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16 JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS

JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS 16 - jmve.org · La navidad es una fiesta ... ésta se va preparando ... Jesús se hace presente entre nosotros y nos escribe una carta como pro-puesta

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JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS

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1. OBJETIVOS. � DESCUBRIR el sentido del Adviento como preparación y cami-

no a las fiestas de Navidad. � PREPARAR y VIVIR con gozo la próximas fiestas de Navidad. � CELEBRAR la Navidad valorando el regalo importante que

nace en nuestros corazones: JESÚS.

2. CONTENIDOS. Preparar el camino para el nacimiento de Jesús supone estar bien despiertos y atentos, encendiendo luces que nos permitan verle con claridad. Distintos personajes nos ayudan a recorrer este camino del Advien-to y nos acompañan a prepararnos mejor.

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La navidad es una fiesta esencialmente cris-tiana, centrada estrictamente en la Epifanía de Jesús, el Salvador, por más que los centros comerciales, las agencias de viaje o los negocios de hostelería pretendan se-cuestrarla. Para vivir esta experiencia cris-tiana disponemos, sobre todo, de la extraordinaria simbólica navideña, en la que podemos destacar los relatos de la infancia, las celebraciones litúrgi-cas, las dramatizaciones populares y las costumbres de la religiosidad tradi-cional. No dejes, por lo tanto, de leer los relatos evangélicos centrados en los acontecimientos que celebramos en estas fechas, de acudir a la Iglesia a ce-lebrar la eucaristía en los días solemnes (de obligada asistencia por ser fies-tas de precepto), de tomar parte activa en las propuestas pastorales de tu Centro o de la parroquia cercana, de montar el Belén en el lugar más im-portante y visible de tu casa, de orar en torno a él, de bendecir la mesa en Nochebuena y Navidad, de cantar villancicos para expresar la alegría por el nacimiento del Hijo de Dios… seguro que encuentras maneras de vivir una Navidad cristiana.

4. Jesús nos habla.

Os invitamos a celebrar en grupo del sentido de la Navidad y gozar juntos del mejor regalo que podemos recibir: JESÚS.

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Para conocer aún más el sentido de la Navidad.

A veces nos quedamos en una explicación excesivamente sentimental de lo que es la Navidad. Todos sabemos que nace el Hijo de Dios, que lo hace en Belén, nos sabemos los relatos de la anunciación a los pastores y la adora-ción de los Magos de memoria y puede que hasta podamos cantar varios villancicos del tirón. Pero nos quedamos muchas veces ahí. Para que tú, amigo catequista, tengas un conocimiento aún más profundo del verdadero sentido de la Navidad cristiana, te proponemos la lectura de los dos puntos que a continuación te encuentras. � Dios se hace hombre. De acuerdo con la teología de la Navidad, el

Verbo de Dios adquiere la experiencia humana de la compasión o solidaridad. La encarnación de Jesús es “abajamiento” que termina en la muerte, inicio de su retorno glorioso al Padre. La Navidad es el primer capítulo de la Pascua: nos descubre a los creyentes quién es Jesús y cuál es su buena noticia. Por consiguiente, el primer mensaje de la Navidad es la entrañable humanidad de Dios, el “Dios con no-sotros” revelado en Jesús o el misterio de Dios hecho hombre.

� El hombre se hace Dios. El segundo mensaje, consecuencia del prime-

ro, es la divinización del hombre en virtud de la fecundidad de la “sombra del Altísimo”. Lo dijo san Agustín con palabras atrevidas: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios”. Como consecuencia de este admirable intercambio, toda la creación está en trance de ser re-creada: la naturale-za es buena en su ser profundo, y la historia cobra sen-tido con la gloria de la resurrección de la Pascua, que es la nueva Navi-dad. La Navidad es la fiesta del optimis-mo cristiano res-pecto de la humani-dad y del mundo.

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Marco teórico.

1. Un poco de historia.

Si analizamos los datos que tanto la Sagrada Escritura como la historia romana nos dan bien podemos llegar a la conclusión de que muy po-siblemente Jesús haya nacido durante la primavera. ¿Cómo es enton-ces que celebramos su nacimiento el 25 de diciembre? Esto obedece sin lugar a dudas a una acción pastoral de la Iglesia, la cual extendida por todo el imperio, adopta como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre con el fin de sustituir con ella la fiesta pagana difun-dida en todo el imperio llamada: “Natalis solis invicti”, que celebraba la victoria del sol contra las tinieblas (producto del Solsticio de invier-no). De esta manera, una fiesta que era pagana se convirtió con el paso del tiempo en una fiesta cristiana.

Desde entonces la vida cristiana gravitaría en dos polos, la fiesta de la Navidad y la Pascua. Para la preparación de dichas fiestas se estable-cieron con el correr de los años, un periodo de preparación. Así na-cieron la Cuaresma y el Adviento. Fijada la celebración del Naci-miento del Señor, ésta se va preparando durante un tiempo. Esta cos-tumbre tuvo su origen en Francia y España (siglo IV); y en el siglo VII, aproximadamente, se extiende a Roma naciendo así este tiempo litúrgico, que hoy llamamos Adviento: algunos días de ayuno y ora-ción intensa que acentuaban una viva atmósfera de gozo: Cristo viene y es necesario estar preparado (hay un componente de conversión personal).

El Concilio Vaticano II ha querido conservar estas dos dimensiones del Adviento, por lo que la liturgia y la acción pastoral debe centrar-se en una preparación espiritual que mueva a la conversión a la co-munidad en la espera gozosa de la segunda venida de Cristo y al mis-mo tiempo, la invite a celebrar en la alegría y la paz del Espíritu San-to la memoria del nacimiento de Nuestro Salvador.

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2. Sentido y estructura del Adviento.

La celebración del Adviento dura cuatro semanas que están divididas en dos etapas. Durante este tiempo se prepara la Venida del Señor contemplada en dos as-pectos: la Venida escatológica y la venida histórica. La primera etapa empieza el primer domingo de Ad-viento y termina el día 16 de diciembre. En esta etapa la Venida del Señor es contemplada en sus dos dimensiones, los creyentes son invitados a prepa-rarse para salir al encuentro del Señor y recibirlo en la existencia concreta. La segunda etapa pone la atención en la venida histórica del Señor, es como una "Semana Santa" que prepara la Navidad. De lo señalado hasta el momento se puede inducir cuál es el sentido del Adviento, lo más importante es que se trata de la Venida del Señor, el Se-ñor vendrá y por eso hay que estar preparado; no de cualquier manera se puede recibir al Señor, es necesaria una preparación previa. Esta prepara-ción es la conversión del corazón acompañada del gozo y la alegría, la espe-ranza y la oración. El tiempo del Adviento es el tiempo de la esperanza, de poner en ejercicio esta virtud que con la fe y el amor constituyen la trama de la vida espiritual. El Adviento comienza con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específica-mente las fiestas de la Navidad. El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el mora-do, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cua-tro los temas que se presentan durante el Adviento:

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3.3. Las figuras de mi belén.

Próximas ya las fiestas de Navidad, en todas las casas dedicamos un tiempo en familia para poner juntos el belén. En este momento de la catequesis descubriremos qué representa cada uno de los personajes que ponemos en el Belén y qué puede enseñarnos cada uno. Después de compartir lo trabajado sobre cada uno de los personajes, busca-remos con cuál de ellos nos identificamos y a cuál nos gustaría parecernos más. Para terminar escribiremos un e-mail navideño a alguno de esos personajes. Como actividad complementaria puedes sugerir que cada niño traiga unos de los personajes para poner entre todos “el belén del grupo”.

3.4. Así es la luz.

Proponemos una canción del grupo de pop español la Ore-ja de Van Gogh titulada “así es la luz”. Es importante que los niños descubran que por encima de todas las luces y adornos navi-deños, que a veces son tan llamativos, hay una LUZ que brilla en cada uno de nosotros y que es el mismo Jesús. Gracias a su luz somos capa-ces de vivir otros valores co-mo la amistad, el compartir, la generosidad… Esa LUZ nos permite hacer cosas significativas que nos ayudan a dar otro color al mundo y que están representadas en las estrellas de la catequesis.

Por último, cada niño buscará su estrella y compartirá con el resto lo que

significa para él o para ella la Navidad.

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� El verde es el color de la esperanza, y por eso la corona está hecha de ramas verdes. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El adviento es el tiempo de la esperanza pues aguardamos la venida de un Salvador, del Mesías prometido. Dios no nos deja solos y Cristo es su respuesta. La esperanza, pues, es la actitud del Cristiano que aguarda.

� La corona tiene cuatro velas que se van encendiendo de una en una,

durante los cuatro domingos de adviento, al iniciar la celebración de la eucaristía o al hacer oración en familia. Las cuatro velas, o lo que es lo mismo, los cuatro domingos que nos separan de la navidad, son el tiempo que Dios nos concede para poner a punto el corazón me-diante la esperanza, la oración, la alegría y la conversión.

3.2. Carta de Jesús.

Jesús se hace presente entre nosotros y nos escribe una carta como pro-puesta para celebrar la Navidad. El valor que queremos reflejar es que Jesús “pasó por la vida haciendo el bien” y nosotros debemos hacer lo mismo. Descubrimos en grupo todas las cosas que hay a nuestro alrededor y que nos gustaría cambiar. Todas las personas que necesitan ayuda y cómo pode-mos ayudarles. Después, de forma personal, cada uno pega o dibuja su imagen y escribe en el pesebre el nombre de la persona a la que quiere ayudar y cómo va a hacerlo.

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I Domingo: la vigilancia en espera de la venida del Señor.

Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velad y orad".

Esta semana brilla la primera vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

II Domingo: la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista.

Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a re-flexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparad el camino, que llega el Señor" y, ¿qué me-jor manera de prepararlo que buscando ahora la re-conciliación con Dios? En la semana anterior nos re-conciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacra-mento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que esta-mos viviendo.

III Domingo: María, la Madre del Señor, es ejemplo de servicio y ayuda al prójimo.

La liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evange-lio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: “¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?”.

Encendemos como signo de espera gozosa, la tercera velade la Corona de Adviento.

A este tercer domingo se le conoce con el nombre de “domingo de Gaudete”, el domingo de la alegría.

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IV Domingo: el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.

Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposi-ción de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a “Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo”. Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconci-liado con Dios y con nuestros hermanos, sólo queda esperar la gran fiesta del Nacimiento del Salvador. Encendemos la cuarta vela de la Corona de Adviento.

3. Resumiendo.

Las lecturas de este tiempo nos orientan en las dos dimensiones de la Venida del Señor ya señaladas, en la primera lectura se escucha a los profetas mesiánicos, especialmente Isaías, anunciando al Salvador y los tiempos nuevos y definitivos; en el Evangelio se oyen exhortaciones del Señor a la vigilancia y textos del Evangelio de la infancia. Este sentido de espera de lo definitivo se expresa en la liturgia mediante la supresión de los símbolos festivos. Es un tiempo, que sin llegar a lo que sig-nifica la Cuaresma, ha de vivirse desde la sobriedad y la austeridad. Falta algo para la fiesta completa que sólo tendrá el culmen de la alegría cuando el Señor esté con su pueblo. El Adviento es un tiempo en el que profundizar en el misterio de nuestra salvación, que se inicia con el nacimiento de Cristo. Es un tiempo propicio para la oración, de manera particular la oración en familia, recordando que precisamente Jesús quiso nacer en una familia como la nuestra. Es tiempo de crecer en la caridad, y en el compartir, al recordar que, Jesús, siendo Dios nos retuvo para sí la gloria que merecía como Dios, sino que se hizo como uno de nosotros (cf. Fil 2), y que, como dice san Agustín, se hizo pobre para que nosotros nos hiciéramos ricos, compartió con nosotros todo lo que tenía, incluso su Madre Santísima.

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bién preparan con ilusión la llegada de Jesús. Veremos la preparación de San José y la Virgen, Juan Bautista e Isabel. Cada uno de estos personajes aparece en la catequesis con una imagen que simboliza gráficamente su deseo de preparar la venida de Jesús. Trabajamos con los niños las imágenes e interrogantes de la reflexión para poder des-pués compartirlo juntos. Tras la reflexión hacemos a los chicos caer en la cuenta que hay algo común en todos estos personajes: su confianza en Dios dejándose guiar por su luz. Invitamos a los niños a elaborar su propia vela de adviento. Pueden calcar las piezas en folios de colores y formar la vela. Recuerda que uno de los símbolos más fácilmente reconocibles del Advien-to es una Corona (normalmente hecha con ramas de pino) con cuatro velas (una por cada una de las cuatro semanas que dura el Adviento). Aunque su origen es pre-cristiano, su uso ya está ampliamente extendido en el S. XVI por todos los países del norte de Europa. Como muchas fiestas y símbolos de aquellos primeros tiempos, los cristianos supieron transformar un signo que recordaba la primavera (símbolo pagano que expresa la llegada de la nueva vida) en el signo que anticipa la venida de Jesús, luz del mundo y sol que nace de lo alto. La corona de Adviento encierra un profundo significado:

� En primer lugar des-taca su forma circu-lar (forma sin princi-pio ni fin), expresión del amor de Dios al hombre que es eter-no (sin principio ni fin) y también del amor del hombre a Dios y a su prójimo, amor que nunca de-be terminar.

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ella es la que saluda primero. Es la belleza de una persona que piensa siempre en los demás. Qué gracia tiene la jovencita María, la llena de gracia.

La presencia de María llena la casa

de amor y alegría. Juan no resiste y salta lleno de alegría al escuchar su voz. "La en-

cantadora voz de la Madre de mi Señor". Ella debe ser la causa de nuestra alegría. Sabemos que la sonrisa sincera es expresión de la felicidad vivida. Qué bella sería la sonrisa de María. Una sonrisa para sus padres, cuando le mandaban a la fuente. Una sonrisa bondadosa para el ángel Gabriel. Una sonrisa llena de confianza para José. Una sonrisa cordial para los que murmuran de su maternidad. Una sonrisa consoladora para el pobre que le pide de lo poco que tenía. Una sonrisa que fue capaz de cautivar al mismo Dios. Una sonrisa que fue la primera imagen captada por las pupilas húmedas del bebé Dios. En un hogar cristiano no puede faltar la Hermosa Virgen Santísima, que llena los corazones de amor y verdadera alegría; que suscita sonrisas en to-das las almas y que perfuma con su inocente belleza este peregrinar hacia el Padre.

3. Empezamos a actuar.

3.1. Los personajes del Adviento.

Durante este tiempo de Adviento vamos a trabajar cuatro personajes claves con imágenes que los caracterizan, ofreciendo algunos interrogantes para la reflexión. Es importante que los niños descubran que estos personajes tam-

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1. Vivimos el día a día

Presentamos el tema de Adviento – Navidad para acercar a los niños al sen-tido más profundo de este tiempo y facilitarles una buena preparación para recibir a Jesús.

Hacer hincapié en lo verdaderamente importante de este tiempo y en distin-tos personajes que también prepararon el corazón y el camino para la llegada del Mesías.

Para ello proponemos esta primera dinámica con un personaje “iluminador” que ha perdido su llama y necesita ayuda para recuperarla ayudada también por otras compañeras “velas” que nos irán iluminando este camino.

� En grupo conocemos al personaje “la vela Candela” y ayudamos a los niños a caer en la cuenta de por qué a veces estamos dormidos y ocu-pados en cosas poco importantes.

� Invitamos a los niños a trabajar los cuatro aspectos esenciales en este tiempo de adviento y presentados por distintas velas: DESPERTAR, PONERSE EN CAMINO, BUSCAR Y ACOGER.

� Compartimos la reflexión que cada uno ha elaborado en los interro-gantes propuestos en las catequesis.

Por si necesitas datos para sostener que en la sociedad española se ha dado un giro radical en la comprensión tanto del Adviento como de la Navidad, la siguiente información está sacada del Estudio que el Centro de Investiga-ciones Sociológicas de España ha realizado sobre la comprensión que de la Navidad se tiene a pie de calle. Los datos son reveladores y hablan por sí mismos, sin necesidad de interpretación:

Los españoles siguen considerando la Navidad como una fiesta de marcado carácter familiar (el 84 %) y se quedan en el 7,4 % los que la consideran una fiesta principalmente religiosa. De hecho, para la mayoría, la Navidad

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ha perdido buena parte de su vínculo con la religión. Especial-mente entre los jóvenes. Casi un 20% de los españoles per-cibe la Navidad como una fiesta de carácter comercial, y 8 de cada 10 encuestados reconoce hacer gastos extraordinarios en regalos durante estas fiestas.

Así, los datos reflejan una tendencia a considerar la Navidad no sólo como una fiesta de carácter esencialmente familiar o religioso, sino también neta-mente comercial, e incluso a vivir los días festivos como un periodo vaca-cional comparable a cualquier otro. En este sentido, un 20,5% de los en-cuestados dice haber disfrutado durante la Navidad de una media de casi nueve días de vacaciones, sin contar los festivos ni los fines de semana. La consideración poco religiosa de la Navidad está en consonancia con el hecho de que un 62% se define como poco o nada religioso, cifra que au-menta hasta el 76% entre los jóvenes que tienen entre 18 y 34 años. Si el futuro es de los jóvenes, la Navidad será cada vez más una fiesta del encuentro y menos una celebración religiosa.

2. Profundizamos juntos.

Presentamos en esta dinámica un texto evangélico: Lucas 1, 39-45. El tex-to va acompañado de un comic que resume ese pasaje del evangelio.

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En este momento de con-tacto con la Palabra el em-peño del catequista ha de ser resaltar la disponibilidad de María para salir en ayu-da de su prima Isabel. Es importante descubrir que tenemos que estar atentos a lo que lo

demás pueden necesitar para adelantarnos a ayudarles. Juntos vemos las posibilidades que tenemos de ayudar a los otros y en que cosas concretas podemos hacerlo.

ELABORAMOS NUESTROS COMPROMISOS.

Para ayudarte a una comprensión personal del pasaje evangélico te ofrece-mos una sencilla reflexión de Gustavo Aguilera Jiménez tomada de www.es.catholic.net: Este evangelio es un regalo especial de Dios. Se trata de un retrato hermosí-simo de la Santísima Virgen. Está pintado con sencillez, pero con un vivo colorido, magistralmente esbozado en breves y seguras pinceladas. Resaltan los rasgos divinamente humanos de nuestra Madre. Qué bella es María siempre pronta a servir. Ayu-dar a otros no es de almas pequeñas, sino de co-razones gigantes. Ese servir nos cuesta a todos, como le costó a María. Ella no salió y tomó el taxi. Tuvo que recorrer enormes distancias, por caminos polvorientos hacia las montañas. María es hermosa en su educación. Elegante co-mo una princesa. No llega esperando atenciones y recibimientos solemnes. Se adelanta a su prima y