José de Acosta (1540-1600), Humanista y Científico

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    Latinoamrica. Revista de Estudios

    Latinoamericanos

    ISSN: 1665-8574

    [email protected]

    Centro de Investigaciones sobre Amrica

    Latina y el Caribe

    Mxico

    Rivara de Tuesta, Mara Luisa

    Jos de Acosta (1540-1600), humanista y cientfico

    Latinoamrica. Revista de Estudios Latinoamericanos, nm. 42, 2006, pp. 9-34

    Centro de Investigaciones sobre Amrica Latina y el Caribe

    Distrito Federal, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=64004202

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    JOS DE ACOSTA (1540 1600), HUMANISTA Y CIENTFICO

    Mara Luisa Rivara de Tuesta*

    A Jos Gustavo Rivara Ruz

    RESUMEN: Jos de Acosta, S.J. (1540-1600) a quien hemos estudiadocomo humanista reformista, como evangelizador del credo cristiano, y enesta oportunidad, como cientfico que refuta en su Historia natural y moralde las Indiasa filsofos greco-romanos y medievales por sus negacionesimaginarias e inferencias errneas acerca de la existencia del Nuevo Mun-do. Este trabajo procura destacar su aporte cientfico en lo que respectaal continente encontrado por los europeos, en lo que se refiere a su na-turaleza. Contribuyendo en esa forma a una renovacin del conocimientodel cosmos, del mundo y de nuestra Amrica desde la geografa fsica.

    PALABRASCLAVE: Jos de Acosta (1540-1600), Humanista y cientfico, His-

    toria natural y moral.

    ABSTRACT: Jos de Acosta, S.J. (1540-1600), known to be a humanist, re-formist, evangelist of Christian faith and, in this case, a scientist whorefutes Greco-Roman and medieval philosophers, in its Natural and MoralHistory of the Indies, because of their imaginary denials and wrong infer-ences about the existence of the New World. In this paper the authorstresses the scientific contribution regarding the continent found by Euro-peans, concerning its nature and its people. This way, he contributed tothe knowledge renewal of the cosmos, the world and America from a doubleperspective: the physical geography and the moral history of the originalinhabitants.

    KEYWORDS: Jos de Acosta (1540-1600), Humanist and scientist, Natu-ral and Moral History.

    REFUTACIONESDEACOSTA

    Siendo el propsito, de este estudio, poner en relieve la importancia dela obra cientfica de Acosta en lo que concierne a sus refutaciones y

    Pensamiento latinoamericano

    * Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Per ([email protected]).

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    pasajes de la Escritura bblica, a la tradicin de los clsicos greco-ro-manos y medievales, e incluso a sus contemporneos, destacaremosa continuacin las refutaciones que Acosta efecta a partir de la ex-

    periencia y el conocimiento adquiridos desde el espacio peruano yamericano.Las principales refutaciones de Acosta a los errores de los clsicos

    sobre el Nuevo Mundo estn expuestas en el Libro Primero y en el Li-bro Segundo de suHistoria natural y moral de las Indias. En lo quesigue nos referiremos a algunas cuestiones de filosofa natural y moral

    y para tal efecto seguiremos simplemente el orden y encadenamientode sus ideas que adelantamos son las de un admirable maestro dedialctica o lgica.

    1. Sobre el cielo

    En el Libro Primero, que trata Del cielo, temperamento y habitacindel Nuevo Mundo, su primer planteamiento consiste en refutar a au-tores que negaron la existencia de hombres, tierra y hasta que el cielo,ouranos, se extenda a las Indias, diciendo: Estuvieron tan lejos losantiguos de pensar que hubiese gentes en este nuevo mundo, que mu-chos de ellos no quisieron creer que haba tierra de esta parte; y loque es ms de maravillar, no falt quien tambin negase haber aceste cielo que vemos.1Acosta enfatiza por lo contrario, que el cieloes redondo por todas partes y se mueve en torno de s mismo. Refutala Escritura en cuanto sostiene la no redondez del cielo y pasa a des-

    cribir el cielo del Nuevo Mundo. Acosta seala que esta opinin pro-cede del prejuicio de estar de acuerdo con la divina Escritura: DeProcopio (1380-1439) refieren aunque yo no lo he visto que afir-ma sobre el libro del Gnesis, que la opinin de Aristteles cerca de la

    1 Jos de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, estudio preliminar deEdmundo OGorman, Mxico, FCE, 1940, p. 5.

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    figura y movimiento circular del cielo, es contraria y repugnante a ladivina Escritura.2

    Para probar que el cielo no es redondo sino que como un plato

    cubre la haz de la tierra3

    quienes segn el criterio de autoridad de SanAgustn, sostienen que: se extiende el cielo como piel, de donde infie-ren que no es redondo, sino llano en lo de arriba [].4

    Comenta que lo que le parece ms de maravillar, es que: siendoSan Agustn tan aventajado en todas las ciencias naturales, y que enla Astrologa y en la Fsica supo tanto; con todo eso se queda siempredudoso, y sin determinarse en si el cielo rodea la tierra de todas partes,o no.5

    Acosta afirma que el cielo es redondo y no un plato ni un teln defondo o firmamento es decir, que es inamovible. Basndose en su ex-periencia en el Per, en este caso, siguiendo a Aristteles dice:

    Mas viniendo a nuestro propsito, no hay duda sino que lo que el Aris-tteles y los dems peripatticos, juntamente con los estoicos, sintieron,cuanto a ser el cielo todo de figura redonda, y moverse circularmente y entorno, es puntualmente tanta verdad, que la vemos con nuestros ojos losque vivimos en el Pir; harto ms manifiesta por la experiencia, de lo quenos pudiera ser por cualquier razn y demostracin filosfica.6

    El conocimiento vulgar medieval consideraba la tierra como plana,que debajo de ella slo haba vano vaco y caos infinito, y esto se debaa una interpretacin literal de las Escrituras y a la percepcin humana,que efectivamente la ve como plana. Superando este criterio y recono-cida empricamente la redondez de la tierra con el viaje a la regin de

    las especies, que topara con el ignorado continente americano, se anu-lan experimentalmente los criterios de la Escritura y de intrpretes me-

    2 Loc. cit.3 Ibid., p. 7.4 Ibid., pp. 10-11.5 Ibid., p. 5.6 Ibid., p. 6.

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    dievales por eso preguntar Acosta: Quin dir que la nao Victoria,digna, cierto, de perpetua memoria, no gan la victoria y triunfo de laredondez del mundo, y no menos de aquel tan vano vaco, y caos infini-

    to que ponan los otros filsofos debajo de la tierra, pues dio vuelta almundo, y rode la inmensidad del gran ocano?[...].7

    Acosta, como renacentista, vuelve a los clsicos griegos y latinosque desde Pitgoras y sus discpulos saban que la tierra era redonda,sobre este particular despus de mencionar a Aristteles afirma que:

    Digo ms, que para confirmar esta verdad de que los mismos cielos sonlos que se mueven, y en ellos las estrellas andan en torno, podemosalegar con los ojos, pues vemos manifiestamente, que no slo se mue-ven las estrellas, sino partes y regiones enteras del cielo; no hablo slode las partes lcidas y resplandecientes, como en las que llaman va lc-tea, que nuestro vulgar dice camino de Santiago, sino mucho ms digoesto por otras partes oscuras y negras que hay en el cielo. 8

    Y agrega, sobre algo extrao que ha advertido y mirado en el cielode ac, en este otro hemisferio:

    Porque realmente vemos en l unas como manchas, que son muy nota-bles, las cuales jams me acuerdo haber echado de ver en el cielo cuandoestaba en Europa, y ac, en este otro hemisferio, las he visto muy mani-fiestas. Son estas manchas de color y forma que la parte de la luna eclip-sada, y parcensele [sic] en aquella negrura y sombro. Andan pegadas alas mismas estrellas y siempre de un mismo tenor y tamao, como conexperiencia clarsima lo hemos advertido y mirado.9

    Esta ltima mencin de Acosta tendra enorme significado en la ac-tualidad, pues cabe preguntarse si l se estara refiriendo a los agujerosnegros, tema de reciente divulgacin. Con estas aseveraciones no sloes un cosmgrafo que afirma el movimiento de la tierra y de los astros

    7 Loc. cit.8 Ibid., pp. 7-8.9 Ibid., p. 8.

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    en el cielo, sino que lo explica a partir de la negacin de la tierra comoun ente plano y la afirmacin del mundo como un ente redondo.

    En suma el firmamento como aseguraban las Escrituras y los fi-

    lsofos de la edad media no estaba firme sino que se mova y se mo-van todos los astros, y la tierra se mova entre ese conjunto celestial yesto queda aseverado por Acosta cuando dice:

    Porque para saber que el cielo es todo redondo, y que cie y rodea portodas partes la tierra, y no poner duda en ello, basta mirar desde este he-misferio aquella parte y regin del cielo, que da vuelta la tierra, la cual losantiguos jams vieron. Basta haber visto y notado ambos a dos polos, enque el cielo se revuelve como en sus quicios digo el polo rtico y septen-trional, que ven los de Europa, y estotro antrtico o austral de que dudaAgustino, cuando, pasada la lnea equinoccial, trocamos el Norte conel Sur, ac en el Pir.10

    En esta cita afirma, tambin, la existencia de los dos polos, corres-pondiendo el polo norte, rtico y septentrional a la visin europea, y elpolo sur, antrtico o austral, que pasada la lnea equinoccial, correspon-de al Nuevo Mundo. Ambos polos aadir tienen tierra y mar. Por lti-mo se va a referir Acosta a las confrontaciones o preferencias entre elcielo espaol y el cielo peruano, con su habitual tono irnico y burln,da esta respuesta:

    No est hecho poco, pues hemos salido con que ac tenemos cielo, y noscobija como a los de Europa y Asia y frica. Y de esta consideracinnos aprovechamos a veces, cuando algunos o muchos de los que acsuspiran por Espaa, y no saben hablar sino de su tierra, se maravillan y

    aun enojan con nosotros, parecindoles que estamos olvidados, y hace-mos poco caso de nuestra comn patria, a los cuales respondemos que poreso no nos fatiga el deseo de volver a Espaa, porque hallamos que elcielo nos cae tan cerca por el Per como por Espaa.11

    10 Ibid., p. 6.11 Ibid., p. 12.

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    Concluye que el intento que se ha propuesto es suficiente porque su-perando la falta de experiencia de los antiguos ahora sabe con certezaque hay, aparte del cielo, tierra y mares abrazados entre s en el mundo:

    [] bstanos hasta ahora saber de cierto que hay tierra de esta parte delsur, y que es tierra tan grande como toda la Europa y Asia, y an frica; yque a ambos polos del mundo se hallan mares y tierras abrazados entre s,en lo cual los antiguos, como a quienes les faltaba experiencia, pudieronponer duda y hacer contradiccin.12

    2. Las antpodas

    Por antpodas se entiende lo diametralmente opuesto a otro lugar, y loshabitantes de tal zona seran los antpodas, gente completamente dife-

    rente a la conocida.Esta cuestin de las antpodas fue tambin muy discutida en los tiem-pos antiguos, encontradas nuevas tierras situadas en lugares opuestos alos conocidos, se hablar de Amrica como lo desconocido, lo antittico,eran tambin sus habitantes antpodas de los hombres conocidos? Sobreeste interrogante responde Acosta:

    Pero ya que se sabe que hay tierra a la parte del sur o polo antrtico, restaver si hay en ella hombres que la habiten, que fue en tiempos pasadosuna cuestin muy reida. Lactancio Firmiano (240-320 d.C.), y San Agustnhacen gran donaire de los que afirman haber antpodas, que quiere decirhombres que traen sus pies contrarios a los nuestros.13

    Para Lactancio y Agustn esto es cosa de burla aunque darn ra-zones y motivos distintos para negar las antpodas. Lactancio, expresala opinin vulgar y Acosta la transcribe diciendo:

    12 Ibid., p. 13.13 Acosta,Historia natural, p. 13.

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    []Lactancio vase con el vulgo, parecindole cosa de risa decir que elcielo est en torno por todas partes, y tierra est en medio, rodeada del como una pelota; y as escribe en esta manera: Qu camino lleva loque algunos quieren decir, que hay antpodas, que ponen sus pisadas con-

    trarias a las nuestras? Por ventura hay hombre tan tonto que crea habergentes que andan los pies arriba y la cabeza abajo? y que las cosas queac estn asentadas, estn all trastornadas colgando? y que los rbolesy los panes crecen all abajo? y que las lluvias y la nieve y el granizosuben a la tierra hacia arriba? y despus de otras palabras aade Lactancioaquestas: El imaginar al cielo redondo fue causa de inventar estos hom-bres antpodas colgados del aire. Y as, no tengo ms que decir de talesfilsofos, sino que en errando una vez, porfan en sus disparates, defen-diendo los unos con los otros. Hasta aqu son palabras de Lactancio.14

    Despus de esta transcripcin de Lactancio, Acosta va a comentardesde su experiencia americana:

    Ms por ms que l diga, nosotros que habitamos al presente en la partedel mundo, que responde en contrario de la Asia, y somos sus antctonos,como los cosmgrafos hablan, ni nos vemos andar colgando, ni que an-demos las cabezas abajo y los pies arriba.15

    Aprovecha Acosta esta oportunidad para referirse al doble papelque tiene la imaginacin la fbrica de la ciencia y la tecnologa denuestros das sobre el entendimiento humano; la imaginacin permitepercibir y alcanzar la verdad o engaarse y errar, si no la corrige y re-forma la luz o fuerza de la razn (nima racional):

    [] al entendimiento humano por una parte no le sea posible percibir y

    alcanzar la verdad, sin usar de imaginaciones, y por otra tampoco le seaposible dejar de errar, si del todo se va tras la imaginacin[] Mas si aesta misma imaginacin no la corrige y reforma la razn, sino que se dejael entendimiento llevar de ella, forzoso hemos de ser engaados y errar[]con la [] lumbre interior aprobamos o desechamos lo que ellas nos es-

    14 Ibid., p. 14.15 Loc. cit.

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    tn diciendo. De aqu se ve claro, cmo el nima racional es sobre todanaturaleza corporal; y cmo la fuerza y vigor eterno de la verdad, presideen el ms alto lugar del hombre[] y quien esto no lo sabe o lo duda[]no sabe o duda si es hombre.16

    Pero si slo preguntamos a nuestra imaginacin dice Acostacomo lo ha hecho Lactancio, se llega a monstruosidades, que aun de-cirlas provocar risa: Mas si se consulta la fuerza de la razn[] nose escuchar a la imaginacin ms que a una vieja loca: y la razn conaquella su entereza y gravedad, responder, que es engao grande fa-bricar en nuestra imaginacin y concluye siguiendo a su razn que elcielo donde quiera que est, est arriba, y la tierra ni ms ni menos,donde quiera que est est debajo.17

    Y esto es as porque nuestra imaginacin est asida a tiempo ylugar, y el mismo tiempo y lugar no lo percibe universalmente, sino par-

    ticularizado, de ah le viene que cuando la levantan a considerar cosasque exceden y sobrepujan tiempo y lugar conocido, luego se cae: y si larazn no la sustenta y levanta, no puede un punto tenerse en pie.18

    Por ejemplo, la imaginacin:

    [] cuando se trata de la creacin del mundo, anda a buscar tiempo antesde criarse el mundo, y para fabricarse el mundo, tambin seala lugar, yno acaba de ver que se pudiese de otra suerte el mundo hacer; siendoverdad, que la razn claramente nos muestra, que ni hubo tiempo antes dehaber movimiento, cuya medida es el tiempo, ni hubo lugar alguno antesdel mismo universo, que encierra todo lugar.19

    Si Lactancio entiende que la imaginacin no controlada por la ra-zn ha llegado al error de plantear la existencia de las antpodas que l

    16 Loc. cit.17 Loc. cit.18 Ibid., pp. 14-15.19 Ibid., p. 15.

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    no acepta, en el caso de San Agustn se pregunta Acosta cul fue larazn que lo llev a negar su existencia:

    Los antiguos, dice l, afirman, que por todas partes est la tierra debajoy el cielo encima. Conforme a lo cual los antpodas, que segn se dice,pisan al revs de nosotros, tienen tambin el cielo encima de sus cabezas.Pues entendiendo esto San Agustn tan conforme a buena filosofa,qu ser la razn por donde persona tan docta se movi a la contrariaopinin?20

    Y es que respaldado Agustn por las divinas letras, en el sentido deque todos los hombres del mundo descienden de un primer hombre sele hace imposible aceptar que sus descendientes hubiesen podido pasaral nuevo mundo, atravesando ese infinito pilago del mar ocano puesesto en tiempos de San Agustn era cosa increble y un puro desati-no. Con esta explicacin segn Acosta toda la dificultad de SanAgustn no fue otra sino la incomparable grandeza del mar ocano. Yel mismo parecer tuvo San Gregorio Nacianceno (328-389) afirmando,como cosa sin duda, que pasado el estrecho de Gibraltar es imposiblenavegarse el mar.21

    Concluye Acosta que: Plinio, como cosa llana y cierta, escribe:Los mares que atajan la tierra nos quitan de la tierra habitable la mi-tad por medio, porque ni de ac se puede pasar all, ni de all venirac. Esto mismo sintieron Tulio y Macrobio, y Pomponio Mela, y fi-nalmente fue el comn parecer de los escritores antiguos.22Y resumien-do lo dicho expresa: queda que los antiguos o no creyeron haber hombrespasado el trpico de Cancro, como San Agustn y Lactancio sintieron,

    o que si haba hombres, a lo menos no habitaban entre los trpicos, comolo afirman Aristteles y Plinio, y antes que ellos, Parmnides filsofo.23

    20 Loc. cit.21 Ibid., pp. 15-16.22 Loc. cit.23 Ibid., pp.19-20.

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    Despus Acosta se refiere a los filsofos que negaron la existenciadel Nuevo Mundo y explica los mltiples motivos por los que fueronengaados.

    3. Sobre el conocimiento antiguo del Nuevo Mundoy de sus habitantes

    Acosta al referirse a distintas fuentes clsicas que se pretenden utilizarcomo probatorias de que exista un conocimiento antiguo de las nuevastierras sostiene que son datos, informaciones o referencias que preten-den menoscabar[] y obscurecer la gloria de nuestra nacin, procuran

    dice Acosta mostrar que este nuevo mundo fue conocido por los an-tiguos, y realmente no se puede negar que haya de esto algunos rastrospero no un verdadero y probado conocimiento de su existencia.24

    Refirindose a la opinin que tuvo Aristteles de la posibilidad deexistencia del Nuevo Mundo, seala que hubo otra razn, no slo la in-mensidad del ocano, sino que los antiguos crean que era imposible elpaso de los hombres debido al calor o ardor del sol que abraza toda laregin que llamaron trrida porque quemaba en exceso, y por lo tan-to, no permita el paso de los hombres ni por mar ni por tierra, esdecir, le quitaron por este motivo la posibilidad de ser habitable por se-res humanos. Textualmente manifiesta Acosta:

    []el calor de la regin que llaman trrida o quemada tan excesivo[]negaron que pudiese habitarse del linaje humano la regin que cae en me-

    dio, y se comprende entre los dos trpicos, que es la mayor de las cincozonas o regiones en que los cosmgrafos y astrlogos parten el mundo[]De esta opinin fue Aristteles, que, aunque tan gran filsofo, se engaen esta parte[].25

    24 Acosta,Historia natural, p. 20.25 Loc. cit.

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    Y fue debido a la diferencia que hay en la tierra entre su longitud ylatitud, es decir que los antiguos conocan la tierra en su longitud Oes-te-Este, y no as en su latitud Norte-Sur. Sobre este particular, expresa

    Acosta:

    En esto se le debe perdonar a Aristteles, pues en su tiempo no se habadescubierto ms de la Etiopa primera, que llaman exterior y cae junto a laArabia y frica; la otra Etiopa, interior, no la supieron en su tiempo nituvieron noticia de aquella inmensa tierra[] y mucho menos toda la de-ms tierra que cae debajo de la equinoccial y va corriendo hasta pasar eltrpico de Capricornio y para en el Cabo de Buena Esperanza, tan conoci-do y famoso por la navegacin de los portugueses.26

    Agrega Acosta que es justo perdonar el error de Aristteles, puesse debi a su confianza en la informacin de historiadores y cosm-grafos de su tiempo.27

    Por estas y otras informaciones seala Acosta que Aristteles con-cluy diciendo: Forzoso hemos de conceder que el brego es aquel

    viento que sopla de la regin que se abrasa de calor, y la tal regin, portener tan cercano al sol, carece de aguas y de pastos.28

    Acosta va a reflexionar sobre cuan flaca y corta sea la filosofade los sabios de este siglo en las cosas divinas pues, aun en las huma-nas, donde tanto les parece que saben, a veces tan poco aciertan, puesen lo que sigue Aristteles escribi al revs de la verdad al sentir y afir-mar sobre la banda del polo antrtico y su latitud y longitud que:

    []la tierra que est a este polo del sur habitable es, segn su longitud,

    grandsima que es de oriente a poniente, y que, segn su latitud, que esdesde el polo del sur hasta la equinoccial, es cortsima. Esto es tan al re-vs de la verdad, que cuasi toda la habitacin que hay a esta banda delpolo antrtico es, segn la latitud, quiero decir, del polo a la lnea, y por la

    26 Ibid., p. 17.27 Loc. cit.28 Ibid., p. 18.

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    longitud, que es de oriente a poniente, es tan pequea, que excede y so-brepuja la latitud a la longitud en este nuevo orbe, tanto como diez exce-den a tres, y an ms.29

    El otro error de Aristteles consisti en afirmar:

    []ser del todo inhabitable la regin media, que llaman trrida zona, porel excesivo calor, causado de la vecindad del sol, y por esta causa carecerde aguas y pastos, esto todo pasa al revs. Porque la mayor parte de estenuevo mundo, y muy poblada de hombres y animales, est entre los dostrpicos en la misma trrida zona; y de pastos y de agua es la regin msabundante de cuantas tiene el mundo universo, y por la mayor parte esregin muy templada[].30

    Concluye Acosta, por su experiencia y conocimiento en la materia que:

    []la trrida zona es habitable y se habita copiosamente, cuanto quieraque los antiguos lo tengan por imposible. Mas la otra zona o regin, quecae entre la trrida y la polar al sur, aunque por su sitio sea muy cmodapara la vida humana; pero son muy pocos lo que habitan en ella, puesapenas se sabe de otra, sino del reino de Chile y un pedazo cerca del cabode Buena Esperanza; lo dems tinelo ocupado el mar ocano.31

    Y agrega que considera que hay mucha ms tierra que no estdescubierta, y que sta ha de ser tierra firme opuesta o la tierra de Chile,que vaya corriendo al sur pasado el crculo o trpico de Capricornio. Ysi la hay, sin duda es tierra de excelente condicin, por estar en mediode los dos extremos y en el mismo puesto que lo mejor de Europa.32

    Con esta opinin nuestro autor demuestra la exactitud de susinferencias, pues se est refiriendo a la posible existencia de Australia,que fuera posteriormente encontrada.

    29 Loc. cit.30 Loc. cit.31 Loc. cit.32 Loc. cit.

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    El gran naturalista Plinio ( 79), siguiendo el criterio de Aristteles,dice:

    El temple de la regin del medio del mundo, por donde anda de continuoel sol, y est abrasada como un fuego cercano, y toda quemada y comohumeando. Junto a esta de en medio hay otras dos regiones de amboslados, las cuales, por caer entre el ardor de sta y el cruel fro de las otrasdos extremas, son templadas. Mas estas dos templadas no se pueden co-municar entre s por el excesivo ardor del cielo.33

    En lo que respecta a la navegacin, los antiguos no pasaron las Ca-narias y slo despus de mil cuatrocientos aos se cumplira lo que pro-fetiz Sneca en sus versos y por eso celebrando la buena dicha de susiglo frente a los antiguos, Acosta va a destacar las dos grandes mara-

    villas alcanzadas en el navegarse el mar ocano con gran facilidad ygozar los hombres en la trrida zona del lindsimo temple, cosas que nun-ca los antiguos se pudieron persuadir.34

    4. La Atlntida

    Habiendo examinado Acosta la ignorancia de los antiguos en lo que res-pecta a la existencia del Nuevo Mundo, tambin insistir en sealar queel linaje de los indios no pas por la isla Atlntida, como algunos imagi-naban en su tiempo.

    No faltan algunos expresa que, siguiendo el parecer de Platn[] di-

    cen que fueron esas gentes de Europa o de frica a aquella famosa isla ytan cantada Atlntida, y de ella pasaron a otras y otras islas, hasta llegar ala tierra firme de Indias.35

    33 Ibid., pp. 18-1934 Ibid., p. 19.35 Acosta,Historia natural, p. 35.

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    Hace hincapi en que se le debe a Platn la gloria de esa idea, puesl en tu Timeo escribe as:

    En aquel tiempo no se poda navegar aquel golfo (y va hablando del marAtlntico, que es el que est en saliendo del estrecho de Gibraltar), por-que tena cerrado el paso a la boca de las columnas de Hrcules, que vo-sotros solis llamar (que es el mismo estrecho de Gibraltar), y era aquellaisla que estaba entonces junto a la boca dicha, de tanta grandeza, queexcede a toda la frica y Asia juntas. De esta isla haba paso entonces aotras islas para los que iban a ellas, y de las otras islas se iba a toda latierra firme, que estaba frontero de ellas, cercada del verdadero mar.36

    Los que estn persuadidos, agrega Acosta, de que esta narracinde Platn es historia, dicen que aquella isla grande llamada Atlantis,ocupaba entonces la mayor parte del mar ocano, llamado Atlntico,que ahora navegan los espaoles, y que las otras islas que dice estaban

    cercanas a esta grande son las que hoy da llama islas de Barlovento,es, a saber, Cuba, Espaola, San Juan de Puerto Rico, Jamaica y otrasde aquel paraje.37y que as fue como, de isla en isla, el linaje de losAtlantis habra llegado a poblar las Indias.

    Se pregunta Acosta, esos autores curiosos que mencionan y expli-can a Platn con ingenio cierto y delicadeza, con cunta verdad y cer-teza lo hacen?38

    Porque lo importante para Acosta es refutar a los que imaginan,siguiendo el mito platnico, que el linaje de los naturales de Amrica,los indios, procede de la isla Atlntida y as sostiene que:

    Yo, por decir verdad, no tengo tanta reverencia a Platn, por ms que lellamen divino, ni aun se me hace muy difcil de creer que pudo contar todoaquel cuento de la isla Atlntida por verdadera historia, y pudo ser contodo eso muy fina fbula, mayormente que refiere l haber aprendido aque-

    36 Ibid., pp. 21-22.37 Ibid., p. 22.38 Loc. cit.

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    lla relacin de Cricias, que, cuando muchachos, entre otros cantares y ro-mances, cantaba aquel de la Atlntida.39

    Considera Acosta que este enrevesado asunto de la Atlntida, seaque Platn la haya escrito por historia o por alegora, para l lo que quedallano o claro es, que todo lo que l trata de aquella isla, sea en elTimeo o en el dilogo Cricias, no se puede contar en veras, sino es amuchachos y viejas.40

    Sigue analizando lo que escribi Platn de esta isla Atlntida y alu-de al fabuloso remate que pone el mismo Platn cuando en el Timeoexplica la desaparicin de la isla en tiempo increble: En un da y unanoche, viniendo un gran diluvio[] la isla Atlntida anegada en la mardesapareci.41Y esto, agrega Acosta burlonamente:

    []siendo isla mayor que toda la Asia y frica juntas, hecha por arte de

    encantamiento, fue bien que as desapareciese. Y es muy bueno que diga(Platn) que las ruinas y seales de esta tan grande isla se echan de verdebajo del mar, y los que lo han de echar de ver, que son los que nave-gan, no pueden navegar por all. Pues aade donosamente: Por eso hastael da de hoy ni se navega[] porque la mucha lama que la isla despusde anegada poco a poco cri, lo impide.42

    Desbarata Acosta con estos irnicos comentarios, sobre su intem-pestiva desaparicin, sus vestigios o restos debajo del mar y el impedi-mento que representaba para la navegacin.

    Luego, como veremos, explica la procedencia de su denominacingeogrfica en Mauritania negando, finalmente, que la tal isla haya podi-

    do existir en la realidad.Considera Acosta, en primer lugar, que es coherente Platn en sufantasa creativa al hacer desaparecer en un da y una noche la Atlntida,

    39 Ibid., p. 35.40 Ibid., pp. 35-36.41 Ibid., p. 36.42 Loc. cit.

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    que era mayor que toda la frica y Asia juntas. En segundo lugar, lodesmiente en cuanto manifiesta de que es imposible navegar por elAtlntico, pues se trata de un hecho probado, ya que es la ruta que

    atraviesan los barcos en su viaje hacia Amrica y por lo tanto se hapodido comprobar que no existen debajo del mar ni las ruinas ni lamucha lama que la isla anegada deposit en el ocano, no existie-ron por lo tanto, concluye Acosta, los impedimentos para navegar ycruzar el Atlntico.

    No satisfecho Acosta con los argumentos que sustenta Platn acer-ca de la existencia de la Atlntida, y menos an con la suposicin deque los atlantis hubiesen usado el racimo de islas que la conformabancomo ruta para llegar a las Indias y poblarla, despus de sus acertadoscomentarios que procuran terminar con una disputa originada en uncuento hecho por pasatiempo, va Acosta a exponer, dada la seriedadde Platn, su importante y sugestiva hiptesis acerca del motivo que lollev a escribir sobre su Atlntida. Para l hay razn para considerarque lo que quiso hacer fue significar, como en pintura, la prosperidadde una ciudad y su perdicin tras ella43es decir, Platn, habra postu-lado una primera filosofa de la historia, referida al surgimiento, desa-rrollo, auge y decadencia de las culturas.

    Acosta deja para el final el argumento que dan para probar que real-mente hubo isla Atlntida diciendo de que aquel mar en que estuvo si-tuada hoy da se nombra por eso mar Atlntico. Este asunto para l esde poca importancia pues sabemos explica que en la ltimaMauritania* est el monte Atlante, del cual siente Plinio que se le pusoal mar el nombre de Atlntico y que frente a dicho monte est una

    isla, la cual es pequea y muy ruin, llamada Atlntida.44

    43 Ibid., p. 36.* Antigua regin del frica Septentrional situada entre el Mediterrneo, el Atlntico y

    el desierto de Numidia.44 Loc. cit.

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    5. Sobre la legendaria Tarsis y Ofir

    Algunos dice Acosta han credo que en las divinas escrituras Ofir sig-

    nifica este nuestro Per, y esto porque no falta tambin a quien le pa-rezca que en las sagradas letras hay mencin de esta India occidental.45

    Roberto Stfano o Francisco Vatablo, experto en lengua hebrea, es-cribe que la isla espaola que hall Cristbal Coln era el Ofir, de don-de Salomn traa oro muy fino. Y no faltan autores doctos como AriasMontanus que afirman ser Ofir nuestro Per. Fundbanse stos en quela Escritura refera que de esa ciudad se reciba oro finsimo y piedrasmuy preciosas, y madera escogidsima, de todo lo cual abunda, segndicen estos autores el Per.46

    Acosta tiene parecer contrario y as lo dice: Mas a mi parecer estmuy lejos el Per de ser el Ofir que la Escritura celebra[] Ni aun meparece que lleva buen camino pensar que Salomn, dejada la India orien-tal riqusima, enviase sus flotas a esta ltima tierra.47

    Apoya Acosta este parecer en la inferencia siguiente: si Salomnhubiese recogido todas esas riquezas, tendra que haber sido en frecuen-tes viajes de los cuales quedaran rastros y fuera razn que hallra-mos de ello.48

    No basta alguna afinidad o semejanza de vocablos sostendrAcosta para asociar la etimologa del nombre Ofir y reducirlo al nom-bre del Per porque ese nombre se ha establecido a partir de los des-cubrimientos y consta que no estaba generalizado en la regin,igualmente sucede con Sefer en la Escritura, que afirman son los An-des, por tratarse, en ambos casos, de sierras altsimas.49

    Razonando sobre este particular Acosta sostiene que:

    45 Acosta,Historia natural, p. 22.46 Loc. cit.47 Loc. cit.48 Loc. cit.49 Ibid., pp. 22-23.

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    La principal razn que me mueve a pensar que Ofir est en la India oriental,y no en la occidental, es porque no poda venir ac la flota de Salomn sinpasar toda la India oriental y toda la China y otro infinito mar; y no es vero-smil que atravesasen todo el mundo para venir a buscar ac el oro[] [dado

    que] los antiguos no alcanzaron el arte de navegar, que ahora se usa[].50

    Especificando ms an sobre lo que mandaban a Salomn de laslegendarias tierras de Ofir y de Tarsis, Acosta establece que del Perno pudo llevarse marfil y termina dando su parecer sobre las profecasque hablan de Tarsis las cuales acomodndolas se pueden aplicar alas cosas del nuevo orbe:

    De aquel Ofir, y de aquel Tarsis (sea lo que mandaren) traan a Salomnoro, y plata, y marfil, y monos, y pavos, con navegacin de tres aos muyprolija. Todo lo cual sin duda era de la India oriental, que abunda de todasesas cosas, como Plinio largamente lo ensea, y nuestros tiempos lo prue-

    ban asaz. De este nuestro Per no pudo llevarse marfil, no habiendo acmemoria de elefantes: oro y plata, y monos muy graciosos bien pudieranllevarse; pero en fin, mi parecer es que por Tarsis se entiende en la Escri-tura, comnmente, o el mar grande, o regiones apartadsimas y muy extra-as; y as me doy a entender que las profecas que hablan de Tarsis, puesel espritu de profeca lo alcanza todo, se pueden bien acomodar muchasveces a las cosas del nuevo orbe.51

    Concluye Acosta con un importante argumento contra las conjeturasdiciendo: en estas cosas, cuando no se traen indicios ciertos, sino conje-turas ligeras, no obligan a creerse ms de lo que a cada uno le parece.52

    Y si valen conjeturas y sospechas, las mas son que en la divina Escritu-ra los vocablos de Ofir y de Tarsis las ms veces no significan algndeterminado lugar, sino que su significacin es general cerca de los he-breos, como en nuestro vulgar el vocablo de Indias es general[].53

    50 Ibid., p. 23.51 Ibid., pp. 24-25.52 Ibid., p. 23.53 Loc. cit.

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    6. Sobre la profeca de Abdas

    Sobre la profeca de Abdas, que algunos declaran se ha cumplido en

    estas Indias, pues dice Acosta no falta quien diga y afirme que estprofetizado en las divinas letras tanto antes, que este nuevo orbe habade ser convertido a Cristo, y esto por gente espaola.54

    Con este propsito repite la parte final de la profeca que, dice as:

    Y la transmigracin de este ejrcito de los hijos de Israel, todas las cosasde los Cananeos hasta Sarepta; y la transmigracin de Jerusaln, que esten el Bsforo, poseer las ciudades del austro; y subirn los salvadoresal monte de Sin para juzgar el monte de Esa; y ser el reino para el Se-or. Esto es puesto de nuestra Vulgata as a la letra.55

    Pero de esta profeca los autores como Guido Boderianus en eps-

    tola al rey catlico Felipe y otros que interpretaron a Abdas, tradu-cen forzando las toponimias, de la siguiente manera:

    Y la transmigracin de este ejrcito de los hijos de Israel cananeos hastaSarfat (que es Francia), y la transmigracin de Jerusaln, que est enSefarad (que es Espaa) poseer por heredad las ciudades del austro; ysubirn los que procuran la salvacin al monte de Sin para juzgar el montede Esa; y ser el reino para el Seor.56

    Acosta analiza las transposiciones toponmicas operadas observandola intencionada o forzada traduccin efectuada con Sefarad (que San Je-rnimo interpreta el Bsforo o estrecho, y los Setenta interpretan, Eufrata)

    y que, efectivamente, conduzca a traducirla por Espaa, y al respecto se-ala: algunos dice Acosta al hacer estas interpretaciones no alegantestimonio[] ni razn que persuada ms de parecerles as.57

    54 Acosta,Historia natural, p. 25.55 Loc. cit.56 Loc. cit.57 Loc. cit.

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    Para Acosta se trata ms bien de una disputa que toca a periciade lenguas, sin embargo, con toda razn, inquiere qu obligacin haypara entender por las ciudades de austro o de Nageb[] las gentes

    del nuevo mundo? Qu obligacin tambin hay para entender la genteespaola, por la transmigracin de Jerusaln en Sefarad?.58

    Para Acosta no hay razn suficiente que d validez a la profecade Abdas para interpretarla como una revelacin divina de que seraEspaa y su gente la predestinada para encontrar Amrica y realizar laconversin a Cristo en el Nuevo Mundo. En ltima instancia, piensaAcosta, que:

    Quien quisiere declarar en esta forma la profeca de Abdas no debe serreprobado[] y parece cosa muy razonable que de un negocio tan gran-de como es el descubrimiento y conversin a la fe de Cristo del nuevomundo, haya alguna mencin en las sagradas Escrituras.59

    Con este ltimo comentario Acosta, hombre de profundas convic-ciones religiosas, al desmantelar la profeca de Abdas, no duda de quelas Sagradas Escrituras contengan menciones profticas pues hay to-dava gentes a quien Cristo no est anunciado. Por tanto debemos co-legir concluye Acosta, con su sabidura habitual que a los antiguosles qued gran parte por conocer, y que a nosotros hoy da nos estencubierta no pequea parte del mundo.60

    7. Los indios y el linaje de los judos

    Lo restante del Libro I lo aprovecha Acosta para reafirmar que el lina-je de los indios no pas por la isla Atlntida e igualmente para refutar la

    58 Loc. cit.59 Loc. cit.60 Ibid., p. 26.

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    falsa opinin de los que afirmaban que los indios venan del linaje de losjudos. Acosta comienza diciendo que:

    Ya que por la isla Atlntida no se abre camino para pasar los indios alnuevo mundo, parceles a otros que debi de ser el camino el que escribeEsdras en el cuarto libro, donde dice as: Y porque le viste que recoga as otra muchedumbre pacfica, sabrs que stas son las diez tribus quefueron llevadas en cautiverio en tiempo del rey Osee, el cual llev cautivoSalmanasar, rey de los Asirios y a stos los pas a la otra parte del ro, yfueron trasladados a otra tierra. Ellos tuvieron entre s acuerdo y determi-nacin de dejar la multitud de los gentiles, y de pasarse a otra regin msaparatada, donde nunca habit el gnero humano, para guardar siquieraall su ley, la cual no haban guardado en su tierra. Entraron, pues, porunas entradas angostas del ro Eufrates.61

    Despus de transcribir en su integridad a Esdras, explica Acosta:

    Esta escritura de Esdras quieren algunos acomodar a los indios, dicien-do que fueron de Dios llevados, donde nunca habit el gnero humano,y que la tierra en que moran es tan apartada, que tiene ao y medio decamino para ir a ella, y que esta gente es naturalmente pacfica.62

    El que se crea, que los indios procedan de linaje de judos se debea que el vulgo tiene a los indios por indicio cierto el ser medroso ydescados, y muy ceremoniticos, y agudos y mentirosos, adems sos-tiene que su vestimenta, tnica o camiseta rodeada por manto (tunicamet syndonem), el llevar los pies descalzos (ojotas), todo en suma losasemeja a los hebreos.63

    Opina Acosta que todas estas son conjeturas muy livianas, y quetienen mucha ms contra s, que por s.64

    Y, efectivamente, en su minucioso anlisis enfocado desde las pe-culiaridades de ambas culturas y estableciendo sus rasgos diferenciales

    61 Acosta,Historia natural, p. 36.62 Ibid., pp. 36-37.63 Ibid., p. 37.64 Loc. cit.

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    sealar que:

    []los hebreos usaron letras; en los indios no hay rastro de ellas: los otroseran muy amigos del dinero, esto no se les da cosa. Los indios, si se vieran

    no estar circuncidados no se tuvieran por judos. Los indios poco ni mu-cho no se retajan, ni han dado jams en esa ceremonia[] Mas qu tieneque ver, siendo los judos tan amigos de conservar su lengua y antige-dad[] que en solas las Indias a ellos no se les haya olvidado su linaje, suley, sus ceremonias, su Mesas, finalmente todo su judasmo?65

    Acosta tambin desbaratar la opinin vulgar sobre los indios di-ciendo: que en cuanto a que los indios sean medrosos, y supersticiosos,

    y agudos y mentirosos, esto no se puede generalizar, amigos de cere-monias y supersticiones, es natural que lo sean como pueblo gentil, el

    vestido es el ms sencillo y natural del mundo, sin artificios, y es co-mn a otras muchas naciones.

    Por lo tanto, para Acosta, la historia de Esdras no ayuda sino con-tradice el intento de relacionar el linaje de los indios con el de los ju-dos. En conclusin, no veo que el Eufrates apcrifo de Esdras d mejorpaso a los hombres para el nuevo orbe, que le deba la Atlntida encan-tada y fabulosa de Platn.66

    8. Errores y supersticiones sobre posibles llegadas de hombresal Nuevo Mundo y la teora de Acosta

    Luego de este marco analtico dedicado a refutar errores y suposicio-nes sobre el continente situado en la zona austral de la tierra, y de an-teriores posibles llegadas de hombres se pregunta Acosta de qu modopudieron venir a Indias los primeros hombres?

    Que este hecho se hubiese producido navegando intencionalmentea esta regin es imposible, dice Acosta, pues los antiguos no conocie-

    65 Loc. cit.66 Loc. cit.

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    ron la piedra imn brjula para navegar y sin esa ayuda habra sidovano el intentarlo, es por lo tanto imposible considerar la posibilidad deque antiguamente se cruzara el ocano como lo haban logrado sus con-

    temporneos. Sin embargo, conviene Acosta en alguna forma con la hi-ptesis de que los primeros pobladores aportaron a las nuevas tierrasechados accidentalmente, es decir, contra su voluntad, por tormentas.

    Con todo lo expresado anteriormente, sin ocultar hiptesis que ex-plicasen la importante cuestin de cmo habran llegado los hombres aestas tierras desconocidas e ignoradas por los occidentales, va a con-cluir sosteniendo que es ms conforme a buena razn pensar que vi-nieron por tierra los primeros pobladores de Indias, cuando pudo darseun punto de unin entre los continentes, y con ellos pasaron, igualmen-te, bestias y ganados a las tierras de Indias. Y esto seala: aunque has-ta el da presente no est descubierta la tierra, que auda y junta estosdos mundos, o si hay mar en medio, es tan corto, que le pueden pasar anado fieras y hombres en pobres barcos.67

    Concluye Acosta en que el linaje de los hombres pas poco a poco,hasta llegar al nuevo orbe, ayudando a esto la continuidad o vecindadde las tierras[] y esta ha sido la ms principal y ms verdadera ra-zn de poblarse las Indias y que esto sucedi no hace muchos milla-res de aos siendo los primeros que entraron en ellas [] hombressalvajes y cazadores, que no gente de repblica y pulida [] no te-niendo ms ley que un poco de luz natural[].68

    En verdad todo este gran marco de anlisis, expuesto en las refu-taciones de Acosta a los clsicos, de las cuales hemos tratado atrs, noson sino la preparacin lgica adecuada para, finalmente, exponer su

    gran teora sobre un punto de unin entre los continentes en donde sehabra producido el paso de los hombres, hoy reconocido y ubicado porpaleontlogos, antroplogos, etnlogos e historiadores, como el estrechode Bering.

    67 Acosta,Historia natural, p. 211.68 Ibid., pp. 37-38.

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    La proximidad o unin del antiguo y nuevo continente, no a travsde la imaginaria Atlntida de Platn, sino por un lugar estrecho, pero losuficientemente amplio, por donde pudiesen pasar hombres y animales,

    y su conviccin acerca de que el Nuevo Orbe y el viejo, como dijo: noestn del todo divisos, sino que la una tierra y la otra se juntan y conti-nan, o a lo menos se avecinan y allegan mucho se constituye en elms importante aporte cientfico que Acosta, desde el Per envi a Oc-cidente, pero tambin puede entenderse como un mensaje propio al hu-manismo reformista de Acosta,* de autntica unidad fsica del globo lacual por analoga deber conducir a la fraternidad y unin de todos loshombres que lo pueblan o habitan.

    * Acosta declara como principal derecho humano la libre peregrinacin por todas par-tes del mundo.

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