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Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org HISTORIA SOCIAL - UN CONCEPTO RELACIONAL Author(s): Jürgen Kocka and Patricia Muñoz Luna Source: Historia Social, No. 60 (2008), pp. 159-162 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40658000 Accessed: 04-08-2015 19:34 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 163.178.101.228 on Tue, 04 Aug 2015 19:34:15 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social.

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HISTORIA SOCIAL - UN CONCEPTO RELACIONAL Author(s): Jürgen Kocka and Patricia Muñoz Luna Source: Historia Social, No. 60 (2008), pp. 159-162Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40658000Accessed: 04-08-2015 19:34 UTC

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HISTORIA SOCIAL - UN CONCEPTO RELACIONAL1

Jürgen Kocka

lLs frecuente, y útil, distinguir entre dos significados relacionados de "historia social". En primer lugar, la expresión "historia social" hace referencia a una subdisciplina de la histo- ria centrada en el estudio de estructuras, procesos y hechos sociales como desigualdad, movilidad, clases, estratos, etnicidad, relaciones entre géneros, urbanización, trabajo y la vida cotidiana de diferentes tipos humanos. En este sentido, ha de distinguirse la historia social de otras subdisciplinas como la historia económica, la historia constitucional o la historia de las ideas. En segundo lugar, está la "historia social" en el sentido de "historia de la sociedad" y, en este caso, el término alude a una concepción específica de la historia general, a una forma concreta de contemplar la historia general que, además de abordar los fenómenos sociales estudiados por la "historia social" en la primera de las acepciones des- critas, presta especial atención a estructuras y procesos de alcance más general. En esta se- gunda acepción la historia social debe distinguirse de otros enfoques dados a la historia general, normalmente en torno al poder político, las interpretaciones culturales o las accio- nes de individuos destacados.

Desde hace varias décadas son muchos los intentos por teorizar sobre el denominador común y el rasgo distintivo de la "historia social", definiendo "lo social" y distinguiéndolo de otras esferas de realidad histórica o de otras formas de conceptualizar la historia. No es mi intención reconstruir esos intentos.

Lo que quiero destacar es el carácter relacional del concepto y esbozar una forma, es- pero, productiva de utilizar el concepto hoy. La idea básica es esta: la "historia social" siempre ha tenido sentido exclusivamente en relación con otras variaciones de la historia. Siempre ha sido una categoría receptora de fenómenos y metodologías desechados o no apreciados por la historia general en sus formas dominantes y ha identificado y destacado aspectos y enfoques ignorados por las corrientes predominantes. La historia social ha ad- quirido a menudo una fuerza crítica, ya sea en un sentido metodológico o político (o en ambos) y por ese motivo ha resultado tan interesante para algunos historiadores en ciertas épocas. Debido a este carácter fundamentalmente relacional, el significado y la categoría de la historia social tenían que cambiar con el tiempo, en correspondencia a la transforma- ción de la línea imperante en la historiografía general.

1 Los argumentos de este artículo pueden leerse con más detalle, documentación y desarrollo en los si- guientes trabajos: "Losses, Gains and Opportunities: Social History Today", Journal of Social History, 37, Oto- I ño 2003, pp. 21-28; y "Wandlungen der Sozial- und Gesellschaftsgeschichte am Beispiel Berlins 1949-2005", I en Jürgen Osterhammel y otros (eds.), Wege der Gesellschaftsgeschichte, Göttingen, 2006, pp. 1 1-3 1 . I

Historia Social, n.° 60, 2008, pp. 1 59- 1 62. | 159

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Retrocedamos a los últimos años del siglo xix y primeros del xx, época en la que co- menzó a utilizarse el concepto de "historia social" de una forma algo menos marginal, en ocasiones tal cual y, más a menudo, en la expresión "historia social y económica" (Sozial- und Wirtschaftsgeschichte). Bajo esta etiqueta se amontonaron y estudiaron fenómenos -desde la historia de los ciclos económicos y las grandes empresas a la historia de la uni- dad familiar y los movimientos obreros- que no tenían mucho en común, salvo un mismo destino de olvido por parte de la historiografía tradicional que, por aquel entonces, prefe- ría concentrar su atención en la historia política. Los historiadores sociales y económicos, con frecuencia en estrecha colaboración con las recién estrenadas ciencias sociales, se ocupaban de áreas, problemas y métodos no tratados, o apenas, por la mayoría de los his- toriadores profesionales en las universidades, que daba prioridad a la historia de los esta- dos y los gobiernos, las relaciones diplomáticas, las estructuras de poder, los protagonistas y los hechos, utilizando paradigmas estrictamente hermenêuticos y narrativos. De este modo, la historia social -o la historia social y económica- nació como una subdisciplina en parte marginal y en parte opositora con nombre propio, y pronto desarrolló sus propias asociaciones y publicaciones.

Recordemos ahora el periodo comprendido entre 1930 y 1980, el gran periodo de la historia social, desde Annales a Past & Present y Geschichte and Gesellschaft, por men- cionar sólo tres importantes publicaciones dedicadas a la historia social. Este fue un perio- do en el que la historia social, pese a los muchos debates en torno a la difuminación de las fronteras, la transformación de los mapas disciplinares y las definiciones controvertidas, podía contemplarse como un cuerpo identificable, aunque heterogéneo y fluido, de prácti- cas historiográficas. Difería de otras formas de investigación y narración histórica, todavía predominantes, en el énfasis dado al estudio de los problemas y las cuestiones sociales en contraposición al estudio de la política y las ideologías; en el interés por estructuras y pro- cesos (sin olvidar individuos y hechos); en la preferencia por los métodos analíticos sobre los estrictamente narrativos; en la cooperación con los estudiosos de las ciencias sociales con una orientación durkheimiana, marxista o weberiana; y, en ocasiones, en la divulga- ción de una perspectiva social para la estructuración e interpretación de la complejidad de la historia en sustitución de la perspectiva del estado o de las ideas dominantes. Con res- pecto a estas cuestiones la historia social siguió siendo una materia específica, un comple- mento o una alternativa a la historiografía imperante. Con frecuencia la historia social ha desempeñado un papel crítico, provocador, incluso de oposición, metodológicamente en- frentada a las prácticas dominantes de la investigación y la escritura histórica, y también a veces desde una postura política, especialmente en sus formas marxistas (en Occidente). La historia social no se quedó al margen: intervino. Comenzó a extender su influencia y transformó la disciplina histórica en su conjunto.

El panorama ha cambiado radicalmente en los últimos treinta años. Por una parte, han aparecido nuevas circunstancias y nuevos problemas. La historia de la mujer ha vertido su crítica con eficacia a las formas más clásicas de historia social y ha contribuido a cambiar- las. Desde la década de 1980 han pasado a ser objeto de estudio de los historiadores socia- les nuevas percepciones, experiencias y hechos, además de las estructuras y los procesos de los que antes se ocupaban, con los que también se relacionan, frecuentemente dentro de marcos microhistóricos {Alltagsgeschichte). Y también en estos años se ha dado el auge extraordinario de la historia cultural en sus diferentes formas, el llamado "giro lingüístico" y el redescubrimiento del constructivismo.

Como consecuencia de todo ello la historia social ha cambiado. Los historiadores so- ciales han aprendido a analizar las múltiples relaciones existentes entre las distintas di- mensiones de la desigualdad social, especialmente la clase, el género y el origen étnico, pero también la edad. Las historias que cuentan se han vuelto más complejas. Los historia-

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dores sociales relacionan mejor las estructuras y procesos con las percepciones y los he- chos. El estudio de los intereses es complementado con el estudio de las experiencias. Los historiadores sociales han aprendido a tomar en serio el lenguaje. Hoy tienen una mayor conciencia del carácter construido de sus objetos de estudio, construidos por la interven- ción semántica, social y política de los contemporáneos así como por las categorizaciones del investigador. Los historiadores sociales son ahora más sensibles a la contextualización. Han establecido nuevas alianzas con antropólogos e historiadores de la cultura. Han apren- dido a descodificar prácticas simbólicas. Su trabajo se ha hecho más autorreflexivo. La historia social ha experimentado una notable expansión y diversificación: en una muy gran medida, este ha sido un proceso de enriquecimiento y progreso.

Por otra parte, la historia social ha penetrado en la historia general y ha realizado en ella una considerable reestructuración. También es cierto que en este proceso la historia social ha perdido parte de su propia identidad. A medida que ganaba influencia y exten- sión, menos significado tenía hablar de historia social como campo o paradigma específi- co e independiente. Tomemos un ejemplo alemán, un importante manual de historia ale- mana, el Gebhardt, y en concreto los tomos dedicados al siglo xix. Las ediciones octava y novena fueron conceptualizadas en la década de 1950. Los capítulos, que seguían un es- tricto orden cronológico, eran básicamente capítulos sobre la historia de la política y las ideologías. A modo de colofón, se añadió un último capítulo que se ocupaba del siglo completo y de "la historia social y económica alemana". En la actualidad está en marcha I la décima edición. Los tomos sobre el siglo xix ya no tendrán capítulos separados para la I historia económica y social, sino que cada uno de los capítulos cronológicos se ocupará de I la historia social y su interrelación con la historia política, económica y cultural. En este | 161

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proceso, la historia social ha ganado y ha perdido. Ha ganado influencia y capacidad for- madora, pero ha perdido parte de sus rasgos peculiares y de su identidad. Sigue practicán- dose historia social, pero cada vez menos como un campo o un paradigma específico, y más en fusión múltiple y cambiante con otros campos y paradigmas. Se ha vuelto menos necesario, significativo y frecuente hablar de historia social como terreno de estudio o me- todología independiente.

Sin embargo, tampoco es todo historia social. Los historiadores sociales tienen prin- cipios, preferencias y peculiaridades que no comparten con otros historiadores. La "histo- ria social" sigue definiéndose por sus diferencias y existiendo como concepto relacional.

En primer lugar, los historiadores sociales rechazan las formas estrictas de individua- lismo metodológico. Pueden estar interesados en biografías de individuos, pero las ven inte- gradas en campos, procesos y estructuras sociales, como, por ejemplo, la desigualdad so- cial. En segundo lugar, los historiadores sociales no son amigos de la "balcanización" historiográfica. Están en contra de la creciente fragmentación y de la sobreespecialización de la disciplina. Tratan de reconstruir "Zusammenhänge ", de conceptualizar la intercone- xión de las realidades y los planteamientos, y puede que hablen de "historia de la sociedad" como medio de intermediación e interconexión. En tercer lugar, los historiadores sociales están convencidos de que es importante, aunque no suficiente, reconstruir percepciones, experiencias, discursos y hechos, pues tienen conciencia de que las percepciones, las expe- riencias, los discursos y los hechos tienen condiciones y consecuencias no necesariamente presentes en la mente de quienes perciben, experimentan, se comunican y actúan, de lo que se deduce la necesidad de analizar las múltiples interconexiones entre estructuras y procesos por una parte, y percepciones, experiencias, construcción de significados y vo- luntad de actuar, por otra. En cuarto lugar, los historiadores sociales buscan explicaciones, a diferencia de los culturales, que a menudo se conforman con preguntar cómo. Los histo- riadores sociales insisten también en preguntar por qué. Sin duda, los historiadores socia- les se interesan también por los significados, el significado de los fenómenos del pasado para los diferentes contemporáneos y el significado que pueden tener para los historiado- res hoy. Pero no se limitan a la reconstrucción de significados. Tratan de ser más analíticos y de averiguar las causas y las consecuencias de los fenómenos pasados en su relación con el presente.

En estos y algunos otros aspectos queda mucho por hacer. Se han lanzado nuevas pre- guntas. Aparecen nuevos retos, como el planteado, por ejemplo, por la necesidad de trans- nacionalizar y globalizar los conceptos y los puntos de vista recibidos. El clima intelectual se está transformando y la historia social está conquistando nuevos terrenos. Es todavía -o incluso, es de nuevo- un buen momento para ser historiador social.

Traducción de Patricia Muñoz Luna

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