[Jose Maria Gomez] America Latina y El (Des)Orden (BookFi.org)

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América Latina

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  • Coleccin Grupos de Trabajo de CLACSO

    Grupo de Trabajo Relaciones Internacionales

    Coordinador: Jos Mara Gmez

    Director de la Coleccin Dr. Atilio A. Boron Secretario Ejecutivo de CLACSO

    Area Acadmica de CLACSO

    Coordinador: Emilio H. Taddei

    Asistente Coordinador: Rodolfo Gmez y Miguel ngel Djanikian

    Produccin editorial: rea de Difusin de CLACSO Coordinador: Jorge A. Fraga Arte y Diagramacin: Miguel A. Santngelo Edicin: Florencia Enghel Logstica y Distribucin: Marcelo Rodrguez

    Sebastin Amenta

    Imagen de tapa: Manifestacin contra el ALCA, Quito, Ecuador, noviembre de 2002. Emilio Taddei

    Primera edicin Amrica Latina y el (des)orden global neoliberal. Hegemonia, contrahegemona, perspectivas (Buenos Aires: CLACSO, abril de 2004)

    Edicin Digital:

    CLACSO

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Conselho Latino-americano de Cincias Sociais Callao 875, piso 3 C1023AAB Ciudad Autnoma de

    Buenos Aires, Argentina

    Edicin Impresa ISBN 950-9231-97-5 Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Libronauta Argentina S. A.

    Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723. No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos, sin el permiso previo de

    los titulares del copyright.

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos. estudios y otras colaboraciooes incumbe exclusivamente a los autores firmantes. y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

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    AMRICA LATINA Y EL (DES)ORDEN GLOBAL NEOLIBERAL

    HEGEMONA, CONTRAHEGEMONA, PERSPECTIVAS

    Jos Mara Gmez Compilador

    Marie-Claude Smouts James H. Mittelman Joo P. Nogueira Sonia de Camargo Lincoln Bizzozero Paz Vernica Milet Nizar Messari Adrin Bonilla Juan Gabriel Tokatlian Carlos Alzugaray Csar Montfar Jos Seoane Emilio Taddei Andrs Serbin Ana Esther Cecea Jos Mara Gmez

  • NDICE

    Presentacin

    PARTE I ASCENCIN Y CRISIS DE LA GOBERNANZA GLOBAL TERRORISMO, GUERRA Y RESISTENCIAS SOCIALES

    Marie-Claude Smouts

    possvel democratizar a governana da economia poltica global?

    James H. Mittelman

    A globalizao alternativa

    James H. Mittelman tica, terror e soberania: questes para a teoria

    de Relaes Internacionais

  • PARTE II LA POLTICA INTERNACIONAL DE AMRICA LATINA A FUEGO CRUZADO:

    ENTRE LA HEGEMONA HEMISFRICA REFORZADA Y EL REGIONALISMO EN CRISIS

    Sonia de Camargo rea de Livre das Americas o labirinto latino-americano

    Lincoln Bizzozero Las relaciones MERCOSUR-Unin Europea.

    Una nueva modalidad de participacin de las regiones en la mundializacin

    Paz Vernica Milet

    El Grupo de Rio en el nuevo escenario internacional

    Nizar Messari

    Existe un novo cenrio de segurana internacional?

    Adrin Bonilla Percepciones de la amenaza de seguridad nacional de los pases andinos:

    regionalizacin del conflicto colombiano y narcotrfico

    Juan Gabriel Tokatlian

    Colombia: ms inseguridad humana, menos seguridad regional

    Carlos Alzugaray De Bush a Bush: balance y perspectivas de la poltica externa

    de los Estados Unidos hacia Cuba y el Gran Caribe

    Csar Montfar Hacia un nuevo marco interpretativo

    de la asistencia internacional para el desarrollo

  • PARTE III DESAFIANDO AL ORDEN MUNDIAL NEOLIBERAL: DILEMAS Y PERSPECTIVAS

    DEL MOVIMIENTO SOCIAL GLOBAL CONTRAHEGEMNICO

    Jos Seoane y Emilio Taddei Cuestionando el presente, recuperando el futuro. Juventudes, mundializacin y protestas sociales

    Andrs Serbin Entre la globalofobia y el globalitarismo: sociedad civil, movimientos sociales y

    globalizacin en Amrica Latina y el Caribe

    Ana Esther Cecea El zapatismo. De la inclusin en la nacin al mundo

    en el que quepan todos los mundos

    Jos Mara Gmez El segundo Foro Social Mundial de Porto Alegre

    y los desafos del movimiento social global contrahegemnico

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    Presentacin

    El presente volumen es fruto del encuentro del Grupo de Trabajo de Relaciones Internacionales (GTRI) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), realizado en la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil, en la sede del Instituto de Relaes Internacionais da Pontifcia Universidade Catlica do Rio de Janeiro (IRI/PUC-RJ), durante los das 22, 23 y 24 de agosto de 2001. Los objetivos del encuentro eran, por un lado, crear un espacio de debate entre los miembros del GTRI sobre los resultados de sus investigaciones en poltica internacional, las cuales abordaban, a partir de una amplia gama de enfoques, temas y reas geogrficas, cuestiones de relevancia crucial para Amrica Latina; y por el otro, reafirmar el compromiso de publicar un libro con las versiones definitivas de los textos discutidos. El motivo que lo impulsaba era la necesidad de comprender y analizar los cambios del contexto internacional operados en el tramo final de los aos 90 y sus implicaciones mltiples y adversas para la poltica mundial en general y para la latinoamericana en particular. De hecho, ya nada quedaba del triunfalismo de comienzos de la dcada pasada, con el que tanto se haba celebrado el advenimiento del orden mundial neoliberal de posguerra fra y sus engaosas promesas de prosperidad econmica y diseminacin de paz, desarrollo sustentable, democracia poltica y derechos humanos en el mundo. El siglo XXI naca, en cambio, envuelto en una densa atmsfera de incertidumbres y pesimismo. Y no era para menos. En el plano mundial, la crisis econmico-financiera golpeaba en el centro del centro del capitalismo corporativo global, con una profundidad que no alentaba expectativas de superacin en un horizonte previsible. El multilateralismo global y regional daba seales inquietantes de debilitamiento e ineficacia, mientras el unilateralismo hegemnico norteamericano se reforzaba, asumiendo inequvocos rasgos imperiales.

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    En fin, el propio orden mundial era objeto de contestacin poltica abierta por parte de un heterogneo movimiento social transnacional, en plena expansin y fortalecimiento. Amrica Latina, a su vez, enfrentaba una situacin cada vez ms dramtica, marcada por el fracaso del modelo econmico neoliberal, la intensificacin de los ejercicios hegemnicos hemisfricos de la superpotencia, la inestabilidad y fragilidad creciente de las instituciones democrticas y el aumento de la pobreza, las desigualdades y la conflictividad social.

    El programa de la reunin se basaba en dos actividades distintas y al mismo tiempo complementarias: en el horario de la maana, un workshop cerrado, exclusivamente para los miembros del GTRI y los invitados especiales, en el cual se discutieron versiones preliminares de varios de los textos aqu publicados; a la tarde, un seminario abierto al pblico en general, con el ttulo de Amrica Latina frente a las transformaciones globales y regionales de comienzo de siglo. Dilemas, desafos y perspectivas, cuyos tres ejes temticos eran: Globalizacin econmica y relaciones de poder y autoridad: es posible democratizar la gobernanza de la economa poltica global?; Poder y contrapoder en la economa poltica global: sociedad civil, resistencias y alternativas a la globalizacin neoliberal; Dilemas y desafos de Amrica Latina frente al nuevo siglo: entre poderes hegemnicos, protestas sociales y autonoma democrtica. Como se puede constatar con la simple lectura del ndice, la divisin en tres partes del contenido del libro tiene una ntima conexin con esos ejes temticos.

    Desde todo punto de vista -calidad y relevancia de las ponencias, nivel del debate, presencia numerosa del pblico- el encuentro fue un xito. Para completarlo, slo faltaba el paso siguiente: la publicacin. Sin embargo, dos semanas despus de la reunin ocurri el acontecimiento impensado de los atentados terroristas del 11 de septiembre y la respuesta imperial de la guerra infinita, abriendo una grave crisis internacional cuyas consecuencias inmediatas estremecieron y redefinieron drsticamente el escenario de la poltica mundial, con desdoblamientos inevitables en la regin. Ante esas circunstancias llenas de perplejidad e incertidumbre, me pareci sensato, en mi condicin de compilador del libro, suspender provisoriamente la publicacin y dejar abierta a los participantes la posibilidad de revisar sus textos. Algunos pudieron hacerlo, otros no, sin que ello significase prdida de actualidad y relevancia de los trabajos. Asimismo, convid a Joo Nogueira y a Nizar Messari, que tambin haban participado del workshop, a abordar, en el nuevo contexto post-11 de septiembre, ciertos aspectos y dimensiones relevantes del retorno de las cuestiones de seguridad y de la guerra al primer plano de la agenda internacional.

    Quiero aprovechar la oportunidad para reiterar mi agradecimiento a todos los autores que hicieron posible la realizacin de esta publicacin,

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    y a nuestros invitados especiales, Marie-Claude Smouts (Centre dtudes et Recherches Internationales, Francia), James Mittelman (American University, Estados Unidos), Atilio Boron (CLACSO, Argentina), Anbal Quijano (Centro de Investigaciones Sociales, Per), Ana Esther Cecea (Universidad Autnoma de Mxico, Mxico), Emilio Taddei (CLACSO, Argentina), Samuel Pinheiro Guimares (Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Brasil), Emir Sader (Universidade do Estado de Rio de Janeiro, Brasil), Paulo Gentili (Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Brasil), Joo Nogueira (IRI/PUC-Rio), Nizar Messari (IRI/PUC-Rio), Luis Manoel Fernndes (IRI/PUC-Rio), Maria Regina Soares Lima (IRI/PUC-Rio), Monica Herz (IRI/PUC-Rio) y Leticia Pinheiro (IRI/PUC-Rio), quienes con generosidad ampliaron el horizonte de interpelacin y aportaron riqueza y densidad a las discusiones de la reunin del GTRI. Quiero igualmente agradecer al Instituto de Relaes Internacionais, a la Vice-Reitoria Acadmica da Pontifcia Universidade Catlica do Rio de Janeiro y a la Fundao de Amparo Pesquisa do Estado do Rio de Janeiro (FAPERJ) por el apoyo recibido para la realizacin del encuentro. En ese mismo sentido, no podra dejar de mencionar el apoyo decisivo y constante de la Secretara Ejecutiva de CLACSO para llevar adelante no slo sta sino todas las actividades del GTRI. Por ltimo, quiero agradecer a Luciana Varanda, Coordinadora del Ncleo de Documentacin del IRI-PUC/Rio, cuya paciencia, dedicacin y responsabilidad fueron inestimables en la organizacin del encuentro y en el trabajo editorial de este libro.

    Jos Mara Gmez

    Rio de Janeiro, diciembre de 2002

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    PARTE I ASCENSIN Y CRISIS

    DE LA GOBERNANZA GLOBAL NEOLIBERAL TERRORISMO, GUERRA Y RESISTENCIAS SOCIALES

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    possvel democratizar a governana da economia poltica global?1

    Marie-Claude Smouts*

    A resposta est contida na pergunta. Aqueles que no consideram que a governana democrtica da economia poltica mundial possa ser um objetivo desejvel, racional e realizvel, no se preocupam com este tipo de pergunta. Poderamos apostar que George Bush Jr. nem pensa nisto: a idia de que a economia seja poltica, e que possa ser governada, no atinge seu universo mental. Os responsveis pela OCDE, pelo FMI, pela OMC, os ministros da economia e da fazenda dos pases do G7 tambm no se colocam esta questo ou, ao menos, no nestes termos: esto convencidos de que no se pode fazer muito mais do que eles j fazem pela regulao numa economia de mercado, que os agentes legtimos de uma eventual governana so eles mesmos, e que eles representam a quintescncia da democracia. Sua preocupao no consiste em tornar a governana mais democrtica, e sim em convencer a totalidade da populao mundial de que no haver felicidade dos povos, sem uma aplicao escrupulosa do Consenso de Washington2.

    Neste incio de sculo, onde a hegemonia do neo-liberalismo est bem estabelecida, introduzir a questo de uma governana democrtica da economia mundial uma posio polmica. Ela marca a recusa do famoso TINA (There Is No Alternative), herdado de Margareth Thatcher, que tende a fazer acreditar que no existe outra racionalidade econmica possvel que no a frutificao do capital financeiro; que no h melhor regulao do que aquela imposta pelo mercado; que a poltica tornou-se impotente; e que tudo est muito bem do jeito que est. Introduzir a questo de uma governana democrtica da economia internacional sugere, pelo contrrio, que nem tudo est to bem assim, que o abandono ao domnio do mercado no constitui nenhuma fatalidade, que existem possibilidades de ao, e que foras polticas e

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    sociais poderiam se organizar afim de retomar o controle de um capitalismo que se tornou selvagem, em todos os sentidos do termo. Ou seja, , sem a menor dvida, de poltica que se trata.

    Face a uma questo deste porte, difcil ignorar as prprias preferncias e falar de maneira imparcial. Tentarei fazer um esforo neste sentido, dividindo o tema em trs tempos: com que tipo de economia poltica internacional estamos lidando neste incio de sculo?; o que significa exatamente uma governana democrtica desta economia?; em que estgio se encontra hoje a reivindicao democrtica internacional, tanto no plano terico, quanto no que concerne a relao de foras? Ao proceder desta forma, tenho plena conscincia de estar apresentando o ponto de vista de algum que proveniente de um pas industrializado, europeu, membro do G7, ou seja, que estou inevitavelmente marcada pela maneira segundo a qual o debate est sendo conduzido no meu prprio meio. Alis, eu escolhi assumir essa posio, e refor-la, inserindo em minhas notas de rodap as mais recentes publicaes relativas a este tema na Frana, onde o debate bastante vivo, e, a meu ver, possui bom nvel intelectual.

    Me sinto muito feliz em poder trocar idias com colegas que compartilham o mesmo saber disciplinar, mas que so portadores de outras experincias et outras sensibilidades histricas, et que tm, certamente, tabelas de anlise de dados mais adaptadas situao na Amrica Latina. O que se segue no passa ento de uma viso extremamente parcial, como introduo aos trabalhos que sero efetuados durante os dois prximos dias.

    Sobre as caractersticas da economia internacional hoje em dia serei breve, por serem elas bastante conhecidas. Apresentarei apenas alguns lembretes para situar nossa discusso:

    A partir dos anos 70, o desenvolvimento do capitalismo entrou em uma nova fase, totalmente indita na Histria. A economia internacional funciona como unidade, em um tempo real, em escala planetria, apoiando-se nas novas tecnologias da informao e da comunicao. a globalizao (na Frana, costumamos dizer mundializao): globalizao do comrcio internacional, globalizao da produo e da distribuio, e, sobretudo, globalizao financeira, sobre a qual voltarei a falar mais adiante. Na verdade, esta globalizao extremamente seletiva, e est longe de ser universal. O comrcio internacional, os investimentos estrangeiros diretos, as tecnologias da comunicao, esto concentrados em determinadas partes do mundo, em certos pases, e em certas regies dentro destes pases. Um dos paradoxos bem conhecidos da globalizao consiste em acentuar os fenmenos de polarizao e de fragmentao, aumentando a distncia que existe entre aqueles que podem jogar o jogo da globalizao, e aqueles que dela

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    esto excludos. A clivagem no se d mais entre Norte e Sul, como antigamente, ela se d tambm entre os pases do Sul, e dentro dos pases, sejam eles do Norte ou do Sul. A mdia da riqueza cresce, porm as desigualdades se acentuam e dividem as sociedades em diferentes categorias, segundo o grau de insero dos indivduos nesta economia mundializada. Um processo que j foi magnificamente descrito por Robert Reich h uns dez anos atrs, e que nada veio modificar -apesar da violncia e dos malefcios que comporta, e que o autor j previra3.

    A outra caracterstica desta economia o fato de que ela funciona em redes4. Particularmente, a organizao das firmas multinacionais, em filiais funcionando em redes entre si numa escala planetria, modificou inteiramente as condies da produo e da distribuio, com os fenmenos de deslocalizao (e tambm de fuses e aquisies), que recompem sem cessar, sob nossos olhos, o mapa industrial. Cada elemento do processo de produo est localizado em um espao particular, escolhido em funo dos custos de produo, das regulamentaes locais, dos riscos-por-pas mais vantajosos. Esta organizao das grandes empresas numa escala global transformou, ao mesmo tempo, a organizao do debate social no mundo assalariado. As filiais so apenas sociedades exploradoras. As grandes decises estratgicas das quais dependem o emprego e as condies de trabalho de milhares de assalariados so tomadas pela holding, a sociedade-me, onde est o centro de deciso financeiro. Nas empresas globalizadas, a noo de empregador segundo a qual os trabalhadores costumavam se organizar, por setores ou por empresas, est se dissolvendo. Desaparecem tambm as antigas identidades fundadas sobre o ofcio, bem como as solidariedades baseadas nos tradicionais elos de proximidade, territoriais e/ou profissionais5. As palavras-chave so: flexibilidade, mobilidade, adaptabilidade. A globalizao corri os elos sociais e as pertinncias: os indivduos desafiliados vivem no presente, e na instabilidade, sem que possam se referir a valores coletivos durveis6. Estamos assistindo na Frana ao fechamento de vinte lojas da Marks and Spencer; o desamparo dos funcionrios, e a incapacidade do governo francs para responder a este desamparo, constituem uma imagem exemplar deste processo.

    Outra caracterstica da economia globalizada a mais decisiva de todas: a livre flutuao das taxas de cmbio a partir de 1973, a liberdade total de deslocamento dos capitais em escala mundial, a proliferao das inovaes financeiras, a exploso dos investimentos estrangeiros diretos, tudo o que possa permitir que os atores financeiros se instalem aonde bem quiserem, e concorram com os intermedirios locais e que resumimos sob o termo de globalizao financeira, provocou uma financeirizao das empresas jamais vista. Os principais acionistas das

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    firmas multinacionais so hoje os grandes investidores institucionais: os fundos de penso, os seguros de vida, os fundos comuns de aplicaes, sem esquecer os famosos hedge funds, constitudos unicamente para fins especulativos. Seu principal objetivo fazer frutificar seus capitais. Da o atual debate, extremamente acirrado nos Estados Unidos e na Inglaterra, sobre a noo de corporate governance, e os modos de relaes que as firmas organizam entre seus gerentes e seus acionistas. As exigncias destes ltimos podem ser exorbitantes: Eles impem s sociedades regras drsticas, como o imperativo de 15% de rendimento dos capitais prprios, e elaboram a lista negra daquelas cujas distribuies de dividendos lhes parecem insuficientes [...]. Alguns estabelecimentos rentveis porm insuficientes neste ponto so fechados, e seus empregados demitidos. Sinal dos tempos: j nem se tenta mais disfarar7.

    Assistimos ao mesmo tempo a um processo de desintermediao, que faz com que as grandes empresas se voltem para os mercados de aes para levantar os financiamentos de que precisam, em vez de se dirigirem, como o faziam antes, aos bancos, afim de obter emprstimos bancrios. As firmas so organizadas como grupos financeiros. A gesto da tesouraria tornou-se uma de suas principais atividades: As atividades de produo deixaram de ser essenciais, elas agora so percebidas como uma forma, entre outras, de valorizar o capital8.

    O conjunto destes fenmenos, que so evidentemente muito mais complexos do que resumi aqui brevemente, concede aos mercados de aes e financeiros, isto , a um pequeno nmero de atores privados, bancos e investidores institucionais, um poder considervel sobre a economia: so eles que fixam as taxas de cmbio e, consequentemente, o valor das moedas, que influenciam a fixao das taxas de juros, que acabam determinando as principais medidas macroeconmicas: investimentos, empregos, consumo. Quando surgem perspectivas atraentes, a maior felicidade, e o afluxo dos capitais; quando os mercados esto inquietos, o que ocorre um refluxo precipitado. Milhes de indivduos so abandonados da noite para o dia ao desemprego e misria. Foi o que vimos na crise Mexicana (1994), na crise Asitica (1997), e na atual crise Argentina...

    A esfera financeira no pra de inchar e de se alimentar com sua prpria lgica especulativa, desconectada da economia real. O mercado cambial o maior mercado que existe: o equivalente a 1,6 a 2 trilhes so movimentados por dia (mais do que o PIB anual de um pas como a Frana, 60 a 70 vezes o que representa o volume da circulao de mercadorias). Esta busca frentica pelo golpe de mestre, que vai fazer com que se arrecade bilhes, especulando sobre determinados pontos de variao monetria, alimenta o que Susan Strange chama de capitalismo de casino9. O crescimento das tecnologias do imaterial, e a

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    nova economia que provem disto, s fazem ampliar esse jogo onde as trocas sobre abstraes alimentam trocas sobre abstraes10.

    O nico princpio organizador desta economia globalizada o da livre concorrncia, e da livre circulao de todos os bens e servios. Sem querer entrar no debate ideolgico sobre as benfeitorias ou malefcios da globalizao em se tratando do crescimento e da prosperidade, somos obrigados a reconhecer que esta lgica dominada pela finana no uma lgica econmica de desenvolvimento, de valorizao e de organizao do territrio, e menos ainda uma lgica de melhoria do bem estar dos indivduos. Trata-se de uma lgica que leva individualizao, e que tende a desconectar a esfera social da esfera econmica. De um lado, uma esfera econmica mundializada, privatizada, desterritorializada, onde as sociedades so vistas como colees de indivduos, cuja nica ambio consistiria em maximizar seus interesses (fazer sua poupana render). E de outro lado, a esfera social, dado particular, local, do mbito do Estado, que deve se responsabilizar por ela. Uma tal dicotomia s pode fomentar uma terrvel crise da esfera poltica. Impossibilitado de ter um mnimo de autonomia de deciso que lhe permita fixar as grandes escolhas macroeconmicas, o Estado diz sofrer uma crise de autoridade e de legitimidade que constatamos em todo lugar.

    Os novos donos do mundo no seriam mais os Estados, mas seriam encontrados no universo financeiro. De acordo com certos autores, o verdadeiro poder pertence frao elevada do capitalismo financeiro, que rene essencialmente os acionistas controladores das grandes empresas, as instituies e fundos de aplicao, os fundos de penso, as grandes sociedades de corretagem e de auditoria financeira, e alguns parasos fiscais11. E Ren Passet complementa: Acrescentemos as instituies internacionais como o Banco Mundial e o FMI, que se comportam como servidores zelosos dos anteriores12.

    O que significa a governana democrtica de uma tal economia? No vou insistir aqui sobre o conceito de governana, que j tive a

    oportunidade de tratar em outra ocasio13, e falarei da noo de democrtica.

    Perteno uma gerao que se colocou, nos anos 70, questes semelhantes quelas que estamos nos colocando hoje: como construir uma ordem econmica internacional estvel, cuja finalidade seria o desenvolvimento, a reduo das desigualdades, e a instaurao de uma certa justia de redistribuio em uma escala planetria? Naquela poca,

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    as energias se mobilizavam pela Nova Ordem Econmica Internacional (NOEI). Muitos de ns engajaram-se profundamente neste empreendimento. Tratava-se de construir, atravs de uma negociao internacional entre pases industrializados e pases em desenvolvimento (o que chamvamos de dilogo Norte-Sul), uma ordem comercial e monetria favorvel a todos. O sistema das Naes Unidas era de onde esta Nova Ordem deveria surgir. Das sesses especiais da Assemblia Geral da ONU, passando por conferncias da CNUCED, a iluso do dilogo durou de 1974 at 1980, enquanto os efeitos do primeiro choque petrolfero, e das grandes ondas de nacionalizao verificadas nos pases do Terceiro Mundo se faziam sentir, e preocuparam os pases industrializados. Assim que foi deflagrada a crise da dvida (em 1982, com a dvida mexicana), e que teve incio uma reviravolta dos preos das matrias primas, o Terceiro Mundo deixou de ser preocupante, e o dilogo foi esquecido. Mas isto outra estria.

    O que eu gostaria de mostrar at que ponto, na poca, o contexto era outro. A questo da democratizao da economia internacional era entendida essencialmente nas relaes de Estado para Estado. A reforma dos procedimentos de voto nas instituies financeiras internacionais, FMI, Banco Mundial, era um dos pontos de discusso capitais. A reduo das desigualdades entre o Sul e o Norte era buscada na criao de uma nova ordem jurdica, um novo direito internacional: o direito do desenvolvimento. Admitia-se que os governos dos pases mais industrializados tivessem todos os meios de assegurar uma justia redistributiva atravs da ajuda pblica, de transferncias de tecnologia, de uma organizao dos mercados de produtos bsicos que pudesse garantir uma justa remunerao das matrias primas, da imposio de um cdigo de conduta s firmas transnacionais, etc. A discusso internacional a propsito da NOEI implicava to somente os Estados, sem nenhuma interveno importante das ONGs e demais manifestaes da sociedade dita civil.

    Hoje em dia, a situao diferente, sob todos os pontos de vista. Podemos, claro, protestar contra o papel preponderante desempenhado pelo G7, bem como criticar a dissimetria Norte-Sul no funcionamento das instituies financeiras internacionais (IFI), e apresentar propostas para democratizar o funcionamento das instituies de Bretton Woods reformando o clculo das alquotas e o sistema de votao das IFI. Alis, um relatrio parlamentar acabou de ser publicado na Frana a este respeito14. Porm, a verdadeira questo no esta. Ela faz parte da ideologia veiculada por essas instituies, e na desvalorizao do poltico, em prol da expertocracia da qual elas so artess. As IFI impem, a partir de Washington, as mesmas baterias de receitas para todos os pases que enfrentam dificuldades, sem nenhuma compreenso mais sutil das sociedades locais, das lgicas

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    culturais, das especificidades polticas neste ponto que se situa o desafio democracia. As condies impostas s polticas estruturais dos pases em desenvolvimento levam os experts do Banco Mundial e do FMI a escolherem as sociedades, em vez das populaes interessadas, muitas vezes apesar delas mesmas15 neste ponto ainda que se situa o desafio democracia.

    A questo crucial que se coloca hoje a eroso do poder poltico em benefcio dos poderes financeiros e dos experts de todo tipo que fazem sua propaganda, sob o pretexto da livre concorrncia, da abertura das fronteiras, e da integrao na economia mundial. Democratizar a governana da economia mundial significa, antes de mais nada, reintroduzir o poltico, ou seja, a capacidade de agir coletivamente sobre o curso dos acontecimentos.

    A tese da impotncia do Estado e da tirania dos mercados, uma tese amplamente difundida. Ela divulgada pelos prprios governos, na medida em que as decises so cada vez mais difceis de serem tomadas, e supem uma coragem que poucos polticos demonstram ter. No estado atual das coisas, verdade que a fora dos mercados financeiros irresistvel. Quando massas considerveis de fundos especulativos se posicionam contra uma determinada moeda, o Estado no pode fazer muita coisa; Georges Soros tem o poder de fazer despencar a libra britnica. Mas se todos os obstculos para a livre circulao dos capitais desapareceram, e se a esfera financeira foi globalizada, isto se deve vontade dos Estados mais ricos, que foram estimulados pela frao de sua populao preocupada em melhor remunerar a prpria poupana. A liberalizao do comrcio e dos investimentos internacionais, a privatizao das empresas pblicas, a desregulamentao da atividade econmica interna, se devem a polticas voluntaristas praticadas por governos. O processo teve incio nos Estados Unidos, com Ronald Reagan, e foi imediatamente seguido pela Gr-Bretanha da Sra. Thatcher. Ele se alastrou na Unio europia em meados dos anos 80, e se imps na maioria dos pases, inclusive na China, cujo caso bem ilustrativo da interao entre os mercados, os governos e as instituies internacionais no caso, a OMC.

    O papel do Estado mudou, a soberania foi corroda, mas o Estado continua tendo o poder de fixar os grandes objetivos, de ditar o direito, e de instaurar procedimentos de cooperao internacional. O que os Estados fizeram, eles podem desfazer. No isoladamente, claro, mas de uma maneira concertada, particularmente a nvel regional. E o que eles ainda no fizeram, mas que os partidrios incondicionais da globalizao querem incit-los a fazer, eles podem recusar: no foram os manifestantes de Seattle que levaram ao fracasso o lanamento do novo round de negociaes a respeito da liberalizao dos servios, e sim os pases em desenvolvimento, e um certo nmero de pases europeus que

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    no lhe eram favorveis. Quanto ao Acordo Multilateral sobre o Investimento (AMI), discretamente negociado sob os auspcios da OCDE, foi a Frana que se ops a ele, depois que algumas ONGs e movimentos de cidadania revelaram opinio pblica mundial o que se estava na verdade preparando. Podemos citar ainda a vitria conquistada sobre as companhias farmacuticas americanas, pelo Brasil e pela frica do Sul, no decorrer da batalha travada em torno da fabricao de medicamentos genricos contra a AIDS.

    Trata-se de saber se os Estados querem controlar o cmbio livre, e se de seu interesse faz-lo. No quero entrar aqui na discusso terica sobre o elo que existe entre a abertura comercial e o crescimento, a liberalizao financeira e o desenvolvimento. Me limitarei a retomar duas constataes feitas por Dani Rodrik, professor de economia de Harvard, que estudou, junto com um colega, toda a literatura sobre as relaes entre a poltica comercial e o crescimento: Nenhum pas conseguiu seu desenvolvimento dando as costas ao comrcio internacional e aos movimentos de capitais a longo prazo. Muito poucos progrediram sobre um longo perodo, sem conhecer um aumento por parte do comrcio exterior em seu produto nacional... Mas tambm verdade que nenhum pas se desenvolveu graas a uma simples abertura s trocas comerciais e aos investimentos estrangeiros. A receita, para aqueles que obtiveram xito, consistiu em combinar as oportunidades oferecidas pelos mercados mundiais, com uma estratgia de investimento nacional e de reforo institucional, afim de estimular o ardor dos empresrios locais. Em todos os casos notveis ... vemos uma abertura parcial e progressiva s importaes e aos investimentos estrangeiros. A concluso correta que podemos tirar de tais observaes no que devamos, por princpio, preferir o protecionismo em detrimento da liberalizao das trocas. No encontramos nenhuma prova, nos ltimos cinqenta anos, de que o protecionismo tenha estado sistematicamente associado a um crescimento maior. Simplesmente, no devemos superestimar os benefcios da abertura comercial16.

    E o que segue, e me leva diretamente questo subseqente: Quando outros objetivos que valham a pena concorrem por recursos administrativos raros e um capital poltico limitado, uma ampla liberalizao do comrcio nem sempre merece a prioridade absoluta que em geral lhe conferida nas estratgias de desenvolvimento17.

    A quem cabe definir estes objetivos que valham a pena, e decidir entre eles, quando esto em concorrncia? Aos experts do FMI e do Banco Mundial, ou s populaes geograficamente situadas que iro colocar em prtica estes objetivos?

    Democratizar a governana internacional, significa reconhecer que no existe democracia sem identidade coletiva, sem um debate entre as

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    populaes interessadas, a respeito dos problemas que devem ser resolvidos e sobre seu futuro comum, sem o reconhecimento, por uma coletividade, de uma responsabilidade compartilhada18. O que supe a existncia de comunidades polticas especficas, de espaos onde construir a idia do bem comum, e de executivos capazes de manter o sentido de tudo isto. A verso mole, abstrata e geral de democracia, reduzida aos direitos do indivduo, sobre um fundo de liberalizao dos mercados, que o discurso em vigor prope, no corresponde a nada mais que uma viso de sociedade composta por pessoas preocupadas unicamente com a prpria liberdade, sem histria, sem memria, sem razes, sem projetos coletivos. Aqueles que vm lembrar que a democracia deve estar amarrada em algum lugar, que no h democracia sem a participao ativa dos cidados na realizao de um projeto comum, e que no pode existir uma democracia cosmopolita sem que tenha havido anteriormente uma inscrio forte, dentro de um quadro bem delimitado estes so facilmente considerados nostlgicos reacionrios, e at mesmo protagonistas de um recuo identitrio. De fato, existe este risco. As primeiras manifestaes ativas da anti-globalizao aconteceram no seio da extrema direita, e em pases industrializados (milcias americanas, Front National na Frana, etc.). A rejeio da globalizao (confundida com a viso do indivduo egosta, hedonista, competitivo e meio ingnuo, que a cultura mercantil ocidental prope), constitui uma dimenso nada neglicencivel das reivindicaes identitrias que tm surgido praticamente no mundo inteiro. A verdade que a aposta da democracia consiste em elaborar um projeto e um sentido comum da responsabilidade, fundados sobre princpios universais, sem que sejam destrudas as entidades coletivas construdas pela histria. Est a todo o desafio da construo europia atual, mas, de uma maneira mais abrangente, tambm aquele de uma democratizao da governana internacional. A democracia no possui um modelo nico.

    Ela se inscreve em histrias particulares e em realidades locais. por este motivo que muitos vem no regionalismo uma etapa necessria e preliminar para a democratizao de vida internacional.

    O estado da reivindicao a favor de uma governana democrtica A tenso entre o local e o internacional , sem dvida, uma das

    contradies mais difceis com a qual o movimento de contestao contra a globalizao liberal, que no pra de se expandir, de Seattle Gnova, passando por aquele acontecimento fabuloso que foi o encontro de cpula de Porto Alegre, vai ter que se confrontar.

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    A hora propcia para se lanar uma grande campanha de reflexo sobre o balano do liberalismo enlouquecido, e sobre eventuais modelos alternativos. Os prprios dirigentes esto comeando a se questionar sobre determinadas coisas. O Consenso de Washington j est sendo denunciado a partir de seu interior: a sada retumbante de Stiglitz do Banco Mundial ilustra bem este fato. O comissrio europeu encarregado das negociaes comerciais internacionais, Pascal Lamy, obriga sua equipe a trabalhar arduamente sobre o tema da governana. Na Frana, o primeiro ministro age da mesma forma. No ano 2000, em Davos, grande parte dos debates chegou a discutir o assunto da questo social. O que no pouca coisa! Tem-se a impresso que um medo intenso est invadindo a tecnocracia dirigente.

    No plano terico, devemos confessar que tudo ainda est por ser feito. O diagnstico relativo aos danos produzidos pelo capitalismo selvagem est a, mas os grandes paradigmas alternativos ainda tm de ser construdos. H mais acordo sobre o que deve ser recusado, do que sobre propostas em comum. Nenhuma teoria se impe face aos adeptos incondicionais da liberalizao, que consideram que, assim como a democracia, o modelo no perfeito, mas que qualquer outro seria ainda pior. Uma das grandes dificuldades intelectuais e polticas, no que diz respeito mobilizao constestatria, ser propor um modelo alternativo, que no seja, mais uma vez, um modelo elaborado pelas elites educadas do Norte, e que seria julgado vlido para todos.

    At o presente momento, me parece que vemos surgir dois tipos de mobilizao e de ao. O primeiro reproduz o modo de exerccio da democratizao americana. Ele corresponde existncia de grupos de presso (ONGs) manifestando seu interesse por este ou por aquele aspecto da vida internacional: a defesa das espcies protegidas, a recusa do trabalho infantil, a recusa dos OGM (Organismos Geneticamente Modificados), etc. Estes militantes a favor de uma governana mais democrtica se mobilizam essencialmente contra as multinacionais e contra a corporate globalization (a mundializao a servio das grandes empresas). Isto cria um esprito: as multinacionais preocupadas com sua imagem multiplicam os cdigos de conduta e contratam deontlogos, os fundos de aplicao ticos so cada vez mais numerosos, etc! O que pode gerar resultados: por exemplo, o curso das aes de Monsanto desmoronou durante um certo tempo, e a firma foi obrigada a renunciar venda de Terminator. Mas os temas esto espalhados, e dificilmente se agregam.

    Um segundo tipo de mobilizao e de ao, de cunho mais europeu e latino-americano, consiste em pegar as coisas em sua base, empreender ao mesmo tempo campanhas de educao populares e de formao, visando ao, construo de novos conceitos (como o de soberania alimentar), e em lutar para convencer os dirigentes a adotar certas

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    medidas. a estratgia do movimento ATTAC, na Frana (Associao por uma taxao das transaes financeiras para a ajuda dos cidados). A ATTAC milita pela instaurao da taxa Tobin sobre as transaes financeiras, mas sua ao muito mais abrangente. Ela questiona a globalizao financeira, e todo o sistema que permite que esta exista, e busca uma outra mundializao, a servio do homem. O mesmo ocorre com o Jubil 2000, nascido na Inglaterra, que milita pela anulao da dvida terceiro mundista. o que faz tambm a mobilizao camponesa, que convm observarmos com ateno: conexes internacionais do Movimento dos Sem Terra, coordenao em torno da Via Campesina: 60 pases, mais de 50 bilhes de membros, no pouca coisa. Mas a respeito deste tipo de mobilizao, ainda tenho tudo a aprender com vocs.

    Para concluir, eu diria que as coisas se desenvolveram extremamente depressa, de uns cinco anos para c. No somente ns vimos surgir inmeros movimentos contestatrios, mas tambm os vimos se organizar em escala mundial, fazer sinergia, e empregar as prprias armas do sistema contra a ideologia neo-liberal: redes, tecnologias da comunicao de ponta19. Um novo internacionalismo parece estar se esboando, conduzido pelos atores da sociedade civil. Sua fora e sua legitimidade est em repetir o discurso dos dirigentes, e da expertocracia neo-liberal: luta contra a pobreza, desenvolvimento duradouro, luta contra os parasos fiscais, etc.

    Mas apenas um esboo, e percalos e obstculos o que no falta. O primeiro provem da contra-ofensiva que vemos se desenvolver no sentido de desacreditar este movimento de fundo em seu conjunto, tomando como pretexto as violncias exibidas durante as ltimas manifestaes: A no ser quebrar tudo e perturbar as reunies internacionais, essa gente no sabe fazer mais nada. Os sindicatos e partidos tradicionais que vem tais movimentos escaparem de suas mos, no so os ltimos a rebaixar os manifestantes, tratando-os de perigosos irresponsveis. O segundo obstculo ser a dificuldade em instalar duradouramente, e em transformar em verdadeiros movimentos sociais ancorados no campo de expresso da democracia, aquilo que por enquanto no passa da expresso pontual da aspirao das populaes, desejosas de recobrar o domnio de seu prprio destino.

  • Amrica Latina y el (des)orden global neoliberal

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  • Amrica Latina y el (des)orden global neoliberal

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    Notas Diretora de pesquisa no Centro Nacional de Pesquisa Cientfica/Centro de Estudos e

    de Pesquisas Internacionais e Professora no Institut dtudes politiques de Paris.

    Autora de numerosos livros e artigos sobre as organizaes internacionais, as relaes

    Norte-Sul, e as teorias de relaes internacionais. Suas ltimas publicaes so: Les

    organisations internationales, Paris, Armand Colin, 1995; Ls nouvelles relations

    internationales,et alli, Paris, Presses de Sciences-po, 1998; Le retournement du monde,

    com Bertrand Badie,3 edio, Paris, Presses de Sciences-po, 1999.

    1 Traduo de Dominique Grandi.

    2 Conhecemos este credo: reduo do dficit oramentrio; reforma fiscal, liberalizao

    dos mercados financeiros; liberalizao do comrcio; aumento das exportaes;

    medidas que favoream os investimentos estrangeiros; privatizao;

    desregulamentao e introduo da concorrncia em todos os setores da economia,

    inclusive nos servios pblicos.

    3 Robert Reich, The Work of Nations. Preparing Ourselves for 21st Century Capitalism,

    Londres, Simon and Schuster, 1991.

    4 Fenmeno bem analizado por Manuel Castells, La socit en rseaux, Paris, Fayard,

    1998.

    5 Sobre esses pontos, ver Alain Supiot, Vers un ordre social international?,

    Lconomie politique, N 11, terceiro trimestre de 2001, p. 34-60.

    6 Sobre os efeitos da flexibilidade no corpus social, ver: Richard Sennett, Le travail

    sans qualits. Les consquences humaines de la flexibilit (ed. Americana, 1998),

    Paris, Albin Michel, 2000; Robert Castel, Les mtamorphoses de la question sociale.

    Une chronique du salariat, Paris, Fayard, 1995; todos dois so citados por Pierre-Andr

    Taguieff, Rsister au bougisme. Dmocratie forte contre mondialisation techno-

    marchande, Paris, Mille et Une Nuits, Fayard, 2001.

    7 Ren Passet, Eloge du mondialisme par un anti prsum, Paris, Fayard, 2001, p.

    61.

    8 Jacques Nikonoff, La financiarisation de lentreprise, p. 70, in: ATTAC, Une

    conomie au service de lhomme. Paris, Mille et une Nuits, Fayard, 2001.

    9 Susan Strange, Casino Capitalism, Blackwell Publishers, 1986, Mad Money,

    Manchester University Press, 1998.

    10 Ren Passet, p. 67.

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    11 Jean Gadrey, Nouvelle conomie, nouveau mythe?. Paris, Flammarion, 2000, citado

    por Ren Passet, Eloge du mondialisme par un anti prsum, op. Cit. p. 35.

    12 Do mesmo autor, ver: LIllusion no-librale, Paris, Fayard, 2000.

    13 M.C.Smouts, Du bon usage de la gouvernance en relations internationales, Revue

    Internationale des sciences sociales, Unesco, Paris, N 155, maro de 1998.

    14 Yves Tavernier, Fundo Monetrio internacional, Banco Mundial: em direo a uma

    noite de 4 de agosto?, Assemblia nacional, relatrio informativo N 2801. Achamos

    longos extratos deste relatrio no conjunto de contribuies intitulado FMI, Banco

    Mundial: o fim de uma poca?, publicado por Lconomie politique, N 10, segundo

    trimestre de 2001. Dentre as propostas de reformas oferecidas, encontramos:

    reorganizar as circunscries para formar grupos de pases mais coerentes e reforar

    o lugar dos pases em desenvolvimento, etc.

    15 O que um antigo vice-presidente do Banco Mundial, Jean-Michel Severino, no

    hesita em reconhecer: No se escapa do poltico quando se presta ajuda ao

    desenvolvimento, Lconomie politique, Ibid, p. 9 e 17.

    16 Dani Rodrik, Les mirages de louverture extrieure, Lconomie politique, Ibid, p.

    51.

    17 Idem. Do mesmo autor, ver tambm Trading Illusions, Foreign Policy, March/April

    2001, p. 55 62.

    18 Fazemos totalmente nossa a reflexo sobre a democracia forte contra a

    mundializao tecno-mercante apresentada por P. A. Taguieff, op. cit.

    19 Encontramos uma boa apresentao destes movimentos e uma consistente anlise

    poltica desta mobilizao em Christophe Aguiton, Le monde nous appartient, Paris,

    Plon, 2001.

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    A globalizao alternativa1

    James H. Mittelman*

    Certa vez, a indomvel Margaret Thatcher referiu-se a globalizao neoliberal nos seguintes termos: no h alternativa2. Conhecida como TINA3, a sigla significa que a globalizao veio para ficar: inevitvel. uma fora irreversvel. Certo?

    De modo algum. Para entender porque no, preciso ir alm dos acontecimentos imediatos, no importa quo atraentes sejam, e adotar a perspectiva que o historiador francs Fernand Braudel chamou de a longue dure. O foco deve estar no horizonte de longo prazo que alcance o futuro da globalizao e aponte alternativas sua constituio atual

    Se a globalizao for considerada uma fora totalizante e inevitvel que governa a histria, pode, de fato, ser politicamente enfraquecedora. Dois fatores tendem a sublimar a poltica da globalizao. Em primeiro lugar est a pressa em implementar uma srie de polticas neoliberais que promovem a integrao do mercado, tais como a liberalizao, a desregulamentao e a privatizao. A seguir, surge a preocupao com o crescimento do mercado, em lugar de um desenvolvimento equilibrado ou da equidade. Quais, ento, so as possibilidades de resgatar polticas e as perspectivas de mudana?

    Ao responder esta questo, argumento que a globalizao abriu espaos, expandindo as fronteiras associadas com a vida poltica. Claro est, no se pode prever o futuro a partir de um conjunto de disjunes estruturais, j que a histria fundamentalmente impulsionada pelo desejo humano e, ainda que sujeita s foras globais em expanso, um processo em aberto. Logo, assim como a globalizao foi obra da humanidade, pode muito bem ser desfeita ou refeita atravs da interveno poltica. Do mesmo modo que ocorreu com a escravido,

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    com o feudalismo e com o capitalismo mercantilista, no h razo para crer que a globalizao neoliberal ser eterna.

    Globalizao neoliberal como utopia Os defensores da globalizao procuraram criar um mercado global

    no qual os povos do mundo se relacionassem cada vez mais uns com os outros apenas como indivduos. Sem rodeios, Margaret Thatcher declarou que no existe isto que chamam de sociedade, apenas homens e mulheres individuais e suas famlias. O neoliberalismo corroe a sociedade, subordinando-a ao mercado. Desta perspectiva, a globalizao uma tentativa de realizar a utopia de liberar o mercado do controle social e poltico, uma utopia porque simplesmente esta condio nunca existiu.

    No se trata apenas da utopia de um mercado livre composto de atores individuais ahistricos, mas tambm, como lembra a frase memorvel de Karl Polany, o laissez-faire foi planejado; o planejamento no4. No passado, a ao planejada de um Estado liberal na Gr-Bretanha teria gerado uma suposta economia auto-regulada, no entanto o esforo para implementar uma legislao anti-laissez-faire, desde 1860, comeou de modo espontneo e se expandiu gradualmente. No obstante uma diversidade de decretos, a abertura do assim-chamado mercado livre levou a um terremoto econmico, a um processo de polarizao socialmente disruptivo entre perodos de aparente desenvolvimento econmico. Polanyi descreveu a trajetria do controle social sobre o mercado at a liberao das atividades mercantis. O mercado obteve autonomia, subordinando a sociedade s suas foras; por sua vez, essa subordinao provocou um contra-movimento protecionista das foras sociais, particularmente da classe operria inglesa.

    Na medida que ofereceu uma explicao para a distopia da sociedade de mercado, Polanyi no apenas exps o liberalismo econmico na sua busca do mito de um mercado auto-suficiente, mas tambm apontou a necessidade de reintegrar as foras do mercado na sociedade. O que deve ser explicado, porm, so o sentido e as estratgias para essa reintegrao, como discutiremos a seguir.

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    A instabilidade da globalizao A globalizao questiona a habilidade do sistema interestatal

    existente para resolver certos problemas transnacionais fundamentais. Afinal, o modelo Westfaliano de Estados uma relquia do sculo XVII, estabelecido no Ocidente e imposto em outras partes do mundo.

    Traos deste sistema incluem as propriedades das novas tecnologias -interconexo e velocidade fulminante- bem como concentraes massivas de poder econmico privado que tolhem os recursos de muitas naes e desafiam a soberania nacional.

    Obviamente, o Estado no perde tempo. Aqueles que governam procuram ajustar-se acomodando os fluxos globais e transformando-os em vantagens locais e nacionais. Se verdade que nem todos os Estados sofrem o esvaziamento do poder na mesma medida, seria tambm um equvoco descrever os processos globais e o Estado como prisioneiros de uma relao soma-zero. Com a globalizao, alguns elementos no interior do Estado adquirem poder, enquanto outros o perdem. Entre os vencedores, esto os ministrios econmicos e as agncias administrativas que lidam com a rea externa. Enquanto isso, os agentes responsveis pela poltica social tm sua dimenso reduzida. No entanto, em nveis diferentes, todos os Estados perdem autonomia no sistema desigual emergente e operam, indubitavelmente, em contexto de rpida transformao. O sistema interestatal estvel, mas, apesar de sua persistncia, quando os Estados so livres para agir independentemente das restries do mercado? Cada vez mais, o poder do mercado organiza o Estado, por exemplo, via as condies do Fundo Monetrio Internacional e a especulao da moeda.

    Contra esse pano de fundo, o Estado tenta reconstituir-se e tomar iniciativas para freiar os processos globalizantes, porm, a capacidade de subjug-los difere muito em cada Estado.

    O quadro geral de reduo da atividade regulatria, de flexibilizao das fronteiras e de reduo de barreiras. A reestruturao do Estado acaba por significar que ele assumindo cada vez mais o papel de facilitador das atividades globalizantes, na medida que elas so localizadas no interior do territrio de uma entidade soberana5.

    Para expandir seu poder, os Estados estabeleceram um sistema altamente institucionalizado. No apenas proliferaram organizaes internacionais nas dcadas recentes, mas tambm, quando confrontados com os novos problemas da globalizao -tais como o cybercrime transnacional- os governantes procuram um nvel mais elevado de institucionalizao e uma coordenao eficaz do sistema interestatal. Por isso, h vrias rodadas de conferncias internacionais de cpula, em fruns como o Grupo dos Sete para os pases mais poderosos, e o

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    Grupo dos Quinze para aqueles em desenvolvimento. Outra frmula, cada vez mais evidente, dada pelas tentativas informais de coordenao de polticas, por exemplo, o Frum Econmico Mundial, encontro anual em Davos, na Sua, que rene os executivos das mil maiores corporaes do mundo, representantes dos bancos centrais, presidentes, primeiros-ministros, jornalistas e acadmicos. Outro modo informal de governana a Comisso Trilateral, composta pela liderana de conglomerados, de polticos e de intelectuais dos pases capitalistas desenvolvidos. Note-se que as formas privadas de governana esto adquirinido proeminncia. O poder estrutural controlado por empresas legais e financiadoras6 e pelas agncias avalistas de crdito, como a Moodys e a Standard and Poors, baseia-se numa avaliao das economias nacionais que autoriza ou impede os emprstimos e ainda influencia os termos dos emprstimos7. Este poder pode levantar ou destruir algumas economias em desenvolvimento.

    O cerne do problema que o sistema insterestatal depende a tal ponto de formas institucionais nacionais, que j no consegue corresponder expanso crescente das atividades polticas e econmicas mundiais. Essa incongruncia entre o limite do Estado-nacional e os fluxos globais reais so um convite ao pleno uso da imaginao poltica.

    Globalizao, no fundo, implica a busca de uma escala temporal e espacial adequada para a governana8. Mas, quais so as alternativas para esta busca? Acredito que so dadas no pelas propostas bem-intencionadas que ignoram os problemas de poder e conflitos de interesses, mas pelo poder de equilbrio que, no presente, implica a multiplicidade de resistncias globalizao neoliberal.

    Resistncias Na medida que o neliberalismo predomina atualmente e pode at no

    se ter desenvolvido plenamente, possvel que o argumento de Margaret Thatcher sobre a TINA9 esteja correto, mas h bons motivos para questionar o triunfalismo que essa afirmao denota. Um exemplo a frica do Sul, onde, como diz o poeta Dennis Brutus, h evidentemente uma disputa entre TINA e THEMBA10, que na linguagem zulu significa Tem de haver uma alternativa, ou, resumindo, esperana11. Para uma avaliao precisa, importante perguntar se o modo neoliberal de ordenar o mundo continuar predominante ou declinar at quem sabe o prprio fim. Como outras formas prvias do capitalismo, o neoliberalismo tem sua histria e as histrias tm comeos e fins. Certamente, o neoliberalismo no se esgotar por vontade prpria, ao contrrio,

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    contraposto a uma mirade de descontentamentos e presses, j vem sendo questionado por vrias foras ainda incipientes, mas, combativas e crescentes. Particularmente notvel e significativo o movimento de mudana no sentido da re-regulamentao, evidente no s na Amrica Latina, como em outros lugares. Entre as razes que justificam esta tendncia, esto os efeitos da crise econmica asitica de 1997-98, que afetaram profundamente outras regies e provocaram a emergncia de problemas sociais diretamente relacionados as polticas neoliberais.

    Em diferentes contextos, a resistncia surgiu tanto na esfera pblica como no mbito privado, mais pessoal e familiar. A resistncia no necessariamente expressa em alto e bom som pelo Estado nem pela sociedade civil, pode ser inclusive discretamente manifestada nos estilos de vida individuais. Em outras palavras, a resistncia globalizao pode no ser abertamente declarada, mas com frequncia latente, local e fluida. Tambm no se apresenta meramente contra uma estrutura que se impe, mas contm elementos afirmativos e positivos.

    Isto posto, o termo antiglobalizao, que se tornou lugar comum na mdia e nos textos populares, requer um exame criterioso, porque em si mesmo muito vago e tem sido utilizado indiscriminadamente. Ao classificar a ampla variedade de perspectivas sobre a globalizao em apenas dois rtulos -a favor e contra- diluem-se as distintas crticas sobre os processos de globalizao que surgiram a partir de diferentes posies no espectro poltico, perdendo-se a diversidade de tentativas de compromisso com a globalizao, e no de simplesmente evit-la.

    O rtulo antiglobalizao no consegue captar diferenas cruciais ao longo de um continuum entre posies reformistas e no-reformistas, associado como est a confrontos frontais -como a Batalha de Seattle de 1999 contra a poltica da Organizao Mundial do Comrcio (OMC), seguida em 2000 pelos protestos em Washington e em Praga na Conferncia Anual do Fundo Monetrio Internacional e do Banco Mundial, pelas desmontraes em Melbourne numa reunio do Frum Econmico Mundial, pelas manifestaes em Seul em torno da Reunio Asitica-Europia e a Cpula das Amricas em Quebec, em 2001. Alguns dos manifestantes apresentaram propostas de ajustes institucionais, enquanto outros (no s da esquerda, mas tambm os defensores do livre mercado) propuseram abolir as prprias instituies. Houve tambm empenho em modificar o sentido e o contedo das polticas, bem como tentativas de transformaes estruturais. De fato, importante distinguir entre, de um lado, aqueles que se manifestam contra a globalizao mas no contra o capitalismo e, de outro, aqueles que rejeitam o capitalismo e consideram a globalizao mais uma de suas etapas, a atual.

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    Meu ponto que a imagem dominante da antiglobalizao perde a importante distino entre o que abertamente manifesto e declarado -como as manifestaes e as greves- e as formas mais sutis e no declaradas, que incluem romances, peas, desenhos e msica popular. Sem dvida a antiglobalizao um conceito problemtico, j que define um fenmeno exclusivamente em termos negativos, empobrecendo assim a crtica social e anulando o que poderia ficar como lio dos debates sobre a globalizao. A nfase na crtica social em termos de antiglobalizao impede justamente a criao de alternativas.

    Muitos crticos so contra o neoliberalismo sem que o sejam contra a globalizao, porque, sem se curvar a utopias, defendem uma globalizao mais inclusiva, participativa e democrtica.

    Nos locais em que se realizaram os protestos pblicos contra a globalizao, a ao coletiva por parte de movimentos sociais distintos chamou a ateno dos aspectos internos da globalizao, especialmente a desigualdade mundial, a falta de transparncia no que se refere ao poder crescente do mercado em sua relao com a autoridade poltica e, em alguns casos, at mesmo a eroso ou a afronta dignidade cultural. A Batalha de Seattle tornou-se assim uma metfora brilhante para designar a nova dinmica da globalizao: uma interveno poltica atravs de uma aliana de grupos heterogneos de cidados na economia global.

    Porm, alguns pases, entre os quais o Japo, no passaram por essas experincias que dramatizaram, nas ruas, os perigos da globalizao. Durante os anos noventa e neste novo milnio, um perodo de elevada integrao de mercados quando rompe a bolha japonesa, o pronunciado declnio da economia acompanhado pela aquisio de muitas de suas instituies financeiras e outros ativos pelo capital estrangeiro, pela ruptura de certas barreiras protecionistas e o crescente deslocamento social de todos os tipos, considerados inevitveis nos limites da lancinante competio global. Se por um lado surpreendente que as manifestaes de protesto contra a integrao do mercado no tenham ocorrido no Japo, no se pode minimizar os aspectos de resistncia ao mercado e ao poder estatal que surgiram nos mbitos privado e familiar da vida japonesa.

    Uma anlise mais minuciosa revela uma resistncia, sem estridncia, aos alimentos geneticamente modificados por parte da Unio dos Consumidores do Japo e dos fazendeiros produtores de laticnio, que evocada em entrevistas pelos pesquisadores estudantes da Universidade de Ritsumeikan, em Kyoto. Os japoneses que cultivam o arroz esto tambm sutilmente questionando um trao-chave da globalizao -a liberalizao- na medida que no querem enfrentar a competio internacional. A abertura do mercado global apontada

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    como uma ameaa sua identidade, aos vnculos com a natureza e herana cultural e espiritual, da qual o arroz o principal componente. Outro tema palpvel so os fluxos globais que afetam as mulheres diretamente, com destaque para a indstria transnacional do sexo e a prostituio infantil em locais como a prefeitura de Osaka. Cada uma dessas questes que envolvem alimentao e gnero concerne as foras vitais do corpo humano, aspecto no qual o filsofo Michel Foucault encontrou as fontes do poder e da resistncia.

    Considerando-se o caso japons, observa-se uma considervel microresistncia globalizao, um padro coberto de macrobsignificado. O desafio obter a mediao entre micro e macro-resistncia. Os traos singulares do caso japons sugerem que no h uma melhor estratgia global para civilizar a globalizao. Seria fcil demais buscar uma soluo isolada para o amplo cenrio de problemas complexos que se expressam diferentemente em vrias regies com histrias, culturas e recursos naturais distintos. No h uma alternativa vivel satisfatria para todas as pocas e todos os lugares. Contudo, haver modelos, padres variados dos quais se possam criar alternativas?

    Cenrios alternativos A evidncia aponta uma ampla gama de esforos para criar

    alternativas e realiz-las na prtica, que podem ser reunidos em trs categorias bsicas. A primeira implica modificaes na globalizao neoliberal sem abalar suas estruturas bsicas, a segunda e a terceira demandam a destruio do paradigma neoliberal, impondo a rejeio s idias e s polticas que constituem os fundamentos do neoliberalismo.

    A primeira categoria considera axiomtica a afirmao de que h escolhas verdadadeiras no interior do prprio processo de globalizao. A escolha essencialmente poltica, a despeito das limitaes estruturais, e especialmente do aumento da hipercompetio e da tendncia favorvel ao Consenso de Washington (a onda de desregulamentao que comeou nos Estados Unidos nos anos setenta e provocou uma importante reduo dos gastos sociais). Afirma-se que o mercado pode beneficiar a sociedade desde que seja, de alguma maneira, cercado por polticas estatais inovadoras.

    No turbillho da enorme presso por uma maior globalizao, a Frana exemplifica a resistncia estatal ao manter grande parte da regulamentao, um generoso investimento no bem-estar (em educao, sade, frias, aposentadoria e seguro-desemprego) e uma slida

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    infraestrutura governamental, com a credibilidade de seus metrs e redes ferrovirias. Seus crticos apontam a alta taxa de desemprego, muito mais elevada que a dos Estados Unidos; o dficit governamental crescente; as greves e manifestaes frequentes que afetam a vida cotidiana, quando no a tornam catica; e uma legislao trabalhista labirntica, cdigos bancrios e um sistema educacional que desestimula a inovao. Tendo que enfrentar o modelo neoliberal anglo-americano e pressionado a adotar a soluo americana, o Presidente Jacques Chirac respondeu que seu pas tem noo de seu papel no mundo e lutar por manter seu estilo de vida: A Frana, disse, pretende continuar a ser a Frana12.

    Portanto, faces s mudanas impopulares que objetivam intensificar as presses econmicas globais, surge uma reao nacionalista no apenas dos segmentos desfavorecidos da sociedade, mas tambm dos prprios Estados. A resistncia francesa, claro, atpica, muito distante da atitude submissa de certos Estados que servem aos interesses corporificados na globalizao neoliberal.

    H vrias maneiras de se adaptar globalizao e no faltam propostas para a reforma institucional. No contexto interno, ajustes importantes nas agncias administrativas e nos procedimentos legais -por exemplo, no campo da imigrao- podem minimizar alguns dos problemas causados pela globalizao. No mbito das finanas, as reformas nacionais propem critrios mais rgidos para os bancos e fundos de investimento; uma taxa de evaso que puniria os investidores por subitamente retirarem seu dinheiro de um pas, e outras formas de re-regulamentao. E o que mais crucial, a poltica social pode aparar as bordas afiadas do mercado, especialmente a tendncia global da crescente desigualdade de renda13. Defensores das redes de segurana e das clusulas sociais tm pressionado nesse sentido, mas os cticos afirmam que elas podem servir de instrumentos de relaes pblicas, desviando a ateno de temas mais fundamentais. Sem dvida, h um debate sobre o papel adequado do Estado na oferta de bens pblicos: especificamente, eliminar a pobreza absoluta, garantir gua encanada, eletricidade e saneamento moderno para todos os cidados, proteger o meio-ambiente, financiar a famlia como uma unidade, melhorar as condies das cidades congestionadas, freiar a escalada do crime, acabar com a corrupo e o compadrio e promover a igualdade das mulheres e o direito das crianas. Se houver vontade poltica voltada para essas medidas, a escala adequada para tais intervenes pode tambm ser transnacional.

    Em termos globais, a realizao de reformas constitui um requisito que o FMI impe, incluindo a transparncia e um grau mais completo de prestao pblica das contas do governo14, alis aspectos de ajuste estrutural considerados louvveis at pelos crticos do Fundo (contudo,

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    alguns destes crticos acrescentam que as operaes do FMI so discriminatrias, na medida que so sigilosas, e que o Fundo deveria adotar consigo prprio os mesmos critrios que recomenda aos outros). Na prtica, adotar a frmula da transparncia e da prestao de contas requer que os regimes enfrentem a economia poltica de dominao, que frequentemente tambm a base de sua sustentao poltica.

    Logo, muitos lderes, como foi o caso na Indonsia de Suharto, viram-se no dilema de necessitar desesperadamente de capital estrangeiro e, embora relutantes ou at mesmo a contragosto, sob o risco de cometer suicdio poltico ao desmantelar as estruturas de dominao que mantm o Estado.

    Outra proposta para a reforma institucional a taxa de Tobin, que remete cobrana de um pequeno imposto sobre a circulao de capital internacional, de modo a desencorajar os especuladores a promover sbitas transferncias prejudiciais s economias vulnerveis. Sugere-se tambm a criao de um urgente sistema de alerta que chame a ateno mundial para as abordagens das tendncias econmicas, de um banco central global e de taxas de cmbio semiflexveis entre as moedas mais fortes. Tambm se aponta a necessidade de uma reforma institucional, mas, para o futuro imediato, difcil conceber os chefes de estado mobilizados para implementar uma nova arquitetura para a governana global, quanto mais imaginar o controle dos recursos de poder das corporaes que, afinal, transnacionalmente constitudo, portanto, em grande medida alheio jurisdio das organizaes soberanas. Note-se, principalmente, que essas alternativas s funcionaro se forem enfrentadas as relaes de poder intrnsecas globalizao. Em suma, uma arquitetura financeira realmente nova requer uma nova arquitetura poltica.

    A segunda alternativa demanda uma mudana estrutural e busca reescrever o roteiro da globalizao. direita do cenrio poltico, os ativistas e os intelectuais tentaram reafirmas as identidades com base na associao em comunidades religiosas, raciais, tnicas ou lingusticas, todas sujeitas s foras globais e frequentemente personificadas pelo imigrante, como a representao do Outro. Os movimentos baseados na religio reagiram drasticamente aos processos convulsivos da globalizao, a eles atribuindo, em parte, a tendncia a minar os valores da comunidade e rasgar o tecido social. Visto que a globalizao neoliberal facilita os intercmbios internacionais, desafia a cultura nacional e tolera a imigrao, os movimentos de direita, particularmente na Europa e nos Estados Unidos, contrapuseram importantes aspectos nesta estrutura, que em si mesma no uma sociedade de mercado. Por um lado, os grupos xenfobos invocaram polticas de proteo aos direitos e cultura dos povos nativos contra os interesses dos imigrantes, mas, por outro lado, tambm se opuseram aos esquemas

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    regionais como o Acordo Norte-americano de Livre Comrcio e a tentativa de expandi-lo do Mxico at o Chile e toda a Amrica do Sul, argumentando que eles enfraquecem a soberania e so precursores de um governo mundial. O projeto poltico da direita defende o princpio da soberania e, se pudesse, construiria uma fortaleza ao redor das fronteiras territorialmente estabelecidas do Estado, numa demanda implcita do fim da globalizao, em ltima instncia.

    Na busca de alternativas, h ainda uma terceira, tambm estrutural, porm, de fato, mais um projeto embrionrio que, de modo semelhante, pergunta: a globalizao indefinidamente sustentvel? Os lderes empenhados nesse esforo representam uma ampla constelao de foras sociais, geralmente as vtimas da globalizao, personagens da vida social, alguns polticos e intelectuais orgnicos. No so defensores de uma volta ao status quo anterior; no h a idia de retorno s condies prvias globalizao, nem o Estado do bem-estar social keynesiano de dcadas passadas a soluo. Ao contrrio da direita, este grupo promove a flexibilizao da soberania em prol de outros nveis de identidades, que implicariam em redesenhar as fronteiras da economia poltica. O projeto afirma a importncia do engajamento, mas enfatiza a questo local e os processos oriundos de baixo para cima da globalizao. Mais do que qualquer outro, esses ltimos processos acarretam uma maior difuso de poder, que abrange novos espaos para a experimentao e a reinveno das relaes entre o mercado, o Estado e a sociedade. Trata-se de um esforo para redefinir a poltica, expandindo o campo da poltica no-estatal. Demanda o controle democrtico e participativo das foras de mercado, o que, basicamente, uma questo de ao poltica, mas, em relao as estruturas globalizantes, tambm uma questo de assegurar maior autonomia -este conceito moral e poltico adotado pelos escritores da Grcia Antiga, de um modo algo distinto pelos tericos contratualistas e tambm presente na tica kantiana.

    O cerne da autonomia a auto-determinao -um princpio que tem ressonncia no liberalismo contemporneo, como demonstram os aspectos da teoria da justia de John Rawls (1993). O princpio da autonomia implica que os atores tem a capacidade de reflexo crtica e, a despeito das presses estruturais, o direito de escollher entre as opes dadas. O exerccio dos direitos requer algum grau de controle sobre as condies e os comportamentos. Assim, o princpio da autonomia significa o auto-governo poltico e econmico da maioria, bem como permite a liberdade e a igualdade na busca do bem comum15. No se deve porm confundir a noo de construir a autonomia a partir da base com enclausurar e tentar eregir uma fortaleza contra o mundo, um comportamento que poderia privar a sociedade civil de dar respostas globalizao, que por sua vez de fato acaba freqentemente extraindo

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    fora de seus elementos transnacionais. Uma declarao a favor da autonomia a partir da base eventualmente requer um complemento: iniciativas no interior da arena poltica estatal capazes de promover um grau maior de prestao de contas. Afinal, o submundo abaixo do Estado pode ser um lugar arriscado, em geral marcado pela fragmentao e algumas vezes pela intolerncia e por formas autoritrias de polticas de identidade que no se coadunam com a vida democrtica. Face ao empenho do neoliberalismo em limitar o mbito do Estado (tanto de suas atividades como de seu oramento) e impor a disciplina do mercado, um Estado forte que permita amplo acesso ao poder e uma sociedade civil atuante que reivindique polticas democrticas -como os novos movimentos ambientais e feministas- tendem a fortalecer-se mutuamente e podem servir como contraponto globalizao de cima para baixo16. Embora no haja razo alguma para supor que o Estado Nao seja eterno, atualmente o Estado e a sociedade civil, como seus muitos associados, parecem necessitar um do outro na conquista da globalizao democrtica.

    A perspectiva de um rumo normativo? Uma reao globalizao neoliberal questionar se ela

    eticamente sustentvel. Moral e politicamente, possvel manter um sistema global no qual a riqueza agregada das 225 pessoas mais ricas do mundo igual renda anual de dois bilhes e meio de pessoas, as 47% mais pobres da populao mundial? No qual os trs povos mais ricos tm recursos que superam o produto interno bruto dos quarenta e oito pases subdesenvolvidos?17 Ser que eticamente defensvel que esse seja o preo pago pelos ganhos associados expanso das foras de mercado? Ou seria melhor tentar reduzir o custo buscando uma soluo democrtica que, acima de tudo, seja uma escolha normativa? Certamente isto no seria uma panacia, pois h distintas verses da teoria democrtica e no se fazem escolhas normativas sem oposio. Ciente de minhas prprias limitaes, e dado o escopo deste texto, apenas posso sugerir alguns aspectos para posterior considerao, no uma anlise completamente desenvolvida. Esses aspectos constituem princpios, no polticas, j que as polticas devem ser projetadas levando-se em conta os diferentes contextos, o que, como se percebe, equivale a dizer que os princpios podem no convergir em uma nica resposta para todas as pocas e todos os lugares.

    Para avanar no exame dos nexos entre a globalizao e a democratizao, importante enfatizar que a globalizao econmica uma fora poltica emancipatria. De acordo com esta tese que est em

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    voga -discutida em foruns acadmicos e ocasionalmente na imprensa popular18- a globalizao no surge nem de cima nem de baixo, mas vem de mais longe. uma perspectiva segundo a qual a globalizao -um movimento lateral que cruza as fronteiras estatais na forma de capital, tecnologias, turismo, informao e conhecimento- dissemina valores e normas que se introduzem no Estado. A China e outros Estados tentaram bloquear essas foras, mas depararam com que a disseminao dos valores que acompanham os fluxos globais inevitvel. Argumenta-se ento que a globalizao econmica conduz democracia: atualmente, como retorno de seus investimentos, os mercados globais demandam o estado de direito, transparncia, confiabilidade, cooperao e pluralismo em transaes financeiras19.

    Uma coisa reconhecer que o neoliberalismo predomina, mas sua correlao com a democracia bem mais diversificada e problemtica do que a interpretao acima mencionada sugere. Se por um lado as reformas do livre mercado e a democracia liberal no se estabeleceram profundamente em alguns pases latino-americanos, como o Paraguai, por outro lado, especialmente nos perodos de eleies, h indcios de que as pessoas esto descontentes com o impacto da seguinte combinao: deficincias fundamentais no sistema bancrio e importante queda do valor da moeda, acompanhadas de taxas elevadas de aumento de desemprego, crime, pobreza e desigualdade de renda. Na verdade, o argumento de que o liberalismo de mercado gera a democracia liberal no impede retornos e mudanas no-democrticas: a eroso ou a decadncia da democracia em grande parte provocadas pelas reformas econmicas. Por exemplo, em 1997, um perodo de grande tribulaes econmicas, os bolivianos reconduziram seu ltimo ditador ao poder. Na frica, o quadro de diversidades amplo: distintos padres de reforma econmica e tipos de democratizao muito diferentes refletem as vrias combinaes de sistemas pr-colonial, colonial e ps-colonial nos encontros com as foras globalizantes.

    Nitidamente, a noo de que a globalizao econmica constitui fonte de polticas democrticas no se aplica runa dos Estados africanos que, depois de incorporados ao sistema Westfaliano e aps longa convivncia com os mercados mundiais, seguiram um caminho no-democrtico.

    Em termos mais elementares, o problema com a alegao de que a globalizao promove a democracia reside no fato de que ela ignora que os prprios mercados econmicos no prestam contas publicamente. A relao entre riqueza e poder tambm permanece obscura. Os mercados exercem o poder estrutural, inclusive o poder de punir o Estado se ele se afastar demasiadamente do rumo neoliberal. Isto em geral leva coero, como aconteceu com a implementao dos programas de ajuste estruturais que causaram protestos ao FMI em diversos pases.

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    De acordo com a lgica de um sistema de mercado, aquele economicamente poderoso, afinal, busca maximizar lucros e superar seus competidores.

    Embora a democracia liberal possa ser conveniente ou prefervel a outros mtodos de governo, os beneficirios da globalizao no tm interesse inerente algum em promover a democracia. A lgica dos mercados e a da democracia esbarram no tema da liberdade versus igualdade, de acordo com o sentido atribudo a estes conceitos. Logo, impe-se tambm uma questo do calibre das diferentes verses da democracia.

    Em suas muitas variaes, a democracia gira em torno da noo de prestao pblica de contas. A variante liberal ocidental distingue prestao pblica de contas na poltica, na economia e na sociedade, cada esfera sujeita a diferentes formas de governo. A nfase na variante ocidental adequada s formas institucionais, especialmente aos mecanismos eleitorais. A igualdade entre estratos sociais -que reduz a desigualdade no mbito econmico- no a prioridade em um sistema cujo trao principal a rotao do poder poltico entre aqueles que costumam representar os interesses dos segmentos privilegiados da sociedade, da a tenso entre globalizao e democratizao. Como ento pode a democracia ser um antdoto para uma forma de globalizao que circula a tal ponto fora de controle que entre seus descontentes se acham governantes, financistas, proeminentes economistas neoliberais, tanto quanto os marginalizados? Em outras palavras, como possvel rever as noes de globalizao preservando suas importantes realizaes e, ao mesmo tempo, satisfazendo os descontentes?

    Para abordar este instigante problema, ainda que de modo preliminar e esquemtico, preciso indagar o significado do controle democrtico no contexto da globalizao. Em suma, a democracia um conceito polmico; formas diferentes e competitivas so adequadas para estruturas sociais e histricas diversas, embora a noo de prestao de contas seja o critrio central da regra democrtica. Acrescente-se que a democracia no o estgio final da questo, mas se desdobra em dinmicas transformadoras. Antigamente, a democracia remetia a Estados com fronteiras territorialmente demarcadas que potencialmente podiam conter o movimento de povos, idias e tecnologias. Contudo, muitos Estados, particularmente aqueles com grandes concentraes de populaes migratrias e cidados empregados em empresas baseadas em outras regies, so submetidos agora desterritorializao e desnacionalizao. Com a globalizao, a democracia tem de ser reterritorializada, ambas fortalecidas no interior e para alm das fronteiras estatais -como um mtodo regional e, de fato, para solucionar os problemas globais.

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    Na verdade, subjetiva e objetivamente, h indcios de que o Estado nacional se est tornando um Estado transnacional. Neste, os cidados concebem suas identidades em termos de mais de um Estado -como no caso de algumas populaes migratrias- e participam ativamente na poltica de dois ou mais pases, o que, em alguns contextos, permitido pelos procedimentos legais e eleitorais20. O desafio ento o de repensar o conceito de democracia nacional e adequ-lo a uma forma de poltica na qual as fronterias no so erradicadas, mas diludas, ou complicadas por acordos para o cruzamento de fronteiras, alguns autorizados pelo Estado, outros oriundos da cultura ou da economia, que podem ser legitimados por um Estado relutante ou simplesmente no ser legitimados.

    Uma transio para a globalizao democrtica rene uma boa governana e uma governana global. A boa governana na esfera nacional a chave para reformular a globalizao, mesmo se o Estado no for uma unidade exclusiva ou ideal para dirigir esse processo. Como sugere Polanyi, o objetivo reintroduzir o poder econmico e poltico na sociedade, nas suas leis e instituies. No campo e nas cidades, esta uma questo de conferir poder sociedade civil, o que inclui o progresso das mulheres e o tema do estabelecimento de canais de acesso ao poder para os pobres e os estratos mais vulnerveis, em geral excludos do processo de tomada de decises sobre a alocao de recursos. Mais importante ainda, uma estrutura legal adequada supe no apenas o estado de direito e as garantias constitucionais dos direitos humanos, mas tambm a liberdade de vigorosos meios de comunicao. Estes valores essenciais que sustentam uma boa governana so promovidos pela construo de relaes viveis entre a sociedade civil e o Estado, e destes com a governana global.

    Nesta transformao, um tema vital a questo do acesso. Como possvel resgatar a governana global de modo que a sociedade civil possa significativamente participar nos mecanismos de direo e nos processos econmicos de uma globalizao fortemente estruturada, potencialmente capaz de distribuir a muitos -no meramente a poucos- os ganhos econmicos agregados (inclusive uma abundncia de bens de consumo), avanos tecnolgicos, maior informao, novo conhecimento e uma alternativa s formas de controle social h muito estabelecidas? No se tem muitas certezas sobre os eventuais resultados de um processo histrico aberto, mas, ao esclarecer as dinmicas, estar ciente das limitaes e imaginar as possibilidades, ainda que s vislumbrando o xito futuro, j se aponta o rumo que dever conduzir a humanidade por um caminho plausvel ao encontro de um porvir justo e civilizado.

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    Weiss, Linda (1998) The Myth of the Powerless State (Ithaca: Cornell

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  • James H.Mittelman

    45

    Notas *Professor de Relaes Internacionais na School of International Service na America

    University, Washington, D.C. Autor e editor de seis livros, incluindo Globalization:

    Critical Reflections e The Globalization Syndrome.

    El autor agradece a la State University of New York Press la autorizacin de la

    publicacin de este texto.

    1 Traduo de Ingrid Sarti.

    2 A globalizao neoliberal remete ao complexo de idias e polticas voltadas para a

    crescente integrao no mercado mundial. Minha conferncia no Rio de Janeiro, em 23

    de maio de 2001, baseia-se no captulo que constar do livro organizado por Richard

    Sandbrook. Civilizing Globalization (Albany, NY: State University of New York Press, no

    prelo). Este captulo d continuidade a temas tratados em The Future of Globalization

    (Bangi, Malaysia: Penerbit Universiti Kebangsaan Malaysia. National University of

    Malaysia Press, 1999) e The Globalization Syndrome: Transformation and Resistance

    (Princeton: Princeton University Press, 2000).

    3 Tina: sigla formada com as iniciais de there is no alternative.

    4 Polanyi (1957: 141).

    5 Cox (1987: 253-65). Para um ponto de vista oposto, ver Weiss, 1998.

    6 Sassen, 1996.

    7 Sinclair, 1994[a] e 1994[b].

    8 Jessop, 1997.

    9 Ver nota 3.

    10 THEMBA: sigla formada com as iniciais de there must be an alternative.

    11 Bond (1995: 3 e 7).

    12 Citado por Truehart, 1997.

    13 Teeple, 1995.

    14 Teeple, 1995. Embora o termo utilizado pela literatura especializada, accountability,

    seja amplamente utilizado no meio acadmico no Brasil, perfeitamente possvel

    adotar o conceito em portugus.

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    15 Held (1995: 146-47), e sobre a compatibilidade entre a globalizao e a teoria

    democrtica, Rosow 1999.

    16 Walzer, 1999.

    17 Programa de Desenvolvimento das Naes Unidas-UNDP (1998: 30).

    18 Veja-se Friedman, 1997 e 1999.

    19 Friedman, 1997.

    20 Glick Schiller, 1999.

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    tica, terror e soberania: questes para a teoria de Relaes Internacionais

    Joo P. Nogueira*

    Power is indeed the essence of all government, but violence is not. Violence is by nature instrumental; like all means, it always stands in need

    of guidance and justification through the end it pursues. And what needs justification by something else cannot be the essence of anything.

    Hannah Arendt, On Violence (p. 51)

    Introduo A brutalidade e o horror da guerra total marcaram o nascimento da

    disciplina de Relaes Internacionais. A reflexo sobre a relao entre nossa condio humana e os limites do uso da violncia, contudo, j encontra na antigidade clssica a contribuio eloqente de Tucdides, para quem a guerra mestre da violncia(Tucdides, 1986). Na Guerra do Peloponeso Tucdides nos mostra como Atenienses e Espartanos tornam-se, com o acirramento do conflito, capazes de praticar crimes que atentam contra os princpios de justia e prudncia comuns no mundo helnico. A transformao da Atenas de Percles no imprio brutal que conduz as expedies contra Melos e Siracusa representa o comeo do ocaso humilhante da poca de ouro da Grcia antiga. Ao contrrio do que nos dizem autores realistas de hoje, a obra de Tucdides um exemplo de reflexo sob