618
KIM STANLEY ROBINSON Tiempos de arroz y sal minotauro

Kim Stanley Robinson - Tiempos de Arroz y Sal

Embed Size (px)

DESCRIPTION

¿Que hubiera pasado si en el siglo XV toda la cristiandad europea hubiera perecido de peste bubonica? La historia mundial estaría signada por el desarrollo de dos grandes civilizaciones, que tratarian de expandirse y prevalecer; la civilización musulmana y la civilización china. ¿Como sería esta posible historia...?

Citation preview

KIM STANLEY ROBINSON

Tiempos de arroz y sal

minotauro

Ttulo original: TheYears of Rice and Salt Traduccin de Franca Borsani Diseo de la sobrecubierta: OPALWORKS

Primera edicin: marzo de 2003 Kim Stanley Robinson, 2002 Ediciones Minotauro, 2003 Av. Diagonal, 662-664, 6.a planta. 08034 Barcelona www.edicionesminotauro.com ISBN: 84-450-7409-1 Depsito legal: B. 7011-2003 Impreso en A&M Grfic Polgono industrial La Florida Santa Perpetua de la Mogoda. 08130 Barcelona Impreso en Espaa Printed in Spain

TRIPITAKA:

Mono, a qu distancia est el Cielo Occidental, la morada de Buda? WU-KONG: Puedes caminar desde tu juventud hasta que te hagas viejo, y despus de eso, hasta que te conviertas en joven otra vez; e incluso despus de pasar por ese ciclo mil veces, an puede resultarte difcil llegar al lugar donde quieres ir. Pero cuando adviertas, por la firmeza de tu propia voluntad, la naturaleza bdica en todas las cosas y cuando cada uno de tus pensamientos regrese a esa fuente en tu memoria, en ese momento habrs llegado a la Montaa Espritu.VIAJE AL OESTE

Cronologa

N OTA: los calendarios islmico y chino son lunares. Los calendarios cristiano y budista son solares.

LIBRO 1 Despertar al vaco

1En otro viaje hacia el oeste, Bold y Psin encuentran una tierra vaca; Temur est molesto, y el captulo tiene un final tormentoso.

Mono nunca muere. Contina regresando para ayudarnos en tiempos difciles, tal como socorri a Tripitaka durante los peligros del primer viaje hacia el oeste, para llevar a China el budismo de la India. Ahora haba adquirido la forma de un pequeo mongol llamado Bold Bardash, caballero del ejrcito de Temur el Cojo. Hijo de un vendedor de sal tibetano y de una espiritual posadera mongol; por lo tanto viajero desde antes de nacer, para arriba, para abajo, para atrs y para adelante, sobre montaas y ros, cruzando desiertos y estepas, atravesando siempre el corazn del mundo. En la poca de nuestra historia ya era viejo: rostro cuadrado, nariz torcida, cabellos grises trenzados y una barba de cuatro pelos. Saba que sta sera la ltima campaa de Temur y se preguntaba si tambin sera la suya. Un da, cabalgando al frente del ejrcito, un pequeo grupo de soldados pas por unas oscuras colinas al anochecer. Bold empezaba a inquietarse con tanto silencio. Por supuesto, en realidad no todo era sigilo; los bosques siempre resultaban ruidosos comparados con la estepa. Ms adelante haba un gran ro que derramaba sus sonidos en el viento que agitaba los rboles; pero faltaba algo. Tal vez el cantar de los pjaros, o algn otro sonido que Bold no poda terminar de descifrar. Los caballos se rean disimuladamente cuando los hombres los animaban con las rodillas. El clima estaba cambiando y eso no ayudaba, las largas colas de las yeguas trazaban lneas anaranjadas en la parte ms alta del cielo, rfagas de viento, humedad en el aire; una tormenta se acercaba desde el oeste. Bajo el inmenso cielo de la estepa hubiera sido evidente. Aqu en las colinas boscosas el cielo no se dejaba ver tanto, y los vientos eran cambiantes, pero an as los indicios eran claros. Cabalgan por campos que no han sido cosechados. La cebada cada sobre s misma, los manzanos con manzanas secas en las ramas, o negras en el suelo.

No hay huellas de carros ni de cascos ni de pies en la tierra del camino. El sol se pone; la luna, casi llena, desfigurada all en lo alto. Los buhos sobre los campos. Una rfaga repentina: qu grande parece el mundo en el viento. Los caballos estn tensos, Mono tambin. Llegaron a un puente vaco y lo cruzaron; los cascos resonaban en los tablones. Ahora se encontraban con algunas construcciones de madera techadas de paja. Pero no haba fuegos ni luces de antorchas. Continuaron avanzando. Aparecieron ms construcciones entre los rboles, pero todava no se vea a nadie. La tierra oscura estaba vaca. Psin los apremi para que siguieran marchando, y a los costados del cada vez ms ancho camino todava aparecan ms construcciones. Luego el camino que se alej de las colinas y los condujo hasta una planicie; delante de ellos se irgui una ciudad negra y silenciosa. No haba luces, ni voces; tan slo el viento, que haca rozar las ramas entre s sobre los rizos de la inmensa y negra corriente del ro. La ciudad estaba vacia. Por supuesto que renacemos muchas veces. Llenamos nuestros cuerpos como el aire llena las burbujas, y cuando las burbujas estallan entramos directos en el Bardo, y erramos hasta que un soplido nos lleva hacia una nueva vida, de regreso a algn lugar del mundo. Generalmente, esta certeza le resultaba bastante reconfortante a Bold cuando tropezaba exhausto sobre los campos despus de la batalla, la tierra cubierta de cuerpos rotos que parecen sacos vacos. Pero llegar a un pueblo en el que no ha habido batalla alguna y encontrar que todo el mundo ha muerto es algo muy diferente. Gente muerta desde haca mucho tiempo; los cuerpos secos. Al crepsculo y a la luz de la luna podan ver el brillo de los huesos expuestos, esparcidos por lobos y cuervos. Bold repiti para s mismo el sutra del corazn: La forma es vaco, el vaco es forma. Se ha ido, se ha ido, se ha ido al ms all, se ha ido por completo al ms all. Oh, qu Despertar! Alabados seis todos!. Los caballos descansaban en las afueras del pueblo. Excepto por rumor del ro, todo estaba en silencio. El ojo desviado de la luna brillaba sobre las piedras vestidas, all en medio de todas las construcciones de madera. Una gran construccin de piedra, entre otras ms pequeas. Psin orden a sus hombres que se cubrieran el rostro para evitar tener contacto con nada, que se quedaran sobre sus caballos y que evitaran que sus caballos tocaran con los cascos cualquier cosa que no fuera el suelo. Cabalgaron lentamente atravesando calles estrechas, flanqueadas por construcciones de madera de dos o tres plantas, apoyndose unos en otros como en las ciudades chinas. Los caballos estaban intranquilos pero no se negaron a avanzar. Llegaron a una plaza central pavimentada que estaba cerca del ro y se7

detuvieron frente a la enorme construccin de piedra. Era inmensa. Muchos habitantes del pueblo haban ido a morir aqu. Su lamasera, sin duda, pero sin techo, abierta al cielo; era una obra inacabada. Como si estas personas hubieran recurrido a la religin nicamente en sus ltimos das; pero demasiado tarde; aquel sitio era una tumba de huesos. Se ha ido, se ha ido, se ha ido al ms all, se ha ido por completo al ms all. Todo estaba inmvil; a Bold se le ocurri que el pasaje de la montaa por el que haban elegido cabalgar tal vez no haba sido el correcto, el que conduca a aquel otro oeste, a la tierra de los muertos. Por un instante record algo, una visin momentnea de otra vida; un pueblo mucho ms pequeo que ste, una aldea aniquilada por algn terrible torrente que haba enviado a todos juntos al bardo. Horas en una habitacin esperando la muerte; sa era la razn por la que tan a menudo senta que reconoca a la gente que se encontraba. Sus existencias eran un destino compartido. Peste dijo Psin. Salgamos de aqu. Cuando mir a Bold, sus ojos se iluminaron y su rostro estaba duro; pareca uno de los guardias de piedra de las tumbas imperiales. Bold se estremeci. Me pregunto por qu no se habrn ido dijo. Tal vez no haba adnde ir. La peste haba atacado la India haca unos aos. Los mongoles generalmente no la contraan; slo caa un beb de vez en cuando. Los turcos y los indios eran ms susceptibles; por supuesto Temur los tena a todos en su ejrcito: persas, turcos, mongoles, tibetanos, indios, tajikos, rabes, georgianos. La peste poda matar a cualquiera de ellos, o a todos. Si es que era eso verdaderamente lo que haba derribado a aquella gente. No haba manera alguna de estar seguro. Regresemos para contarles dijo Psin. Los dems asintieron con la cabeza, complacidos de que la decisin fuera de Psin. Temur les haba dicho que exploraran la llanura magiar y lo que hubiera detrs de ella, cuatro das de cabalgata hacia el oeste. No le gustaba que los destacamentos exploradores regresaran sin obedecer sus rdenes, as estuvieran formados por su qa'uchin ms antiguo. Pero Psin poda enfrentarse a l. Volvieron a cabalgar una vez ms a la luz de la luna y acamparon brevemente cuando los caballos estuvieron cansados. Se pusieron en marcha al amanecer y atravesaron una vez ms el amplio paso entre las montaas que los primeros exploradores haban dado en llamar la Puerta Morava. No vieron humo en ninguna de las aldeas o chozas por las que pasaron. Espoleaban a sus monturas para que galoparan tanto como pudieran, cabalgaron sin parar todo aquel da. Mientras bajaban por la larga ladera oriental de la montaa, de regreso hacia la estepa, una enorme muralla de nubes se elev en la mitad occidental del cielo.8

Como la manta negra de Kali sobre ellos, la Diosa de la Muerte los persigue fuera de su tierra. La parte oculta, slida y negra, ondulada, colas de cerdos negros y anzuelos haciendo remolinos en el aire. Un presagio tan sombro que los caballos inclinan la cabeza, los hombres ya no pueden verse unos a otros. Se acercaron al gran campamento de Temur, y la negra nube de la tormenta cubri el resto del da, provocando una oscuridad como la de la noche. A Bold se le erizaron los pelos. Cayeron algunas gotas muy grandes, y los truenos se acercaron desde el oeste como gigantes ruedas de hierro. Se acurrucaron sobre la silla y acicatearon a los caballos para que siguieran avanzando, reacios a regresar con semejante tormenta, con semejantes noticias. Temur lo tomara como un presagio, tal como lo haban hecho ellos. Temur deca a menudo que todo su xito se lo deba a un asura que lo visitaba y le daba consejos. Bold haba presenciado una de aquellas visitas; haba visto a Temur hablando con un ser invisible y luego decirle a la gente lo que estaban pensando y qu iba a sucederles. Una nube tan negra slo poda ser una seal. El mal en el oeste. Algo malo haba sucedido all, algo an peor que la peste, tal vez; el plan de Temur de conquistar a los magiares y a los francos tendra que ser abandonado: haba sido derrotado por la mismsima diosa de las calaveras. Resultaba difcil imaginarlo aceptando una prioridad como sa, pero all estaban, bajo una tormenta como la que nadie haba visto antes, y todos los magiares estaban muertos. El humo de los fuegos de los campamentos invada el aire, como en un gran sacrificio, el aroma familiar y sin embargo distante, pareca llegar de un hogar al que haban abandonado para siempre. Psin mir a los hombres que lo rodeaban. Acampad aqu orden. Pens unos instantes. Bold. Bold sinti que el miedo lo atravesaba como si fuera una flecha. Ven. Bold trag saliva y asinti con la cabeza. No era valeroso, pero tena el porte estoico de los qa'uchin, los guerreros ms antiguos de Temur. Psin tambin sabra que Bold era consciente de que haban entrado en una esfera diferente, que todo lo que sucediera a partir de entonces sera extrao, algo predestinado y que estaba siendo vivido inexorablemente, un karma del que no podan escapar. Sin duda, Psin tambin estara recordando cierto incidente de su juventud, cuando ambos haban sido capturados por una tribu de cazadores taiga al norte del ro Kama. Juntos haban protagonizado una huida muy exitosa, haban apualado al cabecilla de los cazadores y luego haban atravesado corriendo una hoguera en medio de la noche. Sin desmontar, los dos hombres rodearon a los ltimos guardias y9

atravesaron el campamento hasta llegar a la tienda del kan. Al norte y al oeste rayos y centellas enloquecan el aire negro. Ninguno de los hombres haba visto en toda su vida semejante tormenta. Los escasos y pequeos pelos que cubran los antebrazos de Bold estaban erizados, y l poda sentir el aire crepitando con fantasmas hambrientos, los pretas se reunan para ver a Temur cuando sala de su tienda de campaa. Haba matado a tantos. Los dos hombres desmontaron y se quedaron esperando. Los guardias salieron de la tienda, abrieron las pieles de la entrada hacia los lados, y se colocaron all en posicin de firmes, preparados y con los arcos alzados. Bold tena la garganta demasiado seca y no poda tragar; pareca como si una luz azul resplandeciera dentro de la gran yurta del kan. Temur apareci muy alto en el aire, sentado en la litera que sus cargadores ya se haban colocado sobre los hombros. Estaba plido y sudaba, tena los ojos blancos. Mir fijamente a Psin. Por qu habis regresado? Kan, una peste ha atacado a los magiares. Estn todos muertos. Temur observaba a su poco estimado general. Por qu habis regresado? Para informaros, kan. La voz de Psin era firme; sus ojos se encontraron sin miedo con la feroz mirada de Temur. Pero Temur no estaba satisfecho. Bold trag saliva; nada aqu era igual que aquella vez cuando l y Psin haban escapado de los cazadores, no haba ni un solo rasgo de aquel esfuerzo que pudiera ser repetido. Solamente quedaba la idea de que haban podido hacerlo. Algo se agit dentro de Temur, Bold lo vio; ahora su asura estaba hablando a travs de l, y esto pareca estar causndole mucho dao. Tal vez no era un asura, sino su nafs, el animal espiritual que viva dentro de l. Dijo con voz spera: No pueden escaparse con tanta facilidad! Sufrirn por esto; no importa cmo traten de escapar. Agit un brazo dbilmente. Regresad a vuestro campamento. Luego les dijo a sus guardias con voz ms serena: Llevaos a estos dos y matadlos junto con sus hombres; a sus caballos tambin. Haced una hoguera y quemadlo todo. Luego trasladad nuestro campamento a dos das a caballo de aqu, hacia el este. Levant la mano. El mundo salt en mil pedazos. Un rayo haba estallado entre ellos. Bold cay sordo y de bruces al suelo. Cuando mir aturdido a su alrededor, vio que todos los dems que estaban all haban sido derribados de la misma manera, que la tienda del kan estaba en llamas, la litera de Temur estaba volcada, sus cargadores por el suelo, el propio kan sobre una rodilla, con las manos en el pecho. Algunos de sus hombres acudieron a l. Una vez ms un rayo cay sobre ellos. Bold se levant a tientas y escap. Mir por encima del hombro a travs 10

de verdes y latentes imgenes consecutivas, y vio cmo el nafs negro de Temur sala de su boca para adentrarse en la noche. Temur-i-Lang, Hierro el Cojo, abandonado por ambos, asura y nafs. El cuerpo vaco se derrumb en el suelo, y la lluvia lo cubri. Bold atraves la oscuridad corriendo hacia el oeste. No sabemos qu camino sigui Psin, o qu le sucedi; pero en cuanto a Bold, podris descubrirlo en el prximo captulo.

11

2A travs de la tierra de los fantasmas hambrientos deambula un mono, solo como una nube.

Bold corri o camin hacia el oeste durante toda aquella noche, abrindose paso a travs del cada vez ms frondoso bosque bajo la persistente lluvia, subiendo las colinas ms pronunciadas que pudo encontrar, para despistar a cualquier tropa de jinetes que pudiera estar siguindolo. Nadie sera demasiado entusiasta en persecucin de un posible portador de la peste, pero podan dispararle desde bastante lejos, y l deseaba desaparecer de su mundo como si nunca hubiera existido. Si no hubiera sido por aquella extraa tormenta seguramente estara muerto, embarcado ya en otra existencia; aunque de todas maneras ahora tambin lo estaba. Se ha ido, se ha ido, se ha ido al ms all, se ha ido por completo al ms all... Camin todo el da siguiente y toda la segunda noche. El atardecer del segundo da lo sorprendi atravesando otra vez la Puerta Morava, sintiendo que nadie se atrevera a seguirlo all. Una vez que lleg a la llanura magiar se dirigi hacia el sur, entre los rboles. Bajo la luz hmeda de la maana encontr un rbol cado y se desliz profundamente bajo sus races expuestas, para dormir durante el resto del da en una sequedad oculta. Aquella noche la lluvia par, y en la tercera maana Bold despert famlico. No tard mucho en encontrar, arrancar y comer unas cuantas cebollas de los prados; luego sali de caza para conseguir una comida ms sustanciosa. Era posible que todava colgara carne seca en los almacenes de las aldeas vacas, o que hubiera cereales en sus graneros. Quiz tambin pudiera encontrar un arco y algunas flechas. No quera acercarse a los poblados muertos, pero pareca ser la mejor manera de conseguir comida, y eso prevaleci sobre todo lo dems. Aquella noche no durmi demasiado bien, tena el estmago repleto y lleno de gases por las cebollas. Al amanecer parti hacia el sur, siguiendo al gran ro. Todas las aldeas y los poblados estaban desiertos. La nica gente que vea estaba muerta en el suelo. Era perturbador, pero nada poda hacerse. l tambin estaba inmerso en una suerte de existencia pstuma, ciertamente un fantasma muy hambriento. Vivi comiendo lo que iba encontrando, sin 12

nombre ni amigos; al igual que en las ms arduas campaas en la estepa, comenz a encerrarse en s mismo, convirtindose cada vez ms y ms en un animal, su mente se encoga como los cuernos de un caracol asustado. Durante horas y horas pensaba en poco ms que no fuera el sutra del corazn. La forma es vaco, el vaco es forma. No por nada haba sido nombrado Sun Wu-kong, Despierto al vaco, en una encarnacin anterior. Mono en la vacuidad. Lleg a una aldea que pareca intacta, borde sus lmites. En un establo vaco encontr un arco sin cuerda y una aljaba de flechas, ambas cosas muy primitivas y mal hechas. Algo se movi afuera entre la hierba, entonces sali y llam a una pequea yegua negra. La atrajo con cebollas y no tard en conseguir que se dejara montar. Atraves con ella un puente de piedra tendido sobre el gran ro y cruz lentamente los campos sembrados hacia el sur, arriba y abajo, arriba y abajo. Todas las aldeas estaban igualmente vacas, la comida que encontraba en ellas estaba podrida o comida a medias por los animales, pero ahora tena la leche y la sangre de la yegua para subsistir, as que la cuestin no era tan urgente. Aqu era otoo; Bold comenz a vivir como los osos, comiendo bayas y miel, y conejos cazados con aquel ridculo arco. Probablemente haba sido fabricado por un nio; no poda creer que alguien ms grande pudiera hacer semejante cosa. Era una simple madera curva, tal vez de fresno, un poco tallada pero igualmente deformada; sin apoyo para la flecha, sin muesca, su cuerda era como la de izar una bandera de oracin. Su antiguo arco haba sido un laminado de cuerno, arce y tendn cubierto de cuero azul, de tirada suave y con fuerza suficiente para perforar una armadura a ms de un li de distancia. Ahora est perdido, perdido para siempre, junto con el resto de sus escasas pertenencias; cuando disparaba esas flechas debiluchas con ese arco de rama y fallaba, sacuda la cabeza y se preguntaba si acaso vala la pena ir a buscar la flecha. No le extraaba que aquella gente hubiera muerto. En una pequea aldea, cinco construcciones amontonadas sobre el vado de un riachuelo, la casa del jefe result tener una despensa cerrada, an atiborrada de pastelillos de pescado condimentados con algo que Bold no pudo reconocer, y que le revolvi el estmago. Pero despus de haber ingerido aquella extraa comida sinti que sus espritus se animaban. En un establo encontr alforjas para la yegua, y las llen con ms comida seca. Sigui cabalgando, ahora ms atento que antes a la tierra por la que estaba pasando. rboles de corteza blanca sostienen ramas negras, pinos y cipreses an verdes en la ladera. Un pjaro rojo y otro azul posados juntos en el mismo rbol. Ahora cualquier cosa es posible.

13

Cualquier cosa menos regresar a su vida anterior. No porque le guardara rencor a Temur; Bold hubiera hecho lo mismo de haber estado en su lugar. La peste era la peste, y no poda tratarse a la ligera. Y esta peste era evidentemente peor que muchas otras, puesto que haba matado a todas las personas de la regin. Entre los mongoles, la peste generalmente mataba a unos cuantos bebs, tal vez enfermaba a algunos adultos. Se mataba a todas las ratas y ratones que se encontraba, y si los bebs comenzaban a tener fiebre y a desarrollar granos, las madres los sacaban afuera para que vivieran o murieran junto al ro. Se deca que las ciudades indias lo pasaban an peor, la gente mora en multitudes. Pero nunca nada como esto. Era posible que otra cosa los hubiera matado. Viajando a travs de la tierra vaca. Nubes y niebla, la luna plida y fra. El cielo, color escarcha, da fro mirarlo. El viento perfora. Terror repentino. Mil rboles braman en la desperdigada arboleda: un mono solitario llora sobre una colina yerma. Pero el terror lo atraves y luego desapareci, como aluviones de lluvia, dejndole la mente tan vaca como la propia tierra. Todo era quietud. Se ha ido, se ha ido, se ha ido por completo. Durante un rato pens que cruzara toda la regin de la peste, la dejara atrs y volvera a encontrar gente. Pero entonces lleg a una dentada cadena de colinas negras, y vio una gran ciudad que se abra ante sus pies, ms grande que cualquiera que hubiera visto jams, sus tejados cubran todo el fondo de un valle. Pero estaba desierta. No haba humo, ni ruido, ni movimiento. En el centro de la ciudad otro templo gigante de piedra se abra bajo el cielo. Al verlo el terror lo invadi una vez ms, y entr en el bosque para escapar de la imagen de tanta gente desaparecida como las hojas del otoo. Intua dnde poda llegar, por supuesto. Al sur de aqu, tarde o temprano llegara a las tierras de los turcos otomanos que vivan en los pases balcnicos. Tendra la oportunidad de hablar con ellos; regresara al mundo, pero fuera del imperio de Temur. Entonces algo comenzara para l, alguna forma de vida. As que cabalg hacia el sur. Pero, aqu tambin, los nicos ocupantes de las aldeas eran esqueletos. Tuvo hambre y cada vez ms hambre. Forz ms y ms a la yegua, y bebi de su sangre. Entonces una noche, bajo la oscuridad de la luna, de repente oy aullidos y en un suspiro estuvo junto a los gruidos de los lobos. Bold apenas tuvo tiempo para cortar la atadura de la yegua y trepar a un rbol. La mayora de los lobos se marcharon detrs de la yegua, pero algunos se sentaron ja 14

deando debajo del rbol. Bold se puso lo ms cmodo que pudo y se prepar para esperar que se fueran. Cuando lleg la lluvia se escabulleron. Al amanecer se despert por dcima vez, baj del rbol. Parti ro abajo y se encontr con los restos de la yegua, slo piel y cartlagos y algunos huesos dispersos. No pudo encontrar las alforjas por ninguna parte. Continu a pie. Un da, demasiado dbil para caminar, se sent a esperar junto a un riachuelo, y le dispar a un ciervo con una de las pequeas y debiluchas flechas, hizo un fuego y comi bien, tragando trozos de pemil asado. Durmi lejos del cadver, esperando regresar a l. Los lobos no podan trepar rboles, pero los osos s. Vio un zorro, y puesto que la zorra haba sido el nafs de su esposa, haca ya mucho tiempo, se sinti mejor. Por la maana el sol lo reconfort. El ciervo haba sido devorado por un oso, al menos eso era lo que pareca, pero l ya se senta ms fuerte con toda aquella carne fresca en su interior, y sigui su camino. Camin hacia el sur durante varios das, siempre que poda por las crestas de las montaas, sobre colinas tanto desiertas de gente como de vegetacin, el suelo bajo sus pies anegado hasta las piedras y baado de blanco por los rayos del sol. Al alba busc a la zorra por los valles, y bebi de los manantiales, y busc sobras de comida en aldeas muertas. Estos restos eran cada vez ms difciles de encontrar, y durante un tiempo tuvo que conformarse con masticar la correa de cuero de un arreo, un viejo truco mongol de las arduas campaas en las estepas. Pero le pareca que en aquel entonces haba funcionado mejor, en las llanuras infinitas tanto ms fciles de atravesar que estas tortuosas colinas baadas de blanco. Al final de un da, despus de haberse acostumbrado haca ya mucho tiempo a vivir solo en el mundo, rebuscando comida como el mismsimo Mono, entr en un pequeo bosquecillo de rboles para hacer un fuego, y se sorprendi al ver que ya haba uno encendido, vigilado por un hombre vivo. El hombre era pequeo, como Bold. Sus cabellos eran rojos como las hojas del arce, su frondosa barba del mismo color, su piel plida y leonada como la de un perro. Al principio Bold estaba seguro de que el hombre estaba enfermo, y mantuvo cierta distancia. Pero los ojos del hombre, de color azul, eran claros; y l tambin tena miedo, totalmente alerta y preparado para lo que fuera. Se miraron fijamente en silencio, a travs de un pequeo claro en el medio del bosquecillo. El hombre hizo un gesto y seal el fuego. Bold asinti con la cabeza y se acerc al claro con cautela. El hombre estaba cocinando dos pescados. Bold sac de su abrigo un conejo que haba matado aquella maana, y lo despellej y lo limpi con su cuchillo. El hombre lo observaba hambriento, asintiendo con la cabeza al ver cada movimiento familiar. Dio vuelta a los pescados que tena sobre el 15

fuego, e hizo sitio para el conejo entre las brasas. Bold lo espet con un palo y lo puso al fuego. Cuando la carne estuvo asada, comieron en silencio, sentados sobre dos troncos en los lados opuestos del fuego. Los dos miraban fijamente las llamas, observndose de reojo slo ocasionalmente, tmidos despus de haber pasado tanto tiempo solos. Despus de todo lo ocurrido, no era muy obvio lo que uno poda decirle a otro ser humano. Finalmente el hombre habl, al principio entrecortado, y luego de corrido. A veces utilizaba una palabra que a Bold le resultaba familiar, pero no tan familiar como sus movimientos alrededor del fuego, y por mucho que lo intentara, Bold no poda entender nada de lo que el hombre deca. l mismo intent decir algunas frases simples, sintiendo la rareza de las palabras en su boca, como guijarros. El otro hombre escuchaba atentamente, sus ojos azules destellaban a la luz del fuego, como apartados de la sucia palidez de la piel de su delgado rostro, pero no mostraba signo alguno de comprensin; ni mongol, ni tibetano, ni chino, ni turco, ni arbe, ni chagatai, ni cualquier otro de los saludos extranjeros que Bold haba aprendido durante los aos en que haba atravesado la estepa. Al finalizar el discurso de Bold el rostro del hombre se desfigur en un espasmo, y llor. Luego, secndose los ojos, dejando grandes rayas blancas sobre su sucio rostro, se puso de pie frente a Bold y dijo algo, gesticulando mucho. Seal a Bold con el dedo, como si estuviera enfadado, luego dio un paso hacia atrs y se sent sobre su tronco, y comenz a imitar el movimiento que se hace cuando se rema una barca, o al menos eso fue lo que Bold conjetur. Rem de espaldas, como los pescadores del mar Caspio. Hizo los movimientos que se hacen para pescar, luego los que se hacen para atrapar a los peces, para limpiarlos, para cocinarlos, para drselos de comer a los nios pequeos. A travs de sus gestos evoc a toda la gente a la que haba alimentado, a sus hijos, a su esposa, a la gente con la que haba vivido. Luego alz su rostro y observ las brasas y llor otra vez. Levant la precaria camisa que le cubra el cuerpo y seal sus brazos y antebrazos, y entonces cerr el puo. Bold asinti con la cabeza, sinti cmo el estmago se le encoga cuando el hombre describi con gestos la enfermedad y la muerte de todos los nios, echndose al suelo y gimiendo como un perro. Luego la esposa, luego todo el resto. Todos menos este hombre, que caminaba alrededor del fuego sealando las hojas que cubran el suelo, salmodiando palabras, tal vez nombres. Para Bold todo estaba muy claro. Luego el hombre quem su aldea muerta, todo tan claro en gestos, y tambin haciendo gestos se fue de all remando. Rem sobre su tronco durante mucho tiempo, tanto que Bold pens que se haba olvidado de la historia; pero entonces se detuvo de golpe y retrocedi con su barca. Baj a tierra, mirando a su alrededor y aparentando estar sorprendido. Luego comenz a caminar. Camin alrededor del fuego ms de diez veces, simul comer hierbas y palos, aullando como un lobo, encogindose debajo de su 16

tronco, caminando un poco ms, incluso remando otra vez. Dijo las mismas cosas una y otra vez: Dea, dea, dea, dea. Las grit a las trmulas estrellas que brillaban sobre ellos a travs del tejido de ramas. Bold asinti con la cabeza. Conoca la historia. El hombre estaba gimiendo, con un suave gruido, como un animal, golpeando la tierra con un palo. Sus ojos eran tan rojos como los de cualquier lobo a la luz del fuego. Bold comi un poco ms de conejo, luego ofreci el palo al hombre, quien se lo arrebat y comi hambriento. Permanecieron all sentados observando el fuego. Bold se senta tanto acompaado como solo. Mir al otro hombre, que se haba comido sus dos pescados, y ahora daba cabezadas. El hombre se puso de pie bruscamente, murmur algo, se acurruc cerca del fuego y se qued dormido. Con dificultad, Bold aviv el fuego, se acomod en el otro lado, e intent hacer lo mismo. Cuando se despert, el fuego haba muerto y el hombre se haba marchado. Era un amanecer fro, empapado de roco, y las huellas del hombre bajaban por la pradera hasta una gran curva en un riachuelo; all desaparecan. No haba seal alguna de hacia dnde haba ido el hombre. Pasaron los das, y Bold sigui su camino hacia el sur. Pasaron largas horas durante las que no pensaba absolutamente en nada, tan slo exploraba la tierra en busca de comida y el cielo para conocer el clima, murmurando una o dos palabras una y otra vez. Despierto al vaco. Un da lleg a una aldea construida alrededor de un manantial. Viejos templos dispersos por el lugar, redondas columnas rotas que apuntan al cielo. Todo en medio de un inmenso silencio. Qu hizo enfadar tanto a estos dioses para castigar as a su gente? Qu haran con una alma solitaria que deambula despus de que el mundo ha acabado? Blancos tambores de mrmol cados aqu y all: un pjaro pa en el aire vaco. No le interesaba entrar ilegtimamente para examinar nada, y entonces rode los templos. Om mane padme hum, om mane padme hummmm murmuraba, de repente consciente de que ahora a menudo hablaba solo en voz alta, sin darse cuenta nunca de ello, como si ignorara a un viejo compaero que siempre dice las mismas cosas.

17

Continu rumbo al sur y al este, aunque haba olvidado por qu. Entr en las casas al borde del camino en busca de comida seca. Camin por los caminos desiertos. Era una tierra vieja. Nudosos olivos, negros y pesados con sus frutos incomibles, se burlaban de l. Ninguna persona coma de su propio esfuerzo, nadie. Cada vez tena ms hambre, y la comida se convirti en su nico objetivo, da tras da. Pas por ms ruinas de mrmol y rebusc en los caseros por los que pasaba. Una vez encontr un inmenso vaso de arcilla lleno de aceite de oliva, y se qued all cuatro das hasta bebrselo todo. Luego la caza se volvi ms abundante. Vio a la zorra ms de una vez. Algunos buenos disparos con su ridculo arco lo mantuvieron alejado del hambre. Cada noche haca ms grandes sus fuegos, y una o dos veces se pregunt qu habra sido de aquel hombre al que haba conocido. Acaso el haber encontrado a Bold le habra hecho darse cuenta de que estara solo, sin importar qu pasara o a quin encontrara, y se habra matado para reunirse nuevamente con su jati? O tal vez simplemente haba resbalado mientras beba? O se haba metido en el riachuelo para evitar que Bold lo siguiera? No haba manera de saberlo, pero aquel encuentro acuda a Bold una y otra vez, en especial la claridad con la que haba podido entenderle. Los valles se extendan hacia el sur y hacia el este. Poda sentir la forma de los viajes en su mente, y descubri que no poda recordar lo suficiente su recorrido en las ltimas semanas como para estar seguro de dnde se encontraba, con relacin a la Puerta Morava, o al kanato de la Horda de Oro. Desde el mar Negro haban cabalgado hacia el oeste durante aproximadamente diez das, no es cierto? Era como tratar de recordar cosas de una vida anterior. Sin embargo, pareca posible que estuviese acercndose al imperio bizantino, yendo hacia Constantinopla desde el norte y el oeste. Agotado junto a su hoguera nocturna, se preguntaba si Constantinopla estara tambin muerta. Se preguntaba si Mongolia estara muerta, si tal vez todos los habitantes del mundo estaran muertos. El viento susurraba a travs de los arbustos como las voces de un fantasma, y cay en un intranquilo sueo, despertndose varias veces durante la noche para observar las estrellas y echarle ms ramas al fuego. Tena fro. Se despert una vez ms, y all estaba el fantasma de Temur, de pie al otro lado del fuego, la luz de las llamas danzaba sobre su impresionante rostro. Sus ojos eran negros como la obsidiana; Bold poda ver dos estrellas brillando en ellos. As que dijo Temur pesarosamente te has escapado. S susurr Bold. Qu sucede? Acaso no quieres salir de caza otra vez? Esto era algo que ya le haba dicho antes a Bold. Al final se haba puesto tan dbil que haba tenido que ser llevado en una litera, pero nunca pens en detenerse. El ltimo invierno haba estado pensando en si deba ir o 18

no hacia el este en primavera, para luchar contra China, o hacia el oeste, para combatir contra los francos. Durante un inmenso festn sopes las ventajas de cada movimiento, y en determinado momento mir a Bold, y algo en el rostro de Bold hizo que el kan se lanzara contra l con su poderosa voz, todava fuerte a pesar de su enfermedad. Qu sucede, Bold? Acaso no quieres salir de caza otra vez? le haba dicho. Siempre, gran kan haba respondido Bold aquella vez. Estuve all cuando conquistamos Ferghana, Khorasan, Sistan, Khrezm y Monghulistan. Muy bien puedo ir una vez ms. Temur haba redo su risa furiosa. Pero esta vez adnde vas, Bold? Adnde vas? Bold saba bien lo que haca y se encogi de hombros. A m me da lo mismo, gran kan. Por qu no tiris una moneda? respondi. Por lo cual recibi otra risa, y un sitio clido en el establo aquel invierno, y un buen caballo para la campaa. Haba viajado hacia el oeste durante la primavera de 784. Ahora el fantasma de Temur, tan slido como cualquier hombre, le echaba a Bold una mirada asesina llena de reproches desde el otro lado del fuego. Tir la moneda tal como t me lo sugeriste, Bold. Pero debe de haber cado del lado equivocado. Tal vez China hubiese sido peor dijo Bold. Cmo podra haber sido peor? pregunt furioso Temur. Haber muerto por un relmpago? Cmo podra haber sido? T hiciste aquello, Bold; t y Psin. Trajisteis la maldicin del Oeste con vosotros. Nunca deberais haber regresado. Y yo debera haberme ido a China. Tal vez. Bold no saba cmo tratar con l. Los fantasmas enfadados necesitan tanto ser desafiados como apaciguados. Pero aquellos ojos negro azabache, que brillaban a la luz de las estrellas... De repente Temur tosi. Se llev una mano a la boca, y escupi algo rojo. Lo observ, y luego se lo ense a Bold para que lo viera: un huevo rojo. Esto es tuyo dijo, y le arroj el huevo a Bold por encima de las llamas. Bold se retorci para cogerlo y se despert. Gimi. Estaba claro que el fantasma de Temur no estaba contento. Deambulando entre los mundos, visitando a sus antiguos soldados como cualquier otro preta... en cierto sentido era pattico, pero Bold no poda sacarse de encima el miedo. El espritu de Temur era un gran poder, no importaba en qu esfera estuviera. Su mano poda estirarse y entrar en este mundo y cogerle un pie a Bold en cualquier momento. 19

Durante todo aquel da Bold anduvo hacia el sur envuelto en una neblina de recuerdos, viendo apenas la tierra que se abra ante l. La ltima vez que Temur lo haba visitado en el establo haba sido difcil, dado que el kan ya no poda cabalgar. Haba mirado a una robusta yegua negra como quien mira a una mujer, y le acarici la ijada y le dijo a Bold: El primer caballo que rob en mi vida era igual a ste. Comenc siendo pobre y la vida era muy dura. Dios me dio una seal. Pero cualquiera hubiera pensado que l me dejara cabalgar hasta el final. Y haba mirado a Bold con aquella mirada suya tan penetrante, un ojo apenas ms alto y ms grande que el otro, igual que en el sueo. Aunque en vida sus ojos haban sido marrones. El hambre mantena a Bold ocupado con la caza. Temur, a pesar de ser un fantasma hambriento, ya no tena que preocuparse por la comida, pero Bold s. Todas las presas corran hacia el sur, hacia los valles. Un da, en lo alto de una montaa, vio agua, un metal brillante en la distancia. Un enorme lago, o el mar. Unos caminos antiguos lo llevaron hacia otro grupo de montaas, hacia otra ciudad. Una vez ms, no haba nadie con vida. Todo estaba inmvil y en silencio. Bold deambul por calles vacas, entre construcciones vacas, sintiendo que unas manos fras de pretas bajaban por su espalda. En la colina central de la ciudad se ergua un bosquecillo de templos blancos, como huesos blanqueados por el sol. Al verlos, Bold decidi que haba encontrado la capital de aquella tierra muerta. Haba caminado por pueblos perifricos de toscas piedras hasta templos de capitales de suave mrmol blanco, y nadie haba sobrevivido. Una neblina blanca le impidi ver, y la atraves tropezando por las calles polvorientas, cuesta arriba hasta llegar a la colina del templo, para presentar su caso ante los dioses del lugar. Sobre la sagrada meseta tres templos pequeos rodeaban a uno ms grande, una belleza rectangular con hileras dobles de suaves columnas por los cuatro lados; las columnas sostenan un techo reluciente de tejas de mrmol. Debajo del alero haba figuras talladas que luchaban, marchaban, volaban y gesticulaban, en un gran cuadro viviente de piedra que retrataba a la gente ausente o a sus dioses. Bold se sent sobre el tambor de mrmol de una columna cada haca ya mucho tiempo y observ la escultura de piedra; all vio el mundo que se haba perdido. Finalmente se acerc al templo y entr en l rezando en voz alta. A diferencia de los grandes templos de piedra del norte, ste no haba sido un sitio de reunin para los feligreses en su final; dentro no haba ningn esqueleto. De hecho pareca haber sido abandonado haca muchos aos. Colgaban murcilagos de las alfardas, y la oscuridad estaba cortada por rayos de sol que se filtraban por tejas rotas. Al final del templo haba un altar que pareca haber sido construido descuidadamente. Sobre l arda una nica vela en un bote de aceite. La ltima oracin de aquella gente, vacilando inclusive despus de su muerte. 20

Bold no tena nada que ofrecer a modo de sacrificio, y el gran templo blanco se ergua silencioso sobre l. Se han ido, se han ido, se han ido al ms all, se han ido por completo al ms all! Oh, qu despertar! Alabados seis todos! Sus palabras resonaron en forma de eco hasta perderse en el vaco. Sali tropezando a la claridad de la tarde; al mirar hacia el sur vio el destello del mar. Ira al sur. Aqu no haba nada que lo retuviese; la gente y tambin sus dioses haban muerto. Una extensa baha recortada entre dos colinas. Salvo algunas barcas de remo, el puerto en la punta de la baha estaba vaco. Algunas flotaban golpeadas por las olas, otras estaban con el fondo hacia arriba sobre la nica playa que se extenda ms all del muelle. No se arriesg a coger una barca, no saba nada de navegacin. Haba visto Issyk Kul, el lago Qinghai, el mar de Aral, el Caspio y el Negro, pero nunca haba subido a una barca, como no fueran los transbordadores que cruzaban los ros. Y no quera empezar ahora. No se ha visto ningn viajero en este largo camino, no vuelven barcos de la lejana durante la noche. Nada se mueve en este puerto muerto. En la playa recogi un poco de agua para beber la escupi era salada, como la del mar Negro, o como la de los manantiales de la cuenca del Tarim. Era extrao ver tanta agua desperdiciada. Haba odo decir que un ocano rodeaba el mundo. Tal vez se encontraba en el borde del mundo, en el borde occidental, o en el austral. Probablemente los rabes vivieran al sur de este mar. No lo saba; y por primera vez en todo su viaje, tuvo la sensacin de que no tena la menor idea de dnde se encontraba. Estaba dormido sobre la clida arena de la playa, soando con las estepas, intentando mantener a Temur alejado del sueo simplemente con la fuerza de su voluntad, cuando fue despertado de repente por unas fuertes manos, que le dieron vuelta y le ataron las piernas y los brazos detrs de la espalda. Lo cogieron de los pies y lo arrastraron. Qu tenemos aqu? Eso, o algo parecido, dijo un hombre. Hablaba algo que poda ser turco; Bold no conoca muchas de las palabras, pero era una especie de turco, y generalmente poda entender la idea de lo que estaban diciendo. Parecan soldados o tal vez bandoleros, inmensos rufianes de manos fuertes, con pendientes de oro y sucias ropas de algodn. Al verlos llor mientras sonrea tontamente; sinti que el rostro se le estiraba y los ojos le ardan. Ellos lo observaban con cautela. Un loco se atrevi a decir uno. Bold neg aquello con la cabeza. 21

No... no he visto a nadie dijo en turco ulu. La lengua pareca grande dentro de su boca, porque a pesar de tanto murmurar para s mismo y para los dioses, se haba olvidado de cmo hablar a la gente. Crea que todos estaban muertos. Seal hacia el norte y hacia el oeste. No parecan entenderle. Matadlo dijo uno, tan despreciativo como Temur. Todos los cristianos han muerto dijo otro. Matadlo, vamos. Las barcas estn llenas. Traedlo dijo el otro. Los traficantes de esclavos pagarn por l. No hundir la barca, con lo delgado que est. Algo as. Lo arrastraron por la playa. Tena que darse prisa para que la cuerda no le diera vuelta y lo pusiera de espaldas; el esfuerzo lo mareaba. No tena muchas fuerzas. Los hombres olan a ajo y eso le daba an ms hambre, a pesar de que el olor era asqueroso. Pero si tenan la intencin de venderlo como esclavo, tendran que alimentarlo. Al pensarlo, se le hizo la boca agua de tal manera que babeaba como un perro, y tambin lloraba, la nariz le moqueaba; como tena las manos atadas detrs de la espalda no poda limpiarse la cara. Est echando espuma por la boca como un caballo. Est enfermo. No est enfermo. Traedlo. Vamos. Y ahora a Bold: No tengas miedo. All donde te llevamos, hasta los esclavos viven mejor que vosotros, perros brbaros. Luego lo metieron a empujones en una barca que estaba en la playa, despus la llevaron bruscamente hasta el agua, donde empez a mecerse violentamente. Inmediatamente Bold se dio de bruces con el fondo de la barca. Ah, esclavo. Sobre ese rollo de cuerda. Sintate! Se sent y los observ mientras trabajaban. Pasara lo que pasara, aquello era mejor que la tierra desierta. El solo hecho de ver hombres en movimiento, de escucharlos hablar, lo llenaba. Era como observar a los caballos al galope por la estepa. Hambriento, los mir mientras izaban una vela en el mstil; la barca se escor a un lado de tal manera que Bold se tir hacia el otro. Al ver aquello se rieron a carcajadas. l sonri avergonzado, sealando la gran vela latina. Para volcarnos no basta con este suspiro. Al nos proteja del viento. Al nos proteja. Musulmanes. Al nos proteja dijo Bold cortsmente. Luego, en rabe: En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo. Durante los aos que haba pasado en el ejrcito de Temur haba aprendido a ser tan musulmn como cualquiera. A Buda no le importaba lo 22

que dijeras para ser corts. Ahora no evitara que fuera un esclavo, pero tal vez le permitira ganarse un poco ms de comida. Los hombres lo miraron con curiosidad. Vio que la tierra iba desapareciendo. Le desataron los brazos y le dieron un poco de carnero seco y de pan. Intent masticar cien veces cada bocado. Aquellos sabores conocidos le traan a la mente toda su vida. Comi lo que le dieron, bebi agua fresca de una taza que le ofrecieron. Alabado sea Al. Gracias en el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. Navegaron por una ancha baha, hasta llegar a un mar an ms ancho. Por la noche se detuvieron detrs de unos promontorios, largaron el ancla y durmieron. Bold se acurruc sobre el rollo de cuerda. Cada vez que se despertaba por la noche tena que recordarse a s mismo dnde se encontraba. Cada maana navegaban hacia el sur, siempre hacia el sur; un da atravesaron un largo estrecho hasta adentrarse en un mar abierto, con grandes olas. El balanceo de la barca era como el de un camello. Bold seal hacia el oeste. Los hombres nombraron una tierra, pero Bold no entendi el nombre. Estn todos muertos dijeron los hombres. El atardecer los sorprendi an en mar abierta. Por primera vez navegaron toda la noche, siempre despiertos cuando Bold se despertaba, mirando las estrellas, sin hablarse. Durante tres das navegaron sin tierra alguna a la vista, y Bold se preguntaba cunto tiempo ms durara aquello. Pero la cuarta maana el cielo del sur apareci blanco, luego marrn. Una neblina como la que surgi del Gobi. Arena en el aire, arena y polvo fino. Tierra! Tierra muy baja. El mar y el cielo; ambos se tien del mismo marrn antes de alcanzar a ver una torre de piedra, luego un gran rompeolas de piedra, delante de un puerto. Feliz, uno de los marineros nombra el puerto. Alejandra! Bold haba odo ese nombre, aunque no saba nada sobre esa ciudad. Y nosotros tampoco; pero para saber ms, podis leer el prximo captulo.

23

3Nuestro peregrino es vendido como esclavo en Egipto; en Zanj se encuentra otra vez con los ineludibles chinos.

Los captores de Bold navegaron hasta una isla, anclaron con una piedra amarrada a una roca, ataron con firmeza a su prisionero, y lo dejaron en la barca debajo de una manta mientras ellos desembarcaban. Era una playa para pequeas barcas cercana a un largusimo muelle de madera detrs del rompeolas, que abrigaba a barcos mucho ms grandes. Cuando regresaron, los hombres estaban borrachos y discutan. Slo le desataron las piernas y, sin decirle una palabra, lo llevaron por el gran paseo martimo de la ciudad, un sitio que a Bold le pareci sucio, salado y arruinado, oliendo bajo el sol a pescado muerto, de hecho, haba muchos desparramados por all. En el muelle que estaba frente a la gran construccin haba fardos, cajas, grandes recipientes de arcilla, rollos de tela envueltos en red; tambin haba una lonja de pescado, donde a Bold se le hizo la boca agua al mismo tiempo que su estmago se desplomaba. Llegaron al mercado de esclavos. Una pequea plaza con una plataforma elevada en el centro, parecida a la usada por los lamas para ensear. Rpidamente se vendieron tres esclavos. Las mujeres eran las que acaparaban casi toda la atencin y los comentarios de la gente. Eran desnudadas por completo salvo las cuerdas o cadenas que las ataban, si es que eran necesarias, y ellas permanecan all de pie apticas o encogidas. La mayora eran negras, algunas morenas. Parecan haber sido dejadas para lo ltimo de aquel da de subasta, los hombres liquidaban as a sus amantes abandonadas. Antes de que le tocara el turno a Bold, una nia demacrada de unos diez aos fue vendida a un negro gordo que vesta sucias ropas de seda. La transaccin tuvo lugar en una especie de rabe; la muchacha se vendi por cierta unidad monetaria, que Bold nunca antes haba odo nombrar y el pago se hizo en pequeas monedas de oro. l ayud a sus captores a que le quitaran sus viejas y andrajosas ropas. No necesito que me atis intent decirles en rabe. Pero lo ignoraron y le encadenaron los tobillos. Subi a la plataforma sintiendo cmo el aire caliente se posaba sobre l. Incluso l poda sentir el 24

fuerte olor que desprenda, y al mirar hacia abajo vio que su tiempo en la tierra vaca lo haba dejado casi tan esculido como la pequea que haba pasado delante de l. Pero lo nico que quedaba era msculo, y se enderez, erguido, mirando hacia el sol mientras se llevaba a cabo la puja, pensando en la parte del sutra del lapislzuli que deca: Los malvados demonios del mal vagan por la tierra, marchaos! Marchaos! El Buda renuncia a la esclavitud!. Habla rabe? pregunt alguien. Uno de sus captores le dio un pequeo golpe, y Bold dijo en rabe: En el nombre de Dios el Misericordioso, el Compasivo, hablo rabe, tambin turco, mongol, ulu, tibetano y chino. Entonces comenz a salmodiar el primer captulo del Corn, hasta que le tiraron de la cadena y l tom esto como una seal para que callara. Tena mucha sed. Un pequeo y delgado rabe lo compr por veinte unidades de una moneda. Sus captores parecan conformes. Le dieron la ropa mientras bajaba de la plataforma, un par de pequeos golpes en la espalda y desaparecieron. Comenz a ponerse su mugriento abrigo, pero su nuevo dueo lo detuvo, entregndole un trozo largo y limpio de tela de algodn. Envulvete con eso. Deja aqu esas porqueras. Sorprendido, Bold mir los ltimos vestigios de su vida anterior. Nada ms que harapos sucios, pero lo haban acompaado hasta aqu. Sac de ellos su amuleto y ocult su cuchillo en una manga, pero su dueo intervino y lo arroj nuevamente sobre el montn de ropas. Vamos. Conozco un mercado en Zanj donde puedo vender a un brbaro como t por tres veces ms de lo que acabo de pagar. Mientras tanto puedes ayudarme a prepararme para el viaje hasta all. Entiendes? Ayuda; eso har todo ms fcil para ti. Te dar ms de comer. Entiendo. Asegrate de hacerlo. No pienses en escapar. Alejandra es una ciudad magnfica. Aqu los mamelucos mantienen las cosas ms a raya que la sharia. No perdonan a los esclavos que intentan escapar. Son hurfanos trados desde el norte del mar Negro, hombres cuyos padres fueron muertos por brbaros como t. De hecho el propio Bold haba matado a unos cuantos de la Horda de Oro, as que asinti con la cabeza sin hacer ningn comentario. Han sido entrenados por los rabes a la manera de Al, y ahora son ms que musulmanes. Dio un silbido para enfatizar lo que acababa de decir. Han sido entrenados para gobernar Egipto sin tener en cuenta ninguna influencia menor, para ser fieles nicamente a la sharia. No querras cruzarte con ellos. Bold asinti una vez ms con la cabeza. Entiendo.

25

Cruzar el Sina fue como viajar con una caravana por los desiertos del corazn de la tierra, excepto que esta vez Bold caminaba con los esclavos, en la nube de polvo detrs de la cola de camellos. Formaban parte de la peregrinacin anual a La Meca. Una enorme cantidad de camellos y personas haba recorrido pesadamente este camino, que ahora era un amplio, polvoriento y tranquilo campo despejado que atravesaba un desierto rocoso. Algunos grupos ms pequeos que iban hacia el norte pasaron por su izquierda. Bold nunca haba visto tantos camellos. Los caravasares estaban en mal estado y cenicientos. Las cuerdas que lo ataban a los otros esclavos de su nuevo amo nunca eran desatadas, y durante la noche dorman en el suelo formando un crculo. Las noches eran ms tibias de lo que Bold estaba acostumbrado, y aquello casi compensaba el calor diurno. Su amo, llamado Zeyk, les daba bastante agua y los alimentaba bien por la noche y al amanecer, tratndolos casi tan bien como a sus camellos, Bold observ: un comerciante que cuidaba de lo bienes que posea. Bold aprobaba aquella actitud y haca lo que poda para mantener la sucia cuerda de esclavos en buena forma. Si todos llevaban un buen ritmo de caminata, esto facilitaba mucho el andar. Una noche mir hacia arriba y vio que el Arquero lo miraba; record sus noches solitarias en la tierra vaca. El fantasma de Temur, el ltimo superviviente de una aldea de pescadores, los vacos templos de piedra abiertos al cielo, los das de hambre, la pequea yegua, aquel ridculo arco y flecha, un pjaro rojo y un pjaro azul, sentados uno junto al otro. Llegaron al mar Rojo, y embarcaron en un barco tres o cuatro veces ms largo que el que lo haba llevado a Alejandra, un dhow o zambuco; la gente lo llamaba de las dos maneras. El viento siempre soplaba desde el oeste, a veces fuerte, y navegaban a lo largo de la costa occidental con la gran vela latina hinchada hacia el este. Iban bien de tiempo. Zeyk daba de comer ms y ms a sus esclavos, engordndolos para el mercado. Bold tragaba alegremente el arroz y los pepinos extras; notaba que las llagas que tena en los tobillos comenzaban a sanar. Por primera vez en mucho tiempo no estaba constantemente hambriento; era como si saliera de una niebla o de un sueo, caminando un poco ms cada da. Claro que ahora era un esclavo, pero no lo sera siempre. Algo sucedera. Despus de detenerse en un seco puerto marrn llamado Massawa, una de las terminales de los peregrinos musulmanes, navegaron hacia el este atravesando el mar Rojo y bordearon el bajo cabo rojo que marca el final de Arabia, hasta Adn, un inmenso oasis costero, de hecho el puerto ms grande que Bold haba visto jams, una ciudad muy rica, de palmeras verdes que se 26

agitaban sobre tejados de cermica, rboles ctricos y un sin nmero de alminares. Sin embargo, Zeyk no desembarc all ni sus bienes ni a sus esclavos; despus de pasar un da en tierra firme regres meneando la cabeza. A Mombasa le dijo al capitn del barco, y le pag ms. Entonces, navegaron otra vez hacia el sur, bordeando el cuerno y Ras Hafun, luego hacia abajo por la costa de Zanj, navegando mucho ms hacia el sur de lo que Bold jams haba estado. El sol del medioda caa casi en una perfecta vertical sobre su cabeza y castigaba terrible y cruelmente durante toda la jornada, da tras da, nunca una nube en el cielo. El aire quemaba como si el mundo fuese un gran horno. La costa apareca de un marrn muerto o de un verde brillante, nada intermedio. Se detuvieron en Mogadiscio, en Lamu y en Malindi, todos ellos prsperos puertos comerciales rabes, pero Zeyk slo desembarcaba brevemente. Cuando entraron en Mombasa, el mayor puerto hasta ahora, se encontraron con una flota de barcos enormes, barcos ms grandes de lo que Bold nunca hubiera imaginado que existieran. Cada uno era tan grande como un pueblo pequeo, con una larga lnea de mstiles que atravesaban el centro. Haba aproximadamente diez de estos gigantescos y extravagantes barcos, con otros veinte ms pequeos anclados entre ellos. Ah, bien le dijo Zeyk al capitn y dueo del zambuco. Los chinos estn aqu. Los chinos! Bold no tena idea de que fueran los dueos de semejante flota. Sin embargo tena sentido. Sus pagodas, su gran muralla; les gustaba construir a lo grande. La flota era como un archipilago. Todos los que estaban a bordo del zambuco observaban los inmensos barcos, avergonzados y aprensivos, como si estuviesen frente a dioses de alta mar. Los enormes barcos chinos eran largos como una docena de los dhows ms grandes; Bold cont nueve mstiles en uno de ellos. Zeyk lo vio y asinti con la cabeza. Miradlos bien. Pronto sern vuestro hogar, si Dios quiere. El dueo del zambuco los llev hacia la costa con un soplo de brisa. El muelle de la ciudad estaba totalmente invadido por los barcos de los visitantes que llegaban; despus de discutir durante un rato con Zeyk, el dueo del zambuco var su embarcacin un poco hacia el sur del muelle. Zeyk y su hombre se enrollaron las tnicas y pusieron los pies en el agua, y ayudaron a toda la hilera de esclavos a llegar a tierra firme. El agua verde estaba tan caliente como la sangre, o incluso ms. Bold divis algunos chinos, vistiendo sus caractersticas capas de fieltro aun aqu, donde con seguridad eran exageradamente abrigadas. Se paseaban por el mercado, acariciando con los dedos las mercancas en exposicin y parloteando entre ellos, haciendo sus compras con la ayuda de un intrprete al que Zeyk conoca. Zeyk se acerc y lo salud efusivamente, le pregunt si se poda negociar directamente con los visitantes chinos. El intrprete le present a algunos de los chinos, quienes parecan amables, 27

incluso afables, como siempre. Bold se sorprendi temblando un poco, tal vez como consecuencia del calor y del hambre, tal vez debido a la presencia de los chinos, despus de tantos aos, del otro lado del mundo. Siempre con sus asuntos. Zeyk y su asistente llevaron a los esclavos a travs del mercado. Era un caos de olor, color y sonido. Gente negra como el carbn, cuyos globos oculares y dientes brillaban blancos o amarillos en contraste con la piel, ofrecan mercancas y trocaban alegremente. Bold segua a los dems pasando junto a Montaas de frutas verdes y amarillas, de arroz, de caf, de pescado y de calamares secos, trozos y rollos de coloridas telas de algodn, algunas con motas, otras a rayas blancas y azules; fardos de seda china, pilas de alfombras de La Meca; grandes nueces marrones, cazuelas de cobre llenas de cuentas o piedras preciosas de colores, o de redondas bolas de opio de dulce olor; perlas, cobre sin refinar, cornalina, mercurio; puales y espadas, turbantes, chales; colmillos de elefante, cuernos de rinoceronte, sndalo amarillo, mbar, lingotes y sartas de monedas de oro y de plata, telas blancas, telas rojas, porcelana, todas las cosas de este mundo, slidas bajo el sol. Y luego el mercado de esclavos, una vez ms ocupando toda una plaza, junto al mercado principal, con una tarima de subasta en el centro, tan parecida a la de los lamas cuando estaba vaca. Los lugareos estaban reunidos en un costado alrededor de una venta, no era una subasta completa. En su mayora eran rabes, y generalmente vestan tnicas de tela azul y zapatos de cuero rojo. Detrs del mercado se erguan una mezquita y su minarete delante de hileras de edificios de cuatro e incluso cinco plantas. El clamor era colosal, pero contemplando la escena, Zeyk mene la cabeza. Esperaremos una audiencia privada dijo. Aliment a los esclavos con pasteles de cebada y los condujo hasta uno de los grandes edificios junto a la mezquita. All llegaron algunos chinos con su intrprete, y todos pasaron a un patio interior del edificio, sombreado y lleno de plantas con enormes hojas verdes y una burbujeante fuente. Un saln que se abra ante este patio tena todas las paredes cubiertas de estantes, con cuencos y figuras colocadas sobre ellos de una manera elaborada y hermosa: Bold reconoci la cermica de Samarcanda y las figuras pintadas de Persia, entre cuencos chinos de porcelana blanca pintados de azul, con 28

lminas de oro y cobre. Muy elegante dijo Zeyk. Entonces comenzaron a negociar. Los oficiales chinos inspeccionaron la hilera de esclavos de Zeyk. Le hablaron al traductor, y Zeyk consult en privado con el hombre, asintiendo frecuentemente con la cabeza. Bold not que estaba sudando, aunque senta fro. Estaban siendo vendidos a los chinos en forma de lote nico. Uno de los chinos se pase por la lnea de esclavos. Observ a Bold. Cmo has llegado hasta aqu? le pregunt a Bold en chino. Bold trag saliva, seal hacia el norte. Yo era comerciante. Su chino era verdaderamente limitado. La Horda de Oro me trajo a Anatolia. Luego a Alejandra y por fin aqu. El chino asinti con la cabeza, luego sigui adelante. Poco despus, los esclavos eran conducidos de regreso al muelle por soldados chinos con pantalones y camisas cortas. All los reunieron con otros grupos de esclavos. Los desnudaron, los lavaron con agua fresca, astringente y ms agua fresca. Les dieron tnicas nuevas de puro algodn, los llevaron hasta los botes y los hicieron remar hasta uno de los grandes barcos. Bold subi una escala de cuarenta y un escalones puesta sobre el costado del barco, detrs de un enjuto nio negro esclavo. Los llevaron juntos debajo de la cubierta principal, a una cabina cerca del fondo del barco. No queremos deciros qu sucedi all, pero la historia no tendra sentido si no lo hiciramos, as que pasamos al siguiente captulo. Estas cosas pasaron.

29

4Despus de tan penosos sucesos, aparece un trozo de Buda; entonces la flota del tesoro le pide a Tianfei que apacige sus miedos.

El barco era tan grande que no se meca con las olas. Era como estar en una isla. La cabina donde estaban era baja y amplia, y tomaba toda la manga del barco. Haba rejillas en ambos extremos que dejaban entrar aire y algo de luz; pareca ser que estaba nublado. Haba un agujero debajo de una de las rejillas que sobresala del costado del barco y serva como sitio de descarga sanitaria. El muchacho delgado y de piel negra lo miraba como preguntndose si podra escapar por aquel agujero. Hablaba rabe mejor que Bold, aunque tampoco era su lengua materna; tena un acento gutural que Bold nunca haba odo antes. Te tratan como si fueras derg. l era de las colinas de detrs del sahil, dijo, mientras miraba fijamente por el agujero. Pas un pie por l, luego otro. No podra pasar. Entonces son el cerrojo de la puerta y el muchacho sac los pies de all saltando como un animal. Entraron tres hombres y ordenaron que todos se pusieran de pie ante ellos. Unos simples oficiales de a bordo, pens Bold. Comprobando el cargamento. Uno de ellos inspeccion detenidamente al muchacho negro. Mir a los otros e hizo un gesto con la cabeza; aqullos pusieron cuencos de madera llenos de arroz en el suelo y un gran cubo de bamb con agua y se fueron. sa fue la rutina durante dos das. El muchacho negro, llamado Kyu, pasaba gran parte de su tiempo mirando por el agujero sanitario, al agua, segn pareca, o a la nada. El tercer da fueron llevados a cubierta para ayudar a cargar el barco. Los bultos eran izados a bordo con unas cuerdas que pasaban por las poleas de los mstiles, y luego entraban por las escotillas de las bodegas ms bajas. Los cargadores seguan las instrucciones del oficial de guardia, generalmente un han de rostro redondo como la luna. Bold descubri que la bodega estaba dividida con mamparos en nueve compartimientos diferentes, cada uno de ellos varias veces ms grande que los dhows ms grandes del mar Rojo. Los esclavos que ya haban estado en 30

algn barco decan que aquello hara imposible que el barco se hundiera; si un compartimiento tena un agujero, poda ser vaciado y reparado, o incluso poda dejarse inundar, porque los otros mantendran el barco a flote. Era como estar en nueve barcos atados. Una maana la cubierta retumb sobre sus cabezas con el tamborileo de los pies de los marineros, y pudieron sentir cmo se levantaban las dos enormes anclas de piedra. Se izaron grandes velas en sus perchas, una para cada mstil. El barco comenz un balanceo lento y majestuoso sobre el agua, escorando ligeramente. Era realmente un pueblo flotante; cientos de personas vivan en l. Moviendo sacos y cajas de bodega en bodega, Bold cont quinientas personas diferentes, y sin duda habra muchas ms; era impresionante la cantidad de gente que haba a bordo. Muy chino, acordaron todos los esclavos. Los chinos no se percataban de que hubiera tanta gente, para ellos era normal, no haba ninguna diferencia con cualquier otro pueblo chino. El almirante de la gran flota estaba en su mismo barco: Zheng He, una mole de hombre, un chino occidental de rostro chato, un hui, como le llamaban algunos esclavos en voz baja. Debido a su presencia, la cubierta superior estaba atestada de oficiales, dignatarios, sacerdotes y supernumerarios de todo tipo. Debajo de la cubierta haba muchos hombres negros, zanjis y malayos, haciendo el trabajo ms duro. Aquella noche entraron cuatro hombres en la cabina de los esclavos. Uno era Hua Man, el primer oficial de Zheng. Se detuvieron frente a Kyu y lo cogieron. Hua le golpe la cabeza con un corto garrote. Entre los otros tres le quitaron la tnica y le separaron las piernas. Le ataron unas vendas muy ajustadas en los muslos y la cintura. Levantaron al muchacho semiconsciente, y Hua sac de su manga un pequeo cuchillo curvo. Cogi el pene del muchacho y lo estir, y con un nico y habilidoso tajo cort pene y testculos a ras del cuerpo. El muchacho gema mientras Hua apretaba la herida sangrante y la rodeaba rpidamente con una correa de cuero. Se agach e introdujo un pequeo tapn de metal dentro de la herida, luego ajust la correa y la at. Fue hasta el agujero sanitario y arroj los genitales del muchacho al mar. Luego cogi de las manos de uno de sus asistentes un taco de papel hmedo y lo sostuvo contra la herida que haba hecho, mientras los otros la vendaban. Cuando acabaron, dos hombres cogieron al muchacho de los sobacos y lo sacaron por la puerta. Regresaron con l aproximadamente una hora ms tarde y lo acostaron en el suelo. Aparentemente haban estado hacindolo caminar todo el tiempo. No le dejis beber dijo Hua a los acobardados esclavos. Si bebe o come en los prximos tres das, morir. El muchacho se quej durante toda la noche. Los otros esclavos se movieron instintivamente hacia el otro lado de la habitacin, demasiado asustados todava para hablar del tema. Bold, quien haba castrado a unos 31

cuantos caballos en su poca, fue y se sent junto a l. El muchacho tendra tal vez diez o doce aos. Su rostro gris tena alguna particularidad que atraa a Bold; se qued a su lado. Durante tres das el muchacho gimi pidiendo agua, pero Bold no le dio. En la noche del tercer da los eunucos regresaron. Ahora veremos si vivir o no dijo Hua. Levantaron al muchacho, le quitaron las vendas y, de un tirn, Hua sac el tapn de la herida del muchacho. Kyu aull y gimi mientras soltaba un fuerte chorro de orina que cay en un orinal de cermica sostenido por otro eunuco. Bien les dijo Hua a los silenciosos esclavos. Mantenedlo limpio. Recordadle que debe quitarse el tapn para aliviarse y volver a ponerlo de inmediato, hasta que sane. Se fueron y trabaron la puerta. Ahora los esclavos etopes le hablaban. Si lo mantienes limpio, no tardar en curarse. La orina tambin lo limpia, as que eso es bueno. Quiero decir, si te mojas cuando orinas. Suerte que no nos lo han hecho a todos. Y quin dice que no lo harn? No se lo hacen a los hombres. Mueren demasiados a causa de eso. Slo los muchachos pueden soportar la mutilacin. A la maana siguiente Bold llev al muchacho hasta el agujero y le ayud a quitarse las vendas, para que pudiera extraer el tapn y orinar otra vez. Luego Bold se lo coloc nuevamente mientras les mostraba cmo se haca. Intent ser delicado mientras el muchacho gimoteaba. Tienes que tener el tapn, si no el conducto se cerrar y morirs. El muchacho se recost sobre su tela de algodn, febril. Los otros intentaban no mirar la espantosa herida, pero era difcil no verla de vez en cuando. Cmo han podido hacer algo as? pregunt uno en rabe, cuando el muchacho se qued dormido. Ellos mismos son eunucos dijo uno de los etopes. Hua tambin es eunuco. Hasta el almirante es eunuco. Entonces, saben bien lo que estn haciendo. Lo saben bien y por eso lo hacen. Nos odian a todos. Obedecen al emperador chino, y odian al resto de la gente. Est claro cmo ser todo dijo haciendo un gesto que abarcaba a todos. Nos castrarn a todos. se ser el final. A vosotros los cristianos os gusta decir eso, pero hasta ahora slo ha sido as para vosotros. Dios nos escogi primero para acortar nuestro sufrimiento. Ya os llegar vuestro turno. No es a Dios a quien temo, sino al almirante Zheng He, las Tres Joyas Eunucas. l y el emperador Yongle eran amigos cuando eran nios, y 32

el emperador orden que lo castraran cuando ambos tenan trece aos. Podis creerlo? Ahora los eunucos castran a todos los muchachos que toman prisioneros. Durante los das que siguieron, a Kyu le subi ms y ms la temperatura; raramente estaba consciente. Bold se sentaba a su lado y le pona trapos hmedos en la boca, recitando sutras en su mente. La ltima vez que haba visto a su propio hijo, haca ya casi treinta aos, el muchacho tena aproximadamente la misma edad de Kyu. Tena los labios grises y secos, su oscura piel estaba apagada, y muy seca y caliente. Bold nunca haba sentido a nadie tan caliente que no hubiera muerto, as que probablemente todo aquello era una prdida de tiempo; mejor dejar que la pobre criatura asexuada se marchara, sin duda. Pero de todas maneras sigui dndole agua. Recordaba al muchacho observando todo el barco mientras lo cargaban, su mirada intensa y curiosa. Ahora el cuerpo yaca all como el de una triste nia africana, mortalmente enferma a causa de una infeccin en sus entraas. Pero la fiebre se fue. Kyu comenz a comer ms y ms. Sin embargo, aunque ms animado, hablaba bastante menos que antes. Sus ojos tampoco eran los mismos; miraban fijamente a los dems como lo hacen los ojos de los pjaros, como si no pudieran terminar de creer lo que vean. Bold se dio cuenta de que el muchacho haba viajado fuera de su cuerpo, se haba ido al Bardo y haba regresado siendo otra persona. Todo distinto. Aquel muchacho negro estaba muerto; uno nuevo lo reemplazaba. Cmo te llamas ahora? le pregunt. Kyu contest el muchacho, pero sin mostrar sorpresa alguna, como si no recordara habrselo dicho antes a Bold. Bienvenido a esta vida, Kyu. Navegar en mar abierto era una extraa manera de viajar. Los cielos pasaban volando sobre sus cabezas, pero nunca parecan haberse movido a ningn sitio. Bold intent imaginarse cmo sera un da de cabalgata para la flota, preguntndose si a la larga sera ms rpida que los caballos, pero no pudo hacerlo. Slo pudo observar el clima y esperar. Veintitrs das despus, la flota entr en Calicut, una ciudad mucho ms grande que cualquiera de los puertos de Zanj, tan grande como Alejandra, o ms. Torres de arena y piedra como bulbos, paredes almenadas, todo tapizado con un desborde de verdes. Tan cerca del sol, la vida se eleva hacia el cielo como una fuente. Alrededor de la piedra de los barrios centrales, claras construcciones de madera llenan el verde monte bordeando la costa en ambas direcciones, hasta las colinas del fondo; la ciudad se extiende 33

hasta donde alcanza la vista, por las laderas de una montaa que rodea la ciudad. A pesar de su gran tamao, toda la actividad de la ciudad se detuvo cuando lleg la flota china. Bold y Kyu y los etopes observaban a la bulliciosa muchedumbre a travs de su enrejado, toda aquella gente vistiendo sus colores y agitando los brazos sobre su cabeza como smbolo de su sometimiento. Estos chinos conquistarn el mundo entero. Y luego los mongoles conquistarn China dijo Bold. Vio que Kyu observaba a la multitud del muelle. La expresin del muchacho era la de un preta desenterrado despus de su muerte. Ciertas mscaras de demonios tienen esa expresin, la antigua expresin Bn, como la del padre de Bold cuando se enfureca, con la mirada fija en el alma de una persona y diciendo: me llevo esto conmigo, no puedes detenerme y ms vale que no lo intentes. Bold se estremeci al ver esa expresin en el rostro de un muchacho. Los esclavos fueron puestos a trabajar en la manipulacin de la carga, pero ninguno de ellos fue vendido; slo una vez fueron llevados a tierra, para ayudar a dividir una carga de rollos de tela y llevarlos hasta las largas y bajas canoas utilizadas para llevar mercancas desde las playas hasta los barcos de la flota. Mientras se llevaban a cabo estos trabajos, Zheng He lleg a tierra firme en su lancha personal, una embarcacin pintada, dorada e incrustada con joyas y mosaicos de porcelana; en la roda tena una estatua de oro que miraba hacia proa. Zheng llevaba ropas doradas bordadas en rojo y azul. Sus hombres haban colocado una alfombra sobre la playa para que no pisara la arena, pero l la dej a un lado y se acerc para observar la carga de las nuevas mercancas. Era realmente un hombre enorme, alto y ancho. Tena un amplio rostro, que no era han, y era eunuco; era todo lo que haban dicho los etopes. Bold lo miraba de reojo; entonces se dio cuenta de que Kyu estaba de pie muy recto observndolo tambin y se haba olvidado del trabajo, los ojos fijos en l como los de un halcn sobre un ratn. Bold sacudi al muchacho y lo oblig a que siguiera trabajando. Vamos, Kyu, aqu estamos encadenados juntos, muvete o te dar un golpe y te arrastrar por el suelo. No quiero tener problemas aqu, Tara sabe lo que le sucede a un esclavo que tiene problemas con gente como sta. Desde Calicut navegaron hacia el sur hasta llegar a Lanka. Aqu los esclavos fueron dejados a bordo del barco, mientras que los soldados desembarcaron y desaparecieron durante varios das. El comportamiento de los oficiales que fueron dejados atrs hizo pensar a Bold que el destacamento estaba realizando alguna campaa; los observ tan detenidamente como 34

pudo a medida que pasaban los das y ellos se iban poniendo cada vez ms nerviosos. Bold no poda imaginar qu seran capaces de hacer si Zheng He no regresaba, pero no pens que partiran navegando hacia otro sitio. De hecho, los oficiales del fuego trabajaban arduamente diseando varios proyectiles incendiarios, cuando la lancha del almirante y las otras barcas llegaron de regreso desde el puerto interior de Lanka, y sus hombres subieron a bordo gritando triunfalmente. No slo haban conseguido escapar de una emboscada tierra adentro, segn decan, sino que haban capturado al usurpador traidor del lugar, responsable de la trampa, y se haban llevado tambin al legtimo rey; aunque pareca haber cierta confusin en la historia en cuanto a quin era quin y a por qu deban prender al legtimo rey de la misma manera que al usurpador. Y lo ms sorprendente de todo era que decan que el legtimo rey tena en su poder la reliquia ms sagrada de la isla, un diente de Buda, llamado el Dalada. Zheng levant el pequeo relicario de oro para mostrarles aquel premio a todos los que estaban a bordo. Aparentemente, era un colmillo. La tripulacin, los pasajeros, los esclavos, todos expresaron espontneamente sus alabanzas de viva voz, los gritos salan y salan sin cesar de las gargantas emocionadas. Han tenido mucha suerte le dijo Bold a Kyu cuando el espantoso ruido se calm, juntando las manos y recitando el Descenso a Lanka Sutra. De hecho era tan buena fortuna que le daba un poco de miedo. Y no haba duda de que alquel miedo haba sido una gran parte del fragor de la multitud. Buda haba bendecido a Lanka, era una de sus tierras especiales, con una rama de su rbol Bodhi que creca en su suelo, y sus lgrimas mineralizadas an caan por las laderas de la montaa sagrada en el centro de la isla, la misma donde Adn imprimi la huella de su pie. Seguramente no estaba bien sacar el Dalada de su legtimo lugar en una tierra tan sagrada. Haba en aquel acto una afrenta que no poda ser negada. A medida que navegaban hacia el este, circulaba por el barco la historia de que el Dalada era prueba de la legitimidad del rey destituido; sera devuelto a Lanka cuando el emperador Yongle determinara los derechos del caso. Los esclavos se tranquilizaron con aquellas noticias. As que el emperador de China decidir quin debe gobernar esa isla dijo Kyu. Bold asinti con la cabeza. El propio emperador Yongle haba llegado al trono como consecuencia de un violento golpe, as que para Bold no estaba claro por cul de los dos contendientes de Lanka se inclinara. Mientras tanto, tenan el Dalada a bordo. Es bueno le dijo a Kyu despus de pensarlo un poco ms. De todas maneras, nada malo puede sucedernos en este viaje. Y as fue. Unos negros chubascos, justo encima de ellos, se evaporaron inexplicablemente en el preciso momento en que zarpaban. Olas gigantes rodaban en todo el horizonte, inmensas colas de dragones barran las olas, mientras navegaban serenamente en una mar llana en su centro. Hasta 35

atravesaron navegando el estrecho de Malaca sin impedimentos de Palembanque o, al norte de all, de los innumerables piratas de Cham o los wakou japoneses; aunque, tal como seal Kyu, ningn pirata con sentido comn desafiara a una flota tan grande y poderosa, con o sin diente de Buda. Ms tarde, mientras navegaban por el mar de China Meridional, alguien vio por la noche el Dalada flotando junto al barco, como si fuera, y esto fue lo que dijo, la pequea llama de una vela. Cmo sabe que no era la llama de una vela? pregunt Kyu. Pero a la maana siguiente el cielo amaneci rojo. Unas nubes negras cerraban el horizonte en el Sur; Bold record intensamente la tormenta que haba matado a Temur. Cay una lluvia torrencial, y luego sopl un viento tan violento que pint el mar de blanco. Movindose de un lado para otro en su pequea y sombra cabina, Bold se dio cuenta de que semejante tormenta era an ms aterradora en alta mar que en tierra firme. El astrlogo del barco anunci a gritos que un gran dragn estaba furioso debajo del mar y que agitaba las aguas furiosamente debajo de ellos. Bold se uni a los otros esclavos y se aferr tambin a las rejas mirando por los pequeos agujeros para ver si podan alcanzar a divisar el lomo o las garras o el hocico de aquel dragn, pero la espuma que flotaba sobre el agua blanca oscureca la superficie. Bold pens que tal vez podra haber visto parte de una cola verde oscura en medio de aquella espuma. El viento alla a travs de los nueve mstiles, todos ellos desnudos de vela. El gran barco se mece en el viento, se balancea de lado a lado, y los pequeos barcos tambin se balancean como corchos, pueden verse unas veces y otras no, a travs de la rejilla. En tormentas como sta, slo cabe aguantar! Bold y Kyu se aferran a las paredes; a travs del agujero oyen los gritos de los oficiales y los pesados pasos de los marineros, haciendo lo imposible por asegurar las velas y atar la caa del timn firmemente en su lugar. Perciben el miedo de los oficiales, y lo sienten en los pies de los marineros. Incluso bajo cubierta son salpicados por la espuma. Arriba, en la gran cubierta de popa, los oficiales y astrlogos realizaban una especie de ceremonia de apaciguamiento; se poda or al propio Zheng He que imploraba a Tianfei, la diosa china de la seguridad en alta mar. Dejad que los dragones de las aguas oscuras se hundan en el mar y libradnos de esta calamidad! Humilde, respetuosa y devotamente, ofrecemos este jarro de vino, lo ofrecemos una y otra vez, derramando este 36

magnfico y fragante vino! Que nuestras velas encuentren vientos favorables, que los caminos del mar estn tranquilos, que los soldados-espritus de los vientos y las estaciones que todo lo ven y todo lo escuchan, los domadores de las olas y los bebedores de las mareas, los inmortales en vuelo, el dios del ao y la protectora de nuestro barco, la Consorte Celestial, la brillante, divina, maravillosa, sensible, misteriosa Tianfei nos salve! Mirando hacia arriba, a travs de las grietas de la cubierta, Bold pudo ver la imagen de unos marineros observando aquella ceremonia, todas las bocas abiertas gritando contra el rugido del viento. Su guarda les gritaba: Rezadle a Tianfei, rezadle a la Consorte Celestial, la nica amiga del marino! Rogadle que interceda! Todos vosotros! Un poco ms de este viento y el barco se romper en mil pedazos! Tianfei nos proteja core Bold, pellizcando a Kyu para indicarle que deba hacer lo mismo. El muchacho negro no dijo nada. Sin embargo, seal hacia arriba, a los mstiles de proa, los cuales podan ver a travs de la escotilla enrejada, y Bold levant la vista y vio unos filamentos de luz roja danzando entre los mstiles: bolas de luz, como faroles chinos sin el papel ni el fuego, brillando en la punta del mstil y sobre l, iluminando la lluvia voladora y hasta los fondos negros de las nubes que se iban despejando sobre sus cabezas. La belleza mstica de aquella imagen calmaba el terror que ella misma provocaba; Bold y todos los dems salieron del reino del terror, era una imagen demasiado extraa e impresionante para seguir preocupndose por la vida o por la muerte. Todos los hombres gritaban, rezando desesperados hasta quedarse sin voz. Tianfei apareci fundindose en aquella danzante luz roja, su figura reluca brillante sobre ellos, y el viento disminuy de repente. Las olas se calmaron alrededor del barco. Tianfei se disip, el rojo se fue esfumando del cordaje y regres al aire. Ahora sus agradecidas voces podan ser escuchadas por encima del viento. Todava podan verse cabrillas cayendo y rodando, pero todas a cierta distancia, a mitad de camino entre ellos y el horizonte. Tianfei! grit Bold con el resto. Tianfei! Zheng He se alz sobre la barandilla de la popa y levant ambas manos bajo una fina lluvia. Tianfei! grit. Tianfei nos ha salvado! Y todos gritaron con l, llenos de alegra, de la misma manera que el aire haba sido llenado con la luz roja de la diosa. Ms tarde el viento volvi a soplar con fuerza, pero ellos ya no sintieron miedo. Cmo fue el resto del viaje no es realmente algo sustancial; no sucedi nada demasiado importante; regresaron sin problema, y lo que sucedi despus podris averiguarlo leyendo el prximo captulo.

37

5En un restaurante de Hangzhou, Bold y Kyu se reencuentran con su destino; en tan slo un instante, termina la armona de tantos meses.

Sacudida por la tormenta, protegida por Tianfei, la flota entr en un gran estuario. En la orilla, detrs de un gran rompeolas, se erguan los tejados de una inmensa ciudad. Tan slo la parte que poda verse desde el barco era ya ms grande que todas las ciudades que Bold haba visto en su vida, todas juntas todos los zocos de Asia Central, las ciudades indias que Temur haba arrasado, los pueblos fantasmas de Frengistn, los blancos pueblos costeros de Zanj, Calicut todos combinados hubiesen ocupado slo un cuarto o un tercio de la tierra cubierta por este bosque de tejados, esta estepa de tejados, extendindose hasta llegar a unas colinas distantes que podan verse hacia el oeste. Los esclavos estaban de pie en la cubierta del gran barco, silenciosos en medio de los exaltados chinos, que no paraban de gritar. Gracias Tianfei, Consorte Celestial! Hangzhou, mi hogar, nunca pens que volvera a verte! Hogar, esposa, fiesta de Ao Nuevo! Somos hombres muy felices, por haber podido viajar hasta el otro lado del mundo y haber regresado a casa! Las anclas de piedra del barco fueron echadas al agua por los flancos. Haba una corriente potente donde el ro Chientang entraba en el estuario; cualquier barco que no estuviera firmemente anclado poda ser arrastrado lejos entre los bajos o expulsado al mar. Una vez que los barcos estuvieron fondeados comenz el trabajo de descarga. Aqulla fue una operacin masiva; durante una de las pausas que hacan para comer arroz cocido despus de horas en el guinche, Bold not que no haba caballos, ni camellos, ni bfalos de agua, ni mulas, ni asnos para ayudarse con el trabajo, con el de la descarga o con cualquier otro que pudiera estar realizndose en la ciudad: nicamente miles de trabajadores, interminables colas de trabajadores, entrando la comida y las mercancas, o sacando la basura y el estircol, generalmente por el canal, entrando y sacando, entrando y sacando, como si la ciudad fuese un monstruoso cuerpo imperial recostado sobre la tierra, que estaba siendo alimentado y aliviado por todos sus sbditos juntos. 38

Pasaron varios das realizando aquel trabajo de descarga; Bold y Kyu vieron un poco del puerto Kanpu y de la propia Hangzhou, cuando conducan lanchas en viajes a almacenes estatales bajo el recinto de las colinas del sur, el cual haba sido anteriormente el palacio imperial, haca ya cientos de aos. Ahora, en los terrenos del antiguo palacio, vivan aristcratas menores e incluso burcratas de alta graduacin y eunucos. Al norte de estas tierras se extenda la muralla de la ciudad antigua, increblemente atestada de conejeras formadas por construcciones de madera de cinco, seis e incluso siete pisos de altura, construcciones antiguas que sobresalan por encima de los canales, donde la ropa de cama de la gente se desplegaba en los balcones para secarse al sol y la hierba creca en los tejados. Bold y Kyu se quedaron boquiabiertos ante los canales mientras descargaban las lanchas. Kyu observaba todo con su mirada de pjaro; no pareca estar sorprendido, ni impresionado, ni temeroso. Hay muchos admiti. Constantemente le preguntaba a Bold los nombres de las cosas en chino, y al intentar contestarle, Bold aprenda tambin muchas palabras ms. Cuando terminaron de descargar, los esclavos de su barco fueron reunidos y llevados hasta la colina Fnix, la colina de los extranjeros, y all fueron vendidos a un comerciante del lugar llamado Shen. Aqu no haba mercado de esclavos, ni subasta, ni demasiado alboroto. Nunca pudieron saber por cunto haban sido vendidos ni quin en particular haba sido su dueo durante su travesa por el mar. Probablemente haba sido el propio Zheng He. Con los tobillos unidos por cadenas, Bold y Kyu fueron conducidos por las estrechas y atestadas calles hasta llegar a un edificio cercano a un lago en el lmite oeste de la ciudad antigua. El primer piso del edificio era un restaurante. Era el da nmero catorce de la primera luna del ao, les dijo Shen, el comienzo de la Fiesta de los Faroles, as que tendran que aprender rpido, porque el lugar estaba muy animado. Mesas que se derraman del restaurante sobre la amplia calle junto al lago, todas las sillas ocupadas todo el da. El mismo lago salpicado de barcas, cada barca luciendo faroles de todo tipo: de cristales de colores con figuras pintadas, esculpidos en jade blanco y manzana, glorietas que giran con el aire caliente de las velas, faroles de papel ardiendo en breves explosiones. Un dique lleno de portadores de faroles se extiende por el lago, la orilla opuesta est llena 39

tambin, as que cuando termina el da el lago y toda la ciudad que lo rodea brillan en el crepsculo del ocaso de la fiesta. Ciertos momentos nos regalan bellezas inesperadas como sta. La esposa mayor de Shen, I-Li, diriga la cocina muy estrictamente, y Bold y Kyu se encontraron pronto descargando cientos de kilos de sacos de arroz de las barcazas amarradas detrs del restaurante, llevndolas dentro, volviendo con sacos de basura hasta las barcazas de abono, limpiando las mesas, y fregando y barriendo el suelo. Entraban y salan corriendo, y tambin suban corriendo las escaleras que llevaban a la vivienda de la familia arriba del restaurante. El ritmo era implacable, pero todo el tiempo estaban rodeados por las mujeres del restaurante, vestidas con tnicas blancas y mariposas de papel en el pelo, as como por miles de otras mujeres, que paseaban debajo de los globos de luces de colores, por lo que hasta Kyu corra de aqu para all ebrio de semejantes vistas y olores, y de tragos recuperados de unas tazas casi vacas. Beban lichi, ponche de miel y jengibre, zumo de papaya y pera, y t verde y negro. Shen tambin serva quince clases de vino de arroz; probaron los restos de todos ellos. Beban todo excepto agua, contra la cual haban sido prevenidos por ser peligrosa para la salud. En cuanto a la comida, que una vez ms llegaba a ellos principalmente a modo de sobras, bueno, superaba toda descripcin. Cada maana les daban un plato lleno de arroz, con algunos riones u otro menudo dentro; despus de eso se esperaba que se arreglaran ellos mismos con lo que dejaban los clientes. Bold coma todo lo que le llegaba a las manos, sorprendido ante la variedad. La Fiesta de los Faroles era para Shen e I-Li una oportunidad para ofrecer su carta completa, por lo que Bold tuvo la suerte de poder probar corzo, venado rojo, conejo, perdiz, codorniz, almejas cocidas en vino de arroz, ganso con albaricoques, sopa de semillas de loto, sopa de pimiento con mejillones, pescado cocido con ciruelas, buuelos y sufls, ravioles, bizcochos y pasteles de aciano llenos de fruta y frutos secos. De hecho toda clase de comida, excepto cualquier carne de res o productos lcteos; cosa extraa, los chinos no tenan ganado. Pero tenan dieciocho tipos de soja, deca Shen, nueve de arroz, once de albaricoques, ocho de peras. Cada da era una fiesta. Pasadas la horas de ms trajn de la Fiesta de los Faroles, a I-Li le gustaba tomarse unos breves descansos durante su trabajo en la cocina y visitar algunos de los otros restaurantes de la ciudad, para ver qu ofrecan. Cuando regresaba, informaba a Shen y a los cocineros que necesitaban hacer una sopa de soja dulce, por ejemplo, como la que haba encontrado en el Mercado de Artculos Varios, o cerdo cocido a las brasas, como el del Palacio de la Longevidad y la Compasin. En aquellos paseos matutinos empez a llevar a Bold con ella al matadero situado justo en el corazn de la ciudad antigua. All escoga las cos 40

tillas de cerdo, y el hgado y los riones para los esclavos. All Bold descubri por qu no deban beber el agua de la ciudad: los despojos y la sangre de la matanza se limpiaban en el gran canal que desembocaba en el ro, pero a menudo la marea haca que el agua regresara a aquel canal y al resto de la red de canales de la ciudad. Un da, cuando regresaban detrs de I-Li con su carretilla llena de carne de cerdo, se detuvo para dejar pasar a un grupo de nueve mujeres de blanco intoxicadas. Bold sinti de repente que estaba en otro mundo. Ya en el restaurante le dijo a Kyu: Hemos vuelto a nacer sin darnos cuenta. Tal vez t. Aqu eres como un beb. Los dos! Mira a tu alrededor! Es... No poda expresarlo. Son ricos dijo Kyu, mirando a su alrededor. Luego continuaron con su trabajo. El paseo del lago nunca era un lugar comn. De fiesta o no y haba fiestas casi cada mes era uno de los sitios principales donde se reuna la gente de Hangzhou. Cada semana haba fiestas privadas entre las ms generales, por lo que el paseo era una celebracin diaria de mayor o menor magnitud, y a pesar de que haba mucho trabajo que hacer abasteciendo y llevando el restaurante, haba tambin mucha comida y bebida para aprovechar o para robar furtivamente en la cocina, y tanto Bold como Kyu eran insaciables. No tardaron en engordar; Kyu tambin creci en altura, pareca alto entre los chinos. Pronto fue como si nunca hubiesen vivido otra vida. Bastante antes del amanecer, sonaban los pescados de madera golpeados con mazos, y los meteorlogos vociferaban sus anuncios desde las torres para detectar incendios: Est lloviendo! Hoy est nublado! Bold y Kyu y unos veinte esclavos se levantaban y eran sacados de su habitacin; muchos bajaban a trabajar en el canal que llegaba desde los suburbios, para encontrarse con las barcazas de arroz. El personal de las barcazas se haba levantado an ms temprano; el de ellos era un trabajo nocturno, comenzaban a medianoche a muchos lis de distancia. Todos juntos arrastraban los pesados sacos hasta las carretillas, luego los esclavos las llevaban por las callejuelas hasta la casa y el restaurante de Shen. Barren el restaurante, encienden los fuegos de la cocina, ponen las mesas, lavan cuencos y palillos, pican verduras, cocinan, cargan provisiones y comida hasta los dos barcos de recreo de Shen; luego, cuando empieza a amanecer y la gente comienza a aparecer lentamente en el paseo del lago para desayunar, 41

ayudan a los cocineros, atienden las mesas, mueven y limpian las mesas, lo que sea necesario, perdidos en la meditacin del trabajo. Aunque generalmente el trabajo ms duro del lugar era el que hacan ellos, puesto que