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Hacía una crítica positiva de Richard Rorty
Introducción
Richard Rorty (1931-2007), es un filósofo estadounidense heredero de la filosofía
analítica, de la filosofía del lenguaje y del Pragmatismo, es uno de los filósofos más
importantes de Estados Unidos de la actualidad, sino es que el más importante. Se ha
dicho que su infancia -que fue “complicada” por ser hijo de padres troskistas en una
sociedad norteamericana poco tolerante- fue determinante en su trayectoria intelectual,
lo cual es difícil de sostener. Lo que sí es seguro es que el trabajo filosófico de Rorty ha
sido de gran relevancia para la filosofía, específicamente para la epistemología, y que su
trayectoria intelectual se vio claramente encaminada por los compromisos que tenía con
su pensamiento filosófico. Por esto último, resulta poco sorprendente que Rorty en su
última etapa intelectual, renunciara a dar cátedras de filosofía y, en su lugar, diera una
cátedra de literatura; que abandonara la epistemología –tal y como se entendía
tradicionalmente, teoría del conocimiento, como teoría de representación- por la crítica
literaria.
En cuanto a los autores que fueron determinantes en la trayectoria de Rorty
encontramos los nombres de Quine, Sellars y Dadvison con sus críticas al empirismo
tradicional. En lo que refiere a los fines a los que se dirigía su obra son los nombres de
Wittgenstein, Dewey y Heidegger los que resultaron determinantes, en especial para
alejarse de la forma tradicional en que se entendía la forma de hacer filosofía desde
Kant hasta nuestros días. Estos últimos tres a juicio de Rorty son los filósofos más
importantes del siglo XX.
Rorty en sus primeros trabajos se muestra como un heredero puro de la filosofía
analítica, pero muy temprano empezó a alejarse de ella porque la consideraba como otra
formulación kantiana, a la cual se oponía; de ahí la relevancia de su obra La filosofía y
el espejo de la naturaleza -1989, primera edición 1979- (texto que escribió entre el
periodo de 1969 y tomo su publicación como el año de su culminación, es decir, 1989),
donde si bien retoma los avances de la filosofía analítica se distancia de la misma, pero
lo que en este trabajo más me interesa, es la crítica y deconstrucción que elabora Rorty a
los fundamentos de la filosofía-como-epistemología moderna. En dicho texto Rorty –
entre otras cosas- cuestiona el “fundamentalismo” y el “representalismo” de la teoría del
conocimiento de la filosofía moderna. Además, como ya dije, se aleja de la filosofía
kantiana y muestra una clara influencia de Quine, Sellars y Dadvison, del pragmatismo
de Dewey, de la filosofía del lenguaje de Wittenstein y de la filosofía de Heidegger.
En el siguiente comentario de texto me ocuparé de hacer una crítica positiva del capítulo
3 de La filosofía y el espejo de la naturaleza, en la cual, en primer lugar, trataré de
recuperar las críticas que hace Rorty a la visión tradicional de la filosofía, con la cual
estoy de acuerdo; para, en segundo lugar, tratar de mostrar que las conclusiones a las
que llega Rorty -o las que se derivan de su pensamiento- no son necesariamente por las
que debe de optar la filosofía;. Según entiendo para el filósofo norteamericano los
filósofos parten de la idea de que tienen que problematizar el conocimiento y este tiene
“fundamentos” y se basa en “la mente” como gran espejo, que contiene
representaciones diversas y se puede estudiar con métodos puros, no empíricos. Estoy
de acuerdo con esta forma de ver la epistemología de Rorty y aún más con su crítica y
su deconstrucción de los fundamentos de dicha teoría. También estaría de acuerdo en
abandonar la idea de «mente» en cuanto algo sobre lo que se tiene tener una visión
«filosófica», no así la idea de que el conocimiento es algo que se tiene que
problematizar y se tiene que hacer “una teoría”; lo cual no tiene como consecuencia
que no acepte la crítica a la epistemología y a la filosofía tal y como se le entiende desde
tiempos de Kant, hecha por Rorty.
Considero que las críticas a Descartes, Locke y Kant hechas por Rorty son adecuadas lo
cual no quiere decir que tengamos que abandonar la convicción de una teoría del
conocimiento, por el contrario esto conlleva a la idea de que se puede generar teorías
del conocimiento, diferentes a las que se constituyeron por el consenso kantiano; esto
último no conllevaría a un relativismo, sino a que surjan teorías del conocimiento en
diferentes disciplinas, la de la filosofía y la de la epistemología, por ejemplo, que
tendrían una normatividad diferente; quizás la epistemología se encargue del
conocimiento como proposición y la sociología de cómo es posible el conocimiento de
sentido común. Esto último da pie a otra crítica, considero que el fundacionalismo
kantiano debe de ser rechazado por las inconsistencias que muestra Rorty, sin embargo
esto no quiere decir que se tenga que abandonar la epistemología y la filosofía –tal y
como lo hizo Rorty-; pues a mi juicio es necesario buscar cierto tipo de normatividad
para el conocimiento, sea a la manera kantiana o como juicio predicativo, e inclusive la
crítica literaria que propone Rorty, debe de tener cierto tipo de normatividad. En
términos groseros, esto último es el para qué de este trabajo.
El comentario de texto se desarrollará de la siguiente manera: 1) en la introducción daré
alguno elementos de la biografía y de la trayectoria intelectual de Rorty y un panorama
general de La filosofía y el espejo de la naturaleza. 2) en el desarrollo expondré los
principales argumentos que presenta Rorty en contra de “la idea” de una teoría del
conocimiento, tal y como se le entiende desde Kant, lo cual implica una crítica a la
epistemología y la filosofía, pues se basan en los mismos fundamentos de la primera.
Como estoy de acuerdo con dicha crítica, esta reconstrucción, será la parte más
abundante del trabajo –de hecho creo que esta reconstrucción tiene más validez que el
resto del comentario de texto-. En una segunda parte del desarrollo –la más pequeña y
criticable- pretendo presentar algunas alternativas a la opción de Rorty de abandonar
la problematización del conocimiento, pues no estoy de acuerdo con él. 3) en las
conclusiones haré un breve recuento de lo que presente a lo largo de este trabajo para
llegar a poder plantear una crítica y alternativas a las conclusiones que llega Rorty. A
continuación, en lo que resta de la introducción daré un panorama general de La
filosofía y el espejo de la naturaleza, para en el desarrollo ocuparme plenamente del
capítulo 3
Rorty (1979) argumenta que los filósofos tienen la creencia común de que se ocupan de
problemas perennes y eternos. Entre ellos el que más le importa es el de la legitimación
de las ansias de conocer, que torna sobre los «fundamentos» del conocimiento. Y creen
que descubrir estos fundamentos es descubrir algo sobre la mente y a la inversa.
Por lo cual la filosofía cobra un carácter de fundamento con el resto de la cultura, pues
esta funge la función de acumuladora de las pretensiones de conocimiento. Y encuentra
estos fundamentos en un estudio del hombre en cuanto ser que conoce, específicamente
de los «procesos mentales» o de la «actividad de representación» que hacen posible el
conocimiento. La filosofía, entendida de esta manera, considera que saber es representar
lo que está fuera de la mente, es poder entender la forma en que la mente reconstruye
tales representaciones.
Sin embargo, Rorty dice que esta forma de entender el conocimiento, forma que se
asume como teoría del conocimiento, no es tan vieja como se le considera, por el
contrario la teoría del conocimiento basada en una comprensión de los «procesos
mentales» es producto del siglo XVII, sobretodo de Locke. La idea de «mente» en
cuanto entidad en la que ocurren los procesos mentales, se da casi a la par,
especialmente en los trabajos de Descartes. Y es hasta el Siglo XVIII en base a la obra
de Kant y sus seguidores como la filosofía toma los atributos de tribunal de la razón
pura.
Ya entrado el Siglo XX Rorty encuentra en autores de la envergadura de Russell y
Husserl el deseo de que la filosofía siguiera siendo rigurosa y científica, sin embargo se
nota un cierto sentimiento de desesperación en dichos autores. Esto debido a una serie
de cambios culturales como el triunfo de lo secular y el surgimiento de un nuevo tipo de
cultura en el siglo XIX. Básicamente, el triunfo de lo secular despojo le quito a la
filosofía su carácter de vanguardia y protectora de las creencias supersticiosas; los
poetas y novelistas ocuparon dicho lugar, convirtiéndose en maestros morales de la
juventud. Sin embargo, la filosofía se hacía más rigurosa y científica y ocupaba un lugar
de fundamento en el conocimiento. De tal suerte que la idea de “la mente” antes
expuesta era dominante en la filosofía.
Rorty considera que en los trabajo de madurez de Wittgenstein, Heidegger y Dewey
prescinden de la idea de «la mente» común en Descartes, Locke y Kant. Por lo cual,
considera que introdujeron a la filosofía en un periodo «revolucionario», en el sentido
kunhtiano, donde se introducen nuevos mapas del terreno, donde desaparecen los rasgos
que antes aparecían como dominantes en la filosofía.
Lo que presenta Rorty en libro en La filosofía y el espejo de la naturaleza es dar una
visión en conjunto de algunos avances de la filosofía analítica: desde un punto de vista
revolucionario opuesto a la visión cartesiana y kantiana.
El objetivo de su libro es acabar con la confianza que tienen los filósofos “en <<la
mente>> en cuanto algo sobre lo que se debe de tener una visión <<filosófica>>, en el
<<conocimiento>> en cuanto algo que debe de ser objeto de una «teoría» y que tiene
<<fundamentos>> y en <<filosofía>> tal y como se viene entendiendo desde Kant”
(Rorty, 1989:16).
Para dichos objetivos Rorty reconoce que los medios a críticas concretas a la tradición
filosófica los retoma de Sellars, Quine, Davidson, Ryle, Malcolm, Kuhn y Putman.
Mientras los fines a los que aplico esos medios pertenecen a Wittgenstein, Heidegger y
Dewey.
La crítica que hace Rorty a la epistemología como fundamento del conocimiento la
aplica también a la filosofía analítica la cual es una variante de la filosofía kantiana. La
filosofía kantiana se caracteriza, principalmente, por pensar que la representación es
lingüística más que mental. Por ello, la filosofía del lenguaje es la disciplina que
presenta los «fundamentos del conocimiento». Por lo que Sigue empeñada en la
construcción de un marco de referencia permanente y neutral para la investigación. De
tal manera que la filosofía analítica al seguir hablando de representación y de
fundamento del conocimiento, sigue atrapada en la tradición filosófica kantiana.
Según Rorty desde tiempos de Descartes, Locke y Kant hasta la filosofía
contemporánea existe el intento de escapar a la historia. Mientras que el mensaje común
en Dewey, Heidegger y Wittgenstein es historicista, Rorty se sitúa en esta última línea.
Por ello el trata de colocar en su perspectiva histórica las nociones de «mente», de
“conocimiento” y de “filosofía”.
La parte dos del libro –donde se encuentra el capítulo tres que se trabajará- trata de la
epistemología y los intentos recientes de encontrar “nuevos temas” dentro de una
perspectiva histórica. Mientras que en el capítulo tres se describe la génesis de la noción
de epistemología en el siglo XVII, y su conexión con las ideas cartesianas de “mente”.
Ahí presenta la teoría del conocimiento como una noción basada en la confusión
existente entre la justificación de las representaciones de conocimiento y su explicación
causal, que históricamente se rastrean en Kant. A la conclusión que llega Rorty es que la
noción de conocimiento en cuanto acumulación de representaciones precisas es
opcional, “que puede remplazarse por una concepción pragmática del conocimiento que
elimine el contraste griego entre contemplación y acción, entre representarse el mundo y
enfrentarse a él” (Rorty, 1989: 19).
Es por ello que Rorty titula a su trabajo La filosofía y el espejo de la naturaleza, pues
son imágenes más que proposiciones y metáforas más que afirmaciones lo que
determina la convicción filosófica. Por ello la imagen que mantiene cautiva a la filosofía
tradicional es la de mente como gran espejo, que contiene representaciones diversas y
sobre todo que se puede estudiar con métodos no empíricos. Lo que pretende Rorty
demostras es que sin la idea de mente como espejo, la filosofía no hubiera impuesto la
idea de conocimiento como representación.
Desarrollo
Según Rorty la idea de que existe una disciplina autónoma, es más reciente de lo que se
cree o de lo que los filósofos han tratado de establecer. En cambio Rorty dice es que
esta es una idea consagrada hasta siglo XIX, y que tuvo la función cultural en la «guerra
entre ciencia y teología” en la cual dichos filósofos buscaban un mundo intelectual
seguro para Galileo y Copérnico.
Es en este contexto donde se debe de entender la demarcación que existe entre filosofía
y ciencia, si la filosofía pudo imponerse fue gracias a la idea de que el núcleo de la
filosofía era la “teoría del conocimiento”. Que es distinta a la de las ciencias dado a que
la primera tiene un carácter de fundamento ante las segundas. Se cree comúnmente que
es desde Descartes donde se logró dicha fundamentación pero la auto-conciencia de
filosofía-como-epistemología se puede rastrear hasta Kant y en un ámbito académico es
hasta el siglo XIX
La filosofía como la disciplina que fundamenta el conocimiento, fue de gran relevancia
ante el “empuje” que estaba teniendo la ciencia. De ahí que Rorty afirme que sin teoría
de conocimiento es difícil imaginar qué tipo de filosofía pudo haber existido en la
ciencia moderna, en especial cuando la física había desplazado a la metafísica.
Sin embargo Kant logró transformar la idea antigua de filosofía (como metafísica: como
universal y que se ocupada de lo menos material) por una de disciplina “más básica”, es
decir, una disciplina con carácter de fundamento. Como disciplina primaria, ya no la
más “alta” sino “Subyacente”. Sin embargo esto fue así hasta el XIX. Es decir, la
imagen de «Epistemología-y-metafísica» (la segunda surge de la primera) como centro
de la filosofía lo establecieron los neokantianos y reflejan los programas actuales. De
hecho los conceptos de epistemología y teoría del conocimiento surgen hasta el siglo
XIX , en los años 1808 y 1832, respectivamente.
El Objetivo que tiene Rorty en el texto a trabajar es tratar de rastrear las etapas cruciales
entre las campañas de Hobbes y Locke contra «la filosofía de las escuelas» al
restablecimiento decimonónico de la filosofía como disciplina autónoma, independiente
y “escolástica”. Para mostrar que “pensar en el conocimiento que presenta un
problema» y sobre el que deberíamos tener una «teoría» es resultado de considerar el
conocimiento como la agrupación de representaciones” (Rorty, 1989: 131). Como
consecuencia tenemos que si esta forma de pensar el conocimiento es optativa, también
lo es la epistemología y la filosofía, tal y como se le entiende desde mediados del siglo
XIX
La filosofía-como-epistemología, según Rorty siguió la siguiente línea: 1) La invención
de la mente hecha por Descarte proporcionó una nueva base en que apoyarse. También
ofreció un campo de investigación que parecía previo al que habían manifestado los
antiguos filósofos. También dio un ámbito dentro del cual era posible la certeza, en
oposición opinión.
2) En cuanto Locke Convirtió «la mente» de Descartes en el objeto material de una
«ciencia del hombre. Lo hizo pensando que una analogía de las partículas de Newton,
aplicado al “espacio interior” daría ventajas en la dirección de nuestro pensamiento en
la búsqueda de “nuevas cosas”. Esas “nuevas cosas” fue lo que con el tiempo cobró el
nombre de “epistemología”
3) Pero fue Kant el que en realidad puso a la filosofía en «la dirección segura de la
ciencia», poniendo el espacio exterior en el espacio interior y para, posteriormente,
reafirmar la certeza cartesiana sobre “el interior” para lo que, el mismo Descartes, había
considerado como exterior. Pero Kant también reconcilió la afirmación cartesiana de
que podemos tener certeza de nuestras ideas, con el hecho de que ya teníamos certeza –
conocimiento a priori- de lo que parecían no ser ideas” (Rorty, 1989: 132).
Aunque hay otras tres cosas que contribuyeron al carácter auto-consciente y que
adquiriera confianza la filosofía-como-epistemología:
1 Al situar como problema central de la epistemología dos clases de representaciones –
formales (conceptos) y materiales (intuiciones)- hizo posible continuidades entre la
epistemología y los problemas de la antigua filosofía y medieval.
2 Al unir epistemología con moral, revivió la idea de sistema filosófico completo,
dotando a la moral de una «base» más científica.
3 Al suponer que todo lo que decimos trata de algo que hemos constituido, hizo posible
que la epistemología fuera considerada como ciencia de carácter «básico».
Es en este punto donde Rorty empieza la verdadera revisión y crítica de los supuestos
del conocimiento como representación en Descartes, Locke y Kant. Iniciando por
Descartes y lo que Rorty llama la confusión de Locke entre explicación y justificación.
Rorty dice que para entender el “giro epistémico” realizado por Descartes tenemos que
distinguir el escepticismo pirroniano tradicional y el escepticismo del velo-de-ideas que
hizo posible Descartes al labrar el espacio interior. El primero se había inquietado
principalmente por el “problema del criterio” -el problema de dar validez a los
procedimientos de investigación.
“Este problema, que Descartes pensaba que había resuelto él mismo con “el método de
las ideas claras y distintas”, tenía poco que ver con el problema de pasar del espacio
interior al espacio exterior…La idea de una “teoría del conocimiento” creció en torno a
este último problema -el problema de saber si nuestras representaciones internas eran
exactas. La idea de una disciplina centrada en “la naturaleza, origen y límites del
conocimiento humano” –definición de la “epistemología” tal y como aparece en los
manuales-” (Rorty, 1989:134 y 135).
Es de llamar la atención que la mente cartesiana hizo posible tanto el escepticismo del
velo-de-ideas y la disciplina consagrada a evitar dicho escepticismo.
Pero Rorty dice que, a diferencia de lo que se cree, que la invención de la mente
cartesiana haya sido condición suficiente para el desarrollo de la epistemología. Si bien
dicha invención proporcionó la idea de las representaciones internas, pero esta idea no
habría dado lugar a la epistemología sin la confusión -que Rorty atribuye a Locke-
“entre una explicación mecánica de las operaciones de nuestra mente y la
«fundamentación” de nuestras pretensiones de conocimiento” (Rorty, 1989:135) Esto es
lo que Green llama “confusión fundamental” entre dos cuestiones esencialmente
distintas: la primera de carácter metafísica, que se preguntaría por cuál es el elemento
más simple del conocimiento, y la segunda fisiológica, que se preguntaría por cuáles
son las condiciones del organismo humano individual en virtud de las cuales se
convierte en vehículo de conocimiento.
Es decir, hay una distinción entre un “elemento del conocimiento” y las “condiciones
del organismo”; lo que nos lleva a que una cosa es la pretensión de justificación del
conocimiento y otra el funcionamiento adecuado del organismo.
Rorty dice que si Locke llegó a pensar que una explicación causal de cómo se llega a
tener una creencia debía ser índice de la justificación que se tiene de esa creencia es
poque Locke, y los escritores de su siglo, no creían que el conocimiento fuera una
creencia verdadera justificada. El conocimiento no lo pensaban como si fuera una
relación entre una persona y una proposición. De tal suerte, que Locke creía que el
“conocimiento de” era anterior al “conocimiento de que”; lo que nos lleva Locke creía
que el conocimiento era una relación entre personas y objetos más que entre personas y
proposiciones.
Pero Rorty dice que si bien la idea de una “teoría del conocimiento” no tendría sentido a
no ser que hayamos confundido causalidad y justificación –Locke- , aun así parecerá
borrosa mientras no hayamos aislado algunas entidades del espacio interior cuyas
relaciones causales parezcan misteriosas. Las entidades requeridas son precisamente los
“conceptos” y las “intuiciones”; lo que Rorty llama la confusión kantiana entre intuición
y síntesis.
Rorty inicia la crítica a Kant diciendo que es importante preguntar cómo logró que la
distinción concepto-intuición pareciera de la misma manera plausible y misteriosamente
problemática.
“Para poder entender esta, debemos tener en cuenta que la “síntesis” kantiana requerida para un
juicio se distingue de la “asociación de ideas” de Hume en que es una relación que sólo puede
darse entre ideas de dos clases diferentes -ideas generales e ideas particulares. Así pues, las ideas
de “síntesis” y de distinción concepto-intuición están hechas a la medida la una de la otra;
habiéndose inventado ambas para dar sentido a la suposición paradójica pero incuestionada que
recorre toda la primera Crítica -la suposición de que la diversidad es “dada” y la unidad se
hace.Dicha suposición se explicita en la afirmación de que el espacio interior contiene algo
parecido a lo que Hume encontró en él, un conjunto de “presentaciones singulares al sentido”,
pero que estas “intuiciones” no se pueden hacer “aparecer a la conciencia” si no son sintetizadas”
por un segundo conjunto de representaciones (en qué no reparó Hume) -los conceptos- que
entran en relaciones uno-muchos con series de intuiciones” (Rorty, 1989:145).
Según Kant, con la “Deducción” demuestra que sólo podemos ser conscientes de los
objetos constituidos por nuestra propia actividad sintetizadora. Se supone, por tanto, que
podemos ver que “de todas las representaciones, la combinación es la única que no
puede ser dada a través de los objetos...Donde la comprensión no se ha combinado
previamente, no se puede descomponer, pues sólo puede ser dado a la facultad de
representación algo que admite análisis en cuanto que ha sido combinado por la
comprensión” (Kant K. d. r. V. B130 citado por Rorty, 1989: 146)
Pero dice Rorty, que sin los antecedentes de Locke y Hume, ¿cómo sabemos que a la
mente sele presenta la diversidad? Lo que quiere señalar Rorty es que según la
argumentación que nos presenta Kant no es imposible saber que la mente se le presenta
a la diversidad. El argumento no nos da razones suficientes para pensar que la
sensibilidad nos ofrece diversidad, pues la diversidad no puede ser representada como
tal hasta que la comprensión humana ha utilizado conceptos sintetizadores. Y al no ser
conscientes de las intuiciones no sintetizadas, no podemos a la introspección.
Pero sino es un hecho pre-analítico evidente que exista tal diversidad, ¿cómo podemos
utilizar como premisa la afirmación de que la sensibilidad nos ofrece una diversidad?
En otras palabras, ¿cómo sabemos que una diversidad que no se puede representar como
diversidad es una diversidad? O “en términos más generales, si queremos demostrar
que sólo podemos ser conscientes de las intuiciones sintetizadas, ¿cómo obtenemos
nuestra información sobre las intuiciones antes de la síntesis? ¿Cómo sabemos, por
ejemplo, que hay más de una?” (Rorty, 1989: 147). También cabría la opción de
responder a está última cuestión, diciendo que si sólo hubiera una, la síntesis sería
innecesaria. Pero esto nos provocaría una circularidad. Además, en todo caso lo que se
quiere saber es si los conceptos son sintetizadores, es inservible que nos digan que no
podrían serlo si no hubiera muchas intuiciones para ser sinterizadas.
Es aquí donde Rorty dice tenemos que afirmar que “intuición” y “concepto”, en su
sentido kantiano, sólo son susceptibles de definiciones contextuales, en esta medida,
sólo tienen sentido como elementos de una teoría que aspira a explicar algo. Pero de ser
así rompemos con las llamadas de Locke y Descartes a esa certeza especial con la que
somos conscientes de “lo que está más cerca de nuestras mentes” y “más fácil nos es
conocer”.
Pero si tomamos en cuenta que la explicación de Kant sobre la síntesis es algo que
postula para explicar la posibilidad del conocimiento sintético a priori, dejará
detentarnos la estrategia “copernicana”. Aquella afirmación de que el conocimiento de
las verdades necesarias sobre objetos hechos (es decir, “constituidos”) es más inteligible
que en el caso de aquellos objetos que se encuentran depende de la suposición
cartesiana de que tenemos acceso privilegiado a la actividad de hacer. Pero si atendemos
a la interpretación de Kant que nos presento Rorty, no existe tal acceso para nuestras
actividades de constitución. Por lo cual no se resuelve el misterio que rodea a nuestro
conocimiento de las verdades necesarias. Es de esta manera como queda al decubierto
que, las entidades teóricas postuladas en el espacio interior no son más útiles para
explicar cómo puede ocurrir este conocimiento que esas mismas entidades pero del
espacio exterior.
El conocimiento en cuanto necesitado de “fundamento”
Finalmente Rorty dirige su crítica al conocimiento en cuanto a necesitado de
“fundamento”. Para ello propone dirigir nuestra atención ya no a los objetos si no a
nuestro interlocutor, es decir, si pensamos en la “certeza racional” como la victoria en
un argumento más que como la relación con un objeto conocido, al buscar la
explicación del fenómeno a quien dirigimos la vista es a nuestros interlocutores más
que a nuestras facultades.
De esta manera nuestra certeza será cuestión de conversación entre personas, y no de
interacción con la realidad no humana. Así ya no veremos una diferencia de clase entre
verdades “necesarias” y “contingentes”. En todo caso o a lo más, lo que veremos serán
diferencias en el grado de facilidad con que se pueden poner objeciones a nuestras
creencias. Por lo cual estaremos en busca de un caso seguro más que un fundamento
firme.
En esta distinción necesario-contingente, lo que destaca Rorty es precisamente que la
noción de “fundamentos del conocimiento”- verdades que son ciertas debido a sus
causas más que a los argumentos presentados a su favor- es resultado de una analogía,
de la analogía griega entre percibir y conocer. “El rasgo esencia de la analogía es que
conocer que una proposición es verdadera debe identificarse con ser causado por un
objeto para hacer algo. El objeto a que se refiere la proposición impone la verdad de la
proposición” (Rorty, 1989: 149). De esta manera, la idea de “verdad necesaria” es justo
la idea de una proposición que se cree – verdadera- porque el objeto senos impone de
forma irresistible.
Pero qué ocurre con la versión moderna de verdades necesarias: la idea de “concepto”,
ahora puede entenderse como “la fuente de conocimiento de las verdades necesarias».
Es decir, estamos ante la versión moderna de un conjunto de metáforas opcionales -las
elegidas por Platón, las que se han convertido en definitorias del “pensamiento
filosófico”.
De ahí que Rorty tome de Heidegger “la idea de que el deseo de una “epistemología” es
simplemente el producto más reciente del desarrollo dialéctico de un conjunto de
metáforas elegido originalmente” (Rorty, 1989: 149). Y aunque reconoce Rorty que
escribir este desarrollo como una secuencia lineal puede parecer simplista, puede servir
para pensar que la metáfora dominante original era la de determinar nuestras creencias
poniéndolas cara a cara con el objeto de la creencia (la figura geométrica que prueba el
teorema, por ejemplo). Lo que le sigue es pensar que entender cómo se conoce mejor es
entender cómo se mejora la actividad de una facultad cuasi-visual, el Espejo de la
Naturaleza, y, por ello, pensar en el conocimiento en cuanto agrupación de
representaciones exactas. Para pasar a la idea de que la forma de tener representaciones
exactas es encontrar, dentro del Espejo, una clase privilegiada especial de
representaciones que sean irresistibles y, por ello, no se pueda dudar de su exactitud. Y
son justamente estos fundamentos privilegiados los que serán los fundamentos del
conocimiento, y la disciplina que nos dirija hacia ellos -la teoría del conocimiento- será
también el fundamento de la cultura, tal y como se dijo al comienzo de este ensayo. La
filosofía-como-epistemología se entenderá en este momento como la búsqueda de
estructuras inmutables dentro de las cuales deban estar contenidos el conocimiento,
además la vida y la cultura. “Así pues, el consenso neokantiano parece el producto final
de un deseo original de sustituir la conversación por la confrontación en cuanto
determinante de nuestra creencia” (Rorty, 1989: 155), sin embargo ya vimos que es lo
que ocurre cuando Rorty deconstruye y crítica dichos fundamentos y, de igual manera,
cuando sustituye la confrontación a la conversación.
En esta segunda parte del desarrollo sólo pretendo puntualizar algunos elementos de la
obra de Rorty con los cuales no coincido. Para ello, tengo que decir que si hice un
desarrollo amplio de su crítica a Descartes, Locke y Kant, es porque estoy de acuerdo a
su crítica de teoría del conocimiento tal y como se le entiende desde dichos autores, lo
cual a mi juicio no quiere decir que por ello se tenga que llegar necesariamente a las
conclusiones que él llega.
Cuando Rorty llega a la conclusión que la noción de conocimiento en cuanto
acumulación de representaciones precisas es opcional, “que puede remplazarse por una
concepción pragmática del conocimiento que elimine el contraste griego entre
contemplación y acción, entre representarse el mundo y enfrentarse a él” (Rorty, 1989:
19), esto no quiere decir a mi manera de entender que, así como Rorty la remplaza por
una visión pragmática del conocimiento, no se pueda abordar el conocimiento desde una
perspectiva que no contenga las deficiencias que la postura kantiana, y lo que es más
que no hay por qué abandonar la posibilidad de problematizar el conocimiento.
Se trataría de abandonar la forma de problematizar el conocimiento como
representación tal y como se entiende desde Kant. La alternativa que doy al abandono
de la teoría del conocimiento de Rorty es que si la propuesta criticada es una opción,
entonces puede ser sustituida por una que preste atención a los argumentos al explicar
un fenómeno más que a nuestras facultades, Rorty –por lo expuesto- estaría de acuerdo;
por lo cual Rorty tendría que reconocer que los argumentos entre personas se basaría en
la capacidad de dar argumentos los cuales no tengan objeciones, lo cual nos lleva a
buscar la normatividad y no el abandono de la teoría del conocimiento. De igual manera
tendría que haber una normatividad en lo que Rorty llama crítica literaria, tendrá que
haber algunos elementos básicos para distinguir la crítica literaria de otros tipo de
géneros literarios; en esa medida también creo que la crítica literaria no es el camino de
la filosofía sino la epistemología, aunque no la que tuvo origen en el siglo XIX, sino
una epistemología que sea capaz de superar las críticas que Rorty encuentra en la
anterior exposición.
Creo que Rorty compartiría la idea –espero que sea así- que el conocimiento es
fundamentalmente social y se constituye socialmente, pero de ello no se sigue que esté
determinado, en su validez y condiciones, por los contextos sociales e históricos en que
se origina; es aquí donde considero que me podría separar de Rorty. Tampoco que su
validez dependa, únicamente, de su evaluación intersubjetiva. Por ello en términos
generales, también creo que podría existir una teoría del conocimiento como
representación que sea diferente a la kantiana, una teoría que admita que el
conocimiento es una representación colectiva (pido una disculpa por no justificar de
manera suficiente este argumento, pero requeriría de muchas líneas que por tiempo me
resulta imposible) y no una representación de las imágenes que tiene la “mente” como
un gran espejo.
Es aquí donde surge un nuevo punto, si la teoría del conocimiento que Rorty critica es
sólo una opción, esto no implica que se le tenga que abandonar, por el contrario creo
que podrían surgir Teorías del conocimiento, entendido que no planteo un relativismo,
por el contrario Teorías en el sentido de que podrían surgir teorías del conocimiento, por
un lado entre las disciplinas y en las disciplinas, sin que esto implique el relativismo.
En lo que se refiere a las Teorías del conocimiento entre las disciplinas tendríamos que
asumir que la epistemología se seguiría ocupando del conocimiento proposicional1, tal y
como tradicionalmente se le entiende. Mientras que la sociología se ocuparía del
conocimiento común en el sentido de conocimiento como representación colectiva.
Inclusive podría haber la posibilidad de que exista una vertiente de las letras que se
pueda ocupar “del tipo de conocimiento” que se genera en la literatura y que
corresponde con la “realidad”, tal y como se ha tendido a relacionar a la literatura
latinoamericana, por ejemplo. Pero para que esto sea posible se tendría que asumir que
las normas que determinan cada una de las disciplinas es diferente, lo que evita el
relativismo, pues cada disciplina tiene que dar razones suficientes, en el sentido de que
no sean fácilmente puestas en cuestión. Lo que implicaría, a diferencia de Rorty –creo-,
pretensiones de normatividad en las diferentes áreas, pero también implicaría, en esto
creo que Rorty podría estar de acuerdo, en que esa normatividad esté puesta al debate
entre argumentos, tal y como el lo hace.
Las teorías del conocimiento dentro de las disciplinas implicarían dos ventajas, la
primera, es que se pongan en cuestión los fundamentos dominantes en las disciplinas,
tal y como lo hace Rorty con el consenso kantiano, y en segundo lugar, permitiría que
los periodos de ciencia normal sean menos prolongados y sean posible los periodos
revolucionarios -en el sentido que le da Kuhn-, tal y como lo hicieron Heidegger,
Wittgenstein y Dewey según Rorty, y el mismo Rorty según yo.
Conclusión
En el presente trabajo traté de mostrar la crítica que plantea Rorty a la teoría del
conocimiento como disciplina que se encarga del estudio de los fundamentos del
conocimiento, y que considera que descubrir los fundamentos del conocimiento es
descubrir algo sobre la mente y viceversa; es decir a la idea de que el conocimiento
tiene fundamentos y este último se encuentra en cierto tipo de representaciones
1 Ver Luis Villoro 1989
privilegiadas, todo esto, en primer lugar, para mostrar que Roty tiene razón en su crítica
pero también, en segundo lugar, para decir que si el conocimiento como representación
exacta es opcional esto no implica necesariamente un abandono de la problematización
del conocimiento, es decir, de hacer teoría del conocimiento. Por el contrario traté de
demostrar que la crítica de Rorty al consenso kantiano tiene que dar pie a una
reformulación de la epistemología en la cual se abandone la idea de conocimiento como
representación, lo cual a mi juicio no quiere decir que una nueva teoría
representacionista necesariamente se le tenga que ligar a la tradición kantiana. También
mostré que si tomamos los elementos que proporciona Rorty para criticar a la
epistemología, quizás estemos en condiciones de superar más rápidamente las
deficiencias de dicha disciplina en vez de abandonarla.
Para llegar a estas conclusiones, primero mostré –siguiendo a Rorty que la teoría del
conocimiento entendida como comprensión de los procesos mentales surgió hasta el
siglo XVII –y no antes como se cree- especialmente con Locke y encontró su versión
más acaba hasta el siglo XVIII con Kant, sin embargo, logró imponerse hasta el siglo
XIX cuando el pensamiento de Hegel se mostraba caduco.
Para ello Rorty tuvo que mostrar cómo fue que la filosofía logró distanciarse de la
ciencia; adquiriendo el carácter de fundamento del conocimiento. Para ello seguimos el
siguiente camino: La invención de la mente hecha por Descartes que en ninguna medida
resolvía el problema del criterio –el problema de dar validez a los criterios de
investigación. Pasando enseguida a la confusión de Locke entre explicación y
justificación, que no es otra cosa que confundir la justificación de una creencia, con el
perfecto funcionamiento del cuerpo. Después a la confusión kantiana entre predicación
y sistesis, mostramos como el argumento de Kant mostraba problemas en la distinción
de concepto-intuición a la hora de hablar de síntesis, no hay manera de obtener
información de las intuiciones antes de la síntesis; lo cual pone en cuestionamiento la
posibilidad de verdades necesarias e inclusive si aceptamos que “intuición” y
“concepto”, en el sentido kantiano sólo son susceptibles de definiciones contextuales,
esto implicaría un rompimiento del espacio interior de Descartes y que reformulo
Locke.
Una vez hecha esta reconstrucción pase las consecuencias del planteamiento de Rorty,
tratando de mostrar que si bien Rorty tiene razón al decir que esta forma de pensar el
conocimiento es una opción esto no implica que tengamos que abandonar la convicción
de hacer teoría del conocimiento; por el contrario, su crítica lo que muestra es que debe
de haber una revisión de los supuestos dominantes en la filosofía, pero sobre todo
empezar a plantear una teoría del conocimiento que no se base en los supuestos de
Locke. Descartes y Kant.