Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    1/7

    Joseph A. pAge

    UnperonismopArAelsiglo XXi

    institUto nAcionAlJUAndomingo pernde estudiose investigaciones Histricas, socialesy Polticas

    BUenos Aires

    2006

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    2/7

    unPeronismo Paraelsiglo XXi

    presentAcin

    Lo que es ms, es posible encontrar hoy, en la doctrina justicialista bsica,algunos principios fundamentales y sustantivos, sobre los cuales se podra

    erigir el peronismo para el Siglo XXIJoseph Page, Buenos Aires, 1998

    Tenemos una particular satisaccin en la reedicin de este Cuaderno conla palabra del proesor Page. Esta satisaccin se debe a que tuvimos el gustode recibir la visita del Proesor en nuestro Instituto, de poder agregar al co-nocimiento de que haba trabajado ocho largos aos sobre la vida y la obradel general Pern, su serena presencia, su inters por el uturo de la investi-gacin histrica sobre nuestro lder y la conrmacin de la continuacin desu trabajo que se plasmar en una nueva obra corregida y aumentada.

    Siempre es reconortante que investigadores de la talla del proesor Jo-seph Page, aporten su punto de vista sobre el movimiento peronista quecambi denitivamente la poltica argentina desde su jubiloso nacimientoel 17 de octubre de 1945 y que an hoy, a sesenta aos de su aparicin, sigueliderando los destinos de la Nacin.

    LorenzoPepe

    Secretario General

    Diseo, composicin y armado:Caligrax Servicios Grcos Integrales S. H.Av. Pueyrredn 1440, 2 - C1118AAR Buenos Aires

    Teleax: 4821-626

    [email protected] - www.caligrax.com.ar

    Impresin:Talleres Grcos DEL S. R. L.

    E. Fernndez 271/75 - Pieyro

    Teleax: 4222-2121

    Marzo de 2006

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    3/7

    JosePH a. Page

    4

    unPeronismo Paraelsiglo XXi

    5

    Joseph A. pAge

    El Proesor Joseph A. Page es graduado de la Universidad de Harvarddonde obtuvo su Maestra en Derecho (1964), como as tambin sus ttulosde Bachiller en Artes (1955) y en Derecho (1958).

    Es miembro del Colegio de Abogados de Massachusetts y del Distrito deColumbia (actualmente inactivo).

    Fue Proesor Adjunto y Titular de la Facultad de Derecho de la Univer-sidad de Denver (1964-68), y es actualmente Proesor Adjunto Titular de laFacultad de Derecho de la Universidad de Georgetown desde 1968.

    Fue proesor visitante en la Facultad de Derecho de la Universidad de SanDiego durante el verano de 1994.

    Es miembro del Directorio de Public Citizen, Inc.Ha escrito los libros:

    The Revolution that Never Was: Northeast Brazil, 1955-64, Grossman Pu-blishers, 1972. (Traduccin al portugus, Editora Record, 1989).Bitter Wages: The Nader Report on Disease and Injury on the Job GrossmanPublishers, 197.The Law of Premises Liability,Anderson Publishing Co., 1976.Pern: A Biography, Random House, 198. (Traduccin al castellano pu-blicada en dos volmenes, Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1984).The Brazilians, Addison-Wesley, 1995. (Traduccin al castellano Brasil, elgigante vecino , Emec Editores, Buenos Aires).Ha escrito, asimismo, diversos artculos y crticas de libros en la revista delNew York Times, The New York Times Book Review, Atlantic, New Repu-

    blic, The Nation, Amricas, Todo es Historia, Conmonweal, The Progressive,The Philadelphia Inquirer, The Boston Globe, Denver Post, The WashingtonPost, The Miami Herald, y The Christian Science Monitor.Sobre la Argentina, public los siguientes artculos:Report on Argentina, Atlantic, octubre 196.Evita; The True Life and Strange Cult of the Long-Running Legend, The Washing-ton Post, Washington, 20 de septiembre 1981.

    UnperonismopArAelsiglo XXi

    Es para m un placer muy especial, y un gran honor, el estar aqu con us-tedes en este importante y acogedor Instituto Nacional Juan Domingo Pernde Estudios e Investigaciones Histricas, Sociales y Polticas.

    La existencia de este Instituto es un signo evidente de la seriedad y ma-durez que ha alcanzado el Movimiento Peronista en esta etapa, en que tratade alentar la investigacin histrica de ese enmeno poltico y social que seconoce con el nombre de peronismo, investigacin basada en los hechos, ladocumentacin y los testigos, investigacin que no teme la verdad histrica,que no est presa con las cadenas del pasado y que hace honor al sujeto quela inspira.

    Yo pas ocho aos de mi vida dedicado al estudio del pensamiento, loshechos y los tiempos del General Juan Domingo Pern, les puedo dar tes-timonio personal de lo dicil que es seguir la pista a los documentos y laspruebas, que el bigrao necesita para dar vida al personaje cuya historiapretende contar. La tarea de los uturos bigraos del General Pern estaracilitada por lo que este Instituto tiene para orecerles.

    Hoy he decidido hablar no del pasado sino del uturo, y refexionar so-bre la relevancia que tendr el peronismo en la Argentina del siglo XXI. Loque quisiera hacer es sugerir lneas de investigacin que pudieran ayudar aesclarecer lo que el Dr. Caero, en el ttulo de su excelente libro, llama ElPeronismo que viene. Pern y el peronismo, o el justicialismo para usarun trmino tal vez ms apto, ueron producto de su momento histrico.Las consecuencias econmicas y polticas de la guerra catastrca que asol

    Europa y Asia, al igual que las uerzas sociales que despertaban en la Argen-tina, se combinaron para crear una encrucijada en la cual el nacionalismo yel estatismo del movimiento peronista, tomaron orma bajo la direccin deun lder, cuyo genio consista en su habilidad, tanto para adivinar como paraencarnar, lo que sus seguidores queran.

    Hoy, cuando la Argentina se prepara para entrar en el Siglo XXI, la situa-cin mundial y nacional no podran ser ms dierentes al estado de cosas queimperaba en el momento en que Pern entr en la escena nacional, no haylucha entre los Aliados y el Eje, no entre las potencias y anticomunistas. No

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    4/7

    JosePH a. Page

    6

    unPeronismo Paraelsiglo XXi

    7

    se cuenta, cmo cuando l lleg al poder, con las reservas de divisas acumula-das durante la Segunda Guerra Mundial, no se dispone del producto de unabalanza comercial avorable que pueda ser invertido en obras destinadas amejorar la inraestructura de la Nacin, o crear nuevos programas sociales.

    Hoy, una losoa ms o menos liberal prevalece en muchas naciones delorbe, y la realidad de una interdependencia econmica ha reemplazado el sue-o de la independencia econmica que constituy la base de los principios del justicialismo. Nuevas tecnologas en el rea de las comunicaciones han con-vertido al mundo en una aldea global, a la cual la mayora de los argentinosaspiran pertenecer. Por otra parte, el gusto amargo de la experiencia dolorosade varias dictaduras ha convencido a una gran mayora de los argentinos quedeben rechazar el autoritarismo. Y los vaivenes de experimentos y de polticaseconmicas que antao los hacan vulnerables a la plaga de la hiperinfacin,los han sensibilizado en cuanto a lo que es actible y deseable en esa esera.

    Por ello, querer volver al peronismo del pasado es una quimera: ellono suceder, ni tampoco es bueno y saludable que acontezca. Ha pasadomucha agua bajo el puente. Tanto la Argentina, como el resto del mundo,es un lugar completamente distinto. Los argentinos ya no estn aerradosal pasado sino que, como sus vecinos de Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil,quieren alcanzar un maana mejor.

    Quiere decir esto, entonces, que el peronismo no tiene otro lugar, comono sea en los libros de Historia? Hay quienes dicen ahora que el peronismonunca ue mucho ms que una orma de pragmatismo disrazado de loso-a poltica. Dicen que, uera lo que uera que uncionara, lo que hiciera altaen el momento, lo que decidiera el lder, ello poda ser racionalizado y se lohaca entrar dentro de los parmetros del justicialismo, doctrina que parecanutrirse de incoherencias. Bajo tal interpretacin, y considerando el hechoinnegable de que el movimiento peronista estuvo, en gran parte, animado

    por la energa de las emociones, la direccin que tomaban sus seguidoresdependa, exclusivamente, de lo que las necesidades prcticas dictaban.

    Si uno estudia la doctrina justicialista, y especialmente las palabras del propioGeneral Pern, puede hallar, en parte, conrmacin a la visin que tienen loscrticos del peronismo. El pragmatismo era una realidad, y esta es sin duda, laalla original que ms ha conundido a los justicialistas desde la muerte de Pern,cuando le toc al movimiento asumir realidades nuevas y retos desconocidos. Laelevacin del pragmatismo a nivel de doctrina, cosa que se da hasta el da de hoy,hizo posible que polticas que eran totalmente opuestas a lo que representaba

    el peronismo en la primera y segunda presidencia de Pern, puedan hoy caberbajo el mismo techo que antao cobijaba el peronismo. Existe otro interrogante,sin embargo, que ve la evolucin del justicialismo no como un pragmatismo sinprincipios, sino como un don de crecer y adaptarse a otras realidades. Por ejem-plo, el principio de la verticalidad, que en un tiempo era undamental para eljusticialismo, ha dado lugar a la adopcin de procesos democrticos que buscanacomodar la diversidad de opiniones en lugar de imponer obediencia. Esto, param, es un progreso y no una orma de pragmatismo.

    Lo que es ms, es posible encontrar hoy, en la doctrina justicialista bsica,algunos principios undamentales y sustantivos sobre los cuales se podra erigirel peronismo para el siglo XXI. En esta oportunidad quisiera explotar dos de esascreencias: el compromiso hacia la justicia social y la unin de las naciones.

    En 1946 el Presidente Juan Pern promulg que la justicia social era lameta central de su nueva administracin. Busc integrar a los trabajadoresal proceso poltico y tomar pasos conducentes a la humanizacin del ca-pital; prometi, adems, distribuir entre los trabajadores una tajada mayordel producto bruto nacional, en la orma de ingresos, asistencia mdica, edu-cacin y vivienda. Pern pretenda lograr esto mediante la expansin, antesque mediante la redistribucin de la riqueza existente en la Argentina.

    El llamado de Pern a avor de la justicia social, refeja el pensamientocatlico, tal como lo maniest, en el sig lo pasado, la Encclica del Papa LenXXIII titulada Rerum Novarum. En 1891, el Papa Len XXIII critic la econo-ma de libre mercado, debido a que ella infiga pobreza, inseguridad y hastadegradacin a la clase trabajadora. Aunque el Papa reconoca el derecho de lapropiedad privada, l identicaba claramente los excesos que podan derivarde un capitalismo desenrenado y expres su oposicin a tales excesos.

    Cien aos despus de la Rerum Novarum, el Papa Juan Pablo II reiter lassabias disquisiciones de Len XXIII, e hizo su propia crtica a la idolatra del

    mercado libre y el consumo insensato. En su Encclica Centesimus Annus, elSanto Padre reconoci el valor de los motivos de lucro como impulsores delcrecimiento y desarrollo, pero propici un capitalismo con rostro humano,y apoy la intervencin del Estado en la economa, para promover metas tanloables como el empleo total.

    La prueba dicil que hoy debe pasar el justicialismo es reconciliar el re-conocimiento de las demandas equitativas de la justicia social con la nece-sidad inevitable de seguir un modelo de desarrollo econmico que se apoyeen la energa creada por la empresa privada, por la libre competencia y por

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    5/7

    JosePH a. Page

    8

    unPeronismo Paraelsiglo XXi

    9

    el libre comercio. Los argentinos tienen una tendencia a llevar las cosas alos extremos algo que es propio del carcter nacional y por ello tuvieron,en los ltimos aos un gran apuro en abrazar una orma de capitalismosalvaje, por el que se debe pagar un trgico precio de la poblacin. Quienesson dejados de lado, deben luchar denodadamente para ganar apenas losuciente para tener techo y sustento.

    Los dictados del justicialismo especican claramente que el progreso nodebe, ni puede, ser medido en trminos de producto nacional bruto sola-mente. Por qu? Porque una sociedad en la cual las riquezas quedan con-centradas en las manos de unos pocos, mientras la mayora de la poblacinve que su estndar de vida disminuye, no es una sociedad sana. Tal sociedad,inevitablemente, surir de calamidades tales como el aumento del crimeny un deterioro en la calidad de vida. No hay que engaarse, este es el precioinevitable que hay que pagar por el capitalismo salvaje.

    Al mismo tiempo, ya ha quedado demostrado que la excesiva interven-cin del gobierno en la economa puede desalentar la creacin de la nuevariqueza que es esencial para el desarrollo. El Estado debe permanecer aten-to y orecer los incentivos necesarios para el crecimiento constante, lo quequiere decir que los empresarios tendrn toda la libertad, tanto para tenerxito, como para racasar.

    El estado puede usar su autoridad para terminar con los monopoliosque impiden la libre competencia y crear un clima en el cual forezcan lospequeos empresarios.

    Los neoliberales, que proesan una e inamovible en el sistema de libre mer-cado, insisten en que una marea alta eleva todos los botes. Pero la Historianos ensea que no todos los miembros de la sociedad pueden subirse a los bo-tes. Adems, ciertas aceleraciones en el crecimiento econmico suelen causardislocaciones en la clase media y la clase trabajadora, y redundar en benecio

    para quienes estn al tope de la pirmide social. Es o no posible crear un cli-ma econmico que aliente el aumento de la productividad, y que no termineproduciendo transerencias masivas de riquezas de los pobres a los ricos unenmeno que los brasileos llaman economa de robar al pobre para dar alrico, a la inversa de lo que haca Robin Hood?

    Quienes estuvieron a avor de la privatizacin de los entes del Estado ar-maban que ellos pueden ser mucho ms ecientemente administrados, si selos convierte en empresas privadas. Sin embargo, si no existe algn sistemade reglamentacin, por parte del Estado, que asegure que los servicios que

    se prestan sean de alta calidad, a un precio justo, y que, adems, sirvan paraevitar la concentracin econmica en las manos de monopolios privados, losviejos problemas van a ser reemplazados por otros nuevos.

    El justicialismo orece puntos de partida para la seria consideracin deestos temas. La doctrina social de la iglesia catlica pone al Estado y a la eco-noma al servicio de la humanidad. El justicialismo incorpora esta losoa ybusca adaptarla a la realidad argentina. Podra resultar cierto, que ahora queha desaparecido la dicotoma entre capitalismo y comunismo que dio lugar ala nocin de la tercera posicin, el justicialismo podra quizs ayudar a de-nir una segunda posicin que preservara el dinamismo de la economa demercado y asegurara la distribucin equitativa de la riqueza que se genera.

    El segundo aspecto del justicialismo tradicional, que vale la pena revivir y re-pensar, es la creencia en los benecios de la unidad de Latinoamrica, que inspirel amoso dictamen de Pern de que El ao 2000 nos encontrar unidos o domi-nados, basado en el sueo de Simn Bolvar de unicar el continente luego de suindependencia de la dominacin espaola; la visin de Pern estaba directamentemoldeada en el xito del Mercado Comn Europeo. Adems, l vio que la integra-cin de Latinoamrica era el nico camino hacia el desarrollo, que no iba a reque-rir el depender servilmente de ninguno de los grandes centros de poder.

    Hoy, uno de esos centros de poder ha desaparecido. Pero, en otros, elcapitalismo se mantiene inexpugnable. Las sociedades que no puedan pro-ducir capital de sus uentes internas deben inevitablemente depender de in-versiones provenientes de uentes extranacionales. El reto que deben enren-tar pases como Argentina es el de determinar bajo qu trminos se quierenintegrar al nuevo orden econmico mundial.

    Una de las opciones posibles es abandonar la identidad nacional y re-producir la clase de sociedad, orientada hacia el consumo y dominada porla televisin, que existe en la tierra del To Sam cuyos monumentos son los

    enormes y lujosos centros comerciales, la MTV y una cultura impuesta porHollywood; el poder de esta opcin queda demostrado en el hecho de queel consumo de vino, en la Argentina, ha ido disminuyendo porque los jve-nes, infuenciados por la televisin, estn bebiendo ms y ms cerveza.

    La integracin de Latinoamrica orece otra opcin bien dierente. Un blo-que de naciones de Amrica del Sur, unidas econmicamente, podra dictar supropio destino, tal vez no en todos los aspectos, pero s, ciertamente, en unamedida que les permitiera preservar su identidad cultural y los valores que res-ponden a las necesidades de su pueblo, mientras, al mismo tiempo, se lanzan a

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    6/7

    JosePH a. Page

    10

    unPeronismo Paraelsiglo XXi

    11

    impulsar un desarrollo econmico que llene los requerimientos peculiares dela religin.

    La ormacin del Mercosur es un hecho, sin lugar a dudas, coherente con laclase de unidad que Pern apoyaba, y representa el primer paso de un procesoque un revitalizado justicialismo podra ayudar a poner en marcha. Las eco-nomas combinadas de Argentina y Brasil no slo representan una uente po-tencial de tremenda uerza para la regin, sino que adems se complementande maneras positivas. El hecho de que la integracin econmica no sea ni cilni rpida, sino que requiera paciencia y gran esuerzo, para lograr un mutuoentendimiento de todas las partes, no debera ser motivo de desaliento, sinouna uente de renovador vigor y voluntad de triunar.

    Hasta ahora he hablado de lo indispensables que son la justicia social y launin Latinoamericana en las metas del justicialismo del siglo XXI. Quisieraahora tratar de demostrar que el logro de la una, sin el xito de la otra, puedellegar a ser imposible.

    Argentina y otras naciones de Amrica Latina han aceptado la necesidad deatraer capital extranjero a n de mantener el desarrollo econmico. Pero losinversores globales estn buscando obtener el mximo provecho en sus nego-cios y pueden mover su fujo de capital de un pas a otro en pos de las mayoresganancias, el tipo de inversiones pblicas que necesitan los pases en vas dedesarrollo para enrentar los problemas sociales causados por la pobreza, la in-salubridad y el desempleo, siempre trae consigo un aumento de los impuestosy en las asignaciones destinadas al gasto pblico. Ello hace que los inversoresextranjeros duden en comprometerse a aumentar el capital invertido en unpas, o decidan retirar el capital invertido en el mismo, cuando tal pas adoptaesas polticas. Ello puede causar que los inversores busquen invertir en los pa-ses que tengan los ms bajos impuestos y menores gastos pblicos.

    Si las naciones de Amrica Latina tratan de abordar este dilema individual-

    mente, el esuerzo puede no tener xito. Pero, si de alguna manera, puedenpresentar un rente unido, una solidaridad regional mediante la adopcin deiniciativas comunes respecto a impuestos y gastos pblicos, ellas podrn con-vencer a los inversores de que, a largo plazo, es en el inters de todas las partesinvolucradas, repartir las riquezas de una manera ms pareja, para expandirlos mercados domsticos, aumentar la productividad como resultado de unaabundante oerta de mano de obra capacitada y en un estado de salud, y crearla clase de estabilidad que podra ser imposible de mantener si la disparidadentre ricos y pobres continuara creciendo al paso en que est creciendo.

    Debo reconocer que se trata de una empresa extremadamente dicil. Perome da la impresin de que la integracin latinoamericana, basada en la premi-sa de que el capital internacional es una necesidad y es bienvenido, pero slobajo trminos razonables que benecien, a la par, a las naciones que los recibeny a los inversores, es la mejor deensa contra la clase de capitalismo salvaje quesiempre resulta ser autodestructivo.

    Desde una perspectiva histrica, cincuenta aos en la v ida de una Nacinpuede parecer slo un suspiro. La orma en que las generaciones uturas deargentinos apreciarn el justicialismo va a depender de cmo los argentinosde hoy puedan convertir el justicialismo de ayer en una doctrina que res-ponda a las necesidades contemporneas de la Argentina, y servir como guapara lograr un maana ms prspero y justo.

    Hay una inscripcin sobre el prtico de entrada a la sede del ArchivoNacional de los Estados Unidos que pudiera servir como slogan para estedistinguido Instituto: El pasado no es ms que el prlogo del uturo.

    Este Instituto existe, en parte, para preservar un segmento muy impor-tante del pasado argentino y es crucial que los jvenes argentinos de ahoray quienes an no han nacido, tengan acceso a ese pasado para refexionarsobre l y a partir de all construir un uturo que traiga paz y prosperidad atodos los argentinos.

  • 8/7/2019 Joseph A. Page - Un peronismo para el siglo XXI

    7/7

    ndice

    Presentacin ....................................................................................................

    Joseph A. Page ................................................................................................. 4

    Un peronismo para el siglo XXI ..................................................................... 5