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LA APOCALÍPTICA DE GÜNTER GRASS Consideraciones en torno a La ratesa VÍCTOR ARTEAGA VILLA * Resumen: Sin lugar a dudas, Günter Grass se yergue como la más poderosa de las voces de la tradición literaria en lengua alemana de la última mitad del siglo XX. Joven escaldado por los horrores de la máquina nihilista de destrucción nacionalsocialista, Grass, con su “Trilogía Danzig”(El tambor de hojalata, El gato y el ratón y Años de perro), contravino el tácito acuerdo de la primera generación germana de posguerra, comprometida con el silencio, y obligó a un acto de reparación moral acusando la complicidad de todos y desenmascarando la bufonada silente: “¡Hubo una guerra y de ella todos los alemanes somos no sólo responsables, sino culpables, y de ella sí tenemos que hablar!”. Desde su tribuna artística, en la que se funden el dibujante, el escultor y el escritor, Grass, laureado con el premio Nobel de literatura en 1999, asume la causa del hombre y advierte sobre la tentación de la aniquilación. La ratesa, su novela apocalíptica y quizá la más lograda de las que suman su producción, al tiempo que especula sobre el fin de la humanidad, dogmatiza un credo poético para profesar la fe en el hombre, contra las heréticas estéticas de la desaparición y los falaces cánones del desvanecimiento. Palabras Clave: Auschwitz, Günter Grass, Literatura Apocalíptica, Novela Alemana, Premio Nobel. Absgtract: Without question, Günter Grass, stands as the most powerful voice in the German literary tradition of the second half of the twentieth century. Scalded as a youngster by the horrors of the nihilist machine of nationalist destruction, Grass, by means of his “Danzig Trilogy”(The Tin Drum, Cat and Mouse and Dog Years) contravened the unspoken pact of the first German postwar generation, linked with silence, and made an act of moral fixing, pointing out everyone’s complicity and taking off the mask of silent clowning: “There was a war; and we Germans are not only responsible, but guilty of charge. Of this war we surely have to talk!” From his artistic platform, in which the painter, the sculptor and the writer unite, Grass, granted with the Nobel Prize in 1999, takes on the human cause and warns everyone of the temptation of annihilation. The Rat, his apocalyptic novel, and perhaps the most well achieved of his works, both speculates about the possible end of humanity and dogmatizes a poetical creed to profess faith in man, against the heretic aesthetics of disappearance and the deceptive canons of fading. Key Words: Auschwitz, Günter Grass, Apocalyptic Literature, German Novel, Nobel Prize. * Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor interno de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la misma Universidad, y Profesor de Cátedra en el área de Literatura, de la Universidad de Antioquia. Artículo recibido el día 29 de julio de 2004 y aprobado por el Consejo Editorial el día 01 de septiembre de 2004. Dirección del autor: [email protected] Create PDF with PDF4U. If you wish to remove this line, please click here to purchase the full version

LA APOCALÍPTICA DE GÜNTER GRASS

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LA APOCALÍPTICA DE GÜNTER GRASSConsideraciones en torno a La ratesa

VÍCTOR ARTEAGA VILLA∗

Resumen:Sin lugar a dudas, Günter Grass se yergue como la más poderosa de las voces de la tradiciónliteraria en lengua alemana de la última mitad del siglo XX. Joven escaldado por los horrores de lamáquina nihilista de destrucción nacionalsocialista, Grass, con su “Trilogía Danzig” (El tambor dehojalata, El gato y el ratón y Años de perro), contravino el tácito acuerdo de la primera generacióngermana de posguerra, comprometida con el silencio, y obligó a un acto de reparación moralacusando la complicidad de todos y desenmascarando la bufonada silente: “¡Hubo una guerra y deella todos los alemanes somos no sólo responsables, sino culpables, y de ella sí tenemos que hablar!”. Desde sutribuna artística, en la que se funden el dibujante, el escultor y el escritor, Grass, laureado con elpremio Nobel de literatura en 1999, asume la causa del hombre y advierte sobre la tentación de laaniquilación. La ratesa, su novela apocalíptica y quizá la más lograda de las que suman suproducción, al tiempo que especula sobre el fin de la humanidad, dogmatiza un credo poético paraprofesar la fe en el hombre, contra las heréticas estéticas de la desaparición y los falaces cánones deldesvanecimiento.

Palabras Clave: Auschwitz, Günter Grass, Literatura Apocalíptica, Novela Alemana, Premio Nobel.

Absgtract:Without question, Günter Grass, stands as the most powerful voice in the German literary traditionof the second half of the twentieth century. Scalded as a youngster by the horrors of the nihilistmachine of nationalist destruction, Grass, by means of his “Danzig Trilogy” (The Tin Drum, Cat andMouse and Dog Years) contravened the unspoken pact of the first German postwar generation,linked with silence, and made an act of moral fixing, pointing out everyone’s complicity and takingoff the mask of silent clowning: “There was a war; and we Germans are not only responsible, butguilty of charge. Of this war we surely have to talk!” From his artistic platform, in which thepainter, the sculptor and the writer unite, Grass, granted with the Nobel Prize in 1999, takes on thehuman cause and warns everyone of the temptation of annihilation. The Rat, his apocalyptic novel,and perhaps the most well achieved of his works, both speculates about the possible end ofhumanity and dogmatizes a poetical creed to profess faith in man, against the heretic aesthetics ofdisappearance and the deceptive canons of fading.

Key Words: Auschwitz, Günter Grass, Apocalyptic Literature, German Novel, Nobel Prize.

∗ Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor interno de laEscuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la misma Universidad, y Profesor de Cátedra enel área de Literatura, de la Universidad de Antioquia.Artículo recibido el día 29 de julio de 2004 y aprobado por el Consejo Editorial el día 01 deseptiembre de 2004.Dirección del autor: [email protected]

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¡Se acabó!, dice. Vosotros fuisteis. Habéis sido, se os recuerda como una ilusión. Nuncamás señalaréis fechas históricas. Se han extinguido todas las perspectivas...1.

Al escribir ‘La ratesa’, no quise, ni mucho menos, escribir una obra siniestra queanunciara la destrucción. En mi obra hay también pasajes que hacen reír mucho...Porque la comicidad, la comicidad desesperada, es a menudo la expresión más exactaincluso de la desesperación. Cuento también con ella en mi obra2.

Era el mejor de los tiempos y también el peor; la época de la sensatez, y de la tontería;era la época de las creencias y, de igual modo, de la incredulidad; era la estación de laluz y, al mismo tiempo, de la oscuridad; era la primavera de la esperanza y el inviernode la desesperación; ante nosotros teníamos cuanto se pudiera apetecer, pero tampocohabía nada; todos nos encaminábamos directamente al cielo y, asimismo, seguíamos elcamino opuesto...3.

1. La causa del hombre: razón de ser de la literatura

Fue en la época infantilmente romántica de la fiebre socialcomunista cuandose acuñó el discurso del compromiso del artista y del intelectual con la causa. Lacausa, el insubstancial, ignorante, etéreo y amorfo pueblo, se hacía coincidir con elPartido, en virtud de sus intereses convertibles. Afiliación nominal y juramentada,militancia testificada y defensa apasionada eran las modestas demandas con lasque se requería al camarada, quien todo lo recibía del Partido a cambio de tanpoco. Pero lentamente, por el peso tan contradictorio de su propio impacto, elcompromiso del artista y del intelectual devino contra la causa. ¿De que vale unaración de pan negro y duro si no se tiene libertad? El pan sacia, la libertadembriaga. Y la ebriedad de la libertad narcotiza frente a las mordeduras delhambre. Que lo digan, o lo contradigan, Pasternak o Solhenitzin o Brodsky... Unasuperficial mirada a la historia enseña que las estructuras nunca cambian, sólo lascoyunturas. Y las coyunturas no son más que campos de resemantización, segúnBourdieu, o juegos de lenguaje, desde Wittgenstein, del yugo: del absolutismo a larepública, de la dictadura a la democracia, del alzamiento a la revuelta, del lager algulag, del garrote a la guillotina... Ante la golosina del poder, el disfraz corderil dellobo, la transferencia pactada entre los enemigos públicos que son los mejoresamigos íntimos, el desplazamiento temporal del embrujo autoritario que recurre aestratagemas tan sutilmente emocionales que van desde el énfasis disfémico(Claudio) y el superlativo gesto parlante (Hitler) hasta el laconismo craso(Adenauer). El sino eterno de Cronos es el sesgo propio del ejercicio político: elpadre redentor tiene que devorar a su pueblo filial. La revolución, en un comienzo,para los artistas y los intelectuales, auténticos voceros del pueblo. La revolución,luego, contra los artistas y los intelectuales, inescrupulosos traidores del pueblo.

1 GRASS, GÜNTER. La ratesa, Alfaguara, Madrid 1988, 18.2 Grass, GÜNTER. Conversaciones con Bernhardt Pinkerneu, Gedisa, Barcelona 1990, 132.3 DICKENS, CHARLES. Historia de dos ciudades Porrúa, México 2003, 3.

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Entonces, ¿con qué comprometerse el artista y el intelectual? ¿Por Stalin o contraStalin? ¿Por la Larga Marcha o contra la Larga Marcha? ¿Por los húngaros o contralos húngaros? ¿Por la Primavera de Praga o contra la Primavera de Praga? ¿Por elcastrismo o contra el castrismo? ¿Cuál es el bando del arte? ¿Cuál es la tribuna dela inteligencia? ¿Cuál es el escaño del artista? ¿Cuál es el lado del intelectual? Sólouna cosa es segura: el de la política es el peor de los mundos posibles. Por tanto,para el artista, para el intelectual: no alinearse, no alistarse, no polarizarse, noparcializarse, no asumir la causa del Partido, el pueblo, ni siquiera tomar partido.La causa sola del artista, el arte; el compromiso único y posible del artista, elhombre. Y en el caso concreto de la literatura, el hombre: el hombre de aquí yahora, a guisa de León Felipe, así como el hombre apostado a la puerta del futuro,abrumador y amenazante, pero también liberante y esperanzador. Avocamos aGünter Grass para que nos dé cuenta de los perfiles de este hombre: entre elpresente y el porvenir.

¿Qué es la literatura? La literatura es la vida, la vida del hombre. Esa vidaque es la catapulta que dispara al más noble y al más sublime de cuantos ejerciciospueda el hombre acometer; pero, también, al más difícil y al más hermoso: laescritura. Porque, el hombre escribe para justificar su vivir, su vivir intenso, suvivir con sangre, su vivir con espíritu; a la manera como el aforismo nietzscheanolo sostiene: sólo la escritura con sangre, la escritura con espíritu, da razón de laexistencia4. La literatura es un humanismo. Como tal, es el registro histórico delhombre que, siempre con una intención premeditada, nunca inocente, jamásingenua, testifica del mejor modo lo que éste es, lo que ha sido y lo que será. Laliteratura es un arco del tiempo, un panóptico de los siglos, una garita de los años,una atalaya de los días, un inspector de las horas... Porque, el hombre escribe paraganar la batalla al raudal del cronos que se sucede sin clemencia y a la fugacidaddel kairós que se escapa con la agilidad lisa del pez inatrapable. Günter Grass,cuando acudió a Estocolmo a recoger el premio Nobel de literatura, definió alescritor como a ese “alguien que escribe contra el tiempo que pasa”5. La literaturaes la más genuina aventura humana que, superando los horizontes y lasgeografías, atravesando los calendarios, prorrogando los plazos y dispensando losvencimientos, dice, como el arqueólogo frenético y auscultador de las eras delcámbrico, todo lo permitido del pasado paleozoico, mesozoico y cenozoico; escribe,al modo de la doncella soñadora y reciente en pubertad, las intimidades delpresente; y, especula, como epígono del futurólogo clarividente y astrológico, elporvenir. Porque, la literatura es el hombre peregrino de a pie descalzo quetrasiega por los caminos de la historia. La literatura derrumba los olvidadizosconfines inmanentes de los determinismos humanos para instalarse en lasmemoriosas moradas trascendentes, donde el hombre estrena para siempre la

4 NIETZSCHE, FEDERICO. Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid 2000, 164.5 GRASS, GÜNTER. Continuará. El Mundo, Madrid, diciembre 9 de 1999, 9 - 11.

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novedad de su libertad. Porque, la literatura es el canto victorioso de Nemosineque no se deja sumergir en las aguas turbulentas de Leteo; es el triunfo de laeternidad sobre la muerte, de la esperanza frente a la fatalidad.

¿Qué sería del hombre sin la posibilidad literaturizante de la realidad, de laquimera y del sueño que es la vida, como por boca del atormentado Segismundo loplanteó Calderón de la Barca, en aquel siglo dorado de la furtiva España? Laliteratura es la síntesis acabada de un proceso que convirtió al silencio en balbuceo,que articuló el balbuceo en palabra, que hizo de la palabra narración, que estatuyóla narración como tradición oral, primero, y como costumbre escrita, después. Laliteratura se constituyó en el preliminar desafío cultural humano: obligó a laalfabetización, instó al hablar y al escuchar, convocó al fantasear y al recordar,condujo a la confusión de la oscuridad con el crepúsculo, porque aquellosprimerísimos narradores no dependían de la claridad del día ni de las lámparas dela noche, adjetivó de literaria la hermosa soledad del hombre, en medio de la cualmasticó frases fibrosas para hacer una papilla dócil que, en la palabra pronunciadacon premura o parsimonia o dibujada con ternura o virulencia en el papelinmaculado, inauguró aquello de géneros, escuelas y tendencias... La literatura esla diégesis inagotable que fatigó la mano y demandó los tipos sueltos. La literaturase hizo Gutenberg, se hizo imprenta, se hizo libro impreso, se ha hecho textoelectrónico... La literatura transfiguró la vida humana en mito y en leyenda, enverso y prosa, en cuento y lírica, en tragedia y comedia, en ensayo y panegírico...La literatura, testigo del hombre, es génesis y apocalipsis, es actualidad yescatología, es terrenalidad y celestialidad, es aquí y ahora, es estaticidad ydinamismo... La literatura es el hombre mismo: instante y devenir, palabra ypluma, discurso y tinta, papel y voz.

Si desconocemos esta elemental verdad apodíctica, la literatura carecería desentido: ¿Para qué, entonces, escribir? ¿Para que, entonces, leer? ¿Para quézambullirse en el inmenso mar del exotismo y de la belleza, de la poética y de lafantasía, de la imaginación y del ensueño, de la piedra y del río, del aire y del agua,de las hadas y de los gnomos, de los patriarcas y de las matronas, de los héroes yde los villanos, de las ratas y de los gatos? Si la literatura no es el hombre que seconstruye y se destruye, que se deconstruye y se reconstruye; si la literatura no esvínculo con la vida, pero desde lo existencial, más que desde lo intelectual,menester sería que sobre los grandes maestros, sobre Homero y Cervantes, sobreGoethe y Dostoyevski, sobre Proust y Joyce, sobre Mann y Faulkner, sobre Calvinoy Yourcenar..., quienes han radiografiado al hombre – actor, dramático ymagnífico, al hombre – director, perfeccionista y desvelado, al hombre –espectador, aterrado y excitado, en el teatro del mundo que reviste el escenario deltiempo con el ropaje de la hipérbole y de la metáfora, se arrojara una paletada detierra para esculpir, a guisa de epitafio, sobre la fría losa sepulcral del hombre, lasmismas palabras de la Ratesa apocalíptica de Grass: “¡Se acabó!... Vosotros fuisteis.

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Habéis sido, se os recuerda como una ilusión. Nunca más señalaréis fechashistóricas. Se han extinguido todas las perspectivas...”6.

2. Ubicación del estado del arte: lo apocalíptico está de moda

El inicio de las diez “novelas” que integran la espléndida empresa apócrifaque Italo Calvino condensa en “Si una noche de invierno un viajero”, recoge lostópicos más universales de la narrativa, casi al modo como el gran Borgesestableciera que la poesía ha canonizado cinco temas preferentes: el amor, la vida,la muerte, la noche y el día. Calvino escribe, para una decena de autoresimaginarios, “una novela toda sospechas y sensaciones confusas; una todasensaciones corpóreas y sanguíneas; una introspectiva y simbólica; unarevolucionaria existencial; una cínico – brutal; una de manías obsesivas; una lógicay geométrica; una erótico – perversa; una telúrico – primordial; una apocalíptica -alegórica”7. No es gratuito que Calvino concluya su decálogo novelado con untexto de acento apocalíptico8. La emulación de las visiones joaneas en el Patmos dela primera generación cristiana, sesgadas por la fatalidad, pero pobladas deconsuelo e inundadas de esperanza, al unísono, se volvió asunto de la cotidianidadfilosófica, teológica y literaria tras las grandes humillaciones y desilusiones delhumanismo clásico griego, del humanismo cristiano, del humanismo occidental: lade Copérnico (la tierra del hombre no es el centro del universo), la de Marx (elhombre depende de unas relaciones sociales inhumanas), la de Darwin (el hombreproviene de la esfera infrahumana), la de Freud (la conciencia espiritual delhombre se asienta en el inconsciente instintivo)... Hans Küng, el polémico teólogode la Universidad de Tubinga, anota que:

El humanismo ilustrado del honnete homme, el humanismo académico de loshumaniora, el humanismo existencial del Dasein individual arrojado a la nada, todosellos ya han tenido su época. Y no digamos nada del fascismo y del nazismo, que,fascinados por el superhombre de Nietzsche, también al principio se las daban dehumano y social, pero cuya demencial ideología de ‘el pueblo y el Führer’ y ‘la sangrey el suelo’ ha costado a la humanidad millones de vidas y el mayor derrumbamientode los valores humanos de toda la historia9.

¿Qué ha quedado de los grandes ideales? ¿Qué ha sido de lo queimaginaron y esperaron los enciclopedistas franceses con su optimismo histórico –filosófico, Lessing con su educación del género humano, Kant con su idea de la pazperpetua, Hegel con su concepción de la historia como el proceso de la concienciade la libertad, Marx con su utopía de la sociedad sin clases, Teilhard de Chardin

6 Idem, nota 1.7 CALVINO, ITALO. Si una noche de invierno un viajero. Siruela, Madrid 2001, 10.8 Idem, 243 – 251.9 KÜNG, HANS. Ser cristiano. Madrid, Cristiandad 1978, 36.

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con su evolución hacia el punto omega...? Frente a la irresolución de esoscuestionamientos y el desvanecimiento de sus propios argumentos, en virtud delposmoderno panorama desolado que los acompaña, no queda más que proponerlo apocalíptico.

En efecto, los títulos apocalípticos son los más prolíficos, desde El programasuicida. Futuro o decadencia de la humanidad (1968), de Karl Steinbuch, hasta El fin dela historia y el último hombre (1992), de Francis Fukuyama, seguidor de lapeculiarísima interpretación de Hegel, propuesta por el filósofo ruso AlexandreKojève, en París, quien creyó que con la desintegración del socialismo realmenteexistente en el imperio soviético se iniciaba el “fin de la historia”, pasando por otrosque podrían rezar así: La confusión planificada; Después de nosotros, la Edad de Piedra;El fin de la era técnica; No hay lugar para el hombre; El suicidio programado; La tierra,condenada a muerte; El futuro amenazado... Un estudioso tan prominente delcomportamiento como fue Konrad Lorenz nos ofrece, en sus Ocho pecados capitalesde la humanidad civilizada, una serie de factores que han influido para la elaboraciónde la actual cartografía apocalíptica: superpoblación, asolación del espacio vital,carrera de competición consigo mismo, muerte por cremación del sentimiento,degeneración genética, ruptura de la tradición, endoctrinación y armas atómicas.

Alentados y constreñidos por la falsa idea del progreso, que desbordó lasesferas de la filosofía de la historia para afincarse en una única comprensiónsemántica científico - tecnológica, hoy se respira, un aire apocalíptico. Como atrásquedó dicho, los apocalipsis lo cubren todo: desde la literatura, donde bastaría conmencionar a George Orwell con su 1984, el del Gran Hermano de tinte pesimista, y aAldous Huxley con Un mundo feliz, de acento más optimista; hasta la filosofía y lateología, disciplinas donde destacan tanatologías como las de Martin Heidegger,con su anticiparse hacia la muerte; Jean Paul Sartre, con su absurdidad de lamuerte; Karl Jaspers, con su idea de la muerte como realización; Ernst Bloch, consu Principio esperanza; Jürgen Moltmann, con su Teología de la esperanza; Hans Küng,con su ¿Vida eterna?...

Los apocalipsis no son ahora las exhortaciones de consuelo y esperanzadestinadas a una comunidad humano - religiosa particular, sino un aviso dedestrucción y aniquilación dirigido a todos los hombres. Los actuales Nerón,Galva, Nerva, Decio, Domiciano..., son las ojivas nucleares, las armas biológicas,las epidemias de orígenes extraños, la manipulación genética, las hambrunas, lasincontables migraciones forzadas, las discriminaciones sociales, lasprogramaciones de la vida, la inversión del auténtico sentido de las cosas, losdesplazamientos del ser por el hacer y por el tener...

Al comenzar la década de los ochenta, en algunas escuelas alemanas desecundaria se les pidió a los jóvenes que se pronunciaran sobre el futuro de la

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humanidad. Muchos de ellos entregaron sus respuestas como elaboracionespoéticas. Son muy significativos los dos siguientes textos, que dejan mucho quepensar y que no precisan de ser comentados. El primero dice:

Los escaparates de nuestra cultura/ de museo se hacen añicos/ con las piedras que nosdieron/ cuando pedíamos pan./ Queremos que nos devuelvan nuestra sangre,/ quenos la han extraído/ para nutrir con ella/ los mercados de consumo./ Que nosdevuelvan nuestro lenguaje,/ que nos lo han negado/ para poder alimentarnos/ consimples palabras./ Que nos suelten las manos,/ que nos las han atado/ paraofrecernos la ternura/ de segunda mano./ Que nos devuelvan nuestro amor,/ que noslo han robado/ para poder así/ violentarnos./ Queremos volver a ver/ con nuestrospropios ojos,/ que nos los han tapado/ para desorientarnos./ Que nos devuelvannuestra paz,/ que nos la han denegado/ para instigarnos/ a unos contra otros./ Quenos devuelvan nuestras canciones,/ que nos las han falseado/ para engañarnos./ Quenos devuelvan nuestra juventud,/ que nos la han quitado/ para envejecernos./ Podéisquedaros con el odio,/ con la hostilidad;/ nosotros, la juventud,/ os devolveremosagradecidos/ nuestro silencio,/ nuestra desesperación./ Y nos solidarizamos/ con elmalestar general”. El segundo es este: “Yo quería leche/ y recibí la botella,/ queríapadres/ y recibí juguetes,/ quería hablar/ y recibí un libro,/ quería aprender/ y recibícalificaciones,/ quería pensar/ y recibí saber,/ quería un panorama/ y recibí unaojeada,/ quería ser libre/ y recibí disciplina,/ quería amor/ y recibí moral,/ queríauna profesión/ y recibí un trabajo,/ quería felicidad/ y recibí dinero,/ quería libertad/y recibí un automóvil,/ quería un sentido/ y recibí una carrera,/ quería esperanza/ yrecibí angustia,/ quería cambiar/ y recibí compasión,/ quería vivir...10.

¿Debe comprometerse el escritor? ¿Hasta qué grado debe hacerlo? ¿Es elescritor la conciencia de la nación? Estas tres preguntas se las plantea GünterGrass11.

Ningún otro pueblo, como el alemán, ha experimentado, a lo largo de suhistoria, el contraste entre la promesa y la cancelación, entre la validación y laanulación, entre la esperanza y el escepticismo, entre la exaltación y la depresión,entre la cordura y la insensatez, entre la lucidez y la demencia, entre la gloria y lapena, entre la afirmación y la negación, entre el cielo y el infierno, entre la ilusión yla tragicidad, entre el sueño plácido y la pesadilla atroz... Alemania acunó losgrandes ideales de la humanidad: la reforma luterana, con su fidelidad alEvangelio; el programa de la Ilustración, con su culto a la Razón y su imperativode salir de la cómoda “minoría de edad”; la educación del género humano, con suprospecto de cultura universal... Alemania produjo espíritus tan magníficos comoLutero y Herder, como Kant y Lessing, como Beethoven y Wagner... Pero deAlemania también salió Adolfo Hitler, y sus secuaces, con su deicida carrerapangermana de conquista, de destrucción y de muerte. En uno de los poemas de“La ratesa”, se lee:

10 KÜNG, HANS. ¿Vida eterna? Trotta, Madrid 2002, 317 – 320.11 GRASS, GÜNTER. Ensayos sobre literatura. Fondo de Cultura Económica, México 2002, 76.

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Había una vez un país, cuyo nombre era Alemán./ Era hermoso, ondulado y llano/ yno sabía que hacer de sí mismo./ Entonces hizo una guerra, porque quería/ estar en elmundo entero y así se hizo pequeño./ Tuvo una idea que calzaba botas,/ y se fue, consus botas de guerra, a ver mundo,/ volvió como guerra, se hizo el inocente y se calló,/como si llevara zapatillas de fieltro,/ como si por ahí fuera no hubiera visto nadamalo./ Sin embargo, leyendo hacia atrás, esa idea con botas/ podía reconocerse comocrimen: tantos muertos./ Entonces el país, llamado Alemán, fue dividido./ Ahora sellama así dos veces y,/ por hermosamente ondulado y llano que fuera,/ seguía sinsaber que hacer de sí mismo./ Tras corta reflexión, ambas partes se ofrecieron/ parauna tercera guerra./ Desde entonces ni una palabra más, Paz en la Tierra12.

El nacionalsocialismo, con sus campos infames de muerte y su imposición alos judíos de “estrellas amarillas”, arrojó al ostracismo, al desprecio, a ladesconfianza, a los alemanes y a todo lo tocado de alemán. Después de Hitler, esdecir, después de la más profunda abyección a la que ha sido sometida la raza delos hombres sapientes, que se llamó Auschwitz, los alemanes sólo pudieroninterrogarse sobre algo fundamental: ¿Cómo escribir después de Auschwitz?

Günter Grass, y con él, toda la generación del “Grupo 47”, inspirado yconvocado por Hans Werner Richter, asumió la tarea inaplazable e intransferiblede reivindicar, desde las letras, la golpeada conciencia alemana. A la manera comoLutero se convirtió en el inventor de Alemania como un proyecto lingüístico, consu traducción del Nuevo Testamento, que armonizó en una expresión de lenguaúnica los dialectos dispersos, Grass, haciendo caso omiso de la brutal sentencia deTheodor Adorno, “escribir después de Auschwitz es algo bárbaro, y eso corroe también laconciencia de por qué se hace imposible escribir hoy”, junto con Heinrich Böll, yaconsagrado para la época, Wolfgang Koeppen, Günter Eich y Arno Schmidt, se dioa la tarea de escribir, de escribir después de Auschwitz, de escribir sobre la amargay lacerante herida que Auschwitz abrió en el corazón de los alemanes, a fin dereinventar a Alemania. Y esto, porque las jóvenes generaciones de escritoresalemanes tenían que recuperar su conciencia y su lengua. Así lo expresó Grass almomento de recoger el Nobel de literatura en Estocolmo, en diciembre de 1999:

Contra el fatídico presagio de Adorno, nadie quería, nadie podía callar. Porque habíaque sacar el idioma alemán del paso militar, hacerlo salir de lo idílico y las intimidadesazuladas. Para nosotros, niños escaldados, de lo que se trataba era de renegar de lasmagnitudes absolutas, el blanco y el negro ideológicos. Nuestros padrinos eran laduda y el escepticismo; nos ofrecieron como regalo la gran variedad de grises. Por lomenos yo me impuse ese ascetismo, para descubrir entonces la riqueza de mi lenguadeclarada culpable de una forma demasiado global, su seductora delicadeza, sutendencia cavilosa hacia lo profundo, su dureza sorprendentemente flexible, sí, su

12 KÜNG, HANS. ¿Vida eterna?, o. c., 102 – 103.

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encanto dialectal, su simplicidad y ambigüedad, sus extravagancias y su hermosuraque florece en subjuntivos13.

Grass comprendió que tenía que comprometerse, comprometerse hasta lomás medular, comprometerse para erguirse como la conciencia de su nación. Así,entonces, tenía que escribir. ¿De qué tenía que escribir Grass? Primero, de laexperiencia de la guerra. Después, tarde, pero, después, sin falta, de la apocalíptica.Y así, matriculado en este género, el último dentro de las novelas de Calvino, elapocalíptico – alegórico, se inscribe la sugestiva novela que publicara en 1986, conel título de Die Rättin, traducida al castellano en 1988 como La ratesa.

3. Günter Grass o la excelencia de la actual literatura alemana

Antes de considerar el hilo central de nuestra exposición, la apocalípticagrassiana expresada en La ratesa, de la que ya se ha ocupado Karl – Josef Kuschel14,es necesario que dediquemos unas líneas al escritor.

Un adecuado e inicial sendero que hacia él nos conduce es la trascripción dealgunos de los argumentos capitales que, sobre el hombre y la obra, elaboró laAcademia Sueca en el fallo con que se decidió, el 30 de septiembre de 1999, aconcederle el premio Nobel de literatura. Para los académicos suecos, Grass “esautor de fábulas negras y juguetonas con las que retrata la cara olvidada de lahistoria”. “...Se trata de un testigo – espectador del mundo, un apóstol tardío de lalucidez en una era que se ha cansado de la razón, un fabulista y disertante erudito,registrador de voces y monólogos presuntuosos, creador, y al mismo tiempo re-creador, de unos modismos irónicos que sólo él sabe ordenar”. Grass se ubica allado de los grandes maestros alemanes del siglo XX: en su dominio de la sintaxisalemana y su prontitud para aprovechar las sutilezas laberínticas de su lengua,evoca a Thomas Mann, a Alfred Döblin, a quien reconoce como su maestro15, aHeinrich Böll. Su escritura constituye un diálogo con las grandes tradiciones de lacultura tedesca. “En todas sus novelas Grass adopta un acercamiento discursivo almundo y asume una posición de dudas frente al futuro de la humanidad. Su obraha sido motivo de debate público de la historia y la literatura alemanas. Constituyepara esta literatura una fuente de fuerza, de novedad y de irritación. Él está al ladode las grandes figuras de la literatura universal, tales como García Márquez,Rusdhie, Gordimer, Lobo Antunes y Kenzaburo Oe”, advierte la Academia de laciudad de las estacas.

13 GRASS, GÜNTER. Continuará, o .c., 9 – 11. Esta idea, de modo similar, ya la había expresado en suconferencia Escribir después de Auschwitz, pronunciada en 1990, aparecida en Artículos y opiniones.Barcelona, Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores, 1999, 117 – 154.14 KUSCHEL, KARL – JOSEF. “La pesadilla del fin de la humanidad. Estudio sobre la idea delapocalipsis en la obra de Günter Grass”, en Concilium, 277, septiembre de 1998, 23 – 33.15 GRASS, GÜNTER. Ensayos sobre literatura, o. c., 78 – 106.

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Günter Grass nació el 16 de octubre de 1927 en Danzig – Langfuhr, la ciudadque se hizo célebre por servir de detonante a la invasión de Polonia por el ejércitoalemán de Hitler, en 1939. La ciudad, entonces territorio alemán, es hoy posesiónpolaca y lleva el nombre de Gdansk. Grass creció marcado por la ascendencia delnazismo. Su infancia y adolescencia no tuvieron problemas hasta el estallido de laconflagración bélica. Muy joven, hacia 1943, cuando contaba sólo 16 años de edad,se enroló en las filas nacionalsocialistas. En 1945, muy poco antes de finalizar laguerra, fue herido cerca de Kottbus. Transportado a Baviera, fue entregado a lastropas de ocupación norteamericanas, permaneciendo cautivo hasta 1946. Una vezliberado, deambuló, sobreviviendo de la caridad pública, por las calles de suciudad natal. Luego trabajó como jornalero en una granja y más tarde en una minade potasa. En 1948, se traslada a Düsseldorf – Rath e ingresa a una fábrica demarmolerías para sepulturas. Se aloja en el hogar de “Caritas”. Desde finales deeste año y hasta la primavera del siguiente, estudia escultura en el Instituto deArtes de esta misma ciudad. Además de la escultura, se ejercita, por su cuenta, enpintura. Por las noches interpreta el saxofón y la trompeta en una orquesta decabaret. Estas experiencias marcarán indeleblemente y definirán su posteriorvocación literaria. Sus primeros poemas datan de esta época. Lector rabioso desdesus más tiernos años, “leía de una forma especial: con los dedos índices en lasorejas”16, Grass confiesa que se convirtió en escritor por el ingreso intempestivo dela política en su ambiente familiar:

¿Cómo me convertí en escritor? La capacidad de soñar despierto durante largos ratos,el gusto por el chiste verbal y los juegos de palabras, la pasión por mentir sin ganarnada con ello, porque describir la verdad hubiera sido demasiado aburrido..., en pocaspalabras, lo que de forma bastante vaga se llama talento, existía ya sin duda, pero fuela brusca irrupción de la política en el idilio familiar lo que dio a aquel talento quenavegaba demasiado ligero un lastre permanente y cierto calado”17. Dice amar suprofesión: “Sí, amo mi profesión. Me proporciona una compañía que se expresa conmuchas voces y quiere ser llevada lo más fielmente posible a mis manuscritos. Lo quemás me gusta es encontrarme con mis libros, hace años extraviados o expropiados porel lector, cuando leo en público lo que, escrito e impreso, encontró su reposo. Entonces,frente a un público joven, destetado pronto del lenguaje, o ante un público anciano,pero no harto todavía, la palabra escrita y expresada se convierte de nuevo en palabrahablada. Y ese hechizo se produce una y otra vez. De esa forma se gana el sustento elchamán que hay en todo escritor. A él, que escribe contra el tiempo que pasa, a él, quemiente reuniendo verdades durables, a él le creen su promesa tácita: continuará...18.

En 1955, se hace miembro del “Grupo 47”, ya referido atrás: asociación deescritores de las dos Alemanias, surgidas tras la conclusión de la guerra,convocada por Hans Werner Richter para reflexionar sobre la propia obra y, en

16 GRASS, Günter. Continuará, o. c., 9 – 11.17 Idem.18 Idem.

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especial, sobre la función del escritor en un país dividido, en el que el idioma habíasido desnaturalizado y violentado durante poco menos de quince años de nazismo.En este mismo año 55, sus poemas son enviados por su mujer a un concursoliterario, en el que obtienen el primer premio. En 1956, publica su primer libro deversos, Las ventajas de las gallinas. Luego viaja a París, donde permanecerá hasta1959. La carrera literaria de Grass es introducida por poemas extravagantes,atravesados por una lírica muy particular donde reinan la ironía y el humor, yobras teatrales cortas, permeadas por la tonalidad del absurdo y la comicidad deBeckett. Tío, tío, Los malos cocineros y Faltan diez minutos para Búfalo, las tres de 1957,serán las primeras piezas dramáticas de Grass. Su descubrimiento internacionalviene en 1959, cuando publica El tambor de hojalata. La novela, de más de quinientaspáginas, es una alegoría picaresca, un panorama satírico de la realidad alemanadurante la primera mitad del siglo XX, una narración llena de fantasía y humorcorrosivo en la que el autor cuenta su niñez en Danzig. Escrita en París, publicadapor la editorial de Hermann Luchterhand Verlag, el 4 de agosto del año enmención, bajo el título original de Die blechtrommel, y llevada al cine en una óptimaproducción del cineasta germano Volker Schlöendorff, que obtiene el Óscar a lamejor película extranjera en 1979, considerada hasta el momento una de las cincomejores adaptaciones de una obra literaria para el cine, narra la vida de unhombre, Óskar Matzerath, que decide quedarse estancado en sus tres años deedad. Se trata de un enano que no quiere afrontar la adultez para convertirse en untestigo implacable de la Alemania nazi. La obra está matizada por una arteraacusación política: es un ejemplo de insurgencia intelectual contra el ordenestablecido arbitrariamente por los mayores. Si la disciplina era impuesta porHitler y el nazismo, la rebelión, la desobediencia, son aún más valientes y suicidas.La novela capta la reacción alemana al surgimiento del nazismo, a los horrores dela guerra y a la sensación de culpa que siguió a la caída de la estulticia de Hitler.

El Grass de El tambor de hojalata rompe los cánones y traspasa el realismo alhacer que su protagonista tenga una inteligencia supranormal, aunque viva en elcuerpo de un niño que nunca crece, pero que tiene un poder especial cuando hacevibrar su tambor de estaño y el de romper los cristales al momento de gritarensordecedoramente. El pronunciamiento de la Academia de Suecia trae lassiguientes observaciones sobre El tambor de hojalata:

Cuando publicó la novela, fue como si la literatura alemana se hubiera concedido unnuevo comienzo después de décadas de destrucción lingüística y moral. Dentro de laspáginas de ésta, Grass recrea el mundo perdido del que su creatividad saltó: su casanatal de Danzig. Recordando los años de su infancia, antes de la catástrofe de laguerra. Él se remonta a los fundamentos de su vida asumiendo la enorme tarea derepasar la historia contemporánea evocando a los que la historia repudió y olvidó: lasvíctimas y los perdedores, aquellos a quienes los dirigentes les dijeron que creían enellos pero que, sin embargo, los olvidaron. Grass concede nuevos descansos a loslímites del realismo literario teniendo como a su protagonista y narrador unainteligencia infernal en el cuerpo de un viejo – niño de tres años, un monstruo que

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predomina como compañero de los seres humanos a quienes se acerca y a quienesayuda con su tambor de hojalata. El inolvidable Óskar Matzerath es un intelectualcuya aproximación crítica es puerilidad, un carnaval del hombre que cada uno es, eldadaísmo en acción de la vida provinciana de la cotidianidad alemana. Óskar acusacómo el mundo pequeño de cada cual se puede involucrar en la locura del gran cercomundial. No es demasiado audaz afirmar que ‘El tambor de hojalata’ se ha convertidoen uno de los trabajos literarios más imperecederos del siglo XX.

A El tambor de hojalata le siguen dos novelas en las que también su fondoserá la guerra y la inmediata posguerra, en las que Grass desarrolla una sátiragrotesca que va más allá de lo puramente histórico. El gato y el ratón, 1961, y Añosde perro, 1963. Estas obras son un vasto panorama de una zona rural con el nazismoy la guerra presentes. Su lenguaje es complejo, expresionista y joyceano. Elprotagonista de Años de perro, alegoría de Príncipe, el perro del Führer queabandona a su amo en busca de otro, recorre una Europa totalmente devastada. Enesta novela hay una correspondencia con Tula, una niña extraordinariamenteprecoz y que es la gran heroína de El gato y el ratón. Estas tres novelas integran lallamada “Trilogía Danzig”. En 1960, Grass participa activamente en la campaña, anombre del Partido Social Demócrata, que llevará a Willy Brandt a la Cancilleríaalemana. Desde entonces ha sido categórico en su afirmación acerca delcompromiso político y moral del escritor, que no ha abandonado, sino que, por elcontrario, ha trasladado a otras esferas. Su participación también ha sido destacadaen los grupos de medioambientalistas, pacifistas, antiimperialistas y defensores delos derechos humanos, Desde hace unos veinte años es presidente – fundador deuna asociación protectora y promotora de los derechos de los gitanos residentes enAlemania, a la que hizo destinataria, en parte, de la dotación económica del premioNobel. En 1989, fue uno de los intelectuales que firmaron una carta al presidentede los Estados Unidos solicitando un diálogo directo con Nicaragua. Asimismo,pidió al gobierno alemán que impusiera sanciones económicas al régimen de Iránpor la condena a muerte del escritor Salman Rusdhie. En 1997, junto con otros 26escritores, solicitó a las Naciones Unidas la legalización del uso de narcóticos.

En 1977, publicó El rodaballo, una obra en la que es más claro el influjo deJoyce. El punto de partida de la novela es un cuento de los hermanos Grimm: unpescador suelta un pez que acaba de capturar cuando éste le promete auxiliarle enla eterna lucha del hombre contra la mujer, Es una historia de la humanidad porboca (ojos y oídos) de un pez parlante, pensante y narrante. A pesar delargumento, en apariencia sencillo, la novela es densa y de difícil comprensión,especialmente para un lector no germánico. En la contracarátula del libro, en laedición de Alfaguara, podemos leer esta presentación:

Es, sin lugar a dudas, el más grassiano de los libros de Grass. En ninguno de ellosmuestra tanta capacidad fabuladora, tanto barroquismo controlado, un instinto tanseguro para la sátira, tanto rigor en la composición o una mezcla tan eficaz de poesía ysensualidad. Son nueve mujeres, nueve las que sirven para narrar la historia del

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Hombre, desde los tiempos prehistóricos hasta el alzamiento de los obreros deGdansk. Cientos de miles de años de lucha entre sexos y clases sociales, entre progresoy superstición, distribuidos en nueve capítulos que corresponden a los nueve mesesdel embarazo de la mujer del autor. Y todo ello casi en forma de libro de cocina.

Otras de las obras más destacadas de Grass son: Los plebeyos ensayan larevolución, 1966; ¡Hable! Discursos, cartas abiertas, comentarios, 1969; Anestesia local,1969; y, Diario de un caracol, 1972. El Encuentro en Telgte, 1979, es una paráboladirecta, una novela vital, divertida, picaresca; es una crítica a los intelectuales quese refugian en su torre de marfil, inventándose una reunión de literatos durante laGuerra de los Treinta Años (1618 – 1648). Partos mentales o los alemanes se extinguen,1980, es un libro de perspectivas sorprendentes, de papeles intercambiados, saltosde lugar y tiempo y, sobre todo, de ideas. El viaje al futuro que emprende Grass,mientras viaja con su mujer por China a la vez que sus personajes, Háre y Dörte, lohacen por la India y Bali intentando decidir si han de tener un hijo en un mundoacosado por el armamentismo, la política de bloques, la desocupación, entre otros,forma parte del monólogo interior del autor, en el que el lector es invitado aparticipar. Un monólogo lleno de ironía y humor, ligero y brillante a pesar de losserio de la situación que a todos nos atañe. En pleno fragor posrevolución culturalen Shangai, el autor y su mujer, Ute, tienen la ocurrencia de preguntarse quésucedería si en lugar de novecientos cincuenta millones de chinos, el mundocontara con tal cantidad de alemanes. ¿Una pesadilla? Quizá. Pero si, por otro lado,como temen algunos políticos, los alemanes están en peligro de extinguirse en unoy otro Estado germano –para la época-, ¿arreglaría eso las cosas? Malos presagios esuna novela de 1991. Es un momento de grandes cambios en Europa. Todo parecede pronto imaginable, nada imposible. Una polaca y un alemán –ella restauradora,él historiador de arte- se conocen en Danzig en 1989, el Día de los Fieles Difuntos.Al visitar juntos un cementerio tienen una idea: ¿no sería un acto humanitario yuna contribución a la reconciliación entre Polonia y Alemania dar a los alemanesen otro tiempo huidos o expulsados de Danzig la posibilidad de encontrar elúltimo reposo en su antigua tierra? Fundan una Sociedad Germano – Polaca deCementerios e inauguran el primer Cementerio de la Reconciliación. Pero con losnuevos socios entran en juego nuevos intereses... Una parábola urdida con gustopor el detalle, contada con ironía suave y agudeza satírica, una historia de amorserena y melancólica: una gran novela llena de ternura y de pasión por la vida. Escuento largo, cuyo título de traducción más acertado sería Un vasto campo, es unanovela de 1995. Alemania, entre la caída del Muro de Berlín y la unificación, entreel júbilo y la resaca. En los cinco libros que integran esta novela, Grass elabora unaobra maestra, un punto de vista insólito e irritante para muchos, unasobrecogedora mezcla del pasado y del presente. Diciembre hiela, y el Muro estácayendo. Dos viejos, uno alto y enjuto, otro pequeño y rechoncho; uno de pasoslargos, bastón y bufanda al viento, otro de pasitos cortos, con una cartera repletade documentos, se acercan a la Potsdamer Platz, atraviesan la abierta frontera ydoblan a la derecha, camino de la Puerta de Brandeburgo, a lo largo del muro...

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Dos viejos que tienen cosas en común: sus recuerdos se remontan muy lejos en eltiempo, ambos viven según el modelo de sus predecesores y tienen el pasado tanpresente y actual como la vida de todos los días... Un panorama profundamenteliterario de la historia alemana, desde la Revolución de marzo de 1848 hastanuestros días. Una demostración de que el tiempo está dentro del tiempo, unadeslumbrante muestra de talento literario y percepción del mundo.

El último trabajo literario de Grass, previo al Nobel, es Mi siglo, presentadoen la Feria Internacional del Libro de Francfort, el 13 de octubre de 1999. Se trata deuna radiografía histórico – literaria del siglo XX. Vale destacar otras obras como:Inundación, 1956; Cartas a través de la frontera, correspondencia con Pavel Kohout,1968; Piezas dramáticas, 1972; El burgués y su voz, 1974; Ensayos sobre literatura, 1980;En el cuarto trastero, 1982; Diario de una abadesa, 1987; y, Hallazgos para no lectores,1998.

En el discurso de recepción del Nobel, pronunciado en Estocolmo el 7 dediciembre de 1999, Grass se refiere a la tradición oral de la literatura, hace un breverecuento de cómo surgió su inclinación literaria y concluye con una mordazimprecación a la idea del progreso, retrotrayendo nuevamente sus ideas expuestasen La ratesa, con una impronta apocalíptica frente al futuro de la humanidad.

El Nobel de literatura, que dedicó a su madre, a su maestro Döblin y a sugran amigo Böll, quien lo obtuvo en 1972, se sumó a una larga lista de premiosliterarios recibidos por Grass: el “Georg Büchner”, de la Academia de Lengua yPoesía de Darmstadt, en 1965; el premio al “Mejor novelista extranjero”, enFrancia, en 1962; el “Fontane Prize”, 1968; el “Internazionale Mondello”, en 1977;en “Alejandro Makakowski”, en 1979; el “Antonio Feltrinelli”, en 1982; el “Groberder Literaturpreis Bayerischen Akademie”, en 1994; el “Príncipe de Asturias”,1999, entre otros. Es Doctor “Honoris Causa” de varias Universidades, entre ellas,las de Kenyon, Harvard, Poznan y Gdansk.

A paso de cangrejo, publicado en 2002, es la postrera producción literaria deGrass. Vertido al castellano en 2003, así se presenta:

A través de tres generaciones investigamos el hundimiento del buque WilhelmGustloff en 1945. En la acción murió un gran número de civiles que huían del avancesoviético. Ninguno de los dos bandos dio publicidad al hecho: los alemanes para nominar la moral de la población y los rusos para no difunfir el asesinato de tantosinocentes. Una de las supervivientes da a luz un niño a los pocos minutos de serrescatada. Tiempo más tarde, este niño crecerá para dejar la Alemania oriental y pasaral Oeste a estudiar periodismo. Lejos de dedicar su vocación a esclarecer elacontecimiento, Paul se convertirá en un periodista mediocre. Será su hijo Konrad, unmuchacho solitario, quien comience a destapar la verdad19.

19 GRASS, GÜNTER. A paso de cangrejo, Alfaguara, Madrid 2003, contracarátula.

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4. La trama apocalíptica de La ratesa

Miguel Sáenz, traductor de La ratesa, presenta así la novela:

Un hombre recibe como regalo de Navidad una rata enjaulada que lo perseguirá ensus pesadillas, que lo acosará de día y de noche para profetizarle el fin de la especiehumana. De hecho, le hablará como si ese fin hubiera llegado, como si las ratas –eternas compañeras del hombre a lo largo de la historia- fueran ya las únicassupervivientes, el único rastro de vida tras el holocausto atómico. ‘La ratesa’ es unafábula, una alegoría futurista, un nuevo apocalipsis en el que humor y ternura, burla ycandor, configuran, de la mano de una libérrima estructura formal, no sólo unaextraordinaria novela, sino, además, una sobrecogedora advertencia acerca delpresente y del futuro del hombre sobre la tierra20.

La ratesa es una novela de casi medio millar de páginas. La Ratesa y elgénero de las ratas son las protagonistas. Están por la ruina, ansían un mundoimaginario en el que no queda lugar para los hombres:

¡Se acabó!, dice. Vosotros fuisteis. Habéis sido, se os recuerda como una ilusión. Nuncamás señalaréis fechas históricas. Se han extinguido todas las perspectivas. La habéiscagado bien. Y realmente por completo. ¡La verdad es que ya era hora! En el futuro,nada más que ratas. Al principio pocas, porque al fin y al cabo casi toda la vidaencontró su fin, pero ya mientras habla se multiplica la Ratesa, informando sobrenuestra salida de escena... ¡estáis fuera de juego, fuera!...”21.

Las ratas son, pues, los personajes ideales de esta monumental profecía deldesastre; la heroína del título aparece como la madre primigenia de una estirpe deratas que en lo sucesivo subyugará a la tierra, en lugar de los hombres. Las ratassiempre:

¡Historias de ratas! Cuántas sabe. No sólo en las zonas relativamente cálidas; al parecerlas hay hasta en los iglús de los esquimales. Con los deportados, las ratas lograroncolonizar Siberia. En compañía de los exploradores polares, las ratas de los barcosdescubrieron el Ártico y el Antártico. Ningún yermo les resultó demasiadoinhospitalario. Detrás de las caravanas, atravesaron el desierto de Gobi. Siguiendo apíos peregrinos, se dirigieron a la Meca y Jerusalén. Con las migraciones de lospueblos del género humano pudo verse, en filas apretadas, la migración de las ratas.Fueron con los godos hasta el Mar Negro, con Alejandro a la India, con Aníbal a travésde los Alpes y, pegadas a los vándalos, entraron en Roma. Tras los ejércitosnapoleónicos hasta Moscú, ida y vuelta. También con Moisés y el pueblo de Israelatravesaron las ratas el Mar Rojo, a pata enjuta, para saborear en el desierto del Sinaí elmaná celestial; desde el principio hubo desperdicios suficientes22.

20 GRASS, GÜNTER. La ratesa, o. c., contracarátula.21 Idem, 18.22 Idem, 18 – 19.

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Al último suspiro humano, sólo ratas: de rabo largo, de bigotes adivinos, dedientes que crecen; las ratas, “las apretadas notas de pie de página del hombre, sucomentario desbordante”23. Las ratas, las que se mofan y ridiculizan la vida delhombre, de la que se han cansado:

No, dice la Ratesa con que sueño, estamos hartas de esas consejas. De tanto Había unavez. De todo lo escrito en letras de molde. De las pedanterías y el latín eclesiástico.Nuestra especie ha engordado con eso; devorando, se ha abierto camino hasta laerudición. Esos pergaminos con manchas de humedad, mamotretos encuadernados encuero, obras completas repletas de fichas y enciclopedias superladinas. De D’Alamberta Diderot, lo conocemos todo: la santa Ilustración y el asco del conocimiento quesiguió. Todas las secreciones de la razón humana. Mucho antes aún, ya en tiempos deSan Agustín, nos habíamos atiborrado. De Sankt Gallen a Uppsala: no hubo bibliotecade monasterio que no nos hiciera más sabias. Haya significado lo que haya significadola expresión ratón de biblioteca, somos muy leídas, en las épocas de hambre nos hemoscebado con citas, conocemos de corrido la literatura de creación y de pensamiento, ynos han hartado presocráticos y sofistas. ¡Saciado los escolásticos! Vuestras frasesintrincadas, que nosotras no hacíamos más que abreviar, nos sentaban siempre bien.Notas de pie de página, ¡qué guarnición más sabrosa! Ilustradas desde el principio,ensayos y tratados, digresiones y tesis nos resultaban sabihondamente entretenidas.¡Ay, vuestros sudores mentales y ríos de tinta! ¡Cuánto papel se emborronó parafomentar la educación del género humano! Panfletos y manifiestos. Palabras incubadasy sílabas medidas. Versos contados y sentidos expuestos. Cuánta pretensión. Nada eraindudable para los hombres. A cada palabra se oponían siete. Vuestra disputa sobre sila Tierra era redonda y el pan realmente el cuerpo del Señor, desde todos los púlpitos.Nos gustaban especialmente vuestras disputas teológicas. Realmente, la Biblia podíaleerse de esta manera o de aquella24.

Las ratas, desde siempre en la Tierra, incluso antes que el “homo sapiens”:“Desde siempre hemos estado aquí. En cualquier caso, existíamos hacia finales delCretáceo, cuando no había ni idea del hombre”25. Las ratas, verdaderos agentes dela desaparición de los dinosaurios:

Estúpidos seres de sangre fría que ponían huevos ridículamente grandes, de los quesalían desgarbadamente nuevos monstruos que crecían gigantescamente, hasta quenos hartamos de aquellas exageraciones de la Naturaleza..., cascamos sus huevosgigantescos. Estúpidos y congelados por el frío de la noche, los saurios se quedabandesvalidos, incapaces de defenderse. Ellos, caprichos de una Naturaleza a menudocaprichosa, tuvieron que ver, desde lo alto de sus cabezas relativamente diminutas,semiovaladas en el acto de la Creación, cómo nosotras, seres de sangre caliente desdeel principio, nosotras, los primeros mamíferos vivíparos, nosotras, con nuestros dientesen constante crecimiento, nosotras, las ágiles ratas, roíamos agujeros en susgigantescos huevos, por muy tenazmente que quisieran resistir sus cáscaras duras ytenaces... No duraron mucho. Después de perder sus huevos gigantescos, privados desus futuros bebés monstruos, los dinosaurios se arrastraron hasta los pantanos, para

23 Idem, 20.24 Idem, 30 – 31.25 Idem, 32.

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hundirse sin quejas y extraordinariamente ilesos... Por nosotras desaparecieron lossaurios... Pero nadie, ningún investigador del Cretáceo tardío, ningún pontífice de lasteorías evolucionistas quiso certificar nuestra hazaña. Por razones hasta ahoraignoradas, se dijo, los dinosaurios se extinguieron. Se supuso como causas de laextinción de los monstruos la formación de cáscaras estratificadas en los huevos, uncambio brusco de clima y tormentas torrenciales; a nosotras, la especie de las ratas,nadie quiso reconocernos el mérito26.

Las ratas, a las que finalmente, en la antesala de la liquidación humana, seha decidido consultar sobre el futuro: “¿Qué puede decirnos la rata actualmente?,fue una de esas preguntas retrasadas. ¿Nos ayudará la rata en nuestrosproblemas?... ¿Nos está la rata más próxima de lo que hemos querido reconocerdesde tiempo inmemorial?... ¡Dinos algo, rata! ¿Qué podemos hacer, rata?¡Ayúdanos, rata!”27. Pero no, la rata no aportará nada para que sobreviva elhombre, por el contrario, ha venido a anunciar el fin.

El hombre la conmina:

¡No, rata, no! Nada de final. Especialmente ahora que las Superpotencias por fin entranen conversaciones, para decisiones a tiempo, y concretamente las acertadas, porqueentre tanto todo el mundo ha comprendido que sólo medidas equilibradas por ambaspartes al mismo tiempo, a fin de que previsiblemente, aunque en el último minuto. ¿Ytú, rata te pones a hablar de corten, fundido, apaga y vámonos, liquidación porderribo, balance de caja, amén, érase una vez, se terminó, telón y juicio final, elAcabose por así decirlo? Cuando se nos ha confiado y tenemos el deber, aunque no seapor nosotros, por nuestros hijos, para que un día no tengamos que avergonzarnos yestemos sin, quiero decir, los grandes ideales, como la educación del género humano oque debe desaparecer el hambre más brutal y debe desaparecer la montaña de basura,por lo menos de la vista, hasta que finalmente medidas de apoyo y unos cuantos pecesen el Elba y el Rin. ¡Y eso es! También queremos el desarme antes que sea demasiadotarde28.

La Ratesa, que persigue al narrador en primera persona en sus sueños y ensus ensueños, le profetiza el fin del género humano, merecido por sus propiasculpas. Las ratas han salido del colapso atómico como únicas vencedoras de laguerra; la Tierra, hace saber la Ratesa al narrador, es ahora al fin la propiedad dequienes siempre han sabido cómo eludir hábilmente las mayores catástrofes. Sesalvaron inclusive del diluvio universal, al que hubieran debido sucumbir, porqueno pudieron entrar en el Arca de Noé: se enterraron en lo profundo de la tierra ydesarrollaron un complejo sistema de corredores cuyas salidas mantenían tapadascon sus gruesos traseros las ratas viejas. Una táctica parecida, explica la ratesa alnarrador en sueños, es la que emplearon cuando llegó el intercambio de golpesnucleares. “¡Historias de ratas!”, se indigna el hombre, y replica a la certidumbre de

26 Idem, 32 – 33.27 Idem, 49 – 50.28 Idem, 51 – 52.

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desastre de la Ratesa: “¡No ratesa, no! Aún somos muchos. Hay continuas noticias queinforman de nuestros actos. Estamos discurriendo planes que prometen éxito”. Entre elhombre y la Ratesa se llega a una apuesta narrativa. Mientras el animal,competidora del hombre desde los orígenes, pero también compañera de camino,informa desde el otro lado de la frontera detrás de la cual no hay más que historiahumana, el narrador se esfuerza por seguir tejiendo ésta y sus propias historias,por oponer un relato al amenazante fin.

Habla, por ejemplo, de Óskar Matzerath, el protagonista de El tambor dehojalata, que ahora tiene sesenta años y ha encontrado la suerte como productor decine y viaja a Polonia para celebrar el 107 cumpleaños de su abuela Ana Koljaiczek.Habla de los hijos del Canciller federal, que en una exhibición de un bosqueficticio, rasgan el telón y huyen al bosque moribundo como Hänsel y Gretel. Hablade cinco mujeres a bordo de un barco explorador, que oficialmente tienen queaveriguar la cantidad de medusas en el mar Báltico, pero que de hecho andan enbusca de la ciudad sumergida de Vineta. Habla del pintor Malskat, que pocodespués de la Segunda Guerra Mundial falsificó frescos medioevales y ahora se leestá juzgando en Lübeck. Habla del triunfo de Solidaridad, en el país del Obispo deRoma polaco... En resumidas cuentas, historias todas ellas que no llegan a buen fin.Los hilos narrativos de los doce capítulos de la novela se entrecruzan, los detallesse exponen en el lenguaje sensorial y enérgico propio de Grass, la sátira se vuelve aveces bruscamente sermón moral, y viceversa.

La Ratesa se hace acreedora al premio Nobel. Ya era hora que el galardónrecayera en ella:

Porque hacía tiempo figuraba en la lista de candidatos. Se la consideraba favorita.Como representante de millones de animales de laboratorio, desde los conejillos deIndias hasta los macacos rhesus, se honra ahora a la rata, de pelo blanco y ojos rojos.Ella, sobre todo ella, ha hecho posibles todas las investigaciones y hallazgos‘nobelados’ en la esfera de la medicina y, por lo que se refiere a los descubrimientos deWatson y Crick, también premios Nobel, en el campo, prácticamente ilimitado, de lamanipulación genética29.

Gracias a la rata, que permitió que, en 1953, James Watson y Francis Crickpostularan que el ADN se enrolla formando una doble hélice, una espiral:

Se puede clonar, más o menos legalmente, maíz y verduras, pero también toda clase deanimales. Por eso, las ratas – hombre que aparecen cada vez más dominantes hacia elfinal de esa novela -‘La ratesa’- es decir, en la época posthumana, se llamanwatsoncricks. Reúnen lo mejor de ambas especies. Lo ratesco reside en lo humano y ala inversa. El mundo parece querer recobrar la salud gracias a ese cruce. Había llegadoel momento en que, después del Big Bang, cuando sólo sobrevivieran ratas, cucarachasy moscardas, y un resto de huevos de peces y ranas, se pusiera otra vez orden en el

29 GRASS, GÜNTER. Continuará, o. c., 9 – 11.

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caos, concretamente con ayuda de los watsoncricks, que salieron milagrosamente bienlibrados30.

Este es el discurso onírico que se escucha en Estocolmo en la entrega delpremio Nobel:

¡Distinguida Academia!, podría empezar yo en suelo sueco, y saludarte en mi primerafrase, como la Rata por antonomasia, aunque no parezcas estar presente, y sóloentonces saludar al presente rey de Suecia. Enseguida entraría en materia: ¡Por fin,Majestad! Ya era tiempo de honrar unos méritos y de reconocer unas contribuciones ala medicina humana, especialmente en la esfera de la investigación genética y de lapersistentemente afortunada manipulación genética, que no hubiera sido concebiblesin la rata.¡No, señoras y señores! No nos hagamos la vida demasiado fácil al limitarnos a honrara la rata de laboratorio. Eso sería erróneo y poco sincero a la vez. Se debe honrar a esegénero ratesco tan próximo al hombre en general, a la rata en sí. A ella, laincomprendida, clasificada como animal dañino; a ella, a la que, durante siglos, se hanimputado todos los males y plagas; a ella, invocada como insulto, siempre que el odio,echando espuma por la boca, trataba de expresarse; a ella, que aquí provocaba horror,allá suscitaba el asco, y siempre se asociaba con la carroña, el hedor, la basura; a ellaque, en el mejor de los casos, es querida y apreciada por unos jóvenes confusos que,con gritos y estridencias, se han situado al margen; aquí debe cantarse a la rata, por susbeneficios para el género humano.Se podría decir: ¿y no se aplica lo mismo a los ratones de laboratorio, conejillos deIndias, monos rhesus, perros, gatos, etc.? Ciertamente, también esos animales debenser honrados. Sus servicios a los humanos son indiscutibles. Junto con las ratas, losmonos y los perros fueron los primeros mamíferos enviados al espacio. Laika sellamaba, recordémoslo, la perrita soviética. La expresión conejillo de Indias se ha hechoproverbial. Estoy seguro también de que los miembros de la Academia sueca, al buscarcandidatos dignos del premio, han sopesado cuidadosamente si no habría que honraral mono rhesus o al perro, si es que no al ratón; y sin duda no fue fácil para esoscaballeros decidir.Pero acertaron al preferir a la rata. Desde tiempo inmemorial, ella ha estado connosotros. Mucho tiempo antes de nosotros, estaba ya ahí amamantando, como si sutarea fuera hacer posible, después de otros animales, también el hombre. Por eso,cuando Dios envió el Diluvio sobre la tierra y ordenó a su siervo Noé que construyeraun Arca de Salvación para todo lo que se arrastraba o volaba, no se excluyó a la rata,como atestigua el primer libro del Génesis.Desde entonces, toda la literatura ha tenido conciencia de la existencia de la rata. Loratesco se ha convertido en principio. Baste citar la novela ‘La peste’ o la obra de teatrode Hauptmann denominada –desde luego, en plural- igual que nuestra galardonada.Pasando por Goethe y el frecuentemente citado Orwell, podrían mencionarse otrosejemplos de la participación de las ratas en la evolución de la literatura mundial;cuando no se la nombra literalmente, incluso, en el título, como la rata más valiente (eleditor anota que se trata de una alusión al relato de Patricia Highsmith, “The bravestrat in Venice”), se la encuentra entre líneas con su cola larga. Es verdad que nuestrosescritores se han complacido en confirmar la mala fama de nuestra galardonada,aunque fuera en imágenes inolvidables y de fuerza legendaria: horrible, la escena de latortura de la famosa novela de Orwell; dudoso el énfasis en la excepción, el niño

30 Idem.

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mordido por las ratas. Resulta, en cambio, meritorio que, gracias a la colección decuentos de Grimm y al poema narrativo de Robert Browning, se haya conocido alFlautista de Hamelín; una pequeña ciudad, por cierto, cuyos habitantes se alegraránespecialmente de la concesión del premio Nobel de este año.Tengámoslo en cuenta: esclava la mayoría de las veces de la miseria humana, lapobreza, el hambre, el horror, la enfermedad y la necesidad de asco, la rata no harecibido hasta ahora más que unos discutibles honores literarios: se le han imputadolas plagas, la miseria devoradora la ha hecho aparecer, su hogar se ha llamado cloaca,suburbio, mazmorra, campo de concentración, inframundo. Ha anunciado ladesgracia, los malos tiempos y el barco que se hunde.Sí, siempre estuvo ahí, también mirando retrospectivamente la Historia. Consideremosante todo la historia sueca; el lugar de la concesión del premio otorga un privilegio:cuando comenzó la gran migración de los pueblos desde la superpoblada isla deGotland, las ratas de los barcos navegaron bajo las tablas de cubierta con los godoshacia el sur, por el mar Báltico, hasta que divisaron tierra, el estuario del Vístula, y laHistoria siguió su curso con las ratas a sus talones. Y cuando el gran rey de Sueciallevó su ejército de campesinos a través del Báltico, con una flota poderosa, paraparticipar en las guerras de religión que afligían a Alemania, las ratas habían hecho sunido en todos los barcos. Y, naturalmente, cuando el cadáver real volvió, otra vezhabía ratas sobre la quilla.Sin embargo, cuando, al principio de nuestro siglo, la flota rusa del Báltico estabaanclada en el fondeadero de Libau, una pequeña ciudad de ese mar, cuando todas lascalderas se encendieron, se levaron las anclas y comenzó el largo viaje por mar hasta elJapón, miles y miles de ratas abandonaron los navíos de línea y acorazados, buques deconvoy y torpederos, porque estaba vaticinado el hundimiento de esa flota en el MarAmarillo. Las ratas se salvaron nadando; sin embargo, nadie entendió aquella huída deadvertencia y, todo lo más, les gritaron maldiciones.¡Ellas son nuestras contemporáneas! No es posible imaginar sin las ratas la variadahistoria del género humano. Y ahora, finalmente, tarde, pero esperemos que nodemasiado tarde, se las honra. Se expresa la gratitud humana. Sí, hemos aprendido deellas. Paciente y desinteresadamente, nos ayudaron a encontrar nuevos caminos parala medicina. Cabe preguntarse ¿qué sería de la industria farmacéutica sin las ratas? Y sila esperanza de vida del hombre moderno, calculada según la media actual, seaproxima a los ochenta años bíblicos, hay que atribuir igualmente ese avance alsacrificio de ellas.Han tenido que sufrir por nosotros. No le ha sido fácil a la ciencia hacer frente a lasprotestas de los protectores de animales; pero sus experimentos no eran un fin en símismos, sino algo rentable: las ratas no han padecido en vano. Después de colaborardurante muchos años con famosos investigadores genéticos, por fin han conseguidoestar asociadas a los hombres no sólo ideal, simbólicamente o en imágenes poéticas,sino participando también en lo humano; la rata empieza a influir en el hombre, y elhombre en la rata. Porque, después del núcleo del átomo, se ha logrado dividir el de lacélula. Se ha descifrado el código genético. Y he aquí que en el núcleo de la célulaestaba guardada la memoria de esa célula, que puede transferirse a otra parte. Segúnmétodos genéticos, ahora puede ser manipulada. Lo mismo que en otro tiempo lagramática parda consiguió obtener de caballo y asno el útil mulo, hoy se puedeobtener, de microorganismos, bacterias reprogramadas que, obedeciendo a una ordengenética, se comerán todo el petróleo derramado. Síseñor, el elemento fáustico en el serhumano ha hecho esto posible y mucho más; porque ella, nuestra rata, se sacrifica porel progreso futuro.Sé que no faltan enemigos del progreso, que en todo tiempo han tratado dedesacreditar las grandes ideas y de sepultar con sus temores todo lo atrevido. A ellos

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hay que decirles: ¡lo que se descuidó en la Creación es hoy un acontecimiento! Allídonde –con el mayor respeto- Dios estimó haber actuado bien pueden introducirseahora correcciones hace tiempo necesarias. El tronco torcido que, según el filósofoKant, será inmutablemente la imagen del hombre, puede ser por fin, lo sabemos,enderezado. Las características más nobles de ambas especies, la más preciosa herenciade los hombres y las conocidas cualidades de las ratas, pueden formar ahora unasimbiosis en genes elegidos, porque, si todo siguiera como fue y es, el hombre seríalibre para comportarse, sin mejorar, como lo ha hecho desde los tiempos de Adán, yfracasaría por las deficiencias de sus propios fundamentos. Sus genes, ahoradescifrados, revelan cosas horribles. Pobremente dotado, tendría que destruirse a símismo. Al llegar al límite de sus posibilidades, no tendría otra opción que extinguir asus iguales, a los incorregibles hombres.No debe ocurrir así. Hay que corregir el rumbo. La Razón y la Ética nos obligan asubrayar aquí: sólo mediante aditivos escogidos podrá el hombre subsistir en el futuro,en un nuevo modelo. Sólo cuando lo ratesco enriquezca la sustancia humana, lacomplete, la controle, por una parte amortigüe, por otra refuerce, quite aquí, de allá,libere del yo, abra el nosotros y, al mejorarnos, vuelva a hacernos aptos para la vida,podremos confiar en el futuro. El homo sapiens sanará por la especie rattusnorvegicus. La Creación se realizará. Sólo el hombre – rata tendrá un futuro.Todavía -¡Majestad!- sólo podemos imaginarlo. Todavía -¡dignísima Academia!- suimagen carece de perfiles precisos. En el mejor de los casos, se puede ver claramente ensueños. Sin embargo, las últimas manipulaciones nos permiten reconocer los primerossignos de su existencia. Tanto en los centros de investigación norteamericanos como enlos laboratorios soviéticos, en los institutos japoneses como en los indios, por todaspartes, y también en la venerable universidad sueca de Uppsala, está surgiendo, se estáproduciendo, en todo el mundo ratas y hombres están decididos a una nuevaCreación.Por eso hay que honrarlo también a él. Al felicitar a nuestra rata por su merecidopremio Nobel, le deseamos felicidad a él, que todavía no existe pero al que esperamos.Ojalá venga, a liberarnos y superarnos, a mejorarnos y hacernos otra vez posibles, arescatarnos y redimirnos, pronto, grito, pronto, antes de que sea demasiado tarde, quevenga: ¡el glorioso hombre – rata!31.

La novela, finalmente, en el escenario de un teatro cósmico, aunque con ladiferencia, eso sí, de que el telón parece haber caído ya sobre el último acto deldrama de la humanidad, en la cápsula espacial que gira alrededor de la Tierra y enla que el narrador sueña y contempla con su mirada la total desolación del mundoy lo que queda de vida en esta Tierra vacía de seres humanos, clausura todas lasutopías: los Cuentos de Hadas, las Narraciones de la Infancia y del Hogar, lasHistorias de los Bosques Encantados, los Príncipes Besucodespertadores, la BellaDurmiente, Rúmpeles -Tíjeles, Hänsel y Gretel, la Muchacha de las ManosCortadas, Yorinde y Yoringuel, Blancanieves y los Siete Enanitos, la PerversaMadrastra, la Patrona de la Casita de Mazapán, Nabiza, Rapónchigo, la Bruja, elRey Sapo, la Dama, Caperucita Roja, el Lobo, la Abuela, el Sastrecillo Valiente...Todo se ha perdido, hasta los Grimm Brothers han renunciado a la empresa de suDiccionario y se han dejado enredar por la maquinaria burocrática: Jacobo se haconvertido en Ministro de bosques, lagos y medio ambiente, y Guillermo, su

31 GRASS, GÜNTER. La ratesa, o. c., 173 – 178.

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hermano, en subsecretario del mismo despacho... En el futuro nada más que ratas.En el futuro nada más que ratigonza.

5. La noche del hombre: la apocalíptica de Günter Grass

Por fin, valiéndonos de la totalidad de los elementos expuestos conanterioridad, llegamos al asunto nuclear y titular de esta disertación: laconsideración de la apocalíptica grassiana a partir de La ratesa. Estamos ante lanoche del hombre, su epílogo, su colofón: la pesadilla escatológica del fenecer de lahumanidad.

Queremos, una vez más, traer las palabras que Grass dejó escapar en la Salade Conciertos de Estocolmo el 7 de diciembre de 1999, en su discurso de recepcióndel premio Nobel de literatura. Son las palabras con las que cerró su discurso:

...Toda reserva del tiempo se ha agotado hasta llegar al colapso humanamente posible.Un valle de lágrimas mantiene cautivo a Occidente. ¿Qué hacer? En mi impiedad, sólopuedo doblar la rodilla ante el santo que, hasta hoy, me ha sido de más ayuda y hahecho rodar los peñascos más pesados. Por eso imploro: ¡Santo Sísifo, ‘nobelado’ por lagracia de Camus, te lo ruego, haz que la piedra no se quede arriba y podamos seguirhaciéndola rodar, para que, como tú, podamos ser felices con nuestro peñasco, y lahistoria narrada de nuestra penosa existencia no tenga fin! ¿Se escuchará mi hondosuspiro? O, según los más recientes rumores, ¿será sólo el ser humano seleccionadoproducido por clonación el que será capaz de asegurar la continuación de la historiahumana? Con ello he vuelto al principio de mi discurso y abro otra vez ‘La ratesa’, encuyo capítulo quinto se habla de la concesión del premio Nobel a la rata de laboratorio,como representante de millones de millones de otros animales de experimentación alservicio de la ciencia investigadora. Y enseguida me resulta claro qué poco pudieroncontribuir todos los méritos hasta ahora premiados a eliminar del mundo el hambre,ese azote de la Humanidad. Es verdad que se ha conseguido dar unos riñones nuevosa cualquiera que pueda pagarlos. Se pueden transplantar corazones. Telefoneamos deforma inalámbrica por el mundo. Los satélites y las estaciones espaciales giransolícitamente a nuestro alrededor. Se han inventado y fabricado sistemas de armas,como consecuencia de investigaciones premiadas, con cuya ayuda sus poseedorespueden protegerse de la muerte de muchas formas. Todo aquello de lo que es capaz elcerebro humano ha sido asombrosamente plasmado. Sólo el hambre sigue sinresolverse. Incluso aumenta. Allí donde el hambre era como hereditaria, se transformaen depauperación. Por todo el mundo se desplazan corrientes de refugiados; el hambrelas acompaña. Y no hay voluntad política, acompañada de conocimientos científicos,decidida a poner fin a esa miseria que prolifera... Cuando en 1973, en Chile, apoyadopor la activa benevolencia de los Estados Unidos, golpeó el terror, Willy Brandt, comoprimer Canciller federal alemán, pronunció su discurso de ingreso en las NacionesUnidas. Habló de la depauperación universal. Su grito de ‘¡También el hambre es unaguerra!’ fue tan convincente que se ahogó en un aplauso inmediato. Yo estaba presentecuando se pronunció ese discurso. En aquella época escribía mi novela ‘El rodaballo’,en la que se trata de la base primaria de la existencia humana, la alimentación, es decir,de la carencia y la abundancia, de grandes comilones e innumerables hambrientos, delplacer del gusto y de las migajas de la mesa del rico. Ese tema nos ha quedado. A la

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riqueza que se acumula responde la pobreza con mayores tasas de crecimiento. ElNorte y el Oeste opulentos, ansiosos de seguridad, pueden seguir queriendoprotegerse y afirmarse como fortaleza contra el Sur pobre; las corrientes de refugiadoslos alcanzarán sin embargo y ninguna reja podrá contener la afluencia de hambrientos.De eso habrá que hablar en el futuro. En definitiva, la novela de todos nosotros debecontinuar. E incluso aunque un día no se escriba o pueda escribirse o imprimirse ya,cuando no se disponga ya de libros como medios de supervivencia, habrá narradoresque nos hablarán al oído, devanando otra vez las viejas historias: en voz alta o baja,jadeante o demorada, a veces próxima a la risa y a veces próxima al llanto32.

Los narradores postreros hablarán de lo mismo: de la pesadilla final queaceleran los grandes contrastes humanos. Retomemos algunas ideas atrásesbozadas. Al lector de La ratesa, en una visión onírica del narrador, se le presentala posibilidad de que la autodestrucción de la humanidad se haya producido ya yque, después de esa era humana, haya sobrevivido únicamente la especie de lasratas. Grass, como lo hizo en su discurso de Estocolmo, afronta la cuestión de laesperanza, “la novela de todos nosotros debe continuar”, en un mundodesesperanzado, donde “la miseria prolifera”. Descifrando bien la estructurafundamental de la obra, encontramos en esa novela una oscilación calculada entrela realidad y la posibilidad, entre la vida real y el ensueño, entre la facticidad y lafatalidad. Aparece la dura confrontación con la realidad posible de unaautodestrucción atómica de la humanidad. La novela ofrece todos los argumentosposibles que hablan en favor de esta eventualidad: se acepta que mueran losbosques; existe el delirio del superarmamento nuclear, alimentado por la idea de laseguridad mediante el “equilibrio de la disuasión”, despojándose de la propiaresponsabilidad para delegarla en aparatos internacionales; está la incapacidadpara aprender de catástrofes anteriores y se toma realmente en serio el ideal de laIlustración de “educar al género humano” en educación. Grass aseveró en Estocolmo:

Por muy deudores que seamos de la tradición iluminadora de la razón, el cursoabsurdo de la Historia se burla de toda explicación razonable... Cuánto tiemponecesitó el proceso de la Ilustración europea, desde Montaigne, pasando por Voltaire,Diderot, Kant, Lessing y Lichtenberg, para llevar la lámpara de la razón a los másoscuros rincones de las tinieblas escolásticas. Con frecuencia se extinguía la lucecita.La censura retrasó esa iluminación por la razón. Sin embargo, cuando ésta, luego, seinstaló cómodamente a pleno día, era una razón enfriada, reducida a lo técnicamenteviable y comprometida sólo con el progreso económico y social, que se hacía pasar porIlustración y, a toda costa, inculcó a sus hijos, peleados desde el principio, elcapitalismo y el socialismo, una jerga racionalizante y la vía respectiva adecuada haciael progreso. Hoy vemos adónde ha llevado la Ilustración a esos hijos genialmentemalogrados33, es decir, mal educados.

32 GRASS, GÜNTER. Continuará, o. c., 9 – 10.33 Idem.

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En un poema clave de la novela se expresa con extraordinaria densidad esteescepticismo humano, más aún, se trasluce la convicción del fracaso de laIlustración:

Nuestro propósito era que había que aprender/ no sólo a manejar cuchillo y tenedor,/sino también a los semejantes, y además a la Razón,/ ese todopoderoso abrelatas,/poco a poco./ Educado, el género humano podría libremente,/ sí, dirigir libremente sudestino, a fin de que,/ como mayor de edad, aprendiera a apartar/ cautelosamente a laNaturaleza, lo más cautelosamente posible/ del caos.../ Semiilustrado el génerohumano debería/ no seguir haciendo el bestia sin sentido en el fango original,/ sinoempezar a lavarse sistemáticamente./ Claramente lo decía la higiene aprendida:/ ¡Ayde los sucios!/ En cuanto llamamos avanzada a nuestra educación,/ el saber fuedeclarado poder/ y dejó de estar confiado al papel. Gritaron/ los ilustrados:/ ¡Ay delos que ignoran!/ Cuando finalmente la violencia, pese a toda Razón,/ fue imposiblede eliminar en el mundo, el género humano/ se educó en la intimidación recíproca./Así aprendió a guardar la paz hasta que algún accidente/ no ilustrado se produjo./Entonces la educación del género humano/ estuvo prácticamente acabada. Una granclaridad/ iluminó todos los rincones. Lástima que luego/ se hiciera tan oscuro y nadieencontrara ya/ el camino de su escuela34.

En este poema Grass va trazando la línea de decadencia que se haproducido en la historia de la cultura. Transcurrió por etapas: el fango original (elestado de naturaleza), la razón (el saber), el poder (la violencia), la intimidaciónrecíproca, la aniquilación atómica. Por esta trayectoria, el camino de la humanidadpuede sólo considerarse como camino “en dirección equivocada”. Algo va mal: algoestá mal en la Creación en general. Pero una obcecación colectiva impide que“alguien investigue ya qué y cuándo y dónde se hizo algo mal”. Tampoco se averiguacuál es la culpa y quiénes son los culpables. Esto lo expresa de manera sumamenteplástica otro poema:

Hay algo que no va bien./ No se qué, posiblemente la dirección./ Algo mal hecho,pero qué,/ y cuándo y dónde mal hecho,/ sobre todo cuando todo va como la seda,/aunque sea en una dirección/ que las señales indican como equivocada./ Ahorabuscamos la fuente del error./ La buscamos como locos fuera de nosotros,/ hasta quede repente alguien dice nosotros,/ todos nosotros podríamos ser, es una suposición,/la fuente del error o podrías serlo/ tú o tú./ No se trata de personalizar./ Todo elmundo cede el paso a todo el mundo./ Mientras todo avanza como sobre ruedas/ enla dirección equivocada,/ de la que se dice que,/ aunque sea equivocada, no hayotra,/ los hombres se saludan entre sí/ gritándose: Yo soy fuente de error, ¿tútambién?/ Pocas veces hemos estado tan de acuerdo./ Nadie se pregunta ya dónde ycuándo y qué/ se hizo mal./ Tampoco se buscan responsabilidades/ ni responsables./Porque sabemos que cada uno de nosotros./ Contentos como nunca todos corremos/en la dirección equivocada según los signos,/ confiando en que estén equivocados/ ynos salvemos otra vez35.

34 GRASS, GÜNTER. La ratesa, o. c., 173 – 176.35 Idem, 207 – 208.

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Tal es el resultado: allá donde, considerado superficialmente, todo va “comola seda”, no hay conciencia de censura o de culpa. Cuando se ve que hay errores,entonces se achacan a otros. Y como todos hacen lo mismo, las cosas siguen comoantes. No se ve lo equivocada que es la dirección. Se elude con la ingenuaesperanza de que “nos salvaremos otra vez”.

Este síndrome de obcecación, represión e ingenuo consuelo, lo describe lanovela como no lo ha hecho ninguna otra obra de la literatura en los años ochenta.Se hacen ver drásticamente las consecuencias: el hombre pone fin, él mismo, a supropia posición en el cosmos. Y puesto que así sucede, el hombre no se encuentraya en el centro de la novela, sino que ese lugar lo ocupa un bicho, el más astuto ymejor adaptado en la historia de la evolución. La rata se convierte en el adversarioy en el reemplazo del hombre. En boca de la rata se pone todo el despreciohumano del que se han hecho acreedores los hombres, manifiesto en las palabrasque exordian nuestra exposición: “¡Se acabó!, dice. Vosotros fuisteis. Habéis sido,se os recuerda como una ilusión. Nunca más señalaréis fechas históricas. Se hanextinguido todas las perspectivas”36.

Es pues, totalmente lógico que incluso el narrador, en sueños, no excluya laposibilidad de tener que decir un adiós definitivo. Al comienzo relativo de lanovela se ha puesto conscientemente un poema en el que de nuevo –como Grassexplica comentándose a sí mismo- “por el placer de vivir se narra todo cuanto agrada,desde las cosas pequeñas hasta las ideas que son dignas del hombre”. Por tanto, es unpoema de despedida, que resulta tanto más doloroso cuanto más se evocan “lascosas” que nos resultan queridas:

Soñé que tenía que despedirme/ de todas las cosas que me han rodeado/ proyectandosu sombra: de todos esos pronombres/ posesivos. Despedirme del inventario, esalista/ de objetos diversos hallados. Despedirme/ de los perfumes empalagosos,/ delos olores que me mantenían despierto, de lo dulce,/ de lo amargo, de lo agriopropiamente dicho/ y de la acritud ardiente de los granos de pimientas./ Despedirmedel tictac del tiempo, de la irritación del lunes,/ de las miserables ganancias en lalotería de los miércoles, del domingo/ y su perfidia, apenas se sienta el aburrimiento ala mesa./ Despedirme de todas las citas; de lo que en el futuro/ debe cumplirse./ Soñéque tenía que despedirme de toda idea,/ nacida viva o muerta, del sentido que buscaun sentido/ al sentido,/ y de la esperanza, corredora de fondo/ también. Despedirmedel interés compuesto/ de la rabia contenida, del producto de los sueñosacumulados,/ de todo lo que está en el papel, recuerda un parecido/ y, como corcel ycaballero, se convierte en monumento./ Despedirme de todas las imágenes que elhombre se ha fabricado./ Despedirme de la canción, de los lamentos rimados,despedirme/ de las voces entretejidas, del júbilo a seis voces, despedirme/ del celoinstrumental,/ de Dios y de Bach...37.

36 Ver notas 1 y 6.37 GRASS, GÜNTER. La ratesa, o. c., 109 – 110.

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¿Despedirse, por tanto, de la “esperanza corredora de fondo”, despedirse de“toda idea”, de “todo sentido” en general? Pero hay en esta novela unacontracorriente que impide que el sueño aquí proyectado se convierta en pesadilla.Pues la novela, como lo hemos dicho con anterioridad, está escrita como dueloverbal entre el narrador y la rata. Es verdad que a la novela no se la minimizasimplemente como un “ensueño”, porque su contenido es una amenaza posible ylatente, pero a la vez el narrador interpela a la rata. Ambas posiciones narrativas seenlazan entre sí como visiones oníricas. Al principio sueñan para el narrador larata y sus relatos, más tarde el narrador se convierte en producto de los sueños dela rata. El final queda en suspenso: no se sabe quién está soñando en quién, algo asícomo sucede con la trama de Las ruinas circulares, de Jorge Luis Borges, donde nose logra concluir con exactitud si un hombre sueña una mariposa o una mariposasueña un hombre. De este modo la realidad llega al umbral y sigue habiendo unadistancia de tiempo entre la facticidad y la fatalidad. Esto deja margen para laesperanza, principalmente con miras al lector.

Desde el punto de vista de la historia de la obra, este escepticismoantropológico y político que sustenta toda la concepción de la novela se encontrabaya preparado en Grass. Todavía en 1980 se escuchaba cierta esperanza en su novela“Partos mentales o los alemanes se extinguen”. El libro termina invitando a los lectoresa cargar sobre sí pacientemente con el peso de la existencia. Y lo fundamentaba conla interpretación del Sísifo en Camus, al que invoca como el santo en su discursode Estocolmo. Pero ya en 1982, se marcó un giro decisivo en el pensamiento deGrass, que antes se había comprometido incluso en actividades políticas. En 1982,Grass pronuncia unas palabras en Roma, en nombre de los galardonados, al serleconcedido el Premio Internacional de Literatura “Antonio Feltrinelli”. El brevetexto de Grass lleva por título

El aniquilamiento de la humanidad ha comenzado”. Grass desestima la alianza entre laliteratura y el futuro: “Pues con la amenazadora pérdida de futuro para la humanidad,la hasta ahora segura ‘inmortalidad’ de la literatura ha degenerado en una simplepretensión irreal. Se habla ya de poesía desechable. El libro, esa mercancía duradera,comienza a parecerse a los envases de consumir y tirar. Antes de que se decida sivamos a tener todavía futuro, no se cuenta ya con el futuro. La misma hybris que seocupa de hacer que el hombre se destruya a sí mismo, amenaza ahora, antes de quellegue esa destrucción, con entenebrecer la mente humana, con extinguir su sueño deun mañana mejor y con convertir en ridícula toda utopía, incluso el ‘Principioesperanza’ de Ernst Bloch38.

¿Habría algún escape? O preguntándose más modestamente: ¿Qué se podríahacer en concreto? Para Grass la respuesta está ya bien clara desde 1982: los

38 GRASS, GÜNTER. El aniquilamiento de la humanidad ha comenzado. El Mundo, Medellín, octubre 2 de1999, 4 – 5.

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hombres tendrían que estar dispuestos a practicar la renuncia a sus “inventos”, arealizar el desarme ecológico y militar “hasta quedarse desnudos”:

¿Serán capaces los hombres de prescindir de sí mismos? Ellos, que están dotados derazón, que son creadores de manera semejante a como lo es Dios, cada vez máscapaces de inventar su propia destrucción, ¿serán capaces de decir ¡no! a sus inventos?¿Estarán dispuestos a practicar la renuncia ante lo humanamente posible y a sermodestos ante los restos de la naturaleza destruida? Y la última pregunta: ¿Estaremosdispuestos a hacer algo que podríamos hacer: a alimentarnos unos a otros, hasta que elhambre sólo fuera una leyenda y el mal cuento de ‘érase una vez’? Las respuestas aestas preguntas debieran haberse dado hace ya mucho tiempo. Sin embargo, en mediode mi perplejidad, sé muy bien que el futuro no volverá a ser posible sino cuandoencontremos una respuesta y hagamos lo que, como huéspedes en este globoterráqueo, debemos hacer como una deuda que tenemos con la naturaleza y connosotros mismos, no asustándonos unos a otros, quitándonos recíprocamente elmiedo, realizando el desarme hasta quedar desnudos39.

El final de la novela La ratesa es una única lucha por la posibilidad de laesperanza. En las últimas tres páginas se encuentra un conmovedor cántico a laesperanza, que bien pudiera ser el contracántico al cántico de despedida quecitábamos anteriormente: “Soñé que tenía que despedirme de toda idea”. Así habíadicho antes. Pero ahora el poema comienza con el verso “Soñé que podía teneresperanza”. Y esta esperanza se va deletreando estrofa tras estrofa. Es unaesperanza que sería casi contagiosa, si la risa de la Ratesa no desenmascarase talesperanza como un autoengaño:

Soñé que podía tener esperanza,/ acabar de comerme las migas o lo que hubieraquedado/ en los platos y esperar que algo,/ no una idea, más bien una casualidad,/calificada de amistosa, estuviera en camino/ sin tropezar con fronteras,/ se extendieracontagiosamente./ Soñé que podía esperar otra vez/ las manzanas del invierno, elganso por San Martín,/ las fresas año tras año/ y la calva incipiente de mis hijos,/ lacana de mi hija. La felicitación de mi nieto,/ esperar anticipos, intereses compuestos,como si el hombre/ tuviera otra vez un crédito ilimitado.../ Soñé que por fin podíaconfiar: por todas partes/ se dejan las llaves de contacto y, con las puertas abiertas,/los hombres están ya seguros unos de otros./ Mi esperanza no me engañó: nadie/come ya su pan sin compartirlo; pero aquella alegría/ en que yo confiaba no es nuestroestilo;/ las ratas se ríen abiertamente de nosotros,/ desde que, con la últimaesperanza,/ lo hemos malgastado todo40.

39 Idem.40 GRASS, GÜNTER. La ratesa, o. c., 441.

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