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JUEVES 19 ¿CÓMO SE GANA UN AÑO JUBILAR? Con frecuencia podemos escuchar que se habla de “ganar el jubileo”. Pero en realidad se trata de celebrar,

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  • JUEVES 19 CMO SE GANA UN AO JUBILAR?
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  • Con frecuencia podemos escuchar que se habla de ganar el jubileo. Pero en realidad se trata de celebrar, ms que de ganar: celebrar que deseamos ser mejores, que vamos a poner medios, siendo menos egostas y ms generosos, menos tibios y ms ardientes en la fe, que vamos a restaurar nuestra mente y nuestro corazn, la familia, nuestra Ciudad, nuestra Dicesis, de modo que vamos a hacer un mundo mejor y por qu no! Un corazn con una buena confesin.
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  • Camino, conversin, eucarista y oracin por el Papa son cuatro piedras de este AO SANTO QUE NOS LLEVAR AL ENCUENTRO CON NUESTRA SEORA DE LA SOLEDAD y, por lo tanto, hacia SU HIJO JESUS, SALVADOR Y SEOR NUESTRO.
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  • Esto es muy difcil conseguirlo individualmente. Por eso necesitamos la ayuda de Dios, acercarnos a l; el Ao Jubilar es una buena ocasin para tratar a Dios de t a t, como deca Santa Teresa.
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  • Necesitamos tambin la ayuda de los dems. Por eso es un medio muy favorable y eficaz en todo Ao Jubilar, la peregrinacin en grupo o comunidad al lugar sagrado de cada Ao Jubilar, marcado de modo especial e institucionalizado por la Iglesia diocesana; en este caso el templo de Nuestra Seora de la Soledad en Irapuato tiene su altar.
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  • Suele acostumbrarse hacer la peregrinacin a pie al lugar de referencia jubilar. Afrontar dificultades enriquece la experiencia de la llegada y compartirlas con otros peregrinos todava mucho ms. El caminar es una experiencia de encuentro consigo mismo, tanto si es en silencio como si es en compaa. Al fin y al cabo, peregrinos somos y en el camino nos encontramos. Tiene su encanto y una significacin propia nica para quien lo realiza.
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  • Seguramente hemos o do la palabra indulgencias, entendiendo por tal una especie de gracia o favor que se vincula al cumplimiento de una acci n piadosa: el rezo de alguna oraci n, la visita a un santuario o a otro lugar sagrado, etc.
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  • Tambi n al o r la palabra indulgencias vienen a nuestra memoria las disputas entre Lutero y la Iglesia de Roma, y las cr ticas subsiguientes de los otros reformadores del siglo XVI.
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  • La indulgencia es, pues, algo que se nos concede, benignamente, en nuestro favor. El verbo indulgeo significa ser indulgente y tambin conceder. La etimologa latina de la palabra puede ayudarnos a situarnos en una pista correcta. PERO, QU SON LAS INDULGENCIAS?
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  • El Catecismo de la Iglesia Cat lica nos proporciona, con palabras de Pablo VI, una definici n m s precisa: La indulgencia es la remisi n ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediaci n de la Iglesia, la cual, como administradora de la redenci n, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos (CEC 1471).
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  • La definici n, exacta y densa, relaciona tres realidades: la remisi n o el perd n, el pecado, y la Iglesia. La indulgencia consiste en una forma de perd n que el fiel obtiene en relaci n con sus pecados por la mediaci n de la Iglesia.
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  • QU ES LO QUE SE PERDONA CON LA INDULGENCIA? Pero, seg n la doctrina cat lica, el pecado entra a una doble consecuencia: lleva consigo una pena eterna y una pena temporal . No se perdonan los pecados, ya que el medio ordinario mediante el cual el fiel recibe de Dios el perd n de sus pecados es el sacramento de la penitencia (cf Catecismo, 1486).
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  • QU ES LA PENA ETERNA? Es la privaci n de la comuni n con Dios. El que peca mortalmente pierde la amistad con Dios, priv ndose, si no se arrepiente y acude al sacramento de la penitencia, de la uni n con l para siempre.
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  • Pero aunque el perd n del pecado por el sacramento de la Penitencia entra a la remisi n de la pena eterna, subsiste a n la llamada pena temporal . Esta pena ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que el fiel cristiano quede libre de los rastros que el pecado ha dejado en su vida. La pena temporal es el sufrimiento que comporta la purificaci n del desorden introducido en el hombre por el pecado.
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  • Podemos poner una comparaci n. Imaginemos una intervenci n quir rgica: un trasplante de coraz n, por ejemplo. Pero, cuando ya la operaci n ha concluido exitosamente, e incluso cuando est ya fuera de peligro, subsiste la necesidad de una total recuperaci n. El nuevo coraz n salva la vida del paciente. Se ve as liberado el enfermo de una muerte segura.
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  • Pues de igual modo, el pecador que ha sido perdonado de sus culpas, aunque est salvado; es decir, liberado de la pena eterna merecida por sus pecados, tiene a n que reestablecerse por completo, sanando las consecuencias del pecado; es decir, purificando las penas temporales merecidas por l. Es preciso sanar las heridas que el mal funcionamiento del coraz n anterior y la misma intervenci n han causado en el organismo.
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  • La indulgencia es como un indulto, un perd n gratuito, de estas penas temporales. Es como si, tras la intervenci n quir rgica y el trasplante del nuevo coraz n, se cerrasen de pronto todas las heridas y el paciente se recuperase de una manera r pida y sencilla, ayudado por el cari o de quienes lo cuidan, la atenci n esmerada que recibe y la eficacia curativa de las medicinas.
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  • La Iglesia no es la autora, pero s la mediadora del perd n. Del perd n de los pecados y del perd n de las penas temporales que entra an los pecados. Con la concesi n de indulgencias, la Iglesia reparte entre los fieles la medicina eficaz de los m ritos de Cristo nuestro Se or, ofrecidos por la humanidad. Por el sacramento de la Penitencia, la Iglesia sirve de mediadora a Cristo el Se or que dice al penitente: Yo te absuelvo de tus pecados .
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  • Y en ese tesoro precioso de los m ritos de Cristo est n incluidos tambi n, porque el Se or los posibilita y hace suyos, las buenas obras de la Virgen Sant sima y de los santos. Ellos, los santos, son los enfermeros que vuelcan sus cuidados en el hombre da ado por el pecado, para que pueda recuperarse pronto de las marcas dejadas por las heridas.
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  • TIENE SENTIDO HABLAR HOY DE LAS INDULGENCIAS? l no s lo perdona nuestras culpas, sino que tambi n, a trav s de su Iglesia, difunde sobre nuestras heridas el b lsamo curativo de sus m ritos infinitos y la desbordante caridad de los santos. Claro que s , porque tiene sentido proclamar las maravillas del amor de Dios manifestado en Cristo que acoge a cada hombre, por el ministerio de la Iglesia, para decirle, como le dijo al paral tico: Tus pecados est n perdonados, coge tu camilla y echa a andar .
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