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Renold, Juan MauricioReligión, Ciencias Sociales y Humanidades / Juan Mauricio Re-
nold; compilado por Juan Mauricio Renold. 1a edición. Rosario. UNREditora. Editorialde la Universidad Nacionalde Rosario, 2016.484 p.:16 x 23 cm.
rsBN 978-987 -7 02-1 45-5
1. Sociología de la Religión. l. Renold, Juan Mauricio, Comp. ll. Título.
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Foto tapa: Emilia Di Liscia
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UNR EDITORA - EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIOsecRetRRfR oe exrerustóN uNlvERSlrARlA
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Índice
Palabras preliminaresNota del compilador.
I. Antropología, Sociología, Arqueología y Religión. Antropología y religión
Juan Mauricio Renold. La sociología de la religión: una revisión del estado del arte.....
William Mauricio Beltrán Cely. El chamanismo en America del Sur. Temas y debates en laantropología de la religión .................. Shamanism in South America. Themes and debates in theanthropology of Religion.................
Robin Rodd. Perspectivismo amerindio. Notas antropológicas desde unacrítica postcolonial..................
Pablo Wright. Comportamientos religiosos desde la arqueología. Descubriendoel chamanismo en la materialidad simbólic a .................
Mariana Algrain
II. Lingüística y Religión. La expresión de lo sagrado en el contexto de la religiosidadsincrética de los qom. Una perspectiva etnolingüística ................
Margot Bigot. La etnolingüística wichí de los anglicanos...............
Rodrigo Montani
III. Historia y Religión. El catolicismo argentino entre el Concilio Vaticano I y elperonismo. Algunos debates teóricos e historiográficos recientes
Diego Mauro
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207
. Creencia Social, creencia Política. La fe como principioorganizador del futuro para Esteban Echeverría
Eduardo Hourcade. Religión, diplomacia y periodismo internacional
231
2s3Gabriela Dalla-Corte Caballero y Marcelo Ulloque
IV. Derecho, Filosofía, Teología y Religión. Derecho y Religión.. 275
Jorge R. De Miguel. Filosofia y Religión. Consideraciones sobre algunas vicisitudesde su relación en la historia del pensar occidental.. 291
Silvana Filippi. Teología, derechos humanos y religión: interfaces 317. Teologia, direitos humanos e religiáo: interfaces 342
Noli Bernardo Hahn
V. Arte y Religión. Arte y Religión. La transformación moderna.................
Neldo Candelero. El canto y la música en la Iglesia Metodista y su vinculacióncon el mensaje teológico....
José Tranier. El misterio,lo mítico, la superstición en Leónidas Gambartes...
Adriana Beatriz Armando
VI. Acerca de las Ciencias Sociales y Religión. Achaques, manías y desafíos en los estudios de la religión desde
las Ciencias Sociales...... 437Hilario Wynarczyk
. Religión: perspectivas sobre sus estudios socio-antropológicosy su futuro 447
Juan Mauricio Renold
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387
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Religión, diplomacia y periodismo internacional
Gabriela Dalla-Corte CaballeroMarcelo Ulloque
Profesora y Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Rosario; Magister en laUNR; Doctora en Historia de América por la Universitat de Barcelona (1999); Doctora en
Antropología Social y Cultural por la Universitat de Barcelona (2000). Profesora Titular de
Historia de América en la Facultat de Geografia i História de la Universitat de [email protected]
Profesor de Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad Nacional de Rosario,UNR), Magíster en Poder y Sociedad desde la Problemática del Género (Facultad de Hu-manidades y Artes, UNR). Docente de la Universidad Nacional de Rosario y del InstitutoSuperior del Profesorado No 5 de Cañada de Gómez y de suAnexo de Carcarañá (Santa Fe)
Introducción
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el trabajo asumi-do por el historiador o la historiadora a la hora de rescatar la miradasobre la religión. Los elementos elegidos para dar luz a este principioes la descripción periodística sobre la realidad religiosa, una estrategiaque permite úilizar periódicos históricos dedicados a ámbitos ajenos a
la religión, y que permitieron mantener y recrear las necesidades de lasociedad civil ante la transformación política, económica y hasta sani-taria. Desde el punto de vista religioso, nos interesa reflexionar sobre eltrabajo asumido por un literato e historiador particular, el catalán RicardoMonner Sans migrado a finales del siglo XIX, cuya contribución sobre lareligión bonaerense se dio a conocer entre los lectores catalanes a travésde su escritura llamada "Crónica Argentina" que escribió entre 1902 y el
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aflo 1927 en que falleció'. Dicha crónica salió publicada mensualmentepor la Revista Comercial lberoamericana Mercurio, revista inaugurada enel año 1901 como consecuencia de la pérdida de las colonias hispanas dePuerto Rico y Cuba, y clausurada en Barcelona en el año 1938, en plenaGuerra Civil española.
Sobre esta base, nuestra intención es abordar el rol de la prensa a lahora de presentar la religión como estrategia de organización social y deactuación pública. La mención que hizo este corresponsal otorga importan-ciaala interpretación. La mirada religiosa desde el punto de vista históricoy periodístico permite diferenciar la metodologiautilizadae identificar ins-trumentos significativos para los actores. Monner Sans reflexionó siempresobre la religión argentina, sobre la religiosidad de la sociedad, y sobre eljuego de los términos y de las palabras a la hora de historiar su creación yfuncionamiento.
Establecido en la localidad del interior de la Provincia de BuenosAires llamada Adrogué, Monner Sans colaboró vivamente en las páginascreadas por Estanislao Severo Zeballos con su Revista de Derecho, Histo-ria y Letras, así como en innumerables disertaciones ofrecidas en el "Insti-tuto Popular de Conferencias" de este literato rosarino. En pleno año 1899
decidió aprovechar esta publicación para dar a conocer su primer artículodedicado a la unión científica entre el idioma hispano y la religión argen-tina2. Parte de estas reflexiones salieron alaluz en un libro en el que este
cronista aplicó la disciplina paremiológict,la técnica que estudia refranes,proverbios y enunciados con la intención de transmitir a las nuevas gene-
raciones los términos tradicionales, y las relaciones de estos últimos conla experiencia personal y con los usos culturales e idiomáticos de otrosgrupos sociales.
l. Dalla Corte, Gabriela (2013). La crónica argentina de Ricardo Monner Sans.
Periodismo, política y cultura en la Revisfa Mercurio de Barcelona. Barcelo-na, Reial Académia de Bones Lletres. Prólogo de Borja de Riquer.
Monner Sans, Ricardo (1899). "Lareligión en el idioma (Adrogué, RepúblicaArgentina, prólogo de una obra en prensa con el mismo título)". Revista deDerecho, Historia y Letras. Buenos Aires: Imprenta Litografia y Encuader-
nación de la Casgdg-Jacobo Peuser,Tomo IV pp. 264-267.Monner Sans, Ricardo (1899). La Religión en el idioma, ensctyo paremiológi-co. Buenos Aires: Félix Lajouane Editor.
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Durante la última década del siglo XIX Monner intercambió intere-santes cartas con el presbítero Jacinto Verdaguer Santaló4, el poeta y autorcatzlátn dellibro L'Atldntidd, premiado en 1877 en lgs_luegos Florales orga-nizados en 1887 por la DiputaciónPñvincial de Barcelona. Por ello decidiópublicar en el año I 900 una biografia sobre Verdaguer utilizando para ello larevista dirigida por Zeballos6. Quizás por ello su tarea periodística ejercidaen Argentina llamó la atención en la prensa catalan4 y el resultado no fueotro que ser convocado desde Barcelona para escribir desde diciembre de1901 algunas páginas de la Revista Comercial lberoamericana Mercurio.Desde la localidad de Adrogué, Monner asumió su condición de correspon-sal, y aceptó enviar mensualmente una "Crónica Argentina". Sus escritosfueron reproducidos entre 1902y 1905, y posteriormente enfre los inicios dela Primera Guerra Mundial y el año L927 enque se produjo su fallecimiento.
Monner se dedicó a diüdir la crónica mensual en cuafro partes dife-renciables: la política para aseguÍr la posición asumida por el corresponsalante la fansformación partidaria argentina; la economía para garantizar lasrelaciones entre empresarios y comerciantes; la cultura educativa y artísticaen defensa del uso de la lengua hispana; y en particular el ámbito religiosoque no supuso una fiel y devota dependencia, sino el interés por identificarlos momentos más conflictivos entre la religión argentina, la Santa Sede, ylos religiosos originarios de ofras naciones que desconocían la lengua espa-
ñola. Como ejemplo de estos hechos, mencionamos que el espacio religiososalió a la luz en los primeros escritos de Monnerjunto a la alusión del funcio-namiento de las entidades asociativas españolas radicadas enArgentina. Parael cronista, el hecho más llamativo se produjo a mediados de 1904, cuandoel Cenffo Español de la Provincia de Córdoba acudió al cura de la Catedralpararealizat un acto, y se enconfó sin sillas ni sillones adecuados para laconcurrencia. Fue la oportunidad en que Monner se enteró de que en esa
4. Biblioteca Nacional de Catalunya, Cartas de Jacinto Verdaguer Santaló, Bar-celona, a Ricardo Monner Sans, Buenos Aires: 25 de abril de 1890; 17 deabril de l89l;23 de marzo de 1897; 14 de agosto de 1898; 14 de agosto de1899; 19 demayo de 1900.
5. Verdaguer, Jacinto (Mossen) (1878). L'Atldntida, Barcelona.6. Monner Sans, Ricardo (1900). "Un poeta catalan. Jacinto Verdaguer, Presbí-
tero" . Revista de Derecho, Historia y Letras, Buenos Aires, Imprenta, Lito-grafray Encuadernación de la Casa de Jacobo Peuser, Tomo V, pp. 384-400.
provincia sólo había sillas adecuadas en el salón de la Legislatura provincial,y con cierta ironía señaló que la única persona que ayudó a la colectividadespañola había sido Figueroa Alcorta al ordenar que esos muebles fuesen
trasladados a la Catedral, y que llegado el caso también fuesen enviados los
de la Casa de Gobiemo. Al acabar el acto, el Centro Español nombró a Fi-gueroaAlcorta "socio honorario" de la entidad,y para Monner la situación a
favor de la sociedad española explicaba por qué este personaje pasó a ocupar
la vicepresidencia de la República ArgentinaT.
No es casual este interés personal de Monner ante la actuación ejerci-da históricamente por órdenes religiosas, en particular por la orden jesuita.
En 1892 dio a conoce¡ su libro descriptivo sobre las misiones guaraníticas
de la República Argentina. Este libro fue escrito durante la celebración del
IV centenario del descubrimiento de América (1492-1892), y fue publica-
do en la ciudad BuenosAires por la editorial "LaArgentina" con el prólogo
elaborado por el ex presidente Bartolomé MitreE.
1. Mundo en guerra: cómo pensar la religión
De manera llamativa, la crónica periodística de Monner comenzó
a unir la política con los debates religiosos, asociativos y diplomáticos'Era una manera de educar a nuevas generaciones sobre el mejor compor-
tamiento a seguir. Los debates volvieron a producirse a partir del iniciode la Primera Guerra Mundial, momento histórico en que Monner decide
volver a trabajar como coresponsal de la Revista Comercial lberoame-ricana Mercurio. En 1914 este periódico quincenal reprodujo parte de laconferencia titulada "El Buenos Aires de ayer y el de hoy" que este catalán
hizo en la ciudad condal, presentándose ante el público como miembro de
la "guardia vieja" de la colectividad española en el Río de la Plata, y como
asistente a las misas en las que se cantó la Marcha Reale.
Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, Tomo 3, N" 33, I -08-
1904, pp. 193-194.Monner Sans, Ricardo (1892). Misiones guaraníticas (1607-1800), Pincela-
das históricas. Buenos Aires: Editorial La Argentina."Conferencia lelda-por RicardoMonner Sans en la Casa de América de Bar-
celona el dia 2 de enero de 1914, titulada 'El Buenos Aires de ayer y el de
hoy"'. Mercurio, Tomo 13, No 194, 22 de enero de 1914, pp. l8-21'
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Hablar de religión era habla¡ de diplomacia, ya que para Monnerel viaje hacia el conflictivo reino de.Bélgica que hizo el Internuncio mon-señor Locatelli, podía explicar parg gu! servía 1a-!g1gsia10. Este cronistaaclaró que su residencia en Adrogué le impedía conocer lo que estaba ocu-rriendo en las naciones europeas. No obstante, sí podía interpretar los efec-tos bélicos, sociales y económicos de la Primera Guerra Mundial entre las
clases humildes de la Argentina donde se sentían los efectos comerciales,mercantiles y laborales. Para Monner,erala iglesia la única entidad media-dora, por lo cual si prudente era prever los acontecimientos, acceder a losjustos deseos y anticiparse a las solicitudes sociales era la labor eclesiásticamás imprescindible para afrontar los medios poco pacíficos implementa-dos por una guena internacional o por un simple conflicto interno. Para
é1, el mundo debía encontrar un remedio salvador, una autoridad capaz de
aplicar nuevas nonnas sociales. Y más allá de los ateos -si los hubiese-, yde los librepensadores -también si existiesen-, "Ia lglesia surge de nuevocomo mediadora entre los ricos y los pobres, entre los que gozan y los que
sufren, entre el capitaly el trabajo"lt.Las noticias argentinas que llegaron a Barcelona incluyeron datos
sobre la reunión que hizo el episcopado argentino, convencido de que ha-bía llegado la hora de organizar una nueva evolución económica a fin de
evitar la demoledora revolución social. En ese momento había tenido lugarla fundación de una gran sociedad llamada "Pro-Paz Social", cuya primeraactividad no fue otra que una gran colecta nacional a través de la cual obtu-vo importantes donativos procedentes "de los ricos, para mitigar dolores yenjugar lágrimas de los pobres'1 Esta frase de Monner acompaña su propiainterpretación sobre las expresiones utilizadas por "Pro-Paz Social". Según
esta organización, la Iglesia recurría al desprendimiento delosricos, "perono invocando el amor ol prójimo, sino avivando temores de futuros despo-
7bs ". Esta entidad creía, aunque quizá con razón, que el miedo podía más
que el cariño. Y así, dado este convencimiento, se explicaba por qué en elmanifiesto lanzado al público aparecían frases tan significativas como las
siguientes y que él reprodujo en su crónica:
10. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina"6-07 -1916, p.235.
11. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina"6-ll-1919, p.270.
Mercurio, Tomo 15, No 258,
Mercurio, Tomo 18, N' 346,
251
"El mismo egoísmo si se concentra y reflexiona, si logra despertar el ins-tinto de conservación, no sólo comprenderá perfectamente, sino que dará,y dará mucho, muchísimo... Tbda idea de subversión, toda ansia de des-
quiciamiento social, todo instinto deferocidad y de rabia ha germinado yfecundizado en la mente y en el corazón de millares y millares de elementospoderosos. No ver esto, no comprenderlo, ni sentirlo, no es egoísmo y ta-cañería: es imprevisión e insensatez... Dime: ¿qué menos podrías haceti
si te vieras acosado o acosada por una manada defieras hambrientas, que
echarles pedazos de carne para aplacar su furor y taparles la boca? ¡Losbárbaros ya están q las puertas de Roma! "t2.
Las terribles palabras que Monner Sans reprodujo en su crónica loobligaron a afirmar que esta nueva sociedad "Pro-Paz-Social" entendía quelas nuevas generaciones eran "sensualistas", es decir, hedonistas. Pero lacaridad se aposentaba en pocas almas que eran aheffojadas y subyugadaspor lujos y placeres. El manifiesto mencionado era la cnticamás sangrien-ta que se había hecho ala organización social moderna. Y sólo la Iglesiapodía tener valentía para censurar un lenguaje que parecía pugnar con ladoctrina de amor del Crucificado:
"A las masas, y mqsas son los engreídos por la fortuna, no se les puedehablar mós que el lenguaje que comprenden, y si algo hay que lamenta4
no es que del documento que a la vista tengo se haya él legado un tanto elsentimiento que mas ennoblece a la estirpe humana, el amor al prójimo,sino de que hayamos llegado a una época en la que, para mover a lospoderosos de la fierra, haya que recurrir a avivar el miedo de que puedan
faltar mañana los goces terrenos de que en la octualidad se disfrutan"t3.
Pueden resultar anecdóticas estas reflexiones, pero en realidad supe-ran las intenciones que el propio Monner hacía llegar al público lector deBarcelona. En esta ciudad se dio a conocer en mayo de 1921la gran conmo-ción que produjo en Buenos Aires el crimen que privó de la vida a EduardoDato, jefe del Gobierno español y político conservador asesinado. Todas laspublicaciones del país exteriorizaron las protestas de la gente honradapara
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acompañar el sufrimiento peninsular. Todas las sociedades españolas, a ex-cepción del Casal Catalá, participaron en la misa celebrada en la Iglesia delSalvador. Junto a las colectividades españolas asistieron diversos miembrosdel Poder Ejecutivo, el intendente dé Buénos Aires;-Ítf embajador españolen Argentina, Marqués de Amposta. Para Monner surgió entonces no sólouna natural sorpresa o una consiguiente indignación, sino también las ideasimperantes en las colectividades: la guerra y la postguerra demosfraban quedebía primar la fircrza de Ia razón por sobre sobre la fwrza de la guerrara.
Durante el periodo de entreguerras, Monner afiarzó aún más la cul-tura de lapaz frente a la lucha política o militar. Con ello, aportó tambiénuna nueva diatriba contra la lengua francesa, contra los innumerables lite-ratos franceses que llegaron al Río de la Plata con apoyo gubemamental,y contra los "cerebros argentinos" cuyas disertaciones públicas eran resul-tado de su amor al suelo nativo y contrarias a España. Monner defendióasí su condición de migrante: "lejos de mi ónimo censurar el patriotismosano, mas digo con Tirso que el extranjero tiene derecho a la afable cor-tesía del dueño de casa"t5.. Y quizás por ello, en diciembre de 1920, yaacabada la guerra, sale en las páginas de Mercurio la información aportadapor Monner sobre la labor que debía asumir cualquier grupo católico ante
un contexto electoral, y que por entonces se encontraba en un universaldesquicio. La enfermedad de monseñor Mariano Antonio Espinosa, arzo-bispo de Buenos Aires y jefe de la Iglesia argentinar6, había generado unaenonne disputa entre los más elevados componentes de la misma. No eraun personaje menor, ya que se trataba del capellán que había acompañadola expedición conquistadora del desierto argentino en el año 1879junto apersonajes militares e intelectuales entre los que Monner destacaba a Esta-nislao Severo Zeballost7. Por ello según Monner esta situación sólo podía
14. Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 383, 5-05-1921,pp. 105-106.
15. Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, N" 418, 24-08-1922,pp.225-226.
16. Avelld Cháfer, Francisco (1998). Mons. Dr Mariano Espinosa. Primer Obis-po de La Plata. 1844-1900.LaPlata.
17. Espinosa, Antonio (1939). La Conquista del Desierto. Diario del Capellánde la expedición de 1879, Monseñor Antonio Espinosa, más tarde Arzobispode Buenos Aires. Buenos Aires: Ed. Comisión Nacional Monumento al Tte.Gral. Julio A. Roca.
2s9
resolverse a través de la sustitución de Espinosa por el Vicario Capitular,monseñor canónigo Luis Duprat, este último apoyado por los miembrosdel Cabildo Eclesiástico. Hombre virtuoso, de gran talento y de reconocidaenergía, Duprat era para el cronista el único que podía convocar una pasto-ral dirigida al clero, y hacerse cargo del gobiemo de la Iglesia argentinars.
Espinosa falleció poco después, y el cronista lo describió como un"prelado humilde, virtuoso, caritativo, y muy celoso del cumplimiento desus deberes sacerdotales"te.La condición de Monner como migrante es-
pañol y como hombre establecido volu¡tariamente en una localidad delinterior de la Argentina, le permitió afirmar que los mensajes explicativospodían ser acompañados con la terna que recibió el Poder Ejecutivo parala designación del nuevo Arzobispo de Buenos Aires2o. Esta lista elaboradapor el Senado argentino debía ser elevada posteriormente a la Santa Sede
en la que figuraría en primer lugarun joven de 46 años que se desempeñaba
como rector de la Parroquia de San Miguel. Para Monner era de suponerque el joven monseñor Miguel de Andrea ocuparía el alto cargo que quedóvacante con la muerte del mejor religioso de origen español de la Repú-blicaArgentina monseñor Espinosa, y que esta designación era contraria aEspaña, ya que en ese país y durante una breve estadía, había intentado demanera infructuosa organizar una colecta nacional2r.
Frente a la posible incorporación de Miguel deAndrea, Monner pre-sentó la visita que hizo el cardenal Juan Bautista Benlloch y Vivó, el obis-po de Urgel, copríncipe de Andorra y arzobispo de Burgos, además de car-
denal desde 1921. Durante esos días en que permaneció en Buenos Airesantes de trasladarse en ferrocarril hacia Santiago de Chile, Benlloch y Vivó'fue defiesta enfiesta y de banquete en banquete, ya que en agasajarlocompitieron por igual argenlinos y españoles". Palabras de este tipo acom-pañaron la propia interpretación de Monner como defensor de misioneros
Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, N' 375, 30-12-1920,pp.337-338.Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, N" 439, 14-06-1923,pp.186-187.Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, No 41 8, 24-08-1922, pp.22s:?2:5-..
Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, N'445, 6-09-1923,pp.285-286.
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jesuitas o franciscanos, aunque también impulsor de religiosos españoles,en particular de Benlloch y Vivó convertido entre septiembre de 1923 yenero de 1924 como enviado especial del Gobierno español en AméricaLatina. Por ello el cronista afirmóqüetste cardeñál $ózabade un poderosotalento, ya que su rapidez de concepción era acompañada por un don, pococomún, de crear frases que correrían de boca en boca. Según Monner: "hasido un hábil y afortunado sembrador de simpatías, admirando, a todos, supalabraJácil, la oportunidad de sus conceptos y su cariñosafamiliaridad,libre del estiramiento a que se creen obligados los diplomóticos de cortosalcances"22.
2. Como describir los conflictos religiosos internacionales
No son casuales estas descripciones. Con cierta libertad personal,en las navidades del año 1923 Monner decidió enviar una crónica señalan-do las propias dificultades generadas a la hora de empeñarse a glosar losdignos acontecimientos acontecidos en el país, y de hacerlos llegar a loslectores y lectoras de la Revista Comercial lberoamericana Mercurio deBarcelona. Los límites de un artículo frenaban su capacidad de expresión,aunque fuese la única estrategia de comunicación y de reflexión de natura-lezainternacional que podía utilizar un migrante catalánestablecido en lasantiguas colonias hispanas.
Comprimiendo los datos, Monner dedicó las páginas de ese fin deafro 1923 a describir lo que suponía cubrir la vacante del Arzobispado deBuenos Aires, y el papel ejercido por el Senado al elaborar la terna con-formada por tres dedicados obispos, terna que debía llegar a las manosdel presidente de la República, Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928),para que este último se encargase de remarcar su predilección. Y estefue el orden de los tres mitrados: además de monseñor Miguel de An-drea, los monseñores Abel Bazán, obispo de Paraná, y Francisco Alberti,este último religioso católico nacido en Argentina, convertido en últimoobispo y primer arzobispo de La Plata en los años I92l y 1938, quienes recordado hoy día como el obispo más joven de la historia del país alasumir esta tarea con sólo 34 años de edad, gracias a la designación que
22. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, No 449, l-ll-1923,pp.339-340.
hizo Benedicto XV23. Para Monner, el presidente Alvear siguió laprácticaestablecida históricamente por la Santa Sede, e indicó que monseñor deAndrea debía desempeñar el elevado cargo de jefe de la Iglesia argentina.Por ello agregó en su crónica:
"A los pocos días sabían los buenos católicos mílitantes que el mentadosacerdote contaba con pocas simpatías en el Vaticano, y tanto cuerpotomaron los rumores, y hasta mí llegaban las noticias con tal lujo dedetalles, que creí deber mío participarlo reservadamente a la direcciónde 'Mercurio' hace ya cerca de mes y medio. Pasaron más días, y laesperada aprobación Papal no llegaba, cuando de repente el público se
vio sorprendido al leer la carta de monseñor Miguel de Andrea, al señorpresidente de la República, renunciando al Arzobispado de Buenos Aires,lamentándose de la oposición hecha q su candidatura, protestando, esto
sí, de su incondicional sumisión al Papado, como hijo obediente de laIglesia Católica'na.
La presidencia de Alvear vivió este episodio de conflicto con el Va-ticano como parte de su propia actuación de transformación política.ParaMonner se trató de un conflicto gravísimo, ya que, de un lado, se encon-traban los patriotas de buena fe, pero exaltados ante el poderío de la SantaSede, al opinar erróneamente que bastaba que el gobierno propusiera uncandidato, para que la Santa Sede dijese "amén". Del otro lado, aquellosque entendían que el Papa, como indiscutible jefe de la grey católica, erael único ser humano autorizado para nombrar a los altos dignatarios de laIglesia. La gente poco reflexiva que exageraba el nacionalismo exagerado,como describiera este cronista para las páginas de la revista catalana, se
había convertido en un arna de combate que lideraban los ultra-liberales ymasones, entre los cuales uno de ellos se había preguntado públicamente,y con cierta revoltosa candidez, quién debía mandar en la patria, si el pre-sidente de la República Argentina o el Papa. Según Morurer:
Avellá Cháfer, Francisco (2002). Monseñor Francisco Alberti, 1865-l,938:Tercer obispo y primo arzobispo de La Plata.LaPlata: Universidad Católicade La Plata.Monner Sans, Ricfrdo, ?'CrónicaAi$énTina". Mercurio, N" 453, 27-12-1923,pp.407-408.
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"Tal campanada, recibida con aplauso por los enemigos declarados del
catolicismo, planteó el confiicto, que se ha resuelto de la manera mós tristeque cabe imaginar, insistiendg¡ gJ gobierno argexlino en que sea nombra-
do Arzobispo de Buenos Aires el obispo indicado por el Senado y por elPoder Ejecutivo, no aceptando, por consiguiente, la renuncia presenladapor el favorecido. De suerte que a un gobierno católico como el del doctorAlvear le cabe la gloria, no por cierto digna de envidia, de supeditar a un
patriotismo mal entendido, las siempre prudenfes decisiones del Vaticano.
Ya no tendremos arzobispo hasta Dios sabe cuándo, pues no es posiblesuponer que el Papado se decida, contra su deseo, a nombrar a monseñor
de Andrea, ni es probable que este Gobierno, volviendo sobre sus pasos, dé
por no presentado al candidato'Ds.
El rechazo del Vaticano de nombrar a Miguel de Andrea como ar-zobispo generó una enonne difusión periodística, incluyendo la "CrónicaArgentina" en la que su cronista hizo referenciaala decisión gubernamen-tal de proponer el retiro de sus representantes del Vaticano. Según MonnerSans, la actitud asumida por el gobierno argentino representaba su propiaobstinación, y daba motivo de regocijo para cuantos creían "que en asuntosde orden espirítual el Papado debe inclinarse ante la potestad civil". Esteconflicto ejecutado en un país siempre en construcción como la RepúblicaArgentina, no pudo ni preverse ni evitarse. Tampoco el ministro de Estadoy los diplomáticos estaban ala altura de sus elevadas funciones. Si este
conflicto religioso, cultural y político no podía preverse, el interesado de-bía aceptar de buena fe, y allanado el camino, la aceptación de la renuncia,en este caso la que hizo el propio monseñor Miguel de Andrea en noviem-bre de 1923.
A Monner le tocó explicar a los curiosos lectores catalanes por quéRoma no acogió la candidatura de monseñor deAndrea. Pero se defendió así mismo afirmando que sólo se limitaba a contestar lo que era del dominiopúblico, y sin recoger chismes del arroyo. Para él,la conducta privada delmitrado de referencia era verdaderamente intachable. Su actuación públi-ca, sin embargo, era demasiado política y mundana. Frases de este tipo uti-lizadas por un literato convertido en cronista periodístico no son casuales.Para Monner, si los pastores de almas debían serlo de todas, y especialmente
25. Ibídem.
263
de las descarriadas, "mal estaba el báculo en manos de quien a tan altajerarquía llega, patrocinado por damas de elevada alcurnia, y empujadopor las simpatías, no siempre sanas de los políticos". El posicionamientode este cronista migrante fue más lejos al afirmar, como hizo en todos sus
escritos mensuales, y siempre en defensa del posicionamiento de órdenesreligiosas frente a la Iglesia en sí y frente a los poderes políticos: "el quepueda entendeti que entienda; al mundanal aspecto, hay que anleponerIa modestia y la humildad". Y del bulto religioso también provenían losacontecimientos políticos: el entonces presidente de la República Argen-tina, Marcelo Torcuato de Alvear, si bien era menos personalista que losanteriores, mantenía una gran autoridad que alteraba sus propias funciones.Sus ministros, además, sufrían ante su conducta presidencial, ya que ensólo un año de ejercicio, Alvear había generado tres crisis ministeriales,y expulsado a los siguientes e imprescindibles funcionarios: Herrera Ve-gas del Ministerio de Hacienda, aunque la explicación fuese por temas desalud; Marcó de la cartera de Instrucción Pública, por los problemas edu-cativos generados por el presidente; Matienzo del Ministerio del Interior,quien se retiró de su puesto por entender que el Interventor de la provin-cia de Tucumán, nombrado por el Poder Ejecutivo, se había extralimitadoen sus funciones al contar de antemano con la aprobación del presidente.Para Monner, estos hechos salieron alaluz en todos los diarios argentinos,
"alborotando el gallinero, como vulgarmente se dice, no sólo por lo querefere, sino por lo que entre líneas se lee'46.
La lecfura de entrelíneas demostraba los hechos más graves de ese
momento, en el que podían descubrirse los entretelones de la política acfualque presentaban al presidente Alvear como prisionero de los anteriores di-rigentes políticos de laArgentina. La religión no podía ser entendida comoun instrumento ajeno al modelo político implementado, o a las relacionesinternacionales mantenidas con la Santa Sede. Este asunto que hoy díapodemos interpretar como un simple ejemplo del apasionado desempeño
de los políticos militantes, en su momento tuvo otros significados de cómoorganizar un Estado Nacional en tierras americanas, y cómo defenderlofrente a los antiguos poderes intemacionales entre los que se encontraba elpropio Vaticano.
El catalin Monner Sans, convertido en esos años en profesor ju-bilado del Colegio _Nacional de Bue¡os Aires, ya podía ofrecer nuevas
26. Ibídem.
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aportaciones, más políticas y personales, e interpretar por ejemplo el sig-nificado del rol ejercido por la Iglesia en el periodo histórico que siguió a laPrimera Guerra Mundial. Para este cronista de la revista catalana Mercurio,mientras unos personajes aplaudían1á?ñergía y laéÑ&ézade un presiden-te, otros preferían el carácter de un ministro que había optado por renunciara su puesto para retirarse así de la presión ejercida por un presidente que re-presentaba, en verdad, a un solo partido político, pero no necesariamente alpueblo argentino. Alvear, en síntesis, era el primer mandatario del pueblo,pero esto no significaba que todo ese pueblo pudiese soportar la acritud de
su carácteq de siempre impulsivo y violento2T.
El caso histórico que venimos analizando produjo en las páginas es-
critas por Monner Sans para ser publicadas como crónica en la revista cata-
lana Mercurio, una inte¡esante señalización sobre el papel ejercido por losministros con talento. No es casual una afirmación tan particular, formula-da por un migrante que luchaba personalmente a favor del reconocimientode la población catalana enArgentina. Según é1, la mejor manera de honrarla predicación era divulgando sus ideas. Mercurio, la revista convertidaen una especie de portaestandarte de la confraternidad hispanoamericana,debía recoger y hacer públicas no sólo las desinteresadas pruebas de amora España, sino también las críticas y los cuestionamientos dirigidos por lapoblación americana contra sus antiguos colonizadores, incluyendo, porejemplo, la información sobre las disputas acontecidas entre las autorida-des argentinas y la Santa Sede.
3. El triunfo socialista y el escrito de un jesuita
El primer día de mayo de 1924 sali6 desde Buenos Aires la crónicaargentina en la que Monner Sans, si bien no se presentó como profeta, afir-mó que predijo el triunfo de los socialistas en la Capital Federal argentina.En ese año pudo erigirse un senador y diecinueve diputados nacionales,todos ellos del partido socialista, que suponían la victoria apuntada en es-
critos anteriores. Algo similar acontecía en España donde estaba tomandoforma el partido obrero a través del uso, compacto y seguro, de las urnas,mecanismos que en Argentina estaban reforzando la decadencia del radi-calismo frente al socialismo neto. Este cronista mencionó innumerables
27. Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 453, 27-12-1923,pp.407-408.
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partidos que, por desgracia, podían convertirse en simples tirios y troya-nos, y en un anna de combate, en lugar de favorecer los intereses del país.Y a esto se sumaban, llamativamente, dos incidentes de dominio públicosobre el asunto delArzobispado que fueron puestos sobre el tapete por este
cronista: el primero sobre la llegada inmediata del ministro argentino anteel Vaticano a la ciudad de Buenos Aires; y el segundo sobre un artículotitulado "Los jefes de Estado y sus gobiernos ", que había sido firmado porel Padre José M. Blanco, de la Compañía de Jesús.
Monner Sans describió así este hecho: el ministro García Mansillahabía sido llamado por el Gobierno para que, verbalmente, informase so-
bre los diversos aspectos de su gestión para solucionar el largo pleito man-tenido por el Poder Ejecutivo argentino y la Santa Sede. Si bien este viajea laArgentina no suponía la intemrpción de las relaciones internacionales,la ausencia de un diplomático en la ciudad de Roma eÍa paÍa Monner unresultado de la ausencia de prudencia. Estos pareceres de unos y otros fi-grraron en la crónicajunto a las opiniones ofrecidas por quienes acusaronde ineflexión a la diplomacia argentina en la Santa Sede. El hecho de nohacerse cargo desde el primer momento de la gravedad, implicaba el des-
conocimiento de los indiscutibles derechos del Papado, y algunos sectores
pretendían aprovechar la ocasión para separar, de una vez por todas, laIglesia del Estado. La separación era patrocinada, no tanto por la gente co-mún, sino especialmente por un buen número de católicos, atentos a bienesmateriales, que se mostraban interesados en sostener la total independenciade la Iglesia en la República Argentina.
El cronista catalánhizo llegar a Barcelona otros datos paralelos: el es-
crito que hizo el sacerdote Blanco, quien sin renunciar a su derecho de emitirpor escrito, y en forma correcta, todas sus opiniones sobre el uso y el abuso
de la libertad. En su largo artículo titulado "El Mensajero del Corazón de Je-sús ", publicado en la revista propiedad de los hijos de San Ignacio, el Padre
Blanco había decidido escribir sus ideas -sin obligar a nadie a creerlas- afu-mando que todas las tiranías todas, tanto las dogmáticas como las religiosasy culturales, tenían su asiento en las Casas de Gobierno de todos los países
afectados. Una frase discursiva que, al tomar conocimiento el presidente de
la RepúblicaArgentina, generó un conflicto en el seno de la Cancillería, cuyoresponsable optó por acudir ante el superior del Padre Blanco, por entonces
rector del Colegio de El Salvador, exigiendo de que cada texto fuese contro-lado por las autoridfdleS, y que el fopió sacerdote fuese expulsado del país.
Y como escribiera Monner, así se hizo, tanto que al día siguiente este jesuita
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Brindar una información tal a la revista catalana Mercurio no es unhecho casual. Como indicara con iiertá ironía el fiffi cronista Monner,el rector del Colegio del Salvador decidió cumplir con el mandato del pre-sidente de la República, y confirmó ante el Ministerio de Relaciones Ex-teriores y Culto, que el Padre Blanco ya se encontraba fuera del país. Perocumplir con estos mandatos no era, según Monner Sans, el mejor ejerciciodemostrado por la Iglesia. Este curioso incidente se prestaba para llegaraún más lejos en las decisiones, y estamparlas en el papel. Por ello leídocon total atención el artículo publicado por el Padre Blanco; leídas tam-bién las interpretaciones periodísticas que fueron efectuadas por la prensa
uruguaya; leída la carta firmada por el rector del Colegio del Salvador; yleída finalmente la respuesta del presidente argentino, todo ello permitíadeducir que este tipo de conflictos provenía dela "visible tensión nerviosade algunos católicos militantes y de la Cancillería argentina". Una tareaque necesitaba aquietar los ánimos y calmar "a Dios lo que es de Dios, y alCésar lo que es del César'qg.
Mantenido en pie el conflicto del Arzobispado, y expresadas las
ideas del Padre Blanco, Monner optó por cuestionar la presión ejercida porel gobierno argentino contra ciertos sectores religiosos, en particular contrala propia orden de los jesuitas est¿blecidos en la ciudad de Buenos Aires a
través del Colegio del Salvador. Este caso había permitido a un gran grupode periodistas más bien sectarios la posibilidad de afirmar que la cuestiónde los católicos y de la Iglesia podía quedar en manos del Estado Nacionaly del ministro de Relaciones Exteriores y Culto. La llegada a BuenosAiresdel ministro establecido en la Santa Sede tampoco ayudaba para mejoraresas relaciones y para frenar la división enhe los mismos católicos. Elcatolicismo, por su parte, pugnaba por ahondar el conflicto, pero los verda-deros sabios no necesitan rebullir para que se le conozca y admire2e.
Hacia finales de ese año l924,las páginas de Mercurio volvieron a
incluir los temores del corresponsal catalán Monner Sans sobre la resolución
28. Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 465, 12-06-1924,p.207.
29. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, No 467, 9-07-1924,pp.222-223.
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asumida por el Papado. Monseñor de Andrea, que había sido propuesto porel Gobierno argentino para ocupar el cargo de Arzobispo de Buenos Aires,acababa de ser nombrado por el Papado como Visitador Apostólico de laAmérica española. Este nombramiento supuso la no aceptación de la pro-puesta del Gobierno argentino para designarle Arzobispo de Buenos Aires.De manera inmediata, de Andrea se trasladó hacia la República de Chile,dando así cumplimiento a la delicada misión que le encargara el Papado.
Para el Poder Ejecutivo argentino, la propuesta de monseñor de An-drea equivalía a un nombramiento, y su rechazo implicaba un agravio al
Estado Nacional y un atentado contra sus derechos. Desde entonces, elpresidente Marcelo Torcuato de Alvear optó por escuchar los argumentos
ofrecidos por los enemigos declarados contra la Iglesia, esos grupos que,
según Monner, no estaban constituidos por verdaderos católicos. Al mis-
mo tiempo, el propio monseñor de Andrea lamentaba verse, en su fuerointerno, como persona defendida por los enemigos de la Iglesia. Las argu-
mentaciones eran atodas luces más bien falsas e insólitas, ya que gozaban
deT "triste privilegio de hacer que los defensores del candidato propuesto
[fuesenJ los enemigos del Papado'80.
Este conflicto se había iniciado en un mal momento histórico que
fue acompañado por los años de postguerra y por la lucha de la Curia
romana contra el Gobierno argentino. Un pleito de dificil predicción que
debía ser utilizado como ejemplo de templanza. No implicaba desconocer
ni el talento ni las virtudes de un joven mitrado como el monseñor de An-drea. Para Monner, en las primeras de cambio el sentido común se alejaba,
permitiendo así que ocupara un nuevo sitio la pasión de la gente argentina.
Esa pasión era una mala consejera, y como decía el inmortal Balmes, "se
confunde la verdad con las apariencias de la verdad". Para Monner, era
seguro que, de tumbo en tumbo, "caeremos en el error arrastrando en él a
cuantos porfalta de tiempo, o por incapacidad mental, no saben encauzar
el propio criterio'Bt.Lo más interesante de estas importantes reflexiones religiosas seña-
ladas por el catalán Monner Sans fueron las referidas al rol ejercido por un
Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, No 476, 13-11-1924,
pp. 354-355. __ _--.Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 481, 22-0I-1925'pp. l6-17.
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diario periodístico. La prensa no podía confundir la propuesta de nombrara un monseñor como Arzobispo de Buenos Aires, con su designación comotal,ya que la representación cumplida por dicho Arzo_bispo no era otra quela de representar al Papado en lolá3uñtos espirituáles de la cristiandad. Eldeseo de dar solución a este caso sostenido entre el Gobierno argentino yla Santa Sede, y expresado de manera equivocada por la inteligente prensa,resultaba enojoso por la obstinación demostrada por la Cancillería argen-tina, un organismo diplomático que llamativamente el propio inmigrantecatalán Monner Sans calificó como oonuestra". Estos hechos ligeramenteapuntados en las crónicas argentinas de Monner, fueron reforzados al unirlas discusiones entre religión, diplomacia y periodismo internacional. Y siestos hechos no eran de gran importancia para los viajeros que no vivían enel país, sí que lo fueron para quienes habían decidido radicarse de maneradefinitiva en la República Argentina.
Llama la atención la apelación de Monner al rol ejercido por losministerios parlamentarios de antaño que solían seguir sus principios mi-nisteriales, frente a los actuales responsables que preferían borrar su per-sonalidad y convertirse en meros escribientes de la presidencia. Para elautor de la crónica, eran días en que la Iglesia argentina sufría momentosangustiosos por las nebulosidades que aún envolvían el nombramiento delnuevo Arzobispo de Buenos Aires. Y de ahí proviene la pregunta que se
hizo Monner Sans, y que aparece en su artículo publicado en la ciudad con-dal a inicios del año 1925: "¿seráverdad que la diplomacia, arte de mentires la causa de los conflictos que de continuo perturban la tranquilidad delos pueblos?'82.
Ricardo Monner Sans decidió utilizar el ya conocido pero olvidadorefrán "cuando pueden dar en el asno, dan en laalbarda", referido a todosaquellos que no podían vengarse en la misma persona que los ofendió,pero que lo hacían en algo que les pertenecía, dañando e impidiendo así sudefensa. Este cronista concluyó que el Poder Ejecutivo habia acabado pordonde debió empezar, esto es, eliminando el motivo de la disidencia gene-
rada ante la Santa Sede. La prédica desatada en los periódicos argentinoshabía acompañado las agitadas pasiones expuestas por los enemigos de laIglesia desde el seno del Ministerio. Y la luz de la sana razón debia apoyar
32. Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 481, 22-01-1925,pp. 16-17.
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a quien desde la Santa Sede procedía siempre con cautela, frente a los anti-páticos de una nación que preferían actuar sin criterio alguno. Diseñar unanueva actuación religiosa eraparte de la severa lección que había dado alos encargados de velar la tranquilidad pública33.
El malhadado conflicto religioso llegó casi a su fin con un gran con-tento expresado por los católicos, pero con una decepción inaudita entrelos enemigos de la Iglesia3a. Pero por fin, después de casi tres años de luchainternacional, el Gobierno argentino dejó atrás su derecho al patronato através de la declaración del religioso de Andrea como Arzobispo de Bue-nos Aires, y abrió las puertas de la presentación del Senado de una nuevaterna conformada por Francisco Alberti; Bernabé Piedrabuena, el obispode la Diócesis de San Miguel de Tucumán; y el Padre franciscano José
María Bottaro y Hertz, por entonces provincial pero preconizado por PíoXI como quinto Arzobispo de Buenos Aires.
Conclusiones
El catalán Monner Sans concluyó una de sus últimas contribucionesenviadas a la revista barcelonesa Mercurio antes de fallecer en la Repú-blica Argentina, recordando el peso ejercido por los tres años de conflictocontra la Santa Sede. El nombramiento delArzobispo de Buenos Aires eraparte del habajo asumido por el Vaticano de aceptar la propuesta hecha porel presidente de la República Argentina de consagrar al reverendo padre
Bottaro gracias a las Bulas de Roma. El cronista describió en las páginasde Mercurio que el virtuoso Bottaro prestó ante el Gobierno el juramentode rubrica, obligándose a respetar la Constitución Nacional. La aceptaciónde su investidura canónica se hizo en servicio de Dios y de la Patria. Parael catalán Monner Sans, esta agradable noticia había sido realzada por lallegada del Nuncio Apostólico monseñor Felipe Cortesí. La ceremonia ofi-cializó a Bottaro como representante oficial de Su Santidad Pío XI en laRepública Argentinars.
Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 485, 19-03-1925,p. 59.
Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, N'489, 14-05-1925,pp. 100-102. -¿ c-.Monner Sans, Ricardo, "CrónicaArgentina". Mercurio, No 532, 6 de enero de
1927,p.12.
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"¡Cuánto ofuscan los prejuicios relegar al olvido, como cosa so-ñada, Ias desavenencias entre la Curia romana y el Ministerio de Estadoargentino!".' esta frase casi literaria que aparece -ErLMercurio demuestrael interés personal del cronista por revestir los caracteres del conflicto, eidentificar a los enemigos declarados contra la Iglesia y la Santa Sede36. Yentre esos enemigos se encontraban algunos de los diarios argentinos que
dedicaron sus páginas para cuestionar la presión ejercida por la Santa Sede
contra el Estado argentino. De acuerdo a Monner, este mecanismo dejabaprever la división del clero en dos grupos, uno de carácter más bien nacio-nalista, y otro de naturaleza extranjera. Y como opción humorística optópor referirse de manera líquida ante este conflicto de humanas pasiones,
utilizando el expresivo refrán "Si tantos monteros la garza combaten, porDios, que la maten"31.
La construcción del Estado Nacional llevó consigo la conservacióny el mantenimiento de las tradiciones religiosas, místicas, fieles y devotas
de los creyentes de diversas nacionalidades establecidos en tierras argenti-nas. Por ello a finales del siglo XIX Monner Sans había optado por incor-porar en la obra de Zeballos un manuscrito sobre la historia de los párrocose iglesias nacidas en el mundo que él definió como "hispanoamericano"38.Según nuestro cronista catalán, era imprescindible hablar de la AméricaHispana para frenar la intención francesa de "desespañolizar a las Repú-blicas Americanas".
Es atrayente observar que en sus crónicas argentinas describió lavisita que acababa de hacer monseñor Alfred-Henri-Marie Baudrillart-religioso de origen francés, hijo del director del Journal des Économistesllamado Henri Baudrillart, y convertido desde 1907 en rector del InstitutoCatólico de París3e- quien había decidido publicar también un libro con el
36. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, No 492, 25-06-1925,pp.135-136.
37. Monner Sans, Ricardo, "Crónica Argentina". Mercurio, N" 499. l-10-1925,p.233.Monner Sans, Ricardo, "Curiosidades sobre párrocos e iglesias de Améri-ca (un poco de historia hispanoamericana)". Revista de Derecho, Historia yLetras. Buenos Aires: Imprenta, Litografia y Encuadernación de la Casa de
Jacobo Peuser, Tomo II, I 899, pp. 426-437 .
Baudrillart, Alfred y Paul Christophe (1994). Les carnets du cardinal Baudril-lart. París: Editions du Cerf.
38.
39.
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titulo Entre los Latinos de América. Según Monner, este religioso habíadecidido continuar con la tradición francesa de garantizar así la unión entre"la sangre, la cultura y la religión", pero con la intención de reducir así elpoderío histórico ejercido por la monarquía española frente al republica-nismo francés. Así concluyó Monner su defensa del término hispano frentea la palabra latino: "Aun cuando sea mucho pasar por la cultura... haytodavía quienes creen que sólo es bueno lo que de Francia nos llega, más
en cuanto a songre y religión ¿de quién más que de España las heredaronlas naciones sudamericanas? "40.
En ese mismo aflo 1925 Monner publicó sus cuentos infantiles conel título La Docenita del fraildl. Y al año siguiente, en 1926, aportó a larevista de la Universidad de BuenosAires (IIBA) la biografia de Sor Maríade Agreda junto a sus ideales políticos y moralesa2. El texto fue publicadocomo tirada aparte, y recibido por su mejor lector, el cervantista, literato yfilólogo barcelonés Juan Givanel Mas Gaziel(1867-1946). Givanel asumióel cargo de conservador de la colección cervantina Bonsoms de la Biblio-teca Nacional de Catalunya (BNC), órgano al cual también legó todas las
obras del catalünRicardo Monner Sansa3.
Este artículo aprovecha la original producción del catalán MonnerSans a la hora de identificar la utilidad de la religión para sostener la his-panidad en América. Sus contribuciones en las páginas de Mercurio nospermiten describir hasta qué punto utilizó la prensa como uno de los ám-bitos literarios más útiles a la hora de defender sus objetivos políticos,diplomáticos y culturales. El periodismo nos permite interpretar el sentidootorgado por Monner a las disputas religiosas surgidas en tierras argenti-nas, al compás de la internacionalización de las relaciones eclesiásticasque acompañaron la imposición de nuevas lenguas que competían con lahispana.
Monner Sans, Ricardo, Revista Comercial lberoamericana Mercurio, AñoXXV, Tomo 24,Barcelona, No 494, 23 de julio de 1925,p. 177.
Monner Sans, Ricardo (1925). La Docenita del fraile: cuentos infantiles.Buenos Aires: Talleres Peuser.
Monner Sans, Ricardo (1926). "Ideas políticas y morales de Sor María de
Agreda". Revista de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2" seriesección VI, Tomlg f-l-¡junio, pp. 361394.Monner Sans, Ricardo (1926). "Ideas políticas y morales de Sor María de
Agreda". Buenos Aires: Imprenta de la UBA.
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