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La teoría del enemigo necesario refiere lo útil que resulta adjudicar culpas a un personaje exterior L OS susurros últimos del Gobierno acerca del lanzamiento al pilón de Rodrigo Rato componen un relato algo tardío pero ex- piatorio que ha de suponer un alivio para todos aquellos que aún deseen creer en la cohe- sión armónica de la derecha española. La teoría del enemigo necesario, sin el cual, por cierto, no existirían el nacionalismo ni los grandes carteles de la Champions League, refiere lo útil que resul- ta adjudicar culpas y catalizar inquinas contra un personaje exterior hacia el cual existe una predis- posición cultural al odio. Justo cuando el PP se es- taba descomponiendo en el contexto de diferen- tes guerras internas que convergieron en la calle de Don Ramón de la Cruz en una actuación para las cámaras en la que sólo echamos en falta un buen rápel de los «geos», hete aquí que algún avis- pado descubre que entre los efectivos presentes había un funcionario de adscripción socialista. ¡Albricias! Ignoro si a ustedes les sucede con este funcio- nario lo mismo que a mí. Es decir, si también los asombran esos superpoderes con los que ha sido capaz él solo de movilizar tropas, emitir manda- tos e influir, acaso telepáticamente, en la volun- tad de varios ministros que, hechizados, manio- braron a espaldas de su presidente. Para que se- mejante portento maligno resulte creíble, ha sido necesario agitar, invocando incluso el 11-M, el mito de los «durmientes» de Rubalcaba. Un poco como los asesinos infiltrados del Directorio S de la KGB. Funcionarios de férrea ideología izquierdista, ca- paces por tanto de las peores atrocidades, inclu- so de cometer atentados para encubrir golpes, que no esperan sino a que alguien pulse un botón de «On» en Ferraz para conspirar contra personas benévolas como éstas de La Moncloa, vacunadas espiritualmente contra toda forma de corrupción, cuyo sacerdocio único es nuestro bienestar y lle- varse bien entre ellas, para lo cual hasta tocan la guitarra durante las excursiones en autobús. Ante la duda, ha sido el PSOE. Poco respeta el PP la in- teligencia de sus electores si todo lo reduce a este comodín basado en odios supersticiosos. Para reforzar esta nueva teoría de la conspira- ción, el PP nos pide también que reparemos en los supuestos dobles agentes que, siendo inspectores fiscales, hacen contribuciones a otros partidos y por lo tanto corrompen la naturaleza aséptica de las herramientas del Estado. No voy a recordar qué profesión compaginó el mismísimo Aznar con su militancia de primera hora en el partido. O sí lo voy a recordar: inspector de Hacienda. Pero sí me parece una pirueta notable observar que, jus- to cuando se acumulan indicios de que el Gobier- no hace un uso reprochable de los servicios del Estado, instrumento a veces de sus problemas in- ternos, de sus ajustes de cuentas poco garantistas e incluso de la intimidación del adversario, van e intentan hacerse pasar por víctimas de esa mis- ma manipulación obrada por infiltrados de un Di- rectorio S improvisado. Qué fea va a ser toda esta descomposición. DAVID GISTAU DIRECTORIO S Nadie quiere explicarse la razón de que cada día aparezca un monstruo nuevo E SPAÑA es ya una gusanera, mezcla birrio- sa de serie americana y película finlandesa, tanto en su vida pública como en su vida pri- vada. En la vida pública ha triunfado ese pu- ritanismo aspaventero (¡vamos a combatir la corrup- ción como jabatos!) que se lanza a modo de cortina de humo para ocultar las mayores atrocidades y el nihilismo de las ideas; y las masas cretinizadas se lo tragan, desconociendo que quienes han destruido nuestros bienes eternos no pueden restituirnos nues- tros bienes materiales, como nunca puede terminar bien lo que está mal en su raíz, según nos enseñan los clásicos. Pero las masas cretinizadas no leen a los clásicos, sino que despilfarran sus días inanes vien- do series americanas y películas finlandesas, donde los malvados quedan impunes y acaban haciendo barbacoas a sus nietecitos. Y piensan, ingenuamen- te, que en la vida ocurrirá como en las series ameri- canas y en las películas finlandesas, de tal modo que los políticos que han amparado la inmoralidad más rampante, la injusticia social, el homicidio del ino- cente y demás atrocidades nihilistas propias de nues- tra época les van a hacer barbacoas. ¡Pobres! ¿Y, mientras tanto, qué ocurre en la vida privada? Pues ocurre que no hay día que no aparezca un mons- truo, armado con una ballesta o una picadora de car- ne, como en cualquier serie americana o película fin- landesa. ¿Y cómo se explica que cada día aparezca uno de estos monstruos? Antes de que la gente pue- da pensar, enseguida sale un psiquiatra soltándonos la murga consabida: que si son seres egocéntricos y sin empatía, que si son impermeables a los remor- dimientos, que si ejercen la violencia de forma fría y desapasionada, que si patatín y que si patatán. Pero nadie quiere explicarse la razón de que cada día apa- rezca un monstruo nuevo, como si en su aparición hubiese una suerte de fatalismo dictado por los có- digos genéticos. Nada más falso, pues lo cierto es que las taras innatas son mucho más infrecuentes de lo que las masas cretinizadas piensan (o de lo que las series americanas y las películas finlandesas les in- ducen a pensar, para que no entiendan lo que real- mente sucede); y que incluso las taras innatas pue- den ser vencidas cuando existe un medio que actúa de freno o contención. El filósofo Taine ya nos explicó la función decisi- va que el medio desempeña en la formación (y en la deformación) del carácter. Y de un medio ambiente que fomenta y promociona los vicios de la carne y del espíritu, la destrucción de los vínculos familia- res, la declinación del principio de autoridad y un so- lipsismo social que nos impide ver en el prójimo otra cosa que no sea un instrumento para la satisfacción de nuestros intereses egoístas es natural que surjan monstruos. Por fortuna, la mayoría son pusilánimes e incapaces de llevar a cabo sus tortuosas fantasías, que sin embargo pueden seguir alimentando tran- quilamente en el interné, mientras pierden la pusi- lanimidad; o bien, entre la maraña de aberraciones fomentadas por el medio que han invadido su con- ciencia, todavía consigue filtrarse algo de luz divina que los disuade. Pero hay algunos que no son pusi- lánimes, o que tienen la conciencia tan enmarañada que ya no los alcanza la luz divina; y entonces cogen la ballesta o la picadora de carne para hacer realidad la aberración con la que llevaban fantaseando mu- chos años. Un medio que fomenta la depravación no puede sorprenderse de que proliferen las pasiones putres- centes, ni de que algunos monstruos se pongan un poquito violentos y echen mano de la ballesta o la pi- cadora para consumarlas. Tales monstruos, en fin, son otra prueba más de que lo que comienza mal no puede terminar bien. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA BALLESTAS Y PICADORAS DE CARNE PUEBLA LLUVIA ÁCIDA 12 OPINIÓN abc.es/opinion LUNES, 27 DE ABRIL DE 2015 ABC ABC (Madrid) - 27/04/2015, Página 12 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. 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Juan Manuel de Prada Ballestas

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Page 1: Juan Manuel de Prada Ballestas

La teoría del enemigo necesario refiere lo útil

que resulta adjudicar culpas a un personaje exterior

LOS susurros últimos del Gobierno acerca del lanzamiento al pilón de Rodrigo Rato componen un relato algo tardío pero ex-piatorio que ha de suponer un alivio para

todos aquellos que aún deseen creer en la cohe-sión armónica de la derecha española. La teoría del enemigo necesario, sin el cual, por cierto, no existirían el nacionalismo ni los grandes carteles de la Champions League, refiere lo útil que resul-ta adjudicar culpas y catalizar inquinas contra un personaje exterior hacia el cual existe una predis-posición cultural al odio. Justo cuando el PP se es-taba descomponiendo en el contexto de diferen-tes guerras internas que convergieron en la calle de Don Ramón de la Cruz en una actuación para las cámaras en la que sólo echamos en falta un buen rápel de los «geos», hete aquí que algún avis-pado descubre que entre los efectivos presentes había un funcionario de adscripción socialista. ¡Albricias!

Ignoro si a ustedes les sucede con este funcio-nario lo mismo que a mí. Es decir, si también los asombran esos superpoderes con los que ha sido capaz él solo de movilizar tropas, emitir manda-tos e influir, acaso telepáticamente, en la volun-tad de varios ministros que, hechizados, manio-braron a espaldas de su presidente. Para que se-mejante portento maligno resulte creíble, ha sido necesario agitar, invocando incluso el 11-M, el mito de los «durmientes» de Rubalcaba. Un poco como los asesinos infiltrados del Directorio S de la KGB. Funcionarios de férrea ideología izquierdista, ca-paces por tanto de las peores atrocidades, inclu-so de cometer atentados para encubrir golpes, que no esperan sino a que alguien pulse un botón de «On» en Ferraz para conspirar contra personas benévolas como éstas de La Moncloa, vacunadas espiritualmente contra toda forma de corrupción, cuyo sacerdocio único es nuestro bienestar y lle-varse bien entre ellas, para lo cual hasta tocan la guitarra durante las excursiones en autobús. Ante la duda, ha sido el PSOE. Poco respeta el PP la in-teligencia de sus electores si todo lo reduce a este comodín basado en odios supersticiosos.

Para reforzar esta nueva teoría de la conspira-ción, el PP nos pide también que reparemos en los supuestos dobles agentes que, siendo inspectores fiscales, hacen contribuciones a otros partidos y por lo tanto corrompen la naturaleza aséptica de las herramientas del Estado. No voy a recordar qué profesión compaginó el mismísimo Aznar con su militancia de primera hora en el partido. O sí lo voy a recordar: inspector de Hacienda. Pero sí me parece una pirueta notable observar que, jus-to cuando se acumulan indicios de que el Gobier-no hace un uso reprochable de los servicios del Estado, instrumento a veces de sus problemas in-ternos, de sus ajustes de cuentas poco garantistas e incluso de la intimidación del adversario, van e intentan hacerse pasar por víctimas de esa mis-ma manipulación obrada por infiltrados de un Di-rectorio S improvisado. Qué fea va a ser toda esta descomposición.

DAVID GISTAU

DIRECTORIO S

Nadie quiere explicarse la razón de que cada día aparezca

un monstruo nuevo

ESPAÑA es ya una gusanera, mezcla birrio-sa de serie americana y película finlandesa, tanto en su vida pública como en su vida pri-vada. En la vida pública ha triunfado ese pu-

ritanismo aspaventero (¡vamos a combatir la corrup-ción como jabatos!) que se lanza a modo de cortina de humo para ocultar las mayores atrocidades y el nihilismo de las ideas; y las masas cretinizadas se lo tragan, desconociendo que quienes han destruido nuestros bienes eternos no pueden restituirnos nues-tros bienes materiales, como nunca puede terminar bien lo que está mal en su raíz, según nos enseñan los clásicos. Pero las masas cretinizadas no leen a los clásicos, sino que despilfarran sus días inanes vien-do series americanas y películas finlandesas, donde los malvados quedan impunes y acaban haciendo barbacoas a sus nietecitos. Y piensan, ingenuamen-te, que en la vida ocurrirá como en las series ameri-canas y en las películas finlandesas, de tal modo que los políticos que han amparado la inmoralidad más rampante, la injusticia social, el homicidio del ino-cente y demás atrocidades nihilistas propias de nues-tra época les van a hacer barbacoas. ¡Pobres!

¿Y, mientras tanto, qué ocurre en la vida privada? Pues ocurre que no hay día que no aparezca un mons-truo, armado con una ballesta o una picadora de car-ne, como en cualquier serie americana o película fin-landesa. ¿Y cómo se explica que cada día aparezca

uno de estos monstruos? Antes de que la gente pue-da pensar, enseguida sale un psiquiatra soltándonos la murga consabida: que si son seres egocéntricos y sin empatía, que si son impermeables a los remor-dimientos, que si ejercen la violencia de forma fría y desapasionada, que si patatín y que si patatán. Pero nadie quiere explicarse la razón de que cada día apa-rezca un monstruo nuevo, como si en su aparición hubiese una suerte de fatalismo dictado por los có-digos genéticos. Nada más falso, pues lo cierto es que las taras innatas son mucho más infrecuentes de lo que las masas cretinizadas piensan (o de lo que las series americanas y las películas finlandesas les in-ducen a pensar, para que no entiendan lo que real-mente sucede); y que incluso las taras innatas pue-den ser vencidas cuando existe un medio que actúa de freno o contención.

El filósofo Taine ya nos explicó la función decisi-va que el medio desempeña en la formación (y en la deformación) del carácter. Y de un medio ambiente que fomenta y promociona los vicios de la carne y del espíritu, la destrucción de los vínculos familia-res, la declinación del principio de autoridad y un so-lipsismo social que nos impide ver en el prójimo otra cosa que no sea un instrumento para la satisfacción de nuestros intereses egoístas es natural que surjan monstruos. Por fortuna, la mayoría son pusilánimes e incapaces de llevar a cabo sus tortuosas fantasías, que sin embargo pueden seguir alimentando tran-quilamente en el interné, mientras pierden la pusi-lanimidad; o bien, entre la maraña de aberraciones fomentadas por el medio que han invadido su con-ciencia, todavía consigue filtrarse algo de luz divina que los disuade. Pero hay algunos que no son pusi-lánimes, o que tienen la conciencia tan enmarañada que ya no los alcanza la luz divina; y entonces cogen la ballesta o la picadora de carne para hacer realidad la aberración con la que llevaban fantaseando mu-chos años.

Un medio que fomenta la depravación no puede sorprenderse de que proliferen las pasiones putres-centes, ni de que algunos monstruos se pongan un poquito violentos y echen mano de la ballesta o la pi-cadora para consumarlas. Tales monstruos, en fin, son otra prueba más de que lo que comienza mal no puede terminar bien.

EL ÁNGULO OSCURO

JUAN MANUEL DE PRADA

BALLESTAS Y PICADORAS DE CARNE

PUEBLALLUVIA ÁCIDA

12 OPINIÓN abc.es/opinion LUNES, 27 DE ABRIL DE 2015 ABC

ABC (Madrid) - 27/04/2015, Página 12Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.