Kahn, Mariana - Poemario.pdf

8/15/2019 Kahn, Mariana - Poemario.pdf

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Sintomatología.

I

Amo los amaneceres,

amo los ocasos.

Amo los delirios,

de ilusiones pasajeras.

Amo con colores,

amo sin temores.

Pero sobre todo amo,

porque lo deseo.

Porque el corazón es mío

y mías sus pasiones.



Temperatura

II

Tu nombre llegó como póker de ases,

en la magia que el destino,

ofrece a la partida.

Todo aposté al observarte.

Entre notas te desdibujaste,

te consumías en la música,

como el cigarrillo en tu mano.

¡Amor!

Grité, imploré, rogué.

¡Amor! Otra vez.

lo pensé, lo viví, lo sentí.



Silencio en las ganas,

de fundirse en el beso.

Desnuda frente a vos,

me ignoraste.

Tu atención fundida al jazz,

restó valor a mi haz.

Ensombrecida mi luz,

suspiré, corrí, acorazando al corazón.

La soledad es un jaque sin mate.

Mis pies,

hielan abrazando la noche,

en el vacío que reclama tu ausencia.

Hoy sé tu nombre,

sé cómo llamarte

y la voz se oculta.



El vértigo al salto la aterra,

en brazos unívocos se hunde.

Cobarde corazón aprieta,

despojándome tu alma.

Te vi,

me miraste,

el instante,

tu camisa queriendo desgarrase.

Me conjuro a la luna errante,

abrazar al alma,

obligar al tiempo detenerse,

hoy sé su nombre.



Hoy invoco el momento eterno,

hoy tu pecho de almohada,

hoy tus manos en caricias,

hoy tus besos,

cerrando mis ojos.

Sigo despierta sin poder soñarte,

sigo despierta,

buscándote,

para no encontrarte.



III

Plegaria de un poeta

Hoy te imploro música, arte y noche,

te pido la mística, las sirenas, el sol.

Hoy exijo el todo y la nada en simultáneo,

el ayer, el hoy, el mañana, el nunca y el siempre.

Hoy te canto musa,

canto obsequiando a los dioses,

la voz disuelta en palabras,

la inspiración hecha tacto.

Los amores y desamores,

convertidos en poesía.

Los vientos, los mares, las montañas,

en la punta de mi pluma.

Todo el universo plasmado en el papel.



Hoy me consagro a la luna,

a la última estrella del amanecer.

Hoy he mirado sus ojos,

he sentido sus manos.

Hoy entiendo todas las razones.

Hoy he visto la eternidad.

Hoy renací en nuevos brazos.



IV

Impaciencia de pasiones,

rozarte a centímetros,

erizar la piel,

divisarte a millas,

como sueños en el éter.

Recorrerte el alma,

besar tu esencia

y no poder tocarte.

Encontrarte en la cocina,

miradas que se desvanecen,

en el humo del café.

Tus manos en mi espalda,

tus plegarias en mi oído

y la mañana impregnada,

del aroma de tu piel.



Todo se fue,

todo quedó,

y yo vuelvo

a encontrarte.



V

Tu mirada fija que concluye en punto,

se suspende en coma y cae en silencio.

La mano en la cana que aflora

en la barba cuando empezás a hablar.

Esa cómplice sonrisa que empieza a nacer,

cuando llega el encuentro.

Tus ojos ocultos por querer no delatarte,

mi torpeza que responde en este inacabable juego de dos.

Mirándote con detenimiento me entretengo,

con la melodía de tu voz, música que alegra mis oídos.

Sí, quisiera estar sola en esta discusión,

que habla del arte de las palabras.

Sola con vos y mirarte a través de mi espejo,

en este mundo paralelo en el que estás conmigo…



VI

Completamente a tu piel adicta,

abnegada a este amor altruista.

Consagrada al sonido de tu voz,

eternamente vacía sin vos.

Perpetuo sueño difícil de creer,

anhelo que llega a enceguecer.

Impregnado tacto de tus manos,

en tu cuerpo he naufragado.

Cautivo el corazón se entrega,

inútil pensamiento reniega.

Ya absorbida despierto,

al suspiro de tu cuerpo.

Inútil negarlo todo,

la piel me has marcado .



Crece muy dentro mío,

esta eterna promesa,

efímera e infinita promesa.

Mis letras, mortales palabras,

que de simple brisa nacen,

susurrando resbalan los labios

y ahí, en el aire, yacen.

Escucha estrella que en tierra anidas,

lugar en el que suelo amanecer,

un sueño infantil hoy te entrego,

jugar la vida enredada en tu amor.

Tempestad de nuevos aires,

perfume de antaño me embriaga,

Son tus manos largamente recorridas,

de viejos recuerdos reconocidas.



Hoy respiro en tu aire,

anhelando no despertar en vacío.

Hoy te prometo, mi último suspiro,

la gloria y la fama,

de un corazón que te ama.



VII

Palabras acalladas,

sonetos sin escribir,

tanto que decir,

y solo silencio.

Sueño tus labios,

anhelo tus manos,

respiro tu aire,

develo tu sonrisa.

Cada paso,

cada minuto,

cada día,

cada siglo.

Sé que antes me cubrías,

sé que esto ya ha pasado.

Dejávu que es sueño,

se torna real en vos.



Cefalea

VIII

Cada día amanece en lento ensueño,

deseando no tener que despertar en vacío,

implorando al sol que no se lleve tus brazos.

¡Detente reloj que cada tic tac

se lleva un poco más de él!

Imploro a los dioses

un segundo más de su perfume,

un abrazo cálido que congele al corazón.

Cuando ciegamente uno entrega todo,

nada queda más que oscuridad.

Pero de no hacerlo,

de no arrojarse.

¿Cómo saber si es amor?

¿Cómo caer en amor sin quebrarnos?



Es una eterna condena saber que te amé,

que te amo

y que nunca dejaré de amarte.

Que debo vivir el resto de mi vida,

buscándote en otra parte.



IX

Entre nubes de algodón te encontré,

el amor, en sábanas ajenas floreció.

Largas noches de delirios nos vieron,

sin pegar un párpado se deleitaron.

Sabía que esa no era realmente mi vida,

y naufragué en el abismo de tu mirar.

Extraño sentimiento de ser todavía tuya,

y sentirme aún, sólo tan mía.

Es el tiempo quien nos ciega,

vil y cruel ríe del alma enceguecida.

Buscando el sueño en la realidad,

paso días y noches y meses y años…



Reloj que no se detiene, que corre,

efímero es el latir del corazón que vive.

Angustia insostenible que te recuerda,

sublime sentimiento de tenerte cerca.

Terror que persigue la luz de mi sombra,

hoy regresas a mostrarme tu rostro.

Etéreos ojos que hielan la sangre,

conciencia a la deriva sin rumbo.

No me defraudes dulce corazón,

no conviertas en tragicomedia,

esta eterna historia de amor.



X

Eco

Seguí tus pasos,

sin preguntar dónde ibas.

Soñé tus sueños,

sin saber qué soñabas.

Amé tanto,

que el aire no era aire,

si vos no respirabas.

Tan enorme el vacío,

tan infinito el castigo.

Todo abandonaste,

tu perfume,

tu sombra,

tu esencia.



Todo dejaste y partiste.

Vacío,

silencio,

miedo,

oscuro,

negro,

nada.

Sombras,

solo sombras,

sueños rotos.

Heridas punzantes de nidos cautivos,

noches en vela embriagada en continuidad.

Y vos ahí,

donde siempre,

donde nunca,

donde tal vez un día,

te encuentre.



Donde el tiempo nos devore,

nos consuma

y todo vuelva a empezar.



XI

Al fin y al cabo la poesía

no es más que la ilusión,

de aquello,

que no podemos conquistar.

Cuando hay amor,

la poesía duerme,

y despierta solo

ante la ausencia del abrazo.

Así como tu nombre,

se desvanece en la arena,

te pierdo entre mis dedos,

cuando el ocaso comienza a pronunciarse.



Es una noche,

un par de horas,

un vestigio de tiempo,

que el universo me regala.

Para volverme loca,

completamente desquiciada.

Queriéndote quererme,

queriéndome quererte.



XII

Proyecto futuro sin presente.

Casi inalcanzable,

fugaz,

eterno,

así te siento.

Táctil sueño,

cobija mi cuerpo,

envuelta en sábanas de recuerdos.

En mi piel desvaneces,

agotador día que pasa.

Anhelando el encuentro,

horas, días y los días, años.



No quiero perderme,

no puedo perderte.

El reloj sigue su curso

y aún la espera.



XIII

Creíste que tal vez me doblegaría,

creíste que de eso trataba el amor.

Creíste que alguna vez regresaría,

creíste que sería mi satisfacción.

No sabías que en mi corazón,

un día la poesía enaltecería.

Creíste que mi mundo derrumbaría,

sin tus brazos rodeando mi cintura.

Creíste que sin tus labios moriría,

olvidando que sola respiraría.

Gime y llora el corazón,

que hoy te recuerda.

Anhelo respirar,

en pulmones ajenos.



Con la misma paz descansar,

dejar todo vacío atrás.

Amé lo que yo era con vos

aunque nunca me amaste,

no realmente.



XIV

No es el tiempo,

ni el letargo.

Es el hastío,

el aburrido día.

El sueño y el ahora,

la agonía,

el desconsuelo.

El patrón,

el amor,

la luz,

la sombra.

El todo y la nada,

el ahora, el siempre.



Contemplando silencios,

desespero acorralada.



XV

Sé que jamás amarás como yo amé.

Sé que tu hoy es un segundo,

que escurre entre destellos de arena,

entre luciérnagas de estrellas.

Sé que detenerte es un error,

que no hay camino que te ate,

ni amor que me mate.

Sé que amor es mi destino,

y el miedo tu castigo.

Sé que volverás a este día,

querrás detener el reloj,

volver atrás,

retroceder.



Pensarás en cometer el mismo error,

querrás cambiar,

mejorar,

amar.

Pero no estaré allí,

me habré desvanecido

en el aire que te ahoga

en el suspiro cuando sepas.

Que mi mano no está para tu espalda,

que mis pasos no recorren tu casa,

que mis senos no saciarán tu lujuria.

Que amor como el que pude darte,

habrá partido para siempre de tu vida.



XVI

Como Monet sintió su pincel,

yo siento este teclado,

que no hace más que reflejar mis dolores.

Esta pantalla,

que me mira desde las letras.

Este espacio y este tiempo,

que no difieren de los anteriores

sino en los instrumentos.

Y este teclado que son mis manos,

y esta pantalla que me mira,

con los mismos ojos con que yo la miro.

Aquí nacen y aquí yacen,

con cada sueño,

con cada anhelo,

con cada latido,

con cada suspiro.



Las pasiones y los llantos,

los para siempre y los hasta nunca.

Los fragmentos que conservaré

y los que dejaré en la neblina del pasado…



XVII

No inventes mi dolor,

él se irá contigo.

No acalles la canción,

ni quites mis espinas.

No pintes mis cortinas,

ni silencies la pasión.

No aquietes el tormento,

ni agites sentimientos.

No niegues mi nombre,

clavado en tu pecho.

La soledad es mi martirio,

la llaga siempre abierta,

una tortura violenta,

que adormece mis latidos.



XVIII

Si tu mundo baila,

la música.

Si canta,

la mística.

Si escribe,

los libros.

Si vuela,

las alas.

Si tu mundo clama,

siempre esperaré.

Haciendo de mí obsequio,

cargándole piedras al alma.

Creé del hogar un vientre

y de pechos los nutrientes

para que seas luz de mi haz

y que sobrevivas este mar.



Si no soy digna de engendrarte,

al menos déjame cantarte,

porque mi voz voy a dejarte

esa que jamás dudó en amarte.

Hoy, solo eres arte,

forma de mis palabras,

sueño entre mis dedos,

fuego en mis entrañas.

Vacío en las plegaria,

de ausencia que engaña.

Eres tú el testigo,

enorme vació

que siempre,

acompaña.



XIX

Quise sintonizarme con la tierra,

las montañas fueron mi horizonte,

los ríos regaban mis pies,

los mares haciéndome infinitamente eterna.

Semilla que hoy abriga el vientre,

los mundos todos, serán tuyos,

los universos paralelos,

y los imaginarios.

Sonríe solo una vez

y te regalo todo,

los cuentos y novelas,

la eterna poesía de la vida.

Los personajes y los arquetipos,

la pasión y el desánimo,

la vida, por eterna que dure.



Por millón de palabras,

por millar de poemas,

por centenares de sonrisas,

por fragmentos de caricias.



XX

Cisnes.

Somos cisnes en el mismo estanque,

sol a sol,

luna a luna,

día a día.

Busco respuestas,

busco canciones,

busco la señal

que me lleve a tus brazos.

Descubrí mi esencia en la sombra de tus ojos,

que admiré tantas veces dejándome llevar.

Contemplé tu mirar tantas veces,

enceguecida por la locura que generás.



Jugué a ser yo en el infinito escenario,

y hoy, solo queda el personaje.

Arlequín y juglar de desilusiones,

la obra culmina,

duermen las luces,

silencio.

Todo sueño nos transforma,

nos aísla.

Nos transporta a la razón que nos mueve,

eso que hace lo agridulce de la vida,

lo que no te suelta sin importar que pase.

La fantasía es el alimento del alma,

vivimos construyendo mentiras.

Creemos todo lo que dicta la razón,

sin poder acallar el sonido de nuestra voz.



Nos aturde la realidad de lo que creemos vivir,

nos lleva dentro de las profundidades del ser.

Nos ahoga y sumerge en el infinito renacer,

nos nutre el sueño de la intoxicante palabra.

Descubrimos que somos simplemente cisnes,

hermosos cuerpos alados que nos hacen viajar,

que nos permiten dejar el tiempo atrás

soñando otro ser al elevar los brazos al viento.

Y volamos sin saber qué costa nos aguarda…



Mialgia

XXI

Tiempo marioneta

Tan mío,

tan tuyo,

tan nuestro.

Tan suave,

tan tieso,

tan frío.

Tan puro,

tan tierno,

tan efímero.

Pasajero,

obsoleto,

invisible,

mundano.



Me deslumbra tu insomnio, tu mundo,

nada más mío que develarme en tu mirada,

nada más tuyo que danzar en mis piernas.

Así la vida pasa, de presente a pasado,

del para siempre al sos olvido,

del te amo al no me acuerdo.

Te dejo bailar en mis piernas,

te envuelvo en el juego.

Para caer, si debes caer,

para pecar, si debes pecar.

Para comulgar conmigo misteriosa vida,

hacer presente del futuro

y del pasado presente,

Del tiempo marioneta,

que entre dedos danza,

acariciando mis piernas,

eternamente jugando el juego…



XXII

Karma

Con alas quebradas,

caigo al eterno vacío.

Me mata el hastío,

desgarro en palabras.

Querer curar heridas,

querer amarte,

querer tocarte,

querer besarte.

Quererlo todo,

acabar con nada.

Maldigo al karma,

que apuñala mi alma.

Que como tatuaje llevo

y en mis brazos abraza.



Imposible encontrarte,

en este universo distante.

Te siento cerca,

estás acá,

y yo,

convertida en luz,

en destiempo fundo el ahora,

como un mañana que apaga,

en el bermejo sol del ocaso.



XXIII

Si fueran los cincuenta,

serías vos quien escriba esta canción.

Mas soy yo la que desnuda el alma,

la que arriesga el aire,

las ganas,

los sueños.

Nadando en la marea,

la que toma la delantera.

Si fueran los cincuenta,

dormiría sin remordimiento,

descansaría toda el alma

y renacería al alba.

Entrañaría el aturdimiento,

de tus labios en el cuello

y el solsticio de caricias,

abnegado embriagaría.



XXIV

Hoy te miré,

me viste,

lo sé.

Hoy te sentí,

lo sentiste,

lo sé.

Fuimos vos y yo,

por única vez,

conjurando esencias.

Solo una vez te pude leer

pero el libro me engañó.

Sabés que muero por vos,

lo ves cada día en los ojos.



No hay ébola que mate al alma,

ni salvación,

que enferme al corazón.

Sé que es imposible asirte,

sé que es difícil aferrarme.

Solo quiero amarte,

en silencios,

en omisiones,

en anacronismos,

en sintonías,

en historias,

en mitos,

por siempre,

amarte.



XXV

Si me hicieras el favor de ser una arpía,

si fueras tan amable y rompieras su corazón.

Si hicieras de su presente pesadilla

y borraras cada rastro de tu amor.

Si hicieras de su mundo melancolía,

y apuñalaras ese tierno vivir.

Si le negaras ese cada latir,

ese renovar de cada día.

Si dejaras que duerma en mis brazos,

si pudiera ser yo dueña del sueño.

Si descansara en el latir de mi pecho,

si sus ojos fueran en mí, gratos.



XXVI

Cuántas cosas quedaron,

en la comisura de mis labios.

Tantos silencios que,

ahogados se desvanecen.

Tantos besos que,

mueren sin haber nacido.

Tantos suspiros que,

no encontraron aire.

Cuántas veces el silencio,

ahogó mis palabras.

Cuántas entregas,

el miedo negó.

Petrificada carne,

ardiendo en llamas.

Cuántos alternos caminos,

ha recorrido el alma.

Manos que gozan del vacío,

en sábanas abultadas de recuerdos.



XXVII

Es una realidad paralela,

un sueño que podría vivir,

una esperanza que escapa,

una ilusión del corazón.

Te llamo sin saber,

te pido al desvanecer,

te anhelo en agonía

queriendo que seas él.

Querer tu amor,

codicia del alma,

sentirlo todo,

darlo todo.



De qué sirve sentir,

marchita flor violeta,

estrella que desciende,

terciopelo del letargo.

Sostén este cuerpo,

que vuela como ángel,

esperando el riesgo,

de caer en eternidad.



XXVIII

No distingo real de simple juego,

imaginación que fluye sin ocaso.

Desvelar de horas sin víctimas,

quien creo ser, me paraliza.

Tiempo que pasa avasallante,

tormento de días, meses, años.

Intenso sentir que me hace añicos,

me desploma ante tus labios.

Eternas manos que deseo,

vida que anhelo,

te demoras…

Desfilando, mis ojos provocas,

ignorada, la mirada me hunde.

Mirada que alguna vez me vio,

transparente entre sus manos.



Quiero dejar de hacerte anhelo,

agonía, aún espero despertar.



XXIX

Pretendí no herirte,

pretendí darte mi ser,

ese que se construye

y con facilidad se destruye.

El amor florece y muere,

con igual fragilidad nace.

Hoy ya no te siento,

no te veo

ni te escucho,

soy solo la sombra de quien fui.

¿Será el destino del poeta,

encontrar aquello que tanto busca,

e irreversiblemente dejarlo partir?



XXX

Tan tiernamente florecí en tus manos,

de nueva luz nació este cautivo corazón.

Elixir divino de los dulces pétalos de Eros,

mis alas desplegué y de sueños desbordé.

Más allá de lo incierto,

más allá del pasado,

más allá de haber vivido,

naufragué en traidores ríos.

Cuánto tiempo más tardaré en encontrarte,

cuántos labios más probaré hasta hallarte,

cuántas veces más gritaré tu nombre,

con desgarradora voz enmudecida.

Luna de mandala,

de ti me he impregnado,

deja que tu luz me guíe,

al abrigo del amado.



XXXI

Tu perfume consume mi piel,

filtrándose por mis poros.

Imposible no sentirte,

siendo ya, parte de ti.

Dos conocidos que se desconocen,

miradas antiguas de nuevo encuentro.

En tus ojos puedo verme,

en tu piel puedo sentirme,

ya mi mente es un tormento.

¿Es acaso, imposible destino,

lo que una vez nunca fue?

¿Lo que debía ser, desvanecido?



¿Será acaso, un sueño?

¿la ilusión de lo que pretendo que sea?

Una ráfaga de viento,

que entre mis manos dice adiós.

Un despertar esperanzado,

otra oportunidad de entregarse al amor.



XXXII

Amar con locura.

Amo tus me gusta,

en el mensaje correcto.

Amo el nunca,

el siempre

y el todavía.

Amo tu jueves

en viernes

y tus sábados,

en no me importa.

Amo saber que un adiós tuyo,

es un hasta el nuevo encuentro.

Que no importa saber cuándo llegará,

porque eternamente llegará.



Cuando las ansias de sentirte,

se conviertan en irresistibles

y la carne,

a gritos llame.

Amo ese imaginario,

que en mi mente vive.

Ese inmortal amor,

que ambos construimos.

Amo en ausencia,

al igual que en presencia.

Amo este amor,

solo mío,

que comparto con vos.



Amo amar este amor,

que jamás será correspondido.

Amo amar con locura,

porque es la única forma de amar.

De caer en amor,

de saltar,

de arriesgar

y de dar.

De otra forma, no,

no me preguntes ¿qué es amar?



XXXIII

Buscándote, otra vez encuentro,

una ráfaga de tu perfume,

solo una caricia en la brisa,

amor fugaz fluye cual río.

Un tornado de caricias,

revive las cenizas.

Amor tantas veces enterrado.

Amor, tantas veces sepultado.

No quiero volver a verte,

pero la noche siempre,

la oscuridad siempre,

me envuelve entre tus dedos.



La suavidad de tus manos,

la caricia de tus labios,

sucumbe mi mente,

al latir de tu pecho.

Renace en tus besos,

este cruel adversario.

Sé el daño que causás,

y aquí te espero,

con el corazón al desnudo,

para que partas el alma,

con tus dulces palabras.



XXXIV

Noche inquieta en soledad,

hoy bautizaste a tu hija.

En la profundidad del desierto,

bebo hoy el néctar de mis venas.

Carne solo soy en esta vida,

pudriéndome, lentamente.

Vida que matas suavemente,

deja en el último respiro del alma,

el dulce elixir de sus labios.

Solo el último suspiro de aire,

la última melodía de mi vida.

Deja cruel y rápido crespón,

una noche más, un sueño más.



Quiero sentir sus brazos en mí,

la quietud de su pecho al reposar.

El latir de su vida fluir en mí,

y decirle adiós una vez más.

Voy contigo ahora oscuridad,

lo dejo en tus manos perversas,

jugando el juego de la vida.

Todo es tinieblas y lágrimas del cielo

el ángel cayó en la trampa del amor.



XXXV

Ventana cerrada al abrazo del sol,

silencios ocultos en cada rincón,

suspiros viciados de humo giran,

invadiendo la habitación.

Jardines florecidos del desamor,

soledades renacen eternas,

sombras brotan de la oscuridad,

poesía se acumula en mis manos.

Valijas vacías de sueños rotos

huracán de quejas que agotan,

cada gota es una lágrima derramada,

hambrienta el alma al desgarrar.



Miente el pecho al olvidarte,

y la música que no te nombra.

Estás acá, clavado en esta cruz,

que nunca cesa de esperar.



XXXVI

Palabras que silencian en la comisura del labio,

enmudecida garganta grita ahogada de silencio,

sentires que nada significan,

sin un corazón abierto al riesgo,

simple saber de no tenerte.

Invasión subconsciente desespera,

nada te retiene y todo te llama,

sangran los labios al desearte.

Las velas encendidas al altar,

sahumerios arden esperanzados,

manteniendo en pie la fe.

La ilusión quiere verte despertar,

y el cuerpo te busca,

entre sábanas vacías.



El día culmina en duda,

la luna me encuentra,

nuevamente nombrándote

y el silencio escucha otra vez,

tu suspiro en mi piel.



XXXVII

Sembraste en mí pasión que no conocí,

creaste ilusiones que nunca olvidé,

soñé a tu lado la vida más plena

y aún así estoy forzada al adiós.

El dolor ciega mi pensar

la angustia cierra la garganta

en gritos ensangrentados

y los latidos quieren dejar de sufrir.

Vida que me diste amor sin igual

porqué arrebatas tan bello sentir,

obligada a despedir a quien amo

desterrada del más hermoso paraíso.



Muere la magia de tantas noches

el oxígeno en mis ser se desvanece

mis alas derriten y el vacío pronuncia

tu voz ya no se oye cerca de aquí.

Soledad que golpeas mi puerta,

aleja el olor de su piel,

borra su intenso mirar,

desaparece el sabor de sus besos.

Haz de mí un ente

deja que la vida pase

pues sin su amor yo soy

un espejismo que desaparecerá.



XXXVIII

Creer que en mis palabras te encuentro,

bailando al compás de mis versos.

Soñar que en pensamientos te llamo

y en el letargo dormís entre mis manos.

Silencio aqueja el devenir de las horas,

contando lunas me encuentro esperando.

Explorando escenarios te veo mirarme,

en oasis tu cuerpo al viento desvanece.

Fluye la vida por mis venas,

sentenciado esta condena,

de amarte a toda voz,

sin poder mirar tus ojos.

Metamorfosis de ilusiones convergen,

dando forma a la arcilla vacía.

Solo espera resta aguardar,

en mundana agonía,

de monótonos días.



Siempre el ocaso acompaña,

abrazando de luz la soledad.

Cegando los párpados sueño abrazarte,

dejando todo dolor atrás.

Desnudos pies se entierran,

bañados en arena de tiempo.

Inmóvil cuerpo adormece,

al letargo de la espera.

Soledades paralelamente compartidas,

abraza la ausencia ensimismada.

Calor del fuego que alimente poesía,

enciende milagros en el alma torturada.

Pequeños retazos de versos asfixian,

delirios ocultos de amores pasados.

Grietas que van quejando heridas,

consuelo ilusorio fugaz desvanece.



XXXIX

En el fuego se apaga la poesía,

que recuerda tu nombre.

Encendida en cenizas,

desespera al encontrarte.

Desperdigada en el aire sueña,

en la caricia del aire endulzarte.

Sin espacio ni tiempo rozarte,

converger en eterna distancia.

Sé que existís, te he sentido,

sé que estás, en la música escondido.

Tu voz, que late en todos mis suspiros,

tus manos que tiemblan al mirarnos.

En mi mundo en espera resguardo,

acorazando el corazón herido,

reconstruyendo anhelos perdidos,

imaginando versos respiro.



Agonía

Pandémico amor que me condena,

a encontrar la muerte en tus manos,

a afiebrar el cuerpo al delirio,

a vomitar insulsas palabras.

Temperatura que sube a la tortura,

alucina el alma desgarbada,

mis ojos apenas parpadean,

soñando tu rostro.

Tus mejillas llenas de color,

tu sonrisa impía,

tus ojos grises,

tu mirada lasciva,

acostumbrado a mi dolor,

embriagado en su aroma.

Quiero mover mis manos,

quiero mojar mis labios,

la garganta seca,

los ojos rojos,

el latido a penas suena.



Ya nada importa,

ni tu abrazo,

ni tu pecho,

ni tus manos,

ni mi cuerpo.

Ya la luz empapa los párpados,

ya el ave renace entre cenizas.

Hoy ya no importa el tacto,

hoy transmuto,

hoy converjo,

hoy renazco,

en melancolía.

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