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PUEBLOS IND’GENAS DE MƒXICO

HICHIMECAS JONAZ

VERSIîN ORIGINAL: E. FERNANDO NAVA L. iNTESIS: GABRIELA ROBLEDO HERNÁNDEZ

INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA SECRETARÍA DE DESARROLLO SOCIAL

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creta r’a de Desarrollo Social Ing. Carlos Rojas Gutiérrez ecrctario

/

INDICE Instituto Nacional Indigenista Mtro. Guillermo Espinosa Velasco Director General

Etnlgo. Julio Antonio Pérez Espinosa Director de Investigaci—n y Promocién Cultural

Del nombre 5 Localizaci—n 5 Infraestructura 6 Antecedentes hist—ricos 7 Demograf’a 9 Lengua 10 Salud 10 Vivienda 11 Indumentaria 12 Artesan’as 13 Territorio, ecolog’a y reproducci—n social 13

Organizaci—n social 17 Cosmogon’a y religi—n 18 Fiestas 19 Relaciones con otros pueblos 20 Movimientos sociales y organizaciones ind’genas contempor‡neos 20

Acci—n indigenista 20 Bibliograf’a 22

Antrop. Arnulfo Embriz Osorio Subdirector de Investigaci—n

Antrop. Gabriela Robledo Hern‡ndez Coordinadora del Proyecto

Fotografía Archivo Etnogr‡fico Audiovisual/IN!

Producci—n Scripta. Distribuci—n y Servicios Editoriales, S.A. de C.V.

Diseiio gr‡fico Pablo Rulfo

Fotograf’a de portada Alberto Becerril

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ISBN: %8-29-5933-0 / Pueblos Ind’genas de México ISIIN: %8-29-6300-1 / Chichimecas Jonaz 1'v11á\I\"(),I).F. 11'1111',lllulll Nacional Indigenista

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Del nombre Los chichimeca jonaz utilizan la pala­ bra úza, "indio" y su plural ézar, "indios" para referirse a s’ mismos y a cualquier persona ind’gena. S—lo al hablar espa–ol emplean para autonombrarse las palabras chichimeca, chimeco o meco; hasta ahora no se tiene la certeza sobre el significado del vocablo chichimeca.

Localizaci—n Los chichimeca jonaz habitan en una comunidad del municipio de San Luis de la Paz, en el estado de Guanajuato, en un poblado que est‡ a 2 070 m sobre el nivel del mar. Ellos nombran a este lugar Rancho òza (Rancho ind’gena) o Misi—n Chichirneca. El municipio es rural, con una extensi—n de 1 818 km2 y est‡ habitado por jornaleros y peque–os

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propietarios. La poblaci—n mestiza predomina en la regi—n y en la cabecera municipal.

La congregaci—n Rancho la Misi—n, reconocida por el Registro Civil de San Luis de la Paz, est‡ dividida en dos partes por la carretera de libramiento a San Luis de la Paz: la Misi—n de Abajo, al poniente, y la Misi—n de Arriba, al oriente.

Los ézarcolindan con lo que fue el territorio otom’ de la Sierra Gorda guanajuatense en el municipio de Tierra Blanca. Hacia el noroeste, separado por esta sierra, se encuentra el grupo pame en los estados de Querétaro y San Luis Potos’.

El desplazamiento Misi—n-San Luis de la Paz se hace a pie, en bicicleta o utilizando taxi, pesero o cami—n local.

Las dos misiones cuentan con servicio de agua potable intradomiciliaria, salvo el extremo oriente de la Misi—n de Arriba. Cerca de la Misi—n de Abajo hay dos manantiales y un pozo que alimentan el tanque elevado con el que se distribuye el agua a toda la comunidad. Hay tres pozos de agua para uso agr’cola.

La energ’a eléctrica cubre únicamente un sector de la Misi—n de Abajo. Las telecomunicaciones, teléfono, correo, telégrafo y radiodifusora se concentran en la cabecera municipal, al igual que los servicios de salud del Seguro Social y la Cruz Roja.

En la Misi—n existe un jard’n de ni–os, una escuela primaria rural y una telesecundaria. También se han impartido cursos por parte del Instituto Nacional de Educaci—n para Adultos.

La comunidad administra una bodega para grano y un establo; adem‡s, hay una casa popular, un puesto de servicio médico y tres canchas deportivas.

Antecedentes hist—ricos Es d’ficil rastrear la his­ toria de este grupo debido a que el término chichimeca es un gentilicio muy genérico. En varios documentos del si­ glo XVIII se hace referencia a éstos con el vocablo "jonaz" que al parecer designa a uno de los pueblos chichimecas. Hay elementos para suponer que aquellos jonaces esta­ ban vinculados con los ézar, aunque los habitantes del Rancho Misi—n desconocen totalmente este vocablo.

El grupo recuerda orgullosamente su pasado y su antigua bravura. En las relaciones hechas de los

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tructura En la regi—n destaca la carretera San Luis de la Paz a Pozos y a Victoria Xichú.

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primeros a–os de la Conquista se habla de varios grupos mo una fracci—n chichimeca o como de naciones dis­

tintas a la chichimeca: los copuces, los mazcorros, los guamares, los guaxabanes, los huachichiles, los janam­ bres, los pames, los pisambres, los samúes, los sanzas, los serranos, los ximpeces y los zacates.

Hacia fines del siglo XVI, San Luis de la Paz presenta­ ba una gran variedad lingü’stica. Por referencias escritas se sabe que en 1748 dos cuadrillas jonaces merodea­ ban las fronteras de San Luis de la Paz, Real de Xichú y otros lugares del territorio queretano. Un siglo después se registraron movimientos bélicos en la Sierra Gorda que repercutieron en Xichú, San Luis de la Paz y Querétaro, aunque no se precisa la participaci—n ind’ge­ na en ellos.

Por otra parte, desde la época prehisp‡nica, los ézar ten’an trato con los otom’es. A la llegada de los espa–o­ les, los otom’es ten’an un dominio importante en la gran zona chichimeca, al grado de que San Luis de la Paz era conocido con un nombre otom’. Durante la conquista, los espa–oles se encontraban con bandas guerreras desor­ ganizadas y aparentemente carentes de estrategia bélica pero que les infund’an temor. Después de medio siglo de guerra, los espa–oles adoptaron otro tipo de medidas para someter a esta poblaci—n como fue la paz por com­ pra; esto consistía en que ellos aceptaban que se bauti­ zara a los ni–os ind’genas a cambio de provisiones.

La conquista de esta zona se bas— también en el xterminio abierto de la poblaci—n o el reclutamiento de

Indrgonas para las escuelas religiosas del virreinato. La I—n ora atendida por varias —rdenes religiosas: tran­

uitas, agustinos y dominicos.

Los ézar recuerdan la labor en las minas como su trabajo asalariado m‡s antiguo. Entre 1890 y 1892 tuvieron gran auge los minerales de Pozos y Santa Br’gida, que llegaron a concentrar a 50 mil personas. Sin embargo, la crisis minera acab— con esta opci—n econ—mica ya que la explotaci—n se suspendi— entre 1920 y 1925 por lo que la comunidad solicit— dotaci—n ejidal en 1923.

Demografía Para 1990, el XI Censo General de Poblaci—n y Vivienda reporta 78 504 habitantes en el municipio de San Luis de la Paz, de los cuales 66 023 eran de cinco a–os o m‡s. De esta última pobla­ ci—n 1 199 se registraron como hablantes de lengua ind’gena y comprenden 1 036 chichimeca jonaz, siete otom’es, seis nahuas, dos pames y 139 casos no especificados.

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ngua Las lenguas m‡s emparentadas con la de los ézar son el pame del norte y el pame del sur; les siguen el otom’, el mazahua, el matlatzinca y el ocuilteco. Estas siete lenguas conforman el grupo lingü’stico llamado otopame comprendido dentro de un conjunto mayor denominado otomangue.

de enfermedad es la introducci—n de espinas en el cuer­ po, que se extraen mediante succi—n. Otros males aten­ didos son la pérdida del alma, el "mal de ojo" y la bilis. El adivino o brujo, que es generalmente un hombre otom’ o mestizo, actúa en perjuicio de terceros, aunque ocasio­ nalmente pueden hacer el bien. También son solicitadas en la comunidad las parteras y las nodrizas.

Los ézar son cautelosos con el empleo de la medicina institucional pues para su uso, adem‡s de solvencia eco­ n—mica, requieren relacionarse con el mundo mestizo. Salud Hay una serie de cuidados que observa la

mujer durante el embarazo; éstos se encuentran rela­ cionados, por ejemplo, con los eclipses de Luna y con las impresiones fuertes. Tradicionalmente, la mujer daba a luz en la casa con ayuda de una partera o una parien­ te; sin embargo, hoyes cada vez m‡s frecuente que las mujeres se atiendan durante el alumbramiento en los hospitales de San Luis de la Paz. Es costumbre que al iniciarse el puerperio la mujer deba guardar una dieta l’quida durante ocho d’as; después, s—lo evita la ingesti—n de cact‡ceas por un par de meses. Se presen­ ta con cierta frecuencia fiebre puerperal. A los ni–os se les cuida del "mal de ojo" y se recurre a métodos tradi­ cionales de curaci—n para la etapa de la dentici—n. Las epidemias de viruela y sarampi—n han ido decreciendo. Las enfermedades se clasifican en fr’as y calientes. También es generalizado el uso de chiquiadores (em­ plastos) y de algunos métodos tradicionales para aliviar la calentura, el "calor encerrado", la constipaci—n, la insolaci—n, el dolor de cabeza, el dolor de est—mago y la diarrea. Los terapeutas tradicionales se clasifican en dos categor’as: curanderos y adivinos. El curandero restituye la salud sanando los malestares m‡s comunes por modios tradicionales. Para ellos, la principal causa

Vivienda En el Rancho la Misi—n los ézarconstruyen sus viviendas en peque–as propiedades que son habitadas por una familia nuclear: un jefe de familia, su esposa e hijos. La vivienda consta de dos habitaciones: cocina y dormitorio. El mobiliario se compone de petates, bancos tr’podes de hechura casera, cajas de

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que los distinga de sus vecinos. Las prendas tradi­ cionales como los quexquémitl, una especie de abrigos de palma y ciertos aditamentos de cuero, se dejaron de usar desde principios de siglo.

Muchos hombres siguen la antigua usanza de dejarse crecer el pelo, aunque no tan largo como se supone que anteriormente se acostumbraba.

Artesan’as La artesan’a local, que consistía en la elaboraci—n de canastos, cobijas, escobas, bateas, cazuelas, petates, bolsas de ixtle y mangos de cuerno de borrego o de cabra para cuchillos, pr‡cticamente se ha perdido.

cart—n y bolsas de pl‡stico en donde guardan sus pertenencias. No es común el uso de mesas y sillas. Generalmente, las viviendas cuentan con un peque–o altar. Las construcciones son de adob—n y teja o de ladrillo con colado de cemento. El piso es de tierra. La antigua vivienda tradicional hecha de piedras apiladas, sin ventanas, con techo de dos aguas cubierto de palma o pencas de maguey pr‡cticamente ha desaparecido.

Tienen radio-grabadoras de pilas y en la comunidad hay algunos televisores que funcionan con un acumu­ lador. Se cocina generalmente con le–a y s—lo contadas familias tienen estufa de gas.

Territorio, ecolog’a y reproducci—n social La comunidad ézar se encuentra en una zona semi­ desértica con un clima semiseco. La temperatura media anual oscila entre los 14 y 20°C. El periodo m‡s caluroso es a partir de fines de julio hasta los últimos d’as del mes de agosto.

Se presentan heladas que alcanzan los 9 grados bajo cero. El promedio anual de la precipitaci—n pluvial es de 600 mm.

Las especies m‡s representativas de la flora y fauna de la regi—n comprenden: matorral desértico, cact‡ceas, agaves, granjeno, mezquites, pi rules, conejo, liebre, ardilla, rata, tlacuache, zorrillo, coyote, gavil‡n, zenzon­ tle, gorri—n, cascabel y coralillo. Es notorio el deterioro ecol—gico de la zona ya que han desaparecido muchos cactus, mezquites y nopales para dar paso a las tierras

Indumentaria Los ézarvisten casi a la manera del campesino mestizo, no usan ningún tipo de vestimenta

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de cultivo. Por otra parte, la cacer’a extingui— algunas species como el pavo silvestre, que se cazaba todav’a

a principios de siglo. El territorio de la Misi—n se divide en un ‡rea habita­

cional que comprende alrededor de 6.5 km2 y un ‡rea agr’cola de aproximadamente 35 km2 . La comunidad fue dotada de terreno ejidal que abarca 3 688 hect‡reas. De manera similar al ‡rea habitacional, el ejido est‡ divi­ dido por la carretera San Luis de la Paz-Victoria en dos ‡reas: La Noria de los Dolores, cuyos ejidatarios provienen principalmente de la Misi—n de Abajo y El Palmar, cultivado por ejidatarios de la Misi—n de Arriba.

En La Noria se cultiva mediante riego ma’z y frijol, generalmente para el autoconsumo, y tuna y uva para vender. La leche que se obtiene también es para la venta. Los ejidatarios cuentan con cinco tractores y dos camionetas. En El Palmar se impuls— durante la década de los sesenta un programa de riego por goteo pero se interrumpi—. Aqu’ se siembra el ma’z y el frijol para el autoconsumo y la venta. Disponen de una camioneta y un tractor que se pidieron prestados al Instituto Nacional Indigenista.

Actualmente no hay créditos bancarios para el ejido y los ejidatarios se enfrentan con algunos problemas como son la falta de delimitaciones claras en las divisiones te­ rritoriales y el arrendamiento de pastos. El ejido ha pro­ piciado una serie de cambios en las relaciones humanas de la comunidad pues permiti— la participaci—n de las mujeres como ejidatarias, as’ como la incorporaci—n de mestizos a los grupos de trabajo.

Según el calendario agr’cola durante febrero y marzo ra la tierra, y con las primeras tormentas de mayo se

iembra la milpa. En octubre se cosecha el frijol y a fin de este mismo mes se roza el ma’z para secarse o pizcarse a fines de noviembre o diciembre. Las plagas m‡s cornu­ nes en el ma’z son el chapul’n y la conchela en el frijol.

Adem‡s de las actividades agr’colas en las cuales participa la familia, aproximadamente el 24% de los hombres trabaja durante casi ocho meses al a–o en rano chos vecinos como jornaleros, molineros, regadores o apicultores.

También se practica la recolecci—n de ciertas plantas como los magueyes, con los que se produce aguamiel y un tipo de pinole y quiote; los nopales, los mezquites, las biznagas, los cactos, las chollas, las botijas, los qaram­ billos, las palmas, los pirules, los quelites y los cardones. Se practica poco la cacer’a de peque–as especies.

Entre los animales que se cr’an encontramos, princi­ palmente, borregos, chivos, vacas, puercos, gallinas, guajolotes y de forma ocasional burros.

Otra actividad econ—mica en la comunidad es el peque–o comercio en "tienditas" o miscel‡neas.

Organizaci—n social La familia es predominante­ mente nuclear formada por el padre, la madre y los hijos. El compadrazgo se ejerce en el bautismo y el rnatrirno­ nio. Los padrinos son elegidos por los padres y deben ser una pareja ind’gena que en caso de fallecimiento de los padres asuma la tutela del ni–o.

El gobierno tradicional casi ha desaparecido. Anteriormente hab’a vigilantes municipales que portaban bast—n de mando e impart’an justicia. Estos han sido remplazados por un juez.

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ra la organizaci—n del ejido se nombra un Comisariado ejidal que al mismo tiempo es presidente del Consejo de Vigilancia.

El trabajo comunitario o "la faena" se practica de ma­ nera ocasional en labores que beneficien a la comunidad como la construcci—n de edificios públicos: el templo, la escuela, la casa popular, etcétera.

Los delitos m‡s comunes son el robo, el rapto y la ri–a. Cuando esto ocurre, el afectado, parientes y veci­ nos acuden a la casa del que hizo el agravio para hosti­ garlo. Los casos difíciles se turnan a San Luis de la Paz.

Cosmogon’a y religi—n Los ézartienen mitos que explican su mundo. As’, se dice que la virgen de Guadalupe les dio el "dialecto" (como ellos le llaman), por lo que nadie puede quit‡rselo, san Isidro Labrador les ense–— la agricultura. Entre los esp’ritus importantes para ellos est‡ el del agua y el ‡guila. Esta última, se dice, les dio la inteligencia a los hombres y les se–al— los lugares en donde deb’an vivir.

Los chichimecas profesan formalmente la religi—n cat—lica. Las actividades en las capillas de la Misi—n s—lo se llevan a cabo una vez al a–o en las fiestas de San Luis, el 24 y 25 de agosto, de la virgen de Guadalupe el 11 y 12 de diciembre, y de la Pur’sima Concepci—n que se celebra el 31 de mayo, fecha en que se concluy— la construcci—n de la capilla. Para la celebraci—n de bauti­ zos y bodas se acude al santuario de Guadalupe.

Aproximadamente un 10% de la poblaci—n es protes­ tante y se concentra en la Misi—n de Abajo. Su presencia no produce conflictos en la comunidad.

Fiestas Las principales celebraciones familiares son los bautizos, las bodas y la inauguraci—n de una casa. En ellas, los ézar acostumbran tocar su música tradicional que consiste en sones y jarabes ejecutados por grupos de música de "golpe" (dos violines, una tam­ bora y un redoblante). También se aprecian mucho las décimas.

Las fiestas m‡s importantes para la comunidad son las de san Luis Rey de Francia y de la virgen de Guadalupe. El compromiso de la organizaci—n de las fiestas se hereda en las familias. Un elemento impor­ tante en éstas es la danza chichimeca que se representa en las tres capillas. Los componentes sonoros son el viol’n, la tambora y los machetes que entrechocan; los combatientes suman entre 15 y 45 personas.

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Relaciones con otros pueblos Los ézar evitan el trato con los mestizos ya que éstos últimos tienen una actitud de despotismo y superioridad con respecto a ellos.

Con los otom’es existen nexos que se aprecian en las visitas recíprocas de danzantes en sus festividades. Los ézarvan el primero de enero a Cruz del Palmar, municipio de San Miguel Allende, y los otom’es, o sus descendientes amestizados, les corresponden visitando San Luis de la Paz el 25 de agosto. Hasta hace poco también se hacían visitas recíprocas con los otom’es de Cieneguilla, Tierra Blanca.

Fuera de la comunidad se han creado grupos que simpatizan con la cultura ézar. En 1981 se fund— un Centro de Investigaci—n de la naci—n Chichimeca con sede en Victoria. También existe un grupo que impulsa la fiesta de la Toltequidad en Pozos.

Movimientos sociales y organizaciones ind’genas contempor‡neos Con relaci—n a la organizaci—n del grupo, la instituci—n familiar y la organiá zaci—n ejidal son las estructuras m‡s s—lidas de la cornu­ nidad. No existe un organismo comunitario que lleve la voz del grupo fuera de su entorno. Lo único que última­ mente ha retribuido beneficios a los ézar ha sido una serie de acciones emprendidas por las mujeres en be­ neficio de su comunidad.

Acci—n indigenista En junio de 1969 el Instituto Nacional Indigenista instal— una residencia que después

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se convirti— en el Centro Coordinador Indigenista de San Luis de la Paz, Guanajuato, mismo que se traslad— a Tierra Blanca, Guanajuato, en 1992. Este centro adem‡s de atender a la Misi—n chichimeca, atiende a la poblaci—n otom’ de Cineguilla y Tierra Blanca. El Centro ha participado con los ézaren un programa de salud y desarrollo comunitario y en otro de becas para los estu­ diantes ind’genas; hasta la fecha se han otorgado 110 becas para educaci—n media. También colabor— para la ampliaci—n de la red de agua potable.

En 1990 se establecieron los Fondos Regionales de Solidaridad en donde participan organizaciones locales y se apoyan proyectos de: producci—n y comerciali­ zaci—n de art’culos de limpieza, de art’culos de carrizo, cultivo de jitomate, adquisici—n de un molino de nixtamal, alternativas productivas para el semidesierto, apoyo a la producci—n de muebles rústicos.

En materia cultural, el programa de Fondos de Solidaridad para la Promoci—n del Patrimonio Cultural de los Pueblos Ind’genas aprob— seis proyectos, en tanto que el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias aprob— tres proyectos para el fomento de la danza en Guanajuato, y la música en Xichú y Jurécuaro.

Por lo que respecta al ‡rea de justicia, el Instituto Nacional Indigenista, a través de la Direcci—n de Procuraci—n de Justicia, lleva a cabo un proyecto de li­ beraci—n de presos ind’genas.

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BIBLIOGRAF’A

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RTÍCULO 4 CONSTITUCIONAL

La Naci—n Mexicana tiene una composici—n pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos ind’genas. La Ley proteger‡ y promover‡ el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas espec’ficas de organizaci—n social, y garantizar‡ a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicci—n del Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquéllos sean parte, se tomar‡n en cuenta sus pr‡cticas y costumbres jur’dicas en los términos que establezca la Ley.

RT’CULO 27 CONSTITUCIONAL FRACCiîN VII, PÁRRAFO 11

La Ley proteger‡ la integridad de las tierras de los grupos ind’genas,

SEDESOL SECRETARIA DE DESAIUUJUD 5OClA4.