35% lo hizo recin ante ese organismo, que fu creado durante el gobiernoconstitucional de Alfonsn en 1984. Es decir que, en el mejor de los casos, unas 3000 familiasesperaron no menos de seis aospara hacer la denuncia sobre el secuestro de su familiar.

    Un dato interesante que hemos descubierto sobre el carcter social de estas familias, nos

    permite ubicar una de las razones de tan prolongado silencio: la mayor parte de las mismashabitaba en pueblos o en ciudades menores, (el 64%), en tanto las familias que habitaban en lasgrandes ciudades -cerca de 6000 casos- denunciaron y reclamaron a sus familiares, en el 85% delos casos, a continuacin del secuestro. Sin duda, la diferencia entre el nmero de redes yrelaciones sociales- mayor en la gran ciudad- que determina una serie de intercambios- deconocimiento sobre lo que le ocurre a otros, de servicios jurdicos, de hbitos de buscar y exigir

    proteccin -todo lo cual incidi adems en la temprana creacin de organismos solidarios dederechos humanos 32 , facilit la ruptura del aislamiento de los familiares violentados, an enmedio del miedo generalizado, a diferencia de lo que ocurra en los pequeos pueblos.

    (4) Tambin las fuerzas del rgimen pusieron en prctica una organizacin de los cuerpossecuestrados que los nazis hicieron famosa y que aplicaron a escala industrial : los campos deconcentracin. Las investigaciones realizadas durante el perodo constitucional posterior a ladictadura militar lograron contabilizar alrededor de 340 centros clandestinos de prisioneros,distribudos en todo el pas, de los cuales aproximadamente la mitad eran lugares de estada

    breve, donde se torturaba y remita a los prisioneros a los campos de concentracin propiamentedichos, donde se prosegua con los procedimientos de tortura hasta el destino definitivo de lossecuestrados, que para la inmensa mayora fu la muerte.

    La liberacin de unos 1000 prisioneros , algunos despus de una estada breve, otrosdespus de un largo encierro, permiti la difusin "en sordina" de lo que ocurra en los campos.

    Slo los prisioneros que lograron irse al exterior despus del secuestro pudieron hacer

    32El primer organismo de Derechos Humanos de Argentina fu creado el 20/12/1937 : la Liga Argentina por losDerechos del Hombre, LADH, fundada por miembros del Partido Comunista. El 18/12/1975 se cre la AsambleaPermanente por los Derechos Humanos, APDH,formada por la casi totalidad del espectro de partidos polticos ypersonalidades independientes de distintos sectores. Ese ao se haba creado tambin la Asociacin de Familiares deDetenidos y Desaparecidos por razones polticas. Luego se fundaron el Centro de Estudios Legales y Sociales(CELS), el Movimiento Ecumnico por los Derechos Humanos (MEDH) , el Movimiento Judo por los DerechosHumanos , la Asociacin de Madres de Plaza de Mayo, y la de Abuelas de Plaza de Mayo. Cada uno de esos

    organismos representaba a distintos sectores de la sociedad.

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    pblico durante los aos del gobierno militar los hechos vividos. Pero la mayor parte de elloscontribuy a reconstruir la informacin sobre la existencia delos campos recin durante elgobierno constitucional. (Cfr. grficos anexos).

    A diferencia de las funciones que describe Bruno Bettelheim (1983) para los campos deconcentracin alemanes - campos de exterminio, de concentracin de prisioneros, de trabajo -los campos argentinos fueron fundamentalmente campos de tortura,ya que el exterminio serealizaba generalmente fuera de ellos, en los llamados "traslados" de prisioneros, operativosrealizados hacia un lugar donde se los eliminaba. En cambio constituyeron un verdaderoexperimento social sobre los recursos humanos de resistencia fsica y psicolgica a las formasms aberrantes de tortura prolongada y sistemtica.

    Algunos clculos restringidos estiman en alrededor de diez personas por prisionero lasnecesarias para llevar adelante todo este experimento con los cuerpos populares, lo que llevara a

    no menos de 100.000 miembros de la fuerza directamente comprometida con el

    aniquilamiento. Ciertamente no todos acataron mansamente las rdenes recibidas, ya que el 1%de los desaparecidos denunciados son personal subalterno de las fuerzas armadas o de seguridad.

    Pero si tenemos en cuenta que por cada uno de los que estuvo directamentecomprometido en el aniquilamiento, hay toda una jerarqua de mandos que estuvo en funcionesde gobierno, y a ellos les sumamos sus familias, sus amigos, y aquellos que necesariamentedeban tener conocimiento indirecto de lo que ocurra, por sus funciones burocrticas, amn delas fracciones de alta burguesa- los verdaderos mandantes- que en muchos casos facilitaban sus

    propiedades para la realizacin de ciertas tareas, sobre todo sus campos, casas de fin de semana,etc., la proporcin social de las complicidades se hace abrumadora. 33

    A ello debe agregarse que seguramente hay un cierto porcentaje de familias que nuncaefectu ninguna denuncia, y que es muy probable que se encuentre entre las fracciones msexpropiadas de la sociedad, y que son por lo tanto las ms alejadas del poder estatal. 34Estoaumenta las cifras de los aniquiladores.

    Luego de este anlisis, parece inevitable preguntarse Qu consecuencias tiene sobre elfuncionamiento de una sociedad la convivencia cotidiana con tanta impunidad?

    33Debe tenerse en cuenta la gran cantidad de relatos recogidos acerca de situaciones vistas y odas pero que en sumomento eran negadas y olvidadas por muchos testigos ( tiroteos, gritos, incendios,etc.). Otro tanto ocurri con elpersonal vinculado a los cementerios, que en los primeros aos de la dictadura incrementaron enormemente lascremaciones y entierros de cuerpos NN, y que slo despusde la dictadura militar reconocieron pblicamente elhecho.

    34Una verificacin indirecta de este hecho se tuvo durante 1986, en oportunidad de dictarse una ley de pensin alos hijos de desaparecidos menores de edad. Con ese motivo, y a fin de poder recibirla , se presentaron

    espontneamente unas 300 familias que nunca haban efectuado ninguna denuncia.

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    7. Ruptura de relaciones sociales: La fuerza aniquilada

    Miremos ahora hacia la fuerza derrotada:

    Cmo estaba compuesto el campo popular? Qu cuerpos fueron aniquilados?Intentaremos responder a estas preguntas antes de tratar de reconocer las redes sociales que elrgimen destruy. 35

    El anlisis de la pertenencia social de los prisioneros desaparecidos revela su carcter defuerza social, ya que el conjunto corta transversalmente a la sociedad: todos los sectoressociales estaban presentes en ella, como puede leerse en el cuadro 3.

    En relacin a la estructura social general esta fuerza estaba sobrerrepresentada en aquellasfracciones de pequea burguesa acomodada (grupo 2) , y de asalariados urbanos con mayoresniveles de calificacin (grupo 4) , que indican sin duda niveles de instruccin ms altos.

    No es este el nico dato que nos ilustra acerca de la composicin social de esta fuerza. Hayun dato adicional que introduce mayor especificidad en la identificacin de la pertenencia social:el tipo de vivienda habitada por las familias denunciantes. Sobre 525 casos con informacinsobre el tema, el 93% viva en casas o departamentos, en tanto slo el 7 % declar vivir

    precariamente, en inquilinatos o villas de emergencia. Este dato sugiere que los ms pobresestaran

    Cuadro 3. Insercin ocupacional de los prisioneros desaparecidos, y de la Poblacin Econmicamente

    Activa en Argentina en 1970 y 1980.

    35 Los datos que presentamos a continuacin forman parte de la investigacin reseada al comienzo del trabajo.Son el resultado de la codificacin de una muestra sistemtica del 11% (1/9), construda sobre un universo de casi6000 casos de testimonios de desaparecidos denunciados por sus familiares , y que obran en poder de la AsambleaPermanente por los Derechos Humanos (APDH). Dichas denuncias fueron efectuadas en forma espontnea por losfamiliares entre los aos 1976 y 1980 aproximadamente, y se incluyeron luego en los protocolos de la ComisinNacional sobre Desaparicin de Personas, CONADEP.No incluye por lo tanto los testimonios de los familiares que declararon por primera vez despus de la

    dictadura, durante el gobierno de Ral Alfonsn, slo ante la CONADEP, pues no hemos podido tener acceso aellos. Todos los testimonios incluyen datos de lugar y fecha de los secuestros e informacin sobre los secuestrados,ya que se trataba de informacin bsica para la presentacin de los "habeas corpus". No siempre, en cambio, seincluye informacin ocupacional de militancia: debe recordarse que se trata de un material producido para otro

    destino.

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    Aproximacin afracciones de clasesocial

    Categoras y gruposocupacionales que se incluyenen cada nivel

    Proporciones de poblacin en______________________________

    PEA 1970 PEA 1980

    PDD *

    Fracciones de burguesa1

    Empresarios grandes

    " Medianos y chicos

    0,7 5,64,0

    3,2

    Fracciones deBurguesa yPequea.Burg. 2Independiente

    Idem 3

    ProfesionalesUniversitarios,altosdirectivos,funciona-rios

    8,84,1 13,0

    Trabajadores por cuenta propiaurbanos y rurales y ayudafamiliar

    13,2 21,8 16,6

    Fracciones asalariadas4 condiciones de vida

    peq. burg.

    Asalariados de serviciosurbanos calificados,tcnicos 21,4

    22,5 32,5

    Fracciones

    asalariadas 5con condic. de vidaobrera

    Obreros industriales y de

    servicios, urbanos y rurales

    50,8 45,9 34,7

    TOTALES Poblac. Econmicam. Activa 100,09011000

    100,010000100

    100,0(*)

    (*)La muestra total es de 674 casos de prisioneros desaparecidos denunciados (PDD), de los cuales incluyeninformacin ocupacional 403 casos, sobre los que hemos construdo la comparacin. Dicha muestra representa el11% de los 6000 testimonios de denuncias efectuadas antesdel gobierno constitucional. No se han includo en

    la comparacin 54 casos de no activos(amas de casa, jubilados y estudiantes) a fin de facilitar la comparacincon la PEA. Esos casos -8% del total de la muestra- deben sumarse a los 217 casos sin datos sobre posicinsocial,lo que hace un total de 271 casos, o sea el 32 % de la muestra.

    subrepresentadosen la fuerza. Si comparamos con la situacin habitacional existente en elpas en el ao 1980 , sabemos que el 20% de las viviendas urbanas eran precarias en grandesciudades como el Gran Buenos Aires, Rosario, Crdoba, Mendoza, promedio que trepa al 30% yms en el resto de las ciudades del pas, y sabemos que es un indicador de pobreza altamenterepresentativo.

    Esta sugerencia se verifica tambin al considerar el dato sobre estudios universitarios: la

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    proporcin de estudiantes universitarios desaparecidoses del 22% del universo total, que sedistribuyen en todas las fracciones sociales, pero mayoritariamente entre los asalariados. 36

    Nuevamente es ilustrativa la comparacin con la sociedad: en 1970, los estudiantes

    universitarios no llegaban a constituir el 10% del grupo de 18 a 30 aos de edad, en tanto que en1980 esta proporcin era an menor.Esto le agrega otra caracterstica distintiva a esta fuerza de carcter popular. No slo incluye

    fracciones de alto nivel de instruccin - muy por encima de la media social - sino que nos exigepreguntarnos sobre la edad promedio de la poblacin aniquilada. En efecto, el 74% de lamuestra de prisioneros desaparecidos tena 30 aos o menos, y de stos, la mitad oscilabaentre los 21 y los 25 aos. Tan slo un 20% de la muestra era mayor de 35 aos.

    Cmo se distribuan socialmente estos jvenes aniquilados?. Nuestros datos sonirrefutables : son mayoritariamente asalariados. En una secuencia que recorre todo el cuerpo

    social cuanto ms alta es la posicin en la estructura menor es la presencia de jvenesdesaparecidos,como lo indica el cuadro 4.

    Las mujerestambin participan en forma diferencial en las distintas fracciones de lafuerza.Si bien componen el 30% de la muestra, slo superan esa media en los grupossobrerepresentados en la fuerza -fracciones de pequea burguesa acomodada y asalariados conalta calificacin - mientras es mucho menor su participacin en los extremos de la escala social(8% en el grupo ms alto; 19% en la fraccin obrera). Su tributo proporcionalmente mayor lorindieron como amas de casa:el 44% de los "no activos" desaparecidos son mujeres.

    La presencia masiva de jvenes y estudiantes universitarios entre la poblacin aniquiladaremite a un campo de reflexin directamente relacionado con la interrupcin de los procesos deaprendizaje y de cambio social.

    Cuadro 4: Edad de los prisioneros desaparecidos en las distintas fracciones sociales. Argentina 1973-83

    (Porcentaje sobre el total de cada categora)

    Fraccinsocial

    edad

    Burg. Burg.y Peq. Asalar. Obr. NoCap. Peq.Burg. Burg. Urb. Indus. activ.

    Acomod. indep. calif. y descios.

    TOTAL

    Hasta 30aos 33.0 46.0 63.0 81.0 76.5 70.4 74.0

    N total condatos de edad (12) (52) (65) (131) (136) (54) (626) (*)

    36 Los datos sobre estudiantes prisioneros desaparecidos han sido analizados por Pablo Bonavena, miembro del

    equipo de investigacin.

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    (*)Hay 48 casos sin datos de edad. Fracciones de burg. (1+2+3)Asalariados (4+5)

    Fuente:Elaboracin propia.Muestra de PDD. Q= -0,59

    Para ms informacin cfr. nota 35.

    Se trata de dos segmentos sociales tradicionalmente ligados a posicionescontestatarias.Por una parte, el ser joven refiere a una etapa vital en la que el proceso dedisciplinamiento social no est consolidado y donde aparecen resistencias a la mansa aceptacindel rden establecido.

    A su vez,el ser estudiante, particularmente universitario implica una condicintransitoria,donde tanto el origen como el destino sociales son todava ambiguos,y donde laespecificidad est definida por el momento presente :en la Universidad no slo se aprende el

    orden jerrquico dominante sino tambin su crtica.

    De all que,como tendencia histrica reiteradamente verificada en los '60 y en los '70 ennuestros pases y en el mundo, la presencia estudiantil

    siempre garantiz el mantenimiento de una iniciativa en las luchas. 37Esto es particularmente cierto cuando hablamos de las fracciones socialmente

    subordinadas: el aniquilamiento de aquellas porciones con mayor potencial crtico - jvenes,estudiantes - debi incidir necesariamente en su disciplinamiento posterior,y en la profundidaddel proceso expropiatorio.

    Pero ellos no fueron los nicos silenciados. La pertenencia social de los cuerposaniquilados ha dibujado una presencia que recorre todo el cuerpo social,y lo atraviesa.Comodijimos antes,el supuesto es que cada uno de los cuerpos aniquilados mediaba,o articulaba, unconjunto de relaciones sociales que el rgimen consideraba - o supona- potencialmente adversasa su dominio.

    El dato sobre la militancia de los prisioneros es un indicador importante para esaverificacin. Pero la pregunta acerca de la participacin militante de los cuerpos populares slo

    puede ser parcialmente respondida : solamente en el 18% de los casos hay reconocimientoexplcito (u obtenido de otras fuentes) sobre la militancia del prisionero desaparecido.

    En el resto de los testimonios de la muestra no hay informacin al respecto,o se la niegaexplcitamente.Dadas las condiciones en que los familiares hacan las denuncias no sabremosnunca cantos de estos casos estaban includos en el primer grupo 38. Por ello no hablaremos de"no militantes" sino de la incertidumbre del dato.

    37Todos los movimientos de masas conocidos como "azos" (cfr. nota 9), incluyeron la presencia de estudiantes enun papel protagnico.

    38 Como nos lo han expresado muchos familiares a quienes hemos entrevistado, en el momento de la denunciasentan que cuantos menos datos polticos proporcionaran al enemigo aniquilador , ms protegeran a su familiarprisionero. De todos modos sabemos que si hay " no militantes" en la muestra estn en el grupo de militanciaincierta.

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    Cuando hemos dicho que solamente el 18% de los casos incluye informacin sobremilitancia, nuestro lenguaje ha sido abusivo. En lugar de "solamente" debimos decir nadamenos que, dado que se trata de una proporcin excepcionalmente alta, si pensamos que la

    cantidad de activistas y militantes polticos y gremiales que se movilizan habitualmente ennuestra sociedad puede oscilar alrededor del 0.04% de la poblacin comprendida entre 14 y 50aos. 39

    Como era previsible, entre los prisioneros desaparecidos predominaba el activismopoltico- que incluye el 63% de los casos-, seguido del activismo gremial (el 23%). El 14%restante abarca formas variadas de militancia: estudiantil, religiosa, y en derechos humanos, encantidades equivalentes.

    Cul era su pertenencia social?. Nuestros datos sealan que su presencia atraviesa todas

    las fracciones sociales: no hay correlacin entre militancia y clase social, como puede leerse en elcuadro 5.

    Esta verificacin refuerza otro de los supuestos con los que llevamos adelante nuestrainvestigacin: que el campo popular articulaba una fuerza social de enfrentamiento, una redsolidaria de militantes y no militantes que atravesaba a la sociedad argentina, una alianza declases en pugna contra otra, la fuerza social del rgimen, cuya articulacin social resultaoscurecida por que los cuerpos aniquiladores, los cuerpos visibles, eran los de las fuerzasarmadas.

    El anlisis de los testimonios tambin nos revela una lgica del castigoimpuesto por el poderaniquilador sobre quienes osaban disputrselo, y que slo se hace observable cuando seconstruye el instrumento adecuado para su medicin.Para hacer ese anlisis codificamos detalladamente todas las operaciones violentas realizadas porlas fuerzas del rgimen en el momento del secuestro, sobre la persona, los miembros de lafamilia, la vivienda y los objetos del prisionero, las que son descriptas minuciosamente por losdenunciantes, puesto que

    Cuadro 5: Condicin de militancia de los prisioneros desaparecidos segn pertenencia social. Argentina

    1973-83