6
JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS SECRETARIADO NACIONAL

JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS … · Y vosotros, ¿quién decís que soy yo ... la identidad de Jesús ... comprender que la respuesta a esta primera e ineludible pregunta se va

  • Upload
    lydien

  • View
    213

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

JUVENTUDES MARIANAS VICENCIANAS

SECRETARIADO NACIONAL

11

dedicarse con afecto a servir a los pobres, que son los preferidos de

Dios; por eso tenemos motivos para esperar que, por amor hacia ellos,

también nos amará Dios a nosotros. Así pues, vayamos y ocupémonos

con un amor nuevo en el servicio de los pobres, y busquemos incluso a

los más pobres y abandonados; reconozcamos delante de Dios que son

ellos nuestros señores y nuestros amos, y que somos indignos de rendir-

les nuestros pequeños servicios (SVP, XI, 87).

Para la oración-celebración el Catequista deberá tener prevista una moneda o talento por Juvenil, donde escribirá aquella cualidad o habili-dad que el Señor le ha regalado y expresará de qué forma lo pondrá al servicio de los demás.

Hay que buscar los aspectos positivos de cada uno. Todos tienen cualidades que son un don de Dios, un don que tenemos que reconocer en cada uno de nosotros, valorarlo y potenciarlo en la medida de lo po-sible.

En este momento podemos recordar los aspectos más importantes de este tema. Es importante la ambientación y dejar unos minutos de silencio para después compartir lo que Dios les sugiere en ese momento, intentando sacar algún compromiso del tema tratado en este contexto de oración.

Conocerse a sí mismo, mostrarse a los demás tal como somos, es una manera de colaborar con la obra creadora de Dios. Es un momento de agradecimiento por estos talentos que recibimos de Él para el servi-cio de los demás, tal como hizo Jesús.

10

El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica, “Evangelii Gau-dium” habla de los pobres en estos términos. Estos textos pueden ayu-dar al Catequista para orientar las respuestas de los/as Juveniles.

“El verdadero amor siempre es contem-

plativo, nos permite servir al otro no por ne-

cesidad o por vanidad, sino por él mismo,

más allá de su apariencia: «Del amor por el

cual a uno le es grata la otra persona depen-

de que le dé algo gratis». El pobre, cuando es

amado, «es estimado como de alto valor», y

esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideolog-

ía, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses

personales o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos

acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación. Sin la op-

ción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, corre

el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al

que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día»” (EG,

199).

“Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos (los pobres) tie-

nen mucho que enseñarnos. Conocen al Cristo sufriente. Es necesario

que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización

es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a poner-

los en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir

a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a

ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa

sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos” (EG, 198). San Vicente, hablando a los misioneros, les inculcaba su amor a los pobres de esta mane-ra:

“Dios ama a los pobres, y por consiguien-

te ama a quienes aman a los pobres; pues, cuan-

do se ama mucho a una persona, se siente tam-

bién afecto a sus amigos y servidores. Hay que

3

1.- OBJETIVOS

� Ayudar a los Juveniles a descubrirse a sí mismos, conociendo sus cualidades y su personalidad.

� Tomar conciencia de su manera de ser.

� Ofrecer pistas para comprender qué es ser persona desde una perspectiva cristiana.

� Seguir profundizando en la Nota Misionera de la Asociación.

2.- CONTENIDOS

Durante este mes pretendemos profundizar en la dimensión humana de los/as Juveniles a los que acompañamos, para ello vamos a intentar hacerles descubrir cómo son, las cualidades que tienen y de las cuales han de sacar el máximo beneficio para ponerlas al servicio de los demás.

No olvidemos que Octubre es el mes Misionero. Profundicemos en la Nota Misionera de la Asociación y celebremos con intensidad, tanto a nivel grupo como en la Parroquia el Domund.

LA IMAGEN DE UNO MISMOLA IMAGEN DE UNO MISMO

En este apartado se invita a los/as Juveniles a que piensen qué imagen tienen sobre ellos mismos, qué creen que piensan los demás acerca de ellos y cuál es el ideal al que aspiran.

El autoconcepto es la imagen que tiene una persona de sí misma. Engloba el conjunto de opiniones, ideas, valoraciones y sentimientos que cada individuo forma sobre su propio yo. Hacen referencia a sus características y capacidades tanto personales (habilidades, rasgos físi-cos, etc.) como sociales y pueden ser valoradas como positivas o ne-gativas, dando lugar a diferentes sentimientos.

4

Tener una imagen positiva o negativa de uno mismo va a determi-

nar de forma importante la manera de actuar en diversas situaciones.

Esta imagen propia está, además, estrechamente relacionado con la autoestima de las personas. Un autoconcepto positivo es el primer paso para una autoestima adecuada.

Les ayudaremos a dar respuesta a las preguntas que aparecen en el texto pero para eso, antes, deben reflexionar y completar las tres gráfi-cas que tienen a continuación.

Es muy fácil, sólo tienen que rellenar cada gráfica según tres pun-tos de vista diferentes:

1. Lo que piensan de sí mismos. 2. Lo que creen que piensan los demás. 3. El ideal al que quieren llegar.

Para realizar cada gráfica encontrarán parejas de características de

su personalidad, entre las cuales hay siete casillas. Marcarán la que les parezca mejor según lo cerca que se vean de una o de otra.

Una vez esté completa cada gráfica, unirán cada uno de los puntos hasta obtener una curva. A continuación, el Catequista les lanzará las siguientes preguntas:

� ¿Hay mucha diferencia entre las tres gráficas?

� ¿En qué aspectos hay más diferencia?

� ¿A qué crees que se debe?

Después, el Catequista invitará a los/as Juveniles a compartir con sus compañeros los resultados de su reflexión.

LAS GRANDES ETAPAS DE TU VIDA Y LOS DEMÁSLAS GRANDES ETAPAS DE TU VIDA Y LOS DEMÁS

En este momento se animará a los jóvenes a revisar su trayectoria de vida. Para ello, en una gráfica donde se especifican los años de edad, irán indicando el porcentaje de felicidad que han experimentado en esos momentos. Además tendrán que recordar aquellos acontecimientos más

9

En torno a la segunda propuesta, la cantante reconoce ser un mis-terio para sí misma. Se pueden hacer los siguientes interrogantes en tor-no a la canción:

� Dicen que soy…

� Dicen que voy… Y tú, ¿de qué vas?...

� ¿Cuál es tu lugar en el mundo?

� ¿Ha llegado tu momento? Tu momento… ¿de qué?

� No soy… ¿Qué no eres? ¿Qué no quiero?

� ¿Quién eres de verdad? ¿Te da miedo pararte a pensar?

� ¿Qué pinta Dios en tu vida? ¿Te has quedado sin respuestas?

� Frena y verás…

� Y vosotros, ¿quién decís que soy yo…?

Una vez descubierta nuestra identidad humana y cristiana, nos reconocemos Juveniles vicencianos, que como Vicente de Paúl y Luisa de Marillac (personas de carne y hueso), tras descubrir quién es Jesucristo, se comprometieron con los más pobres desde su humani-dad y fragilidad. ¿Te atreves a seguir su ejemplo?

Es el momento de reflexionar los dos interrogantes que aparecen en el texto, y que dan un paso más al descubrirnos a nosotros mismos:

� ¿Cómo puedo servir a Dios más y mejor?

� ¿Qué lugar ocupan los pobres en mi vida?

8

gran confusión en cuanto a su identidad. Aunque todos coincidían en que, indudablemente, era un gran hombre de Dios, no podían llegar a un consenso acerca de su verdadera identidad.

Esta confusión revela los límites de nuestras capacidades. Para nosotros, la identidad de Jesús parece tan obvia y fácil de discernir que nos resulta difícil entender por qué no lo captaban estas personas.

Y Jesús, a continuación, llevó la pregunta a un plano mas perso-nal: «¿Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Es lo que debemos de provocar en los/as Juveniles, una respuesta personal y vivencial.

En este momento procuraremos averiguar cómo son sus relaciones con Dios, cómo es su imagen de Dios, su manera de dirigirse a Él (en la oración), las dificultades que encuentran para vivir la fe… Si surge en el diálogo, conviene recordar que todos los cristianos han tenido dificulta-des, miedos, dudas al seguir a Jesús. Podemos poner como ejemplo a María.

A través de la música, se seguirá profundizando en la identidad de cada uno, es importante que los/as Juveniles se detengan en cada una de las frases y comenten aquellas frases que más le hayan llamado la atención. En el texto del Juvenil se encuentran la letra de algunas, pero pueden modificarlas por otra que hable del mismo contenido o similar.

� 1ª propuesta: “Si me nombras tú” (Ana Belén). � 2ª propuesta: “Esta soy yo” (Sueño de Morfeo)

La primera canción expresa muy bien la idea de que existimos desde y para un "Otro" que pronuncia nuestro nombre, y al que estamos dispuesto a responder.

5

importantes, que les marcaron positiva o negativamente. Por otro lado, recordarán las personas más significativas de su vida, por las que se han sentido acompañados.

Durante toda la Catequesis estaremos dando respuesta a esta pre-gunta tan fundamental: “¿Quién soy”? Los/as Juveniles han de llegar a comprender que la respuesta a esta primera e ineludible pregunta se va haciendo a través de la escucha asidua, paciente, verdadera y misericor-diosa de los propios sentimientos, esperanzas, miedos, ideales, amores, convicciones, equivocaciones, experiencias vividas… porque todo eso “soy yo”. Y no debo construir mi vida al margen de mi vida.

En esta actividad no se trata solamente de constatar hechos o re-cordar vivencias, se trata más bien de interpretar su significado. Los/as Juveniles no deben quedarse en las anécdotas, sino que necesitan llegar a su repercusión. Así, poco a poco, irán percibiendo cómo han sido en-tretejidos en lo oculto… y Dios estaba allí.

En todo este proceso de construcción de la propia identidad, ad-quiere mucha importancia la aceptación de uno mismo. Es necesario aceptarse a sí mismo amando la propia vida, tomando conciencia del propio ser y de la propia historia: lo positivo, lo negativo, las experien-cias más duras…

Sin aceptación no puede darse la identidad personal. A veces so-mos amenazados por la frustración, la rebelión, el rechazo, la reivindi-cación de independencia…, porque hay ruptura entre la representación de sí y la realidad propia.

Aceptarse es amarse y, desde el amor, nacen la vida y la nueva forma de relación con los demás. Aceptarse a sí mismo (ser quien uno es, no quien piensa ser o pretende ser) es el fundamento para toda forma de colaboración, participación y traba-jo en común. Para quien desea ponerse al servicio de los demás, éste es el primer paso. Sólo aceptán-

dose a sí mismo es posible aceptar la vida: ¿Hay vida más próxima a nosotros que la nuestra?

6

Para esto será necesario un gran amor a la verdad, capacidad para

poner palabra a cuanto nos aconteció o acontece, sin dosis innecesarias de juicios, condenas o excusas, que no nos llevan más que a dejarnos donde estábamos y a aplazar nuestro camino de identidad.

Aceptarse a uno mismo es un gran paso hacia el señorío. Lo con-trario es quedarse a merced de vientos ajenos. Comprenderse como per-sona o comprender a una persona es escuchar o escucharse en lo más íntimo, en los sentimientos. Y no por el valor de utilidad que esto tenga, sino por el valor de identidad que esto conlleva: se trata de ser yo mis-mo, ni mejor ni peor, simplemente “yo”. La primera y fundamental sin-ceridad no se tiene con los demás, ni siquiera con los más íntimos, ni siquiera con Dios. La primera sinceridad, de la que dependen en gran medida todas las demás, se tiene o no con uno mismo.

Dios nos conoce tal y como somos. Nuestra tarea será que nos co-nozcamos como somos conocidos para que el encuentro con Dios sea transparencia. Ser uno mismo no es un medio, sino un fin en sí mismo y un fin necesario.

Al finalizar la dinámica, nos encontraremos con unas cuestiones que ayudarán a los/as Juveniles a compartir todo lo reflexionado.

Después de todo lo reflexionado anteriormente, el joven está pre-parado para crear su propio PERFIL, donde aparecerán aquellas carac-terísticas y rasgos que más le identifiquen. De esta manera, las personas que les rodean podrán conocerle mejor y descubrir aquellos tesoros que ellos tienen dentro.

Basándonos en el texto evangélico que aparece a continuación, donde lo fundamental se centra en la pregunta que lanza Jesús: ¿Quién

dice la gente que soy yo?, podemos ayudar al Juvenil a descubrir qué importancia tiene Dios en sus vidas y qué repercusiones tiene para ellos/as ser cristiano.

7

Si acudimos al Evangelio, Jesús dijo de sí mismo:

� “YO SOY el pan de vida” (Jn 6,35). � “YO SOY la luz del mundo” (Jn 8,12). � “YO SOY la resurrección y la vida” (Jn 11,25). � “YO SOY el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).

«Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus

discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hom-

bre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jerem-

ías o alguno de los profetas».

No deja de asombrar el estilo didáctico que empleaba Jesús con sus discípulos. El pasaje comienza con una curiosa pregunta para los discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». La identidad de Jesús parece tan obvia y fácil de discernir que nos resulta difícil entender por qué no lo captaban estas personas. ¿Acaso no hubie-ra sido más fácil simplemente llamar a los discípulos y decirles: «Tengo algo importante que anunciaros: yo soy el Cristo, el Hijo de Dios»? Jesús, sin embargo, optó por despertar en ellos los procesos de reflexión personal, los cuales son elementales para toda experiencia de aprendiza-je. Siempre es más sabio que un alumno descubra por sí mismo una ver-dad, con la sabia dirección del maestro, que sencillamente enunciar esa verdad sin la participación del alumno. Lo que descubrimos por noso-tros mismos, usualmente queda grabado en nuestra memoria, pero lo que otros nos dicen, rápidamente se olvida.

Jesús los lleva a meditar sobre su propia identidad. El proceso co-mienza con una oportunidad de resumir las opiniones de las multitudes con las que se habían encontrado a diario. La respuesta de los discípu-los, unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas, revela al menos dos realidades. En primer lugar, no cabe duda de que los observadores cercanos tenían al Señor en alta estima. Es no-table que ninguna de las respuestas sugiere que es un lunático o un faná-tico religioso. Todas los personajes con quienes la gente lo asociaba eran figuras de un peso incalculable en la historia del pueblo de Israel, lo que revela claramente la autoridad y el impacto con que se movía Jesús. En segundo lugar, no podemos dejar de observar que existía una